29 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

29 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO La liturgia del domingo 29 del tiempo ordinario nos invita a reflexionar acerca de la forma cómo debemos establecer l

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5º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
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XVI domingo del Tiempo Ordinario
XVI domingo del Tiempo Ordinario 17 de julio de 2011 Monición de entrada Queridos hermanos, somos la Iglesia, que se congrega en el domingo, día del S

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29 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

La liturgia del domingo 29 del tiempo ordinario nos invita a reflexionar acerca de la forma cómo debemos establecer la relación entre las realidades de Dios y las realidades del mundo. Nos dice que Dios es nuestra prioridad y que es a él a quien debemos subordinar toda nuestra existencia; pero nos avisa también que Dios nos convoca a un compromiso efectivo en la construcción del mundo.

El Evangelio enseña que el hombre, sin dejar de cumplir sus obligaciones con la comunidad en la que está inserto, pertenece a Dios y debe poner toda su existencia en las manos de Dios. Todo lo demás debe ser relativizado, incluso el poder político. La primera lectura sugiere que Dios es el verdadero Señor de la historia y que es el que conduce el camino de su Pueblo rumbo a la felicidad y a la realización plena. Los hombres que actúan e interviene en la historia, son instrumentos de los que Dios se sirve para realizar sus proyectos de salvación. La segunda lectura nos presenta el ejemplo de una comunidad cristiana que pone a Dios en el centro de su camino y que, a pesar de las dificultades, se compromete de forma decidida con los valores y los esquemas de Dios. Elegida por Dios para ser testigo suyo en medio del mundo, vive anclada en una fe activa, en una caridad esforzada y en una esperanza inamovible.

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PRIMERA LECTURA

Llevó de la mano a Ciro para doblegar ante él las naciones Lectura del Profeta Isaías 45, 1.4 - 6

Así dice el Señor a su Ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro. Palabra de Dios. 29º Domingo Tiempo Ordinario - 2 -

1.1 Ambientación El texto que hoy se nos propone, pertenece al “Libro de la Consolación” del Deutero-Isaías (cf. Is 40-55). El “Deutero-Isaías” es un nombre convencional con el que los biblistas designan a un profeta anónimo de la escuela de Isaías, que cumplió su misión profética en Babilonia, entre los exiliados judíos. Estamos en la fase final del Exilio, entre el 550 y el 539 a. de C. Durante el reinado de Nabónides, rey de Babilonia, despunta en Persia una nueva estrella en la política internacional. En el 533 Ciro, rey de los Persas, conquista la capital de Media (Ecbatana) y junta en un mismo imperio a los Medos y a los Persas. Después (547 a. de C.), marcha contra Lidia, conquista Sardes y se apodera de la mayor parte de Asia Menor. En los años siguientes, una serie de victorias fulgurantes, le dan el dominio del Irán oriental, de Afganistán y del Turquestán, hasta la India. Rico en oro y en hombres dirige, enseguida, sus ejércitos contra Babilonia y, en el 539, entra victorioso en la capital babilónica donde, sin ninguna oposición, es recibido como libertador. La actividad profética del Deutero-Isaías se desenvuelve en los años que preceden a la entrada victoriosa de Ciro en Babilonia. Las noticias que llegan sobre las victorias de Ciro, hacen que los exiliados sueñen con la proximidad de la liberación de su cautiverio. La alegría por la liberación inminente se une, por otro lado, a alguna confusión y perplejidad. Entonces, ¿el liberador no va a surgir de en medio del Pueblo de Dios, sino que será un rey extranjero? Cuando suceda la liberación, ¿a quién deberá ser atribuida: a Yahvé, el Dios de los exiliados judíos, o a Marduk, el dios de Ciro? ¿Yahvé se ha desentendido de su Pueblo? ¿Habrá perdido su poder? Se trata de un problema teológico serio que puede determinar la fe del Pueblo en Yahvé. El Deutero-Isaías va a intentar aclarar esta cuestión y explicar el papel de Yahvé en los acontecimientos. 1.2 Mensaje El Deutero-Isaías no tiene dudas: Yahvé es el verdadero conductor de todo el proceso que va a culminar en la liberación del Pueblo de Dios. Ciro, el gran rey que se apresta a derrumbar el orgulloso poderío babilónico, es “el ungido” (en el original hebreo: “el mesías”; en griego: “el cristo”) de Yahvé. Decir que Ciro es “el ungido” significa decir que recibió la “unción” con aceite; y que, a través de esa “unción”, Ciro recibió el Espíritu de Dios y fue investido para una misión. En el Antiguo Testamento, la unción con aceite capacita al “ungido” sea para la misión real (cf. 2Sam5,3), sea para la misión sacerdotal (cf. Ex 29,7), sea para la misión profética (cf. 1Re 19,16; Is 61,1). Se trata aquí, evidentemente, de la misión real. Por tanto, Dios escogió a Ciro, derramó sobre él su Espíritu y le concedió la insignia de poder 29º Domingo Tiempo Ordinario - 3 -

(“cingi´te, v. 5) para que él, desempeñando su misión real, se convierta en el instrumento de Dios en el mundo. ¿Qué pide, en concreto, Yahvé a Ciro? ¿Cuál es la misión que le confía? Ciro fue designado por Dios para “subyugar a las naciones”, “hacer caer las armas de las cinturas de los reyes”, “abrir las puertas sin que ninguna le sea cerrada”. Las expresiones utilizadas por el Deutero-Isaías, sitúan la misión confiada por Dios a Ciro en el ámbito político-militar. Sin embargo, lo que aquí es preponderante es que esa misión debe concretarse en beneficio del Pueblo de Dios: si Dios llamó a Ciro “por su nombre”, le dió “un título glorioso”, y le confió el poder sobre las naciones fue, en palabras de Yahvé, “por causa de Jacob, mi siervo, y de Israel, mi elegido...” Ciro aparece, claramente, como el instrumento a través del cual Dios actúa en el mundo y en la historia y realiza sus proyectos de salvación y de liberación de su Pueblo. Es a través de los hombres como Dios interviene en el mundo. Por lo demás, el Deutero Isaías deja claro que sólo Yahvé es el Señor de la historia y que, fuera de él, no hay Dios. Es verdad que Ciro aún no conoce a Yahvé; pero, sin él saberlo, está realizando el proyecto del Señor. Por tanto, es a Yahvé y no a Marduk a quien los exiliados deben agradecer su liberación. No obstante, sirviéndose de un rey extranjero, Yahvé va a mostrar a Judá que es, definitivamente, ese Dios salvador y libertador, en quien el Pueblo puede confiar siempre. 1.3 Actualización Considerad los siguientes datos, en la reflexión: También nosotros, como los exiliados de Judá, estamos muchas veces perplejos e inquietos ante los acontecimientos de nuestro tiempo. No percibimos el significado ni el alcance de ciertos eventos, y no conseguimos saber hacia dónde nos conduce la historia. Nos sentimos perdidos, asustados, a la deriva como el barco sin timón. Y, además de eso, Dios parece mantenerse en silencio, asistiendo tranquilo y sin mover un dedo, a los dramas que marcan el ritmo de nuestro caminar. Nos preguntamos: ¿dónde está Dios, cuando la historia humana parece recorrer caminos tan malos? ¿Se preocupa, realmente, por los hombres? ¿Cuál es su papel en la conducción de los destinos del mundo? ¿Por qué deja que los hombres destruyan el planeta, inventen sistemas sofisticados de destrucción y de muerte, cultiven la explotación y la injusticia, mantengan a tantos hombres, mujeres y niños amarrados a la miseria y a la esclavitud? La primera lectura de este domingo nos asegura: Dios nunca abandona a los hombres. Encuentra siempre formas para intervenir en la historia y para concretar sus proyectos de vida, de salvación, de liberación. Tal vez las intervenciones de Dios no siempre sean ortodoxas a la luz de la lógica de los hombres; tal vez no siempre consigamos percibir el verdadero alcance de los 29º Domingo Tiempo Ordinario - 4 -

proyectos de Dios; pero Dios está, como Señor de la historia, conduciendo al mundo de acuerdo con el proyecto de vida que él tiene para los hombres y para el mundo. Nos queda, incluso cuando no entendemos sus criterios, confiarnos y entregarnos en sus manos. Normalmente, Dios no interviene en la historia a través de manifestaciones impresionantes, espectaculares, como caídas del cielo, que se imponen como verdades infalibles y que dejan a los hombres espantados. Dios actúa en el mundo con sencillez y discreción, a través de personas, muchas veces personas limitadas, pecadoras, “normales” – a quienes llama y a quienes confía una misión. Lo que es fundamental es que cada ser humano al que Dios llama esté disponible para acoger esa llamada y a aceptar ser instrumento de Dios en la construcción de un mundo nuevo. Aquellos que detentan responsabilidades en la dirección de las comunidades (civiles o religiosas) deben procurar, a través de un diálogo continuo y cercano con Dios, percibir sus proyectos y planes para el mundo y para los hombres. Sólo así podrán ser instrumentos de Dios en la construcción de un mundo mejor. Ciro, frustrando todas las expectativas del Pueblo de Dios, es un pagano que “no conocía” a Yahvé. A pesar de eso (de acuerdo con la catequesis del Deutero-Isaías), fue el que Dios escogió como su instrumento a fin de realizar sus proyectos a favor de su Pueblo. Dios puede servirse de aquello que es pecador, que es marginal a los ojos del mundo para ofrecer a los hombres la vida y la salvación. Lo que interesa no son las “cualidades” del intermediario, sino la fuerza de Dios. Es necesario tener esto presente. Si conseguimos hacer algo para volver al mundo un poco mejor, eso no se debe a nuestras maravillosas cualidades, sino a ese Dios que actúa a través de nosotros. La elección de Ciro, significa, también la denuncia de una perspectiva cerrada, nacionalista, racista, de Dios y de sus proyectos. Nadie tiene el monopolio de Dios. Dios es totalmente libre de llamar a quien quiera, cuando quiera y como quiera – sea de la raza que sea, del extracto social que sea, o sean cuales fueran sus antecedentes religiosos. Ciertos cristianos que se sienten los únicos detentadores de la autoridad y de la misión y que se sienten casi ofendidos cuando aparece alguien que hace algo diferente en la parroquia, deberían tener esto en cuenta.

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Salmo responsorial

Salmo 95, 1.3 - 5.7 - 10a y c V/. Aclamad la gloria y el poder del Señor. R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor. V/. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor. V/. Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor. V/. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor. V/. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: «el Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente». R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor.

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SEGUNDA LECTURA

Recordamos vuestra fe, esperanza y caridad Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 1, 1 - 5b

Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda, como muy bien sabéis. Palabra de Dios. 29º Domingo Tiempo Ordinario - 7 -

2.1 Ambientación Tesalónica era, en el siglo I de nuestra era, la ciudad más importante de Macedonia. Importante puerto marítimo y ciudad de intenso comercio, era una encrucijada religiosa, en la que los cultos locales coexistían a lado de todo tipo de propuestas religiosas venidas de todo el Mediterráneo. Tesalónica fue evangelizada por Pablo durante su segundo viaje misionero, muy probablemente en el invierno de los años 49-50. Pablo llegó a Tesalónica acompañado de Silvano y Timoteo, después de haber sido forzado a dejar la ciudad de Filipos. El tiempo de evangelización fue corto, tal vez unos tres meses; pero fue lo suficiente para hacer nacer una comunidad cristiana numerosa y entusiasta, constituida mayoritariamente por paganos convertidos. Sin embargo, la obra de Pablo fue brutalmente interrumpida por la reacción de la colonia judía. Los judíos acusan a Pablo de ir en contra de los decretos del emperador y llevaron a algunos cristianos delante de los magistrados de la ciudad (cf. Hch 17,5-9). Pablo tuvo que dejar la ciudad de noche, yendo hacia Bereia y, después, a Atenas (cf. Hch 17,10-15). Además, Pablo tenía la conciencia de que la formación doctrinal de la comunidad cristiana de Tesalónica aún dejaba mucho que desear. La joven comunidad, fundada hacía poco tiempo y aún insuficientemente catequizada, estaba casi desarmada en ese contexto adverso de persecución y de provocación (cf. 1Tes 3,1-10). Preocupado, Pablo envíó a Timoteo a Tesalónica, a fin de saber noticias y animar a los tesalonicenses en la fe (cf. 1Tes 3,2-5). Cuando Timoteo volvió y presentó su informe, Pablo estaba en Corinto. Confortado por las informaciones dadas por Timoteo, el apóstol decidió escribir a los cristianos de Tesalónica, felicitándolos por su fidelidad al Evangelio. Aprovechó también para aclarar algunos aspectos menos ejemplares de la vida de la comunidad. La primera carta a los Tesalonicenses es, con toda probabilidad, el primer escrito del Nuevo Testamento. Apareció en la primavera-verano del año 50 ó 51. El texto que se nos propone nos presenta el encabezamiento de la carta “Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses que está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo” (Tes 1,1) es un extracto

de una larga oración colocada al inicio de la carta, en la cual Pablo da gracias a Dios por el comportamiento ejemplar de los tesalonicenses: a pesar de las pruebas que tuvieron que soportar, permanecieron fieles al Evangelio y a las enseñanzas de Pablo (cf. 1Tes 1,2-3,13).

2.2 Mensaje El verbo principal de nuestro texto es el verbo griego “eukharistéô” “dar gracias”; el resto de los verbos que aparecen son secundarios. Así, queda muy claro cuales son los sentimientos y cual la actitud fundamental de Pablo, Silvano y Timoteo, los remitentes de la carta: están profundamente agradecidos y reconocidos a Dios. ¿Por qué? Porque la acción de Dios se nota claramente en la vida diaria de la comunidad cristiana de Tesalónica. Ante la propuesta del Evangelio, los tesalonicenses respondieron generosamente, con una fe activa, una caridad esforzada y una esperanza firme (v. 3). La “fe activa” se traduce en la realidad de una adhesión al Evangelio que no se manifiesta sólo con palabras, sino también en actitudes concretas de conversión y de transformación; la “caridad esforzada” da cuenta de una amor que no es teórico sino que es efectivo, y que se traduce en gestos de entrega, de compartir, de donación; y la “esperanza firme” define esa confianza inamovible de los tesalonicenses en Dios y en la vida nueva que él reserva a aquellos que lo aman; confianza que, ni la hostilidad del mundo, ni las dificultades de la vida consiguen tirar por tierra. En verdad, todo esto resulta del hecho de que los tesalonicenses han sido “escogidos” por Dios (v. 4). En el Antiguo Testamento, la “elección” es un privilegio de Israel, escogido por Dios de entre los otros pueblos, no en virtud de sus méritos particulares, sino como resultado de la gracia y del amor de Dios; 29º Domingo Tiempo Ordinario - 8 -

ahora, son las comunidades cristianas de origen pagano las que son objeto del mismo privilegio, que tiene su fuente en el amor gratuito de Dios salvador. El Evangelio que Pablo, Silvano y Timoteo anunciaron a los tesalonicenses, no fue un discurso hecho de bellas palabras, pero inconsecuente; fue la Buena Noticia de Dios, poderosa y transformadora, que encontró eco en el corazón de los tesalonicenses que, por la acción del Espíritu Santo, dio frutos de fe, de amor y de esperanza (v. 5a.b).Es por todo esto por lo que Pablo, Silvano y Timoteo alaban al Señor.

2.3 Actualización En la reflexión, considerad los siguientes elementos: Hoy, una comunidad cristiana que viva, con fidelidad y entusiasmo, la fe, la esperanza y la caridad, no será noticia; en contrapartida, los medios de comunicación social explotarán, con gusto, la vida de una comunidad cristiana marcada por los escándalos, por los dramas, por las infidelidades. Nos volvemos progresivamente insensibles a las cosas bonitas y buenas y solo nos dejamos impresionar por lo llamativo, por lo escandaloso, por aquello que llama la atención por razones negativas. Nuestro texto nos invita a, ante todo, a fijarnos en los testimonios de fe, de amor y de esperanza que encontramos a nuestro alrededor y a que veamos ahí la presencia y la acción de Dios en el mundo. Nuestro texto nos invita, después, a renovar y potenciar nuestra capacidad de alabar y de agradecer a Dios. Al contemplar tantos gestos de bondad, de amor, de donación, de solidaridad que, en general, suceden en el mundo y que, en particular, llenan las vidas de nuestras comunidades cristianas, no podemos dejar de ver ahí la presencia amorosa de Dios. ¿Tenemos siempre la capacidad de agradecer a Dios su presencia y su acción en el mundo, en la vida de nuestras comunidades cristianas o religiosas, en la vida de nuestras familias y de cada uno de nosotros? El ejemplo de la comunidad cristiana de Tesalónica nos interpela y cuestiona. Es una comunidad que, a pesar de una catequesis incipiente y de un ambiente hostil, abrazó con entusiasmo el evangelio e hizo vida la propuesta salvadora de Jesús en la vida del día a día, a través de una fe activa, de un amor esforzado y de una esperanza firme. Nosotros, seguidores de Jesús, después de muchos años de catequesis y de compromiso con Jesús, ¿cómo vivimos nuestro compromiso cristiano: con un entusiasmo siempre renovado y siempre coherente, o con el descuido y la indiferencia de quien no se quiere comprometer? ¿Nuestra fe no es más que una cuestión de palabras, o nos lleva a un efectivo compromiso con la transformación de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra comunidad o del mundo que nos rodea? ¿Nuestro amor se traduce en actitudes concretas de compartir, de donación, de solidaridad, de lucha contra todo lo que oprime a los pequeños, a los débiles, a los marginados? ¿Nuestra esperanza nos mantiene serenos y confiados, con los ojos puestos en ese futuro nuevo que Dios nos reserva, a pesas de las dificultades, de las incomprensiones con las que día a día tenemos que enfrentarnos?

Aleluya Flp 2,15d.16a Brilláis como lumbreras del mundo, Mostrando una razón para vivir

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EVANGELIO

Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios < Lectura del santo Evangelio según San Mateo 22, 15 - 21

En aquel tiempo, los fariseos se retiraron y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: — Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no? Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: — ¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto. Le presentaron un denario. El les preguntó: — ¿De quién son esta cara y esta inscripción? Le respondieron: —Del César. Entonces les replicó: — Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Palabra del Señor.

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3.1 Ambientación Nuestro texto nos sitúa en Jerusalén, el lugar donde va a desarrollarse el enfrentamiento final entre Jesús y el judaísmo. De un lado están los dirigentes judíos: instalados en sus certezas y prejuicios, que se niegan terminantemente a acoger la propuesta del Reino. De otro lado está Jesús: él procura que los dirigentes de su Pueblo tomen conciencia de que, al rechazar el Reino, están rechazando la oferta de salvación que Dios les hace. Para ilustrar la situación, Jesús les cuenta tres parábolas (que leímos y meditamos los tres últimos Domingos). En la primera, les identificaba con el hijo que dice “sí” a su padre, pero que no fue a trabajar al campo (cf. Mt 21,28-32); en la segunda, los equipara con los vendimiadores malos que tuvieron la osadía de matar al hijo (cf. Mt 21,33-46); en la tercera, los compara con los invitados al banquete que rechazan la invitación (cf. Mt 22,1-14). Irritados con la osadía de Jesús y cuestionados por sus parábolas, los líderes judíos buscan ansiosamente un pretexto para acusarlo. En este contexto Mateo nos va a presentar tres controversias entre Jesús y los fariseos (cf. Mt 22,15-22.23-33.34-40). En cualquier caso, el objetivo es sorprender en contradicción y encontrar argumentos para presentar ante un tribunal a Jesús. La primera cuestión que los fariseos, aliados con los partidarios de Herodes Antipas, ponen a Jesús, es muy delicada. Se refiere a la obligación de pagar los tributos al emperador de Roma. Además de los impuestos indirectos (transportes, derechos arancelarios, tasas diversas), las provincias romanas pagaban al Imperio el tributo, que era una cuantía estipulada por Roma y que todos los habitantes del Imperio (con excepción de los niños y de los viejos) debían pagar. Era considerado un signo infamante de sometimiento a Roma. La cuestión que proponen a Jesús es, por tanto, esta: ¿es lícito pactar con ese sistema generador de esclavitud y de injusticia? Los partidarios de Herodes y los saduceos (la alta aristocracia sacerdotal), estaban de acuerdo con el tributo, pues aceptaban con naturalidad la sujeción a Roma. Los movimientos revolucionarios, por otro lado, estaban frontalmente contra el mismo, pues consideraban que el emperador era un usurpador del poder que sólo pertenecía a Yahvé y prohibían a sus partidarios el pago de dicho tributo. Los fariseos, aunque no aceptaban el tributo, tenían una posición intermedia y no propugnaban una solución violenta sobre la cuestión. De cualquier forma, era una cuestión “envenenada”. Si Jesús se pronunciaba a favor del pago del tributo, sería acusado de colaboracionismo y de defender la usurpación por los romanos del poder que pertenecía a Yahvé; pero si Jesús se pronunciaba en contra del pago del impuesto, sería acusado de revolucionario, enemigo del orden romano. Cómo resuelve Jesús la cuestión?

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3.2 Mensaje Enfrentado con la cuestión, Jesús invitó a sus interlocutores a mostrar la moneda del impuesto y a reconocer la imagen gravada en la moneda (la imagen de César). Después, Jesús concluyó: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (v. 21). ¿Qué significa esta afirmación? ¿Significa una especie de reparto equitativo de las obligaciones del hombre entre el poder político y el poder religioso? Probablemente, Jesús quiere sugerir que el hombre no puede ni debe olvidarse de sus obligaciones para con la comunidad en la que está integrado. En cualquier circunstancia, debe de ser un ciudadano ejemplar y contribuir para el bien común. Eso sería el “dad al César lo que es del César”. Sin embargo, lo que es más importante es que el hombre reconozca a Dios como su único Señor. La monedas romanas tienen la imagen de César, pero sin la imagen de Dios (cf. Gn 1,26-27: “Dios dice, “hagamos al hombre a nuestra imagen, a nuestra semejanza”... Dios creó al ser humano a su imagen, lo creó a imagen de Dios”): por tanto, el hombre pertenece solamente a Dios, debe entregarse a Dios y reconocerle como su único Señor. Jesús va mucho más allá de la cuestión que le plantean. Se niega a entrar en un debate de carácter político y sitúa la cuestión a un nivel más profundo y más exigente. Deja de ser una simple discusión acerca del pago o no de un impuesto, para convertirse en una llamada a que el hombre reconozca a Dios como su Señor y realice su vocación esencial de entrega a Dios (él fue creado por Dios, pertenece a Dios y lleva consigo la imagen de su Señor y de su Creador). Jesús no está preocupado, siquiera, en afirmar que el hombre debe repartir equitativamente sus obligaciones entre el poder político y el poder religioso; pero sí está, sobre todo, preocupado en dejar claro que el hombre sólo pertenece a Dios y debe poner toda su existencia en las manos de Dios. Todo lo demás debe ser relativizado, incluso la sumisión al poder. 3.3 Actualización En la reflexión considerad las siguientes cuestiones: La cuestión esencial que nuestro texto aborda es esta: el hombre pertenece a Dios y debe considerar a Dios como su único señor y su referencia fundamental. Sin embargo, embriagados por el torbellino de las libertades y de los nuevos descubrimientos, los hombres de nuestro tiempo consideran que son capaces de descubrir, por sí mismos, los caminos de la vida y de la felicidad y que pueden prescindir de Dios. Se instalan en el orgullo y en la autosuficiencia y dejan a Dios fuera de sus vidas. Es preciso volvernos a Dios y redescubrir su centralidad en nuestra existencia. Dios no atenta contra nuestra identidad y nuestra libertad. Fuimos creados para la comunión con Dios y sólo nos sentimos felices y realizados 29º Domingo Tiempo Ordinario - 12 -

cuando nos entregamos confiadamente en sus manos y hacemos de él el centro de nuestra vida. En muchos casos, Dios ha sido sustituido por otros “dioses”: el dinero, el poder, el éxito, la realización profesional, la ascensión social, el club de fútbol; ocupando el lugar de Dios y pasando a dirigir y a condicionar la vida de tantos de nuestros contemporáneos. Casi siempre, sin embargo, ese trueque produce, solamente, esclavitud, alienación, frustración y sentimientos de soledad y de orfandad. ¿Cómo me siento yo ante todo esto? ¿Hay otros dioses que han tomado posesión de mi vida, que condicionan mis opciones, que dirigen mis intereses, que dominan mis proyectos? ¿Cuáles son esos dioses? ¿Me aseguran la felicidad y la plena realización, o me hacen cada vez más esclavo y dependiente? El hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios. No son, por tanto, objetos que pueden ser usados, explotados y alienados, sino seres revestidos de una suprema dignidad, de una dignidad divina. A pesar de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y de una infinidad de organizaciones y de asociaciones destinadas a proteger y a asegurar los derechos, libertades y garantías, hay millones de hombres, de mujeres y de niños que continúan, todos los días, siendo maltratados, humillados, explotados, despreciados, disminuidos en su dignidad. Destruir la imagen de Dios que existe en cada niño, mujer u hombre, es un grave crimen contra Dios. Nosotros, los cristianos, no podemos permitir que tal cosa acontezca. Debemos sentirnos responsables siempre que algún hermano o hermana, en cualquier lugar del mundo, sea privado de sus derechos y de su dignidad; y tenemos el grave deber de luchar, de forma objetiva, contra todos los sistemas que atenten contra la vida y la dignidad de cualquier persona. Para el cristiano, Dios es la referencia fundamental y está siempre en primer lugar; pero eso no significa que el cristiano viva al margen del mundo y dimita de sus responsabilidades en la construcción del mundo. El cristiano debe ser un ciudadano ejemplar, que cumple sus responsabilidades y que colabora activamente en la construcción de la sociedad humana. Respeta las leyes y cumple puntualmente sus obligaciones tributarias, con coherencia y lealtad. Paga sus impuestos, no acepta esquemas de corrupción, no infringe las reglas legalmente definidas. Vive con los ojos puestos en Dios; pero no se excusa a la hora de trabajar por un mundo mejor y por una sociedad más justa y más fraterna. ¿Cómo me sitúo frente al poder político y las instituciones civiles: con total indiferencia, con sumisión ciega, o con lealtad crítica? ¿Cómo contribuyo en la construcción de la sociedad? ¿A la luz de qué criterios y valores juzgo los hechos, las decisiones, las leyes políticas y sociales que rigen la comunidad humana en la que estoy inserto? ¿Mis opciones políticas son coherentes con los criterios del Evangelio y con los valores de Jesús? 29º Domingo Tiempo Ordinario - 13 -

ALGUNAS SUGERENCIAS PRÁCTICAS PARA EL 29º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 1. La liturgia meditada a lo largo de la semana. A lo largo de los días de la semana anterior al Domingo 29º del tiempo Ordinario, intentad meditar la Palabra de Dios de este domingo. Meditadla personalmente, una lectura cada día, por ejemplo. Elegid un día de la semana para la meditación comunitaria de la Palabra: en un grupo parroquial, en un grupo de padres, en un grupo de un movimiento eclesial, en una comunidad religiosa.

2. Durante la celebración. En el momento de la oración universal, sobre todo en este domingo en el que se inicia la Semana Misionera Mundial, se podría prestar especial atención a las cosas del mundo, en nombre de nuestra fe en Dios.

3. Palabra de vida. El Día Mundial de las Misiones debería mantenernos despiertos. ¿Creemos o no creemos que el mensaje de Cristo va dirigido a los hombres de los cinco continentes, cualesquiera que sean su situación, sus alegrías, sus sufrimientos, sus interrogantes, sus proyectos? Si el mensaje de Cristo es universal, es necesario que aquellos que lo han recibido no lo guarden sólo para sí, sino que han de anunciarlo, gritarlo y ofrecer a aquellos que partieron a anunciarlo los medios para realizar la misión. Una misión que no consiste únicamente en palabras bonitas, sino en ofrecer una Palabra que hace vivir, que levanta, que da la felicidad. Entonces estaremos comprometidos con la propagación del Evangelio en todo lugar y para todos.

4. Un punto de atención. Programar una reunión para compartir el Evangelio. De vez en cuando, será bueno programar un encuentro para compartir el Evangelio. Se trata esencialmente que varias personas juntas, y cada una de ellas, puedan expresar lo que el texto del Evangelio evoca a cada uno: no se trata de una discusión, sino de un verdadero compartir. ¿Cómo hacerlo? Primero, desde el inicio de la celebración, es útil advertir que habrá un momento para compartir para aquellos que lo deseen: ese anuncio previo permite una escucha más atenta de los textos; será todavía mejor si las personas pueden tener el texto en las manos. Después se forman espontáneamente los grupos, que no deben exceder de cuatro o cinco personas, a fin de que todos y cada uno se puedan expresar. Es bueno indicar el tiempo del que se dispone (unos de 10 minutos). Se puede orientar la reflexión ofreciendo una o dos preguntas. Lo esencial, durante el compartir, es que cada uno pueda hablar y se pueda expresar y que todos puedan escuchar y enriquecerse con lo que los otros dicen.

5. Para la semana que empieza. Expresar nuestra felicidad a los demás. Conviene que cada uno analice la misión precisa que le confiere el bautismo en su vida. Suscitad durante la semana una ocasión para testimoniarlo explícitamente. ¡“Dar a Dios lo que es de Dios” es decir también a los demás la felicidad que hemos recibido del Altísimo! 29º Domingo Tiempo Ordinario - 14 -

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