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ALTERNATIVA EDITORIAL http://www.alternativaeditorial.com/ [email protected] Apartado 98 - 32.080 OURENSE Galicia (Europa) Edición 2004: 1.000 ejemplares en impresión ofsset Impreso en: Gráficas Galegas (Ourense)

Depósito legal: O U - 1 6 / 2 0 0 4 ISBN: 8 4 - 9 6 0 8 5 - 2 8 - 7 Ilustración portada: Emily Guzmán Quezada Diseño portada: Xabier González Maquetación: OURENSE DIXITAL

Copyrigth Elizabeth Quezada, 2.004 El código Penal sanciona a “...quien intencionadamente reprodujere, distribuyere, plagiare, o comunicare públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, científica o artística o su transformación o una interpretación artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin autorización expresa de los titulares de los derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importare, almacenare o exportare ejemplares de dichas obras o producciones sin la autorización requerida” (Art. 534-bis, a). Expresamente se prohibe la traducción, total o parcial, a cualquier idioma, lengua o dialecto, sin la autorización expresa del autor o de los cesionarios.

e-mail autor: [email protected]

Venta por internet: http://www.alternativaeditorial.com/indexouren.htm

Este libro se edita bajo la premisa de ser una publicación sin ánimo de lucro. La autora conserva en todo momento los derechos de propiedad intelectual de su obra y únicamente los cede para esta edición en formato impreso y en PDF.

“Amores rotos” es una ficción literaria, cualquier parecido de sus personajes, lugares, diálogos o situaciones incluidas y/o descritas en la obra, con la realidad es mera coincidencia.

Este, mi primer libro en solitario, quiero dedicarlo a varios seres importantes en mi vida…Primero, a mis hijas, Emily y Marie, que son la fuerza espiritual y material que necesito para respirar y luchar. Segundo a mis amores, todos, porque cada cual con sus cielos y sus infiernos, sus subidas y sus bajadas, me dejaron una experiencia innegociable, que volvería a vivir sin lugar a dudas. Tercero, a una institución sin fines de lucro que se esfuerza por elevar el nivel de la escritura y que promueve la literatura en español por medio de la Internet y quien me hizo destapar la tapa al pomo de mis duendes dormidos: el Foro Sensibilidades, de quien soy miembro desde el 2002 y donde comparto el honor de estar incluida con mis textos en tres de sus cinco Antologías Internacionales editadas; siendo autora invitada en su quinta versión. Pero no sería justa sino nombrara a ese ser especial que con su carisma casi apostólico al servicio de la gente y, sobre todo por su amor a la escritura funda y es para mí como un guía literario, si se quiere, me refiero al fundador del Foro Sensibilidades, Dr. Luis E. Prieto. Gracias a cada miembro de este selecto grupo de personalidades de todo el mundo que me han hecho creer en mis sueños. Para todos.

Elizabeth Quezada

prólogo Julie De Grandy

(*)

Mucho antes de zambullirme en las increíbles páginas de este libro, ya la pluma de Eli me había sacudido y emocionado. Ahora, leyendo estos textos de amor y desamor, me vuelvo a deslumbrar ante las múltiples dimensiones de su autora, ante su coraje, honestidad, amor por el ser humano, amor por su tierra, amor por la justicia, amor por su familia, amor por el arte, amor por el amor, y amor por su condición de mujer. Elizabeth Quezada, "parida entre mares” (una porción, tres cuartos, para ser exactos, de una isla que fue cuna de descubridores) y por otra parte, con “alma de continente", es una mujer que hierve de pasión. "Como toda mujer, yo me entrego al amor", confiesa. Sin embargo, pocas mujeres se entregan al amor con tal intensidad. Ella busca un amor igual de delirante, que sacuda cada átomo de su ser. Sabe exactamente lo que quiere y así lo manifiesta: "…yo quiero lo concreto, lo visible, lo deseable, lo que excita, lo que succiona, lo que penetra, lo que orgasma, lo que me lleve a contar estrellas a la Patagonia; o a colonizar otras tierras donde el amor está en vigencia." En su profunda sabiduría, Eli es consciente de que el amor pertenece a quien ama, no a quien es amado. Como consecuencia, se aferra a su indómito amor hasta el último agónico aliento, siendo capaz de decirle al hombre que ama: "Más allá del olvido, de las promesas, de los hasta luego, de la última vez… - esa última vez que aún hace palpitar y temblar a mi piel… - Te quiero". Aún con la llegada del desamor no deja de amar, sino que transmuta su amor hacia sí misma. Entonces, mientras cruza el umbral del amor al desamor, manifiesta: "Me voy y me llevo mi tunel mío, mis besos míos, mis deseos míos". "Soy muy total, no necesito medias naranjas, para ser 'Yo' misma". Luego, a solas ante su espejo, se repite, como un mantra: "Me amo, y amo todo lo que soy, todo lo que fuí y todo lo que seré. Amo mis fortalezas y

mis debilidades. Mis fobias y mis manias. Mis defectos y mis virtudes. Nadie volverá a acampar en mi conciencia ni a clonarse en mi ser". La capacidad de amar de Eli abarca todo su universo. Ama profundamente a su tierra natal y se regodea describiendo sus encantos. Su pluma también es el arma con que lucha por mejorar la situación de su pueblo, denunciando las injusticias que aquejan y asechan a sus queridos hermanos dominicanos. Igualmente, delata y critica los males de su país de adopción, doliéndole también sus tragedias. Todo esto lo hace con fe en que el hombre, algún día, rescatará al hombre. Ella apuesta por el ser humano y lo declara a viva voz: "Siempre dije que cuando dejara de creer en el ser humano, preferiría estar inmersa, enterrada, lapidada en el fondo de la tierra". Eli cierra su libro con un conmovedor homenaje a su padre. Porque su amor comienza por quienes le dieron vida y a quienes ella dio vida, expandiéndose a todos los que llevan su sangre y a todos los que comparten, de una manera u otra, su intenso mundo. A ratos, leer estos textos de amor y desamor, es como morder una fruta madura donde se nos chorrea su néctar dulce por la piel de los sentidos. En otros momentos, nos lanza una corriente eléctrica que nos sacude los cimientos de la pasividad y nos incita a luchar contra las injusticias de nuestro tiempo. Todo el que lea este libro despertará emociones y sensaciones que tenía aletargadas. Para mí ha sido un experiencia memorable. Me siento identificada con su esencia de manera muy especial porque, como su autora, soy mujer, he pasado por el amor y el desamor, he vivido a caballo entre dos mundos y porque ambas nacimos en islas bañadas por el mismo mar.

(*) J u l i e D e G R a n d y, en la bibliografía de autor de esta escritora Cubana residente en Miami destacan títulos cómo “Enigma de pasiones”, “La generación puente”, “Sentimientos de almas vivas”; su importante obra teatral estrenada: “Doble fondo”, “La herencia”, “Casting”, “Conexión sin hilo”, “La mala pasada”, “Volúmen descontrolado”, “Trampa mortal” y la participación como autora invitada en la “V Antología Internacional Sensibilidades” y en la titulada “Dama de terciopelo”, así como su faceta de guionista televisiva con: “A oscuras pero encendidos” o “Teens”.

prólogo Luis Enrique Prieto

(*)

Adentrarse en este libro de Elizabeth Quezada es dejarse seducir por la pasión, entreabrir catarsis de hembra-amor que busca sueños perdidos, dejarse mecer intensamente por la plástica de los colores, los sabores y los dolores de una prosa con mixturas híbridas de culturas y sensibilidades diversas, acercarse a la música y al ritmo del Caribe desde las calles próximas y conocidas de la Gran Manzana, que sirven de contrapunto necesario y equilibrante en la armonía de sus emociones expuestas. Amores Rotos es todo un fenómeno de literatura amalgamada en el arte, un collage apasionado de apasionados sentimientos que buscan la palabra escrita sin olvidar las fuentes cercanas de la pintura, la música y la danza, retazos de historias puestos a secar y a ventearse desde los balcones de una sensibilidad aguda y buscadora, inconformista y tierna, agreste y culterana, que la autora guarda en el interior de su caja de sorpresas y magias. Sí, es todo esto, pero, para mí, y permítaseme la jactancia personal no disimulada, es más, mucho más aún que todo un balance de colores y pasiones expresados con valentía y sensibilidad: conocí a Elizabeth Quezada hace un tiempo, cuando entró en mi Foro literario virtual de Sensibilidades; y la conocí volcánica, irredenta, con un español terriblemente influenciado por un inglés neoyorquino vivencial que constituía su círculo cultural próximo, haciendo sus primeros pinitos en la literatura en castellano desde la pintura sin normas ortográficas, desde la música sin fronteras, ni puntuaciones, ni acentos comunicativos. Fue como un ciclón que intenté ir encauzando, dando forma, moldeando ortosintáxis, delimitando fuerzas… Supe, desde el principio, que Elizabeth poseía tesoros importantes, y que con un pequeño esfuerzo sería capaz de trasformarlos en maravillosos

textos en un castellano perfectamente elaborado y medido. Y no me equivoqué: de ahí mi jactancia y mi contento especial con este libro. Ahora, con estos Amores Rotos, con este libro de pasiones descubiertas, siento que he sido recompensado el ciento por uno, y, sobre todo, que puse mi granito de arena para que los lectores de ambos lados del océano lo disfruten y lo sientan. Porque yo, Elizabeth, sé que sólo es la primera entrega de un muestrario de sentimientos escritos que andan guardados en el interior de tus pasiones híbridas de hembra total y manifiesta. Y espero poder disfrutar, poco a poco, del resto. Con admiración y cariño, tu libro, Elizabeth, es la pasión hecha plástica y poesía.

(*) Luis E. Prieto Vázquez, títulos como “Diario de un anarquista atávico” (novela), “El hombre, el hombre... la tierra, la tierra” (teatro), “Cantares de la edad adulta” (poesía), “Aladino está de vacaciones” y “Contra un muro de sal” constituyen, junto con su participación como autor invitado en cuatro ediciones de la “Antología Internacional Sensibilidades” y en la de “Todas las voces, una voz”, o su participación en la novela “La memoria de los triángulos”, ocupándose de escribir/interpretar al personaje “Hernán”, una muestra fidedigna de la bibliografía de autor de este escritor español afincado en la Sierra de Madrid.

prólogo Sonia R. Fides

(*)

Si tuviera que definir este libro en una palabra sería: valentia. Estamos ante un libro a años luz de sentimientos manidos o gastados porque los ojos de Elizabeth Quezada respiran desde otro prisma. Pespuntean este "Amores rotos" ráfagas de libertad que la autora insufla a sus textos desde todos los ángulos vitales. El amor, el desamor, la desgarradora denuncia suben y bajan en ascensores transparentes. Es Elizabeth Quezada una autora que se despoja totalmente del artificio para interrelacionarse con el lector, que percibe a los pocos segundos de sentarse a leer, que la intención de contar es su única pretensión. Es por tanto una autora honesta, vital y apasionada. Que denuncia y se denuncia incomprendida e impotente ante lo que no entiende, que analiza lo externo desde un exhaustivo análisis interno. Tremendamente teatral, les dibuja a sus personajes las palabras a base de verdad. Personajes que se sientan a tu lado, que van tomando cuerpo, que dialogan con el lector, que no se imponen si no que se sobreponen a lo que les toca vivir, vistiendo su cotidianidad de poesía. Se percibe a medida que se avanza en la lectura que la autora transita las calles, que ellas son su fuente de inspiración, que las personas que alfombran el asfalto cada amanecer son el hilván para sus palabras..... Les diré, potenciales lectores, que Elizabeth Quezada es una autora "inconveniente" para lectores "enranciados" por lo anclado e inamovible de sus apreciaciones vitales y que es por tanto una autora "conveniente" e imprescindible para lectores audaces que se mueren por seguir sintiendo, por seguir trasgrediendo ante las imposiciones tácitas de esta existencia programada que los poderosos intentan vendernos. Es además una autora que, por encima de sus propios intereses, tiene los ajenos a Ella y tapiza sus cuerdas vocales con los nombres de los olvidados. Cercana por su

lenguaje inteligente e inteligible, se nota que tiene perfectamente aprendidos los colores de la cotidianidad, todos, los que asfixian y los que liberan. Es descarada ,descarnada y lapidaria con el poder. Aunque el libro tiene tres partes claramente diferenciadas, no existe distingo entre textos de amor y textos de denuncia, porque ambos instantes se interrelacionan. La dualidad de la autora permite, no obstante, definir los puntuales instantes de cada temática y asistir al hermanamiento en esos momentos álgidos que los amalgaman para fundirse en una causa común para la autora. Es pues este trabajo original y "originante" de sensaciones y sentimientos, que permitirá sumergirse al lector en el universo creado por esta autora que podría ser definida como una marea, sorprendente, deliciosa, desafiante y cíclica. No es la autora una mujer de esperas si no de búsquedas, una mujer que se analiza para llegar a la conclusión de que pertenece a ese grupúsculo en vías de extinción de las "mujeres naranjas enteras" que se complementan en el amor pero que no se someten. En cada texto se produce un reencuentro consigo misma y un descubrimiento que la lleva a reinventar los colores diarios de su vida para volverla apetecible para sus ganas de vivirla. Podría decirse, para terminar que Elizabeth Quezada es como el mercurio, se fracciona hasta romperse, se hace daño para salir adelante y desde la lucidez de sus reflexiones vuelven a anexionarse a sus intenciones la lucha y la vida.

(*) S o n i a R . F i d e s, en la bibliografía de autor de esta escritora madrileña destaca el figurar como autora invitada en la “V Antología Internacional Sensibilidades”.

De amor y desamor

Amores rotos

Hechizo rojo Construiré con mis letras profanas un altar a nuestra historia ...para que no me olvides Sellaré de pétalos rojos tu cuerpo tendido-roto sobre las sábanas de seda negra, ...para que no me olvides Encenderé velas aromatizadas de canela y vainilla, y rociaré aceites de madera fresca en la habitación blanca con paredes abstractas, - de tantos expresionismos colgados en la pared-, y todo... ...para que no me olvides Colocaré rosas rojas en el jarrón de la izquierda, -que es tu sitio-, un cenicero y una copa de vino rojo. Y en el lado derecho, que es el mío-, una canasta de uvas hinchadas: moradas, verdes y rojas. Pintaré de colores la esperanza, que un día fue verde, y desdibujaré los días grises -cuando no nos vemos-, ...para que no me olvides Comeré a besos tu piel de ébano-rojizo: dulce como la miel, perfumada de puros, embriagada de amores viejos, como un puro cubano.

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Elizabeth Quezada

Extasiados el uno con el otro, de rojos deseos y escasos encuentros, tocaremos el cielo lentamente bailaremos la danza horizontal formando un ángulo perfecto y te daré mi sonrisa vertical, ...para que no me olvides. Crearé un nuevo espacio, donde sólo existamos tú y yo y nuestra paleta de ilusiones, y nuestras miradas tardías ...para que no me olvides. Al fin y al cabo, el mundo se detiene a nuestro alrededor cuando estamos juntos. Se para todo: -el reloj-, -(el globo terráqueo)... Y me darás más besos;... Yo te daré mi templo; te arrancaré gemidos; me auscultarás mi espalda, y yo danzaré tu ritmo y saciaré tu hambre: -beberás el jugo de frutas y verduras hechizado por el tiempo que perdemos de no vernos. Dormiremos un rato, y mi mano curiosa buscará la punta del iceberg donde comenzará todo de nuevo, ¡mmmm!... ...Y nunca me olvidarás. 18

Amores rotos

Me olvidé de todo, menos de amarte Me olvidé de reír, me olvidé de tantas sensaciones que sembraste, en mi tierra fértil, que me olvidé hasta de cantar; también me olvidé de plasmar las huellas de nuestros orgasmos intelectuales en aquel viejo lienzo, que desde febrero tengo tiradoen un rincón mustio y lánguido, como yo. Me olvidé de ser feliz. ¡Olvidé tantas cosas! Me olvidé de bailar, (¿recuerdas qué bien lo hacíamos en un club de la tercera avenida y Madison, al ritmo de un sabroso son o una salsa moderna?) Salíamos embriagados el uno del otro, bañados de vino y poesía. Transpirando deseos impostergables. Con un goce retiniano. Reíamos por las calles oscuras del New York que no dormía y era cómplice de nuestras locuras, de nuestras musas, de nuestros colores en nuestras miradas rojas y verdes, y fuimos compositivos y complementarios en todo: caribeños, con zumo de caña de azúcar por sangre y alas de ángeles para ascender. Pero eso no basta y se me olvida. El amor no es suficiente y se me olvida. Forzados, por el destino, el karma o Dios, a vivir un desencuentro que nos marca, y se me olvida. Me olvidé del brillo en mi mirada. Me olvidé de escribir aquellas notas pintadas y las cartas traviesas que, como chiquilla recién enamorada, te hacía para encender la llama de tu hoguera. Me olvidé de leer, pues nunca más recibí los poemas dedicados y las cartas explicativas de tus ideas existencialistas. Me olvidé de Sartre, de Kandinsky, de Picasso y de Albinoni. Me olvidé de los postulados filosóficos: de la abstracción en "Batalla naval", y del cubismo en "Las señoritas de Avignon", y escuchando nuestra música emblemática no recordé su autor. Me borré: "Sí pienso, luego existo"; si me olvido de pensar, luego me olvido de existir. Es estar sin sentir. Me olvidé de tus fantasmas y de los míos: de tus proyectos, de tu espontaneidad, de tu alegría, de tu fuerza, de tu inteligencia, de tu forma de desear, de tus besos, de tu risa, de tu prisa... Me olvidé que me olvidé. Me olvidé de todo, menos de amarte. 19

Elizabeth Quezada

Desde el otro lado del horizonte Más allá del horizonte anaranjado de las tardes, de la agonía de nuestras miradas, henchidas de pasión...te quiero. Más allá del bien y el mal, del conjunto de mandamientos de la tabla de Moisés o, es mejor decir, del: "no codiciarás la mujer (o el hombre) de tu hermano"... te quiero. Más allá del olvido: de las promesas, de los hasta luego, de la última vez... -esa última vez que aún hace palpitar y temblar a mi piel...te quieroMás allá de las fronteras lejanas: de las bienvenidas y las despedidas, de las terminales de trenes como cómplices, de las llamadas misteriosas, anunciando una cita improbable...te quiero hoy más que nunca. Es como quererme a mí misma: querer mis sueños, querer el rojo-naranja de los arrebatos abstractos que dan forma a mis cuadros, que son espejos de tí. Es como ver reflejada mi luz en tus monumentales obras. Y es que te quiero hoy, más que nunca, porque te recuerdo en cada café que tomo -y como olvidar nuestras tardes de café en Manhattan-, en cada pincelada crepuscular con que mis manos dibujan los lienzos que te añoran. ¡Y como olvidarte! si estás en todos lados: en los libros que me has sugerido, en las salas de arte, en las conferencias del Américan Society, en cada rincón de Soho y del Village. Estás plasmado en un cartel en Broadway, con tus ojos bohemios...tu estilo rasta, y tu bondad...tu bondad. Más que nunca yo...te quiero, y escucho tu voz en el silencio de mi vida, que está vacía de emociones fuertes. Veo tu mundo de colores intensos como las tardes de naranjas, siento tus noches heladas como las mías. El olor a promesas de tu piel me inunda los sentidos. Promesas de amarnos siempre, como nunca antes. Y dejar la piel comprometida sin papeles: con sudores comunes, con miradas eternas, con mordidas coquetas, como sello imperecedero, con caricias cosidas en la carne, y con los besos brujos, que nos hacen volver a amarnos desde siempre y hasta siempre, más allá de todo. 20

Amores rotos

Lluvia de Rosas, bordadas de espinas Amor mío: He vivido mucho tiempo fabricando sueños contigo: bebiendo del cáliz de tus deseos, crucificando las expectativas de un amor sin futuro. He corrido entre pastos verdes: bañados de rocío, vestidos de soles, estando al borde del horizonte... (Justo allí, donde se besan los azules del mar y del cielo, sin tocarse, sólo deslizándose uno en el otro). Mis latidos, como caballos desbocados, saltan del pecho. Mi respiración me traiciona: jadeante, sonora, por la promesa de noches enteras, preñadas de lunas. Mi piel rompe en mil pedazos el termómetro que mide mis afectos. Es materialmente imposible vivir sin ti. Me quema tu ausencia de siglos: tus tibios besos, tus notas -perfumadas de óleos-, en mis oídos, desiertos de ternura...tu pincel acariciando mi anatomía, (diluyendo los colores de la nada); dibujando de fantasías nuestros desencuentros...abstrayendo futuros mágicos, sedientos de quimeras atemporales. Quisiera quedarme en ti, como la traviesa ola a la orilla; la mariposa junto a la flor: probar tu néctar de libertades...volar siempre a tus brazos, y, reposar en ti, en algún siglo, en alguna era, en otra vida. Sólo quisiera permanecer en tu memoria por siempre. Estoy cansada de buscarte; de la soledad; de compartirte...estoy cansada de creer en esperas inútiles. Estoy agotada de soñar con madrugadas fértiles, llenas de mimos como sólo tú sabes dar... estoy hastiada de esperar imposibles. (de creer que el cielo llueve rosas a nuestra historia bordada de espinas). Ahora mi respiración se torna tranquila; ya no siento los latidos impetuosos de mi rebelde corazón...estoy sintiendo mucho frío... están muriendo las ganas, y no estás aquí, para resucitarlas con tus primeros auxilios. Quiero saltar hacia ese horizonte y evadirme: hacerme niebla gris, o... ser azul como el mar y el cielo... ¡Quiero volar invisible, invencible, indefinidamente!... porque finalmente sé, que en esta vida, ya no serás para mí; pero, aún así, yo, te sigo queriendo. 21

Elizabeth Quezada

Delicioso veneno Yo me río de mi amor de papel, que solo existe, en una pantalla fría, cibernética e infinita: como mi piel, sin tu calor. Yo me muero de la risa, por tu amor: sin compromisos, sin esperanzas, sin futuros, sin domingos... Yo me río de nuestro "supuesto" amor, y cierta humedad recorre mi rostro, hasta desembocar en un río de ausencias: Nuestro amor, desdibujado por las distancias, que sólo se pinta de recuerdos rojos, en copas de vino tinto, y en pétalos de rosas amarillas. Yo río, para no ser mar de lágrimas, que toquen a tus pies, y te arrastren a mis brazos. Yo río y muero, muero y río... mientras este delicioso veneno, que es mi amor por ti, recorre mis venas como un río. 22

Amores rotos

Concierto de lluvia en re mayor Gotas de vida caen en el valle: se moja el viento, se adereza mi tierra, ... se duerme el polvo. Despiertan los botones de rosas, -extasiados por el rocío, que los penetra-, se abren complacientes, regalando el perfume de sus virginales pieles. "In crescendo", suena el canto de las aves, acompañadas por notas de lluvia, que alcanzan sus tonos agudos, con la orquesta de gotas saltarinas, que traviesas, juegan a formar un charco. Llueve en mis ojos, ante la presentación, "a capella", de semejante espectáculo de la naturaleza. Se hincha mi pecho, se quiebra mi desesperanza, se fortalece mi fe. El olor a tierra mojada me excita: me vuelve a la vida, me regresa al origen: "polvo eres y al polvo volverás". Las hojas verdes más verdes, bailan con la brisa una danza a la fecundidad de las nubes rotas. Los corales relucientes brillan en sus rojos sangre. Los rosales, rosados y viejos, agonizan expectantes, ante un privilegiado funeral. (Mientras unos nacen, otros mueren). Y mi alma sueña, con que el día que se desprenda de esta envoltura y vuele a otros mundos, lo haga como han visto mis ojos esta mañana: ( lo haga con un concierto de lluvia en re mayor). 23

Elizabeth Quezada

El amor nunca muere, sólo se muda... Rompes el silencio en mil pedazos, sólo para decir: -Me voy... todo terminó. Tus exiguas palabras, como espadas filosas atravesaron el corazón de las mías. El luto ensombreció, con sus vestidos negros y con su olor a olvido, mi cama. Fuiste tan parco, tan inusualmente escueto,... tan lejano... tan preciso... tan frío... Y me pregunto: -¿Qué pasó con los "siempre te amaré"...y con los "nunca jamás te dejaría"?¿Se mudaron de casa?...

Elocuente y cruel, tu silencio arrancó mi piel, vació mi aliento, mutiló mi fe.

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Amores rotos

Juro que te creo "La belleza no mira, sólo es mirada" Albert Einstein Creo en esa magia perenne cual niebla de diciembre que nos envuelve, sutil y abrumadoramente: que perturba nuestros sentidos, que nos marea y que nos ciega; nos ataca todos los órganos, en especial, el digestivo -donde creemos tener alados bichos- cuando ese hechizo nos controla sólo con pensar el nombre del ser que lo provoca. Creo en esa fascinación que impide reconocer defectos: que emboba y nos hace títeres voluntarios de deseos y de pensamientos. Creo en ese embrujo idílico, que nos hace ser dos absurdas mitades deambulando por diversos rumbos, -áridos y con noches heladas-, de cercanas islas y lejanos continentes. Creo en la sensación loca cuando me desnudas y me haces el amor con tus palabras. Creo en tu sonrisa, desbordante de pasiones, en las noches de lunas: llenas de luz prestada. Creo en tu discurso prolífero y ambicioso,-de largas horas de estudio-, pegado al incomparable olor de los libros. Creo en tu ideología paternalista y de liderazgo truncado: siempre hay más de dos tratando de aprehenderte. Creo en tus fantasmas pasados y en tus amores presentes. 25

Elizabeth Quezada

Creo en tu seducción espiritual, basada en el intercambio de ideas y quimeras; y en tus coqueteos físicos, bañados de caricias, besos, y versos. Creo en tu adorable carisma para enredar todos los géneros. ¿Quién se puede abstraer de quedar encantada con tu vida y con tu obra? Creo y amo el olor de tu piel y el sonido de tu voz: potente como tu sexo. Te creo íntegro. Te amo desde la posibilidad de escucharte siempre. Te creo especialmente inmenso... porque eres luz que abraza, conteniendo todo lo que tocas. Creo y amo... cada silencio, donde dices que me amas y que somos tres en tu cama y en tu piel. Creo y amo tu férrea lealtad a quién amas, pero no deseas. Creo y confío en tu amor: lejano y electrónico, -que se nutre de esperas y cartas de amor-.

Yo juro que te creo...

y vivo muriendo por los días en que nos volvamos a embriagar de miradas furtivas: jadeantes de pasión, sedientos de caricias viejas, hambrientos de vivir, el éxtasis del clímax, en que, no seamos rehenes de dos amores, que se nos pintaron de acrílicos y óleos, en una tela gastada, por la tiranía del tiempo.

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Amores rotos

Sacrifico mi libertad "Sensitivity builds prisons" (“Sacrifice” by Elton John) Abro mis alas, pues llevo en mi pecho, dos frutas erectas, -como volcanes- a punto de estallar en lavas. Con tus blancas plumas, rozarás al sur de mi geografía, para que fluya un río deaguas térmicas, que rieguen ese territorio fértil, en estado de sumisión a tu poder de hombre. La tierra prometida está al cruzar del norte al sur. Es que el norte está en decadencia. La gran estatua se derriba porque los pies se pierden ante nuestros ojos. La profecía está a sólo dos pasos enterrados en lodos. Tus olores se empecinan en cobijarse bajo mis narices, como vicio en la sangre. Algo anda mal: estás muy lejos. ¿Cómo pude decidir volar por aire y poner mares de distancia a nuestro amor? ¡Corta mis alas, ven! …Hazme presa y tuya. Tuya y esclava, de mi sed por ti. Dame de tu fuego. Quémame en tus brazos, y bebe las cenizas. 27

Elizabeth Quezada

¿Es que no ves que llevo las rejas pintadas en mi piel? ¿Acaso no ves el rojo rompiéndome las venas? Sacrifico mi libertad en aras de un segundo de pasión. Llevo mi cruz de hierro portátil que encierra este loco amor. Voy a envolver este sentimiento en bolsitas de sal y pimienta. Voy a tirarlo -como por descuido- en la arena de la playa…donde jamás pueda encontrarlo. (Cuatro días más tarde...) Aquí estoy nuevamente tratando de pescar granitos blancos mezclados con especies de mar, que me devuelvan a la prisión. ¡Me pesa la libertad sin ti! Me abruman los albures del día a día. No puedo sobrevivir si no respiro tu oxígeno, cargado de nicotina. Es que soy rehén del calor de tu sonrisa: del sonido de tus versos, del olor de tus óleos, de tu forma de amar-me. Soy presa, sí, porque soy libre, sólo cuando soy tuya.

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Amores rotos

Decreto Querido ex-amor: Te escribo para decirte que...

... que ya te olvidé, y, que me despojé de tu embrujo maldito...(quemé inciensos de sándalos, canela y miel), para borrarte de mi atmósfera espacial. Encendí velas con aroma de lejanías: con olores de mares exóticos, con esencias de lavanda y limón,-para espantar tu espíritu-, de mi obstinada piel, (que no se cansa de recordarte). He desatado los nudos de mis nostalgias profanas por tí. Me he desamarrado las cadenas que arrastraron mis pies y mis manos, hacia un recuerdo fantasmal que quemó mis pestañas...succionó mis sueños que se escaparon en cada lágrima y en cada gota de sangre. He desatado las arterias de tu control. Control que me doblegó ante tus requerimientos y tus "formas" de ver la vida...me dispersó las metas, me estranguló los caminos, -haciendolos con-fluir en un mismo fin: tú. Me asfixiaste de presencias y de reglas. Te olvidé y te desterré a los confines de la nada. De esa nada absurda que pregonas. De esa pueril y frágil materialidad que te acompaña a todos lados. De esa manía absurda de contar tanto cuento falto de veracidad y contaminado por megalomanías, que ni tu te creías. ¡Basta de sumar hasta las desgracias que vas sembrando por tus inseguridades! Me harté de llorar tus ironías baratas y machistas; de tus alucinantes delirios de grandeza, -sí, te crees el gran sabio del saber callejero-. El gran aprendiz a ser hombre-carnal perfecto. El incansable hacedor de todo. El obrero que, ignora por desconocimiento, a la revolución marxista. El trabajador que marcha hacia un capitalismo singular.

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Elizabeth Quezada

Se me han secado los recuerdos, y, mis ojos son parte del desierto de tu piel. No viviré atada a los sentimientos de redimir a tu madre ausente...a la mujer que condenó a todas tus mujeres al pecado singular de "pagar sus platos rotos". Decreto a los sentidos profundos de mi ser que deben exiliarte de por vida y sin retorno de los confines de mi mente: marchita de tanto adorarte. ¡Qué triste no poder prescindir de mis memorias so-pretexto de escribirte y recordarte! Elizabetha (como me llamabas)

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Amores rotos

Soy mujer, como todas "Como toda mujer, yo me entrego al amor; más, no soy fruta prohibida de nadie"... “Como toda Mujer” (canción) No te lo pienso repetir... ¡no estoy en venta! Y, no intercambio: ni mis solitarias noches, ni mis ardientes caricias, o, mucho menos, el control de mis días, por la efímera sensación de ebriedad, del poder adquisitivo que te dan tus mal-olientes billetes. Te crees inmenso -el amo del mundo-, y juegas a regalar futuros inciertos, a prometer maletas de compras, en tiendas exclusivas de los suburbios. No me envuelvas, nuevamente, con la veleidosa fantasía de "cambiar de auto", que yo prefiero mi carcacha azul del noventa. Y, escúchame bien... que no te quepa la menor duda, de que, con mi anárquica libertad, nadie se mete. ¿Qué crees? ¿que puedes volver, y pintar pajarillos en las nubes? En esas mismas nubes, de las que me veías pender, en mis noctámbulas noches de insomnios. Te cuento, que las nubes están grises y secas, de tanto llorar tu partida; que lo que ayer me llenaba, hoy me deja desesperadamente sedienta; que pacté con las estrellas, para no volverte a ver. Ellas, en cambio, me brindan su esplendor: me escuchan, me dan luz, abarcan mis emociones desbordadas. (me ayudan a recuperar la fe en eso que llaman..."Amor"). ¿Qué te crees?... ¿Que puedes, de nuevo, comprometer mi piel, y, subyugar mis pensamientos a tus malos tratos?. ¿Que puedes decorar tu vida-vacía, con mi esencia de mujer. ¿Que puedes tender la cama con mis deseos? : 31

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Pues no. Soy fruta prohibida para el que intente intercambiar mi alma. Soy sujeto, que no "objeto", vetado para el manipulador histórico de géneros. Soy mujer total, no necesito medias naranjas, para ser "Yo" misma. Es más, no quiero peleles, escasos de materia gris, en mi entorno. Quiero un hombre completo: que le falte todo, menos la necesidad de aprender cada día, que le sobre todo, menos la mediocridad de pensamiento. Eres un pobre hombre rico, con la cabeza hueca, y materialmente terrenal. "Como toda mujer, yo me entrego al amor". Sí, al amor que nace desde dentro: que fluye gratuito, que llena los bolsillos rotos, que vende esperanzas marchitas, aún a pesar del tiempo. Que compra fantasías y regala quimeras. Como toda mujer, yo dependo de las palabras al oído, de la inesperada sorpresa, que constituye un ramo de rosas rojas, del halago, del coqueteo, de las frases hechas, de la fascinación por la luna llena. Dependo de la sensibilidad de tu sexo, y de la sensatez de tus genes. Dependo del amor a mi singularidad, (sin tratar de cambiarme). Y, ¿cómo que no sabes de qué diablos hablo?, ¡no tenemos nada de que hablar!. Sigue el camino del desierto, donde no cosecharás más que vientos de arena. Soy una fruta prohibida que no se da en tus tierras. (Colgó el teléfono...)

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Para decir adiós Para decir adiós vida mía cuando el amor al fin se ha ido... me acordaré de ti algún día... para decir adiós sólo tienes que decirlo. (Canción de Danny Rivera) Si quieres decir adiós sólo tienes que recoger tus cosas, hacer maletas, y, desde la puerta, abanicar una mano agasajada, fingir una sonrisa de nostalgia y pegarle un portazo a este absurdo corazón que se cansó de ser terapeuta honoraria. Te propongo un brindis de chocolate caliente con torta de canela, por eso de que: "barriga llena corazón contento" (y al diablo con los lugares comunes que esa es la jodida realidad). ¡Realidad! ¿Ficción? ¿Abstractos? Sabes bien que me fascinan los abstractos... tus abstractos: (Grandes manchas negras cargadas de texturas espesas y gelatinosas; para luego imponer los colores caribeños: azules aguamarinas, verdes manzana, rojos remolacha y darle paso a los mil rostros de quinientos años detrás de nuestras espaldas...y matizar, matizar la pasión que te quema, que nos quema, en un abstracto arrinconado, olvidado, como yo). Realidad. Soy uno de tus abstractos: obra plástica hecha con lujuria, que se ama, pero se descuida; se relega a un lado, se admira cuando se levanta el telón, cuando se cae se vuelve a ignorar. Sí, soy uno de tus abstractos. No es ficción...es realidad.

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Concretando... Sobre todo, abstraer la abstracción de creer, que me amas de lejos sin tocarme, sin darme vida y ni una palmadita de aliento cuando mis fuerzas fallan; añorando un cafecito mañanero cuando las sábanas no pueden dejar de abrazarme; o,...un beso de miel de abejas que fertilice mis labios por treinta y dos semanas. Es que yo quiero lo concreto: lo visible, lo deseable, lo que excita, lo que succiona, lo que penetra...lo que orgasma... lo que me lleve a contar estrellas a la Patagonia; o a colonizar otras tierras donde el amor está en vigencia...y, que pueda ser, junto a la luna, un eclipse total de mujer. Estoy harta de trascender a la realidad, de fingirme regia, impoluta, fría por no ser puta...quiero ser real: de carne y hueso, de grasa y curvas... Ser de recuerdos y olvidos. (Para decir adiós sólo tienes que irte).

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Litografía o amor Si rasguño mi piel, para hacerme un cultivo de ilusiones, en señal costumbrista, me cuestiono… ¿estoy despierta o sueño? ¿Estoy viva o muerta? Vuelvo y me pellizco. Trato de auscultar el cansancio de viejas caídas, degustando el placer de los segundos eternos; fragmento el hueso de la masa, y extraigo las espinas…que hacen destilar la sangre purulenta, de los agravios dados y recibidos, de la retención de lágrimas, cargadas de sal y amargura. En ese momento, hago una litografía de tu recuerdo, te evoco espigado: moreno, inspirado, meloso, enérgico; híbrido indeleble del goce del caribe caliente, con la ternura del artista nato y cultivado. Te recuerdo atado con unos grilletes de hierro fundido y maloliente. Te añoro, tratando de pintar mi universo en azul esmeralda, cuando lo sabías, gris eremita. ¡Recuerdo que llegamos tarde, a nuestra cita, en esta vida! (Me transitas como ayer, palmo a palmo; haces vibrar, las células muertas, de las puntas de mis cabellos, porque te siento fluir, por mis venas, como insulina de azúcar prieta…como masa glutinosa, que se adhiere con palpos invulnerables, a mi vida). Eres ese correo que no falta…esa nota que destila perennidad de un amor suspendido entre la magia de lo vivido y las ondas electrónicas del espejismo y el espacio. Y si con bisturí sustraje de mi paraíso el escarlata…absorbí el jugo de la fogosidad que nos consumió, hasta dejarnos desfallecidos… y atenté contra la esperanza del reencuentro, que fue verde limón (verde, sí, que aún te sueño verde), quedo amarilla y pálida como noche de eremita luna, fría e indolente: yo, que fui esencia de almizcle y pimienta, mas, nunca eufemismo, de mujer perfecta. El otoño se vistió de temporales céfiros, y mis entrañas (con lentes eméticos que te reflejan en silencio) construyen fílmicas de huracanes intensos... ...mientras te esculpo. 35

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Café de las cinco …"Al llegar a la casa estuve a punto de embarrar de cierta vulgaridad una noche de poesía" RM Luego de ser presentados, fue inminente, que conversáramos, como imantados el uno hacia el otro: confluíamos en cada rincón de la galería, en cada hora de almuerzos, en cada salida, en cada llegada. Comenzamos a frecuentarnos para extraer esa energía que nos regalábamos, y, con la excusa de un café, en cualquier Starkbucks de la ciudad de New York, justo a la salida de nuestro trabajo. En esa primera cita formal, nuestros poros competían con la bebida negra, por el calor que despedían, a pesar del viento suave de inicio de primavera. Nuestras miradas absortas, trataban de entrar al cuerpo invisible que contenía al otro. Desarrollamos, en nuestra primera cita, un conversa-torio sobre un tema espiritual, que él estaba investigando para su proyecto plástico siguiente, y que tenía mucho que ver, con los diversos "rostros de Dios". Quedé fascinada con sus bibliográficos argumentos de vida, y cómo logró, plasmar en su estilo abstracto, esa visualización divina: pletórica de colores fuertes, cargados de rojos sangre (como escudo de los desesperados y bandera de los muertos en vida). Y con los verdes y los pasteles (los menos) le dio cuerpo a la esperanza: a la paz, a la alegría, al amor. De mi parte, le ofrecía mis conocimientos cimentados en una búsqueda, desde la pubertad, a descubrir a Dios: más allá de un discurso o de una misa: precisamente, descubrirlo en mi interior y en el interior de los demás. Estos cafés se repitieron casi a dia36

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rio, en un ambiente clásico (donde podías ir, sólo o acompañado, a leer un libro como excusa para cualquier espera: esperar una clase, una pareja, una hora de entrar a laborar...un amante; y todo al compás de una música de fondo que iba del Jazz al Pop-Rock suave, como suave eran (y siguen siendo) los acojinados sillones (decorado de forma ecléctica pero muy elegante) y las ultramodernas sillas del lugar, siempre lleno de aroma de café. Nuestro calor seguía invadiendo el salón-bar, donde solíamos asistir. (Era inmenso como todo lo neoyorquino: símbolo de un poder sin medidas, de que hacían gala en sus monumentales edificios, sus salas, sus obras de arte, su orgullo, nuestro orgullo). Nueva York era de todos, se había diluido la fina línea que diferenciaba a los nativos de los inmigrantes). En unas de esas cita de las cinco sucedió que nuestros dedos, tímidos, trataron de tocarse (lentamente, por temor a incendiarnos con nuestro fuego) para asentir o disentir sobre cualquier tópico tratado. Nuestras miradas no dejaban ni por un segundo de encontrarse y comprobar que nuestra piel estallaba de pasión. Reíamos como ingenuos adolescentes descubriendo el amor. A esos cafés de la cinco, siguieron cenas bailables que se extendieron hasta casi la media noche. (Corríamos a nuestros respectivos apartamentos, por temor a que se rompiera el encanto, cual mito-cenicienta, donde tuviese él, cual príncipe enamorado, cargar con un zapatito de lentejuelas por toda la ciudad). Fue una fascinación mutua, desde la primera vez que nuestros ojos se cruzaron. Me regaló las fragancias de las flores de estación, literalmente, y, sus emociones diletantes, en cada poesía o nota, que me entregaba, cada mañana. Fuimos insustituibles, envidiados, admirados: un amor de papel y color, de piedrecillas tiradas al descuido...de las palabras mudas y los ojos habladores. A dos meses de flirtear con el sabor del tinto vicio, y con el calor de nuestras ansias; y, luego de salir de una exposición en el bajo Manhattan (aún con sus dos torres gemelas erguidas), disfrutamos caminar por las calles, vacías porque de todos modos si hubiesen estado llenas, no nos enteramos. En nuestras retinas sólo se reflejaban nuestros cuerpos. 37

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Se acercaba el momento de la despedida…los taxis amarillos con logos con ene y ye así nos lo recordaron. En una esquina, muy cerca a la sexta avenida, una corriente de alto voltaje nos empujó con rabia: con ansias, a unir nuestros labios, y nuestros cuerpos perplejos, se quedaron pegados, hasta tatuarnos el uno en el otro. Fue el primero de muchos besos prohibidos. Llovió tibio en nuestros cuerpos...habíamos sellado nuestra atracción en lo físico, porque en lo espiritual ya estábamos comprometidos-incondicionalmente y de por vida. Y todo comenzó como un hechizo donde el vino fue un café y el ritual fue a las cinco.

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Deseo itinerante Mis emociones navegan perdidas y se hacen púrpura en los mares, más allá del horizonte hasta convertirse en verdes oscuros casi negras...sin regreso. Por el amor de ayer: amor de siempre, amor que cruza fronteras, que vuela por los aires; que trasciende en el tiempo y la distancia, las barreras de la lengua y los estados civiles y hasta políticos. Amor que no tiene mañana: sólo un instante, sólo un ahora. Amor que nos hace perder el norte y los demás puntos cardinales. Amor brújula que nos hace orientarnos hacia su poderosa fuerza, rompiéndonos como huracán devorador, en pedazos, imposibles de reparar. Aún así te busco, como siempre. Te espero, como nunca antes, para arañar el clímax del deseo itinerante. Y viajar junto a tí, por mar...por aire, confundidos en uno. Extasiados del otro. Amándonos prestados al veinte por ciento de interés diario.

¡No importa! Si quedamos como rompecabezas de ilusiones que será imposible armar en su totalidad un día, -finalmente somos granitos de arena de la playa del universo-. Mis sentimientos al ritmo de tu recuerdo se pintan de rojos y se completan perfectos por la magia del amor eterno. Y me quedo con lo que te dije un día: Eres como lluvia fresca que me acaricia cada mañana... ¡Ah!... ...y mis emociones ahora son blancas.

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Te quiero porque... "Si te quiero es porque sos, mi amor, mi cómplice, y todo, y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos...somos mucho más que dos". Mario Benedetti Yo te amé porque me pintaste lunas en noches oscuras...porque llenaste el cáliz de mi alma en días de sequía espiritual; porque me ofreciste tu mano cuando mi cuerpo vagaba confuso por las calles de amor robado... (Entraron moscas a la casa y se bebieron la sangre de mi corazón roto) Yo te amé porque te reinventaste cada día para sacarme una sonrisa con bisturí...porque te entregaste todo, sin compromisos firmados ni condiciones a corto plazo...te amé sin contratos pre-nupciales, sin cláusulas viejas... sin intereses vencidos. Porque compones la música, que mi cuerpo baila, te amé y aún te amo; porque mis cuerdas vocales se tensan cuando pronuncio tu nombre y tu recuerdo aflora a la superficie de mi realidad…Te quiero por tu encanto caricia; por tus miradas, por tu elocuencia...por tus formas de amar. Te quiero porque me haces renacer en cada lecho, porque eres agua viva que te riegas en mí. Porque supones mis deseos, te precipitas a mis necesidades. Porque puedo ser: tu amiga, tu confidente, tu amante, tu colega: una artista, que, como tú, se desvive por los rojos anaranjados del sol, al atardecer, y que le gusta hablar de mil temas a la vez, junto a la chimenea: tomándonos una taza de café, mientras te fumas el "puro habano cubano". Te quiero porque te regalas sin reservas, sin firmas autorizadas, sin culpas: porque eres bondadoso al dar amor. 40

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Si yo te quiero es porque lograste con tu devoción borrar toda herida en mí ser: porque cultivas híbridos de risas y llantos; suspiros y gemidos que son como una cajita de sorpresas que abro toda vez que te disfruto; y, sobretodo, porque me das la bendita sensación de sentirme "mujer-amada", (que ya había olvidado). Yo sé que me quieres, porque mi cuerpo tiene la sal que tu son necesita. Somos dos ritmos de un mismo pentagrama de ilusiones. Porque puedo decaer y puedo alzarme a las alturas...porque puedo ser yo misma, y eso te encanta de mí: que las caretas no se venden por mis predios; que los placeres son divinos y me encantan disfrutarlos, (una exquisita cena con olor a hierbabuena) y, unas copas de vino tinto que endulce nuestros paladares. Te quiero porque me compras rosas, que engalanan la mesa servida de amores, de tintos, de menta, de ilusiones y de muchas ganas, que se mezclan con el postre del pastel de manzana, que tanto te gusta. Me quieres por mi sensibilidad, a flor de piel, por mis ataques de nervios, y por mis ataques de risas, me quieres por todo. Ya sé, que no he dicho, que me quieres,por mis redondas formas boterianas, (que asemeja a las románticas del arte visual), y por la luz, que dices, que tengo, que no es más que la refracción de la tuya... ya sé que sabes porqué te quiero.

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Hoy... quiero ser... Hoy... no me pregunten por nada... pues no sé. Hoy no me hablen de tréboles desojados ("me quiere"..."no me quiere"), ni de amores imposibles. Hoy no me den lecciones de moral, -que tengo para lecciones mi conciencia-, todo el tiempo, como martillo, recordándome lo bueno y lo malo. ¡Estoy harta!. ¿Alguien puede borrar, del diccionario, la palabra "culpable"?. Hoy me siento cómplice por lo bebido: por lo comido, por lo disfrutado. Hoy me siento rehén de un sistema lleno de hojas verdes. Hoy quiero escapar del lodo putrefacto de los deseos: deseo un carro, una casa, un vestido negro y otro rojo para las fiesta navideñas, mientras por otro lado se desea un trozo de pan para saciar el hambre histórica de males. ¡Basta de ser máquinas deseantes!, mientras mueren los peces, las algas, los pobres campesinos...mientras mueren los niños, la tierra y el aire. Hoy no me digan que la prima del dólar subió. Hoy no quiero caminar robotizada por los trenes del "Times Square" de New York. Hoy quiero enjuagar el polvo de mi pueblo con mi sudor. Hoy no quiero oír que en nombre de la revolución se está asesinando al pueblo de mis vecinos caribeños, -si Carl Marx se levantara de su tumba renegaría de sus principios comunistas-, viendo a sendos patriarcas escudados en sus enunciados dictatoriales. Hoy no sé hechizar con magia blanca ni con santería africana. Hoy no sé ver el negro sacrilegio de las costas del mar atlántico. Hoy no me inviten a esas reuniones llenas de hipócritas miradas y de pensamientos-verdades que nunca son expuestos por miedo a herir susceptibilidades. Hoy quiero ser la esencia, me niego a ser el cuerpo. Hoy quiero ser etérea y tomar el vuelo de las gaviotas al mejor punto de encuentro de dos almas gemelas. Hoy quiero multiplicar mis sueños de igualdad diferenciada. Hoy quiero practicar la fe de lo incorpóreo -ser abstracta-, bañarme de amarillas tardes: de soles crepusculares. Hoy quiero ser utopía de púrpura, de un "Van Gogh" o de un "Picasso". Hoy quiero ser poesía que flote por la brisa de las guerras y las heridas. 42

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Amor robado Mirándola profundamente a los ojos, sin pronunciar palabras, le dijo: - Tienes una especie de luz que me deja perplejo. Y ella, sin poder mover un sólo músculo de sus maxilares, le contesto, aturdida: - Tú también. En ese momento un campo magnético cercó el perímetro comprendido entre sus dos cuerpos. Los amigos tratábamos de entrar en esa, especie de mágico encantamiento: Recuerdo a Javier preguntando sobre la hora en que se iba a efectuar el opening (apertura) de la exposición colectiva que presentaban los sur-americanos en el Instituto Cultural Mexicano…También me vienen a la memoria mis borradores sobre el proyecto que presentaríamos en la Embajada de Colombia. Teniendo como base que, tanto Ana como Rodrigo son de islas con tradiciones sincréticas, es de imaginar que cierto velo mágico los vestía. Si observabas sus pupilas tenían un brillo transparente, que se transformaba en acuoso según la emoción los consumía. Eran partículas de segundos en los cuales se envolvían en una suerte de unión espiritual o lo que comúnmente llaman..."amor a primera vista". Los pinceles y los acrílicos fueron cómplices y testigos de esa rara experiencia casi-religiosa. Los lienzos, y, nosotros, los demás artistas, comenzamos a desintegrarnos en ese espacio, donde sólo se desdibujaban él, y ella. Aunque Ana sólo me interesaba como amiga...sentí desde el principio, celos. Celos porque "el negro", como yo le llamaba cariñosamente a Rodrigo, (Ana adujo siempre que yo era un racista que, según ella también tenía otros sentimientos preferenciales guardados en un closet) me robó desde ese primer instante su atención. Teníamos un amor común: la literatura, (además de la plástica, con lo que nos ganábamos la vida) y solíamos embarcarnos en discusiones que siempre llegaban a controversias (que más de una vez nos hizo pelearnos y pasar un par de horas mustias (porque no hablarnos era eso).

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Bueno este relato no se trata de mí, ni mis sentimientos, sino de esa relación que nació entre mis dos amigos preferidos: líderes natos, dueños de un carisma impresionante, de una conversación fluida y atrayente, de un don divino: Gustar a todos. El, regresando de sus vacaciones en solitario (a todas luces su matrimonio estaba pasando por un mal momento, como todas las relaciones) en su isla, Cuba. (Vimos extraño que éste se fuera por un lado y su mujer por el otro) porque su mujer también se había ido a su país europeo. Por otra parte Ana acababa de salir de una relación disfuncional (con un europeo) Vaya coincidencia dos caribeños con dos europeos, y que le dejó huellas indelebles que cuestionaron la confiabilidad en el sexo opuesto. Para entonces todos nuestros compañeros estaban al acecho, tratando de cazar la "carne fresca" y tendida, que suponía una nueva soltera al ruedo. Lo que más me molestó fue, porqué Ana no se fijó en el servicial ruso, que se desvivía por ella. O, el dominicano, que le propuso matrimonio y era un soltero en vías de extinción, (a Ana la palabra matrimonio le comenzó a oler a rutina odiosa y asesina de sentimientos pasionales) o, ¿porqué? no se enamoraba del "viejo" que tanta lucha había cogido, tratando de ganarse su corazón. ¡No! tenía que ser un hombre casado con pinta de bohemio y corazón de condominio. Bueno, pero, para ser sinceros, la verdad es que todos los adorábamos (a ambos). Fueron y son almas gemelas, sin lugar a dudas. Dos años después, todo sigue igual. Cuando se encuentran, o nos encontramos en la quinta avenida de Nueva York, ellos continúan paralizando con sus miradas y sus saludos mudos el tráfico de la avenida, los apresurados y robóticos transeúntes se desvían para poder tomar la entrada al tren. Nosotros tratamos de participar en conversa-torios que se convertían y se convierten en diálogos (de dos) y preguntar por algo en específico, era imposible, ella con su risa nueva, (acabada de estrenar) por él; El se buscaba en el brillo de sus ojos y de su pelo que (aprovechando cualquier empujón en el tren atestado de mortales) huele y hunde su afro-antillana nariz para recitarle al oído su fascinación por ella. Nunca me resulto falso, pero no aceptaba que se enredara con un hombre comprometido (para evitarle traumas futuros) o no sé si era la impotencia de ese amor que se tuvieron y que creo perdurará, aunque sea en nuestra memoria, como todo lo "imposible".

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Matar un amor, en diez actos Diez...

Solía viajar a través del brillo de tu mirada, e indagar sobre tus fantasmas y tus manías secretas, que se dibujaban, indiscretamente, justo después del eclipse total: cuando te crecías, y eras inmenso... como las fronteras que nos separan... y te volcabas a esgrimir papel y pluma...o saltabas de la cama a al PC, a atesorar tus estados orgásmicos en letras poéticas que llamabas "Diario de mi amor por ti".

Tus dedos terminaban en flores rojas o amarillas, detrás de la espalda. ¡Cómo me gustaban tus dedos!, siempre prestos a "volver oro" lo que tocaban, o, a lo sumo, "volver en suspiros" que explotaban como fuegos artificiales: dedos gruesos y tiernos, ásperos y suaves, prestos a levantarme por los aires y a dibujar con la pestaña de un pincel finísimo una lágrima en un dibujo figurativo. Dedos que hacían: de una letra, una nota;...de un concepto, un color; de una idea, una filosofía. Tu voz venía soplada por aires de poesías de mares y piratas. Llegamos tarde a nuestro encuentro y la barca tiene que partir. ¡Qué diablos hacemos con nuestros sentimientos! Me llamas y todavía dices amarme, ¡Claro! amar de lejos es muy fácil: es que no tienes que lidiar con cepillos de dientes, ropa regada por todo el piso, ver los dedos hurgando una nariz de fononón...preocuparte por pagar las cuentas, ni hacerme un té de limón de esos que, ocasionalmente, me hicieras en algún invierno inmisericorde, en aquella "casita de la pradera", en New York... ¿Te acuerdas?. 45

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(Sobre todo no tienes que verme descender, por cualquier "quítame-estapaja", a submundos internos donde surge la casi esquizofrénica bipolar, que prefiere desconectarse del mundo, para entregarse a los brazos de Morfeo en el día y a las musas y a las voces en las noches). Yo no soy dulce que se vende en tiendas. Puedo ser tan amarga que, a veces, me enveneno yo misma. Y luego... luego una enema de café me devuelva los azúcares naturales que dicen que tengo. ¿Me quieres ver?... Sí, sé que fue amor a primera vista, y también sé que sería eterno (porque se fue arando y regando la tierra cada día...se fue quemando la pasión, y el fuego nunca se apagaba, todo lo contrario, devoraba nuestros cuerpos, nuestros deseos, nuestra vida...

Nueve...

Las vacaciones terminaban y las hojas comenzaron a escasear en las plantas. Cada árbol lloró hojas tristes que perdieron sus clorofilas, víctimas del clima inclemente. El calor fue agobiante, la pasión arrolladora, la puesta en escena de nuestra ópera prima colectiva nos trastornó como si se tratase de un efecto alucinógeno. Fuimos dos locos calle abajo desdibujando episodios que se convirtieron en una bomba de tiempo.

Ocho...

Una llamada te hizo volver a tu realidad. La carcelera regresó con las cadenas que un día tuviste a bien prestarme sin su consentimiento: (me viste tan mal amada…tan sola…).

- ¿Qué te pesaban las reglas de binomios en las que se basaba el contrato?... Debiste pensarlo antes. Ahora ya es tarde. ¿Me amas?... ¡sí! ¿La amas, verdad?... no es una fórmula "normal", ni válida, a menos que quieras convertirte, como mi amigo, Luis Bermúdez, en un "Anarquista Atávico". - ¿Que quién es Luis?: te conformarás si te digo que se parece a nuestro amigo en común, Luis Eduardo Molina... - Sí, el pintor. 46

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Siete...

Llamada de atención: te vigilan los pasos...el enamoramiento se te sale de las órbitas. ¿Me sueñas, despiertas en las noches nombrándome?...Sabes que sólo fuiste un marca-pasos que instalé en un corazón partido por una traición inesperada. ¿Que si aún te amo? Eres el único que conoce la combinación de mi caja fuerte. (A pesar de estar como un rompecabezas, tú la compones y la abres).

Seis...

Te marchas a resolver trinomios en la lejanía de sus tierras, sin las mías. ¡No es justo!

Te invitan a curar heridas, a estudiar las causas de la disfuncionalidad del "matri-de-monio". ¿Es que no le dijiste que lo tuyo, lo nuestro, era una regla de tres?

Cinco...

¡Te lo dije! Es que si la tierra se detiene en el día no podremos disfrutar de la luna llena. No podía resolverse un problema sin una de las partes. Viniste amándome igual que antes...pero no la puedes dejar: son muchas cosas que te atan a ella, (obviando jerarquías diplomáticas y vulgares asuntos económicos...digamos que es el "compromiso moral", o, ¿el amor tranquilo?.

Cuatro...

El cansancio pasó por mi vereda y lo detuve un rato. (Hace ya mucho tiempo que no caigo en tu trampa de machista disfrazado de indeciso).

¡Basta con abstracciones absurdas pintadas a contraluz!

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Tres...

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Dos...

Te anuncio que la llama de aquel fuego, se extinguió. Siento frío, pero no te preocupes, que estoy sentada frente a la playa...robándole rayitos al sol, y reciclando el pasado contigo. Sólo me quedo con lo bueno...porque no quiero "nada" imposible. Cuando termine de achicharrarme en el tetero del sol iré a comprar un pegamento.

¡Ah! y ya pegué los pedazos rotos de mi corazón. ¿Que si te amé? ...no me acuerdo, quizás...

Uno...

Cero... ¿Podemos ser amigos?

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Concierto para dos violines "Concierto para dos Violines en D menor", de Bach Primer Violín "Vivace" Soy gris y sombra vapuleada por los aires del norte: imágenes escabrosas que bailan de negro se distorsionan, mientras los ojos desorbitados de los indiscretos, esperan rojos y bambalinas. (Mientras murmuran sobre futuros con pólizas en cajas de seguridad). Soy la mujer-niña que se disfraza de tortuga, para esconderse debajo de su caparazón de soledades. No puedo abstenerme de que me amen; no sé si volveré a contar tréboles algún día. ¡Ni me importa! Segundo Violín: "Allegro" ¡Cómo me duele la memoria! Camina como arlequín juguetón que alza la postilla. Soy, como ese árbol matizado de invierno, que desnudo, exhibe verdades sin penas ni glorias. Soy concierto de violines para dos; y tu voz… se ha quedado muda.

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Extra (sin tempo) Si quieres amarrar los lazos nupciales conmigo, deberás dejar que mis fantasías funcionen, que mi mirada se pierda (¡dejarme volar!… puede que esté a punto de pescar una metáfora por la cola); deja que mi conjunto de masa y hueso respire sin ataduras, ni compromisos, ni citas, ni reuniones sociales, ni horas para "hacer el amor"… ¡Qué tedio! Tener sexo a las diez. ¡Qué falta de imaginación! Debes saber que, para ser feliz lo que necesito es: un espacio con mirada al infinito, veinticuatro por veinticuatro, unos lienzos, colores acrílicos, varias brochas y espátulas; un ordenador con Internet, unas páginas en blanco y una pluma, que, de lo demás, me encargo yo). Si aceptas, seré tuya. (Exclusivamente en cuerpo, porque mi alma se perdió en el camino).

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Amores rotos

Me voy... Me voy y dejo las mañanas frías, y mis sábanas calientes, oliendo a mujer, aún. Me voy y dejo el ocre reinando en los árboles de hojas-lágrimas que caen amontonadas. Me voy y dejo el olor del otoño marchito mezclados con el polvorín a muerte en toda la mancillada "gran manzana". Me voy y dejo mi piel hinchada por los años. Me voy y dejo a los vagabundos intoxicados y errantes por las calles de Washington Hights. Me voy y dejo a Bush hablando de la guerra contra Irak. Me voy y dejo las grandes cadenas comerciales vomitando ofertas, y los mismos pobres más pobres, y los ricos reventándose sus avaros bolsillos: -¡pobres máquinas deseantes!Me voy y me quedo: en el refrigerador, en las plantas, en los muebles, en los libros, en la computadora, en mis discos, en el vino… me quedo en el aire. Me quedo en su carne. Me voy y me llevo mis sueños: mis proyectos repletos de colores y sabores. Me llevo mis dilemas espirituales y mis pesadumbres existenciales. Me voy y me llevo mis duendes, que me indican cuándo el oscuro enano asoma. Me voy y me llevo tu promesa de amor en un bolsillo. Me voy y me llevo mi rebeldía histórica por la mujer ultrajada y maltratada. Me voy y me llevo mi túnel, "mío". Mis besos míos, mis deseos míos. Me voy y seguiré sintiendo el peso de la culpa por amarlo. Me voy y seguiré tratando de olvidarlo. Me voy y os dejo; me voy y me quedo. Me voy y me llevo mi música a otra parte.

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De victorias y derrotas

Amores rotos

Chichigua Mi cuerpo vaga imbuido, entre campanas huecas, de una navidad sin anhelos. "¡Oh Navidad… oh navidad… oh navidad!" Retumban las voces altas, de sopranos y tenores, en un coro a capella, que se diluye en el tiempo, y que sólo cantan los que tienen lubricada la garganta. "Noche de paz…noche de amor, todo duerme en derredor"… Remotamente, una pureza que se desarma. Una ingenua se va de vacaciones. ¡Me da rabia! Cuando pienso en mis muñequitas de cabellos rubios, y en los ojos expectantes, de los que jugaban con barquitos de papel, que se deshacían con el agua; o que masticaban caña, cuando sus ilusiones llegaron a viejas. (Nostalgias enmohecidas por las lluvias de otoño, que caen al compás de villancicos). ¡De pronto! Veo cruzar al niño de carnes amarillas, con la desolación a cuesta, que me pregunta: -¿Va a limpiar? -se refiere a mis zapatos lustrados-Sí -pensé-. 55

Elizabeth Quezada

Yo quiero limpiarme la vergüenza de ser indiferente y despiadada. De rotar junto a la tierra, y de girar en torno a mí misma: mi casa, mi padre, mis hijas, mi hombre, mi tierra, mi hambre, mi dolor, mis...

¿....?

mi mismidad.

Viajo estoica bajo la sombra de una historia que no me es extraña; que golpea mis días ajados: mi piel entumecida se desagua…va erosionando hasta quedar en el hueso existencial. (Me deslizo por el asfalto frío y crudo, mientras mis ansias de concebirme etérea se van por el excusado). La pura realidad me supera... ¡Ya no sé qué hacer, ni ser, sin sueños! ¿Me regalan una cometa para volver a volar ilusiones?

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Amores rotos

Electro-Terra-Grama Una mirada perdida, abstrayendo de la nada la certeza de energías convulsas, a lo interno de aquella cordillera de descoloridas montañas, que fueron verdes y que hoy son violadas, por las manos impune de los mercaderes del eco-sistema. Su nombre, Septentrional, ubicada como cordónombligo, a lo largo del próspero Valle del Cibao, la República Dominicana. Síntomas… … … Dolor lacerante, intenso, constante, en el epicentro norte… Específicamente en Santiago y Puerto Plata: sudoraciones, ataques cíclicos, epilépticos…fiebre amarilla…temblores, catarsis: Brama la tierra, se rompe, estalla, se agota, se cansa… Vuelve a calmarse. Se detiene. (Sólo se escucha el miedo de la gente traducido en silencio sepulcral). Unos hombres horadan la tierra persistentemente, junto a la falda dorada de una montaña, para mutilar los troncos preciosos de madera fresca como el bambú…la caoba… Llenando los bolsillos rotos de los destructores ecológicos. No es tan simple…las energías que envenenan al alma…se derraman en la tierra y la esterilizan. (Me hacen evocar las hojas perfumadas de los libros, llenas de negritas letras…)

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Elizabeth Quezada

Mueren los verdes…los ocres. Las aguas de los ríos se secan…para convertirse en tumbas de basura infectada, que matan lentamente el pulmón de la tierra. Nuestro río Yaque, que primero se convirtió en "dormilón" (por su poca circulación) yace esquelético como monumento antiguo de la ciudad corazón. ¡Irónico! ¿No? La ciudad corazón colapsa lentamente porque se quedó sin latidos. (Se quedó sin el sonido orquestal de las aguas danzando al compás del viento seductor) Vuelve a rugir… sacude…tiembla como poseída por mil demonios. La ira de Dios y la infamia del hombre la despierta de un letargo de siglos. Se quiere abrir… nos quiere hundir… tragar, deglutir, defecar. ¿Será necesaria tanta inclemencia? ¿No nos daremos cuenta a tiempo, si aún queda, del efecto progresivo y sin retorno que le estamos haciendo a la tierra, al aire, al agua, incluso al cielo? Los azules se tornan de negro. Las aguas se convierten en sangre. La tierra enloda nuestras caras patéticas y duras. Se cobró un interés doloso…usurero, toda la vejación de que fue objeto. Ya todo es noche. Los verdes se aguaron en acuarelas sin luz. El sol se mudó de galaxia. Insulsa materialidad que se muda, fluctúa se desvanece y muere. (Yo sigo aquí con mi esencia colgada de otra nube, tratando de alcanzar la luna).

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Amores rotos

Septiembre, once "Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza, una corona de doce estrellas." Apocalipsis 12:1 (Biblia) ¿Se permite vomitar?... Todavía el dolor se me estruja en el esófago y se convierte en lava volcánica con sabor a cal y limón. Me nubla los ojos y llueven tristezas…Un movimiento involuntario me hace expeler impotencias... Me vacío. Confusión… Absorta, ante aquella escena Daliniana (de ver volar la ira de los hombres a ciento once pisos de altura) descender hacia una libertad con cadenas de amarguras, y... buscar, y encontrar sólo la fotocopia de lo que respiraba y se movía, -minutos antes de aquella invasión aérea- pero ahora, yacían tatuados al piso, imperceptiblemente, como hojas magulladas por el otoño. Al querer levantar (a los paracaidistas sin sombrilla) se deshacían entre los dedos de los rescatistas, que no obtuvieron ni el rastro simple de un ADN identificatorio. El cielo y las calles se tiñeron de gris oscuro. Un fétido olor a odios y muertes invadió en fracciones de segundo a la gran manzana... putrefacta y con vientos de asombro, mientras los habitantes despavoridos corrían con el miedo inyectado entre los huesos (creían que el fin del mundo tocaba a sus puertas "indestructibles" que los impedían de mirar hacia atrás, por miedo a quedar convertidos en estatuas de sal). Fue ésta, una imagen vacía que irrumpía en nuestras mañanas prósperas mientras saboreaba un delicioso café dominicano y veía las noticias de las ocho. 59

Elizabeth Quezada

(Pisarán las cabezas de los prepotentes y los soberbios no encontrarán refugio para la ira que amamantaron por siglos…Sólo el amor, la esperanza y la fe…podrán ser escudo a tantas desgracias.) Vestida de sol...me quedé acurrucada y temiendo pisar la luna con mis visiones oníricas. ... es que ni el río Hudson pudo prestar sus aguas -cargadas de sueñospara apagar el escarlata de los intrusos con alas robadas. ¿Corazones de Piedra..? Ya olvidaron el miedo, los grises, los saltos, ese olor nauseabundo que aún hiere mi olfato perceptivo... (Ya olvidaron los que dejaron sus vidas colgadas en los hierros derretidos del imperio neoyorquino). Ahora, como siempre, se abren puertas terrenales: la búsqueda de honores y glorias,...de oro y plata. De poder y venganza...se abre la eterna tarea de buscar lo que "no" encontraremos fuera... Simplemente porque ha estado todo el tiempo dentro de nosotros...tocándonos con sus plumas-manos de texturas de seda y colores brillantes…con bombillos fluorescentes dotándonos de magias… ¡Vamos a picar piedras y a derretir moléculas! ¿Tienes el corazón de piedra?...no hay que estar en ningún lado para reconocer estas cosas. Dios está en todas partes…incluso, está en ti. El avión descendía a gran velocidad estrellándose en un vecindario de clase media alta...Al fondo…mucho humo…estupor, el sol se caía extrañamente…el horizonte se pintaba de gris profundo…y una voz de muy dentro de mi misma, que me era ajena, preguntaba: ¿Señor: que me estás queriendo decir…? ¿Acaso es el final de todo? Sueño, realidad…se me escapa el aliento y mis ojos cansados se despegan y al abrirse ya nada fue igual.

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Amores rotos

Bajo ataque ¿Puede alguien hacerme vomitar las palabras, que las tengo ahogadas, a mitad de la garganta: llenas de asco, de miedos, de impotencias; con preguntas, que me asfixian, y, que me estrujan la vida? ¿Puede alguien explicarme, de fracasos, y, de triunfos, cuando es vejada la condición humana; cuando la lluvia se convierte en fuegos artificiales, que deslumbran de lejos, y, matan de cerca: mojando amaneceres negros, porque el cielo ya no tiene azules, sino grises apagados? ¿Por qué aún, hay tratas de blancas; de negras; y hay "tratos" por territorios ajenos? ¿Por qué existen los "coyotes", vendiendo fronteras extranjeras, a los buscadores de tesoros negros? ¿Por qué existen los navegantes suicidas, que ofertan tierras y promesas del otro lado del canal, rentando cielo y mar, (timándolos) y, lanzándolos a los tiburones (ya con el billetito, de toda una vida, en el bolsillo)?. ¿Puede un depredador presidir una nación? ¿Pueden, ¡por el amor de Dios!, decirme, -de una vez por todas-, por qué "el enemigo" existe y por qué es "enemigo"? ¿Por qué el oro se ha vuelto negro? ¿Por qué "amigo", es un sujeto, que brilla por ausencias, y, si se acerca, lo hace acompañado del desgraciado "interés"?. ¿Por qué, dicen que "el norte" es mejor que "el sur"?. ¿Por qué es tan difícil amar, y regar las tierras de perfumes, en vez de sangres?. 61

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¿Por qué no nos entendemos con palabras llanas: con lugares comunes, con sonrisas tiernas, con acciones serenas; sólo con gritos y bombas, con golpes y misiles; con intervenciones odiosas? ¿Por qué hay que inventar razones para iniciar la guerra?, ¿por qué hay que desear los pozos de otras tierras?. ¿Por qué se corta siempre, por lo más flaco? ¿Por qué se crucifica la inocencia: porque se alistan, y, se empujan, esas mentes claras, repletas de ingenuidad, de nuestros adolescentes del mundo: para ser colocadas bajo el tiro al blanco; para ser llenadas de traumas futuros: de culpas inconscientes, de pesadillas despiertas, o, en el peor de los casos, de la falsa "honorabilidad" del sentimiento de "ser-héroe", por jugar a los buenos, y, a los malos, (fuera de la televisión), y, por ver cientos de miles de cadáveres degollados, como alfombra a sus pies?. ¿Por qué, si todos tenemos piel: que pueden ser: (de ébano-negra, dorada de sol, púrpura más que negra, amarilla-blanca, blanca-roja... y, si todos soñamos; todos sentimos; todos reímos, y, todos lloramos: (unos reímos con poco, otros lloramos con mucho), por qué, repito, unos soñamos con paz, otros compramos la guerra; unos vendemos ensueños, otros, simplemente, "se venden"?. (Eso sí, unos tienen capacidades adquisitivas, otros necesidades perentorias). ¿Por qué no podemos intentar, ser "civilizados", a pesar de los dos mil años, que tiene el hombre, intentándolo,... en fin... ¿Por qué estamos enfrentados? ¿Por qué estamos bajo ataque de preguntas sin respuestas?

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Bajo la amenaza de Odette Escudriñarán: ¿Quién es Odette? Y yo les diré sin mayor preámbulo que, Odette, es una voluptuosa masa de aire ardiente con céfiros que zarandean las venas del mar; sangrándoles la saña y la pasión de las mareas y bautizándolas en asesinas de bordes y de casas adoquinadas en las arenas… Odette es una tentadora con ojos de torbellino, que juega a "amagar y no dar" y que viene talando el camino de las tempestades a des-tiempo…es una desacertada sierpe en la menopausia del caribe que se yergue como propietaria nuestra de los advenimientos abortivos. (Se dice que entrará en territorio nacional en unas dos horas). ¡Estabas programada, Odette; pero no llegaste a tiempo! ¿Qué haces por estos predios? Mientras Odette se afana en tocar cielo y tierra, se ufana de su rabioso poder omnipotente, por ser hija de la naturaleza; se proclama gran tormenta para que le cojan miedo y la baba se nos caiga; se insinúa despacito tratando de adentrarse como supositorio recetado; obliga a todo el mundo a ponerla en primera plana y en los "boca en boca"… por no decir: "teléfono en teléfono"… yo sigo aquí, departiendo con la lluvia y con la infinita suerte de mi estado de gracia…que me permite subirme al techo de mi mismidad y no temerle a Odette, porque ella, no me toca…no me hiere, no me vuelve mierda. (Me siguen doliendo los desahuciados de vida miserable, que se regodean en sus riquezas hurtadas a otros, que sólo mendigan un pedazo de pan. Me siguen doliendo, mucho más, los buscadores de puentes como cobija y calles como almohadas).

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¿Por qué temerle a las desgracias y a la muerte? ¿Porqué perdernos el divino instante presente que se esfuma con la prisa del suspiro, o con la coquetería del parpadeo? Por qué no acariciar imposibles que se diluyen en las preocupaciones y en el escueto punto del aro que constituye envolverse en esos círculos disolutos. ¿Por qué no sólo ser y estar en este segundo de congruencias excelsas a que nos invita la vida? No es la vida, con sus males y congojas, sus trabas y sus tinos, sus altas y sus bajas, al fin y al cabo, el gran "misterio por resolver" que tenemos por delante. ¿De la muerte? No podemos hablar porque no la hemos vivido. ¡Oh… tal vez, sí! Y esto se convierte en algo así como "vivir la muerte" cada día. Porque morir es perder los suspiros por inconformidades, en vez de saltar en caballito de carrusel por el gustillo del oxígeno gratuito que inspiramos y expiramos sin mayor esfuerzo. Morir es la no aceptación de circunstancias que nos invalidan a seguir hacia adelante; y retener el tiempo y el espacio encuadrado en un marco de lamentaciones y de recuerdos que nos someten a una vida cuestionada. ¿Qué sería del poeta sin el dolor, sin las nostalgias, sin ese degustarse en las heridas amparadas o suministradas? ¿De qué escribir entonces si comprendiéramos que el buscador ha llegado al santo grial y que, por fin, hemos entendido a Merlín? Quiero dejar constancia de que, sigo buscando en mi interior ese paraíso azul cielo, a pesar de los grises y las ráfagas de Odette, que de seguro se ha escondido en alguna parte de mí.

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Sesos a la francesa Me dominas y no te agotas de mandarme avisos eléctricos, en forma de rayos parabólicos, a todo el cuerpo... ¿Qué pretendes? ¿Qué te arranque de cuajo y que intente caminar el resto de mi vida sin ti? ¿Qué me convierta en algo así como el fantasma de la ópera volumen dos mil tres? ¿Qué sea un hombre sin juicio, y, de paso...sin prejuicios? Aferrado a las necesidades de un cuerpo que se retuerce, se entume, se desgasta, y explota de dolores y de karmas. Me dueles, y no puedo disfrutar el olor de las mañanas de otoño, ni el espectáculo triste y colorido de ver morir las hojas, cuando se desprenden de las entrañas del árbol madre. No puedo realizar ninguna acción lógica sin tu permiso... me enloqueces. ¡Me hastías! De vez en cuando me gustaría cortarte y dejarte reposar en la mesita de noche, al lado de un candelabro, y prenderte una vela púrpura, rezarte una plegaria y echarme a dormir, sin ti. O, ponerte en el refrigerador y congelar tu poder. O, en el microondas y acabar contigo. Quisiera caminar despejado sin tus arranques de presencias; reír sin tener que oír esas voces tuyas recriminando lo que tengo o no tengo que hacer. Sobretodo dejar de sentir ese dolor de tus martillazos patéticos, lentos pero seguros. Ese maldito dolor que desde que tengo memoria vengo sintiendo. ¡Pero no! tenías que ser el eje central que gobierna la inmensa bola de carne y huesos que soy, que somos; te eriges en jefe supremo de cada nervio y cada arteria de nuestra humanidad. ¿Quién te habrá dado tal poder? ¿Porqué no rigen las manos? nunca me han dolido; y si dirigen una orquesta polifónica y pueden tocar un Concierto de Bach, y pintar los amaneceres y sus destellos brillantes...y 65

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pueden dar placer, ¿porqué diablos no pueden actuar sin ti? ¡Tampoco te creas el gran moco del fin del mundo!...pues tienes el gran séquito de órganos que te obedecen y te son fieles. ¿Qué tal si te pudiera rebanar en lonjas cual jamón de pavo, bajo en calorías? Te llamarías en la cocina gourmet "sesos a la francesa"; se quedaría la gran máquina babosa, muy frágil... (Como este cuerpo inmune a las atrocidades humanas), y vagaría a la merced de la aventura que supone estar en este mundo: Sentir frío-calor, injusticias, guerras, hambres, discriminación...lucha de clases, ¡mucho...mucho dolor! Ya vería yo tu grandioso poder desparramado, frito o en el pico de cualquier ave de rapiña. (A veces no sé qué es más grande: este dolor que me produces o la impotencia de ver caer las máscaras de la gente, que no se cansan de destruir castillos de arenas).

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Hacer la paz Sé que me debilitan y me hacen mierda los conflictos. Sé que el dolor humano no me es ajeno. Sé que sabes que puedo optar por la Paz. Sabes que puedo hacer la paz cuando miro a esas pupilas cansadas de detenerse en el dolor-. Sabes que puedo hacer la paz, cuando tu hambre, -retratada en tus huesos-, que se come la piel, por no tener, más nada que tragar, me lo suplican. Sabes que puedo hacer la paz, cuando mi oxidado cerebro (fulminado por tanta basura, argumentando la guerra) se lobotomiza en tu tragedia de siglos sin resolver. Sabes que puedo hacer la paz cuando te sueño; cuando te siento; cuando te veo...allí expuesto a que el ansia del poder y la soberbia, te laceren tu cuerpo: te arranquen tus brazos, te borren del mapa. Saben que puedo hacer la paz con las manos encadenadas; y que me traicionan mis raíces, cuando me consumen los fuegos ajenos...cuando los aires de guerra levanten mutilados fantasmas de los pozos de oro negro. Sabemos que debemos hacerlo. ¡Al carajo con las diferencias raciales, sociales, religiosas! ¡Al diablo con la sed de venganza, con los macabros deseos de poderío territorial sólo para robar tesoros, o para consumir enmiendas en nombre de un Dios que nada tiene que ver con las conflagraciones! Y... ¡Ojalá no sea tarde para hacer la paz!

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Deslenguados "La lengua es fuego que contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación." (Santiago 3:6, Santa Biblia) Exordio… Lengua: órgano de naturaleza muscular que se encuentra en la cavidad bucal de los vertebrados. De distintas formas y estructuras según "la especie." Dedicado al que deja que la lengua lo aniquile bajo los designios del decir: maldecir, calumniar, desdecir, contra-decir… Dedicado al que no sólo usa la lengua para lamer, succionar, aspirar, absorber, mojar, frotar. Dedicado al que la mete y la saca; al que la guarda y la esconde. Dedicado al que la circula y duda; la apunta y arremete; al que difama, daña, y se crece, cual pinocho con nariz y lengua larga. Dedicado a los que tienen lengüetas, lenguas flojas, lenguas sucias, lenguas bífidas, hendidas, rotas, apática, tibia…y lenguas-hielo que asesinan reputaciones y esfuerzos. ¿De qué especie eres tú, maldito explorador, que dejas que la lengua se te enrede en tu veneno y te degluta la conciencia; te queme y te ahogue cual serpiente sicalíptica, cercada a tu garganta? (Llamaradas de lenguas ardientes se despedazan en los infiernos de su propia flama perversa). Dime, ¿por qué te empeñas en poner a carbonizar las palabras que viertes de tu lengua? ¿Verdad que es más difícil demoler castillos reforzados de arena, que alzar muros en concretos de envidia? ¿Por qué no te vas a volar cometas con las aves que cruzan del norte al sur a buscar calor en vez de fríos? Es que no hay cabida, no hay hueco, no hay tierra a preñar cuando los granos son estériles y las bolas sólo son…para tocárselas. 68

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Bajo las alas de la esperanza Desde aquí puedo observar los bordes espumosos, llenos de olas desafiantes. Puedo distinguir sus curvas-bahías: calientes, seductoras, deseadas, que las hacen destino de más de un vecino o lejano visitante. Desde aquí percibo su embriagante olor a tabaco, caña y ron, que perturba mis sentidos. Desde arriba puedo sentir el hambre de los de abajo, que me despiertan bruscamente frente a un delicioso almuerzo. Puedo divisar tantas tierras sin gentes: tierras fértiles y sin cultivos, olvidadas, solas, arruinadas... Y a su vez, a tanta gente sin tierra: amontonadas, arrabalizadas, expulsadas de su hábitat... Y los mismos ricos, más ricos, y los mismos pobres, más pobres. A mi alrededor gentes con miradas perdidas, deseando que algún día en nuestras tierras tercermundistas pueda sembrarse el futuro y enterrarse el latifundio y la corrupción. Gentes que tienen que emigrar para lograr sus metas. Desde éste confortable asiento con alas puedo disfrutar de la impresionante vista que ofrecen las grandes cadenas hoteleras, bañadas por las aguas burbujeantes y el sol apasionado de mi querida media isla. (Para ser exactos tres cuartas partes de isla). Isla, como escribiera Don Pedro Mir (Poeta Nacional) un día: "colocada en el mismo trayecto del sol", y a la que hoy decimos, -en el mismo trayecto de los huracanes-, que la golpean, que la azotan, que la destruyen... (Para que todo tenga que comenzar de nuevo). 69

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Desde aquí puedo sentir a mi gente: cálida, alegre, confiada, esperanzada... Siempre brindando una sonrisa, no importan las circunstancias materiales: su espíritu siempre receptivo y cordial. Desde arriba puedo entender a los de abajo: sus luchas, su día a día, sus obstáculos vencidos, sus miserias redimidas, sus ansias de llegar a puerto seguro. Desde aquí puedo escasamente entender. - ¿Por qué la corrupción existe?-, ¿por qué servimos en bandeja de plata, ésta, nuestra tierra, que con tanta sangre y dolor, fundaron los padres de la patria y los soñadores de una utópica democracia? Desde éste privilegiado lugar, en las alturas, puedo ver las caderas mecerse, de un lado hacia el otro... - un - dos - tres - cuatro, y repetir el movimiento una y otra vez, las bellas y exuberantes mujeres en las playas repletas de ojos libidinosos, con el único fin de encontrar al extranjero que las saque de la miseria en que se encuentran inmersas, -producto de una cultura que las opaca-. Desde aquí escucho nuestros decididos tambores, originales güiras, y el sin igual acordeón, tocando un rico merengue, -ritmo que nos identifica-, bañados por un delicioso aroma del salcocho: lleno de plátanos, yuca, ñame y yautía, que pariera ésta tierra mía, desde hace tiempos inmemoriales. Desde aquí veo gentes idealistas, como yo, pelándose las pestañas y desgañitándose las cuerdas vocales, repitiendo a viva voz, "BASTA", dejen a ésta tierra mía -tierra nuestra-, un poquito de su riqueza innata, que a todos nos toca.

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Somos polvo y sombra... Somos polvo y sombra, somos nada... Somos grandes cadenas comerciales viendo como los ejecutivos en sus naves, levantan polvo y suben el vidrio, prenden el aire, y las calles, destrozadas, esperando el dinero que se fue de viaje. Somos polvo y sombra, caminos deshechos y grandes emporios anclados en las puertas del palacio. Somos soñadores de una tierra justa que bañada por los ríos pare sus frutos prohibidos para bolsillos rotos. Somos puente para la riqueza ilícita, paraíso para los desterrados. Somos mar, arena y polvo... Somos eso: afán y poder trabajadores honestos o corruptos profesos luchadores en pirámides de poder que se derrumban no sabiendo que sólo somos polvo y tierra. Somos viajes y placeres para los poderosos, que, con sus falaces discursos, emboban y duermen a un pueblo que gime y que enferma, hundido entre polvos y sombras. Cuatro años: es el tiempo de cada incúmbente en extraer lo que más pueda del erario público y dejar al próximo la alcancía rota y el país endeudado hasta los dientes.

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Y para los que no conocen mi bella isla, no os asustéis: es la tierra maravillosa, que Moisés prometiera a los israelitas esclavizados en el éxodo bíblico. ¡Aquí está Dios! pero hay que defender con uñas, si es preciso, toda esta "PAZ" adobada de robos, abusos de poder y escándalos en el tren gubernamental. Tenemos los más bellos manglares. Tenemos las playas más hermosas y los complejos hoteleros más atractivos de toda el área. Tenemos el Santuario de la Ballena Jorobada, en Samaná, que cada año nos visita a dejar sus Crías y a darnos todo un espectáculo visual. (Tenemos dunas, mar, montaña y, hasta frío en las zonas más altas). Tenemos de todo y ese es el problema. Queremos menos de los que estafan y empobrecen al país, con sus acciones. Queremos, algún día, un gobierno que se duela de los oprimidos, y de los que trabajan honestamente. Queremos que haya justicia y equidad. No darles cárcel a un robagallinas porque tuvo hambre, y un presidio de rey a un narcotraficante, o un presidio especial a un estafador del estado y del pueblo. Queremos, en fin, que no se solape a los corruptos y que los funcionarios no se corrompan frente al poder. Eso es lo que queremos.

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Como perro en celo Ausculto el pozo donde me dejo caer, cuando la toxicidad me abruma. Es infinitamente oscuro, vacío, es solitario. Sus paredes, cual nubes grises (mezcla de un azul lluvia con un rojo trueno) tratan de envolverme, ser parte de mí. Araño su superficie, desde la orilla: La mierda se me resbala de las manos... La náusea me hace vomitar las palabras; Me asquea la facilidad de poder mezclarme y ser parte de ella. Temo a la profundidad de esa inmersión. Me agobia; pero me atrae, como ese deseo preñado de adrenalina que nos hace tirarnos sin paracaídas hacia un universo paradisíaco. Temo a ese apareamiento fugaz y cargado de testosteronas que nublan los sentimientos. Esa entrega completa pero efímera. Rica pero pobre. Dulce pero amarga. Rota pero llena de cosidos que se hilan una y otra vez y que se rompen de tanto tratar de tejerlos. ¡Sorpresa! (Es que cualquier cosa debe ser un paraíso comparado con la inversión natural que se ha sucedido en la tierra: ¡hola! mis perros son más humanos que mi prójimo). Temo al miedo porque es agri-dulce; porque es una mezcla de purgante y de malvaviscos (marshmallows) asados bajo el fuego de la chimenea. Siempre dije que, cuando dejara de creer en el ser humano, preferiría estar inmersa, enterrada, lapidada en el fondo de la tierra. O, mucho mejor, rociada por el aire, para que mis partículas sean imágenes perfectas de mi vida. Como siempre dije: "ciudadana del mundo". Tan bipolares (esos Ãtomos) como mi esencia, como mi ser, parida entre mares (una porción, tres cuartos, para ser exactos, de una isla que fue cuna de descubridores); y, por otra parte, con alma de continente: "cosmopolita", que raspa su piel y la deja caer en las galerías de la capital del mundo. Ese pozo me permite navegar suspendida entre las irrealidades del "no estar".

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¡Cuánto comprendo a Don Quijote, cabalgando por sus mundos "suyos", cuando me sumerjo en los "míos"! ¡Cuánto comprendo de la incomprensión hablada por el escritor gallego Xabier González! ¡Cuánto me duele la oreja que se arrancó Van Gogh al bajar a esos precipicios de la inconciencia! Cuando las luces se apagan y la sangre derramada duele menos que la realidad. Descender a submundos paralelos, mentales, ficticios, es solo, una limpieza que necesita nuestra alma sensible, que no se acostumbra a vivir entre animales que hablan. (Sobretodo cuando me siento acariciada por la lealtad y el afecto de mi perra en celo, que no puede decir nada, sólo acurrucarse bajo mis pies, buscando calor).

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De ficciones y realidades

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La maleta: mi equipaje interior (Primera parte) Decidida... después de una conversación gastada, como los hilos de la ropa vieja, de tanto usarse, preparo mi equipaje, y, primero instalo la insoportable y asfixiante incertidumbre, enjuagada de llanto, que humedecen el interior de tela de la maleta. Luego entro los recuerdos, que, lentamente, como cortos de película- se van sucediendo en mi mente. (Todo un ciclo de siete, como los siete días bíblicos: un siete de febrero nos conocimos; un día siete nos fuimos a vivir juntos; número siete fue la primera casa; siete años de altas y de bajas; siete "perdón"...y, siete..."te quiero"). Le sigue, encorvadita y pulcra: la impotencia, de no poder decir, "abracadabra", y rehacer la magia marchita y a punto de estallar. En una esquinita, pongo la duda, esa duda que ha flirteado todos estos últimos años con la relación: con las medias verdades que se convirtieron en mentiras cuando la cama aullaba ausencias. Finalmente deposito dos conjuntos: uno de casimir gris, y otro en algodón negro. Dos blusas: una ocre y otra azul-cielo. Un par de botas negras con su bolso; unas ropas íntimas y una pañoleta verde olivo...y un par de libros, en especial un ensayo de Marina: "El Laberinto Sentimental". -¿Ya estás lista? -pregunta Jean-. -Sí -contesto, hermética-Vamos saliendo, recuerda que debes estar dos horas antes en el aeropuerto -agrega, como si se tratara de salir rápido del trance-.

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En el camino apenas cruzamos palabras. Es más, el eco del silencio nos liquida: nos hace pedazos. Toda la vía, que construimos en siete años, con sus trescientos sesenta y cinco días, se había interrumpido, se había desarticulado... se había roto. Al llegar a la terminal, nos despedimos, apenas, con un beso (que rozó la esquinita izquierda de mis labios) y, nos dimos la espalda: yo, me fui al norte; y, él, al sur. Yo presentía el fin, aunque nunca me lo creí. Lo primero que perdería ese día era la maleta...al llegar al aeropuerto Kennedy, de la ciudad de New York, la maleta no apareció, (alguien, por error de similitud o villanía, la tomó). Ese fue el primer aviso. Llego a la ciudad: al exilio de mis sentimientos disolutos, a una soledad repleta de personas divagando calladas... (Llego al final de una historia, sin repasos de cara, sin culpas, sin nada). Me sentía inmensa, -como globo a punto de explotar-, y era por el equipaje interior, lleno de dolores, que me urgía vomitar. Por primera vez, en New York, no se escuchaban los ruidos, sólo su voz: fría y distante, que se perdía como las demás cosas. Quise exorcizarme y liberar de mi piel aquel karma que me hacía vulnerable de su discurso y de sus cambios (de humor). Un fin anunciado por el vaticinio del engaño... un fin lleno de silencios... un fin vacío de palabras. Transcurrida una semana, (siete días), suena el teléfono y llega la noticia: - Hola -contesto. -Te llamo para decirte, que nos demos un "tiempo" ¡te juro que no hay nadie! me dijo, vehemente, pero con el tono falaz, que siempre lo caracterizó. Y agregó en su idioma natal: -Je t'aime bien, mais... Una explosión de lágrimas áridas, -secas de tanto llorar farsas- , rodaron por mi cara, como catarsis liberadora. Y me sentí flotar...había perdido esa 78

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otra maleta interior que, poco a poco, me aniquilaba...esa falta de amor que arruinaba mis noches: carentes de clímax, y quebraba mis días. Se perdió mi maleta...y se llevo mi historia. Mis horas felices, mis penurias, mis libros, mi ropa, mis dudas...se desvistieron las excusas, las caretas rodaron y arrancaron sangres. Sangre que limpiaron heridas de amores letales y amores mudados: amores partidos, mi corazón se despedazaba, finalmente. Extravié mi maleta, sí, pero; recuperé la verdad. Perdí la confianza en el amor. Me reencontré con mi independencia. Perdí una dependencia emocional que me llevó, casi al borde de la locura, por tantos artificios razonados. Encontré mi libertad real, junto a un dolor que me permite sacar mis duendes a la luz de las noches de luna. Esa libertad que se transformaría en... Libertad Creadora. (Segunda parte) Ya saben, me pidió "tiempo"... (Hasta la luna de la noche de hoy)… ¡Por suerte! Y tiempo, era lo que yo necesitaba, para respirar de la auto-in-validación como mujer, en la cual me había sumido: pensaba por él, reía por él, vivía por él, y lo peor era que, ya ni "sentía" con él. Era una relación insana, desde sus inicios: él tratando de exorcizar el espectro de una madre, que lo dejara de niño, (subconscientemente, repudiando a la mujer, y, rechazando toda muestra de ternura); y yo, haciendo de la Madre Teresa, tratando de enseñarle la verdadera trascendencia del amor. ¡No! No fue suficiente. El no quería eso, aunque sus fantasmas, así lo gritaran (desgañitándose): -Quería una madre simbólica: una mujer títere, una mujer fría, una mujer dos "y", (en el sentido errado de la hombría); al fin y al cabo, eran los patrones que, mal que bien, le había legado su padre: a valerse por sí 79

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mismo sin esperar la gratificación de la caricia...del amor. A luchar a brazo partido por un bocado de alimento, desde sus primeros añitos de vida. A recoger la madera en los crudos inviernos de su natal Lyon, porque no había una madre amorosa ni un padre vigilante de las tareas: ni domésticas, ni de la escuela, ni ningún derecho que la UNICEF tanto anuncia como "Derechos de la niñez". (Ese bien elaborado discurso causa de sus "traumas sin resolver", me dejaban sin argumentos para mi defensa… (me tumbaban al suelo, me ganaban, y, sólo atinaba a amarle, y, perdonarle, una y otra vez, sus vejaciones). Es que tenía que ser comprensiva y cubrirle con todo la ternura que era capaz de dar… Pero no se dejaba. Si le preguntaba si quería una tacita de café o de zumo, afirmaba que no estaba de acuerdo en que lo estuvieran atosigando como si fuera un niño; “que, ¡por favor! sabía cuándo y cómo tomar lo que iba o no a querer”. Se me revuelve el estómago al pensar en esos desplantes que supe soportar estoicamente; amén de las veces que me reclamó las libras de más, que había tomado, su pensar que eran productos de tragonas repetidas donde hacía alardes de su "gratan de finua" o de su "kich lorent" (¡Ay del que no comiera o alabara profusamente el plato!... En la lista de controles hacia mi persona se encontraban: “No te cortes el pelo”, “no tardes tanto en las grabaciones del programa de tv” (que por ese entonces co-conducía); “voy contigo a la tienda para elegirte la ropa” (tengo que decir que tiendo a lo clásico: a los conjuntos ejecutivos y no soy muy sport ni me gusta "enseñar mucho"). ¿Es que nunca comprendí su afán de volverme una chica "bomba" si yo, con mi gafas y mi pelo suelto no era más que una soñadora con cara de "niña-culta". Me conoció con una camisa a rayas, que me llegaba al cuello, -con botones que dejaban ver, eso sí, mi bien dotado frente; unos jeans, botas altas y el pelo, el que además de mi "frente de batalla" fueron culpables de la "dicha" o desgracia de haberse enamorado de mí. Esos días, luego de la ruptura telefónica, fueron críticos: cancelé exposiciones, encuentros; traté de detener mi vida, para respirar mi dolor, sin intoxicar a nadie. Arranqué el cable del teléfono y el celular lo puse en off. Sólo me paraba de la cama para ir al trabajo como sombra ambulante, y cuando regresaba, como imán absorbente, me tumbaba en ella. 80

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Los primeros días, mis pies, pesados de tener que llevar toda mi humanidad despeñada, me guiaban por las atestadas calles, donde cientos de transeúntes nos pisábamos los tobillos, sin importarnos un carajo lo que se sentía o se dejaba de sentir. (Los ojos desorbitados de la gente trasparentaban el deseo ególatra de alcanzar un sueño… su sueño). Sentía una peculiar sensación de vacío interior, que se contraponía, a la carga emocional. En el trabajo, frente a mis pinturas, conjugaba los ocres y los naranjas con mis lágrimas, que caían a borbotones; es más, mis cuadros lloraron conmigo. Fue una semana dura, donde trataba de parear, (en mi mente), las diversas mentiras que me dijo, con las verdaderas causas, que lo impulsaban a decirlas. Y encontraba tantas contradicciones que lo culpaba, que me hacían encubridora, porque trataba de tapar con sedas, las manchas de un amor roto. Mis amigos sabían, (porque la voz es como río caudaloso que fluye sin controles), y, hasta los chinos que no hablaban "nada" de inglés, pero mucho menos de español, sabían las razones, por la que me sentía tan abatida. Yo lo leía, en sus miradas cómplices. Es más, exploraba, en las profundidades de sus ojos, rasgados y pequeñitos, una ternura infinita hacia mí. No fui la excepción a la regla de las separadas y divorciadas: perdí peso, quise cambiar mi imagen, mi color de pelo, y, hasta mi perfume; no quería nada que me lo recordara: me compré ropas nuevas (eclécticas y bohemias); y comencé a salir para (supuestamente) olvidar lo sucedido. A ese período negro y de mares de lágrimas le sucedieron muchas salidas; y, la llegada de inesperadas fuentes de inspiración a mi vida: que me llevaron a esos estados de gracia*,que apenas conseguía en mi antigua relación; por las constante dudas, el desamor, los controles, y, la muerte lenta de la personalidad creativa, que dio paso a una sico-dependiente adicta a los malos tratos. Esos amigos (artistas plásticos) me recordaron día y noche mi valor, mis dones, mi suerte, que había olvidado; y me regalaron cuántos detalles: flores con notas poéticas, regalos inesperados... algunos con la firme inten81

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ción de creer que mi baúl podría ser abierto, o que podrían conquistar tierras abandonadas o sin dueño, ¡tamaña sorpresase llevaron cuando fui despejando ilusiones y volviéndome cada vez más fiera y menos manipulable!. Consiguieron, eso sí, que comenzara a renacer, ese espíritu de conquista, que creía muerto en mí. Comencé a frecuentar los grandes museos neoyorquinos: las galerías del Soho, del Village, del barrio; y a participar, incluso, en proyectos colectivos, en donde grupos de artistas, (no sólo latinos) sino de todas las latitudes uníamos nuestro arte y convergíamos en un sólo latir. Fueron tardes y noches de orgasmos culturales-extasiantes, llenas de adrenalina: donde debatíamos sobre Pollock o sobre Monet; sobre Vang Gohg o sobre Matisse; sobre Picasso o sobre Goya; y sobre toda la corriente del pensamiento que ellos apoyaban. Y, especulábamos sobre el rumbo que tomaría la plástica y el arte, en sentido general. Entre copas de vino: pastelillos, jamones, quesos y hermosos e inolvidables paisajes, nos bebíamos la última gota de nuestras disquisiciones. Así, poco a poco, comenzó un amor...que no sustituyó para nada al anterior, por lo diametralmente distinto, pero lo lapidó con cemento y arena. Este amor, de un hombre, que no escatimó tiempo: un tiempo compartido, robado, para hacerme renacer. Recuerdo un verso significativo, que me escribiera, en una de las poesías que me hacía con frecuencia, y que resume mi resurrección al arte y al verdadero amor; ese que es incondicional: que no emite reglas, que omite errores, que permite ser singular, que ayuda al crecimiento, a caminar y hasta a volar, que no coacciona, que no posee, que sólo "es" cuando se puede reflejar el alma a través de los ojos del amado, y ese verso dice: "Cambié mi vida, por darte vida"... Perdí mi maleta y mis ansiedades; perdí mis inseguridades personales; gané la proyección de mi misma. Hoy no siento peso...sólo me dejo llevar por un vuelo interno que me hace una mujer completa que no necesita de un macho masculino manipulador y poco hombre. Hoy no temo ser sensible...

¡Hoy soy libre! 82

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(Tercera parte) Vengo ligera de equipaje… Sí, luego de haber perdido aquella maleta, que se vistió de lejanías… y me auto-arrojara a un pantano con boleto, sólo de ida; he decidido, continuar mi viaje, con las millas en cero: sin horas, sin futuros, con unas cuantas utopías; un centenar de aliados (que respiren mi mismo aire: de espectros fugaces, de rebeldías con causas; de sed de garabatear a los cuatro elementos; con una espátula de colores, donde la fogosidad de los rojos, absorban la pompa de los grises; y donde el verde mar nunca recoja sus "aguas" y se vaya a otra galaxia… Llevo también, un paisaje ilimitado: donde la vegetación me sirva de marco; la tierra y el cielo, de tapa y fondo; y las alas de la libertad estén izadas a mi lomo. Se han extraviado, con aquella mochila, amores viejos: que se esparcieron por los aires de ese vuelo de apócrifas mermas. Recuerdo que… llevaba la angustia como mi íntima enemiga: las preguntas sin respuestas, sobre una relación que se descosía por un viejo roto, sólo por alimentar el status de "mujer con un hombre a cuestas". Cargaba tantas libras, que el agotamiento cercenó el deseo de esculpir mis ideas en los lienzos. Fueron tantos los fantasmas que acunaron fracasos, que trastornaron mi rostro hasta volverlo etéreo. Sí, cuántas veces caminé estéril por las calles vacías, llenas de autómatas, con máscara anti-risa, para que no adivinen en las comisuras de mis labios, mi maquillaje de payasa mal deseada. Hoy, vengo liviana: volátil, con dolores amputados, con una escandalosa risa, cosechada por el "rescate novecientos once"; por la lucha cansada de gritar paridad de géneros: de coserme los sesos; de despegarme las pestañas legañosas para seguir, labrando-me; y, finalmente, ser tratada con la dignidad, que toda mujer necesita. Eso sí… ¡Tuve que perderme en el camino, para ganar tantas cosas! 83

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(El vaho a ron y a sustancias prohibidas que carcomen el cuerpo y oxidan el pensamiento…hoy me asquea; más no me arrepiento, aún así, del camino que tuve que caminar a pie, las callosidades que tuve que desgajarme, para llegar a la verdad de mí misma. Tuve que empeñar mi oficio de bohemia ilusionada que pinta cuentos y cuenta historias de irrealidades, debajo de las palmas. Tuve que bajar al infierno para reconocer el cielo. Tuve que hacerme de nuevo….de sonrisas y versos. De amaneceres tardíos enredada en la cama de cualquiera por conocer. Es un hecho: Estoy viajando vacía, sin cadenas de esas que alguna vez me dejé colocar como prueba de un amor tóxico; que me encerró con fantasmas propios y ajenos. Me hice en el dolor y me volvería a hacer, si supiera que alcanzaría la misma meta: exorcizar el falso amor; y renacer a la validación real, la propia; la que no depende de nadie. Me amo, y amo todo lo que soy, todo lo que fui y todo lo que seré. Amo mis fortalezas y mis debilidades. Mis fobias y mis manías. Mis defectos y mis virtudes. Nadie volverá a acampar en mi conciencia ni a clonarse en mi ser. (Me estoy deshaciendo en el aire por la levedad de mí ser)

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Dueto clásico ...entre el recuerdo y la nostalgia Bajo el majestuoso sonido orquestal de "Clair de lune", de Debussy, me someto a la necesidad terminante e irrespirable de vaciar mis torpes inquilinas en letras. Esta mañana desperté con la invasión súbita y persistente de sus aletazos, -no llegaron solas-, vienen acompañadas con el recuerdo y la nostalgia. El aire fresco mañanero, que canta al compás de las revoltosas ciguas palmeras, -aves nacionales-, son testigos de mi inquietud desbordante. De pronto…la cafetera salta y grita anunciando ruidosamente que mi café está listo para ser tomado. Su olor embriagante inunda la terraza. Voy al jardín; tomo la manguera y me detengo en las rosas: hinchadas de rojo, disfrutan el baño de lluvia que les regalo, como todos los días; ellas me invitan a tejer mis pensamientos y a mojarlos con sus gotas de olor. Y pienso en él, cuando hacía lo mismo y yo me aferraba a mis trapos, a mis desdibujados bocetos, a mis interminables cuestionamientos sobre el ser, a mi lectura de la semana. No le interesaba en lo más mínimo los porqués de la conducta humana, plagada de acciones y reacciones, que ameritan estudios profundos, más allá de los hechos por Carl Jung o Freud, con sus arquetipos y sus teorías de la libido, respectivamente. Y me pregunto: ¿Por qué tenía que amarte si fuimos tan diferentes?... ¿Por qué tenías que ser tan cotidiano, tan simple...tan extremadamente predecible?...¿Por qué tus gustos y tus pasatiempos no pasaban más que de: llevar el carro al mecánico, mojar el patio, cocinar los domingos, un buen plato de la cocina francesa o sentarte a fumar cientos de cigarros para matar la pereza de no tener que pensar; preocuparte por que se acabó el gas, o por sacarle numeritos a todo; o que la gasolina subió o cantaletear, -en una mezcla de español gutural-afrancesado-, que me gustaba gastar demasiado, en pinturas de 85

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colores ultramodernos. ¿Por qué siempre me dejabas hablando sola, como loca, cuando de filosofar y arribar a soluciones humanas, se trataba?... ¿Por qué a pesar de todo, me amaste y te amé? Todo, desde el principio fue, como una crónica de un amor sin futuro. El Claro de Luna se terminó y sigue un romance de la música rusa, que, -perdonándome los hermanos rusos-, en especial, mis queridos amigos y mejores pintores: Valentina y Boris, no escribí el nombre, por que se me enredaron la lengua y los dedos, es más, hasta el pensamiento, al tratar de hacerlo. Lo disfruté, sorbiendo un vaso de jugo de naranja frío, degustándolo poco a poco, tratando de atrapar los restos de gajos y explotarlos en mi boca. ¡Delicioso! Tanto el tema, como las naranjas, que paren mis campos. Hay un olor a tierra húmeda que, incita a recorrer la estancia. El soneto ruso le da paso a Mozart, y su "Moonligth". Soberbio e incomparable. Las mariposas salen de su letargo y entran al baile del amanecer. Observo unas indiscretas, las cuales, furiosas, atacan por no ser invitadas: las avispas. Me siento con el recuerdo, ¿se acuerdan?,... mi invitada, y me habla de cuando él y yo, teniendo como testigo y techo el infinito, y como cómplice a la luna nueva, jugábamos en el azul-agua de aquella piscina, de lo que fue, nuestro primer hogar. Recuerdo su embeleso. Sus ojos de cordero degollado, ante la conjugación del verde-negro de la naturaleza soplada por el viento y casi rozándonos los cuerpos desnudos, y sus deseos por mi piel matizada por el sol. Sus manías por agradarme y recolectar estrellas para formar una corona en mi cabeza. Ahora...sé que sólo fue deseo. Te busco y no te veo sentado en nuestro jardín, donde compartíamos una tacita de café y un cigarrillo, recuerdo que al principio me molestaba, luego el amor por ti, y la exposición diaria, al olor asfixiante, violó mis bronquios y se instaló en mis pulmones hasta desearlo con rabia y con dependencia,... como a ti. Ahora...escucho a Charles Aznavour y "La Boheme", y te siento, y te entiendo, y sé que eres un bohemio de corbata, un buscador de amores nuevos: de locas aventuras, de labios desconocidos, de huecos inexplorables. Soñador de irrealidades, constructor de utópicas maneras de amar. Reingeniero de 86

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relaciones. Mago que aparece y desaparece dejando huellas indelebles. Explorador de ilusiones vanales, -recuerdo cuando te negabas a ver aparecer el paso del tiempo en mi forma de vestir y en mis maneras-. Quisiste que me pusiera las modas de vanguardia, que te gustaran y que mi pelo siguiera largo, rozándome las nalgas, como de joven. Quisiste que mi apariencia se congelara y que la belle "dominicaine" permaneciera con sus sensuales y suaves rizos sobre su piel siempre bronceada, que te recordaban a la mujer del sur de francia. Ayer, te enamoraste de una visión estática que se negaba a la inmovilidad; que le gustaba crecer y que volaba de un punto al otro; que visceral mente se oponía a ser tratada como objeto; que se internaba en su mundo sensiblemente humano y desprovisto de bellezas físicas-comunes y estúpidas, a los cánones de misses y de Donald Trump. Ayer... me hiciste sentir como reina, sí..., pero, ¿a qué precio?...Me enseñaste tantas cosas, y me mostraste un mundo nuevo: donde el vino corría a borbotones y el champagne se servía en noches de roja pasión y lujuria. Me enseñaste a ser diferente de mis hermanos de patria. Me trans-culturizaste a los miles de años luz que tenía tu primer mundo instalado, versus, los quinientos añitos en que se han batallado más de mil-ochocientas guerras sólo para quedar un hegemónico imperialismo gobernando. Me educaste a bien usar el dinero. Me mostraste las vías del negocio lucrativo, que nunca acepté por mi visión humanitaria-, que considera más importantes las necesidades comunes, que el lucro propio. Hoy recuerdo tu transformación de un ser frío y calculador al más sensible y tierno humano que jamás haya conocido; y he ahí que te adoraba y te amaba y me sembraba en tu reino. Y me quedaba con ese Jean, y me olvidaba del déspota, pragmático, y vacío que me arrancaba, con su frialdad, lágrimas impotentes ante cualquier exabrupto formal. Veo, cómo enciendes un cigarrillo, y yo otro. Últimamente, no me hablabas... sólo me obsequiabas cosas. Me halagabas con los tomos de colección de arte que sabías me iban a internar en un estudio, a pintar mis frustraciones del lecho desierto. Te alejabas poco a poco. Ya no me deseabas...recuerdo que hicimos el amor después de dos meses: preparas87

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te una cena gourmet aderezada con salmón fresco y con queso roquefort, de entrada...y unos mariscos, como plato fuerte, y dos botellas de Cavernet Savignon. Estábamos completamente borrachos, y con todo, y esos sabores fuertes...la pasión se fugó de nuestra cama...el sabor se incrustó en nuestros palatares y el alcohol embotó nuestros sentidos, más no recuperó el tiempo que se fue. Y ahora pienso que me dolió, porque se había roto la magia de la belleza en mí, para él y para mí la magia del espíritu del amor. Y vuelvo a verlo en el jardín, en pantaloncitos cortos, arreglando cualquier infinidad de cosas por hacer. Lo veo jugando con el perro. Veo su cara dura, el paso del invierno -de su tierra- y los años, marcados en su piel, ahora dorada por nuestro caribe sol. Más allá de la máscara, veo, muy al fondo verdinegro de sus ojos, llenos de ternura escondida, una alma sufrida y desesperada, que no se conoce. Ni siquiera intenta descubrirse, sólo vive el día a día, tratando de restar minutos a la vida. La nostalgia, -mi otra invitada-, me toca y me hiere, con sus alegadas formas de amar. ¿Porqué tratas de culparme por su partida?, recuerdo. Le exijo a la nostalgia que me perdone y que se marche, que me deje disfrutar de Bethoven y el concierto de las aves. Al recuerdo le dejo pasearse por mis dominios internos, con la condición de no posarse en ningún rincón. ¡Sigue de largo!, pues, porque, si él quiso marcharse por otro rumbo: deshojar otra flor, mojar otra tierra, saborear otro aroma y respirar otra piel; yo mientras tanto me desharé del tormento de tenerlo cerca y lejos, hasta que, mi corazón, cansado de esperarlo, se arrastre a otros brazos. Justo ahora que escucho...: "Ne me quitte pas", y entiendo por qué me dejaste, y es que nunca estuviste presente...sólo fue tu cuerpo, tu vida se quedó en Lyon, París. Ahora me quedé con mi cuerpo porque tú te llevaste la esencia. Sólo queda el cigarrillo: la rabia, el vino, las canciones, tu recuerdo y la nostalgia.

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Lucha de titanes ...donde sólo hay un mismo perdedor. La inquietud llega lentamente agarrada de la angustia... luego el temblor sin el parkinson... y asfixiado por la urgencia de ingerir cualquier cosa: licor, polvo, píldoras... recurre a la magia del polvo de ángel que lo invita a darse pases al infierno. Y lo exhala hasta quedar exhausto y con cara de payaso. Y éste lo recorre por los poros y la sangre hasta los centros neurológicos. Se siente caer en paracaídas por los aires...observando las nubes de colores... luego se interna en un pozo oscuro... sin control...en un imperio de los sentidos embotados: lleno de vainas prohibidas, donde la palabra no, no existe. Un sudor frío visita todo su cuerpo: resistiéndose al efecto, en una lucha de titanes. Atención-atención... se anuncia la pelea: Sustancia alucinógena versus El hombre. En el primer round cae el hombre desangrando y abatido, a los pies de la sustancia que lo sumerge en un mar de confusión. Cree, en su viaje haber llegado al cielo, -¡que lejos estaba de saber que era un infierno!-. Para él todo era como un cuatro de julio en los Estados Unidos: Fuegos artificiales y fiesta en la calle. Ruidos enloquecedores y música en todas partes. Ahora se le han nublado las ideas. El pecho revienta. Los deseos por la carne aprisionan. Y poco a poco comienza la piel a recordar dolores, a renacer olvidos, a nadar hacia la superficie de la realidad: La primera sensación se escapa, anestesiado, hinchado, afligido, Dolorido, grita: Placer...no te vayas Y piensa: que vacío infinito queda Se ha mareado y de pronto comienza la navaja de lo prohibido a lacerar su cuerpo. Desgarra sus sentidos: no puede visualizar nada ni nadie, sólo la 89

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tristeza que lo abate, los sabores amargos que lo hacen sentir culpable. El mundo: una gran masa insensible de gentes perfectas que no toleran al débil para no tener que verse reflejados. En busca de la sensación de orgasmos físicos, ya no importa nada: el robo está permitido. La venta del cuerpo a cambio de un pase, también. Los golpes bajos a familiares y amigos son parte de su historia. Todo es nada. -Si nadie le cree, si nadie lo toma en cuenta- es menos que una cucaracha arrastrada y pegajosa tratando de sobrevivir con los deshechos del mundo. Si el vicio le ha hecho ser protagonista en el futuro de la Metamorfosis de Kafka. Ya no importan los estudios, ni las teorías aprehendidas. De él nadie quiere ni la hora. Como amigos tiene a la botella, al polvo y al humo de los cigarros preparados que lo atrapan. Además de... los harapos de él mismo... a su imagen reflejada en el espejo de su habitación: desteñida, desafeitada, corroída, enjaulada... con quien habla. Y danza con el infinito de su mirada. Y llora con la recitación de sus composiciones victimistas. -Cómo iba yo a saber que era un dependiente químico cuando un amigo me dio a probar aquella primera vez-. Su piel trémula y gastada de placeres sin sentido se va apagando. El efecto pasa y quedan las culpas. Ya no hay máscaras de payasos simulando felicidad cuando en el fondo hay una inquebrantable tristeza. No hay luces, ni alas en ningún cielo...sólo hay un infierno interno...sólo... la decrepitud, la nostalgia por aquel ejecutivo de corbata combinada frente a un estrado pretendiendo abogar por causas perdidas y que no supo defender la suya. La nostalgia por rendirse ante la imponente carga de la socialité. Nostalgia por saber cuando comenzó a caer rehén del vicio a aquel polvo blanco que tomó su vida, su familia, sus conocimientos... Y se pregunta cada día: ¿lo volveré a hacer? Por hoy está limpio: no ha tomado ni bebido, pero sigue, como al principio, preso de la angustia y con un deseo por probar lo prohibido y coquetearle al bienestar efímero que corrompe sus neuronas y esclaviza su flujo sanguíneo. Sólo le queda su realidad y su deseo. Y el impulso loco de saciar su sed de químicos malditos que estrangularon su vida.

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Homenaje a mi padre Mientras todo muere, tu mirada queda. Mientras miles de hojas caen despedidas de sus tallos, algo se va alejando de ti, papá. Mientras los cauces umbrosos de mis sentidos, (que afligidos, no se cansan de pensarte…de viajar con tu mirada a cuesta, como con cientos de cadenas oxidadas, de la sangre que desaloja tu neuronas. Mientras todo queda, tu vida se apaga. Mientras sigues con esos ojos evasivos, (como perdidos en tus nubes imaginarias), que no saben de preguntas sin respuestas; que sólo intuyen que la vida se te va deshilachando como por arte de magia… o que el hilo de la cometa se te ha perdido en el tiempo. Mientras luchas, por un segundo de sarcasmos a la realidad que te ha tocado presenciar, en primera fila, con pases de cortesía, (con ese buen humor que siempre te caracterizó), se te va proscribiendo la vida, papá. Mientras mueren las células del deseo, -esas que nos hacen precipitarnos a la locura- queda la sonrisa pulcra de la retribución tardía…queda, el monitoreo absoluto de cada burbuja de aire robado a la muerte, (tirana vieja inoportuna de negra estampa)…quedan esas burbujas de aire, como cápsula encriptada de vida etérea y a punto de reventar. ¿Por qué nadie me dijo que el tiempo tiene alas, cuando de amores se trata? ¿Sabes que te amo, papá, y que muero del susto de perderte? Mientras mueren las papilas del gusto, (esas que nos incitan a comernos el mundo, hasta el día que este nos devorará cual gusano goloso), queda el dolor de ver los espasmos de una muerte convulsa. 91

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Mientras muere la lucha para que ingieras un pedazo de pan y vino, te quedas como antonino iluso y patidifuso. ¡Pobres piernas de mi padre, se mueven despacito como si le pesaran las grandes caminatas de antaño! Mientras muere el último suspiro de dignidad, -ese que nos hace valernos por nosotros mismos-, y mientras te desgastas, padre, siempre quedará nuestro amor. Pobres de tus carnes traslucidas y trastocadas. Tengo tapa y pomo, padre, para encerrar la eternidad de tu contemplación reposada. Esa mirada lejana que nos hace iguales y distintos, que me hace carne de tu carne; y te hace sangre de mi sangre: (Esa mirada que nos hace soñadores sin sueldo y a tiempo completo).

Mientras todo se duerme, tu mirada queda. (Después de un accidente vascular que lo dejó en condiciones especiales).

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epílogo Xabier González

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"Al patriotismo de los más sensibles" Te sorprenderá, posiblemente, que al terminar la última página de tu libro "Amores rotos" mi mente, viajera inquieta siempre, haya retrocedido hasta la época en la que Las Américas iniciaban ese proceso de conquistar su destino que, lamentablemente, aún hoy sigue siendo una tarea incompleta. Hay en tu libro, Elizabeth, una idea tan legítima como revolucionaria de la vida y una defensa ultranza de la "femineidad latina" que me ha hecho recordar a otra mujer de hondo calado en la historia de esas Américas que antes citaba y, esencialmente, de todo lo diferencial que tiene la "cultura latina". Me refiero a la que Simón Bolívar reconoció en 1.928 como "Libertadora del Libertador", a la portadora de la banda que la acreditaba "Caballero del Sol" y en la que rezaba el lema con el que encabezo este epílogo; a la mujer que no sólo concibe idealmente la independencia latinoamericana, sino que toma parte activa en la guerra: monta a caballo, maneja las armas, es capaz de sofocar un motín... hablo de Manuela Sáenz, cuya vida es un compendio de amores y desamores, de victorias y derrotas, amén de un ejemplo de esa lucha que hace que las utopías se conviertan en realidad. La historia y la literatura, tu talento latino, creador e indómito, se mira en el ejemplar espejo de esa Manuela Sáenz que era capaz de escribirle a su marido -el inglés J.Thorne- "contigo todo será a la inglesa porque, en cuestión de amores, la vida monótona está reservada a tu nación y eso es algo que yo, miserable mortal que me río de mí misma, de ti y de esas sociedades inglesas, ni quiero ni puedo aceptar"; mientras guardaba, para toda la vida, cartas de Bolívar en las que se repetían párrafos como este: "Mi bella y buena Manuelita, cada momento estoy pensando en ti y en el

destino que te ha tocado. Veo que nada en el mundo puede unirnos bajo los auspicios de la inocencia y el honor. No sé cómo hacer para conciliar mi dicha y la tuya, con tu deber y el mío; no sé cortar este nudo, que Alejandro con su espada no haría otra cosa que intrincar más, pues no se trata de espada ni de fuerza, sino de amor puro y de amor culpable, de deber y de falta, de mi amor por ti". Y yo sé que ella, de haberse decidido a escribir, habría creado textos como los tuyos, Elizabeth, en los que la esperanza juega el decisivo papel protagonista que rompe con la conformidad y nos empuja a crecer. Cada frase de "Amores rotos", cada párrafo, rubrica la sensación de ser el resultado de unos ojos de mujer que miran a su alrededor desde las pupilas del corazón... Y te leo... y me habla tu libro, Elizabeth, "de amor y desamor", de "victorias y derrotas", de "ficciones y realidades", y a mi me parece estar escuchando un bolero... reconocer en tus historias de vida esa idea feliz, que yo comparto, de los innumerables caminos o rutas iniciáticas que, en una retroalimentación constante y felizmente melancólica, definen al "existir" como la suma multiplicada de cada uno de nuestros pasos. Alegría, pasión, nostalgia, desenfreno, tristeza, avidez, ímpetu, sosiego... victorias, derrotas, caer cien veces y levantarse ciento una... abrazar la ficción hasta convertirla en una realidad tan palpable que podamos soñarla con las yemas de los dedos... texturas de calor y calor, sangre latina, roja de verdad y tan caliente que derrite los sentidos hasta recrear, con absoluta nitidez, los climas -y sus inherentes climax- de la palabra utilizada para narrar el "hecho"... La percepción de que sobre "Amores rotos" podríamos hablar con la mejor de las sonrisas tristes... porque, ¿quien no tiene "Amores rotos" congelados en la nevera o guardados en ese armario cuya puerta ha cerrado para siempre?. Y esa misma negación del yo, por defecto o exceso de afecto... el tránsito y la deriva del "sin ti puedo vivir, pero existo menos". Nos regalas un "Hechizo rojo" para que sepamos que te olvidaste "de todo menos de amarle", que "Desde el otro lado del horizonte" tus palabras nos traen una "Lluvia de Rosas bordadas en espinas"... que hay un "Delicioso veneno" en esa seguridad de que "El amor nunca muere, sólo se muda"... que "Juro que te creo" cuando gritas "Dame de tu fuego / quémame en tus brazos / y bebe mis ceni-

zas"... que "Para decirte adiós" sólo hay que tener la valentía de afirmar: "Soy mujer, como todas". Y continúo cosiendo con aguja e hilo los títulos, seguro de la excelencia del traje resultante... "Te quiero porque..." "Hoy... quiero ser..." "Amor robado", antes de que me vea en la obligación de "Matar un amor en diez actos", mientras "Me voy" a interpretar en libertad un "Concierto para dos violines" "Bajo las alas de la esperanza"... Emocionada prosa que me va llevando hasta el éxtasis de una frase que resume el libro, con la misma timidez que hace eternas las palabras que salen del alma: "mientras todo muere, tu mirada queda"... Si, Elizabeth, la mirada queda... queda la mirada impregnando la piel y detallando los matices realmente importantes... Y ese es el gran mérito de "Amores rotos". Los libros, al fin y al cabo, cuentan las mismas historias que los cronistas oficiales olvidan por suponerlas, erróneamente, carentes de mérito. La diferencia está en que las tuyas, y las nuestras, están llenas de vida... exactamente igual que esa canción que tanto me recuerda a tu libro -"Una rosa y un bolero"- y que guardo como un tesoro para que mi alma la tararee cuando la vida me asfixia o, también, cada vez que el recuerdo de las derrotas hace palidecer las pírricas victorias que obtienen, muy de vez en cuando, los sueños. "Cuando el sol eche a volar seré un lucero..." Definitivamente, en tu libro, Elizabeth, has volado alto... tanto que lo has convertido en un mágico bolero... Y, ¿sabes?, los amores no se rompen... dicen que siguen en el alma, amando en silencio con la misma fuerza, y que sólo ceden el paso, por cortesía, a otros amores que llegan... (*) X a b i e r G o n z á l e z, en la bibliografía de autor de este escritor gallego destacan títulos en idioma castellano cómo “El Efecto Doppler” (novela), “Corsario de ciudad” (relatos) o “Juegos de Olvido” (poesía); en idioma gallego, “Nas corredoiras do íntimo estronicio” (poesía), “Escritos da Nación Proibida” (relatos) y su importante obra teatral estrenada: “Keltike”, “Espada o prato”, “Altariac Eirin”, “Nemet”, “Cantigas para unha guerra”, “O Papamoscas”, “Petra e Karim”; así como la participación en multitud de antologías internacionales, de las que cabe destacar “Palabras Mansas” y en varias de las auspiciadas por el “Foro Sensibilidades”. Su último trabajo literario es la dirección y coordinación de la novela colectiva “La memoria de los triángulos”, basada en una idea y guión original suyo.

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