El Viernes Santo de la Pasión del Señor

Viernes Santo de la Pasión del Señor Nº 198 - CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR - Ciclo C - 25 de marzo de 2016 Aprendió a obedecer y se ha converti

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Viernes Santo CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
Viernes Santo CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR INTRODUCCIÓN (Altar desnudo por completo; celebrante revestido de color rojo) Monición: Buenas tarde

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Viernes Santo de la Pasión del Señor Nº 198 - CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR - Ciclo C - 25 de marzo de 2016

Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación

El Viernes Santo de la Pasión del Señor 58. En este día, en que "ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo", la Iglesia, meditando sobre la Pasión de su Señor y Esposo y adorando la Cruz, conmemora su nacimiento del costado de Cristo dormido en la Cruz e intercede por la salvación de todo el mundo. 59. La Iglesia, siguiendo una antiquísima tradición, en este día no celebra la Eucaristía; la sagrada Comunión se distribuye a los fieles solamente durante la celebración de la Pasión del Señor; sin embargo, los enfermos que no pueden participar a dicha celebración pueden recibirla a cualquier hora del día. 60. El Viernes de la Pasión del Señor es un día de penitencia obligatorio para toda la Iglesia por medio de la abstinencia y el ayuno. 61. Está prohibido celebrar en este día cualquier sacramento, a excepción de la Penitencia y de la Unción de los enfermos. Las exequias han de celebrarse sin canto, sin órgano y sin tocar las campanas. 62. Se recomienda que en este día, se celebre en las iglesias el Oficio de lectura y las Laudes, con participación de los fieles (cf. n. 40). 63. La celebración de la Pasión del Señor ha de tener lugar después del mediodía, cerca de las tres (h. 15). Por razones pastorales puede elegirse otra hora más conveniente para que los fieles puedan reunirse más fácilmente: por ejemplo desde el mediodía hasta el atardecer, pero nunca después de las nueve de la noche (h. 21). 64. El orden de la acción litúrgica de la Pasión del Señor (liturgia de la Palabra, adoración de la Cruz, y sagrada Comunión), que proviene de la antigua tradición de la Iglesia, ha de ser conservado con toda fidelidad, sin que nadie pueda arrogarse el derecho de introducir cambios. 65. El sacerdote y los ministros se dirigen en silencio al altar sin canto alguno. Si hay que decir algunas palabras de introducción, debe hacerse antes de la entrada de los ministros. El sacerdote y los ministros, hecha la debida reverencia al altar, se postran rostro en tierra; esta postración, que es un rito propio de este día, se ha de conservar diligentemente por cuanto significa tanto la humillación "del hombre terreno", cuanto la tristeza y el dolor de la Iglesia. Los fieles durante el ingreso de los ministros están de pie, y después se arrodillan y oran en silencio. 66. Las lecturas han de ser leídas por entero. El salmo responsorial y el canto que precede el Evangelio, cántense como de costumbre. La historia de la Pasión del Señor según San Juan se canta o se proclama del mismo modo que se ha hecho en el domingo anterior (cf. n. 33). Después de la lectura de la Pasión hágase la homilía y al final de la misma los fieles pueden ser invitados a que permanezcan en oración silenciosa durante un breve espacio de tiempo. 67. La oración universal ha de hacerse según el texto y la forma establecida por la tradición, con toda la amplitud de las intenciones, que expresan el valor universal de la Pasión de Cristo, clavado en la Cruz para la salvación de todo el mundo. En una grave necesidad pública, el Ordinario del lugar puede permitir o mandar que se añada alguna intención especial. De entre las oraciones que se proponen en el Misal, el sacerdote puede escoger aquellas que se acomoden mejor a las condiciones del lugar, pero de tal modo que se mantenga el orden de las intenciones que se propone para la oración universal. 68. En la ostención de la Cruz úsese una cruz suficiente grande y bella. De las dos formas que se proponen en el Misal para mostrar la Cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada. Este rito ha de hacerse con un esplendor digno de la gloria del misterio de nuestra salvación; tanto la invitación al mostrar la Cruz como la respuesta del pueblo hágase con canto, y no se omita el silencio de reverencia que sigue a cada una de las postraciones, mientras el sacerdote celebrante, permaneciendo de pie, muestra elevada la Cruz. 69. Cada uno de los presentes del clero y del pueblo se acercará a la Cruz para adorarla; dado que la adoración personal de la Cruz es un elemento muy importante de esta celebración, y únicamente en el caso de una extraordinaria presencia de fieles, se utilizará el modo de la adoración hecha por todos a la vez. Úsese una única cruz para la adoración tal como lo requiere la verdad del signo. Durante la adoración de la Cruz cántense las antífonas, los "improperios" y el himno, que evocan con lirismo la historia de la salvación, o bien otros cantos adecuados (cf. n.42). 70. El sacerdote canta la invitación al "Padre nuestro", que es cantado por toda la asamblea. No se da el signo de paz. La comunión se desarrolla tal como está descrito en el Misal. Durante la comunión se puede cantar el salmo 21, u otro canto apropiado. Terminada la distribución de la comunión, el píxide o copón se lleva a un lugar preparado de la iglesia. 71. Terminada la celebración se despoja el altar, dejando la Cruz con cuatro candelabros. Dispóngase en la iglesia un lugar adecuado (por ejemplo la capilla donde se colocó la reserva de la eucaristía el Jueves Santo), para colocar allí la Cruz, a fin de que los fieles puedan adorarla, besarla y permanecer en oración y meditación. 72. Los ejercicios de piedad, como son el "Via Crucis", las procesiones de la Pasión y el recuerdo de los dolores de la Santísima Virgen María en modo alguno pueden ser descuidados, dada su importancia pastoral. Los textos y los cantos utilizados, en los mismos han de responder al espíritu de la liturgia del día. Los horarios de estos ejercicios piadosos han de regularse con el horario de la celebración litúrgica de tal manera que aparezca claro que la acción litúrgica por su misma naturaleza está por encima de los ejercicios piadosos. (De la Carta Circular La preparación y celebración de las fiestas pascuales, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos)

Viernes Santo 


Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Con razón dijo: «Está cumplido». Ha sonado ya la hora de llevar el mensaje de salvación a los espíritus que se encuentran en los abismos. El vino efectivamente para establecer su señorío sobre vivos y muertos. Por nosotros soportó la misma muerte en la carne asunta, enteramente igual a la nuestra, él que por naturaleza, Dios como es, es la vida misma. Todo esto, lo ha querido él expresamente para destronar a los poderes abismales y preparar de este modo el retorno de la naturaleza humana a la vida verdadera, él primicia de todos los que han muerto y primogénito de toda criatura. Inclinando la cabeza: es el gesto característico del que acaba de morir, cuando, al faltar el espíritu que mantiene unido a todo el cuerpo, los músculos y los nervios se relajan. Por eso, la expresión del evangelista no es del todo apropiada, aunque inmediatamente introduzca otra frase comúnmente utilizada, también ella, para indicar que uno ha muerto: entregó el espíritu. Parece como si impulsado por una particular inspiración, el evangelista no haya dicho simplemente murió, sino entregó el espíritu. Es decir, entregó su espíritu en manos de Dios Padre, de acuerdo con lo que él mismo había dicho, si bien a través de la profética voz del salmista: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Y mientras tanto, la fuerza y el sentido de estas palabras constituían para nosotros el comienzo y el fundamento de una dichosa esperanza. Debemos efectivamente creer que las almas de los santos, al salir del cuerpo, no sólo se confían a las manos del Padre amadísimo, Dios de bondad y de misericordia, sino que en la mayoría de los casos se apresuran al encuentro del Padre común y de nuestro Salvador Jesucristo, que nos despejó el camino. Ni es correcto pensar —como hacen los paganos—, que estas almas estén revoloteando en torno a sus tumbas, en espera de los sacrificios ofrecidos por los muertos, o bien que sean arrojadas, como las almas de los pecadores, en el lugar del inmenso suplicio, esto es, en el infierno. Cristo entregó su alma en las manos del Padre, para que en ella y por ella logremos nosotros el comienzo de la luminosa esperanza, sintiendo y creyendo firmemente que, después de haber soportado la muerte de la carne, estaremos en las manos de Dios, en un estado de vida infinitamente mejor que el que teníamos mientras vivíamos en la carne. Por eso el Doctor de los gentiles escribe que es mucho mejor partir de este cuerpo para estar con Cristo. SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, Comentario sobre el evangelio de san Juan, libro 12

Viernes Santo 


MONICIÓN DE ENTRADA Hoy es Viernes Santo, el día en que Jesús muere en la cruz. Por eso nuestra celebración es diferente. No celebramos la Eucaristía, pero conmemoramos su Pasión. Escucharemos las lecturas, que nos introducirán en el misterio de lo que hoy recordamos. Sobre todo la Pasión según san Juan, que nos ayudará a acompañar a Jesús en sus últimos momentos antes de morir. Después, adoraremos su cruz, como expresión de nuestra fe, admiración y agradecimiento, porque sabemos que de esta cruz nace nuestra salvación. Y finalmente comulgaremos, para que el Cuerpo de Cristo nos alimente en este camino de la cruz que también nosotros queremos recorrer con él. Toda la celebración de hoy es de contemplación, de silencio y oración, acompañando a Jesús llenos de fe y de esperanza. Comencemos, pues, en silencio, con un momento de oración profunda desde el fondo de nuestro corazón. Mientras el sacerdote, haciendo presente el abajamiento de Cristo, se postra ante el altar, nosotros nos pondremos de rodillas. Lo recibimos ahora en pie.

MONICIÓN A LAS LECTURAS Dispongámonos a escuchar las lecturas de hoy. La profecía de Isaías, el salmo, el texto de la carta a los Hebreos, y sobre todo la Pasión según san Juan, nos ayudarán a introducirnos en el misterio que hoy celebramos. Escuchemos, más todavía, contemplemos, con atención y con el corazón bien abierto, la Palabra de Dios.

MONICIÓN A LA ORACIÓN UNIVERSAL La Cruz de Cristo, como proclama la liturgia de hoy, ha traído la alegría y la salvación al mundo entero. Los cristianos, que hemos conocido esa alegría, no podemos guardar para nosotros ese tesoro de la salvación de Dios. Por eso, como respuesta a esta Palabra que hoy hemos escuchado, vamos a hacer la oración de los fieles, que es siempre oración universal, pidiendo por todos, para que a todos alcance la luz de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Lo haremos de forma solemne: un lector proclamará la intención, por la que todos oramos en un momento de silencio, y luego el sacerdote recoge la oración de todos en una oración que todos elevamos al Padre diciendo “Amén.

Viernes Santo 
 Introducciones a cada una de las intenciones de oración:

• I. Oremos hermanos, por la Iglesia santa de Dios, para que el Señor le dé la paz, la mantenga en unidad, la proteja en toda la tierra, y a todos nos conceda una vida confiada y serena para gloria de Dios, Padre todopoderoso. • II. Oremos también por nuestro Santo Padre, el papa N., para que Dios, que lo llamó al orden episcopal, lo asista y proteja para bien de la Iglesia como guía del pueblo santo de Dios. • III. Oremos también por nuestro obispo N., por todos los obispos, presbíteros y diáconos, y por todos los miembros del pueblo santo de Dios. • IV. remos también por los que pronto serán bautizados, para que Dios nuestro Señor los ilumine interiormente, les abra con amor las puertas de la Iglesia, y así encuentren en el bautismo el perdón de sus pecados y la incorporación plena a Cristo, nuestro Señor. • V. Oremos también por todos aquellos hermanos nuestros, que creen en Cristo, para que Dios asista y congregue en una sola Iglesia a cuantos viven de acuerdo con la verdad que han conocido. • VI. Oremos también por el pueblo judío, el primero a quien Dios habló desde antiguo por los profetas, para que el Señor acreciente en ellos el amor de su nombre y la fidelidad a la alianza que selló con sus padres. • VII. Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, encuentren también ellos el camino de la salvación. • VIII. Oremos también por los que no admiten a Dios, para que por la rectitud y sinceridad de su vida alcancen el premio de llegar a él. • IX. Oremos también por los gobernantes de todas las naciones, para que Dios nuestro Señor, según sus designios, les guíe en sus pensamientos y decisiones hacia la paz y libertad de todos los hombres. • X. Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, por todos los que en el mundo sufren las consecuencias del pecado ,para que cure a los enfermos, dé alimento a los que padecen hambre, libere de la injusticia a los perseguidos, redima a los encarcelados, conceda volver a casa a los emigrantes y desterrados, proteja a los que viajan, y dé la salvación a los moribundos.

MONICIÓN A LA ADORACIÓN DE LA CRUZ Ahora vamos a realizar un gesto lleno de significado: venerar la Cruz santísima de Jesucristo. Que nuestro beso al leño santo esté lleno de unción y de amor, que sirva para manifestar nuestro agradecimiento a Jesucristo, que por nosotros derramó su sangre en la Cruz. Que, mientras cantamos, sepamos meditar y profundizar en el significado de la cruz del Señor y de nuestra propia cruz, porque, para ser discípulos de Cristo, hemos de cargar con ella y seguirle.

ORIENTACIONES PARA LA CELEBRACIÓN • • • •

Se usan ornamentos de color rojo. Hoy se hace la colecta por los Santos Lugares (pontificia). Hoy es un día alitúrgico (no se puede celebrar la Eucaristía). No se dice “Podéis ir en paz”.

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Esquema de la celebración de la Pasión del Señor A) Inicio de la celebración - Postración del sacerdote (y el diácono, si lo hay) - Oración B) Liturgia de la Palabra - Lecturas. Pasión según San Juan (sin cirios ni incienso). Breve homilía. - Oración Universal. Para cada intención: invitación, silencio, oración del sacerdote. C) Adoración de la Cruz - Se lleva la cruz al altar, cubierta con un velo y acompañada por dos ministros con velas encendidas. La mostración con las palabras “Mirad el árbol…” se hace al pie del altar por tres veces; o bien, con la cruz descubierta, se hace la mostración cerca de la puerta, en medio de la iglesia y al pie del presbiterio. Tras cada mostración los fieles se arrodillan y adoran. Luego se lleva al lugar preparado y se hace la adoración individual de cada uno de los fieles, con cantos oportunos o leyendo las antífonas. D) Sagrada Comunión - Se pone el mantel, el corporal y el Misal. Se trae el Santísimo por el recorrido breve, acompañado de dos ministros con velas encendidas. - Padrenuestro, mostración, comunión. Reserva fuera de la iglesia. - Oración después de la comunión. - Oración sobre el pueblo. - Salida en silencio.

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