El trabajo esclavo: La nueva marca de la industria de la confección argentina

1 Argentina La serie de reportajes sobre Trabajo Decente en América Latina, es un esfuerzo colectivo de los miembros de la Red Global (Global Network)

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1 Argentina La serie de reportajes sobre Trabajo Decente en América Latina, es un esfuerzo colectivo de los miembros de la Red Global (Global Network) en la región, para visibilizar realidades que compartimos y que muchas veces permanecen ocultas y sus víctimas olvidadas. Los reportajes nos presentan casos emblemáticos de cada país, recogen testimonios de trabajadores y trabajadoras, recrean situaciones laborales en diversas actividades productivas desde la industria del salmón, los espárragos, las flores, el maíz y los transgénicos, la palma aceitera, la mangaba, textiles y confecciones y la minería. La promoción del comercio internacional se ha señalado como una de las vías para salir de la pobreza y el subdesarrollo, sin embargo, es interesante observar que la mayoría de reportajes señalan serios déficit de trabajo decente en actividades dedicadas justamente a la exportación y a las mujeres como uno de los grupos más vulnerables. Como para contradecir el discurso y acercarnos a una realidad más compleja y urgente por resolver. Definitivamente la producción de riqueza y la promoción de la inversión en América Latina no pueden significar reducción de derechos laborales y mayor pobreza, los Estados tienen la obligación de establecer los marcos legales para garantizar empleos dignos. Los Reportajes esperan contribuir a sensibilizar en favor de extender el Trabajo Decente para todas y todos en América Latina, un anhelo y un compromiso que la Red Global comparte con el movimiento de trabajadores/as. Red Global América Latina

Por Foro Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos, Argentina

El trabajo esclavo: La nueva marca de la industria de la confección argentina

Tras superar el período crítico de fines de los años 90, después de 2002 el sector textil argentino entró en un período de recuperación y crecimiento sostenido, concentrado principalmente en los últimos eslabones de la cadena de valor: las confecciones. Pero es un crecimiento que, en buena parte, ha sido a costa de la agudización de la informalidad laboral y la caída pronunciada de la calidad de vida de los trabajadores.

Trabajo Decente en América Latina

El trabajo esclavo: La nueva marca de la industria de la confección argentina Hoy, un alto porcentaje de la contratación de trabajadores de las confecciones se hace por fuera de las normativas que rigen las relaciones laborales; es decir, por parte de talleres no legalmente registrados (clandestinos), que desarrollan actividades de baja productividad y en condiciones de absoluta precariedad, tanto en salarios (el pago es a destajo y por prenda), como en prestaciones sociales. Se calcula que la brecha salarial entre los trabajadores registrados y los no registrados es de 63,3%; aparte de que éstos no cuentan con cobertura del sistema de la seguridad social, ni de vacaciones pagas, ni de primas de trabajo.

Confeccionando moda & pobreza

Trabajo Decente en América Latina

L OS

GRUPOS POBLACIONALES MÁS AFECTADOS

POR E L EMPLEO NO REGISTRADO S O N LA S MUJERES , LOS JÓVENES , LOS TRABAJADORES DE BAJO NIVEL EDUCATIVO Y , SOBRE TODO , LOS INMIGRANTES SIN DOCUMENTACIÓN , EN UN

BUEN

NÚMERO

DE

NACIONALIDAD

BOLIVIANA .

educativo y, sobre todo, los inmigrantes sin documentación, en un buen número de nacionalidad boliviana. Se calcula que unos 100 mil trabajadores provienen de Bolivia, quienes en su mayoría no tienen el permiso oficial del gobierno para estar en el país (DNI), razón de más para tener que aceptar trabajos en talleres clandestinos. Aunque las denuncias también dan cuenta de ciudadanos argentinos sometidos a las mismas modalidades de trabajo infrahumano.

Una mirada a la industria textil Actualmente existen muchas denuncias, respaldadas con pruebas físicas y testimoniales, que señalan violaciones a la dignidad del trabajador: extensas jornadas de trabajo, reclutamiento bajo engaños, retención de los documentos de identidad, explotación abusando de las condiciones de vulnerabilidad de los trabajadores inmigrantes, situaciones de semi encierro obligado o reducción a la servidumbre, exposición a enfermedades como la tuberculosis, alimentación precaria e intimidaciones a los trabajadores. En síntesis, su situación se asemeja a la trata de personas, o trabajo esclavo, como también se le conoce. Se estima que sólo el 20% de la producción de prendas de confección que provee a las pequeñas, medianas y grandes marcas, se realiza en talleres formalmente registrados. El resto, el 80%, se realiza en talleres clandestinos y en condiciones de explotación servil de la mano de obra, con un promedio de 12 trabajadores por taller, según lo señala Gustavo Vera, vocero de Unión de Trabajadores Costureros y la Cooperativa La Alameda, organizaciones que en los últimos años vienen haciendo denuncias públicas, muy sonadas por cierto, del trabajo esclavo en la industria de la confección argentina. Los grupos poblacionales más afectados por el empleo no registrado son las mujeres, los jóvenes, los trabajadores de bajo nivel

La industria textil existe en Argentina desde comienzos del siglo XX, pero su gran avance se dio a partir de los años 30 con el programa de sustitución de importaciones, y la política proteccionista de la industria, luego de la Segunda Guerra Mundial, que incorporó al mercado consumidor a una clase obrera más numerosa y mejor asalariada. En los años 60 y 70 cayó la producción textil, acompañada de una disminución del 37 % en la ocupación en el sector, lo que generó la liquidación de empresas ineficientes y

concentró la producción en las que tenían posibilidad de adquirir tecnología. La política económica instaurada por la dictadura militar desalentó la producción industrial, y así el mercado textil argentino es invadido por la importación de productos sintéticos de Estados Unidos, hilados de algodón del Perú, tejidos de lana del Uruguay e indumentaria de países del lejano oriente, con la caída de la mano de obra ocupada. La década del 80 también es desfavorable para el sector. En estos años, muchas empresas optaron por trasladarse a zonas beneficiadas por la ley de promoción industrial (San Luis), otras se reunieron en cámaras o formaron cooperativas, uniéndose para abaratar costos y poder ser competitivas. A principios de los años 90, el entrante gobierno de Carlos Menem sancionó la Ley de Convertibilidad, por la cual se avanzó hacia un equilibrio fiscal tendiente a regular la oferta monetaria y controlar la inflación. Se estableció el peso convertible (un peso igual a un dólar), obligándose el Estado a no emitir

Empresa

Trabajo Decente en América Latina EN

LOS ÚLTIMOS AÑOS, LA TENDENCIA DE LAS

EMPRESAS CONFECCIONISTAS HA SIDO CONCENTRAR SUS ACTIVIDADES EN LAS ÁREAS DE MARCA , IMAGEN,

DISEÑO,

MARKETING

Y

COMERCIALIZACIÓN, POR SER ÉSTAS LAS ÁREAS FUNDAMENTALES EN LA CREACIÓN DEL VALOR AGREGADO.

EL

RESTO DE ACTIVIDADES:

CONFECCIÓN, TERMINACIONES Y PLANCHADO ES TERCERIZADO FUERA DE LAS EMPRESAS A TRAVÉS DE LA CONTRATACIÓN DE TALLERISTAS, QUIENES A SU VEZ, PARA REALIZAR ESTAS TAREAS, SUELEN S U B C O N T R ATA R

A

OTROS

TA L L E R E S

O

TRABAJADORES A DOMICILIO.

papel moneda sin respaldo en reservas. La reducción de la inflación produjo un rápido aumento de la producción industrial a partir del aumento del consumo. Además, posibilitó mayor inversión e incorporación de tecnología. Esto, sumado a una nueva apertura económica sin políticas de protección industrial y con el peso sobrevaluado, motivó el crecimiento del sector industrial en general y del textil en particular. Sin embargo, la apertura irrestricta de la economía y la falta de crédito y promoción a la industria, terminaron provocando un desequilibrio estructural en el sector textil y la consiguiente falta de competitividad frente al mercado externo. A finales de los años noventa se vio una abrupta caída de las exportaciones (-42,28%) y un aumento de las importaciones. En este contexto, las distorsiones y asimetrías dentro del MERCOSUR, las exportaciones a precios de dumping, la competencia desleal interna, los métodos ilegales de contratación, la profusión de productos falsificados, y las dificultades del acceso al crédito, llevaron a una retracción del sector textil, signado por una ola de quiebras y despidos masivos de trabajadores.

Tras la caída de la convertibilidad y la devaluación del peso, a partir del año 2002, y hasta el año 2007, la cadena de valor de la industrial textil y de la indumentaria en Argentina experimenta un ciclo de crecimiento sostenido de la producción, a una tasa promedio anual del 17%, lo que permitió que los salarios registraran una suba acumulada de 145,4% entre 2004 y 2007, y se generen 149 mil nuevos puestos de trabajos directos. También posibilitó un ritmo ascendente de ventas al exterior, a pesar de la pérdida de competitividad derivada de la apreciación de la moneda y de contar con un mercado interno en crecimiento. Esas ventas corresponden a 1.850 empresas y se dirigieron a 127 países. En la actualidad, un aspecto amenazante del sector textil es el incremento récord de importaciones, ya que para fines de 2008 ha sido mayor a 1.700 millones de dólares, es decir, un 50% mayor al pico más alto durante la convertibilidad. Y en cuanto a la presencia sindical en el sector formal de las confecciones, tenemos que sólo el 17% de los trabajadores se encuentra sindicalizado. El Sindicato Obrero

Trabajo Decente en América Latina

de la Industria del Vestido y Afines (SOIVA) tiene apenas 16.032 afiliados en el país, provenientes de unas 2.000 fábricasempresas-talleres registrados. Y el Sindicato de Trabajadores Talleristas a D o m i c i l i o ( S TTA D ) t i e n e s ó l o 2 . 0 0 0 afiliados, cuando se estima que hay más de 10.000 potenciales afiliados en el país, de los cuales 5.000 estarían en la ciudad de Buenos Aires. Claramente, estos datos p o n e n d e m a n i f i e s t o u n a g ra n discrecionalidad sobre el registro por parte de los empleadores, que no declaran a sus trabajadores para evitar las erogaciones que esta acción implica, como el pago de contribuciones patronales e indemnizaciones.

Radiografía del trabajo esclavo Es pertinente advertir que el sector dedicado a la fabricación del hilado y las telas no está directamente vinculado con la problemática del trabajo esclavo. Ésta se da básicamente en el sector de la confección de las prendas, que es donde el modelo productivo ha cambiado drásticamente en la última década, tanto a nivel mundial como local. En efecto, en los últimos años, la tendencia de las empresas confeccionistas ha sido concentrar sus actividades en las áreas de mar ca, imagen, diseño, marketing y comercialización, por ser éstas las áreas fundamentales en la creación del valor agregado. El resto de actividades: confección, terminaciones y planchado es tercerizado fuera de las empresas a través de la contratación de talleristas, quienes a su vez, para realizar estas tareas, suelen subcontratar a otros talleres o trabajadores a domicilio. Es evidente, y comprobado, que las empresas-marcas están fuertemente involucradas en la contratación de

talleristas, y por lo mismo en la proliferación del trabajo esclavo. Y no pueden alegar desconocimiento de esta situación, ya que en muchos casos el precio que pagan por prenda confeccionada no asegura las condiciones m í n i m a s d e s u p e r v i v e n c i a p a ra l o s trabajadores. Las denuncias presentadas por la Unión de Trabajadores Costureros

se dificulta la asociación gremial de los trabajadores, por la misma informalidad de sus contratos, que escapa al radio de acción de los sindicatos.

y la Cooperativa La Alameda ante las autoridades judiciales, involucran con talleres clandestinos a más de 70 marcas de reconocido nombre en el mercado local, como Mimo, Gabucci, Kosiuco, Kill, Tucci, Chocolate, Ona Saez, Claudia Larreta, Portsaid, Topper, Adidas, Yagmour.

sino que requiere de la decisión política y la coordinación de programas de gobierno a distintos niveles. Ejemplo de ello fue la activa participación que en marzo de 2006 tuvieron organizaciones como la Unión de Trabajadores Costureros, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, la O r g a n i z a c i ó n In t e r n a c i o n a l p a ra l a s Migraciones, a raíz del trágico incendio del taller de Luis Viale, en el cual murieron dos costureros y cuatro niños. Sus denuncias lograron posicionar el problema en las agendas de los medios y del Gobierno de Buenos Aires.

Dada la informalidad característica de este eslabón de la cadena de valor, es difícil calcular exactamente cuántos talleres clandestinos hay en el país. Se estima la existencia de unos 10.000, de los cuales la mitad se encontraría en la ciudad de Buenos Aires. Son además espacios donde

Resulta entonces fundamental remarcar la complejidad de la problemática asociada al trabajo esclavo, cuya solución no sólo involucra a los sectores privado y sindical,

Trabajo Decente en América Latina

Oscar, un caso ilustrativo Oscar Camargo, de 28 años de edad, ciudadano boliviano con estudios hasta cuarto año de bachillerato, llegó por primera vez a Argentina en 2004, a trabajar en un taller de confecciones. Llegó atraído por un aviso que vio en la prensa, el cual decía que en la ciudad de Buenos Aires necesitaban costureros, que era el oficio que él desempeñaba en La Paz, su ciudad natal. Él, que alguna vez había soñado con ser futbolista y después con ser oficial militar, se pegó de ese aviso porque otro de sus sueños era conocer a la Argentina. Se consiguió el pasaje en avión y llegó a Buenos Aires con pasaporte de turista. Encontró empleo en un taller de la zona de Flores, con jornadas de entre 9 y 10 horas diarias. Alcanzó a laborar sólo cuatro meses porque se le venció la visa y debió regresar a Bolivia. Regresó a Buenos Aires un año después, esta vez en compañía de su esposa, con la idea de trabajar los dos. Consiguió empleo en un taller legalmente registrado, por lo que su dueño le ayudó a obtener el DNI, que es un documento que expide el gobierno y permite a los inmigrantes trabajar en el país. Lo obtuvo relativamente fácil y en poco tiempo. Su mujer sí se vio en di ficul tades para encontrar empleo por carecer de este documento, y porque quedó embarazada, por lo que ambos decidieron al cabo de un año, regresar a Bolivia a tener el bebé. En febrero de 2008, Oscar decidió volver a Argentina, por tercera vez, y esta vez solo, sin su mujer. Llegó a trabajar a un taller clandestino, de propiedad de un paisano suyo, boliviano, que confeccionaba ropa para la marca Kosiuko. Como él tenía ya su DNI, le dijo al tallerista que quería trabajar en «blanco», es decir, que lo inscribiera en el sistema de seguridad social. Pero el tallerista le dijo que eso no podía ser, porque su taller no estaba registrado, e

inscribirlo en el sistema implicaba inspecciones de las autoridades y problemas. En este taller clandestino trabajó durante poco más de un año, de lunes a sábado y en jornadas que se extendían entre 12 y 15 horas al día, y un salario entre 800 y 1.000 pesos mensuales, según el tiempo trabajado. En los meses de más ajetreo, en los que las jornadas se podían extender hasta las 18 horas, su salario subía a los 1.200 pesos. «Kosiuko mandaba cortes para costurar, y nosotros costurabamos. Sabía que era para Kosuiko por las etiquetas, todas las bolsas, los moldes, todo Kosiuko. Hacíamos varias clases de prendas: canguritos y camperas, con cierre… con capucha, ropa muy fina. Yo era rectista, pegaba cierres…bolsillos. Una camioneta llegaba semanalmente con los cortes y se llevaba la producción; era una camioneta gris, sin identificación», dice Oscar. En el taller trabajaban unas 14 personas entre hombres y mujeres, todos inmigrantes, todos bolivianos, y ninguno con contrato por escrito, sólo de palabra. Todo este personal dormía en el mismo taller, o sea que a la calle sólo salían los domingos o cuando tenían que ir al médico. Disponían de un baño con ducha donde se bañaban con agua caliente sólo cuando había gas, sino, con agua fría. Pero el costo del gas, que se compraba en pipetas, el dueño lo descontaba de sus salarios, como les descontaba también el pago de la electricidad y el servicio de agua. Al principio —recuerda Oscar— se acomodaban a dormir como mejor podían sobre las prendas, o sobre delgadas colchonetas de dos metros por 60 centímetros. En vista de esto, le propusieron al dueño que hiciera dos cuartos en un área de la casa que se podía habilitar para eso. Él hombre accedió, les proporcionó el cemento, la arena y los ladrillos, pero no el tiempo para

EN FEBRERO DE 2008, OSCAR DECIDIÓ VOLVER A ARGENTINA, POR TERCERA VEZ, Y ESTA VEZ SOLO, SIN SU MUJER. LLEGÓ A TRABAJAR A UN TALLER CLANDESTINO, DE PROPIEDAD DE UN PAISANO SUYO, BOLIVIANO, QUE CONFECCIONABA ROPA PARA LA MARCA KOSIUKO. COMO ÉL TENÍA YA SU DNI, LE DIJO AL TALLERISTA QUE QUERÍA TRABAJAR EN

«BLANCO»,

ES DECIR, QUE LO INSCRIBIERA EN EL

S I S T E M A DE SEGURIDAD S O C I A L .

PERO

EL

TALLERISTA LE DIJO QUE ESO NO PODÍA SER, PORQUE SU TALLER NO ESTABA REGISTRADO, E INSCRIBIRLO EN EL SISTEMA IMPLICABA INSPECCIONES DE LAS AUTORIDADES Y PROBLEMAS.

TRABAJABAN

MUY ESTRECHOS, PORQUE

EL TALLER RESULTABA PEQUEÑO PARA ALBERGAR A TANTOS TRABAJADORES. SALITA DONDE

OSCAR

LA

LABORABA, POR

EJEMPLO, TENÍA DOS METROS POR TRES

Trabajo Decente en América Latina

DE ÁREA Y EL TECHO BAJITO, ADEMÁS SIN VENTILACIÓN ADECUADA.

DISPONÍA

DE

UN VENTILADOR , INSUFICIENTE PARA DISPERSAR EL POLVILLO QUE DESPEDÍAN LAS PRENDAS, EL CUAL POR MOMENTOS

hacer los cuartos. Éstos los fueron construyendo en los momentos de descanso, o en los ratos que sacaban en el horario del almuerzo. Trabajaban muy estrechos, porque el taller resultaba pequeño para albergar a tantos trabajadores. La salita donde Oscar laboraba, por ejemplo, tenía dos metros por tres de área y el techo bajito, además sin ventilación adecuada. Disponía de un ventilador, insuficiente para dispersar el polvillo que despedían las prendas, el cual por momentos dificultaba la respiración de los trabajadores y les irritaba los ojos. Era la causa de frecuentes afecciones respiratorias, que cada uno tenía que tratarse por su cuenta porque el dueño del taller no los tenía afiliados a ningún sistema de salud. Los únicos que tenían DNI eran el dueño, la esposa de éste y Oscar, quien, gracias a este documento, las dos veces que se enfermó recibió atención en el hospital Vélez Sarsfield, que quedaba cerca del taller. Por otra parte, el dueño los vivía acosando por producción, bajo la amenaza de que si no

DIFICULTABA LA RESPIRACIÓN DE LOS TRABAJADORES Y LES IRRITABA LOS OJOS.

ERA

LA

CAUSA

DE

FRECUENTES

AFECCIONES RESPIRATORIAS, QUE CADA UNO TENÍA QUE TRATARSE POR SU CUENTA PORQUE EL DUEÑO DEL TALLER NO LOS TENÍA AFILIADOS A NINGÚN SISTEMA DE SALUD.

LOS

ÚNICOS QUE TENÍAN

DNI

ERAN EL DUEÑO, LA ESPOSA DE ÉSTE Y

OSCAR,

QUIEN,

GRACIAS

A

ESTE

DOCUMENTO , LAS DOS VECES QUE SE ENFERMÓ RECIBIÓ ATENCIÓN EN EL HOSPITAL

VÉLEZ SARSFIELD ,

QUE

QUEDABA CERCA DEL TALLER.

alcanzaban a terminar a tiempo un determinado lote de prendas, no les pagaba la semana. «La palabra de él era volar. Hay que volar, hay que volar», recuerda Oscar. Y tanto los acosaba que no los dejaba pararse a descansar y les limitaba al máximo la ida al baño. Los alimentos los preparaban en el mismo taller la esposa del dueño y una mujer que le ayudaba. Recibían tres comidas en la

jornada. «En la mañana desayuno: un pan, leche, té. Al almuerzo nos daban comida boliviana, más tarde la merienda: leche o tesito, y por la noche la cena. Pero no era suficiente, era poco, y esas señoras no cocinaban bien, todo les quedaba salado… y a veces se atrasaban con el almuerzo, y otras tuvimos que cocinar nosotros mismos, en una cocina muy estrecha… Por ahí una o dos veces a la semana el dueño mandaba a comprar pollo, pero no de cuenta de él, sino de nosotros. Lo descontaba del salario», dice Oscar. E s n a t u ra l e n t o n c e s q u e b a j o t a l e s condiciones los trabajadores duraran poco tiempo en el taller, bien porque se aburrían o porque el dueño los echaba. El promedio de permanencia era de unos tres meses por trabajador. Oscar fue de los que más duró: cerca de un año, en parte porque el dinero lo necesitaba para enviarlo, casi en su totalidad, a su mujer en Bolivia. Pero cuando salió, despedido porque un día se le reveló al dueño, se dirigió de inmediato a la Unión de Trabajadores Costureros a denunciar las condiciones infrahumanas en que le tocaba trabajar. Por un informe de televisión se enteró de la existencia de esta organización, que se ocupaba de denunciar e l t ra b a j o e s c l av o y d e fe n d e r a l o s costureros. Lo que más le duele de todo este episodio, es que haya sido maltratado y explotado por un paisano suyo. «Ni siquiera los propios argentinos tratan a la gente así aquí… Lo que pasa es que un boliviano que lleve viviendo diez o quince años aquí, ya se cree un argentino», puntualiza Oscar.

Serie Reportajes:

Trabajo Decente en América Latina

El trabajo esclavo: La nueva marca de la industria de la confección argentina

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Edición periódistica: Ricardo Aricapa Escuela Nacional Sindical - ENS. Colombia Coordinación y producción: Rocio Campana PLADES - Programa Laboral de Desarrollo. Perú [email protected] Diseño: Alberto Vales R. [email protected] Mayo 2009

Coordinador Regional Global Network Latin America Juan Carlos Vargas [email protected] PLADES Programa Laboral de Desarrollo Av. General Córdova 1198 Jesús María, Lima 11 P.O. Box 14-0362 - Lima 100 Perú Teléfonos: (+51-1) 470 0954 - 265 9232 Fax: (+51-1) 471 5642

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