LA PLENITUD DE CRISTO

LA PLENITUD DE CRISTO Stephen Kaung Traducido por Shibolet 1 Prefacio Durante junio de 1986, Stephen Kaung habló en la Conferencia Cristiana de la

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LA PLENITUD DE CRISTO Stephen Kaung

Traducido por Shibolet

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Prefacio Durante junio de 1986, Stephen Kaung habló en la Conferencia Cristiana de la Familia en Richmond, Virginia, EUA. El tema de la conferencia fue Proseguir Para la Plenitud. El hermano Kaung compartió cuatro mensajes del libro de Apocalipsis, enfatizando la plenitud en relación a la iglesia, al mundo, al vencedor y la nueva Jerusalén. Sus palabras habladas fueron transcritas en este libro y editadas sólo para que se hagan más claras. Es la voluntad de Dios que entremos en Su Plenitud que está en Su Hijo nuestro Señor Jesus. “Dios amó el mundo de tal manera que dio Su Hijo unigênito”. Cuando Dios dio Su Hijo, Él nos dio Su plenitud. Como Stephen Kaung compartió, el libro de Apocalipsis es la consumación de todas las revelaciones dadas en la Biblia. Él junta todo lo que Dios reveló y nos conduce al cumplimiento final. Es la revelación de Jesus Cristo que Dios dio a Él para ser revelada, para mostrar a la Su iglesia. El libro de Apocalipsis es la revelación final y llena de nuestro Señor Jesus – él nos habla de Su plenitud y como Su plenitud llena todas las cosas. Como pueblo de Dios, somos exhortados a proseguir para la plenitud. Necesitamos sufrir los dolores para que Cristo pueda ser formado, llenamente formado en nosotros; para que podamos ser llenos; para que podamos conocer la plenitud de Cristo. VAMOS PROSEGUIR HACIA LA PLENITUD!

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1.- LA PLENITUD EN RELACION A LA IGLESIA.

El tema de esta conferencia es Proseguir Para la Plenitud. Probablemente, la primera pregunta que podemos hacer es: “¿que es la Plenitud? Porque debemos proseguir hacia la plenitud?” Esta plenitud sobre la cual estamos hablando es la plenitud de Dios; es la plenitud de la Divinidad. Nuestro Dios es lleno; Él es plenitud. “Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Ef 3:19). “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:13). “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Colosenses 1:19). Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. (Colosenses 2:9-10). Cuando hablamos sobre el asunto de la plenitud, estamos en la realidad tocando sobre la plenitud de Dios, la plenitud de la Divinidad, la Plenitud de Cristo. En un sentido, está además de nuestra comprensión conocer esta plenitud porque se estuviéramos capacitados para conocer esta plenitud, entonces estaríamos capacitados para conocer a Dios plenamente. Pero Dios es infinito. Por lo tanto, por un lado, está además de nuestra comprensión. Cuando Pablo tocó en el aspecto de esta plenitud el amor de Dios dijo: “Este amor de Dios es imensurable: que altura, que profundidad, que anchura!” Es algo que él no podía describir. Está más alla de nuestra comprensión. Pero, por otro lado, inmediatamente a continuación, es dicho: “Para que seáis llenos incluso de toda la plenitud de Dios”. Está más alla de nuestra comprensión pero está dentro de nuestro alcance. Es algo que no entendemos plenamente, pero, gracias Dios, es algo en que podemos entrar y que seamos llenos de ella. Así eso es realmente un misterio. Es un misterio de Dios. Somos muy agradecidos por esta plenitud de Dios que haya venido a nosotros; y la pregunta es: Como esa plenitud viene a nosotros? Esta plenitud viene a nosotros en el Hijo de Dios. Toda la plenitud de la Divinidad habita En él; y esta Persona vino al mundo. La Palabra se encarnó, se hizo carne, y ceñido a la altura del pecho con un cinturón de oro; y su cabeza y cabellos eran blancos como lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego; y sus pies, semejantes a latón reluciente que es refinado en una hornilla; y su voz como la voz de muchas aguas. Tenía él en su diestra siete estrellas; y de su boca salía una aguda espada de dos filos; y su rostro era como el sol, cuando resplandece en su fuerza. Cuando lo vi, me caí a sus pies como muerto; y él puso sobre mí su diestra, diciendo: No temas; yo soy el primero y el último. Yo soy el que vivo; fui muerto, pero he ahí aquí estoy vivo siempre! y tengo las llaves de la muerte y del infierno” (Ap 1:12-18). El libro de Apocalipsis comienza con una visión. Nosotros la llamamos visión de Patmos porque el apóstol Juan, a causa de la Palabra de Dios, y del testimonio de Jesus, estaba exiliado en aquella pequeña isla. El día del Señor, probablemente, él estaba sentado sobre una roca, mirando para Asia Menor, mirando por sobre el mar y pensando en las iglesias que amaba y trabajaba por ellas antes de ser exiliado. Cuando estaba meditando en la presencia de Dios, la Biblia dice que él “se encontró en Espíritu”. Entonces oyó una voz que venía de tras diciendo: “Lo que ves escribes en un libro y envía a las siete iglesias”. Él se volteo y vio, tuvo esta visión. Hoy, hermanos y hermanas, algunas veces como estamos ocupados con nuestra presente condición y circunstancia, eso nos priva de una visión. Necesitamos volvernos por un tiempo de aquello que es inmediato, de aquello que es corriente, para que veamos la realidad espiritual delante de Dios. 3

LA IGLESIA ES EL CANDELERO DE ORO

Cuando se volvio, Juan vio siete candeleros de oro, y sabemos que estos siete candeleros de oro representan las siete iglesias en Asia. La Biblia usa el candelero para representar la iglesia porque eso es lo que la iglesia es. La iglesia no es la lámpara, ella no es la luz, ella es el candelero. La iglesia nunca existe por sí misma. La iglesia existe para contener y erguir la luz y la luz es nuestro Señor Jesus. Él es la luz del mundo; Él es la luz de la vida. La iglesia es el vaso, el instrumento usado por Dios para levantar Cristo para que Él pueda brillar ampliamente y muchos y muchos que vean para su luz. Eso es lo que es la iglesia. Las siete iglesias en Asia son cómo siete candeleros de oro, y sabemos que el oro representa la naturaleza de Dios. La iglesia no es algo terrenal. La iglesia no es algo del hombre. Mucho aunque sea compuesta de hombre, tenemos que recordar que no es el hombre como tal; es Cristo en el hombre. Por lo tanto, ella es un candelero de oro. Ella esta llena de Dios – Su vida y Su naturaleza. Ella es espiritual, es celestial, es Divina y es de Cristo. LA VISIÓN DE PATMOS: LA DECUPLA MANIFESTACIÓN DE CRISTO

Ahora, Juan no vio sólo los siete candeleros; él vio uno como el Hijo del Hombre en medio de los siete candeleros. Está es la visión de Patmos. En otras palabras, Juan vio siete candeleros como tela de fondo, pero en el primer plan había una Persona. Él era como el Hijo de Dios. Hermanos y hermanas, esta debería siempre ser nuestra perspectiva. Cuando hablamos sobre la iglesia, debemos siempre ver que la iglesia es el tela de fondo y Cristo el primer plan. Él vio uno como el Hijo del Hombre. Él lo vio en su manifestación, y cuando Juan tuvo esa visión, se cayó como muerto. Lleno de gracia y de verdad; y contemplamos su gloria, como la gloria del unigênito del Padre. En otras palabras, esta plenitud de Dios está en Su Hijo. Y cuando Su Hijo vino a este mundo, aunque haya tomado la forma humana, la forma de un esclavo, la forma de un hombre, dentro de ese Hombre allí habitaba la plenitud de Dios corporalmente. Está allí. Él trajo esta plenitud para el mundo. Él es lleno de gracia y verdad. “Dios amó el mundo que dio Su Hijo unigênito a nosotros”. Cuando Dios dio Su Hijo, nos dio Su plenitud. Cuando creemos en Su Hijo, descubrimos que, de hecho, Dios nos bendijo con todas las bendiciones espirituales en la regiones celestiales en Cristo Jesus. Es verdad que estamos completamente En él, y completamente quiere decir “lleno con Él”. Es un hecho, es la verdad. Es algo que Dios dio, y es algo que nuestro Señor Jesus consumó por nosotros. Pero para que esa plenitud se haga una experiencia diaria y viva para nosotros, debimos movernos de la posición para la condición, del potencial para la posesión. Ella es dada, es nuestra; pero como vamos a experimentarla y poseerla? Es a través de la operación del Espíritu Santo. Sin Espíritu Santo, esta plenitud es nuestra posicionalmente, pero no somos capaces de entrar en ella experimentalmente. Gracias Dios, el Espíritu Santo vino; Él fue dado a nosotros. Y Su responsabilidad, Su obra, es conducirnos a esta plenitud, tomar lo que fue dado en Cristo Jesus y hacerlo realidad en cada uno de nosotros en nuestra vida diaria. Eso es lo que Dios hizo. Dios es pleno; Cristo es tan rico que es imposible para cualquier persona o pocas personas que posean y que contengan esta plenitud. Esta es la razón porque Dios está tomando un cuerpo: “La iglesia que es el cuerpo de Cristo, la plenitud de aquel que cumple todo en todos” (Ef 1:22b-23). Necesitamos de la iglesia, Dios necesita de la iglesia y nuestro Señor Jesus necesita de la iglesia porque es solamente en la iglesia, en el cuerpo de Cristo, que Él está apto para llenar hasta la plenitud y manifestar Su gloria. Es eso lo que la iglesia está ordenada o predestinada a ser. Pero como la iglesia puede realmente hacerse lo que Dios destinó que ella fuera – la plenitud de Cristo? “Hasta que todos lleguen la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a varón perfecto, a la medida de la estatura completa de

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Cristo”; hasta que Dios tenga una iglesia gloriosa sin mancha o arruga u otra cosa cualquiera, santa y sin mácula. Como puede ser eso? Eso es lo que el Espíritu Santo está haciendo en esta tierra hoy. Es la voluntad de Dios que entremos en Su plenitud; portando, creo que es nuestra obligación y responsabilidad proseguir hacia la plenitud. Si no proseguimos, es una cuestión de incredulidad o desobediencia de nuestra parte. Así pueda el Señor ayudarnos cuando compartimos sobre este asunto de la plenitud para que ella no sea sólo una teoría para nosotros, para que conversemos sobre ella. busquemos al Señor para que, por el poder del Espíritu Santo, Él se haga una realidad, no sólo para nosotros individualmente, pero también a nosotros juntos, para que Dios pueda ser glorificado. Apocalipsis es la consumación de todas las revelaciones dadas no sólo en el Nuevo Testamento, sino también en el Antiguo Testamento. Apocalipsis es el último libro de la Biblia, y él junta todas las cosas que Dios reveló y nos conduce hacia el cumplimiento final. Este libro es llamado de La Revelación. Es la revelación de Jesucristo como Dios dio a Él para ser revelado, para ser mostrado a Su iglesia. El libro de Apocalipsis es la revelación final y plena de nuestro Señor Jesus. Es un libro que no nos habla sólo de Su plenitud, pero de como Su plenitud llena todas las cosas, y es el último libro que nos exhorta a proseguir hacia la plenitud. Usted se acuerda de la historia de Saulo de Tarso. Él estaba a camino de Damasco, intentando prender aquellos seguidores del Señor Jesus, los cuales él odiaba, para traerlos para Jerusalén sentenciarlos. Repentinamente, una luz brilló sobre él. Él fue derrumbado por la luz, y oyó una voz: “Saulo, Saulo porque me persigues?” (Hechos 9:4). Él mencionó de sí aunque vio el Justo. En otras palabras, él era un hombre en su camino para perseguir los seguidores de Jesus, y se encontró con Jesus. Pero este Jesus de Nazaret, quien él pensaba que fuera un hombre despreciado e incluso perseguido, él descubrió que era el Señor resucitado, Cristo, el Señor de todo. Esta visión lo derrumbó al suelo y transformó todo su ser. Ahora podríamos decir, seguramente, que eso aconteció con Pablo pero no con Juan. ¿Quién es ese Juan? Juan es uno de los primeros discípulos de nuestro Señor Jesus, y es el último de los doce apóstoles. Él siguió al Señor durante todos estos tres años. Él era uno de los discípulos que conocía el Señor más íntimamente. Él conoció el Señor como el Cordero de Dios. Él conoció el Señor como su Señor, su Maestro. Él fue aquel que fue amado por el Señor; y, ciertamente, amó el Señor. Él incluso recostó sobre el pecho de nuestro Señor Jesus. Él tuvo una tal relación íntima con El Señor Jesus mientras Él estaba en la tierra. No creo que ninguno de nosotros aquí conoce más nuestro Señor Jesus que este hombre Juan conoció. Pero cuando él vio Un semejante al Hijo del Hombre en medio de los siete candeleros, inmediatamente, cayó como un muerto. Es casi lo que Daniel dijo: “Cuando Lo vi mi belleza se hizo en corrupción”. Mucho aunque Juan conociera al Señor tan bien – y esta era su belleza – aún, cuando vio al Señor en Su gloria, su belleza se hizo en corrupción. No hubo vida en él. El Señor tuvo que tocarlo y levantarlo y decir: “No temas; yo soy el primero y el último. Yo soy el que vivo; fui muerto, pero he ahí aquí estoy vivo para siempre! y tengo las llaves de la muerte y del infierno” (Ap 1:18). Hermanos y hermanas, conocemos el Señor? Gracias Dios lo conocemos a Él. Lo conocemos como el Cordero de Dios. Creo que muchos Lo conocen como nuestro Señor, nuestro Maestro. Pero hermanos y hermanas, si realmente tuviéramos una visión del Señor resucitado, del Señor en la gloria, seremos como Juan y nos caeremos como muertos. Toda nuestra belleza se transformará en corrupción. ¿Cuanto realmente conocemos a Él? Es dicho de él cuando estaba en la tierra: “Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. ” (Is 53:2-3).

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“Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres” Is 52:14, Nosotros Lo conocemos como El crucificado, despreciado, rechazado, deforme, sin hermosura, sin belleza. Ellos no hicieron caso de él. Pero aquí, vosotros lo encuentran como el Señor de la gloria. Que contraste! Pero, Él es el mismo. El crucificado ahora es Aquel en la gloria. Uno Semejante al hijo del Hombre. Juan dijo que vio un semejante al Hijo del Hombre. El Hijo del Hombre es uno titulo que nuestro Señor Jesus tomó sobre Sí mientras estaba en la tierra. Él siempre se llamaba a si mismo de Hijo del Hombre. Es un nombre los días de Su humillación. Él es Dios; y pero se hizo hombre, así como nosotros. El Hijo del Hombre también significa que Él es el principio de la nueva raza humana. El hombre había fallado, caído de la gloria de Dios, del propósito para lo cual Dios lo creó. Pero aquí está un hombre llamado Hijo del Hombre, y Él es Aquel que satisface el corazón de Dios como hombre. Él es el Hombre del propio corazón de Dios. Él es el Hombre perfecto. Él es el principio de la nueva raza humana, y este Hombre está en la gloria. Gracias Dios, tenemos un hombre en la gloria. En el original, no existe este artículo “lo”. Es dicho: “Semejante a Hijo del Hombre”. El Hijo del Hombre es Su nombre personal; pero cuando usted no tiene aquel artículo – sólo Hijo del Hombre – eso nos habla de las características de aquella humanidad. Por eso aquí, es más en el sentido de las características de aquel Hombre. Él es el Hijo del hombre; y, como Hombre, Él satisfizo plenamente el corazón de Dios; como hombre Él es el Único digno de ser llevado a la presencia de Dios. Nadie puede ver la faz de Dios. Nadie puede entrar en la presencia de Dios. Si usted lo intenta, caerá muerto porque usted no es digno. Dios es santo y usted es profano. Pero aquí está un Hombre, que es tan santo, tan perfecto, que tiene las cualificaciones, la dignidad para entrar en el cielo bien en la presencia de Dios y permanecer allí porque Él es digno. Él es el único Hombre en la gloria. Hay un otro significado para este título que Juan dio: “Semejante al Hijo del Hombre”. Significa que Él no sólo está allí solo como el Hombre, el Hijo del Hombre, pero que está allí como nuestro representante. Él está allí para conducir muchos hijos a la gloria. Lo que lo caracteriza como el Hijo del Hombre caracterizará a muchos hombres; y Él conducirá muchos hombres a la gloria; y eso nos garantiza, nos asegura, que un día, Él nos llevará a la gloria. Lleno de Justicia Este Hombre está vestido con un vestido hasta los pies. Vestido en la Escritura siempre significa conducta, comportamiento. En Isaías, es dicho que nuestras justicias son como trapos de imundícia. No importa lo cuánto justo seamos, o pensamos que somos, ella es trapo de imundícia delante de Dios. Ella no puede cubrir nuestra desnudez. Ella debe ser completamente lanzada fuera. Pero aquí, nuestro Señor Jesus tiene un vestido que llega a los pies; Él es lleno de justicia. En Éxodo 28 el sumo sacerdote tenía una capa de efod – un vestido – de memoria azul. Él era tejido como una pieza única, sin costura, con una apertura encima. La Biblia dice que él no podía ser rasgado, era una sólo pieza. En Juan 19, cuando crucificaron nuestro Señor Jesus, descubrieron que Él cargaba una capa sin costura, ella era tejida como una sólo pieza. En otras palabras, la justicia de nuestro Señor Jesus es sin costura. Usted no puede encontrar ningún error En él. Él es toda justicia, y Su justicia no es de hombre, de la tierra; es azul, es decir, del cielo. Su justicia es celestial. Hermanos y Hermanas, la justicia que profesamos tener es terrenal, y este tipo de justicia es muchas veces muy repugnante. Pero la justicia de nuestro Señor Jesus es celestial, es bella. En la orilla de la viste del sumo sacerdote había granadas de memoria azul, púrpura y roja, y campanas de oro; una granada y una campana de oro. Cuando él andaba, yendo hacia el templo, las campanas 6

tocaban, era lindo. Eso habla de la justicia de nuestro Señor Jesus. La granada es un tipo de fruta, pero si usted la abre, ella es llena de semillas llenas de jugo rojo. En otras palabras, el Señor Jesus es lleno de justicia, y las campanas de oro son testimonio. Hay una tal justicia En él que resuena como testimonio para Dios. Este es nuestro Señor Jesus, lleno de justicia. Hermanos y hermanas, se captamos un atisbo de esta visión, nuestra belleza no se hará en corrupción? Pensamos que somos justos, y mucho aunque, algunas veces, por la gracia de Dios, eso pueda ser un fruto del Espíritu y no de nosotros mismos, aun así no es como una granada – llena. Es sólo un poco aquí, un poco allí; y cuando vemos Cristo, lleno de justicia, somos engreídos. Necesitamos de Su vida de resurrección para en los resucitar para que podamos ser justos como Él es justo. Lleno de Amor Ceñido por los pechos con un cinturón de oro. Normalmente, un cinturón es colocado en torno a la cintura porque los días antiguos las personas vestían mantos. Por eso cuando querían trabajar, tenían que ceñirse para que él no interfiriera con el trabajo. Pero aquí, es muy extraño porque el cinturon no es en torno a la cintura. Es porque el trabajo ya está hecho. El cinturón es en torno al pecho, y pecho siempre habla de compasión, amor y afeccion. Es un cinturón de oro. En otras palabras, es amor divino, amor ágape; es ese amor sin egoísmo; es ese amor que ama hasta el máximo; es el primer amor. Nuestro Señor Jesus está ceñido con un cinturón de oro en torno a Su pecho. Él es lleno de amor y compasión. Justicia y compasión son incompatibles para nosotros porque la justicia demanda juicio pero la compasión clama por misericordia. Algunas veces, intentamos ser justos y nos hacemos misericordiosos, nos hacemos llenos de opinión. Pero entonces, algunas veces, intentamos ser amables y compasivos, y nos hacemos tolerantes e incluso perdemos el sentido de justicia. Pero nuestro Señor Jesus es lleno de justicia y lleno de compasión; y estas dos se mezclan, operan juntas. Eso es lo que la cruz nos habla. Allí en la cruz, vemos justicia. No sabemos lo que es justicia hasta que veamos la cruz. Es allí que usted encuentra la justicia de Dios. Cuando Su Hijo amado se ofrecio para el pecado por nosotros, Dios no puede ahorrar ni aún Su único Hijo Amado porque Él es justo. Este es el sentido de justicia. Pero al mismo tiempo, descubrimos que eso es amor. La cruz es un símbolo del amor. “Porque Dios amó el mundo, que dio Su Hijo unigênito...” Cristo nos amó tanto que Se dio por nosotros. Aquí está la justicia y el amor fluyendo juntos. Este es nuestro Señor. Lleno de Sabiduria Sus cabellos son blancos como la lana blanca, como la nieve. De acuerdo con Proverbios, sabemos que cana, cabello canoso, cabello gris es la corona de la gloria del hombre viejo porque, hablando normalmente, una persona de cana debería ser alguien lleno de experiencia, y la experiencia nos da sabiduría. Por eso cana habla de sabiduría, pero, desgraciadamente, ni siempre es así. Pero aquí, el cabello de nuestro Señor Jesus es tan blanco como la nieve. Él es lleno de sabiduría; Él es la sabiduría personificada. Su sabiduría no de abajo; Su sabiduría es de arriba. “Pero la sabiduría que viene del alto es, de entrada, pura, después pacífica, moderada, tratable, llena de misericordia y de buenos frutos, sin parcialidad, y sin hipocresía” (santiago 3:17). Este es nuestro Señor Jesus. Oh, cuan sabio Él es! Necesitamos de esa sabiduría. Lleno de Discernimento Sus ojos como llama de fuego. Él es lleno de discernimiento, discernimiento espiritual. Usted no necesita decir a Él; Él ve dentro de usted completamente. Cuando Él vio a Simon, miró dentro de aquel hombre. Él vio el potencial allí; vio lo que Dios podría hacer de él y dijo:

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“Tú eres Pedro, serás llamado de Pedro, una piedra”. Cuando nuestro Señor estaba siendo juzgado, Pedro temía por sí mismo en la corte. Allí él negó el Señor y nuestro Señor sólo se volvio y le miró. No fue mirar de odio, fue una mirada de compasión, una mirada penetrante, y eso llevó Pedro al arrepentimiento. Nuestro Señor Jesus es lleno de discernimiento. Queridos hermanos y hermanas, si vosotros conocieran el Señor Jesus como tal, vosotros no se caerían como muertos? Pero gracias Dios, Sus ojos son como llama de fuego, él quema, consume, purifica y glorifica. Lleno de Juicio Justo Sus pies semejantes a metal reluciente, como refinados en un horno. Los pies hablan tanto de caminar como de quedarse en pie. El bronce habla de juicio, pero es el juicio de la redención. El altar de bronce en el templo habla de juicio y aún habla de redención también. Es juzgado aquello que puede ser redimido. Lo que nuestro Señor ve con Sus ojos, sobre aquello coloca Sus pies, Él lo juzga. Y Su juicio es justo porque en el evangelio de Juan Él dijo que no juzga de acuerdo con el hombre, Él no juzga de acuerdo con lo que se puede ver, juzga de acuerdo con Dios. Como necesitamos de este juicio para que podamos ser redimidos! Su Voz Como Muchas Aguas Su voz es como la voz de muchas aguas. Hermanos y hermanas, fue profetizado en Isaías 42 y entonces cumplido en Mateo 12 que cuando nuestro Señor Jesus estaba en la tierra, nadie oiría su voz en las calles. Él no contendió, nunca levantó su voz. Una caña rajada. Él no quebraría, un pavilo humeante Él no borraría hasta que trajera el juicio a este mundo (ver Isaías 42:2-4). En la gloria, Su voz es como la voz de muchas aguas, majestuosa y llena de autoridad. Esta es la razón porque, en Hebreos 3, es dicho: “Si hoy oyeras su voz, no endurezcáis vuestro corazón”. Su Mano de Poder Él tiene en Su mano derecha siete estrellas. Las manos hablan de trabajo y la mano derecha habla de poder, preeminencia, honra. Nuestro Señor Jesus toma las siete estrellas en Su mano derecha. Las siete estrellas son explicadas a nosotros como siendo los siete ángeles de las siete iglesias. Ahora aunque existan muchas interpretaciones sobre estas siete estrellas – los ángeles – sabemos que la palabra en el original simplemente significa “mensajeros”. Existen mensajeros celestiales y mensajeros terrenales, y personalmente, pienso que estos son terrenales porque ellos recibieron las cartas del Señor. Ellos representaban aquellos que son espiritualmente responsables por las iglesias, y acuérdese que ellos están en la mano derecha de nuestro Señor Jesus. En otras palabras, el Señor dice: “Yo soy su soporte, Yo soy su sosten. Mi gracia es suficiente para usted. Usted puede depender de Mí cuando usted cumpliere su responsabilidad”. Lleno de Poder De su boca sale una aguda espada de dos filos. En Hebreos 4:12, la Palabra de Dios es como una espada de dos filos, penetrando, dividiendo, el alma del espíritu para discernir los pensamientos e intenciones del corazón. Todo está desnudo delante de Dios. La palabra allí no es logos, la palabra allí es rhema. Es la presencia de Dios hablando con nosotros personalmente, y cuando Dios habla a nosotros personalmente, es como una espada de dos filos que dividirá el alma del espíritu y liberará. Él es lleno de poder.

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Lleno de Salud y Belleza Su faz, Su rostro es como el sol cuando en su fuerza resplandece. En Salmos 42, dice: “Él es la salud de mi faz”, o la “salvación de mi faz”. El rostro, la faz, en la realidad revela su salud. Si usted está saludable, usted tiene unas mejillas rosas. Ellas revelan su salud o su belleza interior. Nuestro Señor Jesus es lleno de salud y belleza. LA IGLESIA DEBE APODERARSE DE LA PLENITUD DE CRISTO

Esta descripción nos habla del Señor resucitado, del Hijo sobre Su casa, de nuestro grande sumo sacerdote, del Hombre en la gloria. Esta es la visión que Juan tuvo en aquella isla, pero es dada a él en conexión con los siete candeleros. Es verdad, el propósito de Dios es que veamos la gloria de nuestro Señor Jesus; la gloria moral del Hijo del Hombre y la gloria eterna del Hijo de Dios. Dios quiere que le veamos a Él, pero recuerde, es en relación a la iglesia. Él quiere que veamos la iglesia también. Usted no puede verlo sin ver los siete candeleros de oro; y eso significa que lo que Él es no es sólo para que contemplemos, sino para que poseamos. Lo que Él es es revelado a nosotros y es para nosotros. Él quiere que seamos llenos con Su plenitud. Eso es lo que la iglesia debe ser. La iglesia es el cuerpo de Cristo, la plenitud de él que llena todo en todos. Él se revela a Sí mismo a Su iglesia. Hermanos y hermanas, que es revelación? Para que es la revelación? La revelación nunca es dada a nosotros sólo para que la contemplemos, para que la especulemos. La revelación es dada para que ella se haga nuestra vocación. Nuestro Dios es un Dios práctico. Él no da una revelación sólo para que podamos hablar sobre ella y nos gloriarmos de eso. La revelación es dada con una responsabilidad. Es dada para que podamos ser envueltos en aquella visión, para que nos hagamos parte de aquella visión, para que la visión pueda transformarse en nuestra vocación. La revelación o se cumple o condena. Si respondiéramos a la revelación, ella traerá cumplimiento, pero si no respondiéramos a la revelación, ella nos condenará. Es una cuestión muy seria. En cada una de las siete cartas a las siete iglesias, el Señor se acuerda de ellas. ¿que el Señor está buscando en la iglesia? Él no está recogiendo por obra; Él no está buscando trabajo; Él no está buscando conocimiento; Él no está buscando muchas cosas; Él está buscando si esta Él ahi. Él dice a todas las iglesias: Eso es lo que Yo soy, eso es lo que Yo revelé a vosotros, y donde Yo estoy en medio de vosotros? Vosotros tienen eso, vosotros tienen aquello, vosotros tienen muchas y muchas cosas, que son buenas; pero que vosotros tienen de Mí? Para la iglesia en Éfeso Él dijo: “Vosotros tienen todas estas cosas, pero tengo contra vosotros que vosotros dejaron el primer amor”. El primer amor – Él es el primer amor, pero donde Él está? Para la iglesia en Esmirna, una iglesia sufriente, Él dijo: “Sean fieles hasta la muerte porque Yo soy el primero y el último, y Aquel que murió y estoy vivo para siempre. Eso es lo que Yo soy, Sean fieles hasta el fin”. Para la iglesia en Pergamo Él dijo: “Yo soy Aquel que tiene la espada de dos filos”. En otras palabras, aquella iglesia tenía se hecho tan complicada; Él quería que ellos volvieran a la simplicidad y sinceridad de Cristo Jesus. Para la iglesia en Tiatira, Él era Aquel cuyos ojos son llamas de fuego y Sus pies como bronce refinado. El Señor miró hacia aquella iglesia y vio que todo era carne y Él quiso dividir el alma del espíritu. Él dijo: “Aquellos que no conocen las profundidades de Satanás, cojan aquello que vosotros tienen”. Para la iglesia en Sardis, Él dijo: “Yo soy Aquel que tiene las siete estrellas y los siete espíritus, pero donde está la vida en medio de vosotros?” Para la iglesia en Filadelfia Él dijo: “Yo soy Aquel que es santo, verdadero, Aquel que tiene la llave de David. Guarde lo que tiene, para que nadie tome su corona”. Para la iglesia en Laodicea Él dijo: “Yo soy lo Amén, la fiel y verdadera testigo, el principio de la creación”. Pero Él dijo: “No hay realidad en medio de vosotros, Yo estoy del lado de fuera de la puerta”. Hermanos y hermanas, la plenitud de Cristo es revelada a la iglesia. Esta es nuestra herencia. Pero es revelada para que podamos poseerla para la gloria de Dios. Por lo tanto, debemos proseguir para la plenitud. Que el Señor pueda ayudarnos. 9

Vamos a orar: Querido Padre celestial, oh, como te adoramos y agradecemos porque es tu placer revelar a tu Hijo en nosotros, no solamente una pequeña porción, sino la plenitud de Cristo para la iglesia. Oh, que privilegio; pero Padre, reconocemos que fallamos. Fallamos en responder a tu Hijo amado. Hay mucho en nosotros, pero no eres Tú. Señor, tenemos muy poco de tu Hijo. Sólo oramos, Señor, para que Tú crees en nosotros un arrepentimiento, un espíritu contrito, para que Tú crees en nosotros un hambre y sed por justicia. Oh, oramos para que Tú nos vacíes para que Tú puedas llenar con Cristo Jesus; oh, para que Él pueda ser todo en todos, para que tu voluntad pueda ser hecha y tu gloria pueda ser manifestada. Pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesus. Amén.

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