REVISTA TAURINA. Toda la correspondencia se dirigirá al Administrador de LÁ LIDIA, calle del Arenal, núm. 27, Madrid

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ASo IV.

MADRID.—DOMINGO 5 DE ABRIL DE 1885. í?

NÚM.

1.

22 O o

en

O

prj.

PBECIO DE STTSCRICIWT. Mftdrid: trimestre Pesetas. 2,5o Tío se admiten suscríciones á Provincias.

REVISTA TAURINA.

FBSCIO PASA LA VEJTTA. Paquete de 25 números ordinarios. Pesetas 2,25

Toda la correspondencia se dirigirá al Administrador de LÁ LIDIA, calle del Arenal, núm. 2 7 , Madrid.

5. Y como había de tirar con pólvo- mienzos de la temporada actual, lograron ra ajena, ofreció en concepto de arriendo, dar con el santo en tierra. S,A VBOA, por Luis Carmena y Millín.—Toaos Eci.«a»*STiCo«, por Francisco Asenjo Barí>i«ri.—PABLO H*K«Ai«, pot Antonio la exorbitante cantidad de treinta y seis 20. Y el Sr. Rovira vióse en la dura Peña y GoBi.— ¡¡AXIBALMI! por Fiado Yrijiot. mil duros anuales. é ineludible necesidad de ceder la EmpreTACHIKA.—Nue*iro dibujo —Importan w.—Anuncia». sa, yéndose con la música á otra parte, 6. Y se le adjudicó el Teatro. 21. Y en esa parte, ó en otra cual7. Y armado de la escritura de arríenADVERTENCIA, do, se echó el hombre á la calle á bus- quiera que no sea el Teatro Real de Macar dinero, y ¡mentira parece! lo encontró. drid, le deseamos perfecta salud, y luenNuestro segundo número aparecerá 8. Y empezó por subir los precios de gos años de vida. e l martes próximo, con las reseñas y las localidades. apreciaciones de las corridas de inau9. Y él público que gustaba de asistir CAPÍTULO SEGUNDO. guración y primera de abono. al espectáculo de la ópera, aguantó la suEn el caso de no verificarse alguna de bida, y fue á depositar las pesetas en el 1. Amen, amen, dico robis, que con la éstas, LA LIDIA se publicará al diasl- bolsillo de la Empresa. Plaza de Toros sucedió algo más grave guiente de la primera que se celebre. 10. Y los cantantes extranjeros, que que con el Teatro Real. tío confiaban gran cosa en la marcha del 2. Y fue: que al sacarla á subasta en negocio, pidieron dobles cantidades de las el mes de Marzo de 1879, un sujeto muy LA OPERA YLOS TOROS, que ganaban en otras partes. estimable, que há por nombre X>. Rafael ó 11. Y el empresario, por el deseo de Menéndez de k Vega, y dispone, al poco ROVIRA Y MENÉNDEZ DE LA VEGA. ir adelante a toda costa, se comprometió á más ó menos, del mismo capital que el fedarles estas cantidades. Sor Revira, ofreció pagar, en concepto do arriendo, la cantidad anual de diez y siete 12. Y se sentó un precedente funesto, CAPÍTULO PRIMERO. que tenía que causar en breve plazo la mil duros. 1. In illo tempore había en Madrid ruina de la Empresa y del Teatro, 3. Y se adjudicó el remate á favor dos negocios excelentes para quien supiera 13. Y se fue elevando anualmente el suyo. explotarlos. Las Empresas del Teatro Real, precio de las localidades, resignándose el 4. Y lanzó al viento su programa, con y de la Plaza de Toros, público, aunque cada vez de más mala este pomposo loma: «Los mejoré* toros, y 2. Y á eiertos caballeros, muy apre- gana. los mejores toreros.» ciablos, poro que no entendían una pala14. Y llegó la temporada actual, y se 5. Y su primer acto fue la elevación bra de talos asuntos, ni contaban con ca- hizo nueva subida de precios. de los precios de todas las localidades. pital propio para acometerlos, les entró 15. Y dijeron los abonados: «no que6. Y anunció en los carteles de abono en mientes el deseo de ser empresarios. remos dejarnos explotar más, y ahí tiene á varios afamados matadores, y á alguna» 3. Y próximo á terminar el plazo de usted las localidades, señor empresario.» medias cucharas, que debían sustituir á arriendo del Teatro Real, se sacó á subas16. Y la soga, á fuerza de tanto esti- aquéllos en sus salidas. ta en 1878, bajo la baso de un absurdo rarla, se rompió. 7. Y á los toreros de fama no se le s pliego de condiciones, en que para nada 17. Y el Sr. Rovira anduvo de la Ceca vio el pelo, ó la coleta, más que en muy se tenían cu cuesta los interese» del pú- á la Meca, exhibiendo contratos de artis- contadas corridas de abono, haciendo en blico. tas y libros de caja, para justificar el cambio el gasto, las supradichas medias 4. Y se presentó á la subasta, como aumento de precios. cucharas, licítador, un D. «Tose Fernando Royira, 18. Y los abollados dijeron que no 8. Y para yer torear unidos á los verque, entre otras cualidades, tenía la de no entendían de matemáticas, y que como daderos espadas de cartel, era preciso asisdisponer para el negocio de más capital les tenía ya muy hartos, se proponían con tir á corridas extraordinarias, y fuera de que el de setecientas veinte horas al mes, su retraimiento, inutilizarle para seguir abono. y setecientas cuarenta y cuatro en los me- siendo empresario. 9. Y en vez de lidiarse toros de las ses de treinta y un días. 19. Y efectivamente; muy á los co- condiciones y edad que marca el Advertencia.—LA ÓPIKA T J,«« TOMO», Ó RomtA T M Í I Í I B M I>*

LA LIDIA.

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mentó aprobado por el Gobierno civil, se corrían becerrotes mansurrones, dignos de alternar con función de pólvora, en Azuqueea ó en Valdemorillo. 10. Y como en este país, ea moneda corriente que cada uno haga lo que le dé la gana, la Autoridad se cruzó de brazos, y toleró con imperturbable serenidad tan irritantes escándalos. 11. T después de haber padecido los aficionados durante seis años bajo el poder de Poncio Menéndez, esperaban con ansia la subasta para el nuevo arriendo de la Plaza, que debía acabar con tan absurda y tiránica dominación. 12. Y la víspera de la subasta hicieron rogativas á los santos de su mayor devoción, para que antea que á Menéndez de la Vega, se entregara la Plaza al Madhí del Sudán, que seguramente no lo haría peor que aquél. 13. Y se verificó la subasta. 14. Y ¡¡oh dolor!! , como el señor de la Vega quiere á toda costa seguir siendo empresario, porque el día que deje de serlo, quedará reducido á la categoría de un Don Fulano de Tal, se escurrió á ofrecer por la Plaza CUARENTA Y UN MIL CIENTO ONCE DUROS ANUALES.

15. Y se le adjudicó el arriendo por otros seis años. 16. Y como intentará que semejante despilfarro lo pague el público, forzando de nuevo los precios de las localidades, y dando además malos toros y malos toreros, puede asegurarse que le sucederá lo que al Sr. Rovira, ó algo más, porque el público que asiste á las corridas de toros, es distinto del que acude al Teatro Real. 17. Y quiera Dios que alguna tarde que esté el de la Vega muy tranquilo en su palco, no le hagan bajar al redondel Sin pisar los peldaños de las escaleras. 18. Y Dios nos libre igualmente de que el día menos pensado surja alguna gravísima cuestión de orden público en laPlaza, que bien podría ser, dada la tolerancia de la Autoridad con la Empresa, y Los inconcebibles abusos de ésta. 19. Y todo se evitaría, si lo mismo el Teatro Real que la Plaza de Toros, se sacasen á concurso, fijando ua tipo de arriendo razonable y un máximum de precio á las localidades, arreglado á lo que la población puede pagar, adjudieáudose el servicio al que dentro de estas dos condiciones presentara mejor programa de espectáculos. 20. Y por no hacerlo así, ha sucumbido el Teatro Eeal y sucumbirá muy en breve la Plaza de Toros, y no habrá luego quien pague por arriendo de ambos edificios, ni cuarenta, ni treinta, ni quince, ni nada. 21. Y poco tiempo hemos de vivir para ver lo que pasa, que de seguro va á pasar algo, y muy gordo. Luis CARMENA Y MILLÁN.

TOROS ECLESIÁSTICOS.

Mis adelante, discurriendo sobre los inconvenientes que resultan de la introducción del toro en la iglesia durante la función religiosa, No hay que asustarse de * este epígrafe, dice: ra fue revescarne y hueso han figurado en ceremonias ecletido, y con todo el aparató de iglesia, á buscar siásticas de la mayor solemnidad. E! Padre Maestro Fray Antonio de Yepes, al tora, que se hallaba encerrado en un corral, en la Centuria tercera de su Historia general como llamase al animil por el nambre de Marde la orden de San Benito, al tratar de lo co- cos, y él no respondiera sino con bufiios y rrespondiente al arto 715 de la Era cristiana, ademanes de acometerle, no siendo a! fin pasiescribe la vida de San Juan, monge benedic- ble llevarlo á la iglesia para la fiesta, las gentes tino del monasterio de Santa Hilda, en Ingla- del pueblo dijeron que la resistencia del toro> terra, y Arzobispo de York, y dice que todos provenía de que el cura estaba en pecado los años, para celebrar la fiesta de este Santo, mortal. Acostumbraban también los cofrades de buscaban los naturales de aquel país los toros San Marcos, concluidas las vísperas, sacar at más feroces que podían hallarse, los cuales, atados con fuertes maromas, llevaban á la igle- toro por las calles del pueblo, haciéndole entrar sia donde estaba su sepulcro; allí les quitaban en las casas; y cuando el animal no quería pelas prisiones, y todos quedaban nunsos como netrar en alguna, todos pronosticaban, como sí ovejas: hecho que atribuían á milagro del lo hubieran oído á un oráculo, que á aquella casa, ó á los que en ella vivían, les amenazaba Santo. una próxima calamidad. Ya tenemos aquí un dato histórico, para La asistencia del toro á la procesión díó> probar que en el siglo VIII los católicos inglelugar también, no pocas veces, á graves desses hacían intervenir los toros bravos en cereórdenes. En tiempo del mismo Feyjóo ocurrió monias eclesiásticas. Esta antiquísima costumbre fue tal vez la en la villa de Almendralejo que, marchando la causa de introducirse en España otra muy se- procesión, de repente se enfureció el toro, acomejante, que se, hizo célebre durante los si- metióla la» andas en que iba la imagen de San glos xvi, XVII y xvill, bajo la denominación Marcos, las echó á tierra, y rompiendo por medio de la gente, aunque sin hacer daño á nadie, de El Toro-de San Marcos. se escapó. . En iguales cireunstuftcias ocurrieron hecho» análogos, pero con fin rhás funesto, porque el De éste han tratado muchos graves auto- toro de San Marcos mató ó hirió gravemente á res y, muy particularmente, el célebre bettedic - muchos de ios que asistían á la procesión. tino Fray Benito Jerónimo Feyjóo, que en su J¡teatro crítico universal los cita casi todos, * * dedicando al asunto un largo discurso, del cual Al considerar estos desacatos y desórdenes voy á extractar lo que mis cumple á mí pro^ se ocurre preguntar, ¿cómo ciertos prelados pósito. Dice Feyjóo: «Notorio es á toda España el culto (si se consentían que continuase el rito del Tara de puede llamar culto) que al glorioso evangelista San Manos?... A lo cual contesta el misma San Marcos se da en su día en algunos lugares Feyjóo con estas notables palabras:

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