El precio del engaño

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Author:  Rafael Moya Peña

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El precio del engaño Lección 10

Para el 9 de diciembre de 2006 Génesis 25:21-23

Objetivos para el Maestro Examinar la naturaleza de la primogenitura. Mostrar cómo Dios bendice a Isaac y renueva su pacto con él. Analizar el engaño de Jacob y su huida, y las bendiciones que Dios le prometió.

Bosquejo de la Lección I.

Jacob y Esaú (Gén. 25:29-34). a. Rebeca es estéril; Isaac suplica a Dios que su esposa pueda concebir (vers. 21). b. Los mellizos luchan entre sí aun cuando todavía están en el vientre de su madre, simbolizando el conflicto que existiría entre los hermanos después de su nacimiento. c. Como el mellizo mayor, Esaú debía recibir la primogenitura. d. En un momento de debilidad, Esaú vende descuidadamente su primogenitura a su hermano Jacob por un plato de guisado.

II.

III.

Dios bendice a Isaac (Gén. 26:3-5, 8-14, 26-31). a. Dios renueva su pacto con Isaac. b. Isaac comete el mismo error que su padre Abraham, llamando “hermana” a su esposa. c. Isaac prospera y establece un pacto de paz con Abimelec, rey de los filisteos. Dios bendice a pesar de la debilidad humana (Gén. 28:1-5, 13-16). a. Jacob obtiene la bendición de la primogenitura mediante engaño, pero Isaac reconoce su derecho a ella. b. Jacob huye a casa de Labán, hermano de su madre, a fin de buscar una esposa y escapar de la ira de su hermano. c. Dios habla a Jacob en una visión y renueva las mismas bendiciones que les prometió a Abraham e Isaac.

Resumen Jacob usó el engaño con el propósito de obtener la bendición de la primogenitura que se le había prometido. A pesar de esto, Dios bendice a Jacob y entable con él el mismo pacto que había hecho antes con Abraham e Isaac.

Comentario Una de las mayores tentaciones que afrontan los creyentes es el deseo de asegurarse de que Dios haga lo que ellos suponen que debe hacer. Puede ser muy difícil dejar las cosas en las manos de Dios. La semana pasada vimos los beneficios de confiar en Dios y ahora, mediante las historias de Rebeca y de Jacob, veremos las trágicas consecuencias de no confiar en Dios. I. Correr delante de Dios Rebeca recibió palabra de Dios, antes del nacimiento de sus mellizos, prenunciando que el mayor, el que nació primero, serviría al menor (Gén. 25:23). Jacob, el menor, llegó a ser el favorito de ella. Tan deseosa estaba de asegurarse de que la profecía se cumpliera exactamente como Dios había dicho, que estuvo dispuesta a usar tretas y engaños, olvidando que la promesa provino de Dios y era responsabilidad de él cumplirla. Entre los descendientes de Jacob hubo muchos embusteros; personas que trataron de conseguir lo que querían por medio del engaño y su propia viveza. Y los culpables no solo fueron varones; las mujeres también lo practicaron, como vemos en el caso de Rebeca y de su nuera Raquel (Gén. 31:33-35). Rebeca adiestró cuidadosamente a Jacob, diciéndole cómo debía engañar a su padre (Gén. 27:5-10). Cuando Jacob advirtió que sus trampas podrían dar un resultado perjudicial, ella contestó: “Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz” (vers. 13). Es triste recordar que eso realmente sucedió: ella sufrió sus consecuencias. Cuando Esaú se enojó por lo que su madre y su hermano habían hecho, amenazó con matar a Jacob (vers. 41). Rebeca aconsejó a Jacob que huyera a la casa de su hermano en Harán (vers. 43), y nunca más vio a su hijo: ella recibió la cosecha del engaño que había sembrado. Si tan solo hubiera confiado en Dios y le hubiera permitido obrar en favor de su hijo. Dios es especialmente bueno en hacer que los que no fueran “primogénitos” estén primeros en

su visión y en sus planes. II. La bendición de Isaac A pesar de la forma en que se obtuvo, la bendición de Isaac no se podía anular. Consideremos más de cerca la bendición misma, para comprender por qué motivos Rebeca la codiciaba tanto para Jacob. La bendición de Isaac comienza con una referencia a la verdadera Fuente de todas las bendiciones: Dios mismo. Él piensa que Jacob es Esaú por causa del “olor del campo” que Rebeca y Jacob habían imitado con éxito. El padre declara que era como “el olor del campo que Jehová ha bendecido” (Gén. 27:27). Él reconoce que la vegetación de cualquier campo es un don de Dios. El resto de la bendición se divide en dos partes: fertilidad; la preocupación constante de todos los antiguos (vers. 27, 28) y dominio (vers. 29). El patriarca pide que Dios bendiga a su hijo con el rocío del cielo y la abundancia de la tierra. El cielo y la tierra simbolizan los dos extremos que representan todo lo que existe. “El rocío del cielo” puede tratarse de una metáfora de la lluvia, pero el rocío literal también era vital, y especialmente importante en Canaán durante la estación seca. La lluvia caía mayormente desde fines del otoño hasta muy temprano en la primavera; el resto del año la tierra no tenía prácticamente lluvia. La vegetación sobrevivía durante la estación seca mayormente por causa del abundante rocío que mojaba las hojas y caía al suelo para darle humedad. Los granos y el vino simbolizaban el año agrícola, y eran dos de los principales alimentos del antiguo Cercano Oriente. La bendición prometía que la tierra produciría con abundancia. La segunda parte de la bendición involucraba tanto el dominio sobre las naciones como dentro de la familia (incluyendo la supremacía sobre las naciones originadas a partir de los descendientes de Ismael.) La gente y las naciones no solo se inclinarían ante quien recibiera la bendición, también tendría prominencia en la familia de Isaac. Sobre todos los que lo maldijeran, recaería la maldición; pero los que lo bendijeran serían a su vez bendecidos (vers. 29). Cuán irónico es que Jacob, el engañador, robara lo que le pertenecía por derecho; lo que Dios le habría dado en el momento apropiado si hubiera confiado en él. Su robo le aseguró la primogenitura, pero él pagó amargamente por ella. Se convirtió en un fugitivo, sin dinero, perdió a su hermano y casi su propia vida, y nunca más vio a su madre con vida. III. La escalera de Jacob La imagen de una escalera, que Jacob vio en el lugar que luego llamó Betel (“Casa de Dios”) mientras huía de la ira de su hermano, era familiar para la gente de su mundo. El equivalente asirio de la palabra hebrea para “escala” designaba, en Mesopotamia, aquello que usaban los mensajeros de los dioses cuando querían pasar de este mundo al mundo de los dioses, y viceversa. Los babilonios procuraron hacer que esta escala fuera literal y física, mediante los zigurats que construyeron en muchas de sus ciudades. Un zigurat era una estructura de ladrillos de barro en forma de pirámide que sostenía una escalinata hasta un templete ubicado en la cumbre. Los dioses podían usar la escalinata para descender del templo a la ciudad que se encontraba abajo. En su sueño, Jacob vio mensajeros divinos (la palabra hebrea para ángel y mensajero es la misma) que subían y bajaban por la escalera en sus misiones para Dios. Es interesante notar que Dios se encuentra junto a la escalera y no sobre ella (Gén. 28:12, 13); él no necesita tal cosa para pasar del cielo a nuestro mundo. Ni tampoco necesita un lugar sagrado donde alcanzarnos, sino que puede estar en cualquier parte que desee. Jacob aprende una lección que Dios desea que sepamos: no importa cuán profundamente hayamos caído, Dios siempre se

acerca a nosotros, llamándonos al arrepentimiento, anhelando restaurarnos y sanarnos de nuestra apostasía.

Estudio Bíblico Inductivo Textos para estudiar: Génesis 25:27; 27:5-17; 27:35; Malaquías 1:2; Romanos 9:3.

1. En Génesis 25:27 se dice que Jacob era un “varón quieto”. No obstante, sus acciones futuras lo muestran como opuesto a esto. ¿En qué sentido fue él inocente, o puro? 2. Por definición, solo el hijo mayor podía ser depositario de la primogenitura. Esaú, a pesar de tener el título legal de la primogenitura por ser el hijo mayor, demuestra ser indigno de ella, en lo que se refiere a los asuntos espirituales. ¿Se podría decir lo mismo de Jacob? ¿Es importante el hecho de que Jacob aparezca como deseándola más? Explica tu respuesta. 3. Génesis no explica los motivos que tenía Rebeca para intentar engañar a Isaac con el objetivo de que diera la primogenitura a Jacob. Puede ser fácil suponer que su motivación fuera sencillamente la ambición. Elena de White sugiere que Rebeca realmente tenía motivos espirituales para esta acción equivocada (ver Patriarcas y profetas, p. 178). ¿Hay alguna indicación, en la historia bíblica, de que esto pudo haber sido así? Explica. 4. ¿Por qué Rebeca y Jacob creyeron que este debía recibir la primogenitura pretendiendo ser Esaú? ¿Por qué Esaú e Isaac aceptaron la validez de la transferencia de la primogenitura, de Esaú a Jacob, después del hecho? ¿Entendieron mal ellos la naturaleza de la primogenitura? 5. Las acciones de Rebeca y de Jacob son tal vez el primer ejemplo registrado de personas que cumplen su propia voluntad como si fuera la voluntad de Dios. No obstante, Jacob llega a ser un gran patriarca, después de un proceso largo y difícil. ¿Por qué crees que Dios siguió bendiciendo a Jacob, a pesar de sus faltas? ¿Es justo Dios, tal como nosotros entendemos la justicia?

Testificación “Desde el comienzo del tiempo, los seres humanos han procurado encontrar maneras de alcanzar el cielo, para estar ‘en casa’ con Dios [...]. La escalera mística, que es Cristo mismo, es lo que nos une con lo divino. El cielo y la tierra se tocan en dos lugares: el horizonte del pasado y el horizonte del futuro. ¿De qué modo podemos vincularnos con el cielo en el presente? Para esto, necesitamos la escalera de Jacob. Tres cosas la ponen a nuestra disposición y la fijan con firmeza en nuestras vidas:

• La providencia divina diaria, que suple toda la conexión necesaria. • Jesús es el mediador en favor de nosotros; un eslabón firme entre nosotros y

Dios.

• Nuestro propio deseo por las cosas espirituales nos ayuda a valorar la escalera.

Uno debe subir esta escalera en fila; algunas personas estarán más arriba y otras más abajo, pero nadie puede subir junto a nosotros. Es decir, tenemos que hacer la decisión de subir la escalera enteramente por nosotros mismos, pero la subida nos lleva a un glorioso destino en la cumbre”.–Dorothy Minchin-Comm, Glimpses of God, p. 296. Siendo que Dios nos ha revelado la conexión íntima entre el cielo y la tierra, la bendición de esta conexión debe ser compartida con otros. ¿De qué modo podemos compartir mejor esta buena noticia con los demás? La forma en que vivimos todos los días dice a quienes nos rodean si existe una Presencia divina en nosotros. Nuestra elección de amigos y asociados también demuestra si nuestros corazones y mentes están concentrados solo en los placeres terrenales o están fijos en los gozos y las bendiciones del cielo. Finalmente, la manera en que nos relacionamos con otros, mediante palabras amantes y acciones compasivas, es una indicación clara del estado de nuestros corazones, llenos hasta sobreabundar de las bendiciones de nuestro Padre celestial.

Aplicación a la Vida Rompamos el Hielo: Sin duda habrás oído el comentario de que alguien es “un trozo del mismo bloque”. ¿En qué forma te pareces a tus padres? ¿Es tu nariz o alguna modalidad específica? Dios habla acerca de los pecados de los padres que se repiten en los hijos (Éxo. 34:5-7). ¿De qué manera esta dinámica interviene en la historia de Isaac y Abimelec? Compara Génesis 26:1 al 17 con Génesis 20. ¿De qué manera estos incidentes muestran que Dios puede obtener algo bueno aun de los fracasos humanos? Preguntas para Reflexionar:

1. Los mellizos nos intrigan. El concepto de tener a otra persona que esté genéticamente conectada tan estrechamente invita a la investigación. Jacob y Esaú no compartieron el vínculo psíquico que asociamos con los mellizos. Analiza qué salió mal, al repasar su historia en Génesis 25:19 al 34. “Los hijos luchaban dentro de ella” (vers. 22). ¿Qué produjo la “desconexión” entre Jacob y Esaú? ¿De qué modo se puede evitar una dinámica interpersonal negativa similar en nuestras familias e iglesias? 2. ¿Cuál es tu color favorito? ¿Qué otras cosas prefieres? El concepto de favoritos es negativo en la esfera de las relaciones interpersonales. Ninguno de nosotros quiere ser ignorado o un miembro sin valor de la familia. Vemos el dolor que la elección de favoritos provocó en la familia de Isaac (Gén. 25:28). ¿Cómo mostró Dios que él valora a cada persona que existe sobre la tierra? ¿De qué modo podemos vivir el ejemplo de Dios? ¿Quién necesita saber que él o ella son valorados por ti? Preguntas de aplicación: Busca en el diccionario la palabra duplicidad. Luego lee la historia del complot de Jacob y Rebeca registrada en Génesis 27. ¿Por qué sintieron ellos que debían “ayudar” a Dios a cumplir su propósito para la vida de Jacob? ¿Dónde hemos visto la misma clase de intervención humana en los propósitos de Dios en el libro del Génesis? Ver Génesis 16. “Si hubiesen esperado con confianza hasta que Dios obrara en su favor, la promesa se habría cumplido a su debido tiempo” (PP 179). ¿Cómo podemos evitar “correr delante” de Dios, usando medios negativos para cumplir sus propósitos divinos? Compromete hoy tu vida y tu impaciencia a Dios. Escribe un pacto confiando tu vida a su dirección. Vuelve a leerlo siempre que estés tentado de

adelantarte a Dios en su cronograma.

Compilador: Dr. Pedro J. Martinez

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