PERIÓDICO ESPECIAL OE SEÑOR.^S Y SEÑORITAS, INDISPENSABLE EN TODA CASA DE FAMILIA

PERIÓDICO ESPECIAL OE SEÑOR.^S Y SEÑORITAS, INDISPENSABLE EN TODA CASA DE FAMILIA M A D R I D 30 D E MAYO D E 1921 ASO LXXX.—NtJM. 20 r.víjrr- 1.

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AM XVIII Xillll Ahril . .:I ..A..N"" ..A..LES INSTITUTO OE INGENIEROS OE CHILE Uso de! concreto y del CODcreto armado para eunstruenlnnea mariti

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PERIÓDICO ESPECIAL OE SEÑOR.^S Y SEÑORITAS, INDISPENSABLE EN TODA CASA DE FAMILIA M A D R I D 30

D E MAYO D E

1921

ASO LXXX.—NtJM. 20

r.víjrr-

1. Traje de cr«spón'áe china' ¿oraí; su bordado, tono sobre tono, es de seda, rodeado de cuentecitas; cinturón echarpe aiuidado al costarlo. Este bonito modelo puede copiarse en todos los colores claros, malva, belge, gris, etc., y también en azul marino y en negro. 2. Traje de satén negro, con cuerpo cruzado adornado con una hilera de cabujones de a;:abache formando ribete. En satín blanco, compone un vestido de novia, completado a poca costa con una cola sujeta como manto de corte en los hombros, con dos coronitas de azahar. . ;.ir[

3.

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Traje de lanilla azul marino y lanilla fantasía azul y verdej ..esíjawiijel^s de cinta como cinturón. '.'. " El efecto de traje-abrigo dol modelo es debido a la disposición liel'cuerpo Como chaleco, a la túnica que cubre la falda y a la manga recta de aspecto sastre, 4. Traje de lanilla coJor arena o marino, adornado con bucles de cinta al Color. El pechero de organdí de este vestido, como el del anterior, es móvil Para mayor comodidad del planchado.

ADMÓN:

CALLE DE PRECIADOS,

46.

LA

L!30

SUMARIO TnxTo,—Revista pnriflionse, p:.;- V. de Cnaleíado.—La Inilemtil7firi'',r;, por A. StlimidC—Canciomía mudas, por Ir, Gonalllez (IR Znviíln.—i.'nraKnn^s [onles (contlnnái-lún), novein Irnclucldií por Franciseo Lomljnrclta.—Espllcactrni del lliíiirín llLimtaado.—Ln. nntbiliicJOtí eléctricii. l»or Junna Slm-'^-.—Ocriv-spondoncliL parllunilar, poi' Adela 1'.—Uihlloprjifía.—SccclCn de pati-anes. GuABADOH.—I'aji. 22S>: Trnjtis de verano,—PAir. 2S0 : 1. Vestido do crospfin marroquí jade.—2. Trnío piirn. desposada.— Pág. 231: Trajoit de paHíio.—Pili;. 233 : Tnijes de nocbe.— PAiís. 234 y 23ó : ELejíantoB Irajos de posoo, tarde y nocho.—Prtg. Sfifi : Abrigos y trajea para iiiflas.—Pftg. 2SS: ^'nrios motli-lna de lilufias.

MODA

K LE GANTE

I L U B T lí .V I) A

E! hilo de la bobina se elegirá fino con preferencia. Para tener un bonito punto es esencial: i.°, emplear la aguja más gruesa que adrníta la máquina; 2.°, regular el punto lo más grande posible. En las máquinas de familia se atornilla hasta el fondo el tornillo regulador del plinto; en las otras se le baja lo más posible; por una singular anomalía, las puntadas de las máquinas pequeñas de familia son con frecutincia más grandes que las de las máquinas de naveta oscilante. No carguéis demasiado las canillas, para que se puedan mover libremente en su caja redonda o en el zapato. Una vez enhebrada la aguja, haced girar la rueda dos vueltas y traed afuera ei hilo, la lana o la seda de la canilla; volved la tela del revés y empezad el pespunte sobre una pequeña muestra, Si el torzal o la seda pa-

galones de pespuntes pegados cuidad de que el pespunte auL^rior vaya debajo de la horquilla lateral de la patilla.

Las faldas, ¿van a ser en ícrma o al hilo? I-Iabrá unas y otras. La mayoría de ías faldas son. en efecto, a la vez anchas y estrechas, puesto que el interior al hilo se conserva como fnndo de falda en las diversas reformas que se imaginan para habituar, se dice, progresivamente a nuestros ojos al ensanchamiento de la silueta. Serán, pues, las dos y habrá de las do?: es decir, que para los "sastres", por ejemLos adornos de pespuntes.—Las faldas. pji'. al lado de las faldas al hilo, estrechas, cümo las a que estamos acostumbradas, se emLos gruesos pespuntes a máquina son los ¡)tt-za a ver faldas sesgadas, provistas de algún adornos más económicos que podemos elegir vuelo en los costados. De una manera general para nuestros vestidos y los de nuestras liijas. se puede decir que la hechura de las La idea no es nueva, pero sigue su fallías es más amplia, más metida de curso desde el año .pasado, y se la ex- -,-iS*^*^*:$*5*3»S*d*S***5*"!S*S*^*í**i**S*^*^*^-&*i*^3*»^ tela que en la estación última. plota de cien maneras diferentes. ¿Por qué medios? \'amos a verlo ; Estos pespuntes rayan o cuadriculan Las faldas sastre sdn las que menos una tela lisa, a la que transforman en han cambiado de aspecto. Se las sigue un tcjídü de fantasía. Rayas o cuahaciendo en dos o en cuatro paños al drículas de pespuntes se emplean tamhilo, que dan T20 a i6o centímetros de r^rs--vax-bién para armonizar dos telas difecontorno a estas faldas rencillas y prácrentes que se asocian en un vestido o ticas, que tan bien acompañan a la chaun abrigo. Se agrupan estos pespunqueta como al pequeño paleto, aunque tes en galones de diversos anchos, o sean cortadas en forma. Un buen mobien se les hace seguir las circunvoludisto tiene, en efecto, ]iequeños paletos ciones de un dibujo. Según los hilos^ muy en embudo sobre faldas de éstas los algodones o las sedas de* que nos al hilo o sobre faldas-delantales, de sirvamos para hacerlos, .'le obtienen que os hablaré eu seguida. efectos diferentes. Este adorno no tiene, pues, nada de vulgar, puesto que Citaré una falda sastre hecha de un cada cual puede modificarlo al gusto soló paño abierto por delante, hacia la de su fantasía. izquierda, sobre un abanico de pliegues Si empleáis algodón "perlé" o torque se deshojan al andar. Este pequezal, es decir, hebras bien retorcidas, el ño paño plegado y así colocado hace pespunte será delgado y limpio. La el efecto de una caída de cinturón y seda de Argel, el algodón brillante de tiene gracia. Otra falda sencilla está Argel, que tienen sus hebras lasas, compuesta de dos paños sesgados en producen pespuntes imuclio más anlos costados. Es un antígtio conocido, chos y más salientes, que, ^or lo tanto, porque se llevó mucho en 1916. La de adornan más. hoy no tiene más de 245 centímetros de contorno. Se la monta plana delante Unas veces los pespuntes se hacen y detrás, con un poco de vuelo en las de un tono sobre o t r o ; otras son de caderas. Una manera muy nueva de un color diferente del de la tela. Se omplear este vuelo es hacer un tablón puede también modificar el aspecto y delante, de arriba abajo, ensanchando el matiz del pespunte por la elección a medida que baja y llevando al centro del hilo de debajo. Tomemos, por ejemde él la costura de empalme, con un plo, pespuntes de seda topo. Su aspecadorno sobre ella, sea una línea de boto cambia si el hilo que va por el revés tones, una trencilla o un bordado mede la tela es topo, blanco o negro, pornudo que la disimule. que este hilo aparece algo por el derecho, entre cada dos puntos, lo bastante Las faldas-delantales están hechas para aclarar u obscurecer el tono del con un gran patio abierto detrás, sobre pespunte. una falda de debajo. Las puntas del delantal caen sobre esa falda, lo cual pueLo que diferencia los pespuntes para de obtenerse sencillamente por el readornos de los pespuntes ordinarios a dondeo que se da al borde superior del máquina es que es preciso hacerlos por paño, o dejando resbalar, de arriba el revés de la tela. En efecto, el torzal abajo, los bordes laterales del mismo. grueso, la seda de Argel, el algodón El delantal tiene con esto un ligero molaso, la lana, no podrían pasar fácil1. Elegante vestido de crespín marroquí jade y crespón satén negro, vimiento de báscula, de delante atrás. mente por el ojo de la aguja. Hay, ccn encaje negro como túnica, y ribetito de azabaclie, 2. Es encantíidora la aenciUez de líneas de este traje para desposada, La falda de debajo, a la que envuelpues, que ponerlos en la canilla, en hace con satén real adornado con un bordado de cuentas tlanco mate, ve el delantal, es unas veces de tela tanto que el hilo que ha de aparecer Se que pueden reemplazar entredoaes de encaje. igual y otras de tela diferente: raso por el revés de la tela es el de la bonc'gro bajo un delantal de jerga azul, bina colocada sobre la máquina. Con * a * 3 * ^ * » * i í • S • * • 3 * 3 * * * * * 3 por ejemplo; paño de jerga azul detrás una máquina de coser de naveta oscilante^ como las de costurera, las canillas re- san difícilmente en la naveta, aflojad ligera- y gran paño de raso o de crespón blanco, ceredondas son muy fáciles de cargar, siguiendo mente el tornillíto que mantiene el resorte de za o azul vivo delante. Los bordes del delantal el procedimiento ordinario (excepto las que ia canilla; dejad la tensión de encima más se mueven al andar y dejan ver debajo la seda hay que cargar de lana o de seda divididas en bien floja, pero sin que lleguen a formarse clara de la falda interior, que recuerda siempre al adorno del cuerpo o del paleto. varias hebras, las cuales es preferible enroUar- bucles. la.i a mano para asegurar que ninguna hebra Acabado el pespunte, para sacar los hilos y Pasemos ya a las faldas en forma, que se resbale). El inconveniente de las navetas zapa- cortarlos cómodamente es preciso tener cuida- asegura que son las del porvenir y ya un poco to, las de las máquinas pequeñas llamadas de do de levantar la aguja lo más posible antes del presente. Otro gran modisto ha inaugurafamilia, es que la excepción viene a convertirse de levantar la patilla y de tirar de los hilos. do, en efecto, en sus colecciones nuevas de la en regla, porque es necesario casi siempre enEs >más difícil de lo que se cree el hacer bien estación, para un ^'sastre" la fórmula nueva. rollarlas a mano, y como no se Ifis puede car- pespuntes mtiy próximos, casi tocándose. So- En la parte de abajo de un vestido recto (para gr.r cada vez mas que de una pequeña cantidad lamente la experiencia hace que se logre, y ésta no decir de un vestido-camisa) pone un volande hilo, lana o seda, se hace preciso recargarlas no se adquiere sino después de numerosos en- te en forma, de jerga o de lanilla igual a la a menudo. de la chaqueta o del paleto, en tanto que el sayos. vestido es de crespón marroquí, de fular o de iVo pesptinteéis nunca sobre la tela doble. Si Observad de paso que el algodón "perlé" y el abrillantado de Argel resbalan menos fácil- la tela .muerde, poned un papel encima y otro otra tela de seda. Chaqueta o paleto son tammente sobre la canilla que la. seda" retorcida, " debajotque luego de hecho,el pespunte se qui-^.,;.Jiién.. rodeados, p o r . u n volante _jn_ forma, más tal como el torzal o la seda lasa. tn, desgarrándolo. Para hacer anchas rayas o ' " fo„„-Í ,„"/ • » » • » * : » ' > •

LA MOt)A E L E G A N T E

TLUST]RAt>A

231

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Trajes de paseo.

A Jú

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1. Traje de sarga nihanna plisada, azul y blanco; chaqueta de sai'ga azul, boa do plumas de avestruz, blancas. 2. Traje de sarga gris, con rayas color cobre.



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3. Traje de lanillíi, tablero de damas negro y blanco, cuadriculado con rayas de color. 4. Traje sastre de tüahurc color yesca, adornado con un cuello estola de marabú del juismo color. Más aún que debajo de los paletos cortos, es necesario ini buen corsé para borrar las caderas y afinar la línea de conjunto debajo de las chaquetas "rotas" en el talle, como en Ja del modelo.

B. No es raro ver en las mievas cc>leccíones trajes de earíja, una de cuyas partea es1Ji plisada: vestido interior, eosliidoK de la i'alda, tablero tle delante, coituí en el modelo; un bordado de peRpiintes sujeta los pUeyues del tablero en el talle debajo del cintiirón; arcoa de pespunte-s en el borde de los paños, bolsillos y mangas; raotivoK bordados completainente de pespuntea, contrastan en el cuei-po con los arcfis ligeros. E] traje es de aaríja negra, los bordados encarnado Luis XVI, el vestido interior de satén negro. (1. Sarga y tat'efíln Forman un enlace que no por carecer de novedad deja de ser menos encantador. El traje ariuí representado es de sarga fular azul, abierta sobre un segundo traje de tafetán igualmente azul, que alegran trencillas de seda blanca recamadas de eeda azul vidriera. El mismo adorno se encuentra en las in¡angaa afolladas. Como cínturón, trencilla blanca y azul, 7. De taCet'án color pulga; la falda plisada está rayada con rayas verdes y filetes amarillos; la ruche del cuello y la aldeta hecbas del tafetán rayado mueetran como ribete uuíi raya amarilla. 8. Traje de crespfin marroquí azul aciano; bordado de cuentas color limón y de seda azul en el escote.

L.

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232

T,A

o menos ancho. Estos volantes al hilo, detrás y delante no tienen cañones mas que en los costados; cañones poco marcados, por otra parte, y que no se echan de ver a primera vista. Otro modisto hace faldas en forma de otro genero. Las monta sobre un vestido recto, que •sirve de íondo. La falda en forma está hecha 'con dos paños, tino delante y otro detrás, al hilo, a la izquierda, donde quedan cayendo sobre el vestido interior, y al sesgo, a la derecha, •donde una costura los une. Por esta curiosa asimetría, la falda es amplia y en embudo en un solo lado, pero es mucho menos original •vista que descrita. Las diversas hechuras de faldas a que acabo de pasar revista son indicadas para los trajes sastre. Para los de vestir, de tafetán, de crespón marroquí u otro, se idean faldas más de fantasía, de las que pondré un par de ejemplos para terminar. Sea €l primero una falda de tafetán con una ¡dea de recogidos muy nueva. La falda se puede montar en prolongación de un cuerpo drapcado en el talle o bien separadamente para ponerla dentro o debajo del cuerpo. Se compone de dos paños de tafetán, tan al hilo, como que sus bordes están deshilachados para formar un ñequito que sirve de adorno. Los dos paños cruzan uno sobre el otro. A la derecha, el paño de la espalda pasa sobre el de delante. A la izquierda ocurre lo contrario, que el delantero pasa sobre la espalda, y ch vez de montarlo al hilo en el talle, cada uno de los paños está inclinado del lado en el que se debe recoger. Esta pendiente dada a la tela permite obtener las puntas de abajo de la falda y el sesgo necesario para la bonita caída del drapeado. En esta falda no hay costuras, sino puntos-bridas escalonados 'Cn toda la altura de los recogidos, que bastan para fijar los dos paños eí uno sobre el otro.

MODA

ELEGANTE

ILUSTRADA

gado proyecto que .acariciaba: —¡Pobre ma-'' má!... ¡Cuánto va a sufrir!... A pesar de ser ya cerca de mediodía, no había desayunado, y las angustias de su estómago le recordaban su miserable situación. N o : ni su madre ní él podían continuar viviendo así. Acudieron al gimnasio varios escolares. Uno de ellos, ágil como un lagarto, trepó a través de la escala de cuerda; otro se agarró a las anillas; un tercero se apoderó de las paralelas. —i Cuidado, muchachos! — gritaba el señor Maillefin. Pero sus disdipulos no se mostraban muy dispuestos a atender la prudente advertencia del pedagogo. Era la hora de las locuras, y el jjatio del colegio, durante el recreo, parecía un manicomio habitado por alborotadores diablillos. Un colegial que gozaba fama de ser el más travieso de sus compañeros comenzó a revol.carse en la tierra extendida debajo del trapecio, quedando, al cabo de varios minutos, eí suelo del gimnasio limpio y duro como la piedra. Juanito comprendió que había llegado el instante de decidirse; pero ¿se atrevería?... Impulsado bruscamente por una fuerza irresistible se lanzó hacia el trapecio, como los soldados que, en el momento del asalto, para acabar antes con el eiicmigo que los ¿metralla, se arrojan sobre él o más bien huyen hacia adelante, según la pintoresca e ingeniosa frase en boga entre los militares. Apoderándose del trapecio, comenzó a columpiarse con la cabeza hacia alhajo. Sus brazos se agitaban en el vacío, acentuando el movimiento con sus hombros, su espalda y todos sus nervios. A cada vaivén veía brillar el suelo debajo de él; la sangre afluía a su cerebro, no sintiendo ya la tortura del hambre, sino una dulce y desconocida embriaguez. Hubiera El segundo modelo es una falda de cuatro podido dejarse caer en seguida, ya que no era puntas, encantadora para las vuelas y los cresotra su intención; pero e.'íperaba el instante pones ligeros, de una facilidad de corte tentamás propido. dora, pero que ¡leva en las puntas un bordado —¡Deja el trapecio !•—le gritó el señor Mailque es todo un arte, que necesita una cenefa lefin, que, a la sombra de un árbol, presenciaapropiada a la tela empleada. Esos cuatro paba una partida de bolos jugada por varios . ños en punta caen detrás, delante y a ambos aJlumnos—. ¡Deja el trapecio, porque, si no, vas 'costados sobre la falda interior, repartidos por a congestionarte!... ,; igual, y cruzan en el talle unos sobre otros. Y süguidaniente se encaminó hacia donde se ::'LOS bordes de los paños no se suelen terminar columpiaba Juanito. Aquel gesto decidió al f en piquillo cortando jin calado, sino que se le niño. Comprendiendo que era necesario acabar, pone una cinta a caballo, pespunteada, que cerró los ojos y aflojó bruscamente las piernas, constituye en el borde de los paños una ceneque le sujetaban al trapecio. •ifa de dos a tres milímetros, muy limpia, muy Eí señor Maillefin oyó un golpe seco produ' delgada y más fácil de colocar que un bies, adecido por el cuerpo del pequeño al chocar conmás de que da a ciertos tejidos más sostén que tra el suelo. De los labios del irascible profesor el piquillo. se escapó una frase inteligible, y dando muestras de una violenta agitación se acercó a su V. DE CASTELFIDO. alumno, que yacía en tierra. Paríi, =5 rio mayo iÍo iijsc. Ya rodeaban a Juanito sus camaradas, lamentando con sincera compasión el accidente, ¡mes e! pobre huérfano contaba muchas sirapiitías entre sus condiscípulos, a causa de su CUENTOS DE «LA MODA E L L G A N T E B carácter humilde y afable. El niño no había perdido por cormpleto -el conocimiento, y oía perfectamente cuanto se hablaba a su alrededor. Así pudo distinguir la Llegó la 'hora del recreo. voz alterada del señor Maillefin, que, después Después de cerrar estrepitosamente los pu- de reconocerle con minuciosa lentitud, excla—Señora Nolilíusse, el casero m e encarga pitres, los colegiales, de dos en dos, abandona- mó iracundo: que diga a usted que le es imposible concederla ron la, cátedra, encaminándose hacia el anchu—;Una pierna!.., ¡Se ha roto una pierna!... un nuevo plazo, y que si, en lo que resta d e roso patio, donde, como una banda de alegres ¡Caro .me va a costar el maldito trapecio!... semana, no abona los recibos atrasados, la de- pajarillos a los cuales se acabara de abrir la [Mañana mismo mando que lo quiten!... ' m a n d a r á ante el Juzgado. puerta de la jaula, se dispersaron en todas di¡Una pierna rota! ¡Qué suerte, en medio de Tales fueron las palabras de la. portera, que recciones, corriendo y voceando ruidosamente. lü que constituía una verdadera desgracia! la desventurada madre de Juanito se esforzó L'n ensordecedor tumulto era el desquite de Juanito vio entre una luminosa aureola a su por impedir que llegaran a oídos de su hijo, dos horas de quietud y silencio forzosos. infeliz madre cobrando la tan codiciada indemsin lograrlo,,porque a los nueve años suele'teJuanito no siguió a sus camaradas. Ni sal- nización... Ya no carecerían de pan, podrían nerse el oído muy fino y aquella endemoniada taba, ni corría, ni lanzaba piedras. Acurrucado pagar los recibos atrasados y el casero no les cancerbera gritaba tanto, que h a s t a l o s sordos en un rincón, cerca del gimnasio, contemplaba arrojar'ía de su mísera vivienda... 'de nacimiento podían'enterarse de lo que decía. fijamente el trapecio. Y, embelesado ante aiquella visión, el heroi—¡Pobre mamát—reflexionó Juanito—. ¿CóDesde el accidente ocurrido a Silvio habíase co niño soportó los a,gudos dolores que. le promo saldrá de este nuevo apuro? cubierto de una tierra fina y blanda el peligro- ducía la fractura de su pierna, sin exhalar una Adoraba a su madre con esa ternura de huér- so lugar. c|ucja ni un gemido^ con un valor impropio de fano, más intensa, más honda, más compleja —El que se caiga no se hará tanto daño— sus pocos años...""" ' , [' _ que todas las ternuras infantiles, Avergonzá- pensó Juanito, y añadió, suspirando, porque no bale y le hacía sufrir ser t a n nífío, constituir dejaba de reniorderle lacoíjciencia por el arriesi I ' , A . SCHMIDT. ••

LA I N D E M N I Z A C I Ó N

una pesada carga para la infeliz viuda. Con la violencia de todos los sentimientos precoces, lemordíale liasta lo poco que comía. Para mantenerle, su madre se veía obligada a trabajar rudamente, ganando jornales mezquinos, insuficientes para atender a las necesidades más perentorias del vivir. Singularmente, desrle tres meses antes, las privaciones habían aumentado de día en día, faltándoles no pocas veces el pan. Y ahora se complicaba la angustiosa situación con la amenaza de desahucio por parte del propietario del sórdido tugurio donde se guarecían. Harto sabía Juanito que les pondrían los muebles en la calle, porque su madre no disponía del dinero suficiente para evitar el conflicto. En tan lamentable estado de ániíno, el niño ocupó su habitual puesto en el colegio, realizando inauditos esfuerzos para reprimir las lágrimas que pugnaban por asoniai'sc a sus ojos. De repente, un codazo de I-*ablo, su vecino de mesa, le sacó de su dolorosa abstracción. — ¿ í i a s visto a Silvio?—le preguntó Pablo en voz baja. Silvio faltaba a clase desde hacía cerca de dos meses: durante el recreo se había caído del trapecio, fracturándose un brazo. Sin duda, en su casa le habían cuidado muy bien, porque volvía gordo y colorado. —Y ¡que traje tan lujoso trac (...^prosiguii) Pablo. —Plabrá heredado—repuso Juanito, por decir algo. —¡Eres tonto!—insistió Pablo—. No ha heredado a nadie...; pero ha cobrado la indemnización que los maestros deben pagar cuando un alumno sufre algún accidente durante las horas de clase. El padre dé Silvio exigió añil pesetas por el brazo del chico, y ahí le tienes, vestido como un marqués. En el aula resonó un violento "[ Silencio, señores!", que hizo callar a los locuaces escolares. Estos y, sobre todo, Juanito, temían atrozmente al profesor, un pedagogo apellidado Maillefin, que no perdonaba ocasión de castigar y humillar a sus discípulos, a quienes en todo momento trataba con insolente orgullo. Además, era un furibundo partidario del aborrecible aforismo " L a letra t o n sangre ¡entra..." No es, pues, de extrañar que aquel "¡Silencio, señores I" produjera el efecto de un cañonazo, de un trueno. En el aula pudo oírse volar las imoscas. Las palabras del charlatán Pablo habían perturbado profundamente el cerebro de Juanito. Ya no resonaba en sus oídos la aborrecible voz de la portera, ni veía ante sus ojos el pálido y doliente rostro de su madre. Un genio maligno le murmuraba quedamente: "jMíl pesetas por un brazo r o t o ! " .Parecíale al niño que de las manos del odioso señor Maillcfin manaba un copioso río de oro. —jTaimbién yo valgo alguna cosa!—pensaba—. ¡Quizá mil pesetasI...

LA MODA ELEGANTE ILUSTRADA

233

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BBfflffig]Sg]SSfflfflSfflfflQQffiBSffl9ISffl3mfflXSffi'%SffiIlffiSaSfflSSQB£ffiffl3lllffiffl9£KI3S!ElSS@EffiQSS]EÍS¡Sffl{a9Slffi£EIE]llSSEI@S@SSISS{£Smi3£@aiPEia3ffiffi9@^S@@aElffiS!@ia£@SEífflSS

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2^ Traje lEimoaúo rojo viejo y oro. Falda con volantes a loa lados. Escot-e redondeado.

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2. Traje de crespón "Madeleine" amarillo limón. Falda cotí volantes. Cuerpo lameado

3. Traje de encajes? de plata con túnica colocada sobre caten color rosa. Cinturúii colgante hecho de pensamientos y rosas. A. Traje de encaje plata con falda de cola. Cuerpo de tela de piala, adornos de rosas colgantes.

] S SiñJ Si El US @a 9 SG3 S BQBIS S S S ü SIS H ü S! S U @I3 S SIS U S S ffl

Yo sé una canción de amores sentida, vibrante y grata, con armonía de ensueños y con notas de esperanza. Yo sé una canción de amores> pero no puedo cantarla, porqne mi boca enmudece, negándome sus palabras. Yo sé una canción muy triste paiu mi9 horas nostálgicas, con notas de desengaños .y con armonía lánguida. Yo sé una canción muy triste, pero no puedo expresarla, portjue no hay frases que expresen él dolor de la desgracia. Yo sé una canción de amores, y sé nna canción amarga; una la traduzco en hesoa; - ^L.".:;;; otra la traduzco en lágrimas. G-. (JONZXLEZ DE ZAVALA,

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LA M O D A E L E F A N T E

ILUSTRADA

I, A M O D A E L E G A N T E Esaii@Q3iiffliiESSS@:a£@¡a£@[a2Eii3£ESias@@@Qasiimassiiasffiii£BaiS'3@i3

ILUSTRADA

235

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rajes de paseo, far^ de y nocfie.

turón y se halla adornada con cintas de faya flexible negras. Esta túnica de tul debe ser más larga que el forro de seda, unos 5 ó 6 centímetros por lo menos. En el cuerpo de seda verde jade, pecherito de t-ul de oro. Una larga ^-t-haruc de tul negro completa este traje nuevo y de exquisita elegancia.

1. Traje de tardu eii taíetán azul marino y tafetán color cereza. Reaullará igualmente muy bonito en negro y blanco, tabaco y verde, amatista y gris plata.

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2. Traje "día y noche" de crespón satén negi'o guarnecido con flecos negros de plimias de avestuz unidas, forradas de plumas blancas, caída de cinturón forrado de vuela de seda blanca, bordado con cuentecitas negraa; el miismo bordado de cuenfas blancas embellece el derecho de la calda.

Tela necesaria: 3,60 m. de seda flexible de 1 m. de ancho; 3 m. de tul de 0,20 m. de ancho; cinco piezas y mrdia de cinta. 11. Este traje de crespón de Ciiina malva, gris claro o azul virgen, con su echarpe de tul anudada al costado es un vestido para asistir a una boda; fácil de llevarse después, tanto de día como de noche, en diversas circunstancias.

3. Traje, blusa de vuela Georgett-e, gris ratón, guarnecido con grupos de cintltas de moaré negro, traje interior Imperio de satén negro. 4. De crespón marroa condición precisa para copiarle es la de elegir una t-ela de la que se puedan sacar fácilmente los hilos, tal como la vuela, etaminc, tela époiiye. Una túnica fruncida abierta delante recubre un vestido interior de la misma lela; un cuerpo sencillo que cierra en medio del delantero, y cuyas amplias mangas son sobrepuestas, completan este traje. Ointurón-echarpe de seda o de vuela. Tela necesaria: 5 m, de 1,20 m. de ancho. 10. Traje de noche. Sobre un traje de seda flexible verde jade cae una túnica de i'ul negro ']ue parte del cin-

12. Traje de organdí blanco o malva. El chaleco bordado con abalorios o seda sobre la mjsma tela; pequeños volantitos adornan todo el traje.

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13. Traje de fular estampado, adornado con bieses de organdí o de fular.

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14. Traje de comida de confianza. Tres volantes de tafetán muy flexible que llevan un ribete de plumas de avestruz forman la falda de este juvenil y encantador vestido. E! cuerpo de mangas cortas, ligeramente escot.ido, so hace con tela aziil vivo, brochada de negro, desciende bastante abajo sobre la falda y se termina cu una especie de cinturón drapeado. Tela necesaria: 3,50 m. de tafeííln; 2,75 m. de seda brochada de 1 m. de ancho.

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LA MODA ELEGANTE ILUSTRADA

1. Traje para niña de 6 años, hecho con volantes de tu] blanco, orlados con un punto de ¡frébichc de seda color rosa, y de una chaquetítu de tafetán con flores azul y rosa.

de tela cogida doble. La faida está montada en el bajo del cuerpo de forro debajo del clnturón. 6. Pai^a niña de 8 años. Traje de crespón marroquí, verde angélica, cuello y bocamaugas de organdí. El traje hecho de una pieza está adornado con piieguecitos formando clnturón en e] talle.

2. Para niña de "10 años. Traje lanilla tablero de damas negro y hlanco; casaquilla de tafetán encarnado. 3. Abrigo de verano para niña de 8 años. Se ejecuta con shanimiíf blanco, bordeado con un featón de seda color limón. 4. Traje para niña de 2 a 5 años. De vuela, hourreíte o crespón lavable. Puntos resbalados de lana o de algodón grueso perlé dibujan en la parte inferior del vestido, en el escote y bocamangas, una cuadrícula que se puede conseguir igualmente con grandes pespuntes, 7'c.la ncccfiafin: Dos veces la altura de la niña. ñ. Traje de sarga o de ]ien;;o de lana para niña de 6 a 12 años. Este sencillo y bonito modelo se compone de una falda de dOH paños y de un kimono con mangas cortaa; únicamente para que el cuerpo conserve el ligero blusado que le da una línea graciosa, es preciso fruncir algo su borde inferior y fijarle en* la parte baja de im cuerpo de forro, algo amplio, dejando caer la tela como indi-

7. Traje para niña de 10 años, en sarga ligera color avellana, niotlvo bordado de seda color cobre en la parte inCerior de la estola.

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• 8. Capa a punto de media para niña, an lana ñna Tjciífc con rayas de lana encarnada en el cuello y en las t'iras de las sisas. El cuerpo, io mismo que la. capa, se compone de 3 paños de 55 centímetros de alto por 4;t centímetros de ancho para el de espalda y 39 centímetros para los de los delanteros. 9, Para niña de 10 años. Triaje y capa de natline gris claro, cuadriculada con filetes rosa bokhic rabat de linón plisado en el escote. 10. Traje para niña de S años. El lienzo de lana o el lienzo para vestido son las telas que deben elegirse para copiar este

Para niña§. ca el grabado; el cuerpo de forro cierra en la espalda como la tela. Se guarnece el delantero d"^ cuerpo con uti amplio bordado cuyo fondo puede hacerse de sarga encarnada, azul bandera o hei' '/e recamado con lana azul igual que la del vestido, lana que se retiene con puntos de Bolonia en seda ' o brillantina de Argel del mismo color. Trencillas negras, lisas o gofradas, guarnecen el escote y bordean el bordado. El clnturón lo forma una tira

lindo modelo. Un bordado hecho a puntos lanzados de lana de color vivo embellece el cuello y las mangas, subrayando los ¡ninnüaux fruncidos de la íalda.. Tela nc.saHa: Dos ve-

ces la alL'ura üe la niña si la tela es de. 1,2Ü m. de ancho. 11, Para jovcncita de 15 años. Traje sastre de lana color tabaco, paleto adornado con trencillas fantasía, tono sobre tuno.

10

f>A

CORAZOKES LEALES (Contiiiuaciún.)

—Ai fin y al cabo—pensó—es la única persona de talento que hay eu la reunión, y debo felieitamie de contar con su apoyo... Aunque todavía completamente inexperto en las lides amorosas, Alberto Charllon rendía, alh'i en el fondo de su corazón, un fervoroso culto al bello sexo considerado en general. Por eso no será aventurado decir que su corazón debió latir con mayor violencia que de costumbre cuando, después de comer, tomó asiento en el interior de la dilig^cncia justamente al lado de la encantadora joven. Ko manifestó ésta, deseos de reanudar la con' versación sostenida en la anesa; pero cuando, cansada de oir a su padre eí relato de sus infinitas enfermedades, y al señor gordo sus exagera-dos ditirambos en 'loor del clima de Minnesota, disponíase a rendirse al sueño, Alberto se atrevió a insinuar algunas observaciones sobre el paisaje, a las cuales contestó ella tan oportuna y acertadamente que al puaito quedó entablado un animadisiimo diálogo. • . • ' • • •^••r.i Aun mostrándose reservadísima en la expresión de sus sentimientos, Elena Minorkey aparecía como Jo que era verdaderamente: una joven que poseía rm talento clarísimo, avalorado por una instrucción amplia y sólida y por un gusto depurado y exquisito. Alberto Cbarlton estaba entusiasmado, y no intentaba ocultarlo. Satisleclio de haber encontrado en aquel país medio salvaje una compañera tan distinguida, dejóse arrastrar bien pronto por los encantos de la aventura. ¿Habíase enamorado de una manera fulminante? No vayamos tan lejos; el aanor no se revela tan rápidamente como un relámpago. Alberto estaba conmovido, se sentía feliz y, hasta dos o tres veces, aprovechando las silenciosas pausas, se preguntó si ^ma joven tan amable y hechicera como su interlocutora podría ser la feliz esposa de un hombre serio, de un hombre estudioso e inteligcjitc como él. Estos son Jos preliminares que conducen indefectiblemente al amor. Alberto Charllon acababa de cumplir los veinte años, edad en que fácilmente se persuade uno de que está enamorado, sobre todo si viaja durante doce horas a través de un país espléndido, gozando de aire fresco y puro, y sentándose al lado de una joven tan bonita y simpática como Elena Minorkey. .; ' V ' . ,Por su parte, el padre de ésta, que era el caballero-resumen de todas las enfermedades, y el 'señor gordo amenizaron la excursión hablando del problema candente en aquel país, de la compraventa de terrenos. —He prestado dinero sobre esos solares al 3 por 100 mensual, aumentando hasta el 5 una vez vencido el primer plazo, y con hipoteca que me garantice la propiedad en caso de falta de pago—decía de vez en cuando el señor Minorkey, a medida que avanzaba, añadiendo casi siempre algunas reflexiones acerca de la inñuencia que sobre su salud ejercían sus especulaciones hipotecarias. Asi, por ejeinplo, habíase acatarrado durante ima visita de inspección que giró a cierto t^erreno, fallándole poco para morirse a consecuencia de un agudo ataque de reumatismo a ras de otra expedición; también, posteriormente, pudo Verse aquejiado por una pleuresía, si hubiese pro'ongado algunas horas más su estancia cuando íué a prestar 100 dólares al 5 por 100 mensual sobre el mismo terreno. •El señor gordo era un mapa topográfico viviente, un verdadero catastro en carne y grasa... —1 Ahí tiene usted a Sokaska 1—exclamó de repente—. La nueva ciudad trazada por Johnson... ¿Ve usted las estacas que marcan los límites en aquella colina?... Yo he comprado un solar en la •fjaza Mayor y mía manzana entera frente a la fabrica que se proyecta... Un riachuelo atravie°^ la ciudad, y todos están conformes en decir •iue se dispone de fuerza motriz suficiente para "íover una aserradora mecánica oasi todas las ho-

MODA

ELEGANTE

ILDStEADA

237

ras del día durante la mayor parte del año. Muy su más fervoroso y entusiasta cariiío era su herpronto llegará hasta aquí la carretera • de San mano Alberto. Pablo, si la Legislatura aprueba el oportuno proAhora que éste iba a aquel hogar, nuevo para yecto... Amigo Minorkey, pienso que realizaría él, el coranzoncito de Katy latía fuertemente, cousted un excelente negocio comprando terrenos en mo si temiera no disponer de tiempo para ensenar Sokaska. a su hermano sus pájaros y sus flores, el pintores—i Eso nunca!—replicó el padre de Elena—. co lago del Diamante, cubierto de plantas acuátiJamás compro terrenos. Se corren muchos ries- cas; los nidos de ardillas en el Ijosque, todos los gos. Me concreto a cobrar mi interés al 3 o al 5 habitantes de la ciudad, con sus nombres y cuanpor 100 mensual sobre primera hipoteca y a re- to se decía de ellos; en resumen, todo el tesoro de troventa para el oaso que mi cliente no pueda pa- noticias acumulado durante d(js largos años de gar, y dejo 'las aventuras para otros más arries- separación. gados. Además, había otra persona que Katy ansiaba Mientras tanto también seguía muy animada la presentar a Alberto, sintiendo enorme impaciencia conversación entre Elena y Alberto, que cambia- por saber si agradaría a sti hermano... De todo ban rápidamente sus impresiones, esforzándose ello habló repetidas veces con la primita Isa, que mutuamente por inquirir sus respectivos carac- solía bordar cerca de ima amplia ventana y que, teres. como Katy, cantabja las excelencias de Alberto, a El era la vehemencia personificada, y poseía quien, sin embargo, no conocía. jEra tan intelinociones positivas y principios absolutos acerca gente, tan bueno, tan guapo y tan fuerte 1 j Tede múltiples rainas del saber humano. Sustenta- nia unos ojos tan hermosos y una voz tan simba opiniones rotundas, definitivas: amaba u odia- pática!... . 1 ba cordialmente; 'tampoco mostrábase parco al —[Te aseguro, Isa, que acabarás por amarle 1— expresar sus antipatías. Sus convicciones morales murmuraba Katy, enan inquebrantables. Sus preferencias intelecEa bella bondadosa no respondía a estas palatuales 'lograban la cxcelsítud de verdades axiomábras, concretándose a fijar su mirada sobre la priticas, indiscutibles. morosa labor que traía entre sus manos. Muy al contrario, la señorita Minorkey era la Por fin. llegó Alberto. Durante su ausencia, su calma y la serenidad mismas. Hablaba de iodo con indiferencia, y le importaban un bledo las teo- madre había contraído segimdas nupcias con el rías y doctrinas expuestas por su fogoso inter- señor Plausaby, trasladándose después con su nuevo esposo a Minnesota, donde habían fijado locutor. su residencia. Alberto aun no conocía a su padrasSin embargo, aquella frialdad constituía un potro, y aunque Katy le habló de él en todas sus deroso atractivo para Alberto, cuyo juvenil amor cartas elogiándole con gran entusiasmo, el joven propio sentíase espoleado por la idea de que poihabía recibido por otros conductos, no menos fidedría interesar a una joven tan discreta e intelidignos, noticias que no le eran tan favorables. En gente. cierto modo, pues, hallábase prevenido contra él. Ya a punto de llegar a Nueva-Bizancio, llamó Pasados los primeros instantes de natural efusión de.'ipués de una separación tan prolongada, la CASA m LOS SOJHBMÜOS »E LUrO i^^.^iíí.rí! señora P]au.=;alty, que, a pesar de su característica apatía y del recibimiento algún tanto frío que ProcLoB da gran economtii. LA ELEGANCIA, Fuoricarral, 10, pral. había dispensado a su hijo, sentíase orgullosa de éste, le preguntó: la atención de Alberto oír el nombre de su pa—¿Por qué, habiendo terminado tus estudios drastro, míster Plausaby, mezclado en la convercon nofa'^ tan brillantes, no te has graduado?... sación mantenida por el padre de Elena y el seHabría preferido verte volver con un título. ñor gordo. —Madre mía—contestó el joven—, íe aseguro —Plausaby—decía éste—^ha sabido elegir el sique poseo los principios elementales de una edutio de sus especulaciones. Es un hombre muy liscación sólida, y, en mi opinión, esto es más importo. Mucho me equivoco o dentro de poco tiemtante que todas las borlas y diplomas de licenciapo estarán emplazadas en esos terrenos la capidos y doctores. talidad del distrito y la cabeza de 'la línea férrea. —I-*ero (icómo lo sabrán las gentes si no tienes Por eso se me ha ocurrido comprar algunos soun título?—insistió la madre. lares. —Poco me importa que lo sepan o no—repuso —Sí—repuso el señor Minorkey—, seguramente, Nueva Bizancio será en breve una ciudad muy Alberto con displicente tono. —Sin embargo—insinuó míster Plausaby—, hermosa. También yo tengo una buena hipoteca pienso que un título siempre demuestra que su posobre uno de los mejores solares... seedor ha aprovechado bien el tiempo en la Uni—¡.Que niña tan linda!—interrumpió su inter- versidad. locutor, señalando a ima preciosa jovencita, de Esta reflexión, tan absurda como mortificante. quince o diez y seis años, que corría hacia el porhirió al joven mucho más que las frases de su tal de la fonda, a cuya entrada se detuvo la diligencia,—Debe ser Katy Charlton, la hijastra de madre. —Lo cierto es—añadió ésta, alentada por el l^lausahy... En aquel mismo momento Alberto, asomando apoyo de su esposo—que no tiene una ni un mola cabeza por una de las ventanillas del carruaje, mento de satisfacción con las gentes de principios... ¡Dios me libre de los principios!... Tu pagritaba: dre sufría la misma chifladura, y por eso nos que—jKaty!... ¡Katy!... Seguidamente, apeándose de un salto, abrazó y damos sin un céntimo... En cambio, Plausaby no besó a su hennanita con efusión verdaderamente profesa ningún principio con que contrariar a las gentes... Pero tú, basta que cualquiera manifieste fraternal. Algunos minutos después, la diligencia, tras de deseos de que hagas una cosa, para que te apresudejar a Alberto y al señor obeso en Nueva Bi- res a realizar la contraria. Por ejemplo, ahora misziancio, continuó su marcha hacia Penitot, ocho mo me asombrarías sí de repente afirmaras que volvías a la Universidad para cursar la carrera de millas más allá. Al tiempo de partir, Alberto quitóse el som- abogado, que fué la de tu padre y yo quisiera brero, saludando profundamente a Elena Minor- para ti...,'o la de médico,.. key, que le devolvió el cumplido con la majestad {Continuará.) de una reina.

II La dulce y pequeña Katy—imposible sería encontrar otros vocablos que pudiesen dar una idea más aproximada de aquella encantadora criatura—amaba entrañablemente a cuantas personas la rodeaban, en especial a su madre, a su padrastrq y a Isa—sobrina del segundo—; pero el objeto d?

Explieac ón del figupín iluminado. Corresponde a laa siiaorlptoras de la 1." edltil¿ii Traje entero color vino, Paleta de la misma tela adornado con svulache. . . . - ^ .,.,-•

LA MODA E L E G A l í T E a

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1921.

Traje de noche, en satén gris y negro, recubierto con muselina y bordado oro. MODELO DE DORñT

(Fotografía de Henh Manuel; Hugelmann.)

Traje de noche, en satén azul naítier, adornado con bordado aplicación.—Traje de noche, de charmeuse blanco.—Traje de satén negro, aplicación de galón blanco. MODELOS DE 5CHWñB. 6ERñRA V B0NTEMP5



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(Fotografías de Henri Manuel: Hugelmann.) 1

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MADRID 30 DB MAYO DE 1921

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1. Alba de bal-ista fina adornada con nu encaje de malla bordada. Las albas se hacen siempre de hilo y también de batista, En el modelo adjunto convendrá hacerla de bilo fino, pues por el ancbo del encaje pesa niucbo éste y se deformaría la tela con facilidad. 2. Mantel de altar bordado a píiíinctis y a punto lanzado con algodón perlé D. M. C. numero 8. 3. Encaje para mantel de altar; se hace con cinta fina de seda, bordando el centro con seda, 4 y 6. Ángulos para manteles de te, bordados a la inglesa; las hojas y los tallos a cordoncillo. 5. Cortinas para sagrario, adornadas con bordado Richelieu,

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DEPÓSITO DE LINOLEUM

Arttcutom para ílmptaxa. FRANCISCO FERNANDEZ lavlta a «u aUtlnRuldn clientela Tiaitc au» nlmftccnea umpliadoa reoientcmentc. Oabatlmfo d» Ormota, númmrom S mi O, . omqu/na a Montarm.-MM ORÍ O,-Teléiono 39-50 M.

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L A B O R E S B E LA M O D A

ELEGANTE

L A íi O K E S D E LA M O D A •

1 y 2. Dibujo a tamafio de ejecución de la malla bordada para, el encaje de! cuerpo y -maiigaa del alba número 1 de la pagina 1. y - •

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HOIA DE LABORES Alba t!o líatista y dibujos, a tamaQo de ejecución, del encaje de malla para adornarle.—Mantel de altar y encaje para adornarle.—Ángulos pa-ra mantelee de te.—Cortinas para sagrario,—Sior de hilo.—Cuadros bordados, para aplicar en stor^ mantel, colcha, etc.—Tapete redondo.—Motivo bordado, para adorno de traje de nlfio.—Puntilla para mantel de altar.— • Puntilla para traje de niño.—^Motivo para adornar un traje.

SUPLEMENTO Elegantes trajes de noche.—La moda en los sombreros de plumas.

FIGURÍN ILUMINADO Traje entero color vino.

TEXTO Revista parisiense.—La Indemnlzactfin.—Canciones raudas. — Corazones Ifialea (continuación), novela. — E s PUcaclón del figurín iluminado.—La 'ondulación eléctrica.—Corresponden'^'a Particular.—Elbliografía—Sección •^fi Patronea. .

UA. MODA ELBGANTB.—HDM. 20.

W DK UAXO DB 1B21

FIGURÍN

ILUMINADO

TRAJE ENTERO fVéase la explicación en la página 237 de! presente número.)

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^ÉWlt%4lt%%%4iHt^t4lHiHÍH^^ Q{mcón de

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Las paredes de este elegante saloncito (ñgs. 1 y 2) están pintadas en color barro cocido; los plintos y demás maderas, de azul turquesa. Las cortinas de las vidrieras son de tul cuadrado naranja, con fleco de oro; grandes cortinas de gasa de oro guarnecen, sin quitar luz a la .pieza, la ventana, que se abre a un jardín. La profusión de muebles antiguos, de objetos de arte que embellecen la estancia, obliga a utilizar el espacio. Entre la ventana y el cuartito en forma de alcoba, donde está el diván, encuentra sitio precisamente una rinconera Luis XV, de palo de rosa con bronces dorados, que soporta jarrone."? antiguos y cerámicas preciosas. Encima, un espejo largo del siglo último, con marco florido ,de lámina de hierro pintado (guirnalda de .rosas agrupadas sobre fondo axul chino); en el costado, un espejo largo con marco de madera barnizada de laca esclarece este rincón reflejando la claridad que entra por la ventana. La alcobita está cubierta de fotografías de cuadros elegidos entre los más famosos de todos los Museos. Las alfombras chinas blancas y azules, la gama de los almohadones, las tiras de bordado chino sobre fondo azul, colocadas como frisos en las paredes; el damasco chino azul-intenso que tapiza el diván, las sedas antiguas en los tonós-aztiles- que cubren las sillas del siglo XVIII, y particularmente el slllonclto en triángulo, todos'los azules, sin olvidar el admirable y suave do las alas de mariposa qué' vuelan sobre," el árbol japonés •

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