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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Facultad de Ciencias Sociales Carrera de Historia Trabajo de Grado
Resistencias Pacíficas Afrocolombianas. Violencia, Desplazamiento Forzado y Retorno. Bellavista - Bojayá, mayo 2 de 2002.
Natalia Ortiz Gutiérrez Dirigido por: Rafael Díaz Díaz
Bogotá, II Semestre 2011
Con inmenso amor y agradecimiento para mi papá, mi mamá y mi hermano.
“Ya no quiero ser sólo un sobreviviente, quiero elegir un día para mi muerte. Tengo las manos nuevas, roja la sangre, la dentadura buena y el sueño urgente. quiero la vida de mi cimiente. No quiero ver un día manifestando por la paz en el mundo a los animales. Cómo me reiría ese loco día, ellos manifestándose por la vida. y nosotros apenas sobreviviendo, sobreviviendo” Mercedes Sosa.
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ÍNDICE
Página Índice de Imágenes, Tablas y Gráficos
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Introducción
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I. Primer Capítulo El Dos de Mayo en Bellavista-Bojayá
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II. Segundo Capítulo El Desplazamiento Forzado
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III. Tercer Capítulo Retornar, Reconstruir, Reubicar
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Conclusiones
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Anexo
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Bibliografía
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Índice Gráficas, Tablas e Imágenes
Página Tabla 1: Alertas anteriores a los hechos del 2 de mayo de 2002.
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Gráfica 1: Crisis Humanitaria crónica y sostenida. Desplazamiento forzado 1999 – 2005.
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Imagen 1: “Atratiando”.
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Imagen 2: “El encanto de la Ley 70”.
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Introducción
Diferentes son las motivaciones e intereses que surgen para acercarse a entender e investigar temas tan álgidos, presentes e incluso dolorosos como el crimen de guerra de Bojayá y su consecuente desplazamiento forzado. Es un interés que nace tras la experiencia y el trabajo en la Unidad Técnica Conjunta (convenio Acción Social de la Presidencia y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) donde más allá de aprender y conocer la política pública sobre el desplazamiento forzado, encontré un espacio para proyectar la idea de que a partir de una lectura de la sociedad civil en medio del conflicto armado, es posible replantearse la realidad, proponer nuevas miradas y entenderla desde diversos discursos.
Lastimosamente casos que podían llegar a ser vehículo de este replanteamiento eran muchos, incluso diariamente la violencia que afronta Colombia provee escenarios diversos para proponer estos análisis e investigaciones. Sin embargo, la masacre de Bojayá en mayo de 2002, es un caso que tiene varios elementos de gran envergadura como el uso de armas no convencionales, más de doce alertas tempranas emitidas por la sociedad civil, entre otros, a través de los cuales es posible comprender un discurso de resistencia emprendido por la comunidad, además de entender las dinámicas que actores como la Diócesis de Quibdó juegan en los escenarios del Pacífico colombiano.
A mediados de 1998 el Pacífico colombiano dejó de ser “un remanso de paz”, como lo definió Jaime Arocha, para convertirse en una zona de violencia como consecuencia del conflicto armado y de la expansión económica por megaproyectos. En este periodo empezó el desplazamiento masivo de personas provenientes de esta región quienes se vieron atrapadas en una guerra de control territorial entre paramilitares de derecha, guerrillas de izquierda y ejército nacional. En medio de los enfrentamientos por el control territorial entre grupos armado, las personas deben crear formas de protección y resistencia ante el panorama de conflicto; una de esas formas es la declaración de neutralidad ante la guerra, lo cual es una forma colectiva de resistencia.
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En el Pacífico colombiano han existido diversas formas de resistencia y organización colectiva de parte sus pobladores afrocolombianos ante el conflicto armado y la violencia. Sin embargo, a comienzos del siglo XXI el caso de la comunidad de Bellavista en Bojayá representa una de las formas más claras de resistencia colectiva en el departamento del Chocó; además de una resistencia que construyen como víctimas del desplazamiento forzado principalmente desde la capital, Quibdó y en el posterior retorno a Bellavista.
Tras la masacre del 2 de mayo de 2002, de los procesos de violencia, de desplazamiento forzado y de retorno, las formas de resistencia pacífica y de organización elaboradas por los afrocolombianos de la comunidad de Bellavista en el municipio de Bojayá, son representaciones de los medios a través de los cuales la comunidad busca autonomía en la efectividad de sus derechos étnicos además del bienestar y protección de la vida de toda la comunidad.
Una de las categorías de análisis a través de las cuales se va a plantear el caso de Bojayá es la de Resistencia Civil. Para ello, es preciso utilizar la definición planteada por Esperanza Hernández Delgado quién trabaja el tema de la resistencia civil en Colombia a partir de la propuesta teórica de Michael Randle. Hernández menciona la existencia de resistir “como forma de lucha política”, la cual, de acuerdo con Randle, es un “método de lucha política colectiva, basada en la idea de que los gobiernos dependen, en último término, de la colaboración o, por lo menos, de la obediencia de la mayoría de la población y de la lealtad de los militantes, la policía y los servicios de seguridad civil.” Como lo menciona Hernández, ésta forma de resistencia no es la que más ha caracterizado a la población Colombiana, por el contrario, la resistencia en Colombia es más una forma de reflejar la “dimensión de defensa”.
El uso de constantes formas de violencia contra la población por parte de diferentes actores armados, ha generado el uso de formas de resistencia pacíficas, no violentas. Esta forma de resistir es reflejo de la necesidad de protección la cual es caracterizada por Hernández como un proceso, que no surge ni repentina ni individualmente, evita cualquier recurso a la
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violencia, es establecida por población civil aunque en su proceso encuentre el apoyo de otros entes de la sociedad y promueve la no colaboración con la parte violenta.
Esta caracterización es pertinente ya que, en el Pacífico colombiano, a mediados del siglo XX se reconoce un proceso organizativo de las comunidades afrocolombianas caracterizado por la asistencia y colaboración de otras partes de la sociedad así como de la comunidad internacional. No acude al recurso de la violencia y, a pesar de que algunos de sus pobladores se han tenido que unir y colaboran con algunos grupos armados, en su mayoría se promueve la no violencia y la búsqueda de otros recursos a fin de proteger la vida y la cultura
Los enfrentamientos que ocasionaron la masacre del 2 de mayo de 2002, son el resultado de factores sociales, políticos y de guerra que colisionaron en ese período en el municipio de Bojayá dejando un número lamentable de víctimas y la desestructuración social y espacial de una comunidad. Previo a la masacre, eran evidentes las características de discriminación y desprotección por parte del Estado en que vivían los pobladores de la comunidad de Bellavista. Dicha desprotección se hace evidente en la inasistencia del Estado al momento de proteger la vida de los civiles además de no asegurar el fácil acceso a los diferentes servicios básicos.
A pesar de las diferentes interpretaciones que se le han dado a la masacre o al crimen de guerra por parte de académicos y organizaciones internacionales en su mayoría, vale la pena concentrar la mirada en qué pasaba con la población, hacer una lectura de los hechos desde la población civil a fin de comprender unos procesos organizativos y, sobre todo, comprender la resistencia pacífica por la que optaron los pobladores en los procesos de estar en medio del fuego cruzado, del desplazamiento forzado y, finalmente, de reconstrucción de sus espacios culturales y sociales en el retorno.
Otra de las categorías que es de vital importancia para este análisis es la de Discursos Ocultos de resistencia planteada por James Scott y Ulrich Oslender. Es una categoría analizada por Ulrich Oslender, desde el contexto del Pacífico colombiano, en la cual 7
propone que "(…) los micro episodios de la vida cotidiana están constituidos frecuentemente por "discursos ocultos" de resistencia: estas tradiciones y expresiones culturales que desafían simbólicamente las estructuras del poder dominante sin hacerlo de manera pública y abierta. En palabras de Scott: ‘Cada grupo subordinado crea, a partir de su sufrimiento, un "discurso oculto" que representa una crítica al poder a espaldas del dominador’"1.
La aproximación y lectura que se quiere plantear del caso de Bojayá está dividida en 3 momentos: la masacre, el desplazamiento forzado y el retorno- reubicación, que corresponden a cada uno de los capítulos de este trabajo. Para la aproximación a los dos últimos momentos es preciso abordar otra categoría de análisis planteada por Ulrich Oslender llamada Geografías del terror, que se centra en entender cómo es el impacto que hechos violentos y de terror, llevados a cabo por grupos armados, dejan en los individuos y su relación con los espacios.
La aproximación a las fuentes también estuvo muy caracterizada por los periodos en los cuales fue planteado el problema. Es decir, una búsqueda concentrada en el caso específico de la masacre y el periodo y una búsqueda sobre el tema del desplazamiento forzado a fin de definirlo y contextualizar la crisis de ese periodo. Una de las fuentes más importantes para entender los hechos de la masacre del 2 de mayo fue el Informe sobre la misión de observación en el Medio Atrato (Bojayá, 9 al 12 de mayo de 2002) de la Organización de Naciones Unidas, en el cual se reconstruyen lo hechos a partir del 21 de abril de 2002 hasta mayo 12 de 2002. De igual forma, en el informe se exponen las diferentes infracciones del Derecho Internacional Humanitario (DIH) cometida por cada actor armado además de la responsabilidad estatal en los hechos.
Por otra parte fue de vital importancia el Informe del grupo de memoria histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación titulado Bojayá: La guerra sin límites, publicado en el año 2010 donde se hace todo un análisis de los hechos apoyado por talleres
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Oslender, Ulrich."Discursos Ocultos de resistencia": tradición oral y cultura política en comunidades negras de la costa Pacífica colombiana. En Revista Colombiana de Antropología. Vol., 39 ene-dic. 2003. p. 205.
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de memoria realizados con la comunidad; hace un recorrido de la situación de violencia que se vivía entonces en la región, narra los hechos puntuales de la masacre, analiza los procesos de ruptura y cambio que debieron enfrentar los pobladores a raíz de los hechos, se analiza la situación de desplazamiento masivo, presenta un informe exhaustivo del proceso de retorno y reubicación y presenta los procesos organizativos que surgen tras la masacre. Éste estudio también contiene un documental a través del cual se puede conocer el testimonio de algunas víctimas.
Está igualmente el estudio Bojayá, memoria y río violencia política, daño y reparación del Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia (PIUPC) publicado en 2005 por la Universidad Nacional de Colombia. Este trabajo tiene un enfoque psicosocial ya que es planteado como una “investigación- acompañamiento psicosocial” en el cual se presentan los contextos, hechos puntuales, se habla del desplazamiento forzado y también se analizan los procesos y vivencias que desde lo social, cultural e individual han surgido en los individuos y colectividades tras la masacre. Finalmente es preciso señalar que la búsqueda de fuentes para los hechos de la masacre está alimentada por los artículos de periódico particularmente de mayo de 2002 y algunos artículos conmemorativos de la masacre donde se puede rescatar el artículo titulado “Bojayá el cáncer de la guerra” un especial publicado por el periódico El Colombiano en febrero de 2010.
De otra parte, respecto a la búsqueda de fuentes sobre el desplazamiento forzado, de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento Forzado fueron tomados los datos de cifras sobre el año 2002. Para la definición como categoría de análisis el artículo titulado “The concept of internal displacement and the case of internally displaced persons as a category of concern” del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Sin embargo, para enfocar el tema al caso colombiano se tiene en cuenta algunos elementos de la política pública que existía en para el momento
En el primer capítulo se va a plantear en un primer momento, el contexto que antecede a la masacre pensando en las formas organizativas que han caracterizado las organizaciones colectivas del Pacífico colombiano. En un segundo momento, se va a hablar del hecho 9
concreto de la masacre del 2 de mayo de 2002 y cómo responden, se organizan, se protegen y resisten los pobladores. En este momento se incluye la categoría de análisis de Resistencia Civil planteada por Esperanza Hernández Delgado y la propuesta y definición de resistencia creadas en las mesas de trabajo de la Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana (Noviembre de 2002). Éste último a fin de dar un espacio a la mirada que tienen y proponen los afrocolombianos de temas como la resistencia. Finalmente, se plantea cómo un hecho tan violento como la masacre desestructura unos espacios organizativos pero sobretodo cómo golpea fuertemente las bases de una construcción identitaria colectiva e individual. En esta última parte, son vitales los conceptos de Identidad desde Eduardo Restrepo y de Identidad Cultural también planteado en la Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana.
El segundo capítulo está destinado a hablar sobre el desplazamiento forzado masivo que generó este hecho y cómo los pobladores siguen en la búsqueda de sus propios espacios y la construcción de unas resistencias colectivas y, lo que es más valioso al hacer contraparte a la guerra que los rodea, es que son construcciones pacíficas. Entendiendo el momento del desplazamiento forzado, como un fuerte fenómeno producto de la guerra capaz de desarticular y descomponer organizaciones y proyectos de vida individuales y colectivos. En este capítulo va a haber una breve aproximación al tema de la política pública de atención a desplazamiento forzado.
El tercer capítulo es un espacio para entender las formas en que los sectores más violentados y atacados por los grupos armados crean sus estrategias no sólo de supervivencia como ocurre inmediatamente después de actos de terror, sino unas estrategias que les permiten volver a ser lo que son culturalmente y replantear sus proyectos de vida y los espacios en medio de los contextos transformados por la guerra. Es también un espacio para comprender cómo la sociedad no es propuesta como un todo homogéneo, sino que dicha resistencia y organización surge y se aprehende de diferentes formas en cada individuo y en consecuencia con su rol en la sociedad. Este capítulo está enmarcado en el contexto de retorno y posterior reubicación del pueblo.
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Es así como se propone dar un panorama, entendido como un proceso con tres etapas, de las vivencias y construcciones que surgen en la sociedad civil que se ve enfrentada a momentos álgidos de violencia y puntuales de destrucción de estructuras identitarias. También se busca señalar cómo la cotidianidad de miedo, inseguridad y desprotección genera cambios radicales en las dinámicas sociales, familiares y culturales de una comunidad. Finalmente, tras ese cambio estructural se quiere concentrar la mirada en los roles que se empiezan asumir, por ejemplo serán muy valiosos los jóvenes con sus propuestas para entender cómo se trata de replantear un discurso debilitado por la guerra e incluso de soporte y solidaridad con el resto de la comunidad.
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I. Primer Capítulo El Dos de Mayo en Bellavista – Bojayá.
En el marco de la desprotección y el conflicto armado que han venido padeciendo las comunidades negras del Pacífico colombiano, ha existido una respuesta y agrupación de ellos para enfrentar diferentes situaciones de violencia, desplazamiento forzado y discriminación, es decir han debido crear unas formas de resistencia pacífica. Poblaciones ubicadas en las riquezas del pacifico colombiano se han venido enfrentado a “la desgracia de la buena suerte” como lo ha descrito el líder afrocolombiano Naka Mandiga. Diversos intereses se han agrupado en la región originando el uso de violencia desmedida contra la población, el desplazamiento forzado y la desterritorialización de comunidades enteras.
La experiencia de Bojayá del año 2002, es un contexto que permite analizar las formas organizativas y de resistencia que se generan en las comunidades como respuesta a un hecho violento. En este primer capítulo se va a plantear, en un primer momento, el contexto que antecede a la masacre pensando en las formas organizativas (por ejemplo los consejos comunitarios) que han caracterizado las organizaciones colectivas del Pacífico colombiano. El tema de las formas organizativas se va a analizar desde las propuestas teóricas de Discursos Ocultos de Resistencia planteadas por James Scott y Ulrich Oslender.
En un segundo momento, en el capítulo se va a hablar del hecho concreto de la masacre del 2 de mayo de 2002 y cómo responden, se organizan, se protegen y resisten los pobladores. En este momento se incluye la categoría de análisis de Resistencia Civil planteada por Esperanza Hernández Delgado y la propuesta y definición de resistencia creadas en las mesas de trabajo de la Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana (Noviembre de 2002). Finalmente, se plantea cómo un hecho tan violento como la masacre desestructura unos espacios organizativos pero sobretodo cómo golpea fuertemente las bases de una construcción identitaria colectiva e individual. En esta última parte, son vitales los conceptos de Identidad desde Eduardo Restrepo y de Identidad Cultural también planteado en la Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana.
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A partir de la propuesta teórica de James Scott de discursos ocultos de resistencia, los puntos más importantes para aproximarse y definirla como categoría o concepto son: en primer lugar “es un producto social (…) resultado de las relaciones de poder entre subordinados”; segundo, dicho discurso existe en tanto “es practicado, articulado, manifestado y diseminado dentro de los espacios sociales marginales”; y tercero, los espacios en que se practican y promueven dichos discursos “son por sí mismos una conquista de la resistencia, que se gana y se defiende en las fauces del poder” 2 . Éstos puntos, que promueven un análisis de dichos espacios de resistencia y de los discursos ocultos, son claves para el análisis de las formas organizativas y de resistencia que se han presentado en el Pacífico Colombiano, pero muy particularmente para entender cómo se desarticulan y de qué forma se vuelven a articular dichos discursos como consecuencia de una experiencia extremadamente violenta como el crimen de guerra de Bellavista.
Existe todo un contexto previo a la masacre de Bojayá del 2 de Mayo de 2002, por ejemplo la promulgación de la ley 70 de 1997, en el cual se empiezan a crear y radicar lenguajes, discursos e ideas de formas organizativas (pacíficas y comunitarias) que se instalan en las mentalidades de los afrocolombianos y es lo que constantemente va a alimentar un discurso propio de resistencia, autonomía y organización comunitaria. Son conocidas diferentes expresiones que fortalecen una idea de resistencia; sin embargo, los consejos comunitarios son las formas más importantes del periodo (antecedente a la masacre del 2 de mayo) de empezar a construir sus propios discursos ocultos de resistencia como consecuencia y en respuesta a un contexto eminentemente violento (enfrentamientos armados, desplazamiento forzado, desterritorialización).
Discursos ocultos de resistencia es una categoría analizada por Ulrich Oslender, desde el contexto del Pacífico colombiano, en la cual propone que "(…) los micro episodios de la vida cotidiana están constituidos frecuentemente por "discursos ocultos" de resistencia: estas tradiciones y expresiones culturales que desafían simbólicamente las estructuras del poder dominante sin hacerlo de manera pública y abierta. En palabras de Scott: ‘Cada
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Scott, James. “La creación de espacio social para una subcultura disidente”. En Los dominados y el arte de la resistencia: discursos ocultos. México, Ediciones Era. 2004. P.149.
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grupo subordinado crea, a partir de su sufrimiento, un "discurso oculto" que representa una crítica al poder a espaldas del dominador’"3.
Desde la década de 1980, los afrodescendientes de la región del Pacífico se empiezan a organizar en torno a los consejos comunitarios;
las comunidades de la mayoría de
municipios chocoanos organizados en comités locales4 se agrupan en torno a organismos como El Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato (en adelante COCOMACIA). Para el periodo5 de comienzos de 1990 y como consecuencia de la organización comunitaria, se empieza a construir un discurso en torno a la protección de los territorios de afrocolombianos, la protección de un patrimonio cultural, ambiental y de comunidades étnicas. De acuerdo con Oslender, lo oculto de estas formas de resistencia no se limita a que las acciones y organización se desarrollen en espacios “a espaldas de un poder dominante” sino que también hace referencia a cómo estos discursos están cargados de un potencial que puede adquirir las características de todo un “proyecto político” 6 . En el caso de la organización en consejos comunitarios, se pueden destacar unos rasgos claros de proyecto político ya que se plantean y construyen en torno a unas ideas de desarrollo, además de construir políticas a través de las cuales se exige el ejercicio efectivo de sus derechos territoriales, étnicos y humanos. Los consejos comunitarios en si constituyen una “estrategia política” para las comunidades de afrocolombianos mediante la cual buscan su autonomía, asumiendo roles de control social, resolución de conflictos y prevención o manejo de crisis humanitarias como el desplazamiento forzado. En la práctica de estos ejercicios de resistencia se fortalecen
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Oslender, Ulrich."Discursos Ocultos de resistencia": tradición oral y cultura política en comunidades negras de la costa Pacífica colombiana. En Revista Colombiana de Antropología. Vol., 39 ene-dic. 2003. p. 205. 4 Bello A., Martha, Martín Cardinal, Elena y otros. Bojayá, Memoria y Río: violencia política, daño y reparación. Bogotá D.C.: Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia –PIUPC–, Universidad Nacional– Sede Bogotá. Colciencias. 2005. p.39. 5 Luego de la promulgación Ley 70 de 1993; “la cual tiene por objetivo reconocer a las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldías en las zonas rurales ribereñas de los ríos de la cuenca del pacífico de acuerdo con sus prácticas tradicionales de producción, el derecho a la propiedad colectiva (…)”. Tomado de http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley/1993/ley_0070_1993.html consultado en febrero de 2011. 6 Oslender, U."Discursos Ocultos” p. 207.
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discursos en torno a la autonomía comunitaria y la autonomía territorial. La autonomía comunitaria definida en torno a la valoración de la identidad cultural, de las tradiciones y de control social. Y La autonomía territorial en la medida en que se tiene pleno control y dominio sobre sus propios territorios, tradiciones, medio ambiente, alimentación y libre circulación (como el control del río)7. Según James Scott8 “ninguna de las prácticas ni de los discursos de la resistencia puede existir sin una coordinación y comunicación tácita o explícita dentro del grupo subordinado”9. En el caso de los consejos comunitarios que giran en torno a organizaciones como COCOMACIA, es posible pensar que la estructura o columna vertebral que se convierte en el eje de comunicación y coordinación es el Río Atrato, es decir, toda una organización de los poblados a lo largo del río.
Por otro lado, Scott afirma que estos espacios autónomos, son lugares para disciplinar y construir “patrones de resistencia”10. En el Pacífico Colombiano existe un espacio claro de disciplina en los consejos comunitarios en tanto existen procesos de aprendizaje para fortalecer sus áreas de trabajo (comunicaciones, etnodesarrollo, etnoeducación, derechos humanos, producción y comercialización etc.) Cada una de estas áreas de trabajo está claramente estructurada con la propuesta de unos objetivos generales y específicos, misión, funciones y líneas de trabajo entre otros11.
Es importante señalar que la lectura que se plantea de estos discursos de resistencia, para el caso del Pacífico, tiene un componente que no es planteado a partir de Scott pero que tiene
7 Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana. "Mesa de vida y resistencia." Bogotá 22-25 de Noviembre 2002. Tomado de http://axe-cali.tripod.com/cepac/union-afro/ consultado en enero de 2011. 8 Scott, J. “La creación de espacio social para una subcultura disidente”. P.150. 9 Se habla de subordinación ya que todo el planteamiento teórico de Scott está construido a partir de las relaciones que se dan entre grupos dominantes y dominados, específicamente la respuesta que estos últimos construyen a ciertas acciones represivas. 10 Scott, J. “La creación de espacio social para una subcultura disidente”. P.150. 11 Es así como la organización COCOMACIA plantea por ejemplo como misión: “Garantizar una comunicación ágil, veraz y oportuna entre los miembros directivos y sus consejos locales para fortalecer la articulación interna. Así mismo informa y divulga el acontecer del área de influencia de Cocomacia, haciendo un buen uso y aprovechamiento de las diferentes formas y medios de comunicación para contribuir a consolidar el control social y territorial de la organización e incidir en el ámbito nacional e internacional.” Tomado de http://www.cocomacia.org.co/ Consultado en Diciembre de 2010.
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que ser pensado como una estrategia y forma de resistencia. Esta lectura es que, estas organizaciones crean unas redes que servirán para plantear sus propuestas políticas, para divulgar diversas situaciones sobretodo de violación de derechos, además de ser fuente de recursos económicos. Estas redes, alianzas o asociaciones, están formadas por algunos sectores del Estado por ejemplo: el Sena, la Gobernación y el Ministerio de Agricultura; de Agencias de cooperación internacional y Organizaciones no gubernamentales como el Alto comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM); y Embajadas como la de Holanda y Canadá12.
Indudablemente ésta construcción social de espacios de resistencia y de discursos tiene un impacto significativo en el municipio de Bojayá, igualmente la comunidad se apropia de procesos organizativos como los consejos comunitarios, de discursos y de herramientas en la defensa por la vida, la cultura y sus territorios. Sin embargo, sin olvidarnos de las experiencias violentas y dolorosas de tantos otros municipios del Pacifico y del resto país, la experiencia traumática de la comunidad de Bellavista (cabecera municipal de Bojayá) del dos de mayo de 2002 le imprime unas características muy particulares a la organización social, a los espacios de resistencia y a los medios a través de los cuales se piensa y se busca una autonomía en la reivindicación de sus derechos.
Existe un gran contexto histórico de violencia armada en la región ya que factores económicos, de desarrollo, narcotráfico, monocultivos y de control territorial, convergen en la zona generando un escenario de violencia y guerra. Los hechos más dolorosos para el municipio de Bojayá y de Vigía del fuerte - Antioquia (municipios que “Eran considerados como un fortín de guerra de la guerrilla de las FARC, al haber estado asentada allí desde el año 2002”13), se enmarcan en una carrera armada que empiezan grupos paramilitares para luchar por el control territorial del Medio Atrato a la guerrilla de las FARC.
Paramilitares ingresan a la zona del Medio Atrato el 17 de abril de 2002, generando fuertes enfrentamientos armados con la guerrilla desde ese día hasta el 7 de mayo de 2002. Desde 12
Tomado de http://www.cocomacia.org.co/ consultado en Diciembre de 2010. Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). Grupo de memoria histórica. Bojayá. La guerra sin límites. Taurus Bogotá, 2010. p.45. 13
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octubre de 2001 fueron emitidas al menos 12 alertas tempranas por diferentes organismos estatales y no estatales como la
Procuraduría Delegada para los Derechos Humanos
(Octubre de 2001), el Procurador General del chocó (Diciembre de 2001), la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas Para los Derechos Humanos (Abril de 2002) Defensoría del Pueblo (Abril de 2002) y la Diócesis de Quibdó14; en los cuales se daba a conocer el riesgo en el cual estaba la población civil de la región por la disputa territorial que se presentaba entre los dos grupos armados. Sin embargo, la fuerza pública se hizo presente sólo hasta mayo 7 de 2002. Tabla1
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CNRR. Bojayá. p. 44.
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Fuente: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Bojayá la guerra si límites. Tomado de http://memoriahistorica-cnrr.org.co/s-informes/informe-9/ Luego de la incursión paramilitar a Vigía del Fuerte el 21 de Abril, el líder del grupo paramilitar alias “Camilo” se dirigió con un grupo de sus hombre a Bellavista para informar a los pobladores de los objetivos de la incursión en la región. Reunida la población civil el líder paramilitar se dirigió a ellos “cuando lo realizó, una de las líderes asumió la vocería de la comunidad para expresar su rechazo, haciendo la lectura pública de la Declaración por la vida y la paz, el mismo documento que la comunidad había elaborado en 1999 y que le había leído a la guerrilla el 22 de noviembre de 2001.15" (Declaración por la vida y la paz, ANEXO 1).
La lectura de la Declaración por la vida y la paz, es uno de los sucesos más valioso e importantes que concretizan un acto de resistencia civil en el municipio de Bojayá. Para abordar este suceso como forma organizativa, autónoma y pacífica de resistencia, es importante hacerlo desde el planteamiento teórico de Esperanza Hernández, quien trabaja el tema de resistencias para la paz en Colombia; además de incluir los elementos ya mencionados de la propuesta de Oslender. De acuerdo con Hernández las resistencias para la paz en el país:
“(…) evidencian valores y posturas de culturas milenarias, capacidades insospechadas para construir paz desde la no violencia, procesos y acciones colectivos identificados por sus protagonistas como 'fuerza vital' y 'ejercicio de autonomía, autodeterminación o neutralidad activa', mecanismos pacíficos de defensa y propuesta, y esencialmente poderes pacifistas transformadores, paces imperfectas, realidades esperanzadoras para este país."16 La experiencia histórica de los afrocolombianos del Pacífico colombiano y en particular del Chocó, ha venido dejado la huella ancestral (“valores y posturas”) a partir de la cual los pobladores construyen y fortalecen las mentalidades de sus comunidades, a fin de proteger la vida en el marco del conflicto armado en el cual diariamente sobreviven. Estas formas de
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Ibid. P. 48. Hernández Delgado, Esperanza. “Resistencias para la paz en Colombia. Experiencias indígenas, afrodescendientes y campesinas" En RPC Revista Paz y Conflictos Número 2, 2009. 16
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resistir y de fortalecer en los imaginarios la idea de la no-violencia, es lo que les brinda la oportunidad de manifestarse por sus vidas y de mantener en pie los rastros de una "cultura milenaria".
Al acercarse a dicha declaración elaborada por los afrocolombianos, es posible reconocer la mayoría de los elementos que Hernández menciona en su caracterización de la resistencia civil en Colombia. Para empezar, lo no violento prima en todos los puntos de la declaración en los que, por el contrario, se pide respeto por la vida, por el derecho a vivir en paz, por el derecho a no ser involucrados en los conflictos y a respetar los espacios de la población civil, etc. Por otro lado, es un ejercicio claro de autonomía y autodeterminación. En sí toda la propuesta de la comunidad es una muestra de autodeterminación, un llamado constante a que se le reconozca su autonomía como pueblo (libre circulación por el territorio, comercialización de sus productos, etc.).Además de esto, se entiende como un proceso de autodeterminación y autonomía en la media en que no sólo hacen unas exigencias sino que proponen y se comprometen a algo. Y una manifestación clara en su postura de neutralidad, es hablar de la no colaboración, rechazar la pertenencia a la guerra y no ofrecer sus recursos (dinero, combustible, víveres, etc.) a ningún grupo armado.
Esta forma de resistencia pacífica puede ser considerada como lo que Arturo Escobar denomina “resistir in situ a los traumatismos de la modernidad” es decir, un mecanismo alterno a la violencia, al desplazamiento forzado, que busca la seguridad alimentaria, cultural, territorial, política entre otras: "En muchos casos, es necesario meditar sobre los medios alternativos que se pueden hallar para tratar esos problemas (Desplazamientos masivos y empobrecimiento), reforzando la capacidad de las poblaciones para resistir in situ los traumatismos de la modernidad -desde la pobreza hasta la guerra-, apoyándose en las luchas que llevan a cabo para defender sus localidades y culturas, alentándolas a que cobren autonomía en el plano territorial y cultural. La seguridad alimentaria y los derechos culturales y territoriales son fundamentales para alcanzar ese objetivo.”17
17 Escobar, Arturo. "Desplazamiento, desarrollo y modernidad en el Pacífico colombiano. En Conflictos e (in)visibilidad. Retos en los estudios de la gente negra en Colombia. Popayán, Universidad del Cauca, 2004. p 55.
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Hernández también menciona que las resistencias civiles en Colombia pertenecen a las dos dimensiones de una resistencia civil que son: la dimensión política y la dimensión de defensa. Respecto a la Declaración por la vida y por la paz, se puede catalogar el documento dentro de una dimensión política y de defensa porque según Hernández la dimensión política es un “mecanismo de lucha contra diversas formas de exclusión que materializan la violencia estructural.” Y en la dimensión de defensa pues la define “como protección de las comunidades frente a la violencia del conflicto armado."18 Es por esto que en un fragmento de la declaración, los pobladores hablan no sólo de ser víctimas de una violencia como consecuencia del conflicto armado, sino que también se refieren a una violencia estructural que los discrimina, margina y empobrece(Ver Anexo 1).
Ulrich Oslender, por su parte, dice que los discursos ocultos son formas de desafío simbólico a las “estructuras de un poder dominante”19. Proyectar esta idea a la Declaración, es entender que el poder dominante es un grupo armado en la zona (paramilitares o guerrilla), pero también es entenderlo como desafío directo a ese poder, está en juego la vida y la seguridad de la población civil, además de que lo interesante es que este documento es producto de una organización de resistencia que se manifiesta de forma abierta y pública. Así, al ser este documento producto de una organización comunitaria, se entiende como una resistencia pacífica más no pasiva.
Para profundizar en el tema de la resistencia como tal, es imprescindible hablar de ésta como es propuesta y definida desde la propia población afrocolombiana. En la Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana desde la “mesa de vida y resistencia”, se propone una definición de Resistencia como estrategia de vida y seguridad:
"La otra estrategia que proponemos para sobrevivir al conflicto es la RESISTENCIA, entendida como la capacidad de ser y estar en nuestros territorios y una medida para evitar la desintegración social y cultural, producto del desarraigo, el desplazamiento, la discriminación y el etnocidio. Pero la 18
Hernández Delgado, Esperanza. "Los significados de la resistencia civil en Colombia." En Resistencia civil artesana de paz. Experiencia indígena, afrodescendiente y campesina. Bogotá. Pontificia Universidad Javeriana. 2003. 19 Oslender, U."Discursos Ocultos” p. 205.
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RESISTENCIA frente al conflicto no debe reducirse a la simple posición de 'neutralidad' frente al mismo, ella trasciende como un derecho fundamental para preservar la vida, la cultura y nuestra sociedad. El pueblo afrocolombiano resiste en la medida en que busca preservar su dignidad como pueblo, con sus costumbres y tradiciones que la distinguen de otras formas de ver el mundo. (...)Habrá la necesidad de definir un cuerpo conceptual y contextual para edificar la resistencia a partir de la valoración y defensa del territorio como espacio para el ejercicio del ser, de la identidad y sus mecanismos culturales y rituales de defensa, desde la organización como instrumento político mediador y de confianza que autónomamente define el cómo, cuándo y dónde resistir." Dicho “cuerpo conceptual”, nace desde organizaciones colectivas (COCOMACIA, Consejos Comunitarios, La Asociación Campesina Integral de Atrato –ACIA-, etc.) que de alguna forma se encargan de construir y esparcir un lenguaje y unas acciones que van a caracterizar la cotidianidad de los afrocolombianos en dicha resistencia. Es así como se puede concluir que acciones como la lectura de la Declaración por la vida y la paz concretizan la definición de una cultura que resiste a la violencia y la pobreza y se proyecta a fortalecer su identidad.
Con la idea de fortalecer la perspectiva de autonomía en estos espacios de resistencia, desde Mieke Wouters se habla de tres elementos que la componen y la caracterizan: control territorial, control social y la construcción de un plan de etno desarrollo; que se constituyen como un mensaje abierto a los grupos armados, afirmando que son ellos los dueños de sus tierras, su cultura y quienes manejan el territorio a través de consejos comunitarios, reglamentándolo y orientándolo a su gente.20
Lastimosamente, esta importante construcción social de una propuesta por el respeto a la vida y los espacios de la sociedad civil no fue escuchada en el municipio de Bojayá. Muy seguramente de haber sido atendido este llamado, junto con las alertas tempranas emitidas desde octubre de 2001, se hubiera evitado este doloroso crimen de guerra de mayo del 2002. De esta forma, no constituye un poder pacifista transformador como podría ser 20
Wouters, Mieke. "Comunidades negras, derechos étnicos y desplazamiento forzado en el Atrato Medio: respuestas organizativas en medio de la guerra." En Afrodescendientes en las Américas trayectorias sociales e identitarias 150 años de la abolición de la esclavitud en Colombia."Universidad Nacional de Colombia. 2002. p.378
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pensado desde Hernández pero sí es todo un ejercicio de resistencia pacífica que se puede seguir construyendo y fortaleciendo en los espacios sociales que cohabitan con la guerra.
El primero de mayo de 2001, se inician fuertes enfrentamientos entre guerrilla de las FARC y paramilitares en el municipio antioqueño de vigía del fuerte. El mismo día los enfrentamientos se dirigen hacia Bellavista. El grupo guerrillero se encontraba ubicado en Barrio Pueblo nuevo perteneciente al corregimiento de Bellavista pero separado de éste por Caño Lindo; mientras que los paramilitares, en su mayoría, se ubicaron en el centro del pueblo al otro lado del caño, protegiéndose por las construcciones de cemento que son la iglesia, la casa cural y la casa de las Misioneras Agustinas ya que el resto de casa son construidas en madera.
Los habitantes en medio de los enfrentamientos también empiezan a refugiarse en la zona central del pueblo, pues pensaron que en sus casas de madera no iban a estar protegidos como en una construcción de cemento. Es así como se señala que “Aproximadamente 300 personas se refugiaron en la iglesia, otras 100 personas en la casa cural y 100 más en la casa de las Misioneras Agustinas.” 21 Allí permanecieron los bellavisteños y pasaron la noche a pesar de que ese día los enfrentamientos cesaron hacia el medio día.
El dos de mayo se retomaron los enfrentamientos entre los dos grupos armados. La población civil se encontraba resguardada en los mismos lugares del día anterior, la guerrilla en el Barrio Pueblo Nuevo y los paramilitares en el centro de Bellavista protegiéndose tras las edificaciones donde estaba toda la población civil. Desde su ubicación al otro lado del caño, los guerrilleros instalan un lanzador de pipetas o cilindros– bomba y a lo largo de la mañana lanzan un total de cuatro pipetas. Dos de las pipetas lanzadas, la segunda y la cuarta, caen sin estallar, mientras que la primera estalla en una casa sin dejar más daños que los materiales, y la tercera cae y estalla en la iglesia donde se encontraban refugiadas 300 personas. “Aproximadamente hacia las 10:45 horas, la tercera
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CNRR. Bojayá. p. 57.
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pipeta estalló en el altar de la Iglesia. La explosión causó unos 119 muertos y 98 heridos, un porcentaje significativo de ellos menores de edad.” 22
Uno de los hechos más ambiguos es el refugio que buscó la población civil en la iglesia. Se habla no sólo de un lugar de cemento que podría haberlos protegido más que sus casas sino que se reconoce todo una búsqueda simbólica de protección desde lo religioso, lo colectivo y las figuras representativas como las hermanas misioneras y el párroco de la iglesia. Este hecho también es pensado como una estrategia clara para sobrevivir; Sin embargo es posible plantearlo como un acto de resistencia pacífica que hace alusión a lo que, desde Hernández, es propuesto como una dimensión de defensa de la resistencia civil.
Tampoco es simple supervivencia ya que, de acuerdo con Ulrich Oslender, este hecho se puede pensar como una Estrategia espacial de resistencia ya que “Las formas en que las poblaciones afrocolombianas se enfrentan al contexto de terror tiene una espacialidad específica. El entorno físico es importante en este aspecto, en tanto brinda el medio para la articulación de resistencias. Durante incursiones de actores armados, por ejemplo, sucede que algunos pobladores locales se esconden en ciertos lugares o huyen a través de rutas particulares que les dan cierta ventaja sobre los agentes de terror."23
Esconderse en la iglesia, en la casa de las hermanas Agustinas y en la casa cural es un acto de protección contra la violencia armada por parte de la población civil. Aunque debe ser claro que entre los grupos armados debía existir un respeto por la vida de los civiles y no dejar en medio del fuego cruzado a esta población de acuerdo, claramente, por lo establecido por el Derecho internacional Humanitario24 (en adelante DIH). 22
Organización de Naciones Unidas. Informe sobre la misión de observación en el Medio Atrato (Bojayá, 9 al 12 de mayo de 2002). Bogotá. ONU. 2002. pp. 9-10. 23 Oslender, Ulrich. "Geografías del terror y desplazamiento forzado en el Pacífico Colombiano: conceptualizando el problema y buscando respuestas." En Conflicto e (in)visibilidad. Retos en los estudios de la gente negra en Colombia. Universidad del Cauca, 2004.P 44. 24 Según el Derechos Internacional Humanitario: “1. La población civil y las personas civiles gozarán de protección general contra los peligros procedentes de operaciones militares. 2. No serán objeto de ataque la población civil como tal, ni las personas civiles. Quedan prohibidos los actos o amenazas de violencia cuya finalidad principal sea aterrorizar a la población civil. 3. Las personas civiles gozarán de las protección que confiere ese Título, salvo si participan directamente de las hostilidades y mientras dura la participación.” Comité Internacional de la Cruz Roja y Cruz Roja Colombiana. “Protocolo II adicional al convenio de Ginebra del 12 de agosto de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin
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Sin embargo la población civil tomó una postura clara de resistencia. Esto es importante sobre todo porque no abandonaron su postura de neutralidad y de no colaboración. Como lo relata el periodista Paco Gómez Nadal: “Dentro del templo, tres sacerdotes - Antún, Janeiro y Antonio - trataban de alimentar a ese gentío y de animarlo con el constante acompañamiento. Al otro lado de las paredes se oían carreras, disparos y explosiones. Varias veces los paramilitares, atrincherados en esa zona del pueblo, les pidieron auxilio. No se lo dieron. Explicaron a gritos que ése era refugio de la población civil y que no podían dejar entrar actores armados.”25
Luego de la explosión del tercer cilindro-bomba, los enfrentamientos entre los grupos armados no cesaron. Es por esto que, el grupo de sobrevivientes encabezado por el padre Antún Ramos, deciden organizarse tomando pañuelos y ropa de color blanco salen en medio del fuego cruzado. Las personas, esquivando balas y hondeando sus banderas blancas, entonaban consignas por sus vidas y liderados por el padre Antún gritaban: “¿Quiénes somos? Población civil. ¿Qué exigimos? Respeto por la vida”26.
Si bien este hecho puede ser pensado como otra estrategia de supervivencia, tiene dos aspectos muy valiosos; uno referente a la estructura social de las comunidades chocoanas que es el papel de la Iglesia como líder y autoridad. Este hecho aunque simbólico encarna lo que representado social y culturalmente la Diócesis de Quibdó en la zona. Y el otro es el carácter no violento que caracteriza los discursos de la resistencia en los espacios afrocolombianos; incluso se habla de “la cultura de la bandera blanca”, como un espacio
carácter internacional. Título IV – Población civil. Artículo 13. Protección de la población civil”. En Derecho Internacional Humanitario aplicable en Colombia. Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Cruz Roja Colombiana. Bogotá. pp.27-28. 25 Gómez Nadal, Paco. "Los testigos del pueblo fantasma." En Los muertos no hablan. Bogotá. Aguilar. 2002. p. 51. 26 Lancheros, Aída Carolina y Rincón, Julián Andrés. "Bojayá: entre el miedo y los miedos." En Afroreparaciones: Memorias de la Esclavitud y Justicias Reparativas para negros, afrocolombianos y raizales. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2007. p. 452.
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que surge tras experiencias de violencia y enfrentamientos armados y es vehículo de protección para las comunidades.27
Para empezar con el segundo aspecto, desde la perspectiva de Esperanza Hernández quien define que "En Colombia, la resistencia civil ha representado un mecanismo noviolento de construcción de paz que materializa otras realidades, significados, escenarios, actores, requerimientos y posibilidades de paz en este país. (…) Ellas (las resistencias civiles en Colombia) indican que la paz también la construyen las bases desde lo local, mediante mecanismos no violentos que se ejercen frente a diversas violencias y actores violentos." Se toma como muestra el hecho de la huída con banderas y consignas por la vida, como una construcción colectiva frente a un hecho violento y desmedido hacia ellos, como un hecho no violento que concretiza los discursos y lenguajes que la mayoría de afrocolombianos 28 han aprehendido y puesto en marcha.
El hecho de construir sus propios espacios, de reconocer su categoría de victimas (que los define en diferentes sentidos, pero no los limita sino que, por el contrario, se encargan de conocer sus derechos promoviendo y defendiendo su condición de población civil) es generar una autonomía y una resistencia colectiva. Es por esto que no colaborar con la guerra, ser neutrales (no haber tomado posición de guerra con los paramilitares o guerrilleros y no empuñar un arma), gritar consignas en medio de los enfrentamientos armados, levantar un pañuelo blanco es no rendirse ante la guerra y es, claramente, un mecanismo no violento, pacífico, de construir la paz. En este punto de violencia cuando la lucha por un espacio físico, por la tierra, por las casas, por lo materia ya no es posible, se empieza una lucha por vivir, resistir porque se les respete la vida que es finalmente en donde residen las tradiciones, las identidades y los valores culturales.
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Caicedo, Luz Piedad, Manrique, Daniel, Millán, Delma Constanza y otros. Desplazamiento y retorno. Balance de una política pública. Libro 2. Espirales del desplazamiento. El retorno a Bojayá, Chocó.” Textos de Aquí y ahora. Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos. Bogotá, 2006. P.52. 28 No se debe generalizar la neutralidad y no colaboración de las personas de comunidades afrocolombianas al conflicto y los grupos armados. Voluntaria e involuntariamente, por diversos motivos el camino de algunos afrocolombianos ha sido la guerra perteneciendo a algún grupo armado. Sin embargo, este no es un tema que se vaya a desarrollar en este trabajo.
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El segundo punto es el papel de la Iglesia, tanto los párrocos, en particular el padre Antún Ramos, como la Diócesis de Quibdó. Al momento de pensar en una estructura social de la comunidad de Bojayá, en la cabeza se puede colocar, desde su labor y responsabilidad social, a la Iglesia. Ésta institución con sus párrocos representantes ha tenido un gran valor en la consolidación de organizaciones sociales, iniciativas culturales y artística, además una fuerte participación en la resistencia al conflicto armado. Es así como desde el estudio Bojayá, memoria y río, se concretiza el rol tan valioso que juega la Iglesia en estrategia con la comunidad:
"(…) Al lado de organizaciones indígenas y afrocolombianas de trayectoria, (la Iglesia) ha trazado alianzas estratégicas de protección y de denuncia, que en muchas ocasiones le han acarreado graves consecuencias y limitaciones en su trabajo evangelizador y comunitario. Además, en un contexto de marginalidad y pobreza histórica como el de Bojayá y la región chocoana en general, resulta casi inevitable que la Iglesia termine por asumir un papel suplementario al del Estado, papel que a la vez refuerza su presencia y legitimidad en la zona."29 De hecho, entre las dinámicas sociales, políticas y culturales de una zona como Bojayá la Iglesia no se constituye ni promueve como un ente neutral; por el contrario, la iglesia toma una postura firme y es la de estar al lado de la población civil y construir estrategias de toda índole con ellos. Es también una de los medios a través de los cuales la comunidad puede levantar una voz de denuncia por situaciones que los empobrecen, victimizan y marginan.30
Las comunidades del Pacífico colombiano, desde la década de los 80, han venido experimentado situaciones de violencia estructural y guerra, además de la implementación de nuevos procesos de desarrollo (megaproyecto) y explotación de los recursos naturales de la región. Sin embargo, la masacre de Bojayá se da en un contexto de agudización de la guerra, se aumentan las víctimas y el desplazamiento forzado ya que, el año 2002, es el momento en el cual se rompen las negociaciones oficiales ente el gobierno y la guerrilla de las FARC.
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Bello A., M., Martín Cardinal, E. y otros. Bojayá, Memoria y Río.p.39. "No somos neutrales." 16 de Mayo 2002. Tomado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1331960 Consultado en marzo de 2011 30
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Vivir en medio de una situación de conflicto armado ha generado el debilitamiento en muchos aspectos culturales y territoriales de las comunidades afrocolombianas. De esta forma, la experiencia traumática y dolorosa de masacre significó la desestructuración social de Bellavista y el debilitamiento y transformación de sus formas organizativas y de resistencia. Es así como las comunidades han sido blanco específico de la violencia armada que se vive en la región, violencia que, de acuerdo con Arturo Escobar, apunta a:
"(…) disgregar la integridad territorial, social, cultural de los grupos negros e indígenas, imposibilitándoles así el ejercicio de su prácticas culturales; acabar con sus formas de organización, expulsando sistemáticamente a los militantes de sus movimientos o eliminándolos a veces; y apoderase de los recursos naturales (madera, oro, plantaciones de palma africana) sin respeto alguno de la reglamentación sobre el medio ambiente y los derechos de los habitantes. El objetivo último de la violencia, en opinión de los militantes, es la eliminación de la diferencia cultural de los grupos étnicos de la región del Pacífico."31 Además de haber ocurrido en un momento político tan específico, la masacre de Bojayá, según la Comisión Nacional de Reparación y reconciliación (En adelante CNRR)32, tiene unas características particulares que la hacen una de las tragedias más impactantes y dolorosas del país. Para empezar el número de víctimas mortales es encabezado por niños, niñas y mujeres “La mayoría de masacres y eventos de violencia política que han ocurrido en el país suelen afectar mayoritariamente a hombres adultos; pero en este caso la mayor cantidad de víctimas mortales fueron menores de edad (48 niños y niñas), un alto e inusual número de mujeres (41 en total incluyendo a las niñas) y dos adultos mayores.”33
La masacre ocurrió en un lugar de culto de la población civil. La iglesia, además de tener un valor simbólico y religioso muy importante en la comunidad, es autoridad en la región. En este sentido, además del hecho de “pensar en la presencia de Dios allí”, muchos factores se unieron para que los pobladores pensaran en la iglesia como un espacio seguro. Además de esto, se esperaba que por ser un lugar de religioso, un templo, debía ser respetado por los actores armados: “Protección de los bienes culturales y lugares de culto: Sin prejuicio de las 31
Escobar, A. "Desplazamiento, desarrollo y modernidad”. P. 58. CNRR. Bojayá. p. 91. 33 Ibid.p.92. 32
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disposiciones de la Convención de la Haya del 14 de mayo de 1954 para la protección de los bienes culturales, queda prohibido cometer actos de hostilidades dirigidos contra los monumentos históricos, las obras de arte o los lugares de culto que constituyen el patrimonio cultural o espiritual de los pueblos, y utilizados en apoyo del esfuerzo militar.” 34
Otra de las características es que, como los enfrentamientos no cesaron luego de la explosión en la Iglesia “hubo una huida masiva y un desplazamiento forzado que para algunos fue definitivo”35 . De hecho, cuando los pobladores estaban huyendo por el río escucharon el lanzamiento del cuarto cilindro-bomba que cayó sin explotar en el patio trasero de la casa de las Hermanas Agustinas. Además de esto, las heridas y víctimas fueron causadas por armas no convencionales prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario. Y, sumando a todas estas características, está el hecho de que fue una masacre previamente anunciada. Se hubiera podido evitar de haber sido atendidas, por parte del gobierno, las alertas tempranas emitidas por diferentes organismos desde octubre de 2001 o si, en últimas, el grupo paramilitar hubiera escuchado el llamado de la población civil de abandonar el pueblo.
Esta experiencia no sólo dejó daños físicos en las personas y los lugares, sino que también dejó una huella casi imborrable en las estructuras sociales y familiares de la comunidad. Podría decirse que, aunque constantemente se traten de olvidar o borrar los recuerdos, son tan fuertes y cambiaron tanto las dinámicas de una comunidad que ahora éstas giran en torno a ese doloroso tema. Es por esto que es preciso pensar en cómo las identidades, estructuras sociales y territoriales son desarticuladas por un evento violento como el de mayo de 2002.
Si se piensa en una organización jerárquica en la comunidad de Bellavista y en la mayoría de grupos afrocolombianos, los ancianos ocupan el lugar más alto y por ello el más respetado. El saber tradicional que por generaciones se ha trasmitido mediante la tradición
34 35
CICR, Cruz Roja Colombiana. Derecho Internacional Humanitario aplicable en Colombia P. 30. CNRR. Bojayá. p. 91.
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oral supone una de las armas más valiosas de la cultura afrocolombiana. Este conocimiento en medicina tradicional, agricultura, pesca, medio ambiente, religión etc., es el que les ha permitido crecer cultural, social y espiritualmente, les permite mantener viva toda una tradición y legado ancestral; además de permitirles sobrevivir en condiciones precarias como las de Bellavista y, en general, las del Pacífico colombiano.
Acabar con la vida de los ancianos, aunque entre las víctimas no constituyan un número tan grande como el de niños, niñas y mujeres, significa debilitar las bases del conocimiento ancestral y tradicional que, siguiendo el ciclo natural de la vida, debía ser trasmitido a otro grupo poblacional. También familiarmente es lastimar las raíces de un grupo que se componía y organizaba en torno a ellos. En este sentido, se puede pensar que acabar con la vida de los ancianos y ancianas de un grupo étnico es fracturar un largo proceso de conocimiento que sólo con el paso del tiempo y la experiencia en el territorio se alimenta, se fortalece y se transmite.
Por otra parte, las mujeres tiene una serie de roles sociales y familiares que son de vital importancia al momento de fortalecer las identidades culturales y las estructuras familiares. La pérdida de las madres, que fue un número considerable en la masacre, generó una reestructuración de los espacios familiares. Por una lado, las hijas asumen el rol que tenía la madre lo cual puede significar un cambio en las actividades y forma de vida de las hijas; esto para señalar que la violencia que tuvieron que enfrentar los bellavisteños cambió cientos de estructuras en sus vida y sobre todo en sus mentalidades. Por otro lado, la presencia de una figura materna impuesta cambia también las dinámicas de crianza y afecto en los hijos.36
En cuanto a lo social, las mujeres juegan un papel muy valioso en torno a la organización comunitaria. Las mujeres, lideran espacios de socialización como por ejemplo El grupo Guayacán, “un grupo de mujeres organizadas alrededor de actividades para las fiestas religiosas y culturales en la parroquia de San Pablo Apóstol de Bellavista. Su origen se 36 Bello A., M., Martín Cardinal, E. y otros. Bojayá, Memoria y Río.p.106. Este es un estudio muy importante del caso de Bojayá en el cual se analiza desde lo sicológico y sicosocial el impacto de la masacre en casa actor social.
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remonta al año de 1997, cuando la presencia paramilitar en la zona activó una necesidad de hablar y compartir los sentimientos de inseguridad que provocaban las desapariciones y asesinatos selectivos.”37
Como se menciona anteriormente la mayoría de víctimas mortales corresponden a niños y niñas. Éste es probablemente uno de los hechos más dolorosos y que tiene consecuencias determinantes para la sociedad. Es una experiencia cruda y extremadamente violenta para los niños sobrevivientes, las imágenes y recuerdos de la masacre son elementos muy difíciles de alejar del lenguaje y la memoria, sobretodo de los niños y niñas que hablan con tanta veracidad sobre la realidad. En el estudio Bojayá, memoria y río. Violencia política, daño y reparación, se hace un análisis desde lo Psicosocial de cómo fueron afectados todos los grupos sociales entre ellos los niños y señala que: “Los niños y niñas también han sido víctimas directas de la masacre, allí perdieron a sus amigos, a padres y/o madres y hermanos, además de haber presenciado las escenas de violencia que relatan con horror. Sus narraciones contienen cifras, palabras y descripciones muy precisas sobre la muerte, el miedo y el mal. (…) Sus descripciones son bastante crudas y la incorporación del mal y el miedo se adjudican directamente a los actores armados.”38 En este punto, para entender el efecto del proceso que se vive con la masacre, es importante abordar el concepto de identidad y es preciso hacerlo tomando algunos de los elementos de la propuesta teórica de Eduardo Restrepo quien analiza la identidad desde lo afrocolombiano. Para comenzar, Restrepo establece que las identidades son relacionales es decir, “la identidad es posible en tanto establece actos de distinción entre un orden interioridad-pertenencia y uno de exterioridad-exclusión.” 39
En el caso de Bellavista, dicho acto de distinción se piensa en la relación centro (Estado) y periferia (Pacífico colombiano) en el cual se ha reconocido una constante de exclusión y una inexistente protección e inasistencia por parte del Estado. Este proceso de distinción de una mismidad colectiva o individual ha estado determinado no sólo en la relación con el 37
Ibid. p.283. Ibid. p.131. 39 Restrepo, Eduardo. “Identidades: planteamientos teóricos y sugerencias metodológicas para su estudio.” En Jungwa Pana, N 5, Julio de 2007. Pp. 25. 38
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resto del país y el Estado sino que, también, se crean unas identidades a partir de unos “otros” que son los actores armados.
También define las identidades como procesuales, “las identidades son construcciones históricas y, como
tales, condensan, decantan y recrean experiencias e imaginarios
colectivos”40. Se puede afirmar que a la cantidad de experiencias se suma la de la masacre como un hecho violento que va a determinar los imaginarios colectivos frente a su propia identidad, frente a la pertenecía al territorio, frente al significado de lo violento. Establecer una línea clara entre lo violento y lo pacífico, les permite asumir y reafirmar su condición pacífica, neutral y fuera del conflicto. Se agregan elementos como el desplazamiento forzado y los procesos de retorno como factores que van a determinar y transformar las identidad individuales y colectivas.
Uno de los puntos más importantes desde donde Restrepo aborda el tema de las identidades es que no se puede pensar en singular, es decir son múltiples ya que en un momento y lugar específicos no se puede hablar de una identidad homogénea ni en individuos ni en colectividades41. Para el caso de Bojayá, es muy importante establecer esta característica de las identidades para comprender cómo cada actor de la sociedad (mujer, hombre, niño, niña, joven, viejo) aprehende la experiencia, asume la perdida de familiares e incluso cómo utiliza la experiencia para recrea nuevos espacios de resistencia.
Por otra parte, como se define en la mesa "Comisión Identidad cultural y etnoeducación afrocolombiana" de la Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana la identidad cultural es: “Un constructo biopsicosocial que genera una conciencia compartida que permite la diferenciación positiva con base en las particularidades socioculturales de un individuo o grupo. Está ligada a la auto representación y autoevaluación, es una cualidad sociológica independiente de la voluntad de ese individuo o grupo; pero solo tiene sentido, cuando se expresa en relación con otros individuos o grupos humanos. La identidad cultural planteada desde la apropiación de nuestras riquezas espirituales y materiales de nuestro ser y 40 41
Ibidem. Ibid. p. 26
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territorio, nos garantiza el control del mismo y las condiciones para acceder al poder y empoderamiento cultural que nos conlleve al mejoramiento de la calidad de vida en relación al contexto social.”42 En el proceso histórico de organización de las comunidades afrocolombianas han existido las identidades como el producto de un discurso transmitido y como se plantea desde Restrepo dichas identidades han sido “disputadas y transformadas” 43 . En consecuencia dichos discursos han tenido efectos claros en las mentalidades, las acciones y las representaciones de los cuerpos. Entendiendo entonces las identidades como procesuales se da un cambio abrupto en las dinámicas identitarias de la comunidad de Bellavista como consecuencia de la experiencia histórica de masacre.
Cuando en la definición de identidad cultural se habla de la apropiación y control de sus territorios a fin de proteger y mejorar la calidad de vida, es un discurso que se ha planteado de diferentes formas y en diferentes escenarios. Sin embargo, es un discurso que no se ha podido fortalecer en la práctica por la desterritorialización de las comunidades y no tiene un control efectivo sobre sus propios territorios. En este sentido, las identidades se van transformando y así, si se piensa en las identidades como procesuales, dicho proceso tendrían una ruptura o un giro determinante. Para los pobladores de Bellavista esto va a ser un punto evidente en el proceso de desplazamiento masivo y posterior retorno particularmente en la reubicación del pueblo.
Por otro lado, es claro que las prácticas tradicionales hacen parte de las identidades culturales. Las prácticas funerarias son vitales en todas las culturas y están cargadas de un simbolismo que permite entender el ciclo de la vida y, tanto para los vivos como para los muertos, permite desprenderse de los seres queridos. Este es uno de los puntos claves para entender cómo en Bellavista con la guerra y la masacre, fueron debilitadas las bases sobre las cuales la comunidad y los individuos construyen una cultura y, más que eso, fortalecen sus identidades familiares y colectivas. No poder hacer los ritos funerarios con los familiares y vecinos, se puede considerar como el debilitamiento de una construcción 42
Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana. Bogotá 22-25 de Noviembre 2002. Tomado de http://axecali.tripod.com/cepac/union-afro/ consultado en enero de 2011. 43 Restrepo, E. “Identidades”.p.28.
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identitarias pero también es una constante que afecta a los pobladores pues no pudieron tener un duelo normal y a ello se suma el dolo de lo trágica e inesperada que fue la muerte. De igual forma y como se menciona en la investigación de la CNRR supone un daño en el proyecto individual y colectivo de vida44.
Dicha identidad cultural también se ve proyectada en un fuerte recorrido histórico de organización y resistencia que han vivido las comunidades de afrocolombianos. Sin embargo, estos procesos han tomado diversos rumbos principalmente por la afectación de acciones armadas y violentas en sus territorios. Es un golpe fuerte cuando sus actos pacíficos de resistencia y organización no tienen un resultado favorable, por el contrario se aumenta el número de víctimas en sus propios territorios. En los diferentes estudios del caso de Bojayá, tanto desde lo sicológico (Programa de iniciativas para la paz y la convivencia- Universidad Nacional de Colombia) como los trabajos de memoria (Grupo de Memoria histórica de la CNRR), dan cuenta de los sentimientos de fracaso y de indefensión. Fracaso a sus estrategias de resistencia y supervivencia; y de indefensión ante organizaciones tan fuertes como las que crea la guerra en Colombia:
“La masacre, por lo tanto, genera sentimientos profundos de indefensión, pues la comunidad considera que todos los intentos y estrategias de protección a los cuales apelaron fallaron. Nada sirvió, ni estar en el único sitio hecho de concreto (a diferencia de sus casas hechas en madera), ni estar juntos para protegerse, ni estar acompañados de las figuras de mayor poder espiritual (el padre y las matronas), ni ser inocentes y sin pecados (niños y niñas), ni invocar su condición de población civil (el derecho). Nada detuvo la acción de los armados. Los sobrevivientes no saben por qué sobrevivieron, por qué ellos, ni entienden por qué lo otros fallecieron.”45 Diferentes son las formas en que los afrocolombianos a lo largo de la historia han construido sus propios espacios y discursos de resistencia. En ellos, a través de unas ideas claras sobre el territorio, lo étnico y las identidades están en la búsqueda constante de la reivindicación de sus derechos y la libertad de cultura en sus propios espacios. Los consejos comunitarios han sido el vehículo a través del cual estas comunidades han respondido a 44 45
CNRR. Bojayá. p. 102 Bello A., M., Martín Cardinal, E. y otros. Bojayá, Memoria y Río. p.81.
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hechos violentos, a inasistencias estatales y muchas otras circunstancias que los hacen vulnerables. Son diversos los espacios que en que se reconoce la victimización de comunidades enteras a causa de hechos violento, Bojayá es un caso que ha permitido y seguirá permitiendo identificar los vacios en la efectividad de los derechos pero también reconocer unas respuestas colectivas para no limitarse a la categoría de víctima.
Es imposible limitarse a pensar en positivo los espacios desde donde se crean la organización y la resistencia colectiva, ya que es necesario mencionar cómo los espacios familiares, individuales y colectivos fueron fuertemente golpeados por una masacre tan dolorosa como fue la de Bellavista. Como se mostró en este capítulo ciertas bases identitarias, culturales y organizativas se desestabilizaron.
De igual forma va a ocurrir durante el siguiente capítulo, destinado a hablar sobre el desplazamiento forzado masivo que generó este hecho y cómo los pobladores siguen en la búsqueda de sus propios espacios y la construcción de unas resistencias colectivas y, lo que es más valioso al hacer contraparte a la guerra que los rodea, es que son construcciones pacíficas. Entendiendo el momento del desplazamiento forzado, como un fuerte fenómeno producto de la guerra capaz de desarticular y descomponer organizaciones y proyectos de vida individuales y colectivos.
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II. Segundo Capítulo El Desplazamiento Forzado
El desplazamiento forzado es un tema que, hacia 1990, empieza a ocupar un lugar importante en las discusiones del ámbito internacional; sin embargo, para entonces no existía una definición específica para las personas internamente desplazadas, centrada en sus “necesidades particulares, compilación de información, y leyes enmarcadas y políticas diseñadas para su asistencia.”46 Es así como en 1992 la Secretaría General de las Naciones Unidas crea una definición de personas internamente desplazadas47, definición que generó diversos debates, por ejemplo acerca de las causas del desplazamiento forzado o acerca del territorio en el cual se genera el desplazamiento. Entonces en 1998, fue presentada a las Naciones Unidas la definición de personas internamente desplazadas, en la introducción de los Principios Rectores del desplazamiento forzado:
“Persons or groups of persons who have been Forced or obligated to flee or leave their homes or place of habitual residence, in particular as a result of or in order to avoid the effects of armed conflict, situations of generalized violence, violations of human rights or natural or man-made disasters, and who have not crossed an internationally recognized State border.48” Desde 1998 fueron creados por las Naciones Unidas Los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos, que “contemplan las necesidades específicas de los desplazados internos de todo el mundo. Definen los derechos y garantías pertinentes para la protección de las personas contra el desplazamiento forzado y para su protección y asistencia durante el desplazamiento y durante el retorno o el reasentamiento y la reintegración”49.
46
Mooney, Erin. “The concept of internal displacement and the case of internally displaced persons as a category of concern.” En Refugee Survey Quarterly, Vol.24, Issue 3. UNHCR. 2005. p. 10. 47 Mooney, E., “The concept of internal displacement.” P.10. “Persons or groups who have been forced to flee their homes suddenly or unexpectedly in large numbers, as a result of conflict armed, internal strife, systematic violation of human rights or natural or man-made disaster, and who are within the territory of their own country.” 48 Mooney, E., “The concept of internal displacement”. p. 10. 49 Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Principios Rectores de los Desplazamientos Internos. Tomado de: http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/documentos/html/pactos/principios_rectores_desplazamientos_ internos.html. Consultado en Abril de 2011.
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Colombia se ha acogido al reconocimiento de Los Principios Rectores y éstos han hecho parte importante de la creación de políticas públicas. En el caso de los grupos étnicos (Negros, campesinos e indígenas) en Colombia, los Principios rectores reconocen unas necesidades específicas en relación a sus tradiciones y su cultura. En Colombia, mediante la Ley 387 de 1997, y con fuertes rasgos de los principios rectores se define la categoría de desplazado como: “Es desplazado toda persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o actividades económicas habituales, porque su vida, su integridad física, su seguridad o libertad personales han sido vulneradas o se encuentran directamente amenazadas, con ocasión de cualquiera de las siguientes situaciones: Conflicto armado interno, disturbios y tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los Derechos Humanos, infracciones al Derecho Internacional Humanitario u otras circunstancias emanadas de las situaciones que puedan alterar o alteren drásticamente el orden público.”50 En dicha ley se plantean unos principios en cuanto a los derechos de las personas en condición de desplazamiento, se establecen las responsabilidades estatales en cuanto a prevención, protección y atención de las víctimas de dicha crisis humanitaria. Se crea el Sistema de Atención Integral de la Población Desplazada por la Violencia; también se habla de la creación Plan de Atención Integral a la Población desplazada por la Violencia. Se habla de la ayuda humanitaria de emergencia, de retorno y de la cesación de condición de desplazado, entre otros.
La política de atención a población desplazada en Colombia se ha concentrado en las víctimas del conflicto armado y entorno a ello se ha construido toda una normatividad y política pública. Sin embargo, el contexto en el cual se da el desplazamiento forzado masivo como consecuencia de la masacre de mayo de 2002 en Bellavista, está enmarcado básicamente por la ley 387 de 1997, ya que el desarrollo de normatividad como la sentencia T 025 de 2004 y los Autos de Seguimiento a la sentencia T-025 de 2004 (2008 – 2009) son posteriores. 50
Tomado de http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley/1997/ley_0387_1997.html. consultado en noviembre de 2010.
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Los grupos más afectados por el desplazamiento forzado como causa del conflicto armado son los grupos étnicos (indígenas, campesinos y afrocolombianos). De igual forma, entre estos grupos, son las mujeres y los niños los grupos poblacionales fuertemente golpeados y por ello quienes necesitan especial protección, como lo plantea Erin Mooney:
“Women and Children typically make up the majority of internally displaced populations and face a range of particular risks. Heightened levels of sexual and gender based violence, in particular among single unaccompanied women and girls as well as women heads of household, have been well documented, though remain poorly addressed.”51 La sentencia T-025 emitida por la Corte Constitucional en 2004, declara el “estado de cosas inconstitucional” respecto a los derechos y la atención de la población en condición de desplazamiento. Durante los años 2008 y 2009, la Corte profirió los Autos de seguimiento a la Sentencia en los cuales se plantean unos vacios en la política de atención a las víctimas del desplazamiento forzado. Entre dichos autos se encuentran52: el Auto 092 de 2008 (Abril 14 de 2008) respecto a la protección de las mujeres en situación de desplazamiento, el Auto 251 de 2008 (Octubre 6 de 2008) protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes durante el desplazamiento, el Auto 004 de 2009 (Enero 26 de 2009) sobre la protección de indígenas y comunidades y el Auto 005 de 2009 (Enero 26 de 2009) sobre la protección de afrodescendientes desplazados, entre otros autos que se concentran en el “goce efectivo de los derechos de la población desplazada.”
Es importante reconocer un vacío significativo en la política de atención a población desplazada en el año 2002. Los Autos de la Corte constitucional, mencionados anteriormente, son de gran valor para concentrar la atención específica en la población más vulnerable. Claves en casos de desplazamientos como el de Bellavista en el cual debió existir una atención específica para un grupo étnico de afrocolombianos, tras una experiencia significativamente violenta. De hecho, en la Primera Conferencia Nacional 51
Mooney, E., “The concept of internal displacement.” P.17. Sistema Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada (SNAIPD). Corte Constitucional. Autos de seguimiento a la Sentencia T-025 de 2004 Años 2008-2009. Vértice, 2009. Pp.5-6. 52
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Afrocolombiana, se hace un llamado para que en la aplicación de leyes como la ley 387 de 1997, se tengan en cuenta las diferencias entre los grupos poblacionales respecto a lo alimenticio, lo cultural y lo cotidiano, a fin de respetar y reconocer las diferentes identidades étnicas53.
En la gráfica 1 realizada por la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento Forzado (en adelante CODHES), se muestra cómo el desplazamiento forzado a partir del año 2000 presentó un aumento constante, llegando a uno de los niveles más altos de personas desplazadas durante el segundo y tercer trimestre del año 2002 en los cuales fueron desplazadas 113.502 y 149,387 personas respectivamente. El desplazamiento masivo ocurrido como consecuencia de la masacre se ubica en los registros del segundo trimestre. De esta forma, en el Informe sobre la misión de observación en el Medio Atrato (Bojayá, 9 al 12 de mayo de 2002) de la Organización de Naciones Unidas y de acuerdo a los registros de la Red de Solidaridad Social (Ahora Acción Social) se señala que:
"(…) el registro de la población desplazada en Quibdó, recopilado por la red de solidaridad social, revela que entre los días 3 y 8 de mayo se registraron 504 personas. El día 13 de mayo en el mismo registro figuraban 2513 personas. Es importante anotar que estos datos se refieren únicamente a las personas que solicitaron ser incluidas en el registro de población desplazada. Por lo tanto no incorpora a aquellas persona que por temo u otro motivo decidieron no registrarse. (…)En atención a los datos oficiales proporcionado por la red de Solidaridad social, el desplazamiento se incrementó sensiblemente durante los días 10, 11 y 12 de mayo, alcanzando su mayor incremento porcentual el día 11 de mayo (+70%)."54
53
Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana. Bogotá 22-25 de Noviembre 2002. Tomado de http://axecali.tripod.com/cepac/union-afro/ consultado en enero de 2011. 54 Organización de Naciones Unidas. Informe sobre la misión de observación en el Medio Atrato (Bojayá, 9 al 12 de mayo de 2002). Bogotá. ONU. 2002. pp. 13.
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Gráfica 1
Fuente: Consultoría para los Derechos Humanos y el desplazamiento (CODHES). “Crisis humanitaria crónica y sostenida desplazamiento forzado por trimestre 1999 – 2005.” Tomado de: http://www.codhes.org/index.php?option=com_docman&task=cat_view&gid=53&Itemid= 51 Consultado en Enero de 2011. Control territorial es, en Colombia, el elemento más claro a través del cual, desde la academia y otros escenarios, se explica el fenómeno del desplazamiento forzado. La región de Chocó es una de las zonas del país donde más intereses convergen generando desplazamientos masivos y cientos de víctimas civiles de comunidades indígenas y afrocolombianas. Es entonces el desplazamiento forzado una “estrategia de guerra”, como lo propone Oscar Almario, es decir una estrategia de desterritorialización55. 55
“la desterritorialización que generan (actores armados) con el diseño de una nueva geografía política sin antecedentes en estos territorios, es decir, mediante la configuración de un nuevo paisaje, otros circuitos de circulación y sus diferentes representaciones” Almario, Oscar. “Dinámica y consecuencias del conflicto armado colombiano en el Pacífico: limpieza étnica y desterritorialización de afrocolombianos e indígenas y ´multiculturalismo´ de estado e indolencia nacional.” En Conflicto e (in)visibilidad. Retos en los estudios de la gente negra en Colombia. Universidad del Cauca, 2004. P. 91.
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En la región del Chocó, se presenta una dinámica muy fuerte de desplazamientos forzados desde 1995, como consecuencia de la incursión y organización de grupos armados (guerrilla y paramilitares) en la zona. El grupo de Investigación de Programa de Iniciativas para la paz y la convivencia (PIUPC) de la Universidad Nacional, en el estudio sobre Bojayá, enmarcan la dinámica del desplazamiento forzado entre 1995 y 2002 en el cual señalan que, como consecuencia de enfrentamientos armados entre los diferentes grupos, guerrilla paramilitares y ejército, se produce en “Mayo de 2002 el desplazamiento de 5771 afrodescendientes.”56
Entender el fenómeno del desplazamiento forzado requiere de diversos elementos que den cuenta de las diferentes perspectivas y formas como éste afecta a la población ya sea a quienes se desplazan o a quienes conviven en los municipios receptores con las personas desplazadas 57 . Para centrarse en entender el impacto que las experiencias y contextos violentos dejan en los individuos, Ulrich Oslender ha planteado un análisis del concepto Geografías del terror aterrizado en el contexto del Pacífico Colombiano58. Esta categoría y análisis van a ser una de las herramientas de vital importancia para pensar la experiencia vivida por los pobladores de Bellavista, primero en una experiencia de desplazamiento forzado y segundo de retorno.59
Para empezar, Oslender plantea que una de las características de las geografías del terror es la “Transformación de ciertos espacios en paisajes de miedo”. Las diversas experiencias que enfrenta la población civil en los contextos de guerra van dejando huellas, como lo plantea Oslender, y estas formas de terror quedan plasmadas tanto en las imágenes mentales
56
Bello A., Martha, Martín Cardinal, Elena y otros. Bojayá, Memoria y Río: violencia política, daño y reparación. Bogotá D.C.: Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia –PIUPC–, Universidad Nacional– Sede Bogotá. Colciencias. 2005. p.45. 57 Este trabajo va a estar principalmente enfocado en la experiencia de quienes se desplazan y cómo viven y enfrentan ciertos contextos. 58 Oslender, Ulrich. “Geografías de terror y desplazamiento forzado en el Pacífico Colombiano: conceptualizando el problema y buscando respuestas.” En Conflicto e (in)visibilidad. Retos en los estudios de la gente negra en Colombia. Universidad del Cauca, 2004. Pp.42. 59 El autor plantea 7 puntos principales para explicar el fenómeno del terror en contextos de violencia. Para este trabajo algunos de los puntos serán analizados en este capítulo a propósito de desplazamiento forzado pero otros serán utilizados en el tercer capítulo sobre el retorno
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como en los espacios físicos es decir, la destrucción o el vacío. “(El 5 de mayo de 2002) Bojayá era entonces un pueblo fantasma que se descubría al mirar al otro lado del Atrato. Allí sólo quedaban algunos combatientes que mantenían el fuego apostados en la cabecera del pueblo o atrincherados a la orilla del río. Los acompañaban los 51 cadáveres que flotaban en la champa sobre el río Bojayá, afluente del Atrato”60
Los cuerpos de las personas de las comunidades también constituyen un vehículo a través del cual la violencia y el terror dejan sentimientos de miedo, huellas imborrables. Tristemente los cuerpos masacrados y heridos son la imagen más dolorosa que dejó para los sobrevivientes la Masacre de Bojayá con la explosión en la iglesia. No sólo la imagen de cuerpos sin vidas totalmente destruidas, sino también la huella que la guerra dejó en los cuerpos de los sobrevivientes. Así lo narra una sobreviviente de la masacre en el reportaje del periódico El Colombiano titulado Bojayá el cáncer de la guerra: “Esto a uno no se le borra nunca. Cuando me baño, me miro en el espejo, me veo mis las cicatrices y me digo: mira lo que cargas de la guerra sin hacer un solo tiro.”61
La creación de dichos “paisajes de miedo” se puede pensar, a propósito del caso de Bojayá, como experiencias que suman elementos negativos y desconocidos a las mentalidades y vidas de las personas. Por ejemplo, hablar de invalides, mutilación e incluso cáncer, elementos ajenos o prácticamente desconocidos en sus espacios físicos y mentales. Es así como en el estudio de la CNRR, resultado de los talleres de memoria histórica con la comunidad, se señala que: “Otra situación preocupante, que la comunidad atribuye al estallido de la pipeta, es la aparición de cáncer, que ya ha cobrado varias víctimas. Entre 2003 y 2007 se reportó la muerte por esta enfermedad de seis personas, tres mujeres y tres hombres –uno de ellos de 16 años de edad- y aún sobrevive una mujer más en estado terminal por esta enfermedad. (…) A lo anterior debe añadirse que en la memoria de la comunidad, el cáncer era una enfermedad casi desconocida antes de lo sucedido el 2 de mayo de 2002. 60
Lancheros, Aida Carolina y Rincón, Julián Andrés. "Bojayá: entre el miedo y los miedos." En Afroreparaciones: Memorias de la Esclavitud y Justicias Reparativas para negros, afrocolombianos y raizales. Universidad Nacional de Colombia. 2007. P. 455. 61 Periódico El Colombiano. “Las cicatrices de Bojayá no se borran.” En Bojayá: el cáncer de la guerra. Reportaje tomado de http://www.elcolombiano.com/infografias/flash/bojaya/index.html
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A esto se añaden también un elemento de identidad cultural y es el tema de cómo se cuida o se trata el cuerpo en enfermedad. Es decir, se crea un vacío entre la medicina tradicional que reside como conocimiento en los mayores de la comunidad y entre cómo se empiezan a tratar los cuerpos y a curarlos en contextos y con medios ajenos a su cultura y posiblemente a sus creencias.
La segunda característica es la que Oslender llama “Cambios abruptos en las prácticas espaciales rutinarias”, que hace referencia a cómo el empleo de diversas formas de terror genera cambios (“restricciones”) en las rutinas o movimiento de la comunidad. Desde la década de 1990, con la incursión de grupos armados en la zona del Chocó, la lucha por el control territorial, los cultivos ilícitos y los monocultivos, son algunos de los factores que generan el uso de terror en la población y, como consecuencia, cambios fuertes en la prácticas rutinarias de las comunidades y que se ven reflejadas en los altos niveles de desplazamientos masivos.
En el caso de la comunidad de Bojayá, se han experimentado fuertes restricciones, por ejemplo, en la movilidad por el río (lo cual se verá empeorado en el retorno luego de la masacre) y esto se relaciona con el abastecimiento de alimentos e incluso con el transporte de los pobladores para la comercialización de sus productos. Lo cual llevó a los pobladores, con el apoyo de la Diócesis de Quibdó, a la creación de las “tiendas comunitarias.”62
Ésta categoría se enlaza con la de “Des-territorialización” en tanto no tener control sobre sus propios territorios y la movilidad dentro de ellos “rompe con las formas de territorialización”. De igual forma, amenazar y masacrar a las personas son elementos que imprimen terror en lo físico y mental, generando entonces el desplazamiento forzado que se cataloga en la otra categoría planteada por Oslender que es la de “Movimientos físicos en el espacios”.
62
Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). Grupo de memoria histórica. Bojayá. La guerra sin límites. Taurus Bogotá, 2010. p.278.
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“El desplazamiento forzado es el resultado más visible en situaciones de amenazas y matanzas. Puede ser a menor escala, con la huida de individuos, o a escala masiva, con el éxodo de poblaciones enteras de una región azotada por el terror. Los desplazamientos pueden resultar en migraciones de corta distancia y duración, por ejemplo hacia viviendas de familiares en un poblado cercano. O pueden ser de larga distancia y duración, por ejemplo hacia las grandes ciudades del país.”63 Finalmente, como respuesta al uso del terror en las personas, Oslender habla de “Estrategias espaciales de resistencia”. Convivir por más de veinte años en contextos de guerra y bajo acciones de terror, hace que la población civil del pacífico haya respondido y protegido sus vida con dichas estrategias. Uno de los ejemplos, de los cuales se habló en el primer capítulo, es la creación de los consejos comunitarios o incluso, formas organizadas de enfrentar a los actores armados pero pacíficamente.
Después de abandonar sus territorios y ser desplazados forzados, estas estrategias espaciales de resistencia y las formas organizativas se siguen construyendo, especialmente cuando han sido desplazamientos masivos y los pobladores de una comunidad encuentran formas de reunirse. En este punto es claro cómo la estrategia deja de estar en un plano local y se proyecta a un plano Nacional como lo menciona Oslender: “a escala nacional se crean estructuras de coordinación, y el movimiento actúa como interlocutor entre el gobierno nacional y las ONG. Cada vez más el nivel global adquiere una importancia estratégica sin precedentes para estos movimientos. Ellos denuncian atrocidades y terror ante ONG internacionales, agencias de ayuda y cooperación internacional, y la ACNUR. ”64
Como respuesta a la experiencia de la masacre de Bojayá, la mayoría de bellavisteños se desplazaron en un primer momento, hacia Vigía del fuerte pues de acuerdo con la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (en adelante OACDH), como consecuencia de la explosión se desplazan 1000 personas
63
Oslender, Ulrich. “Geografías del terror: un marco de análisis para el estudio del terror.” En Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Universidad de Barcelona. Vol. XII, núm. 270 (144), 1 de agosto de 2008. Tomado de http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-270/sn-270-144.htm Consultado en Abril de 2011. 64 Ibidem
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entre el 2 y 3 de mayo65. Luego hacia el 7 de mayo de 2002, tras la llegada de la fuerza pública y el aumento de la presencia paramilitar en la zona de Bellavista y de Vigía del Fuerte 66 los pobladores se desplazan hacia Quibdó Allí, como se menciona en el estudio Bojayá la guerra sin límites y como resultado de los talleres de memoria histórica, las personas desplazadas se empiezan a organizar como consecuencia de “la ineficiencia en las respuestas estatales frente a la situación de alta vulnerabilidad de las víctimas, así como la continuidad del conflicto en toda la región.”67
Sin embargo, en el informe de OACDH, se habla de atención inmediata por parte de Diócesis y de la Alcaldía de Quibdó, la Red de Solidaridad Social, Cruz Roja Colombiana, la ACIA y la policía Nacional68. Lo cual permite, sin negar un vacio en la atención y la asistencia por parte del Estado, resaltar una relación de diferentes entes que convergen a fin de atender a un grupo en la condición de desplazamiento forzado que llega a la ciudad de Quibdó. Como es sabido, la experiencia histórica de la Diócesis de Quibdó en la región del Pacífico le ha otorgado un papel de liderazgo, además de que se declara “no neutral” sino a favor de la población civil y ha creado un vínculo fuerte de denuncia con las organizaciones colectivas. Otro actor que responde a la idea de organización o creación de “estrategias espaciales de resistencia” a escala nacional es la ACIA.
El Comité Dos de Mayo y la Asociación de Desplazados del Dos de Mayo son mencionados en el estudio de la CNRR como formas organizativas consecuencia de la masacre del dos de mayo pero son claros espacios construidos por la comunidad para emprender una resistencia frente a la inasistencia estatal que, en diversas formas y escenarios es denunciada por las víctimas69. Ya que el Comité Dos de Mayo se encuentra en Bellavista, se puede hacer una lectura de una forma de resistencia en tanto que lo que se proyecta es territorializar a la comunidad; es decir, hacer frente a uno de los elementos 65
ONU. Informe sobre la misión. P. 13. Ibidem 67 CNRR. Bojayá. P. 300. 68 ONU. Informe sobre la misión. P. 13. 69 Un ejemplo muy importante es la denuncia que hace la comunidad de Bojayá mediante el Comunicado a la opinión pública nacional e internacional. Donde se dice: “Los familiares de las víctimas de la comunidad de Bellavista - Bojayá en general, nos dirigimos a la Opinión Pública, haciendo conocer la negligencia y falta de voluntad del Estado para atendernos después de la masacre del 2 de mayo de 2002.” Tomado de: http://www.choco.org/ Consultado en enero de 2011. 66
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mencionados desde Oslender como causa del uso del terror, y es la desterritorialización. Así, además de denunciar ciertos crímenes y ausencias, se busca y se proyecta a lograr el control territorial de sus espacios. Esto es evidente en tanto que, es este Comité el que en el 2007 encabeza el proyecto de reubicación.
La autonomía es uno de los conceptos que en las organizaciones de afrocolombianos, se ha ido construyendo y proyectando hacia su interior, fortaleciendo la idea en los espacios locales y regionales. Sin embargo, también se proyecta a mostrar cómo sus acciones deben ser conocidas más allá de lo local para que sean establecidas las diferencias, reconocidas las identidades y de esta forma tengan sus necesidades básicas satisfechas y la garantía de sus derechos. Mieke Wouters, define las propuestas de autonomía como “banderas de lucha”, y, por ejemplo, los comités mencionados anteriormente, son un vehículo claro y fuerte en la región para encabezar y proponer éstas y otras luchas.
“La organización de los desplazados una vez llegan a Quibdó, la orientación hacia un posible retorno a sus tierras y la prevención de desplazamiento se han convertido en nuevas banderas de lucha, que se apoyan fuertemente en un enfoque étnico-territorial alrededor del fortalecimiento del concepto de autonomía. Aunque esta noción siempre ha sido incluida en la lucha étnicoterritorial, en el contexto del conflicto ha ganado mucho más significado y ha mostrado su fuerza discursiva para la organización y la consiguiente resistencia.”70 El concepto de autonomía fue construido fuertemente por la ACIA y contextualizado en las diferentes situaciones de violencia que enfrentan las comunidades del Pacífico colombiano. Es de esta forma como en los imaginarios y mentalidades de los afrodescendientes del Chocó el término es aprehendido y aplicado en las diferentes esferas de la sociedad. Claramente, este concepto ha sido adoptado y trabajado por la comunidad de Bellavista, no exclusivamente a partir de la masacre sino a lo largo de una experiencia de conflicto armado, violencia y exclusión social. Este concepto entonces, empieza a alimentar el 70
Wouters, Mieke. "Comunidades negras, derechos étnicos y desplazamiento forzado en el Atrato Medio: respuestas organizativas en medio de la guerra." En Afrodescendientes en las Américas trayectorias sociales e identitarias 150 años de la abolición de la esclavitud en Colombia." Universidad Nacional de Colombia, 2002. P.377
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discurso de las poblaciones, en Bojayá por ejemplo se entienden diferentes formas de discurso como son: la que circula al interior de la comunidad, la que se expresa con luchas comunitarias (los consejos comunitarios, organizaciones de desplazados y la agrupación para retornar), y la que se usa en manifestaciones artísticas (la música, la literatura y el teatro).
Los contextos en que son planteadas las diferentes luchas son urgencias, emergencias que ponen a comunidades enteras en crisis. La masacre de Bojayá generó un gran impacto tanto en la comunidad nacional como la internacional. Es en este punto cuando se entiende que la idea de autonomía debe proyectarse hacia lo internacional. Son periodos en los cuales la resistencia civil y pacífica se debe aliar y usar como herramienta la presencia de la comunidad internacional y de organizaciones no gubernamentales e incluso de la academia. Como se menciona en el trabajo del grupo de memoria histórica de la CNRR: “La amplia difusión mediática que suscitó tuvo un rápido eco en diversos foros y espacios de opinión; convocó la asistencia humanitaria y cooperación de agencias y gobiernos para la reconstrucción del destruido corregimiento, y produjo una decidida intervención de actores externos, en particular del Congreso y de la sociedad de Estados Unidos”71.
Los diferentes proyectos, luchas y organizaciones sociales, son respuesta y producto de una experiencia histórica particular (exclusión, pobreza, desigualdad, inasistencia estatal etc.) y también de una experiencia, de 1991 a 2002, donde los afrocolombianos se ponen en la “tarea social” 72 de exigir el control sobre los territorios que por generaciones les han pertenecido, lo cual resultó con la promulgación de la ley 70 de 1993. La titulación colectiva que resulta de dicha ley, fortalece el lenguaje colectivo y cultural de pertenecer a un lugar y unas características étnicas que proteger. Se entiende cómo los procesos vividos por las comunidades afrocolombianas giran en torno al control territorial, que es el vehículo para plasmar el conocimiento histórico, fortalecer los lazos sociales, familiares y culturales, 71
CNRR. Bojayá. P. 251. Almario, Oscar. “Dinámica y consecuencias del conflicto armado colombiano en el Pacífico: limpieza étnica y desterritorialización de afrocolombianos e indígenas y ´multiculturalismo´ de estado e indolencia nacional.” En Conflicto e (in)visibilidad. Retos en los estudios de la gente negra en Colombia. Universidad del Cauca, 2004. PP.73 – 114. 72
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y establecer un diálogo con la naturaleza que existe desde su nacimiento, no sólo con el habitar un espacio sino al crear relaciones más fuertes.
Dicha experiencia crea en las mentalidades la idea, la posibilidad, el derecho y el deber de controlar los territorios que les pertenecen. Una de las características de vivir en contextos de terror es que los grupos armados construyen ciertos lenguajes, ajenos a los pobladores, que les impide ser dueños libres de sus propios espacios y a veces de sus propias vidas. Lastimosamente los logros alcanzados con la ley 70 de 1993, son opacados pues empieza una persecución de los indígenas y afrocolombianos por los territorios, las empresas de la guerra necesitan poseer y controlar los territorios del Pacífico por ser espacios estratégicos para llevar a cabo sus “proyectos de desarrollo”, pero esta idea de desarrollo no abarca sino a ciertas partes de la sociedad, como lo señala Carlos Rosero:
“Una cosa sabemos a ciencia cierta y es que la noción imperante de desarrollo y a quienes la instrumentalizan en su beneficio les importa muy poco qué y cómo atropellan. El desplazamiento forzado Interno - entendido como la mayor agresión que sufren los afrodescendientes en los últimos 150 años - no es una cosa aislada, sino un conjunto de acciones sistemáticas, abiertas y deliberadas y por lo tanto, inscritas y funcionales, no sólo a la dinámica de la guerra, sino también a la concepción de desarrollo.”73 Es de nuevo importante rescatar la opción pacífica por la que optan los afrocolombianos y a la que a diario le apuestan con sus propuestas y con el resistir individual y colectivo. Es así también, como la lucha, los discursos y el lenguaje empleado por estas comunidades giran en torno al territorio. Además de la desterritorialización, está el desplazamiento forzado como la “mayor agresión” pero también, como una de las más grandes crisis humanitarias que viven los afrocolombianos a diario, por diversas e incluso inimaginables causas.
Como se ha mencionado anteriormente, la guerra apunta a dispersar y debilitar sujetos culturalmente constituidos en un espacio ancestral y cultural. El territorio, según Rosero, es el espacio para “crear y recrear la cultura”, el espacio donde se construyen relaciones no 73
Rosero, Carlos. "Los afrodescendientes y el conflicto armado en Colombia: la insistencia en lo propio como alternativa" En Afrodescendientes en la Américas: trayectorias sociales e identitarias. Bogotá, 2002. P. 320.
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sólo con otros individuos
y grupos étnicos (los indígenas por ejemplo) sino con la
naturaleza, se aprende en la experiencia diaria y se transmite el conocimiento a las siguientes generaciones 74 . Dicha relación es lo que, desde Oslender, se piensa como el Sentido lugar es decir, “las percepciones individuales y colectivas que están generadas en un lugar, a los sentimientos asociados con un lugar, y a ´la característica de diálogo en la relación entre ser humano y lugar´ (Buttimer 1976: 248).” 75
De esta forma, se entiende la guerra como un factor que, con el empleo del terror en la población civil, transforma la relación dual de hombre-lugar. Generar desplazamientos forzados en condiciones como la de Bojayá, crea un sentido lugar de dolor, miedo, tristeza y, claramente, sentimientos que sólo quienes vivieron esa masacre podrían describir76. Este contexto que agentes externos han construido en los espacios físicos y mentales de las comunidades como la de Bellavista obligan a que habitar el espacio, en muchos casos se reduzca a sobrevivir.
Desde diferentes perspectivas, el conflicto armado y el consecuente desplazamiento forzado han generado la desestructuración de proyectos colectivos e individuales de vida y, en este sentido, cada parte de la sociedad se ha visto fuertemente golpeada y afectada en diversas formas. Sin embargo, las mujeres y los jóvenes son objetivos particulares de la guerra pues, según Oscar Almario, son “sectores en los que precisamente se cifran buena parte de las esperanzas y expectativas de reproducción étnica y social de las comunidades”77 . Así, más adelante (Capítulo 3), se entenderá cómo estos dos sectores van a responder y resistir de formas particulares.
Cuando se piensa en las formas estratégicas de desplazarse hay una diferencia importante entre indígenas y afrocolombianos. Los indígenas se desplazan grupalmente hacia la selva mientras que los afrocolombianos lo hacen, en general, por grupos familiares o 74
Rosero, C. "Los afrodescendientes y el conflicto armado en Colombia” Oslender, U. “Geografías de terror y desplazamiento forzado en el Pacífico Colombiano”.P.42. 76 Para conocer más sobre los relatos de los Bellavisteños sobre la Masacre del 2 de mayo, consultar el Documental Bojayá la guerra sin límites de la CNRR. Disponible en: http://www.youtube.com/results?search_query=bojaya+la+guerra+sin+limites&aq=0&oq=bojaya+la+ 77 Almario, O. “Dinámica y consecuencias del conflicto armado colombiano en el Pacífico”.P.90. 75
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individualmente hacia las ciudades 78 . En el caso de Bellavista, el desplazamiento fue colectivo, pero una vez llegados a Quibdó se dispersaron en búsqueda de refugio, en general donde familiares. En Quibdó y como se ha mencionado en diferentes testimonios (Los recogido en estudios como el de la CNRR, el del grupo PIUPC de la Universidad Nacional y el especial del periódico El Colombiano titulado Bojayá el cáncer de la guerra), se dio un fuerte impacto ya que las dinámicas rurales son abismalmente diferentes a las urbanas.
El proceso de desplazamiento forzado genera unas rupturas fuertes de las identidades que existen respecto a unos espacios. Cada persona juega un rol no sólo en la sociedad sino también en la familia, roles que se van a convertir en las bases de sus diferentes identidades y en la construcción de un sujeto social que aporta a la estructuración social, cultural, individual y colectiva. Como se vio en el Capítulo anterior, la situación de los niños es muy particular en esta masacre; durante el desplazamiento forzado van a vivir una experiencia de ruptura involuntaria con sus espacios y un fuerte golpe psicosocial por una experiencia tan fuerte de enfrentar y comprender.
Como se menciona en Profile of Internal
Displacement: Colombia.
“Although it has been said that there is no way to understand the psychological and moral devastation that the war causes to children, at the social level, the abandonment of the home and the (usually peasant) family's regular economic activities means that the children must leave their friends, their loved ones, their school, their customs, and the traditional values of their milieu and must begin to establish themselves as social being in a new environment, that is socially, culturally and economically different from the one that they are used to."79 Para todas las víctimas, el desplazamiento forzado es una experiencia que genera la pérdida de los espacios y las dinámicas normales y cotidianas, por unos espacios de conflicto y desconocimiento e incluso de rechazo. El ámbito familiar es uno de los espacios más golpeados y desintegrados, en este caso, no sólo por la pérdida de familiares sino por los 78
Wouters, M. "Comunidades negras, derechos étnicos y desplazamiento”. P.387. Norwegian Refugee Council. “Profile of Internal Displacement: Colombia. Compilation of the information available in the Global IDP database of the Norwegian Refugee Council (as of 14 June, 2002)” . Tomado de http://www.internal-displacement.org. Consultado en diciembre de 2010. 79
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nuevos espacios en que la vida se va a desarrollar y las nuevas necesidades e incomodidades que van a surgir.
El impacto y destrucción de ámbito familiar, que en lugares como el Pacífico es tan extenso, tiene un impacto en los ámbitos colectivos. Enfrentar situaciones críticas y de constante vulnerabilidad, hace que los individuos más allá de pensar en proyectos colectivos y luchas constante se centren en su propio ser, el proyecto de vida va a ser entonces individual. Esto en particular para quienes permanecen en condición de desplazados.
Indudablemente procesos violentos como la masacre de Bellavista, suponen un fuerte impacto en la construcción de diferentes autonomías que se recrean en los discursos de las comunidades afrocolombianas. Acercarse a estas autonomías (propuestas en la Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana. "Mesa de vida y resistencia”) en el caso de Bellavista es difícil pues los individuos, víctimas de la violencia, están golpeados física y psicológicamente por la tristeza y pérdida de amigos y familiares. Es por esto que se hace más débil la construcción de colectividades pues sus partes (los individuos) están afectados. Sin embargo, restos de las diferentes autonomías sobreviven y, de alguna forma, recaen en líderes fortalecidos para levantar las estructuras que diariamente son atacadas y destruidas por la guerra.
Un ejemplo muy valioso es el que se menciona en el informe sobre Bojayá de la CNRR, que es una muestra de cómo se unen elementos como la experiencia dolorosa, los duelos inconclusos, las “estrategias espaciales de resistencia”, las identidades, las alianzas estratégicas con la iglesia, entre otros. Es el grupo Chibá: “mujeres en situación de desplazamiento en la ciudad de Quibdó también han encontrado en el bordado y en la artesanía la inspiración para reunirse, tramitar el dolor y retomar el control de sus vidas, a la vez que comercializan sus productos dentro de la capital departamental.”80 Este ejemplo es preciso para entender el significado que tiene las resistencias civiles en Colombia y que según Esperanza Hernández: 80
CNRR. Bojayá. P. 238.
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"Nos enseñan, que la construcción de la paz está estrechamente relacionada con inclusión social, reconocimiento real de la diversidad étnica y los derechos de los pueblos, ejercicio de autonomía o autodeterminación de las comunidades, desarrollo desde modelos económicos acordes con las culturas y necesidades propias, profundización de la democracia, diálogo y solución pacífica de los conflictos."81 Además de esto, es de nuevo importante traer la propuesta teórica de Ulrich Oslender sobre los “discursos ocultos de resistencia”. Acciones planteadas y construidas como la de este grupo de mujeres que encuentran sus propios espacios, constituyen lo que Oslender propone como “tradiciones y expresiones culturales que desafían simbólicamente las estructuras del poder dominante sin hacerlo de manera pública y abierta.”82 Estos espacios no sólo constituyen una oportunidad de retomar los conocimientos tradicionales y las relaciones con otras personas de su misma comunidad y bajo la misma categoría de desplazado, sino que son formas de reafirmar la propuesta no violenta, el
surgir en
pequeños espacios desde abajo; formas que sólo van adquirir un significado enorme para lo que ellos representan y son étnicamente.
Sin embargo, durante el desplazamiento forzado, los espacios y propuestas que se generan tienen el carácter de lo que Oslender llama “proyecto político” y que, es una de las características de esos discursos ocultos de resistencia. Los ya mencionados Comité Dos de Mayo y la Asociación de Desplazados del Dos de Mayo son representaciones del carácter político con que están construidos estos grupos. También, acciones como el “pliego de peticiones para volver a Bojayá” presentado al entonces presidente Andrés Pastrana, es todo un desafío abierto a “las estructuras del poder”:
"Cuando el presidente Pastrana llegue hoy a Quibdó para inaugurar el nuevo edificio de la Fiscalía, los habitantes de Bojayá que se encuentran desplazados en la capital chocoana le entregarán un documento de 11 páginas con los puntos que ellos exigen para retornar a su tierra. El pliego, aprobado por 220 campesinos en representación de 22 comunidades de Vigía del Fuerte y Bojayá, 81
"Los significados de la resistencia civil en Colombia." En Resistencia civil artesana de paz. Experiencia indígena, afrodescendiente y campesina. Pontificia Universidad Javeriana. 2004 P. 33 82 Oslender, Ulrich."Discursos Ocultos de resistencia": tradición oral y cultura política en comunidades negras de la costa Pacífica colombiana. En Revista Colombiana de Antropología. Vol., 39 ene-dic. 2003. p. 207.
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incluye peticiones como la construcción de escuelas, puestos de salud y tanques de recolección de agua para las viviendas (en la región no hay acueducto), entre otras."83 La ACIA y la Iglesia, apoyan y participan en esta propuesta. Nuevamente la alianza de los pobladores con la Iglesia (Diócesis de Quibdó) tiene un papel relevante, en este caso puede hacerse una lectura de esto como una estrategia espacial de resistencia. No sólo de la mano de la Iglesia se han creado formas de fortalecer el discurso y las acciones de autonomía que han caracterizado la organización comunitaria en el Pacífico, sino que esta alianza posibilita la construcción de espacios para fortalecer las mentalidades de los individuos en su resistencia cotidiana, espacios en los que pueden reafirmar sus identidades y proyectarlas en su favor. Este rol que juega la iglesia, en situaciones de crisis humanitaria, es planteada por uno de sus representantes al responder a la pregunta de “Cómo actúan frente a una emergencia como la ocurrida en Bojayá?” en el periódico El Tiempo:
“El papel nuestro es el de activar todas las alarmas. Tratamos de mediar, de posibilitar procesos. Entramos a acompañar a las comunidades, a tratar de que se les respeten los procesos organizativos, a hacer que el Estado cumpla. No entramos a atender toda la emergencia. Llevamos una primera ayuda humanitaria y nos interesa la post-emergencia porque es ahí cuando debemos posibilitar que la gente retorne y que no haya más desplazados."84 A pesar de las diversas estrategias y alianzas con diferentes entes para emprender el retorno hay quienes fueron incapaces de volver. El “Sentido lugar” que la experiencia vivida el 2 de mayo dejó en muchas personas es la de miedo y tristeza. Volver a un espacio vacío, recodar la tragedia que vivieron y estar donde perdieron y vieron morir a sus vecinos y a sus familiares son algunas de las razones que dan aquellos que no pudieron retornar en los “talleres de memoria histórica” llevados a cabo por la CNRR en Quibdó en 2009.
Los dolorosos hechos del 2 de mayo de 2002, son el resultado de diversas dinámicas que empiezan a incluir a la región del Pacífico en la guerra y el conflicto por el control territorial. Todos esos factores, además de algunas ausencias, han desplazado físicamente a 83 84
"Pliego de peticiones para volver a Bojayá" En Periódico El Tiempo. 29 de julio de 2002 "No somos neutrales." En Periódico El tiempo.16 de Mayo 2002.
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los pobladores, han sido desplazados de los derechos que los amparan y de la protección que debieron recibir. La mirada y reconocimiento de Bojayá se dan y empiezan a existir sólo por hechos de tal envergadura. El liderazgo lo ha tomado la Iglesia y ha tomado roles que de hecho pertenece a diferentes entes del Estado.
A pesar de que en Colombia es reconocida una completa legislación para la atención y prevención del desplazamiento forzado, es una de las mayores crisis humanitarias que enfrenta el país. En el periodo en el cual se da la masacre de Bojayá (2002) no existía una política con “enfoque diferencial” en la cual fueran reconocidas las necesidades específicas de ciertos grupos poblacionales. El conflicto armado ha demostrado que hay focos claves a través de los cuales los grupos armado desarticulan grupos sociales y en ellos debe estar centrada y fortalecida la prevención, protección y atención de las víctimas. Además, son sectores con gran potencial para proponer y crear espacios de solución pacífica de los conflictos.
Eventos
tan dolorosos e impactantes generan quiebres definitivos en las identidades
(familiares, sociales, colectivas e individuales) que hacen que ni física ni mentalmente se pueda volver a esos espacios que los fortalecen y en los cuales reafirmar lo que son. A pesar de que existe una fuerza para reconstruir las identidades, éstas están viciadas por la huella que la guerra deja en ellos. Es decir, la condición de víctima que va a ser una categoría a través de la cual van a crear sus propios “discursos ocultos de resistencia”.
Muchas de estas cosas no son ajenas a los pobladores ya que el Pacífico colombiano es una región que por años ha tenido que desenvolverse en las dinámicas de la guerra, entonces entre dinámicas de desplazamiento, expulsión, recepción y retorno. Sin embargo, como se ha señalado a lo largo de este trabajo la experiencia de Bojayá tiene cientos de factores que la hacen una tragedia impactante, dolorosa y que no se debe olvidar.
Uno de los hechos más importantes es la capacidad de las personas de ir más allá de ser víctima para construir “estrategias espaciales de resistencia”, que les dan el chance de recoger parte de los que son y que la guerra les ha dejado, para recomponer sus identidades 53
y sus propios espacios. El grupo Chibá, el pliego de peticiones leído al presidente, organizaciones como la del Dos de Mayo y la Asociación de Desplazados del Dos de Mayo además de las miles de formas que toman individualmente las personas para emprender una resistencia pacífica, son muestra clara de ese resistir.
Son inimaginables los sentimientos y consecuencias que mentalmente dejan actos de terror como la explosión de un cilindro bomba. Algunos incapaces de volver a su tierra por sentimientos de miedo, inseguridad y tristeza, han establecido sus vidas en Quibdó sin importar las incomodidades o dificultades pues para aquellos que perdieron familiares no existen motivos fuertes para volver. Mientras que otros emprenden un retorno como estrategia de resistencia y proceso de autonomía con la idea de apropiarse de lo que por generaciones les ha pertenecido que es su tierra, su cultura, su río.
Es así como el tercer capítulo es un espacio para entender las formas en que los sectores más violentados y atacados por los grupos armados crean sus estrategias no sólo de supervivencia como ocurre inmediatamente después de actos de terror, sino unas estrategias que les permiten volver a ser lo que son culturalmente y replantear sus proyectos de vida y los espacios en medio de los contextos transformados por la guerra.
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III Tercer Capítulo Retornar, reconstruir, reubicar.
La incertidumbre de la llegada era como si los ojos estuvieran tapados, no se sabía cómo estaba todo, cómo iban a dar continuidad a sus vidas, quiénes estarían en sus casas, qué habrían hecho los animales que acompañaban la labor familiar, morirían o continuarían llamando a sus amos con lamentos. La oscuridad del alma se juntó a la oscuridad del pueblo: al llegar estaba de noche y no había luz eléctrica, así que ni el presente ni el futuro fue claro para los retornantes. ILSA. “El retorno a Bojayá, Chocó”. Los diferentes hechos de violencia que se han emprendido contra grupos poblacionales como el de Bellavista, generan diversas reacciones. El dolor y la experiencia se aprehenden de formas diferentes por ello hay quienes, tras la experiencia, deciden no retornar; mientras que otros deciden organizar y emprender el retorno como una forma no sólo de afrontar el dolor, sino como resistencia que refleja la necesidad y el derecho que tiene, y que durante años han perseguido, de tener el control de sus espacios, de ser dueños y de poder ejercer una cultura.
Como se mencionaba en el Capítulo anterior, las dinámicas de lucha que han emprendido los afrocolombianos por años, dejan como resultado en las mentalidades la idea de proponer y actuar por la efectividad de los derechos no sólo étnicos sino también humanos. Es así, como en la Mesa de Vida y resistencia de la Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana, se plantea y entiende el retorno como una forma de reparación frente al desplazamiento. El espacio propio, es decir, el territorio ancestral es, según ellos, el espacio donde es posible mantener “el fortalecimiento de la vida y la cultura con dignidad y en armonía con la naturaleza, acorde a (su) cosmovisión.”85
85
Primera Conferencia Nacional Afrocolombiana. "Mesa de vida y resistencia." Bogotá 22-25 de Noviembre 2002. Tomado de http://axe-cali.tripod.com/cepac/union-afro/ consultado en enero de 2011.
55
No sólo constituye un acto de resistencia pacífica plantear y encabezar procesos de retorno, sino que, teniendo en cuenta que al lugar al que se retorna no es el mismo ni física ni mentalmente, los procesos organizativos y las luchas individuales que se emprenden en los nuevos territorios, constituyen todo un proceso de replanteamiento de la vida cotidiana, las tradiciones y el proyecto de vida que en un punto fueron quebrantados por la guerra.
El desplazamiento forzado, para aquellos que decidieron retornar, duró hasta septiembre y noviembre de 2002. En Quibdó, de la mano de la Diócesis de Quibdó, la Defensoría del pueblo, las Naciones Unidas y la Red de Solidaridad Social (en adelante RSS), entre otros, se organizan dos retornos masivos. Sin embargo, a la cabecera municipal de Bojayá donde ocurrió la explosión retornaron, según sus habitantes, tan sólo el 60% (cerca de 1000 personas) de quienes habían sobrevivido a la masacre86. Es de esta forma como el Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos (en adelante ILSA), cita el testimonio de un hombre que retorna a Bellavista:
“Nosotros nos tuvimos que regresar. Me acuerdo que el padre Antún empezó a ayudarnos a organizar. Con la Diócesis decidimos agradecer al pueblo de Quibdó tomándonos de las manos y rodeando la ciudad y asistimos a una misa para que nos fuera bien. Había mucho miedo, nos íbamos a encontrar de nuevo con nuestro pueblo sin saber cómo estaría todo.(…) Yo me sentía muy mal por llegar a un pueblo desocupado. Llegamos apenas como el 60% de los que vivíamos aquí y saber que nos tocaba volver a empezar con el dolor en el alma (Hombre adulto en Bellavista).”87 Este testimonio está cargado de elementos muy valiosos para entender el significado de una resistencia pacífica. Es claro que emprender diversos procesos organizativos y de lucha por parte de pueblos que han vivido una experiencia sumamente dolorosa es una tarea difícil. Hay sentimientos fuertes por regresar al territorio, pero al mismo tiempo se siente miedo no sólo de pensar en qué se va a encontrar allí y cómo va a estar lo suyo, sino que indudablemente está el temor de volver a un contexto y un espacio ocupado por actores 86
Caicedo, Luz Piedad, Manrique, Daniel, Millán, Delma Constanza y otros. Desplazamiento y retorno. Balance de una política pública. Libro 2. Espirales del desplazamiento. El retorno a Bojayá, Chocó.” Textos de Aquí y ahora. Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos. Bogotá, 2006. P.34. 87 Ibid. P. 33.
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armados, recreado por la guerra. La propuesta y el camino pacífico que es la opción que se genera desde pueblos con esta experiencia, requiere de sacrificios dolorosos, de luchas constante contra miedos e incluso, en ciertas ocasiones, de arriesgar la vida.
Entender los diferentes sentimientos y experiencia a que se enfrentan las comunidades desplazadas en su decisión de retorno, es un elemento que se desarrolla por el ILSA en el estudio titulado Desplazamiento y retorno. Balance de una política pública. El retorno a Bojayá Chocó. Donde, a partir de la experiencia y testimonio de las familias desplazadas por los enfrentamientos armados y la masacre del dos de mayo, retoma los diversos puntos que son evaluados por la comunidad al momento de pensar el retorno y que, efectivamente, demuestran un proceso de autonomía.
Los aspectos que señalan los pobladores como influyentes en un retorno son: “contar con la red familiar”, “contar con los referentes simbólicos de pertenencia que las culturas afrodescendientes otorgan a cada individuo en un territorio específico”, “la manera como cada uno de los miembros de la familia se enfrenta durante el éxodo a experiencias que cuestionan los saberes tradicionales asociados al ser hombre, mujer, niño o niña”, “la manera como cada familia en sus conjunto encuentra alternativas viables de futuro en la ciudad”, “por las características de funcionamiento de la política pública de atención a población desplazada”, las condiciones de protección que se presenten y cómo se supera, desde lo psicosocial, la experiencia del dos de mayo88.
Estos elemento que las personas plantean y evalúan, dan cuenta de unas características culturales que los identifican, elementos que establece una línea clara entre su experiencia de desplazamiento y la experiencia de otros grupos étnico. El tema de la familia permite entender una organización y unos lazos que constituyen las bases de un entramado social, cultural y tradicional. El resistir por la permanencia de estos espacios se proyecta a mantener y rescatar lo colectivo aunque esto, tras una masacre, va a estar fuertemente debilitado y fracturado, ya que las formas de aprehender y superar una experiencia van a ser diferentes para cada individuo que conforma lo colectivo. 88
Ibid. Pp. 35 – 40.
57
Las propuestas de autonomía que surgen tras estas vivencias y condiciones como la del desplazamiento forzado, generan en las víctimas un rol de actores políticos que es muy propositivo y sobre todo evaluativo. Por ejemplo el hecho de evaluar las características y funcionamiento de una política pública de atención a población desplazada. Además de plantear sus propios espacios evaluativos de las condiciones a las que se enfrentan y enfocarlo a la protección de su cultura y de la vida de cada ser de la comunidad.
Cuando se piensa en una fractura de los proyectos de vida colectivos es porque gran parte de una comunidad va a replantear su proyecto de vida a lo individual y esto surge por el cambio de lo rural a lo urbano, siendo éste el espacio donde van a conocer nuevas oportunidades, un nuevo futuro que supone desprenderse de cientos de factores culturales, territoriales y étnicos. Sin embargo, para que esto ocurra, no es necesario permanecer como desplazado, en este caso en Quibdó o Medellín, sino que puede ocurrir tras un proceso de reubicación como se verá más adelante.
Si bien el retorno a Bellavista y otros municipios del Medio Atrato se dio, en parte, de forma voluntaria tras evaluar los factores mencionados anteriormente, existen otras razones fuertes que generaron el retorno involuntario como un gran vacío en la atención de población desplazada, no tenían control ni dominio de sus propias vidas, no les era garantizada la seguridad en diversos aspecto y además, se guiaron por la promesa de la RSS de recibir más y mejor atención si retornaban a sus pueblos. Así se menciona en el trabajo del ILSA: “Teniendo en cuenta los aspectos que influyeron en la toma de decisión para el retorno, se encuentra que, pese a que las instituciones del Estado definieron este proceso como voluntario, la comunidad en situación de desplazamiento tomó esta decisión bajo diversas presiones. Pues las condiciones no les permitían asumir el control sobre el entorno y no contaban con los elementos para descifrar y alterar a su favor su situación, reconociendo diferentes 89 alternativas.”
89
Ibid. p. 40.
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A pesar de las diferentes presiones que se ejercen, por parte de organizaciones estatales y factores externos al estar en condición de desplazado en Quibdó, hay razones culturales más fuertes que llaman a la tierra. Pertenecer y apropiarse de los espacios, es una actividad natural de los seres humanos y muy fuerte en la cultura afrocolombiana90 por las relaciones que se establece con la tierra. Dicha pertenecía y apropiación de un territorio es difícil en espacios ajenos, no se logra por el cambio tan drástico en las dinámicas socioculturales de lo rural a lo urbano.
Sin embargo, la experiencia de las comunidades del Medio Atrato, en particular la de la comunidad de Bellavista, tiene muchos elementos que no implican sólo volver sino enfrentar diversos factores que van a tener un impacto negativo en cada individuo. Estos impactos y factores son resultado de prácticas de terror que se han empleado en contra de población civil y que son planteados desde Ulrich Oslender, como se vio en el Capítulo anterior, y que en el proceso de retorno y reubicación merecen una lectura particular. Las características de lo que Oslender plantea como geografías del terror y que van a ser herramienta de análisis para este capítulo serán las de: “transformación del sentido lugar”, la
característica
de
“re-territorialización”
y
la
de
“estrategias
espaciales
de
resistencias”91junto con planteamientos de resistencias civiles y pacíficas.
Con la visita del entonces presidente de la república Andrés Pastrana, y a causa de las graves inundaciones de la zona, se prometió el 9 de mayo de 2002 la reubicación del pueblo. Sin embargo, el proyecto de reasentamiento que se llevó a cabo cinco años después, no respondió a unas lógicas y dinámicas consecuentes con la región y sus pobladores92. La incursión de estos agentes de construcción y proyectos, de actores armados, de investigadores, agentes del estado, organizaciones internacionales, son algunos de los 90
Un ejemplo de esta pertenencia es la práctica de “el ombligamiento” como lo explica una mujer de Bellavista y es citado en el Texto del ILSA: “Dicen que el territorio es como parte de uno mismo y así tiene que ser porque uno es tierra. Y dicen que donde uno nace lo sepultan, lo que es parte de uno, que es el ombligo. Y mi ombligo está enterrado en esta tierra. Y entre nosotros acá eso es una tradición. ¿Por qué no me dio por irme para otra parte después de haber estado por fuera de mi tierra? Por mi ombligo. Dicen que a donde lo entierran a él tiene que enterrarle cualquier árbol productivo… es tradición acá.” 91 En el capítulo 2 de este trabajo fueron abordadas la mayorías de categorías que propone Oslender para definir Geografías del terror algunas de ellas serán nuevamente usadas como herramienta de análisis. 92 Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). Grupo de memoria histórica. Bojayá. La guerra sin límites. Taurus Bogotá, 2010. p.179.
59
elementos que, para empezar el análisis desde Oslender, generan un impacto y una transformación en lo que se denomina sentido lugar. 93
Diferentes estudios que se han enfocado en la masacre de Bellavista, coinciden en señalar lo doloroso y fuerte que fue el impacto de volver al pueblo. El momento de la masacre, claramente fue un acto que dejó cambios y huellas imborrables en lo que se piensa como sentido lugar. Pero, el proceso de retornar y enfrentar vacíos, supone un cambio absoluto del sentimiento que se tiene, individual y colectivamente, con ese lugar. Los testimonios que se conocen en trabajos del ILSA y la CNRR, dan muestra de dicho sentimiento en tanto hay una añoranza por volver a un tiempo pasado que aunque no era perfecto ellos eran felices y estaban tranquilos. Es así como se cita en el Estudio del ILSA, el testimonio de uno de los habitantes:
“Antes, era una época divina, era linda, hermosa por lo que uno iba y venía a cualquier hora y nadie le decía nada…nadie se metía con uno y uno no vivía asustado con la impresión que me van a coger no nada… Aquí uno vive y después de las 10 y 11 que el pueblo se queda en silencio ya a la gente le da terror salir de su casa. Y antes no era así… yo, ahora, ya no lo hago. Porque después de las 7 u 8 de la noche, mientras no haya gente por ahí, el temor me está matando.”94 Este testimonio hace referencia al periodo de retorno en el cual los pobladores siguen en el pueblo; no obstante, sentimientos como esos se mantienen en la reubicación del pueblo. La circulación de los habitantes por la zona se relaciona estrechamente con el río ya que social, laboral y culturalmente se han creado unas relaciones y dinámicas en torno al río. A esto, Oslender lo define como sentido lugar acuático es decir, “las formas íntimas en que los pobladores rurales en el Pacífico se identifican con sus ríos y han construido formas de vida caracterizadas por una lógica de río.”95
93
“las percepciones individuales y colectivas que están generadas en un lugar, a los sentimientos asociados con un lugar, y a ´la característica de diálogo en la relación entre ser humano y lugar´ (Buttimer 1976: 248).” 94 Caicedo, L. y otros. Desplazamiento y retorno.P.24. 95 Oslender, Ulrich. “Geografías de terror y desplazamiento forzado en el Pacífico Colombiano: conceptualizando el problema y buscando respuestas.” En Conflicto e (in)visibilidad. Retos en los estudios de la gente negra en Colombia. Universidad del Cauca, 2004. Pp.42.
60
Esa lógica de río es desarticulada, en un primer momento con el hecho histórico de control de los ríos que se quiere tener por parte de los actores armados; en un segundo momento, en el retorno con las diferentes restricciones que se imponen por parte del ejército; y tercero, en la reubicación, el pueblo es alejado del río lo cual cambia dichas formas de relacionarse en la cotidianidad con el río. Una de las relaciones más claras que se ha hecho sobre el río y los habitantes de Bellavista, es que para ellos la vida es igual a movimiento, a origen y viaje, y en tanto se limite o se prohíba la libre circulación no hay vida es decir es “un tiempo- sin tiempo”.96 Por ejemplo, una de las restricciones que se han implantado es en el río Atrato es mencionada en el Documental Bojayá: la guerra si límites:
"Existe un toque de queda en el Río Atrato que va desde las 6 de la tarde a las 6 de la mañana como argumento para garantizar la seguridad. Esta medida que afecta las faenas de pesca y caza tradicionales de la comunidad lejos de combatir a los grupos paramilitares que se movilizan libremente tanto en Vigía del fuerte como en Bojayá han propiciado situaciones difíciles para la seguridad alimentaria de la población."97 Otro elemento, a propósito del testimonio citado anteriormente, es lo impactante de un espacio en silencio y sin luz. Estar sin luz es algo que no es nuevo en la zona ya que nunca se les ha asegurado el servicio de electricidad permanentemente; sin embargo, cuando se piensa en el miedo, “terror” e inseguridad que sienten los bellavisteños después de la masacre y con la presencia constante de actores armados, estar sin luz cambia el sentimiento y relación que se va a establecer con el lugar. El silencio también es un elemento que cambia estas dinámicas además de que se piensa en la ausencia de lo colectivo para reducir la vida al espacio privado, a lo silencioso.
Es así como esta relación con los espacios permite entender y pensar las identidades, y de acuerdo con Eduardo Restrepo, como plurales, es decir que no existe una sólo identidad ni
96
Millán Delma Constanza. “Prácticas de memoria afrodescendiente en la recuperación del tiempo y el espacio afectado por el sufrimiento”. En Revista Trabajo Social número 13. Universidad Nacional de Colombia P. 14. 97 Documental: Bojayá, la guerra sin límites. Parte 4. 2010. Comisión Nacional de Reparación y reconciliación. Tomado de http://www.youtube.com/watch?v=K3wbKE04AU8.
61
en individuos ni en colectividades98; se puede pensar que el sentido lugar es múltiple, las personas llegan a establecer cientos de relaciones con el espacios entonces son cientos los sentimiento que se establecen de acuerdo a la experiencia vivida. Uno de los factores que ha sido muy determinante en la relación y sentimientos que surgen en el territorio son las víctimas mortales de la masacre como imágenes y sensaciones que perduran en el tiempo y el espacio a pesar de los años transcurridos y la reubicación del pueblo.
La intranquilidad es entonces un sentimiento que surge en el contexto del retorno en tanto que, según los pobladores, los muertos no están descansando en un sitio sagrado como el cementerio por el contrario, deambulan por las calles y los lugares que pertenecen a los vivos 99 . Según el ILSA, este hecho generó cambios significativos en las prácticas de quienes retornaron e incluso fue una razón para que muchos, “más de la tercera parte de la población”, no retornaran. 100. Entonces se entiende cómo el espacio es re-significado en función del miedo pero ahora no sólo miedo a los actores armados sino que, a esto se suma, de acuerdo con sus creencias el miedo a los que ya no están, los muertos.
Este replanteamiento de los espacios y las dinámicas cotidianas es consecuencia clara del proceso de Re-territorialización que emprenden los pobladores luego de experiencias de desplazamiento forzado y desterritorialización. Oslender plantea que territorializar es apropiarse y controlar los espacios. En este sentido, el regreso a Bellavista y la reubicación del pueblo es una re-territorialización inconclusa, pues a pesar de que los pobladores regresan a sus tierras y a su zona, no tiene un control efectivo ni una libre movilidad por el espacio y sus ríos. Oslender señala que:
“Sin embargo, estos procesos de desterritorialización no necesariamente implican el abandono de las tierras. La imposibilidad de ejercer territorialidad también existe cuando se impide la movilidad por los territorios, cuando se sienten restringidos los movimientos por los lugares acostumbrados o cuando
98
Restrepo, E. “Identidades: planteamientos teóricos y sugerencias metodológicas para su estudio.” En Jungwa Pana, N 5, Julio de 2007. Pp. 24 – 35. 99
Caicedo, L. y otros. Desplazamiento y retorno .P. 42. Ibidem
100
62
un consejo comunitario no puede implementar planes de manejo del territorio debido a la presencia y las amenazas de los actores armados.”101 No obstante, a propósito de este proceso de re-territorialización, se va a entender ésta como una lucha y búsqueda que ejercen los pobladores y, como consecuencia de ello, van a surgir espacios muy particulares de resistencia donde replantearse la autonomía, la libertad y la identidad que estos espacios de terror diariamente les roban.
En este punto es importante retomar la categoría de Estrategias Espaciales de Resistencia en tanto, según Oslender, es la posibilidad y el conocimiento que el entorno físico les brinda a los pobladores para crear un espacio de resistencia civil102. Según Oslender, estos espacios surgen como consecuencia de actos de terror, como se hizo el análisis en el capítulo 1 del momento exacto de la masacre, pero también surgen en entornos como el retorno. Paralelamente es necesario retomar y plantear la propuesta tanto de Discursos Ocultos de Resistencia, también de Oslender, como de la propuesta de Esperanza Hernández de Resistencia Civil.
La propuesta que Oslender hace de Estrategias espaciales de resistencia se centra en entender cómo los espacios físicos y el conocimiento de los pobladores les permiten sobrevivir a experiencias de terror e incursiones armadas y así crear espacios de resistencia civil103. Sin embargo, es muy importante hacer una lectura de la construcción de dichos espacios no sólo desde una experiencia directa de terror, sino en lo que ello ha dejado mental, física y territorialmente en los espacios y las personas y que, en este trabajo, es el replanteamiento de los espacios sociales en el Nuevo Bellavista.
Para ello, es importante distinguir y entender las diferentes miradas que se construyen a partir de la masacre en cada uno de los pobladores y cómo se asumen nuevos roles en la reestructuración social que sufre el pueblo. Con reestructuración social se habla específicamente de un orden nuevo en el liderazgo de las sociedades. Este proceso es muy
101
Oslender, U. “Geografías de terror y desplazamiento forzado en el Pacífico Colombiano”. P. 42. Ibid. P. 43. 103 Ibid. P. 44. 102
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particular en los jóvenes de Bellavista quienes pueden ser pensados como una categoría de análisis para entender la resistencia pacífica a partir de la masacre.
Indudablemente los jóvenes de comunidades en contextos de guerra como el de Bojayá se convierten en objetivo y en estrategia de guerra en tanto su reclutamiento en las filas de guerrilleros o paramilitares es la forma de fortalecer a dichos grupos armados. Una de las estrategia que se menciona en diferentes estudios tanto de jóvenes en la guerra como del caso específico de Bellavista, es que pertenecer a los grupos armados es un opción de vida ya que las precarias condiciones de vida y la falta de trabajo convierte la guerra en un camino para ayudar a la familia y tener ingresos económicos.
En este sentido, construir espacios de resistencia constituye un reto con características muy particulares para los jóvenes. Es así como Paco Gómez Nadal, periodista español, retoma el testimonio de un joven de Bellavista, líder de un grupo juvenil quien habla de lo que viven ellos en un contexto de grupos armados:
“Nos lo pintaban como la mejor vida - explica Víctor refiriéndose a la cotidianidad en un grupo armado-, nos decían que era como un paraíso y algunos optaron por irse porque quizá no tenían nada que hacer en sus casas. Muchos no tenían padres o no estudiaron, y como pintaban eso como el edén... pues se iban. Pero la mayoría de la gente de Bellavista no hablaba con los grupos armados. Por ejemplo, si estábamos reunidos y llegaba cualquier uniformado, la gente directamente se iba levantado para evitar problemas.” Una de las estrategias que han emprendido los jóvenes es la creación de grupos juveniles, iniciativa que surge de la mano de la iglesia católica, en general con objetivos lúdicos y artísticos; sin embargo, como se lee en el reportaje de Paco Gómez titulado "Los testigos del pueblo fantasma", la experiencia de guerra y el reconocimiento de la vulnerabilidad de los jóvenes ante la guerra, han hecho que los “objetivos lúdicos” pasen a un segundo plano ya que es vital que centren sus ideas en la prevención del reclutamiento de los jóvenes a las filas de los grupos armados104.
104
Gómez Nadal, Paco. "Los testigos del pueblo fantasma." En Los muertos no hablan. Aguilar. 2002. P. 59.
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Es interesante entender esto como una estrategia pacífica donde los jóvenes están replanteándose la neutralidad frente al conflicto armado y la no pertenencia, es decir lo no violento y “la no colaboración como medio de presión”105. Efectivamente, los jóvenes no se siente un grupo aparte de la comunidad, sino que se vuelven estrategia de la misma en tanto van en concordancia con lo que, desde diversos puntos de lo colectivo, se plantea por ejemplo, la no colaboración de la que se habla en el Declaración por la vida y la paz que compete a cada individuo de la comunidad. Las propuestas que surgen en los espacios de los jóvenes, como la no colaboración y prevención del reclutamiento de los jóvenes, son formas y ejemplos claros de cómo surgen en espacios cotidianos los discursos de resistencia que estructuran todo un desafío y que además están cargados de un discurso político. Todo esto en acuerdo con la propuesta de Oslender de Discursos ocultos de resistencia.
Los hechos del 2 de mayo de 2002, han dejado fuertes transformaciones en las estructuras individuales y colectivas de la comunidad de Bellavista. Una de las transformaciones más significativas es precisamente el rol que han empezado a asumir los jóvenes desde diferentes espacios como el mencionado de los grupos juveniles. La postura que asumen es entonces la de autoridad, es decir que si se piensa en una transformación de las estructuras sociales, la más clara es ésta en que los jóvenes asumen el liderazgo y se convierten en la autoridad. Así lo señala la Profesora Martha Nubia Bello en el estudio Bojayá memoria y río: "Para muchas personas, sin embargo, es una obligación no renunciar a su Bellavista, luchan porque el pueblo y la comunidad perduren. En este sentido, los jóvenes en particular se asumen como la posibilidad de continuidad y garantía de que el pueblo y su cultura no desaparezcan. A pesar de la fragmentación y de la incertidumbre se mantiene y en ocasiones se fortalece, un lenguaje plural que expresa el reconocimiento de un pasado común: "somos de aquí, nacimos acá", y de una voluntad compartida manifiesta en el deseo de no desaparecer."106
105
Hernández Delgado, Esperanza. “Resistencias para la paz en Colombia. Experiencias indígenas, afrodescendientes y campesinas" En RPC Revista Paz y Conflictos Número 2, 2009. 106 Bello A., Martha, Martín Cardinal, Elena y otros. Bojayá, Memoria y Río: violencia política, daño y reparación. Bogotá D.C.: Programa de Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia –PIUPC–, Universidad Nacional– Sede Bogotá. Colciencias. 2005. P.39.
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El sentido de responsabilidad y autonomía que empieza a crecer en los jóvenes esta fortalecido por un discurso de guerra y violencia que los rodea. Es así como se piensa que desde diversos puntos, grupos o espacios ellos construyen resistencias civiles. Otro de las formas en que esto se concreta es la relación o influencia que este grupo en particular puede llegar a tener sobre los niños.
Otra de las dolorosas estrategias y crímenes de la guerra ha sido la vinculación de los niños a los grupos armados. Como lo demuestran las estadísticas (Citadas a continuación) para el período de 2001 existe una muy fuerte vinculación, voluntaria e involuntaria, de los menores al conflicto armado. Esto sin duda nos permite reconocer cómo luego de la masacre una estrategia de resistencia es el fortalecimiento de los jóvenes como autoridad y fuente de organización ya que se enfocan, a partir de la música, la danza o el teatro, a esquivar la guerra a mantenerse neutrales y a promover la no vinculación a las milicias. Esto muy seguramente promueve nuevas miradas en los niños y niñas para que comprendan lo necesario de estar fuera de la guerra. No se puede afirmar que ningún joven o niño de bellavista forme parte voluntariamente de algún grupo armado pero sí se puede decir que las propuestas pacíficas de los jóvenes contribuyen al fortalecimiento de las mentalidades y los proyectos de la comunidad.
"Se estima que 6.000 niños y niñas están vinculados a los grupos armados, su mayoría entre los 15 y 17 años - aunque también hay menores de 15 años. El 14.28 % de ellos los son por vinculación forzada. Los que se vinculas 'voluntariamente' lo hacen por las siguientes razones: -33.3% por reconocimiento, por el reconocimiento y respeto que las armas y uniformes les pueden ofrecer. -33.3% por pobreza. La guerrilla promete protección social y salario. -16.6% por enamoramiento decepción amorosa: miedo de los ataques, venganza." (UNICEF Colombia 2001. 'Niños y niñas en las filas de los grupos armados.')”107
107
Citado por: Nowegian Refugee Council. Profile of Internal Displacement: Colombia. Compilation of the information available in the Global IDP database of the Norwegian Refugee Council (as of 14 June, 2002). Tomado de http://www.internal-displacement.org. Consultado en diciembre de 2010.
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El replanteamiento de los espacios, como se ha visto a lo largo de este trabajo, no se basa exclusivamente en lo físico y material a que se enfrenta la comunidad en el retorno y la reubicación, sino que existen una serie de actores nuevos en la escena cotidiana que los lleva a reconstruir el espacio de ser tanto individual como colectivamente. En un comienzo (retorno) el impacto no se limitó a encontrar su pueblo masacrado y vacío sino también a la presencia de cientos de personas, agentes del estado, investigadores, organizaciones no gubernamentales, entre otros, que generaron un choque y una ruptura en su proceso de duelo. La presencia de actores armados, paramilitares y ejército, constituyó un impacto significativo y diversas interpretaciones por parte de la comunidad.
Ya en la reubicación, dicha presencia de actores armados, empieza a tener consecuencias en la cotidianidad de la comunidad. Una de esas consecuencias, es que deja de existir un límite entre los espacios civiles y los espacios en que circulan los grupos armados. Es así como de alguna forma la neutralidad y el estar fuera de los enfrentamientos se ven comprometidos como categorías de resistencia por parte de la comunidad pues, a pesar de que la presencia es de la fuerza pública, la idea y propuesta de la población siempre ha sido la de que sus territorios sean lugares de paz. Esta presencia de la fuerza pública, mencionada por Martha Bello, permite entender cómo las resistencias civiles que se quieren proponer en la comunidad se dificultan con la presencia de actores ajenos a un grupo y, muy posiblemente, es lo que va generar que la resistencia se plantee en espacios privados.
"Aunque la presencia de los actores armados no es nueva en la región, la comunidad siente ahora en las armas la única fuente de protección. Las armas son su amenaza, pero al mismo tiempo la posibilidad de seguir habitando este lugar. La constante sensación de desprotección experimentada por la comunidad, ha generado una situación de permisividad para que los actores armados, en este caso la fuerza pública, se inmiscuya en las actividades cotidianas de la población, participe en los espacios de reunión, celebración y socialización a cambio de que su presencia garantice seguridad. Ello conduce a un proceso casi imperceptible de articulación y legitimación de la población con los grupos armados, que restringe la distancia crítica que debía mantenerse frente a éstos."108
108
Bello A., Martha, Martín Cardinal, Elena y otros. Bojayá, Memoria y Río. P.89.
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Diversos medios y mecanismos que han surgido tras la masacre de mayo de 2002 responden a unas necesidades muy particulares de enfrentar el dolor, asumir la tristeza y la ausencia de los seres amados. Son estrategias, que se convierten en el replantearse diario de un legado ancestral que fortalezca la identidad y la cultura de un pueblo fuertemente golpeado. Dichos mecanismos fortalecidos y usados luego de la masacre son la música, la danza y el teatro.
Como se ha mencionado a propósito de las reestructuraciones sociales, los jóvenes empiezan a constituirse como autoridad, fortaleza y liderazgo de la comunidad. Es por esto que es muy valioso que siembren en los imaginarios colectivos la idea de no pertenecer a la guerra, por el contario, enseñan lo pacífico como la estrategia más sabia y valiosa. Además, es importante cómo estas manifestaciones artísticas constituyen la estrategia y el arma para enfrentar una cotidianidad de de guerra que lucha incesantemente por acabar con cada uno de los entramados sociales y culturales. Delma Constanza Millán señala, a propósito de los jóvenes, que:
"Re-habitar la vida cotidiana ha implicado una reocupación del espacio y del tiempo por parte de los jóvenes, que les ha dado un lugar de autoridad. Esta inversión de la autoridad en las generaciones, parece permitida por la comunidad por que el haber sobrevivido al evento violento otorga a los jóvenes una carga vital tan grande de experiencia que les da madurez y les permite 'pregonar', como lo dicen los lugareños. En esta reivindicación del lugar de los jóvenes en las relaciones sociales, éstos actúan como mediadores que conectan lo inconexo en la comunicación del mundo de los vivos al interior de la comunidad y a la vez facilita la conexión, la comunicación, con los agentes externos institucionales que llegan allí a raíz de la masacre."109 Es claro cómo a partir de ese replanteamiento social del lugar de autoridad y rol de los jóvenes en una sociedad, se comulga con el significado de una resistencia pacífica. El liderazgo que en sus manos recae es lo que les permite reconstruir la identidad de una comunidad fuertemente golpeada por la violencia. Que los jóvenes tengan un lugar tan preciado y valioso en una comunidad, es importante en la medida en que se crea una
109
Millán, D. “Prácticas de memoria”.P.24.
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conciencia de lo violento y una necesidad y voluntad de pertenecer a lo no violento, a fortalecer su neutralidad en el conflicto y presentar propuestas nuevas y creativas para hablar del pasado, comprender y vivir el presente. La tradición oral, desde Oslender es pensada como “sitio de resistencia”110 en tanto los afrocolombianos están trabajando desde la memoria todos los espacios que los fortalecen y constituyen como comunidad. Ese ejercicio de memoria se ve fortalecido desde los afrocolombianos en el sentido en que no se debe dejar de lado ningún acto de violencia u olvido que se haya cometido en contra de ellos. De hecho, estudios como Prácticas de memoria afrodescendiente en la recuperación del tiempo y el espacio afectado por el sufrimiento, de Millán, ofrecen una mirada de la construcción de memoria y señalan como estas prácticas culturales, cotidianamente les devuelven la oportunidad de denunciar, de reclamar y de exigir la mencionada justicia y reparación que poco llega a sus espacios.
"(…) los bellavisteños muestran a través de las canciones el qué pasó no a partir de una narrativa estandarizada de pérdida y sufrimiento, sino a través de una narrativa que les permite re-narrarse, reconstruir el sentido del mundo horrorizado y re-ocupar los tiempos y los espacios que quedaron inconexos. En estos cantos aparecen categorías de pensamiento desde las cuales se comprende lo sucedido, pero también desde donde se intenta reinscribir y relocalizar su lugar de víctimas tanto en la audiencia interna de la comunidad como en la externa del canto."111 Existen muchas formas de no callar los hechos y uno de los medios a través de los cuales la población de Bellavista lo hace es a través de este tipo de manifestaciones artísticas. Ancestralmente son ritmos y bailes que los caracterizan y a través de los cuales dicen, trasmiten y crean una resistencia pacífica; de igual forma en este caso la comunidad recrea sus conocimientos culturales para tratar de sanar y de decir al mundo lo que ha pasado y pasa con ellos. Nuevamente el hecho de que los contextos físicos, sociales y culturales hayan sido cambiados y renovados drásticamente tras el conflicto armado y la masacre del 110
"Discursos Ocultos de resistencia": tradición oral y cultura política en comunidades negras de la costa Pacífica colombiana. En Revista Colombiana de Antropología. Vol, 39 ene-dic 2003. Pg. 228. "La tradición oral puede considerarse, entonces, como "sitio de resistencia" en el sentido de que re-construye las memorias colectivas de comunidades negras que, a la vez, se movilizan por la acción de movimientos sociales." 111 Millán, D. “Prácticas de memoria”.P.21.
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2 de mayo hacen que los pobladores, tanto individual como colectivamente, creen y encuentren medios culturales y pacíficos de resistencia.
De acuerdo con la CNRR, “la resistencia es una noción que explica su capacidad y mecanismos de pervivencia en el territorio pese a la esclavitud, la marginalidad y la violencia sistemática que han tenido que afrontar. (...) Las poblaciones crean y recrean un conjunto diverso y heterogéneo de acciones desde la cuales hacen frente y denuncian la guerra, sus impactos, sus daños, a la vez que fortalecen su identidad y sus relaciones con el territorio y la cultura."112 Uno de esos mecanismo que se han emprendido y que evidencian la denuncia de un mal trato constante, es la marcha llamada “Por un buen trato en el río Atrato: Atratiando”113, de Quibdó hasta Turbó del 16 al 21 de noviembre de 2003, la cual es una estrategia espacial de resistencia que establece redes con diferentes organizaciones no sólo con la Diócesis Quibdó sino con agencias internacionales (Organizaciones de Naciones Unidas), para proyectar y dar a conocer sus luchas y vivencias desde lo local.
Esta estrategia colectiva y pacífica es una herramienta para denunciar el bloqueo impuesto por grupos armado (guerrilla, paramilitares y fuerza pública) en contra de las comunidades que habitan a lo largo del río Atrato impidiendo el transporte de medicamentos, brigadas de salud, combustible, productos para comercializar, víveres e incluso de personas afectando el medio de comunicación más importante de estas comunidades: el río114. Es una marcha que, según uno de los padres de la Diócesis de Quibdó, es una iniciativa de la sociedad civil que busca recordarles no sólo a los actores armados, sino al Estado, al gobierno y al resto del país que a lo largo del río Atrato hay personas con todo un proyecto de vida que debe ser respetado y con unos derechos que se les deben asegurar115.
112
CNRR. Bojayá la guerra sin límites. P. 271. “Atratiando - Marcha por un buen trato en el río Atrato - Masacre de Bojayá (Parte I)”. Noviembre 2003. CONTRAVÍA Canal Uno. Tomado de http://www.youtube.com/watch?v=a9JrES0tqm8 114 Ibidem. 115 Ibidem. 113
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Imagen 1: “Atratiando”
Fuente: Observatorio Pacífico y territorio. Fotografía de Rafael Gómez. Tomado de: http://www.pacificocolombia.org/fotos.
Este es un ejercicio en el cual las comunidades fortalecen sus identidades, que son debilitadas y golpeadas con hechos como la masacre, demostrando una proyección de sus resistencias desde lo no violento y desde lo propositivo. Esta herramienta caracteriza lo que se propone desde Hernández como las resistencias civiles en Colombia. Primero, el mencionado carácter no violento de éstas. Segundo, proponen cómo las iniciativas de paz crecen y se plantean desde lo local es decir el ejercicio comunitario tan característico de zonas del Pacífico. Tercero, son mecanismos que plantean la paz desde la “inclusión social”, la “diversidad étnica”, la autonomía y la autodeterminación116.
Cuarto, es una propuesta a través de la cual ellos reafirman su postura de no colaboración ya que este bloqueo que se les impone es porque se les acusa de colaborar a grupos armados con el transporte de de alimentos, medicamentos y otros. Y, finalmente, de 116
Hernández Delgado, Esperanza. "Los significados de la resistencia civil en Colombia." En Resistencia civil artesana de paz. Experiencia indígena, afrodescendiente y campesina. Bogotá. Pontificia Universidad Javeriana. 2003.
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acuerdo con las dimensiones de resistencia civil que Hernández analiza 117 , la marcha Atratiando caracteriza una dimensión política en tanto es una denuncia abierta en contra de una forma de exclusión y, también, se entiende desde la dimensión de defensa, en tanto es un vehículo de denuncia por la violencia que las comunidades reciben diariamente por parte de actores armados.
Como se ha mencionado anteriormente, la danza, la música y el teatro, son herramientas de resistencia que les han permitido a los jóvenes construir un espacio de resistencia. Sin embargo este es un espacio de inclusión del resto de la comunidad; ya que una de las consecuencias más impactantes que ha dejado la masacre en el ámbito de lo local es la reducción de muchos espacios a lo individual, lo privado en las casas. Como se ha planteado en el informe de la CNRR “A través de la danza, la música y el teatro, los jóvenes reiteran su deseo de no hacer parte de la guerra. Estas expresiones son la triada que convoca a los jóvenes al encuentro, la organización, la denuncia y el fortalecimiento como etnia y habitantes del Chocó.”118
Además de ser un espacio construido para denunciar, los jóvenes bailan cantan y actúan para devolverle un poco de tranquilidad a la comunidad, retomar los espacios comunitarios sin temor y reafirmar unas tradiciones que los identifica y los une. Uno de estos espacios es el Grupo de danza Jorge Luis Mazo, dispersado como consecuencia de la masacre, durante el desplazamiento hubo un intento de retomar sus actividades; sin embargo el retorno es el espacio en el cual pueden realmente retomar sus proyectos y actividades como se señala en el estudio de la CNRR:
“Para ese día (conmemoración del primer año de la masacre) se creó una composición especial en memoria de las víctimas, en el cual niños jóvenes y adultos danzan para contar la destrucción, el éxodo y el regreso que marcaron la tragedia que vivieron en Bellavista. Danzar la propia historia rompe el silencio y allana el camino para el reencuentro de la vida en la comunidad."119
117
La propuesta de resistencias civiles en Colombia planteada por Esperanza Hernández Delgado es analizada en el Capítulo 1. 118 CNRR. Bojayá la guerra sin límites. P. 291. 119 Ibid.P.288.
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La tradición cultural en tanto “sitio de resistencia”, se alimenta por lo que cada actor de la sociedad pueda aportar, en la experiencia de Bellavista los jóvenes han jugado un papel muy estratégico de soporte de la comunidad. Ese rol se juega creando alianzas, como se ha visto a lo largo de este trabajo, con la iglesia católica por ejemplo que deja lentamente de parecer una organización aparte en el espacio del pacífico sino que es organización con los pobladores. Por otro lado, una de las redes que han mostrado el trabajo comunitario y la proyección que a diario plantean los jóvenes de Bellavista ha sido el trabajo con las mujeres. Uno de los grupos de mujeres más valioso en Bellavista es el grupo Guayacán.
Luego de la masacre del 2 de mayo, estas mujeres replantean su espacio en la comunidad, generando nuevamente la oportunidad de hablar de un hecho tan doloroso, llorar, recordar a las víctimas y dejar una huella en la historia de lo que cada persona que ya no está significó. Las mujeres, junto con los jóvenes de Bellavista, reivindica la memoria de los amigos, vecinos y familiares creando un telón en lo cual bordaron los nombres de las 119 víctimas de la masacre.
"Uno de los grupos es Guayacán, un grupo de mujeres organizadas alrededor de actividades para las fiestas religiosas y culturales en la parroquia de San Pablo Apóstol de Bellavista. (…)Después de la masacre del 2 de mayo, el grupo fue sostén moral para que las mujeres se desahogaran y pudieran "Despejar la mente". La posibilidad de conversas sobre los que ya no estaban o sobre la pérdida de sus familiares, el dolor y el vacío profundo que generó la masacre, las condujo a la elaboración y el bordado de un telón en memoria y dignificación de las víctimas, de cinco metro de largo por cuatro ancho con los nombres de las víctimas, y al lado de cada uno se incluyen figuras representativas del territorio del Atrato: peces, botes y flores."120 Formas de organización como el grupo Guayacán pueden ser entendidas como una de las estrategias más valiosas que los afrodescendientes utilizan para fortalecer sus tejidos sociales. Estas reuniones, en los espacios que encuentran como propios y privados en el nuevo contexto del retorno, hablando como sólo ellas se entiendes porque saben lo que es vivir en medio de la guerra y ser víctimas de la misma, les permite fortalecer lo individual,
120
Ibid. P. 883.
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el interior de los seres para fortalecer lo colectivo es decir, la resistencia pacífica y colectiva. Así entonces se entiende el telón, como una forma de gritar los nombres de las víctimas, de activarlas en los ejercicios de la memoria y de decir que la vida violentada de los otros es la fuerza y la resistencia para seguir creyendo en sí mismos. Son espacios desde abajo, desde lo comunitario y lo local desde donde las personas víctimas de hechos violentos, de experiencias de terror y masacre, encuentran lugar a sus denuncias, a sus duelos y a la reivindicación lo que son como personas, grupos étnicos e incluso como víctimas.
La música, desde la historia de los esclavos ha constituido una herramienta cotidiana de crear un discurso propio en espacios donde factores externos tratan de arrancarles las identidades para dominar sus territorios, sus cuerpos y sus culturas. Esta raíz histórica está plasmada en las miles de historias que construyen a diario las comunidades de afrocolombianos a lo largo del Pacífico colombiano. Los bellavisteños entonces, según Delma Millán, cantan para narrar la historia del dos de mayo, no sólo a través de repensarse como víctima “sino a través de una narrativa que les permite re-narrarse, reconstruir el sentido del mundo horrorizado y re-ocupar los tiempos y los espacios que quedaron inconexos.”121
Nuevamente, es importante pensar el uso del lenguaje como una narrativa a través de la cual los afrocolombianos fortalecen sus identidades generando un contra lenguaje a lo violento. De las organizaciones de mujeres y jóvenes es importante mencionar que si bien surgen en un contexto de violencia previo a la masacre, su fortalecimiento y reestructuración se da a partir de los hechos violentos que golpearon a la población civil el 2 de mayo de 2002. Se entiende que este reconstruir de ciertas actividades responde a la necesidad de recomponer el tejido social destruido por la violencia y unas redes sociales y espacios característicos de la comunidad. Además el resurgir de estos espacios se da con dinámicas y en contextos diferentes debido, nuevamente, a la desterritorialización que pueden vivir en sus propios espacios. Es así como, en un análisis de la memoria a través de la oralitura, Millán plantea que: 121
Millán, D. “Prácticas de memoria”.P.21.
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"La comprensión de las prácticas y los significados en las palabras puestas en las estrofas anteriores nos remiten a varios referentes explícitos en las diversas canciones creadas para contar lo que pasó. Estos referentes tienen que ver con la manera como se definen a sí mismos lo bellavisteños, con la enunciación de lo que allí aparece como lo ocurrido, lo que se daño y con la reparación del daño. En estos referentes (...) surgen imágenes de visibilidad, movimiento y capacidad de comunicación que aluden a un eje de pensamiento clasificatorio de la población, relacionado con la vida. Y de oscuridad, melancolía, quietud, comunicación e invisibilidad que luden a otro eje, el de la muerte." Muchos son los factores que, no sólo tras la masacre sino como consecuencia de un marcado periodo de violencia en el Chocó, han hecho que las identidades constantemente se renueven y se replanteen pero siempre esperando y tratando de rescatar algo del legado cultural, de lo que se lleva en la sangre. Un ejemplo de replanteamiento de la identidad puede ser el de los afrodescendientes que deciden formar parte del conflicto y el replanteamiento repentino que las personas, consciente o inconscientemente, hacen de su propia identidad y de la identidad colectiva tras hechos violentos como la masacre. Los ejes de los que habla el autor respecto al lenguaje utilizado 122 en las estrofas representan, a mi modo de ver, una sociedad con dos facetas. La primera es el ser víctimas, es decir la constante búsqueda de un reconocimiento de los daños que se han hecho a una cultura, a unos individuos y la necesidad de una reparación justa. Por otro lado, las manifestaciones artísticas que se plantean como resistencia colectiva y pacífica, generan un individuo que se fortalece que trata de unirse para fortalecer lo que ha quedado social y culturalmente.
En acuerdo con Eduardo Restrepo las identidades son aquellas líneas que nos separan y diferencias de los otros y son constantemente alimentadas y renovadas sin pensar que son cambiables.123 Éstas características que definen identidades, son las que a lo largo de este
122
Millán, Delma Constanza. “Ya no llega el limbo porque la gente bailando está.” Prácticas de Memoria en Bojayá Chocó. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de ciencias humanas Bogotá, 2009. 123 Restrepo, Eduardo. “Identidades: planteamientos teóricos y sugerencias metodológicas para su estudio.” En Jungwa Pana, N 5, Julio de 2007. Pp. 24 – 35.
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capítulo permiten entender y comprender que el contexto en el cual las identidades de los afrocolombianos de Bellavista tratan de ser rescatas y tomar forma de lucha son bastante difíciles. Si bien se trata de dar una mirada amplia de la experiencia y entenderla como un proceso transformado de ideas y proyectos, la masacre de Bojayá ha dejado una huella imborrable que se traduce a los lenguajes que hablan, desde lo cultural, los Bellavisteños.
Finalmente es interesante cómo se tiene un valor de lo propio: la tierra, la familia, las tradiciones etc., que hasta en las condiciones más precarias y dolorosas estás se convierten en un arma de lucha, en una resistencia civil y pacífica. Se continúa con una historia social de reconstrucción de los espacios sociales y de las mentalidades donde son factores externos a la sociedad, a lo étnico y a lo tradicional, los que obligan a las comunidades no sólo a cambiar sino a abandonar lo que les pertenece. Sin embargo, muchos de estos procesos o crímenes de guerra que a diario viven las comunidades, no sólo afrocolombianas sino también indígenas, le dan un espacio a entender y aceptar cómo el medio de trasmitir cultura y el saber es el cuerpo. Imagen 2
Fuente: El encanto de la Ley 70.Imagen tomada del Proceso de comunidades negras (PCN). www.renascientes.org.co
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Conclusiones “Soy lo que otros no pudieron ser y por eso no los olvido.”124
Es importante dar una mirada a esas propuestas que surgen desde lo local y cotidiano en comunidades como la de Bellavista para ir más allá de una categorización de víctimas y proponer espacios de construcción de resistencias e incluso de solución de conflictos. Indudablemente, estas herramientas que son empleadas por las comunidades en procesos como el de retorno o las organizaciones de desplazados, nos recuerdan que así como en Bellavista, a lo largo de todo el país ocurren cientos de masacres que no se deben olvidar. Reconocer y plantear desde diversos análisis y posturas las formas de enfrentar y sobrevivir en los escenarios de conflicto, es una forma de no olvidar la responsabilidad, no sólo de los grupos armados sino también del Estado y la sociedad en general.
Acercarse a problemáticas de las dimensiones de una masacre o crimen de guerra, da un panorama de cómo los diferentes estudios, particularmente del caso de Bojayá, ponen en escena a los diferentes actores armados y civiles, y se entiende cómo hay una proyección hacia la objetividad y verdad de los hechos a fin de apoyar y comprometerse con las comunidades para que alcanzar la reparación que en algo aliviaría las dificultades cotidianas; aunque es claro, como se vio desde la perspectiva de Oslender a partir del discurso de geografías de terror, que los espacios violentados igual que los cuerpos agredidos quedan marcados por las huellas de la guerra. Es así como más allá de limitar la mirada a los hechos dolorosos, es tratar de construir a partir de ellos un vehículo de análisis que alcance propuestas preventivas enfocadas en la protección de la vida, la cultura y los espacios cotidianos de las comunidades.
Hacer parte de la realidad no es solo ser receptores pasivos de los hechos históricos y diarios que ocurren en el país, particularmente cuando se trata de hechos que aumentan
124
Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Grupo de memoria histórica. (2010) Bojayá. La guerra sin límites. Taurus Bogotá.P.298.
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considerablemente las víctimas, no sólo desde el punto de vista del desplazamiento forzado que es una de las crisis humanitarias de más larga duración y en constante aumento que enfrenta la sociedad, sino hechos de discriminación, violencia, desterritorialización y violación de derechos humanos. Ser Parte activa de dicha realidad es hacer historia proponiendo diversas miradas y lecturas de los hechos violentos o desarticuladores de la sociedad.
Cuando a lo largo de éste trabajo de investigación se ponen en escena los diferentes actores armados, políticos, civiles, etc., que hacen parte del proceso desencadenador de éste hecho histórico tan dolorosos para los Bellavisteños, como para todos aquellos incapaces de olvidar este tipo de hechos, está claro cuán necesario es que desde la academia exista un conocimiento proyectado en la sociedad y comunidades a fin cada vez hacer más delgada la línea que nos divida cultural o socialmente para construir nodos en los cuales, porqué no, se planteen debates y lo que es más importante se generen propuestas. Claramente, se vio a lo largo de este trabajo que esas propuestas existen desde lo social en los espacios colectivos y comunitarios; sin embargo, ya que es débil el apoyo que reciben desde lo estatales, sería interesante y necesario generar ámbitos donde lo colectivo se amplíe y alimente desde las propuestas que surgen en la academia.
Desde diferentes escenarios y espacios se ha mencionado cómo la política pública de atención al desplazamiento forzado en Colombia es una de las más trabajadas e incluso reconocidas desde la sociedad internacional. Sin embargo, Colombia no deja de encabezar la lista de los países más afectados por esta situación, generando cientos de nuevas problemáticas sociales de exclusión inseguridad, desnutrición, violencia sexual, entre otras, que merecen la mirada crítica pero sobre todo propositiva que pueda surgir en los espacios investigativos.
A lo largo de esta investigación, fue de gran importancia reconocer las redes y alianzas que la comunidad establece con la Iglesia e incluso con la comunidad internacional como una estrategia de resistencia. Los espacios investigativos de los que se hablaba anteriormente también pueden tomar ventaja, en el mejor sentido de la palabra, de esa mirada tan 78
interesada que diferentes organismos como por ejemplo el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos
y diversas Organizaciones No Gubernamentales que apoyan dichas
investigaciones, para proponer nuevos escenarios y miradas que son tan necesarias para la sociedad colombiana.
Una de las miradas más importantes que se dio y propuso a lo largo de éste trabajo, fue el reconocimiento de las acciones y discursos a través de los cuales, las comunidades tras eventos violentos o experiencias de crisis humanitarias, se supera la condición de víctimas y se genera un contra lenguaje con el cual van a reconstruir las estructuras identitarias golpeadas por la guerra. Aunque es imposible limitarse a pensar en positivo los espacios desde donde se crean la organización y la resistencia colectiva, ya que es necesario mencionar cómo los espacios familiares, individuales y colectivos fueron fuertemente golpeados por una masacre tan dolorosa como fue la de Bellavista. Sin embargo, una de las responsabilidades cuando se generan estas propuestas investigativas es cuestionar los hechos, denunciar en algunos casos, poner en escena los diversos actores y sus responsabilidades pero sobre todo, unirse, alimentar y fortalecer las ideas que se proponen desde las sociedades.
Finalmente, es importante replantearse el tema del patrimonio inmaterial en tanto no existe una conciencia de la responsabilidad que tenemos en cuanto a su protección. Cuando pensamos en patrimonio, la mirada se centra en lo material (monumentos, objetos, documentos, etc.) y olvidamos que parte de esa construcción y conservación patrimonial crece desde lo inmaterial en los cuerpos con tradiciones, con saberes en espacios étnicos y territoriales, pero esta consciencia se activa cuando desde diferentes esferas se entabla un dialogo para conocerlo, mantenerlo e incluso gestionarlo. Una de las esferas que ofrece esa oportunidad es la academia desde donde los lenguajes y diálogos que se pueden construir son ilimitados.
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Anexo 1 DECLARACIÓN POR LA VIDA Y POR LA PAZ (Bellavista, Bojayá, Septiembre 12 de 1999) Las comunidades de Bellavista cabecera municipal de Bojayá, al igual que todas las comunidades del Atrato Chocoano y antioqueño, vienen siendo testigo y víctima de la agudización del conflicto armado en el Medio Atrato: violación de Derechos Humanos y de los Pueblos e Infracción de Derecho Internacional Humanitario: Asesinatos selectivos. Desapariciones. Desplazamientos Forzados. Secuestros. Intimidaciones, amenazas, señalamientos. Tortura. Robos de motores, botes, víveres y combustible. Bloqueo económico (restricción de alimentos, medicinas y combustible). Restricción de la movilización. Violaciones. Como pueblo ahí hemos vivido y recreado nuestra cultura y tenemos derecho a vivir con dignidad, en justicia y en paz, viviendo nuestra economía en el territorio que ancestralmente nos pertenece. Exigimos de los grupos armados (guerrilla y paramilitares): • • • •
• • • • •
Se nos respete el Derecho Supremo a la vida Se nos respete el derecho a vivir en paz Se nos respete el derecho como pueblo a vivir nuestra autonomía y ser gestores de nuestro etno- desarrollo Se nos respete el derecho que tenemos como población civil a no ser involucrados en el conflicto armado, por tanto que no entren en por ningún motivo a nuestro pueblo Se nos respete el derecho que tenemos a la libre movilización Se nos respete el derecho que tenemos a no involucrarnos en el conflicto armado (como informante, colaboradores, financiadores, etc.) Se nos respete el derecho a comercializar libremente nuestros productos (plátano, madera, arroz, pescado, etc.) Se nos respete el derecho a traer nuestros víveres para el sustento Se nos respete el derecho a no ser señalados como auxiliadores de un bando o del otro
La violencia que vivimos por el conflicto armado no es la única en nuestro medio, desde hace muchos años padecemos de una violencia estructural, aquella que nos discrimina y margina cada vez que nos empobrece más. También exigimos al gobierno nacional, departamental y municipal, mayor atención en inversión en salud, educación, comunicación, vivienda, acueducto, alcantarillado a nivel urbano y rural. 80
Como comunidad nos comprometemos a: • Mantener nuestra autonomía como pueblo. • Rechazar todo tipo de ofrecimiento (que involucre en la guerra), que venga de los actores armados. • No hacer de informantes o colaboradores de ningún grupo • No ofrecer ni prestar nuestros bienes (botes, motores, etc.) para movilización de ningún grupo armado • No auxiliar ningún grupo con dinero, combustible, víveres, vivienda, etc. • Solidarizarnos con los desplazados y apoyar su retorno • Apoyar todas las iniciativas por la vida y la paz que busque alternativas al conflicto • Rechazar y denunciar todos los actos violentos que deterioren nuestra visa • Crecer como comunidad en solidaridad, unidad, respeto por la vida Este documento fue elaborado y firmado por toda la comunidad de Bellavista incluyendo las autoridades de la administración pública el 12 de septiembre de 1999, en una jornada de reflexión por la Vida y por la Paz (se tiene la copia original con las formas). Se enviaron copias a la Defensoría del Pueblo nacional y departamental, Comandos de Policía, procurador nacional y departamental, Cruz Roja Internacional, Comandos centrales de: las FARC, ELN y Paramilitares, Comisión de Vida, Justicia y Paz de la Diócesis de Quibdó, Entre otras. El documento se ratificó y leyó públicamente en presencia de las FARC el 22 de noviembre de 2001.
Fuente: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). Grupo de memoria histórica. Bojayá. La guerra sin límites. Taurus Bogotá, 2010. p.51. Disponible en: http://memoriahistorica-cnrr.org.co/archivos/arc_docum/informe_bojaya.pdf
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