EL TRIUNFO DE LOS VALORES EN LA ACTIVIDAD ECONÓMICA Pep Montes

EL TRIUNFO DE LOS VALORES EN LA ACTIVIDAD ECONÓMICA Pep Montes No cabe duda de que el tiempo libre educativo es hoy un sector significativo de la acti

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EL TRIUNFO DE LOS VALORES EN LA ACTIVIDAD ECONÓMICA Pep Montes No cabe duda de que el tiempo libre educativo es hoy un sector significativo de la actividad económica de Cataluña, tanto por una simple cuestión de volumen como por la trascendencia y prioridad social de los servicios que presta a la comunidad. Sin embargo, la diversidad y complejidad de los agentes que intervienen en él, la dificultad de la administración para ubicarlo en un ámbito preciso de la gestión pública y, por qué no decirlo, las numerosas discrepancias que subsisten entre los principales actores que forman parte de él sobre la naturaleza de la actividad que desarrollan, dificulta dimensionarlo de una forma precisa y rigurosa. En cualquier caso, sin ánimo de exhaustividad y con la simple voluntad de constituir una muestra sencilla de su potencial desde una perspectiva económica, podemos asegurar que en las sesenta empresas que forman parte hoy de la Acellec y que constituyen el núcleo de su actuación patronal, se podrían añadir sin mucho esfuerzo ni temor a equivocarnos entre cuatrocientas y quinientas organizaciones empresariales en toda Cataluña, de tamaño y finalidades diferentes vinculadas a la actividad económica del sector. Es fácil, con estas cifras, imaginar que los casi siete mil trabajadores que de forma más o menos estable desarrollan la actividad de las empresas de la Acellec se pueden doblar, y que los aproximadamente ochenta millones de facturación anual del conjunto de sus empresas se incrementaría notablemente con una búsqueda minuciosa. Si a estas cifras le añadimos todas las formas de gestión y prestación de servicios vinculadas al mundo asociativo nos damos cuenta con facilidad de que, a pesar del prestigio y reconocimiento social del que innegablemente disfrutan el tiempo libre educativo y sus actores principales, no ocupamos en la agenda política, social y económica del país un espacio proporcional a nuestra dimensión. Pero si esta realidad se evidencia de forma fría con una simple enumeración de cifras inexactas y no suficientemente contrastadas, su efecto se multiplica notablemente cuando incorporamos al análisis la verdadera razón de ser del sector: la capacidad de servicio para atender necesidades sociales de carácter público, la contribución a la cohesión social aportando elementos cualitativos a las dinámicas sociales y el esfuerzo por integrar acción educativa, desarrollo cultural e innovación social. Estos elementos forman parte inseparable, desde la perspectiva de la Acellec, de la actividad económica que desarrollan las empresas del sector, por lo que convenimos y afirmamos, de forma general, que en nuestro sector la rentabilidad económica nunca puede ir desligada de la rentabilidad social. Sin unas garantías mínimas de profesionalidad y calidad, los servicios que prestan nuestras empresas dejarían de cumplir su función educativa, cultural y social y, por tanto, dejarían de pertenecer propiamente a nuestro sector. Es por eso que afirmamos que rentabilidad económica y social son, en nuestro caso, inseparables. La confluencia de estos dos elementos (la configuración como un sector económicamente significativo y la valiosa aportación cualitativa al equilibrio y cohesión social del país) son la prueba contundente de un éxito que muy pocos ámbitos de nuestra vida social, cultural y económica pueden mostrar. Esta es la base sobre la que reposa esta ponencia. El tiempo libre educativo nace y se desarrolla inicialmente como una opción ciudadana para vivir y desplegar la vida en comunidad a través de determinados valores. El mecanismo a

través del cual se impulsan es, de hecho, muy simple: se trata de añadir contenido educativo y calidad democrática en los espacios de elección personal liberados de las obligaciones laborales. Un determinado tipo de personas y familias optan por ocupar los espacios de tiempo libre con contenidos educativos, quieren que sus hijos desarrollen sus potenciales a través de este mecanismo e impulsan la creación de organizaciones que lo facilitan y lo incentivan. La construcción de este modelo, que se fundamenta en contenidos educativos pero también, significativamente, en una voluntad de ejercer la libertad personal y de convivir con la diversidad como expresión de riqueza social, trasciende con el tiempo los límites de las organizaciones de carácter asociativo que las impulsan inicialmente. Es así como sus fundamentos pedagógicos son asumidos universalmente como positivos y deseables. Lo que nace como una opción de un determinado tipo o sector de población acaba siendo percibido como una necesidad genérica de toda sociedad moderna, como un mecanismo de integración y cohesión social que debe ser contemplado como un derecho ciudadano. Siguiendo el ritmo de las transformaciones sociológicas, el tiempo libre educativo se convierte casi de forma natural en una herramienta fundamental para atender necesidades de conciliación familiar, de complemento educativo, de socialización para los adolescentes, de educación en valores en espacios informales y de aprendizaje participativo. Se convierte, en la máxima expresión de su interés por convertir la diversidad y la convivencia en cohesión social, en una escuela de democracia. Hemos asumido con tanta claridad estos principios, que hoy no concebimos un espacio de tiempo libre atendido con servicios profesionales que no contemple contenidos educativos a partir de las metodologías y práctica pedagógica del mundo del tiempo libre educativo. Este éxito tiene que ver, innegablemente, con la fuerza y el impulso del mundo asociativo, que está en el origen del modelo y que desarrolla e impulsa sus potenciales. Pero de ningún modo podemos ignorar el despliegue paralelo de una actividad económica que no combate ni limita sino que adopta y expande los valores propios del tiempo libre educativo. La atención y el acompañamiento a niños, adolescentes y jóvenes en su tiempo libre sigue siendo una opción electiva en determinados espacios de libertad personal y familiar, pero se convierte también en una necesidad social cuando las dinámicas socioeconómicas conducen a las familias a delegar parcialmente el cuidado de sus hijos durante el tiempo de obligaciones laborales y profesionales. No hay éxito más destacable del tiempo libre educativo que aquel que se desprende de constatar la evidencia de que en estos espacios de servicio público lo que propugnamos no es la vigilancia y custodia de los menores sino la ocupación del tiempo con actividad educativa, y que no concebimos la posibilidad de que sea de otra forma. Convertimos el tiempo libre educativo en una necesidad: lo reclamamos como derecho ciudadano. Y la atención a un derecho ciudadano y, por lo tanto, universal, requiere la existencia de organizaciones y estructuras de gestión profesional ambiciosas y complejas. El segundo gran éxito del tiempo libre educativo es que estas organizaciones, con independencia de la forma jurídica que adopten, incorporan sin discusión los valores que les son característicos y se convierten en nuevos actores de este impulso. La atención y satisfacción de un derecho ciudadano genera necesariamente actividad económica y, en este caso, la actividad económica contribuye a preservar un derecho. El tiempo libre educativo, ante el crecimiento exponencial de los servicios que le son propios para atender correctamente las necesidades sociales contemporáneas, se incorpora como un sector más en el tejido empresarial catalán siguiendo el modelo que le es más propio y

singular: la pequeña y mediana empresa. Los dirigentes de estas organizaciones, cuya mayoría han crecido y se han desarrollado como profesionales en el mundo asociativo, incorporan de forma natural los principios y valores del tiempo libre educativo sin limitaciones e incorporan criterios de profesionalidad que ya resultan ineludibles y permiten un crecimiento exponencial de las ofertas educativas, de su diversidad, de su especialización y, al fin y al cabo, de su calidad. Hoy podemos cifrar ya en más de veinte años la antigüedad del sector empresarial en este ámbito, y su consolidación y desarrollo ha sido paralelo a la universalización del tiempo libre educativo como derecho social. La asunción del mundo de la empresa de los valores y principios del tiempo libre educativo se traduce en la defensa y promoción de la profesionalidad en la prestación de los servicios y en la calidad de sus contenidos. Es por ello que profesionalidad y calidad son las dos premisas de obligado cumplimiento sobre las que el sector de las empresas del tiempo libre educativo desarrolla su actividad. Por todo ello, la necesaria toma de conciencia del tiempo libre educativo como sector económico no sólo no está reñida con la defensa de los valores y principios que le son propios, sino que se convierte hoy en día en las dos caras de la misma moneda. Hay un espacio para el tiempo libre educativo desde la óptica de la elección personal y familiar, expresada esencialmente a través del asociacionismo y el voluntariado, y hay también un espacio para el tiempo libre educativo como derecho social que debe garantizarse a través de la prestación de servicios de organizaciones que despliegan una intensa y amplia actividad económica. La calidad y la profesionalidad que defendemos para el tiempo libre educativo no tienen nada que ver con la forma jurídica, que no determina en absoluto el rigor a la hora de trabajar y prestar servicios. La actividad económica, por lo tanto, puede ser desplegada a través de fórmulas empresariales y de fórmulas asociativas (aquellas que nuestra legislación denomina sin ánimo de lucro). Una observación atenta y detallada de unas y otras no aportará diferencias significativas cuando se trata de determinar la calidad y el rigor en el momento de prestar servicios. Los requisitos profesionales son los mismos, las competencias necesarias son idénticas, la necesidad de levantar estructuras organizativas suficientes y capaces se da en los dos casos y los grados de satisfacción del mercado respecto a unas y otras son similares. Lo podemos explicar de una forma más sencilla y seguramente también más comprensible: hay empresas y asociaciones que trabajan en tiempo libre educativo de forma excelente, y en el campo opuesto encontraremos empresas y asociaciones que trabajan en tiempo libre educativo de forma lamentable. La oposición no se produce entre formas jurídicas sino entre niveles de calidad y profesionalidad. Si echan un vistazo a las escrituras fundacionales de empresas y asociaciones encontrarán muchos casos en los que, dejando a un lado las formas jurídicas, los objetivos sociales y los valores que se expresan son muy similares. En ocasiones, incluso, idénticos. Una vez realizado este planteamiento general, enumeramos a continuación un conjunto de elementos que consideramos merecen una especial atención en el actual contexto socioeconómico. Riesgo de distorsión Hemos tratado de dejar claro que no sólo es posible sino deseable determinar con claridad el contorno de la actividad asociativa en el mundo del tiempo libre educativo y el de la actividad económica. La primera se desarrolla esencialmente (no sólo, pero sí esencialmente) desde la actividad voluntaria y comunitaria y la segunda en el marco de

un mercado de servicios e intercambio económico que ya hemos visto que consigue preservar con éxito remarcable los principios y valores propios del tiempo libre educativo. Cuando las dos formas de actividad confluyen en una misma organización se genera un riesgo de distorsión, se difuminan las fronteras entre una y otra y se producen confusiones que pueden alterar tanto el mercado como la vida asociativa. ¿Dónde comienza la actividad económica destinada a prestar unos servicios determinados y donde termina la actividad asociativa? ¿Hay un espacio de intersección? ¿Es posible que el principio general que en estos casos afirma que la actividad económica sirve también para financiar la actividad asociativa se distorsione hasta el punto de que llegue a pasar exactamente lo contrario? Fíjense que lo planteamos en forma de interrogante, evitando hacer afirmaciones contundentes, pero sí queremos constatar el hecho evidente que hay un espacio de intersección mal delimitado, poco claro y notoriamente confuso. A menudo nos fijamos en la distorsión del mercado económico que esto puede producir, pero probablemente es mucho más grave el daño que pueda hacer potencialmente a la propia actividad asociativa. Calidad en riesgo Uno de los riesgos fundamentales de la confusión entre actividad asociativa y actividad económica es que afecte a la calidad en la prestación de servicios. Si un servicio educativo no garantiza un grado mínimo de calidad deja de ser educativo. Desaparece su razón de ser. La mezcla, por tanto, de finalidades propias de la asociación con la finalidad última de la prestación de un servicio público (o la atención a una demanda social, si lo prefieren), que es la calidad y la eficacia con la que llegue finalmente al ciudadano, puede afectar a ambos lados. Y más allá de que esto perjudique a las respectivas organizaciones, quien lo sufrirá en primer lugar será el usuario de ese servicio. Igualdad de condiciones En la regulación de toda actividad económica es esencial la garantía de igualdad en las condiciones legales e impositivas de todos los agentes que intervienen en ella. De hecho, las directivas europeas determinan con bastante claridad este principio y establecen que tanto la aportación de fondos directa a uno o varios agentes como la exención de determinados impuestos pueden ser considerados como ayudas de estado si estos agentes intervienen en un mercado en el que hay otros agentes que no tienen las mismas ayudas. Ciertamente, el campo legislativo en este punto es muy complejo, y las interpretaciones múltiples, pero la práctica cotidiana pone a menudo en evidencia que determinadas condiciones legales benefician a una parte del mercado frente a la otra. Por las vías acordadas y de consenso que sea necesario, hay que tender a eliminar estas desigualdades. El paraguas de la administración Las ayudas que la administración presta al mundo asociativo (perfectamente defendibles y absolutamente necesarias) pueden en ocasiones ser origen de posibles distorsiones cuando las organizaciones que son beneficiarias de estas ayudas intervienen al mismo tiempo en un mercado económico, si no hay una política de exhaustiva y minuciosa transparencia en la asignación de estos recursos. Si hay ayudas que contribuyen al mantenimiento de una estructura asociativa y esa misma estructura sustenta en parte una actividad económica que interviene explícitamente en el mercado, estamos validando, de facto, una ayuda a la actividad económica. Probablemente en muchas ocasiones es mayor la aparente desigualdad que el efecto real, pero hay que promover e incentivar políticas radicales de transparencia a la hora de determinar el destino de las ayudas, tanto por parte de la administración como de las organizaciones que son beneficiarias de estas ayudas. Y cuando hablamos de ayudas no sólo nos referimos a aportaciones económicas directas: también soportes indirectos a la difusión y

la promoción, la validación oficiosa de la calidad de unas ofertas por delante de otras, la concesión de ayudas públicas para personas y familias en situación de desventaja que sólo permiten el acceso a una parte del mercado, etc. Las empresas, agente social Es proverbial la imagen distorsionada que a menudo atribuimos al mundo empresarial. Seguramente forma parte de un imaginario cultural que asocia empresario a lucro y que le niega cualquier conciencia social o cualquier interés ajeno al supuesto beneficio económico. La realidad es que en el sector empresarial del tiempo libre educativo, que ya hemos dicho que se inscribe casi completamente en el mundo de la pequeña y la mediana empresa catalana, los índices de beneficio empresarial se limitan en la mayoría de casos a los márgenes de maniobra imprescindibles para toda actividad económica, que en escasísimas ocasiones hay repartos de dividendos, y que los fondos acumulados se reinvierten mayoritariamente en la propia actividad económica. Hay subsectores de actividad en el tiempo libre educativo en los que los márgenes reales de beneficio se sitúan entre el dos y el tres por ciento, por lo que resulta incluso cómico usar en muchos casos el término "ánimo de lucro" para describir la actividad económica del sector. Ciertamente, hay una voluntad de ganancia (no puede ser de otro modo), pero equilibrada notoriamente con objetivos sociales y profesionales. Sería difícil encontrar en el sector empresas con un volumen mínimo de actividad que no destinen fondos y servicios a causas sociales y comunitarias, y en ocasiones se realizan incluso esfuerzos económicos destacables para atender peticiones de ayudas. Es también cierto que esta realidad tiene una escasa trascendencia pública, mayoritariamente por decisión de los propios empresarios, y que sería deseable que el sector empresarial asumiera de forma más abierta y transparente la necesidad de mostrar su actividad social, no tanto para usarla como instrumento comercial sino para validarse y postularse como agente social con presencia y capacidad de opinión. El tiempo libre es más Lo que entendemos por tiempo libre tiene una estrecha relación con los orígenes de la actividad y el mundo asociativo, pero uno de los beneficios del desarrollo profesional y de la capacidad de elaborar discurso, incluso académico, del mundo del tiempo libre, ha sido la clara visualización que deben ensancharse los límites del sector. Si convenimos que en el seno del sector se incorporan contenidos educativos en los espacios de tiempo libre, debemos aceptar también que sus límites incluyan las políticas de juventud, la dinamización sociocultural, la atención a colectivos determinados, los programas de cultura de proximidad o la perspectiva intercultural, sólo por poner algunos ejemplos. Con una observación muy sencilla de nuestra realidad social y cultural nos daríamos cuenta de que los criterios, los valores y las técnicas que hemos descrito para el tiempo libre educativo se aplican de forma generalizada a innumerables ámbitos de la intervención pública y de la actividad económica. Eso es también una expresión del éxito conceptual y práctico del tiempo libre educativo. Es preciso ser conscientes de ello y actuar explícitamente. Especialización y profesionalización Una consecuencia que se deriva del punto anterior es la necesidad creciente de ampliar el abanico de disciplinas profesionales que intervienen en el mundo del tiempo libre. El enriquecimiento académico, profesional y técnico, y la ampliación del abanico de ámbitos atendidos a través del tiempo libre hace necesario ampliar y diversificar las competencias de los trabajadores que lo cuidan. Empieza a quedar ya desfasada la idea de una única figura profesional de base que atiende todas las posibilidades de servicio y trabajo en el mundo del tiempo libre. Es preciso describir y desarrollar nuevos perfiles profesionales asociados al tiempo libre y se deben generar los marcos retributivos y las condiciones laborales más

adecuadas para desarrollar con rigor los servicios de los que se ocupan. No podemos seguir afirmando que la calidad del tiempo libre educativo crece y se desarrolla y pretender al mismo tiempo que a los profesionales que deben ocuparse de él les basta con una formación básica y general, apta para todo tipo de servicio. Debemos dimensionarnos Lo hemos dicho al inicio de este texto: no disponemos de cifras claras ni contrastadas sobre el volumen y el alcance de nuestra actividad. La complejidad y la diversidad no son una excusa suficiente para obviar esta necesidad. Debemos dimensionar y poner cifras a nuestra actividad. Posiblemente nos conocemos a nosotros mismos menos de lo que pensamos, y probablemente nos sorprenderíamos de nuestras dimensiones reales. Es necesario un esfuerzo de coordinación, de sistematización y de transparencia para poner en común y compartir datos e información. Consciencia de sector económico En el nudo de esta intervención está la voluntad de realzar y hacer visible nuestra realidad como sector económico. Debemos borrar las connotaciones negativas y los prejuicios que demasiado a menudo atribuimos de forma acrítica a la simple actividad económica. No es incompatible con los valores, no es incompatible con la defensa de criterios y principios rigurosos, no es incompatible con una visión social de nuestro entorno, no es incompatible con la defensa de la igualdad de condiciones en el acceso al derecho a la educación en el tiempo libre. Más bien todo lo contrario: tomar conciencia de nuestra realidad como sector es fundamental justamente para impulsar y desarrollar los valores por los que hace tantos años trabajamos y que forman parte, innegablemente, del bien común.

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