José Luis Farías Correa

Los Valles del Tuy José Luis Farías Correa Henrique Capriles Radonski Gobernador del estado Miranda Juan Fernandez Morales Secretario General de Go
Author:  Luis Cabrera Silva

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Los Valles del Tuy

José Luis Farías Correa

Henrique Capriles Radonski Gobernador del estado Miranda Juan Fernandez Morales Secretario General de Gobierno

Miriam Hermoso de Rivas Presidenta Fabricio Briceño Graterol Director Editorial José Luis Farías Correa Textos Osmariz Carolina Pérez Transcripción de textos Isabel Herrera Díaz Corrección de textos Gaetano Iannuzzi Diseño gráfico 2016 Los Valles del Tuy Segunda edición ISBN: en proceso Depósito Legal: en proceso Publicación Digital 2016 Fundación Fondo Editorial “Simón Rodríguez” Av. Bolívar al lado del Boulevar Lamas, Casa de la Cultura “Cecilio Acosta”, piso 1. Los Teques. Edo. Miranda E-mail [email protected] +58 (0212) 364.14.19 Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción parcial o total por cualquier otro medio sin permiso del editor.

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Presentación Todos los pueblos, por pequeños que sean, tienen su historia. De ella aprenden a conocer mejor de donde vienen, y de ella obtienen la fuerza necesaria para enfrentar con más vitalidad su futuro. Conocer la historia de nuestro país, aprender la historia de nuestro estado y que cada pueblo perciba los hechos históricos que le han dado estructura, es una tarea primordial para revitalizar la memoria colectiva. El programa Historia de Nuestra Identidad Regional intenta darle respuesta al proceso de desintegración que están sufriendo nuestras poblaciones, y tiene como objetivo central proporcionar a nuestro jóvenes y niños una herramienta que los motive a continuar en la búsqueda de sus propias raíces. Nuestra historia es lo que nos hace un pueblo con ideales y objetivos comunes. Revalorizar aquello que nos es común, revitalizar lo que es capaz de despertar un orgullo y una emoción colectiva: NUESTRA HISTORIA, es el motivo central de este programa. Pilarica Romero (Reproducción del texto original en su primera edición)

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Al lector El silencio ha sido manto que nos ha llevado a la historia como seres anónimos, sin existencia propia… Aparecemos en los libros como hombres sin rostros, sin destino, sin pasado. Ya no es posible ocultar nuestra presencia, más allá de la denominación etérea de pueblo o del punto imperceptible en el mapa. Nuestro pueblo, nuestra gente toma, con la pluma en las manos, su destino para arrojar luz sobre el camino. Para exaltar nuestros propios héroes, nuestras diarias batallas, nuestros consumados logros. Esto requiere de un esfuerzo, de una voluntad superior. Asumir la palabra no es fácil y no está exenta de tropiezos; pero tenemos que tomar el espacio y recuperar el tiempo perdido. En un esfuerzo colectivo de años, las comunidades del estado Miranda hemos expuesto en diversos escenarios la necesidad de asumir la historia como el patrimonio esencial que puede alimentar nuestra identidad. En la memoria de nuestros queridos viejos, en los amarillentos y apolillados papeles archivados en estantes olvidados, en nuestro diario discurrir está nuestra historia; todos tenemos la posibilidad de atraparla, a todos nos pertenece. Hoy presentamos una colección de cuadernos elaborados en las comunidades mirandinas al calor del trabajo cultural, de sus promotores, sus creadores, sus cronistas, en los centros de investigación; con la contribución de un equipo de especialistas, para retomar el camino de la historia y dárselo a nuestros niños y jóvenes mirandinos en un lenguaje especial. 5

Transmitiendo las verdades que tenemos a la mano, las que conocemos, a riesgo que el futuro nos la corrija, pues de esto se trata: afrontar el reto, aunque algunos lo hayan rehuido para acechar en las sombras. Estas páginas muestran ese transcurrir sin atraparlo definitivamente. Corresponde a todos los mirandinos: los padres, maestros e investigadores asumir el reto con dignidad para preservar nuestra identidad y nuestra patria. Este camino sólo es transitable si reconocemos al pueblo su labor y permanencia, en oposición a las manipulaciones utilitarias y efímeras. José Tomás Ponce Longa Coordinador de Investigación

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Los efectos de la lucha anticolonial en el Tuy La guerra de emancipación colonial en Venezuela deja severos estragos en pérdidas de vidas humanas y de cuantioso recursos económicos. Los pueblos de nuestra región tuyera no son excepción; en ellos también se dejan sentir los efectos perniciosos de la violencia. A comienzos de la guerra en 1810, las comarcas tuyeras reunían 20.338 habitantes de diverso origen étnico - social, pero mayoritariamente población esclava negra y parda o mestiza. Los esclavos sumaban, este año, 7.669 personas, el 37 % del total de los moradores de la región, y más de la mitad en pueblos tan importantes como Ocumare y San Francisco de Yare. Con el violento transcurrir de la lucha anticolonial la población de la región disminuye en más de tres mil habitantes, en su mayoría esclavos que aprovechan la situación para fugarse y conseguir su libertad. Para 1817, las matriculas eclesiásticas -especie de censos de población elaborados por los curas párrocos de los pueblos- registran una disminución de población. Hay ese año apenas 17.018 personas en la región del Tuy. En 1820 la región aumenta a 19.182 habitantes; en 1833, asciende a 23.520 habitantes. Este incremento es debido a la captura de muchos esclavos fugados o al regreso de otros, forzados por las dificultades que encuentran para adentarse en otros lugares y gozar plenamente de su libertad como seres humanos; para 1839 disminuye a 21.633 habitantes, a consecuencia de conflictos en la región; y en 1855 sube notoriamente a 42.151 habitantes, como resultado de una relativa recuperación económica producto del cultivo de café. La recuperación económica en el Tuy es el principal factor del crecimiento sustancial de la población en la región durante la primera mitad del siglo XIX. Así es, gracias a las enormes posibilidades de sus suelos para las actividades agropecuarias y a su privilegiada posición geográfica, lo cual hace posible su comunicación con Caracas y pueblos vecinos, con los Llanos, los Valles de Aragua y las tierras de Barlovento. El restablecimiento económico en el Tuy se produce a pesar de la crisis del algunos cultivos a pesar de la crisis de algunos cultivos como el del añil, que en los

Los efectos de la lucha anticolonial en el Tuy

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años finales dl siglo XVIII dio tan excelentes resultados y beneficios económicos a sus propietarios, pero que comienza a decaer con rapidez, hasta desaparecer totalmente para mediados del siglo XIX. Ocurre como resultado de la baja de sus precios en los mercados mundiales, a consecuencia de la sustitución de la tinta de añil por otros tipos de tinta producidos por la incipiente industria química europea. Y también crece el Tuy pese a la crisis del cultivo de cacao, su principal fuente de riqueza durante la colonia. El exótico fruto cae en niveles considerables a los largo de todo el siglo XIX, debido a la perdida de mercados, al abandono y descuido de las haciendas y a la falta de esclavos para la atención de su cultivo. A partir de la segunda mitad del siglo XIX la situación se complica en la región. La población se estanca por momentos y hasta se reduce con las guerras civiles, en especial, con la Guerra Federal o “Guerra Larga”, entre 1858 y 1863. De acuerdo con el censo de 1873 la población baja a 40.992; vuelve a crecer a 44.475 habitantes, en 1891 a causa principalmente de las enfermedades.

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El cultivo de café se expande en la región Con el cultivo del café ensayado en la región desde varias décadas atrás, como salida a la crisis en la explotación del cacao desde finales del siglo XVIII, se inicia un nuevo ciclo de vida en la región. Las tierras tuyeras son muy favorables para el desarrollo del café, de acuerdo con la opinión de los observadores de la época y los resultados positivos de su cultivo. En los años iniciales de vida republicana, el café comienza a ganar terreno frente al cacao. Para 1830 ya lo desplaza como principal producto de exportación de la economía venezolana. En ello influyen mucho las bondades de las tierras tuyeras, las ventajas del cultivo del café frente al del cacao y su creciente demanda y buenos precios en los mercados internacionales. Para 1833 existen en el cantón de Ocumare, que incluye a los pueblos de Ocumare, que incluye a los pueblos de Ocumare, Yare, Charallave, Independencia, Cúa y Tácata, 74 haciendas de café; en 1855 aumentan a 156 haciendas, que producen un promedio anual de 40.525 quintales de café. Las haciendas de café se duplican, mientras las de cacao se reducen de 68 haciendas en 1833 a 16 en 1855, disminuyendo así en sus tres cuartas partes. Aparte del cantón de Ocumare, la expansión del café ocurre en el cantón de Santa Lucía y en Santa Teresa. Allí se registran otras 29 grandes propiedades con 817.000n plantas en otros pueblos de la región y unas 30 nuevas haciendas se inician para el dicho año de 1833. En 1855, aumentan a 67 las haciendas, que producen un promedio anual de 16.530 quintales de café. El cultivo del café se expande espectacularmente. En 1855, ya son 223 las grandes haciendas cafetaleras en la región tuyera, y aumentan a 274 en 1873. Para este último año también existen pequeñas pero significativas propiedades cafetaleras, 64 de ellas ubicadas entre Cúa, Charallave y Tácata; y otras 59 pequeñas haciendas hacia el norte de Santa Lucía y Santa Teresa. Este crecimiento implica la situación de muchas haciendas de cacao y añil por café. Pero lo más importante en la incorporación de tierras vírgenes, producto de un importante esfuerzo es la incorporación de tierras vírgenes, producto de un importante esfuerzo colonizador, con el cual surgen nuevos caseríos.

El cultivo de café se expande en la región

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Gran parte de estos poblados se forman hacia las tierras altas de la Serranía del Interior, en dirección de Súcuta Arriba. Uno de ellos es La Democracia, creado en 1875 bajo el nombre de colonia Guzmán Blanco, gobernante del país en ese tiempo. Este pueblo cuenta en 1881 con 748 habitantes. En esas tierras se establecen grandes haciendas de café, entre ellas las de Santa Rosalía, Tiarita y Palomas. En el caso de esta última, ubicada a cerca de 1.000 metros de altura, en 1833 tiene alrededor de un millón de árboles y se utiliza novedoso aparatos hidráulicos para beneficiar el café Muchas de esa haciendas dan lugar al surgimiento de caseríos que permanecen hasta hoy en día, en la mayoría de os casos con el mismo nombre. También, al impulso de la colonización de tierras para el cultivo de café, se fortalece el crecimiento de los caseríos de Tácata Arriba y Altagracia de la Montaña.

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El cultivo de la caña de azúcar también crece Un caso parecido al auge del café en el Tuy sucede con la caña de azúcar, solo cultivada durante los tiempos coloniales en unas ocho haciendas, aproximadamente una por cada pueblo, porque el cultivo de este producto era monopolio de unos cuantos funcionarios del gobierno colonial de la región, a pesar de ser tan necesario para asegurar el abastecimiento de azúcar a la población, dado su carácter indispensable para la dieta alimenticia de todo ser humano. También se le utiliza para la producción de aguardiente, producto de alto consumo en la región, a la venta en las guaraperías de cada pueblo. Allí concurren los hombres todos los fines de semana, para emborracharse, después de las fatigosas jornadas de trabajo en el campo; costumbre esta que permanece durante todo el siglo XIX y se extiende hasta nuestros días. En esas tertulias de fines de semana los hombres se reúnen a jugar gallos, dados y naipes, y a discutir sus asuntos personales y políticos. Estos encuentros son también ocasión propicia para el desarrollo cultural de la región; en ellos se canta e improvisa versos a la luz del aguardiente de caña, interpretados en golpes tuyeros, principal expresión musical de la región. Para 1833, son 23 las haciendas de caña de azúcar con trapiches y 190 tablones de caña cultivado, con una productividad de 60 arrobas de azúcar y 1.580 cargas de papelón; también se cuentan 4 alambiques que producen 1.069 cargas de aguardiente. Dos décadas después, en 1855, el cultivo ha aumentado a 31 haciendas, con trapiches y 709 tablones de caña cultivados, lo cual nos dice que la explotación de la caña de azúcar, en breve tiempo, se triplica. A finales del siglo XIX cobra aun mayor importancia. En 1873 existen 42 haciendas con trapiches y son varios los alambiques para destilar. Además, hay dos grandes destilerías ubicadas en la región, para producir aguardiente y abastecer de este producto a Caracas, así como a otros poblados cercanos y lejanos a la región del Tuy, y hasta para la exportación.

El cultivo de la caña de azúcar también crece

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El Tuy granero de Venezuela La expansión económica del Tuy durante el curso del siglo XIX no solo se apoya en el café y la caña de azúcar; otras nobles producciones agrícolas y pecuarias se incrementan en la región. En esos años nuestra región es conocida como el “granero o la despensa de Caracas”. En 1827, José Rafael Revenga, asesor económico del Libertador, escribe: “son el granero y la tierra que nos suministran cuando frutos se exportan” Se convierten nuestros valles y montañas en la mayor fuente de provisiones y de muchas otras poblaciones. Las noticias sobre las enormes virtudes agrícolas de nuestra región son numerosas; se señala que el trabajo de esclavos y campesinos libres sostiene con sus producciones buena parte de los requerimientos alimenticios de la ciudad de Caracas. En una de esas descripciones se dice; “el camino predilecto para mí, el que mira con afecto, el del Tuy, este es el que conduce al granero de Caracas.” Se repite hasta el cansancio que en nuestras tierras “son abundantes los plátanos, cambures, ñame y otras raíces alimenticias, frutas de todas clases, y especialmente los nísperos, riñones y zapotes de mamey” También son prodigio en la producción de abundantes legumbres como “guácaros, tapiramos, frijoles, quinchonchos” y hacia los lados altos de Amarillo y Gueime, las caraotas tienen elevados rendimientos de hasta 4.000 fanegas anuales. Nuestros campos se encuentran sembrados de hortalizas árboles frutales; de nuestras tierras salen innumerables sacos de naranjas, aguacates, piñas, plátanos, lechosas; huacales de gallinas y pollos; madera en trozos y aserrada, piedra para la construcción, montañas de leña y carbón de cují utilizados como combustibles. En el cantón de Sabana de Ocumare, que incluye a los pueblos de Ocumare, Cúa, Yare, Charallave y Tácata, de acuerdo con los datos del geógrafo Agustín Codazzi, para 1833 se produce anualmente 23.130 fanegas de maíz, 25 quintales de algodón y 1.084 fanegas de legumbres de todas las especies. Además, hay 27 queseras donde se produce 1.804 arrobas de los sabrosos quesos de mano y de cincho. Existe una importante cría de ganado, tanto para el uso alimenticio como para la carga, el transporte de personas y el trabajo de 12

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la tierra. L dicho año de 1833 hay 162 bueyes, 120 mulas de carga, 518 burros, 690 caballos y yeguas, 96 mulas carreteras, 310 burros de cría, 1.004 vacas, 2.755 cabras y 4.100 cerdos. Por los bosques se encuentran “multitud de cuadrúpedos de las especies anteriores que proveen de abundante cacería, y abundantes maderas de construcción y tinte”. En el cantón de Santa Lucía, formado por el pueblo de este mismo nombre y el de Santa Teresa, Codazzi señala que “el arroz fructifica extraordinariamente, se recogen 2.000 fanegas especialmente hacia Santa Teresa. De maíz se recogen 18.000 fanegas”. En el informe hecho por el historiador Telasco Mac Pherson, conocido como el Diccionario del Estado Miranda, basado en el estudio de Codazzi, se reseña que en el cantón de Santa Lucía, en el cultivo de los campos y acarreo de los frutos se emplean 50 bueyes en los trapiches, porque allí no se hace uso del arado y la feraciadad del terreno no lo necesita. Dice también que se utilizan 160 burros de carga y 380 burros y “en sus prados 200 caballos y yeguas, 20 mulas serreras, 200 burros, 1.200 vacas en las queseras que producen 2.000 arrobas de queso, 2.000 reses de todas las edades y 3.500 cerdos” Aparte de todo esto, la producción artesanal también se desarrolla; en ella destaca una importante jabonería.

El Tuy: granero de Venezuela

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La crisis del esclavismo en el Tuy En el Tuy se registra un relativo crecimiento económico, con algunos momentos de decadencia durante el siglo XIX. Pero los esclavos negros y pardos ya no son los principales brazos protagonistas de ese crecimiento, a pesar de haber sido la columna vertebral de la economía tuyera en la colonia y, en menor escala, a comienzos del periodo republicano. Con la guerra anticolonial- ya lo hemos dicho- muchos esclavos se fugan. Aunque una gran parte de ellos son capturados u obligados a regresar por las penurias vividas, producto de la falta de recursos y las continuas persecuciones de sus amos, el régimen de trabajo esclavo va perdiendo importancia con el tiempo. La decadencia del esclavismo es resultado de la severa disminución del tráfico internacional de esclavos, la escasez de dinero para adquirirlos, las Leyes y Decretos de Manumisión de Esclavos, surgidas bajo presión del Libertador Simón Bolívar y otros abolicionistas de la época y, sobre todo, por las permanentes luchas de los propios esclavos para obtener su preciada libertad. En 1810 hay en los Valles del Tuy 7.669 esclavos; en 1817, al calor de la guerra de independencia, disminuyen a 4.702 esclavos. Para 1820, muchos han regresado y sube el número a 6.758 pero, al cabo de más de una década, en 1833 el censo realizado informa sobre una disminución: solo hay 5.359 esclavos. La oligarquía terrateniente y esclavista trata de frenar al máximo la progresiva disminución de esclavos en las faenas agrícolas en la región. Las propias Leyes de Manumisión, que en forma cínica critican permanentemente los oligarcas, son utilizadas como instrumentos para preservar el decadente régimen esclavista. Por eso, en la Ley de 19 de julio de 1821 sobre la libertad de pardos, manumisión y abolición del tráfico de esclavos, establecen que los esclavos nacidos antes de la Ley, pueden obtener su libertad por distintas vías, pero muy especialmente indemnizando a sus amos, pagando en dinero el derecho de ser libres, convirtiendo así la Ley en un freno para la obtención de la libertad de los esclavos. Además, los esclavos, o los hijos de estos que logran alcanzar la condición de manumisos, son muy pocos y están sometidos a tratos sumamente bochornosos, con permanente violación de los acuerdos sancionados en las Juntas de Manumisión. Un ejemplo de este tipo de tratamiento lo presenta el historiador tuyero Gerónimo Herrera, al citar el caso del manumiso Carlos José, de Ocumare del Tuy. Al ser 14

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interrogado Carlos José, el día 6 de diciembre de 1841, por los miembros de la Junta de Manumisión Cantonal, “manifestó su resolución de no contratarse con su antiguo patrón. Se le pregunta nuevamente, e insiste en su negativa”. Y debido a su posición “se clasifica esta resistencia como un acto irrespetuoso y a pedimento del representante se le conduce a la cárcel”. Con este tipo de medidas, a pesar de estar Carlos José en su derecho por Ley, “ningún otro se atrevió a manifestar repugnancia en continuar con su anterior patrón. ¿Y quién podría hacerlo teniendo a la vista lo sucedido a Carlos José?”… El esclavismo es abolido por ley en 1854, pero sigue siendo una práctica. Los terratenientes tuyeros y de otras partes del país persisten por años en su afán de valerse de los esclavos para el mantenimiento de sus haciendas.

La crisis del esclavismo en el Tuy

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La falta de trabajadores y el progreso de la región El crecimiento económico del Tuy, a lo largo del siglo XIX, permite superar los graves efectos iniciales de la violencia de la lucha anticolonial, que da cuenta de muchas haciendas de la región arrasadas y quemadas en el marco de los enfrentamientos bélicos. Pero aparecen nuevos inconvenientes, al lado de la pertinaz violencia de las insurrecciones campesinas que tienen entre sus principales escenarios a nuestros hermosos valles y montañas. Uno de los problemas que interrumpe, de acurdo con los hacendados de la época, un mayor y mejor aprovechamiento económico de la región, es la ausencia de los trabajadores, dada la crisis del régimen de explotación esclavista, originando la queja permanente de los propietarios. Ello, a pesar del indiscutible incremento poblacional registrado en la región en la primera mitad del siglo XIX. En diversas comunicaciones dirigidas al gobierno, los hacendados plantean el problema de la falta de brazos para la atención de las labores del campo. Este asunto de la falta de trabajadores era considerado, de acuerdo con el pensamiento económico de la época, uno de los frenos del “progreso”, idea más o menos equivalente entonces a hablar, hoy en día, del “desarrollo”. En una de esas cartas escrita en 1835, suscrita entre otros hacendados por José García de León, Diego Talavera Tomás Richars, Pedro Lander, Felipe Macero, Diego Hurtado, Agustín Ponte, Domingo Machado, Juan Ascanio y Wenceslao Urrutia, se señala: “los es establecimientos de café, cacao, añil, algodón y caña situados en los cantones de Santa Lucía y Sabana de Ocumare que cubren la jurisdicción de toda la región del Tuy carecen de los brazos necesarios para su cultivo. La explicación de esta situación la atribuyen “por una parte a las calamidades que sufrieron estos pueblos, y que cesaron pocos años hace, privándolos de millares de vecinos, y a la ley de manumisión, que convertirá muy pronto las haciendas en soledades improductivas” En otra parte de su carta, los hacendados tuyeros, advierten: “prometiendo los cafetales en el año actual una cosecha abundantísima, prevemos que no mejorara la condición de sus cultivadores. Perderán la mitad, si no más, por escasez de brazos” 16

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También escriben: El café se sazona o madura en nuestros valles casi simultáneamente, y si no se destina también simultáneamente, y si no se destina también simultáneamente un gran número de personas a su recolección, cae del árbol, las lluvias y el lodo lo arrastran o sepultan, y el dueño ve convertidos en semilleros los ahilado que deberían sacarlo de conflicto”. Y se lamentan de que “sucede esta desgracia precisamente después de hechos los gastos para las talas, rozas, siembras, siembras, cultivo y oficina”.

La falta de trabajadores y el progreso de la región

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Los hacendados proponen el traslado de campesinos Los hacendados consideran favorables algunos esfuerzos del gobierno, dirigidos a atraer hacia al país la inmigración de canarios, pero no los creen suficientes. A tal efecto, reiteran la necesidad de trasladar hacia el Tuy una “multitud de familias venezolanas, que gimen en la miseria por que habitan lugares malsanos, o estériles, o porque gimen en la miseria porque habitan lugares malsanos, o estériles, porque situados en comarcas donde la revolución y la guerra destruyeron mas generalmente las fortunas, no hay ni habrá en ellas durante muchas años, empresas que faciliten a los jornaleros la subsistencia honradamente”. Con esta medida, según los hacendados del Tuy , sus “cosechas no peligrarán por falta de equilibrio entre hacendados y recolectores y los transmigrados cambiaran su color macilento, su vestido andrajosos y, en suma, su vida moribunda, por el vigor, aseo y lozanía en la generalidad de nuestros vecindarios”. De ello, “resultaría el aumento de los productos, mas abundancia en los del consumo, mayor exportación de los que llamamos frutos mayores”, es decir, los frutos de exportación. Detrás de los argumentos de los hacendados esta, en primer lugar, su propio beneficio, por encima de favorecer, supuestamente, a los trabajadores. De hecho, a pesar del importante crecimiento de la población natural de los valles del Tuy, además de inmigrantes canarios, italianos, españoles, franceses y hasta polacos, su queja por la falta de brazos” continua. Su interés es producir cada vez más, para cubrir sus compromisos y sus numerosas deudas, contraídas con los comerciantes usureros. Estos les prestan capital para sus cultivos a unos intereses sumamente altos para la época, generándose no pocos problemas entre ellos. Mientras tanto, los problemas de los campesinos trabajadores aumentan. Son los grandes perdedores; la explotación de la cual son objeto aumenta día a día. Esto provoca innumerables insurrecciones campesinas y antiesclavista, en reclamo de ¡tierras! Para garantizar el sustento, y ¡justicia! Para con los continuos excesos y maltratos de que son objeto por parte de los hacendados.

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Los caminos de los Valles del Tuy Son varios los caminos que unen en esa época las comarcas tuyeras con la capital. Uno de ellos parte desde el pueblo de El Valle, al sur- oeste de Caracas, siguiendo la ruta hacia los anaucos, un caserío al norte del pueblo de Charallave. Una vez llegado a este poblado, el camino parte hacia el corazón de la Depresión del Tuy, siguiendo el curso de la quebrada de Charallave, atravesando el caserío de Pitahaya para, a partir de allí, convertirse en múltiples recuas que conducen hacia diferentes puntos de los valles tuyeros. Las principales veredas conducen hacia el pueblo de Cúa, por el sur – oeste, y hacia Ocumare del Tuy, en dirección sur –este; el resto conduce hacia haciendas y caseríos de la región. Otros dos caminos comunican a Santa Lucía con Caracas. El más transitado es el que toma la ruta de Baruta y el Hatillo. Al bajar, este sigue el curso de la quebrada de Soapire, a cuyas orillas crecen modestos caseríos como Cartanal, los Guires y otros, a partir de los cuales el camino se bifurca en dos direcciones: una que sigue hacia Santa Lucía, al este, y otra hacia Santa Teresa, al sur. Un conjunto de caminos sirve para unir entre si los diveroso pueblos del Tuy. Destacan los que, bordeando el comienzo de las tierras altas de la Serranía del Interior, al sur, confluyen en Ocumare desde Cúa y San Francisco de Yare. Y los que unen a Santa Lucía con Santa Teresa, pasando por Yare, hasta rematar en Ocumare. También existen veredas para unir nuestra región con el Llano. Una de ellas, muy importante, parte al sur de Cúa; conduce hacia San Casimiro, siguiendo principalmente el curso del río Tarma, que baja desde la Serranía del Interior. Este camino atraviesa numerosos poblados, entre otros, el de Araguita, la Calichoza, Quebrada Honda y los Rosos, lugar este donde hoy en día se venera a la virgen de la Betania.

Los caminos de los Valles del Tuy

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Para los hacendados: carretera = “progreso” La ausencia de los buenos caminos para superar la dificultosa comunicación de los pueblos del Tuy con la ciudad de Caracas, es otro de los problemas importantes de los hacendados tuyeros. No obstante la relativa cercanía con la capital, y de ser esta el principal mercado de consumo de las producciones de nuestra región, los impedimentos de comunicación permanecen. Los terratenientes piden con insistencia al gobierno resolverlos, para ayudar a alcanzar el tan ansiado “progreso”, del que tanto se habla por esos tiempos. Muchos de estos caminos de recuas para el tránsito de las mulas cargadas de producciones tuyeras, fueron abandonadas como consecuencia de la guerra anticolonial a principios del siglo XIX. En su mayoría se encuentran en malas condiciones después de la guerra, ocasionando las quejas permanentes de los hacendados de la región, quienes dicen ser perjudicados por el mal estado de dichas vías comunicación. Desde mediados de la década de los treinta del XIX, los hacendados inician las presiones sobre el gobierno nacional, en el marco de la Revolución de las Reformas que vive el país. Aspiran a que sean destinados importantes “recursos nacionales” al establecimiento “ de buenos caminos”. Las exigencias de los hacendados para la construcción de una buena carretera que una nuestros valles con la ciudad de Caracas persisten. Se expresan en la presentación de informes sobre las posibilidades de construirlo, como el del ingeniero Pedro Pablo Ascanio. En el, se dan alternativas para su trazado, se describen tres líneas o trazos para el camino y la preferida por el Sr. Ascanio da 62.870 varas de Caracas a Charallave, por el abra de EL Valle y Maitana, de cuya distancia más de un 14% era camino casi hecho” En relación con la apertura de esta carretera, se dice “los Valles del Tuy multiplicarían sus productos y su riqueza en el espacio de 3 o 4 años. Estos valles son el granero de la capital; sus terrenos son de portentosa fertilidad, sus vegas y sus alturas producen todos los frutos tropicales de la mejor calidad y no distan de más de 15 o 20 leguas del mar; y sin embargo desmedran y es posible que se atrasen mucho si no se les abren más fáciles comunicaciones.”

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Las presiones surten un primer efecto Con las primeras peticiones formuladas por los hacendados, la diputación Provincial de Caracas resuelve aceptar las reiteradas proposiciones hechas por el contratista José Roque Pinto. Se contrata a Pinto para “componer y conservar desde el 1º de enero de 1836, hasta igual fecha de 1846, el camino del Sur que va desde el paso del Guaire, de esta ciudad, hasta la villa de la Sabana de Ocumare pasando por Charallave, y el trozo o pedazo que principia en el punto llamado el Paraparo, y termina en el Palmar de Oramas por un lado y en Santa Lucía por otro, pasando por Caiza”. Se compromete también a Pinto a limpiar el monte, tapar los hoyos, sacar las piedras, troncos y otros, obstáculos del camino, con siete varas de ancho en las partes rectas y coho o nueve en las curvas, banqueando o rellenando sólidamente donde sea necesario. También, a construir paredones de piedra seca, cintas de laja, calzadas o empedrados donde se necesiten; a formar desagües laterales en la medida de los posible; y a evitar al máximo los repetidos pasos del río El Valle y la quebradas. Estas, entre otras responsabilidades, deberían ser asumidas por el contratista, bajo la supervisión de una junta integrada por los jefes políticos de la región y dos representantes de los hacendados, nombrados expresamente por el gobierno. Todo esto, a cambio del reconocimiento oficial a José Roque Pinto del derecho a cobrar el respectivo peaje establecido para poder transitar dichos caminos. Este beneficio se le garantiza con los fondos municipales, si algún acontecimiento político, tan frecuentes en esa época interrumpe el cobro del peaje.

Las presiones surten efecto

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Tomás Lander denuncia la corrupción Tomas Lander, un próspero vecino de Ocumare del Tuy y atrevido político de la época, redactor del periódico El Venezolano, importante tribuna para la denuncia, el análisis de los grande problemas nacionales y el debate profundo de ideas es uno de los más entusiastas animadores de la idea de desarrollar las vías de comunicación y también se suma a la protsta. En compañía de José Mercader, José M. Rodríguez y Félix Farrera, el 1º de octubre de 1838 Tomás Lander se dirige al gobernador del estado para denunciar, en su condición de miembros de la Junta Supervisora de la buena marcha del trabajo que ha debido hacer José Roque Pinto en las caminos del Tuy. En su comunicación señalan la irresponsabilidad del mencionado contratista, al no cumplir con los compromisos establecidos en la resolución emanada de dicho cuerpo, para el “ progreso” de los Valles del Tuy y el país. Destacan haberse reunido, en 1835 y 1836, para examinar los caminos, verificando que se encuentran en “mal estado”, situación que los lleva a formular el correspondiente reclamo a Pinto,” disculpándose el contratista con la escasez de peones, lo crudo de aquel invierno y otros motivos que entonces obraron en el ánimo de la junta” y ofreciendo, en poco tiempo, “cumplir la contrata” En la referida carta el gobernador, dicen” hoy pasamos por la pena de informar a usted que no está realizada la oferta que hizo en 1836 el señor Roque Pinto y que todos los transeúntes se quejan con mucha razón”. Esta y otras denuncias revelan la corrupción existente para la época entre los contratistas, que ofrecen, cobran y no entregan las obras para las cuales se comprometen. En 1835, por medio de su periódico El Venezolano, Tomás Lander va más allá de la propuesta de la construcción de caminos y plantea” la navegación del río Tuy desde Ocumare hasta las bocas, por donde mezcla sus aguas con las del océano”. Lander recuerda en su escrito, que “pensó en tan grandiosa idea el general Pedro Briceño Méndez cuando fue prefecto y se convenció de la facilidad” Habla con conocimiento de causa de las posibilidades de emprender semejante empresa; se refiere al reconocimiento hecho sobre el curso del río Tuy, desde su confluencia con el Guaire hasta la confluencia con el río Taguacita, que ha dejado un resultado tan satisfactorio. 22

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El diputado juan R. Castillo encargado de ese reconocimiento, expone “que volando tres peñas resultaría perfectamente navegable la distancia”. En 1847 este problema se plantea de nuevo, sugiriéndose la canalización del Tuy hasta Caucagua, para hacerlo navegable.

Tomás Lander

Tomás Lander denuncia la corrupción

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Se inicia la construcción de la “Carretera del Sur” En 1852, después de varias “exploraciones científicas”, se inician los trabajos de construcción de la carretera entre los valles del Tuy y Caracas. Se trata de la llamada “Carretera del Sur”, propuesta por los ingenieros Pedro Pablo Ascanio y Alberto Lutowski, quienes forman los planos y perfiles del terreno, y calculan el presupuesto a ser invertido en tan esperada obra. Se dice en ese entonces: “la carretera del Sur será una de las mejores que puedan verse en el país, y es de desearse que su conclusión sea pronto porque de los Valles del Tuy se provee la capital de todos los artículos de primera necesidad”. En la construcción de esta carretera se emplean al comienzo emigrantes ingleses; un total de 280 trabajadores extranjeros se ponen a la disposición del empresario constructor. Pero, pronto abandonan las obras y se van hacia distintas partes del país, esparciéndose entre las haciendas y, ya dispersos, se dificulta obligarlos a trabajar. Más tarde, la mayor parte de ellos regresa a Inglaterra. La construcción de la carretera se interrumpe, y se reanuda parcialmente en 1866. Pero, solo es en 1872 cuando se concluye el tramo principal entre Caracas y Charallave. Se extiende hacia Ocumare y Cúa en 1873. Y desde esta última hasta San Casimiro en 1875, siguiendo el curso del viejo camino de recuas hacia dicho pueblo. En esos mismos años, se continua la construcción de otra carretera de Caracas a Santa Lucía, por la vía de las Filas de Mariches.

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Dionisio Cisneros, ¿bandido realista o caudillo campesino? Si bien todo el mundo admite que la guerra de emancipación colonial en Venezuela concluye formalmente con la Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, con la gran derrota de las fuerzas realistas por parte de los patriotas, al lado de los problemas económicos que se agudizan, la violencia permanece en el país durante muchos años. Después de la Independencia hay quienes se mantienen en pie de guerra proclamando los derechos de Fernando VII, monarca español para la época. De acuerdo con las crónicas históricas, entre quienes continúan la guerra a favor de España y el rey, se encuentra un indígena de nombre Dionisio Cisneros. Nacido en el vecino pueblo de Baruta, el año de 1796, Cisneros participa en la guerra de Independencia con el rango de sargento de caballería, a cargo de las fuerzas realistas en los valles del Tuy. De sus años iniciales de vida, nada se sabe. Aunque sin duda se forma bajo lo más rígidos conceptos del credo católico, que en sus andanzas se dedica a interpretar a su manera, a la vista de algunas de sus conductas de adulto en defensa de estos preceptos religiosos. En los años primeros de vida republicana, este temario hombre llamado Dionisio Cisneros se convierte en un verdadero dolor de cabeza para la oligarquía criolla caraqueña, dueña del poder político del país. Sobre Dionicio Cisneros se han dicho y escrito muchas cosas. La mayoría de ellas acusándolo de ser un bandido, un ser sin escrúpulos, un malhechor de atrocidades sin límites. Se señala que me rodea hasta el cansancio por las tierras tuyeras, sembrando el terror entre sus pobladores. Y que es casi imposible detenerlo debido, aparentemente, a su gran movilidad entre los espesos montes de la región. Hay, sin embargo, quienes han visto en Cisneros un caudillo de esclavos, de humildes indígenas y mestizos. Un feroz enemigo de los blancos mantuanos, dueños del país, convertidos en los únicos beneficiarios de la Independencia, que tanta sangre y penurias de os pobres cuesta a lo largo de mucho tiempo. Todo ello hace valer, en cierto modo, para con Dionisio Cisneros, el dicho popular que reza: “depende del cristal con que se miren las cosas”. Dionisio Cisneros, ¿Bandido realista o caudillo campesino?

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La violencia viene de la oligarquía Es cierto, la violencia con que lucha Dionisio Cisneros es realmente atroz. Es ese el caso de la matanza del 10 de septiembre de 1822, cuando, al mando de 68 hombres armados, asalta e la madrugada la guarnición militar del pueblo de Santa Lucía, degollando a once de los infelices soldados de guardia en ella, y con sus hombres se enseña contra los cadáveres, con lanzas y bayonetas. Pero, no es menos cierto que a los ojos de Dionisio Cisneros y sus soldados – escribe un biógrafo suyo, la crueldad con sus enemigos es solo la continuación del tipo de lucha que han librado y visto librar durante muchos años; el pillaje no es un delito para el sino el legítimo ejercicio de un derecho de guerra”. Por lo demás, la maldad no es exclusiva del guerrillero Dionisio Cisneros y sus hombres. El gobierno oligárquico, instalado en Venezuela y en toda la República de la Gran Colombia, procede con igual o peores procedimientos violentos `para con las facciones de guerrilleros de estas tierras, perjudicando a los humildes campesinos de la región a quienes acusan indiscriminadamente de respaldar a Cisneros. Un ejemplo de la violencia del gobierno oligárquico los constituyen las medidas tomadas en respuesta a los lamentables sucesos de Santa Lucía. Como es sabido, para intentar poner fin a las acciones de Cisneros y su grupo, el 7 de octubre de 1822, un mes después de la matanza, la oligarquía que controla el poder desde Caracas ordena a todas las personas pobladoras de los campos tuyeros, sin excepción, abandonar sus tierras y concentrarse en los pueblos. Los hombres, mujeres y niños que fueran encontrados por campos o caminos, son considerados cómplices de Cisneros y pasados por las armas. También disponen los oligarcas la eliminación de las ventas en los caminos, dizque para evitar el aprovisionamiento de los guerrilleros. Afectados por el violento traslado a sitios distintos a sus casas, muchos pierden sus pertenencias; sus casas son robadas; otros mueren de hambre al no tener el sustento de sus tierras y, en general, padecen muchas otras calamidades. La protesta de los humildes campesinos y pequeños propietarios, que son, como siempre, los principales perjudicados, no es oída por los oligarcas. Por el contrario, a finales del mes de diciembre del mismo año de 1822, toman una medida de mucha mayor crueldad: la ¡tierra arrasada! Al ordenar la tala y 26

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la quema de todos los conucos de los humildes campesinos, pobladores de los montes y campos por donde, supuestamente, transitan Cisneros y su guerrilla. Sin embargo, todas esas violentas disposiciones del gobierno oligárquico no logran destruir a Cisneros y su gente. El “indio” Cisneros tiene a su favor la vieja experiencia de arriero, ocupación en la cual de desempeñaba entes de convertirse en guerrillero, con la cal había conocido al dedillo los múltiples caminos, carreteras y veredas para transitar por los montes de la región del Tuy. Este conocimiento le permite superar, con relativa facilidad, los variados problemas que se le presentan en las fatigosas jornadas. De a pie o a caballo, logra escurrirse con éxito de las permanentes persecuciones. Por otra parte, dispone Cisneros de una vasta red de cómplices de todo tipo. Desde los que ven en él una posibilidad de regreso del dominio colonial español, pasando por los que tienen miedo por sus maldades, hasta los más humildes. Estos últimos son los que más respaldan, hasta los más humildes. Estos últimos son los que más le respaldan, porque ven en el a una especie de vengador popular, ante todas las traiciones de la oligarquía después de lograda la Independencia del yugo español. En la mente de muchos esclavos y campesinos que lucharon con gran empeño a favor de la emancipación colonial, existe el sentimiento de haber luchado en vano, de haber sido traicionados. ¡Para que ahora los ricos hacendados se beneficien del logro de todo un pueblo!... por eso expresan simpatías por Cisneros. Pero la historia de Cisneros inicia su fin. El general José Antonio Páez lo hace compadre suyo y, con la anuencia de la oligarquía, es incorporado al ejército republicano. Ascendido a coronel, es utilizado frecuentemente en acciones contra otros grupos alzados en armas, aprovechando su experiencia en este tipo de lucha. Como cuando le ordenan enfrentar al “indio “Francisco José Rangel y al hijo de Cúa, el General de Hombres Libres” Ezequiel Zamora, que acaudillan la valiente Insurrección Campesina de 1846. Con Rangel y Zamora resucitan las luchas populares bajo el programa de ¡Tierras, Hombres Libres, Elección Popular, Principio Alternativo, Orden y Horror a la Oligarquía! El antiguo luchador Cisneros se ha transformado ahora, ante las ofertas y tentaciones, y se ha puesto al servicio de los intereses oligárquicos de los terratenientes. La violencia viene de la oligarquía

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Al considerar que no les es más útil a sus intereses, la oligarquía lo juzga en consejo de guerra y lo ejecuta cínicamente por supuesta “deslealtad e ingratitud”. La historia de acabar: violencia genera violencia, ¿Quién origina entonces la violencia?

Francisco José Rangel

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Los Valles del Tuy

La respuesta a la violencia de la oligarquía so las insurrecciones campesinas La vida en el Tuy durante el siglo XIX estuvo signada por la violencia. Las insurrecciones eran un hecho permanente que alteraba el transcurrir con su suma frecuencia, con razones planas o no. Algunas fueron abortadas, como la de 1843 en las inmediaciones de Santa Lucía, con la cual se pretendía “abolir la ley de libertad de contratos, expulsar a los ingleses y derrocar al gobierno”. Otras fueron sencillamente derrotadas, como la de Rafael Flores, alias “El Calvareño”, en 1846, en el contexto de la Insurrección Campesina dirigida por el “indio “Rangel y el general Ezequiel Zamora. La facción de “Calvareño”, relata Juan José Flores, cronista de Ocumare del Tuy, estaba compuesta por más de 100 hombres y fue sometida en los alrededores de Charallave. Allí el caudillo es capturado y trasladado a Caracas para ser sentenciado. El fusilamiento de este hombre se llevó a efecto el 23 de diciembre de 1846, no sin aprovechar la protesta de algunos círculos políticos, como el del periódico. El Centinela de la Patria, y también produjo el sentimiento de sus seguidores provenientes de los sectores populares de los Valles del Tuy, quienes lo recordarán en las sencillas estrofas de la canción que lleva el nombre de “El Calvario”. El inicio de la Guerra Federal (1858 – 1836), que también tenía como como caudillo al hijo de Cúa, el “General de Hombres Libres” Ezequiel Zamora, extiende aún más la violencia sobre los valles del Tuy, en respuesta a la violencia de los oligarcas caraqueños. Level de Goda reseña en su obra los excesos de los militares afectos al gobierno, como el caso de coronel Rubín y el comandante Simón de la Madriz, quienes “comenzaron a molestar y a perseguir de todos los modos, solo a los federales, sin a sus familias y hasta amigos de José Echezuría (antiguo comandante de las tropas del gobierno en el Tuy), y continuaron en ese camino, cometiendo cada día mayores abusos e iniquidades. Los hombres del Tuy se lanzaron a los montes y en el acto formaron nuevas guerrillas y recomenzaron la guerra que tomo una nueva faz en esa localidad”. El comandante Simón de la Madriz era el representante del gobierno oligárquico en la región, con el cargo de Primer Comandante del Ejército y jefe de operaciones La respuesta a la violencia de la oligarquía son las insurrecciones campesinas

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de los Valles del Tuy; como resultado de la cruenta dinámica de la guerra no pocas fueron las atrocidades dirigidas por este hombre. Con ello, la violencia se extendió por todos nuestros pueblos; los alzamientos, combates e insurrecciones campesinas se multiplicaron durante todo este periodo de la Guerra Federal. El desarrollo de la guerra había sumido a la región en un estado de crisis tal que, lo que antes abundaba, ahora faltaba, el papelón, la sal, la carne y otros productos alcanzaron precios muy altos que los hacían prohibitivos para los soldados, haciéndolos delinquir para amortiguar el hambre. Las comunicaciones de los jefes de los ejércitos en pugna, pidiendo bastimentos para la alimentación de sus tropas y el pertrecho militar en armas y municiones para sostener posiciones o intentar nuevas ofensivas militares, iban hacia todos los lados desde donde se creía pudiera venir el oportuno socorro a las angustiosas situaciones. Pero la violencia de la oligarquía que empujo a muchos hombres a la guerrilla continuo, a pesar de que la llamada Guerra Federal concluye formalmente en 1863. , muchos de los caudillos que surgen al calor de los enfrentamientos militares durante la guerra no se acogen al término oficial de la misma y continúan guerreando en los montes, por su cuenta. Martín Gómez fue uno de ellos. Otros surgen con el inicio de nuevos movimientos militares de envergadura mayor; así, los combates continúan en Charallave, Santa Lucía, Cúa, Ocumare o en otros sitios. Los nombres de caudillos como el general Mariano López, Eduardo Madriz, Natividad Mendoza, Regino del Nogal, entre otros, figuran comandando tropas o columnas guerrilleras. La violencia con contenido político fue siempre acompañada de la violencia cuyo único contenido era simplemente subsistir, la violencia del simple delinquir para comer y nada más, que después se convertiría en un agudo problema de seguridad en los breves momentos de paz, porque las dimensiones que alcanzaría serían enormes. Contra esta gente se emprendería toda una inmensa represión, aprovechada para justificar con ella la represión y el control de la población campesina. Por esto, se dictaron hasta el cansancio medidas supuestamente para combatir el bandidaje y la holgazanería, indistintamente aplicadas a un bandido que a un humilde campesino, para obligarlo a trabajar en alguna hacienda de un determinado oligarca. 30

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Por cierto, en esos años se hizo famoso en la región un bandido apodado Mataguaro, de nombre Trinidad González, que en 1856 se había fugado de la cárcel de la Victoria, ocultándose en los montes tuyeros para cometer sus fechorías. El hombre y su pandilla se convirtieron en una verdadera pesadilla para los gentes acomodadas del pueblo, quienes justificaban su petición de ayuda al gobierno diciendo que Mataguaro tramaba dirigir una “insurrección de negros contra blancos”.

Ezequiel Zamora

La respuesta a la violencia de la oligarquía son las insurrecciones campesinas

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Se inicia el siglo XX Los años iniciales del siglo XX parecen registrar, a pesar de la continuidad de la violencia, cierta estabilidad en el crecimiento económico de nuestra región. En el distrito Paz Castillo, para 1900, hay 5.670 cabezas de ganado vacuno; 69 de ganado caballar, mular y asnal, y 1.009 de ganado lanar, cabrío y porcino. En términos de promedio anual se producen 25.000 quintales de café, 4.000 fanegas de cacao, 30.000 fanegas de maíz, 3.400 fanegas de granos, 300 quintales de tabaco, 9.500 cargas de papelón y aguardiente, y 8.200 cargas de plátanos y yuca. Pero la aparente prosperidad económica de la región no se corresponde con el lastimoso estado en que vive la población, porque unos pocos se benefician de la riqueza quedando los mas en la pobreza. El paludismo, la fiebre tifoidea, la tosferina, la disentería, la tuberculosis pulmonar, la anemia, el cólera y, en fin, el hambre, han mandado a la tumba a miles de tuyeros en los últimos años del siglo XIX, reduciendo drásticamente la población. En especial, nuestros niños son las principales víctimas de los problemas de salud y hambre. Al cabo de algunos años, cuando la explotación petrolera se convierte en la principal actividad económica del país, esta situación mejora relativamente. Para 1926, se recupera notablemente el poblamiento de los valles de Tuy, ascendiendo para dicho año a 64.355 habitantes, principalmente en los pueblos de Cúa, Ocumare, Santa Lucía y Santa Teresa. Sin embargo, la prosperidad agrícola y pecuaria desaparece y todavía se conservan los principales problemas para el sustento de la población.

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Pueblos Cúa Charallave La Democracia Ocumare del Tuy Santa Lucía San Francisco de Yare Santa Teresa Totales

Población total 11.727 4.471 3.301 12.524 14.874 4.350 9.108 64.355

Varones9 15.686 2.227 1.648 5.862 7.606 2.234 4.525 29.788

Hembras9 6.041 2.244 1.653 6.662 7.268 2.116 4.583 34.567

Se inicia el siglo XX

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El ferrocarril llega tarde La tan esperada llegada al Tuy del Ferrocarril Central de Venezuela, cuya construcción se inicia en 1888, se ve postergada por años. Un informe de la época da noticia de que ocurrió “una devastadora creciente del río Guaire, en octubre de 1892, que intercepto la vía en varios puntos y arrastro los puentes sobre su cauce”, ocasionando el abandono de los trabajos por un lapso de diez años. Es en 192 cuando se reinician; pero no es sino hasta octubre de 1910 cuando se reinician; pero no es sino hasta octubre de 1910 cuando “ se le concluye hasta Santa Lucía, en el kilómetro 51 a partir de Caracas” y solo es en 1923 cuando llega a la estación de Aponte, en las afueras de Ocumare del Tuy. En sus años iniciales, a partir de 1910, cuando el Ferrocarril Central llega a santa Lucía, no hubo tropiezos en su funcionamiento. En esos días el “musiu” Alberto Cherry, gerente general de la empresa de origen inglés, se permite instar al gobierno a que haga “un gasto para mejorar los caminos de recuas “que conducen a la estación, con el propósito de favorecer aún más a su empresa, facilitando el acceso de los productores hasta el ferrocarril para que se transporten en el sus producciones. Con lo que se demuestra una vez más la injerencia de las empresas extranjeras en los destinos del país, drama vivido por muchos años por todos los países latinoamericanos. Los problemas se inician a partir de 1919, con la huelga de los trabajadores ferroviarios entre julio y agosto, en demanda de aumentos salariales, que consiguieron con sus extraordinarias luchas reivindicativas. También el río Guaire se encarga de hacerle difícil el negocio a los “musiúes”. Las inundaciones de los últimos días de agosto de 1919 producen una “multitud de derrumbes a lo largo de la vía férrea, serios daños en su plataforma y la paralización del tráfico durante diez días en el mes de septiembre siguiente”. Pero los empresarios, como nunca quieren perder, deciden aumentar arbitrariamente los demás elevados precios por concepto de fletes de transporte de mercancías y de pasajeros para resarcir sus supuestas perdidas. El valor de la tonelada de mercancías lo aumentan de Bs. 45 a Bs. 49, entre Caracas y Siquire; de bs. 50 a Bs. 52, hasta Santa Lucía; y de Bs. 63 a Bs. 74 hasta 34

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Yare. Los pasajes también suben de Bs.5,50 a Bs.10 desde Caracas hasta Siquire; de Bs. 6 a Bs.11 hasta Santa Lucía; de Bs. 6,50 a 11,50 hasta Soapire; de Bs.7,50 a Bs.12 hasta Santa Teresa; y de Bs.12 hasta Santa Teresa; y de Bs.9 a Bs.15 hasta Yare. Precios prohibitivos para cualquier humilde campesino tuyero, que en ese tiempo ganaba como peón en una hacienda Bs.1, 50 diarios. Todo ello, a pesar de las garantías que el gobierno es otorgaba a las empresas y a la creciente corrupción que desata el negocio ferrocarrilero en Venezuela.

El ferrocarril llega tarde

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Las carreteras gomecistas en el Tuy En ese tiempo (1908-1935) el país vivía bajo el régimen de la dictadura gomecista. Eran los días de auge de la explotación petrolera, que había proporcionado cuantiosos recursos económicos que permitieron el comienzo de la modernización del país, como es el caso de la construcción de carreteras. En nuestra región se inició la construcción de carreteras que, poco a poco, sustituyeron el uso del ferrocarril. La mayoría de esas modernas vías de comunicación estaban orientadas en función de conectar nuestros valles con ciudad de Caracas, capital de la república, siguiendo el trazado de los viejos caminos de recuas que existían desde la colonia. Servían tanto para el traslado de producciones y pasajeros como para garantizar el rápido control del territorio por parte del ejército nacional, a la hora de cualquier levantamiento en contra de la feroz dictadura. La principal de esas vías era la carretera Caracas- Ocumare del Tuy, cuya extensión era de 74,800 Km. Esta vía pasaba por El Copey, la Cortada de Guayabo, Maturín y Charallave, antes de llegar a Ocumare, por ser este pueblo la capital del estado Miranda y centro económico de importancia donde muchos generales de la dictadura tenían haciendas e importantes propiedades, incluyendo al general Juancho Gómez, hermano del dictador Juan Vicente Gómez, que se había hecho dueño de la famosa hacienda Mendoza. También existía un importante ramal de esta carretera principal, con una longitud de 32 km, que unía a Cúa con Ocumare por el sur y con Charallave por el norte. En dirección del curso de Ferrocarril central se construye la carretera PetareSanta Lucía- Santa Teresa, con una extensión de 62 kilómetros, atravesando las conocidas filas de Mariches. A la par del construcción de carreteras, se abrieron nuevos caminos y se mantuvieron los viejos. Entre ellos, cabe nombrar los que partian al sur de Caracas, como el camino de esta ciudad a Tácata, que pasaba por Prim, Paracotos y Taica; el de taica a Soapire, por Charallave, atravesando la quebrada Tumusa; el de San Diego, en los Altos Mirandinos, a Cúa por Alto Mapurite, Taica, Paracotos Alta Palomera; el de Caracas a Charallave, que a los largo de alturas por encima de los mil metros iba conectando entre sí a muchos caseríos como El Rincón, El Valle, Piedra Azul, Lecherito, Hoyo de la Puerta, Boquerón, El Guayabo, Los 36

Los Valles del Tuy

Ocumitos, Escaleritas, Agua Fría, Los Anaucos y Caiza, hasta llegar al dicho pueblo de Charallave. Existían también caminos desde el este de Caracas a Santa Lucía, por Los Mariches, pasando Petare, El Limoncito, El Rodeo, La Esperanza, Salamanca, El Remington, Trujilo, Quebrada Arenaza y La Quisanda. De igual modo, el de Caracas a Santa Lucía, por la Fila de Turgua, que atravesaba por El Valle, Los Butaquitos, Baruta, Sanchorquiz, Monte Oso, Turgua y El Amarillo. O el de Guarenas a Santa Lucía, que iba pasando por Santa Ana, Gueime, quebrada Pinchoa y la Quisanda.

Carretera Cortada del Guayabo

Las carreteras gomecista en el Tuy

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Modernización, represión y entrega del país por la dictadura gomecista Hubo durante la dictadura gomecista otros signos de modernización de nuestra región, al igual que en el resto del país. Aparte de las mencionadas carreteras se establecen empresas y hasta una sucursal del famoso Banco de Venezuela, anunciando el inicio del desarrollo del capitalismo en la región. Se construyeron también hospitales durante los largos años de la dictadura; se pavimentaron de concreto las calles principales de los pueblos; algunos puentes para el cruce de ríos, plazas públicas y las llamadas Escuelas Federales Graduadas. Se instalaron plantas de fuerza y luz eléctrica; la principal se encontraba en Cúa, que daba luz a Ocumare del Tuy, Yare, Charallave, Santa Teresa y Santa Lucía. Vinieron los telégrafos como el de Ocumare, acueductos como el de Marare, mataderos y mercados públicos, y otros servicios en general. También se instalan centrales azucareras y una sucursal del banco de Venezuela en Ocumare del Tuy, lo cual da idea de la importancia económica que adquiere la región. La expansión económica de la región a principios del siglo XX era un hecho; aparte del café, las caraotas, el maíz y las muchas legumbres, la caña de azúcar cobra cada vez mayor espacio en la región. La cría y la ceba de ganado también se multiplica, los potreros son de un gran dinamismo; inclusive se crían bestias finas: era ganado traído desde los llanos de Guárico y Apure. Los comercios en los pueblo se ven por doquier, asociados a las actividades del campo, pero también a las incipientes industrias del papel, hielo, bebidas gaseosas, talabarterías, carpinterías, etcétera. La construcción de edificaciones públicas cobra gran fuerza en esos años, como la casa municipal de Charallave, la avenida Mendoza en Ocumare del Tuy, como también la reconstrucción de la iglesia parroquial en Cúa. Pero falto la inauguración de cuarteles, estaciones de policía, casa de gobierno y, por supuesto, cárceles públicas para el mantenimiento del orden de la dictadura. Los signos de la modernidad, que venía gracias a los ingresos provenientes de la explotación petrolera en el país, no son discutibles. No hay duda de que ayudaron al progreso del país. Sin embargo, este avance se logró a expensas del 38

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saqueo de nuestras riquezas por parte las empresas petroleras norteamericanas y europeas, y a costa de una intensa represión. El dictador Juan Vicente Gómez les abrió las puertas del país a estos monopolios extranjeros, para que lo explotaran, ocasionando pérdidas irreparables para nuestro futuro. En defensa de ellos, del suyo propio y el de su familia y sus más cercanos colaboradores, el déspota se dedicó a instaurar un régimen de terror que no puede ser ocultado por los indiscutibles avances que se dieron en la modernización del país durante su mandato.

Antiguo Palacio de Gobierno del Estado Miranda en Ocumare del Tuy.

Modernización, represión y entrega del país por la dictadura gomecista

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La corrupción gomecista en la región La corrupción, que venía desde mucho tiempo atrás en el país, se extendió durante la dictadura gomesista bajo el esquema de poder establecido. Nuestra región no estuvo ni ha estado ajena a esta terrible plaga, que de manera sencilla consiste en el aprovechamiento y la apropiación particular de los dineros públicos, de los dineros de todos los venezolanos, por parte de algunos funcionarios y gobernantes y de grupos económicos. Un episodio narrado por un funcionario público encargado del telégrafo del pueblo de Ocumare durante la época, resulta muy revelador de cuanto hemos dicho sobre la corrupción y la represión de la dictadura de entonces. Narra el hombre que “entre los años 1916 o 1917, no lo recuerdo bien, el país fue puesto en alerta, debido a la llegada de la temible plaga de la langosta que procedente de Centro América hacia su entrada a Venezuela por el Oriente. Las autoridades daban instrucciones para combatirla, entre otras la de abrir hondas zanjas corridas, de modo que al caminar o saltar cayeran dentro, cubriéndolos luego con delgadas capas de tierra para seguir destruyendo aquel insaciable y nefasto animal”. Laboriosa y muy dura la lucha contra el terrible acridio. Era la lucha de pocos contra millares de millones de insectos. En San Francisco de Yare, el rico ganadero Francisco Olivo en su hacienda “Piñango”, afanosamente hacia zanjas y sepultaba langostas al frente de numerosa peonada. De pronto, una comisión policial, destacada allí por denuncia de un comisario, vio a distancia mucha gente reunida y detuvo a Francisco Olivo y su peonaje y los condujo presos a Ocumare. El presidente del Estado, acompañado de sus oficiales, esperaba a la entrada del pueblo la llegada de los presos y, al ver que el Olivo encabeza el grupo, le dijo en tono regañón: ¿Qué vaina Francisco, y ahora estas contra el gobierno?... Olivo, disgustado, le responde “¡Que alzado del carajo: usted bien sabe que vivo de mis negocios de ganado, que soy millonario y no necesito meterme en vainas contra ningún gobierno. Ya le voy a echar el cuento a don Juanchito (hermano del dictador) para que sepa lo activos, celosos y valientes que son ustedes!”. “He relatado el episodio de la langosta y de la prisión del rico propietario Francisco Olivo- cuenta el narrador encargado del telégrafo de Ocumare- pues 40

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en su simplicidad constituye muestra de dos de los males que a lo largo del tiempo dañaron al pueblo de Venezuela. Pues, así como el Jefe Civil de Caucagua hizo negocio de la lucha contra la langosta y amaso buenos pesos a costa de gente pacífica y trabajadora imponiéndoles multas, así ocurrió muchas veces y en todas partes”. “Hubo Jefe Civil, también en Miranda y también en la época en Ocumare era capital del Estado que en ocasión de la peste española o gripe de 1919, convirtió el llamado cordón sanitario en un gran negocio que perduro mucho tiempo después de haber pasado la terrible epidemia. Este hombre creyó conveniente materializar el llamado cordón sanitario y puso a la entrada y a la salida del pueblo, dos policías que cobraban un real, medio o una locha a cada uno de los que querían entrar o salir del lugar… y así sucesivamente… Muchas veces se afirmó, y con razón, que entre los jefes Civiles y paludismo habían acabado con la provincia venezolana.

Juan Vicente Gómez La corrupción gomecista en la región

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La región no crece se estanca El buen rostro de las actividades agrícolas y pecuarias en nuestra región a principios del siglo, se marchito a partir de los años treinta con los efectos de la llamada crisis económica mundial de 1929- 1933. Muchas haciendas fueron entregadas por ejecución de hipotecas o simplemente descuidadas por sus dueños para ir a residenciarse en Caracas, en busca de mejores oportunidades para conservar o mejorar su posición económica, dada la disminución severa de los precios de los productos agrícolas que cultivaban. Ni aun la creación, 1928, del llamado Banco Agrícola y Pecuario (BAP) por parte del gobierno, logro frenar el abandono de las actividades del campo. Por le contrario, lo favoreció, pues muchos propietarios entregaron sus haciendas en hipotecas al banco, para recibir el dinero e invertirlo en Caracas. Además, no contaba el BAP con un verdadero plan para mantener las fincas y haciendas, por lo que su actividad se redujo a acumular tierras mientras descendía la producción. Quienes sí se conservaron fueron los generales que se habían apropiado de buena parte de las tierras de la región. Uno de ellos era el general Juancho Gómez, hermano del dictador Juan Vicente Gómez, quien hacía las veces de presidente del Estado Miranda y se había adueñado de la famosa hacienda “ Mendoza”; también se encontraba, entre otros, el general Elbano Mibelli, dueño de la hacienda “Mopia” que había sido del general trujillano Emilio Rivas. A propósito de la presencia de los generales de la dictadura en el Tuy, es bueno decir que durante esos años desde 1904 la capital del estado Miranda estuvo en nuestra región, en el pueblo de Ocumare del Tuy. Desde 1935, cuando la dictadura gomecista llega a su fin con la muerte del tirano, en adelante la región no se podrá recuperar de los efectos de la crisis de 1929 que determinaron el derrumbe de las actividades agrícolas y pecuarias. Además, con el fin de la dictadura, la capital del estado se muda a Los Teques donde todavía permanece, disminuyendo aún más el dinamismo de la región. U indicador del estancamiento de nuestra región en los 30 años siguientes a la crisis mundial de 1929, es que entre 1936 y 1961 la población de los Valles del Tuy pareciera no aumentar significativamente, a pesar de que la del país crece más del doble. De 65.304 habitantes en 1936, pasamos a 67.613 habitantes en 1941, durante el gobierno del general Eleazar López Contreras. Nueve años más tarde, en 1950, 42

Los Valles del Tuy

la población permaneció prácticamente estancada; apenas seguían siendo 67.822 los pobladores de los Valles del Tuy. En 1961, a pesar de aumentar ligeramente, todavía se sentía el regazo de la región con respecto al crecimiento del resto del país. Apenas había aumentado a 74.437 habitantes. Durante los primeros diez años de existencia del régimen democrático representativo, la región registro alguna recuperación, pero sin embargo todavía muy lenta. En esos diez años el país había multiplicado su población; entre tanto, nuestra región había crecido en un tercio, pasando a 99.943 pobladores. La misma organización político territorial del Tuy se mantiene prácticamente estable desde el siglo XIX, cuando solo existían tres distritos que agrupaban a los distintos pueblos de la región. Valga decir: Lander, que agrupaba a Ocumare del Tuy, San Francisco de Yare y La Democracia; Paz Castillo, que incluía a Santa Lucía y a Santa Teresa; y Urdaneta, con los pueblos de Cúa y Charallave. Tácata y Paracotos, pueblos tenidos durante la colonia como tuyeros y que servían de conexión con los altos mirandinos, pasarían a formar parte del distrito Guaicaipuro.

Banco Agrícola y Pecuario

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Ahora creció, pero a un costo muy elevado Si bien nuestra región detuvo su crecimiento poblacional durante esos años, no tardaría en despegar un crecimiento cuyas dimensiones serían realmente alarmantes, con severas consecuencias sobre el medio ambiente y contra los humildes moradores primarios de los pueblos tuyeros. En 1981, la población se había duplicado ascendiendo a 354.783 habitantes y actualmente supera 700.000 mil personas. Fue el efecto del llamado boom petrolero sobre el país, que comenzó en los años 70 promoviendo un veloz crecimiento, producto de la expansión de la ciudad de Caracas. Algunos antiguos municipios han sido convertidos en distritos, como resultado de su anárquica expansión, es el caso de Charallave, hoy distritos Independencia. Por cierto, poblado este último donde el crecimiento demográfico ha sido más dramático. Se convirtió nuestra región en el asiento de muchas empresas e industrias y en zona dormitorio de muchas personas venidas de la capital de la República, la tierra que vieron crecer muchos frutos para la exportación, como el café, el cacao, el añil, la caña de azúcar, o los granos y legumbres y la cría de cerdos, vacas y novillos para alimentar al país y muy especialmente a la ciudad de Caracas, comenzaron a ser tapiadas con cemento para sembrar casas y edificios que sirvieran de vivienda a os migrantes o para el crecimiento de esa especie de bora que con los ranchos, donde son confinados los miserable que las lluvias y la desatención de los gobiernos dejaron sin vivienda en los ceros de Caracas. Las aguas de los ríos que bajaban cantarinas desde la Serranía del Interior hasta caer en el río Tuy, dándole caudal del río colector de aguas a los largo de la depresión que el mismo había construido durante innumerables años, son recogidas de vastas represas para calmar la sed de la ciudad de Caracas. En tanto, los compuestos químicos de las industrias emplazadas en los valles y los excrementos de las cloacas de las múltiples viviendas construidas, ahogan la pureza de las aguas del gran río, convirtiéndolo en un especie de quebrada maloliente. El crecimiento es desordenado; nuestro región es hoy dormitorio de trabajadores que muy de mañana se levantan para sufrir los rigores del transporte hacía la ciudad de Caracas, donde laboran. El otrora “Granero de Venezuela” es hoy depósito de desperdicios industriales y sitio de confinamiento de innumerables familias damnificadas. 44

Los Valles del Tuy

Con la desorganización socio espacial del crecimiento de la región, la marginalidad es hoy un flagelo que agobia a los tuyeros; la delincuencia aflora en las viejas calles de los tranquilos y prósperos pueblos. La violencia, que antes tenía la forma de alzamiento y guerrillas en respuesta a los desmanes de la oligarquía, se ha troncado en la del bandidaje callejero en busca del sustento, en el tráfico de drogas y otros tantos males que se han extendido por estos pueblos. El bullicio callejero del consumismo viene peligrosamente cobrando espacio, en detrimento de las tradiciones y costumbres de la cultura popular de la región. Se adentra amenazante contra el tambor de San Juan y los velorios de Cruz de Mayo; acecha al arpa y al cuatro que ponen la música del sabroso Golpe Tuyero; persigue a las alpargatas que escobillaban el suelo en los bailes. La poesía y sus cantores que iluminaban el espíritu de los pueblos tuyeros se encuentran camino a la pelea para poder subsistir, cantándole al futuro y revalorando lo bueno y hermoso de su pasado. Los Diablos Danzantes de Yare, San Juan, la Cruz de Mayo y todas las demás hermosas expresiones legítimamente populares de la región son la mejor arma de enfrentar la desolación que se extiende con el fulano desarrollo, que no hizo otra cosa que trastocar el sosiego y la fuerza de estos hermosos valles. Todavía parece haber tiempo para recuperar lo perdido y corregir las deformaciones producto de las agresiones del avasallante urbanismo. Emprendamos esa bella tarea. En el registro cada vez más acucioso de nuestra historia, de nuestra identidad como pueblo, encontremos muchas seductoras respuestas a las interrogantes que el atorrante presente ha impuesto para enceguecer nuestra vista hacia el futuro. El compromiso de las nuevas generaciones de tuyeros es gigantesco: les toca nada más y nada menos que recuperar su identidad como pueblo.

Charallave

Ahora creció, pero a un costo muy elevado

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Ferrocarril Valles del Tuy

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Lectura recomendada ALAMO, FRANCISCO DE P.: El Estado Miranda. Geografía, flora, mineralogía, etc. Caracas, Imprenta El cojo Ilustrado, 1911. CONGRESO DE LA REPUBLICA: PENSAMIENTO POLITICO VENEZOLANO DEL SIGLO XIX. CARACAS, PUBLICACIONES DEL CONGRESO DE LA REPUBLICA DE VENEZUELA, 1983. CUNILL GRAU, PEDRO: El País Geográfico en el Guzmanato. Una interpretación del paisaje geográfico en el Centenario del Nacimiento del libertador. Caracas, Ediciones del Congreso de la República, 1984. DE GODA, LUIS LEVEL: Historia Contemporánea de Venezuela, Política y Militar. (1856-1886) Caracas, Imprenta Nacional, 1954. GOBIERNO DE MIRANDA: Geografía Económica del Estado Miranda. Los Teques, Publicaciones del Gobierno del Estado Miranda, 1955. HERRERA, GERONIMO: Etnohistoria de los Valles del Tuy. 1780- 1920 Caracas, mimeografiado, 1988. JIMENEZ, GERMÁN: Los ferrocarriles de Venezuela. Caracas, Publicación del Ministerio de Obras Públicas, 1915. LANDAETA ROSALES, MANUEL: Gran Recopilación Geográfica, Estadística e Histórica de Venezuela. Caracas, Banco Central de Venezuela, 1963. MAC PHERSON, TELASCO: Diccionario Histórico- Geográfico del Estado Miranda. Los Teques, Biblioteca de Temas y Autores Mirandinos, Nº 37, Colección Guaicaipuro, Nº 5, 1987. PALACIOS HERRARA, OSCAR: Dionisio Cisneros. El Último Relista. Caracas, fuentes para la Historia Republicana de Venezuela, A.N.H., 1989. PARADA, NEMECIO: De Ocumare a Miraflores. Caracas, Biblioteca de Temas y Autores Tachirenses, 1975. REPUBLICA DE VENEZUELA: Censos generales de Población. VILA, MARCO AURELIO: Aspectos Geográfico del Estado Miranda. Caracas, Ediciones de la Corporación Venezolana de Fomento, 1967.

Lectura recomendada

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Contenido Pág. Presentación

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Al lector

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Los efectos de la lucha anticolonial en el Tuy

7

El cultivo de café se expande en la región

9

El cultivo de la caña de azúcar también crece

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El Tuy: granero de Venezuela

12

La crisis del esclavismo en el Tuy

14

La falta de trabajadores y el progreso de la región

16

Los hacendados proponen el traslado de campesinos

18

Los caminos de los Valles del Tuy

19

Para los hacendados: carretera = “progreso”

20

Las presiones surten efecto

21

Tomás Lander denuncia la corrupción

22

Se inicia la construcción de la “Carretera del Sur”

24

Dionisio Cisneros, ¿Bandido realista o caudillo campesino?

25

La violencia viene de la oligarquía

26

La respuesta a la violencia de la oligarquía son las insurrecciones campesinas

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Se inicia el siglo XX

32

El ferrocarril llega tarde

34

Las carreteras gomecista en el Tuy

36

Modernización, represión y entrega del país por la dictadura gomecista

38

La corrupción gomecista en la región

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Ahora creció, pero a un costo muy elevado

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Lectura recomendada

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La Gobernación del estado Miranda, convencida de que la difusión de la Historia de las regiones mirandinas favorece la valoración y el rescate de los elementos socioculturales que identifican y conforman la región, así como la ubicación de la presencia regional en el pasado, en el presente y dentro del contexto nacional y la construcción de un bosquejo de identidad regional con los elementos significativos que la delimitan (economía, política, sociedad y cultura), decide publicar, a través de la Fundación Fondo Editorial “Simón Rodríguez” y el Instituto Autónomo de Bibliotecas e Información de Miranda, la segunda edición de la colección Cuadernos de Historia Regional. Es así como Fundación Fondo Editorial “Simón Rodríguez”, en su interés por difundir las creaciones referidas a la tradición mirandina, integra la antigua colección Cuadernos de Historia Regional a la colección Identidad.

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