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El Barroco y el Rococó El Barroco fue un fenómeno europeo general con intenciones y técnicas artísticas tan diversas como las esferas culturales, políticas y religiosas que regían la época. Luego de la Reforma Protestante, la Iglesia debió esforzarse por generar una reacción por parte de sus seguidores y tanto el arte como la arquitectura fueron las herramientas para conseguirlo. En Roma, la Orden de los Jesuitas que se formó para combatir el protestantismo en Europa, revolucionó la concepción arquitectónica que se venía sosteniendo desde el Renacimiento con la construcción de la Iglesia Il Gesú del arquitecto Giaccomo Della Porta. Aun estando compuesta por elementos de la arquitectura clásica tan vistos durante el Renacimiento, la fachada de esta Iglesia impresiona por su falta de sencillez. Las columnas, las pilastras y el arquitrabe no se asemejan en nada a lo propuesto por Brunelleschi siglos atrás. Estos elementos están puestos de tal manera que la monotonía y la repetición no se perciben, la intención es demostrar una majestuosidad, solemne y diversa. El esquema es complejo y, sin embargo, podemos encontrarle sentido a cada uno de los componentes que le dan unidad y coherencia al edificio. (Gombrich, 1992) Así como la arquitectura sirvió de medio de propaganda para la Iglesia católica en Roma, hubo también exponentes en el campo de la pintura que representan diversas concepciones artísticas y estilísticas acerca de la época y ese momento en la historia. Anibal Carracci, de Bolonia, se propuso superar las artificiosidades del manierismo tratando de recobrar la armonía y belleza en las obras de Rafael. Para lograr esto, transformó el complejo simbolismo manierista en una alegoría sencilla. El equilibrio, la armonía y la luz sobre las figuras en los cuadros de Carracci despierta emociones y sentimientos, dando lugar a la complejidad tan característica del Barroco. (Hauser, 2002)

En oposición al emocionalismo de Carracci, surge otra corriente: el naturalismo propuesto por Miguel Ángel da Caravaggio. Caravaggio, a diferencia de Carracci, se propuso representar la verdad pura, sin idealizaciones. La utilización de las luces y sombras en los cuadros de Caravaggio hicieron que el artista fuera, repetidas veces, acusado de no respetar la belleza y de intentar horrorizar al público. En sus cuadros, Caravaggio representa a los discípulos con ropas gastadas y rostros curtidos, lo que hace que su obra sea muy discutida en las cortes. Las luces en sus obras, fuertes y cegadoras, y las sombras profundas, donde los fondos casi no se perciben y las figuras parecen salirse de los cuadros, provocan una carga psicológica muy fuerte en el espectador. (Mainstone, 1989) En Francia, el absolutismo del Rey Luis XIV, dio lugar a un estilo Barroco que ya no tenía como objetivo mostrar la subjetividad del artista. Así como en Roma, donde la Iglesia utilizó el arte y la arquitectura para afianzarse frente al protestantismo, en Francia el arte estuvo al servicio del Rey y su propia agenda. Le Brun, al frente de la Academia, se ocupa de institucionalizar el arte. “El arte no es más que un medio del gobierno del Estado, con la función especial de realzar el prestigio del monarca” (Hauser, 2002) Así como la posición frente al caravaggismo, el Barroco en Francia se caracterizó por la polarización de las opiniones. Por un lado, la concepción artística de los círculos oficiales, por el otro los artistas que no se atenían a las reglas propuestas por las academias. Este rasgo sumamente moderno, convirtió al Barroco en un período artístico lleno de oposiciones y conflictos. El progresismo y el conservadurismo se veían reflejados en los diferentes sectores de la sociedad, donde la discusión sobre la importancia del color frente al dibujo y sobre la tendencia clásica y lineal frente a otra sensualista y pictórica, caracterizó al Barroco.

Sin embargo, al norte de Europa desaparece la Iglesia como órgano regulador de la actividad artística. Esto da la posibilidad de incursionar sobre nuevos temas: los pintores empiezan a pintar paisajes y escenas de la vida cotidiana. Estos temas se representan con un naturalismo distintivo y una solemnidad acompañada de un desbordante sensualismo lleno de objetividad que realza el contenido psicológico de las escenas. Artistas como Franz Hals, Rembrandt y Jan Vermeer llevan a cabo estos estilos artísticos donde abordan retratos y paisajes y lo hacen de una manera mas austera que en el resto de Europa. En el caso de Rembrandt sus obras reflejan intimidad en las escenas, donde la fealdad no está disimulada y hay una realidad trágica representada en ellas, de una manera muy similar a las obras de Caravaggio en Roma. (Gombrich, 1992) En Holanda, la posición marítima dio pie al comercio artístico en toda Europa. La burguesía enriquecida se convierte en una aristocracia de comerciantes se empieza a entrever en ella la transición entre clase media y nobleza. El público burgués es el protagonista del arte Barroco protestante. Entre los gustos de este público se destacan dos grupos importantes: los que continúan con lo clásico y un gusto más naturalista la cual llega a ser más importante. Pero el Barroco tuvo una unidad de intención fuerte, que traspasó las fronteras y las creencias religiosas y políticas. La unidad barroca se ve reflejada en la falta de autonomía de las partes de un todo artístico. Los elementos Barrocos no existen por sí sólos, salvo en el conjunto en que fueron creados. La subjetividad de los artistas hace que la intención sea reemplazar lo absoluto por lo relativo, la forma barroca es, según el sistema de Wölfflin, una forma abierta y atectónica, donde las obras no parecen tener fin y parecen estar incompletas. (Hauser, 2002)

El estilo Barroco que caracterizó el arte europeo en el Siglo XVII, con sus “formas combativas, emocionalmente angustiadas, colosales espiritual y físicamente, fueron el origen de la bellas conchas y los rizados zarcillos de la decoración Rococó”. (Hauser, 2002) El Rococó va a ser una continuación del Barroco en muchos aspectos, las características e intenciones del Barroco van a encontrar su auge durante este período donde la aristocracia empieza a tomar en cuenta las innovaciones artísticas. Sin embargo, podemos encontrar varias diferencias entre los dos períodos. El Rococó no va a intentar plasmar la realidad tal como es percibida, en cambio, busca mostrar la opulencia y la elegancia de la época, sin detenerse en las proporciones y tamaños de las figuras y utilizando colores pasteles vivos que contrastan con los colores oscuros característicos del Barroco. En Francia, el arte propagandístico del Luis XIV se reemplazó por un arte menos estricto, más informal destinado a la sociedad acomodada, que buscaba divertirse y atacar el aburrimiento mediante fiestas, aventuras sentimentales y tardes al aire libre. (Jones, 1985) Durante la regencia de Felipe de Orleans, la corte fue trasladada a Versalles, donde las fiestas en los salones aristocráticos también tuvieron que moverse a salones de la burguesía que, venía ascendiendo socialmente cada vez más rápido. Este sector de la sociedad que se enriqueció notablemente gracias a la prosperidad económica, comienza a tomar conciencia del poder político, social y artístico que tenían. El peligro de la Revolución ya era inminente y la sociedad aristocrática era conciente de que era sólo cuestión de tiempo hasta que su período de riqueza y comodidades se acabe. Este factor fue el que hizo que los aristócratas del S. XVIII se dejaran llevar por los lujos y el estilo de vida derrochador, produciendo un arte y una arquitectura que reflejara todos los atributos de la aristocracia francesa. Es así que la arquitectura,

desborda de dorados y ornamentaciones ostentosas, y el arte nos muestra, casi en actitud vouyerista, una parte del mundo aristocrático, donde la sociedad baila, pasea por los jardines, coquetea, se deja llevar por la lujuria y sobre todo, se divierte. El período Rococó se caracterizó por ser el primero en mezclar todas las áreas artísticas. La pintura, la arquitectura, la escultura, el diseño de interiores y la moda se unieron para crear un estilo característico que hasta hoy en día se conoce como estilo Luis XV o estilo regencia. El arte comenzó a verse como objeto de decoración. Pintores y arquitectos trabajaban juntos para decorar los interiores de los palacios y las casas del sector de la burguesía más acomodado. Este estilo se vió reflejado en las obras de pintores como Watteau. Antoine Watteau se dedicó a pintar escenas de la vida de ocio de la sociedad acomodada, sus obras están ambientadas en jardines aristocráticos, donde se pueden ver a los personajes que formaban parte del grupo social más alto de la época, en actitudes ociosas y libertinas. A diferencia del Barroco, el Rococó no va a tener ningún interés por los temas religiosos, va a ser un arte puramente aristocrático. Los temas en los que el Rococó inmiscuyo fueron las fiestas galantes, las damas de la aristocracia y las aventuras amorosas. Los cuadros de Watteau presentan elementos tales como: motivo de conchas rocaille, junto con hojas, flores, ramitas, nubes y otras formas naturales que, según Jones, crearon lo que se conoció como el vocabulario ornamental del estilo Rococó. (Jones, 1985) En las obras de este período, tanto de Watteau como de otros pintores como Hogarth, Boucher y Fragonard vemos cómo los artistas intentan reflejar la majestuosidad, la riqueza y elegancia en la que vivía la aristocracia. Al mismo tiempo, podemos percibir un sensualismo casi erótico en cada una de estas pinturas. Obras como El columpio de Fragonard nos dan una sensación de vouyerismo casi erótico, en ella podemos ver una mujer columpiándose, empujada por un hombre y debajo de ella otro hombre mirando

la falda de la mujer que se levanta con el viento. Pero no es sólo el hombre de abajo el que está rompiendo los límites de la intimidad de la mujer, el espectador también es partícipe de este acto y cómplice. Es en este sentido, que el arte Rococó puede ser caracterizado como sensualista, porque el artista incita al espectador a observar las más íntimas escenas de la vida de cierta clase social. La paleta de colores pasteles utilizada es característica de las obras del período, las pinceladas son rápidas La indiscreción, erotismo e insinuación de placer son las claves del período Rococó. Como ya se dijo antes, la sociedad aristocrática buscaba el ocio y el placer por sobre todas las cosas y lo encontraron en el arte Rococó cuyos cánones fueron la belleza y sensualidad, el frivolismo y la diversión. Hogarth, condenó estas conductas en sus obras, haciendo una sátira de la sociedad de la época en una serie de obras, de estilo historieta, donde mostraba un antes y un después de ciertos momentos. Más allá de la ornamentación, la decoración ostentosa y los elementos característicos del estilo Rococó, la innovación más importante que tuvo este período fue la importancia del papel de la mujer. Madame de Pompadour, amante de Luis XV, fue una de las protectoras del arte en las cortes. La gracia femenina es, en casi todas las obras de los artistas del período Rococó, la protagonista. El cuerpo femenino, con sus curvas y proporciones se convierte en fuente de inspiración, y la mujer es vista como una figura bella y sensual y cada vez más culta alrededor de la cual gira la esencia del período Rococó. (Jones, 1985)

BIBLIOGRAFÍA

-Hauser, A. Historia social de la literatura y el arte. Buenos Aires, 2002. -Gombrich, E. Historia del Arte. Alianza. Madrid, 1994. -Mainstone, R. Introducción a la Historia del Arte. Barcelona, 1989. -Jones, R. Introducción a la Historia del Arte. Barcelona, 1985.

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