ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA OMP Discurso de Mons. Protase Rugambwa, Presidente de las Obras Misionales Pontificias

OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS ESPAÑA ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA OMP 2013 Discurso de Mons. Protase Rugambwa, Presidente de las Obras Misionales Pontif

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OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS ESPAÑA

ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA OMP 2013 Discurso de Mons. Protase Rugambwa, Presidente de las Obras Misionales Pontificias

Tengo el placer de estar entre vosotros, Directores Nacionales de las OMP reunidos en Asamblea General. Lo que me ofrece la oportunidad de vivir en comunión, durante un tramo del propio camino, en un clima de fraternidad, de intercambio de experiencias, y de programación. Es mi primer encuentro oficial con vosotros. Un saludo fraterno. He sido llamado a hacer este servicio de animación y formación misionera para la Iglesia Universal, como colaborador del Prefecto, el cardenal Fernando Filoni, en lo que respecta a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y como Presidente de las Obras Misionales Pontificias junto a vosotros, que sois los animadores y formadores responsables de la misionariedad de vuestras iglesias locales. Es una misión delicada, pero atrayente porque te hace tener siempre los ojos y la mente abiertos a los vastos horizontes de la misión. Te hace salir de tu pequeño huerto y territorio, para lanzarte a la aventura de una evangelización universal, tanto geográfica como antropológica. Creo que la misión genera por sí misma entusiasmo, hace brotar la creatividad apostólica, por la cual uno debe estar dispuesto a atreverse a todo por el Reino de Dios. Quien toma el camino del servicio a la misión no puede quedarse en visiones estrechas y en los pequeños intereses de lo cotidiano. Tiene, no obstante, la posibilidad de abrirse paso en el vasto horizonte del Reino de Dios. Por eso estoy contento de estar con vosotros y de trabajar con vosotros por la misma causa. Nuestro servicio no tiene, o no debería tener, otra finalidad que el humilde servicio al Evangelio a favor de la humanidad. Perspectivas Me preguntáis cómo me he adaptado a esta estructura que son las OMP y cuál es mi visión. Como primer punto, a mí, como nuevo Presidente, que he llegado del trabajo pastoral en mi diócesis a un campo nuevo, me conviene sobre todo la escucha. Las Obras Pontificias son una realidad hermosa, que entusiasma, pero compleja. En palabras sencillas, quiero decir que constituyen todavía hoy la forma más sencilla y más popular para infundir, animar y formar misionalmente al Pueblo de Dios a todos los niveles y en toda y todas las Iglesias. Creo que la inspiración fundamental de Jaricot conserva todavía su carga profética y su metodología para el hoy de la Iglesia. Pero este carisma específico se tiene que conservar e inculturar hoy, en nuestras iglesias y en nuestras sociedades. Es esto lo que hace difícil, y a la vez llena de entusiasmo y vuelve creativo nuestro servicio a las Obras Pontificias.

Por tanto, me es necesaria la escucha para comprender la belleza, pero también la vasta problemática que toda la Iglesia, y también las OMP, deben afrontar en este periodo de transformaciones a todos los niveles. Pido, por ello, colaboración, mucha colaboración. Sin la colaboración de vosotros que lleva el peso “diei et aestus”, como dice el Evangelio, yo, como Presidente, y los Secretarios Internacionales, no podemos hacer mucho. Es necesario volver, si me permitís, a la colegialidad, aunque yo prefiero usar el término de comunión, en cuanto que se nos ha confiado un servicio específico, común a todos, aunque con responsabilidades diferentes. A todos nosotros nos toca el corazón el Reino de Dios, y la difusión del amor de Cristo. Por eso es necesaria la colaboración a todos los niveles. Y esto está en la misma naturaleza de las OMP, que están estructuradas capilarmente a nivel internacional, nacional, diocesano y parroquial. Comprenden todos los sectores de la actividad misionera e implican a personas de todas las edades. Pienso, por eso, en las OMP como en una gran familia, lanzada a la cooperación misionera, reunida por la pasión por el Reino de Dios. La segunda cosa que me apremia es la necesidad de ser fieles a nuestras prioridades, si queremos conservar la identidad de las OMP. Lo que de verdad puede crearnos problemas es el reconocimiento de lo específicamente nuestro. Desde el concilio en adelante se ha llevado a cabo una seria reflexión teológica sobre la naturaleza misma de la evangelización. Parece que se hubieran anulado las fronteras y las mismas distinciones dentro de la única misión de la Iglesia. Cura pastoral, catequesis, caridad, nueva evangelización y evangelización no son sólo consideradas interdependientes, sino casi reducidas a una única misión común. De ahí que Caritas, Ayuda a la Iglesia Necesitada, Cor Unum, Emigrantes, sean a los ojos del Pueblo de Dios la misma cosa, y esto influye tanto en la animación como en la misma recogida de fondos por parte de las OMP. Las OMP tienen su razón de existir sólo si conservan celosamente su especificidad: animación, formación y cooperación con las Iglesias locales para la missio AD GENTES AD EXTRA. De otro modo, y con justicia, seremos considerados una de las muchas instituciones caritativas que recogen dinero para el Tercer Mundo. Si nos dejamos caer en esta lógica, no iremos muy lejos. Lo que de verdad hace nuestro servicio específico, es la evangelización estrictamente entendida, su característica de universalidad, y el consiguiente tipo de animación y formación que llevamos a cabo. No nos toca a nosotros interesarnos en las programaciones pastorales de las Iglesias, pero es nuestro deber orientar misionalmente toda la actividad y programación de las Iglesias. En el fondo, la evangelización constituye y debe constituir el paradigma de toda la misión y la actividad de la Iglesia. Creo que es necesaria esta reflexión en este nuestro tiempo. Ha sido pedida desde muchos lugares, por los Directores Nacionales de Asia, que han tenido su encuentro continental en Filipinas. De ahí que, también tras las indicaciones ofrecidas por la Asamblea Especial de noviembre de 2012, hayamos querido centrar las jornadas pastorales de la siguiente Asamblea General de las OMP precisamente sobre este asunto.

El tema de las reflexiones será el siguiente: Las Obras Pontificias en el contexto de la estructuración eclesiástica de hoy: papales-episcopales, Missio-OMP. Su lugar y su cooperación con otras fuerzas misioneras. Legislaciones civiles de las entidades caritativas. Perspectivas y plan de trabajo. Sabéis bien que el envío de las ofrendas a los Secretariados Internacionales está planteando problemas a causa de las leyes de los Estados que regulan las entidades caritativas. Debemos examinar atentamente la cuestión, también con la ayuda de expertos. Es necesario que nos atengamos a las leyes del Estado y al mismo tiempo que no perdamos la filosofía que está en la base de las OMP, es decir, su carácter de fondo universal de solidaridad. Es bueno que tengamos presente que no podemos reducirnos a una más de las miles de organizaciones de voluntariado internacional que financian este o aquel proyecto. Sería la muerte de las OMP. Debemos reflexionar seriamente sobre qué quiere decir y qué implica la “autonomía de las OMP”, de cara a una situación teológica eclesial que, desde hace decenios, ha asumido otros paradigmas. Me refiero tanto al tipo de autonomía frente a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, como a la autonomía de las OMP en relación con organismos similares de las Conferencias Episcopales. No ha sido suficiente el enumerar sólo principios generales de comunión y de colaboración. Ya que están implicados la praxis y también el aspecto económico, es necesario estudiar de una vez para siempre la nueva situación que se ha creado para poder orientarnos. Nosotros, miembros del Comité Ejecutivo, hemos reflexionado largamente, también con el Cardenal Prefecto, sobre estos problemas. Es por eso que este año, también por indicación de muchos de vosotros, no hemos creído oportuno poner en la agenda de trabajo de las jornadas pastorales y ofrecer temáticas misionológicas, llamando a algunos expertos que nos presentasen algún tema de la misión. Hemos querido que los protagonistas de estas jornadas pastorales fuéramos nosotros mismos. Tendrán lugar sólo tres intervenciones de 15 a 20 minutos, que deberán limitarse únicamente a ofrecer pistas de trabajo para los círculos de estudio. El objetivo de estas jornadas pastorales es hacer un análisis desde el punto de vista teológico-jurídico, para ver después cómo dialogar con las leyes de los estados que regulan los entes caritativos, y dar orientaciones para una praxis en consecuencia. La metodología de estas jornadas pastorales será la de favorecer una reflexión por parte de los participantes sobre problemas que nosotros mismos estamos llamados a resolver. Se dará, por tanto, un amplio espacio a la reflexión de los miembros de la Asamblea, que deben analizar la situación, redescubrir los valores y hacer una programación. Es cuestión de actualizar el carisma específico de las OMP, incorporarlo a la nueva situación eclesial, estudiarlo y adecuarlo a las normas del derecho civil, y ofrecer orientaciones prácticas. Todo esto requerirá ciertamente una revisión del Estatuto y del Manual de aplicación, que no ha sido jamás aprobado oficialmente. El Prefecto de la Congregación ha dado su consentimiento a una actualización del Estatuto y a una redacción definitiva del Manual de aplicación. Qué hemos hecho El Comité Ejecutivo (el Presidente con los cuatro Secretarios Internacionales) ha estado ocupado en la normal gestión de las Obras. Como presidente, tengo que agradecer a los Secretarios y al Encargado de la administración la labor que han desarrollado, en ocasiones no sin dificultades. Ellos mismos, en sus intervenciones, comunicarán la filosofía que los ha guiado y la magnitud del trabajo desarrollado.

Como Presidente de las Obras, he asumido el deber de mantener abierta la relación entre la Congregación y las OMP. Hemos tenido reuniones periódicas y frecuentes del Comité Ejecutivo, y esto nos ha permitido una mejor coordinación y programación de las actividades, como las visitas a las Direcciones Nacionales, y, por primera vez, la evaluación del personal empleado un nuestras Obras. Según se estableció en la Asamblea General de mayo de 2012, se ha desarrollado la Asamblea Especial de Noviembre del mismo año. Junto a vuestros delegados hemos fijado el tema, el método y la agenda de la Asamblea Ordinaria de 2013. Hemos debido afrontar sobre todo algunos problemas económicos. Hemos considerado en particular y con profundidad la situación crítica de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, que, como comunicará el Secretario General, no dispone de recursos económicos para subvencionar los proyectos presentados a la aprobación de esta Asamblea. En esa ocasión, hemos tomado además conciencia de las dificultades planteadas por las legislaciones de los Estados, en relación a las entidades caritativas, y hecho hincapié en la necesidad de tener una administración completa y transparente por parte también de las Direcciones Nacionales. Siguiendo las directrices del documento “Financiación de las Direcciones Nacionales”, hemos respondido a las peticiones llegadas de diversos Directores. Hemos respondido también a sus invitaciones para participar en Encuentros Nacionales y continentales, adoptando los siguientes criterios, que se explicitan a continuación: Como mínimo, el Comité Ejecutivo estará presente con uno de sus miembros en las reuniones continentales de las Direcciones Nacionales. Estarán presentes en las nacionales sólo si hay un problema importante que exija necesariamente su presencia, o si han sido invitados directamente y para una cuestión específica de la Conferencia Episcopal. “Se consideran los criterios y la frecuencia de los viajes. Se afirma y acepta la siguiente forma de proceder: la programación de los viajes se hará en el Comité Ejecutivo, que de cuando en cuando deberá considerar la oportunidad de aceptar las invitaciones que vengan de los Directores Nacionales. Un Secretario va en nombre de todos los demás, y es oportuno que tenga una visión de los problemas inherentes a cada obra y que dé un informe al Presidente, al Comité Ejecutivo y al Cardenal Prefecto. En general se rechazarán las invitaciones para estar presentes en aniversarios o en encuentros nacionales de las Obras Misionales Pontificias. Se entiende que puede haber un viaje por razones graves” (Memoria de la reunión del Comité ejecutivo, martes 08. 10. 2012). En cualquier caso, en lo que me atañe, programaré en los tiempos que me dejen libre los compromisos de la Congregación, la visita a las Direcciones Nacionales para comprender mejor y apreciar la labor que estáis haciendo, comprender sus dificultades y problemas, para sugerir después orientaciones adecuadas. De este modo tengo la oportunidad de conocer también a todos vuestros colaboradores, que están al servicio de la misión. Este año he participado personalmente en la reunión de los Directores Europeos en Lisieux, Francia. Después, en la reunión de las OMP en USA. En Alemania. Además siendo también Secretario adjunto de la CEP, he tenido que hacer viajes a algunas diócesis.

Soy además Presidente de la Domus Missionalis. Tengo por tanto que agradecer al Director de la Domus la comunicación continua y constante de la situación y los problemas de los colegios pontificios que nos ha confiado el Santo Padre. Poco a poco he conocido los problemas que desde hace años afectan a las OMP, entre los cuales: • Las dificultades económicas para financiar de modo adecuado los Colegios Pontificios, ante la disminución de las ofrendas. • Financiación de las Nunciaturas – problemas de los indultos – iglesias orientales. • La revisión de la política de Subsidios Ordinarios. • La relación entre ser universales y locales de las OMP, con todos los problemas que de ello se derivan. • Dificultades legales en el envío de las ofrendas a Roma o fuera del propio Estado. Todo esto ha sido ya materia de consideración del Cardenal Prefecto. Será también materia de atento estudio por parte de esta Asamblea. Como se ve, se trata exclusivamente de materia económica, bajo la que, es cierto, subyace una concepción de la política distributiva de las ofrendas, y, en último análisis, del mismo Estatuto de las OMP. Creo que para el futuro nos espera un estudio serio que analice y dé soluciones a estos problemas. Este es el trabajo que nos espera en esta Asamblea. Pero nosotros no podemos nada si no es en Aquel que nos da fuerza. Creo que debemos ser siempre muy conscientes de que la Iglesia y nosotros con la Iglesia, no estamos a la par de la misión que se nos ha confiado. Y sólo con la venida del Espíritu sobre ellos, los Apóstoles se presentaron en el ágora de Jerusalén para anunciar la salvación de Dios en Cristo muerto y resucitado. Sólo en la potencia del Espíritu podemos desarrollar nuestra misión. Roma (Salesianum) 13 de mayo de 2013

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