Eduardo Palomo y Trigueros
Diez mil refranes, diez mil verdades.
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Autor: Eduardo Palomo Trigueros Editor: Bubok Publishing S.L. ISBN papel: 978-84-15490-38-8 ISBN ebook: 978-84-15490-39-5 Depósito Legal: MA-00115-2008 Correo electrónico:
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Introducción Los refranes, son expresiones que a lo largo del tiempo han recogido afirmaciones de la vida cotidiana del pueblo, acogiendo verdades sentenciosas sacadas de experiencias, que a su vez y como decía Don Alonso Quijano en la obra de Miguel de Cervantes Saavedra “son madre de las ciencias”: “No hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias”. El refranero opera como una ciencia que trata temas tan variopintos como la meteorología, las humanidades, sociología, cronología y sobre todo, filosofía y poesía. Aunque algunos refranes han dejado de tener validez por razón de los avances existentes de la sociedad, la mayoría son perfectamente útiles y aconsejables, ya que contienen cuestiones que el hombre a largo plazo, no han podido adivinar aún aspectos tan cotidianos, como la predicción del tiempo y eso que hoy día, se puede pronosticar con bastante exactitud a tres días vista. Sin embargo existen muchos refranes que avisan sobre ello: “Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y en llegando a San Miguel, te lo vuelves a poner.” El orden utilizado en éste libro comienza con los refranes dedicados al tiempo atmosférico, seguido del tiempo cronológico, indispensable en la vida. El tiempo es tan exacto y tan verdad como el recogido en éste refrán: “Treinta días trae septiembre, con abril, junio y noviembre, veintiocho solo uno, y los demás a treinta y uno.” En el capítulo siguiente y una vez introducidos en el entorno ambiental y en el tiempo estacional, se han recopilado todos aquellos referidos al hombre y a la mujer. Se entra a valorar relaciones y sentimientos tan antiguos como el amor, el noviazgo, el matrimonio, el adulterio, obteniéndose un sinfín de calificativos para cada uno de ellos y que ahora destacamos: “El amor y la luna se parecen, menguan cuando no crecen.” “El amor sin sacrificio, más que amor, tira a fornicio.” Seguidamente se trata sobre la relación entre padres e hijos, con las correspondientes diferencias, sus alegrías y penas: “Para amor, el de padre o madre, que todo lo demás es aire.” La siguiente materia que se aborda y que da para algunas páginas se corresponde con la problemática entre familiares, con sus necesarias relaciones de amor, odio y convivencia: “Parientes y trastos viejos, pocos y lejos.”
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“Suegra, abogado y doctor, mientras más lejos, mejor.” Se continúa con una colección de diferentes dichos relativos al hombre, su condición, ventura y desventura y en definitiva a todo lo concerniente con la sociedad en la que se desenvuelve y se vive: “El hombre es el único animal, que tropieza dos veces en la misma piedra.” “Amigo traidorcillo, más hiere que un cuchillo.” Esta parte es fecunda en matices, con necesidades tan primarias como el beber y el yantar objeto de atención en éste trabajo. En definitiva la comida sigue siendo en el refranero patrio un buen lugar para conocer y reparar en la abundancia de situaciones y soluciones que se proponen en éstos diez mil refranes. Se describen momentos y situaciones cotidianas en la mesa y fogones, siendo los ingredientes como la carne, pescado, caldos y los productos de la huerta, necesarios junto con su exacta condimentación. Sencillamente el buen comer no pasa inadvertido en todo este mar de refranes: “A la mesa y a la cama, solo una vez se llama.” “A la carne, vino y si es jamón, con más razón.” La salud, la edad y la muerte son otros de los temas recurrentes en materia de refranes, ya que los hay muy interesantes y que deberíamos tener siempre en cuenta. Sin salud de nada nos sirven otras cosas como el dinero o el amor: “La salud es un tesoro, que vale más que el oro.” “Hay quien llena la vida de años, y quien llena los años de vida.” No podían faltar aspectos como el dinero, la fortuna y la riqueza: “Entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero.” “No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita.” En el siguiente capítulo hay un buen número de refranes sobre lo que denomino: bienes. Ya sean pocos o muchos, muebles o inmuebles, materiales, tangibles y semovientes, en definitiva son aquellos que podemos encontrar en el ámbito rural. Así animales como los caballos, gatos, cabras, son parte de esta antología. También los árboles, los animales salvajes y la construcción son temas recurrentes. Los miembros que conforman el cuerpo humano como la cabeza, ojos, pies, manos y culo junto con todo tipo de prendas empleadas en el vestir no pasan desapercibidos en ésta selección de refranes: “Quien tuvo, retuvo.”
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“La buena teta, que en la mano quepa.” Siguiendo el orden de éste libro, se rescatan refranes relacionados con el trabajo y los problemas del mundo laboral, para seguir con las diferentes profesiones, algunas ya desaparecidas: “Donde tienes labores, no tengas amores.” “De los oficios, el más noble y bizarro, ya que Dios fue alfarero y el hombre su primer cacharro.” En lo que a la sabiduría se refiere, los refranes agrupados se puede resumir en una cierta continuidad ya que los hay de palabras, del bien y del mal, de la amistad, los relativos a las virtudes y a sus defectos, las alegrías y tristezas: “Con el tiempo y paciencia, se adquiere ciencia.” “En el libro de la vida, lo aprendido no se olvida.” No podía faltar a ésta compilación la religión, ya que los hay de todos los gustos: de Dios y del hombre, de la fe, de los santos, del pecado y del pecador y también del demonio: “Hombre de fe, hombre de bien.” “A quien Dios ama, Dios le llama.” Y en último lugar en lo concerniente a los refranes como tales (del francés refrain, que según el diccionario es proverbio, dicho agudo y sentencioso de uso común). Entiendo que un refrán es algo más que éste término. Un refrán es una historia anónima vivida aprendida y puesta a disposición de los demás. Antiguamente se les llamaban los evangelios chicos, porque hablaban de acontecimientos, situaciones y expresiones de la vida de personas, la inmensa mayoría desconocidas y que bien podrían ser nuestros antepasados. Los refranes se han ido incorporando al lenguaje desde tiempos remotos. Son recogidos desde la Biblia al Quijote y todos los libros guardan proverbios, dichos, moralejas y parábolas que tienen su enseñanza de vida, con satisfactorias soluciones o incluso salomónicas. Los refranes que han llegado hasta nuestros días, son historia reflexiva y como tal, no conviene olvidarla, ya que se podría caer en el peligro de cometer los mismos errores una y otra vez. Igual ocurre con los refranes, quien no los conoce puede caer en el descuido que cometieron antes nuestros antecesores: “Quien habla de refranes, es un saco de verdades.” “Persona que es curiosa, tiene un refrán para cada cosa.”
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Para determinar que es un refrán, me he basado en su significado: “dicho sentencioso y de uso común”. En el Quijote los refranes son recogidos por Cervantes, aunque sostengo que a él no le corresponde la autoría de los mismos, ya que éstos son propios de personajes como Sancho Panza, que tenía la cultura de la vida y asociaba un refrán a cada situación de tiempo, familia, vecindad, amistad o desconocimiento y que tras prestar atención a estas situaciones obtenía sus conclusiones, que a modo de sentencias son más sencillas de recordar. Así pues, se puede decir que los primeros refranes, son sentencias poéticas de personas ignorantes, pero muy versadas en la vida misma, es por lo que la mayoría de ellos, contienen sus rimas. Para mejor compresión aclarar que algunos términos y palabras pertenecen al castellano antiguo, hoy en desuso. Así por ejemplo palabras como yantar o manducar, son sinónimos de comer. En razón de ello el lector puede reparar en un pequeño diccionario y un santoral, que como consultorio rápido se encuentran al final del libro. También reconocer que fonéticamente el español es muy rico por tener varios términos para un mismo significado. A modo de metáfora, con las especies en peligro de extinción, hay palabras en esa situación, que eran utilizadas por nuestros antepasados y actualmente no se emplean, tendemos a cambiarlas por otros términos más generales, acortarlas o lo que es peor, las sustituimos por palabras de otras lenguas. Como en todas las cosas, hay buenos y malos refranes. Los hay racistas, machistas, maleducados y también groseros e hirientes. He desechado muchos que considero no merecen estar en ésta recopilación, ya que he observado que efectivamente, éstos aparecen en algunos libros consultados y en otros no. Además el saber popular los ha ido rechazando, siendo usados a lo largo de la historia, para discriminar a algunos sectores marginados de la población: indios, gitanos y prostitutas. Las palabras empleadas en éstos casos, no siempre, se corresponden con su significado. En el libro, he introducido algunos refranes con términos que quizás sean mal sonantes, pero como dice el refrán: “No ofende quien quiere, sino quien puede.” “No hay palabra mal dicha, sino fuese mal entendida.” No es mi propósito, el querer ofender a alguien, ya que estimo que los refranes son obra del saber popular. Lo que si realmente molesta es el tono con el que se dicen. Por ejemplo puta y cabrón son palabras que figuran en el Diccionario de la Real Academia Española referidas a ramera y a cornudo, que bien pueden sustituirse por éstas últimas menos malsonantes. Pero el refranero las contiene tal y como están escritas, lo que verdaderamente molesta es el énfasis o desprecio con el que se usen, circunstancia que corresponderá a cada lector. También pueden sonar machistas estos mismos términos a ciertas personas, pero por mi parte deduzco, que las mismas palabras se pueden aplicar al hombre y a la mujer, aunque sus significados pueden ser distintos. Así puta y puto tienen un uso común pero expresan situaciones diferentes. Estimo que puto, es menos grave y está más aceptado socialmente a lo largo de la historia para el hombre que para la mujer. Como dice nuestro refranero: “No es lo mismo de culpar, aunque cualquier mal haga, el que paga por pecar, que el pecar por la paga.”
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Después de leer, escribir y tratar de comprender los refranes, concluyo, que el refranero no juzga a nadie, más bien habla de un porcentaje de verdad importante, que en algunos casos puede ser total y en otros menor, según los casos personales que conozca cada cual: “Piensa mal y acertarás, aunque alguna vez te equivocarás.” “De la boca del ladrón, todos lo son.” Sí el anterior refrán, dice: pensando mal acertarás, aunque ya previene en alguna ocasión te equivocarás, es por ello que no, siempre podemos pensar mal de todo el mundo. Sólo cuando acaecido el hecho, es cuando viene “como anillo al dedo”, la aplicación del precitado, nos alude a un posible error. En el segundo “De la boca del ladrón…” la proporción es más alta, ya que “el ladrón, juzga por su condición.” En conclusión, los refranes nos ayudan a expresarnos, a entender mejor la naturaleza, las personas, los animales y las cosas. También creo que no debemos usarlos excesivamente, porque como dice Don Quijote a Sancho Panza: -Mira Sancho- respondió Don Quijote: “Yo traigo los refranes a propósito y vienen cuando los digo como anillo en el dedo; pero tráeslo tú tan por los cabellos, que los arrastras y no los guías; y si no me acuerdo mal, otra vez te he dicho que los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestro antiguos sabios; y el refrán que no viene a propósito antes es disparate que sentencia”1. Los motivos por los que he decido recopilar éste libro son varios: El primero, por el uso indebido que se está haciendo actualmente del lenguaje. Resulta sangrante, el recortar palabras en sustitución de signos, en la ortografía se permite todo. Quizás, con la intención de abreviar los textos. En definitiva, se habla como se escribe y se escribe como se piensa. El segundo motivo, es porque desde pequeño he prestado atención a los refranes, parábolas y proverbios que hablan de la vida real. Estos tienen su enseñanza y sabiduría, que no deben de perderse. Por último entiendo que “hay tres cosas importantes que hay que hacer en la vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro” y si todos realizáramos éstas tres cosas, el mundo sería más verde, más humano y más sabio. Significar, que éste trabajo lo comencé, el día 15 de febrero de 1993 y a día de hoy, sigo acumulando dichos a este pequeño tesoro. En espera, de que el contenido de éste libro, tenga algún valor para todas aquellas personas que lo consulten, como lo tiene para mí, puesto que los refranes, me han aclarado muchas cuestiones de la vida. Mi reconocimiento a la infinidad de libros utilizados durante todos estos años, a cientos de páginas de internet exploradas y sobre todo a la memoria de los abuelos, verdaderos artífices del mantenimiento del refrán, ya que ellos han sido la fuente más importante para ésta recopilación.
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Cervantes de Saavedra, Miguel. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha I; capítulo LXVII, página 1123-4. RBA editores. Barcelona 1994.
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Refranes del tiempo
En enero, enciende la abuela el brasero.
Enero, es el mes primero, si viene frío, es buen caballero.
En enero, no te separes del brasero.
Enero, claro y heladero.
En enero, de día al sol y de tarde al brasero.
Enero helado, febrero trasnochado, marzo airoso, y abril lluvioso, sacan a mayo florido y hermoso.
El sol de enero, poco duradero.
Con nieve en enero, no hay año fulero.
La flor de enero, no llega al frutero.
Enero, frío o templado, pásalo abrigado.
Por enero, florece el romero.
En enero, bufanda, (abrigo / capa) y sombrero.
En enero flores, en mayo dolores.
En enero, vale más una gorra que un sombrero.
Enero caliente, el diablo trae en el vientre.
En las mañanas de enero, ni se dan los buenos días, ni se quitan los sombreros.
Enero veranero, ni para el pajar, ni para el granero.
En enero, se hiela, hasta el agua del puchero. De enero a enero, buenas tazas de caldo de puchero. De enero a enero, carnero. De enero a enero, tener buena salud y mucho dinero.
Enero polvoroso, año abundoso.
Si en enero canta el grillo, en agosto, poco triguillo. En enero, ni galgo lebrero, ni (halcón / azor) perdiguero. Por San Raimundo, viene la golondrina del otro mundo. Por San Antón, media hora más de sol.
La mejor luna, la de enero, y el mejor amor, el primero.
El diecisiete de enero, piden por sus animales, desde el pastor al yuntero.
En el menguante de enero, corta tu madero.
Por San Antón, huevos a montón.
El tronco de enero, no lo pongas en el humero.
El veinte de enero, San Sebastián el primero.
Enero, buen mes para el carbonero.
En enero, plante ajeros, a finales que no, a primeros.
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Enero hierbero, año cicatero. Agua de enero, cada gota vale un dinero. Lluvias de enero, alegran al cosechero.
Invierno que mucho hiela, cosecha de fruto espera. Un invierno en casa, muy pronto se pasa.
Agua de enero, hasta la hoz tiene tempero.
Febrero, lo inventó un casero, los de más de treinta, los que pagan renta.
Agua de enero, todo el año tiene tempero.
Cuando la Candelaria plora, el invierno fora.
Por San Vicente, castañetean los dientes.
Si hiela en San Blas, treinta días más.
Para San Vicente, enero pierde un diente.
Por San Blas, una hora más.
San Julián, guarda vino y guarda pan.
Por San Blas, la cigüeña verás.
Enero, helado, y febrero, aguado.
Por San Blas, la cigüeña verás, y si no la ves, mal año es.
Nieves en enero, y soles en febrero. La justicia de enero, es rigurosa, más llegando a febrero, ya es otra cosa. Si malo es enero, peor es febrero. Enero y febrero, meses barbecheros. Enero y febrero, hinchan el granero, con su hielo y su aguacero.
Por San Blas, verás las cigüeñas volar, y si no las vieres, año de nieves. Treinta días trae noviembre, con abril, junio y septiembre, menos febrerillo el mocho, que solo tiene veintiocho, veintinueve le darás, más corto que los demás.
Los truenos en enero, apuntalan el granero.
Febrerillo corto, con sus días veintiocho, si tuvieses más cuatro, no quedara perro ni gato.
En enero castañero, y en febrero correndero.
Abrígate por febrero, con dos capas y un sombrero.
Enero y febrero lluviosos, marzo nevoso, hacen un año hermoso.
En febrero, busca la sombra el perro, a finales que no a primeros.
Enero es el mes primero, y abril el que abre el chiquero.
En febrero, sale la lagartija de su agujero.
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Venga febrero lluvioso, aunque salga furioso. Si no llueve en febrero, ni buen pan, ni buen centeno. Cuando no llueve en febrero, no hay buen prado ni buen centeno. En febrero, corre el agua por cualquier reguero. Febrero y las mujeres, tienen en un día diez pareceres. Febrero, veletero. En febrero, un día malo y otro bueno. En febrero, un rato al sol y otro al humero. Febrerillo, mes loquillo. Febrerillo loco, un día peor que otro. Febrero loco, ningún día se parece a otro. Febreruco es loco, unas veces por mucho y otras por poco. Febrero es loco, y abril, no poco. Febrero loco, y marzo otro poco. Febreros y abriles, los más son viles.
A nadie debe extrañar, que en marzo, empiece a tronar. Si en marzo oyes tronar, prepara la media y el costal. Marzo marceador, de noche llueve y de día hace sol. En marzo, el sol riega, y el agua quema. El sol de marzo temprano, es para el campo muy sano. El sol de marzo, da con el mazo. En marzo, como te pille, te alzo. Lluvias en marzo, hierbas en los sembrados. Agua en marzo, hierbazo. Campos por marzo atrasados, se ven por junio colmados. En marzo, los almendros en flor, y los mozos en amor. Marzo en lluvias, buen año de alubias. Cuando marzo va a mediar, el invierno ha de acabar. De marzo a la mitad, la golondrina vine y el tordo se va. El veintiuno de marzo da el sol en la sombra, y canta la alondra.
Febrerillo loco, marzo ventoso, abril lluvioso, sacan a mayo florido y hermoso.
Los hielos por la Encarnación, los últimos son, si no sale marzo respondón.
Marzo marzuelo, un día malo y otro bueno.
En marzo, la veleta, ni dos horas se queda quieta.
En marzo, marzadas, aire frío y granizadas.
Cuando marzo no marcea, abril ventisquea.
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Si marzo, marcea, abril, abrilea.
en mayo, espigas y grano.
Sale marzo y entra abril, nubecitas a llorar y campitos a reír.
A abril alabo, si no vuelve el rabo.
Las nieblas de marzo, serán heladas en mayo.
Si no hubiera abril, no habría año vil.
Cuando marzo, mayea, mayo, marzea.
Abril siempre vil, al principio, al medio o al fin.
Marzo y septiembre, el tiempo revuelven.
Abril, uno bueno entre mil.
La primavera, pasa ligera, al revés que el invierno, que se hace eterno.
En abril, da la cara el año ruin.
Lluvia fina y caladera, en toda la primavera. La primavera, o te adormece o te altera. La primavera, a la sangre altera. Mucha flor en primavera, buen otoño nos espera. Una flor no hace abril, sino mil y mil. Ni abril sin flores, ni juventud sin amores. En abril, flores, olores, y predicadores. En abril, florece el jardín. Abril trae flores, y mayo se lleva los honores. Abril, encapulla las rosas, y mayo, las luce abiertas y hermosas. En abril, la espiga ha de salir. En abril, espigas mil,
Frío de abril, peor que el eneril. En abril no hay granizada, al que no siga una helada. En abril, la helada, sigue a la granizada. Abril sin granizo, Dios no lo hizo. Frío de abril, helado y sutil. Abril, abrilillo, siempre fuiste pillo. Un abril del todo bueno, los antepasados no lo conocieron. De abril y de la mujer, todo lo malo hay que temer. En abril, se quita la vieja el mandil. Abril concluido, invierno ido. Abril frío, poco pan y mucho vino. En abril, dulce dormir. Abril,
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deja las viñas dormir. Si nieva por Santa Engracia, la viña desgracia. El diez de abril, al cuco verás venir. Abril, abriluco, mes del cuco. Cuando truena en abril, el labrador es feliz. Cuando en abril truena, noticia buena. Abril tronado, viene buen verano.
Abril lluvioso, hace a mayo hermoso. Abril mojado, mayo rociado. Lluvioso abril, y si mayo ventea, ya te puedes reír. Cuando abril se marcha lloviendo, mayo viene riendo. Llueva por abril y mayo, y no llueva en todo el año. Abril y mayo, la llave de todo el año.
Para que abril sea abril, ha de tener aguas mil.
En abril, setas a mí, en mayo, setas apaño, en San Juan, podridas van.
Aguas de abril, vengan mil.
En abril y en mayo, no dejes en la casa el sayo.
Abril, aguas mil, sino al principio, al medio o al fin.
Agua de mayo, no cala el sayo.
En abril, aguas mil, y todas caben en un barril.
Agua de mayo, no cala el sayo, y si alguna vez lo caló, pronto lo enjuagó.
Abril, arbrilero, cada día dos aguaceros.
Las chaparraditas de abril, todas caben en un barril. Todas las aguas de abril, caben en un candil. San Marcos, rey de los charcos. En llorar y en reír, se le pasa el tiempo a abril. Humedades de abril, malas son de salir. Abril llovedero, llena el granero. Quien en abril riega, en mayo siega.
El quince de mayo, tirarás el sayo, y si vuelve a llover, lo vuelves a recoger. Mayo caliente y lluvioso, ofrece bienes copiosos. Mayo mojado, del buen barbecho hace prado. Mayo entrado, un jardín en cada prado. Flores en mayo, tarde o temprano hallo. Con el agua de mayo,
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crece el tallo. Agua de mayo, vale para todo el año. Agua de mayo, pan para todo el año. Agua de primavera, si no es torrencial, llena la panera. Mayo hortelano, mucha paja y poco grano. Ya viene mayo por esas cañadas, espigando trigo y segando cebada. Si en mayo hay lodo, no se pierde todo. Si en mayo oyes tronar, echa la llave al pajar. Guarda pan para mayo y leña para abril, que no sabes el tiempo que ha de venir. Guarda pan para mayo, y hierba para tu caballo. En mayo, cualquiera tiene caballo. Por Santa Cruz, la viña reluz.
San Isidro Labrador, quita el agua y trae el sol. Por Santa Rita, el agua da más que quita. Hasta que no pase San Germán, no digas que tienes vino ni pan. Mayo que fuere ventoso, todo fruto hace sabroso. Mayo y junio hacen un mes, que el mejor del año es. El agua por San Marcelino, buena para el pan, mejor para el vino. Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y si vuelve a llover, te lo vuelves a poner. Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y si junio es un ruin, hasta el fin. Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo, y en llegando a San Miguel, te lo vuelves a poner. Malo si por San Bernabé, no ha dejado de llover.
Hasta la Ascensión, no te quites el ropón, y después quita y pon.
El día de San Bernabé, dijo el sol: aquí estaré.
Hasta el día de la Ascensión, no guardes tu capa ni tu capuchón.
De San Pablo en adelante, no hay niebla que no levante.
Por San Matías, igualan las noches con los días, y pega el sol en las umbrías.
Entre San Pedro y San Juan, las hierbas olores dan.
Por San Matías, el sol por las umbrías. Cuando mayo va a mediar, debe el invierno acabar. Por San Isidro Labrador, se va el frío y viene el calor.
San Pedro lluvioso, treinta días peligrosos. Por San Juan, suelta el gabán. Agua por San Juan, quita aceite, vino y pan. Sanjuanada venida,
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primavera ida. Ni verano hasta San Juan, ni invierno hasta Navidad. Ni calor hasta San Juan, ni frío hasta Navidad. (Lluvias / Aguas) en junio, infortunio. En verano, el capote con su amo. Cuando viene la golondrina, el verano está encima. Verano fresco, invierno lluvioso, estío peligroso. San Juan trae el infierno, y San Andrés el invierno. Por San Juan, los días comienzan a acortar. En el mes de San Juan, al sol se cuece el pan. Cielo de junio, limpio como ninguno. Junio brillante, año abundante. Por junio el mucho calor, nunca asusta al buen labrador. En junio, si pica el sol, ni mujer, ni caracol. Junio, julio y agosto, ni mujeres, ni coles, ni mosto. Venga junio fresco, Carmen claro, y Santiago abrasado. Julio anormal, será todo manantial. Julio normal, seca todo manantial. Por San Fermín, el calor no tiene fin.
Por Santa Margarita, la lluvia más que dar, quita. El verano en la montaña, empieza en Santiago y acaba en Santa Ana. Julio, el mes más corto cuando hay peculio. En julio el sol, da mucho calor, y si no lo diere, guardarte debes. En julio, beber y sudar, y el fresco en balde buscar. En julio, agua viene y toalla va, y el verano, ya pasará. Julio calorero, llena bodega y granero. En agosto y en enero, no tomes el sol sin sombrero. En agosto y en enero, para tomar el sol, no te pongas el sombrero. Agosto, frío el rostro. Agosto está reñido, con Baco y Cupido. En el verano, ni carro bueno, ni burro malo. Verano que dura, otoño asegura. Ni en agosto caminar, ni en diciembre navegar. El perro en agosto, a su amo vuelve el rostro. Agosto lleva la culpa, y septiembre la pulpa. El sol de agosto, cría aceite y mosto. Rocío de agosto,
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miel y mosto. Cuando llueve en agosto, llueve miel y llueve mosto. Todo lo seca agosto, menos el mosto.
Lluvia por San Cipriano, quita mosto y no da grados. Por San Miguel, gran calor, será de mucho valor. Lluvia por San Miguel, poco tiempo la has de ver.
En agosto, (de las uvas se hace el mosto / se hinche la uva de mosto).
Septiembre o seca las fuentes, o se lleva los puentes.
Agua por la virgen de agosto, quita aceite y agua el mosto.
Si en septiembre ves llover, el invierno seguro es.
Agua de agosto, azafrán, miel y mosto.
En septiembre, quien no tenga ropa, que tiemble.
En agosto, prepara la tinaja para el mosto.
Aguas temprana, buena otoñada.
San Lorenzo, calura, San Vicente, friura, uno y otro poco dura.
Otoñada mala, más vale tardía que temprana.
En Santa María, una hora crece el día, en San Blas, un paso nada más, y en San Antón, un paso de ratón.
En otoño, la mano al moño. Por San Simón y judas, saben más ricas las uvas.
Por la virgen de agosto, pintan las uvas, y por San Judas, ya están maduras.
En octubre, de la sombra huye, pero si sales al sol, cuida de la insolación.
Por la virgen melonera, verano fuera.
En octubre, caída de hojas y lumbre.
Por San Bartolomé, (tormentas / lluvias) ha de haber.
En octubre, el hogar de leña cubre.
Por San Antolín, el verano toca a su fin.
En octubre, rescoldito de lumbre.
Por San Mateo , tanto veo como no veo.
A primeros de noviembre, tu fuego enciende.
Treinta días trae septiembre, con abril, junio y noviembre, veintiocho solo uno, y los demás a treinta y uno.
Noviembre, treinta días trae, con abril, junio y septiembre, de veintiocho, solo hay uno, y los demás, de treinta y uno.
Septiembre es bueno, si del uno al treinta pasa sereno.
Dichoso el mes, que entra con tos Santos y sale con San Andrés.
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De todos lo Santos a adviento, mucha lluvia y poco viento. Por los Santos, nieve en los (cantos / campos / altos). Entre todos los Santos y Navidad, es invierno de verdad. En llegando a San Andrés, invierno es. Por San Andrés, nevadicas tres. Por San Andrés, la nieve en los pies. Por San Andrés, mata tu res, grande, chica o como es. Por San Andrés, el vino nuevo añejo es. Por San Andrés, todo el tiempo noche es. En noviembre, quien cava, el tiempo pierde. Por San Martino, todo mosto es buen vino. Por San Martín, deja el cerdo de gruñir. De San Martín en adelante, ya no hay diablo que aguante. Por Santa Catalina, la nieve se avecina. Por Santa Catalina, prevente de leña y harina. Si en noviembre oyes que truena, la siguiente cosecha será buena. Cuídate de los noviembres, y por enero no tiembles. Adviento, tiempo de viento.
y los nabos en adviento. Diciembre, días de amargura, apenas amanece y ya es noche oscura. Por Santa Lucía, mengua la noche y crece el día, y hasta Navidad, en su ser esta. Niebla en diciembre, lluvia o solano viene. En diciembre, la tierra se duerme. Diciembre es un viejo, que arruga el pellejo. En diciembre, se hielan las cañas, y se asan las castañas. Un mes antes y otro después de Navidad, es invierno de verdad. Hasta Navidad, ni hambre, ni frío pasarás. De Navidad a San Juan, seis meses van. Diciembre tiritando, buen enero y mejor año. En diciembre, no hay valiente que no tiemble. La semana de Pascua, quema el frío como ascua. Cuando en diciembre veas nevar, ensancha el granero y el pajar. De pascuas nevadas, primavera engalanada. Frío en invierno y calor en verano, eso es lo sano. Ocho de invierno, y cuatro de infierno. Las lluvias de invierno, vienen del infierno.
Cada cosa en su tiempo,
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A invierno lluvioso, verano abundoso. En invierno y verano, la capa en la mano. Buena es la nieve, que en su tiempo viene. Si el pimentonero se acerca a tu casa, la nieve baja. Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo, y cuando vuela a trompicones, hace un frío de cojones. Cuando el cuquillo canta, tan pronto sol como agua. Cuando canta la coruja, no hace falta manta ni mantuja. Chicharra que canta, calor adelanta. Sapos cantando, buen tiempo barruntando. Horizonte claro, con cielo nublado, buen tiempo declarado. Cada día sale el sol, véase o no. El sol, sale para todos. Salga el sol por Antequera, y póngase por donde quiera. No al sol poniente, sino al naciente, adora la gente. Adorar al sol que nace, todo el mundo lo hace, al sol que muere, nadie lo quiere. Del sol naciente, todos somos adoradores, y del poniente, olvidadores. Al buen amanecer, no te lo dejes perder.
Sol y sal, preservan de todo mal. Buen sol y mujer hacendosa, harán tu casa dichosa. El sol, el médico y el alguacil, por todas partes entra y vuelven a salir. Si el sol fuera jornalero, no madrugaría tanto y andaría más ligero. Sol que mucho madruga, poco dura. Sol madrugador y cura callejero, ni el sol calentará mucho, ni el cura será bueno. Sol madrugador, y hombre callejero, no los quiero. Sol a mediodía, tarde dura y noche fría. De sol de tarde, Dios te guarde. Ni en invierno, ni en verano, te pongas al sol de plano. El sol y el sereno, de blanco que yo era, me hicieron moreno. En Castilla, nueve meses de invierno, y tres de infierno. Écija, ciudad del sol, que en verano no gasta carbón. Sol en teja, sombra en calleja. Por sol que haga, no dejes tu capa en casa. El sol sale para todos, y cuando llueve todos nos mojamos. Cuando el sol se pone cubierto, o lluvia o viento. Sol que mucho pica, o llueve o graniza.
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Cuando el sol se pone rojo, es que tiene lluvia en el ojo.
Escarcha sin cubierta, sepultura cierta.
Mañana de niebla, buen día espera, si no llueve, nieva o ventea.
La luna cercada, de lluvias cargada.
Mañanita de niebla, tarde de paseo. Niebla ratera, buen día espera. Boria en la mañana, tarde muy galana. Borias en menguante, mal tiempo en adelante. Cielo a corderos, agua a calderos. Cielo a lana, sino llueve hoy, lloverá mañana. Borreguitos en el cielo, charcos en el suelo. Cielo aborregado, suelo mojado. Cielo aborregado, a los (dos / tres) días mojado. Cielo borreguero, vendaval o agua del cielo. Cielo empedrado, a las veinticuatro horas mojado. Cielo empedrado, viento o suelo mojado. Cuando en el cielo oscuro hay ventanas, de llover no hay ganas. Si la nube es negra, cuídate de la piedra. Nubes cruzadas, o nieve o agua. Blanco hielo, es de lluvia mensajero.
Luna con cerco, lluvia y viento. Luna que sale colorada, próxima ventada. No hay luna creciente, sin su menguante. Estrellas tristes o veladas, o lluvia o granizada. Cuando agua venga antes que viento, prepara el aparejo a tiempo. Grullas bajas, guarda la paja. Si las orejas sacude la burra, (agua / lluvia) segura. Si a la abeja ves beber, muy pronto verás llover. Si las moscas se pegan, raro será que no llueva. Cuando el búho canta, o llueve o escampa. Cuando la milana pía, agua para tres días. No hay señal de agua más certera, que oír caer las goteras. No hay señal de llover, como verla caer. Cuando Dios quiere, a todos los aires llueve. El levante las mueve, y el poniente las llueve. Torrejones por monzón, agua en Aragón. Lluvia de levante,
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no deja cosa estante. Lluvia de solano, no deja nada sano. El solano las remueve, y el ábrego las llueve. Viento solano, agua en la mano. Viento solano, ni en invierno, ni en verano. Viento, placer y ventura, poco dura. Viento, mujer y fortuna, mudables como la luna. De poniente, ni viento, ni gente. A otro viento, otro tiento. Lo que pasó, pasó, y el viento se lo llevó. No sólo del aire, vive el hombre. Aire de tramontana, agua mana. Aire de levante, agua delante. Aire gallego, escoba del cielo. Aire de cierzo, cuando llueve, llueve de cierto. Lloviese y nevase, y no ventiscase, que cuando hace viento, entonces hace mal tiempo. Mientras no hay viento, no hay mal tiempo. A mal tiempo, buen paraguas.
La furiosa borrasca, pronto pasa. Norte oscuro, vendaval seguro. Norte claro, sur oscuro, (temporal / aguacero) seguro. Calor, agua y hielo, no se queda en el cielo. Por mucho llover, cruzarse de brazos y verla caer. Llover sobre mojado, mil veces ha pasado. Cuando llueve de cierzo, llueve de cierto, Cuando llueve de tramontana, llueve con gana. Cuando llueve y hace viento, quédate adentro. Cuando llueve y graniza, hace la vieja longaniza. Cuando llueve y hace frío, hace la vieja su vestido. Helada sobre lodo, agua sobre todo. Lluvias con heladas, traen buena añada. Cuando llueve y hace sol, hace la vieja el requesón. Cuando llueve y hace sol, son las bodas del pastor. Cuando llueve y hace sol, (deja el perro a su pastor / baila el perro y el pastor). Cuando llueve y hace sol, (sale a paseo el caracol / coge el caracol). Cuando llueve y hace sol, sale el arco del Señor.
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Cuando llueve con sol, muere un diablo y nacen dos. Si hoy llovió, otro día hará sol. Gran calma, señal de agua. Agua y sol, tiempo de caracol. Agua de lluvia, siempre delgada y nunca sucia. Agua a la entrada de la luna, mucha o ninguna. Agua trae en el cuerpo, luna con cerco. Agua al mediodía, agua para todo el día. Agua del cielo, no quita riego. Agua retardada, solano la saca. Al cabo de los años mil, vuelve el agua a su cubil. Nunca llueve, a gusto de todos. De buen chaparrón, buen remojón. Quien se posa debajo de la hoja, dos veces se moja. Arco iris, o pronto llueve, o aclarará en breve. Cuando el arco iris se ve, o a llovido, o va a llover. Arco iris al amanecer, agua antes del anochecer. Arco iris al mediodía, llueve todo el día.
Arco por la tarde, buen tiempo aguardes. Arco iris al anochecer, buen tiempo al amanecer. Arco iris al levante, levanta el tiempo al instante. Arco en poniente, suelta la yunta y vente. El arco al poniente, desunce los bueyes y vente. Arco en el cielo, agua en el suelo. Arco en la sierra, agua en la tierra. Arco, mañana charco. Arco a la matina, apareja la gabardina. Arco de maitino, vístete de capuchino. El arco iris brilla, después de la tempestad. Arrebolada al poniente, bueno al día siguiente. Arrebolada de tarde, mañana de aire. Arreboles al ocaso, a la mañana el cielo raso. Aurora rubia, o viento o lluvia. No salgas de puerto, si las nubes no corren con el viento. Gaviotas en el huerto, temporal en el puerto. En calma el mar no creas, por sereno que lo veas. El que ha naufragado,
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