Educar para la Convivencia. en la no violencia

Educar para la Convivencia en la no violencia Eruviel Ávila Villegas Gobernador Constitucional Raymundo Edgar Martínez Carbajal Secretario de Educac

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Educar para la Convivencia CENTROS DOCENTES
Educar para la Convivencia CENTROS DOCENTES 1 Edita: Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha Consejería de Educación y Ciencia Coordinación: Di

Educar las emociones. Educar para la vida
UNIVERSIDAD DE PLAYA ANCHA. PROGRAMA DE DOCTORADO EN POLÍTICAS Y GESTIÓN EDUCATIVA. CULTURA ORGANIZACIONAL PROFESOR: DR. José Antonio López y Maldonad

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Educar para la Convivencia en la no violencia

Eruviel Ávila Villegas Gobernador Constitucional Raymundo Edgar Martínez Carbajal Secretario de Educación Juan Manuel Mondragón Ruiz Director General de SEIEM J. Gerardo Hernández Hernández Director de Educación Superior de SEIEM EDUCAR PARA LA CONVIVENCIA EN LA NO VIOLENCIA DR© SEIEM Profesor Agripín García Estrada No. 1306, Col. Santa Cruz Azcapozaltongo, C.P. 50030, Toluca de Lerdo, Estado de México. ©SEIEM, Dirección de Educación Superior www.seiem.gob.mx/web/e1_edsu/ Impreso en México Diseño Gráfico: Diseñarte / D.G. Mónica Galván Saldaña Artista: Rosa Amelia Dueñas González Correctoras de estilo: Blanca Leonor Ocampo / Ana Karen Flores Estrada.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.

Contenido Presentación

I

Equidad y Género

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Nuevas Manifestaciones de Violencia

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Isabel Elizalde Monzón

Irma Isabel Salazar Mastache

La Solución no Violenta de Conflictos

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Araceli Benítez Hernández

Educación para la Paz

47

Lizbeth Alvarado Flores

Trabajo Colaborativo

55

Ma. de Jesús Pelcastre Ledezma

Referencias Temáticas

63

Presentación

Rosa Amelia Dueñas González

“Reconstrucción” (1997)

Acrílico y tinta china s/cartón

Presentación

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n las últimas décadas, la sociedad ha experimentado cambios que han transformado las prácticas cotidianas y sus formas de relación. Las manifestaciones de intolerancia y diversas crisis se hacen presentes en la vida de las personas; la paz en la sana convivencia parece estar en riesgo. Por eso consideramos que este es el mejor momento para conocerla, reflexionarla, analizarla y hacer de ella un nuevo estilo de vida. En este marco, las innovaciones educativas se presentan como un espacio crucial para anticipar respuestas a nuevos desafíos y para generar soluciones educativas ante las nuevas problemáticas. El siglo XXI plantea nuevos temas a reflexionar tales como: mediación de conflictos, emergencia de nuevos valores juveniles, agresiones intraescolares, violencia online o cyberbullying, autoflagelación, sexting, aceptación de las diferencias, igualdad de oportunidades, inclusión, p l u r a l i s m o , reconocimiento de los derechos en el otro, transformación de violencias por convivencias pacíficas, responsabilidad social, democracia participativa, sustentabilidad, interculturalidad y multidisciplinariedad educativa, entre otros. Es en este contexto que surge Educar para la convivencia en la no violencia, para dar a conocer ciertas reflexiones académicas e investigaciones en torno a nuevas formas de violencia escolar, educación intercultural para la convivencia pacífica, conflictos escolares, educación para la paz, estudios de género y trabajo colaborativo. Estas nuevas miradas teóricas, metodológicas y filosóficas, buscan dar diferentes respuestas desde otras perspectivas a problemas que han existido casi de manera permanente en el ejercicio de la educación y al mismo

Presentación

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tiempo, buscan recuperar el valor de la humanidad para hacerle frente a los retos del futuro desde el aprendizaje de una cultura universal y desde la aceptación de las diferencias. Educar para la convivencia en la no violencia, es una nueva forma de abordar a la educación, es una propuesta y una alternativa de mejora para la convivencia escolar. El propósito es concientizar y sensibilizar a la comunidad educativa, a los padres y madres de familia y a la población en general, sobre la importancia de una adecuada convivencia escolar libre de violencia.

II

La educación es un elemento indispensable para la construcción de una sociedad basada en la no violencia; sin embargo, son necesarias también prácticas formativas innovadoras con apertura frente a la problemática del contexto mundial, a fin de preparar a generaciones jóvenes para enfrentar las nuevas formas de violencia, conflictos y manifestaciones de intolerancia, de una manera creativa, constructiva y armoniosa. Desde esta perspectiva, el fenómeno educativo se considera cada día más complejo. Por ello, su análisis, planeación y práctica requieren de la inclusión de aspectos y elementos distintos que generen un nuevo perfil en profesores y estudiantes. Esta monografía temática ofrece alternativas de mejora y transformación en torno a educar para la convivencia en la no violencia, a partir de la estructura de ensayos y reflexiones que lo componen, en apariencia diferentes, pero afines en la realidad y necesarios en su aplicación. El interés de esta obra es sumar a la educación elementos que contribuyan a la fortaleza de la convivencia escolar.

Presentación

Isabel Elizalde Monzón aborda lo que considera “Equidad y Género” a partir de considerar que la estructura social está condicionada por las diferencias de sexos, lo que biológicamente es un hecho natural, no lo es como tal. Los grupos sociales formados por hombres y mujeres determinan las actividades familiares y económicas, así como las condiciones de empleo organizadas en relación con lo femenino y lo masculino. Para Elizalde Monzón todas estas acciones estructuran el orden social. Este escrito presenta algunas alternativas y propuestas de actividades con la intención de propiciar condiciones más democráticas e igualitarias en el aula y evitar así, actos de violencia. Irma Isabel Salazar Mastache hace un análisis con relación a las “Nuevas violencias escolares (bullying, cyberbullying, autoflagelación y sexting)”, para contextualizar los nuevos escenarios de conflictos escolares; plantea la educación intercultural para la paz como una alternativa pedagógica que permite el reconocimiento a la diversidad escolar, la apertura al diálogo y el reconocimiento de los derechos en el otro diferente. De acuerdo con la autora, una característica de la interculturalidad para la paz es el estudio de todas aquellas manifestaciones de intolerancia que puedan desencadenar conflictos entre alumno-alumno y profesor-alumno, de ahí la importancia en reconocer la interculturalidad que existe en las aulas de clase. Araceli Benítez Hernández presenta un trabajo titulado “La solución no violenta de conflictos”, en el que considera al conflicto como un elemento inherente al ser humano. En este escrito se reflexiona sobre la escuela como espacio donde se presentan conflictos que alteran el clima de cordialidad en el ámbito educativo. Por ello, conviene analizarlo con el fin de identificar el

Presentación

III

camino que puede seguirse para su atención y resolución. Para Lizbeth Alvarado Flores la “Educación para la paz” tiene que ver con integrar otros valores como: democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia armónica, justicia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad, apego a la legalidad, entre otros. Educar para la paz, es fomentar la acción individual en el microcosmos escolar y en el macrocosmos de las estructuras sociales. La educación para la paz es una responsabilidad compartida tanto a nivel personal como social y debe ser considerada, además de un propósito de la escuela, como una opción de vida viable que debe ser construida cotidianamente. Según la autora, el propósito de este tipo de educación debe ser la formación integral de individuos que coadyuven a la construcción de una sociedad más armónica.

IV

Finalmente, María de Jesús Pelcastre Ledezma, señala que el “Trabajo Colaborativo” en el aula requiere de la conformación de ambientes de aprendizaje y de propuestas de intervención específicas que favorezcan el desarrollo de competencias y habilidades de aprendizaje a lo largo de la vida. La autora considera que el trabajo colaborativo es necesario en el ámbito educativo porque su objetivo está orientado a la obtención de resultados específicos, lo que significa que los alumnos, en cada uno de los grupos de trabajo, tengan claridad acerca del qué, cómo, cuándo, dónde y con qué van a obtener el resultado. Para lograrlo, la autora sugiere incorporar formas creativas de organizar la enseñanza como proyectos y talleres. Estas colaboraciones temáticas de profesoras distinguidas, se suman al esfuerzo conjunto de Servicios Educativos Integrados al Estado de México, a través de la Dirección de Educación Superior, para hacer posible la primera

Presentación

edición de este material con la finalidad de contribuir con las acciones que se emprenden desde las instituciones educativas para la prevención y supresión de la violencia, en todos sus niveles y modalidades. Se invita a los docentes a reflexionar sobre las prácticas en el aula y sobre la necesidad de generar ambientes de aprendizaje que propicien el desarrollo pleno de los alumnos. Recordemos que en los niños, niñas y adolescentes está la sabiduría, la razón y la amistad, porque en ellos las fronteras no existen y tampoco los rencores ni los odios. En ellos está lo que necesita el mundo: el futuro, el amor y la esperanza. Motivemos a los estudiantes a creer en sí mismos y en su país, por encima de todo, para que no dejen morir sus sueños, por adversas que parezcan las circunstancias; a que den lo mejor de sí, y a no permitir que opiniones desfavorables los disuadan de luchar por sus metas, para que así, llegue pronto el día en que podamos despertar en el México que tanto anhelamos. J. Gerardo Hernández Hernández Director de Educación Superior

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Equidad y Género Isabel Elizalde Monzón

Rosa Amelia Dueñas González

“El baúl de mi abuela” (1997) Collage.

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a estructura social está condicionada por las diferencias de sexos, lo que biológicamente es un hecho natural, no lo es como tal. Los grupos sociales formados por hombres y mujeres determinan las actividades familiares, económicas y las condiciones del empleo, organizadas en acciones relacionadas con lo femenino y lo masculino, las cuales estructuran el orden social. El género.

Es el conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales construidas en la cultura y momento histórico, tomando como base la diferencia sexual. A partir de ello, se construye el concepto de masculinidad y feminidad, que determina el comportamiento, las funciones, las oportunidades, la valoración de hombres y mujeres, así como sus relaciones. Las categorías de género están asociadas a la construcción de la identidad (ser hombre o ser mujer), aparecen desde que naces y permanecen hasta que mueres. La primera categoría es la asignación y a partir de ahí se va construyendo la identidad y las representaciones entre femenino y masculino. Asignación de género. Inicia con la diferenciación de los genitales: pene o vagina. Identidad de género. Inicia su construcción entre los dos y tres años de edad, con el lenguaje; es anterior a la identificación de las diferencias anatómicas entre los sexos. Rol de género. Se forma con el conjunto de normas y prescripciones que dicta la sociedad y la cultura sobre el comportamiento femenino y masculino.

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Estereotipos de género. Son atributos o cualidades que se han fijado inherentes, inmutables y eternos. Régimen de género. Alude a las prácticas cotidianas que se desarrollan en el espacio público y privado, perpetuando y determinando el orden económico y cultural.

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Los espacios, las actividades y las tareas en la sociedad están determinadas en orden de género y establecidos por el mundo normativo y reglas formales implícitas en la sociedad, que se construyen y reproducen en instituciones, como la escuela, la iglesia, el hogar, entre otras; a partir de ahí se dan las diferencias sexuales del trabajo y también la discriminación, la violencia y el ejercicio del poder. Las prácticas y actividades de lo público y lo privado (lo público visto con un valor productivo y lo privado lo que se encuent ra en el hogar), son los espacios y tareas que van creando las relaciones sociales de poder y están asociadas al régimen de género. 1

La incorporación de las mujeres al mercado laboral ha producido cambios en los papeles que tradicionalmente han desempeñado, relacionados con el ingreso familiar y la toma de decisiones, esto ha permitido que las mujeres

1 Las mujeres son dueñas de sólo el 10% del dinero que circula en el mundo. Son dueñas del 1% de la tierra cultivada en el planeta. 2/3 partes de los 1 300 millones de pobres en el mundo son mujeres. 50% de las mujeres embarazadas en todo el mundo padece anemia (OMS). Son más expuestas a sufrir condiciones de pobreza, inserción temprana al mercado laboral, baja escolaridad e inicio temprano de maternidad/paternidad.

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ingresen a diversos ámbitos laborales, lo que significa que el diferente y jerarquizado papel de hombres y mujeres y las consecuencias de esta asignación de roles, dificultan enormemente las relaciones sociales. Las valoraciones de lo femenino y lo masculino que regulan la división sexual del trabajo, constituyen modos de significar las relaciones de poder, éstas afectan de manera distinta las relaciones sociales entre los géneros, se basan en las diferencias y dejan a las mujeres en lugares de subordinación en el orden económico, cultural y laboral. En términos generales, la subordinación de las mujeres ha provocado que sean objeto de discriminación y de violencia, esto aunado al contexto social; la situación de marginación hace más complejas las situaciones de violencia que se presentan. Violencia de género. Es el uso intencional de la fuerza o el poder físico, psicológico y económico contra otras personas o un grupo, causando con ello algún tipo de daño, lesión, incluso la muerte 2. La violencia basada en el género se refiere a una gama de costumbres y comportamientos en contra de niñas y mujeres, constituye la manifestación extrema de la discriminación y la desigualdad en una relación de poder y autoridad. Las mujeres en una situación de subordinación y dominación tienen como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto en la vida pública como privada. 2 La violencia ejercida contra las mujeres se ha destacado como un fenómeno extendido en diversos países, al grado que actualmente se estima que casi 1 000 000 000 de mujeres (una de cada tres) a nivel mundial, es víctima de violencia en algún momento en su vida.

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Los actos de violencia de género suponen que los hombres son superiores a las mujeres, la principal manifestación son las actitudes discriminatorias invisibilizadas socialmente. Esas creencias, normas y procederes determinan y forman la personalidad y los valores de los niños; compartidos socialmente. Son tramas de significación que gobiernan la conducta y haceres hacia una determinada forma. Las crecientes manifestaciones sobre el problema de violencia contra niñas, adolecentes y mujeres debe ser atendido para su erradicación y al mismo tiempo favorecer su desarrollo y bienestar conforme a principios de igualdad de género, es una tarea de la ciudadanía y la educación. La formación en el respeto y la tolerancia se ha convertido en un factor estratégico para promover el desarrollo y el bienestar social.

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Los estereotipos de género en la escuela. La educación, como el capital valoral de la familia, se enfrenta a una encrucijada frente a las exigencias de los enfoques de la formación cívica, planteados en los planes y programas de estudio, que no han respondido a las necesidades educativas y sociales. Se espera que la educación disminuya la cantidad de información a cambio de reforzar habilidades, destrezas, valores y actitudes que permitan a los educandos un mejor desarrollo y desempeño, así como el cambio en las relaciones de la familia y repercusiones en los sistemas escolares y sociales. El desempeño docente, sin ser el único, es uno de los factores de mayor incidencia en la calidad de la educación, se espera que responda a las exigencias de las familias, alumnos y compromisos profesionales.

Equidad y Género

La función docente, cada día más compleja, no está acompañada con las condiciones de trabajo que respondan a la urgencia impuesta por los fenómenos sociales, las maestras y los maestros carecen de las estrategias necesarias para resolver los problemas de los nuevos escenarios. Lo importante en las escuelas de educación básica no es sólo reconocer en el seno de las instituciones lo que sucede, sino poder transformarlo a partir del trabajo colaborativo; es imaginar alternativas de cambio y poner en marcha nuevas experiencias. Niños y niñas no se construyen como seres humanos únicamente en función de su sexo, pero sí en función de la identidad genérica en su carácter social (como deben actuar las personas en función de su sexo), determinada por patrones que no siempre corresponden a sus capacidades y deseos en todas las dimensiones de la vida (psíquica, social, corporal y política); se establece una jerarquía entre los individuos de acuerdo con su sexo. Por lo tanto, la escuela debe contribuir a no limitar las capacidades de los individuos, sean del sexo que sean, y a erradicar el sistema de dominio y subordinación entre lo masculino y lo femenino, que cada día está generando más desajustes debido a los cambios sociales y económicos que vivimos. La escuela tiene como tarea la construcción de sujetos autónomos, sin acciones de segregación por género, formar individuos capaces de decidir por sí mismos, enfrentarse a la realidad y tomar decisiones sobre sus deseos e intereses. Es importante que las y los profesores sean sensibles a un cambio de actitud hacia la existencia del sexismo en la escuela, especialmente reflexionar sobre su práctica docente, sobre las actitudes y actuares aparentemente normales (que contienen una alta carga sexista).

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Sugerencias para maestros y maestras. La educación democrática, como objetivo fundamental la educación básica, está orientada al desarrollo de habilidades sociales en la formación de los niños, niñas y jóvenes. Por lo tanto, es importante evitar trabajar en el aula aquellos contenidos que limitan la formación de un ciudadano o ciudadana con identidades y recurrir a modelos más equitativos e incluyentes, libres de violencia. Aquí se presentan algunas alternativas y propuestas de actividades con la intención de propiciar condiciones más democráticas e igualitarias en el aula y evitar actos de violencia.

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La propuesta presenta el trabajo para los niños y para las niñas sobre las prescripciones de género, jerarquiza la construcción de las identidades masculinas y femeninas. Aspecto: espacios de intimidad. Momentos de silencio: es necesario que los niños y las niñas se encuentren en una posición cómoda, en silencio, sin ninguna interrupción que pueda alterarlos. Interiorización de las sensaciones: los niños y niñas tienen que sentir y expresar sus sentimientos de una manera en la que se sientan seguros. Descubrimiento de su cuerpo: es importante que los niños y las niñas exploren su cuerpo para que puedan identificar como está constituido y de esa manera puedan ejercer su sexualidad.

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Responsabilidad en el cuidado de los objetos propios o ajenos: deben estar conscientes que los niños necesitan ser responsables en su cuidado personal, en todas sus pertenencias y en las de los demás. Respeto hacia las diferencias: el respeto se debe tener hacia las diferencias para que todos y todas puedan convivir de una mejor manera en un ambiente armónico. Trabajar la autoestima y el protagonismo: en casa, en la escuela y en espacios públicos para aprender a tomar decisiones. Trabajar la exteriorización de los deseos: ocupar más espacios donde pueda comunicar a través de juegos sus deseos, siendo protagonista en diferentes roles. Trabajar el miedo: experimentar con situaciones que impliquen un reto o que les causen miedo, esto con la finalidad de erradicar los límites que ellos mismos se imponen. Trabajar en la asertividad: Animar a las niñas a realizar actividades donde manifiesten sus convicciones, defiendan sus derechos y tomen decisiones. Aprender a decir no: en situaciones que no les gusten o sean desagradables. Aprender a cuidarse y cuidar a los demás: potenciar el respeto a sí mismos y hacia sus compañeras y compañeros.

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de Violencia Irma Isabel Salazar Mastache

Rosa Amelia Dueñas González

“El baúl de mi abuela” (1997) Collage

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n la actualidad, las reflexiones que refieren a la violencia dentro y fuera de la escuela, giran en torno al papel de las instituciones educativas y las formas en que estas pueden contibuir a su solución. Estudios recientes plantean una sociedad en la que prevalecen manifestaciones de intolerancia ante las diferencias del otro, aunado a ello, los medios de comunicación difunden noticias y sucesos de agresiones entre los menores de edad. Las intolerancias hacia el otro diferente se pueden considerar como el detonante principal de la violencia, ante esto, cualquier manifestación irrespetuosa en el plano de las ideas tiene consecuencias de discriminación y agresión. Desde esta perspectiva, es común encontrar en algunas personas, actitudes y prácticas de intolerancia frente a otros que son diferentes en lo religioso, en las preferencias sexuales o en el aspecto físico o económico. Es frecuente también, que los intolerantes procedan con agresiones físicas y verbales contra aquellos que no comparten su pensar y actuar, rechazando las diferencias, desconociendo los derechos del otro. Estos incidentes son considerados como escenarios ideales para provocar conflictos y violencias en las aulas de clase, también para practicar nuevas formas de hacer violencia al interior y exterior de las escuelas. Presentar algunas generalidades de lo que hoy son las nuevas manifestaciones de violencia y sugerir la mediación de conflictos como una alternativa de mejora para la convivencia escolar, es lo que se pretende en este escrito, el cual tiene como perspectiva de análisis a la educación intercultural para la paz.

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Manifestaciones de violencia. El problema de violencia en el ámbito escolar ha ido despertando un interés creciente a nivel mundial, ya que algunos de los problemas registrados en las escuelas se derivan de otros contextos…

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La familia, la violencia en la misma, el maltrato a los hijos, el impacto de la crisis en los últimos años, los cambios de estructura… la desigualdad social, la influencia de diversos factores como el embarazo, el crecimiento de familias monoparentales, los problemas económicos para el sostenimiento del hogar y el debilitamiento de los lazos sociales, producen estrés y se ve reflejado en la calidad de vida familiar y concretamente en los niños en su acceso a la salud y en su educación y formación (Bringiotti, 2008:17 y 20). Ante estos hechos reales, la violencia en la escuela se ha convertido en un fenómeno cotidiano, recurrente y constitutivo de la cultura escolar, pocos son los que se valen de no contar con alguna experiencia cercana o de contacto con ella (Velázquez, 2009:19). Aunque se dice que la violencia escolar siempre ha existido, también se ha transformado, hoy se suman a las ya tradicionales formas de hacer violencia entre los estudiantes, nuevas formas de violencia, algunas de ellas propias de los escenarios escolares, otras, propiciadas fuera de las instituciones educativas, pero que de algún modo se vinculan con estudiantes. Bullying. A pesar de ser considerado como la manifestación más elevada de violencia al interior de las instituciones educativas, no todo lo que pasa en las escuelas es violencia y no todas las violencias escolares son bullying.

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El psicólogo Dan Olweus es el primer estudioso del tema bullying. En 1973 comienza a preocuparse de la violencia escolar en su país Noruega y concentra su atención, a partir de 1982, en el estudio de este fenómeno a raíz del suicidio de tres jóvenes en ese año. A finales de los 80´s, Olweus desarrolla la definición para el acoso escolar o bullying, delimitando su concepto a la acción de cuando un estudiante es acosado o victimizado, o cuando está expuesto de manera repetitiva a acciones negativas por parte de uno o más estudiantes. Comenta el psicólogo,

que el bullying se traduce como: un comportamiento agresivo o querer “hacer daño” intencionadamente, un comportamiento agresivo que es llevado a término de forma repetitiva e incluso fuera del horario escolar, y como una relación interpersonal que se caracteriza por un desequilibrio real o superficial de poder o fuerza. Fuera del concepto de bullying, planteado por Olweus, cualquier otra manifestación intolerante o violenta que se presente al interior y exterior de las escuelas, o en algún otro espacio sociocultural en el que interactúen dos o más personas, pertenece a otros conceptos. Sin embargo, constantemente se han sumado características a la definición de bullying, y más aún, se ha empleado el término bullying fuera de los escenarios escolares, confundiendo el acoso escolar (bullying) con acoso o intimidación laboral (mobbing), o con la violencia entre profesor-alumno o alumno-profesor (violencia entre diferentes). Ante esta confusión derivada del propio término, se puede creer que peleas ocasionales o desacuerdos esporádicos entre estudiantes son bullying. De ahí, la importancia de indicar que el término bullying fue creado en otro país y que México tiene sus propias características, contextos y formas de violencia bajo situaciones y escenarios distintos. Si lo que se pretende es

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cubrir las necesidades emocionales de los estudiantes y darles seguridad, valdría la pena primero conocer cuáles son esas necesidades específicas y generar estudios o diagnósticos que permitan dar cuenta de la problemática actual para poder trabajar en su proceso de identificación y posibles alternativas de solución. Para no confundir al bullying con otras agresiones escolares es importante distinguir sus semejanzas y diferencias. Una de las semejanzas entre bullying y otras violencias son los comportamientos agresivos, físicos y verbales, y las manifestaciones de daño de manera intencionada entre los estudiantes.

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Sin embargo, la gran diferencia que distingue al bullying de cualquier otro tipo de violencia escolar, nos comenta Olweus, es el tiempo que dura la intimidación hacia la víctima, es decir, para que la intimidación común se convierta en bullying se requiere de periodos repetitivos y constantes que se extienden desde meses hasta años, tiempo en el que los alumnos que son víctimas sufren un desgaste emocional que los vuelve vulnerables. El fenómeno del bullying se caracteriza por ser una relación social en la que interactúan uno a varios acosadores, una víctima y los espectadores, pero se considera violento porque se presenta de manera constante y casi permanente en las víctimas, acosándolas aún fuera de la escuela y ocasionándoles un serio daño debido al desequilibrio de poder que existe entre agresor y agredido. Muchas veces, esa intimidación y acoso genera sentimientos encontrados entre los más vulnerables, baja autoestima e inseguridad, de ahí que las victimas de bullying se encuentren en completa indefensión. Ciberbullying. Las manifestaciones violentas en niños y adolescentes pueden incluir una amplia gama de comportamientos como: explosivos arrebatos de ira,

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agresión física, peleas, corrupción o amenazas. Esas actitudes y prácticas de intolerancia entre los estudiantes, no son nuevas, son prácticas que han acompañado a la mayoría de los alumnos desde décadas atrás. Lo que sí puede considerarse más que nuevo y novedoso es el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). En otras palabras, del vínculo entre violencias escolares y el uso de los medios telemáticos (internet, telefonía móvil, videojuegos, entre otros), surge el ciberbullying o la violencia online. De ahí, que el ciberbullying se defina como el acoso entre iguales en el entorno de las TIC, e incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos. Además de la adaptación del neologismo inglés (cyber-bullying) se utilizan en castellano otros términos para denominar al ciberbullying, combinando el prefijo ciber- o los adjetivos online o virtual con las palabras matonaje, matoneo o abuso, asociadas con la denominación de matones o abusones para los que efectúan el bullying. Así podemos encontrarnos con los siguientes sinónimos de ciberbullying: ciberabuso, cibermantonaje, cibermatoneo; abuso online, mantonaje online, matoneo online; abuso virtual, matonaje virtual, matoneo virtual. Además, en inglés también se utilizan e-bullying y online bullying (Ciberbullying, s/f). Es importante aclarar que así como el bullying se limita a la intimidación constante entre compañeros, el ciberbullying requiere que la víctima y el acosador sean menores de edad, menores en ambos extremos de la agresión, cualquier otra situación que no cubra estas características tiene que ver con otro tipo de ciberacoso. El uso de las TIC y lo online (en línea) tienen ventajas como acceder a información precisa en un mínimo de tiempo y generar comunicación visual y verbal entre personas que se encuentran separadas geográficamente. Pero, ¿qué pasa cuando descubres que algo online, lejos de agradar frustra y causa gran dolor por ser uno mismo o un ser querido

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el protagonista de escenas violentas, intolerantes y discriminatorias? Sucede que algunos adolescentes, jóvenes y niños enfrentan una cruel realidad que sobrepasa sus límites de miedo y angustia. Las víctimas de ciberbullying viven y sufren en silencio esta violencia porque no la denuncian ni en sus hogares ni en sus escuelas. A pesar de que se dice que la violencia entre estudiantes siempre ha existido, el uso del internet combinado con dispositivos móviles y con la violencia escolar ha tenido consecuencias que lamentar. En el mejor de los casos las víctimas de ciberbullying se encuentran atrapadas y se creen sin salida porque las escenas violentas que protagonizan ya no se limitan a escenarios escolares, ahora son escenas crueles vistas y comentadas en las redes sociales. Lo que significa que quedan expuestas sin límites, sin tiempos y sin espacios específicos, sin tener a alguien a quien pedir una explicación o sin saber a quien denunciar para exigir justicia.

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El anonimato y la no percepción del daño que se hace a las víctimas permiten que el ciberbullying se considere aún más grave que el bullying, aunque también existe la probabilidad de que las prácticas de bullying terminen en las redes sociales. Autoflagelación. La autoflagelación, también conocida como autolesión o automutilación, suele comenzar en la adolescencia y es cualquier daño realizado por una persona sobre su propio cuerpo sin la intención de suicidarse. Tal pareciera que quienes la practican quisieran provocarse heridas y dolor, pero desde su perspectiva, la acción de autolesionarse les genera alivio y desahogo ante la soledad, la violencia, la depresión y la tristeza que sienten algunas de las víctimas.

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Desde hace algunos años especialistas en el tema desarrollan una investigación para encontrar las causas que llevan a los estudiantes a autolesionarse. Los trabajos teóricos y clínicos indican que, primeramente, la autolesión constituye una estrategia para regular las emociones. También cumple con el papel de solicitar ayuda a los demás (Matey, 2009). Moïra Mikolajczak, especialista en el tema, comenta que los mecanismos ...por los que se produce la automutilación todavía no están claros, pero parece que funciona a través de tres trayectorias: la anulación de las emociones no deseadas [como fórmula para distraerse de sentimientos intolerables]; su materialización [hacer que la emoción se convierta en dolor tangible] y su transformación [la autolesión provoca la relajación de endorfinas, lo que ocasiona cierta 'analgesia' que provoca una sensación de bienestar] (Ibídem). A primera vista puede asociarse esta práctica violenta con cuestiones netamente psicológicas, pero también debe ser atendida desde la antropología social, encargada de estudiar el comportamiento humano en sus distintos escenarios a partir de las relaciones sociales, culturales y escolares. Según investigaciones, la autolesión es una práctica violenta que puede iniciarse entre los 12 y 14 años de edad y continuar hasta la etapa adulta. Se considera una práctica que de manera común realizan las víctimas al interior de sus casas, efectuando cortes en aquellas partes del cuerpo difíciles de detectar por el ojo de los adultos (piernas, brazos, cuello, abdomen).

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Sin embargo, los jóvenes no quedan exentos de ser descubiertos y de manera general, y lamentable para ellos, la primera reacción de los adultos es el miedo y desconcierto, mismos que manifiestan con reacciones violentas. Esa violencia lejos de ayudar a quienes se autolesionan, provoca que se incremente su culpa y angustia, generando un distanciamiento más agudo entre víctimas y familiares. Las prácticas de autoflagelación en los jóvenes estudiantes son más frecuentes de lo que se piensa, cada vez es más común encontrar en horarios de clases a estudiantes causándose algún daño en su persona, que va desde los rasguños y pellizcos constantes hasta efectuar cortes en brazos o piernas. Por ello es importante que los profesores y profesoras estén al pendiente de lo que su sucede con sus alumnos aunque aparentemente este en calma y silencio.

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Aunque la autoflagelación no es algo que pueda solucionarse en la escuela, puede detectarse. La base del diagnóstico y la recuperación depende del compromiso de la familia y de los docentes. Sexting. De la contracción de las palabras sex (sexo) y texting (producir textos) surge el sexting, considerado como el nuevo fenómeno violento entre estudiantes (Lulusaly01, 2010). Por su condición se coloca sobre todas las violencias entre estudiantes, incluyendo las violencias virtuales. El sexting se ve favorecido por dispositivos móviles con capacidades avanzadas en manos de niños y jóvenes deshumanizados ante el dolor ajeno o poco conscientes del daño que, a corto o mediano plazo, puede provocar en su persona, o en la de su víctima, la difusión de ciertas imágenes, consideradas por algunos como pornografía.

Nuevas Manifestaciones de Violencia

El sexting, se propaga a través de redes sociales, distribuyendo fotografías y videos en los que se exhiben niños, adolescentes y jóvenes desnudos o semidesnudos. En algunas ocasiones bajo estado de ebriedad y en otras, mientras duermen. Lo violento y casi deshumano de este tipo de violencia online, va más allá de mostrar el cuerpo desnudo o semidesnudo sin autorización de las víctimas, lo realmente grave, es que esas imágenes que hoy saturan las redes sociales tuvieron que haber sido tomadas por algún compañero, amigo o familiar de la víctima y subidas a la red sin su consentimiento, pero con toda la intención y consciencia del alcance de su difusión. También existe aquel sexting producido por las mismas personas que se exhiben a manera de concurso, coqueteo o seducción. Es decir, algunos menores de edad encuentran atractivo desnudarse ante una cámara web, incluso crean páginas en las que suben sus propias fotografías y videos desnudos o semidesnudos para someterlas a concurso, lo que deriva en diversos comentarios entre los visitantes virtuales. Este nuevo fenómeno que se dispersa como pólvora al mezclar sus dos principales componentes: adolescentes y tecnología, genera dramas cada vez más frecuentes entre las víctimas. Algunos adultos no saben cómo abordar esta violencia online, debido a que de manera legal no procede porque se trata de imágenes sexuales de menores producidas por menores de edad. De manera académica se podrá abordar haciendo conciencia entre los alumnos de los daños que causan esas acciones en las víctimas. El sexting se genera entre menores de edad; cuando la interacción virtual es provocada por la influencia de uno o más adultos, que a base de engaños logran que algunos menores accedan a despojarse de su ropa sin saber que están siendo grabados del otro lado del cristal, este fenómeno es conocido como grooming.

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Los niños se comportan como niños, piensan como niños y actúan como niños, así también en el escenario de ciertos adolescentes que no miden las consecuencias de de sus actos. Por ello, es necesaria la supervisión de adultos, incluso dentro de los hogares, al momento de hacer tareas escolares, de chatear con sus amistades o de salir con sus amigos. Recordemos que el sexting o el grooming no requiere de una computadora o una conexión a internet, tan sólo requiere de un dispositivo móvil que incluya cámara fotográfica o de video, bluetooth, infrarrojo o wi-fi, y la mayoría de los videojuegos portátiles y teléfonos celulares que hoy usan los menores de edad cumplen con esos requisitos. Dating Violence.

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Término que se refiere a la violencia en el noviazgo, a las formas extremas de control que existen en medio de las relaciones sentimentales y al comportamiento agresivo que llega a presentarse en las relaciones afectivas. Se entiende como el empleo de palabras obscenas, abuso verbal, emocional, físico o sexual, uno a la vez o en conjunto, que imposibilitan el ejercicio de la libertad, autonomía o libre albedrío en sus víctimas. Este tipo de violencia entre pares, se identifica como imposición al determinar el tipo de prendas que debe vestir su pareja, la hora en la que debe llegar a casa o el círculo de amistades por el que debe rodearse; también se manifiesta con abuso verbal o emocional, traducido en celos, menosprecio y exclusión. En el aspecto físico, sobresalen los empujones, puñetazos o bofetadas. En el aspecto sexual, obligar a la pareja a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad y la prohibición de utilizar medidas anticonceptivas.

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Esta violencia se puede presentar en menores y mayores de edad y en distintos grados o dimensiones, algunos con desenlaces fatales, de ahí la importancia de saber identificarla a tiempo. Happy Slapping. En su traducción, “felices cachetadas o bofetadas”, esta acción se refiere a filmar actos violentos, provocados en su mayoría por jóvenes. Hasta el momento se limitan al sector social, fuera de los espacios escolares, y por lo general consiste en que un grupo de jóvenes provoca determinadas violencias a terceros, mientras son filmadas por el resto de los integrantes para luego subirlos a las redes virtuales. Es muy común encontrar en internet videos en los que de manera intencional algunos jóvenes empujan a personas que cumplen con su trabajo disfrazadas con botargas y que son agredidas inesperadamente. También existen videos en los que jóvenes, en el afán de ser aceptados en determinado grupo social, cometen delitos y se dejan filmar por sus compañeros para dejar testimonio de su valentía. El fenómeno empezó hace cerca de un año, cuando jóvenes pobres de los suburbios parisinos comenzaron a registrar sus asaltos y robos para poder demostrarle a las bandas que merecían ser aceptados. Era una especie de novatada: si quieres entrar a la pandilla y ganarte el favor del líder, les dicen, demuéstranos que tienes sangre fría y filma un asalto (Andrés Pascoe, 2006). Sextorsión. El término se deriva del uso de dispositivos móviles y telemáticos de los

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que se vale el victimario para chantajear a personas y convertirlas en víctimas. No es requisito fundamental que el victimario filme determinados actos o escenas eróticas y sexuales, porque puede obtenerlos vía internet, bluetooth, infrarrojo o wi-fi. El objetivo de esta violencia no es la difusión de imágenes sexuales, sino obtener aquello que desea el victimario. Se trata de obligar a la víctima, a través de la utilización de violencia o intimidación, a que realice actos o acciones en contra de su voluntad o principios. Los victimarios pueden ser menores o mayores de edad y muchas veces no dan la cara a sus víctimas. Conclusiones y recomendaciones.

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Algunas de las violencias generadas en torno a las instituciones escolares y entre los estudiantes sobrepasan los límites de los docentes y de los adultos, quienes muchas veces no saben qué hacer frente a estas nuevas manifestaciones de violencia. Los casos de conflictos y violencia que se generan en las escuelas son múltiples, diferentes y diversos. Distintos en su desarrollo, gravedad y complejidad. Pero, hay algo que tienen en común y es el hecho de que ocasionan malestar y descontento a los involucrados. El papel que juegan los docentes ante las violencias cotidianas de sus aulas es crucial para detectar a las víctimas de acoso o intimidación Los profesores deben intervenir cuando crean que es necesario, al identificar que algunos de sus alumnos sufren de violencia o cuando identifican al acosador. Charlar con las víctimas de intimidación, acoso o chantaje, hacerles saber que no están solos e inspirarles confianza para que denuncien en casa y en

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la escuela aquellas manifestaciones violentas, es una acción fundamental para combatir la intimidación. Concientizar a los alumnos para que no se presten como observadores de actos violentos dentro o fuera de la escuela, y dejen de alentar al acosador, debido a que sus aplausos y gritos con frases de admiración motivan a que la violencia continúe. Si en lugar de elogiar al acosador lo ignoran y lo denuncian con sus profesores, entonces estarán colaborando para que la violencia disminuya. Recordemos que muchas veces los chicos bull o agresores buscan llamar la atención de sus compañeros valiéndose de actos violentos como el bullying. Sin embargo, estudios recientes han revelado que los agresores son personas a las que, en algunos casos, les falta cariño y atención. Los profesores deben trabajar para aumentar la autoestima de sus alumnos, sólo así la vulnerabilidad de las víctimas será transformada en seguridad, esta seguridad es la que hace posible que los alumnos no crean las calumnias ni caigan en chantajes de los agresores. Es de suma importancia que el profesor no cuestione la veracidad de los hechos que algunos de sus alumnos le confiesan, porque es muy difícil que las víctimas se animen a hablar de las situaciones violentas que sufren, en lugar de cuestionar debe escuchar para que se sientan satisfechos de haber contado e insistir de manera repetitiva que ellos no son culpables de los abusos que los atormentan. Ante las nuevas violencias escolares es importante comentar que la educación básica no necesariamente se reduce a enseñar al ser humano a que aprenda a leer y escribir, sino que dicha educación debe formar en los alumnos las actitudes necesarias que eviten que los estudiantes sean víctimas, victimarios u observadores de éstas.

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Si bien, es importante que los adultos intervengan para dar solución a las nuevas violencias y conflictos entre menores, es más importante que se reconozca que las actitudes violentas manifestadas por los agresores, la vulnerabilidad de los agredidos y la pasividad y conformismo de los testigos, es sólo una de las consecuencias de la poca o mucha atención que reciben los estudiantes en sus diversos entornos. Por ello, los menores no merecen ser parte del problema que ellos no generaron y tampoco merecen que los adultos les enseñen a solucionar la violencia con acciones violentas. En casa se debe reforzar la confianza y seguridad de los menores. Se debe hablar de las nuevas manifestaciones de violencia y hacer ver a los menores que, en caso de ser víctimas, platiquen, tengan confianza y cuenten lo que sucede en la escuela.

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Los padres, madres o tutores de los estudiantes, deben lanzar preguntas disparadoras a modo de que los alumnos describan un día de clases. La pregunta común ¿cómo te fue en la escuela? se puede acompañar de otras que describan distintas escenas y escenarios, por ejemplo: ¿qué te dijo hoy el profesor?, ¿a quién reportaron tus profesores?, ¿qué hiciste tú cuándo el maestro entró al salón y no te encontró en tu lugar?, ¿a quién le gritó el profesor?, ¿a quién o a quienes castigaron sin receso o recreo? Estas y otras preguntas propician que los menores estudiantes comiencen a revelar sucesos con los que dan a conocer el panorama escolar en el que están inmersos. Por su parte, las autoridades educativas preocupadas por identificar y erradicar el bullying de las escuelas, trabajan con distintos planteamientos y posturas, pero antes de ponerse en marcha los nuevos planes y programas de prevención y solución del bullying y otras manifestaciones

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de violencia, se debe reflexionar que cualquier programa de prevención e intervención en contra de fenómenos como bullying, ciberbullying, autoflagelación, sexting, grooming, sextorsión, dating violence, happy slapping, entre otras, se realicen al interior de espacios educativos, que tienen que ver con la formación de humanos. Por eso, no se trata de reprimir, sancionar o privar de la libertad a las personas involucradas como víctimas, victimarios o espectadores, sino de promover, elementos que contribuyan a la aceptación de la diversidad cultural y al reconocimiento de la diferencia en el otro diferente. Se trata de incorporar en las aulas de clase relaciones interculturales en donde todos se reconozcan como diferentes y en donde todos sepan a qué tienen derecho, porque sólo así podrán reconocer los derechos en el otro. Desde la perspectiva de análisis de los estudios para la paz, las manifestaciones intolerantes y violentas que se presentan en la cotidianidad escolar representan oportunidades de transformación a partir de la concientización, del diálogo y de la mediación de conflictos. La educación para la paz busca reconocer al otro como diferente a nosotros y demostrar que, independientemente de las diferencias, se pueden construir distintos escenarios en donde lo que se aprenda se pueda aprovechar y visualizar en problemática común, en convivencia de respeto y reconocimiento pacífico. De esta manera podemos revertir las condiciones violentas que se nos presentan a manera de una paz imposible, a condiciones de paz activa, sin violencia, que prometa ser duradera en tanto afecte de manera importante y positiva la cotidianidad de los alumnos y profesores, mismos que incidirán en la familia y la sociedad en general.

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Se considera que los estudios para la paz tienen coincidencias en la preocupación por el problema de la formación en libertad y el trato equitativo desde las diferencias, no desde la homogenización en la educación en general, que limita, obstaculiza y no permite la toma de conciencia suficiente para desarrollar un pensamiento crítico en el terreno de la educación básica

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Para la educación intercultural para la paz la violencia puede ser abordada desde antes de convertirse en conflicto. Es decir, se intenta prevenir el conflicto con el ejercicio de diálogo intercultural y constante, diálogo que debe ser mediado por un tercero. La función del mediador de conflictos es hacer que los involucrados se escuchen en el marco de respeto y de tolerancia intercultural para negociar el conflicto de manera equitativa, a fin de que ambas partes estén dispuestas a perder algo para ganar estabilidad y tranquilidad. Los conflictos, desde esta perspectiva, pretenden detener la violencia y la agresión física, verbal y simbólica entre los implicados y considera a los procesos de negociación como los facilitadores de la transformación del conflicto en relaciones pacíficas. Cualquier conflicto invita a mediar y negociar, a escuchar y respetar, a entender y proponer nuevas formas de convivencia entre las personas. Dicho de otro modo, la educación intercultural para la paz, trabaja para modificar las causas que dieron origen a los problemas porque considera que de no ser así, difícilmente se resuelven los conflictos.

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La solución no violenta de conflictos

Araceli Benítez Hernández

Rosa Amelia Dueñas González

“Mirilla” (1999) Técnica Mixta

La solución no violenta de conflictos

U

na característica identificada en los grupos humanos y que condiciona su desarrollo son los conflictos.

El conflicto es identificado como un elemento inherente al ser humano, se pueden rastrear sus orígenes a través de la historia; se sabe de trances que marcaron el rumbo de las sociedades, por ejemplo: las Cruzadas, la invasión de Roma a Grecia, la Revolución Francesa, las dos guerras mundiales, etc. A lo largo de la evolución podemos encontrar situaciones que han cimentado la idea de que el conflicto está directamente relacionado con guerras, violencia, agresiones y en casos extremos la muerte. Haciendo una breve reseña histórica, se observa que los primeros hombres, cuyas necesidades principales eran la alimentación, la procreación y la conservación del territorio, se organizaron en grupos más o menos numerosos como estrategia para sobrevivir, repeliendo la presencia amenazadora de otros que se encontraban en las mismas condiciones. Sin embargo, el encuentro entre los humanos resultaba esporádico debido a su condición nómada y a las grandes distancias que los separaban, entre otras cosas. No obstante, el crecimiento constante de la población, el desarrollo de los procesos productivos y como consecuencia, el cambio en el esquema de necesidades, redundó en que al interior de los grupos, algunos de sus miembros diferían en ideas, intereses y puntos de vista, es decir, se presentaron conflictos que poco a poco fueron creando divisiones internas y dispersión de sus integrantes, quienes a su vez conformaron nuevos grupos que fueron poblando la tierra. Según el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, la palabra procede de la voz latina conflictus que significa lo más recio de un combate.

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Punto en que aparece incierto el resultado de una pelea. Antagonismo, pugna, oposición, combate. Angustia de ánimo, apuro, situación desgraciada y de difícil salida. Implica posiciones antagónicas y oposición de intereses.

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Actualmente, existe un consenso hacia reconocer la neutralidad del conflicto, teniendo como base lo anterior, se puede decir que el conflicto es el proceso que inicia cuando una de las partes involucradas percibe o “siente” que sus intereses, ideas, deseos, opiniones o puntos de vista están siendo afectados o que existe el peligro de que sean dañados. En este sentido, entre los individuos participantes existe un mecanismo de comunicación en alguna de sus diferentes manifestaciones: verbal, escrita, corporal, etc., que hace que alguien interprete que se encuentra en una situación de riesgo, es decir, no son buenos ni malos y son referidos a la cotidianidad de la vida en lo colectivo, se asocian con situaciones que pueden generar procesos de crecimiento individual y/o grupal en tanto son vistos como espacios que posibilitan el diálogo, la disertación, las negociaciones y los acuerdos. Asimismo, se considera que son sus efectos o consecuencias los que determinan que un conflicto sea considerado funcional o disfuncional. Conflictos funcionales. Son aquellos cuya intensidad puede considerarse moderada, por su naturaleza mantienen y mejoran el desempeño de las partes ante la toma de decisiones sobre una actividad propia de la organización, la confrontación de ideas puede promover la creatividad, fortalece la toma de decisiones compartidas, la corresponsabilidad, etc.

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Conflictos disfuncionales. Contrario a lo anterior, existen conflictos que tensionan las relaciones de las partes, a tal nivel que pueden afectarlas severamente, limitando o impidiendo la convivencia armoniosa. Generan estrés, descontento, desconfianza, frustración, temores y deseos de agresión, entre otras cosas; afectan el equilibrio emocional y físico de las personas, reduciendo su capacidad creativa, nivel de participación y su desempeño. Además de la trascendencia, la importancia o el impacto social, al analizar los conflictos, pueden identificarse las siguientes constantes: 1. 2. 3. 4.

Existe más de un involucrado. Se presentan intereses opuestos. Los implicados sienten o perciben una amenaza. Existe un objeto de discordia.

Existen por lo menos tres corrientes teóricas que buscan dar explicación a la presencia de conflictos en las relaciones humanas. El enfoque tradicional. Tuvo vigencia durante la primera mitad del siglo XX, sostenía que todo conflicto es nocivo, que es sinónimo de violencia, destrucción e irracionalidad y que, por eso, es necesario evitarlo debido a sus efectos negativos en las personas y en los grupos.

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Este enfoque considera que para resolver los conflictos hay que atacar la mala comunicación y la falta de franqueza y de confianza entre los sujetos, pues en ellas encuentran las causas de las diferencias. El enfoque de relaciones humanas. Surgió a mediados del siglo pasado y sostiene que la presencia de conflictos en las relaciones humanas es una condición natural, por tanto es inevitable, lo que exige aceptarlo como tal. Este punto de vista considera que las diferencias no siempre son malas o negativas y que pueden ser beneficas para el desarrollo de personas y los grupos. El enfoque interactivo.

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Sostiene que el conflicto es algo natural y que debe ser recuperado como un elemento que fortalece el desarrollo de las personas y, en consecuencia, es conveniente fomentarlo. En esta lógica se considera que los grupos inalterables y pasivos tienden a ser estáticos y no responden a las necesidades de cambio e innovación. Es recomendable estimular el conflicto en un grado tal que estimule la convivencia, la creatividad, la reflexión, la eficiente toma de decisiones y el trabajo en equipo. Sugerencias para maestros y maestras. Las escuelas son espacios donde cotidianamente se presentan conflictos que alteran el clima de cordialidad en el que deberían realizarse los procesos educativos, por ello, conviene analizarlos con el fin de identificar el camino que puede seguirse para su atención y resolución, teniendo en mente que este

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estudio detallado es lo que hace que se presenten como una permanente oportunidad de crecimiento. En primer lugar, reiteramos que el conflicto debe ser visto como algo dinámico, como un proceso vivo que tiene un sentido práctico y, además de ser una herramienta de conciliación entre los involucrados, es un espacio que favorece el desarrollo de habilidades y valores de los alumnos, por ejemplo: identificar situaciones de conflicto, la escucha atenta, la consideración de los sentimientos, los valores y los deseos de los otros, el reconocimiento de objetivos más importantes que los propios, la toma de decisiones y el actuar con apego a la legalidad. En la escuela, los docentes a cargo de la formación de los alumnos debemos reconocer que una situación conflictiva es resultado de una serie de circunstancias previas que, cuando las identificamos a tiempo, permiten dirigir el conflicto a una zona manejable o, en su caso, intervenir para evitar que trascienda en formas violentas que pongan en riesgo la seguridad e integridad de la comunidad educativa. Generalmente en la solución de los conflictos pueden identificarse tres etapas importantes. 1. El reconocimiento y delimitación del conflicto. Cuando sucede una circunstancia no necesariamente se presenta un conflicto, por lo menos en el sentido positivo que hemos estado manejando. Para que una situación pueda ser recuperada como un espacio de convivencia que potencíe el crecimiento y desarrollo personal, es necesario que sea reconocida en esos términos por los involucrados. Cuando percibimos que un hecho nos afecta, surgen sentimientos y emociones que nos alertan, disponiéndonos a

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atenderlo con el fin de evitar daños mayores. Podemos decir que reconocer que el conflicto existe es un momento crucial para su solución, pues de ello dependen las estrategias que se aplicarán, así como los resultados esperados. En este sentido, es necesario delimitar el conflicto con el fin de abordarlo adecuadamente, por ello es recomendable:

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a) Reconocer a los involucrados. Conocer a los involucrados trasciende al hecho de saber cuántos y quiénes son. Reconocerlos resulta importante en tanto los visibiliza y los sitúa en el estatus de protagonistas, les da voz y los valora como interlocutores, lo que supone su participación en la solución no violenta del conflicto; de esta manera, el punto de partida es reconocer a todos los interesados como sujetos activos, detentadores de derechos y con capacidad de diálogo. En esta lógica resultan relevantes las posturas flexibles y democráticas y la noción más o menos profunda que los docentes tienen de cada uno de los alumnos o grupos, ya que pueden identificar las creencias y los valores que los motivan. b) Analizar la circunstancia en la cual se sitúa el conflicto . Este momento permite identificar las causas que lo originan, así como la influencia de factores externos (docentes, padres de familia u otros alumnos), que pudieran favorecer o retrasar la solución. Conocer la circunstancia da el marco o panorama general que permite dimensionar el conflicto con el fin de circunscribirlo y darle su justo valor. c) Determinar el tipo de conflicto. Una de las características propias de los alumnos de primaria y secundaria es que se encuentran construyendo su propia escala de valores, esta circunstancia

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con frecuencia los lleva a percibir situaciones donde acciones de complicidad son confundidas con acciones que ellos consideran solidarias, por lo que se involucran en conflictos y problemas donde no juegan otro rol que el de apoyar a su compañero o compañeros, sin importar el acto que hayan realizado. Al mismo tiempo, su sentido de justicia y libertad aún se encuentran condicionados por sus sentimientos y simpatías, lo que los hace altamente sensibles a cualquier situación donde consideren se realizan actos injustos o que limiten su libertad. Estas percepciones con apego a sus creencias y valores generan prejuicios respecto a las formas de actuar de sus compañeros, los docentes y autoridades escolares, es el origen de conflictos donde la interpretación y opinión personal son los argumentos para la confrontación. Por otro lado, se pueden reconocer conflictos que involucran elementos normativos, por ejemplo, la reprobación constante, la repetición de cursos, entre otros, son situaciones que, al ser objeto de aplicación de la norma, trascienden la interpretación personal y se sitúan en un espacio donde las acciones se ciñen a un marco estatutario, donde el ejercicio de la autoridad se hace patente dada la formación en el respeto de normas. Como puede suponerse, los conflictos, según sea el caso, requieren mecanismos diferentes para su atención, pues mientras unos ponen énfasis en la persuasión y el convencimiento, los otros implican sanciones que deben ser aplicadas. d) Identificar las fuentes o causas del conflicto. Por lo general, el clima de conflicto en un grupo escolar crece en relación directa con la cantidad de alumnos que lo conforman. Las relaciones en grupos pequeños pueden manejarse con relativa facilidad. Sin embargo, al crecer en número, los mecanismos de comunicación y de participación de los adolecentes se ven permanentemente tensionados, a tal punto que algunos de

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ellos pueden ver amenazados sus intereses y cuestionados sus puntos de vista y, por lo tanto, el papel que desempeñan al interior del grupo; esto redunda en actitudes negativas que con el tiempo serán fuentes intensas de conflictos. En este sentido, identificar el origen permite tener otro punto de partida para su solución. Algunas de las fuentes de conflictos más frecuentes en la escuela son: Malos entendidos. Suposiciones personales. Prejuicios raciales, religiosos, de género, etc. Afectivas ante la “pérdida” de amigas y amigos, novios o novias. De aceptación y pertenencia a los diferentes grupos. Económicas.

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2. La solución del conflicto. Definir al conflicto como un espacio que posibilita la convivencia y por ende el crecimiento y desarrollo personales, establece mecanismos de comunicación asertiva que dispone a los partícipes a buscar formas no violentas para su solución, reconociendo a todos los involucrados, por lo menos potencialmente, como partícipes activos, capaces de dialogar, de llegar a acuerdos, de razonar, de escuchar atentamente, de subordinar intereses personales a intereses colectivos; para situarnos en la posibilidad de que el éxito personal depende del éxito de los demás. La competencia Es una de las formas más tradicionales de abordar un conflicto, adopta de antemano el esquema ganar-perder, donde cada punto que cede “A”, “B” lo gana. En este esquema una parte satisface sus intereses a expensas del otro, en la aplicación de esta estrategia, las posiciones son rígidas y regularmente

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existe una solución, que por lo general es impuesta por una autoridad mayor, como la del maestro, padre de familia o autoridad escolar. Es un proceso basado en la coacción bajo el principio de poder, jerarquía y autoridad de alguna de las partes. La evasión Es una solución que se presenta con mucha frecuencia entre los alumnos, pues evitan enfrentarse a un conflicto latente, se basa en el temor o la indolencia y por lo regular es el principio de un problema que pudo haberse evitado. La adaptación Al presentarse una situación de conflicto, algunas personas, particularmente los adolescentes, prefieren adaptarse a ella y, con el argumento de no querer verse en problemas, prefieren ceder permanentemente frente al abuso de otra persona a la que consideran con mayor autoridad o poder sobre ellos, esta forma de atender los conflictos puede ser el origen de procesos violentos como el bullying. Como puede observarse, las estrategias anteriores distan de capitalizar a los conflictos como espacios de crecimiento; no obstante, actualmente se han desarrollado estrategias que buscan encausar los procesos conflictivos hacia la conformación de espacios de convivencia entre los participantes, favoreciendo el diálogo como herramienta principal para la atención de cualquier desacuerdo. La mediación como estrategia para la solución no violenta de conflictos. Uno de los propósitos de los centros escolares es la socialización de los sujetos; en la escuela los aprendizajes que adquirimos trascienden nuestros conocimientos sobre determinadas áreas científicas; en la escuela nos

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enseñan a convivir y relacionarnos, lo que incluye aprender a enfrentar y resolver conflictos. La presencia al interior de las instituciones educativas de diversos intereses, puntos de vista y valores, provoca tensiones constantes que requieren que los maestros construyamos creativamente formas novedosas para su atención. En este marco, educar para la convivencia requiere formar en el respeto y la tolerancia, en el reconocimiento de la diversidad, en el diálogo, en la participación y en la solidaridad, así como en el compromiso común y las responsabilidades compartidas. En particular, significa enseñar-aprender a solucionar conflictos de forma no violenta.

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La mediación es una estrategia cuyo propósito es dar solución pacífica a los conflictos presentes en las relaciones humanas, busca mediante la intervención de un “mediador” generar espacios de diálogo y entendimiento entre los sujetos o grupos involucrados. Para llevar a cabo procesos de mediación en la solución no violenta de conflictos dentro del ámbito escolar, es preciso tener en cuenta lo siguiente: Existe una situación donde se ven involucrados varios actores educativos. La circunstancia no ha alcanzado límites violentos. Los participantes reconocen la necesidad de solucionar el conflicto y se muestran dispuestos a colaborar. La persona que realizará la mediación es reconocida por los interesados como una autoridad moral, no es amenazante a ninguna de las partes y se caracteriza por ser proactivo, atento al escuchar, neutral y no emite juicios de valor. Hay una clara orientación hacia el futuro, pues el fin es la mejora en las relaciones y el establecimiento de un clima de convivencia

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Los procesos de mediación principian con el reconocimiento de un conflicto y la participación voluntaria de todos los asistentes, reconoce que el objetivo es llegar a acuerdos donde todos verán reflejados algunos de sus intereses, aceptando que se necesita escuchar y, en determinados momentos, se deberá ceder para alcanzar intereses mayores a los individuales. Como puede notarse, los procesos de mediación implican un gran esfuerzo por parte de todos los que participan, pues los intereses personales no siempre se verán alcanzados y tendrán que aceptarse acuerdos que en otro momento podrían haberse considerado desventajosos. En este sentido, el rol del mediador resulta crucial, pues su imparcialidad debe mantenerlo alejado de dictar acuerdos, imponer soluciones, hacer conjeturas, juzgar sobre lo justo, injusto, positivo, negativo, bueno o malo, centrándose en la moderación del diálogo y en el apoyo a las partes para establecer principios de confianza, valorar los puntos de vista antagónicos, proponer mecanismos de búsqueda de soluciones conjuntas, etc. Cabe hacer notar que los procesos de mediación son notablemente dinámicos, por lo que no se pueden predecir sus resultados ni establecer tiempos límite para su realización. La mediación como estrategia para la solución no violenta de conflictos es reconocida por ventajas tales como: Se reduce el clima agresivo en los centros escolares. Contribuye a mejorar las relaciones interpersonales. Favorece el desarrollo de habilidades como el diálogo, la escucha atenta y la empatía. Impulsa actitudes colaborativas y solidarias.

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Promueve el respeto hacia los puntos de vista diferentes. Propicia la convivencia armónica. 3. La reflexión sobre la solución del conflicto. Solucionar un conflicto de forma no violenta mediante procesos de mediación, constituye también un recurso para la formación de todo el colectivo escolar. Por ello, un tercer momento en la solución no violenta de conflictos consiste en que, una vez alcanzados los objetivos propuestos, el proceso mismo sea analizado y reflexionado por los alumnos, los docentes y las autoridades escolares con el fin de reconocer los aciertos y los desaciertos, identificar los roles asumidos y asignados, señalar los diferentes "nudos" que se presentaron y cómo se abordaron, proponer nuevas formas de solución, destacar posibles acuerdos alrededor del conflicto, establecer compromisos de los grupos, etc.

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Conclusiones. Actualmente en el ámbito escolar, el conflicto debe ser considerado como un recurso formativo que coadyuva en el desarrollo de competencias para la convivencia armoniosa. Solucionar un conflicto de forma no violenta requiere del compromiso y la responsabilidad compartida de docentes, padres de familia, alumnos y autoridades educativas para establecer mecanismos que permitan su identificación y atención, así como el despliegue por parte de algunos de sus integrantes, de habilidades mediadoras que encausen los procesos dentro de un marco de respeto y legalidad. En esta lógica resulta relevante la labor docente para la recuperación del diálogo como instrumento para construir puentes que acerquen a los sujetos y les permita reconocerse, identificarse y aceptarse en sus formas de pensar y de hacer, sabiéndose coparticipes de la causa común de conformar ambientes propicios para convivir, aprender y buscar el bienestar de todos.

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Educación para la Paz

Lizbeth Alvarado Flores

Rosa Amelia Dueñas González

“La fiesta” (1998) Acrilico s/cartón

Educación para la Paz

No hay camino para la paz, la paz es el camino. Gandhi

E

l enfoque de Educación para la Paz tuvo su origen en el movimiento de la Escuela Nueva, recibiendo el apoyo institucional de la UNESCO, la primera vertiente que la nutrió fue el ideal de “no-violencia” y continuó su camino a través de la investigación para la paz y el desarrollo. Es de uso cotidiano considerar “la paz” como uno de los valores más sublimes para el cual se debe educar. Al analizar la historia de la humanidad sería prudente preguntarse si la paz representa una utopía, si es un status transitorio o tendría que verse como un propósito permanente cuyo alcance es factible. No solamente debemos conocer y analizar el termino de paz asociado a la relación entre países para educar en ella, debemos partir del entorno y las experiencias cercanas a los alumnos con el fin de propiciar en ellos una cultura que erradique la violencia y construya contextos de convivencia armónica para todos. A lo largo de la historia, el poder de los antiguos imperios y el de los países que en el mundo contemporáneo dominan el escenario internacional, ha sido resultado de conflictos bélicos, que han sido recuperados en la escuela como objetos de estudio de asignaturas como la Historia y se han utilizado como el prototipo para que los alumnos y alumnas comprendan el concepto de paz; ante este hecho, educar para la paz aparece como una empresa difícil de realizar. En esta lógica, tradicionalmente se ha entendido a la paz como la ausencia de guerra; sin embargo, enfoques actuales difieren en esta concepción, al entender a la paz como un estado de desarrollo social, económico y político que demuestra el grado de evolución de los pueblos.

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En este sentido, la clave para lograr la participación trascendente de un país a nivel mundial, no se encuentra sólo en la labor de los diplomáticos, sino en el grado de entendimiento y empatía que desarrolla su población, lo que se refleja en los acuerdos, trato respetuoso y actitud solidaria que se establece con otras naciones. La paz de un pueblo tiene que ver con los valores internos que reconoce y practica su población, el amor que se da a los semejantes, sus conductas y actitudes solidarias hacia los demás y en la participación comprometida por buscar el bienestar común en ambientes de convivencia. En esta postura, educar para la paz implica la participación activa de cada una de las personas que la reconocen y la hacen un modo de vida.

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Corresponde también a la escuela educar para la paz como elemento de desarrollo de la identidad de los niños y niñas. Este proceso necesita ser continuo y permanente para enseñar a "aprender a vivir en la no violencia" y a promover la creación de ámbitos de justicia, equidad, respeto, tolerancia y fraternidad, progresivamente más amplios. La educación para la paz integra otros valores como: democracia, solidaridad, tolerancia, convivencia armónica, justicia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad, apego a la legalidad, entre otros. Educar para la paz es fomentar la acción individual en el microcosmos escolar y en el macrocosmos de las estructuras sociales. Así, la institución escolar toma trascendencia en tanto se convierte en el ámbito en el que los alumnos y alumnas vinculen sus prácticas para favorecer la formación de contextos en los que diálogo, tolerancia, inclusión, fraternidad y democracia sean los cimientos de sus vidas. De esta forma, los educandos reciben una formación integral de su persona.

Educación para la Paz

La educación para la paz es una responsabilidad compartida tanto a nivel personal como social y debe ser considerada, además de un propósito de la escuela, como una opción de vida viable que debe ser construida cotidianamente. Si bien, el propósito debe ser la formación integral de individuos que coadyuven a una sociedad más armónica, es necesario reconocer que la micro sociedad, que es la escuela, representa el punto de partida y espacio ideal para la formación y práctica de valores tendientes a una convivencia libre de violencia. En consecuencia, la escuela junto con otras instituciones como la familia son los espacios privilegiados para construir macro estructuras sociales, es entonces fundamental que se constituyan como los sitios donde por excelencia se aprehendan y practiquen los valores. Sin embargo, resulta fundamental que para aspectos sobre los cuales se debe incidir, establecer en colectivo un diagnóstico claro nuestro centro escolar, en diversos atributos favorables para una cultura de paz.

tener mayor claridad de los es necesario reflexionar y de la condición que guarda relacionados con ambientes

En la elaboración de dicho diagnóstico habrá que preguntarse ¿cómo son las relaciones entre los profesores?, ¿cómo son las relaciones entre el alumnado?, ¿en qué nivel se encuentra la convivencia entre estos y los demás actores de la vida escolar?, ¿qué intentos previos se tienen registrados para mejorar la vida relacional de los miembros de la comunidad escolar? y ¿qué éxitos o fracasos se han tenido? Es indudable que un ambiente institucional favorecedor de conductas proclives a una cultura de paz resulta indispensable, y que si existe un acuerdo para una

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acción coordinada, los resultados serán mejores. No obstante, aún en los centros en que tal coordinación no exista, el propio docente en el espacio áulico puede generar múltiples oportunidades para interrelacionarse, escuchar, argumentar, negociar, reconocer intereses comunes y a la vez encontrar y respetar las posibles divergencias con otros compañeros y compañeras sobre determinados temas. Sugerencias para las maestras y los maestros. Múltiples son las actividades que se realizan en los centros escolares para fomentar una vida sin violencia, no está de más apuntar en estas notas las más significativas:

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Promover normas básicas de convivencia (saludarse, dar las gracias, pedir perdón, despedirse). Favorecer el diálogo como herramienta para la solución no violenta de conflictos. Impulsar el juego como forma natural de relación entre niños y niñas, evitando el uso de juguetes bélicos. Propiciar acciones para establecer relaciones respetuosas entre la comunidad escolar como por ejemplo: respetar el turno y la palabra, pedir las cosas por favor, dar las gracias. Permitir que niños y niñas expresen libremente sus sentimientos. Implementar el trabajo colaborativo. Diseñar situaciones donde los alumnos y alumnas practiquen valores como la solidaridad y la cooperación. Promover la responsabilidad como un valor con alto aprecio. Crear estrategias en donde alumnos y alumnas puedan reconocer que todos tenemos derecho a ser escuchados, que esta práctica sea el origen de la escucha atenta y empática como el primer paso para establecer procesos de

Educación para la Paz

solución no violenta de conflictos, donde los involucrados vean reflejados sus intereses, lo que conlleva a la idea de vivir en un ambiente de paz y mejora las posibilidades de logros conjuntos y duraderos. Conocer, difundir y promover los derechos humanos y la normatividad que los regula. A manera de conclusiones. Escuchar al otro y analizar sus argumentos resulta fundamental cuando se trata de ser tolerante. Para hacerse fuerte, una nación requiere de una base ciudadana que no justifique ni acepte las soluciones de fuerza. Si estamos a favor de una cultura de paz, debemos aprender a manifestar nuestro acuerdo con los actos que implican un beneficio colectivo o que contribuyen al desarrollo de quienes más lo necesitan, más aún, debemos levantar la voz ante los actos que generen injusticia. Si vivimos los valores cotidianamente, estaremos dando pasos hacia la formación de ciudadanos más dispuestos al diálogo, a la comunicación para encontrar soluciones a los problemas comunes y, alimentando la esperanza de legar un mundo mejor en el cual todos los seres humanos nos reconozcamos y nos respetemos.

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Trabajo Colaborativo

Ma. de Jesús Pelcastre Ledezma.

Rosa Amelia Dueñas González

“Otoño” (2009) Acrilico s/cartón

Trabajo Colaborativo

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n principio, la noción de trabajo colaborativo responde al nuevo contexto de las sociedades del conocimiento marcadas por dos particularidades: el desarrollo exponencial del conocimiento y la evolución constante de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación; haciendo del cambio permanente el signo de nuestro tiempo. Mientras tanto, la visión tradicional de erudición individual desaparece dando paso a la necesaria construcción de aprendizajes colectivos y permanentes hacia la consolidación de una ciudadanía del conocimiento. En este marco, la misión de la educación enfrenta un proceso de reestructuración con la finalidad de poner en sincronía las transformaciones sociales y culturales que impone la realidad del siglo XXI, con la intención de acortar la brecha que significa el rezago y marginación de millones de seres humanos de los beneficios del desarrollo tecnológico, encaminándose hacia la visión de una sociedad del conocimiento en donde cada ciudadano sea capaz de aprender y generar conocimiento a lo largo de su vida. Así, la noción de trabajo colaborativo surge como una estrategia orientada a la gestión del conocimiento en el contexto mundial de la globalización y las necesidades de mejora continua de la suficiencia, eficiencia y calidad de los sistemas educativos, haciendo referencia a la necesaria creación y preexistencia de espacios educativos en donde se posibilite la interacción dinámica de los diferentes actores en la construcción del conocimiento y la organización del aprendizaje en procesos interactivos y permanentes. El trabajo colaborativo en el aula requiere de la conformación de ambientes de aprendizaje y de propuestas de intervención específicas que favorezcan el desarrollo de competencias y habilidades de aprendizaje a lo largo de la vida. Uno de los principios que guían el trabajo colaborativo es la noción de

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comunidad para el logro de metas comunes, lo que implica establecer formas de trabajo grupal orientadas a abatir el individualismo y la competitividad, avanzando hacia la construcción y consolidación de procesos de participación decidida, enmarcados en un esquema que favorece la realización personal y colectiva. Bajo la noción de que todo aprendizaje es social y mediado, el trabajo colaborativo implica la transición de una visión de logro y éxito individual, hacia un enfoque de reciprocidad entre individuos que saben compartir, disentir, contrastar, autorregularse y modificar sus puntos de vista frente al valor de los argumentos del otro, de manera tal que se llega a un proceso de construcción del conocimiento en donde cada individuo aprende más en colectivo que por sí mismo.

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El trabajo colaborativo se caracteriza principalmente por: Basarse en una relación de interdependencia entre todos los miembros unificados por una meta en común. Organizarse en pequeños grupos heterogéneos en habilidades y características. Compartir la responsabilidad en la ejecución de las tareas asignadas. Privilegiar un liderazgo compartido, en tanto ningún miembro puede ser únicamente seguidor. Promueve el desarrollo de competencias comunicacionales y relacionales. Requiere de un marco axiológico centrado en el respeto, el autocontrol y el compromiso responsable.

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Sugerencias para maestros y maestras. Siendo el segundo espacio de socialización primaria del individuo, después de la familia, la escuela es el lugar indicado para construir procesos educativos que favorezcan el desarrollo de las competencias y habilidades necesarias para el trabajo colaborativo; en este sentido, el docente juega un papel fundamental en tanto se pretende sea mediador, ejemplo y causa de lo que enseña. Es decir, el docente debe, a su vez, incorporar a su práctica educativa las nociones de reciprocidad entre individuos que saben exponer, compartir, disentir, contrastar y modificar sus puntos de vista frente al valor de los argumentos del otro, de manera tal que llega a un proceso de construcción de acuerdos y consensos con sus alumnos, en la construcción del aprendizaje común. Es así como el trabajo colaborativo debe estar orientado al alto desempeño equitativo de todos los actores que, organizados en pequeños grupos de trabajo, interactúan de manera responsable con una visión compartida respecto al valor de la meta a alcanzar para el beneficio de todos. En este contexto, la noción tradicional de liderazgo individual se transforma hacia una visión de liderazgo compartido, donde el principio es el compromiso y la responsabilidad por hacer lo necesario para que el grupo de trabajo logre la meta en común. Por lo tanto, en el trabajo colaborativo escolar, es necesario que el objetivo este orientado a la obtención de resultados específicos, lo que significa que los alumnos en cada uno de los grupos de trabajo tengan claridad acerca del qué, cómo, cuándo, dónde y con qué van a lograr el resultado. Por lo tanto, es recomendable incorporar formas creativas de organizar la enseñanza como los proyectos y los talleres. El reto del trabajo colaborativo en el aula lo constituye la creación de ambientes

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de aprendizaje adecuados y la definición de propuestas de intervención para el desarrollo de competencias y habilidades específicas, orientadas a preparar a los niños y niñas para asumir responsabilidades, colaborar de forma solidaria, establecer procesos empáticos y reconocer objetivos mayores que los propios, por mencionar solo algunos, encaminados a conformar contextos escolares que propicien la convivencia y favorezcan su formación como sujetos sociales. El desarrollo de competencias para el trabajo colaborativo. Las competencias son aquellos conocimientos, destrezas y actitudes visibles que las personas utilizan en un contexto específico de actividad para desempeñarse de manera eficaz y satisfactoria.

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En el campo educativo, la competencia está orientada a la vinculación de conocimientos, habilidades, actitudes y valores, con la finalidad de generar una formación integral. De tal manera que el trabajo colaborativo está asociado al desarrollo de competencias comunicativas, relacionales y reciprocas, haciendo referencia a un “saber hacer”. Signadas al nivel de las competencias básicas, las competencias comunicativas son aquellas referidas al desarrollo de las habilidades de lecto-escritura, comunicación oral y a la capacidad dialógica del individuo, son aprendidas y desarrolladas durante la formación básica y determinan la capacidad de comunicar lo propio y escuchar a los demás en un marco de respeto y tolerancia. Por su parte, las competencias relacionales o de gestión de uno mismo, que también se encuentran dentro de las competencias básicas del individuo y están asociadas a la autorregulación, la autocontención y la asertividad, exigen para su desarrollo la aplicación de reglas, límites y criterios claros de operación

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e interacción grupal. Implican un saber hacer (habilidades), con saber (conocimiento), así como la valoración de las consecuencias del impacto de ese hacer (valores y actitudes). El desarrollo de las competencias reciprocas está vinculado con las competencias para la convivencia entre los miembros de un colectivo, una comunidad, una sociedad o el planeta entero, están coligadas al desarrollo de los valores que guían la acción del hombre y que orientan el respeto a la vida, la tolerancia, el compromiso y la responsabilidad para con uno mismo y con los demás seres vivos. Es así que el fomento del trabajo colaborativo en la escuela conlleva para nuestros alumnos, además del desarrollo de competencias y habilidades para la vida, la oportunidad de una visión diferente de sí mismos y de los demás, en un marco de responsabilidad con el futuro de la humanidad. Al mismo tiempo, para los maestros el fomento del trabajo colaborativo en la escuela despliega las oportunidades de una práctica educativa abierta a la transformación de paradigmas educativos propios. El docente encuentra en esta modalidad de trabajo la posibilidad de enseñar democracia siendo democrático; enseñar equidad siendo equitativo; enseñar tolerancia siendo tolerante; enseñar respeto siendo respetuoso, propiciando al mismo tiempo la construcción de un espacio escolar abierto y dinámico, en donde se privilegie el diálogo y el trabajo colaborativo en la conformación de ambientes propicios para una convivencia armónica. A partir del trabajo colaborativo en la escuela, las autoridades escolares tienen la oportunidad de desarrollar una gestión para la mejora continua, donde el trabajo en pequeños grupos posibilite la socialización de los problemas, pero también la construcción de las soluciones desde una visión inclusiva y

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democrática. En este sentido, los padres de familia son recuperados con su contribución para la atención y solución de los problemas de la comunidad escolar; así como la atención dinámica a la problemática que atañe a sus hijos en un contexto de corresponsabilidad, participación y compromiso. A manera de conclusiones.

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El trabajo colaborativo en la escuela es una oportunidad de aprender a aprender a lo largo de la vida, posibilita la mejora de patrones de convivencia entre los miembros de la comunidad escolar, favorece la transformación de la práctica docente a la par de que las relaciones entre los niños y las niñas, se constituye en una estrategia eficiente a favor de la paz y articula los esfuerzos de la comunidad en la formación de ciudadanos.

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