TEMA 5. EL PAPADO, ROMA Y EL VATICANO (s.xvi)

TEMA 5. EL PAPADO, ROMA Y EL VATICANO (s.XVI). INTRODUCCIÓN. Las imágenes artísticas que han expresado mejor el prestigio del papado durante el renaci

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TEMA 5. EL PAPADO, ROMA Y EL VATICANO (s.XVI). INTRODUCCIÓN. Las imágenes artísticas que han expresado mejor el prestigio del papado durante el renacimiento y el barroco, fueron surgiendo, a través de la historia de las reconstrucciones y después, de la edificación de nueva planta de la basílica de San Pedro, junto con remodelaciones y ampliaciones de los contiguos palacios pontificios. Este templo acabó reflejando el espíritu retórico y teatral de la contrarreforma pues sigo a cabo sobre todo tras el concilio de Trento (1546-63). El emperador Constantino había dispuesto en el año 324 la construcción de esta iglesia de cinco naves con crucero y ábside, que ocupaba parte del terreno en el cual se hallaba un gran circo. En un lugar próximo había un cementerio, donde los primitivos cristianos, martirizados en el eran enterrados entre ellos San Pedro. La basílica se fue construyendo en gran parte con el aprovechamiento los materiales constructivos procedentes de este circo, lo cual constituyó un precedente indudable para las actuaciones similares durante los ss XV, XVI y XVII. Todo ocupaba el llamado campo Vaticano. Se convirtió en un espacio sacralizado. El saqueo de la basílica de San Pedro por los moros en el año 845 provocó que León IV la muralla se junto con el terreno circundante. En torno suyo fueron surgiendo edificios, a pesar de que los papás habitaran el palacio junto a la basílica de San Juan de Letrán. A semejanza suya se construyó otro palacio del Vaticano que en el transcurso de los siglos XIII y los inicios del siglo XIV, sería progresivamente ampliado. Eugenio IV prefirió como residencia de los papás del palacio del Vaticano más que el de Letrán, pero resultaba imprescindible realizar una serie de restauraciones y de obras nuevas. Era necesario reforzar el recinto defensivo Vaticano, la llamada muralla leonina, ante posibles agresiones exteriores y motines. Los pontífices del quattrocento tampoco se olvidaron de San Juan de Letrán palabra de reconstruir las iglesias paleo cristianas romanas, ya que era considerada como una de las cuatro basílicas más emblemáticas de la urbe, además los papás habían vivido en el palacio contiguo. Cinco concilios ecuménicos se habían celebrado en este templo. Asimismo Martín V se haya enterrado en una tumba situada ante ese altar. 2. LA OBRA URBANÍSTICA ROMANA DE MIGUEL ÁNGEL: LA PLAZA DEL CAMPIDOGLIO. La realización de programas pictóricos, no privó Miguel Ángel de ocuparse también de obras arquitectónicas y urbanísticas en Roma (entre los años 1534 y 1564). Sigo disfrutando del mecenazgo papal en los tres géneros artísticos que siempre trató de integrar. Si un Medicis, Clemente VII le hizo regresar a la ciudad de encuentro entre la antigüedad y el cristianismo, un farnesio,, Paulo III, le permitió ocuparse de la reforma de la plaza del Campidoglio, donde se colocó la estatua ecuestre de marco Aurelio, que se convirtió en centro visual del conjunto urbanístico. En aquella época se pensó que este lugar era la plasmación, junto con la construcción del Vaticano, del retorno a la grandeza de la antigüedad en la plaza del Capitolio o piazza del Campidoglio se aplicaría ya una concepción manierista del urbanismo. Se corrigió una forma científica la figura de esta plaza para que al espectador le pareciese otra distinta más regular y obvia. Miguel Ángel jugo de nuevo ambiguamente con el espacio y su perspectiva, pues la diseñó con una planta trapezoidal, quizá influido por la plaza de Pienza de Pío II, y sobre todo obligado por las circunstancias de los edificios existentes. La plaza parece ser rectangular gracias al empleo inteligente de la imaginación. Ya no se busca la realidad exacta, sino la asombrosa desde una consideración muy pictórica de la arquitectura, que genera la urbe. Además Miguel Ángel jugo la forma oval de su pavimento, que se completa con un ornamento en forma de estrella de 12 puntas, en representación del cosmos o de los 12 signos del zodíaco. Ovalidad centrada por la magnífica estatua ecuestre, quizá con la finalidad de crear una mayor tensión visual. Sin embargo la figura oval del pavimento contribuyen a que la forma de trapecio de la plaza se corrija ópticamente y parezca de forma rectangular. Es una plaza realizada por un artista que sobre todo se sentía escultor-se complace en destacar una estatua de la antigüedad romana-. Para lograr la organización de la plaza, que queda como si estuviera comprimida y parece ser mas un patio tuvo que remodelar las de los dos palacios existentes, el senatorial o de los senadores y el de los conservadores y crear un tercero el llamado nuevo. Detrás de este último sea la iglesia medieval de Santa María in Aracoeli datada de finales del XIII. Este último edificio no cumple ninguna función específica, pero se construyó para lograr la simétrica uniformidad de las fachadas de la plaza. El arquitecto empleó el orden gigante a modo de pilastras Corintias que recorren ambos pisos entre los vanos, mientras que en la planta baja y entre los pórticos dispuso columnas jónicas. Se coronó con una balaustrada. En la actualidad constituyen los llamados museos capitolinos. 1

El programa urbanístico de la plaza del Capitolio reflejo tal vez un pensamiento político complejo y muy manierista del Pontífice. El papa Paulo III jerarquizó la ciudad a distintos niveles. Alzo el poder municipal por encima de la urbe y encerró a éste en una plaza comprimida. Por encima asomaba la presencia Pontificia, la autoridad mejor definida del orbe, desde lo alto una torre y en el centro de la plaza se sitúa la cita prestigiosa de la antigüedad y de la magnificencia de Roma -estatua de marco Aurelio- la entrada y desfile triunfo de Carlos V en Roma del año 1536 tendría el punto culminante de su itinerario en esta plaza, motivo por el cual se encargó ya entonces ha Miguel Ángel de su embellecimiento. Se deseaba desagraviar a Roma, al mismo tiempo que ofrecerá a los romanos y a la cristiandad otra imagen mucho más amable del emperador. 3. NUEVA IMAGEN DEL PODER Y PRESTIGIO PAPAL: INICIOS DE LA CONSTRUCCIÓN DEL VATICANO. Nicolás V había comprobado y decidido derribar la antigua basílica apaleo cristiana de San Pedro, debido a su mal estado de conservación. Era preciso edificar la de nuevo para construir la más estable y suntuosa, pues debía de servir de imagen representativa de la Iglesia cristiana y de su papado. Se encargó la realización de un proyecto al arquitecto Rossellino, quien trataría de hallar una solución de compromiso para acallar el debate entre partidarios de su derribo y los que preferían su conservación. Así debió de llegar a la solución de compromiso de ampliar el templo. Las novedades consistían en construir un enorme transepto, en cuya intersección se levantaría una gran cúpula para destacar la cripta del sepulcro de San Pedro, así como la realización de un ábside profundo flanqueado por una sacristía y capillas secundarias (vinculación de la imagen del papado con la memoria santa del apóstol y justificar su poder espiritual heredado de él) en los extremos de su fachada principal se dispondrían sendos campaniles y un nuevo atrio. Ya se pensó abrir una amplia plaza delante de ella donde el Papa pudiera recibir a los peregrinos y bendecirlos, pero la toma de Constantinopla distrajo la atención de Nicolás V de este ambicioso proyecto -sólo se realizó derribo del antiguo ábside y la construcción de los cimientos del nuevo-. 3.1. El proyecto del bramante para San Pedro del Vaticano. Julio II, retomó en 1511 la idea de Nicolás V pero no se propuso reconstruirla sino que derribando la por entero, era partidario de que se edificará de nuevo con dimensiones más grandes y formas arquitectónicas más acordes con una nueva época. Eligió un proyecto de bramante, después modificado. Parece ser que fue concebido con una planta centralizada, quizás a modo de cruz griega de brazos prolongados y con ábsides salientes, cupulitas la flanquearían. Su fachada principal quedaría inscrita entre dos campanarios. Venía sobre iglesia conmemorativa de la doble gloria de julio II: la religiosa de la temporal así como también un templo funerario para contener sus restos mortales. También se concibió en calidad de centro de la cristiandad y de reflejo terrenal del poder celestial que se encarnaba en la figura del Pontífice-la reforma protestante estaban ya cuestionando la autoridad del Papa-. El monumento escultórico sepulcral realizado por Miguel Angel se ubicó finalmente en la iglesia de San Pietro in vincoli. Los trabajos de la nueva basílica se iniciaron el 18 abril de 1506 y no terminarían hasta 120 años después y con sucesivas modificaciones. Al fallecer bramante un año después que el Papa sólo se habían construido los cuatro gruesos pilares del crucero. León X Medici quiso intensificar la realización de San Pedro y para lograrlo anunció en 1515 la concesión de indulgencias especiales con la finalidad de recaudar los fondos. Ello provocaría la protesta de Lutero y su comparecencia ante la Cámara legislativa de Ausburgo un año después. Por todo ello, hay que relacionar aunque pueda parecer más un motivo aparente que real, la construcción de este edificio con la aparición de la reforma protestante. 3.2. Los arquitectos sucesores de bramante: Rafael, Sangallo el joven y Peruzzi. Varios arquitectos sucedieron a bramante hasta que la obra fue confiada a Miguel Angel en 1546. De todos ellos se conservan algunos de sus dibujos realizados para la basílica de San Pedro, pero la historia esta época fue compleja y un saque de Roma por las tropas imperiales de Carlos V-y al desinterés por esta obra por parte de los papas Adriano VI y el Medicis Clemente VII. Además tales pontificios tuvieron que enfrentarse a la reforma alemana del fraile agustino Martín Lutero en 1520 había publicado dos de sus obras más célebres: "sobre la cautividad de la Iglesia en Babilonia" y "sobre la libertad del cristianismo".

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4. DOGMA, PODER Y JUSTICIA DIVINA EN LA CAPILLA SIXTINA. Julio II dispuso durante la primavera de 1508 que la bóveda de la capilla sixtina fuera pintar al fresco por su artista preferido Miguel Angel, quien asumió el encargo sin gran entusiasmo (se consideraba sobre todo escultor). No obstante trabajo febrilmente y sin descanso, pero mismo tiempo el papel eligió a Rafael para que completara la decoración pictórica de las cuatro salas del segundo piso del palacio apostólico. Miguel Angel y Rafael desarrollaron respectivamente un programa iconográfico que, protagonizado entre luces y sombras por Julio II, pretendía hacer incidir varios periodos del pasado en aquel presente: los de las sagradas escrituras y el del paganismo grecorromano, como un auténtico manifiesto propagandístico del doble papel o política del Papa, el religioso y el civil. De esta manera se convirtieron en auténticos intermediarios y portavoces figurativos del programa doctrinal del Pontífice, en donde lo didáctico y la propaganda, así como lo religioso con lo terrenal se encontraban. Se completaría más tarde con el gran fresco del juicio final concluido en la Navidad de 1541 encargado Miguel Ángel. Para lograr esta concordancia o acuerdo entre el cristianismo y el paganismo grecorromano, emplearon un lenguaje figurativo clásico. Relacionaba al arte del siglo XVI con los diversos periodos del clasicismo grecorromano, renovando los, pero sin abandonar nunca la esencia tradicional del cristianismo, y con tales obras se incrementaba la poderosa fama de julio II y de sus sucesores en calidad de promotores de la cultura y de mecenas de las bellas artes al mismo tiempo, creaba un escenario adecuado al ideología religiosa de la época y a la nueva imagen del pontificado y de su liturgia. Con el empleo de los recuperados clasicismos, se pretendía reimplantar un renovado código de un modo universal y lo más uniforme posible. En su conjunto viene a significar la justificación histórica del cristianismo y de sus bases doctrinales a través de los temas esenciales entresacados de las sagradas escrituras. Todo ello promovía el prestigioso poder del pontificado como cabeza visible de la Iglesia. La preeminencia papal era justificada históricamente en ellas, además de establecerse una serie de paralelismos entre los distintos conocimientos sagrados y profanos, y de confirmarse el encuentro reconciliador en Jesucristo entre el paganismo y el cristianismo. 4.1. La justificación e histórica del poder de los papas. Sixto IV, hizo llamar a los artistas florentinos Botticelli, Ghirlandaio y Rosselli que junto con Perugino y Pinturricchio, Cosimo... decoraron las paredes de la capilla sixtina que fueron divididos en tres bandas paralelas. En la superior y entre los ventanales, Botticelli y sus discípulos retrataron a los primeros papás que habían sido santificados, encabezados por el mismo San Pedro. Pero la zona central se desarrollaron dos ciclos contrapuestos de escenas bíblicas entre el antiguo y el nuevo testamento: ocho episodios de la vida de Moisés, a la izquierda y otras tantas escenas de la vida de Jesucristo a la derecha de entre los frescos desarrollados en esa banda central, son significativos el castigo de Coré de Botticelli y el Cristo entregando las llaves a San Pedro de Perugino. Se establece un paralelo con la autoridad de Moisés o al sacerdote, legislador y gobernante es decir los poderes religiosos legislativo y ejecutivo-en resumen espiritual y terrenal-. En el primer fresco Coré y otros tres jefes son tratados por la tierra porque habían usurpado la función sacerdotal. En medio del fondo de la pintura se representa un arco semejante al de Constantino en Roma en clara alusión al reconocimiento oficial de la Iglesia por el emperador. En el fresco de Perugino, donde la perspectiva lineal alcanza prácticamente un significado dual de proyección en el espacio y hasta en el tiempo un Jesucristo hace entrega de las llaves a San Pedro en medio de una plaza muy amplia y ante los 12 apóstoles, pero también se representan a miembros de la corte papal; al fondo tres monumentos citan a la antigüedad: ambos lados arcos romanos del triunfo y en el mismo centro se reproduce la planta centralizada del templo de Jerusalén. Se recuerda que los pontífices, como herederos de San Pedro, recibieron los poderes espiritual y temporal de manos del mismo Jesucristo. Se trata de un reforzamiento doctrinal memorable de la autoridad del Papa y de su doble poder. 4.2. El dogma defendido por Julio II: la bóveda de la capilla sixtina. Un indefinible cielo estrellado pintado por d´Amelia cubría la bóveda de arco rebajado de la capilla sixtina. En las paredes de esa bóveda se ubicaron los frescos de Botticelli y Perugino. El papel Miguel Angel tuvieron que partir de lo ya pintado de sus muros sustentan los y completa del programa iconográfico de una forma coherente con ello. La realización de los frescos de la bóveda constituyó un auténtico reto para un Miguel Angel que apenas había pintado antes nada a no ser la sagrada familia del denominado Tondo Doni (galería de los uffici-Florencia). El encargo sólo había ofrecido Julio II por expresa recomendación del arquitecto bramante-en realidad deseaba marginarle-. Se atribuye Miguel Angel idea de representar las principales escenas del Génesis para establecer una relación entre la creación del universo y del hombre por 3

Dios y las divinas leyes que les impuso a través de Moisés así como su redención gracias a la pasión y muerte de Jesucristo. Vino a significar la representación sistemática y sintética en la zona más noble y aparentemente visible de todo un dogma que abría el camino al concilio de Trento. Esta sería la única empresa artística que este pontífice llegaría ver terminada antes de fallecer en 1513 tras convocar un año antes el concilio de Letrán para emprender la reforma de la Iglesia. El primer trabajo, al cual Miguel Ángel se enfrentó fue el de la cuadratura arquitectónica del programa. En lugar de desarrollar no lo largo de toda su superficie, la compartimentaría en escenas independientes aunque siempre relacionadas. Quizás actuasen esta forma porque no es posible ver la bóveda completa de una sola mirada. Diseñó una falsa estructura arquitectónica por medio de tres divisiones o sectores longitudinales, que a su vez compartimentados en sentido un transversal. Ello le permitió dar una sensación histórica a las escenas representadas, jerarquizarlas al mismo tiempo que las relacionaba entre sí. Las nueve escenas centrales del Génesis del antiguo testamento, que precedieron al nacimiento de Jesucristo, se dispusieron por medio de secuencias sincrónicas. Quedaban planteadas por las representaciones de los visionarios profetas y las sibilas, por los hombres y las mujeres elegidos para predecir el futuro de las relaciones entre la suprema divinidad y sus criaturas. Se estableció su relación entre ellos, el universo hebreo de un ser supremo un tanto distante y la sincrética cultura grecorromana ,humanizando a los dioses y demonizandolos al mismo tiempo. Las principales acciones de Dios todopoderoso como creador del universo y del hombre, se continuaban con aquellas otras que mostraban las imperfecciones, la caída en el pecado, sus sombras. Así representó los temas de Dios separando la luz de las tinieblas, la separación de la tierra de las aguas, la creación de los astros y la creación de Adán. A las grandes gestas divinas creadoras seguían los episodios humanos, contemplados atentamente y sancionados por Dios: el pecado universal, en la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal, el diluvio universal,... Era la ejemplaridad de un Dios que se mostraba cuados todopoderoso creador, iracundo y vengativo justiciero, culminación divina y suprema del poder final, el poder absoluto. 4.3. La apoteosis del poder: el juicio final y universal. El itinerario iconográfico pintado por Miguel Ángel en la capilla Sixtina concluyó con el gran fresco del juicio final, asunto apocalíptico tan medieval, pero desarrollado con otros matices innovadores. Parece haber cierta semejanza entre este gran fresco y la divina comedia de Dante, pero también venía a ser la alusión a la justicia divina, una proyección última del poder papal, que produce temor como advertencia ante los desacatos cometidos contra el papado, es decir, subyacía una clara advertencia, más bien amenaza, de la ira de Dios, que correrían tras de la muerte aquellos que habían osado rebelarse contra la Iglesia y la autoridad de los pontífices. Sin embargo en el juicio final, el terrible destino del hombre no era individual sino prácticamente colectivo; el protagonismo lo asume toda una multitud de difuntos resucitados, quienes se someten a los designios divinos; se plasmaba pictóricamente una nueva mentalidad más pesimista, olvidándose del optimismo humanista y volviendo el pesimismo medieval, conduciría a la apertura y tu celebración del concilio de Trento en 1545. Parece ser una reflexión purificadora sobre la Iglesia y los defectos de su papado. De nuevo Miguel Ángel estableció una relación a la par formal e iconográfica entre el cristianismo y el paganismo, representó a la humanidad desnuda de toda vestimenta, lo cual escandalizó a la Iglesia de la contrarreforma por su pecaminosa "indecencia". Paulo IV encargó cubrir con vestidos a los personajes representados de forma más impúdica a Volterra, discípulo de Miguel Ángel (bragehettone). Además Miguel Ángel pintor Jesucristo bebió con un nuevo Apolo de belvedere y con el elocuente retorcimiento tan dramático propio de Laocoonte, pues el cuerpo humano era la expresión máxima de la belleza divina. Representó un Dios humano, quien parece mirar cargado de ira, venganza y con desprecio a los condenados al infierno. Y recurrió al tema mitológico griego de caronte, el anciano barquero del hades, representado con rasgos demoniacos, transporta las almas de los difuntos aterrorizados al infierno. 5. PRESTIGIO Y PODER PAPAL EN LAS ESTANCIAS. Es muy posible que determinados pontífices, en concreto Julio II y León X, jugarán ambiguamente con conceptos tales como los del prestigio y poder a la hora de encargar sus obras artísticas, diluyendo casi siempre sus límites de un modo ambiguo. Ello lo lograron con las pinturas al fresco realizadas por Rafael y sus discípulos para decorar las estancias. Se trataba de llevar a término un importante programa histórico en cuatro salas. De entre estas cuatro estancias -las denominadas de la signatura, de heliodoro, del incendio del borgo y de Constantino, la de mayores dimensiones- tiene un sentido programático más inteligente y fue la 4

primera en pintarse, la de la signatura. En las otras tres se manifiesta con mayor claridad el ánimo laudatorio y propagandístico del papado debido a la iconografía empleada (historia sagrada y de la Iglesia). Quizás sea posible al afirmar que las estancias, culminación de la pintura renacentista romana, comienza a gestarse el intelectual juego de significados ambivalentes del denominado manierismo. Julio II se valió de Rafael para plasmar figurativamente en esta sala una serie de conceptos absolutos y relativamente bastante abstractos, la verdad, bien, y belleza y relacionarlos con la teología y la filosofía, la justicia y la poesía. Todo este programa se subordina a la representación del padre eterno, que preside el centro del techo. En torno suyo, figuras alegóricas entre medallones circulares y en los cuatro ángulos del techo se representaron a la astronomía, el juicio de Salomón, Adán y Eva... En estrecha relación con este programa figurativo se hallan tres grandes pinturas al fresco como forma de lunetos. Cada una de ellas en una de las paredes laterales: la disputa del sacramento, la escuela de Atenas y el Parnaso. Este papa quiso plasmar la imagen que tenía de nuevo humanismo del renacimiento. También trató de establecer un nexo entre el cristianismo y la antigüedad clásica grecorromana, relacionando así dos culturas tan prestigiosos; pero también se trataba de relacionar la teología con la filosofía y de romper con las diferencias. Rafael superpuso dos escenas en la disputa del sacramento o triunfo de la Iglesia con todo su significados de verdad revelada y en correspondencia con la teología: la una celestial en la parte superior, la Iglesia triunfante (representación de la Trinidad de los santos apóstoles) y la otra terrenal, la iglesia militante, donde aparecen personajes del pasado (Dante y Savonarola) y la del presente (bramante). Julio II se muestra retratado tal y como si fuese San Gregorio magno. En la pared de enfrente en contraposición con la disputa del sacramento, se halla la escuela de Atenas, una de las obras más celebradas tanto por su calidad estética como por su significado. Viene a ser la alegoría de la verdad racional, de la filosofía. Julio II quiso mostrar que la cultura antigua incidía y había sido asumida en su tiempo, además viene a ser un homenaje a los principales intelectuales, sobre todo artistas, pues se pintaron sus retratos en la representación de los principales sabios (platón-rostro de Leonardo; Euclidesbramante; Heráclito-Miguel Ángel.. y el propio Rafael autorretrato como el pintor griego apeles). Estos sabios quedan enmarcados en el interior de un grandioso edificio, extremadamente escenográfico, identificada con el proyecto de bramante para la nueva basílica de San Pedro. En el centro de la escena, en el punto de fuga visual, que entran debatiendo entre sí platón y Aristóteles -significan las dos vías principales del conocimiento: el idealismo platónico y el naturalismo aristotélico-. Los demás personajes se sitúan a la derecha e izquierda y en los extremos dos nichos con las representaciones escultóricas de Apolo y Atenea. El pasado en el presente, también se reflejan en los fresco que representa la alegoría de la belleza a través de la poesía, Apolo tocando una especie de citara, ocupa el centro de la escena que tiene lugar en el Monte Parnaso, rodeado por las nueve musas. Algunos historiadores del arte han identificado al Papa Julio II en el rostro de este dios olímpico de la música, la poesía y las artes. A ambos lados, 18 poetas, de ellos nueve pertenecen a la antigüedad y los otros más o menos contemporáneos (Dante, Petrarca, Ariosto, Virgilio, Homero...). Pero lo que aquí interesa es el sentido propagandístico de este fresco: el Papa se muestra como un prestigioso mecenas de la literatura y la música. 5.1. La estancia de Heliodoro: el presente en el pasado como el reflejo del poder divino en los papas. Un significado bien diferente tiene la denominada estancia de Heliodoro. Se pintó en una etapa crítica para el pontificado de julio II: durante sus campañas bélicas contra la Francia de Luis XII. Fue una época peligrosa para la conservación del doble poder pontificio, pues se vio asediado tanto en lo terrenal como en lo espiritual. Y por todo ello Raphael representó, episodios de intervención divina, de la mano de Dios, en favor de la Iglesia. Así, aquel pontífice, acometió en los frescos de esta estancia contra los profanadores de los templos y los incrédulos. También embistió contra los "bárbaros" franceses. Tales motivos obligaron a Rafael a emplear otro lenguaje menos sereno y moderado que en la signatura y más en consonancia con Miguel Ángel en el apocalíptico juicio final, donde se muestra a Jesucristo con todo su poderío; los personajes representados asumieron gestos agitados y el ambiente general mostró todas sus luces y sombras. Una vez más, se reflejó pictóricamente el presente en el pasado o aquella actualidad se justificó en base a determinadas páginas de la historia. Los franceses y los cardenales cismáticos serían castigados por los enviados de Dios. Así, se representó a Heliodoro arrojado del templo, en el cual el propio Julio II aparece n su silla gestatoria entre las viudas a la izquierda del fresco. Y tal y como si agradeciera esta ayuda, Julio II se mostró en la misa de Bolsena su devoción por el Corpus Christi. Se le representó mientras rezaba junto a sus 5

cardenales fieles y su protectora guardia suiza. Y en la liberación de San Pedro, se muestra tal y como si fuese que se apóstol. 5.2. La estancia del incendio del Borgo: la responsabilidad exclusiva de los papas ante Dios. Una vez más, el presente se refleja en el pasado para prestigiar en general a la Iglesia y a través suyo el pontificado, el reinado de León X, fase histórica una vez más que fue cuestionado el doble papel o puesto en duda sus poderes espirituales y temporal. En aquellos años, de 1514 a 1517, ya se estaba gestando el protestantismo de Lutero, entonces León X promovió una política económica polémica para subvencionar los gastos por la construcción de la nueva basílica de San Pedro. Las pinturas al fresco protagonizadas por León III, cuyos diseños preliminares Rafael preparó para qué lo realizaron sus discípulos, representan la coronación de Carlomagno y la justificación de León III. El incendio del Borgo y la batalla de ostia se refieren a hechos concretos durante el pontificado de León IV. En estas últimas pinturas, otro pontífice consiguió apagar un incendio acaecido en el barrio del Bosgo, con el simple hecho de bendecir, pero además su escuadra logra vencer a la flota árabe en las aguas de ostia. La clave la lectura se halla sin duda en la justificación de León III que sirve para testimoniar que el Papa de Roma tan sólo los responsables de sus actos ante Dios. 5.3. La estancia de Constantino: la donación de la ciudad de Roma a la Iglesia. El programa de las pinturas al fresco de esta estancia encargada por León X a Rafael pero realizada su muerte por sus discípulos y sobre todo por Romano, se dedica a destacar cuatro episodios, claves para la historia de la Iglesia, sobre la vida de Constantino; la aparición de la Santa Cruz, la batalla del puente Milvio contra Majencio, el bautismo del emperador arrodillado ante el Papa y la donación de la ciudad de Roma a la Iglesia. Constituye no sólo el reconocimiento del cristianismo como religión oficial del imperio romano, sino también en un del territorio o estado pontificio, es decir de la ciudad de Roma, que Constantino sin mucho ninguna velocidad histórica, entregó al papa silvestre I. Las escenas de los bautismo de Constantino y de su donación se ambientan en el interior de las iglesias paleo cristianas de San Juan de Letrán y la primitiva de San Pedro del Vaticano. Ya durante el pontificado de Sixto V, el pintor siciliano Laureti realizó la pintura de la bóveda dedicada al triunfo de la religión cristiana, culminándose todo programa pictórico de claras connotaciones políticas de las estancias.

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