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P ATRICIA R OSAS L OPÁTEGUI
do por su pluma sagaz y crítica. Quedé subyugada ante el conocimiento que revelaba sobre la psicología humana; sorprendida por el manejo de las técnicas narrativas
El acto de escribir es un acto de libertad privada. ELENA GARRO
C
y la complejidad estructural del texto; pero, sobre todo, quedé profundamente devastada ante la vejación, el
uando en 1989 escribía mi tesis doctoral
sufrimiento, la angustia y la humillación de que es obje-
centrada en la novela de Elena Garro,
to la protagonista, con quien no pude dejar de identifi-
Testimonios sobre Mariana1 (Grijalbo,
carme. Quedé tan adolorida, que me fue imposible releer
1981), tuve la certeza de que este texto era autobiográ-
la novela por muchos años. Pensar en Mariana me cau-
fico. La fuerza y honestidad con que aparecen narrados
saba inquietud y desasosiego.
los acontecimientos, me hizo sospechar su carácter
En 1988 volví a leer Testimonios sobre Mariana. Era
vivencial. Sin embargo, en ese entonces, no contaba con
tiempo de vencer la parálisis que me causaba la abyección
el registro íntimo de la autora para llevar a cabo una lec-
y el terror en los que vivía este personaje, que yo intuía
tura intertextual entre vida y ficción; es decir, Garro no
sacado de la realidad misma; era tiempo de enfrentar a
había podido publicar sus diarios íntimos, esas expe-
los demonios de la opresión en que hemos vivido las
riencias y recuerdos que había ido consignando a lo
mujeres –por los siglos de los siglos– mediante ese
largo de su existencia en cuadernos y libretas.
espejo escrito llamado Testimonios sobre Mariana. En
Testimonios sobre Mariana la leí en 1980, poco
1990 concluí mi tesis doctoral. El estudio fue de orden
antes de ser publicada por la Editorial Grijalbo en 1981.
psicoanalítico, sin poder realizar un acercamiento auto-
Esa versión fotostática, en hojas tamaño oficio, la con-
biográfico, a pesar de que en 1967 la autora ya había
servo como un invaluable tesoro. A través de esas 188
hecho declaraciones significativas al respecto:
hojas tecleadas por la misma Elena, con correcciones
Yo no puedo escribir nada que no sea autobiográfi-
manuscritas hechas por la autora, ingresé al mundo
co; (...) en Testimonios sobre Mariana, trato las expe-
doloroso y patológico de las relaciones humanas capta-
riencias y sucesos que me acontecieron en la multitud
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de países donde he vivido. Y como creo firmemente que
ción de esas experiencias convertidas en literatura. En
lo que no es vivencia es academia, tengo que escribir
aquel análisis de 1990, la técnica psicoanalítica se cen-
sobre mí misma. (Roberto Páramo, “Reconsideración de
tró en la información proporcionada por el libro. Como
Elena Garro, en El asesinato de Elena Garro de Patricia
lectora, contaba únicamente con el lenguaje, los perso-
Rosas Lopátegui, p. 230).
najes descritos en la novela y la manera en que se rela-
Estas aseveraciones no me proporcionaban el regis-
cionan entre sí. Sin embargo, al tener el lenguaje, tenía
tro íntimo de Elena Garro; seguía sin contar con las
los símbolos. Como dice Yvone Belaval: “La composición
herramientas suficientes para entretejer el diálogo entre
y la descomposición de los símbolos, gracias a los cua-
la realidad vivida por la escritora, y el texto, o la recrea-
les se termina por entrar en el hilo de las asociaciones,
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Iris Aldegani
lo latente que se ocultaba bajo lo manifiesto, conducen
asegurar su existencia en el mundo, su ‘recepción’ y su
a la explicación de la obra por el hombre” (Prólogo,
consumación, bajo la forma (al menos en nuestro tiem-
Psicoanálisis, Literatura, Crítica, p. 16). Mi propósito
po) de un libro” (Gérard Genette, Umbrales, p. 7).
consistió en dilucidar el mensaje pasivo o inconscien-
“El paratexto -dice Genette- es aquello por lo cual
te que Elena Garro lanza al lector mediante la conducta
un texto se hace libro y se propone como tal a sus lecto-
de los personajes, y para comprenderlo, era necesario
res, y, más generalmente, al público. Más que de un lími-
recurrir a la ciencia que explica el inconsciente: “[La]
te o de una frontera cerrada, se trata aquí de un umbral
fuente de los símbolos” (Ibid., p. 20).
o –según Borges a propósito de un prefacio–, de un ‘vestíbulo’, que ofrece a quien sea la posibilidad de entrar o
Los diarios íntimos, Testimonios sobre Elena Garro
retroceder” (Ibid., p. 7).
Doce años más tarde, la situación cambió diametral-
Paratexto es, pues, todo aquello que precede y es
mente para los estudiosos de la obra de Elena Garro. A
ulterior al texto. Como ya señalamos, a las entrevistas
partir de la publicación de Testimonios sobre Elena
que concede un autor Genette las denomina epitextos
Garro. Biografía exclusiva y autorizada de Elena Garro
públicos; las cartas y diarios íntimos corresponden al
(Ediciones Castillo, 2002), en donde recojo parte de los
terreno del epitexto privado. Pero Genette también llama
diarios íntimos de Garro, podemos comprobar, efectiva-
pre-textos a los diarios cuando en estos el autor hace
mente, que Mariana es un personaje sacado de la reali-
apuntes sobre la obra que escribe, o consigna sucesos
dad misma, y podemos establecer el diálogo entre viven-
que eventualmente va a ficcionalizar en algún texto.
cia y ficción, o, en términos de Gérard Genette, el diálogo
Curiosamente, sobre los pre-textos dice: “El mensaje
entre los paratextos y el texto, específicamente; los para-
paratextual de los diarios de escritores pertenece más al
textos correspondientes a los epitextos públicos, como
testimonio que al documento” (Ibid., p. 340). Entonces -
llama Genette a las entrevistas que concede el autor, y
siguiendo a Genette- podemos asumir que Garro, al titu-
los epitextos privados, la manera en que el teórico fran-
lar su novela Testimonios sobre Mariana, nos indica con
cés denomina la correspondencia y los diarios íntimos.
el término “testimonios” que debemos leer la obra como un pre-texto, es decir, como algo muy conectado con la
Los paratextos
realidad. La autora, mediante el paratexto del título,
De acuerdo con Genette, un texto raramente se presenta
Testimonios sobre Mariana, nos guiñe el ojo y nos hace
desnudo, al contrario, toda obra aparece acompañada
partícipes de su secreto, esto es, nos comunica subrep-
por un sinfín de paratextos. Estos incluyen desde el
ticiamente la existencia de un diario íntimo, o de un pre-
nombre del autor, el título de la obra, dedicatoria, epí-
texto que antecede al texto. Así, el título de la obra es un
grafes, prefacios, capítulos, ilustraciones, edición, porta-
paratexto y es revelador, porque, como se pregunta
da, formato editorial, correspondencia, diarios íntimos,
Genette: “¿Cómo leeríamos el Ulises de Joyce si no se
entrevistas, respuestas públicas, coloquios, debates,
titulara Ulises?” (Ibid., p. 8). Recurramos a la retórica:
etcétera, paratextos que surgen antes, con y después del
¿Cómo leeríamos Testimonios sobre Mariana si no se
texto: “Lo rodean y lo prolongan precisamente por pre-
titulara Testimonios sobre Mariana?
sentarlo, en el sentido habitual de la palabra, pero tam-
En este entendido, me interesa hacer una breve rela-
bién en su sentido más fuerte: por darle presencia, por
ción entre un segmento de un diario íntimo de Elena
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Garro, con la ficcionalización del mismo en el segundo
los diarios íntimos, o epitextos privados, o pre-textos,
testimonio de la novela. 2 Hay que señalar que Testi-
descubrimos que la autora no sólo retomó y volvió a tra-
monios sobre Mariana está estructurada con base en tres
bajar el texto, sino que experimentamos la lucha que
testimonios, cada uno narrado por un personaje distin-
entabló durante el proceso creativo de sus Testimonios,
to: Vicente, Gabrielle, André, quienes dan su testimonio
y nos revela cómo la escritura le sirvió para vencer la
sobre la protagonista Mariana.
adversidad en el exilio. El 18 de julio de 1973 anota: “Saqué Testimonios del
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La vida de una novela
baúl, tengo que terminar la novela pero ¿de dónde sacar
Elena Garro escribió Testimonios sobre Mariana a media-
fuerzas” (Patricia Rosas Lopátegui, Testimonios sobre
dos de los años sesenta, según consta en la entrevista de
Elena Garro, p. 320). Al día siguiente, consigna en su
Roberto Páramo con la autora. En este diálogo de 1967,
cuaderno-diario: “Me puse a escribir Testimonios” (Ibid.,
Garro elabora sobre las dos novelas que ha escrito en
p. 320). El día 20 de ese mismo mes escribe: “Releí la pri-
esos momentos. El reportero le pregunta:
mera parte de Testimonios sobre Mariana. No sé cómo
¿Está preparando alguna obra actualmente?
es. Empecé a escribir otra vez el capítulo de Gabrielle.
Sí. Dos novelas nuevas: Reencuentro de personajes,
¡No puedo mirar para atrás! Es horrible” (Ibid., p. 320).
que va a aparecer en Argentina y otra que le voy a dar a
Cuatro días más tarde agrega: “Por la mañana, empecé
Mortiz: Testimonios sobre Mariana.3 Ambas son novelas
nuevamente Testimonios sobre Mariana. ¡Muy difícil!”
para adultos. (Roberto Páramo, op. cit., p. 231).
(Ibid., pp. 322-323).
“Ambas son novelas para adultos”, afirma Garro,
El comentario que hace el 9 de abril de 1974, en
indicando que no se trata de novelas color de rosa, con
Nueva York, revela cómo la autora resiste y combate la
un final de cuento de hadas. Nos pone sobre aviso
marginación gracias al santuario de la escritura, y utili-
señalando que se trata de novelas con clasificación “C”
za el texto para sobrevivir en el exilio al que había sido
-® en la cartelera cinematográfica de Estados Unidos.
condenada por “las cabezas bien pensantes” –los polí-
¿Qué comunica la autora al advertirle al lector que
ticos e intelectuales poderosos– después del 2 de octu-
Testimonios sobre Mariana es una novela “para adul-
bre de 1968. Además, revela el tono autobiográfico del
tos”? En esta entrevista, o epitexto público, Garro quiere
texto al firmar como Mariana y no Elena una nota per-
dejar perfectamente en claro que el lector estará frente a
sonal que le envía a Toño Peláez: “A Toño [Peláez] le dije
un texto desprovisto de falsos puritanismos, que a las
que sabía que había hablado con Chata y que le pagaría
“buenas conciencias” se les dará jaque mate, que se
el favor enviándole su Testimonio sobre Mariana.
trata de un espejo honesto que nos refleja a todos, pero
Firmaba Mariana” (Ibid., p. 349). El pintor de origen
que no todos tienen el valor de confrontar, un texto,
español, Antonio (Toño) Peláez fue gran amigo de Elena
pues, desnudo de maquillajes, al rojo vivo.
Garro, y él también aparece ficcionalizado en la novela.
Gracias a sus diarios íntimos recogidos en Testimonios
El 17 de junio de 1976, en Madrid, indica que sigue
sobre Elena Garro, sabemos hoy que el proceso de escri-
pagando favores con sus Testimonios, el manuscrito que
tura de Testimonios sobre Mariana no terminó en los
despierta curiosidad entre su círculo de amigos, y
años sesenta. En los setenta, durante el doloroso perio-
que pasa de mano en mano: “Pensando, pensando, deci-
do del ostracismo, Garro retomó la novela. A través de
dí llamar a José Mari Gutiérrez, como testigo. Aceptó (...).
Pidió Mariana” (Ibid., p. 410). La última referencia a la
algunas personas vivas y difuntas para crear a un sólo
novela registrada en los diarios publicados en su biogra-
personaje. Acuérdate de Ortega y Gasset: “lo que no es
fía, data del 24 de julio de 1976: “Escribí Mariana. Gran
vivencia es academia”. Recuerda también a Dostoyevski
calor” (Ibid. , p. 434).
y a Balzac: “la novela es vida”. Eso no quiere decir que
En estas líneas de sus diarios íntimos, Garro indica
lo que cuento en Mariana sea una simple calca de mi
la curiosidad que despertaba este texto entre el círculo
vida al papel. Creo que todas las novelas son roman à
de sus amigos intelectuales, artistas y funcionarios
clef o no son novelas. (Carta de Elena Garro reproducida
públicos, que eran, o habían sido amigos de Octavio Paz,
en el Prólogo de Emmanuel Carballo, Testimonios sobre
ya que era un secreto a voces que en Testimonios sobre
Mariana, p. XII).
Mariana revelaba su vida íntima con Octavio Paz,
Si bien Garro explica que la novela no es una auto-
los tejes manejes de la política diplomática, Paz y sus
biografía, también apunta: “lo que no es vivencia es aca-
amantes, los amores de la propia Garro con Adolfo Bioy
demia”. En el juego de significados que crea en Testi-
Casares, Ramón (Finki) Araquistáin y Archibaldo Burns;
monios sobre Mariana, la inteligencia y agudeza de la
en fin, las relaciones disfuncionales que predominan
autora quedan plasmadas al crear una novela que tiene
entre hombres y mujeres en las sociedades autocráti-
un pie en la realidad, pero que está lejos de ser “una
cas. Los Testimonios sobre Mariana eran un escándalo,
calca de su vida al papel”. En 1991 respondió a una de
la novela circulaba clandestinamente dentro de un cir-
las preguntas de la poeta Minerva Margarita Villarreal:
cuito privado, antes de ser publicada. La escritora no tiene otra alternativa en esos momentos; sabía que no habría editor que se atreviera a publicarla por no “ofender” a Octavio Paz y a las camarillas que dirigían la cultura oficial. Por fin, en 1980, Helena Paz le entrega el manuscri-
MMV: En Testimonios sobre Mariana también los nombres son muy parecidos ¿no? EG: En ¿Testimonios? No, ahí sólo uno es verdadero, André. MMV: Sí, pero por ejemplo Augusto... César Augusto era Octavio.
to a Emilio Carballido, quien se lo propone a la Editorial
EG: Sí, pero no era Octavio...
Grijalbo. El viaje sigiloso de Testimonios sobre Mariana
MMV: Yo me refiero a que en la historia de Roma era
llegó a su fin en 1981, y ese mismo año obtiene el premio de novela Juan Grijalbo.
Octavio, yo no digo que en la realidad lo sea... EG: Sí, lo puse de mala fe... (Miguel Covarrubias, Junto a una taza de café, “Diálogo con Elena Garro en la
El pre-texto y el texto
Capilla Alfonsina”, Transcripción de Patricia Rosas
Cuando Mariana vio la luz pública, la polémica no se
Lopátegui, p. 62).
hizo esperar. Huberto Batis y Emmanuel Carballo sostu-
Si para la escritora “la novela es vida”, obviamente
vieron un diálogo en Radio Universidad. A sus comenta-
la utiliza para expresar sus experiencias personales, sus
rios, Garro le respondió a Carballo en una carta fechada
observaciones, o su visión sobre el mundo en el que
en 1982:
vive. Es decir, Testimonios sobre Mariana, como pro-
Mariana no es una autobiografía sino una novela.
yección de su vida personal, alude a su matrimonio con
(...) Si piensas que en Mariana aparecen personajes vivos
Octavio Paz (la pareja vivió en Francia durante
te equivocas. Aunque es verdad que tomé rasgos de
postguerra); pero como obra que rebasa el entorno pri-
la
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vado y se inserta en la literatura universal, revela su
senta como a... Me hace perder la cabeza... “Elena es
visión acerca de las relaciones humanas en el mundo
amante de Finki. Pobre Octavio”. Yo odio a Finki y a
entero.
Octavio. Los dos me repugnan físicamente y moralmen-
Sabemos que cuando Elena Garro se casó con
te los desprecio. Vuelvo a tomar la misma decisión. Se
Octavio Paz en 1937, sufrió la opresión de los valores
van. Cierro la puerta y me digo: “Es la última vez que me
machistas no sólo de su esposo, sino de la sociedad
insultan”. Llamo a Narciso, lo mando a la Villette en
mexicana fincada en los preceptos patriarcales. Paz no le
donde vive Gregoria...
permitió concluir sus estudios en la Facultad de Filosofía
[Abro]... la llave del gas. Le doy a Chata tres pastillas
y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de
para dormir. Me tomo tres y abro la llave del gas. Un
México, ni hacer teatro, ni estudiar danza, ni escribir. La
[olor] gigantesco de gas empieza a salir. Me acuesto
única hija del matrimonio, la poeta Helena Paz Garro,
junto a Chata... aterrada y atontada... “Vamos a dormir-
expresó en sus célebres Memorias:
nos”... Nos dormimos uno... de pronto Narciso nos
Mi madre se aislaba quince días en su cuarto, le
está... agua caliente con sal que me empapa y empapa
decía a la Teo (...) que al contestar el teléfono dijera que
a la niña. Veo las ventanas abiertas. “¿Qué ha hecho la
se había ido al campo. Y a los quince días salía con un
señora? ¿Qué ha hecho?” Lo oigo asustado. Apenas
manuscrito; más tarde, se lo leía entusiasmada a mi
entiendo que me vio rara. Llegó a la estación del Metro
padre. Él se ponía a sollozar. Yo estaba espiando la esce-
de la rue de la Pompe, y se regresó corriendo, algo le
na, pero no entendía nada.
avisó, si algo... avisó al señor... no entiendo nada... En
–Eres un genio... Eres mejor escritora que yo.
la noche... fiscales: Octavio y Finki “Está loca, hay que
Se ponía de rodillas y le suplicaba que lo quemara. Mi
encerrarla en un manicomio”... María Zambrano. “¿Qué
madre con cara de congoja lo tiraba a la chimenea –siem-
hiciste Elenita?” “Nada”. Me... vaya a Trocadero. (...)
pre prendida en invierno–, y mi padre se ponía feliz.
Octavio quiere encerrarme en un manicomio. Me llama
–¡Qué buena eres Helencitos! (Helena Paz Garro, Memorias, pp. 80-81).
asesina. Finki lo mismo. Los oigo, los oigo, los oigo. Salen de mi cuarto. Veo la lámpara, cojo un cordón de
Garro no sólo tuvo que frustrar su talento como
seda de la cortina, lo amarro a la lámpara, hago un
escritora y quemar sus manuscritos, sino padecer el
nudo corredizo, cuando me voy a dejar caer, entra
acoso sexual de los amigos de su marido, de los intelec-
Octavio seguido de Finki. Nueva andanada. ¿No sabrán
tuales que visitaban su casa, así como los ataques agre-
que lo único que quiero es no oírlos nunca más?...
sivos y la descalificación a su persona, programada e
(Patricia Rosas Lopátegui, Testimonios sobre Elena
instigada por su propio marido. El ambiente opresivo en
Garro, p. 165). 6
el que vivió al lado de Octavio Paz en el París de la
Elena ficcionaliza esta experiencia en Testimonios
posguerra, la orilló a intentar el suicidio en 1947. En un
sobre Mariana. Con el propósito de demostrar que la
fragmento de su diario íntimo, Elena anotó:
realidad no está lejos de la ficción, quiero comparar el
No soporto más... 4 Finki viene a comer... Al día siguiente... me analizan... Tomo una decisión, no puedo
registro del diario, o el epitexto íntimo (pre-texto) de Elena Garro, con su recreación en la novela.
divorciarme: no tengo ni un centavo, además Octavio me
En este segmento del segundo testimonio, narrado
quitaría a la Chata. 5 Viene María Zambrano... me pre-
por Gabrielle, Natalia es la ficcionalización de su hija
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Rigel Herrera
Helena (la Chata), el señorito, de Ramón (Finki)
que se hallaba situada en el pasillo, frente a la puerta
Araquistáin, y el señor, se refiere a Augusto, el esposo de
de la habitación del señor. El cocinero se precipitó a
Mariana, Octavio Paz en la vida real:
cerrarla y entró al cuarto. Allí encontró a la señora
–¡Escuche, Gabrielle! Narciso le explicará lo sucedido –ordenó el señor de la casa.
abrazada a la niña. Ambas estaban inconscientes. Natalia parecía estar muerta. Abrió las ventanas que
En un francés casi incomprensible, Narciso relató
Mariana había cerrado herméticamente y les dio de
que la señora llegó de Italia a media mañana con la
bofetadas a las dos. Las obligó a respirar, les echó
misma ropa con la que se había marchado. Por
agua fría y después llamó al señor a su despacho.
la tarde, apenas salieron de la casa el señor y el seño-
Cuando éste llegó acompañado del señorito Ramón, él
rito, la señora le ordenó llevar un recado a Juana, una
se retiró. Dos horas más tarde, se acercó de puntillas
antigua sirvienta que vivía en La Villete. “Estaba muy
al cuarto de la señora y la sorprendió en el momento en
apacible, pero había algo extraño en ella”, dijo el cria-
el que se colgaba del alambre eléctrico, para ahorcarse,
do con ese sexto sentido que poseen las gentes del
mientras el señor y el señorito discutían en el salón.
pueblo. Una vez en la calle, Narciso tuvo una corazo-
–¡Basta! Puede usted retirarse –le ordenó Au-
nada y antes de bajar a la boca del Metro, se volvió
gusto. (Elena Garro, Testimonios sobre Mariana,
corriendo a casa. Entró por la cocina y se encontró
pp. 206-207).
con un olor insoportable a gas. La señora había abier-
Dicen que la realidad supera a la ficción. En el
to la enorme llave que surtía de gas a todo el piso y
caso del diario de Elena Garro, o del epitexto íntimo o
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pre-texto, esta aseveración resulta acertada. La des-
nalismos de quienes detentan el poder político y econó-
cripción del diario íntimo resulta mucho más impactante
mico; lanza un mensaje pasivo o inconsciente mediante la
que su ficcionalización. Al estar narrado en primera per-
conducta de los personajes y los modelos de familias dis-
sona, es el yo directamente quien cuenta lo que le sucede,
funcionales para comunicar el problema de los roles de
mientras que la novelización de la experiencia vivida –en
género y de identidad que siguen padeciendo hombres y
donde un personaje relata lo que hizo la protagonista
mujeres, aun en pleno siglo
en tercera persona– pierde la intensidad del drama que
sin asideros a la humanidad; en Testimonios sobre
ocurre en la vida de Mariana. Es decir, el hecho de que en
Mariana crea otras realidades más habitables, por la gra-
la novela sea Narciso quien relate el intento de suicidio de
cia de la imaginación –porque sabe con Baudelaire que el
Mariana, descarga al suicidio del sentimiento trágico que
arte supera a la realidad– y desde la dimensión imaginaria
lleva consigo. No es lo mismo cuando el yo expresa el des-
suprema nos invita a combatir los excesos y la tiranía del
garramiento de la opresión infligida –el caso del diario de
statu quo.
XXI .
Pero Elena Garro no deja
Elena Garro–, a que alguien relate lo que le sucede al otro.
Creo, como Genette, que los paratextos son de gran
Aunque el relato de Narciso describa la tragedia que cir-
relevancia para la comprensión cabal de todo texto. Para
cunda a Mariana, no le sucede a él, de allí que el drama
quienes desprecian el valor literario y la trascendencia de
que vive la protagonista aparezca mitigado en el relato de
los diarios íntimos, vale la pena señalar que, en el caso
Narciso. En la ficcionalización, Narciso es un espectador
de Elena Garro, gracias al epitexto privado, podemos tener
o un testigo del sufrimiento de Mariana; en el diario ínti-
una noción más clara y precisa del proceso creativo de la
mo o pre-texto, Elena Garro expresa lo que vive en carne
autora. Pero el valor del epitexto íntimo también estriba
propia, el horror de la tiranía, la vejación y la asfixia.
en que nos ayuda a comprender la necesidad de hacer
Pero, sin duda alguna, lo que Garro comunica, tanto
público lo privado para poder avanzar en el estudio del
en el pre-texto como en el texto, es que cuando Elena-
comportamiento humano. La trascendencia del diario
Mariana –o cualquier ser humano– no puede ser ella
íntimo, como de su ficcionalización en la novela, radica
misma, ni desarrollar su talento, y vive constantemente
en que Garro revela a la bestia que todos llevamos den-
agredida por los hombres poderosos del stableshment,
tro, la carencia de ética que esclaviza y tiraniza a la
el yo muere. Entonces, el suicidio se presenta como una
sociedad gobernada por el más fuerte. En Testimo-
salida a la opresión.
nios sobre Mariana, Elena Garro levantó la voz para reve-
Si bien podemos aseverar que la realidad supera a la
lar, sin reserva, descarnadamente –como sólo pueden
ficción, también es cierto que, como decía Baudelaire, el
hacerlo los grandes creadores– la crisis moral que impera
arte supera a la realidad o a la naturaleza, porque en
en el mundo, como hoy, en pleno siglo
el arte, en Testimonios sobre Mariana, la naturaleza o la
Saramago cuando expresa, irreverente: “Estamos hundi-
realidad queda transformada por la imaginación donde es
dos en la mierda del mundo y no se puede ser optimista;
corregida, embellecida, condensada.
el que es optimista es estúpido o millonario” (Armando G.
Testimonios sobre Mariana es un espejo que refleja la opresión de los valores culturales fundados en la autocra-
XXI ,
la alza José
Tejeda, “Presentó ayer en España Las pequeñas memorias, La Jornada Virtual, 26 de enero de 2007).
cia. Con el talento y perspicacia que la caracterizan, Garro
Mientras lo privado no se haga público, esto es, se
retrata a los seres humanos atrapados en los convencio-
sigan ocultando las lacras que aquejan a la humanidad,
no se ventilen y cuestionen la opresión que ejercen los
BIBLIOGRAFÍA
valores culturales y las políticas maquiavélicas, seguiremos anclados en los mismos patrones de conducta nociva, dominados por los tabúes, repitiendo los abusos sexuales, emocionales y psicológicos. En estos tiempos globalizadores, precisamos de creadores honestos y valientes que se atrevan a desenmascarar los vicios y las monstruosidades del ser humano, y que clamen y actúen como Garro: En esta corriente amazónica en donde se pudren con los vientres inflados de aguas podridas y de sapos los autores, sus gobernantes, sus madres, madrinas, parientes y padres, hay una desmesura, un desorden y un caos inimaginables para una mente más o menos ordenada como la mía. Es decir, la mente de una
C LANCIER, ANNE, Psicoanálisis, Literatura, Crítica, Prólogo de Yvone Belaval, Madrid, Cátedra, 1976, pp. 11-29. C OVARRUBIAS, MIGUEL, Junto a una taza de café, “Diálogo con Elena Garro en la Capilla Alfonsina. Miguel Covarrubias, Minerva Margarita Villarreal y Genaro Saúl Reyes”, Transcripción de Patricia Rosas Lopátegui, Monterrey, Ediciones Castillo, 1994, pp. 43-67. GARRO, ELENA, Testimonios sobre Mariana, Prólogo de Emmanuel Carballo, México, Editorial Porrúa, 2006. GENETTE, GÉRARD, Umbrales, México, Editorial Siglo XXI, 2001. PÁRAMO, ROBERTO, “Reconsideración de Elena Garro, en El asesinato de Elena Garro de Patricia Rosas Lopátegui, México, Editorial Porrúa/UAEM Morelos, 2005, pp. 229-232. PAZ GARRO, HELENA , Memorias, México, Editorial Océano, 2003. R OSAS LOPÁTEGUI, PATRICIA, Testimonios Sobre Elena Garro. Biografía exclusiva y autorizada, Monterrey, Ediciones Castillo, 2002. _____. El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica, México, Editorial Porrúa/UAEM Morelos, 2005. TEJEDA, ARMANDO G., “Presentó ayer en España Las pequeñas memorias. ‘El mundo está hundido en la mierda’: Saramago”, La Jornada Virtual, Cultura, México, 26 de enero de 2007).
pequeña burguesa ahogada por el deseo de entender lo que escribe y lo que lee. Mente cronometrada hace ya cientos de años por una cultura ajena al cocodrilo, al caníbal, al cabrón y al esteta de la mierda acumulada durante muchas generaciones. (...) Me jacto de decir lo que pienso y de firmar lo que escribo (Carta de Elena Garro, op. cit., p. XIV- XV). No hay duda de que la caja de Pandora –aunque sería más correcto decir “la caja de Zeus”– está abierta y que los males de la condición humana descuellan en el mundo -pero no por culpa de Pandora, como nos han hecho creer los patriarcas; ella no creó la vejez, la enfermedad, la locura, el vicio, la plaga, la pobreza, el crimen, etcétera. Las imperfecciones del ser humano son intrínsecas de nuestra propia naturaleza animalística. Por lo tanto, urge destruir falsos mitos que dañan a mujeres y hombres, urge hacer público lo privado para transformar nuestros valores opresivos en parámetros más equitativos para ambos géneros y alcanzar la Esperanza renovadora de la caja de Pandora. Éste es el legado de Elena Garro en Testimonios sobre Mariana.
1 Testimonios
sobre Mariana acaba de ser reeditada por Editorial Porrúa
(México, 2006) con un prólogo de Emmanuel Carballo. 2 El lector puede seguir el hilo autobiográfico de Testimonios sobre Mariana con la publicación de los diarios de la autora en Testimonios sobre Elena Garro. Biografía exclusiva y autorizada (Ediciones Castillo, 2002). 3 Ni Reencuentro de personajes (Grijalbo, 1982) ni Testimonios sobre Mariana (Grijalbo, 1981) fueron publicadas en los años sesenta. Las dos novelas padecieron la censura por el obvio tono autobiográfico. 4 Los puntos suspensivos indican las palabras borradas por la mancha de orines de gato en el diario original de Elena Garro. 5 La
Chata es el nombre familiar de su hija, Helena Paz Garro. evento también fue consignado por su hija Helena Paz, en sus Memorias, aportando más información desde otra perspectiva: “En el departa6 Este
mento, un día, mi madre esperó a que mi padre se fuera a la embajada y me dijo: –Mira Chatita, nos vamos a volver a dormir. –Pero yo no quiero, mamá. –Sí, sí, vamos a tener un sueño rico. Tómate estas pastillitas. Me dio muchas pastillas blancas con un vaso de agua y mandó muy temprano a las compras a Narciso. Me dormí; pero Narciso, muy astuto, la había visto muy desesperada y llorar a escondidas. Llegó a la esquina de la calle y enseguida comprendió. Se regresó corriendo a la casa, le pidió ayuda a Pierre y entre los dos tiraron la gran puerta de la entrada. El olor a gas salía con fuerza del departamento. Mi madre había abierto un enorme tubo de gas, anticuado, en la vetusta cocina, y éste penetraba directamente a la gran recámara que compartía con mi padre, donde estábamos dormidas. Gracias a la rapidez de Narciso no hubo necesidad de llamar ambulancias. Alarmadísimos, me despertaron a bofetadas y a cubetazos de agua fría. Pierre, que quería tanto a mi madre le preguntaba: -¿Cómo es posible que una petite dame tan joven y tan bonita no quiera ya vivir? Mi madre sollozaba como en el barco aquel. Narciso me llevó a la cocina y me explicó que había sido una ‘equivocación’ de mi madre. No entendí nada. Muchos años después, comprendí que se había tratado de suicidar, y no queriendo dejarme sola en el mundo, decidió llevarme con ella”. (Helena Paz, pp. 104-105). En entrevista con Helena Paz, me comentó que su mamá sabía que si la dejaba en manos de su padre, Octavio Paz, éste la enviaría con su madre, su abuela Pepa Lozano, quien se había vuelto a casar. Su esposo, Pepe Delgado Lozano, había abusado sexual mente de Helena (la Chata) cuando contaba con tres años de edad, en casa de su abuela paterna. Por eso, Elena Garro, su madre, había decidido “llevársela con ella” (Patricia Rosas Lopátegui, entrevista inédita, 27 de enero de 2007).
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