Museo Rafael Larco Herrera. Rafael Larco Hoyle

Museo Rafael Larco Herrera Rafael Larco Hoyle 1965 1 Sumario Introducción 4 Museo “Rafael Larco Herrera” 8 Colección Roa y una anécdota 12 Vi

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Museo Rafael Larco Herrera Rafael Larco Hoyle 1965

1

Sumario Introducción

4

Museo “Rafael Larco Herrera”

8

Colección Roa y una anécdota

12

Viajes, aportes y excavaciones

16

El museo de Chiclín

19

Traslado a Lima y nuevo local

20

Descripción del museo

25

Bóveda

26

Colección de collares

30

Sala de las Culturas

32

Parte baja del museo

33

Palabras finales

35

Apéndice

36

Directorio

39

2

Sr. Rafael Larco Herrera, ex vicepresidente de la República y ex ministro en las carteras de Relaciones Exteriores y de Hacienda. Su patriotismo sin mengua y su devoción por la democracia lo convirtieron

en

uno

de

los

abanderados

de

la

América

de

su

tiempo. Como un homenaje a su trayectoria brillante y a su obra fecunda, este museo lleva su nombre.

RAFAEL LARCO HOYLE Director

3

Introducción Este texto contiene una breve historia y descripción del Museo Rafael Larco Herrera, con datos escuetos sobre la forma en que el señor Rafael Larco Hoyle ha contribuido a la ciencia arqueológica. Asimismo, se reproduce una serie de fotografías escogidas para dar una idea aproximada de la magnitud del museo y de lo que su contenido significa como fuente de estudio. No obstante, la labor del museo no ha concluido y sigue adelante, anheloso

el

señor

Larco

Hoyle,

al

igual

que

todos

sus

colaboradores, de difundir en el mundo la grandeza de nuestro pasado prehistórico. El

Museo

Rafael

Larco

Herrera

es

una

institución

absolutamente privada. Desde su formación a la fecha, el Gobierno no ha intervenido ni directa ni indirectamente. Tanto los gastos que demanda el incremento constante de su acervo arqueológico, como

los

irrogados

por

su

conservación

y

mantenimiento,

son

cubiertos exclusivamente por el señor Rafael Larco Hoyle. Por expreso deseo de su director y fundador, se está formando una fundación,

que

se

encargará

más

tarde

de

asegurar

su

perdurabilidad.

4

Museo Rafael Larco Herrera Mi querido y recordado padre formó en 1903 una colección de vasos

de

las

colección,

culturas

por

precolombinas

dilatado

lapso,

del

norte

estuvo

en

Peruano.

nuestra

Esta

hacienda

Chiclín, ubicada en el valle de Chicama. En uno de sus primeros viajes

a

Europa,

visitó

el

Museo

del

Prado,

en

Madrid,

comprobando que la colección de antigüedades peruanas era muy pobre.

Con

la

generosidad

que

siempre

lo

caracterizó,

hizo

obsequio de su colección, —que actualmente se exhibe en uno de los salones del Museo Arqueológico de Madrid—. De ésta quedó un ceramio primer

maravilloso: objeto

con

un

que

vaso-retrato se

iniciaron

mochica, las

que

ha

colecciones

sido que

el hoy

integran el Museo Rafael Larco Herrera. En

1925

mi

padre

adquirió

del

señor

Alfredo

Hoyle,

su

cuñado, una colección de vasos y otras piezas arqueológicas. Esta primera Comencé

colección

dio

origen

al

Museo

Rafael

Larco

Herrera.

a entusiasmarme. Le pedí a mi padre que comprara una

pequeña colección que existía en la hacienda Pampas de Ventura

y

que fue del doctor Mejía, que por entonces vivía en la ciudad de Ascope. Los ceramios adquiridos por mi padre llegaron a seiscientos, más o menos. Desde ese momento mi entusiasmo fue creciendo: era el entusiasmo inicial del coleccionista. Y a partir de entonces me hice cargo de la colección y de las compras para incrementar su acervo.

5

Tenía

el

ejemplo

de

mi

recordado

tío,

don

Víctor

Larco

Herrera, que había sido el primero en fundar un museo en Lima. Y consideraba que mi generación debía formar también un museo en el que

se

guardaran

todas

nuestras

reliquias

arqueológicas,

continuamente extraídas por los excavadores clandestinos. Nació

entonces

un

anhelo,

un

fervoroso

anhelo

que

en

realidad ha sido la fuerza que me ha inspirado, llevándome a culminar este ideal: deseaba levantar un monumento en vida a mi padre, a quien tanto admiraba como ejemplo de elevado espíritu patriótico y por su amor hacia nuestro pasado. Con este anhelo, que implicaba cumplir con uno de los deberes más sagrados del hijo, que es el de honrar a su padre, inicié la tarea de formar el Museo Rafael Larco Herrera.

Empecé

a

comprar

pequeñas

colecciones

en

el

valle

de

Chicama, en Trujillo, Virú y Chimbote. En un año la colección había crecido en forma notable, y el 28 de Julio de 1926 la instalamos

en

modestos

anaqueles

en

una

pequeña

casa

de

la

hacienda Chiclín. La inauguración del Museo Rafael Larco Herrera fue

una

de

las

ceremonias

principales

de

la

celebración

del

aniversario patrio. Uno a uno se fueron recolectando los vasos. Se realizaron cientos

de

patriótico

viajes empeño

por de

todo

el

Perú,

transformarlo

de

acopiando Museo

piezas

Regional

en

—lo

el que

había sido hasta entonces— en Museo Nacional. En 1933 compramos

6

la colección del señor Carranza, en Trujillo, compuesta de más de 3000 piezas.

La Colección Roa y una anécdota También en 1933, el museo se enriqueció notablemente al adquirir en la hacienda Santa Clara, a orillas del río Santa, la famosa

colección

Roa,

compuesta

de

más

de

8000

piezas

de

algo

de

cerámica, metalurgia y textilería. En

la

adquisición

de

la

colección

Roa

hubo

anecdótico. Cierta noche nos encontrábamos reunidos en Chiclín mi tío

Alfredo

Javier

y

Hoyle,

yo,

es

Enrique

decir,

el

Jacobs, grupo

mis que

hermanos siempre

Constante

efectuaba

y

las

excursiones de carácter arqueológico. Cerca ya de las diez de la noche, de un momento a otro, se nos ocurrió ir a ver la colección Roa, que muchas veces habíamos intentando comprar, pero que, por su

elevado

Todos

precio,

asintieron

almanaque

para

carreteras,

otras

con

ver

teníamos

tantas

entusiasmo la

faz

que

de

habíamos e la

aprovechar

desistido

inmediatamente Luna, la

pues,

marea

de

hacer.

pedimos

al

baja

el

no

haber

para

poder

caminar por la playa. Partimos a las dos de la madrugada —después de

mandar

acompañara—

avisar con

al

conservador

dirección

a

Santa

del

museo

Clara,

cerca

para de

que

nos

Chimbote.

Llegamos como a las ocho de la mañana y con gran sorpresa nos recibió el propio señor Carlos A. Roa, ese viejecito admirable, patriota y amante de nuestro pasado, que fue uno de los primeros

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coleccionistas en el Perú y que había invertido la mayor parte de su dinero en formar su colección. Dirigiéndose a mí, con gran sorpresa me dijo: —Toda la noche le he estado poniendo velas a San José para que usted llegue, pues deseo venderle mi colección. Como estoy enfermo y debo ir a Lima para curarme, temo dejarla en manos de otras personas, que no la cuidarán como yo. Los del grupo nos reunimos inmediatamente para conversar, y mi respuesta fue la siguiente: —No quiero aprovecharme del momento penoso en que usted se encuentra. Es necesario que medite y me dé una cifra para decirle si acepto o no, pues en estas circunstancias no puedo regatear. Mientras usted piensa iremos a ver la colección. La crisis

situación azucarera

para y

yo

mí no

era

muy

contaba

delicada. más

que

Había

con

un

una

seria

sueldo

muy

reducido para vivir. Cuando volvimos, el señor Roa me dijo la cantidad. Todos nos miramos un instante y, volviéndome hacia el coleccionista, respondí: —Acepto. Arreglamos

una

forma

de

pago

en

letras

porque

no

tenía

dinero, y el Museo Rafael Larco Herrera se enriqueció con 8000 huacos y miles de otras piezas. Si

bien

la

operación

de

compra

había

llegado

a

feliz

término, venía otro problema no menos serio: ¿cómo transportar estos huacos a Chiclín sin que se rompieran? En ese entonces no había carreteras y se tenía que transitar sobre médanos y a

8

orillas

del

enorme,

pero

Contratamos

mar,

aprovechando

de

los

todas

la

maneras

camiones,

marea había

compramos

los

baja. que

El

riesgo

hacerle

cajones

y

la

era

frente. paja

y

dejamos al conservador dos semanas en Santa Clara para que fuera despachando a la hacienda las camionadas de antigüedades. Por suerte, la colección llegó indemne. Para

quitarle

las

sales

a

la

cerámica

de

tan

valiosa

colección habilitamos una de las grandes piscinas que teníamos en Chiclín. Solo así, con la ayuda de catorce o quince muchachos y después de dos meses, quedó lista para su exhibición.

Viajes, aportes y excavaciones Viajes

a

Arequipa,

Cuzco

y

Puno

enriquecieron

las

colecciones Puquina, Incana y del Altiplano. En Pukara y Ayacucho adquirimos

grandes

cantidades

de

fragmentos

de

cerámica

correspondientes a estos lugares, y en Huancayo compramos algunos vasos típicos de esta región. Los viajes a Ica, Nazca y Palpa nos permitieron dar comienzo a la formación de las colecciones de la costa sur, que más tarde se incrementaron con diversas adquisiciones de este sector. Valioso fue el aporte de más de sesenta vasos donados por la señora María Larco de Dogni, en recuerdo del que fue su esposo, el coronel Eduardo Dogni, que tanto contribuyó a la organización de nuestro ejército y a la formación de sus distinguidos jefes. Entre tanto, mi padre siguió contribuyendo de vez en cuando con algunas piezas excepcionales.

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Durante todo aquel lapso tuve el apoyo de mi familia que con gran entusiasmo y cariño a la obra me ayudaron a recolectar de todos los ámbitos del país las piezas que hoy son parte del museo. También conté con la colaboración de un gran amigo, el señor Enrique Jacobs, a quien le compré una colección que había sido de su

padre.

Posteriormente

le

compré

otras

colecciones,

que

completaron los eslabones que nos han permitido un estudio más completo de las culturas del norte del Perú. Asimismo, mi tío, el señor Alfredo Hoyle, fue un verdadero propulsor y a su consejo y ayuda debo muchas ideas que contribuyeron a la formación del museo. La clasificación y ordenación de los vasos me dio muchas luces sobre la arqueología de mi patria. Desde ese momento sentí la

imperiosa

obligación

de

escribir

para

dar

al

mundo

los

conocimientos que había adquirido en mis viajes y a través del estudio de las colecciones de cerámica del norte, centro y sur del Perú. Al preparar el material para escribir mis primeros libros encontré lagunas y problemas que era necesario llenar y resolver.

De

esa

necesidad

se

derivaron

las

excavaciones

que

efectué, obteniendo como resultado el descubrimiento de nuevas culturas. Hoy, esas excavaciones aclaran en mucho el estudio de las culturas, especialmente de las culturas iniciales.

10

El museo de Chiclín El Museo de Chiclín comprendía diecisiete cuartos, pero más que un museo era un depósito provisional. Fue necesario agregarle dos

casas

más

para

dar

cabida

a

todos

los

vasos

y

objetos

arqueológicos, cuyo número aumentaba constantemente. Los andamios ya no se redujeron a cuatro hileras, que conformaban la primera anaquelería, sino que tuvimos que construirlos hasta en el techo de las habitaciones.

Traslado a Lima y nuevo local Las necesidades de nuestro negocio agrícola me obligaron a radicarme en Lima, pero el Museo de Chiclín permanecía en ese centro industrial. El haberme separado de él y de los estudios arqueológicos significaba un duro golpe para mi espíritu. Pero, establecido en Lima, pude ver con más claridad que, por muchas razones,

era

indispensable

trasladar

el

museo

del

centro

industrial en el que se encontraba a la capital. Así podría ser visto y admirado por gente de todos los países, y su material arqueológico podría estar a la mano de los hombres de ciencia y estudio de todo el mundo. De otro lado, ya contaba con más de cincuenta años de edad y consideraba necesario tomar todas las medidas tendientes a la conservación

de

las

colecciones

que

lo

integraban

y

a

la

perennización del monumento que le había erigido a mi padre. Por eso decidí traer el museo a Lima, aunque representaba para mi familia un enorme sacrificio económico.

11

Pensé

primero

Posteriormente

en

la

encontré

construcción

la

casa

que

de

un

local

moderno.

creí

se

podía

adaptar,

dándole el sabor colonial que yo quería, y convertirla así en el edificio definitivo en que se conservarían todas las colecciones que había atesorado. Por esto compré el inmueble de los señores Luna Cartland, que modifiqué dándole el estilo trujillano de una casona del año 1700, en el anhelo de que mi pueblo natal viera siempre que este museo era, a la vez que un homenaje a mi padre, la ofrenda de un hijo de Trujillo a la patria. Cuando fui alcalde de dicha ciudad conseguí que la casa señorial

de

los

marqueses

de

Herrera

y

Villahermosa

fuera

declarada monumento nacional, a fin de que nadie pudiera tocar lo que

constituía

la

mejor

obra

arquitectónica

de

la

Colonia.

Posteriormente este decreto fue puesto de lado, e individuos que solo

querían

lucrar

consiguieron

comprar

la

casa

mediante

influencias políticas, destruyéndola por completo. Pude recuperar algunas

rejas,

puertas,

columnas,

vigas

y

ménsulas,

que

he

utilizado en la construcción del museo y que contribuyen a darle ambiente y prestancia, haciendo del edificio un centro de cultura agradable y acogedor.

Descripción del Museo El museo está compuesto de tres secciones: las oficinas, los depósitos y las salas de exhibición. Los depósitos once

salas,

catalogados

en y

las

que

clasificados

los

vasos,

por

culturas,

se dividen en

debidamente por

temas

ordenados, y

series,

12

están colocados sobre andamios. Los anaqueles están cubiertos de vidrios, a fin de que su contenido pueda ser estudiado

por el

arqueólogo o apreciado por el turista interesado en el estudio de las culturas peruanas. Tenemos también un patio, un jardín y una terraza, en donde hemos

colocado

la

mayor

parte

de

las

piedras

que

forman

la

colección de monolitos, estelas, morteros, maquetas, etc. En la sección de exhibición tenemos seis salas y la bóveda. La primera sala está dedicada a las momias y a dar una idea de cómo los antiguos peruanos le rendían culto a los muertos. La segunda sala es una exhibición didáctica. Se ha tenido sumo

cuidado

en

la

selección

del

material,

para

darle

al

visitante una idea más o menos completa de la forma en que se trabajaba la cerámica en los tiempos precolombinos. Se exhiben los útiles, la arcilla y el caolín, los colores que se emplearon para pintar los vasos, los implementos de hueso que utilizó el escultor y el alfarero, las matrices hechas por el escultor, los moldes, la cerámica sin cocimiento encontrada en las tumbas y la cerámica con defectos de cocción producidos dentro del horno. También podemos observar los diferentes periodos que existieron en una cultura, los diversos estilos y los distintos tipos de cerámica que encontramos en las regiones del Norte, Centro, y Sur, a fin de que se pueda tener una noción de cómo se divide el arte: escultórico en el Norte y pictórico policromado en el Sur. Asimismo, se ha colocado un vaso de forma moderna que tiene 2000

13

años. Es, en sí, un ceramio que podría atribuírsele a cualquiera de los grandes escultores modernos. Igualmente, en la tercera sala se exponen en forma didáctica los

metales

emplearon,

que las

manufacturaron

conocieron técnicas

con

y

que

estos

trabajaron, dominaron

elementos.

Son

los y

implementos

los

objetos

maravillosas

que que

las

dos

piezas Chimú que se utilizaron como remate de cetros. El vaciado en cobre no puede ser igualado en el presente. Por primera vez se puede ver reunidas en una vitrina las herramientas de que se valieron para trabajar los metales: martillos de hierro, moldes y afiladores de piedra, pulidores finísimos para bruñir las láminas de oro, morteros y otros utensilios de cobre empleados en el burilado y el repujado. En otra vitrina de esta misma sala se pueden apreciar las técnicas que emplearon: el fundido y laminado, el calado, el repujado,

el

soldado,

el

estirado,

el

burilado,

etc.

Vemos

también vasos de cobre dorado, vasos de cobre plateado y láminas de cobre con un baño de plata y otro de oro encima. Las piezas Mochica de metal que se exhiben son únicas en el mundo. Entre recipientes,

los

objetos

copias

en

manufacturados

metal

de

vasos

apreciamos en

cerámica,

vasos, palas,

barretas, calabozos, piezas de indumentaria, cuchillos, mazas, cascos

e instrumentos musicales y vasos ceremoniales.

En la Sala de Arte Lítico, del lado de la bóveda y en orden, hay una clava monolítica de Pallasca, la cabeza de una serpiente y la cabeza de un hombre arrugado, del templo de Chavín, y un

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felino de la cultura Huaraz. Vemos también morteros y maquetas de fortalezas. En

las

vitrinas

distinguimos

piezas

escogidas

de

las

siguientes culturas: Chavín, Cupisnique, Pallasca, Callejón de Huaylas,

Mochica,

anteriormente,

Cuzco

todas

son

encontramos

morteros,

zoomorfas,

recipientes

colonial piezas

estelas,

y

Pacopampa.

Como

seleccionadas,

mazas,

rectangulares

figuras y

entre

he

dicho

las

que

antropomorfas

cilíndricos,

y

clavas,

maquetas, conopas, cajas con dibujos incisos e incrustaciones de turquesa, etc. Los morteros encontrados en Pacopampa, correspondientes a la Época Evolutiva, son los más bellos, y las piezas Cupisnique que observamos en la vitrina no tienen igual en el Perú. En la Sala de Arte Textil no solo se exhibe un muestrario de telas escogidas de diferentes lugares del Perú, sino todos los implementos hallados en las tumbas y las cajas de caña en que guardaron

todos

los

implementos

que

utilizaron

para

el

arte

textil. Por eso es que vemos husos, telares, aparatos sobre los cuales se colocaban los husos y que se afirmaban en el suelo. También apreciamos los peines, las piezas de madera que servían para apretar el tejido, etc. Entre las telas se exhibe un bellísimo manto Paracas de 2000 años, una tela Ica con grandes motivos estilizados, una camisaponcho y una manta de la cultura Lambayeque, pieza muy rara, ya que en esta cultura es muy difícil hallar tejidos en las tumbas. Asimismo, vemos en una vitrina especial un fragmento de tela que

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tiene 398 hilos por pulgada lineal (récord mundial de ayer y de hoy). A su lado aparece otro fragmento de tejido, considerado el segundo récord mundial, y que no hemos estudiado por no tener en el Perú los elementos necesarios. En

otra

vitrina

exhibimos

algunas

magníficas

piezas

de

cordelería y hondas, que se utilizaron como turbantes y sogas de complicado y bello torcido. También exponemos un árbol hecho de hilo enrollado de color verde, en el cual se pueden ver las hojas y pájaros con sus nidos. Los grandes pedazos de tiza, expuestos en

la

sección

extrema

de

la

vitrina,

servían

para

que

las

hilanderas pudieran suavizar sus dedos en el momento de torcer el hilo. En dos vitrinas especiales se exhibe un par de escenas de muñecas vestidas, encontradas en los cementerios de la cultura Chancay.

Ambas

están

colocadas

sobre

almohadones.

La

primera

representa a una enferma rodeada de personas y la otra a un conjunto de hilanderas. Sobre el arreglo, tengo mis dudas, pues puede haber sido hecho por la persona que me las vendió. El museo tiene una inapreciable colección de telas de todo el Perú antiguo, que no se encuentra en ningún otro museo. La colección

de

estudio

es

de

lo

más

interesante.

Los

mantos

íntegros se guardan cuidadosamente para evitar que la luz los destruya

y

se

deterioren

en

la

exhibición.

No

solo

son

maravillosos sino que pertenecen a las culturas Chanca, Ica e Inca, que no son comunes y de los cuales hay contados en el mundo.

16

Bóveda En la bóveda —que tiene 9.60 m por 4.25 m— se guardan las piezas escogidas de oro y plata que posee el museo. Entrando, hacia la derecha, aparece el oro de la cultura Virú, quizá el más antiguo de las culturas del norte peruano. Está

cubierto

de

una

pátina

rojiza,

que

solo

se

ve

en

otro

trabajo que tiene más de 2000 años. En esta vitrina observamos las primeras coronas y sus plumones de oro, los primero aretes, narigueras y collares —a un lado—, que explican objetivamente la técnica que emplearon los antiguos peruanos; vemos, igualmente, los lingotes, las planchas con que se empieza el laminado y después láminas de todo espesor. Algunas de estas últimas tienen el grosor del papel empleado en las cartas aéreas. Seguidamente

presentamos

una

serie

de

abalorios

correspondientes a la cultura Cupisnique, un peto de caracol con incrustaciones de turquesa y un gran medallón de pórfido rojo, considerado el mejor trabajo en piedra ejecutado por hombres de Cupisnique. También vemos collares de lapislázuli y turquesa, aretes, y abalorios de las mismas piedras, solos o ensartados. En el fondo —en la parte superior— hay un turbante de oro extraído en

la

Hacienda

La

Colpa,

en

Cajamarca,

en

el

que

aparecen

repujadas las divinidades de la Época Evolutiva. Sin duda alguna, en

la

Colpa

la

cultura

de

la

Época

Evolutiva

siguió

desarrollándose en la Época Auge, ya que en el periodo Cupisnique no encontramos piezas de oro ni de ningún otro metal.

17

Se

destaca

una

preciosa

colección

de

cuarenta

y

tres

narigueras, que corresponden a la nueva cultura Vicús, de Piura. Al fondo, un frontal Mochica. La orfebrería adelanta en forma notable en los primeros periodos Mochica. Algunas de las piezas fueron extraídas de la misma tumba de la que se sacó el frontal vendido al coleccionista americano Bliss, que por años se exhibió en el National Gallery de Washington. Se exhibe un frontal, un lindo collar con cabezas de felino, un felino de oro montado sobre yeso, dos brazaletes de antebrazo y dos maravillosos aretes con colgantes. En el III y IV periodo Mochica florece la orfebrería. Las piezas que encontramos ya no son de orfebrería sino de joyería, por su finura y porque el hombre combina el oro con la turquesa, la

concheperla,

excepcionales

dos

el

spondylus

pares

de

y

la

orejeras,

amatista. una

que

Son

piezas

representa

dos

personajes zooantropomorfos llevando una honda en la mano, y otra exornada con iguanas bellamente unidas por la cola. Estas piezas son consideradas dos obras maestras del antiguo orífice peruano. Pero

también

pequeños

podemos

apreciar

recipientes,

narigueras,

orejeras

y

petos

silbatos

de

que

turquesa,

pueden

ser

comparados con las mejores piezas de orfebrería trabajadas en la antigüedad. Sus sapitos

collares o

eran

idolillos

y

sencillos, cuentas

de

con oro

engarces redondas

de

cuentas, bellamente

combinadas con cuentas de turquesa.

18

Observamos también objetos de oro Chimú y objetos de la cultura Lambayeque. Asimismo,

mostramos

bellas

piezas

correspondientes

a

la

cultura Lambayeque. Los vasos ceremoniales que se exhiben en una de las vitrinas pesan ochocientos gramos, pero hay uno que pesa más de un kilo. La orfebrería de Lambayeque, con ser muy bella, no puede compararse en finura y exquisitez con la Mochica. Vemos también dos bellísimos platos de servir correspondientes a Huari Decadente y encontrados en Huarmey. Hay una que otra pieza de la cultura Nazca, pero sabemos muy bien que la orfebrería en la costa sur del Perú, no alcanzó la perfección de la orfebrería de la costa norte. En

otra

indumentaria

de de

las

oro

vitrinas

completa

centrales

que

existe.

tenemos Está

la

única

compuesta

de

pectoral con remates, hombreras, gargantilla con bolas de oro, orejeras,

una

corona

con

cuatro

plumones,

un

brazalete

y

un

recipiente de oro y plata con motivos burilados, rara por la forma perfecta en que se logró la unión de las dos mitades. Este precioso conjunto, único en el mundo, fue extraído de Chan Chan y lo salvé de ser convertido en lingotes de oro. Como las piezas eran muy grandes, los excavadores clandestinos temieron no poder ocultarlas debidamente. Exhibimos cultura

Huari

estatuillas y

llamadas

de

turquesa

piquillactas,

pertenecientes collares

a

la

escogidos

de

turquesa, entre los que destaca uno con un pendiente de pórfido e incrustaciones de turquesa, encontrado en el templo de Chavín. A

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su lado, un maravilloso collar de cristal de roca, cuyo trabajo debe haber sido hecho en varias generaciones, y con cada una de las piezas cuidadosamente pulidas y labradas de a mayor a menor. Presentamos collares de cuarzo ahumado, cuarzo lechoso, amatista y lapislázuli. No hemos querido dejar de poner en este cuarto de joyas las mejores piezas de plata que tenemos: un cofre encontrado a los pies de una niña de alta alcurnia —en el que hallamos todos sus juguetes de plata dorada—, vasos y recipientes que demuestran hasta

qué

punto

llegaron

a

dominar

la

técnica

del

repujado,

calado, burilado y la filigrana. También apreciamos dos piezas de cobre: la de un mono y la cabeza de la divinidad felina, que por su belleza valen tanto como cualquier pieza de oro.

Colección de collares Se encuentra en preparación la gran colección de collares que

posee

el

museo.

Estos

collares

están

hechos

de

cuarzo,

turquesa, turquesa con oro, lapislázuli, lapislázuli con oro, con spondylus, con strombos, hueso y concha. Actualmente tenemos ya más

de

mil.

Todos

han

sido

ensartados

y

reconstruidos

con

propiedad arqueológica. Hemos tenido guardados en cajas muchos de ellos; otros han sido ensartados en la misma tumba. Los más se han

restaurado

según

las

notas

de

excavación

que

tenemos,

o

rehechos tomando como modelo los miles de fragmentos que posee el museo,

extraídos

en

las

excavaciones

y

que

aún

se

mantienen

intactos. Más tarde se exhibirán en un cuarto separado por la

20

gran cantidad que hay de ellos y por la importancia que le dieron en los tiempos antiguos a este complemento de la indumentaria, que fue llevada por las mujeres pero que los hombres utilizaron especialmente.

Sala de las Culturas El último cuarto corresponde a la Gran Sala de las Culturas. Está arreglado con el objeto de que el turista o el estudioso se lleve una idea completa del conglomerado de las culturas que existían en el Perú precolombino. En sus cuarenta y dos vitrinas se

reunirá

la

cerámica

y

otros

objetos

de

las

diferentes

culturas, desde 7000 años a. C. hasta la decadencia absoluta del arte indígena con la llegada de los españoles. Está dividida en cuatro secciones definidas: costa norte, centro

y

sur,

y

culturas

de

la

Sierra.

Hasta

donde

ha

sido

posible, las vitrinas están siendo ordenadas para establecer la secuencia cultural. Desgraciadamente, la falta de espacio nos ha obligado a eliminar muchos tipos de cerámica, que son eslabones efectivos en el desarrollo cultural de los pueblos. En cada una de las vitrinas se han colocado piezas de gran calidad, sin ser las mejores. Esperamos ir cambiando los objetos de la exhibición. En

diferentes

sectores

se

exhibirán

piezas

únicas,

representativas de las culturas más importantes. Tenemos el propósito de montar en el futuro una sala para dedicarla a exhibiciones móviles.

21

Parte baja del museo En la parte baja del museo se piensa establecer una sala de conferencias. Tenemos cuatro oficinas, biblioteca y dos talleres. También se encuentra la Sala de Vasos Eróticos, en la cual se puede ver lo que se considera otro récord mundial: los vasos eróticos

correspondientes

quinientos

años

a.

C.

a El

la Dr.

cultura Alfred

Salinar, Kinsey

que le

aparece

dio

gran

importancia a estos vasos y antes de morir quiso escribir — teniéndome como coautor— un libro profusamente ilustrado sobre este tema. Es interesante anotar que en el norte del Perú hallamos el más importante centro de representaciones eróticas de América. Son los mochicas quienes nos han dejado los vasos más numerosos. El museo posee la colección de vasos eróticos peruanos más grande del mundo. Para terminar quiero decir que el museo Rafael Larco Herrera se

distingue

por

tener

las

colecciones

más

numerosas

de

las

culturas Cupisnique, Salinar, Virú, Anaranjados, Mochica Chimú, Lambayeque,

Chimú-Inca

y

Huari

Norteño.

Tenemos

abundante

material para efectuar un estudio integral de todas las otras culturas. Igualmente, contamos con las colecciones de tejidos más completas del Perú, la de collares más numerosa, la de objetos de plata de mayor variedad y la de objetos de oro mejor escogida por su belleza y calidad.

22

El Museo Rafael Larco Herrera no se ha formado solamente con las piezas que un coleccionista quiso agrupar y atesorar. El museo se ha hecho considerando la belleza de la pieza y su valor arqueológico.

Muchas

veces,

para

adquirir

un

vaso

que

se

necesitaba para completar una serie, se tuvo que comprar toda una colección piezas

que

que

no

interesaba

integran

el

al

museo

museo. Rafael

En Larco

otra

palabras,

Herrera

han

las sido

coleccionadas no con el criterio del coleccionista sino siguiendo la norma del arqueólogo.

Palabras finales Esta es, a grandes rasgos, la historia y la descripción sintetizada del Museo Rafael Larco Herrera.

23

Apéndice Descubrimientos

y

trabajos

Arqueológicos

más

importantes

efectuados por el señor Rafael Larco Hoyle 1. Descubrimiento

del

yacimiento

arqueológico

de

Cupisnique

(1933). 2. Descubrimiento de la cultura Virú en los cementerios de la pampa de los Cocos y en la pampa de Moche (1933) 3. Descubrimiento de Queneto y su cerámica (1934). 4. Descubrimiento de la cerámica

Precupisnique (1939)

5. Descubrimiento de la cultura Cupisnique (1939). 6. Descubrimiento de los vasos llamados Cupisnique Transitorio y su fijación cronológica (1939). 7. Descubrimiento

de

los

cementerios

que

contienen

cerámica

llamada Cupisnique de Santa Ana y la cultura del mismo nombre (1939). 8. Descubre tumbas con cerámica híbrida Mochica-Virú (1940). 9. Descubrimiento de la cultura Salinar (1941). 10.

Abre la primera tumba en el Valle de Virú y halla los

ceramios híbridos llamados por él Virú-Cupisnique. 11.

Descubrimiento de los vasos híbridos Salinar-Cupisnique en

el valle de Virú. 12.

Descubrimiento de instrumentos líticos utilizados por los

cazadores

en

la

Época

Precerámica

(pampas

de

Paiján

y

Cupisnique).

24

13.

Hallazgo

de

vasos

de

la

cultura

Virú

en

los

valles

de

Chicama, Santa Catalina, Santa, Pacasmayo, Lambayeque y Piura. 14.

Descubrimiento

de

los

vasos

Virú,

con

ornamentación

positiva y llamados por él Virú de Chicama. 15.

Descubrimiento

de

las

ruinas

de

Pacopampa,

de

la

Época

Evolutiva, y de instrumentos de la cultura que existió en este lugar. 16.

Descubrimiento

de

la

etapa

Premochica,

llamada

Complejo

Mochica o Mochica Inicial. 17.

Hallazgo

de

tumbas

conteniendo

vasos

anaranjados

y

su

asociación con vasos Virú, anterior a Mochica 18.

Hallazgo de las tumbas superpuestas y estratificaciones que

le permitieron la clasificación de los cinco periodos Mochica. 19.

Descubrimiento

en

Barbacoa

de

tumbas

superpuestas

Cupisnique, Salinar, Virú y Mochica, que dio por resultado que se

señalara

por

primera

vez

el

orden

cronológico

de

las

culturas Premochicas. 20.

Descubre que la cultura Huari, llamada Tiahuanaco, invade

todo el Perú y que su centro no es Tiahuanaco sino Huari, en Ayacucho. 21.

Descubre y señala la existencia de la cultura Lambayeque,

que clasifica en dos periodos, Lambayeque I y II, y la cultura Huari-Lambayaque, diferenciando la cultura Chimú de la cultura Lambayeque. 22.

Explica

por

qué

no

se

encontraba

el

Middle

Chimú,

tan

buscado por los arqueólogos norteamericanos, al probar que la

25

cultura Chimú es el resultado de la fusión de los elementos culturales Mochica, Lambayeque y Huari. 23.

Es el primero en seleccionar lo que hoy se llama cerámica

Chimú-Inca, diferenciándola de la Chimú. 24.

Descubre en el Norte la cerámica de formas incanas con el

vidriado español. 25.

Descubre

que

la

cultura

llamada

Recuay

o

Callejón

de

Huaylas tuvo su sede en el valle del Santa y no en la Sierra, como se creía. 26.

Es el primero en encontrar cerámica Santa en los Valles de

Chao y Virú. 27.

Descubre que el centro de la cerámica llamada cursiva —que

algunos consideraban Chimú— es el departamento de Lambayeque. Le da este nombre y la describe. 28.

Determina la secuencia de los adobes en las construcciones,

comenzando

con

los

cónicos

de

Cupisnique,

los

casquetes

esféricos de Salinar y los diferentes tipos de rectangulares en Mochica y Chimú. 29.

Descubre, asimismo, que los Chimú trabajaron y utilizaron

ladrillos. 30.

Establece

la

evolución

—desde

el

felino

hasta

el

Dios-

hombre— de la divinidad con grandes colmillos y cara arrugada, que se representa en la época Auge. 31.

Descubre la escritura Mochica.

32.

Establece

que

la

escritura

maya

y

la

escritura

peruana

tienen el mismo punto de origen.

26

33.

Descubre la Época Precerámica en Paracas.

34.

Divide el estudio de la evolución de las culturas en el

Perú en siete épocas: Precerámica, Inicial de la Cerámica, Evolutiva, Auge, Fusional Imperial, y Conquista. 35.

Clasifica la cerámica Huari en Huari A, Huari B y Huari C,

que es la decadencia total de esta cultura. 36.

Muestra

por

vez

primera

los

cuadros

de

los

diferentes

valles de la Costa y de los principales centros de la Sierra con la división de épocas y períodos, incluyendo dentro de estos a las culturas que se encuentran en cada uno de los lugares. 37.

Descubre que los mochicas utilizaron el plomo y el hierro.

38.

Descubre que los hombres de Vicus planteaban el cobre y lo

doraban exteriormente. 39.

Descubre que los Chimú plateaban el cobre.

40.

Establece que en Vicus se encuentran los mismos pasos que

dan por resultado la formación de Mochica I. 41.

Es el primero en seleccionar la cerámica funeraria Mochica

y la de otras culturas por temas y series. 42.

Descubre

que

los

antiguos

mochicas

practicaban

la

circuncisión. 43.

Comprueba la existencia de la sífilis en el antiguo Perú

44.

Puntualiza, antes que otros, la no existencia del Imperio

Chavín sino la de un estilo decorativo utilizado por varias culturas de la Época Evolutiva o Formativa.

27

45.

Encuentra

vasos

Salinar

blanco

sobre

rojo

en

Piura,

Chiclayo, Pacasmayo, Valle de Chicama, Santa Catalina, Virú, Chao, Santa y Nazca. 46.

Establece

la

cronología

completa

de

las

culturas

en

el

norte del Perú, que fija en su libro Cronología arqueológica del norte del Perú, publicado en Buenos Aires en 1948. La secuencia

cultural

ha

sido

comprobada

por

grupos

de

arqueólogos de otros países. 47.

Es

el

primero

en

fijar

que

la

cerámica

incisa

llamada

Chavín no se puede tomar como un horizonte, porque entonces tendrían que tomarse en cuenta como horizonte los vasos con decoración negativa y el horizonte de los vasos crema sobre rojo.

28

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