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LA AIF EN ACCIÓN
El manejo de peligros naturales ayuda a reducir riesgos para el desarrollo
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educir la vulnerabilidad ante los desastres naturales es una parte integral de la lucha contra la pobreza. Un desastre natural puede destruir décadas de desarrollo en un instante. Habitualmente, los pobres son los más afectados y quienes necesitan más tiempo para recuperarse, puesto que viven en las tierras más frágiles y en estructuras precarias, y tienen menos maneras de protegerse. La Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Grupo del Banco Mundial cumple, desde hace mucho tiempo, una función clave en la recuperación y reconstrucción después de una catástrofe natural, y participa cada vez más en la reducción de los riesgos. También es uno de los principales donantes para actividades de reconstrucción y recuperación en casos de desastres. La ayuda humanitaria informada por el Comité de Asistencia para el Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) logra, en promedio, compensar menos del 10% de las pérdidas que sufre un país en una situación de esta naturaleza. Cuando el Banco Mundial no financia las labores de reconstrucción de mayor envergadura, los problemas no son resueltos de manera sistemática o no son resueltos en absoluto. Las operaciones del Banco Mundial y la asistencia técnica y la investigación que éste ofrece han contribuido a establecer vínculos entre riesgos de desastres naturales, reducción de la pobreza y crecimiento económico. Además, han sido eficaces a la hora de generar la demanda necesaria para invertir en actividades de gestión de riesgos de desastres. Al respaldar las actividades de recuperación, la AIF ha demostrado que posee flexibilidad, liderazgo y experiencia técnica para sustentarse en la reforma de políticas y dar participación a las comunidades locales para obtener resultados positivos en sus proyectos. Esta entidad aprovecha su capacidad única de convocatoria para trabajar en conjunto con otros asociados en la tarea de crear conciencia y desarrollar herramientas para incorporar la reducción de desastres, al tiempo que lidera las innovaciones en materia de financiamiento para la gestión de riesgos. Datos básicos • Aproximadamente un 98% del total mundial de afectados por los desastres naturales entre 1991 y 2005 vivía en países en desarrollo y cerca del 10% de ellos eran habitantes de los países menos desarrollados. • En los últimos 12 años (1996–2007), la AIF comprometió unos US$12.000 millones para actividades de prevención y recuperación. • Durante el mismo período de 12 años, un 85% de los proyectos que financió la AIF para actividades relacionadas con desastres naturales fueron calificados como “satisfactorios” o “muy satisfactorios” por el Grupo de Evaluación Independiente (IEG, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial, lo que convierte a esta cartera en una de las más exitosas de la AIF. • Durante los tres meses posteriores al tsunami de 2004, la AIF otorgó donaciones en efectivo para casos de emergencia a casi 100.000 familias de Sri Lanka.
CONTEXTO SECTORIAL Los desastres naturales tienen consecuencias graves en los países pobres El efecto de los desastres naturales en lo que respecta a muertes y disminución del producto interno bruto (PIB) es mayor en los países de ingreso bajo y mediano. Del total de muertes ocasionadas por desastres naturales entre 1991 y 2005, aproximadamente nueve de cada 10 se produjo en países en desarrollo y más de una cuarta parte de todas las muertes ocurrió en los países de menor desarrollo. Cerca del 98% del total mundial de damnificados eran habitantes de países en desarrollo, y una décima parte de ellos eran de países menos desarrollados. Las naciones ricas tienen pérdidas económicas superiores a las de los países pobres, debido al mayor valor de los seguros de las propiedades. No obstante, como proporción del PIB, son las naciones en desarrollo las que reciben el impacto económico más alto. El huracán Andrew, que en 1992 azotó los estados de Florida y Louisiana, en los Estados Unidos, causó pérdidas por unos US$40.000 millones, monto que representa sólo el 0,3% del PIB de ese país. Por el contrario, las pérdidas en las Maldivas a causa del tsunami de 2004 ascendieron al 66% del PIB, y el huracán Mitch causó pérdidas equivalentes al 41% del PIB de Honduras. Incluso si el impacto nacional es relativamente pequeño, en el plano local éste puede ser catastrófico. Se estima que el tsunami de 2004 redujo el crecimiento del PIB de Indonesia entre un 0,1% y un 0,4%, pero la destrucción del capital social que afectó a la provincia de Aceh fue equivalente al 97% de su PIB. En ausencia de mercados aseguradores efectivos, los gobiernos deben enfrentar daños que exceden
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sus recursos fiscales. En los países de ingreso bajo, los desastres afectan a los pobres de manera más severa, ya que les quitan los escasos recursos que poseen y los dejan atrapados en un ciclo de pobreza. Los desastres naturales también suelen afectar de forma diferente a la población de un mismo país. De acuerdo con varios estudios, los grupos vulnerables son los más perjudicados de la población y el capital humano de los países pobres sufre consecuencias irreversibles a largo plazo. A esta situación se suma el hecho de que se espera que la frecuencia y severidad de los desastres naturales aumente debido al cambio climático, el incremento de la urbanización y la degradación ambiental sostenida. Estas tendencias afectan de manera desproporcionada a los países de ingreso bajo que reciben financiamiento de la AIF, por lo cual los desastres constituyen una amenaza creciente para las tareas del desarrollo.
CONTRIBUCIONES DE LA AIF El apoyo del Banco para la gestión de riesgos en caso de desastres ha contemplado grandes sumas de dinero para actividades de recuperación, inversión en prevención y mitigación de los efectos de un desastre, y estudios analíticos para mejorar la gestión de riesgos. En los últimos años, las políticas y las inversiones relativas a la gestión de catástrofes han cambiado su modalidad: antes se concentraban en intervenciones posteriores a los desastres y ahora se orientan a la reducción anticipada de los riesgos. Operaciones. El apoyo que la AIF ha brindado para la gestión de riesgos en caso de desastres ha aumentado con los años, tanto en términos de volumen como en porcentaje del financiamiento total. No obstante, dentro de esta tendencia ascendente, el financiamiento usualmente sigue
¿Cuántos proyectos de la AIF abordan la temática de los desastres? Proyectos de la AIF, 1984-2005 140
Cantidad de proyectos
120 100 80 60 40 20 0 África
Asia oriental
Proyectos destinados en un 100% a desastres
Europa
América Latina y el Caribe
Proyectos con al menos un componente destinado a desastres
ciclos que alcanzan un punto máximo cada cierto número de años. Entre 1984 y 2005, la AIF aprobó 313 créditos y donaciones de esta categoría. De éstos, 82 proyectos estaban enfocados en su totalidad en la recuperación y reconstrucción posterior a un desastre. Otros 84 proyectos tenían al menos un componente formal destinado a actividades relacionadas con desastres (ya sea reconstrucción o prevención) y el resto (147) consideraba actividades relacionadas con desastres. El total de los créditos comprometidos en estos proyectos asciende a US$18.200 millones (US$10.200 millones aprobados entre 1996 y 2005), que corresponden a todos los proyectos, sin considerar el nivel de actividades relacionadas con desastres. El monto total comprometido para dichas actividades es de aproximadamente US$13.000 millones.
Oriente Medio y Norte de África
Asia meridional
Proyectos con al menos un subcomponente sobre desastres
Desde 2006 hasta junio de 2008, se aprobaron 31 proyectos adicionales de la AIF (US$1.400 millones) con, al menos, un componente relativo a los desastres. Por ejemplo, se realizaron proyectos en Djibouti, Honduras, Malawi, Nicaragua, Pakistán y Viet Nam. En el caso de Haití, la AIF aprobó una donación para financiar la participación del país en el Fondo de seguro contra riesgos de catástrofe (CCRIF, por sus siglas en inglés), específicamente preparado por el Banco Mundial para ayudar a los países con liquidez inmediata en caso de un desastre natural de gran magnitud. Reasignaciones. La reasignación de fondos de proyectos existentes a actividades de reconstrucción después de un desastre constituye una parte importante del apoyo de emergencia suministrado por la AIF y demuestra la capacidad de ésta para reaccionar de manera rápida y flexible ante las emergencias.
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En Zambia, por ejemplo, la AIF respondió rápidamente cuando el gobierno solicitó asistencia para la recuperación tras la sequía que afectó al país y reprogramó los fondos no desembolsados de las operaciones existentes. Esto permitió al gobierno mantener sus programas de gastos y abordar la crisis de la balanza de pagos. Las reasignaciones son sumamente importantes en lugares donde el desastre reduce el alcance o escala del proyecto original y, en particular, cuando los fondos se mantienen en el mismo sector. Por ejemplo, los fondos destinados originalmente al mejoramiento de establecimientos escolares pueden reasignarse a la reconstrucción de escuelas si las destruye un huracán o una erupción volcánica. Éste fue el caso del Proyecto de educación básica de Honduras en 1995, el Proyecto de educación básica de Nicaragua en 1995 y el Proyecto de desarrollo de la educación de Papua Nueva Guinea en 1993. En otros casos, la AIF ha aprovechado proyectos con componentes que contemplan el desembolso paulatino de recursos y ha reasignado formalmente dichos fondos a fines de reconstrucción de emergencia sin considerar el sector al que pertenecía el proyecto original (esto ocurrió en Bolivia en 1998 y en Viet Nam en 1995). Para los casos en que las asignaciones existentes no constituyan una respuesta suficiente, la AIF ha manifestado su compromiso, en el marco de su reposición más reciente, de proporcionar asignaciones adicionales a los países que sufran desastres naturales graves. Estudios analíticos. Los estudios analíticos ganan cada vez más protagonismo entre las áreas en las que el Banco respalda la gestión de riesgos de desastres. Los expertos del Banco realizan el análisis de riesgos y de sus posibles efectos; evalúan la capacidad institucional para manejar
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el riesgo de desastres; intercambian experiencias aprendidas en otras instancias de recuperación, y asesoran a los países prestatarios sobre cómo mejorar la gestión de riesgos. En total, desde 1999 el Banco ha preparado más de 75 publicaciones e informes sobre gestión de riesgos de desastres. De éstos, 31 se realizaron bajo el patrocinio del Grupo de gestión de riesgos (Departamento de Economía y Desarrollo Urbano), usualmente con la colaboración de funcionarios con experiencia práctica en el país o sector en particular. Inclusión en las estrategias para los países. Tradicionalmente se consideraba que los desastres naturales eran crisis externas imprevisibles, razón Lugares de mayor riesgo Una iniciativa global ha tenido especial impacto en materia de estrategias. El estudio Natural Disaster Risk Hotspots (Lugares con mayor riesgo de desastres naturales), publicado en 2005, identifica a los países más proclives a sufrir grandes pérdidas humanas y económicas a causa de seis desastres naturales de gran envergadura: sequías, ciclones, terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas y deslizamientos de tierra. Debido a que determina la vulnerabilidad a las catástrofes por medio de una unidad de referencia geoespacial común para todos los países y los clasifica según el posible riesgo más elevado, el estudio ha influido en la toma de decisiones sobre inversión en mitigación de riesgos y es fuente de información para el Banco y otros donantes sobre cómo administrar mejor el financiamiento en caso de emergencia en el futuro. Esta Iniciativa que presenta el estudio recibió en 2006 el premio a las prácticas recomendadas que entrega el Grupo de Evaluación Independiente (IEG, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial a trabajos influyentes, innovadores y que demuestran resultados. El IEG también recomienda al Banco Mundial que utilice la escala de clasificación de riesgo de los países a la hora de establecer prioridades de inversión, al focalizarse en áreas vulnerables y al velar para que las operaciones incorporen medidas de mitigación del impacto.
por la cual, la mayoría de las estrategias de asistencia a los países (EAP) del Banco Mundial no los incluían. No obstante, el análisis de los lugares de mayor riesgo de sufrir desastres naturales (véase el recuadro) ha eliminado gran parte de la incertidumbre y lo imprevisible de estos peligros. Hoy se utiliza este análisis para crear conciencia entre los funcionarios del Banco y sus clientes en países de alto riesgo sobre la necesidad de integrar la reducción de riesgos ante desastres naturales en sus estrategias. Las EAP responden cada vez más a las situaciones de catástrofe de los países. Por ejemplo, en las EAP de varios países que reciben financiamiento de la AIF —Bangladesh, India, Mozambique, Sri Lanka y Viet Nam— se señalan los desastres naturales como prioridades de desarrollo, mientras que en muchas otras se reconoce que los desastres naturales son un riesgo para el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
El trabajo de la AIF en gestión de riesgos en caso de desastre ha generado muchos resultados positivos En los últimos 12 años (1996 a 2007), el 85% de los proyectos de la AIF relacionados con desastres naturales fueron clasificados como “satisfactorios” o “muy satisfactorios” por el Grupo de Evaluación Independiente (IEG, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial, lo que convierte a esta cartera en una de las más exitosas del Banco. Restauración de bienes materiales Los proyectos que han abordado las cuestiones relativas a desastres naturales han obtenido buenos resultados en la restauración de los bienes materiales destruidos o dañados. Por ejemplo, el respaldo de la AIF para la recuperación tras las devastadoras inundaciones que afectaron a Yemen en 1989 contempló la reconstrucción de viviendas
dañadas y la rehabilitación de 12 escuelas y 13 centros de salud y hospitales. Cuando graves inundaciones azotaron nuevamente a Yemen en 1996, el respaldo de la AIF benefició a casi 124.000 personas en las tres provincias más afectadas por el desastre, gracias a la restauración y rehabilitación de los caminos principales, las instalaciones urbanas y rurales de suministro de agua, los sistemas de riego, los canales, los taludes y las obras de protección contra inundaciones. Un año después del terremoto de 2005 ocurrido en Pakistán, más del 25% de las viviendas dañadas estaban en proceso de reconstrucción y aproximadamente 528.000 personas habían firmado memorandos de entendimiento para reconstruir sus hogares y más de 80.000 supervisores y propietarios de casas habían recibido capacitación sobre diseños y métodos de construcción antisísmica. El apoyo de la AIF también fue clave para el crecimiento institucional, especialmente para la creación de un organismo de reconstrucción y rehabilitación posteriores a terremotos. Mejoramiento de la preparación para hacer frente a emergencias Entre las actividades relacionadas con la vivienda en situaciones de emergencia que contaron con el respaldo de la AIF están la construcción de albergues de emergencia, la reubicación de víctimas en áreas más seguras, la facilitación de la construcción de refugios temporales en sistemas de autoayuda y el apoyo para la reconstrucción de casas permanentes utilizando tecnologías de construcción resistentes a los desastres. El proyecto de preparación para hacer frente a un terremoto en Maharashtra (India), por ejemplo, promovió el uso de técnicas sencillas de construcción antisísmica de obras de albañilería que se basaban en tres reglas simples que los pobladores podían comprender, adoptar y aplicar fácilmente. Gracias a la sencillez de las técnicas fue posible difundirlas ampliamente y se
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benefició a un número de personas mucho mayor que el previsto originalmente. Entre 1984 y 2003, siete proyectos financiados por la AIF han respaldado la construcción de más de 500 refugios anticiclones. En Bangladesh, por ejemplo, la inversión en este tipo de medidas de preparación para hacer frente a emergencias ha reducido fuertemente la pérdida de vidas humanas en caso de ciclones. La AIF, junto con otros donantes, ha respaldado la construcción de refugios anticiclones durante varios decenios. En 1970, 300.000 personas murieron en un ciclón. En 1991, un desastre similar causó la muerte de 140.000 personas (90% de las víctimas eran mujeres y niños). No obstante, en 1997 dos ciclones quitaron la vida a unas 200 personas y las grandes inundaciones causadas por tormentas en 1998 cobraron unas 800 vidas, lo que constituye una importante mejora en comparación con los años anteriores. En Granada, la AIF respaldó la modernización de los refugios de emergencia y un proyecto del sector de educación contempló la modernización de algunas escuelas. Así, cuando el huracán Iván azotó fuertemente la isla en septiembre de 2004, las estructuras pudieron resistir la fuerza del viento. La evaluación de los daños reveló que los refugios modernizados funcionaron de manera efectiva y las dos escuelas del proyecto de educación no sólo resistieron sin daños importantes, sino que además pudieron ser utilizadas como albergues. Atención en los efectos sociales de los desastres Cada vez más, los proyectos se centran en los efectos sociales de los desastres y en la población pobre. El apoyo de larga data que la AIF ha brindado al Fondo para el Alivio de la Pobreza en Pakistán (PPAF, por sus siglas en inglés) permitió reaccionar de manera inmediata al terremoto que afectó al país en octubre de 2005. Gracias a la red del
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PPAF, se pudo llegar a los más vulnerables en zonas remotas del país para entregarles socorro y, luego, ayuda para la reconstrucción. El PPAF participó en alrededor del 20% de las 600.000 viviendas que fueron reconstruidas. En el norte de China (1993), un proyecto de reconstrucción posterior a un terremoto ofreció a la población la oportunidad de participar en la reconstrucción y el mantenimiento, al tiempo que le proporcionaba las fuentes de ingreso que tanto necesitaba. El proyecto contempló esquemas de generación de ingresos que se plantearon a las familias para ayudarles a pagar los préstamos que recibieron para la reconstrucción de sus hogares. Este proyecto benefició particularmente a los agricultores pobres que no tenían recursos para reparar o reconstruir sus viviendas. La actividad económica local fue restaurada no sólo a un nivel similar al que tenía antes del terremoto, sino que ha seguido creciendo aun después del término del proyecto. El contexto posterior a un desastre puede, en ocasiones, ser una oportunidad para avanzar en temáticas que no serían abordadas en “tiempos normales”. Un buen ejemplo de esto es la igualdad entre hombres y mujeres. Los proyectos que ha respaldado la AIF para actividades de recuperación han ayudado a promover la inclusión de las mujeres y la equidad del trato. Por ejemplo, en muchos países en desarrollo las mujeres no pueden ser propietarias de tierras o viviendas. Luego del desastre que asoló a Tonga en 2002, las mujeres cuyas viviendas no fueron dañadas por el ciclón debían entregar su casa a un pariente hombre si éste había perdido la suya. Los proyectos financiados por la AIF han ayudado a mejorar la situación de la mujer en la sociedad al permitir la obtención de títulos de propiedad tanto a hombres como a mujeres. Éste fue el caso de Maharashtra, donde, por primera vez, incluso las viudas recibieron títulos a su nombre y se les
Tres meses después del tsunami La AIF también ha demostrado ser flexible al proporcionar apoyo inmediato para la subsistencia de la población luego del tsunami de diciembre de 2004. En Sri Lanka, en los tres meses siguientes a este devastador desastre, la entidad otorgó donaciones en efectivo a los hogares afectados para ayudarlos a restaurar sus medios de subsistencia y reconstruir sus hogares. Unas 100.000 familias recibieron estas donaciones, las cuales aliviaron su sufrimiento inmediato, restauraron sus medios de subsistencia y reactivaron las economías locales. Las donaciones en efectivo ayudaron a las víctimas del desastre a retomar sus actividades rápidamente y contribuyeron a que los niños regresaran a las actividades escolares a través de asistencia a las familias para sustituir los útiles y uniformes escolares que se habían perdido en el tsunami. Más del 80% de los más afectados (trabajadores independientes y trabajadores ocasionales) volvieron a sus actividades laborales dentro de los 18 meses posteriores al tsunami.
entregaron los pagos a título gratuito por sus familiares fallecidos. Se siguió el mismo ejemplo en el Proyecto de reconstrucción de emergencia tras el terremoto de Gujarat, que azotó a ese estado de India en enero de 2001.
Los proyectos que han obtenido buenos resultados tienen factores clave en común: flexibilidad, innovación, asociaciones y participación de la comunidad Flexibilidad. Tras el paso del huracán Mitch, la AIF brindó a Honduras el respaldo que necesitaba con urgencia. En este caso en particular, la primera respuesta de la entidad fue apoyar la balanza de pagos del país mediante un crédito de emergencia para la recuperación. Esta operación fue complementada con la reasignación de los recursos de siete proyectos ya en marcha y la redirección de un fondo social para ayudar en las tareas de recuperación y reconstrucción.
El Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS) expandió considerablemente sus operaciones luego del paso del huracán Mitch (uno de los huracanes más violentos y mortíferos que han azotado al hemisferio occidental) en 1998. Las operaciones en los dos años siguientes al desastre aumentaron significativamente en comparación con los primeros ocho años de funcionamiento del Fondo. Entre noviembre de 1998 y octubre de 2000, los dos años posteriores al paso del huracán Mitch, se aprobaron unos 6.400 proyectos (US$137 millones), en comparación con los 10.000 proyectos (US$125 millones) que se aprobaron en total durante los primeros ocho años de la existencia del fondo social (1990–98).
Cobertura conjunta de riesgos, ahorro de recursos El Fondo de seguro contra riesgos de catástrofe para el Caribe (CCRIF, por sus siglas en inglés) es el primer mecanismo regional de seguro contra desastres en el mundo. Luego del devastador paso del huracán Iván, los Jefes de Estado de la Comunidad del Caribe (CARICOM) solicitaron la asistencia del Banco Mundial para crearlo. Los Estados del Caribe son sumamente vulnerables a sufrir desastres naturales y sus alternativas para responder a ellos son limitadas. Esta iniciativa representa un giro importante de la respuesta luego de la ocurrencia de un desastre a la reducción de riesgos ex ante. El fondo permitirá que los gobiernos participantes de la región tengan acceso inmediato a liquidez en caso de ser afectados por un huracán o terremoto (en promedio, un huracán de gran magnitud azota a un país de la CARICOM cada dos años). La cobertura conjunta contra riesgos ayudará a los 18 gobiernos participantes a ahorrar aproximadamente un 40% respecto del valor del pago de primas individuales. En febrero de 2007, el Banco Mundial organizó una conferencia de donantes para el CCRIF, en la que Bermudas, Canadá, Francia, el Reino Unido, el Banco de Desarrollo del Caribe y el Banco Mundial comprometieron su contribución. El CCRIF también servirá como programa experimental y podría ampliarse a otros Estados pequeños, como las islas del Pacífico.
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La AIF impulsó la participación del FHIS en las tareas de reconstrucción al aumentar los desembolsos del siguiente crédito que respaldaría al fondo (US$45 millones) y otorgar otros US$22,5 millones en la forma de un crédito de emergencia complementario en 1999. En la actualidad, un proyecto complementario busca reducir la vulnerabilidad del país por medio del fortalecimiento institucional de los municipios para mitigar el riesgo de sufrir desastres.
para proporcionar guía estratégica y coordinación cruciales a los programas de recuperación.
Innovación. El proyecto de reconstrucción después del terremoto para el Norte de China (1993), financiado por la AIF, integró las inquietudes sobre el patrimonio cultural en su respuesta al terremoto que afectó a Lijiang. Se demolieron edificios de apartamentos de gran altura y se construyeron viviendas unifamiliares tradicionales. Gracias a esto, la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), lo que aumentó su atractivo turístico y, por ende, contribuyó a la creación de nuevos empleos.
Sudán constituye un ejemplo de práctica óptima. En el marco del Programa de reconstrucción de emergencia posterior a las inundaciones que afectaron al país en 1989, la AIF y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) realizaron una evaluación conjunta de los daños y las necesidades. Luego de ésta, el equipo elaboró un documento que se presentó en una conferencia de donantes en París. Las negociaciones ayudaron a velar por los intereses de los donantes, pero sin que hubiera duplicación innecesaria en la cobertura. Gracias a que el aporte de la AIF mantuvo su flexibilidad, otros donantes pudieron realizar ajustes a sus programas. La entidad entonces financió el saldo para completar un detallado programa de reconstrucción.
El Banco también utiliza su experiencia práctica y poder de convocatoria para estudiar nuevos mecanismos de financiamiento de riesgos para sus clientes. Algunos países en desarrollo de ingreso más alto que reciben financiamiento del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) del Grupo del Banco Mundial, como Turquía y Rumania, han elaborado esquemas de seguros contra catástrofes nacionales. Más recientemente, en el Caribe se han diseñado esquemas similares (véase el recuadro). Asociaciones y coordinación. El Banco Mundial, en conjunto con las Naciones Unidas y otras instituciones financieras internacionales, usualmente juega un papel protagónico en la evaluación de daños y necesidades posteriores a un desastre. Su liderazgo también ha servido
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La documentación de los proyectos muestra que algunos países prestatarios de la AIF han sido exitosos en crear estrategias conjuntas con otros donantes luego de un desastre, como en el caso de Bangladesh (1999); Gujarat, India (2002); Honduras (1999); Mozambique (2000); Nicaragua (1999) y Sudán (1989).
Luego del tsunami de 2004, la AIF participó activamente en el llamado a los demás principales donantes del sector de vivienda de Sri Lanka para que adoptaran el mismo modelo de reconstrucción impulsado por los propietarios en la región geográfica que tenían a cargo. Participación de la comunidad. El proyecto de rehabilitación tras las inundaciones que afectaron a Argentina en 1993 es prueba fehaciente de los beneficios que se obtienen con la participación de la comunidad. Los beneficiarios tomaron parte en todas las etapas del proyecto y la interacción entre la comunidad y las autoridades locales significó que los materiales de construcción estuvieran
El Fondo mundial para la reducción de los desastres naturales y la recuperación como mecanismo mundial para respaldar a los países que reciben financiamiento de la AIF En enero de 2005, 168 gobiernos aprobaron el Marco de Hyogo para la Acción, en la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducción de los Desastres Naturales, celebrada en Kobe (Japón). El Marco ofrece un plan de acción para reducir considerablemente las pérdidas ocasionadas por los desastres para 2015. En junio de 2006, el Directorio Ejecutivo del Banco Mundial ratificó la creación del Fondo mundial para la reducción de los desastres naturales y la recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés). En el marco de la Estrategia Internacional de las Naciones Unidas para la Reducción de Desastres, esta alianza a largo plazo reducirá las pérdidas mediante la integración de la reducción de riesgos en el proceso de desarrollo. Se trata de un compromiso a largo plazo, de US$5 millones anuales, provenientes del Fondo de Donaciones para el Desarrollo del Banco Mundial, y US$70 millones adicionales aportados por diversos donantes. Ayuda a 54 países (incluidos 28 países que reciben asistencia de la AIF y cinco países que pueden recibir financiamiento combinado del BIRF y la AIF) a identificar los riesgos de desastres, elaborar estrategias de mitigación y financiamiento de los riesgos, fortalecer la capacidad de adaptación para hacer frente al cambio climático, establecer sistemas institucionales y jurídicos para reducir los riesgos, y fortalecer la cooperación regional para lograr alertas tempranas, intercambiar conocimientos y estar preparados para emergencias. El GFDRR brinda también apoyo adicional para financiar la recuperación. Estos fondos se envían a los gobiernos que demuestran estar comprometidos con la prevención de desastres.
disponibles a tiempo y que el diseño arquitectónico de las viviendas nuevas reflejara las costumbres locales. El equipo del proyecto observó que la posibilidad de ser partícipes creó un sentimiento de identificación entre los beneficiarios, situación que contribuyó a un mayor mantenimiento de los nuevos hogares. En Aceh (Indonesia), después del tsunami, la AIF aprovechó el Programa de desarrollo de subdistritos (kecamatan), un conocido programa comunitario que abarcaba casi la mitad de los poblados de Indonesia, para poner en marcha un programa impulsado por la comunidad para la reconstrucción de los hogares. De manera similar, el programa de viviendas impulsado por propietarios ejecutado en Sri Lanka luego del tsunami se basó en los principios de inclusión, equidad, transparencia y participación de los beneficiarios, y la aplicación de los principios de subsidiaridad.
esfuerzos para mejorar la capacidad de respuesta ante emergencias en el futuro. En 2007 se revisaron las políticas y procedimientos del Banco para responder de forma rápida a las crisis y las emergencias, en vista de las cambiantes funciones de la institución y la creciente demanda de respuestas rápidas y eficaces en caso de emergencias. Algunas de las revisiones fueron:
PERSPECTIVAS
• la fijación de plazos para la aprobación de operaciones de emergencia y que ésta se realice de manera centralizada; • mayor atención a la reintegración social y económica de los grupos vulnerables; • mayor flexibilidad para mejorar la cooperación; • un entendimiento más profundo de la función del Banco en el contexto de una respuesta internacional integrada para hacer frente a emergencias, y • un enfoque más estratégico para la reducción de riesgos en caso de desastre.
Los países prestatarios han valorado el rol de la AIF en proporcionar asistencia para emergencias en el pasado, y el Banco, como grupo, intensifica sus
En las políticas se enfatizó que la reducción de los riesgos de desastres debería ser una parte integral de las estrategias de asistencia al país
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y los documentos de estrategia de lucha contra la pobreza.
integrar la reducción del riesgo de desastres a las actividades de desarrollo.
Paralelamente a los cambios en materia de políticas, se están realizando actividades de fortalecimiento de la capacidad. Los equipos del Banco están recibiendo capacitación sobre cómo utilizar los instrumentos y metodologías pertinentes para evaluar riesgos, daños, pérdidas económicas y necesidades financieras para la recuperación y la reconstrucción. Además, se está formando un equipo de respuesta rápida y se está preparando un registro de funcionarios “de guardia” para fortalecer la capacidad en Estados frágiles.
Además, puede ser líder en la elaboración de estrategias exhaustivas de gestión de riesgo para sus países prestatarios gracias a su poder de convocatoria sin parangón y está capacitada para coordinar y formar equipos de expertos en diversas disciplinas, cuya participación es especialmente necesaria en las primeras etapas de un programa de gestión de riesgos de catástrofes. La AIF forja estrechas relaciones de trabajo con los gobiernos de sus países prestatarios que se interesan en mejorar la gestión de riesgos. Asimismo, puede contribuir a asegurar que los mecanismos de financiamiento en el ámbito de los riesgos formen parte integral de la estrategia global de gestión de riesgos y que también incluyan estrategias efectivas de reducción de riesgos. Además, podría coordinar a nivel internacional las tareas necesarias para resolver cuestiones morales asociadas a dichos riesgos.
Estos cambios robustecerán la capacidad de la AIF para brindar apoyo expedito, flexible y estratégico a los países prestatarios que necesitan asistencia inmediata de reconstrucción y recuperación. Al mismo tiempo, los miembros de la comunidad internacional reconocen cada vez más que la reducción de riesgos no es meramente un asunto de asistencia humanitaria, sino un desafío clave para el desarrollo. La acción del hombre (o falta de ésta) crea vulnerabilidad ante los peligros y convierte estos peligros en verdaderos desastres cuando interactúan con sistemas que carecen de capacidad suficiente. El Banco Mundial está preparado para abordar la prevención de desastres como un tema fundamental para el desarrollo. Su trabajo de documentar los vínculos entre pobreza y desastres, realizado en conjunto con sus asociados, ha sido crucial para impulsar la inversión en actividades que permitan reducir el posible impacto de un desastre antes de que éste ocurra. La AIF goza de una posición privilegiada para respaldar actividades efectivas de recuperación e
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En resumen, la AIF puede congregar a todas las partes interesadas involucradas a fin de promover la reducción de riesgos y hacer que los esfuerzos del desarrollo sean realmente sostenibles. Los recursos de la entidad son fundamentales para lograr ese objetivo. El hincapié puesto durante las negociaciones de la última reposición (AIF-15) en la ampliación de las medidas de preparación para desastres constituye un incentivo oportuno e importante para que los países prestatarios de la AIF trabajen para reducir la pobreza y proteger los logros en términos de desarrollo mediante la reducción del riesgo de desastres.
Julio de 2008 http://www.bancomundial.org/aif