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TLC Y EL TRANSPORTE DE CARGA POR CARRETERA.
El tratado de libre comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos el cual inició negociaciones en el año 2004, firmado por ambos gobiernos el 22 de noviembre de 2006 y posteriormente aprobado por el congreso colombiano en el año 2007; encontró hasta el mes de octubre del presente año la aprobación por parte del congreso de los Estados Unidos dando fin a una espera de hace más de un quinquenio. Para el sector de transporte de carga terrestre nacional, la implementación del tratado comercial generará un innegable impacto en distintos campos y a su vez representará un desafío para él mismo. Este tratado de libre comercio pone las relaciones comerciales en un escenario de acuerdos bilaterales con dos efectos por destacar, uno inmediato que es la extensión de las preferencias arancelarias ATPDEA, generando tranquilidad para muchos de los exportadores colombianos. El otro efecto es a mediano plazo con la entrada en vigencia del TLC, donde diferentes exportadores nacionales se verán beneficiados y en general, los diferentes sectores de la economía. Este tratado tiene como característica la independencia del criterio de los funcionarios de turno y de aspectos meramente coyunturales, brindando así, confianza a los productores, comerciantes, transportadores e inversores del país. El tratado también permite trascender lo meramente comercial, la complejidad de las negociaciones y la multiplicidad de sus temas nos advierten que al lado de lo comercial, nuestras relaciones de intercambio estarán penetradas por aspectos tales como reglas de origen, sanitarios y fitosanitarios, de carácter laboral, ambientales, entre muchos otros, lo cual asigna un sentido integral en éste nuevo escenario más promisorio y enriquecedor para el desarrollo socioeconómico del país.
Impacto para el sector de transporte de carga por carretera Tras la futura vigencia del tratado, el crecimiento esperado en los volúmenes de carga, tanto de exportación como de importación, se traducirían en un mayor margen de operaciones del modo carretero de carga (el cual moviliza el 95% de las mercancías colombianas) debido a la mayor demanda que tendrá el servicio de transporte de carga nacional, lo que conlleva a una mejor rotación de los equipos y a su vez un mejor desempeño económico de la actividad.
El TLC impacta al sector de transporte de carga de una manera a priori y posteriori; la primera al convertirse en un desafío la solución de los diferentes cuellos de botella que impiden el optimo desempeño del sector y así, estar preparados para afrontar la vigencia del tratado con un sector más eficiente y competitivo; a posteriori la entrada en vigencia del tratado creará por medio de la mayor demanda de los servicios del sector, la necesidad de su modernización y de continuar trabajando en la solución de los diferentes problemas que estén creando perdidas o lucro cesante de la actividad. Por otro lado, el TLC promueve la formalización de la relación de intercambio entre ambos países a través de la vinculación de reglas que garantizan la formalidad y perdurabilidad en sus relaciones comerciales, esto crea un marco de confiabilidad para la adopción de estrategias del sector del transporte de carga del país a corto, mediano y largo plazo encaminadas al objetivo nacional de tener un sector de transporte de carga de clase mundial cada vez más competitivo. Es aquí donde el trabajo conjunto de los miembros del sector de transporte de carga nacional, el gobierno y demás sectores que se vinculan a la actividad, son claves para la determinación de políticas, estrategias y acciones que procuren el mejor desempeño del transporte de carga nacional. Un punto crucial para la economía del país es el efecto del tratado comercial en lo referente a la inversión extranjera directa y con ello posibilitar un mejor crecimiento sostenido con capitales que se destinen a inversiones a largo plazo, que generen empleo y una diversificación de la oferta exportable. Es de suponer que las condiciones pactadas en el TLC, relativas a aspectos tales como régimen de inversiones, agenciamiento comercial, acceso a mercados, propiedad intelectual, entre otras, favorecerán la realización de inversiones, no solamente por parte de nuestros nacionales sino muy especialmente de inversionistas extranjeros, quienes dispondrán de un mejor clima y ambiente para sus negocios. Este es quizás de los argumentos más poderosos para suscribir el tratado, tratándose de un medio tan inestable y volátil como el nuestro. Lo dicho anteriormente, beneficia directa e indirectamente al sector de transporte de carga nacional; directamente al atraer capitales con motivos de incursionar en el sector o traer mejoras a los vehículos y empresas multinacionales del transporte que actualmente prestan el servicio en nuestro país. Es de saber que el sistema de transporte de carga nacional no ha presentado barreras a la competencia extranjera, no obstante el tratado incentivara a la mayor competitividad debido a la disminución de barreras de tipo costo y a la confianza que brinda el tratado para la inversión en el territorio; indirectamente el sector de transporte de carga por carretera se beneficiará, al presentarse inversiones en los diferentes sectores de
la economía que demandan el servicio transportador para sus producciones. El TLC trae grandes oportunidades a la mayoría de los productos industriales y agroindustriales como textiles y confecciones, el calzado, las cerámicas, aceites y grasas, entre otros; lo que impacta al sector de transporte de carga por carretera al tener históricamente gran peso el sector industrial y en una menor medida pero no despreciable el agro en el desarrollo de la actividad transportadora nacional. Por el lado de las importaciones, el TLC debe representar una reducción importante en los costos de las importaciones de materias primas y bienes de capital vinculados a los procesos productivos; además de una mayor cantidad de mercancías para los consumidores finales a un menor precio. En el caso del transporte debe impactar a la baja los precios de importación de equipos, accesorios e insumos, importados en su mayoría del país del Norte; esto contribuiría con la mayor capacidad y modernización de nuestro parque automotor. Cerca de 150 ítems relacionados con el transporte terrestre de carga serán desgravados de manera inmediata, a 5 o 10 años, lo cual impactará a la baja los costos operativos. Así mismo los seguros vinculados a la actividad deberán mostrar tendencia a la baja en relación a las primas debido a una mayor competencia extranjera.
Infraestructura y logística del transporte a la vigencia del TLC Es evidente que a pesar de avances en la infraestructura nacional, se necesitan mayores esfuerzos en el país para afrontar de mejor manera las oportunidades brindadas por el TLC, la articulación de una buena infraestructura vial, férrea, portuaria, fluvial y aérea son fundamentales para ello. Se prevé que para el periodo 2011-2020, el gobierno planea la inversión de 99,3 billones de pesos para la infraestructura vial, férrea, portuaria, fluvial y aérea de los cuales se habla de la ejecución de 31,8 billones durante la administración del presidente Juan Manuel Santos (La República, 2011), no obstante, con la próxima vigencia del TLC se necesitan y deben considerarse diferentes formas de inversión que incrementen los montos proyectados por el gobierno y los montos aportados por el sector privado. En el tema específico de la infraestructura vial, se requiere no solo incrementar los esfuerzos en la reparación de la malla vial la cual ha sido lacerada constantemente por las temporadas invernales, también se necesita agilizar los grandes proyectos como la consolidación de los 4 corredores para la competitividad fijados por el gobierno y el proyecto antioqueño de las autopistas de la montaña, éste último el cual para el Ministro de Comercio, Industria y
Turismo, Sergio Díaz-Granados es fundamental con la entrada en vigencia del tratado. No obstante, como ha mencionado COLFECAR en diferentes oportunidades, las deficiencias nacionales en cuanto a la infraestructura física, vial y logística para el sector de carga, representan puntos críticos al no permitir la optimización de la labor transportadora y adquieren mayores dimensiones con la próxima vigencia del tratado; requieren por su naturaleza misma, soluciones que no son posibles en su mayoría a corto y mediano plazo; por lo cual adicionalmente a su tratamiento, se deben tomar medidas a corto plazo agilizando los proyectos en curso y solucionando diferentes cuellos de botella como los son los altos tiempos logísticos y sobrecostos que acarrea actualmente el sector. La ampliación de la capacidad de la infraestructura para el cargue y descargue de mercancías en puertos, patios, terminales etc., la reducción de tiempos en los trámites aduaneros y revisiones de control de mercancías, la implementación de tecnologías de información e instrumentalización que agilicen los procesos, entre otros; son algunos de los desafíos para el sector en un horizonte de tiempo cercano. En cuanto a la infraestructura aeroportuaria, con labores como las adelantadas en el aeropuerto EL DORADO en Bogotá en especial en su terminal de carga, se busca la mayor competitividad por esta modalidad, sin embargo, es necesario adoptar medidas que permitan una mayor capacidad en las diferentes terminales de carga de los aeropuertos del país. En materia fluvial, los canales de acceso a los puertos se convierte en uno de los principales desafíos, el avanzar en el dragado del canal de acceso por el Pacifico, brindar las condiciones para optimizar el número de ingresos de barcos por el Caribe (zona que ha venido teniendo avances importantes en cuanto al tema) y la articulación de esta modalidad con una mayor organización, calidad y capacidad de la infraestructura portuaria; son necesidades que adquieren mayor importancia con el vigor del tratado. La infraestructura férrea que tiene un atraso inmenso respecto a Estados Unidos país con quien se realiza el tratado, requiere una recuperación que si bien difícilmente se da en el corto y mediano plazo, si necesita una planificación y estrategia a seguir para que en un futuro podamos conseguir una exitosa articulación de las diferentes modalidades de transporte de carga y así, una mayor competitividad nacional, crecimiento económico y bienestar social.
Consideraciones finales Como se puede evidenciar, la firma del TLC por sí misma no significa nada, pues se trata de un medio y no de un fin. Sólo si sabemos aprovecharlo podremos derivar todo su beneficio potencial pero ello depende exclusivamente de nosotros y de la capacidad que tengamos para remover las condiciones de nuestra escasa competitividad y adaptarnos al mundo globalizado en que vivimos. El tratado trae consigo una oportunidad para el sector de carga en miras de su formalización, modernización y crecimiento; oportunidad que debe ser encarada mediante medidas al interior del país tanto del gobierno como de los mismos participantes del sector de transporte de carga que permitan el mejor desarrollo del mismo. Las estrategias y acciones que se realicen durante este periodo antes de la vigencia del tratado, junto con las oportunidades propias de la puesta en marcha de éste y la forma como las afrontemos, dependerá que no solo el sector de transporte de carga por carretera se acerque a ser un sector de clase mundial, sino que toda la economía nacional crezca en su conjunto.