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UNA FAMIliA Df PROCERES

LOS PARISES ESTUDIO DISPUESTO

POR JOSE JOAQUIN PARIS DE LA.ROCRI

y PUBlICAOO BAJO lA OIR(CCIQN O[

GUST A VO ARBOLEDA VIOEPREIlIDENTB

DI1: LA ACADEMIA

NACION AL DE HISTORIA

BOGOTA.

lMPRENTA Y I..ITOGRAFlA DE JUAN CASlS

1919

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LOS PARISES ESTUDIO DISPUESTO

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POR JOSE JOAQUIN PARIS DE LA,ROCHI PUBLICADO BAJO lA OIR[CCIUN Of

GUSTAVO ARBOLEDA VWEPREI:lIDENTB

DE LA ACAOEMIA

SACIOS' AL DE HISTORIA.

BOGOTA

IMPRENTA Y LITOGRAFIA

1919

DE JUAN CASIS

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50BR~ E5'fE LIBRO

La obra que tienes .:n las manos, inteligente y curioso lector, es un doble homenaje de piedad filial que don José Joaquín Paris de la Rache tributa a la memoria de sus antecesores ilustres y a la Patria colombiana, con motivo del primer centenario de la fecunda victoria de Boyacá. _ Este libro no es una historia si se toma la palabra en el sentido que le daban los preceptistas clásicos, sino más bien un interesante depósito de materiales para los futuros historiadores de Colombia. En él se hallan genealogías de muchas grandes familias hogotanas, datos antes desconocidos. pinturas de costumbres, curiosas anécdotas. Ya se ha refutado el hueco preceptr el co:nand:mte José María Obando; élquéllas se apre'taban para m;¡rchar al valle del Cauca, donde había más recursos y era firme la adhesión a la Rt>pública. La sorpresa ocurrió el 24 de enero y con elJa quedó por entonces perdida la capital del Cauca y también lo que hubiera I adido considerarse vanguardia del ejército de S~1f (I). El Libertarlor-prCSidente creó la provincia del Cauca, con capital en Cali. y fue nombrado para gobernarla el coronel JOSé Concha, q'1Îen salió a su destino por la ruta directa de Ihagué a Cartago. en tanto" que por el valle de NeÍl,a se movían algullas fuerzas comandadas por el general Manuel Valdés, que en combinación con otras que existían en el norte del Cauca deberían rescatar â Popayán y abrir operaciones sobre Pasto. Pads no regresó a ocup.1r su puesto, de que lo dispensó el gobierno; en Sil lugar tile de nuevo destinado al ejército del Sur el coronel Antonio Obando. «París, como nuevo casado, se marcha con mucho gusto; me ha pt'dido a su sobrino, y se lo he dado para que se eduque y pueda ser un buen oficial," decía el general Manuel Valdés al gene(!) Una vez en Bogolá, fue Pa·fs recibido ror el vicepresidente, quien le pidió nOlicia. de Popayán y esp>cialm"nle de las fue'zas de Obando. El primero le respondió que según e! comporlamiento de aqu-l jefe. temf~ que"lo hub'e",," derrotado .•• Tú cn".s q~e eres el único cap'z de mlndar

en Popayán.

le replicó San-

tander," Al bajar París las escaleras del palacio encontró al fosta que iba a lIevarle al vicepre&denle la nOlicia de! deoaslre.

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raI Santander, en cMta del 29 de mayo, cuando hada pocas semanas que nuestro comandante había satisfecho sus anhelos uniéndose en matrimonio. en esta capital, a dona Mariquita Roche. El sobrino era un hijo de doña Ignacia París. el más tarde general José Vargas Paris. A los pocos días de esa carta, Valdés triunfaba de los realistas en Pitayó, salía a Calota en el valle del Cauca y el 12 de julio rescataba a Papayán, que ocupada siete ocasiones por las tropas reales, veía con placer 'que las de Colombia volvían a recobrar su suelo por la octava vez, según expresión de los miembros de la municipalidad payanesa al vicepresidente Slntander, ocho días más tarde, con motivo del décimo cumpleaños de la patria. Valdés debía seguir de Popayán para el sur, pero no lo hizo por falla de tropas buenas y en número suficiente. A causa de continuas deserciones tenía un humor de todos los diablos y anhelaba como único remedio el envío del batallón que por tánto tiempo había mandado don Joaquín París y con el cual se había cubierto de gloria este jefe en Gámeza, Panlino de Vargas y B'¡yacá. « •.•.. e~pero que para contar con ejército me remita usted, decía Valdés a Santander el 24 de julio, si IJ tiene a bien, el batallón de Bogotá,. de otro modo yo no respondo ni de la seguridad de esta provincia ni de llingún suceso sobre el enemigo, que se mantiene èn SU3 posiciones.» El 4 de agosto expresaba el mismo Valdés al p"opil) vicepresidente: «Me placen mucho todas las b .Ienas nOlicias que me comunica, pero no me ha gustado la marcha del batallón Bogotá, donde tenía cifrada mi esperanza.» Como alimentasen las deserciones y el p1ís e~tuviese plagado de guerrillas realistas, optó Valdés por desocupar a Porayán a Jines de agosto y situar su cuartel en Cali. La primera de esas ciudades flle ocupada, por octava ocasión, por tropas que destacó C11zada, a tiempo que llegaba a Neiva con su esposa y se h leía cargo de la gobernación de esa provincia el comandante Paris.

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El nuevo mandatario

de Neiva, aparte de Jas funciones innatas de su cargo, deb~ría coop~rar tesoneramente al mejor éxito de las armas republicanas en el Cauca, en Pasto y en QJito, re.lniendo hom')res y vítuallas con mayor actividad que hasta entonces lo había hecho el anterior gobernador, general Domingo Caícedo. Además, París sería el obligado medio de comunicaciÓn del gobierno de Cundinamarca con el ejército de Valdés. París obró con tánta actividad, Wle ya para octubre tenia listos 600 hombres, de los cuales remitió la mitad al ejército del Sur. Poco después recibiÓ trescientos fusiles, procedentes de B"gntá, que en diciembre envió a Popayán, plaza que Valdé, volvió a ocupar a comienzos de ese mes. Santander tenía ciega confianza cn don Joaquín y en una de sus cartas le decía quc descansaba tranquilo en su actividad para todo. Valdés, urgido p')r Santander, quc quería ocupasen los republicanos el mayor territorio posible, antes de que se comunicase oficialmente el armisticio celelHad(l a fines de noviembre en Venezuela entre los generales Bolívar .YMorilla, salió de Popayán sobre Pasto el 2 de enero de 1821, pero fue rechazado en l.1 sangrienta acción de Oenoy, un mes después, cuanùo pls;¡do 1'1 Jua~amhú entre el mortífero fuego de los realistas pretendia atacar a Pasto, y hubo de retirarse al pueblo del Trapiche. hoy ciudad de Bolivar, al norte del río M;¡yo, que vino;¡ qlJedar como limite entre ambos ejércitos. El gen~ral A~lt/lnio José de Sucre llegó al Trapiche a asumir el mando del ejército del Sur, que habia quedado reducido a poco menos de seí'cientlls hombres, armados la milaù con bocas de fuego. Sucre se dirigió en breve a O,¡ayaquil, por el puerto de Buen1Ventura, y en su lugar se quedó mandando en el Sllr el general Pedro León Torres. Los pastusos se manifestaron rehacios al armisticio, que logró imponer el obispo, si bien don Melchor Ayme-

• ¡58 .• rich pretendía que el límite entre las tropas caucanas y las pastusas fuese el divorcio de las aguas que existe en la cuchilla del Tambo. Dicho armisticio debería regir durante seis meses, desde su notificación a cada provincia, lo que no obstó para que don B'lsilio Guda atacase, aunque infru::tuosamente, a Popayán el 15 de junio, porq ue Torres había fortificado muy bien esa ciudad. Torres avanzó al sur hasta el valle del Patía y en su ausencia estuvo otra vez en peligro Papayán, que salvaron de caer en manos -de los guerrilleros realistas, el 13 de agosto, ochenta hombres dirigidos por el comandante Peùro Murgueitio. A Jas pocos dias recibió Torres órdenes de Bogotá para enviar a Guayaquil, por Buenaventura, las fuerzas de que disponh, que eran ya en nÚ,nero triple de las que quedaron despué

Nuestra patria, en materia de forma de gobierno, ha sido de las más susceptibles al espíritu de innovadón, yendo unas veces al centralismo más templado, otras al federalismo más lato; y no siempre ha tenido la cordura de buscar o de sostenerse en el justo medio que concilie la unidad nacional con la libertad de las secciones territoriales para el manejo de sus privativos intereses. La Nueva Granada, al constituírse en 1832, lo hizo por el sistema centralista o unitario, pero dejando cierta amplitud a las provincias para gobernarse. La carta fundamental del 32, en manos de un gobierno débil, dio asidero al partido de oposición para sumir al país en una de las más sangrientas, injustas y desalentadas guerras civiles que hayamos soportado. Triunfante ese gobierno y fuerte por el apoyo que entonces le brindó una mayoría sensata, reformáronse las instituciones, basandolas en un centralismo riguroso, que diese mayor vigor y prestigio al jefe del estado. ,De ahí la constitución de 1843, que a pesar de su rigorismo dejó campo para que las secciones diesen impulso a sus fuentes de recursos, se organizaran y se des-

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arroIJaran debidamente; s610 que ese impulso iba del centro a la periferia; desde Bogotá se disponía la manera de crear la riqueza pública y de aprovecharla en beneficio de toda la Nación. Asi, por ejemplo, el impuesto que en cada provincia se cobraba para la conservación o apertura de las vias de comunicación, en vez de invertirlo al detal, en insignificantes veredas de parroquia, lo empleó el presidente general Mosquera en la apertura y fomento de los caminos de mayor importancia nacional, contra la grita de algunas provincias, que hallaban eso injusto porque a ellas no las beneficiaba tan directamente como a otras lo acordado por el poder ejecutivo. De todo ello, y gracias a un cambio de gobierno que dio asidero a multitud de innovaciones, surgió una serie de reformas constitucionales y legales que culminaron en la descentralización de rentas y gastos, cediendo la Nación a las provincias gran parte de sus cargas pero también de sus entradas. La reforma no se detuvo allí, y una tercera carta fundamental, la del 53, consagró la autonomia provincial, que, como ya lo hemos anotado, fue la causa de la rebel ón acaudillada por el general Melo, pero causa también de que esa rebelión fuese aplastada. El 4 de diciembre de 1853 triunfó la constitución, es decir~ el principio de la autonomia provincial, y vino de esta manera la inevitable reacción contra lo que habian pretendido los rebeldes: en vez de robustecer al poder ejecutivo, ensanchar el gobierno seccional. Las condiciones topográficas peculiares del istmo de Panamá indujeron a los legisladores de 1855 a dar a esa región casi toda la soberania que se habia re~ervado la Nación. Ese nuevo paso, ya franco e ¡nconte.,. nible hacia la completa descentralización administrativa y política halló tropiezos en ~u desarrollo, porque el estado soberano de Panamá carecía de todos los medios y recursos necesarios para manejarse por su cuenta, y llegaron las cosas hasta dar nacimiento allá a un partido que trabajaba

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por la supresión del estado; pero el regionalismo, espedales condiciones étnicas, ya que no topográficas, hicieron surgir un afio más tarde el estado de Antioquia y tras él vinieron, en el 57, seis estados más, hasta quedar la República dividida en ocho entidades perfectamente autónomas, soberanas en el hecho, bien que no en el nombre. Esas entidades deberían empezar su existencia política el 15 de septiembre del mismo año de su creación, en circunstancias en que predominaba una verdadera anarquía, el caos, porque la ley fundamental del 53, aún vigente, no correspondía en nada a la nueva situación. Para organizar los seis estados, cada partido político pasó revista a sus huestes y con el mayor entusiasmo se dio a trabajar en la elección je los diputados a la respectiva asamblea constituyente, la cual tendría, aparte de sus funciones privativas, la de elegir los senadores y representantes al congreso nacional de 1858, los cuales serían como plenipotenciarios de cada estado, para dar al pais una constitución acorde con el nuevo régimen. Los liberales lograron triunfar en los estados de Santander y el Magdalena y pusieron de jefe del primero al que lo era del partido en la Nación, el doctor Manuel Murillo, oráculo entonces de radicales y melistas, ya que la preponderancia conservadora que se advirtió a raíz del 4 de diciembre del 54 hizo que todos los adherentes al trapo rojo tocasen a unión en las disgregadas filas. Antioquia y Panamá tenían gobiernos conservadores, y de igual clase se los dieron tres de los otros cuatro estados, Cauca, Cundinamarca y Bolívar. En Boyacá hu'bo escasísima mayoría conservadora y la constitución y leyes del 57, buscando la armonía, no correspondieron a las ideas de ninguno de los bandos en lucha sino que tomaron algo de lo que cada uno profesaba y sostenía. El estado de mayor extensión era el del Cauca, que confió su gobierno al general Mosquera; pero el más rico

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y más poblado,

que seguia al anterior en territorio, era Cundinamarca, que por el quererde los legisladores nacionales comprendia las provincias de Mariquita y Neiva. En este estado resultó la asamblea de considerable mayoría conservadora, que sin hacer caso ni temer el contrapeso del adversario, se mostró divil;ida en dos grupos al ¡naugurarse las sesiones. El más numeroso, capaz de imponer su querer, por la cnntidad de sus votos, se moStraba intransigente y apasionado y süstenia como candidato para gobernador provisional de Cundinamarca a un ciudadano identificado con el mismo grupo en ideas y tendencias. El 15 de septiembre, al proceder a las votaciones para miembros de la comisión de la mesa, hubo ya un acuerdo entre los dos grupos conservadores y fue elegido presidente de la asamblea el doctor Pastor Ospina; primer vicepresidente, el general José María Orte~a, y segundo el doctor Rufino Vega. Resultó de secretario el doctor Mario Valenzuela, de la mayoría, en pugna con don José M.a Vergara y Vergara, candidato de los moderados. Una vez posesíonados Jas electos, la asamblea adoptó para sus trabajos el reglamento del senado nacional y dictó tina ley provisional, que dispuso se eligiera el mismo dia 15 un magistrado con el título de gobernador, por mayoría absoluta y con carácter de interino. El estado se dividiría en tres departamentos, correspondientes a las tres extinguidas provincias que lo formaban: la de Bogotá seria regida directamente pOI el gobernador y las de Neiva y Mariquita por prefectos de libre nombramiento de aquel funcionario. Después de aprobada la ley en referencia, procedió la asamblea a la elección de gobernador, con este resultado: once votos por el coronel P¿dro Gutiérrez Lee, que hasta la víspera había gobernado a Bo~otá ; cuatro por el general Joaquín Paris; dos por el general José María Ortega, dos por don Pedro Fernández Madrid, uno por e~doctor José María Malo Blanco y seis en blanco, que fueron los

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de los liberales. Contraída la votación a Gutiérrez y a París, sufragaron por el primero trece de los diputados . presentes, a saber: once que votaron por él la primera vez, entre quienes hadan cabeza los doctores Ospina y Vega, et que había estado por Malo Blanco y uno de los que favorecieron al general Ortega. Los otros trece estuvieron por Paris, es decir, tos cuatro del principio, uno de los que sufragaron por Ortega, los dos que estuvieron por Fernández Madrid y los seis liberales. En un tercer escrutínio fue elegido PflríS por catorce sufragios. Se distinguran entre los conservadores moderados el doctor José Uldarico Leiva, el general Marcelo Buitrago, el coronel Emigdio Briceño y los señores Francisco y Do. mingo Caicedo Jurado. La minoria liberal estuvo formada durante las sesiones de la asamblea por los senores Juan Agustín Uricoechea, José María Rojas Garrido, Miguel Samper, Francisco Eustaquio Alvarez, Leopoldo Arias Vargas, Angel María Céspedes, Juan Evangelista González Pinzón, Manuel María Contreras y Daniel Aldana. El triunfo de Paris lo explicó la prensa liberal por el anhelo que en donde quiera había por III conservación de la paz y de las libertades públicas, Jo que dia el triunfo para la gobernación de Boyacá a Fernández Madrid, a Bartolomé Calvo para la de Panamá y a Herrán para la de Antioquia. Según El Tiempo, principal vocero liberal, ningl~n habitante de Bogotá habría podido imaginarse, en la mailana del 15 de septiembre, que el gobernador fuese otro que Gutiérr~z Lee, a quien había acordado por candidato la mayoría la tarde anterior y se aseguraba que las dos terceras partes de la asamblea se componían de conservadores netos, no menos enemigos de los liberales que de los moderados, según el mismo periódico. «Pero la opinión, que era formidable fuera, envolvió en sus invisibles redes a unos de esos mismos netos, y, como por '~encanto, les cambió las boletas y hé ahi al general Paris

nombrado.-

.211 •

El gobernador juró su cargo el16 ante la constituyente. El doctor Ospina le dirigió un discurso cuyo resumen es éste: Cuando parte de los diputados no había nacido y Ospina se mecía en la cuna, ya Paris luchaba por el gobierno que al fin de nueve lustras se inauguraba en Cundinamarca. Ninguno con mayores títulos para regir el estado que quien había encanecido con la ley en una mano y la espada en la otra para asegurar a la Patria el régimen del orden y de la verdadera libertad. La asamblea, antes de elegir al gobernador, Je trazó sus funciones yel límite de su autoridad. Este funcionario estaba llamado a consolidar el gobierno del orden, "este régimen en que todo individuo, sin distinción ninguna, tiene libertad para hacer cuanto le convenga, menos lo que ofenda al derecho ajeno o que perjudique lo que exigen la buena marcha y la seguridad del estado y de la sociedad.» Pedía Ospina a París que reprimiese severamente el grito de la anarquía si alguna vez se levantaba. París nombró inmediatamente prefectos de Mariquita y Neiva. Gobernó la primera provincia el doctor Manuel María Madiedo y la segunda el doctor Domingo Mutis. Para festejar al gobernador, cuya elección fue bien mirada por la inmensa mayoría de los bogotanos, se sirvió en el hotel Albión un banquete de ciento cincuenta cubiertos, al cual asistieron el presidente de la República, doctor Mariano Ospina, sus tres secretarios y personalidades salientes de todos los partidos. El 28 de septiembre dispuso el general París que funcionase para el Estado el mismo número de secretarios del despacho ejecutivo que había tenido el gobernador de la provincia de Bogotá, y en esa fecha organizó su gabinete llamando al doctor Manuel Maria Medina, joven conservador de los más distinguidos, a la secretaría de orden público, al doctor José Antonio Currea a la de fomento y al doctor José Mal ia Rivas Mejía a la de rentas

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El agrado con que en todas partes había sido acogido el nombramiento de París hizo que la mayoría de la asamblea pensara en él para la gobernaci6n en propiedad, una vez organizado el Estado, pero el general s610 se había prestado a servir intelinamente aquel puesto en obsequio de la paz y concordia entre los cundinamarqueses. El 30 de octubre elevó renuncia, que no se le admitió, y la asamblea le instó a seguir en el mando. Para que lo supliesen transitoriamente en caso de impedimento fueron elegidos dos designados, los doctores Pastor Ospina y Rufino Vega. París insistió en separarse yel 4 de noviembre procedió la constituyente a elegir gobernador en propiedad para un bienio que comenzalÍa el 8 del mes siguiente. Resultó electo el general Herrán por unanimidad, y sustitutos primero, segundo, tercero, cuarto, quinto y sexto respectivamente, Malo. Blanco, Ospina, Emigdio Briceño, Leiva, Mateo Viana y Pedro Dávila Novoa. Paris sancionó el 24 de octubre la constitución del Estado, con sus secretarios Medina y Currea, encargado el último de la cartera de rentas. Dicho código fue solemnemente promulgado el 8 de diciembre en la plaza de Bolívar de esta capital,yen esa fecha cesó el breve pero popular y provechoso gobierno de Paris. El primer sustituto, Malo Blanco, se posesionó de la gobernación ante la asamblea, por ausencia del general Herrán, que ejercía el cargo de ministro en los Estados Unidos. La asamblea se clausuró el 9 yese mismo dia volvió el anciano general París al retiro de su hogar, en el que se prometía pasar tranquilo el resto de su vida. Pero la providencia no permitió que el benemérito prócer gozara del descanso a que tenia sobrado derecho. Al cabo de dos aflos, cuando se aprestaba, acal'lando de perder a su adorada Mariquita, al comienzo de 1860, a trasladarse con sus hijos sobrevivientes a la hacienda de Peñas Blancas, fue llamado al servicio militar. Eran momentos de grave

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situación polltica, porque su antiguo camarada y copartidaria el general Mosquera, goberna~or del Cauca, echándose en brazos del partido liberal, se rebelaba contra ci gobierno nacional que presidía ci doctor Mariano Ospina Rodriguez y pretendía romper los lazos de la unídad nacional. Ya en el 59 habían querido SllS amigos vol verJa a la actividad de la polític:!: el 17 de febrero de ese año se instaló en Bogota una junta e!ectoral nOll1brada por los conservadores q'Je hilbí:m cOllcurrid\! a la última legislatura del estado. Esa junta nombró presidente al general París. Al estallar, el 26 de julio de 185~),la revolución que dio en tierra con el gobierno conservador Jd estado de Bolivar, el gobernador de Cundinamarca, general Emigdio Briceño, organizó en agl)sto la ?;uarJia lTIu/licip;¡] del Estado y nombró general comandante en jefe de ella al general Paris. El nombramiento fue com tmicado en estos términos:

«Confederar.iúlI

bernación

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('//I/,zino 1l1U/,('fl-- Go-

del J.•\lr(l/O- BOilo/d, Ui de agosto

(/¡;

18(¡9.

"Al ciudadano general Jca'luín Parí •.

",Ciudadano general: «Estáis llamado a mandar la guardia municipal del Estado por ser UIlO de los más distillguidcs hijos de Cundinamarca; porque sois uno de los jefes CJue durante la larga y penosa guerra de la independencia, en las filas del ejército libertador, entre mill:m:s de valientes. pud.ieron haLerse notables por su constancia y dcnuedo; y, en fin, porque fuisteis el primer cillda(1:!no a ll";en Cundinamarca confió sus destinos al constituí- se en estado feùeral. eY tócame la honra de cumullicárüslo acompañándoos

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el despacho de general comandante en jefe de la guardia municipal del Estado, çuyo destino espero aceptaréis con el patriotismo que demostráis en todas circunstancias. cA;:eptad, ciudadano general, los sentimientos de aprecio, estimación y respeto con que me suscribo vuestro muy atento servidor, cEMIGDJO

BRICEÑO.a

CAPITULO XVIII "Viviendo

en La Plata"

La lucha electoMl en J 856.· Una legación pMa. Mosquefa.-La oposición a Ospína.-Propósí!os de Oba.ndo.-Rebelión del 60.-París, jefe de lapfimera dicuisíón.-Su marcha al sUf.-Toma de La Plata.-Desídia del gobiemo.

Si es oportuno recordar los merecimientos del general Paris, no es la ocasión de entrar a analizar los orígenes de la rebelión de Mosquera contra un gobierno que hacía gala de respetar las instituciones federales que este mismo general, como legislador y constituyente, había contribuído a implantar en la República. Mas sí nos parece ésta una coyuntura adecuada para recordar algo que se relaciona directamente con París y con la formidable rebelión de los tres años, con la guerra grande, como todavía se la oye mencionar. Todos saben que al iniciarse el año de 1856 la prensa liberal de Bogota, ya borradas las distinciones de gólgotas y draconianos, o sea de radicales y liberales obandistas, lanzó como candidato del partido unido, para la presidencia de la República en el período del 1.0 de abril de 1857 a

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31 de m:uzo de 1861, a don Manuel Murillo; y que los diputados conservadores de ambas cámaras, que formaban la mayoria del congreso, ya en el mes de febrero, acordaron la candidatura de don Mariano Ospina, después de repetidas votaciones en que varios senadores y representantes habían sostenido los nombres del general Herrán, de don Julio Arboleda, de don Pedra Fernández Madrid y del general Mosquera. El último no se resignó a la postergación de su candidatura, por más que el partido conservador, dándole una prueba de confianza, lo escogió para designado, en reemplazo del general Paris, cuyo período iba a terminar. Mosquera, hábilmente secundado por algunos conservadores como don Andrés Aguilar y don Juan Francisco Ortiz y por unos pocos liberales, organizó lo que se denominó partido nacional y que lanzó y sostuvo la candidatura del general, en contraposición a las de Murillo y Ospina. Triunfó el último en las urnas, con escasa mayoría sobre el jefe radical, pero con número triple de sufragios sobre el candidato de los nacionales. Mosquera asistió al congreso del 57 y su actitud en esa legislatura, si exageradamente federalista, fue en la mayoría de los casos acertada y patriótica. No se mostró entonces en pugna con el poder ejecutivo, como si lo hiLO ya en el 58, cuando vino de Popayán, donde habia entrado a ejercer la gobernación del C~uca, para representar en el senado federal el estado de Bolívar. Desengañado de la lucha política y no considerando ·su labor parlamentaria en Bogotá ni la gubernativa en la ciudad del Puracé como suficiente acicate para sus ambiciones políticas, ansió trasladarse a Europa, en desempeño de algún puesto oficial, ya que particularmente le era imposible realizar un viaje al viejo mundo, que implicase una larga estada allá: su fortuna personal hablase visto muy quebrantada en negocios implantados en Nueva York, los cuales empezaron a declinar en 1854, cuando él y su com-

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paflero en esos negocios, el general Herrán, vinIeron a prestar sus servicios a la causa constitucionalista contra la dictadura del general Melo. El gobernador del Cauca y senador por Bolívar habló en confianza al general París, de sus deseos y propósitos; el segundo expuso al presisidente Ospina cuán convenie;¡te consideraba el envío de Mosquera a servir una legación en Europa, ya que allá serían bien aprovechadas las capacidades del ex-presidente y se le sacaría de un teatro poco adecuado para su ambición y de donde ésta le podría llevar al desarrollo de proyectos peligrosos para la paz pública. Ospina desatendió airadamente las índicaciones de París, a quien repuso que él nunca acreditaría como representant~ diplomático de la República a un fallido que había tenido que huír de los Estados Unidos ocultándose dentro de un cajón, a bordo, en Nueva York. El tiempo vino a probar hien pronto, y por desgracia para la Patria, que las gestiones de don Joaquín ante el presidente, en favor dcl otro general, no habían sido para complacer Únicamente un capricho haladí del antiguo gobernante, que a pesar de negocios desgraciados podría haber llevado dignamente la representación del pais en Londres y en París, ya que la mayoría del senado lo había hecho presidente del congreso del 5H. Así quedó la suerte echada, porque Mosquera, no habiendo podido lograr sus aspiraciones, se metió de lleno en la politica nacional y se er.frentó a Ospina, de tal manera que surgió una lucha en que uno de esos dos hombres estaba de más. El conser-" vatisil1o, en su casi totalidad, acompañaba a don Mariano; Mosquera, apoyado en el Caltca por el partido nacional, al que trató de comunicar nlleva vida y prestigio, y con~ tanda con las simpatias meramente platónicas del liberalismo, buscó medio de atraerse al último, manifestando su conformidad en muchos puntos de la política nacional con el doctor Murillo y dando luégo el ósculo de paz a su anti ••

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guo y al parecer irreconciliable enemigo el general don José María Oballdo, ídolo del liberalismo caucano y figura de alto relieve de esa agrupación en toda la República. Murillo venía predicando la paz desde las columnas de El Tiempo,. Núñez, Camacho Roldán y otros personajes civiles eran aún más pacifistas que el conductor del par~ tido, y las primeras espadas de él, los ex-presidentes López y Obando, no se mostraban hostiles al presidente Ospina, a quien el primero había felicitado calurosamente por su exaltación al solio y el otro estaba muy distante de ser su enemigo, como que Obando había escrito a París que si se le reconocían sus pensiones como. militar retirado, abandonaría en absoluto el escenario político y dedicado por entero a su hogar, completaria en él la educación de sus hijos menores. Obando estaba pobre, buscaba una decente y tranquila vejez; el gobierno nacional lo desatendió, al paso que Masquera, ofreciéndole saldar las deudas de dinero que mortificaban al caudillo liberal, se lo atrajo, yesos dos descontentos de Ospina se aliaron; creyeron hallarse sobrada ¡nente poderosos para anular la oposición que en el Cauca tenía el gobernador del Estado y, una vez libres de enemigos allá, venirse contra las aguerridas y veteranas huestes de la Confederación Granadina .... Mosquera buscaba un pretexto para la revuelta, y los conservadores caucanos se lo dieron, lanzándose contra él en enero del 60. Con Obando marchó de Popayán a aplastarlos, y en gran parte lo consiguió en el combate del Derrumbado, cerca de Buga ; de retorno en su capital, declaróse en rebeldía contra el gobierno nacional, el 8 de mayo, decretando la separación del Cauca. El presidente Ospina le contestó el 4 del mes siguiente con un decreto en que ordenaba se procediera ~ restablecer el orden público en el Cauca, a aprehender y poner a disposición del juez o tribunal competente, para su juzg~miento y castigo con

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arreglo a las leyes, al gobernador Mosquera y a los individuos que resultasen cómpli ces del movimiento traidor realizado por este funcionario, a quien por el mismo decreto se dio de baja del ejército nacional. Desde el año anterior habían empezado a organizarse algunas fuerzas en Mariquita por el prefecto de ese departamento, coronel Mateo Viana; éste logró disciplinar y equipar bastante bien un batallón, al cual pronto se sumaron varios ciudadanos que a mediados de mayo se reunieron en Ambalema para sofocar un levantamiento suhversivo que ocurrió allí el 16 y al cual hizo frente, como le fue posihle, el general Ramón Espina, visitador fiscal del estado de Cundinamarca, que recorría el mencionado departamento. Dichas tropas, a la

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