L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum Año XLIV, número 20 (2.315)
EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
17 de mayo de 2013
El Papa canoniza a los mártires de Otranto y a dos religiosas de Colombia y México
Con la valentía de la fidelidad
La valentía de la fidelidad a Cristo y a su Evangelio: es el mensaje que proponen, a los cristianos de hoy, los nuevos santos proclamados por el Obispo de Roma el domingo 12 de mayo en la plaza de San Pedro. En la primera canonización del pontificado, el Papa Francisco, en su homilía, destacó de los santos Antonio Primaldo y compañeros mártires de Otranto —asesinados por los otomanos en 1480— una fe capaz de superar
«obstáculos» e «incomprensiones» hasta el «supremo testimonio del Evangelio». De ahí el recuerdo de tantos cristianos que hoy siguen sufriendo violencias. Proponiendo la figura de la primera santa de Colombia, la religiosa Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upegui (1874-1949), el Pontífice invitó a «vencer la indiferencia y el individualismo, que corroe las comunidades cristianas
y nuestro propio corazón» y «acoger a todos sin prejuicios». Igual que hizo la religiosa mexicana, santa María Guadalupe García Zavala (1878-1963), quien renunció al bienestar que «aburguesa» el corazón, dedicando su vida a «tocar la carne de Cristo» en los pobres, enfermos, abandonados. PÁGINAS 4
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Visita papal al santuario sardo hermanado con Buenos Aires El Papa Francisco peregrinará al santuario de Bonaria en la ciudad italiana de Cágliari, capital sarda. Fue el deseo que anunció en la audiencia general del miércoles 15, a cuyo término bendijo una imagen de la Virgen patrona de Cerdeña. Una delegación sarda llevará la estatua a Argentina para donarla al cuerpo de policía de la ciudad de Buenos Aires. Y es que el 13 de febrero, antes de la elección de Bergoglio como Pontífice, los policías de la capital argentina eligieron precisamente a la Virgen de Bonaria como patrona, pidiendo una copia de la imagen a la región sarda. De hecho hace s iglos que la «Madonna di Bonaria» —como explicó el Papa— está vinculada con la ciudad de Buenos Aires hasta en el nombre, donde reside además una nutrida comunidad de inmigrantes sardos. Presentó al Santo Padre la iniciativa de la donación de la imagen el arzobispo de Cágliari, monseñor Arrigo Miglio, llegado a la audiencia con todos los obispos sardos por su visita «ad limina Apostolorum», acompañados de más de mil peregrinos. Así les saludó el Papa:
El Pontífice recibe al jefe de la Iglesia ortodoxa copta de Egipto Un pensamiento especial dirijo a los obispos, a los sacerdotes y a los fieles procedentes de Cerdeña; queridos amigos, os doy las gracias por vuestra presencia y de corazón os encomiendo a vosotros y a vuestras comunidades a la materna intercesión de la Virgen Santa, a quien veneráis con el título de «Madonna di Bonaria». Al respecto os quiero anunciar que deseo visitar el Santuario de Cágliari —prácticamente con seguridad en el mes de septiembre— porque entre la ciudad de Buenos Aires y Cágliari existe una fraternidad por una historia antigua. Precisamente en el momento
de la fundación de la ciudad de Buenos Aires, su fundador quería llamarla «Ciudad de la Santísima Trinidad», pero los marineros que le habían llevado allí eran sardos y querían que se llamara «Ciudad de la Virgen de Bonaria». Disputaron entre sí y al final llegaron a un acuerdo, de forma que el nombre de la ciudad resultó largo: «Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora de Buen Aire». Al ser tan largo, sólo permanecieron las dos últimas palabras, Buen Aire, Buenos Aires, en recuerdo de vuestra imagen de la Madonna di Bonaria.
Ecumenismo del sufrimiento «Como la sangre de los mártires ha sido semilla de fuerza y de fertilidad para la Iglesia, así la comunión de los sufrimientos diarios puede convertirse en instrumento eficaz de unidad». Fueron palabras del Papa Francisco a Su Santidad Tawadros II, Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede de San Marcos, jefe de la Iglesia ortodoxa copta de Egipto. La audiencia tuvo lugar en el Vaticano, a los 40 años del histórico encuentro entre sus respectivos predecesores, Pablo VI y Shenouda III, quienes firmaron entonces una importante Declaración cristológica común y dieron inicio al diálogo ecuménico bilateral entre las dos Iglesias. La Iglesia ortodoxa copta de Egipto cuenta con unos diez millones de fieles y es una de las realidades más importantes en el panorama eclesial de Oriente Medio, donde las comunidades cristianas están afrontando situaciones de gran dificultad. PÁGINAS 2
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Al Obispo de Roma Francisco la propuesta del Patriarca Tawadros
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Una fiesta del amor fraterno A los 40 años del histórico encuentro entre Pablo VI y Shenouda III, el Papa Francisco recibió, el 10 de mayo, la visita de Su Santidad Tawadros II, cabeza de la Iglesia ortodoxa copta, Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede de San Marcos. Ofrecemos la traducción del discurso que dirigió al Obispo de Roma al inicio de la audiencia. En el nombre de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, único Dios. Amén. Cristo ha resucitado, en verdad ha resucitado. Doy gracias a Dios, que siempre nos asocia a la victoria de Cristo y difunde por medio de nosotros en todas partes la fragancia de su conocimiento (segunda carta a los Corintios 2, 14). En nombre de la Iglesia ortodoxa Vengo a encontrarme con Su Sancopta, del Santo Sínodo y de todos los cristianos coptos en todo el mun- tidad desde Egipto, «el país del Nido tengo el agrado de expresar a Su lo», como mi primer viaje en absoluSantidad las más vivas y sinceras fe- to al extranjero después de mi toma licitaciones, mías y de la Iglesia or- de posesión como Papa de la Iglesia todoxa copta presidida por mí, por ortodoxa copta, realizada en nosu designación como Papa de la viembre del año pasado. Mi país es la cuna de la más antiIglesia católica y Obispo de Roma, gua civilización del mundo, o sea, la por obra del Divino. Se trata de un mandato entre los civilización faraónica. No sólo, sino más prestigiosos en el ámbito de la que además en Egipto nacieron y se comunidad cristiana y de particular desarrollaron otras importantes y antiguas civilizaciones: la civilización relevancia en todo el mundo. Guiado por el Espíritu Santo, feli- greco-romana, la civilización copta y cito a Su Santidad, en esta visita que la civilización islámica. Egipto es el lugar donde también coincide con el cuadragésimo aniversario de la visita de Su Santidad, el se produjeron manifestaciones divifallecido Papa Shenouda III, el así lla«Propongo que el 10 de mayo de cada año mado Papa de los árabes y promotor se celebre la fiesta del amor fraterno entre la de renovación en la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa copta». Iglesia ortodoxa copta (Enlightenment «Nuestro objetivo común será trabajar juntos Movement), al Papa para promover el diálogo ecuménico y Pablo VI: visita realirealizar la paz en todo el mundo» zada en 1973, del 3 al 10 de mayo (el día en que los dos Papas firmaron la Declaración co- nas que ningún otro país ha registramún), en la Ciudad del Vaticano, vi- do jamás. sita que es considerada la primera en Según la profecía de Oseas, «de absoluto por parte del Papa de Ale- Egipto llamé a mi hijo», y la de jandría y Patriarca de la Iglesia cop- Isaías, «bendito sea Egipto, mi pueta al Papa romano. blo», la Sagrada Familia visitó las En aquel año estudiaba todavía en ciudades y a los gobernantes de la Facultad de Farmacia de la Uni- Egipto, desplazándose de este a oesversidad de Alejandría, Alejandría te y de norte a sur, como para bende Egipto. A aquella primera visita decir todo el país con el signo de la siguió la visita del Papa Juan Pablo cruz. II a Egipto en 2000. Además, un gran número de proEsta visita será memorable para fetas y santos nacieron y vivieron en mí, ya por la importancia que revis- Egipto, país renombrado por la conte, ya por la coincidencia significati- vivencia pacífica entre las varias cova con la del Papa Shenouda III. munidades religiosas. Deseo que éste sea sólo el primero Además, la Sagrada Familia hizo de una larga serie de encuentros de que los territorios de Egipto fueran amor y de fraternidad entre las dos sagrados, después de que Jesucristo grandes Iglesias. pisara su tierra. Por eso propongo que el 10 de Egipto, pues, cuenta con impormayo de cada año se celebre la fiesta tantes manifestaciones divinas y es del amor fraterno entre la Iglesia ca- un país único por su imponente civitólica y la Iglesia ortodoxa copta. lización.
L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum
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http://www.osservatoreromano.va VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO»
Edición para «La Razón»
GIOVANNI MARIA VIAN director Carlo Di Cicco subdirector
Marta Lago redactor jefe de la edición
don Sergio Pellini S.D.B. director general
Luego, en los primeros años del cristianismo, el apóstol san Marcos difundió la religión cristiana en Egipto y murió mártir en la ciudad de Alejandría, la esposa del Mediterráneo y la ciudad de Alejandro Magno. Mi Iglesia copta es muy antigua, con una historia que se remonta a más de diecinueve siglos. Fue fundada por san Marcos evangelista en el siglo I, y hasta hoy se ha alimentado de la sangre de numerosos mártires, haciéndose cada vez más fuerte. En Egipto también nació el monaquismo cristiano, cuya regla monástica fue establecida por el gran san Antonio, el así llamado padre de todos los monjes. Más tarde, a mediados del siglo III, san Pacomio, originario del Alto Egipto, elaboró la regla de vida comunitaria que luego se extendió al resto del mundo. El monaquismo, por tanto, tuvo un papel importante en la formación de la Iglesia ortodoxa copta. Los coptos han crecido en todo el mundo, como sólida entidad religiosa de claro carácter cristiano. Sin duda, la contribución de la Iglesia ortodoxa copta es grande y notable. Los patriarcas y los papas de Alejandría han tenido un papel fundamental en la teología cristiana. Querría remarcar que las relaciones entre Italia y Egipto son tradicionalmente sólidas y bimilenarias. Los dos países se precian de dos maravillosas civilizaciones mediterráneas y de un patrimonio humano que los hace únicos en el mundo. Por tanto, Italia tiene un lugar particular en nuestros corazones. Italia, el país citado también en la Biblia, en las epístolas de Pablo de Tarso, el apóstol que, en el primer siglo del cristianismo, junto con san Pedro, fundó la Sede de la Iglesia cristiana en Roma, lugar donde ambos sufrieron el martirio. En torno a los mismos años, el apóstol san Marcos fundó la Sede de la Iglesia ortodoxa copta en la ciudad de Alejandría.
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Recuerdo además que la Iglesia ortodoxa copta está vinculada a la Iglesia católica por lazos que tienen profundas raíces históricas a partir de los concilios ecuménicos (el primer concilio de Nicea, en 325 d.C., cuando se formuló el «Credo de Nicea», con la contribución del valeroso diácono Atanasio, el Papa más joven de la Iglesia copta, el así llamado «Protector de la fe»). El más grande testimonio de las fuertes relaciones entre las dos Iglesias es la fundación de nuestras dos diócesis en Italia, el obispo Bernabé en Turín y el obispo Kiroulos en Milán, que son los representantes oficiales de la Iglesia ortodoxa copta encargados de atender todos los asuntos de los fieles coptos, cuyo número está siempre en aumento. Hay que mencionar que todos aquí exaltan el amor, la colaboración proficua y el gran apoyo por parte de la Iglesia católica a la Iglesia ortodoxa copta presente en vuestro país. Tanto la Iglesia católica como la Iglesia ortodoxa copta, trabajan juntas en Oriente Medio y en Occidente por la promoción y la difusión de la paz en todo el mundo. Ambas sostienen el diálogo ecuménico entre las dos Iglesias, para llegar a la unidad deseada. Por tanto, y por primera vez en absoluto, insistí para poder participar personalmente en la ceremonia de toma de posesión del Patriarca de la Iglesia católica en Egipto, Su Santidad Ibrahim Isak. También instituimos, el pasado febrero, el Consejo de las Iglesias en Egipto, con la participación de todas las Iglesias egipcias, como expresión de solidaridad y de amor entre hermanos. Me siento orgulloso de mi país, Egipto, y al mismo tiempo feliz de visitar la Ciudad del Vaticano, que, aun siendo el Estado más pequeño del mundo, sea por población, sea por extensión, es asimismo el más importante, gracias a su influencia y a su santo servicio. Concluyo mi discurso con el deseo de consolidar las ya excelentes relaciones existentes entre la Iglesia ortodoxa copta y la gran Iglesia católica. Nuestro objetivo común será trabajar juntos para promover el diálogo ecuménico y realizar la paz en todo el mundo. Ruego a nuestro Señor para que ayude y sostenga a Su Santidad en su tarea durante su santa misión. Con el deseo de tener el honor de recibir la visita de Su Santidad en mi amado país, Egipto, renuevo las felicitaciones de toda la Iglesia copta y de las comunidades religiosas, así como de todo el pueblo egipcio. Desearía agradecer nuevamente a Su Santidad su hospitalidad. Que la paz del Señor esté con todos vosotros. Nos vemos en Egipto.
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El Pontífice recibe al Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede de San Marcos, jefe de la Iglesia ortodoxa copta de Egipto
Ecumenismo del sufrimiento «Como la sangre de los mártires ha sido semilla de fuerza y de fertilidad para la Iglesia, así también la comunión de los sufrimientos diarios puede convertirse en instrumento eficaz de unidad». Fueron palabras del Papa Francisco a Su Santidad Tawadros II, Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede de San Marcos, a quien recibió el 10 de mayo a los cuarenta años del histórico encuentro entre Pablo VI y Shenouda III. Tras la audiencia privada en la biblioteca, en presencia de la delegación que Santidad, Χριστòς α’νέστη, queridos hermanos en Cristo: Es para mí una gran alegría y un verdadero momento de gracia poder acogeros aquí, junto a la tumba del apóstol Pedro, en recuerdo del histórico encuentro que hace cuarenta años unió a nuestros predecesores, el Papa Pablo VI y el Papa Shenouda
acompañó al jefe de la Iglesia ortodoxa copta de Egipto y de una delegación del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, se pronunciaron los discursos oficiales y tuvo lugar el intercambio de regalos. Además, en la capilla Redemptoris Mater del palacio apostólico, tuvo lugar un momento de oración común, al término del cual el Santo Padre dejó que fuera el Patriarca quien impartiera la bendición. Publicamos el discurso que el Papa Francisco pronunció.
III, recientemente fallecido, en un abrazo de paz y fraternidad, tras siglos de separación recíproca. Con profundo afecto, pues, le doy la bienvenida a usted, Santidad, y a los distinguidos miembros de su delegación, y le agradezco sus palabras. A través de vosotros, extiendo mi cordial saludo en el Señor a los obispos, al clero, a los monjes y a toda la Iglesia ortodoxa copta. La visita de hoy refuerza los lazos de amistad y de fraternidad que ya unen la Sede de Pedro y la Sede de Marcos, heredera de un inestimable legado de mártires, teólogos, santos monjes y discípulos fieles de Cristo, quienes durante generaciones y generaciones han dado testimonio del Evangelio, a menudo en situaciones de gran dificultad. Hace cuarenta años, la Declaración común de nuestros predecesores representó un hito en el camino ecuménico, y gracias a ella se constituyó una Comisión de diálogo teológico entre nuestras Iglesias que ha dado buenos resultados y ha preparado el terreno para el diálogo más amplio entre
la Iglesia católica y toda la familia de las Iglesias ortodoxas orientales, que sigue con fruto hasta hoy. En aquella solemne Declaración, nuestras Iglesias reconocían que confesaban, en la línea de las tradiciones apostólicas, «una única fe en un solo Dios uno y trino» y la «divinidad del único Hijo encarnado de Dios [...], Dios perfecto respecto a su divinidad y perfecto hombre respecto a su humanidad». Reconocían que la vida divina se nos da y se alimenta a través de los siete sacramentos, y se sentían unidas en la veneración común a la Madre de Dios. Nos alegra poder confirmar hoy cuanto nuestros ilustres predecesores declararon solemnemente, nos alegra reconocernos unidos por el único Bautismo, cuya expresión especial es nuestra oración común, que anhela el día en que, cumpliéndose el deseo del Señor, podamos comulgar en el único cáliz. Cierto, también somos conscientes de que el camino que nos espera es quizá aún largo, pero no queremos olvidarnos del mucho camino ya recorrido que se ha concretado en luminosos momentos de comunión, entre los cuales me agrada recordar el encuentro en febrero de 2000 en El Cairo entre el Papa Shenouda III y el beato Juan Pablo II, peregrino, durante el gran Jubileo, en los lugares de origen de nuestra fe. Estoy convencido de que, con la guía del Espíritu Santo, nuestra oración perseverante, nuestro diálogo y la voluntad de construir día a día la comunión en el amor mutuo nos per-
Audiencia al presidente de Colombia El 13 de mayo el Santo Padre Francisco recibió en audiencia, en el palacio apostólico vaticano, al presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón. Sucesivamente el presidente Santos se reunió con el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, acompañado por monseñor Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados. Durante los coloquios, que tuvieron lugar en un clima cordial, consideraron la actualidad de la figura de la Madre Laura Montoya y Upegui, primera santa colombiana y fecunda intérprete de las raíces cristianas del país, canonizada la víspera en la plaza de San Pedro,
así como la aportación de la Iglesia para la promoción de la «cultura del encuentro» y sus obras al servicio del progreso humano y espiritual del país, en especial, de los más necesitados y los jóvenes. Se consideraron los desafíos que el país debe afrontar, sobre todo en lo que respecta a las desigualdades sociales. No faltó una referencia al proceso de paz en curso y a las víctimas del conflicto, deseando que las partes implicadas prosigan las negociaciones, animadas por una sincera búsqueda del bien común y de la reconciliación. Por último, se puso de relieve el compromiso de la Iglesia en favor de la vida y la familia.
mitirán dar nuevos e importantes pasos hacia la unidad plena. Santidad, conozco los numerosos gestos de atención y de caridad fraterna que usted ha tenido, desde los primeros días de su ministerio, con la Iglesia copta católica, con su pastor, el Patriarca Ibrahim Isaac Sidrak, y con su predecesor, el cardenal Antonios Naguib. La institución de un «Consejo nacional de las Iglesias cristianas», querido por usted con fuerza, representa un signo importante de la voluntad de todos los creyentes en Cristo de desarrollar en la vida diaria relaciones cada vez más fraternas y de ponerse al servicio de toda la sociedad egipcia, de la que son parte integrante. Sepa, Santidad, que su esfuerzo por favorecer la comunión entre los creyentes en Cristo, así como su interés vigilante por el destino de su país y por el papel de las comunidades cristianas en el seno de la sociedad egipcia, tienen profundo eco en el corazón del Sucesor de Pedro y de toda la comunidad católica. «Si un miembro sufre, todos sufren con él. Si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12, 26). Esta es una ley de vida cristiana, y en este sentido podemos decir que existe un ecumenismo del sufrimiento: como la sangre de los mártires ha sido semilla de fuerza y de fertilidad para la Iglesia, así la comunión de los sufrimientos diarios puede convertirse en instrumento eficaz de unidad. Y esto es verdad, en cierto sentido, también en el marco más amplio de la sociedad y de las relaciones entre cristianos y no cristianos: del sufrimiento común, en efecto, pueden brotar, con la ayuda de Dios, perdón, reconciliación y paz. Santidad, al asegurarle de corazón mi oración para que toda la grey confiada a su cuidado pastoral sea siempre fiel a la llamada del Señor, invoco la protección común de los santos Pedro apóstol y Marcos evangelista: que ellos, que durante su vida colaboraron eficientemente en la difusión del Evangelio, intercedan por nosotros y acompañen el camino de nuestras Iglesias.
L’OSSERVATO
número 20, viernes 17 de mayo de 2013
En la plaza de San Pedro el Pontífice canoniza a los ochocientos mártires de Otranto y a las religiosas latinoamericanas Laura Montoya y M
Con la valentía de la fidelidad La valentía de la fidelidad a Cristo y al Evangelio: éste es el mensaje que proponen a los cristianos de hoy los nuevos santos proclamados por el Papa Francisco el domingo 12 de mayo, en la plaza de San Pedro. Publicamos a continuación la homilía que, en italiano y español, pronunció el Pontífice. Queridos hermanos y hermanas: En este séptimo domingo del Tiempo Pascual, nos reunimos con alegría para celebrar una fiesta de la santidad. Damos gracias a Dios que ha hecho
resplandecer su gloria, la gloria del Amor, en los mártires de Otranto, en la Madre Laura Montoya y en la Madre María Guadalupe García Zavala. Saludo a todos los que habéis venido a esta fiesta —de Italia, Colombia, México y otros países— y os lo agradezco. Miremos a los nuevos santos a la luz de la Palabra de Dios que ha sido proclamada. Una palabra que nos invita a la fidelidad a Cristo, incluso hasta el martirio; nos ha llamado a la urgencia y la hermosura de llevar a Cristo y su Evangelio a todos; y nos ha hablado del testimonio de la caridad, sin la cual, incluso el martirio y la misión pierden su sabor cristiano.
De fiesta por los nuevos santos Como en los tiempos de los mártires de Otranto, todavía hoy los cristianos sufren violencia. Al proclamar a los primeros santos de su pontificado, el Papa Francisco quiso recordar, ante los más de 70.000 fieles presentes en la plaza de San Pedro, a cuantos siguen padeciendo discriminación y persecución en el mundo. Fueron sus palabras el domingo 12 de mayo al presidir el rito de canonización y la concelebración eucarística. Se contaron muchos fieles de Otranto, de fiesta por la canonización de Antonio Primaldo y de sus 800 compañeros mártires asesinados por los otomanos en 1480. Fueron numerosos también los colombianos llegados para celebrar a Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upegui, la primera santa del país, y los mexicanos, que suman a una nueva connacional en el catálogo de los santos: María Guadalupe García Zavala. «En honor a la Santísima Trinidad —fue la fórmula de canonización que pronunció en latín el Papa Francisco—, para exaltación de la fe católica y crecimiento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocando muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos santos a los beatos Antonio Primaldo y compañeros, Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upegui y María Guadalupe García Zavala y los inscribimos en el catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
A continuación se llevaron en procesión las reliquias de los nuevos santos ante el Papa, quien las besó y veneró. Concelebraron los cardenales Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia episcopal italiana; Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá; Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara; Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa; Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara; Salvatore De Giorgi, arzobispo emérito de Palermo; veintitrés prelados, entre ellos los arzobispos Ettore Balestrero, nuncio apostólico en Colombia, y Donato Negro, de Otranto; y cuarenta presbíteros. Participaron también una veintena de cardenales, entre quienes se contó Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, y Tarcisio Bertone, secretario de Estado. Al término de la celebración, el Pontífice recitó el Regina Caeli y recorrió durante una hora, en vehículo abierto, la multitud que colmó la plaza de San Pedro. Y esta vez salió del límite de la plaza llegando a la vía de la Conciliación, donde se detuvo varias veces a abrazar a niños y enfermos. Las delegaciones oficiales de los tres países de origen de los nuevos santos fueron encabezadas por Juan Manuel Santos Calderón, presidente de la República de Colombia; Anna Maria Cancellieri, ministro de Justicia del Gobierno italiano; y Roberto Berrera Mena, director general adjunto para los asuntos religiosos de la presidencia de la República Mexicana. Entre los presentes igualmente el alcalde de Otranto, Luciano Cariddi.
Los Hechos de los Apóstoles, cuando precisamente en estos tiempos, ahora, y nos hablan del diácono Esteban, el pro- en tantas partes del mundo, todavía sutomártir, insisten en decir que era un fren violencia, y les dé el valor de ser hombre «lleno del Espíritu Santo» (6, fieles y de responder al mal con el 5; 7, 55). ¿Qué significa esto? Significa bien. que estaba lleno del amor de Dios, que La segunda idea la podemos extraer toda su persona, su vida, estaba anima- de las palabras de Jesús que hemos esda por el Espíritu de Cristo resucitado cuchado en el Evangelio: «Ruego por hasta el punto de seguir a Jesús con fi- los que creerán en mí por la palabra de delidad total, hasta la entrega de sí ellos, para que sean uno, como tú, Pamismo. dre, en mí y yo en ti, que ellos también Hoy la Iglesia propone a nuestra ve- lo sean en nosotros» (Jn 17, 20-21). neración una multitud de mártires que Santa Laura Montoya fue instrumento en 1480 fueron llamados juntos al supremo testimo«Pidamos a Dios que sostenga a tantos nio del Evangelio. Casi 800 personas, supervivientes del cristianos que, precisamente en estos tiempos, asedio y la invasión de ahora, y en tantas partes del mundo, todavía Otranto, fueron decapitadas en las cercanías de la ciusufren violencia, y les dé el valor de ser fieles y dad. No quisieron renegar de responder al mal con el bien» de la propia fe y murieron confesando a Cristo resucitado. ¿Dónde encontraron la fuerza para permanecer fieles? Preci- de evangelización primero como maessamente en la fe, que hace ver más allá tra y después como madre espiritual de de los límites de nuestra mirada huma- los indígenas, a los que infundió espena, más allá de la vida terrena, hace ranza, acogiéndolos con ese amor que contemplemos «los cielos abiertos» aprendido de Dios, y llevándolos a Él —como dice san Esteban— y a Cristo vi- con una eficaz pedagogía que respetaba vo a la derecha del Padre. Queridos su cultura y no se contraponía a ella. amigos, conservemos la fe que hemos En su obra de evangelización Madre recibido y que es nuestro verdadero tesoro, renovemos nuestra fidelidad al Laura se hizo verdaderamente toda a Señor, incluso en medio de los obstácu- todos, según la expresión de san Pablo los y las incomprensiones. Dios jamás (cf. 1 Co 9, 22). También hoy sus hijas dejará que nos falten las fuerzas ni la espirituales viven y llevan el Evangelio serenidad. Mientras veneramos a los a los lugares más recónditos y necesitamártires de Otranto, pidamos a Dios dos, como una especie de vanguardia que sostenga a tantos cristianos que, de la Iglesia.
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María Guadalupe García Zavala
Esta primera santa nacida en la hermosa tierra colombiana nos enseña a ser generosos con Dios, a no vivir la fe solitariamente —como si fuera posible vivir la fe aisladamente—, sino a comunicarla, a irradiar la alegría del Evangelio con la palabra y el testimonio de vida allá donde nos encontremos. En cualquier lugar donde estemos, irradiar esa vida del Evangelio. Nos enseña a ver el rostro de Jesús reflejado en el otro, a vencer la indiferencia y el individualismo, que corroe las comunidades cristianas y corroe nuestro propio corazón, y nos enseña a acoger a todos sin prejuicios, sin discriminación, sin reticencia, con auténtico amor, dándoles lo mejor de nosotros mismos y, sobre todo, compartiendo con ellos lo más valioso que tenemos, que no son nuestras obras o nuestras organizaciones, no. Lo más valioso que tenemos es Cristo y su Evangelio. Por último, una tercera idea. En el Evangelio de hoy, Jesús reza al Padre con estas palabras: «Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos y yo en ellos» (Jn 17, 26). La fidelidad hasta la muerte de los mártires, la proclamación del Evangelio a todos se enraízan, tienen su raíz, en el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (cf. Rm 5, 5), y en el testimonio que hemos de dar de este amor en nuestra vida diaria. Santa Guadalupe García Zavala lo sabía bien. Renunciando a una vida cómoda —cuánto daño hace la vida cómoda, el bienestar; el aburgue-
samiento del corazón nos paraliza— y, renunciando a una vida cómoda para seguir la llamada de Jesús, enseñaba a amar la pobreza, para poder amar más a los pobres y los enfermos. Madre Lupita se arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos, ante los abandonados para servirles con ternura y compasión. Y esto se llama «tocar la carne de Cristo». Los pobres, los abandonados, los enfermos, los marginados son la carne de Cristo. Y Madre Lupita tocaba la carne de Cristo y nos enseñaba esta conducta: no avergonzarnos, no tener miedo, no tener repugnancia a «tocar la carne de Cristo». Madre Lupita había entendido qué significa eso de «tocar la carne de Cristo». También hoy sus hijas espirituales buscan reflejar el amor de Dios en las obras de caridad, sin ahorrar sacrificios y afrontando con mansedumbre, con constancia apostólica (hypomonē), soportando con valentía cualquier obstáculo. Esta nueva santa mexicana nos invita a amar como Jesús nos ha amado, y esto conlleva no encerrarse en uno mismo, en los propios problemas, en las propias ideas, en los propios intereses, en ese pequeño mundito que nos hace tanto daño, sino salir e ir al encuentro de quien tiene necesidad de atención, compresión y ayuda, para llevarle la cálida cercanía del amor de Dios, a través de gestos concretos de delicadeza, de afecto sincero y de amor. Fidelidad a Jesucristo y a su Evangelio, para anunciarlo con la palabra y con la vida, dando testimonio del amor de Dios con nuestro amor, con nuestra caridad hacia todos: los santos que hemos proclamado hoy son ejemplos luminosos de esto, y nos ofrecen sus enseñanzas, pero también cuestionan nuestra vida de cristianos: ¿cómo es mi fidelidad a Cristo? Llevemos con nosotros esta pregunta para pensarla durante la jornada: ¿cómo es mi fidelidad a Cristo? ¿Soy capaz de «hacer ver» mi fe con respeto, pero también con valentía? ¿Estoy atento a los otros? ¿Me percato del que padece necesidad? ¿Veo en todos a hermanos y hermanas a quienes hay que amar? Por intercesión de la Santísima Virgen María y de los nuevos santos, pidamos que el Señor colme nuestra vida con la alegría de su amor. Así sea.
En el Regina Caeli el Papa pide protección para los embriones
Respeto por la vida desde la concepción Queridos hermanos y hermanas: Al término de esta celebración, deseo saludar a todos vosotros que habéis venido a rendir homenaje a los nuevos santos, de modo particular a las delegaciones oficiales de Italia, Colombia y México. Que los mártires de Otranto ayuden al querido pueblo italiano a mirar con esperanza al futuro, confiando en la cercanía de Dios que nunca abandona, incluso en los momentos difíciles. Que por intercesión de Madre Laura Montoya, el Señor conceda un nuevo impulso misionero y evangelizador a la Iglesia, y que, inspirados en el ejemplo de concordia y reconciliación de esta nueva santa, los amados hijos de Colombia continúen trabajando por la paz y el justo desarrollo de su patria. En las manos de santa Guadalupe García Zavala ponemos a todos los pobres, los enfermos y a cuantos los asisten, y encomendamos a su intercesión la noble nación mexicana, para que, desterrada toda violencia e inseguridad, avance cada vez más por el camino de la solidaridad y la convivencia fraterna. Me complace además recordar que ayer, en Roma, fue proclamado beato el sacerdote Luigi Novarese, fundador del Centro Voluntarios del Sufrimiento y de los Silenciosos Operarios de la Cruz. Me uno a la acción de gracias por este sacerdote ejemplar, que supo renovar la pastoral de los enfer-
mos haciendo de ellos sujetos activos en la Iglesia. Saludo a los participantes en la «Marcha por la vida» que tuvo lugar esta mañana en Roma e invito a mantener viva la atención de todos sobre el tema tan importante del respeto por la vida humana desde el momento de su concepción. Al respecto, me complace recordar también la recogida de firmas que se realiza hoy en muchas parroquias italianas con el fin de sostener la iniciativa europea «Uno de nosotros», para garantizar protección jurídica al embrión, tutelando a todo ser humano desde el primer ins-
tante de su existencia. Un momento especial para quienes prestan especial atención a la defensa de la sacralidad de la vida humana será la «Jornada de la Evangelium vitae», que tendrá lugar aquí, en el Vaticano, en el contexto del Año de la fe, el 15 y 16 de junio próximo. Saludo con afecto a todos los grupos parroquiales, a las familias, las escuelas, los jóvenes presentes. Con amor filial nos dirigimos a la Virgen María, madre y modelo de todos los cristianos.
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Los 800 mártires de Otranto inscritos en el catálogo de santos por el Obispo de Roma
Vida de hombres con grandes sueños QUINTINO GIANFREDA* esde la antigüedad la Iglesia en Otranto celebra el 14 de agosto de cada año la memoria de Antonio Primaldo y de sus compañeros mártires. El culto tributado a estos testigos de la fe alcanzó su culmen en 1980, en el V centenario, cuyas celebraciones clausuró solemnemente Juan Pablo II en el lugar. El pasado 20 de diciembre Benedicto XVI autorizó la publicación del decreto sobre el milagro relativo a la curación rápida, completa y duratura
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El martirio de Antonio Primaldo y compañeros se encuadra históricamente en el contexto bélico que dominó durante mucho tiempo las relaciones entre Europa y el Imperio Otomano. Tras la caída de Constantinopla en manos de los otomanos en 1453, y el asedio de Belgrado en 1456, el emperador Mohamed II, soberano del imperio Otomano, trató en vano la conquista de la isla de Rodas en 1479. Se dirigió entonces al extremo de la costa de Italia, la más cercana a los puertos de Albania, ya bajo su dominio. Los turcos se acercaron a la ciudad de Otranto con 150 naves y 15.000 hombres. La ciudad tenía 6.000 habitantes y había sido abandonada por las milicias aragonesas, empeñadas en Toscana. En cuanto empezó el asedio, se intimó la rendición como renuncia a la fe en Cristo y conversión al islam. Al ser rechazada, bombardearon la ciudad, que el 12 de agosto cayó en manos de los invasores, que la saquearon y mataron al arzobispo Esteban Pendinelli, a los canónigos, religiosos y fieles en la catedral. Al día siguiente, el comandante Bajá Gedik Ahmed ordenó que llevaran a todos los hombres supervivientes al campamento turco —unos 800 de 15 años de edad en adelante— y se les obligara a apostatar. La respuesta en nombre de todos de Antonio Pezzulla, llamado Primaldo, un humilde tundidor de paños, fue inmediata y firme. Declaró que «ellos consideraban a Jesucristo como Hijo de Dios, su Señor y Dios verdadero; y que preferían mil veces morir antes que renegarlo y hacerse musulmanes». El Bajá Gedik Ahmed ordenó entonces la ejecución capital inmediata. Les cortaron la cabeza y mutilaron los cuerpos, que permanecieron insepultos durante un año en el lugar del suplicio. Allí los hallaron las tropas enviadas para liberar Otranto. En junio de 1481 fueron llevados a la iglesia cercana «a la fuente de la Minerva», y trasladados el 13 de octubre siguiente a la catedral. A comienzos del año 1500 se erigió una capilla dentro de la catedral para acoger definitivamente las reliquias de los mártires, meta constante de peregrinaciones.
de sor Francesca Levote, de las clarisas del monasterio de Soleto, población cercana a Otranto. La religiosa, enferma de un grave carcinoma, sanó en 1980 gracias a la intercesión de los mártires. Ello confirma la certeza que la Iglesia en Otranto siempre ha tenido, reconociendo y venerando como mártires de la fe a los caídos en la colina de la Minerva. Los mártires de Otranto siguen siendo hoy una luz que brilla. Su fuente es la confesión explícita del Señor Jesús, Mesías y Salvador. Enseñan que ser cristianos no sólo es posible, incluso en contextos de vida difíciles y a veces violentos, sino que es también exaltante, pues muestra la plenitud de vida que brota de seguir a Jesús por amor. A todos se da, acogiendo el don de la fe, la posibilidad de abrirse a la compresión de la enseñanza de estos mártires y de los bautizados que, todavía hoy, en varias partes del mundo son asesinados, martirizados por su fe en Jesús crucificado. Además, «la sangre de los mártires de Otranto es un tesoro precioso que forma parte de esa energía escondida que penetra y alimenta, en su más profunda vitalidad, a la Iglesia a nivel universal y local», como subrayó Juan Pablo II en 1980. De los mártires se irradia una potencialidad de energía espiritual capaz de cambiar y orientar hacia Jesús Crucificado y Resucitado el corazón del hombre. La canonización
es una gran fiesta espiritual que solicita a los bautizados «a renovar las promesas bautismales y profesar la fe», como escriben los obispos puglieses en su mensaje a la Iglesia de la región, especificando que «la veneración de los santos mártires de Otranto nos hace meditar sobre la verdad de nuestra opción de fe y sobre las necesarias consecuencias de coherencia en las elecciones de la vida». Y los obispos, como pastores de la Iglesia en Puglia, se dirigen a todos, en particular a los jóvenes, indicando la elección de los mártires, «hombres auténticos, fuertes, decididos, coherentes, bien enraizados en la historia»: hombres que amaban su ciudad, fuertemente unidos a sus familias y, sobre todo los más jóvenes, animados por los grandes sueños de la vida. Ellos «hicieron, con lucidez y firmeza, su elección por Cristo».
La canonización de los mártires de Otranto es también una ocasión propicia para el Papa Francisco, quien, con su profunda espiritualidad y franciscana sencillez, llama a la Iglesia, a todos nosotros, a tener la valentía de la fe, que vivifica y eleva al hombre abriéndolo a una renovación real de vida. *Vicario general de la archidiócesis
Presentación de los últimos anuarios al Papa
La Iglesia católica en cifras La evolución de la vida de la Iglesia católica en el mundo, su presencia y acción pastoral. Es una información que cada año se actualiza y se muestra al Santo Padre. Así sucedió el 13 de mayo, cuando el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, y el arzobispo Angelo Becciu, sustituto para los Asuntos generales, presentaron al Papa Francisco el Anuario Pontificio 2013. De la redacción del nuevo Anuario se han ocupado monseñor Vittorio Formenti, encargado de la Oficina central de estadística de la Iglesia, el profesor Enrico Nenna y otros colaboradores. Contextualmente se presentó también el Annuarium Statisticum Ecclesiae 2011, a cargo de la misma Oficina. El complejo trabajo de imprenta de ambos volúmenes lo realizaron los salesianos don Sergio Pellini, director general de la Tipografía Vaticana, Antonio Maggiotto, Giuseppe Canesso, don Marek Kaczmarczyk y Domenico Nguyên Duc Nam, de la misma tipografía. Estos tomos saldrán a la venta en librerías próximamente. El Pontífice agradeció el trabajo y mostró un vivo interés por la información que se recoge en las numerosas páginas. De los datos de los volúmenes se pueden conocer algunas novedades de la vida de la Iglesia católica en el mundo, en el curso de 2012 y hasta la elección del Papa Francisco. En ese período se erigieron 11 nuevas sedes episcopales, 2 ordinariatos personales, un vicariato apostólico y una prefectura apostólica; se elevó una prelatura territorial a diócesis y 2 exarcados apostólicos a eparquías. Los datos estadísticos del Annuarium Statisticum, referidos al año 2011, permiten evidenciar los aspectos relevantes de la presencia y de la acción pastoral de la Iglesia católica en las 2.979 circunscripciones eclesiásticas de todo el mundo. Los católicos en todo el planeta pasaron, de 2010 a 2011, de 1.196 millones a 1.214 millones, con un aumento
relativo del 1,5%, y dado que este crecimiento es poco superior al de la población de la Tierra (1,23%), la presencia de los católicos resulta sustancialmente invariada (17,5%). El análisis territorial de las variaciones del bienio muestra un aumento del 4,3% de católicos en África, cuya población en cambio se incrementó el 2,3%. Igualmente en el continente asiático se ha registrado un aumento de católicos superior al de la población (2,0 frente al 1,2%). En América y en Europa se asiste a un igual crecimiento de los católicos y de la población (0,3%). En 2011 el total de los católicos bautizados se distribuyó por continentes así: 16,0% en África, 48,8% en América, 10,9%, en Asia, 23,5% en Europa y 0,8% en Oceanía. El número de obispos en el mundo pasó, de 2010 a 2011, de 5.104 a 5.132, con un aumento relativo del 0,55%. El incremento se refiere en particular a Oceanía (+4,6) y África (+1,0), mientras que Asia y Europa se sitúan poco por encima de la media mundial. América no ofrece variaciones. Ante tales dinámicas diferenciadas, sin embargo la distribución de los obispos por continentes ha permanecido sustancialmente estable en el último bienio considerado, con América y Europa que siguen representando casi el 70% del total. La presencia de los sacerdotes —diocesanos y religiosos— en el mundo ha aumentado en el tiempo, pasando, en la última década, de los 405.067 el 31 de diciembre de 2001 a los 413.418 del 31 de diciembre de 2011 (+2,1%). Con todo, tal evolución no ha sido homogénea en las diversas áreas geográficas. La dinámica del número de los presbíteros en África y Asia resulta en cierta medida reconfortante, con un +39,5 y un +32,0% respectivamente (y con un incremento de más de 3.000 unidades en los dos continentes sólo en 2011), mientras que América se mantiene estacionaria alrededor de una media de SIGUE EN LA PÁGINA 8
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El Papa canoniza a la colombiana Laura Montoya y Upegui y a la mexicana María Guadalupe García Zavala
Amor de Dios entre los indios ESPERANZA ARBOLEDA* adre Laura no fue sólo una santa contemplativa, sino también una mujer de acción; estaba en contra de las injusticias sufridas por los indígenas americanos. Decidió adentrarse en la selva milenaria para anunciar y proclamar el reino de Dios a los indios,
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Laura Montoya y Upegui nació en Jericó (Antioquia, Colombia) el 26 de mayo de 1874; sus padres, Juan de la Cruz Montoya y Dolores Upegui, eran profundamente cristianos. Recibió el Bautismo ese mismo día y el sacerdote le impuso el nombre de María Laura de Jesús. Cuando tenía dos años su padre fue asesinado, durante una guerra cruel y fraticida, por defender la religión y la patria, y sus bienes fueron confiscados; su familia quedó en extrema pobreza. Su madre le enseñó a perdonar y a fortalecer su carácter con sentimientos cristianos. Desde niña, vivió intensas experiencias trinitarias que la llevaron a crecer constantemente en una dimensión mística. Quedó huérfana e ingresó a los 16 años en la «Escuela Normal de Institutoras de Medellín». Concluidos los estudios, se sintió llamada realizar lo que ella llamaba «la Obra de los indios». En 1907, estando en la población de Marinilla, escribió: «Me vi en Dios y como que me arropaba con su paternidad haciéndome madre, del modo más intenso, de los infieles. Me dolían como verdaderos hijos». El ardiente «Sitio» —tengo sed— de Cristo en la Cruz le impulsó a saciar esta sed del crucificado y a un trabajo heroico al servicio de los indígenas de la selva que le llevó, en 1914, apoyada por monseñor Maximiliano Crespo, obispo de Santa Fe de Antioquia, a fundar la congregación de las «Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena». Comprendiendo la dignidad humana y la vocación divina de los indígenas, se insertó en su cultura y en su vida cotidiana, derribando el muro de discriminación racial de quienes la juzgaban y no comprendían el anhelo de extender la fe y el conocimiento de Dios hasta los lugares más remotos e inaccesibles, brindando una catequesis viva del Evangelio. Pasó los últimos nueve años en silla de ruedas sin dejar su apostolado de la palabra y de la pluma. Después de una larga agonía, murió en Medellín el 21 de octubre de 1949.
para ennoblecer su ser, tan denigrado por la sociedad. A través de su experiencia maternal de Dios Padre, descubrió que podía alejarse de las normas limitantes de la época y adentrarse en la selva, para predicar y testimoniar con audacia y sencillez el Evangelio, para llevar a los indígenas el mensaje de Redención, de un Dios que nos ama con corazón tierno. Madre Laura creó nuevos modelos de evangelización, abriendo camino a otras mujeres que querían emprender la misma misión. El trabajo de esta mujer resultó ser innovador, respecto a las precedentes misiones realizadas en América Latina, por su método, por su valentía al desafiar los peligros. La nueva santa es protagonista de una vicisitud excepcional de la historia eclesiástica latinoamericana. Logró superar el concepto de inferioridad y debilidad de la mujer, demostrando que era posible llevar adelante obras de gran valor social y religioso. Creyó en el valor de la mujer, de su trabajo, de sus capacidades para acercarse a los más débiles y oprimidos y elevarlos a la dignidad de hombres y de hijos de Dios. Estaba convencida de que las mujeres eran las más indicadas para llevar el anuncio del Evangelio a los indígenas. Una mujer, gracias a su dulzura, perseverancia, bondad, acogida, modo de escuchar y amar, y a las dotes relacionales maternas, puede establecer vínculos eficaces en su misión evangelizadora. La obra de evangelización contribuyó a la construcción de iglesias locales y a la formación de catequistas, ministros de la Palabra, promotores de salud, maestros, laicos comprometidos y algunos sacerdotes y religiosas nativos. Para la canonización de la beata Laura Montoya y Upegui se presentó a la Congregación para las causas de los santos la inexplicable curación del profesor Carlos Eduardo Restrepo de «perforación esofágica y mediastinitis en paciente gravemente inmunosupreso, portador de síndrome de sobreposición: lupus eritematoso sistémico, síndrome nefrósico, polimiositis autoinmune refractaria a terapia». El 14 de junio de 2012 la consulta médica del dicasterio reconoció unánimemente el hecho «científicamente inexplicable». El caso fue examinado, con resultado positivo también por unanimidad, por los consultores teólogos el 22 de septiembre, y por los cardenales y obispos el 10 de diciembre. Así, Benedicto XVI autorizó a la Congregación para las causas de los santos la promulgación del decreto super miraculo. *Ex superiora general
Religiosa que salvó al arzobispo JUAN SAND OVAL ÍÑIGUEZ* l dicho de san Pedro en casa de Cornelio acerca de Cristo: «pasó haciendo el bien y curando toda enfermedad y dolencia», (Hech 10, 18), guardada la debida proporción, bien se puede decir también de la religiosa Guadalupe García Zavala, como verdadera discípula que fue de Cristo. Fue santa en su vida, pues fue heroica en la práctica de todas las virtudes cristianas, pero sobre todo en la caridad con los enfermos y necesitados. La Providencia la tenía destinada a cuidar de los enfermos y por eso le facilitó el camino ya desde su infancia: tuvo el ejemplo de su padre, que tenía una pequeña botica con la que mantenía a la familia, y era caritativo con los
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María Guadalupe García Zavala nació en Zapopan (Jalisco, México) el 27 de abril de 1878. Sus padres fueron Fortino García y Refugio Zavala. Lupita tenía fama de ser una joven muy bonita y muy simpática, sin dejar de ser sencilla y transparente en su trato, amable y servicial con todos. Prometida en matrimonio a la edad de 23 años, sintió la llamada del Señor para consagrarse en la vida religiosa, sobre todo atendiendo a los enfermos y a los pobres. Confió esta inquietud a su director espiritual, el padre Cipriano Iñiguez, quien le dijo cómo, a su vez, él había tenido la inspiración de fundar una congregación religiosa para atender a los enfermos del hospital y la invitaba a comenzar esta labor. Así, entre los dos fundaron la congregación religiosa de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres. La Madre Lupita fue elegida superiora general de la congregación, cargo que desempeñó durante toda su vida, y aunque provenía de una familia distinguida, supo adaptarse con alegría a una vida extremadamente sobria y enseñó a las hermanas de la congregación a amar la pobreza para poder donarse más a los enfermos. Hubo un período de graves dificultades económicas en el hospital y la Madre Lupita pidió permiso a su director espiritual para mendigar por las calles, haciéndolo con otras hermanas durante varios años, hasta que solucionaron los problemas para sustentar a los enfermos. Se durmió en el Señor en Guadalajara (Jalisco) a los 85 años, gozando desde entonces de una sólida fama de santidad. Fue beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril de 2004.
enfermos pobres, a quienes frecuentemente regalaba medicinas. En el año 1900, cuando nuestra santa tenía 22 años de edad, conoció al que fue su confesor y director espiritual, el padre Cipriano, que tenía a su cargo un pequeño hospital, donde la joven Lupita, comenzó a ayudar voluntariamente. Fue el origen de las Siervas de Santa Margarita y de los Pobres. Dios bendijo la obra con vocaciones y donaciones que fueron ampliando la capacidad del hospital, pero también la fortaleció con grandes pobrezas y penurias y con el vendaval de la persecución que azotó a México de 1914 a 1930; fueron tiempos en que las religiosas se tenían que vestir de seglares o de enfermeras, disimulaban la casa religiosa, escondían los objetos de la capilla y el Santísimo Sacramento y presentaban el edificio como hospital de la Cruz Roja. Comenzaron a llegar las vocaciones de jóvenes generosas que deseaban consagrar su vida a Cristo y buscar la perfección cristiana por el camino de la caridad con los pobres y enfermos, a quienes debían atender con diligencia y competencia; así las exhortaba la Madre Lupita, al mismo tiempo que les daba ejemplo. La devoción a santa Margarita María Alacoque fue el camino que condujo a estas religiosas a conocer y a amar al Corazón de Jesús, que es el verdadero patrón de la Congregación. La Madre Lupita y sus religiosas se distinguieron siempre por su aprecio, oración y ayuda a los sacerdotes. Un ejemplo especial fue el caso del arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez, quien, perseguido encarnizadamente por el Gobierno, buscaba dónde esconderse; muchas familias, incluso católicas, le negaron asilo por temor a las represalias, pero la Madre Lupita le escondió durante año y medio en el Hospital oftálmico San José, sin arredrarse por las consecuencias que pudieran venir. Su caridad ayudó también a la formación de futuros sacerdotes: en tiempos de penurias para el seminario de Guadalajara, se daba de comer en el hospital a un pequeño grupo de seminaristas. Quien estas líneas escribe tuvo la dicha de ser uno de ellos en 1946, y conocer personalmente a santa Guadalupe García Zavala. El 24 de junio de 1963 llamó el Señor a la Madre Lupita para darle el premio en el Reino por su desvelo en favor de los necesitados. A sus hijas religiosas les dejó un ejemplo luminoso de todas las virtudes cristianas, pero sobre todo de amor y servicio a los enfermos y a los pobres. *Cardenal arzobispo emérito de Guadalajara
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En la audiencia general del 15 de mayo el Papa habla de la acción del Espíritu
Para reconocer la Verdad Queridos hermanos ¡buenos días!:
y
hermanas,
Hoy quisiera reflexionar sobre la acción que realiza el Espíritu Santo al guiar a la Iglesia y a cada uno de nosotros a la Verdad. Jesús mismo dice a los discípulos: el Espíritu Santo «os guiará hasta la verdad» (Jn 16, 13), siendo Él mismo «el Espíritu de la Verdad» (cf. Jn 14, 17; 15, 26; 16, 13). Vivimos en una época en la que se es más bien escéptico respecto a la verdad. Benedicto XVI habló muchas veces de relativismo, es decir, de la tendencia a considerar que no existe nada definitivo y a pensar que la verdad deriva del consenso o de lo que nosotros queremos. Surge la pregunta: ¿existe realmente «la» verdad? ¿Qué es «la» verdad? ¿Podemos conocerla? ¿Podemos encontrarla? Aquí me viene a la mente la pregunta del Procurador romano Poncio Pilato cuando Jesús le revela el sentido profundo de su misión: «¿Qué es la verdad?» (Jn 18, 38). Pilato no logra entender que «la» Verdad está ante él, no logra ver en Jesús el rostro de la verdad, que es el rostro de Dios. Sin embargo, Jesús es precisamente esto: la Verdad, que, en la plenitud de los tiempos, «se hizo carne» (Jn 1, 1.14), vino en medio de nosotros para que la conociéramos. La verdad no se aferra como una cosa, la verdad se encuentra. No es una posesión, es un encuentro con una Persona. Pero, ¿quién nos hace reconocer que Jesús es «la» Palabra de verdad, el Hijo unigénito de Dios Padre? San Pablo enseña que «nadie puede decir: “¡Jesús es Señor!”, sino por el Espíritu Santo» (1 Co 12, 3). Es precisamente el Espíritu Santo, el don de Cristo Resucitado, quien nos hace reconocer la Verdad. Jesús lo define el «Paráclito», es decir, «aquel que viene a ayudar», que está a nuestro lado para sostenernos en este camino de conocimiento; y, durante la última Cena, Jesús asegura a los discípulos que el Espíritu Santo enseñará todo, recordándoles sus palabras (cf. Jn 14, 26). ¿Cuál es, entonces, la acción del Espíritu Santo en nuestra vida y en la vida de la Iglesia para guiarnos a la verdad? Ante todo, recuerda e imprime en el corazón de los creyentes las palabras que dijo Jesús, y, precisamente a través de tales palabras, la ley de Dios —como habían anunciado los profetas del Antiguo Testamento— se inscribe en nuestro corazón y se convierte en nosotros en principio de valoración en las opciones y de guía en las acciones cotidianas; se convierte en principio de vida. Se realiza así la gran profecía de Ezequiel: «os purificaré de todas vuestras inmundicias e idolatrías, y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo... Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos» (36, 25-27). En efecto, es del interior de nosotros mismos de donde nacen nuestras acciones: es precisamente el corazón lo que debe convertirse a
Dios, y el Espíritu Santo lo transforma si nosotros nos abrimos a Él. El Espíritu Santo, luego, como promete Jesús, nos guía «hasta la verdad plena» (Jn 16, 13); nos guía no sólo al encuentro con Jesús, plenitud de la Verdad, sino que nos guía incluso «dentro» de la Verdad, es decir, nos hace entrar en una comunión cada vez más profunda con Jesús, donándonos la inteligencia de las cosas de Dios. Y esto no lo podemos alcanzar con nuestras fuerzas.
Si Dios no nos ilumina interiormente, nuestro ser cristianos será superficial. La Tradición de la Iglesia afirma que el Espíritu de la Verdad actúa en nuestro corazón suscitando el «sentido de la fe» (sensus fidei) a través del cual, como afirma el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios, bajo la guía del Magisterio, se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida, la profundiza con recto juicio y la aplica más plenamente en la vida (cf. Const. dogm. Lumen gentium, 12). Preguntémonos: ¿estoy
El Santo Padre libera una paloma que le entregaron los peregrinos en la plaza de San Pedro; debajo el encuentro con un enfermo postrado
abierto a la acción del Espíritu Santo, le pido que me dé luz, me haga más sensible a las cosas de Dios? Esta es una oración que debemos hacer todos los días: «Espíritu Santo haz que mi corazón se abra a la Palabra de Dios, que mi corazón se abra al bien, que mi corazón se abra a la belleza de Dios todos los días». Quisiera hacer una pregunta a todos: ¿cuántos de vosotros rezan todos los días al Espíritu Santo? Serán pocos, pero nosotros debemos satisfacer este deseo de Jesús y rezar todos los días al Espíritu Santo, para que nos abra el corazón hacia Jesús. Pensemos en María, que «conservaba todas estas cosas meditándolas
en su corazón» (Lc 2, 19.51). La acogida de las palabras y de las verdades de la fe, para que se conviertan en vida, se realiza y crece bajo la acción del Espíritu Santo. En este sentido es necesario aprender de María, revivir su «sí», su disponibilidad total a recibir al Hijo de Dios en su vida, que quedó transformada desde ese momento. A través del Espíritu Santo, el Padre y el Hijo habitan junto a nosotros: nosotros vivimos en Dios y de Dios. Pero, nuestra vida ¿está verdaderamente animada por Dios? ¿Cuántas cosas antepongo a Dios? Queridos hermanos y hermanas, necesitamos dejarnos inundar por la luz del Espíritu Santo, para que Él nos introduzca en la Verdad de Dios, que es el único Señor de nuestra vida. En este Año de la fe preguntémonos si hemos dado concretamente algún paso para conocer más a Cristo y las verdades de la fe, leyendo y meditando la Sagrada Escritura, estudiando el Catecismo, acercándonos con constancia a los Sacramentos. Preguntémonos al mismo tiempo qué pasos estamos dando para que la fe oriente toda nuestra existencia. No se es cristiano a «tiempo parcial», sólo en algunos momentos, en algunas circunstancias, en algunas opciones. No se puede ser cristianos de este modo, se es cristiano en todo momento. ¡Totalmente! La verdad de Cristo, que el Espíritu Santo nos enseña y nos dona, atañe para siempre y totalmente nuestra vida cotidiana. Invoquémosle con más frecuencia para que nos guíe por el camino de los discípulos de Cristo. Invoquémosle todos los días. Os hago esta propuesta: invoquemos todos los días al Espíritu Santo, así el Espíritu Santo nos acercará a Jesucristo.
La Iglesia católica en cifras VIENE DE LA PÁGINA 6
122.000 unidades. Europa, en tendencia inversa a la media mundial, ha conocido en la década una disminución de más del 9%. Los diáconos permanentes están en fuerte expansión, tanto a nivel mundial como en cada continente, pasando en total de más de 29.000 en 2001 a cerca de 41.000 diez años después, con una variación superior al 40%. Europa y América registran las cifras numéricamente más significativas y el trend evolutivo más vivaz. En efecto, los diáconos europeos, poco más de 9.000 en 2001, fueron casi 14.000 en 2011, con un incremento de más del 43%. En América de 19.100 en 2001 pasaron a más de 26.000 en 2011. Sólo estos dos continentes representan el 97,4% de la consistencia global, con el restante 2,6 distribuido entre África, Asia y Oceanía. El grupo de los religiosos profesos no sacerdotes fue consolidándose en el curso de la última década, situándose a poco más de 55.000 en 2011. En África y Asia se observan variaciones del +18,5 y del +44,9% respectivamente. En 2011 estos dos continentes representaron en conjunto una cuota de más del 36% del total (eran menos del 28% en 2001). Al contrario, el grupo formado por Europa (con variación del -18%), América (-3,6) y Oceanía (-21,9) se redujo casi 8 puntos porcentuales en el curso de la última década.
En cuanto a las religiosas profesas se observa una dinámica fuertemente decreciente, con una contracción del 10% de 2001 a 2011. El número total de las religiosas profesas, en efecto, pasó de más de 792.000 en 2001 a poco más de 713.000 diez años después. El descenso se refiere a tres continentes (Europa, América y Oceanía), con variaciones también de relevancia (-22% en Europa, -21 en Oceanía y -17 en América). En África y Asia, en cambio, el incremento fue decididamente sostenido, superior al 28% en el primer continente y al 18 en el segundo. Consecuentemente, la fracción de las religiosas profesas en África y Asia sobre el total mundial pasa aproximadamente del 24,4 al 33%, a detrimento de Europa y de América, cuya incidencia se reduce en conjunto del 74 al 66%. Los candidatos al sacerdocio, diocesanos y religiosos, en el mundo pasaron de 112.244 en 2001 a 120.616 en 2011, con un incremento del 7,5%. La evolución fue muy distinta por continentes. Mientras que África (+30,9) y Asia (+29,4) mostraron dinámicas evolutivas vivaces, Europa y América registran una contracción del 21,7 y del 1,9% respectivamente. En consecuencia se observa una redimensión de la contribución del continente europeo al crecimiento potencial de la renovación de los grupos sacerdotales, con una cuota que pasa del 23,1 al 16,8%, frente a una expansión de los continentes africano y asiático.