El amor platónico, el amor transferencial y el amor en la vida real

El amor platónico, el amor transferencial y el amor en la vida real * Martín S. Bergmann El amor, emoción enigmática y potente, ha evocado a través
Author:  Sara Palma Venegas

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El amor platónico, el amor transferencial y el amor en la vida real

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Martín S. Bergmann

El amor, emoción enigmática y potente, ha evocado a través de los siglos cuantiosas imágenes, metáforas y poemas, pero pocas veces ha promovido el deseo epistémico de descubrir su carácter. El mito de Cupido y Psique, tantas veces representado en obras de arte, es de origen reciente (Apuleo), y por lo tanto no genuino. No obstante, puede ser leído como un relato de advertencia, que anuncia que el amor desaparecerá si, como Psique, movida por la curiosidad, nos atrevemos a mirarle el rostro. Entre los pocos que procuraron resolver el enigma del amor, se destacan Platón y Freud por su interés epistémico, que produjo una transformación de nuestra mirada sobre el amor. A pesar de los 2000 años transcurridos entre Platón y Freud, ambos tenían mucho en común. Dodds (1951) describió a Platón como un individuo que se crió en un medio social que se enorgullecía de resolver todas las cuestiones por vía de la razón. Platón creía que la virtud (areté) consistía esencialmente en vivir racionalmente. Sin embargo, este punto de vista racional se vio desafiada a lo largo de la vida de Platón por acontecimientos que, como afirma Dodds, "bien inducirían a cualquier racionalista a reconsiderar su fe (págs. 214-215). Salvando las diferencias, dicha descripción le cabe también a Freud. Tanto Platón como Freud tenían profundo interés por explorar la realidad intrapsíquica. Ambos interpretaron los sueños de un modo revolucionario. Platón, como he señalado en otro trabajo (Bergmann, 1966), fue uno de los primeros en comprender el sueño, no como un mensaje de los dioses, sino como un acontecimiento intrapsíquico. Del mismo modo, Freud se apartó de la visión científica de los sueños vigente en su generación, e insistió que el sueño poseía un significado intrapsíquico. Tanto Platón como Freud eran conscientes del hecho de que en los sueños aparecen deseos incestuosos. , Dirección: 1136 Fifth Avenue. New York, N. Y, U.S.A., 10028.

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Platón vivió en una época que aún estaba imbuída de la concepción mítica del mundo, pero bajo el impacto de los filósofos racionalistas, los mitos se fueron transformando gradualmente en alegorías. A la vez, los sofistas sistemáticamente cuestionaban los valores fundamentales del modo de vida griego. Desde el punto de vista mítico, el temor reverente y el misterio que experimentaba el hombre antiguo ante el amor, se atribuía a los poderes de un dios especial. Eurípides describe el amor como "el aliento de Afrodita" y a las bacantes como "frenéticas con hálitos del dios" (Onians, 1954, pág. 55). El poder del amor era vivido como la manifestación del poder del dios del amor, del mismo modo que se consideraba al fuego como manifestación del dios del fuego. En los Diálogos de Platón, en Fedro o del Amor, Sócrates y su compañero se encuentran a orillas del río Iliso, donde, según se cuenta, Bóreas, el viento norte, se habría llevado a Oritya. Le preguntan a Sócrates si cree en este mito y él responde con cautela: "Si dudase como los sabios, no me vería en conflictos, podría agotar los recursos de mi espíritu, diciendo que Bóreas la hizo caer de las rocas vecinas donde ella se solazaba con Farmakeia, y que esta muerte dio ocasión a que se dijera que había sido robada por Bóreas, y aún podría trasladar la escena sobre las rocas del Areópago, porque según otra leyenda, ha sido robada sobre esta colina y no en el paraje donde nos hallamos. [,..1 todas estas explicaciones [,..1 exigen un hombre muy hábil [,..1 porque además de esto, tendrá que explicar la forma de los hipocentauros y la de la quimera, y en seguida de éstos las gorgonas, los pegasos y otros mil monstruos aterradores por su número y su rareza" cosa que Sócrates consideraba filosofía barata. Y continúa Sócrates: "En cuanto a mí no tengo tiempo para estas indagaciones y vaya darte la razón. Yo no he podido aún cumplir con el precepto de Delfos, conociéndome a mi mismo; y dada esta ignorancia, me parecería ridículo intentar conocer lo que me es extraño. [...1 quiero saber si yo soy un monstruo más complicado y más furioso que Tifón, o un animal más dulce, más sencillo ..." (Platón, Diálogos, pp. 624-625) Este pasaje de Fedro ha sido citado para diversos fines. Cassirer (1946) lo utilizó para ilustrar la relación entre mito y lenguaje. Lo que es importante en el contexto actual es la conexión entre la pérdida de fe en los mitos y en el mandato de "conócete a ti mismo". Dicha conexión va más allá de la relación más superficial que afirma Sócrates, en cuanto a que no tiene tiempo para tales asuntos, ya que cuando los mitos tenían fuerte influencia en las mentes de los hombres, el hombre no representaba ningún tipo de enigma para sí mismo, y no existía ninguna necesidad interna de conocerse a uno mismo. Por ejemplo, cuando Homero describe cómo Agamenón se autorrecompensó por la pérdida de su amante, robándole a Aquiles la suya -lo cual

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era un acto inmoral de codicia que ponía en peligro el éxito de la Guerra de Troya- se disculpa por su conducta, evocando el concepto de Ate (mala suerte). "No he sido yo la causa de este acto, sino Zeus, las Erinias que caminan en la oscuridad ... colocaron ese día al salvaje Ate en mi entendimiento, entonces qué otra cosa podía hacer yo? La deidad siempre saldrá con la suya" (traducción libre de la cita de Dodds, 1951, pág. 3). En el discurso psicoanalítico, diríamos que el hombre en la era mitológica proyectaba deseos inaceptables del Ello en su dios. Sin embargo, el hecho de que Agamenón se vio apabullado por "el salvaje Ate" y actuó como instrumento del poder divino no lo absuelve, según su propia opinión, de la responsabilidad que le cabía, y expresa su voluntad de reparar el hecho. De un modo similar, Helena fue obligada por Afrodita a abandonar su casa, su marido y su hija a causa de su pasión por París, pero eso no le evitó sentimientos de culpa o de duelo por la pérdida de su vida pasada. Cuando se lamenta a Príamo dice: Me inspiras reverencia, suegro amado, y, al mismo tiempo, espanto. ¡Ojalá la cruel muerte me hubiera sido grata cuando hasta aquí seguía yo a tu hijo, habiendo abandonado mi habitación nupcial y a mis parientes y a mi hija querida tiernamente y al amable grupo de las amigas de mi misma edad! [La Ilíada, Canto 3, pág. 146] Al ser liberada del poder de Afrodita, Helena desprecia a París y detesta su cama, pero bajo el mandato de Afrodita, le sobreviene un dulce deseo de él. Los héroes de Homero, por lo tanto, viven en un mundo doble: uno que está más allá del control de su yo, vivido como la obediencia a varios dioses; y el otro mundo, vivido como sujeto al control de su propio yo y superyó. Sócrates, a diferencia del Agamenón de Homero, cree en el Daemon, una voz interior que le advierte del mal y lo impulsa hacia el bien. El ocaso de la era mitológica está asociada a un avance importante en la internalización psíquica. En el plano psicológico, había una parte de verdad en la acusación de impiedad para con los habitantes del Olimpo contra Sócrates. Sócrates no fue el primero en exigir el autoconocimiento. Sófocles, nacido 26 años antes que Sócrates, ya, en Edipo Rey, había puesto en

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boca de Edipo la siguiente proclama: "Yo mi linaje lo tengo que descubrir ... Hijo de tales padres, ni tengo que resultar ya otro, ni tengo por qué ignorar mi cuna." (Sófocles, pág. 44) Sin embargo, para Edipo, el autoconocimiento, en términos comparativos, es para él un conocimiento externo, no el conocimiento interno al cual se refiere Sócrates, que tanto se asemeja a lo que llamamos 'insight'. Este momento en la evolución del pensamiento humano es también el punto en que aparece por primera vez el amor como emoción enigmática. El hombre presocrático le temía al amor, ya que lo consideraba una fuerza destructiva del dios del amor; al hombre postsocrático le intrigaba el amor. Onians ha señalado que en Homero, el amor sexual se describe como un proceso de licuación o derretimiento. Habla del "deseo líquido". Contrariamente, el odio proviene del congelamiento o endurecimiento (Onians, 1954, pág. 202). Dover (978) resalta que, según Homero, Eros significaba deseo. Podía ser deseo de una bebida, o deseo de una mujer. En la Grecia preplatónica no había una palabra específica para el amor que excluyera la sexualidad. En el Simposio, en los Diálogos de Platón, se observa la transición de la concepción mítica del amor a la filosofía. Fedro, el primer orador, pondera el poder del dios del amor en lenguaje mitológico. El amor es un dios poderoso que inspira a los amantes a realizar actos de coraje y devoción sin precedentes hacia sus amados. El segundo orador, Pausanias, introduce el tema filosófico, al trazar la diferencia entre la Afrodita celestial y la Afrodita vulgar, distinción que luego tendría una larga historia en el pensamiento occidental. Otros oradores, distinguen entre el amor honroso y el amor vulgar, entre el amor sano y el amor enfermo. Dichas distinciones no se conocían cuando dominaba la concepción mítica. Sócrates, el último orador, presenta una perspectiva totalmente nueva sobre el amor. Destrona el amor al señalar que es la expresión de la necesidad y afirma que sólo los necesitados pueden amar. El amor desarticula este sentimiento de déficit. Homero no hace referencia a la homosexualidad. Se cree, en general, que este tema fue introducido como una institución prácticamente oficial por los dorios, quienes invadieron Grecia en el siglo once, es decir, unos doscientos años después de los hechos presentados en La llíada. La homosexualidad fue ponderada por los dorios como conducente al valor marcial. Se encuentran ecos de esta concepción en el Simposio, en Diálogos, cuando Fedro elogia el amor homosexual, que, se consideraba, contribuía a hechos heroicos en la batalla; y Pausanias considera al amor heterosexual como común y terrestre. Sin embargo, no hay que permitir que ni siquiera el amor homosexual se degenere en amor sensual exclusivamente. Los objetos de amor homosexual en Grecia eran jóvenes de

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entre doce y dieciséis años; sus amantes eran generalmente hombres de menos de cuarenta y cinco años de edad. El joven (eromenos) era idealizado por su belleza. El amante homosexual ierastesí debía elevar al eromenos mediante su sabiduría y su virtud. Pero en realidad, hay documentos que muestran que el erastes era casi siempre explotado por el eromenos y actuaba masoquísticamente (Flaceliere, 1960; Dover, 1978). En los escritos de Platón, el amor sublimado (desexualizado) emerge gradualmente de la idealización del amor homosexual. Por lo tanto, Platón debería ser considerado como el primero en haber concebido la sublimación. En el Simposio, se relatan dos mitos sobre el amor. Trataré, en primer lugar, aquel que fue narrado por Sócrates. Cuando nació Afrodita, los dioses hicieron un banquete, durante el cual Recurso se emborrachó y se quedó dormido. En este estado de impotencia, Pobreza lo sedujo y así fue concebido el amor. Como hijo de la pobreza, Eros es presentado como pobre. No tiene ni zapatos ni casa donde dormir. Duerme en el suelo y sin cobijas a la intemperie, y descansa en los portales de las casas. Al igual que su madre, siempre está necesitado. Y, como su padre, es cazador de hombres, emprendedor, astuto, terriblemente encantador, brujo y sofista. La visión socrática del amor ha dejado una huella indeleble en el pensamiento occidental. En un estudio fascinante, Panofsky (1939) rastreó el tema de Cupido ciego. Es tan habitual la idea del amor ciego que uno se sorprende al descubrir que ni en el arte griego ni en el romano se lo presentó como ciego. Cupido aparece con los ojos vendados por primera vez en el siglo trece. "Cupido ciego", dice Panofsky, "comienza su carrera con compañeros un tanto terroríficos. Pertenecía a la noche, a la sinagoga, a la infidelidad y a la muerte" (traducción libre de la cita en pág. un La interpretación alegórica era muy poco favorable. "Cupido está desnudo y es ciego porque despoja a los hombres de la ropa, las pertenencias, el buen sentido y la sabiduría" (traducción libre de la cita en pág. 107). A pesar del desprecio con el que se describe el amor en la alegoría socrática, la extraña parentela del amor capta efectivamente los sentimientos paradójicos que muchos amantes han expresado en cuanto a la inmensa riqueza en la presencia de su amor, y la pobreza inconsolable al separarse o ser abandonado. El mito más conocido en el Simposio, en Diálogos, es relatado por Aristófanes. Según este mito, el hombre primitivo tenía dos caras, cuatro brazos, cuatro piernas, dos órganos sexuales, y podía avanzar o retroceder con toda libertad. Había tres tipos de hombre primitivo, algunos estaban compuestos de dos machos, otros de dos hembras, y sólo un tercer tipo estaba compuesto de hombre y mujer. Estos humanos primitivos eran tan poderosos que amenazaron a los dioses, y Zeus los cortó

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en dos, creando hombres homosexuales, mujeres lesbianas y parejas heterosexuales. La razón por la cual la humanidad no fue aniquilada se adjudica a la dependencia por parte de los dioses de los sacrificios que les traían los hombres; prevalece una cierta dependencia oral hostil. "Hecha la división [de los hombres], cada mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con un ardor tal que abrazadas perecían de hambre e inanición, no queriendo hacer nada la una sin la otra [...] Cuando el que ama a los jóvenes o a cualquier otro llega a encontrar su mitad, la simpatía, la amistad, el amor los une de una manera tan maravillosa que no quieren en ningún concepto separarse ni por un momento. Estos mismos hombres que pasan toda la vida juntos no pueden decir lo que quieren el uno del otro, porque si encuentran tanto gusto en vivir de esta suerte, no es de creer que sea la causa de esto el placer de los sentidos. Evidentemente su alma desea otra cosa, que ella no puede expresar, pero que adivina y da a entender. Y si cuando están uno en brazos del otro, Hefestos se apareciese con los instrumentos de su arte y les dijese: ... ¿Qué es lo que os exigís recíprocamente? Y si viéndoles perplejos, continuase interpretándoles de esta manera: "10 que queréis ¿no es estar de tal manera unidos que ni de día ni de noche estéis el uno sin el otro? Si esto es lo que deseáis, voy a fundiros y mezclaros de tal manera que no seréis ya dos personas, sino una sola; y que mientras viváis [...]" Es bien seguro ... que ninguno de ellos negaría ni respondería que deseaba otra cosa, persuadido de que [Hefestos] acababa de expresar lo que en todos los momentos estaba en el fondo de su alma ... La causa de ésto, es que nuestra naturaleza primitiva era una, y que éramos un todo completo, y se da el nombre de amor al deseo y prosecución de este antiguo estado." (Platón, en Diálogos, págs. 363-365) Aquí se percibe que la asociación entre derretirse y amar no es exclusiva de Platón. Sófocles ensalza el amor omnipotente "ya que se derrite a medida que pasa por los pulmones de aquellos que tienen vida dentro de sí" (traducción libre de la cita en Onians, 1954, pág. 37). Dado que el mito fue adjudicado por Platón a Aristófanes, el célebre escritor de comedias, existen dudas sobre si pretendía que fuera tomado seriamente. Se nota que en tanto que el lenguaje es el de la metáfora mítica, el interés es filosófico: diferenciar el amor de la experiencia sexual y explicar el deseo de encuentro, que es una parte tan integral del amor. También debe observarse el énfasis que se pone en las experiencias preverbales, expresadas por la frase, "que ella no puede expresar, pero que

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adivina y da a entender" l. Traducido a términos psicoanalíticos, expresa el sentimiento que emerge cuando un hecho, sentimiento o estado en el presente ha entrado en contacto con un hecho, sentimiento o estado que pertenece al pasado, sin que el hecho pasado se vuelva consciente. Supongo que no fue por error que Freud evocó el término platónico "oscuro presentimiento" cuando escribió "...obedeciendo a un oscuro presentimiento, me hube decidido a trocar la hipnosis por la asociación libre". (Freud, 1914a, pág. 18) El origen de este mito narrado por Platón es de la India, pero en sus manos sufrió una transformación típicamente griega. Utilizando el término de Hartmann, se podría decir que fue "sometido a un cambio de función". En los Upanashad, Purusa el primer hombre miró a su alrededor y no vio nada más que a sí mismo. Al principio dijo: "Yo soy, y así nació la palabra 'Yo"'. No se alegró, y por lo tanto el que está solo no se alegra. Mediante su voluntad, se dividió en dos pedazos, y de ellos nacieron marido y mujer. Se unieron, y de aquí nació la humanidad. Ella reflexionó: "¿Cómo puede unirse a mí luego de haberme engendrado de sí mismo? [Por vergüenza! Yo me ocultaría." Ella se convirtió en vaca y él en toro y se unió a ella, y de ellos nació todo el ganado: ella se convirtió en yegua y él, en caballo, etc. (traducción libre de la cita en O'Flaherty, 1975, pág. 34)

En la versión india, el hombre primitivo, como el Adán bíblico, está solo. La división es voluntaria. En la versión griega, el mito ha sido modificado por Platón para explicar el mito del amor. En la versión de Platón, el primer hombre vivía en un estado de felicidad narcisista, con reminiscencias del narcisismo primario freudiano. Luego, el primer hombre cometió el típico pecado griego, la extrema arrogancia, e intentó emular a los dioses. El castigo fue la división y, por consiguiente, el amor. El mito reaparece con el sentido invertido cuando Dante entra al segundo círculo del Infierno, reservado para los pecadores carnales, cuyo pecado fue someter la razón al deseo, es decir, para aquellos que morían por amor. Allí Francesca y Paolo aparecen ante Dante condenados a estar unidos para siempre. Francesca estaba casada con el hermano mayor de Paolo, que era paralítico. La pareja fue encontrada in fraganti en el momento del delito por el marido de Francesca, hermano de Paolo, quien atravesó a ambos con la misma espada. En esta versión, la unión eterna es vivida como castigo. Los amantes se fusionan físicamente, pero cada uno ha conservado su propia voz y su individualidad. La felicidad de la fusión se ha vuelto fuente de tormento. I N. de T.: En la versión consultada por el autor, dice "otra cosa de la cual ella tiene un oscuro y dudoso presentimiento."

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Es interesante el uso que hace Freud del mito platónico. Se refiere al mismo en dos oportunidades: primero, en Tres ensayos de teoría sexual (Freud, 1905d). Allí el mito es utilizado como introducción al capítulo sobre las aberraciones sexuales. Allí lo llama "La fábula poética" (pág. 124), aunque Freud no menciona a Platón. El mito es evocado por segunda vez en Más allá del principio de placer (1920), para ilustrar la idea de que Eros, tomando la forma de la pulsión a la unión, es activo en todo lo viviente que está más allá del "reino de los protistas" (pág. 57). De joven, Freud utilizaba el mito platónico con mayor libertad para expresarle su amor a su prometida. Escribió: "Realmente soy media persona en el sentido de la antigua fábula platónica, que seguramente conoces, y en los momentos en que no estoy activo, me duele el tajo. Finalmente, nos pertenecemos el uno al otro" (E. Freud, 1960, Carta 17V Este mito solía ser citado por los filósofos románticos en el siglo diecinueve para demostrar la bisexualidad básica de los seres humanos (Ellenberger, 1970). El problema de la bisexualidad tenía importancia en el pensamiento de Freud, por la influencia ejercida por Fliess a fin de siglo. Lewin (1952) sugiere que no fue por azar que este mito fuera contado en un banquete tsymposium). Considera que se basa en la negación del apego al cuerpo de la madre. En el lugar de la madre, Platón colocó a un hermano concebido narcisísticamente y a una hermana de quien se podría decir que estaba unida, ya que ambos se originaron del mismo útero y mamaron del mismo pecho. Según su interpretación, la separación representa el destete. Bradley (1967) interpreta el mito como una fantasía de escena primaria, en tanto que yo considero al mito como expresión del anhelo de simbiosis (Bergmann, 1971). Si bien el mito tiene diversos niveles de interpretación, es un ejemplo poético de la descripción freudiana (1914b) de la elección narcisista de objeto. Tiene particular relevancia para la elección de objeto homosexual, donde el espejamiento juega un papel importante. Fedro es interesante desde el punto de vista psicoanalítico por otro motivo: contiene la alegoría del cuadriguero. Cada alma se divide en tres partes, dos caballos y un cuadriguero. El caballo de la derecha es blanco, de cuello largo y hocico aguileño. Ama el honor, la modestia y la moderación. No precisa del roce del látigo, y basta una amonestación para orientarse. Su compañero es de pelaje oscuro, cuello corto y cara plana; es un animal torpe y deforme, acompañante insolente y orgulloso, que apenas obedece con el látigo. Cuando el cuadriguero contempla la visión del amor, su alma se llena de deseo. El corcel obediente, gobernado por la vergüenza, se detiene, en tanto que el otro se arroja hacia adelante. Z

Quisiera agradecer al Dr. Robert Liebert por haber guiado mi atención a esta carta.

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La disposición opuesta de ambos caballos obliga al cuadriguero a perder el control. Por un rato, el caballo oscuro gana. Con el tiempo, el caballo salvaje se domestica, y de allí en más, el alma del amante sigue a su amado con modestia y sacrosanto temor. Freud no se refería a Platón cuando utilizó como metáfora al cuadriguero y el caballo para referirse al yo y al ello. Sin embargo, la alegoría de Platón tiene una semejanza tan sorprendente a la división tripartita de la personalidad (el ello, el yo y el superyó) que puede inferirse la influencia de Platón. La alegoría es una descripción metafórica del conflicto intrapsíquico que triunfa con la victoria del amor desexualizado. El amor trascendental de Platón se logra mediante la sublimación del amor homosexual. La metáfora de Platón es la escalera del amor. Es más noble que Eros sea para la sabiduría que para un joven bello. Es mejor estar enamorado con las cualidades de una persona que con su belleza física. Pero la meta final es contemplar la belleza misma. Fiel a su herencia griega, Platón equiparaba la belleza con la bondad. Ambas fueron separadas en la doctrina cristiana por Santo Tomás de Aquino. El término "amor platónico", que significa amor desexualizado, fue acuñado por Vicino, el principal neoplatónico del Renacimiento. Gracias a Platón, la conexión entre el amor divino y el amor terrenal, Eros y Ágape, nunca se perdió totalmente. Los neoplatónicos del Renacimiento diferenciaban tres tipos de amor: el amor animal (amor bestiales, el amor humano (amor humanus) y el amor divino (amor diuinus) (Panofsky, 1969, pág. 117). En 1936, Marie Bonaparte obtuvo las ahora famosas cartas de Fliess. Freud quería destruirlas. Se entabló así una correspondencia de lo más conmovedora. La princesa escribió: "Tú mismo, querido padre, quizás no sientas toda tu grandeza. Tú perteneces a la historia del pensamiento humano como Platón, diríamos, o Goethe. ¡Qué pérdida para nosotros, la posteridad, si las conversaciones con Eckermann hubiesen sido destruidas, o los diálogos de Platón, estas últimas por pena de Sócrates, de modo que la posteridad no sabría que Sócrates practicaba la pedofilia con Fedro y Alcibíades¡ No puede haber nada de esto en tus cartas: [Nada, cuando uno te conoce, que podría disminuirte! y tú mismo, querido padre, has escrito en tus bellas obras contra la idealización a toda costa de los grandes hombres."

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Y, en otro párrafo de la misma carta, ella habla de "esta ciencia nueva y original, tu creación, más importante que la teoría de las ideas de Platón mismo'". Utilizaré esta carta para introducir el tema de la influencia de Platón sobre Freud, influencia que quizás haya sido más amplia de lo que hasta aquí se presume. La teoría de la libido de Freud, así como el concepto de sublimación se comprende mejor si se toma en cuenta la influencia de Platón. Antes de continuar, quisiera subrayar que en las manos de Freud, las ideas de Platón se transformaron radicalmente. En vez de un sistema religioso-filosófico, Freud erigió un sistema secular y psicológico. Recibió la influencia de Platón sin llegar a ser un platónico. Simon (1978) señala que tanto Platón como Freud utilizaron el lenguaje de la persona dentro de la persona. Cree que el modelo deriva de la introspección que se da cuando una persona en conflicto experimenta la presencia de diferentes voces dentro de si, que aconsejan acciones opuestas (pág. 203). Cuando Freud, en Tres ensayos ... (1905d) resumió su comprensión del amor en el epigrama "El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro" (pág. 203) sus palabras eran el eco de la doctrina platónica. Sin embargo, lo que para Platón era el reencuentro de la felicidad máxima del alma en el estado prenatal, devino para Freud el reencuentro en el amor adulto del objeto de amor infantil. El hecho de que el concepto de libido tiene mucho en común con el Eros de Platón ha sido señalado por Nachmanson (1915), Pfister (1921) y recientemente por Simon (1978). Nachmanson afirma que el término 'libido' es una traducción latina del griego 'Eros'. Lamenta esta latinización, ya que si Freud hubiera retenido el término griego original, la conexión entre Platón y Freud hubiera sido evidente. Nachmanson también dice que la separación entre pulsión y objeto que es tan característica de la metapsicología de Freud se remonta a Platón. Antes de 1920, Freud utilizó el término Eros sólo en su biografía de Da Vinci (1910), donde comentó los dibujos de Leonardo: "Evitan todo lo sexual de manera tan decidida que pareciera que Eros, que conserva todo lo vivo, no fuese un material digno del esfuerzo de saber del investigador." (p. 65) Strachey comenta que el nombre Eros como 'el que preserva todo lo viviente' precede el uso que Freud hace de este término en Más allá del :1 Quisiera agradecer a Celia Bertin, autora de una biografía de Marie Bonaparte que se publicará próximamente, por la autorización que me ha concedido para la cita de esta carta que hasta ahora sólo había sido publicada en una versión censurada. También quiero agradecer al Dr. Frank Hartmann por llamar mi atención a dicha carta.

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principio de placer (1920) en diez años. Después de 1920, Freud dejó de utilizar los términos libido y Eros como sinónimos'. El término Eros fue utilizado para designar la fuerza vital que combina a las sustancias orgánicas para formar unidades más grandes. Es Eros el que procura forzar y mantener unidas las porciones de la sustancia viviente y por lo tanto se contrapone al instinto de muerte. En este nuevo contexto, la libido es concebida como el aspecto de Eros que se ocupa directamente de la sexualidad, aunque se entiende aquí la sexualidad en el sentido amplio del término. Freud reconoce su deuda a Nachmanson en su prefacio a la cuarta edición de Tres ensayos ... : "... todos cuantos miran con desdén al psicoanálisis desde su encumbrada posición deberían advertir cuán próxima se encuentra esa sexualidad ampliada del psicoanálisis al Eros del divino Platón;' . lCF. Nachmanson, 1915)" (1905d, pág. 121) Notemos la elección de la palabra 'coincide' (NT: en la versión de Strachey), en vez de "influido" por el pensamiento de Platón, como yo sugeriría. Ha habido resistencias por parte de los escritores psicoanalíticos a admitir que Freud recibió una influencia directa de Platón. Jones (1953, pág. 56) relata que Freud comentó en 1033 que "su conocimiento de la filosofía de Platón era muy fragmentaria". Agrega Jones, sin embargo, que a Freud le había causado gran impacto la teoría de la reminiscencia de Platón. Simon (1978) también afirma que Freud no había leído en profundidad a Platón (pág. 201), Aunque este punto de vista no ha sido cuestionado hasta ahora, no es convincente, ya que Freud no sólo leía griego y utilizaba los mitos griegos y términos griego con gran libertad, sino que eligió al libro de Gomperz Greek Thinhers (Pensadores griegos) como uno de sus diez libros "buenos" (Eissler, 1951l. y Gomperz dedicó un volumen y medio al pensamiento de Platón. Freud tenía el más alto respeto por los artistas y su capacidad de sublimar donde otros caen presa de la neurosis. Hacia los filósofos, sin embargo, la actitud de Freud es la de desprecio. Dice de la filosofía: "se aferra a la ilusión de poder brindar una imagen del universo coherente y sin lagunas". Los acusaba de sobrestimar el valor epistemológico de nuestras operaciones lógicas (Freud, 1933, pág. 148). La publicación de las cartas escritas por Freud en su juventud a su amigo Silberstein (Stanescu, 1971) contribuyó en gran manera a explicar esta animosidad ., Fue el Dr. Harold Blum quien me hizo ver ésto. " N. de T.: La traducción de la versión inglesa de Strachey es la siguiente ".. deberian advertir cuán cercanamente esa sexualidad ampliada del psicoanálisis coincide con el Eros del divino Platón".

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para con la filosofía. Sabemos ahora que bajo la influencia de Brentano, Freud consideró seriamente el estudio de la filosofía como profesión. He subrayado que Platón fue el artífice del concepto de sublimación. El término tiene una historia interesante. Deriva del latín, sublimare, término utilizado por los químicos y alquimistas de la Edad Media, para significar "ascender en forma de vapor para la purificación". También adquirió su significado metafórico en la Edad Media. En el siglo XVIII, fue utilizado por Goethe, según Kaufman (1950), en el sentido de que los sentimientos humanos y los acontecimientos no pueden retratarse en el escenario en su naturalidad original, sino que deben ser sublimados. Según Ellenberger (1970), la palabra fue utilizada también por Novalis y Schopenhauer, pero como aclara Kaufman, el primero en asignarle a la sublimación una función psicológica central fue Nietzsche. Habla de buenas acciones como acciones malas sublimadas. También habla de la sublimación de los impulsos en un artista, y de la sexualidad sublimada. Nietzsche incluso utilizó el lenguaje de la metapsicología psicoanalítica cuando dijo: "Uno provoca una dislocación en los propios cuantos de energía mediante la desviación de los propios pensamientos y juego de fuerzas fisicas hacia otros canales" (Kaufrnan, 1950, pág. 192, traducción libre). Resulta interesante notar que a Nietzsche le preocupaba principalmente la sublimación de la voluntad de poder, que en lenguaje psicoanalítico vendría a ser la sublimación del impulso agresivo, más que la sublimación de la libido. En los escritos de Freud, el término sublimación apareció por primera vez en el caso Dora (Freud 1905e)6: "Y cada uno de nosotros, en su propia vida sexual, ora en esto, ora en estotro, transgrede un poquito los estrechos límites de lo que se juzga normal. Las perversiones no son bestialidades ni degeneraciones en el sentido patético de la palabra. Son desarrollos de gérmenes, contenidos todos ellos en la disposición sexual indiferenciada del niño, cuya sofocación o cuya vuelta hacia metas más elevadas, asexuales -su sublimación- (35) están destinadas a proporcionar la fuerza motriz de un buen número de nuestros logros culturales (pág. 45). Se trata, obviamente, de la doctrina platónica, pero ha sido transformada. La cultura deriva de la sofocación así como de la sublimación de los impulsos perversos pregenitales, no de los impulsos genitales. Freud elaboró el concepto de sublimación con más detalle en Tres Ensayos ...(1905d) "¿Con qué medios se ejecutan estas construcciones tan importantes para la cultura personal y la normalidad posteriores del individuo? Freud ya había utilizado la palabra 'sublimación' en una carta a Fliess (Freud, 1897, pág. 242), pero no había adquirido aún el pleno significado técnico que le otorgara en sus escritos elaborados. 6

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Probablemente a expensas de las mociones sexuales infantiles mismas, cuyo aflujo no ha cesado, pues, ni siquiera en este período de latencia, pero cuya energía -en su totalidad o en su mayor parte- es desviada del uso sexual y aplicada a otros fines. Los historiadores de la cultura parecen contestes en suponer que mediante dicha desviación de las fuerzas pulsionales sexuales de sus metas, y su orientación hacia metas nuevas (un proceso que merece el nombre de sublimación) se adquieren poderosos componentes para todos los logros culturales." (Freud, 1905d, p. 161) Es dificil establecer quienes podrían ser estos historiadores de la civilización, pero recordemos que fue Platón el que derivó la gimnasia, la agricultura, la alfarería, el tiro de arco y la poesía, así como también el arte del herrero directamente de Eros. En tono humorístico, Pantagruel de Rabelais agrega que Eros puede incluso instruir a los brutos en artes que van contra su propia naturaleza, y transformar en poetas a los cuervos y cornejas, a los gárrulos, loros parlanchines y estorninos. También convierte a las urracas en poetas. En "Leonardo", Freud (1910) establece un contraste entre la sublimación y la represión. Señala que un hombre así "investigará con la misma devoción apasionada que otro dota a su amor". (p. 72) "Y la pulsión sexual es particularmente idónea para prestar esas contribuciones, pues está dotada de la aptitud para la sublimación; o sea que es capaz de permutar su meta inmediata por otras, que pueden ser más estimadas y no sexuales." (p. 72) ... la libido escapa al destino de la represión sublimándose desde el comienzo mismo en un apetito de saber y sumándose como refuerzo a la vigorosa pulsión de investigar." (p. 75) Es evidente que Freud consideraba a la sublimación como un camino alternativo que podía seguir la libido, evitando así la represión. Esto le permitía a Leonardo manejar energía de la cual carecen otros que reprimen. En tanto que la concepción de Freud de la sublimación es muy diferente a la de Platón, el énfasis en el valor superior implícito en la actividad sublimatoria refleja la persistencia de la influencia de Platón. En el Apéndice de Psicología de las masas (1921), Freud agrega: "Las pulsiones sexuales de meta inhibida tienen, respecto de las no inhibidas, una gran ventaja funcional. Puesto que no son susceptibles de una satisfacción cabal, son particularmente aptas para crear ligazones duraderas; en cambio, las que poseen una metal sexual directa pierden su energía cada vez por obra de la satisfacción, y tienen que

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aguardar hasta que ella se renueve por reacumulación de la libido sexual; entretanto puede producirse un cambio [de la vía] delobjeto .... Por otra parte, es muy habitual la transmudación de aspiraciones sexuales directas, efímeras por sí mismas, en una ligazón duradera meramente tierna; y la consolidación de un matrimonio concertado por enamoramiento carnal descanse en buena parte en este proceso" (pp. 131-132). Lamentablemente, la traducción al inglés es tan condensada que este párrafo se vuelve difícil de seguir. En alemán, Freud habla del casamiento consumado por el enamoramiento apasionado (Aus verliebter Leindenschaft geschlossne Ehe), que se consolida mediante su transformación en un vínculo tierno solamente (bloss ziirtliche Bindung). Freud (1923a) reiteró su creencia en la permanencia de vínculos inhibidos en su meta, cuando comparaba "las relaciones afectivas entre padres e hijos, que en su origen eran totalmente sexuales" con los "vínculos emocionales en el casamiento" de larga duración, que también "tuvieron su origen en la atracción sexual" (pág. 253). Es posible que este punto de vista también, en tanto que no era personal, tenía su origen en los pensamientos de Platón. Se encuentran evidencias más directas en el registro aún sin publicar del análisis de la Princesa Bonaparte con Freud". Cuenta que Freud le dijo que sólo el amor platónico es duradero. En otra ocasión cita las palabras de Freud: "La cultura no tiene peor enemigo que la mujer y el amor". "La mujer es ciertamente necesaria para continuar la civilización, pero nunca deja de amenazarla". Algunos de estos comentarios están expresados en un lenguaje más fuerte de lo que aparece en sus escritos publicados, pero en esencia no varían. El hecho de ver a la mujer como una amenaza de la civilización es coherente con su idea (Freud, 1925j) de que las mujeres, siendo castradas, no tienen la misma necesidad de desarrollar un superyó que los hombres. La desconfianza de Freud por la pasión sexual como fuerza de ligazón duradera también se observa en la oscura opinión que tenía de "el primer matrimonio de mujeres jóvenes enamoradas en la máxima intensidad." Estas nupcias apasionadas terminan en sufrimiento por la inevitable decepción en tanto que "un segundo matrimonio", supuestamente menos apasionado, "marcha mucho mejor" (Freud, 1931, págs. 235-236). La convicción de que los sentimientos tiernos se transforman en sentimientos sexuales está en el centro mismo de la teoría freudiana sobre sexualidad infantil. Tras la observación más detenida de la infancia, se sabe ahora que es más probable que la parte más tierna de los sentimientos de un niño por su madre se forma simultáneamente con 7

Le debo al Dr. Frank Hartman el haber podido acceder a estos comentarios.

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los sentimientos sexuales asociados a las zonas erógenas. Ya en 1947, Balint cuestionó esta idea. Notó que las formas pregenitales del amor no necesariamente están relacionadas con la ternura. Como Platón, Balint creía que el amor genital sólo utiliza sexualidad genital "como material sobre el cual injertar algo totalmente distinto" (pág. 132). Según su opinión, el vínculo emocional prolongado que perdura más allá de la satisfacción genital en una pareja, representa la transferencia de la devoción que el niño alguna vez sintió por la madre. Loewald (1979) va aún más allá, al afirmar que "una unidad original e íntima [entre madre e hijo] es anterior a lo que se llama comúnmente 'sexualidad' (pág. 765). Es probable que el fenómeno de la transferencia, que tanto intrigó a Freud sobre el fin del siglo. brindó la fuerza dinámica para sus indagaciones de la naturaleza del amor. El caso Dora (Freud 1905e) contiene la primera afirmación sobre la naturaleza de la transferencia, más allá de la temprana conceptualización en 1895, cuando la transferencia era considerada el producto de falsas conexiones. La terminación prematura de su tratamiento fue retrospectivamente atribuida al fracaso de Freud en el dominio de la transferencia. Se podría agregar que en ese tiempo su comprensión del amor era rudimentaria. Pensaba que el Sr. K. allegado del padre de Dora, cuya esposa era amante del padre, era una candidato apropiado para la muchacha de 19 años. Hoy, dados los avances en la comprensión de la adolescencia, vemos al Sr. ya la Sra. K. como figuras parentales sobre las cuales Dora desplazó sus sentimientos por los propios padres. Le daban a Dora lo que Blos llama "una segunda oportunidad" de desplazar y resolver sus sentimientos edípicos negativos y positivos con padres sustitutos. La interpretación de Freud a Dora fue que ella convocaba el amor por su padre como defensa contra su amor por el Dr. K.. En ese momento, no pudo entender que la seducción por parte del Sr. K. evocaba en Dora un conflicto intrapsíquico, precisamente porque estaba tan cerca de la imagen paterna original. Su seducción no podía evitar suscitar el tabú del incesto, lo cual la obligaba a rechazar al Sr. K. a pesar de que lo amaba. En el caso Dora, Freud estableció por primera vez una conexión significativa entre la transferencia y la sublimación. Distinguió dos tipos de transferencia: el primero no difería del modelo original en cuanto al contenido "salvo en la aludida sustitución". Freud las llamó "simples reimpresiones, reediciones, sin cambios" (Freud, 1905e, pág. 101). Otras transferencias han sido sujetas a la sublimación y se asemejan a las versiones revisadas del original. En 1915, Freud integró sus descubrimientos sobre la naturaleza de la transferencia y su comprensión sobre el amor en la vida real. El problema que se le planteó fue cómo tratar a una paciente que abiertamente le declaraba que se había enamorado del terapeuta. El le

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aconsejó al terapeuta renunciar a su orgullo de haber hecho una conquista, para reconocer que el hecho de que su paciente se había enamorado era un producto de la situación analítica. Habiendo dominado la contratransferencia, el terapeuta debe ser cauteloso de no apartarse del amor de transferencia ni rechazarlo, sino, con la misma resolución, abstenerse de darle cualquier tipo de respuesta. Debe demostrarle a la paciente que ella se enamoró en un momento en que estaban por emerger acontecimientos particularmente dolorosos de su vida. Debía insistir en el hecho de que enamorarse está puesto al servicio de la resistencia, y que las demandas de gratificación estaban reemplazando la necesidad del trabajo analítico. En la lectura del trabajo de Freud, hasta este punto, uno podría concluir que el amor de transferencia es, por su misma naturaleza, diferente del amor en la vida real. Sin embargo, hacia el final, Freud afirma algo sorprendente: "Opino que hemos dicho a la paciente la verdad, mas no toda ella, que es indiferente para el resultado. [...] La participación de la resistencia en el amor de transferencia es indiscutible y muy considerable. Sin embargo, la resistencia no ha creado este amor; lo encuentra ahí, se sirve de él y exagera sus exteriorizaciones. Y el carácter genuino del fenómeno tampoco es despotenciado por la resistencia. [...] es verdad que este enamoramiento consta de reediciones de rasgos antiguos, y repite reacciones infantiles. Pero ése es el carácter esencial de todo enamoramiento. Ninguno hay que no repita modelos infantiles. Justamente lo que constituye su carácter compulsivo, que recuerda a lo patológico, procede de su condicionamiento infantil. Acaso el amor de transferencia tenga un grado de libertad menos que el que se presenta en la vida, llamado "normal": permite discernir con más nitidez su dependencia del modelo infantil, se muestra menos flexible y modificable; pero eso es todo y no es lo esencial." (Freud, 1915, pág. 171) Todo amor, según Freud, "repite reacciones infantiles". Pero el amor de transferencia es dominado por la compulsión a la repetición en mayor grado que el amor en la vida real. Freud, cuyos escritos sobre el amor preceden su descubrimiento del papel que juega el Yo, no llega a elucidar la razón de ello. En un trabajo anterior (Bergmann, 1980) sugerí que si las imagos paternas forman una base insatisfactoria para la elección de objeto, el amor evocará un conflicto entre la elección de objeto basada en las imagos infantiles y las fuerzas del yo que resisten este penoso reencuentro. En tal caso, la elección que se aleja del prototipo infantil representa una victoria del Yo sobre la compulsión a la repetición.

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Cuando las representaciones parentales han sido particularmente buenas, no hay razón para que el yo vete la elección basada en ese modelo. Cuando han sido particularmente insatisfactorias, el yo puede carecer de fuerza para oponerse a la compulsión a la repetición y entonces el nuevo objeto reedita el antiguo. En la situación psicoanalítica, las fuerzas de la compulsión a la repetición son las responsables, principalmente, de la neurosis de transferencia, en tanto que las fuerzas del yo con la ayuda del psicoanalista son las encargadas de mantener la diferenciación entre el analista y lo que se proyecta o se desplaza sobre su persona. El que ama en la vida real debe reprimir o desplazar los sentimientos negativos hacia el objeto de amor, en tanto que el analizado tiene la oportunidad de elaborar en análisis la transferencia negativa. Schafer (1977) sugiere que: "Hay algo especial que Freud no pensó hasta sus últimas consecuencias. En efecto, yuxtaponía y aceptaba dos puntos de vista sobre el tema sin integrarlos. Por un lado, el amor de transferencia es meramente repetitivo, simplemente una reedición de lo antiguo, lo artificial y regresivo (en los aspectos del yo, especialmente) y debe ser tratado fundamentalmente mediante un retraducción a los términos infantiles de donde proviene. (Desde esta perspectiva fluye el énfasis continuo en la literatura psicoanalítica sobre el revivir, reexperimentar y recrear el pasado). Por el otro lado, la transferencia es una porción de la vida real que está adaptada a los fines analíticos, un estado transicional de un personaje, que es un medio para un fin racional y tan genuino como el amor normal" (traducción libre de la cita en pág. 340).

Yo, en cambio, no encuentro contradicción en el pensamiento de Freud. El amor de transferencia es ciertamente repetitivo, como así también parte del amor en la vida real. No es adaptable en sí mismo. Es sólo la sublimación de este amor con la ayuda del analista lo que lo hace adaptable para los fines de la cura, cuando la indagación reemplaza a la gratificación. El amor de transferencia difiere del amor en la vida real de un modo significativo. Durante la infancia, o aún posteriormente, muchos analizados se desilusionan de sus objetos de amor tempranos. Dicha desilusión lleva a la construcción de defensas contra el amor. La reactivación y la elaboración de dichos acontecimientos libera a la libido, de modo tal que pueda ser investida en objetos nuevos o reinvestida en el analista. El amor en la vida real también puede, hasta cierto punto, desarticular traumas de la vida temprana, pero es más probable sucumbir a la compulsión a la repetición. En la vida real, muchos pacientes

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traumatizados no se enamoran de una persona que les recuerda al padre o a la madre, sino de una persona de la cual esperan que cure la herida que las figuras parentales han infligido. El enamoramiento del salvador o de la persona que uno ha rescatado es un tema común en el amor romántico. También es una fuente importante del amor de transferencia. El amor de transferencia y el amor en la vida real, según Freud, se alimentan de las mismas fuentes, las mismas imagos infantiles. Pero toman un rumbo diferente. En la vida real, los prototipos infantiles detrás del enamoramiento permanecen inconscientes; en tanto que inconscientes, proveen energía para el nuevo amor. En la situación analítica, esta imagos tempranas se hacen conscientes y, por lo tanto, son despojadas de su potencial de energía. La develación de las fijaciones incestuosas detrás del amor de transferencia desarticula el vínculo incestuoso, y abre el camino para un futuro amor, ya libre de la necesidad de repetir triangulaciones edípicas. En la situación analítica, los canales para que el analizado exprese su preocupación por el analista y la reciprocidad con el mismo están drásticamente limitados. El amor de transferencia se vuelve entonces una variedad de amor de invernadero, que hace menos demandas a las relaciones de objeto que el amor en la vida real. Está especialmente pensado para la cura, pero es inadecuado para satisfacer las necesidades más maduras del analizado. Inversamente, en estados de vaciamiento narcisista y cuando prevalecen otras fijaciones en etapas de desarrollo tempranas, el amor de transferencia tiene la ventaja de demandar menos reciprocidad del analizado que el amor en la vida real. Es, en última instancia, la incapacidad del amor de transferencia para satisfacer las necesidades adultas del paciente lo que lo impulsa a reorientar la libido que queda liberada con el proceso analítico hacia objetos de amor en el mundo real. El término transferencia connota la activación terapéutica de todos los recuerdos y sentimientos que alguna vez estuvieron asociados a las figuras parentales. De éstas, sólo un pequeño número muy específico de evocaciones conducen a la emergencia del amor de transferencia. El término transferencia erotizada no aparece en los escritos de Freud. Bajo este título, Greenson (1967, páginas 338-341) describe a mujeres que vienen muy dispuestas a analizarse, no en búsqueda de insight, sino para disfrutar de la proximidad física con el analista. Este tipo de pacientes andan bien en la primera entrevista. Tienen una buena historia de logros y una vida social satisfactoria, pero están insatisfechas en el amor. Desarrollan una fuerte transferencia sexual en la primer hora sobre el diván. Las demandas sexuales revelan deseos de incorporación, posesión y fusión. Les resultan frustrantes la verbalización y las interpretaciones. La sexualidad de este tipo de mujeres es, en el fondo, una

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defensa desahuciada "contra el abismo de amor homosexual por la madre". Blum (1971) describe una mujer que, tempranamente en análisis, desarrolló una transferencia erotizada. Rechazó todas las interpretaciones relacionadas con revivir el pasado y sentía que se había enamorado totalmente del analista. Blum observó que el sentido de realidad distorsionado en una transferencia erotizada se debe a la repetición de un sentido alterado de la realidad en la masturbación y la evocación de recuerdos reales de seducción infantil. La transferencia erotizada tiende a desarrollarse cuando los padres fueron seductores en su conducta hacia el hijo. Sirve como defensa contra la pérdida de objeto y es un acto de restitución del objeto perdido. Por lo tanto, no depende de una semejanza entre analista y padres. En verdad, connota el reencuentro de una situación infantil amenazante, no el reencuentro de un objeto de amor infantil temprano. La transferencia erotizada, además de los rasgos defensivos y regresivos que posee, también puede representar un intento de dominar los traumas mediante la repetición. En mis trabajos anteriores sobre el amor (1971, 1980), sugerí que la capacidad de amar a una persona depende de la capacidad del yo de integrar los impulsos de amor que provienen de muchos objetos tempranos. Los niños educados por varias personas encontrarán, de adultos, que dicha integración es particularmente difícil de lograr. Necesitarán más de un objeto de amor o tendrán objetos de amor que se alternan con frecuencia. También puede ocurrir que en el transcurso del desarrollo, el objeto de amor adulto se basaba en un objeto parental, en tanto que el otro debió ser reprimido. En el transcurso del análisis, los sentimientos de amor que fueron reprimidos se liberan. El amor de transferencia se basará entonces en un nuevo reencuentro. A veces se observa esta fuerza integradora en los sueños, cuando el que sueña logra hacer el amor con una figura que combina rasgos del padre, del tío o del abuelo o incluso del padre y de la madre. En una perspectiva histórica, los descubrimientos gemelos de que los sentimientos de transferencia por parte de sus pacientes contenían energía psíquica que podía ser aprovechada para una técnica del tratamiento que tenía como fin el insight, y que la emoción del amor podía ser analizada, porque se basaba en el reencuentro de objetos de amor infantiles, es un ejemplo impactan te del uso secular de la escalera del amor de Platón. El hecho de que ese amor puede desviarse de su rumbo natural donde busca gratificación y reciprocidad y ser forzado a producir un cambio intrapsíquico confirma la comprensión original de Platón acerca de la plasticidad de Eros. (Traducción de Cynthia Mansfield)

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Platón y Freud transformaron nuestra mirada sobre el amor. En los Diálogos de Platón, es posible rastrear el pasaje de la concepción mítica del amor a las conceptualizaciones filosóficas y la transformación que implicó dicha transición. El debilitamiento del punto de vista mítico creó la necesidad en el hombre de conocerse a sí mismo y entonces el amor devino un enigma. Platón fue el primero en proponer que los impulsos eróticos pueden ser sublimados hacia metas superiores y desexualizadas. Freud no adhería al platonismo, pero si rastreamos la historia de ciertas ideas, se vuelve evidente que la influencia de Platón en Freud fue más amplia y más profunda de lo que presumen los escritores de psicoanálisis anteriores. Las conceptualizaciones de Freud sobre la libido pueden considerarse la versión latinizada del Eros de Platón. Algunas de las dificultades en el uso psicoanalítico del término 'sublimación' se remontan al origen platónico de la palabra. La convicción de Freud en cuanto a que el amor tierno e inhibido en su meta fue una transformación posterior de los impulsos sexuales también se remonta a Platón, así como su creencia en que el amor inhibido en sus fines dura más que el amor sexual. Debido a que los impulsos del amor erótico pueden sublimarse, el amor de transferencia puede ser aprovechado para la cura en base al insight. La transferencia erotizada no proviene del reencuentro de un objeto de amor temprano y por lo tanto no es capaz de brindar el clima terapéutico necesario para el tratamiento psicoanalítico. El procedimiento del tratamiento de Freud confirma la creencia de Platón en la plasticidad de Eros. DESCRIPTORES: AMOR / MITOS / SUBLIMACION

/ PULSION DE META INHIBIDA / AMOR

DE TRANSFERENCIA

Summary

Plato and Freud transformed our way of looking at love. In Plato's Dialogues one can trace the transition and transformation of the mythical view on love into philosophical conceptualizations. The waning of the mythical point of view created the demand for man to know himself, and love became a puzzle. Plato was the first to propose that erotic impulses can undergo sublimation to higher desexualized aims. Freud was not a Platonist, but if we trace the history of certain ideas, it becomes evident that Plato's influence on Freud went further and deeper than was assumed by previous psychoanalytic writers. Freud's conceptualization ofthe libido can be seen as a Latinized version of Plato's Eros. Sorne of the difficulties associated with the psychoanalytic use of the term sublimation go back to the Platonic origin of the termo Freud's conviction that tender and aim-inhibited love was a later transformation of sexual impulses also went back to Plato, as did his belief that aim-inhibited love endures longer than sexual love. Because erotic love impulses can be sublimated, transference love can be harnessed in the service of cure based on insight. Erotized transference is not based on the refinding of an early love object and therefore is less capable of yielding the therapeutic climate required for psychoanalytic treatment. Freud's treatment procedure confirms Plato's belief in the plasticity of Eros.

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