El presente trabajo tiene el objetivo de caracterizar a la población

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Sánchez, Martha Judith “Migración indígena a centros urbanos” Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002

MIGRACIÓN INDÍGENA A CENTROS URBANOS Al área metropolitana de la ciudad de México con referencias a las ciudades de Guadalajara y Tijuana (versión CD, 2001, IISUNAM) Dra. Martha Judith Sánchez*

E

l presente trabajo tiene el objetivo de caracterizar a la población migrante hablante de lenguas indígenas a los principales centros urbanos del país, en particular al área metropolitana de la ciudad de México,

haciéndose referencia también a las ciudades de Guadalajara y Tijuana. Haremos una exposición sobre el estado del conocimiento que tenemos sobre los indígenas en las ciudades, considerando elementos tanto sociodemográficos como de dinámicas culturales creadas a partir de esas migraciones. Abordaremos también las organizaciones formales e informales de los migrantes y sus alcances y relaciones con diferentes actores en escenarios nacionales y transnacionales. México como país tiene una historia étnica y cultural mucho más compleja de la que generalmente conocemos. En otras palabras, la distinción mestizosindígenas es la historia étnica principal y oficial, aún cuando los integrantes de otros grupos étnicos y raciales han impreso su presencia en nuestra historia y geografía.1 En este estudio sólo abordaremos esa historia. Los indios siguen presentes en nuestro país a pesar de los diferentes acontecimientos históricos

* 1

Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. Para ese punto véase el trabajo Goldsmith, Mary y M. J. Sánchez, 2000.

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destinados a: conquistarlos, colonizarlos, aculturarlos, integrarlos, según fuese el momento histórico. No obstante lo anterior, los indios han logrado no sólo preservarse sino en algunos casos reforzar sus formas de organización y de cultura. No es el caso por ejemplo de los negros, que si bien llegaron a tener una presencia demográfica importante en nuestro país durante la conquista y colonización, ese grupo nunca fue reconocido como tal, ni logro recomponerse y perdurar a lo largo del tiempo. Exploraremos la presencia indígena en dos de las grandes ciudades del país. México y Guadalajara, y en un polo urbano de desarrollo más reciente pero sumamente dinámico en la actualidad como es la ciudad de Tijuana. Es importante aclarar que el conocimiento que tenemos sobre los indígenas en las ciudades es escaso y fragmentado, expondremos por ello lo poco que sabemos sobre esos pobladores cuya presencia en las grandes urbes es muy importante en la actualidad. 1. La ciudad de México a lo largo del presente siglo Luna y Gómez (1992, pp. 40 y ss.) señalan cuatro etapas en el proceso de megalopolización de la ciudad de México. La primera etapa que va de 1900 a 1930 la denominan como crecimiento del núcleo central. Señalan que en esta etapa se da un aumento de la población que pasa de 345 000 a 1 049 000 habitantes en sólo 30 años. En el estado de México no se iniciaba todavía el proceso de urbanización ni de industrialización. En el oriente de Chalco, el poniente y norte de Naucalpan, Tlanepantla y Cuautitlán existía en ese entonces una importante actividad agropecuaria. La segunda etapa va de 1930 a 1950 y la denominan como de expansión periférica. En 1930, la ciudad de México se limitaba a los 12 cuarteles denominados posteriormente delegaciones. Esas delegaciones eran: Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza y Cuauhtémoc.

Los autores señalan que en 1950 la población se seguía

concentrando en el Distrito Federal que tenía 2 872 000 habitantes y se dan dos

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cambios importantes en este periodo. El primero es la incorporación del estado de México a la zona metropolitana de la ciudad de México. Entre 1950 y 1960 se incorporan los municipios de Naucalpan, Tlanepantla, Ecatepec y Chimalhuacán. En 1960, el estado de México tenía alrededor de 500 000 habitantes y la población urbana era de 4 910 000 habitantes. El segundo cambio importante en este periodo fue que en 1957 se decretó la prohibición de fraccionamientos en el Distrito Federal lo que llevó al crecimiento de otras áreas. El total de habitantes de la ZMCM en 1970 era de 8 567 000, de los cuales 6 855 000 se encontraban en el Distrito Federal y 1 937 000 en el estado de México. En esta etapa se sumaron los municipios de Nezahualcóyotl (creado en 1964 con parte de los municipios de Chimalhuacán, Texcoco y Ecatepec), La Paz, Atizapán de Zaragoza, Tultitlán, Coacalco, Cuautitlán y Huixquilucan. En 1973 se creó

el

municipio de Cuautitlán Izcalli. En 1980 se agregaron al área

metropolitana de la ciudad de México seis municipios adicionales: Chalco, Chicoloapan, Chinconcuac, Ixtapaluca, Nicolás Romero y Técamac. Para 1980 el AMCM quedó constituida por las 16 delegaciones del Distrito Federal y 21

municipios del estado de México. De estos últimos, 17 formaban parte del área urbana de la ciudad denominándose “conurbados” con el área urbana de la ciudad de México. La cuarta etapa, que va de 1980 a la fecha, los autores la denominan como megalopolización. Mencionan que el crecimiento desorbitante de la ciudad de México, como vimos anteriormente, ocurre a lo largo del siglo XX, cuando pasó de ser una pequeña ciudad de 345 000 personas en 1900 a cerca de 15 millones en la actualidad, de los cuales 55% de la población se encuentra en el Distrito Federal y el 45% en los 17 municipios metropolitanos. Entre 1980 y 1990 disminuyó la tasa de crecimiento de los 17 municipios metropolitanos, sin embargo, el cambio más importante se dio en el Distrito Federal que redujo su población de nueve millones a 8.2 millones de habitantes, tendencias que difieren de la década anterior en donde el AMCM experimentó un crecimiento desorbitante. Esto se explica, según los autores señalados, por la

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disminución de las tasas generales de natalidad; por la reorientación de las corrientes migratorias, del centro a la periferia; así como de la emigración de la población originaria del área metropolitana hacia otros estados. Plantean que de los 17 municipios metropolitanos, Ecatepec, Naucalpan, Nezahualcóyotl y Tlanepantla concentran el 63% de la población total del área conurbada del estado de México con el Distrito Federal. Finalmente, también mencionan que los municipios que han registrado un mayor incremento poblacional (83% del registrado en los 17 municipios metropolitanos) son los de Atizapán de Zaragoza, Chalco, Chimalhuacán, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec y Tultitlán. Hasta este momento hemos descrito la expansión de la mancha urbana, expansión que ha sido consecuencia del tipo de desarrollo económico adoptado por el país. Esto ha tenido como consecuencia la configuración de un mercado de trabajo que ha ido cambiando conforme van cambiando las políticas de desarrollo, una estructura ocupacional que ha ido variando y ha propiciado también ciertos tipos de movimientos migratorios. Veamos esas características. Bataillon y D’Arc (1979) mencionan que la creación y el crecimiento de la industria en el Distrito Federal se iniciaron hacia la década de 1920 debido a la es-tabilidad que empezó a vivir el país y a la instrumentación de una serie de políticas proteccionistas. La década de 1940 fue decisiva para el rápido crecimiento de la industria debido a la puesta en práctica de un sistema de financiamiento e inversiones y a la política de sustitución de importaciones. De 1940 a 1960 hubo una tendencia continua de crecimiento industrial. Como resultado de lo anterior la demanda de fuerza de trabajo para la industria aumentó considerablemente y muchos migrantes fueron atraídos hacia la capital. Hacia 1970 la ciudad de México fue el principal centro industrial del país. Esta dinámica de crecimiento industrial tuvo como consecuencia el empobrecimiento del campo mexicano, lo que provocó un movimiento migratorio importante. El movimiento migratorio nacional se efectuó de áreas menos desarrolladas a los grandes centros urbanos.

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Mora

(1991)

señala

que

la

visualización

de

ciertos

indicadores

demográficos en la década de 1950-1960, tales como la tasa de crecimiento de la población que era de 3.1% y la migración rural-urbana, no se consideraban como problemáticos. Ambos fenómenos respondían a las necesidades del modelo económico adoptado; se requería de una gran cantidad de trabajadores en los centros urbanos. De ahí que la política demográfica expresada en la Ley de Población de 1947 fuera favorable tanto al incremento de la población por el crecimiento natural como por la emigración (Mora, 1991: 19). Con respecto a la ubicación de los migrantes en la estructura ocupacional, Muñoz, Oliveira y Stern (1977) mencionan que la primera fase importante de migración a la ciudad de México fue entre 1936 y 1958 y coincidió con el desarrollo de una economía dinámica industrial y urbana. La ciudad de México era el centro principal, donde se dio un crecimiento no sólo de los sectores primarios y secundarios de la economía, sino de las actividades terciarias y de servicios que apoyaron a ese crecimiento industrial. El origen de los migrantes en ese periodo fue, por un lado, de ciudades aledañas no desarrolladas, esos migrantes eran trabajadores calificados que venían a la capital en busca de mejores salarios en ocupaciones no manuales; por el otro, eran migrantes de áreas de agricultura de subsistencia, éstos eran trabajadores que ocuparon trabajos no calificados en la industria y en el sector terciario de servicios. Los autores señalan que de 1950 a 1960 hubo una reducción tanto del crecimiento industrial como de la migración a la capital. Hay un cambio en esa tendencia en la siguiente década, en donde se observa un incremento gradual en el crecimiento industrial y en la migración que resultó de ese nuevo periodo de crecimiento industrial y de desarrollo. En este periodo también cambió la composición de los migrantes. Las corrientes migratorias aumentaron de las regiones rurales y relativamente deprimidas. Con el paso de los años se observan las siguientes tendencias de los lugares de origen y de las características de los migrantes: cada vez es más frecuente el arribo a la capital de migrantes de

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poblados más pequeños y con un menor nivel de desarrollo, y los migrantes tienen niveles educativos más bajos. Desde la década de 19602 es más frecuente que los migrantes provinieran de lugares más lejanos. De todo lo anterior, los autores concluyen que la migración a la capital se debió a una combinación de factores: presión demográfica; el deterioro de la situación en la agricultura, y la necesidad de trabajadores calificados y no calificados en la ciudad de México. Durante las décadas de 1960 y 1970 los migrantes rurales se concentraron en trabajos no calificados en el sector de manufactura en la economía urbana. De sus datos también concluyen que entre 1950 y 1970 pocos migrantes se incorporaron a las actividades terciarias en los servicios. También mencionan que en 1970 la estructura ocupacional en la capital se fue “cristalizando”, lo que hace cada vez más difícil para los migrantes entrar en ocupaciones no manuales en la industria. Los autores preveían que se acrecentarían las dificultades para la incorporación de los migrantes al mercado de trabajo urbano. Lo anterior es consecuencia de la crisis del modelo de desarrollo que empezó a manifestarse desde 1965. Esa crisis se reflejó, entre otros aspectos, en palabras de Ríos (1990), en los siguientes: [...] el derrumbamiento de la producción de alimentos y materias primas en el campo debido a la falta de apoyo gubernamental a la agricultura tradicional de temporal que es la mayoritaria; la elevación de los costos de producción con la introducción de tecnología moderna; la estabilidad artificial de precios y a la baja productividad del minifundio, dando como resultado que de ser México un país autosuficiente en granos alimenticios y exportador de éstos, pasó en la década de los años 70 a depender de las importaciones de granos de los Estados Unidos, principalmente, fenómeno que perdura hasta nuestros días y que deja ver en términos generales la crítica situación por la que atraviesa la mayoría de la

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Ríos (1990: 51) menciona que el auge del desarrollo industrial en México generó una fuerte demanda de trabajadores para las fábricas, para la construcción y el servicio doméstico. En la ciudad de México se generaron 50 300 empleos en los años 40, 68 600 en los 50 y 679 000 en los 70.

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población rural mexicana, que no encuentra en la actividad agrícola, los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas y tiene que adoptar como estrategia de subsistencia la emigración para complementar su ingreso. (Ríos, 1990: 20)

Esa crisis también se manifestó en la falta de dinamismo del desarrollo industrial y en su poca capacidad para absorber la mano de obra de emigrantes del campo a la ciudad, de ahí que los grandes centros del país fueran perdiendo su atractivo para los migrantes. El desequilibrio que se generó entre agricultura e industria antes mencionado, aunado a la elevada tasa de crecimiento poblacional que era de 3.2%, llevó a que al finalizar la década de los 60 se empezaran a generar problemas sociales que el Estado no pudo resolver, tales como el desempleo y la creciente demanda de viviendas, especialmente en las ciudades. La crisis que se desencadenó desde mediados de los 60 llevó a una acentuación del desempleo y a visualizar tanto el crecimiento de la población como a la migración como causantes de esos problemas. El gobierno empezó a adoptar un cambio en su política de población. En 1973 se aprobó la Ley General de Población. Se prestó especial atención al control de la natalidad. A partir de entonces, dentro de los planes y políticas del gobierno, prevaleció la visión de que era urgente y necesaria la disminución de la tasa de natalidad y generar políticas para evitar la creciente migración a las grandes urbes, principalmente al AMCM. En lugar de cuestionarse el modelo de desarrollo seguido por el país y el modelo de acumulación consecuente como causante de los crecientes problemas, se pensaba que la solución radicaba en regular los dos factores anteriores. Salas (1992), con respecto a la actividad económica y el empleo en el AMCM en la década de los 80, plantea que debido al cambio en el proceso de acumulación nacional ha habido un cambio importante en los sectores de actividad. Menciona que el rasgo sobresaliente de la década de los 80 es el aumento en la ocupación por cuenta propia. Que ello responde a la acentuación de tres fenómenos que se

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habían venido configurando desde la década anterior: la pérdida de la capacidad relativa del sector manufacturero de generar nuevas ocupaciones; el freno a la proletarización de fuerza de trabajo; y la terciarización del mercado de trabajo que se profundiza aún más. Plantea que en el AMCM lo anterior llevó en la década de los 80 a que el trabajo no asalariado creciera mucho más rápidamente que el asalariado. Ese crecimiento coincidió con la proliferación de actividades de pequeña escala tales como las unidades de hasta cinco trabajadores. Menciona también que se incrementó la participación de las mujeres en el trabajo a tiempo parcial. Considera que todo lo anterior responde a la necesidad de los individuos de allegarse un ingreso. Como conclusión menciona lo siguiente: “[...] en condiciones de caída salarial y contracción en la generación de empleos asalariados, la gente debe buscar cualquier actividad que le permita lograr un ingreso. Pero ello no significa su logro y mucho menos que la actividad sea estable o bien remunerada. En estas condiciones, más bien se espera encontrar un aumento en el trabajo marginal” (Salas, 1992: 93).

Con respecto a los cambios en los patrones de inmigración a la zona metropolitana de la ciudad de México, en la década de los 80, Luque y Corona (1992) mencionan que hay dos situaciones que tienden a reforzarse en este periodo: el AMCM ha visto disminuir su fuerza de atracción de migrantes y la tendencia creciente de este lugar de convertirse en área expulsora de migrantes hacia otras ciudades. Señalan que un cambio muy importante en los patrones de migración de la ZMCM ha sido la migración intraurbana, que se ha dado del centro a la periferia. Esto se explica por dos tipos de factores: los crecientes problemas que aquejan a la ciudad, entre otros por la escasez de vivienda accesible en el Distrito Federal, y la ampliación de la red de transporte urbano a los municipios conurbados y a los aledaños a la ZMCM. Esto propició que 510 050 habitantes del

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Distrito Federal se dirigieran a los municipios conurbados entre 1985 y 1990,3 cifra muy superior a lo que había ocurrido entre 1975 a 1980 que fue de 255 311 personas. Los mismos autores también señalan que aun cuando ha disminuido la migración a la ZMCM, la que continúa mantiene algunos de sus patrones anteriores tales como los lugares de origen de los migrantes que no han variado desde la década de los setenta. Señalan que tanto para el periodo 1975-1980 como para el 1985-1990, tres de cada cuatro inmigrantes provenían de alguna de las siguientes entidades, en orden decreciente de importancia: Puebla, Veracruz, Oaxaca, Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Guanajuato y Jalisco. Mencionan que el 62.3% de los inmigrantes era de origen rural y de edades jóvenes, el 60% se concentraba en el grupo de 15 a 49 años (en el periodo de 1978 a 1987). Un dato interesante es que la actividad principal que realizaron los inmigrantes al llegar a la ZMCM: el 37% se dedicó a trabajar; el 22% a buscar trabajo y el 41% restante era población económicamente inactiva. Como conclusión a estos movimientos migratorios los autores señalan lo siguiente: A pesar de que la inmigración a la ZMCM no fue tan elevada como se esperaba, su impacto fue diferencial, ya que una parte importante de ellos se dirigió a los municipios conurbados del estado de México, lo que aunado a los desplazamientos intraurbanos contribuye a agravar los problemas de la ZMCM, como son la contaminación ambiental, el déficit de servicios, la inseguridad pública, etc. (Luque y Corona, 1992: 29).

2. Datos acerca de los migrantes indígenas en la capital En este rubro proporcionaremos una visión general de la presencia indígena en la ciudad de México. En numerosos foros, exposiciones, conferencias, etc., se 3

Los autores señalan que este movimiento intraurbano ha contribuido al incremento de los índices de contaminación en la ZMCM, ya que cada vez se hacen recorridos más largos y por las crecientes demandas de servicios básicos tales como agua, luz, drenaje, etc., en los municipios conurbados del Estado de México.

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menciona que la ciudad de México se ha convertido en la capital indígena. Ha sido creciente la tendencia a la atracción de indígenas dentro de los contingentes migratorios que han llegado a la capital. A pesar de esos pronunciamientos, es muy poco lo que sabemos de los indígenas que viven en el AMCM. Algunos autores (Hyrabayashi, 1981; Nolasco, 1990; Thacker, 1993) suponen que la migración indígena a la ciudad es posterior a la primera oleada importante de migrantes. Ubican la primera migración de los 40 a los 50 y la segunda de los 60 a los 70. Existen algunos estudios de caso y algunas investigaciones más ambiciosas en el ámbito urbano (en el último rubro está la investigación sobre los indios urbanos realizada por el INI y la investigación también realizada por la misma dependencia en el ámbito nacional sobre las tendencias migratorias de la población indígena, 1988. En el primer rubro, los estudios de caso, tenemos a los siguientes: Arizpe, 1980; Bueno, 1994; Gidi, 1988; Hyrabayashi, 1981, 1985, 1993; Iwanska, 1973; Méndez y Mercado, 1975,1988; Mora, 1991; Odena, 1983; Orellana, 1973; Sánchez, 1995; Sánchez, 2000). No obstante, podemos considerar que no tenemos aún un panorama general de los indios urbanos. Empecemos por ubicar la cantidad de población indígena en el AMCM y los grupos hablantes de alguna lengua indígena que predominan en ese ámbito. La única fuente con la que contamos para esta información es la del Censo. El problema de la subrepresentación de la población indígena en los Censos deriva de dos fuentes. La primera es la de definir a la población indígena únicamente por la lengua y la segunda deriva del ocultamiento intencional de algunos hablantes de lengua indígena de su lengua debido a la discriminación de que son objeto en la ciudad. Hecha esa mención que nos lleva a tomar ciertas precauciones con los datos censales, analicemos los datos disponibles. Como puede observarse en el Cuadro 1, se reporta un total de 206 862 hablantes de alguna lengua indígena (mayor de cinco años) en el área metropolitana de la ciudad de México para 1995. Consideramos que esa cifra está

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muy por debajo de la cifra real,4 por lo que creemos que es necesaria la instrumentación de formas alternativas de captación de la información acerca de los indios urbanos. Lo que sí se puede afirmar de los datos censales que proporcionaremos a continuación es el creciente aumento, en números absolutos, de la población indígena en la ciudad. CUADRO 1 Población de 5 años y más por sexo según condición de habla indígena (1995)

Ubicación de la población

Área Metropolitana Hombres Mujeres Distrito Federal Hombres Mujeres Municipios conurbados Hombres Mujeres

Población de 5 años y más por sexo

Habla lengua indígena

No habla lengua indígena

14156243 6840148 7316095 7689652 3669644 4020008 6466591

206862 98005 108857 100890 45065 55825 105972

13884209 6709855 7174354 7557620 3609333 3948287 6326589

3170504 3296087

52940 53032

3100522 3226067

Fuente: Conteo de Población y Vivienda 1995. Estado de México T. I, pp. 326-378. Distrito Federal p. 80.

En el censo de 1930 se registraron 14 676 hablantes de lenguas indígenas en el D.F., identificándose únicamente el náhuatl como lengua indígena, cifra que pasó a 45 105 en el D.F. y a 6 580 en los municipios conurbados en 1960, y se agregan el mazateco, otomí y totonaca. En 1980, se registran 315 051 individuos en la ZMCM y se identifican 39 lenguas diferentes. Como puede verse, a pesar de los problemas de captación de información de los censos, tenemos que hay un

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Una estudiosa en el tema señala que si para 1980 se suponía que había en la ciudad de México 150 000 indios migrantes, la migración aumentó drásticamente después de esa década, por lo que supone que para 1990 se puede calcular alrededor de 1.6 millones de indios en la zona metropolitana de la ciudad de México (Nolasco, 1990). Otra fuente señala que para 1989 se calcula una población total indígena entre dos y cinco millones (INI, 1990).

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aumento creciente de indígenas en el AMCM y una mayor representación de los diversos grupos hablantes de lenguas indígenas del país en este ámbito. De los datos del cuadro anterior sobresalen los siguientes elementos: en número absoluto hay más hablantes de lenguas indígenas en los municipios conurbados que en el Distrito Federal (esta tendencia es nueva, anteriormente encontrábamos la situación contraria, más hablantes de lenguas indígenas en el Distrito Federal que en los municipios conurbados). De acuerdo con lo que nosotros conocemos sobre los indios urbanos consideramos que esa tendencia es correcta y que coincide además con las características de los movimientos migratorios intraurbanos que han ocurrido en el AMCM que señalamos en el apartado anterior. Los migrantes indígenas que llegaron a la ciudad en las décadas de los 40, 50 y en la primera mitad de los 60, al igual que la gran mayoría de los migrantes, se asentaron principalmente en el centro de la ciudad. Posteriormente se da un movimiento migratorio intraurbano del centro a la periferia, movimiento en el que consideramos ha participado en gran medida la población indígena. Además de que los migrantes posteriores a la década de los 70 arribaron principalmente a los municipios conurbados. El movimiento intraurbano del centro a la periferia ha estado propiciado no sólo por las razones que enumeramos en el apartado anterior, sino también por la pérdida de la vivienda de muchos indígenas que residían en el centro de la ciudad como consecuencia de los sismos de 1985. Con respecto a la cantidad de varones y mujeres, tenemos que hay más mujeres que varones en el AMCM, ubicándose principalmente las mujeres en el Distrito Federal, y los varones en los municipios conurbados en casi igual número que las mujeres. Aquí también consideramos que la tendencia es correcta, ya que quizás el mayor número de mujeres en el Distrito Federal se podría explicar por las mujeres que migran solas para trabajar en el servicio doméstico, en tanto que una cantidad más o menos similar de varones y mujeres en el área conurbada puede explicarse porque la mayoría de las familias indígenas que migran se ubican en esa zona. El mayor número de mujeres en el AMCM se puede explicar

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por la mayor facilidad que sigue teniendo para la población femenina el obtener un empleo en el servicio doméstico, en tanto que los varones se enfrentan en la actualidad con muy pocas opciones laborales. Para ubicar espacialmente a los grupos hablantes de lenguas indígenas en el AMCM señalamos su ubicación en las diferentes delegaciones y municipios conurbados. En los Cuadros 2 y 3 están señalados las delegaciones y los municipios en orden decreciente de importancia en cuanto a la cantidad de población hablante de alguna lengua indígena en números absolutos. En porcentaje relativo al total de población tenemos que en el Distrito Federal las delegaciones con más hablantes de lenguas indígenas son: Milpa Alta, Xochimilco, Cuauhtémoc, Iztapalapa, Tlalpan, Coyoacán y Benito Juárez. En el caso de los municipios conurbados son los siguientes: Chimalhuacán, Naucalpan, La Paz, Chalco, Huixquilucan, Ecatepec. Con estos datos podemos hacer dos tipos de reflexiones. La primera indica que la población indígena no se encuentra muy localizada espacialmente, de tal manera que pudiéramos hablar de una zona indígena en el AMCM. En el caso del Distrito Federal tenemos que en todas las delegaciones se

encuentra asentada población indígena y en los municipios conurbados tenemos que 17 municipios tienen un porcentaje arriba del 0.7 de población hablante de alguna lengua indígena. Si se sacara una relación por colonias, podría ser más clara la localización espacial de los grupos hablantes de lenguas indígenas. Este tipo de información no se puede obtener, ya que no está desglosada la información hasta ese nivel. En otras palabras, consideramos a partir de nuestra experiencia que sí hay una concentración espacial de los grupos hablantes de lenguas indígenas que se da principalmente en las colonias (en algunas cuadras) y no se visualiza, como lo acabamos de ver, en las delegaciones y municipios.

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CUADRO 2 Delegaciones del Distrito Federal con población hablante de lengua indígena de 5 años y más (1995) DELEGACIONES

Total de HLI

Distrito Federal Iztapalapa Gustavo A. Madero Cuauhtémoc Coyoacán Álvaro Obregón Tlalpan Benito Juárez Miguel Hidalgo Venustiano Carranza Iztacalco Xochimilco Azcapotzalco Milpa Alta Magdalena Contreras Tláhuac Cuajimalpa de Morelos

100890 23518 12727 8057 8438 7166 7200 4549 3852 4794 3595 5362 3049 2891 2218 2430 1048

HLI de 5 años y mas % sobre población total por delegación

% total

1.31 1.55 1.12 1.62 1.41 1.17 1.44 1.32 1.14 1.08 0.94 1.80 0.73 4.04 1.16 0.03 0.86

100.00 23.31 12.61 7.99 8.36 7.10 7.14 4.51 3.82 4.75 3.56 5.31 3.02 2.87 2.20 2.41 1.04

Fuente: Conteo de Población y Vivienda 1995. Distrito Federal. CUADRO 3 Municipios conurbados con población hablante de lengua indígena de 5 años y más (1995) MUNICIPIOS

Municipios Conurbados Naucalpan Nezahualcóyotl Ecatepec Tlanepantla Chalco Chimalhuacán Atizapán de Zaragoza Huixquilucan Paz, La Cuautitlán Izcalli Tultitlán Nicolás Romero

Total de HLI

HLI de 5 años y más % sobre población total por municipio

% total

105972

1.64

100.00

19978 15078 19472 8821 2804 12356 6286 2704 3339 2344 3087 2960

2.67 1.37 1.51 1.38 1.84 3.49 1.66 1.81 2.14 0.63 0.97 1.42

18.85 14.23 18.37 8.32 2.65 11.66 5.93 2.55 3.15 2.21 2.91 2.79

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Ixtapaluca Tecmac Coacalco Chicoloapan Cuautitlán

2801 1601 1102 839 400

1.71 1.22 0.60 1.33 0.79

2.64 1.51 1.04 0.79 0.38

Fuente: Conteo de Población y Vivienda 1995. Estado de México. Tomo I

La segunda reflexión es con respecto a la concentración espacial de hablantes de una misma lengua indígena. Tampoco hay datos acerca de las lenguas indígenas por delegaciones; contamos con los datos desglosados de los números de hablantes de las distintas lenguas indígenas, pero esos datos no están cruzados con su ubicación en las distintas delegaciones y municipios y menos aún por colonias. Conocedores en el tema y de mi propia experiencia consideramos que algunos de los hablantes de lenguas indígenas se encuentran concentrados espacialmente, es así que los hablantes de zapoteco y mixteco se encuentran principalmente en Ciudad Nezahualcóyotl, los triquis en Naucalpan, los otomíes en Coyoacán, los mixes en el centro de la ciudad. Más que una concentración debido al hecho de compartir una determinada lengua indígena la concentración se realiza por la pertenencia a un determinado poblado o región, predominando la pertenencia a un pueblo determinado. Con respecto a la cantidad de hablantes de las distintas lenguas indígenas en la ciudad tenemos que en el censo se reportan hablantes de 65 lenguas indígenas,5 en orden de importancia (véase el Cuadro 4).

5

Como mencionamos al inicio del trabajo no hay un acuerdo acerca del número de grupos indígenas o de grupos hablantes de lenguas indígenas, aun cuando se tome únicamente el criterio lingüístico como criterio definitorio. Esta aclaración la hacemos porque en los distintos Censos aparecen nombres de lenguas que en otros Censos no aparecen.

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CUADRO 4 Población de 5 años y más en el Área Metropolitana de la Ciudad de México que habla alguna lengua indígena (1995) LENGUA

Nahuátl Otomí Mixteco Zapoteco Mazahua Mazateco Totonaca Maya Purépecha Huasteco Tlapaneco Chinanteco

Población de 5 años y más

59361 31470 30444 24632 12416 10249 7873 2686 2228 1303 2015 2158

Fuente: Conteo de Población y Vivienda 1995. Estado de México. Tomo I, pp. 383-404. Distrito Federal p. 88. INEGI reporta otras 53 lenguas (con menos de 1,000 hablantes). Cabe mencionar que este número es aproximado pues también se reportan las categorías “otras lenguas indígenas de México” “otras lenguas indígenas de América” y “no especificado”.

Con respecto a la información anterior podemos hacer tres observaciones. La primera es con respecto a la cantidad de hablantes de lenguas indígenas. Como podemos observar de los datos anteriores, los dos primeros grupos que tienen el mayor número de hablantes que son el náhuatl y el otomí no son de migrantes, sino es población original de esta zona. Por lo que se puede afirmar que los grupos con mayor número de migrantes al AMCM son en primer lugar los mixtecos, en segundo los zapotecas y en tercero los mazahuas. La segunda observación tiene que ver con la presencia de las distintas lenguas indígenas en el AMCM. Del Censo se puede concluir que la mayoría de los grupos hablantes de las diferentes lenguas indígenas en el país están representados en la ciudad de México, esto plantea nuevos retos y posibilidades en el espacio urbano en donde la riqueza de las manifestaciones culturales es muy diversa en la actualidad. En 1940, la capital del país contaba con la población indígena que se ubicaba en las delegaciones rurales de pueblos que conservaban sus lenguas y sus tradiciones, que eran los

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grupos hablantes de náhuatl y otomíes. En aquel entonces, la población de hablantes de lenguas indígenas era de 6 104 y representaban el 0.5% de la población. Actualmente tenemos 206 862 hablantes de la mayoría de las lenguas indígenas del país. La tercera observación tiene que ver con la confiabilidad de este tipo de información. Nosotros consideramos que el Censo capta únicamente a un tipo de población que es la de los migrantes definitivos en el AMCM con cierta estabilidad en la vivienda y en el empleo. De acuerdo con los distintos estudios existentes sobre indígenas en la ciudad, sabemos que éstos se distinguen de los demás migrantes entre otras cosas por el tipo de migración y la época de llegada a la capital. En cuanto al tipo de migración podemos distinguir varios grupos. Un primer grupo, que es el que posiblemente capta el Censo, lo constituyen quienes llegaron a la ciudad antes de la década de los 70. Esos migrantes pudieron insertarse en la estructura laboral formal y pudieron resolver asimismo sus problemas de vivienda de una forma más o menos permanente. Existe un segundo grupo que llegó después de la fecha antes mencionada y que se encontró con una situación muy desventajosa tanto para su inserción en la estructura laboral, a la cual prácticamente no pudieron acceder, como para resolver sus problemas de vivienda. Estos migrantes se dedican principalmente a las actividades informales. Existe un tercer grupo de migrantes que viene cíclicamente a vender sus artesanías u otro tipo de mercancías a la ciudad. Son migrantes que pasan algunos días, semanas o meses en la capital y se regresan a sus comunidades de origen o continúan con sus ventas en otros lugares de la república. Un cuarto tipo está conformado principalmente por mujeres solteras que trabajan en el servicio doméstico. Este contingente es difícil también de captar dado el constante ocultamiento que estas mujeres hacen del conocimiento de otra lengua. Un quinto tipo de migrantes son los varones que vienen temporalmente a complementar sus ingresos y participan principalmente en actividades de construcción. De esos cinco tipos de migración, como ya lo señalé anteriormente, quizás el primer grupo es el único que capta el Censo de Población.

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Hasta aquí contamos con información global acerca de los grupos de hablantes de lenguas indígenas en el AMCM. Con respecto a otros indicadores como inserción en la estructura ocupacional, nivel de escolaridad, condiciones de vida, etc., contamos con información muy fragmentada y algunos señalamientos hechos por estudiosos de esta problemática. Nolasco (1990) menciona que los cinco problemas básicos a los que se enfrentan los migrantes indígenas al llegar al AMCM son: obtener un lugar para vivir; conseguir empleo; acostumbrarse a una cultura y un medio desconocido; defender sus derechos humanos y étnicos; y finalmente acostumbrarse a una lengua ajena. Con respecto al empleo tenemos la información de Thacker (1993) y de Bravo (s/f) que mencionan lo siguiente. Thacker plantea que: El perfil ocupacional del indígena se ha ido transformando según la época en la que ha migrado a la capital: en los 50 fueron incorporados a la industria y a la burocracia; en los 60 a la industria de la construcción y al comercio establecido; en los 70 primordialmente al trabajo doméstico y como machetero, diableros y estibadores. Ingresan también a la policía auxiliar y al ejército. Se expresan en las artesanías. En los 80, los que migran se integran a la economía informal y a través del comercio ambulante diversificado (artesanías, venta de frutas y verduras, venta de aparatos importados, entre otros) [...] En la actualidad los diferentes grupos se encuentran ubicados en el sector de producción y de servicios, fundamentalmente

en

la

industria

de

la

construcción,

las

instituciones

gubernamentales por ejemplo: D.D.F., el ejército y la policía auxiliar y en algunas universidades. Las mujeres mayoritariamente en el servicio doméstico; grandes grupos en el comercio establecido y en la economía informal a través del comercio familiar e informal (Thacker, 1993: 14).

Bravo por su parte señala que: [...] las actividades económicas, base de la reproducción social de la población indígena metropolitana, son tan diversas como el mismo espacio urbano en el que se desarrollan. Estas actividades dependen de factores como la posición social que ocupan dentro de la estructura social; la capacidad y necesidades de mano de obra

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que requiere en determinados momentos el crecimiento urbano industrial y de servicios en la ciudad; las formas en que históricamente se han vinculado con la ciudad de México, y la cultura particular de cada grupo que da matices singulares a la actividad económica de los indígenas urbanos (Bravo, s/f: 29).

No obstante, señala que existen ciertas áreas y actividades económicas más representativas. Entre ésas señala las siguientes: las asalariadas y las que se realizan por cuenta propia. Dentro de las asalariadas menciona las que se desarrollan en dependencias gubernamentales, empresas privadas, pequeños talleres, servicios de vigilancia públicos y privados, el ejército, la industria de la construcción y el servicio doméstico. Dentro de las que se realizan por cuenta propia señala el comercio, la prestación de servicios y las actividades artísticoculturales. Nosotros consideramos que hay una gran variabilidad en las condiciones de vida y de trabajo de los individuos pertenecientes a diferentes grupos indígenas. Estamos de acuerdo en que la inserción en la estructura laboral varía de acuerdo con la época de llegada a la ciudad de México, pero consideramos que también varía de acuerdo con los intereses del grupo en cuestión. Hay estudios como el de Eshelman (1988) que señala que los migrantes nahuas vendedores de amates no migraron a la ciudad para incorporarse en la estructura laboral formal, lo cual consideran que no les conviene por lo bajo de los sueldos y las restricciones de horarios y tiempos, que les impediría continuar con su participación en la vida comunitaria. De ahí que prefieran dedicarse al comercio de sus artesanías y crear toda una red para sus ventas en distintos puntos del país. Esto les permite combinar sus ventas, que les aporta recursos económicos adicionales necesarios, y seguir participando en la vida comunitaria. Este es un ejemplo de la variabilidad de las condiciones de vida y trabajo de los llamados indios urbanos. Por otro lado, también las condiciones de vida varían significativamente entre los migrantes indígenas asentados en el AMCM. Si bien estamos de acuerdo en considerar que para la mayoría de los hablantes de lenguas indígenas la

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pobreza es su compañera constante, hay una gran diversidad de situaciones que habría que conocer y que oscilan desde los casos de pobreza y pobreza extrema, en donde se concentran la mayoría, hasta los que han logrado ascender económicamente, ya sea a través del aprendizaje de un oficio y su utilización posterior en un negocio propio, hasta los que han logrado empleos en algún organismo público, etcétera. En cuanto a la vivienda de los migrantes, Bravo señala que hay una diversidad de situaciones. En el estudio realizado por el INI se detectaron los siguientes tipos de viviendas: cuartos de servicio, barracas, albergues y pensiones de asistencia, cuartos de vecindad, cuartos de hotel, viviendas múltiples de autoconstrucción, predios de préstamo y casas propias unifamiliares. Señala que a pesar de la diversidad de viviendas encontraron rasgos comunes como los siguientes: colocación de altares, la distribución y uso del mobiliario, el cultivo de plantas medicinales y/u ornamentales dentro de la vivienda o predio, cría de algunos animales domésticos y el uso general dado a la vivienda que en ocasiones invade la calle para las celebraciones familiares o para los rituales tradicionales (op. cit.: 26). Otro aspecto muy importante que encontraron es que el acceso a la vivienda está condicionado por factores como el tipo de migración (si es temporal o definitiva), la época de llegada a la ciudad y el tipo de inserción laboral. Pero además de esos factores las relaciones de parentesco y de amistad dentro de su grupo son cruciales para acceder a la vivienda. Esto ha llevado a que en ocasiones se formen núcleos o enclaves residenciales étnicos en la ciudad que pueden incluir varios cuartos de vecindad o varios cuartos de hotel, varios predios contiguos, varias calles e incluso manzanas donde predomina población indígena proveniente de un mismo lugar. Finalmente, tampoco tenemos datos acerca de muchos otros indicadores que nos permitirían conocer la situación de los hablantes de lenguas indígenas en la capital como: las tasas de natalidad y mortalidad de dichos grupos; su acceso a la educación, a servicios de salud y a programas de vivienda, ni a otras situaciones como violación de sus derechos humanos. Tachker menciona en su

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trabajo que muchos de los indios en la ciudad desconocen sus derechos más elementales lo que los coloca en una situación de mayor vulnerabilidad e indefensión. En dos estudios realizados en la ciudad de México desde ámbitos ocupacionales en donde los indígenas tienen una fuerte presencia, esto es, en el comercio informal y en las actividades de construcción, se aportan datos interesantes. Con respecto a la participación de los indígenas en las actividades de construcción (Bueno, 1994), la autora señala que la mitad de los trabajadores entrevistados en su estudio hablaba alguna lengua indígena; otomíes, nahuas, mazahuas, mazatecos y mixtecos en orden de importancia. Reporta una mayor participación de varones indígenas y señala que la participación de mujeres y niños se da en periodos de sobredemanda de trabajadores. En cuanto a niveles de escolaridad señala que los indígenas son los que tienen los niveles más bajos y una mayor deserción escolar (el 81% sólo han cursado la primaria). En cuanto a los movimientos migratorios menciona lo siguiente. La más socorrida es la migración temporal con dos variantes. Los que están en la ciudad en las temporadas en que no tienen actividades en sus comunidades de origen (agrícolas principalmente) y los que van y vienen entre sus comunidades y la ciudad cada semana o quince días. El segundo tipo lo constituye los que ya residen en la ciudad. El otro elemento que aporta este estudio y que no había sido señalado más detalladamente en los estudios anteriores es en cuanto a las formas de acceder al empleo. A diferencia de los no indígenas, los indígenas que trabajan en la construcción accedieron principalmente al empleo por medio de lazos familiares o comunitarios. Y en cuanto a su experiencia laboral señala que estos trabajadores tienen en común el ingresar en empleos inestables, donde lo más importante es la inversión de esfuerzo físico y las habilidades son aprendidas en la práctica, en palabras de uno de sus entrevistados: “a nosotros nos tocó hacer lo negro de la obra, por eso le llaman obra negra” (p.16). El otro sector en donde los indígenas tienen una presencia importante es en el sector informal, en donde el comercio ambulante es una de las estrategias

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más socorridas. Esta estrategia, que es la que les ha dado “visibilidad” a los indios en las ciudades, se realiza también en las otras dos ciudades que abordamos en este estudio. Sánchez (2000) señala que si bien en la década de los 50 y 60 la tendencia ocupacional de la población indígena migrante se orientó hacia las fábricas, la burocracia, la industria de la construcción y al comercio establecido, para los 80 éstos ven reducidas las oportunidades de un empleo formal que para los 90 se agudiza y sólo encuentran en la calle la oportunidad para trabajar. Señala varias organizaciones de indígenas que se dedican al comercio. De acuerdo con los datos del Centro de Atención para el Indígena Migrante, los mazahuas tienen 11 organizaciones, los otomíes 10, los triquis 9, los nahuas 5, y existe además un número indeterminado de grupos informales y familiares de mazahuas, otomíes, nahuas, así como de amuzgos, purépechas, huicholes, tzotziles que llegan a la ciudad a vender por temporadas. El mismo autor señala que la condición “laboral” de estos grupos indígenas los han marginado del acceso a los servicios de salud, educación y vivienda. Resalta el alto índice de analfabetismo y la baja escolaridad de estos sectores así como su alto nivel de deserción escolar, pocos terminan la primaria y menos aún la secundaria, son contados los casos en que acceden a la educación superior. Estos elementos influyen en sus pocas posibilidades de acceso a la economía formal aunados a lo poco atractivo que resultan los salarios de un empleo fijo (Sánchez, 2000:146) 3. Migración indígena a la ciudad de Guadalajara A partir de la década de los 40 empieza una tendencia migratoria importante hacia la ciudad de Guadalajara, tendencia que coexiste con la migración hacia Estados Unidos. La migración a Guadalajara fue principalmente de carácter definitivo y de tipo familiar, no hubo migración importante de mujeres solas como fue el caso de la migración a la ciudad de México.

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A pesar de que la ciudad de Guadalajara ha sido uno de los destinos principales de la migración tanto nacional como extranjera y que la presencia indígena ha aumentado considerablemente en esa ciudad, en el imaginario de los habitantes de la capital tapatía existe la concepción de una ciudad de criollos, y se niega la presencia indígena en ese ámbito (Martínez, 1998:47). Ello es más sorprendente si se considera, según Anderson (citado por Martínez, op. cit.), que esta ciudad siempre ha tenido una fuerte presencia indígena. En el Censo de 1821 casi el 38% de los jefes de unidad doméstica fueron registrados como indígenas, tanto nacidos en la ciudad como migrantes. La atracción migratoria a Guadalajara se ha debido a su rápido desarrollo industrial, comercial y de servicios, lo cual ha permitido también un fuerte crecimiento de las actividades informales en la llamada economía subterránea o paralela, en donde migrantes y no migrantes crean empresas para emplearse ellos mismos y, posteriormente emplear a sus amistades, parientes y prole (Arroyo y Velázquez, 1988 citado por Martínez, op. cit.:48). En los datos recientes, en el Censo de 1970 y 1995 en el Conteo, tenemos que ha aumentado tanto el número de hablantes de lenguas indígenas, como el número de lenguas presentes en Guadalajara. Esto es, para 1970 tenemos que la población total de dicha ciudad era de 1 199 391 y que de ellos 1 109 hablaba alguna lengua indígena. Para 1995 aumentó a 1 460 247 para los primeros y 3 599 para los segundos (véase cuadro no. 5). CUADRO 5 Población de 5 años y más por sexo según condición de habla indígena (1970 y 1995) 1970 Población por sexo de 5 años y más

Guadalajara Hombres Mujeres

1 199 391 579 470 619 921

Habla lengua indígena

1 109 683 426

1995 Población por sexo de 5 años y más

1 460 247 696 681 763 566

Habla lengua indígena

3 599 1 771 1 828

Fuentes: Censo de Población y Vivienda 1970 y Conteo de Población y Vivienda 1995.

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En cuanto al número de lenguas que se hablan tenemos que para 1970 se reportaron cinco lenguas (de las cuales dos de ellas son las que se hablaban en el lugar (huichol y náhuatl), y para 1995 tenemos que se reportaron 12, un aumento bastante significativo (véase cuadro no. 6). CUADRO 6 Población de 5 años y más en Guadalajara que habla alguna lengua indígena (1970 y 1995) LENGUA

Población de 5 años y más*

Cora Huichol Maya Mazahua Mixteco Náhuatl Otomí Purépecha Tarahumara Tarasco Totonaca Yaqui Zapoteco Total HLI

1970 ----38 93 --------215 ------------273 --------92 1109

% ----3.43 8.39 --------19.39 ------------24.62 --------8.30 100.00

1995 39 148 111 100 342 1027 157 727 42 ----81 31 205 3599

% 1.08 4.11 3.08 2.78 9.50 28.54 4.36 20.20 1.17 ----2.25 0.86 5.70 100.00

Fuentes: Censo de Población y Vivienda 1970 y Conteo de Población y Vivienda 1995. * cuando aparece -----, el dato no es cero, puede ser que la información no se presenta o no se encuentra de manera específica.

Si bien harían falta más estudios para comprender la dinámica particular que cada grupo adopta en la nueva urbe, es de esperarse que todos ellos ocupen posiciones de pobreza y marginalidad en el medio urbano (véanse cuadros nos. 7 y 8 con información sobre aptitud para leer y escribir y disponibilidad de servicios en la vivienda).

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CUADRO 7 Guadalajara. Población de 6 años y más que habla alguna lengua indígena según aptitud para leer y escribir (1995)

sabe leer y escribir no sabe leer y escribir Total

población** %

%

3141 427 3574

87.88 11.95 100.00

Fuente: Conteo Nacional de Población y Vivienda 1995. Resultados Definitivos Tabulados Básicos. (Tomo II)** No se toman en cuenta los datos reportados como "no especificados”.

CUADRO 8 Guadalajara. Viviendas particulares habitadas donde el jefe (a) o conyúge habla alguna lengua indígena según disponibilidad de servicios en la vivienda (1995) Viviendas particulares 1415 100.00 habitadas dispone de agua entubada 1335 94.35 no dispone de agua entubada 80 5.65 Dispone de drenaje 1362 96.25 no dispone de drenaje 49 3.46 dispone de energía eléctrica 1408 99.51 no dispone de energía 7 0.49 eléctrica Fuente: Conteo Nacional de Población y Vivienda 1995. Resultados Definitivos Tabulados Básicos (Tomo II).

Señalaré algunos elementos mencionados por estudiosos con el grupo de otomíes. La importancia de la familia y de la lengua son los elementos que señala Martínez como distintivos de los otomíes que viven en la ciudad de Guadalajara. Los individuos tienen a la familia como la forma de organización de sus actividades para la sobrevivencia. El grupo doméstico como una unidad familiar productiva donde todos sus miembros juegan algún papel en dicha organización (Martínez, 1998:78). Y como el ámbito privilegiado de socialización e interacción, ámbito que se extiende a los de su mismo grupo étnico, seguido por la interacción en algunas esferas con otros indígenas, como en el lugar de trabajo o de vivienda. Los

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habitantes de la urbe les son extraños y no mantienen ámbitos de interacción, su contacto se limita, en el caso de los adultos, a la relación comercial a pequeña escala. Los niños asisten sólo algunos años a la escuela o la iglesia (a clases de doctrina), lugar en donde están en contacto con los no indígenas. No obstante, en esos espacios sus características culturales no son comprendidas a cabalidad, por lo que sus bajos desempeños académicos o su falta de habilidad para el idioma español son atribuidos a falta de capacidad más que a un entendimiento real de su etnicidad. Son rechazados y ellos también se excluyen como resultado de lo anterior y se agrupan en torno a sus compañeros de etnia. La relación con la comunidad de origen es más bien simbólica, los intercambios de personas y bienes entre ambos espacios son limitados y esporádicos. Ellos consideran su permanencia en la ciudad como un “mal necesario” y no logran incorporarse a otros espacios. Es interesante el señalamiento que hace la autora de que los otomíes en Guadalajara siguen participando en la vida comunitaria. No obstante no se crean asociaciones o comités de migrantes o paisanos, como es el caso de los migrantes de otros grupos étnicos. En

tres

generaciones,

estudiadas

por

la

autora,

no

mejoran

significativamente los niveles educativos ni existe movilidad laboral; siguen vendiendo en las calles junto con sus grupos familiares. También señala que la mayoría de los otomíes que estudió son analfabetos, la escolaridad promedio es de tres meses y que se da en el seno familiar una transmisión de conocimientos semi-formal en donde los niños aprenden nociones de aritmética al iniciarse en las labores propias del comercio (Martínez, op. cit.:103). Un dato interesante sobre el trabajo infantil, es que según los cálculos de Martínez (ibid:172) los niños entre los ocho y los 15 años proveen el 25% de los ingresos de una familia de ocho miembros La autora señala un dato, en cuanto al idioma, que es alarmante y que hemos constatado en otras regiones en el país y fuera de él. Por la inviabilidad de su lengua en el nuevo medio, los individuos de la segunda y tercera generación

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van perdiendo el dominio de la lengua indígena y no logran dominar la nueva lengua, sea ésta el español en este caso, o el inglés para los migrantes a Estados Unidos. La autora menciona que Pellicer denomina este lenguaje como “español indígena” que es el código hablado por migrantes mazahuas y otomíes en la ciudad y propone que presenta una sintaxis peculiar y un vocabulario restringido (ibid: 52) En el caso de los migrantes a Estados Unidos se encuentra una situación similar, el espangles está presente en estos migrantes. Como señala Martínez en sus conclusiones “Triplemente discriminados, primero por la sociedad nacional, luego por su comunidad de origen y por último por la ciudad en donde residen, estas familias encuentran en su organización compacta y autocontenida una estrategia de sobrevivencia al medio que les resulta tan hostil.” (ibid:159). 4. Migración indígena a la ciudad de Tijuana La ciudad de Tijuana constituye uno de los polos más dinámicos del país. Al ser frontera con uno de los países más poderosos del mundo, la convierten en lugar de arribo, espera (mientras se encuentra el momento para ingresar el vecino país), dormitorio y lugar de empleo, principalmente en las maquilas, de múltiples mexicanos y latinoamericanos. Por ello este espacio se ha constituido en un lugar privilegiado para la investigación y análisis de múltiples fenómenos sociales (entre otros véase el libro de Valenzuela, 1992 a y b). Son varios los estudios sobre migración que se han realizado en el área, sobre todo aquellos que intentan medir el flujo hacia Estados Unidos y las características de esos flujos. Es poco lo que conocemos sobre la migración de los grupos indígenas, y dentro de ésta es desigual nuestro conocimiento, sabemos más sobre la migración y asentamiento de los mixtecos y oaxaqueños que sobre cualquier otro grupo (hay que aclarar también que es el grupo más numeroso).

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No obstante, la visibilidad de los indígenas en esta área y su problemática ha sido más conocida y difundida que, por ejemplo, sobre los indígenas en Guadalajara. La experiencia acumulada por estos migrantes a lo largo de sus múltiples movimientos: ya sea porque en algún momento trabajaron o aún trabajan en zonas agrícolas cercanas al lugar; si migraron antes a la ciudad de México o a algún otro lugar de la república; o por su contacto y experiencia con el otro lado como commuters, esto es, que trabajan en el “otro lado” y tienen a su familia en la ciudad de Tijuana a donde llegan diariamente o el fin de semana, les ha dado un amplio conocimiento sobre los diferentes mercados de trabajo, condiciones laborales y posibles derechos como trabajadores, mexicanos, migrantes, latinos, oaxaqueños, indios, en los dos lados de la frontera. Asimismo son también los que han sufrido en carne propia las múltiples discriminaciones que su condición de pobres, migrantes e indígenas les marcan tanto en nuestro país como en Estados Unidos. Sus luchas y reivindicaciones, que en general han cristalizado en diferentes tipos de organizaciones, pasan por múltiples niveles; desde demandas como miembros de grupos étnicos o regionales,6 hasta demandas como vendedores ambulantes, como trabajadores agrícolas, como migrantes, como mexicanos, etcétera. Según datos de Anguiano (1992) la presencia de los mixtecos en Tijuana data de los años 70. Señala que residen en seis colonias populares (nombradas por Lestage7 como “comunidades gemelas” y que trabajan principalmente como peones en la construcción, jardineros, trabajadoras domésticas y vendedores ambulantes (Anguiano, op. cit.:108). 6 Entre otros materiales, véase el trabajo de Lestage y Pérez Castro (2000) con respecto a las escuelas bilingües en Tijuana. Ellos estudian la formación de esas escuelas y su relevancia para la permanencia de la identidad étnica. En sus palabras “...las escuelas bilingües... han tenido un papel fundamental no sólo por su voluntad de conservar una especificidad étnica-mixteca-enseñando el idioma y transmitiendo algunos valores particulares sino por su capacidad de organizar a la población (p. 4). 7 Lestage señala que en la ciudad de Tijuana que cuenta con un millón de habitantes (datos del Conteo, 1995) aproximadamente dos o tres mil migrantes mixtecos radican en unas 14 colonias donde conviven con migrantes de otras partes del país y que son mayoritariamente mestizos (Lestage, 1999: 422).

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En términos demográficos tenemos la siguiente información. En el Censo de 1970 se señalan cinco lenguas indígenas en la ciudad de Tijuana y un número significativo de lenguas no identificadas que se agrupan en la categoría de “otras”,

para

1995

encontramos

ocho

lenguas

indígenas

y

un

aumento

importante en la misma categoría de “otras”. Sobresale indudablemente el aumento de los mixtecos, quienes representaban el 42.94% de hablantes de lenguas indígenas por sí solos, seguidos con un 16.23% de los catalogados como “otras” y el 14.30% de purépechas. CUADRO 9 Tijuana. Población de 5 años y más por sexo según condición de habla indígena (1970 y 1995) 1970 Población por sexo de 5 años y más

Habla lengua indígena

1995 Población por sexo de 5 años y más

Habla lengua indígena

340 583 169 317 171 266

833 464 369

859 375 433 352 426 023

6 383 3 551 2 832

Tijuana Hombres Mujeres

Fuentes: Censo de Población y Vivienda 1970 y Conteo de Población y Vivienda 1995.

CUADRO 10 Población de 5 años y más en Tijuana que habla alguna lengua indígena (1970 y 1995) LENGUA

Maya Mayo Mixteco Náhuatl Otomí Purépecha Tarasco Yaqui Zapoteco Otras Total HLI

Población de 5 años y más 1970 *

%

Población de 5 años y más 1995 **

%

94 ----48 ------------193 35 83 258 833

11.28 ----5.76 ------------23.17 4.20 9.96 30.97 100.00

198 127 2741 481 263 913

3.10 1.99 42.94 7.54 4.12 14.30 0.00 2.44 7.33 16.23 100.00

156 468 1036 6383

Fuentes: Censo de Población y Vivienda 1970 y Conteo de Población y Vivienda 1995.

* cuando aparece -----, el dato no es cero, puede ser que la información no se presenta o no se encuentra de manera específica. ** el número de habitantes de 0 a 4 años cuyo jefe (a) o cónyuge habla alguna lengua indígena fue de 2025, de acuerdo con el Conteo de Población y Vivienda de 1995.

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Como se ve en los cuadros 11 y 12 las condiciones de vida de estos indígenas son peores que las condiciones de los que habitan en la ciudad de Guadalajara; tienen porcentajes más elevados en no saber leer y escribir (18.76% en comparación de 11.95% de los primeros), y peores condiciones de vida (ejemplo, viviendas sin energía eléctrica el 10.17% contra 0.49% de los de Guadalajara). CUADRO 11 Población de 6 años y más que habla alguna lengua indígena según aptitud para leer y escribir (1995) población**

sabe leer y escribir no sabe leer y escribir Total

%

5092 1181 6294

%

80.90 18.76 100.00

Fuente: Conteo Nacional de Población y Vivienda 1995. Resultados Definitivos Tabulados Básicos. ** No se toman en cuenta los datos “no especificados”.

CUADRO 12 Tijuana. Viviendas particulares habitadas donde el jefe (a) o cónyuge habla alguna lengua indígena según disponibilidad de servicios en la vivienda (1995)

Viviendas particulares habitadas dispone de agua entubada no dispone de agua entubada dispone de drenaje no dispone de drenaje dispone de energía eléctrica no dispone de energía eléctrica

2763 1879 881 1696 1063 2479 281

% 100.00 68.01 31.89 61.38 38.47 89.72 10.17

Fuente: Conteo Nacional de Población y Vivienda 1995. Resultados Definitivos Tabulados Básicos.

La bibliografía sobre los migrantes mixtecos es mucho más abundante en el tema de organizaciones indígenas; sus novedosas formas de organización y sus demandas a múltiples niveles son más conocidas que sobre sus condiciones de vida y trabajo.

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Fuera de esa problemática existen algunos estudios que abordan otros aspectos sobre la vida de los indígenas en Tijuana. Por ejemplo, el estudio de Velasco (1996) sobre la organización de las mujeres mixtecas para ganar espacios para la venta ambulante es uno de ellos. Los estudios de Lestage (1998 y 1999) y Velasco (1998) que se centran en entender las formas en que se reproduce una identidad étnica en el nuevo contexto. Lestage (1998) aborda también los cambios en las uniones matrimoniales de los migrantes asentados en Tijuana y hace un análisis sobre las escuelas bilingües en Tijuana (ya mencionado anteriormente). Y finalmente el estudio de Anguiano (1992) sobre las condiciones de vulnerabilidad y violación de los derechos humanos de estos migrantes. Veamos algunos aspectos planteados por estos estudios. En general sabemos que la pobreza, la vulnerabilidad (véase Anguiano, 1992) y la falta de respeto a sus derechos humanos son los acompañantes habituales de estos migrantes. También tenemos información sobre las formas en que se entretejen etnicidad y pertenencia a un pueblo o región o en algunos casos grupo étnico, como recursos para acceder: al empleo (el caso de las mujeres mixtecas en su lucha por ganar espacio en la venta ambulante); a la educación (la formación de escuelas bilingües en mixteco); y para luchar por sus derechos laborales se han integrado junto con otros jornaleros agrícolas no mixtecos en sindicatos tradicionales e independientes: La Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) y el Sindicato Nacional Independiente de Jornaleros y Obreros Agrícolas entre otros. En estos procesos las formas de organización familiar y comunitaria cambian y se adecuan a las nuevas condiciones. Ejemplo de ello lo tenemos en el estudio de Lestage sobre los cambios en las uniones matrimoniales. Tal y como lo plantea la autora, la endogamia presente en la comunidad sigue vigente en el nuevo medio, aunque modificada por un nuevo concepto de membresía. La membresía a la comunidad ya no se sustenta en el hecho de haber nacido en la comunidad, ni en hablar el idioma materno, ni en haber sido registrado en el pueblo, sino en ser hijo

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de padres nacidos en el pueblo quienes continúan participando en su sistema económico y/o político religioso (Lestage, 1999: 428) 5. Políticas gubernamentales y organizaciones indígenas En este apartado no se expondrá la política indigenista implementada en el país a lo largo de los diferentes sexenios, lo cual sería objeto de otro artículo.8 Abordaremos únicamente las políticas y programas cuyo interés son los indios urbanos y las organizaciones que estos grupos han creado. En el documento del INI intitulado “Políticas y tareas indigenistas (19891994)” se plantearon los lineamientos generales que seguiría la política indigenista en ese periodo. En dicho documento existe únicamente un párrafo dedicado a los indios de la ciudad en donde de manera muy general se señala la importancia de atender a ese sector, en sus propias palabras, Hasta hace poco tiempo, la presencia de los pueblos indígenas podía asimilarse a la sociedad rural. Esta situación ha cambiado como resultado de los masivos procesos migratorios y la presencia indígena es también parte del horizonte urbano y de su problemática en el México contemporáneo. En coordinación con las autoridades del Distrito Federal, que es también la capital indígena de la nación, hemos iniciado la búsqueda para la formulación de programas de desarrollo indígena en las urbes del país. En la medida de nuestras posibilidades y de nuestra capacidad de coordinación procuraremos ampliar ese esfuerzo para cubrir las principales concentraciones indígenas en las ciudades del país (Warman, s/f: 5).

Como puede observarse, lo anterior es un enunciado muy general en donde no se detallan las acciones específicas que se emprenderán. En términos de programas concretos dirigidos para los indios urbanos, el INI inició en 1991 un proyecto de investigación intitulado “Grupos Indígenas en la ciudad de México” que tenía como principal objetivo: 8

Para ese punto véase el trabajo de Barre, 1988.

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Contribuir al conocimiento de la situación de los indígenas asentados en la ciudad de México y su área metropolitana, con el fin de que a través de este conocimiento obtenido de la relación con estos grupos, se sienten las bases para una acción del INI más rica y con una mayor participación por parte de los indígenas en el planteamiento y la solución de sus problemas (INI, s/f: 6).

Son pocos los productos que conocemos de este proyecto de investigación, proyecto que además fue suspendido con el cambio de sexenio. En 1991 la Asamblea de Representantes del Distrito Federal convocó a una serie de reuniones con el propósito de discutir la problemática india en la ciudad. A dichas reuniones invitó a diferentes sectores de la sociedad: a estudiosos de la cuestión india, a representantes de diferentes organismos gubernamentales, y a representantes de diversas organizaciones indígenas. La constante que apareció en dicha reunión es que no existen programas estructurados que puedan dar respuesta a las demandas y necesidades de los indios en la ciudad. De manera general se señalaron los siguientes problemas. La mayoría de los estudiosos de los indios urbanos, como de los representantes de grupos indígenas plantearon que los principales problemas de los migrantes son la vivienda, el trabajo y el acceso a servicios de salud. Las Secretarías encargadas de resolver esos problemas no toman en cuenta en sus programas en ningún momento la especificidad de la situación y las condiciones de los indígenas; para estas instancias la cuestión indígena en la ciudad es inexistente. Otro problema muy frecuente es el del enfrentamiento lingüístico. La falta de vigencia y viabilidad de sus lenguas en el nuevo medio, el desprecio que existe en la ciudad hacia las lenguas indígenas, y el poco dominio, y en ocasiones el desconocimiento del español por parte de algunos migrantes, en muchas ocasiones les ha ocasionado serios problemas. Esos problemas pueden ser menores, como no poder darse a entender, tener consecuencias negativas como el abuso que enfrentan los indígenas en condiciones de trabajo y sueldo por su poca capacidad para defenderse, hasta intrincados problemas legales en los que se han visto envueltos por no entender correctamente el español.

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Además de lo anterior, la contradicción existente entre las concepciones normativas, lo que se ha llamado comúnmente como derecho consuetudinario propio de cada grupo indígena y la vigencia de un derecho constitucional para el conjunto de los mexicanos que en muchas ocasiones desconocen los migrantes indios en la ciudad. Esto ha llevado a que los indígenas se vean envueltos en procesos judiciales que no entienden y en donde no se considera la especificidad de sus valores y sus culturas. Finalmente,

se

menciona

la

carencia

de

programas

específicos

de

orientación para los migrantes que pudieran ayudarlos a adaptarse y conocer mejor el nuevo medio al que se enfrentan. Una de las investigadoras que participó en dicha reunión propuso los siguientes aspectos: Se requieren programas diversos para hacer frente al problema del espacio, de la lengua, de la integración cultural, del empleo y de la defensa de los derechos humanos y étnicos. Habría que instalar en principio: 1) Módulos de orientación indígena que permitan dirigirlos hacia espacios urbanos disponibles, con bolsas de trabajo y en los que se les proporcionara información sobre centros de capacitación indígena; 2) Centros de capacitación indígena en donde se ofrecieran cursos acelerados de castellanización a diversos niveles [...] Asimismo, cursos de alfabetización para adultos, primaria acelerada y hasta módulos de secundaria o de enseñanza técnica diversa. Finalmente de capacitación para el trabajo urbano en diversos niveles; 3) instalar procuradurías indígenas [...] para ello habría que garantizar la disponibilidad de abogados de oficio y la asistencia de traductores que aseguren que los indios entienden el proceso al que están sometidos o el que pueden o quieren seguir; 4) contar con promotores de salud que sirvan de intérpretes para los indios que soliciten servicios médicos en cualquiera de las instancias del Sector Salud (Nolasco, 1990).

Se puede concluir que hay una ausencia de programas destinados a resolver las necesidades más sentidas de los indios en la ciudad. Existen acciones aisladas encaminadas al apoyo de grupos organizados para la preservación de sus

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manifestaciones culturales. También existen algunos cursos de capacitación para el trabajo. De acuerdo con Thacker (1993) esos programas son de bajo nivel y no ayudan realmente a entrenar adecuadamente a sus participantes. En términos de políticas públicas para un sector de la población indígena, los que se dedican al comercio ambulante, durante el gobierno de Luis Echeverría se implementó la capacitación para el trabajo y la dotación de puestos a las mazahuas para la venta de sus artesanías. Además de lo anterior han habido intentos y políticas en la ciudad para la reubicación y regulación del comercio ambulante. A inicios de la década de los noventa en la administración del regente Manuel Camacho se reubicaron 10 000 vendedores en 40 plazas comerciales (actualmente no todas funcionan, pero según Sánchez (2000) ese esfuerzo fue el que más impacto tuvo con relación a los posteriores que intentaron controlar el ambulantaje). Actualmente el gobierno capitalino (GDF) ha otorgado un trato diferenciado a la población indígena para encontrar alternativas de solución al problema de la venta en la vía pública. Dentro del programa de reordenamiento del comercio en la vía pública se creó en 1998 una mesa de concertación exclusiva para atender a la población indígena y por medio de la Subsecretaría del Trabajo se han empadronado a diversos grupos indígenas, principalmente a otomíes, mazahuas y triquis, que son los que constituyen la mayor parte de esta población que comercia en la vía pública en el Centro Histórico en las delegaciones de Cuauhtémoc y Venustiano Carranza. Esta instancia firmó varios convenios con las organizaciones donde sus integrantes aceptaron su incorporación al programa de reordenamiento y el gobierno propuso lo siguiente: 1) integración a los comerciantes y artesanos a proyectos productivos; 2) el GDF evaluará la asignación de espacios acordes con la naturaleza comercial de los bienes que produzcan en sus micro-empresas; 3) los comerciantes respetarán el bando que prohíbe el comercio en el Centro Histórico; 4) el GDF hará las gestiones necesarias para que se otorguen a los comerciantes las facilidades y

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autorizaciones para que puedan ejercer en forma legal su actividad y el GDF se compromete a otorgar la asesoría y capacitación para la integración de micro empresas; 5) el GDF se compromete a otorgar becas y cursos de capacitación a los comerciantes (artesanos) empadronados y gestionar, en su caso, la incorporación de un trabajo formal mediante la bolsa de trabajo de la misma Subsecreataría; 6) El GDF se compromete a gestionar ante la Secretaría de Educación, Salud y Desarrollo Social (hoy Secretaría de Desarrollo Social) el apoyo con despensas y becas para los hijos de vendedores ambulantes que cursan la educación preescolar y primaria; 7) El GDF se compromete a gestionar ante la Secretaría de Educación, Salud y Desarrollo Social la atención médica necesaria. Estas son acciones están en camino y es un proceso complejo ya que tiene aristas no totalmente resueltas, entre ellas, el autor mencionado destaca que por un lado el GDF pretende que “los indígenas abandonen al comercio informal y se integren ya sea a proyectos productivos propios o se capaciten para un trabajo formal.... por su parte los indígenas quieren seguir vendiendo en las calles porque les es más redituable que integrarse a un trabajo formal donde ganarían el salario mínimo” (Sánchez, 2000:149) Como resultado de una serie de factores tales como: la creciente conciencia de los indígenas acerca de su identidad étnica y de su potencialidad como actores políticos, conciencia adquirida por la mayor presencia y lucha de los indígenas en el ámbito nacional, como de su conocimiento de las luchas que llevan a cabo los indígenas del continente; de su cada vez mayor desconfianza del partido oficial que los ha utilizado a lo largo de la historia como votos seguros y que no les ha planteado alternativas ni soluciones a sus problemas; de sus vivencias de tener que enfrentarse a una ciudad cada vez más problemática y a condiciones de vida y trabajo más difíciles, ha llevado a que muchas de las organizaciones indígenas “informales” existentes en la ciudad, se vayan convirtiendo

en

organizaciones

formales

o

se

vayan

uniendo

con

otras

organizaciones para convertirse en activos interlocutores con el Estado.

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Las formas organizativas que los migrantes han desarrollado en la ciudad son diversas. Existen organizaciones de carácter deportivo, de tipo cultural y de corte religioso, que han mantenido una continuidad y una estrecha relación con sus comunidades de origen. Se han formado también organizaciones que cubren diversos ámbitos, tales como el económico, el político, el artístico, el deportivo, el ritual y el educativo, todas ellas sustentadas en una base étnica. Están también aquellas organizaciones más formales que aglutinan a hablantes de varias lenguas o a hablantes de una misma lengua originarios de diferentes pueblos y regiones. Las características y objetivos de estas organizaciones son muy diversos. Thacker por ejemplo menciona que existen algunos grupos que han desarrollado alianzas con instituciones, manejan y venden sus proyectos al mejor postor, son grupos que se acomodan al grupo o partido político que pueda darles pronta respuesta a sus demandas y que se prestan a acarreos políticos, son peticionarios y asistencialistas. En fin, existe una diversidad de situaciones. El INI menciona la existencia de 80 organizaciones indias urbanas constituidas por aproximadamente 15 etnias. En otro nivel, y más recientemente, se han formado organizaciones cuyo ámbito de acción trasciende la relación con sus territorios tradicionales o únicamente con los lugares de asentamiento. Estas organizaciones abarcan migrantes de una región o etnia(s) ubicados en diferentes zonas geográficas tanto nacionales como internacionales. Sobre estas organizaciones hablaré en el siguiente punto. 6. Comunidades sin límites territoriales o comunidades transnacionales De la exposición anterior sobre los distintos centros urbanos receptores de migrantes indígenas se puede uno formar una imagen equivocada acerca de la dinámica y funcionamiento de estos flujos migratorios. Si bien el espacio y el tiempo de estas migraciones se puede aislar con fines de exposición, los espacios y tiempos de la migración están interconectados en una dinámica que actualmente

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ha sido nombrada como propia de las comunidades transnacionales (entre otros Varese, 1999; Besserer, 1998; Mountz, 1995, Gledhill, 1999; Smith, 1999, RiveraSalgado, 1999) o comunidades sin límites territoriales (Sánchez, 1995). Actualmente la migración de estos grupos no puede entenderse como un movimiento a espacios sin conexión. La experiencia en la migración y lo que algunos autores han llamado el “capital cultural” (Hyrabayashi, 1993) de estos migrantes nos plantea retos teóricos y analíticos que actualmente son parte del debate y la investigación en el tema. Las categorías tradicionales para entender los movimientos migratorios nos son insuficientes. La migración ya no tiene el sello de rural-urbana, cíclica, temporal o definitiva, de sectores agrícolas a sectores industriales y cuyos sujetos son primordialmente los varones. Por los dos polos del fenómeno, los mercados de trabajo y los migrantes, la situación se ha complejizado. Por el lado de los mercados de trabajo tenemos que a partir de la globalización y reestructuración de los mercados de trabajo, así como de las políticas de los gobiernos acerca de la migración, la “tendencia ideal” de migrar y establecerse en el nuevo lugar se hace cada vez más impensable. Los migrantes se encuentran enfrentados actualmente a políticas más restrictivas acerca de sus movimientos (si es el caso de migración de un país a otro) y a una visión gubernamental de la migración, si es interna, como indeseable y la responsable de muchos de los problemas de las grandes urbes. Por el lado de los mercados de trabajo los migrantes se enfrentan a una creciente dificultad para obtener empleo estable y bien remunerado, situación muy diferente de la migración interna en la década de los cuarenta a los sesenta, y sus posibilidades de inserción en los mercados de trabajo es en condiciones de informalidad, flexibilidad, bajos salarios y nulas prestaciones. Situación que limita la posibilidad de permanecer a largo plazo en los lugares de destino. Ello hace que el tránsito entre diversas zonas rurales y entre éstas y las zonas urbanas sea frecuente. Por el lado de los migrantes se ha reforzado la creación de redes y recursos que les permiten transitar entre diferentes zonas con una mayor facilidad y

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menor costo, tanto económico como emocional, y han expandido esas redes hasta formar lo que se ha llamado en la literatura como comunidades transnacionales o sin límites territoriales. En la literatura sociológica y antropológica el ejemplo paradigmático de esta situación es el de los mixtecos y zapotecos, grupos para los cuales existe una amplia literatura. Como consecuencia de lo anterior, las organizaciones de migrantes ya no se limitan a un espacio determinado. Encontramos organizaciones de migrantes asentados

en

organizaciones

diferentes de

estados

migrantes

que

de

la

República

trascienden

los

Mexicana,

límites

así

como

nacionales.

(La

información que sigue es tomada del Coloquio Nacional... passim). Un ejemplo de este último tipo de organización es el Frente Indígena Oaxaqueño Binacional (FIOB)9. En Estados Unidos ha luchado en contra de las leyes y medidas discriminatorias contra los migrantes (tales como la ley 187 y la propuesta 227 que desmanteló la educación bilingüe en California). Se han manifestado contra la iniciativa de algunos políticos para implementar un programa como el de “trabajadores invitados” argumentando que ello llevaría a seguir manteniendo los sueldos bajos y no respetar las leyes laborales en Estados Unidos, y proponen al presidente de ese país que se implemente una nueva amnistía para todos los trabajadores

que

entraron

antes

de

diciembre

de

1996.

Apoyan

a

los

trabajadores agrícolas que viven en Estados Unidos y que se encuentran afectados por falta de empleo en la temporada, a los familiares que enfrentan el deceso de alguno de sus miembros en aquél país, etc.10 (Coloquio Nacional... passim) 9

Esta organización abrió su oficina en 1988 en Livingston y opera actualmente en Fresno con proyectos a diferentes niveles y en un espacio binacional 10 Tienen además los siguiente proyectos: a) un convenio de colaboración de 12 puntos con la Unión de Campesinos de América (UFW), para poder sindicalizar a miles de indígenas; b) desde 1997 cuentan con el programa de intérpretes indígenas para ayudar a los indígenas en su idioma ante las diferentes instancia de aquél país; c) desde 1998 el proyecto de salud de la mujer indígena migrante; d) programa de orientación de los indígenas migrantes acerca de sus derechos para

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Dentro del Proyecto de los Pueblos Indígenas, junto con el programa Asistencia Legal Rural de California (CRLA) han orientado a los trabajadores agrícolas sobre sus derechos laborales, en la resolución de problemas legales de diferente índole, tales como el incumplimiento de la ley en las condiciones de trabajo y pago de salarios, en la renta de casas, etcétera. Las organizaciones en Estados Unidos tienen una página mundial en Internet, tienen su propio boletín trimestral El Tequio que difunde actividades y noticias de su organización, y el periódico El Oaxaqueño, que tiene como objetivo la comunicación y difusión de las noticias que acontecen en ambos lados de la frontera “sirve como la voz de los migrantes para difundir todos los problemas que tenemos” (Coloquio Nacional, 1999: 49) . En 1986 se fundó la Asociación Cívica Benito Juárez con el objetivo de difundir y promover, entre los compañeros migrantes de las localidades de Fresno y Madera, los derechos humanos, laborales e indígenas, además de promover la cultura y conservar las tradiciones. Existen comités de migrantes que coordinados con las organizaciones binacionales oaxaqueñas han formado un Fideicomiso de Apoyo a Migrantes. Ese Fideicomiso se formó en 1998 con 12 de las 13 organizaciones de migrantes oaxaqueños existentes entonces en los USA.11 RIIO

está integrada por 22 organizaciones de migrantes entre otras, La

Organización Regional Oaxaqueña, La Asociación Cívica “Benito Juárez”, El Centro de Desarrollo Integral Indígena, La Cooperativa Fondo Mixteco, y mesas locales como las de Santa María Tindú, la de San Juan Mixtepec, y varias expresiones recibir el Medicaid (ayuda médica para la familia); e) realizan una campaña nacional de educación para invitar a los indígenas que se registren en el Censo del año 2000 en el formulario como indígenas y aprovechar la oportunidad para saber cuántos son (se calcula que son mas de 100,000 oaxaqueños); f) un proyecto en la frontera de California y Baja California para defender a los inmigrantes indocumentados y asistirlos en aspectos de derechos humanos. En el futuro se planea la construcción de un albergue “la casa del migrante indígena” en la ciudad de Tijuana 11 Tiene los siguiente objetivos: a) apoyar a los migrantes a través de diferentes proyectos: productivos, desarrollo comunitario, divulgación de los derechos humanos, indígenas, laborales, de la mujer y de los niños; b) impulsar proyectos de cultura; c) crear un mecanismo que reduzca los costos de envíos de remesas; d) gestionar recursos para la implementación de los proyectos que los comités están promoviendo en el ámbito de la comunidad; e) fomentar el aprovechamiento de las tierras de cultivo en Estados Unidos vía la renta; f) impulsar una red de información y comunicación electrónica para fortalecer la Red Internacional de Indígenas Oaxaqueños (RIIO) y los proyectos existentes.

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locales. El mismo FIOB está invitado. Se calcula que participan alrededor de cinco mil personas. Entre sus objetivos figuran el apoyo económico a las familias y la realización de pequeñas obras de beneficio social. Con el objetivo de fomentar obras comunitarias de mayor importancia, deciden colaborar junto con el gobierno federal, el gobierno estatal, la oficina de Fomento Social de BANAMEX y personas solidarias en la creación de un instrumento legal para gestionar recursos financieros adicionales, al que denominan Fideicomiso de Apoyo a Migrantes que mencionamos anteriormente Entre otros proyectos de RIIO destaca la Radio bilingüe, proyecto que surge en 1980 y que se enfoca a la promoción cultural e informativa sobre temas de interés relativos a los derechos humanos, problemas migratorios, laborales, entre otros dirigidos a la comunidad de migrantes. Actualmente este proyecto tiene cinco emisoras propias, las cuales se enlazan a través de satélite a 65 emisoras en los Estados Unidos, México y Puerto Rico. Los

miembros

de

las

organizaciones

siguen

participando

en

sus

comunidades y en actividades culturales en el nuevo medio. Tal y como ha sido reseñado en otros estudios, siguen vinculados a sus comunidades enviando su Tequio (envío de recursos económicos para la construcción de obras públicas), ocupando gratuitamente cargos civiles y religiosos y promoviendo actividades culturales en ambos países. En Estados Unidos realizan desde hace cinco años la Copa Benito Juárez, que se celebra el 21 de marzo en la ciudad de Madera en donde asisten más de 20 equipos de basquetbol que contribuyen con una cuota. El dinero se utiliza para el traslado de los cuerpos de los paisanos que mueren en ese país. Celebran también la Guelaguetza o Miniguelaguetza en la ciudad de Los Ángeles La organización de los migrantes en algunos casos ha sido iniciada por la intervención del gobierno federal, de los gobiernos de algunas de las entidades federativas y de los partidos políticos. La Secretaría de Relaciones Exteriores a través del Programa para las Comunidades Mexicanas en el Extranjero ha alentado la formación de más de 300 clubes en una decena de estados de la Unión

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Americana. Tanto el PRI como el PRD cuentan con comités de apoyo en diferentes localidades de la Unión Americana.12 Las aportaciones de las organizaciones de migrantes sirven para que el gobierno federal las tome como medida unitaria y las triplique, a través de la SEDESOL. Las propuestas tripartitas de las organizaciones de migrantes, el gobierno federal y los gobiernos de los estados alcanzaron, en 1995, 30 millones de nuevos pesos. En Zacatecas, el gobierno anterior trabajó también con el esquema 1:3 y estableció estímulos adicionales, los que tuvieron un gran efecto al multiplicarse rápidamente el número de clubes en los Estados Unidos y en el mismo estado. Según los datos del Coloquio los Clubes estatales con un mayor índice de aportación son en este orden: Zacatecas, Jalisco, Guerrero y Sinaloa. Los de Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí y Oaxaca.(ibid:161-162) La importancia que han adquirido esos programas y la vinculación de los migrantes con sus comunidades es señalada también por el estudio de Nichols (2000). La autora señala que el gobernador de Zacatecas se reúne en noviembre de cada año en el sur de California con los representantes de la Federación de clubs de Zacatecas para negociar los proyectos de infraestructura de sus comunidades que serán financiados en el siguiente año. En Guanajuato, el ahora presidente Vicente Fox impulsó el proyecto “Mi Comunidad” con el objetivo de financiar microempresas que generaran empleos locales y alternativas a la migración. En el marco de ese proyecto se inauguraron en 1999 en El Timbinal las primeras maquilas. Conclusiones Como hemos visto de la exposición anterior, la presencia de los indios en las ciudades no ha tenido la visibilidad e importancia que merece. Si bien la dinámica

12

De acuerdo con la información del Coloquio Nacional (1999:160) el PRI contaba con 14 comités de apoyo en localidades de Texas, Arizona, California e Illinois, y el PRD en California, Oregon, Washington, Illinois y Texas.

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migratoria hacia las ciudades ha variado a lo largo de los años y varía entre las diferentes urbes, todas ellas comparten el hecho de no tener registrada dicha presencia ni en términos de políticas ni en programas que estén dirigidos a estas poblaciones y a sus situaciones particulares. Si bien los indios urbanos comparten con el contingente de pobres urbanos muchos elementos, a diferencia de éstos, los indios migrantes se enfrentan a problemas específicos, tales como los derivados de su falta de dominio del español, el provenir de culturas específicas que los han socializado en otros valores, y aún en algunos casos, el tener sistemas normativos diferentes que les dificultan su comprensión y entendimiento de diferentes situaciones a las que se enfrentan en las ciudades. Un elemento importante que habría que señalar es la gran diversidad de situaciones en las que se encuentran los indios en las ciudades. El hecho de ser indio no sobredetermina todas sus experiencias y vivencias, los diferentes grupos indígenas tienen recursos y capitales (económicos, políticos, culturales y sociales) diferentes, en sus lugares de origen y en consecuencia en sus lugares de migración. Por ello encontramos que, en un extremo de las variaciones, tenemos a aquellos grupos tales como los zapotecos y mixtecos que han logrado enfrentarse en mejores condiciones a sus diferentes lugares de migración, que tienen organizaciones hasta transnacionales y que son actores políticos en contextos nacionales e internacionales. En el extremo opuesto tenemos el caso de los otomíes en Guadalajara, en donde la falta total de recursos lleva a que este grupo se “encapsule” y mantenga a la familia como su único recurso de sobrevivencia. Los otomíes no logran mejorar sus condiciones de vida ni mejorar sus niveles de calificación, laboral o educativa, podemos decir que básicamente sobreviven en las ciudades. A pesar de esas diferencias tenemos que los diferentes grupos indios que habitan las ciudades comparten por lo menos las siguientes situaciones, aunque con matices diferentes, y esto les da distintividad tanto como migrantes como pobladores en las grandes urbes.

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a) Han contribuido a la riqueza cultural y étnica de las ciudades. Ha aumentado no sólo el número de hablantes de lenguas indígenas en las ciudades, sino que también

la

diversidad

de

manifestaciones

étnicas

y

culturales

como

consecuencia del aumento de hablantes de lenguas indígenas de grupos que antes no se encontraban presentes en estos ámbitos. b) Se podría hablar de la presencia de enclaves en el espacio urbano así como en determinadas actividades laborales. Si bien en las delegaciones no hay indicios de agrupación de hablantes de lenguas indígenas, los datos de campo indican que hay cuadras, vecindades o espacios urbanos diversos en donde se encuentra una cierta agrupación de hablantes de lenguas indígenas. Asimismo también habría una cierta agrupación en algunas actividades laborales. c) La agrupación socioespacial o laboral se teje a partir de las estructuras familiares y de paisanazgo (pertenecer al mismo pueblo) y no principalmente por el componente étnico. En otras palabras, la pertenencia al mismo poblado o al mismo grupo familiar (ya sea consanguíneo o ritual) tiene más fuerza en estas agrupaciones que la pertenencia a un determinado grupo étnico o lingüístico. d) Existencia de formas de organización y definiciones de identidades distintas que las propiamente urbanas. Ejemplo de esto son las definiciones diferentes acerca de las etapas de la vida. En algunos estudios se reseña que los niños ingresen a temprana edad a actividades generadoras de ingreso, ya que se concibe la participación de todos los miembros del grupo familiar como necesaria y al grupo mismo como un espacio en donde todos los miembros se organizan para la sobrevivencia, nombrándolo como unidad familiar productiva. El grupo familiar cubre una mayor cantidad de funciones. Se señala en algunos estudios que el grupo familiar cubre las funciones de socialización e interacción en situaciones de escasa o nula interacción con no-indígenas o no miembros del mismo poblado, y que también tiene la función de capacitación

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para la futura vida laboral, tal es el caso de los vendedores ambulantes en las ciudades. Una mayor fuerza de las lealtades tanto familiares como de paisanazgo que se manifiesta en la serie de ayudas para migrar, para conseguir casa, trabajo y enfrentar

situaciones

adversas,

tales

como

decesos,

desempleo,

enfermedades, etcétera. Una temporalidad y objetivos diferentes en las migraciones en las que se participa. En muchos casos se reseña la importancia de la temporalidad de los lugares de origen, en donde el ciclo festivo y/o agrícola determina los movimientos migratorios y las vivencias de los migrantes en sus nuevos lugares (ejemplo de esto lo vemos en que las celebraciones comunitarias siguen marcando sus ritmos de vida en la ciudad). En otros estudios también se reseña que la elección del tipo de migración en la que se participará no sólo está determinada por las opciones que se perciben en el mercado de trabajo sino que también por los propios intereses de los migrantes. Ejemplo de ello son los nahuas vendedores de amates, la venta de estos productos les permite allegarse un ingreso y poder seguir participando en la vida de la comunidad. e) Persistencia de indicadores de marginalidad y pobreza. No obstante que no todos los indios comparten las mismas situaciones en sus vivencias urbanas, ya que a algunos de ellos la ciudad les significa un acceso a la educación y a mejores condiciones de vida, como grupo y especialmente dentro de ciertos grupo indígenas, tales como los otomíes, encontramos que se reporta una presencia importante de indicadores tales como mayor analfabetismo y deserción escolar, por lo tanto niveles educativos más bajos, poca o escasa movilidad laboral, y fenómenos nuevos y no suficientemente señalados tales como la incapacidad de comunicarse correctamente en algún idioma. En el texto se señaló la presencia de lo que la autora llama como español-indígena y del espangles entre los migrantes a Estados Unidos. A fin de cuentas lo que

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se está señalando es la persistencia de la desigualdad y la marginalidad de estos grupos. f) Creación de novedosas formas de organización. Las organizaciones creadas por los migrantes tienen características novedosas al menos en los siguiente aspectos: en sus objetivos, que van desde demandas en el ámbito étnico o cultural, pasando por demandas como migrantes, trabajadores, ciudadanos mexicanos, etc. En sus formas de organización, que van desde niveles del pueblo o localidad hasta transnacionales, y que pueden conjuntarse diversos niveles de organización y demandas. En el desdibujamiento de fronteras. Esto es, las divisiones geográficas-políticas nacionales y fuera del ámbito del país no han sido un impedimento para conjuntar organizaciones y demandas y crear niveles más abarcativos de organización. Y finalmente en la apropiación de espacios y elementos a través de los cuales circula información y crean espacios de comunicación, y que van desde las formas más tradicionales como circulación de información entre migrantes que van y vienen o a través de los que van llegando, hasta la utilización de correos, noticias por la radio, periódicos y las más modernas formas de comunicación como es a través del Internet. La riqueza y diversidad de situaciones de los indios urbanos es un tema abierto a la indagación. Sabemos más sobre ciertos grupos indios, aún cuando en esos casos nuestro conocimiento todavía es insuficiente. Un gran vacío que hay que señalar es sobre el conocimiento de las mujeres indígenas en las ciudades. La dificultad para trazar los contornos de la presencia india en las ciudades es especialmente relevante para el caso de las mujeres indias. Bibliografía

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