Las esferas de la acción ciudadana y la responsabilidad universitaria

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Las esferas de la acción ciudadana y la responsabilidad universitaria Sumario A partir de los años 90 que se empieza a destacar la importancia de la participación de la sociedad civil1 en la vida democrática de los pueblos y, en consecuencia, numerosas escuelas, universidades y organismos se han propuesto como misión educativa formar al estudiante en los valores ciudadanos. Por ello, si examinamos los listados de competencias generados por varias de estas instituciones no nos sorprenderá ver que allí aparecen competencias éticas y ciudadanas bajo distintas nomenclaturas. A pesar del enorme interés- gran cantidad de artículos sobre la ciudadanía- y de que algunas de estas competencias aparecen desglosadas, hay pocos trabajos que nos hagan ver los ámbitos formales en los que la acción ciudadana puede desarrollarse. Mientras que en materias como historia, matemáticas, física, ciencias sociales los ámbitos han sido profusamente definidos y desarrollados, en cambio los ámbitos de la acción ciudadana siguen estando en claro oscuros. De no hacer esta labor de definición, las competencias ciudadanas corren el riesgo de quedar en la ambigüedad teórica y en la ineficiencia estratégica para su desarrollo. Las técnicas y métodos didácticos solo pueden definirse correctamente si sabemos la magnitud de la empresa a llevar a cabo, el qué implantar y en qué niveles educativos, sus alcances y sus particularidades. Ofreceremos en este ensayo la respuesta a dos preguntas fundamentales: ¿Cuáles son ámbitos de la acción ciudadana? ¿Qué deben hacer las universidades para formar a los alumnos en esos ámbitos? Enfatizamos como respuesta a esta última pregunta al pensamiento estratégico como una necesidad educativa esencial.

Introducción : El porqué de la acción ciudadana

Agotadas las soluciones milagrosas tanto de las ideologías de masas, como de las tesis de un liberalismo radical, queda el enorme hueco de cómo dirigir la vida social hacia nuevos horizontes. Este interés se debe, además y en buena parte, a los problemas que la sociedad padece: la violencia, la pobreza, la marginación, el nihilismo y el individualismo, el nacionalismo irracional, la intolerancia en sus diversas manifestaciones, entre otros. Es más claro ahora que la solución a esos fenómenos sociales destructivos no depende exclusivamente de las medidas gubernamentales que se tomen, ni del control y manejo de este sobre los fenómenos económicos. Se requiere de la fuerza y la acción ciudadana. Alain Touraine en su libro ¿Qué es la democracia? (2006) sintetiza tres características de una democracia: a. La representatividad; b. Las limitaciones del poder del Estado frente a los derechos fundamentales del hombre y c. La acción ciudadana. Afirma que esta última significa la necesidad de que se incremente cada vez más el control, autonomía y poder de las personas sobre su propia vida. Fernando Savater ( 2000) en un artículo, refuerza la misma tesis al postular la siguiente definición: “entiendo 1

Originariamente el término ciudad (polis en griego y civitas en latin) designaba a la comunidad o al centro del poder político y no al conjunto de construcciones. Hoy en día este sentido original se ha recuperado en alguna medida con el concepto de ciudadanía.

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por ciudadano el miembro consciente y activo de una sociedad democrática: aquel que conoce sus derechos individuales y sus deberes públicos, por lo que no (...) delega automáticamente todas las obligaciones que ésta impone en manos de los “especialistas en dirigir”. Sin minimizar la responsabilidad del Estado para proveernos bienes de todo tipo, los retos que plantea la complejidad social interpelan al poder de todos los actores sociales y políticos; así, cada país o comunidad tiene que enfrentar los suyos propios incluyendo los que genera la globalización. La democracia debe

dejar de ser un

mecanismo meramente procedimental para elegir gobernantes y legisladores, y adquirir ahora el carácter sustancial- proyectos de vida, valores, metas sociales, etc. - que había perdido. Ambas concepciones, como lo ha demostrado la experiencia, no son contradictorias cuando se ponen límites y reglas, se respeta la diversidad y el derecho a la disensión en ambas. El peligroso sueño de que podemos retirarnos a la vida privada dejando al Estado todas las responsabilidades puede conducirnos a graves consecuencias y catástrofes sociales. Más allá de los problemas por resolver, la ciudadanía es ahora un necesario contrapeso y complemento al mundo de la política; este último se constituye frecuentemente en un sistema cerrado, ideologizado y maniqueo, o bien lento e impotente para resolver las preocupaciones comunitarias. Por otra parte, la práctica de la política y de las opiniones encontradas que genera, frecuentemente divide de manera violenta a las comunidades y es necesaria una buena ciudadanía para que la unidad sea posible. No han sido pocos los desgarramientos sociales y los enconos por la lucha por el poder, que solo las virtudes ciudadanas, a veces ya muy tenues, han logrado superar. Las acciones ciudadanas se realizan en criticas públicas, proyectos, difusión de ideas o participando con instituciones ciudadanas de todo tipo. De hecho la acción ciudadana es importante porque permite establecer vasos comunicantes directos entre la riqueza de propuestas de la sociedad y la dimensión de la justicia mínima común que en general se vuelve procedimental. Al respecto dice Adela Cortina (2003, p. 32): …sólo desde las formas de vida de las comunidades concretas; solo desde los ethoi de las comunidades puede diseñarse una concepción de la justicia u otras, no desde la presunta neutralidad frente a las distintas concepciones de la vida (…) la ética de la autenticidad, de la fidelidad a la identidad individual y comunitaria ha de complementar al menos la ética de la justicia. No basta la justicia procedimental para vivir, hacen falta el sentido y la felicidad que se encuentran en las comunidades.

No hablamos fuera de la realidad histórica, desde creencias religiosas o desde las costumbres comunitarias se ha luchado por la libertad y por la apertura de espacios de comunicación y de autogestión. 2

La ciudadanía y sus problemas Por

ciudadano

nos

referimos

a

una

persona

que

se

relaciona

con

otros

responsablemente, es decir con derechos y deberes, dentro de un marco social, político y jurídico. En consecuencia, un ciudadano es una persona considerada desde su responsabilidad pública, en su actuación respecto a los demás. Así, la ciudadanía recorta de lo ético, del deber ser, el ámbito de lo público. Podríamos preguntarnos si una buena persona por el hecho de serlo es “automáticamente” también un buen ciudadano. Si atendemos a la definición de Aristóteles en el sentido de que alguien es bueno si desarrolla todas sus potencialidades, tal vez podríamos contestar de una manera afirmativa; pero realmente es muy difícil ser bueno en todas las dimensiones, buen padre, buen profesionista, buen ciudadano, buen esposo, si no tenemos conocimientos y criterios de bondad antes que otra cosa, si no existe claridad axiológica o los criterios éticos son débiles o equivocados. Así podríamos decir que alguien es buen profesionista , pero mal padre (sin querer ser así); buen esposo, pero mal ciudadano, etc. Existen también prejuicios que impiden o dificultan la ciudadanía, por ejemplo que: a. Lo público es el mundo del gobierno y de los políticos y nosotros participamos votando por estos. b. Si cada quien hace su trabajo individual, sin más, la sumatoria de esfuerzos mejorará el bienestar público. c. Los problemas públicos se resuelven con leyes buenas y adecuadas. d. La comunidad mejorará si se hace cumplir la ley o se fomenta su respeto. Es decir, que los problemas se resuelven con buena voluntad o con voluntad férrea por parte de la autoridad. No es de extrañarnos el arraigo de estas creencias si consideramos la inercia que hemos vivido de los regímenes liberales y aún de inspiración marxista o socialista. Tales prejuicios, si bien contienen algo de verdad, omiten una visión amplia de la ciudadanía y en pocas palabras contienen la idea de que el Estado, como representante “máximo” de lo público, y dueño del presupuesto,es quien debe resolver todos los problemas. Por ofrecer solo algunos argumentos en contra de estos prejuicios, podemos decir que lo legal no siempre sigue a la justicia ya sea esto por negligencia o ignorancia, por defender los intereses de grupos poderosos o simplemente porque los cambios sociales no han sido tomados en cuenta. Por otra parte, debemos reconocer que en una sociedad en la que los recursos son limitados, la sinergia social ciudadana puede producir riqueza: Ahorro de energía y recursos, empresas sociales de todo tipo, ayuda a los desprotegidos 3

y cuidado del medio ambiente. En cuanto al trabajo individual, si bien es encomiable y necesario, no garantiza tener una “masa crítica” de buenos ciudadanos capaces de producir cambios a gran escala, pues precisamente lo deja al arbitrio de cada quien. Hacer leyes adecuadas y cumplirlas, por otra parte, presupone ya el tener ciudadanos bien educados y formados para que hagan tal tarea. “¿Quien cuidará a los guardianes, a los encargados de hacer cumplir la ley?”, se preguntaba el intelectual Cornelius Castoriadis, en un mundo en donde los valores éticos comienzan a desvanecerse. Me parece, por otra parte, que los estudios sobre capital social iniciados por Coleman, Putnam (1993) y Fukuyama (1996)2 han demostrado ampliamente como la cultura o los mores sociales encarnados en los ciudadanos producen riqueza o bien pobreza, y también buenos

o malos políticos; han demostrado que allí donde hubo

autoritarismo se reproducen actitudes de poca colaboración, y de falta de proactividad. Así legalidad y ciudadanía son factores interdependientes y no el primero causa del segundo. A los prejuicios que obnubilan los criterios de acción ciudadana, se agregan los fenómenos sociales de la época que invocan a la pasividad: el relativismo y el nihilismo presagiados por Nietszche, y especialmente el individualismo que raya a veces en el más radical egoísmo. Hace ya varios años Octavio Paz (1993) señalaba en su ensayo Vislumbres de la India (¡Qué diría ahora!): ...hay que mencionar la aparición de una nueva clase de empresarios y de una clase media, que ya es afluente en las principales ciudades. Esta clase media sin mucha cultura y sin un gran sentido de las tradiciones es, como en todo el mundo, adoradora de la técnica y de los valores del individualismo, especialmente en su versión norteamericana. Es una clase destinada a tener más y más influencia en la sociedad. Extraña situación: las clases medias, en la India y en el resto del planeta, desdeñan la vida pública, cultivan la esfera privada- el negocio, la familia, los placeres egoístas- y no obstante, determinan más y más el curso de la historia. Son los hijos de la televisión “. (Las negritas son mías).

Como puede verse, estos fenómenos que impiden el actuar ciudadano no obedecen a imposiciones o dificultades políticas o legales, sino a una inercia y evolución cultural que tal vez no hemos sabido valorar en sus causas y peligrosas consecuencias. Desde luego, la ciudadanía cumple diversos propósitos según sean los problemas de las comunidades, de las naciones o de los conglomerados nacionales. En Europa, las preocupaciones se centran en el multiculturalismo, en los nacionalismos o regionalismos radicales y en la xenofobia, entre otros. En los Estados Unidos, de amplia tradición en cuanto a participación ciudadana, las preocupaciones frecuentes versan sobre la 2

Un libro harto interesante es el de Harrison, Lawrence y Hutington (editores), Culture Matters, New cork, Basic books,2000. Es una colección de artículos de investigadores distinguidos acerca de cómo la cultura influye en la económia y la política de los países.

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criminalidad y varios síntomas de decadencia social. En nuestros países subdesarrollados en los cuales se enseñorea la pobreza, económica , social y cultural, lo público prácticamente es una dimensión desconocida. Respecto a México y otros países latinoamericanos, Claudio Veliz (1984) señala que desde el siglo XVIII se da el fenómeno de la concentración del poder en pocas manos dando lugar a “patrones autoritarios de gobierno” y que además no se vivió siquiera una experiencia feudal de autonomía. En consecuencia, dice, México se inicia sin ciudadanos. El historiador Morse (citado en Krauze 2000) concluye que en el latinoamericano “el sentimiento de que el hombre construye su mundo y es responsable de él es menos profundo y está menos extendido que en otros lugares”. Krauze (2000), por su parte, afirma que México nació con ocho millones de habitantes “sin conciencia casi de identidad nacional, sin un proyecto político viable, un mosaico numeroso y variado de comunidades…” Sarmiento, en esa época, había señalado la necesidad de fomentar el “espíritu asociacionista” (de confianza y solidario) y proactivo si queríamos alcanzar a los anglosajones. Samuel Ramos descubre en su libro El perfil del hombre y la cultura en México nuestra autoestima baja y nuestra imitación infantil; Octavio Paz, por su parte, enfatiza el carácter pasivo del mexicano en su ya clásica obra El laberinto de la soledad. Como puede apreciarse, la mera pertenencia a una comunidad no implica la conciencia de ciudadanía. Esto porque no se ha configurado una identidad; y ¿Qué es esta identidad comunitaria? Empezando porque no hay apropiación de lo público como algo realmente “mío” y de lo cual es cada uno responsable en vistas de la comunidad. En consecuencia la ciudadanía implica un sentido de apropiación con aquello que me identifico: memoria histórica, actividad política en asuntos que me pertenecen, y proyectos de realización en vistas del futuro. La apropiación de los tres tiempos: pasado, presente y futuro. La competencia básica de la ciudadanía, después de todo, puede reducirse a una; la compasión ontológica: el reconocimiento del otro como un ser necesitado. Entonces puede surgir allí el amor como fuente de socialidad. Si bien la competencia es esencial en el mundo de la mercadotecnia y los deportes, no lo es en el campo social, y así lo resume el famoso biólogo Humberto Maturana (1995:16): “Todo sistema social humano se funda en el amor, en cualquiera de sus formas, que une a sus miembros, y el amor es la apertura de un espacio de existencia para el otro como ser humano junto a uno. (…) La competencia es contraria a la seriedad en la acción, pues el que compite no vive en lo que hace, se enajena en la negación del otro”.

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La responsabilidad de las universidades

Como puede apreciarse la labor de la ciudadanía es de vital importancia para el desarrollo de los pueblos, y las escuelas y universidades, hoy por hoy, representan el mejor medio para el desarrollo de la ciudadanía; aún más que la familia que también requiere ser reeducada. Para Enrique Chaux (2008), investigador de la Universidad de los Andes y coordinador de un grupo de expertos que diseñó los estándares en competencias ciudadanas, “Las competencias ciudadanas son los conocimientos y las habilidades cognitivas, emocionales y comunicativas que hacen posible que las personas participen en la construcción de una sociedad democrática, pacífica e incluyente”. Como toda definición adolece de defectos, podemos ser democráticos, pacíficos e incluyentes y ser derrochadores de recursos materiales o energéticos: hace falta la relación armónica con el mundo en su totalidad; podemos también ser ciegos frente a los riesgos del futuro y a la necesidad de poner planes en acción para prevenirlos. Así, tal vez habría que agregarle la posibilidad de rediseñar nuestra realidad social. Ya Toynbee en su Estudio de la historia afirmaba que las civilizaciones podían salvarse de la decadencia si tenían lideres creativos que unificaran a las comunidades con la intencionalidad de abrirse paso en el futuro, si podían recrearse y renovarse; lo enemigos eran la autocomplacencia, el hacer menos de lo necesario o un activismo febril que va más allá de lo necesario. En pocas palabras la buena ciudadanía implica la imaginación y la visión ciudadana de futuros posibles y alentadores; la posibilidad de crear distintos modelos de convivencia pública y de instituciones que la avalen y le den consistencia. Por todo esto las competencias ciudadanas implican una forma de conciencia que interrelacionan aspectos diversos, como subraya Ángel Villarini en un artículo ( 1997): “ [una competencia ciudadana es] una habilidad general y forma de conciencia, producto de la integración de conceptos, destrezas y actitudes que dota al ser humano de una capacidad de entendimiento, acción y transformación en sus relaciones con el mundo”. Educar en las competencias ciudadanas, en conclusión, es una tarea compleja. La Declaración mundial sobre la educación superior para el siglo XXI que se aprobó en la Conferencia Mundial Sobre Educación Superior organizada por la UNESCO en 1998 enfatiza varias de ellas. En el artículo sexto establece que: “La educación superior debe reforzar sus servicio a la sociedad y en especial sus actividades para eliminar la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, la degradación ambiental y la enfermedad, utilizando principalmente enfoques transdisciplinarios e interdisciplinarios en 6

el análisis de los temas y los problemas. Hay otros similares que invocan a la educación ciudadana.” Hay una declaración allí por demás interesante para la labor ciudadana, y que tiene que ver con la prognosis: “ Convertirse en centros que anticipen, adviertan y prevean problemas futuros, mediante el análisis permanente de las tendencias emergentes en los campos de la economía, la cultura y la política”. Finalmente anoto una misión que pocas veces tomamos en serio como universitarios y que es de suma importancia: “ Ayudar al desarrollo y mejoramiento de todos los niveles educativos, incluso mediante la formación de los docentes”. . Debemos insistir en este punto; que las universidades en los nuevos tiempos3 deben también iluminar lo que conviene hacer en los niveles que le anteceden: educación media, técnica y aún básica. En esta misión la necesidad de sensibilizar al estudiante es vital: sentido de pertenecer a una comunidad y de ser responsable de ella; tener interés en conocer los problemas que ocurren en el entorno, sus causas y consecuencias; es por así decirlo la “apropiación personal del mundo”; ahora sabemos que aún “enseñar a pescar” es insuficiente y que debemos ir más atrás, a las raíces: reconocer que tenemos una parcela del mundo; que es nuestra y que la debemos compartimos con los demás. Lo anterior debe iniciarse desde la educación básica y rematar en la universidad: enseñar al alumno a recorrer su comunidad y detectar sus problemática en distintas variables; a desarrollar empatía por los que sufren y a visualizar las probables soluciones. Especialmente debemos educar en la prognosis y en el ir más allá de lo dado para no retrasar

decisiones que deberían ser obvias y rápidas de ejecutar. Por ejemplo,

apenas ahora, y con mucho retraso, empieza a exigirse transparencia en el manejo de los recursos públicos, y también apenas ahora se han establecido condiciones para un servicio médico universal en nuestro país: el derecho a no morir por una enfermedad curable. Así pues, el análisis basado en la prognosis debe ir de cómo transitar de una sociedad sustentable a tener calidad de vida, de tener ciudad a tener una bella ciudad; del derecho a la educación a tener una educación adecuada; del derecho al trabajo al trabajo digno y humano; del derecho al voto al derecho de participar mejor en las decisiones políticas; de la

igualdad jurídica a las formas concretas que eviten la

marginación y la pobreza. En pocas palabras, captar el mundo como un ser incompleto e 3

En la orientación francesa al universidad tiene un papel de liderazgo recomendando acciones para los niveles anteriores. Recientemente una agrupación de universidades chilenas, Chile Unido, ha refrendado esta vocación universitaria de analizar los problemas de los niveles educativos que le anteceden y hacer recomendaciones, especialmente para el desarrollo social.

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inacabado en donde el “saber anticipado” tenga un papel relevante. A las universitarios debemos exigir más: poner a trabajar su capital intelectual y el pensamiento estratégico necesario para que puedan desenvolverse en la complejidad4 de estas tareas; pensamiento que a la vez aúne la eficiencia con la trascendencia, y les permita una relación más estrecha entre lo que saben y la práctica creativa. No hace mucho Sternberg (1997), un connotado cognoscitivista ha planteado a la inteligencia en sus tres dimensiones: La analítica (la lógica y el razonamiento), la creatividad y la contextual (la vida práctica y real). Que mejor manera que poner todos ellas en práctica a través del pensamiento estratégico que combina a las tres de la mejor manera posible.

Las esferas de la acción ciudadana. Veamos ahora en qué ámbitos ciudadanos podemos aplicarnos para así despejar el mantel de nuestras tareas como formadores. Distingo aquí seis ámbitos fundamentales: El derecho, lo político, lo social dividido en tres esferas distintas: urbanidad; el cuidado, el desarrollo social; la autogestión, el diseño comunitario y el ámbito de la autorreflexión ciudadana. Veamos brevemente en qué consisten.

1. Ciudadanía y derecho. Por definición un ciudadano es aquel que vive en una comunidad normada por el derecho y no solo por regulaciones morales sociales. Hasta ahora esta regulación es dada por las leyes de la nación- país. De hecho, la condición mínima de ciudadanía es la de cumplir formalmente con los requerimientos de la ley para adquirir tal condición. Además, el conocer y el cumplir la ley, especialmente los derechos humanos, es sin duda una característica esencial de todo buen ciudadano. Más allá de esto sería importante para la ciudadanía conocer los procesos para la elaboración de leyes y la historia social detrás de estos; conviene que el ciudadano participe en la elaboración de las leyes ya como opinión pública educada, o ya a través de organismos ciudadanos que aborden esos trabajos. Conviene aquí analizar las fuentes morales y la justificación racional del derecho; analizar las fuentes filosóficas e históricas de los derechos humanos; el estatus jurídico que afecta a las comunidades marginadas o desprotegidas, los vacíos e inadecuación del derecho entre otras cosas. Especialmente, los jóvenes estudiantes deben analizar los conceptos de justicia con que se abordan los problemas sociales y si estos se traducen a la asignación de presupuestos y condiciones de vida reales. Aquí las teorías de John Rowls, 4

Hablamos de complejidad no en el sentido de algo difícil, sino de aquello que está entretejido; es decir de variables múltiples tal como lo define Edgar Morin.

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de Waltzer o clásicas como la doctrina social de la Iglesia5, por mencionar algunas, tienen mucho que aportar para tener un concepto valga la expresión “más justo de la justicia”. Las ideas de estos autores son un fuente riquísima de critica y discusión universitaria para los problemas latinoamericanos . Esto podría parecer mucho para estudiantes de secundaria, primaria o aún preparatoria; pero en realidad sus conceptos son fácilmente entendibles si hay un proceso pedagógico de adaptación. Hay que recordar por ejemplo, los éxitos que ha tenido el Dr. Lipman con su metodología llamada “filosofía para niños” a través del cual los infantes discuten temas altamente abstractos por medio de historias adecuadas a su edad. No está demás decir que esta labor puede muy bien estar a cargo de universitarios, docentes e investigadores, comprometidos con los niveles anteriores.

2. Ciudadanía y vida política. En esta esfera nos referimos a la democracia como forma de vida política que propicia el buen gobierno, reconociendo la diversidad social y el respeto a las opiniones de otros. Los sistemas políticos son formas que relacionan al Estado con la sociedad civil y por lo tanto necesitamos una sociedad civil plenamente conciente y fuerte; las formas democráticas se inclinan hacia la participación ciudadana, en tanto que los regímenes autoritarios favorecen el poder del Estado. La vida democrática presenta varios desafíos a la labor de la ciudadanía: lograr la libertad y la igualdad y un sano equilibrio entre ambas; disminuir la corrupción y el dispendio de los recursos; vigilar que los recursos ayuden al desarrollo justo de las comunidades.

La vida política sana es necesaria para defender una

democracia que siempre está en riesgo, por ello es necesario que la ciudadanía trabaje cerca de los partidos y a través de organizaciones políticas, proponiendo, criticando y arbitrando allí donde exista un problema político por resolver. No faltan los que afirman que para lograr la igualdad económica hay que renunciar a la libertad para establecer una “buena” dictadura, ya sea de derecha o de izquierda y no hay que olvidar que muchas democracias fueron destruidas por la vía electoral. Existen también las demandas poco justas de las oligarquías, de los grupos de presión y de los mismos partidos políticos que quisieran la exclusividad de la vida democrática. Peor aún porque no es tan visible, es la tiranía de los votantes a los que frecuentemente se somete el Estado de bienestar Estado que se esfuerza por halagar a sus votantes ofreciéndoles distintos bienes, pero que no

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Adela Cortina reconoce a la democracia social y a la doctrina social de la Iglesia como fuentes de la moderna democracia europea. Esta última, independientemente de su origen religioso, presenta una defensa de la autonomía comunitaria y de la participación ciudadana en estructuras de autogestión. Así también pone límites razonables al poder del Estado.

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cumple con los mínimos de justicia social. Como lo ha señalado Adela Cortina (2003:8084): Puede decirse, pues, que el Estado paternalista ha generado un ciudadano dependiente, -que no critico-, pasivo, apático y mediocre. Lejos de él queda todo pensamiento de libre iniciativa, responsabilidad o empresa creadora (…) para llegar a la conclusión a la que tantos ciudadanos han llegado: Que si el Estado fiscal es el que recauda los impuestos por ser el dueño de los dineros, a él toca resolver los problemas sociales, obligación de presunta ; bastante hace el ciudadano- sigue pensando el hombre de la calle- con desembolsar la parte alícuota cuando le llega el plazo, para que le anden reclamando un plus de solidaridad. Que pague el que cobra- concluye el contribuyente-, y no el que ya ha pagado antes (…) Pero deber intrasferible de cualquier Estado de derecho que hoy quiera pretenderse legítimo- y hoy lo son casi todos los de la unión europea- es asegurar universalmente los mínimos de justicia, y no intentar arrebatar a los ciudadanos su opción por la solidaridad”.

Frente a estos problemas en varios países se han establecido “observatorios ciudadanos” para vigilar que las acciones del gobierno realmente resuelvan los problemas y utilicen bien sus recursos. Así, hay asociaciones que vigilan las acciones del gobierno para combatir a la delincuencia, para ver que se apoye a grupos indígenas o grupos excluidos, el buen uso en el manejo del gasto público, etc. Sería interesante que existieran también organismos de esta naturaleza que evaluaran y vigilaran otros aspectos medulares como la educación o los resultados del apoyo al campo. Es importante que los estudiantes se acerquen a esos observatorios para analizar sus fines y métodos de análisis; de ser posible que se integren a alguno de ellos o sugieran la estructura de uno nuevo. Las competencias educativas desde esta dimensión y además de la participación directa o indirecta, deberán fomentar los sistemas de evaluación y observación, fomentando al mismo tiempo las llamadas virtudes ciudadanas tales como la participación responsable, la tolerancia, el saber escuchar, la racionalidad, la inclusión y el aprecio por los adversarios. Los debates bien dirigidos sobre esta temática son bien recibidos.

3. La ciudadanía desde el cuidado y el desarrollo. Oímos decir que alguien es un buen ciudadano cuando ayuda a los demás, cuando es solidario con los sentimientos y problemas de otros, así, la ciudadanía vista desde la socialidad es la fuente de toda virtud y acción ciudadana.

Civitas proviene de la raíz

indoeuropea : kei- “yacer, hogar, querido”. keiuos significaba originalmente “compañero de casa” y más tarde “vecino” y “habitante del lugar”. Tal vez podríamos pensar en estar en el hogar; en donde puedo yacer y descansar; en donde me siento seguro y cuidado por los demás, como si la ciudad fuera una extensión de mi familia. El fundamento de la 10

ciudadanía social es el cuidado mutuo, pero dado la riqueza en el ámbito del cuidado, propongo distinguir la acción de la ciudadanía social en tres niveles: A. La civilidad o cortesía ciudadana. Una de las más elementales esferas de acción ciudadana es la cortesía ciudadana que a veces recibe el nombre de civilidad o de urbanidad ( como cuando se dice:“arreglar las cosas civilizadamente”). La cortesía ciudadana consiste en un sistema de costumbres que favorece la conciliación de interesas, el zanjar las disputas de manera racional y sin violencia, así como tener atenciones y cuidados básicos para los otros. Algunos la definen como una “dulcificación del trato” para convivir de manera más armoniosa con los demás; pero tal vez deberíamos de hablar de una cortesía activa. En esta dimensión se privilegian tres valores principales: la tolerancia, el diálogo y el cuidado elemental del otro. Podría parecer que, frente a los graves problemas sociales que padecemos, la cortesía ciudadana ocuparía un lugar secundario y tal vez trivial. Nada más equivocado, la cortesía ciudadana es la tierra fundamental sobre la cual se erigen las demás acciones ciudadanas, incrementándolas y potencializándolas. La cortesía ciudadana implica principalmente la conciencia del valor del otro, la búsqueda incipiente del bien común y el abandono de posiciones egoístas. Es difícil encontrar una buena ciudadanía , allí donde no se ha cultivado antes la civilidad; lo que podríamos llamar urbanidad activa, en consecuencia, debe ser profundamente educada desde la más temprana edad: participando en las tareas cotidianas del hogar, ayudando a los familiares, conocidos y vecinos más necesitados; en fin, generando empatía con los sentimientos y necesidades de los otros; la educación de las emociones. La prognosis aquí no deja de tener un papel esencial: calcular que es lo necesita el otro, en pocas palabras “ser corteses por adelantado”. La gran cantidad de divorcios, los despidos injustificados en los lugares de trabajo por discriminación o diferencias de carácter, las riñas ideológicas y la violencia de todo tipo, revelan una profunda intolerancia. La escuela y la universidad, por su parte, debe diseñar actividades que garanticen la educación en las virtudes de la urbanidad, especialmente en la educación básica, primaria y secundaria; la elaboración de códigos de cortesía ciudadana activa y que además se lleven a la práctica, pueden ser un buen vehículo pedagógico.

B. El cuidado de las dimensiones públicas El cuidado de lo público, es una forma más activa de la ciudadanía respecto a la cortesía ciudadana. Aquí nos hacemos la pregunta acerca de qué podemos cuidar. Debemos cuidar el entorno físico de la comunidad y tomar medidas que prevengan su deterioro: 11

jardines, escuelas, calles, plazas, etc. Debemos cuidar de aquellos que requiere nuestro apoyo en aspectos tales como los riesgos a la salud, la agresión por parte de la delincuencia, los accidentes, las calamidades naturales, las necesidades económicas y los casos de marginación social. Las virtudes ciudadanas para este propósito son la colaboración, la compasión (empatía), el sentido de belleza y la generosidad. No está demás decir que es necesario aquí un sentido de intolerancia ante situaciones negativas e indignas por las que podemos transitar, por ejemplo; que haya niños indigentes en las calles, que exista violencia pública, que la marginación impida la llegada de asistencia médica a comunidades pobres, frecuentemente indígenas, etc.. La prognosis y prevención de estos eventos también son de alta estima: saber valorar qué variables y factores producirán eventos de esta naturaleza. El cuidado de los asuntos sociales públicos también debe abarcar la cultura; la defensa, comunicación y engrandecimiento de las tradiciones comunitarias que en buena parte son la raíz de la identidad de los pueblos. Las diversas asociaciones que luchan contra calamidades tales como el cáncer infantil, que ayudan a drogadictos o niños de la calle, etc., son buenos ejemplos en donde los estudiantes pueden participar o al menos acercarse.

C. La contribución al logro de la justicia social y el desarrollo Más allá del cuidado y la solidaridad, una responsabilidad ciudadana fundamental es contribuir al cumplimiento de la justicia social y el combate a la pobreza. La justicia social y el desarrollo consisten en que realmente se cumplan tres condiciones fundamentales: a. Que realmente, y no solo de palabra, exista igualdad de oportunidades para todos; lo cual significa a su vez romper con la herencia social que condena a los pobres a seguir siendo pobres y que favorece a los que ya poseen riquezas. b. Que las comunidades sean capaces de producir los bienes necesarios para su mantenimiento y desarrollo. Esto significa que las comunidades sean capaces de desarrollar una buena economía que les permita vivir dignamente. c. Que los pueblos puedan tener acceso a una buena calidad de vida y la posibilidad de enriquecer su cultura y animar sus tradiciones. Esto implica tanto salud, cultura, diversión y una vida armónica con la naturaleza. Aquí conviene prevenirnos con las patologías sociales que representan el consumismo el individualismo egoísta y la competencia deshumanizada. En buena parte la causa de la pobreza en Latinoamérica es debida a la estructura clasista y feudal que arrastran nuestros países. El enorme privilegio que tradicionalmente 12

se ha dado a las ciudades por encima de las zonas rurales e indígenas: allá, en las urbes, hay buenas universidades, servicios de todo tipo, gastos en seguridad, gasolina u otros productos subsidiados, industria y trabajo. No es nada raro entonces que acá tengamos megaciudades con enormes cinturones de miseria: la supuesta “igualdad de oportunidades para todos” solo se da en las ciudades y solo para una parte de su población. El economista Pippitone (1998) y Gabriel Zaid (abril 2006) han señalado que esto ha sido el resultado de pretender construir a la sociedad de arriba hacia abajo y no a la inversa como lo han hecho los países que han progresado. En consecuencia también su clase productiva superior es elitista, acaparadora y monopólica, heredera de la aristocracia feudal más que de un neoliberalismo competitivo. Pipitone (1998:44) lo resume en pocas palabras: Quien crea que el problema del subdesarrollo es problema de escasa dotación de capital o de escaso grado de industrialización o de insuficiente exposición nacional a los flujos de tecnologías y recursos mundiales, tiende a convertir el problema de la salida del subdesarrollo en un problema mecánico y, de paso, a confundir la sintomatología con la etiología del mal. El subdesarrollo es, antes que cualquier cosa, un Frankenstein: un organismo social incapacitado en construir redes sólidas de conexión entre individuos, grupos sociales, zonas de territorio, sectores productivos, instituciones... (la pobreza) es expresión de fracasos económicos previos, de ensoñaciones ideológicas acerca del carácter taumatúrgico de esa o aquella estrategia de desarrollo que a su tiempo pareció dotada de virtudes irrebatibles” (las negritas son mías).

No hace falta decir que esto refuerza la tesis de Putnam y Fukuyama sobre la importancia de la confianza y la necesidad de una educación que la fomente6. Por otra parte, la pobreza degenera en delincuencia común allí donde existe deculturización, ambición y desesperanza, especialmente en los cinturones de miseria7; si además las proporciones de malestar social aumentan, la pobreza como afirma Pipitone, tiene que ver con la gobernabilidad de los países y en consecuencia es un asunto de seguridad nacional8. Encontrar soluciones estratégicas a la pobreza es la vía para que las comunidades no exijan por la vía violenta lo que en justicia les pertenece; vía que abre, además, la puerta a los demagogos y a las dictaduras. 6

Fukuyama (1996), dice al respecto que “la forma más importante de sociabilidad desde un punto de vista económico es la capacidad de extraños (no parientes), de confiar unos en otros y trabajar juntos en formas nuevas y flexibles de organización” ; en pocas palabras ir más allá del familiarismo cerrado y excluyente. 7 Los más pobres que por cierto pertenecen a comunidades indígenas no son en general delincuentes, allí no hay ambición sino una resignación casi absoluta. 8 La mayoría de las encuestas sobre cultura política han revelado que una mayoría prefiere un gobierno dictatorial si este resuelve ( o pretende resolver el problema de la pobreza. El reporte La democracia en América Latina de la PNUD (Programa de las naciones Unidad para el Desarrollo) muestra un 54.7% que así lo cree y un 56.3 % de personas que creen que el desarrollo económico es más importante que la democracia (Citado en Ochman, M., 2008:45).

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También es cierto que cuando no hay recursos, por la razón que fuere, por parte del Estado para lograr esa justicia, es necesaria la participación ciudadana. Tal vez los mejores ejemplos en este sentido son el banco Grameen (banco rural), creado y desarrollado por Muhammed Yunus en uno de los países más pobres del mundo: Bangladesh. Sus micro préstamos han ayudado a casi ocho millones de pobres en su país a crear sus propias empresas, la mayoría modestas pero eficientes. Las universidades tienen aquí una esfera propia en la que actuar poniendo en juego las habilidades académicas, especialmente las creativas, de los estudiantes. En esta labor los universitarios, además, pueden aportar mucho a la educación: formar para el trabajo y para la autonomía. La educación que requieren esas comunidades no puede ser la misma que en otros lados, sino oportuna y adaptada a las necesidades regionales; así las comunidades podrán realizar mejoras en el entorno y producir riqueza; en cuanto formativa, sería una educación para formar a las personas en verdaderos agentes de cambio. Por ello, y con mayor razón, debe llevarse también buena cultura a los pobres; esta ofrece perspectivas distintas y nuevos puntos de vista, despierta la imaginación y la ambición por mejorar el medio que les rodea; la pobreza no debe ser pretexto para excluir a las comunidades de las diferentes manifestaciones de la cultura. Aquí las universidades y su acción ciudadana pueden llevar a cabo una educación estratégica que complemente los estudios oficiales y se oriente al desarrollo. El ciudadano debe participar en los objetivos de tener muchos, variados y buenos empleos. Como ha dicho Adela Cortina (2003,p.119): “El trabajo es el principal medio de sustento, pero además uno de los cimientos de de la identidad personal, un vehículo insustituible de participación social y política y una forma de educación y humanización” que difícilmente puede ser sustituido. Por ende debemos desarrollar una ciudadanía económica. Afortunadamente cada vez trasmina más el concepto de “empresas socialmente responsables”, lo que implica un compromiso empresarial con los problemas de la sociedad. Más allá de esto, Cortina hace implicar factores esenciales por los que hay que propugnar: a. El imperativo tecnológico para mejorar la productividad

b. El

imperativo de la capacitación que refuerza la unidad de las capacidades del individuo con los objetivos de la empresa c. El imperativo de la capacitación, d. El imperativo de la incorporación de los miembros a un proyecto empresarial y social común. No deja de recordarnos la autora que los países más desarrollados son aquellos que han logrado empresas inteligentes que han logrado aunar una eficiencia productiva con una eficacia social. Nuevamente aquí, las universidades pueden ofrecer una gran gama de proyectos de emprendedurismo ético. 14

4. La ciudadanía como gestora y organizadora social. Hacia finales del siglo XIX cuando las sociedades se debatían entre un liberalismo salvaje y las entonces crecientes ideologías socialistas, la Iglesia propuso una tercera vía política y social basada en la autonomía de los cuerpos intermedios, solución análoga al papel que tenían los gremios

en la Edad Media.

Los cuerpos intermedios. Al decir de

Wilhelmsem (1968:30). Los gremios fijaron los precios de sus productos (…) establecían las reglas para el ejercicio de sus oficios, pero no se contentaban con limitar el campo de sus actividades a lo estrechamente económico. Cada gremio medieval tenía un tesoro para atender a las viudas y huérfanos de sus socios(…) Así se mezclaba lo económico con lo social (…)También los gremios gozaban de un papel religioso, ya que la intensidad con la cual los hombres vivían de la fe en esos siglos hacía que los gremiales dedicaran sus oficios a un santo, a una virgen, y así el mismo trabajo se sacramentalizaba. Por muy dura y áspera que fuera la vida, los hombres de trabajo habían unido, casi espontáneamente, lo económico, lo social y lo espiritual. Las cofradías a veces eran los mismos gremios.

Según esta visión no existía allí un sentido del individuo sino de la colectividad. El Estado o el poder, si bien no desaparece, encuentra límites sociales: …el poder real, en aquellos tiempos siempre débil en comparación con los antiguos emperadores romanos y con el poder de los estados modernos, encontraba un freno contra cualquier tendencia hacía la tiranía en las Universidades, los Gremios y los Municipios. El poder real tenía que pactar con la sociedad…

Estos gremios eran, a la vez, organismos sociales que veían por el bienestar sus miembros y al mismo tiempo tenían poder para tomar decisiones políticas. La doctrina social de la Iglesia9 que proponía un resurgimiento de esta forma de organización social, criticaba al socialismo marxista en donde el estado lo poseía todo y la persona carecía de derechos intrínsecos; en donde se considera a la sociedad como una masa en donde el individuo poco contaba. A la inversa, el liberalismo enfatizaba los derechos del individuo por encima del bien común; favorecía el egoísmo y la explotación de los hombres que inermes tenían que someterse a las condiciones inhumanas de trabajo de los poderosos. Sabemos lo que pasó, el liberalismo económico cedió a las necesidades sociales y se humanizó, o como dice Savater destacando la paradoja, el marxismo triunfó en el capitalismo. Pero más allá de eso, la doctrina social de la Iglesia y las democracias sociales permearon mucho en la cultura económica y ahora cobran nueva vida estas ideas que respaldan la autonomía y capacidad de autoorganización de la sociedad. De 9

Adela Cortina (cfr. Bibliografía) reconoce a la democracia social y a al doctrina social católica como fuentes de la moderna democracia europea. Ambas contribuyeron para acabar con lo que actualmente se ha denominado el “capitalismo salvaje” y el establecimiento de criterios y normas de justicia social.

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hecho la forma más autónoma y libre de la participación ciudadana se da cuando esta, es capaz de realizar acciones por sí y para si misma, y que son respetadas y respaldadas por el Estado y el derecho, esto a través de asociaciones bien constituidas de todo tipo: profesionistas, deportivas, educativas, independientes y con propósitos diversos etc. La participación ciudadana en este sentido sostienen que: a. Entre el individuo y el Estado deben tener poder de decisión los cuerpos intermedios. b. Que debe haber mayo fluidez y comunicación entre lo privado, lo social y lo público. c. Que la sociedad civil es capaz de dirigirse y organizarse por sí misma en la consecución de tareas distintas y que, en consecuencia, puede proponer las leyes que sustenten jurídicamente su funcionamiento; en pocas palabras que el Estado debe respetar y apoyar esa autoorganización. Quienes lo han logrado primero en varios países han sido los municipios, antes enteramente dependientes de los gobiernos centrales; se han logrado abrir paso también el derecho a los usos y costumbres de los pueblos indígenas; algunas organizaciones o federaciones deportivas han adquirido representatividad formal ante el Estado en varios países. Algunas organizaciones profesionales en México, como son la barra de abogados, han exigido el cambio de leyes en las asignaciones de presupuestos y de funcionarios de la Suprema Corte. A pesar de que existen muchos ámbitos en donde la sociedad civil puede organizarse por sí misma, existen dimensiones vitales a los que no tiene acceso y que son cotos de políticos y sindicatos, tal es el caso de la educación, en donde ni siquiera las asociaciones de padres de familia tienen poder de decisión. Colonias y barrios podrían tener formas de organización propias para tareas específicas reconocidas por el poder político. La organización de sociedades intermedia con fines de autogestión de tareas es de vital importancia. Los estudiantes podrían acercarse a las que ya existen para analizar sus posibilidades.

5. La ciudadanía como diseñadora del futuro. Esta dimensión, aunque fuertemente emparentada con la esfera de la justicia social, va más allá para considerar aspectos siempre mejorables de las comunidades; su objetivo es la calidad de vida que, a su vez, debe proceder de una filosofía de la vida : Como hacer ciudades o pueblos más humanos, más cercanos a la naturaleza, con menos depresión y mejores condiciones laborables y de vida; en pocas palabras aquí los ciudadanos se tornan en creadores, productores y diseñadores del futuro de las comunidades; especialmente esto debe ser producto natural de lo que tantas veces presumimos: que vivimos en una sociedad del CONOCIMIENTO. Aquí la imaginación tiene un lugar 16

importantísimo al lado de la estrategia y el cálculo. Vemos los resultados de esta ausencia: Barrios enteros que son adefesios, ciudades sin áreas verdes, sin espacios deportivos, ni espacios públicos de convivencia o habla agradables; lugares que fomentan la delincuencia y las enfermedades; medios de comunicación que fomentan la mediocridad y las peores costumbres; sistemas educativos caducos y perniciosos que reproducen el subdesarrollo, etc. Tal vez uno de los ejemplos de que esto es posible es el de la Ciudad de Medellín con sus barros de miseria que llevaban la delincuencia hacia todos los puntos de la ciudad ¿Qué se hizo? El presidente municipal Sergio Fajardo se trazó un plan global con varias acciones: mejorar las viviendas de las barriadas que existían en los cerros, organizar una plaza plurifuncional- parque o plaza en donde se brindaba además educación y cultura a través de eventos distintos; mejoró el transporte y creativamente instalaron un “metrocable”, especie de teleférico que unía a aquellas comunidades con el centro de la ciudad; puentes y avenidas fueron construidas para unir comunidades antes rijosas entre sí. En pocas palabras se dignifico y revaloró lo público y todo se hizo con la más alta calidad tecnológica , de diseño y de materiales, violentando y derribando la famosa pirámide de Maslow que afirma que primero hay que resolver las necesidades básicas antes de acceder a las más altas de desarrollo; tenemos que reconocer que la mentalidad producida por la pirámide de Maslow en una gran mayoría de casos es perniciosa y falsa. Aquí el punto de vista es a la inversa: hagamos una mentalidad de alta calidad en todo y ofrezcamos una alta cultura en todos sentidos. Alguien podría aducir que esos cambios son fundamentalmente obra del gobierno, sin embargo, fue lograda con apoyo de innumerables grupos ciudadanos y, por otra parte, políticos creativos provienen de una ciudadanía creativa.

6. La ciudadanía metacognitiva: la ciudadanía que se conoce a sí misma. Finalmente la ciudadanía debe reflexionar sobre su propia naturaleza. Definir hasta donde debe llegar su acción y sus límites con el Estado; el tipo de organizaciones ciudadanas necesarias; definir las competencias que deben enseñarse y cómo hacerlo; la posibilidad de construir una ciudadanía mundial y sus fundamentos; como coordinar las acciones ciudadanas; hacia donde debe ir la ciudadanía. ¿Será necesaria una hibridización de la ciudadanía con el Estado? ¿Cuál es el futuro de la ciudadanía con el quehacer democrático? ¿Cuáles son los límites de la ciudadanía? Estas son tareas que corresponden muy bien al intelectual universitario y que deberían iluminar el futuro camino de la ciudadanía estableciendo claridad axiológica y sociológica a estas nuevas tareas. 17

Las enfermedades de la ciudadanía Como en toda actividad humana, los fines pueden desvirtuarse si no nos precavemos de ello. La acción ciudadana puede perder su naturaleza si deja que otros poderes desvíen su curso. Entre estas posibles enfermedades podemos señalar brevemente: A. La acción ciudadana impulsada por fines egoístas o visiones parciales. Un grave peligro para la acción ciudadana es que dirija sus actos desde intereses particulares o de grupo y sin considerar el bien común. Estas podrían llamarse, entonces, acciones anticiudadanas. B. El “secuestro” de la acción ciudadana. Los actores políticos, líderes o partidos, con mucha frecuencia tratarán de manipular a la acción ciudadana para sus propios propósitos de poder o en vistas de elecciones. Aquí la acción ciudadana sirve de ariete en contra del gobierno, contra la oposición o simplemente a favor de las opiniones del líder político.

C. El uso de la ciudadanía como mercancía. En muchas ocasiones organizaciones supuestamente altruistas manifiestan corrupción en su operación. Ofrecen servicios inexistentes, o deficientes, pero que son bien pagados por alguna institución patrocinadora, o bien sus gastos “administrativos” exceden a los de la ayuda a los demás. D.La ineficiencia o la falta de sentido estratégico de la acción ciudadana. Ya hemos señalado como el mero asistencialismo no es una verdadera opción para la acción ciudadana si no va acompaña a proyectos de desarrollo social. En otras ocasiones las organizaciones ciudadanas inician proyectos que luego requieren una fuerte inversión del gobierno para continuarlos con lo que más que solucionar problemas se convierten en parte de estos. E. Los prejuicios de la “modernización”. Con frecuencia se quiere adaptar a la gente a nuestros propios modos de existencia y a nuestras costumbres. Poner cemento en un pueblo rústico muchas veces puede ser la causa de destrucción de una riqueza turística. Llevar computadoras a las aulas puede ser muy útil, pero es mejor aplicar recursos para desarrollar la lectura y la escritura a través de acciones diversas. Con frecuencia las comunidades pobres tienen más posibilidades de tener una mejor calidad de vida que los que vivimos en las ciudades y solo requieren aprovechar estratégicamente sus recursos.

F.

La ciudadanía débil y poco participativa. 18

Acción universitaria y pensamiento estratégico

¿Por qué es importante haber definido ámbitos de acción ciudadana? La respuesta es múltiple: para saber qué conviene desarrollar en cada nivel educativo y derivar de ellas las competencias requeridas; para que no falten aspectos por educar en el currículo, especialmente los más trascendentes por nivel escolar, para que en un momento dado se elijan los proyectos más trascendentes o más oportunos para que los alumnos los realicen. Mal haríamos en hablar de didáctica si no sabemos antes en qué aplicarla. Los métodos para desarrollar ámbitos son diversos: Aquí los niños y jóvenes pueden escribir proyectos, hacer planos, maquetas, resolver casos y elaborar ensayos, así como propuestas imaginativas; analizar y criticar las prácticas sociales, participar en concursos de proyectos y en debates. Las competencias básicas serían el trabajo en equipo, la creatividad, el empleo de la tecnología y especialmente el pensamiento estratégico tan abandonado en nuestra educación. Ya hemos señalado que la responsabilidad de las universidades implica el desarrollo de todos los ámbitos mencionados, incluyendo el desarrollo de métodos para la educción básica o media. Existen sin embargo, proyectos y ámbitos propios de los universitarios que exigen más conocimientos y madurez: El cuidado, el desarrollo social, la autogestión, el diseño de comunidades y la reflexión sobre la ciudadanía, aunque esta última con más obligación para los académicos. Estos aspectos están fuertemente ligados con las metas de lo

que ahora

denominamos la sociedad del conocimiento. La Declaración de la Sociedad Civil (2003) convocada por la ONU establece como función de la sociedad de la información lo siguiente : Nos comprometemos a constituir sociedades de la información y la comunicación centradas en la gente, incluyentes y equitativas. Sociedades en las que todas y todos puedan crear, utilizar, compartir y diseminar libremente la información y el conocimiento, así como acceder a éstos, con el fin de que particulares, comunidades y pueblos sean habilitados y habilitadas para mejorar su calidad de vida y llevar a la práctica su pleno potencial.

Para que la universidad responda a esta exigencia social será necesario realizar cambios fundamentales en el currículo que permitan formar a los alumnos en las competencias que se derivan de esa meta; todos o al menos algunos de los siguientes: A. Generar materias ad hoc para tal fin como pueden ser: Pensamiento estratégico para el desarrollo; economía social, diseño social, u otras. Estas materias tendrían un carácter práctico y formaría parte del currículo de todas las disciplinas.

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B. Generar centros inteligentes en cada universidad para que establezcan los procedimientos estratégicos del servicio social y de grupos de voluntarios de la universidad. C.

Generar sistemas informáticos para el monitoreo y ayuda en estas tareas.

D.

Crear centros inteligentes universitarios que interactúen con los gobiernos y la sociedad civil en general (existen centros comunitarios que podrían ser transformados para cumplir este fin).

E.

Crear proyectos de desarrollo comunitario disciplinarios como parte de tesis o de evaluación de materias del currículo.

F.

Fomentar en general la participación social en todos los ámbitos de la acción ciudadana

Sabemos, sin dejar de reconocer su valor educativo y ético, que en un buen número de casos el servicio social que presta el alumno se pierde en un asistencialismo sin futuro. Por otra parte, el hecho de que el estudiante no aplique al máximo su pensamiento y creatividad a través del pensamiento estratégico y del conocimiento complejo, hace que pierda interés y motivación para la acción y, finalmente, no se ve recompensado por haber logrado una labor trascendente que se siga proyectando en el futuro. Más allá de esto, la cultura del pensamiento estratégico y complejo debe ser una competencia básica para la vida académica, para el trabajo y para la vida cotidiana de todo ciudadano. Pero ¿Es posible lograr cambios radicales con estrategias adecuadas? Kliksberg (2000) describe el caso de Villa El Salvador que aquí expongo de manera sucinta: En 1971 fueron expulsados miles de pobres- cerca de 50 000- que se habían asentado en las afueras de Lima, el gobierno les dio unos terrenos áridos y polvorientos. Allí fundaron Villa El Salvador que ahora cuenta con más de 300 000 habitantes; es decir,, todo un milagro de sustentación ¿Pero que tiene en especial? Que han logrado plantar más de medio millón de árboles, su índice de mortalidad es inferior a la media del país y su matrícula en primaria y secundaria de 98 y 90 respectivamente, son superiores también a la media nacional. Poseen varias escuelas y bibliotecas, un parque industrial y tienen espacios para el deporte y el esparcimiento; sus calles están bien trazadas y todos participan en el bienestar público. No viven en la opulencia, pero ahora viven dignamente; la necesidad de colaborar de manera estrecha para sobrevivir y crecer les ha dado excelentes resultados. Estos logros fueron el resultado del pensamiento estratégico de sus líderes que supieron priorizar metas y aprovechar oportunidades. Todos esos logros fueron producto del ingenio humano. Ingenio originalmente se definía como la virtud por el cual un ser produce algo, luego el conjunto de artilugios o 20

dispositivos para lograr algo; así decimos “ingenio azucarero” o de tal o cual “ingenio industrial”. En el hombre, ingenio se ha venido a convertir en una producción derivada de su capacidad para resolver problemas, de su inteligencia y su creatividad; y así se habla del ingenio en este último sentido: lo que produce es por medio de su inteligencia, de su creatividad, de su perspicacia y ya no en el sentido biológico de tener hijos. Al respecto existen preguntas básicas que deben hacerse los estudiantes : ¿Cómo deben ser las ciudades, mi ciudad? ¿Cómo la vida integral de tal o cual comunidad marginada? ¿Cuál la relación de la comunidad humana con la naturaleza? ¿Cómo podríamos vivir mejor en mi comunidad? A partir de ellas y de otras debería trazarse un camino estratégico. Aquí defino pensamiento estratégico como “la capacidad intelectual y práctica para concebir procedimientos de acción que permitan alcanzar los mejores

objetivos

con el

máximo de

eficiencia”.

Afortunadamente estos

procedimientos empatan con lo que han recomendado desde similares enfoques las teorías cognoscitivas, el constructivismo y el desarrollo por competencias: la necesidad de establecer procedimientos didácticos para ser desarrollados por los estudiantes. También empata con la corriente educativa que insiste en que los alumnos participen en proyectos integrales, relevantes y complejos en donde pongan en práctica habilidades y conocimientos múltiples. En pocas palabras el aprender en contexto, como se deduce de Sternberg (1997) y lo declara abiertamente Edgar Morín (2001). Toda estrategia persigue en el fondo mover grandes energías o fuerzas con el menor trabajo posible, tal como sucede con las fichas de dominó en la que tirando solo una, esta tira a todas las demás, que pueden ser cientos. En la experiencia el pensamiento estratégico debe tomar en cuenta los siguientes grandes factores para la toma de decisiones: el conocimiento, la visión, la creatividad, la oportunidad y la calidad implícitos en la definición. Son elementos interrelacionados: El conocimiento mejora la visión y esta a su vez incrementa el rango de la creatividad. La calidad establece los criterios máximos de satisfacción y la oportunidad, a vez, delimita y es delimitada por los demás factores. Las estrategias pueden ser muy variadas. El banco de los pobres, el Grameen Bank que fundó Muhammad Yunus en Bangladesh, y que otorga prestamos a pobres para sus microempresas - a mujeres por estrategia-, se concentró en una sola acción; pero ahora, y con su red social extendida, el banco y su equipo de colaboradores ofrece todo tipo de capacitación y están desarrollando otros proyectos que ayudarán a mejorar las condiciones globales de los pobres: salud. Educación, cultura, alimentación , etc. En otros casos será necesario atacar al mismo tiempo varias dimensiones

como pueden ser: 21

construir una escuela para

la comunidad, dar capacitación para realizar cultivos

especiales, construir una pequeña presa para tal fin, analizar la capacidad para comercializar el producto de la siembra, mejorar los espacios físicos de la comunidad, etc. Pero no debe olvidarse que allí donde hay pequeños o grandes éxitos pueden y deben construirse redes sociales susceptibles de crecer en conocimientos y buenas actitudes para el desarrollo integral de las comunidades y de las personas: la autonomía social. Elaborar estrategias implica concebir esquemas de acción para que estos a su vez puedan convertirse en procedimientos lineales o en paralelo más desglosados.

Un

ejemplo de esto, no necesariamente el único o el mejor, es el esquema siguiente de mi autoría para una intervención social:

MODELO DE PLANEACIÓN ESTRATÉGICA EN EL áMBITO DE DESARROLLO SOCIAL

Diagnóstico Cultura

Economía

Educación

Salud

Vivienda

Ambiente físico

Descripción de problemas por área Información estratégica disponible (conocimiento de expertos o resultado de análisis)

Convivencia y sociabilización

Análisis de interrelación de problemas (pareto, espina de pescado, teoría de restricciones

Priorización de problemas

Cotejar Visión compartida: alumnos y comunidad

Análisis de factibilidad de metas y objetivos

Metas y Objetivos

Relevancia/trascendencia

Recursos disponibles en la comunidad, materiales y humanos para cumplir las metas y objetivos acordes a la visión

Acciones estratégicas

Alianzas estratégicas para el cumplimiento de las metas

Cálculo de riesgos y escenarios posibles

Planes de contingencia

Planeación operativa

Proyectos específicos

Los rubros se definen: Relevancia: Las metas y objetivos son relevantes si se alejan de lo asistencial, tienen efectos a largo plazo, provocan sinergia entre los actores que los buscan y se dirigen hacia lograr la autonomía de la comunidad. También si producen cambios significativos que permitan un ulterior desarrollo. La relevancia de una acción puede aclararse y definirse haciendo un análisis de cómo interactúan las variables entre sí, como se conectan unas con otras para encontrar las que originan más cambios. Así, la ley de Pareto nos dice que solo un pequeño número de variables o fenómenos afecta al resto de ellos.

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Análisis de factibilidad del cumplimiento de metas y objetivos: Valorar si se pueden cumplir con los recursos disponibles: personas, tiempo, recursos financieros, trabajo humano. La factibilidad depende también de las acciones y alianzas estratégicas que se realicen. Información estratégica. La información estratégica es el producto de diagnósticos anteriores sobre la comunidad o bien de análisis bien planteados por personas expertas en el campo específico de acción. La información estratégica también puede ser información puntual sobre planes o acciones que se llevarán a cabo en la comunidad como parte de las acciones gubernamentales, municipales o de otros organismos. Acciones estratégicas: son aquellas que se insertan dentro de un contexto general y establecen las formas y tiempos para ser eficientes a largo plazo. Considerando las relaciones de causa y efecto entre los fenómenos, las acciones estratégicas producen los cambios necesarios si se actúa en los momentos precisos, con los recursos más adecuados y en los lugares o variables óptimas. Las acciones estratégicas son aquellas que, con el menor número de recursos, pueden realizar cambios relevantes; con poca energía mueven grandes energías. Alianzas : Son los acuerdos y trabajos conjuntos que realizarán alumnos (con sus recursos y contactos) academia (profesoras e IDESS), miembros de la comunidad y elementos externos, con el propósito de lograr el cumplimiento de metas y objetivos. Alianzas estratégicas. Son alianzas específicas que producen los mayores cambios de acuerdo a lo planeado: las alianzas estratégicas producen más recursos que los disponibles en un momento dado. Cálculo de riesgos: significa enumerar y priorizar los riesgos posibles que pueden encontrarse en el proceso de la búsqueda de metas y objetivos. Requiere plantear diferentes escenarios: optimista, mediano y pesimista. Para los escenarios negativos deben establecerse medios para controlar y superar los problemas y especialmente prever su aparición de antemano para evitarlos.

Podemos darnos cuenta de que cada rubro implica el dominio de las técnicas más apropiadas. Así, “describir problemas por áreas, implica investigación cualitativa: observación directa de los lugares y de las formas de vida; el manejo de entrevistas y la investigación documental; formas de registro de investigación, otras. El Análisis de interrelación de problemas implica el ejercicio de la creatividad, pero también de varias técnicas como son la teoría de restricciones, el empleo de de diagramas de Ishikawa, y el análisis de problemas con la teoría de Pareto, etc. El ejercicio de visión compartida implica el vuelo de la imaginación, el análisis racional de las posibilidades generadas, la comunicación con los otros, etc., y así podríamos seguir mencionando habilidades y competencias muy enriquecedoras. Ni que decir que estas habilidades se pueden enseñar y reforzar con otros ejercicios en el salón de clase para su mejor aplicación en las comunidades. La integración de equipos de pluridisciplinario puede enriquecer, desde luego, mucho el trabajo. Para el mejor logro de las tareas hace falta una tecnología apropiada; desarrollar estructuras lógicas y comunicativas asociadas al pensamiento estratégico y traducirlas a sistemas informáticos. En el esquema anterior cada parte del procedimiento estratégico 23

puede ser representado dinámicamente por un sistema experto que dé soporte lógico al análisis y a la toma de decisiones; que ayude al alumno a planificar sus actividades ya sean estas de pensamiento convergente o divergente. Este mismo sistema

puede

realizar el monitoreo de las juntas y los resultados obtenidos en ellas y llevar, también, el registro de las aportaciones individuales y grupales: el trabajo en equipo y su evaluación no debe estar reñido con la evaluación del trabajo personal. Finalmente, el sistema debe permitir la comunicación con el asesor o el docente para que los estudiantes obtengan la retroalimentación necesaria.

Evaluación. Las acciones ciudadanas por su naturaleza permiten llevar a cabo una evaluación continua de acuerdo a las actividades llevadas a cabo por los estudiantes en sus equipos de trabajo. El empleo de la tecnología como ya mencionamos, permitiría monitorear cada actividad realizada. El análisis de casos es otra forma de evaluar a través de situaciones simuladas que impliquen la aplicación de técnicas vistas. El otro tipo de evaluación es acerca de qué tipo de enseñanzas ha dejado estas acciones en el alumno. Esto puede conocerse a través de encuestas y de grupos focales con alumnos y a través de preguntas tales como: ¿Qué conocimientos y habilidades llevaste a la práctica? ¿Qué deficiencias hubo en el proceso? ¿Te sientes satisfecho de los logros realizados? ¿Te has sentido más responsable de tu comunidad?, y otros que reflejen el grado de sensibilidad, satisfacción y conocimientos que le ha dejado la práctica. En fin tenemos aquí una tarea maravillosa para trabajar con los estudiantes con el propósito de que, al ayudar inteligentemente y en forma colaborativa, sean también buenos ciudadanos.

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Referencias bibliográficas

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PREMIO FIMPES ENSAYO MAYO 2009

LAS ESFERAS DE LA ACCIÓN CIUDADANA Y LA RESPONSABILIDAD UNIVERSITARIA

POR: DR. JOSÉ LUIS ESPINDOLA CASTRO PROFESOR DE PLANTA DEL TECNOLOGICO DE MONTERREY, CAMPUS CUERNAVACA [email protected] Tel. (777) 36208800; (777) 3620827

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