EL ATENEO *«" DIRECTOR José Luis Abellán

*«" EL ATENEO Revista del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid C/. Prado, 21 Cuarta época Número VIL Diciembre 1996 DIRECTOR José Luis

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EL ATENEO Revista del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid C/. Prado, 21 Cuarta época Número VIL Diciembre 1996

DIRECTOR José Luis Abellán

CONSEJO DE REDACCIÓN Alejandro R. Diez Torre Rafael Flórez Diez Miguel Losada Tomás Mallo «Kalikatres» Daniel Pacheco Fernández Jaime Valentí

COLABORAN EN ESTE NÚMERO Andrés Ortiz-Osés, José Teruel, Francisco Javier Ayala Carcedo, José Luis Suárez Rodríguez, M. Dolores Domingo Acebrón, Alejandro R. Diez Torre, Julio Moreno Aragonés, Ignacio Armada Manrique, Joaquín Ma Piñeiro Blanca, Miguel Losada, Pgarcía, Paulino García Partida.

SECRETARIO DE REDACCIÓN Antonio Cristo Colabora en esta edición el Centro del Libro y la Lectura (Ministerio de Cultura)

MAQUETACIÓN Y PRODUCCIÓN GRÁFICA: Antonio Cristo, 5 1 . Palacios, 291. 28791 MADRID IMPRESIÓN: GRAFISTAFF, S.L. Depósito Legal: M -35883 - 1993

La salida de este número se realiza cuando ya hemos dejado atrás las importantes actividades con que se ha celebrado el 175 aniversario de la fundación del Ateneo de Madrid y enfilamos la recta que conduce a 1998. El recuerdo del pasado, por glorioso que pueda haber sido, queda atrás y se imponen otras preocupaciones más exigentes por perentorias. El tratado de Maastricht, la construcción de la Unión Europea, los problemas de la convergencia, unido a la temática con que se perfila el horizonte del nuevo siglo: el espacio cibernético y aeroespacial, la tercera cultura o el capitalismo salvaje que parece avasallador e irreparable, son, entre otras, preocupaciones que nos afectan. Junto a la perplejidad a que todo ello nos incita, surgen afanes regeneracionistas de cambio moral y de mejora intelectual. Vivimos tiempos de expectativas, tanto en lo social como en lo cultural, en lo económico como en lo internacional. La revista El Ateneo tratará de ser fiel al espíritu del tiempo, dando cabida a temas de tanta actualidad como la mitología o el simbolismo, así como la importancia de la cultura Japonesa a través de un personaje tan representativo de ella como Mishima, sin olvidar la historia o el pasado, como hilo conductor hacia un futuro más esperanzador. No nos olvidamos de los que han sido grandes entre nosotros, bien se llamen Manuel de Falla o Gerardo Diego, tratando a su vez de recuperar a hombres excesivamente olvidados, como puede ocurrir con George Santayana, tan español como cualquiera de nosotros, a pesar de ese pseudónimo anglófilo. Así, a través del itinerario compartido pretendemos ir haciendo de nuestra Revista un centro de reflexión y un módulo de convivencia hacia la luz de un horizonte ahora sólo vislumbrado. En esta línea, 1998 será el foco de atración fundamental de las futuras ediciones de El Ateneo. Fl. A'IB'KO-

Puerta principal del Ateneo de Madrid

sumarto CcUcortfxl

1

• Mitología y Simbolismo. Andrés ORTIZ-OSÉS

6

Penscxm íenro • Homenaje a George Santayana

16

Nuevos Creadores • Nauta Mundo Naufrago. José TERUEI

24

Oenctcvs • Técnicas, artes y ciencias. Francisco Javier AYALA CARCEDO • La Vida como juego. José Luis SUÁREZ RODRÍGUEZ

28 40

• El Ateneo de la Habana. Dolores DOMINGO ACEBRÓN •El pasado revalorizado. Orígenes culturales y Arqueología en el Ateneo de Madrid, 1838-1918. Alejandro R. DÍEZ TORRE

48 56

ÁXeneísücx • Don Mario Roso de Luna, teósofo y masón del Ateneo. Julio MORENO ARAGONÉS

80

Crónices deL A.Ceneo • Clausurados los actos del CLXXV Aniversario del Ateneo

86

Lírercvturcx • Wislawa Szymborska. Premio Nobel de Literatura 1996 • Gerardo Diego y Ramón. Centenario de Gerardo Diego • Yukio Mishima: La máscara de la palabra. Ignacio ARMADA MANRIQUE

92 94 97

(T)tsceLo i-esuciCcv,

que cvLimenCev cv cuounZo sienCo y otqo

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EL ATFNEO-24

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EL ATENEO - 25

Carlos de Haes (Bruselas, 1826 - Madrid 1898). La Noria, sobre agua fuerte

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Técnicas, artes y ciencias. El problema de las dos culturas Francisco Javier AYALA CARCEDO

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% La Vida como juego. 2 premio Sección de Ciencias y Tecnología del Ateneo de Madrid. 1994 o

José Luis SUÁREZ RODRÍGUEZ

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Francisco Javier AYALA CARCEDO Dr. Ingeniero de Minas. Profesor de Historia y Metodología de la Ciencia y de k Técnica en la E.T.S. de Ingenieros de Minas. Universidad Politécnica de Madrid. De la Academia de las Ciencias de Nueva York.

en un análisis de estos fenómenos, con abundantes antecedentes en el pasado, debemos reconocer también el hecho de que la incomprensión hacia los fenómenos artísticos está ampliamente extendida en los círculos técnicos y científicos. Habituados a colocar la verdad científica o la eficiencia técnica en la

EL PROBLEMA DE LAS DOS CULTURAS

cúspide de su sistema de valores, por educación, ne-

En 1959, en la conferencia Rede, el físico y escri-

cesidad e interés profesional, su valoración de las

tor inglés Edgar Snow puso de relieve la escisión

Artes no resulta especialmente alta. Por otra parte,

existente entre la Cultura Artística, principalmente

la incomprensión mutua entre científicos y técnicos,

la literaria y la Cultura Científica y Técnica. Snow

o entre científicos naturales y sociales p.e., no es en

criticaba especialmente la incomprensión de los ar-

absoluto despreciable.

tistas hacia los efectos beneficiosos sobre el hambre

Sin duda, hay en esta recíproca desvalorización,

y el dolor que para el Mundo había supuesto la Era

no poco de «barbarie del especialista», esta actitud

Industrial, fruto de la Técnica apoyada en el conoci-

mezcla de ignorancia y falta de perspectiva, aunada

miento científico y abogaba por un acercamiento en-

con la pretensión de poder opinar sobre todo con la

tre las dos Culturas. Esta polémica, tiene sus antece-

misma autoridad que sobre su especialidad sin ne-

dentes inmediatos en la Ilustración, y corresponde a

cesidad de esfuerzo alguno suplementario de apren-

la postura mantenida por Rousseau, que creía en la

dizaje y reflexión, actitud que Ortega mostró en los

bondad del hombre en estado natural y su corrup-

años 20 cómo resultado del creciente proceso de di-

ción por la Civilización, frente a la de Diderot y

visión del trabajo en la civilización industrial y de la

Voltaire, que creían en el papel favorable de la

masificación urbana. Pero junto a este hecho, parece

Civilización apoyada en las Ciencias y Técnicas, cre-

necesario analizar desde un punto de vista antropo-

encia que está en la base de la «Enciclopedia de las

lógico una por una y en su relación mutua, cada una

Ciencias, Artes y Oficios» de 1751.

de estas parcelas de la Cultura con objeto de arrojar

En el tiempo transcurrido, no parece que se haya

luz sobre las razones de la escisión antes señalada y

superado csh escisión. De hecho, no pocos artistas

determinar vías de aproximación o fondos de coin-

suscriben p.e. las apocalípticas profecías neomaltu-

cidencia si proceden.

sianas de los ecologistas sobre el futuro humano al que, según ellos, nos estaría llevando la Civilización Tecnológica y, en general, Ciencia y Técnica son observadas aún con recelo desde las Artes. Sin entrar

(l) Conferencia pronunciada en la Real Escuela Superior de Arte Dramático en Octubre de 1992.

EL ATENEO - 28

TÉCNICAS, ARTES Y CIENCIAS Y CULTURA

das, al igual que las formas religiosas en su más am-

Los orígenes de lo técnico se sitúan en el mundo

plia acepción. Ello es prueba de su carácter necesa-

animal. De los pájaros tejedores a los castores, del

rio para la vida social y de su valor evolutivo, pues

topo a los primates, hay un proceso de manipula-

si no hubieran acabado, cómo todo lo superfluo en

ción del medio con vistas a mejorar las condiciones

sociedades poco por encima del nivel de subsisten-

de vida y supervivencia, que junto a componentes

cia, por desaparecer. Las Artes han desempeñado y

instintivos tiene progresivamente en los animales

desempeñan múltiples funciones en las sociedades,

superiores otros aprendidos que pueden calificarse

desde dar una dimensión creativa al ocio a propor-

de herencia social, formas protoculturales en defini-

cionar salida a frustraciones individuales y colecti-

tiva cómo han mostrado p.e. Darwin, o más recien-

vas; desde funciones educativas en los más diversos

temente Tyler Bonner. La imaginación, una capaci-

órdenes, especialmente el sentimental, a instrumen-

dad fundamental de todo animal técnico, está pre-

to de crítica social; desde explorar formas de convi-

sente en numerosos animales superiores tal y cómo

vencia nuevas a imaginar el futuro o proporcionar

han probado los etólogos con ingeniosos experi-

cohesión al grupo. Pero siempre estas funciones se

mentos. Lo técnico no es algo adjetivo en el mundo

han articulado en torno a una central: proporcionar

de los animales superiores, pero alcanza la categoría

satisfacción estética, una satisfacción de índole sico-

de esencial en el hombre, dotado de un cerebro con

lógica que contribuye a aumentar la felicidad de in-

capacidad enorme y cualitativamente mayor produ-

dividuos y pueblos. Cómo dijo Nietzsche, «El Arte

cida por mutación y selección natural y social en un

debe ante todo, embellecer la vida». Las Artes, al re-

largo proceso evolutivo. Tan esencial es lo técnico en

crear o crear realidades estéticas, satisfactorias, se

el ser humano, que el poder fundamental del hom-

rebelan ante el destino humano, con frecuencia vivi-

bre, el lenguaje, es una técnica, un saber hacer en ge-

do cómo rutinario o poco agradable («...la vida, qué

neral de carácter empírico, no reflexivo. En el hom-

es triste, qué es monótona» que diría Azorín en

bre, homo faber, lo técnico irá situándose progresi-

1903), reformándolo. Cómo el novelista Joseph

vamente, en especial tras la Primera Revolución

Conrad refleja en un diálogo de «Lord Jim», el pro-

Industrial (1765-1885), al servicio de lo que Ortega

blema de la vida, más que el cómo dejar de ser no-

denominó cómo conversión del mero estar en bien-

sotros mismos, es cómo vivir; y ahí es dónde apare-

estar, al servicio en suma de una mayor felicidad, lo-

ce la Cultura, herencia social, en ayuda del ser hu-

guida a través de la supresión del dolor y la satisfac-

mano. En esta actitud las Artes tienen, por tanto, un

ción de necesidades y deseos.

notable paralelismo con las Técnicas, cuya actitud

Los orígenes de las Artes (pintura, escultura)

de rebeldía ante el destino captaron los griegos en el

pueden situarse con seguridad junto a la aparición

mito de Prometeo, que tiene que robar a los dioses

de nuestra especie, el Homo sapiens sapiens o de

el fuego para dárselo a los hombres.

Cro-Magnon, hace unos 100.000 años, aunque no es

Las Ciencias, tienen un origen mucho más re-

descartable su existencia en nuestros predecesores,

ciente. Aunque hay elementos protocientíficos con-

los Hombres de Neanderthal, de unos 300.000 años

temporáneos al surgimiento del Estado y la

de antigüedad. Desde entonces, las Artes en su for-

Civilización en la Edad del Bronce, hace unos 5.000

ma popular o en su forma «culta» han estado pre-

años (Mesopotamia, Egipto), la primera Ciencia

sentes, sin excepción, en todas las culturas conoci-

Sistemática será la Geometría Clásica de Euclides,

EL A T E N E O - 2 9

creada en Alejandría hace poco más de 2.000 años. La Ciencia Moderna no se constituye sino tras la Revolución Científica del siglo XVII, hace poco más de 300 años. A través de la fertilización de las Técnicas, haciendo pasar la Técnica Artesanal a la In genieril, su contribución a la supervivencia y bienestar de individuos y pueblos, es en balance positiva: «last but not the least», no resulta ya concebible la supervivencia de la Civilización sin ella. Su puesto, al igual que el de las Técnicas, en la Cultura, fruto ambas del trabajo intelectual, a pesar de su incomprensible ausencia en la capitalidad europea de la Cultura que ha protagonizado Madrid en 1992, no es cuestionable. Sí debe señalarse que por su localización en el tiempo cotidiano de la mayoría de la población, Técnicas y Ciencias formarían parte de la Cultura del Trabajo, mientras las Artes se adscribirían cómo el Juego a la Cultura del Ocio, tenido en la Antigüedad Grecorromana por la parte noble de la vida (el trabajo, se caracterizaba negativamente, cómo nec-otium, no-ocio, negocio). Esta clasificación

El Arte al servicio de la Ciencia: Las expediciones científicas contaron con la colaboración de artistas, cómo la de Humboldt y Bonpland por la América Española (1799-1804). «Puente natural de Icononzo», en «Vues des Cordilléres», París, 1810

de la Cultura, es ampliamente cuestionable, y en todo caso empobrecedora y excluyente.

Eficiencia, belleza y verdad, son los criterios y valo-

des y aplicando la teoría económica marginalista, tal

res-guía de las Técnicas, las Artes y las Ciencias res-

y cómo los economistas neoliberales vienen hacien-

pectivamente, que existen por y para los sectores co-

do, y un argumento de fondo para no pensar en una

rrespondientes de la Organización Social y que son,

idílica armonía dentro de la Cultura, la Sociedad y el

cómo el resto de los valores, la expresión simbólica

propio individuo, desgarrados a menudo por elec-

de necesidades, deseos, temores e intereses. Tal y có-

ciones excluyentes o antagónicas. Este problema es

mo señalaron los pensadores alemanes Nietzsche y

anterior y más profundo que los criterios de valor

Weber, estos valores tenidos por deseables, aunque

adoptados por los diversos pueblos ante hechos so-

con distintos contenidos en cada cultura de acuerdo

ciales básicos, que la Antropología ha mostrado ser

con las distintas necesidades, cómo en general los

de gran variabilidad en función de los diversos am-

restantes, no tienen por que ir unidos en la realidad. Lo

bientes sociales y naturales y el pasado histórico, y

bello, al igual que lo tenido por bueno puede ser fal-

que están en la base del «relativismo cultural» de es-

so, y lo verdadero no ser bueno ni bello. Este es un

ta ciencia. La existencia de este problema impone ne-

dato básico sin duda para la toma de decisiones en

cesariamente un criterio para que la Ciencia Positiva

la vida práctica, que en teoría podrían racionalizarse

separe hechos y valores antes del análisis, tal y cómo

a nivel individual reduciendo los valores a utilida-

Francis Bacon preconizó en el «Novum Organum».

EL ATENEO - 3 0

Ello no obsta, sino todo lo contrario, para que se



jes y las propias trampas del mismo que tiende a dar

busquen y prioricen situaciones individual y colecti-

\

un valor absoluto a las palabras, herramientas al fin,

vamente, en que diversos valores fundamentales, có-

]

es otro elemento que contribuye al «problema de las

mo lo bello, eficiente y bueno, estén presentes de for-

I

dos Culturas».

ma compatible. También es un argumento de fondo

Desde el punto de vista creativo, Técnicas y

a favor de los sistemas democráticos, basados en el

Artes, plasman ideas en hechos y objetos concretos;

respeto de las preferencias diversas.

van de lo general a lo particular, de forma parecida

En lo que hace al análisis en que estamos, y ha-

|

a las Religiones Reveladas. Las Ciencias buscan las

blando de forma general, siempre con sus excepcio-

|

ideas a partir de lo concreto, o por sí cómo en las

nes en casos concretos, Técnicas, Artes y Ciencias,

Matemáticas. Desde el punto de vista del usuario,

en los hechos, han demostrado históricamente tener

las trayectorias son exactamente las inversas.

un potencial notable para promover la supervivencia y felicidad de individuos y pueblos, que los han incorpora-

damental que afecta al equilibrio interno de la Cultura

do a sus Culturas siempre, de acuerdo con el nivel

y que es característico de la Era Industrial. Me refie-

de desarrollo de la Organización Social. Este hecho

ro al crecimiento exponencial, al avance casi arrolla-

que en sí contribuye a la supervivencia del Sistema

dor en lo cuantitativo y cualitativo de Técnicas y

Social ya que el goce individual hace más deseable

Ciencias. Dadas las interrelaciones existentes entre

la vida, y el compartido une casi tanto cómo el mie-

los diversos campos de la Cultura, este crecimiento

do afrontable y de forma más permanente, es el fon-

diferencial y constante ha desequilibrado y

do de coincidencia fundamental de Técnicas, Artes y Ciencias: su valor evolutivo, que explica a la vez su ca-

desequilibra internamente a ésta. Es probable que la

rácter necesario en la estructura de todas las

de los orígenes del «problema de las dos culturas»,

Civilizaciones actuales. En este sentido las Artes son

cuya primera expresión fue probablemente el

tan útiles socialmente cómo las Técnicas y Ciencias.

Romanticismo, movimiento global contra el raciona-

Es necesario señalar, sin embargo, un hecho fun-

constatación de este hecho por los artistas, sea uno

Esta contribución a la supervivencia del Sistema

lismo ilustrado del XVIII y la Primera Revolución

Social y la felicidad humana, no es exclusiva de es-

Industrial, salvo en la demanda común de democra-

tos sectores de la Cultura; en mayor o menor grado,

cia política y la valoración del individualismo.

dependiendo de la sensibilidad y aptitudes indivi-

Desde un punto de vista funcional, el sociólogo

d u a s , otro tanto puede decirse de los Juegos y

norteamericano Daniel Bell, ha indicado el potencial

Religiones, también relacionados con Técnicas,

desequilibrador para el sistema sociocultural que

Artes y Ciencias.

tiene en las sociedades postindustriales, término

Existe otro fondo de coincidencia de carácter es-

acuñado por él, el estímulo sistemático del deseo en

tructural (no estructuralista) entre las diversas par-

la esfera del consumo, y el de la racionalidad en la

celas de la Cultura: el hecho de estar organizados

esfera productiva con sus respectivos cortejos de va-

con el sello del poder fundamental del hombre, el

lores conflictivos.

lenguaje. La Pintura o el Cine tienen sus lenguajes,

Probablemente Bell, no ha captado un elemento

cómo la Tecnología Aeronáutica, la Matemática, el

funcional básico de la Cultura cómo sistema: la com-

Fútbol o el Islamismo tienen los suyos, tal y cómo la

pensación mutua entre sus diversos sectores, algo

Semiótica ha demostrado. Esta diferencia de lengua-

más posible en sociedades liberales, y por tanto con

EL ATENEO - 3 1

[,a Ciencia ?I servicio del Arte: Leonardo da Vinci (1452-1519) realizó minuciosos estudios anatómicos para sus pinturas. «Músculos del brazo derecho, hombros y pecho». Biblioteca del Castillo de Windsor

pocos siglos de existencia plena. Artes y Religiones

la Cultura, ha sido el avance arrollador de la razón

han sido y son los portavoces de toda la dimensión

en su doble dimensión: científica y técnica. Parecería

sentimental del ser humano (que sin la contención

cómo si en esta eterna lucha de los valores entre sí de que

de la razón puede acabar en barbarie), de la misma

hablaba Max Weber en 1919 la verdad científica y técnica

forma que Ciencias y Técnicas lo son de la dimen-

estuviera arrinconando al resto de los valores. Hegel en

sión racional. La Cultura es, en este sentido un cam-

lo filosófico con su «Todo lo real es racional», es sig-

po conflictivo que es deseable esté equilibrado in ter-

nificativo de esta evolución. Pero después de los ex-

namente. En los últimos tres siglos, quizá desde el

cesos a los que la razón, convertida en ideología y

Renacimiento, la mente del desequilibrio interno de

técnica política al servicio de políticas de expansión

EL ATENEO - 3 2

nacional ha protagonizado, de Auschwitz al Gulag,



Nobel de Literatura (a cuyo buen hacer político de-

no podemos, ingenuamente, apostar por una idea

ben tanto la Minería y Geología españolas) que reu-

del Progreso que no potencie al ser humano en toda

nieran la doble condición de artista e ingeniero, al

su integridad, cómo ser racional y emocional, o lo

igual que los protagonistas de la Arquitectura de los

anule cómo individuo en nombre de nada.

Ingenieros en la segunda mitad del XIX, cómo Eiffel.

Científicamente no podemos olvidar, cómo el

El caso más importante y sistemático de Artistas-

Premio Nobel Lorentz ha señalado repetidamente,

Técnicos, es sin duda el de los arquitectos. Hoy el

que la dimensión emocional humana es producto de

campo de la Ingeniería Ambiental en especial la del

cientos de millones de años de evolución y la razón

Paisaje, ofrece, en este caso en torno a la Belleza

posibilitada por el noecórtex cerebral y la laringe hu-

Natural, una nueva zona de convergencia.

mana, es de anteayer. El hombre, evolutivamente, no

A nivel sicológico, artistas e inventores tanto en la

es un ser exclusivamente racional ni sentimental.

Antigüedad Clásica cómo desde la Baja Edad Media,

Cómo Pascal dijo «Le coeur a des raisons que la rai-

han encontrado una fuerte motivación en el deseo de

son ignore». Sin embargo, razón y sentimiento no

reconocimiento; en la Alta Edad Media, época de in-

son completamente excluyentes. Creo que en este

novación técnica y retroceso científico, artistas e in-

sentido, la defensa del principio de la libertad en lo

ventores, inmersos en un medio autárquico dónde

cultural, y el apoyo del Estado a todas las formas de

predominaban los valores colectivistas impulsados

la Cultura si es preciso, solamente posibles en una

por el cristianismo, fueron generalmente anónimos.

democracia política, son fundamentales para el equi-

Los científicos, tal y cómo prueban las múltiples po-

librio interno de la Cultura y la felicidad humana.

lémicas en torno a prioridades de descubrimiento

Posiblemente este potencial real de desequilibrio,

que ha estudiado el sociólogo de la Ciencia Merton,

parcialmente compensado por la libertad del merca-

valoran también mucho el reconocimiento. Esta mo-

do cultural y su producto, la Sociedad Mediática del

tivación, tiene sin embargo menor fuerza en los inge-

Espectáculo, es una de las bases fundamentales del

nieros de producción, inmersos en sólidas organiza-

problema de las dos culturas.

ciones que buscan para sí el reconocimiento. En este sentido, el de su inserción en la

TÉCNICAS Y ARTES

Organización Social, el ingeniero de producción es

Unas y otras comparten una característica funda-

parecido al artista ejecutante; el de innovación, el

mental: su naturaleza de «saber hacer». A esto ha-

tecnólogo, al creador artístico y al científico, insertos

bría que añadir, en especial en las Artes Escénicas su

en organizaciones mucho menos cohesionadas có-

carácter complejo, integrador armónico de múltiples

mo Universidades o Institutos.

elementos (visuales, sicológicos, acústicos, materia-

Sin embargo, el reconocimiento social del artista,

les, literarios, organizativos), paralelo al de la mayor

medido por el éxito, es incomparablemente mayor

parte de las Técnicas Ingenieriles. No es de extrañar

que el del ingeniero. Casos cómo el de Werner Von

que se hable de la Industria Cinematográfica o de la

Braun, eminente ingeniero astronautico y padre del

Industria del Entretenimiento. No es casual tampoco

programa espacial norteamericano o Edison, am-

que las Técnicas hayan sido definidas cómo Artes, ni

pliamente conocidos a nivel público, son una signi-

que haya habido hombres cómo Leonardo da Vinci o

ficativa excepción. Todo el mundo conoce a Picasso

José Echegaray, ingeniero de caminos y Premio

o Marilyn Monroe, pero sólo los expertos saben

EL ATENEO - 3 3

quien fue Terzaghi, padre de la ingeniería de cimentaciones o Parsons, padre de la turbina de vapor gracias a la que tenemos electricidad en nuestras casas. La razón de este hecho hay que buscarla quizá en la relación inmediata y directamente gratificante que el artista proporciona al gran público y en la conversión de la vida de los artistas en objeto de consumo casi del mismo rango que sus obras; el técnico permanece, en una función esencial de servicio, en la tramoya del gran teatro del mundo que diría Calderón. El caso de los científicos, es parecido al de los técnicos: el gran público difícilmente podría llegar, hoy por hoy, a comprender las Ciencias, aunque a veces se haga cargo de la importancia de algún descubrimiento.

Técnica y Arte: La invención del fonógrafo en 1877 por Edison (1847-1931) potenció la difusión de la Música de forma impensada, pero acabaría dejando sin trabajo a muchos

Sin embargo, existen al menos tres excepciones a este hecho. La primera tiene que ver con las Ciencias y Técnicas Médicas que el gran público percibe muy directamente por su capacidad de ali-

medida en torno a la imaginación creadora; en otro,

vio del dolor. Por ello, nombres cómo el de Pasteur,

en torno a la capacidad organizativa al servicio de la

Fleming o Barnard son bien conocidos. La segunda

idea del creador.

se da cuándo las aportaciones científicas producen

Artes y Técnicas, comparten otro aspecto: pro-

cambios en las visiones globales del mundo que lle-

ducir para el mercado, con lo que esto conlleva: so-

van a polémicas con resonancia pública; éste es el

meterse al veredicto externo, en general juez último

caso de Copérnico, Galileo, Marx o Darwin. La ter-

para la viabilidad y el éxito de los proyectos. En este

cera corresponde a los técnicos-artistas, los arquitec-

sentido, aun siendo básicamente elitistas por necesi-

tos, que algunas veces llegan al conocimiento del

dad, incorporan una dimensión participativa, de-

gran público. No es raro ert algunos de estos casos el

mocrática, de la que carecen las Ciencias. Estas des-

divismo, al igual que entre los artistas. Hechas estas

cansan, necesariamente, sobre el juicio de una élite

excepciones el reconocimiento social de técnicos y

capacitada: es probable que si el veredicto final hu-

científicos, se circunscribe al de sus propias élites; el

biera correspondido al público, el Sol «giraría» toda-

de los artistas, crece generalmente de autores a acto-

vía alrededor de la Tierra, puesto que esto es lo que

res, en proporción inversa a su distancia al público.

la apariencia muestra.

Hay un paralelismo importante también, en

La contribución de las Artes Industriales al

cuánto a capacidades necesarias, de un lado entre

Diseño de productos, ha ido en aumento a lo largo

los artistas creadores y los ingenieros de innovación

de la Era Tecnológica. Los fabricantes descubrieron

y diseño, y de otro, entre los artistas de ejecución (directores de orquesta, cine, teatro) y los ingenieros de producción. En un caso, el trabajo gira en buena

que el mercado demandaba productos no sólo útiles i

y económicos, sino bellos y funcionales. El «Art Déco», durante los años 20, tendría en esta temática

EL ATENEO-34

uno de sus principales campos. Una interesante po-



general, el retroceso relativo de las Artes Literarias

sibilidad en España para la convergencia Técnica-

frente a las Escénicas, audiovisuales. A cambio, la

Arte lo constituye el 1% cultural obligatorio en los

ampliación del mercado para el Arte, fruto de los

proyectos de Obras Públicas.

nuevos sistemas técnicos. En definitiva la necesidad

La incorporación de elementos tecnológicos

de adaptarse a un nuevo marco de juego y de poner

(materiales, procedimientos) a las Artes, no deja de

el acento en lo verdaderamente específico de cada

crecer desde el comienzo de la Civilización

modo de hacer Arte.

Industrial, aunque ya previamente, la evolución

La existencia de estos campos de convergencia

técnica de los instrumentos posibilitó la aparición

entre Técnicas y Artes, no debe oscurecer, sin em-

de la música sinfónica y la gran música clásica en la

bargo, sus múltiples divergencias, fruto en última

segunda mitad del siglo XVIII. El boom de la nove-

instancia de que giran alrededor de valores diferen-

la en el XIX hubiera sido impensable sin la inven-

tes: eficiencia y belleza.

ción del papel barato procedente de la pulpa de madera y la de la rotativa de vapor. Por otra parte,

TÉCNICAS Y CIENCIAS

la Técnica ha dado origen al Séptimo Arte, el Cine,

La complementariedad y convergencia entre es-

la soldadura ha transformado la Escultura en metal

tos dos grandes conjuntos de disciplinas, ha sido

y la ingeniería química ha revolucionado los mate-

tan a menudo resaltada y exagerada, que se ha lle-

riales para la Pintura. Otro tanto ha sucedido en las

gado incluso a confundir la Técnica, mucho más

Artes Escénicas, debido a las posibilidades abiertas

antigua y compleja, con la Ciencia Aplicada o ésta

por la iluminación y los motores eléctricos en can-

con la Tecnología, conjunto del saber tecnológico.

dilejas y tramoya. Actualmente las posibilidades

Baste señalar al respecto que, no es ¡o mismo pro-

que está abriendo la Informática, especialmente el

ducir modelos científicos generalmente sectoriales

procesado de imágenes y las imágenes virtuales,

para problemas prácticos, tarea de la Ciencia

pueden llegar en un futuro próximo a transformar

Aplicada, que permanece por su esencia en el mo-

el Cine y la Televisión. Los grandes conciertos, ver-

mento del «saber», que diseñar técnicamente, «sa-

daderos fenómenos de masas de la Sociedad

ber hacer» integrando los modelos científicos de

Postindustrial, que aunan música y espectáculo es-

las Ciencias Aplicadas con los tecnológicos de la

cénico, serían impensables sin la Tecnología. Dada

Tecnología y además con aspectos organizativos y

esta realidad, parece necesaria la incorporación de

económicos.

elementos tecnológicos a la formación de los artis-

Quizá por esto, es más interesante resaltar aspec-

tas.

tos diferenciales y problemas, prueba de la especifici-

El impacto de la Técnica Ingenieril, sin embargo, ha hecho entrar en crisis tradiciones y profesiones. Este ha

dad de cada campo de la Cultura. Así, p.e., se sabe

sido el caso de la irrupción de la Fotografía en los

las Ciencias, medido por el número de publicacio-

años 40 del siglo XIX, que obligó a una redefinición

nes, es en buena medida endógeno y acumulativo:

de la Pintura, a un progresivo escape de lo figuran-

la vieja ciencia engendra nueva ciencia a ritmo ex-

vo; el caso de los músicos ejecutantes, progresiva-

ponencial; en contraste, el de las Tecnologías ade-

mente desplazados por la grabación; el del Teatro

más de la componente endógena, está directamente

frente a la competencia del Cine y la Televisión, y en

relacionado con la evolución económica del sector,

por los trabajos de De Solía, que el crecimiento de

EL ATENEO - 3 5

Técnica v

fracciones metálicas abrió nuevas posibilidades a la Arquitectura. Mercado del Borne. Barcelona

tal y cómo ha mostrado Schmookler con las paten-

atribuir causas genéticas a los fenómenos sociales, y

tes. La idea, relativamente extendida, de que la

los antropólogos y sociólogos de otro.

Técnica sigue a la Ciencia, tampoco resiste la prueba

En definitiva, aun dentro de las propias

de la realidad: el motor de explosión y la máquina

Ciencias, y entre éstas y las Técnicas, la existencia de

de vapor, precedieron en décadas al conocimiento

problemas es relativamente frecuente.

científico de procesos fundamentales implicados; así

En orden a promover unas relaciones más objeti-

la máquina de vapor de Watt p.e. estaba operativa

vas entre científicos, y entre éstos y los técnicos sería

casi ochenta años antes de que Mayer formulara el

conveniente difundir el conocimiento de la Historia

Principio de Conservación de la Energía en 1842.

y Metodología de la Ciencia y de la Técnica. Esto

Los zootécnicos de la primera mitad del XIX, produ-

ayudaría a un mejor conocimiento de sus propias

cían, siguiendo una tradición técnica secular de se-

disciplinas y a un ensanchamiento de perspectivas

lección nuevas variedades de ganado mientras no

que evitara actitudes reduccionistas estériles.

pocos científicos seguían afirmando la inmutabilidad de las especies. Este hecho sería uno de los pila-

ARTES Y CIENCIAS

res de ¡a argumentación darwiniana en «El Origen

Existen entre ambas algunos factores diferenciales

de las Especies» de 1859. Así podrían ponerse múlti-

importantes, aparte de su naturaleza (saber hacer

ples ejemplos.

vs. saber) y los diferentes valores-guía que las inspi-

De otro lado, existen fricciones importantes dentro

ran (belleza vs. verdad científica). En la clásica op-

de la Ciencia, a veces verdaderos antagonismos, en

ción libertad/necesidad, referida a lo real, las Artes

las zonas fronterizas de las Ciencias. Este es el caso

se sitúan decididamente del lado de la primera; las

desde hace unos 20 años entre los sociobiólogos de

Ciencias sin embargo, cuya finalidad central es el

un lado, con su intento, más bien decepcionante, de

descubrimiento de la trama necesaria de los fenó-

F,L. ATENEO-36

menos, se sitúan del lado de la necesidad. En cuánto



del paisaje: veía más y veía más profundo. ¿Acaso

a posición de método, sin embargo, la libertad de in-

no utiliza este método el novelista histórico docu-

vestigación es tan necesaria a las Ciencias, cómo la

mentándose a veces durante años sobre una época?.

de creación a las Artes. Por otro lado, las Artes cre-

Un lector que conozca el ambiente histórico de la

an, mientras que las Ciencias descubren.

Restauración de 1874, comprenderá mejor «La

La escala de la perspectiva, es también en gene-

Regenta» de Clarín, y su satisfacción estética será

ral muy distinta: la mayoría de los científicos dedi-

mayor. A veces, la motivación de científicos y artis-

can su vida profesional a realizar pequeños aportes

i

tas, procede de una emoción también común ron los

a un enorme sistema de conocimientos socialmente

filósofos, padres lejanos de las Ciencias: el asombro

construido; el artista trabaja siempre con una pers-

ante la realidad cotidiana. Esta misma vivencia se

pectiva mucho más amplia, sintética, más que analí-

encuentra en el origen del descubrimiento por

tica. El científico trabaja completamente integrado

Newton de la Ley de la Gravitación Universal,

en una vasta red social de tipo informacional; el ar-

asombrado ante el hecho de que la manzana cayera

tista vuela por libre: las Artes son uno de los últi-

en vez de quedarse en el aire, la reflexión filosófica

mos reductos del trabajo individual. El carácter acu-

de la Grecia Clásica, la poesía de Holderlin o la pin-

mulativo de la Ciencia es cualitativamente superior

tura impresionista con su aspiración a sustraer el

al del Arte. En las Técnicas y las Ciencias hay creci-

instante amable al discurrir inevitable del tiempo.

miento y evolución, progreso; salvo en las Técnicas

Un tema de interés es, sin duda, en que medida

Artísticas, difícilmente puede hablarse de progreso

Ciencias, Artes y Técnicas forman parte del vasto

en las Artes: Fidias no es inferior a Rodin.

sistema del poder social. Constituye en mi opinión un

Junto a estos factores diferenciales, existen sin

error en este sentido, pensar que las únicas formas

embargo aspectos convergentes importantes. En pri-

de poder son la política y la económica aunque sean

mer lugar, ambas proporcionan satisfacciones de ín-

quizá las más decisivas. El poder, la capacidad de

dole mental: las Artes el placer estético, las Ciencias

influir en las mentes y conductas de otros, es una

el derivado del conocimiento científico. Ambas, por

propiedad individual y del sistema social implícita

otra parte, ejercitan el impulso exploratorio, la cu-

en la división del trabajo y distribuida amplia aun-

riosidad característica de nuestra especie: las Artes

que desigualmente. Técnicos, artistas y científicos

cómo juego, las Ciencias cómo método de descubri-

son parte de las élites, ocupando dentro de la divi-

miento. Artes y Ciencias observan atentamente la

sión del trabajo social la zona del trabajo intelectual,

realidad: las Artes para dar verosimilitud a sus crea-

situada justamente en la parte alta, aunque no la

ciones; las Ciencias para obtener datos válidos. Sin

más elevada, de la pirámide del poder social. Los

duda el conocimiento de ciencias cómo la Sicología

ingenieros, bien cómo staffs o ejecutivos, ocupan po-

o la Etología, puede ser útil a literatos o actores. El

siciones altas en el aparato productivo. El poder de

conocimiento científico de la realidad, por otra par-

los artistas consagrados se ejerce de forma directa

te, a menudo potencia la vivencia estética. Recuerdo

vía Media, a través de su influencia en el gran públi-

bien a este respecto lo que mi maestro, D. Antonio

co, nada despreciable en cuánto a actitudes y modos

Almela, ilustre ingeniero de minas-geólogo, decía

de vida; en este sentido, se trata de un poder similar

sobre la potenciación que el conocimiento de la his-

al de los Media. El poder de los científicos se ejerce

toria geológica introducía en su percepción estética

1

de una doble forma: a través de su influencia en la

El. A T E N E O - 3 7

Técnica y a través de los Media de forma directa so-

f

Meister, que de girar en torno al eje del Arte (tea-

bre el público, cómo muestran actualmente toda la

tral), acaba siendo una reflexión sobre el Arte de

problemática del SIDA y el posible cambio climáti-

Vivir, este «saber hacer» con la propia vida, técnica

co. Técnicos y científicos tienen otras vías indirectas

al fin, que ya los griegos clásicos colocaron tan alto

de ejercicio del poder: su influencia sobre las élites

en la jerarquía del saber, y en el cuál los pueblos me-

políticas y empresariales en la formación de decisio-

diterráneos, chino y del Oriente Medio con la más

nes y su influencia sobre las ideologías, impregna-

larga experiencia civilizatoria, acaso estén en cabe-

das a menudo de factores tecnocráticos y cientifis-

za. Quizá ésta sea la verdadera meta de una viven-

tas.

cia íntegra de la Cultura en la óptica de su servicio a Las Ciencias, por otra parte, al igual que deter-

la vida humana. Nietzsche, que también pensaba

minadas corrientes artísticas, producen sensaciones

que la suprema realización artística era vivir la vida

inquietantes. La situación privilegiada del hombre

cómo una obra de arte, quizá acertó con su genial

en la cosmovisión del mundo antiguo, fruto de la ig-

intuición, al decir que «Tenemos el Arte para no mo-

norancia, viviendo en el centro del Universo y al

rir de la verdad». Hay en todo caso, un interesante

margen de la Naturaleza, fue completamente trans-

paralelismo entre el Arte convencional y el de vivir:

tornada de forma sucesiva por Copérnico en el siglo

así cómo la Belleza es consustancial a las Artes, la

XVI y Darwir. en el XIX. Cómo inquietantes resultan

felicidad sería consustancial al Arte de Vivir, y la

muchas visiones artísticas del Romanticismo

alegría, que discurre junto a la felicidad, sería tal y

(Friedrich con sus pinturas metafísicas, Goethe con

cómo dijo Aristóteles, «la compañera de todo acto

el «Fausto», Mary Shelley y su Frankestein) o el

perfecto», y también por tanto, consustancial al Arte

Surrealismo. Quizá la expresión abierta de temores

supremo, el de Vivir.

y fantasmas difusos tenga propiedades terapéuticas,

En qué medida el estímulo sistemático del deseo

tal y cómo argumentaba Aristóteles para la tragedia

en la esfera del consumo que señala Bell, posibilita-

griega con su teoría de la catarsis, o cumpla en la

do por el desarrollo del sistema tecnocientífico y

economía de la mente un papel similar al de las pe-

contrario a la autolimitación propugnada por el cla-

sadillas en los sueños. En cualquier caso, esto nos

sicismo, contribuye con un balance positivo de satis-

puede prevenir de interpretaciones demasiado line-

facción o uno negativo de frustración a la felicidad

ales y simplistas. Nietzsche expresó su idea de que

humana, sería un tema interesante a investigar por

la medida del valor de un hombre, la daba su capa-

la Sicología Social. Mientras tanto, el ejercicio ade-

cidad para ver la verdad del destino humano, cuya

cuado de la «libertad de elegir», tan ampliamente

única certeza es la muerte, y asumirla. Otros filóso-

expandida y ponderada en nuestra sociedad, es sin

fos cómo Ortega han reflexionado también en este

duda un elemento fundamental del Arte de Vivir.

sentido para relativizar el valor del Arte, a menudo

Una de las razones por último, que puede estar

absolutizado desde visiones metafísicas o esteticis-

en el origen de la querella de las Artes con las

tas, poniendo de relieve que puede ser una vía de

Ciencias, es lo que Weber llamó en 1919 el desencan-

escape a la existencia auténtica. En este orden de cosas, resulta interesante la

tamiento del mundo producido por la aplicación de la razón científica a todas las parcelas de la realidad. Las

evolución del pensamiento de Goethe reflejada en

Ciencias han disipado, en efecto, el misterio de gran

las sucesivas reformas de su novela sobre Wilhem

parte de la realidad en un plazo breve, y esto no es

EL ATENEO - 3 8

fácil de asumir, tanto por las Artes cómo por las

existen, algo que sin duda demanda el desarrollo

Religiones.

humano, no reducible sin un empobrecimiento sólo a razón o sentimiento. Más bien, en este terreno, lo deseable sería un desarrollo integral de la persona

CONCLUSIONES Partiendo de la constatación del «problema de

facilitado por la educación académica y permanente

las dos culturas», el análisis de las relaciones entre

que estimulara el respeto entre disciplinas y profe-

Técnicas, Artes y Ciencias y su común inserción en

sionales y llevara a un enriquecimiento de la vida

la Cultura, ha puesto de manifiesto algunos aspee-

formando ante todo hombres, enriquecimiento mas

tos de interés.

posible y necesario cuánto más evolucione la

Ante todo, el hecho de que cada uno de estos

Sociedad Postindustrial a una Civilización del Ocio

grandes campos culturales bien diferenciados con-

en un contexto de libertad intelectual. Es oportuno

tribuyen a la satisfacción de necesidades individua-

aquí recordar la aportación histórica a este acerca-

les y colectivas, promoviendo en balance la felicidad

miento en España de instituciones cómo el Ateneo

humana y la supervivencia social y teniendo por

Científico y Literario de Madrid o la Institución

tanto un claro valor evolutivo. En este sentido todas

Libre de Enseñanza. Creo que hoy los Medios de Comunicación de

son útiles a la vida. El análisis de sus interrelaciones indica la exis-

Masas, integradores fácticos de «las» Culturas, tie-

tencia de las mismas en todos los casos. Más fuertes

nen una especial responsabilidad en este campo y

entre Técnicas y Ciencias, menor entre éstas y las

una oportunidad de servir a la Sociedad. •

Artes, pero existentes, tanto a nivel de afinidades de método cómo sicológicas o de complementariedad; así mismo revelan impactos importantes de las Técnicas sobre las Artes, tanto directas cómo a través de la inserción de las Artes en el sistema socioeconómico, claramente interrelacionado con la evolución de las Técnicas. Existe sin embargo, debido a sus diferentes finalidades y valores-guía procedentes de la Oreanización Social un amplísimo campo de autonomía y conflicto potencial de las Artes respecto a las Técnicas y Ciencias, que ningún voluntarismo podrá eliminar, y que es quizá, junto al desequilibrio permanente que el crecimiento exponencial de Ciencias y Técnicas produce en el campo de la Cultura, el fundamento principal del «problema de las dos culturas». Las Artes son todavía, afortunadamente, el portavoz del sentimiento en la Cultura. Esto, sin embargo, no debería impedir el desarrollo de las posibilidades de convergencia que realmente

PRINCIPALES REFERENCIAS CONSULTADAS BELL, Daniel (1976): The Cultural Contradictions of capitalista. Trad. en Alianza Universidad. Madrid. Cossio, Manuel B. (1966): De su jornada. Fragmentos. Ed. Aguilar. Madrid. DE SOLLA PRICE, DEREK J. (1969): The Structure of publiaiHcm in

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EL A T E N E O - 3 9

c¡ \/td.

oL chorno juteq juteqo

«24> p r e m i o Secctór» de CTíer>cícví; y C^ccnoLoaícv. clcL \ r e n c o de CDcxcli-id 1994»

José Luis SUÁREZ RODRÍGUEZ

olvidando que la vida está hecha, fundamentalmente, de misterios incomprensibles y de enigmas inex-

"...en mi casa he reunido juguetes pequeños y

crutables.

grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño

El racionalismo vital quiere dominar la naturale-

que no juega no es niño, pero el hombre que no

za, controlar la materia, definir el espíritu y encau-

juega perdió para siempre el niño que vivía en él zarlo. Pero a la vida no se la puede dirigir con el y que le hará mucha falta. He edificado mi casa pensamiento lógico. Pensar la vida y tratar de defitambién como un juguete, y juego en ella de la

nirla es querer ponerle límites; y si de la vida espiri-

mañana a la noche."

tual se trata, intentar someterla a «razones», encorsetarla con «deberes» y moldes. Pero a la vida, que

(PABLO NERUDA, en Confieso que he vivido )

es espontánea y libre, versátil y vivaz por juguetona, sólo se la puede, desde el intelecto, contemplar con admiración y curiosidad, con perplejidad y estupor,

1. FILOSOFÍA LUDICA DE LA VIDA

en la hondura, reflejada, de su misterio insondable.

Existe ura creencia hecha dogma, generalizada

Cuando, a mediados del siglo actual, los filóso-

por la tradición cultural intelectualista de

fos positivistas, representantes de un vitalismo bio-

Occidente, de que el progreso humano es un largo

logista, tachaban las formas metafísicas de discurso

camino de racionalización del hombre y de la vida:

como carentes de significado, al explicar el carácter

del pensamiento, de la conducta, de las relaciones

semántico de las proposiciones científicas, descu-

éticas y las costumbres de convivencia.

brieron, con sorpresa, que al Análisis tampoco le era

Ese racionalismo vital, que intenta definir al

posible eliminar todo grado de ambigüedad, va-

hombre, su mundo y su existencia, con las categorías

guedad, equivocidad, en el enunciado de sus pro-

intelectuales y metafísicas de esencia, orden, sistema,

pios principios filosóficos. Y la solución la dio L.

causalidad, necesidad, normatividad..., asimilando

WITTGENSTEIN, que en la primera fase de su pen-

la Vida a la Naturaleza y el Mundo a la Razón, lleva,

samiento analítico había sido presa de la urdimbre

en el ámbito del conocimiento, al logicismo y al

y el encanto del lenguaje, apelando a la expresión

cientifismo, tornando el saber de la vida en natura-

lingüística y epistemológica de los «juegos de len-

lismo y positivismo.

guaje».

El racionalismo cultural, pretende explicar todos

Pensar la realidad del mundo y de la vida no es

los problemas vitales (biológicos, anímicos, espiri-

-piensa WITTGENSTEIN- sopesarla con conceptos

tuales) como problemas relativos a un fenómeno ob-

ideales y estereotipados para tratar de definirla, si-

jetivamente experimental y lógicamente razonable,

no una actividad mental que consiste en jugar con

EL A T E N E O - 4 0

de que PLATÓN declarara que el juego (paidiá) es un ingrediente necesario de la vida humana, queremos señalar, entre la últimas aportaciones, la postura de F. SCHILLER, en sus Cartas sobre la educación estética del hombre ; las alusiones de NlETZSCHE a lo largo de sus escritos; la concepción de H. BERGSON, con su teoría del élan vital, impulso creador de la vida espiritual del hombre; la obra de j . HUIZINGA, Homo ludens, considerando el juego como fenómeno histórico determinante de la vida cultural

dando vueltas a la imaginación y recreándonos con

Vivir razonablemente, conforme a la naturaleza,

la añoranza y la ambición; recurriendo al impulso

como pedían los estoicos, no significa que nos asi-

básico de jugar: jugando al amor o a la guerra; ju-

milemos plenamente a ella, porque la vida del alma,

gando con palabras y con intereses; fomentando la

espiritual o sobrenatural, alimentada más por la fe

diversión por medio del espectáculo, la fiesta o el

que por el garbanzo, será siempre una vida «eleva-

humor. La vida ilusa es así, la menos mala, la del

da», y no tanto por mor de la razón sino por juego

que está «encantado de la vida».

del arte, como declaraba el estoico SÉNECA: La na-

¿Y quién se atreve a desencantar la vida? Nadie, porque todos esperamos que «las cosas» vayan bien,

turaleza no da la virtud, el hacerse bueno es un arte (Epíst. a Lucilio XC, 44).

que la suerte nos ampare, que el éxito nos acompa-

El homo ludens es más iluso que razonador. Y es

ñe, que los acontecimientos discurran siempre por

por eso por lo que prefiere la vida sencilla y natural,

cauces de fortuna y felicidad: ¡La esperanza, aunque

la vida artística y deportiva, la vida mística y beata,

engañosa, sirve para conducirnos hasta el final de la vida

frente a la vida útil, capacitada y poderosa, de la ra-

por camino agradable!, manifiesta F. DE LA ROCHE-

zón técnica y la intelección metafísica. Y practica

FOUCAULD, en sus Máximas.

más que el logos el pensamiento lúdico: sensitivo,

KANT, por su parte, propugnaba como social-

pasional, creador y creedor. Es este el pensamiento

mente benéfica y necesaria esa ilusión que permite el

en el que se pronuncian los más elevados anhelos y

incremento indirecto de la moralidad a través del «juego

las más sublimes verdades sobre la vida. Vayan co-

de máscaras de las relaciones humanas» (Antrop., par.

mo muestras:

Í4; Pero, además, proponía en el enunciado de la norma moral, la fórmula, elusiva y mágica, del «como si», simulador de su aceptación: «Obra como si...» El «como si» fictivo o ilusionante, es a juicio de (7)

VAIHINGER , el presupuesto que mantiene la ma-

«Vivo sin vivir en mí, y tan alia vida espero, que muero porque no muero».

yoría de las proposiciones filosóficas en forma de hi-

(SANTA TERESA DE JESÚS)

pótesis de trabajo, modelo relacional o expectativa utópica para la realización de «un mundo mejor» de una «vida feliz», del «progreso de la «humanidad», «la conciliación universal» o la «paz perpetua». Ese ficcionalismo, que salva las apariencias y ha-

(/)

Véase la exposición de la filosofía del «como si» de H. VAIHINGER en la autoexposición del autor: «El nacimiento de la filosofía del como-si». En «Revista de Filosofía», La Plata, n" 11,1962, pp. 94-117.

EL ATENEO-45

«¿Que es la vida ? Un frenesí. f ¿ Qué es k vida ? Una ilusión, I una sombra, una ficción, donde un gran bien es pequeño, pues toda la vida es sueño y los sueños, sueños son». (CALDERÓN DE LA BARCA)

«El que ama su vida, la perderá; pero quien la perdiere, se salvará». (EVANGELIO) Yo, por mi parte, quiero terminar con un chiste, como parva contribución al juego filosófico: ¿Qué es la vida? No lo sé; cuando la viva, te lo diré. •

«Breve es la vida, pero lo suficientemente larga para vivir bien y honestamente». (CICERÓN)

BIBLIOGRAFÍA ABAD CARRETERO, L: Vida y sentido.

Uteha, México, 1960. ARANGUREN, J.L. y otros: Experiencia de la vida. Alianza Editorial, Madrid, 1969. BERGOUNIOUX, F.M.: Origen y destino de la vida. Taurus, Madrid, 1963. EUCKEN, R.: La vida, su valor y significación. D. Jorro, Madrid, 1912. INGENIEROS, J.: La simulación en la lucha por la vida.. L.J. Rosso, Buenos Aires, 1920. LÓPEZ UREÑA, F.: E¡ misterio de la vida. Morata, Madrid, 1929. MARÍAS, Julián: Tres visiones de la vida humana. Salvat, Estella, 1972. ORAISON, M.: El azar y la vida. Espasa-Calpe, Madrid, 1973. ORTEGA Y GASSET, J.: El tema de nuestro tiempo. Alianza Editorial, Madrid, 1981. SADABA, J.: Saber vivir. Ed. Libertarias. Madrid, 1984. SlNNOT, E.W.: La biología del espíritu. F.C.E., México, 1970.

«La vida sencilla es más agradable, más inocente y más buena». (MONTAIGNE) «El hombre pierde la vida por sus temores y es inmortal por sus ilusiones». (PLTAGORAS) «La vida nos ha sido dada, pero sólo se merece uno la vida, dándola». (TAGORE)

CURRICULUM JOSÉ LUIS SUAREZ RODRÍGUEZ

«La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla». (SANTAYANA)

• Es Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Editor-Realizador de proyectos editoriales. Fundador-Director de El Gallo de Diógenes. Revista Filosófica de Didáctica y Humor. • Se preocupa por la Ludosofía: cultiva el Juego y el Humor como ingredientes del pensamiento filosófico. Le interesa la Numerología, • Entre sus publicaciones destacan: - Filosofía y Humor. El Guiño de la Lechuza. Madrid, 1988. - La Piedra Filosofal: Curiosidades y Anécdotas de la Filosofía. Madrid, 1989. - Teología y Humor. La Gracia del Espíritu. Madrid, 1990. - Elogio de la Simplicidad. Con Prólogo de José L. LÓPEZ ARANGUREN. Madrid, 1992. - La Única Solución Posible al «Gran Acertijo» de Fermat. Madrid, 1993. - Zarathustra en la Biblia. Madrid, 1994. - El Cristo Antiguo. Madrid, 1996.

«La vida más agradable consiste en no saber nada». (SÓFOCLES) «La vida es una fiesta para los hombres sabios». (EMERSON) «La vida es un juego, del que nadie puede en un momento retirarse, llevándose las ganancias». (MAUROIS)

(lí|

Cit. ]. SADABA, Saber vivir. Ediciones Libertarias, Madrid, 1984,pág.32.

|

• Prepara: Lúdica: El Pensamiento Jocundo.

I

I i

El Ateneo de la Habana M. Dolores DOMINGO ACEBRÓN

^ El pasado revalorizado. Orígenes culturales y Arqueología en el Ateneo de Madrid. 1838-1918

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Alejandro R. DÍEZ TORRE ,1 •<

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M. Dolores DOMINGO ACEBRÓN Departamento it Historia de América. Centro de Estudios Históricos. C.S.I.C. Universidad de París VIII. Centre de Histoire des Antilles Hispanicjues

Las fuentes utilizadas para la realización de este estudio proceden del Archivo Nacional de La Habana1, de la Biblioteca Nacional «José Martí» de La Habana2 y del Instituto Superior de Literatura y Lingüística de La Habana3. Asimismo, han sido consultadas algunas fuentes bibliográficas siendo estas muy escasas debido a que el análisis de las instituciones culturales y principalmente el relativo al Ateneo de La Habana, no ha sido objeto de estudio por parte de la historiografía española ni cubana. Por consiguiente, abordamos un tema de investigación que podría considerarse novedoso, si exceptuamos el relativo al Ateneo de México para la primera década deis.XX.4 1. EL ATENEO Y CÍRCULO DE LA HABANA El Ateneo y Círculo de La Habana se funda el 4 de noviembre de 1902, e inaugura sus actividades publicáis en el Teatro Nacional, antiguo Teatro Tacón de La Habana, con un discurso de Manuel Sangüily. Era heredero de dos sociedades que le precedieron «El Ateneo Científico, Artístico y Literario de La Habana» y el «Círculo Profesional». De este primer Ateneo contamos con la documentación relativa a su existencia en 1880,y según el Reglamento se denominaba: «Instituto Científico, Artístico y Literario»5, el •

cual pretendía mediante la colaboración de sus asociados los siguientes objetivos: proporcionar diversiones honestas; fomentar el gusto por las ciencias, las letras y las artes; y establecer una escuela pública y gratuita. En el resto de sus artículos que comprendían hasta un total de 84 quedaba organizado el funcionamiento interno de la institución, siendo el más importante el primero de ellos, puesto que hacia referencia a la constitución como sociedad científica y literaria. Estas dos instituciones citadas tuvieron ilustres antecesores, desde el antiguo «Liceo» hasta la «Caridad del Cerro»; instituciones que funcionaron paralelas a los centros educativos y que tenían como principal finalidad, promover actividades literarias,

1

En el Archivo Nacional de Cuba, La Habana existe un fondo denominado Registro Asociaciones donde pudimos localizar información sobre el Ateneo de La Habana. 2 La Biblioteca Nacional «José Martí» de La Habana posee una extensa biblioteca donde encontramos información bibliográfica muy importante, sobre los Ateneos de Cuba, entre los que cabe citar el de La Habana, Matanzas, Santiago de Cuba, «José Martí» de Nueva Paz, Marianao, Camagüey y Cienfuegos. También sobre los ateneos del resto de América: de Puerto Rico, México, Caracas, Venezuela, El Salvador, Honduras, Uruguay y República Dominicana. Y por supuesto, de España, como el de Madrid, y el de Mahón, etc. 3 En la biblioteca del Instituto Superior de Literatura y Lingüistica de La Habana, hay una información bibliográfica complementaría sobre los diversos Ateneos citados en la nota anterior. 4 Véase a este respecto: GARCÍA MORALES, Alfonso: El Ateneo de México (1906-1914). Orígenes de la Cultura Mexicana Contemporánea. Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, C.S.I.C., 1992. 5 Reglamento del Instituto Científico, Artístico y Literario. Ateneo de La Habana. La Habana, Imprenta del Trabajo, 1880.

EL ATENEO-'

quedó de manifiesto el compromiso que debían tener los intelectuales con la sociedad y como éstos con su conducta eran un ejemplo para todos. Por consiguiente, la Sociedad de Conferencias sería una tribuna más para los intelectuales cubanos. Durante los años 1910 y 1911 se dieron conferencias sobre diversas disciplinas: literatura cubana y extranjera, música y pintura contemporánea, arquitectura y arte decorativo, ciencias sociales, etc.' El Ateneo de La Habana comienza su nueva andadura en la etapa republicana cuando ya España ha abandonado Cuba después de que ofreciera una resistencia absurda negándose a aceptar que Cuba podia ser una nación independiente. Desde el año 1868 inicio de la primera guerra independentista, conocida con el nombre de Guerra de los Diez Años y que finaliza en 1878, se producen otro dos intentos por la liberación nacional, la Guerra Chiquita (18791881) y la última guerra también llamada la «Guerra

Rafael Montoro

de Martí» (1895-1898) que supuso para España el fin de su poder colonial en América. Pero la salida de artísticas, etc., y por las cuales principalmente en la

España del suelo cubano no significó para Cuba la

«Caridad del Cerro», pasaron los intelectuales más

liberación, sino que por el contrario se vio mediati-

importantes del momento que se agrupaban en La

zada por un nuevo poder de corte imperialista re-

Habana, como Varona, Borrero, Sangüily, Montoro,

presentado por los Estados Unidos y que no con-

Lendián, Várela Zequeira, etc. Además funcionaban

cluirá hasta la revolución cubana en 1959.

«El Progreso» en Jesús del Monte; el «Nuevo Liceo»;

Ahora bien, la entrada de Estados Unidos en Cuba

el «Círculo Habanero»; el «Liceo Artístico y

y la imposición de la famosa «Enmienda Platt» en 1901

Literario», de Regla y el «Club de San Carlos» de

que justificaba jurídicamente la dependencia neocolo-

So úiago de Cuba. Otras corporaciones profesiona-

nial del estado cubano8. No impidió que instituciones

les cómo el Colegio de Abogados, la Sociedad de Estudios Clínicos o la Sociedad Antropológica de La Habana6. Sin olvidar, la Sociedad de Conferencias de La Habana que fue inaugurada por el escritor Jesús Castellanos en 1910, con una conferencia titu-

6

lada «Rodó y su Proteo», para emular el movimien-

7

to cultural organizado en México por un nutrido

8

grupo de jóvenes, y que tenían una vinculación muy sólida con el Ateneo de México. En sus palabras

GUERRA SÁNCHEZ, Ramiro, PÉREZ CABRERA, José, REMOS, Juan

J. y SANTOVENIA, Emeterio: Historia de la Nación Cubana. La Habana, Ed. Historia de la Nación Cubana, 1952, Tomo Vil, pág. 321. Opcit(4),págsl75-181. FERNÁNDEZ SOSA, Mirian: «El intervencionismo norteamericano en Cuba y su reflejo en el pensamiento político cubano de principios del S. XX». Arbor, Madrid, n° 567, tomo CXLIV, 1993, pág 119.

EL ATENEO - 4 9

Teatro de Tacón y parte del Paseo de Isabel II. Vista tomada desde la Puerta de Monserrate. Federico Mialhe.

culturales como el Ateneo reanudaran sus actividades,

f

puesto de las Secciones que se denominaron: Bellas

El Reglamento del Ateneo y Círculo de La Habana \

Artes, Lengua y Literatura, Ciencias Filosóficas e

fue aprobado el 30 de septiembre de 1902 y en sus

¡

Históricas, Ciencias Morales y Políticas, Ciencias

ocho capítulos y 50 artículos se especificaba que el

!

Físico, Naturales y Exactas y de Recreo9.

Ateneo de La Habana era «una asociación científica,

i

literaria, artística y de recreo; siendo su finalidad: el

|

cultivo de las ciencias, beltas artes y letras, establecer

;

Los cinco primeros presidentes del Ateneo de La

conocimientos y relaciones de amistad entre sus aso-

\

Habana fueron: José A. González Lanuza, Ricardo

ciados, estrechar la solidaridad social, además de

i

Dolz, Rafael Fernández de Castro, Juan Santos

proporcionar distraciones propias de una sociedad

j

Fernández y Evelio Rodríguez Lendián.

de recreo». Los medios para llevar a cabo esto, eran

I

El primero José A. González Lanuza, hijo de es-

las conferencias, exposiciones, etc. Y una parte muy

\

pañol y cubana fue uno de los abogados de mayor

2. PRESIDENTES DEL ATENEO DE LA HABANA

importante era mantener una relación intensa con instituciones análogas, nacionales y extranjeras.

prestigio del Foro habanero y vinculado a la ,

Asimismo, el reglamento delimitaba el funciona-

!

miento interno del Ateneo, con respecto a los socios,

|

junta directiva y de gobierno (presidente, director), de las juntas generales, invitaciones, etc. Y por su-

Universidad de La Habana, en el ejercicio de

9



Reglamento del Ateneo y Círculo de La Habana, 1902. Biblioteca Nacional «José Martí».

EL ATENEO-50

el cargo de Secretario de Justicia e In strucción Pública en el primer gobierno interventor; dictando el Decreto de Conciliación nacional. Pero pronto tomará conciencia de la nueva situación, no formando -

*





parte de la Asamblea Constituyente. En 1900 vuelve a la Cátedra universitaria y en 1902 es elegido Presidente del Ateneo. Cuando asume la presidencia del Ateneo Lanuza está convencido que dicha institución tiene que promover la cultura en general en sus más variadas manifestaciones, difundir al gran público los conocimientos científicos, las aficiones artísticas; e incluso ciertos conocimientos médicos necesarios para la mejora de la sociedad. Junto a esto Lanuza afirma la necesidad de ser rigurosos con el principio de no dar cabida en el Ateneo a la política, es decir, a la política militante, a la política de partidos, que pueda propiciar luchas personales y que menoscabe el desarrollo de la cultura y el interés de José de la Luz Caballero

la ciencia". Su actividad en el Ateneo fue bastante intensa y no podemos olvidar su famosa disertación en 1905 sobre «El Sufragio Universal», y su conferencia

Profesor en la Facultad de Derecho. Pero sus convic-

sobre «La vida y obras de Tolstoy». Su labor intelec-

ciones políticas le llevaron a entrar en contacto con la

tual fue interrumpida por la muerte prematura a los

Junta Revolucionaria Cubana de Nueva York, cuan-

cincuenta y un años de edad.12

do se inicia la guerra de 1895, suponiéndole ésta de-

Ricardo Dolz fue el segundo presidente del

cisión un Expediente de Infidencia y la deportación a

Ateneo elegido en 1904 siendo conocido también co-

las Islas Chafarinas. La deportación fue una medida

mo el Senador perpetuo, puesto que ocupó el cargo

represiva utilizada por las autoridades españolas

de senador desde 1902 hasta 1937, siendo considera-

desde la Guerra de los Diez Años, y afectó a un total .•*• 1.377 personas entre los años 1869 y 1876, cuyo destino era desde la Isla de Pinos hasta Fernando 10

Poo, la Península etc. Lanuza fue libertado en diciembre de 1897, de ahí pasa a Madrid y después a París donde tiene una estancia bastante fructífera. Redacta el famoso manifiesto donde rebate a los autonomistas y se proclama partidario de la independencia absoluta. Más tarde se dirige a Nueva York

10

DOMINGO ACEBRÓN, M. Dolores: «Los Deportados de la Guerra de los Diez Años. Cuba (1868-1878)». Revista de Indias, Departamento de Historia de América, CS.I.C, Madrid, vol IJ, enero-abril 1991, n° 191, págs 143-166. " Discurso del Dr. José A. González Lanuza en la velada in augural del Ateneo y Círculo de La Habana, (4 de noviembre de 190 2). Los Antiguos presidentes del Ateneo de La Habana. Ciclo de conferencias celebrado en el Ateneo de La Habana, del 15 de octubre al 12 de noviembre de 1951. La Habana, Imp. Fernández y ca, págs 151-163. 12

donde es elegido miembro de la Asamblea de Santa Cruz del Sur. Terminada ya la guerra asume en 1899

Ibid. CHACÓN y CALVO, José María: «El Dr. José A, González Lanuza», Primer presidente del Ateneo (15 de octubre de 1951), págs 7-52.

El, ATENEO-51

do uno de los mayores polemistas en la historia par-

lecta de fondos para la creación del Instituto Pasteur

lamentaria. Su posición política le llevó a negarse a

de París. En el Ateneo de la Habana impartió en

ocupar el cargo de diputado cuando se instaura el

1916 la conferencia sobre, «La actual guerra europea

régimen autonomista en Cuba, trasladándose a

y las ciencias».15

Nueva York donde se unió a Enrique José Varona

En 1913 el Dr. Evelio Rodríguez Lendián fue ele-

que presidía la Junta Revolucionaría, ingresando en

gido quinto presidente del Ateneo, perteneciente a

el Partido Revolucionario Cubano. Proclamada la

la generación que hizo posible el proceso revolucio-

República fue concejal en el Ayuntamiento de La

nario de 1895, y que será clave en la futura orienta-

Habana y senador. A pesar de todo, Dolz era bas-

ción del Ateneo. Suprimiendo el carácter social de la

tante contradictorio y ciertas afirmaciones le impli-

institución al cerrar la mesas de juego y los salones

caron en un incidente bastante serio con el General

de baile y no dejando más que la cátedra y la tribu-

Menocal, cuando hizo la desafortunada afirmación

na, con lo que resaltó el carácter cultural y científico.

de que «la intervención americana era un estado de

Vinculado a la Universidad de La Habana ejerció co-

derecho». Según sus biógrafos «sus derrotas estaban

mo catedrático de Historia de la Facultad de

en la calle y no en el parlamento». Sin embargo, su

Filosofía y Letras, desempeñando también su profe-

actitud posterior nos índica un giro político en su

sión de abogado. Con el estallido de la guerra de

posición uniéndose, cuando se produce el alzamien-

1895 tuvo una participación activa formando parte

to del General Menocal, a la Junta Revolucionaria

del Comité Central Auxiliar. Terminada ya la guerra

de Nueva York junto a Grau San Martín. Con el de-

pronunció en la Universidad de La Habana en octu-

rrocamiento del régimen de Machado se presenta a

bre de 1899 su famosa conferencia,

senador por La Habana con el partido Conjunto

16

Independencia absoluta como ideal cubano».

Nacional Democrático, cargo que ocupó por poco 13

tiempo, puesto que muere en 1937 .

«La

A Rodríguez Lendían le sucedió en la presidencia del Ateneo José María Chacón y Calvo.

Por su parte, el Dr. Rafael Fernández de Castro fue elegido en 1907 y permaneció durante tres años

3. ACTIVIDADES DEL ATENEO DE LA HABANA

en la presidencia de esta institución. Siendo uno de

Reflejar las innumerables actividades de una ins-

los más destacados autonomistas y también uno de

titución que mantuvo durante más de medio siglo su

los más ingeniosos políticos. Durante el tiempo que

actividad, es harto difícil. Ahora bien, no queda duda

ejerció su cargo tuvo una actitud bastante pasiva con

como el Ateneo dio cabida a todas las ramas del sa-

respecto al Ateneo, como demuestra el dato anecdó-

ber y por sus aulas pasaron los más destacados inte-

tico de las 83 sesiones que realizó la Junta directiva,

lectuales no soló cubanos, sino también extranjeros.

14

Fernández de Castro no asistió más que a seis.

El cuarto presidente de esta Sociedad desde 1910 hasta 1914 fue el Dr. Juan Santos Fernández, quien fue uno de los más destacados oftalmólogos de su época; fundador del Primer Laboratorio HistoQuímico-Bacteriológico en Cuba y del Primer Instituto de Inoculación Antirrábica en América en 1887. Asimismo apoyó con todas sus fuerzas la co-

" Ibid, MÁRQUEZ STERLING, Carlos: «Ricardo Dolz, el Senador Perpetuo». Sesión del 22 de octubre de 1951, págs 55-66. 14 Ibib. ENTRALGO, Elias: «El Dr. Rafael Fernández de Castro». Sesión del 29 de octubre de 1951, págs 69-102. 15 Ibid. PRESNO Y BASTlONY, José: «El Dr.Juan Santos Fernández». Sesión del 5 de noviembre de 1951, págs 105-120. 16 Ibid. REMOS, Juan J: «El Dr. Evelio Rodríguez Lendiáns«. Sesión del 12 de octubre de 1952, págs 123-148.

EL ATENEO-52

como estamos en tantas clases, categorías y denominaciones; partidos, partidarios y pareceres; ambiciones, rivalidades, envidias, rencillas y triquiñuelas».1' Las actividades del Ateneo de La Habana se reanudaron el 16 de septiembre de 1939 con una conferencia sobre el Dr. Evelio Rodríguez Lendián, el cual ostentó la presidencia durante venticinco años, siendo la primera actividad pública en su nueva etapa. A ésta siguieron un ciclo, desde el 6 de marzo hasta el 2 de mayo de 1940, sobre: «Los Valores de la Filosofía Contemporánea»; siguiéndole desde el 5 de julio al 9 de agosto un ciclo titulado: «Los Maestros de la Cultura Cubana»; posteriormente desde noviembre hasta el 30 de diciembre el ciclo denominado «Figuras Cubanas de la Investigación Científica». El año siguiente, en 1941, dieron comienzo otras el 25 de febrero al 27 de mayo tituladas: «La Crisis de la Libertad»; y paralela a ésta otro titulado: «Los poetas Enrique José Varona

de ayer vistos por los poetas de hoy», etc. Ahora bien, de todos estos destacamos el ciclo denominado «Los Maestros de la Cultura Cubana»

La Habana contaba con tres instituciones intelec-

que incluía un recorrido histórico por algunos de los

tuales heredadas de la época colonial: la Universidad

pensadores, políticos, científicos e intelectuales en

de La Habana, la Sociedad Económica de Amigos del

general de todo el siglo XIX. Las conferencias comen-

País y la Academia de Ciencias; y las tres eran cerra-

zaron el 6 de julio hasta el 9 de agosto y fueron los si-

das no teniendo acceso más que catedráticos, socios o

guientes: Monseñor Manuel Arteaga disertó sobre: el

académicos. Por el contrario, el Ateneo era una tribu-

«Padre José Agustín Caballero», Medardo Vitier so-

na libre menos clasista y abierta a asociados sin lími-

bre «José de la Luz y Caballero», Roberto Agramonte

te de número.

sobre: el «Padre Félix Várela», José María Chacón y

También hay que tener en cuenta como expuso

Calvo sobre: «José Antono Saco», Elias Entralgo so-

Elias Entralgo en la conferencia sobre Rafael

bre «Domingo del Monte», Mariano Aramburu sobre

Fernández de Castro, que La Habana a comienzos

«Ricardo del Monte», Raúl Maestri sobre el «Conde

del s. XX carecía de asociaciones para los nativos, casi

de Pozos Dulces», Juan Clemente Zamora sobre

todas eran de españoles y en ellas no se apoyaba la

«José Calixto Bernal»; Antonio Iraizoz sobre

entrada de criollos, salvo aquellos de rancio integris-

«Enrique Piñeyro», Juan J. Remos sobre «Manuel

mo a la ex-metropoli. Por consiguiente, el Ateneo y

Sangüily», Félix Lizaso sobre «Rafael María de

Círculo de La Habana era el «centro de todos los cubanos, especialmente de los que algo valen en el país, y no de algunos, de unos pocos, los menos, divididos

7

EL ATENEO-53

Op(ll),págs90-91.

los más destacados al establecer la vacunación en Cuba. Continuó con una de Salvador Massip titulada «El Geógrafo Esteban Pichardo». A ésta siguieron la de José Várela Zequeira sobre «Antonio Mestre», José Isaac Corral sobre «Alvaro Reynoso» la de Octavio Montoro sobre el «Dr. Carlos Finlay»; la de Carlos de la Torre sobre «Felipe Poey» y Abelardo Moreno sobre «Carlos de la Torre». Todas ellas pusieron de manifiesto cómo si durante todo el s. XIX se cultivó la Jurisprudencia, la Medicina, también lo fueron la Meteorología, la Agricultura científica, la Ingeniería, la Agrimensura, la Geografía, la Antropología y las Ciencias Naturales. El Ateneo de La Habana contribuía de ésta manera a la difusión de aquél desarrollo científico. Nos parece bastante interesante y elocuente citar en estas líneas sobre los Ateneos, las palabras de José Isaac Corral que en su conferencia sobre el científico Manuel Sangüily

Alvaro Reynoso decía: «El Ateneo de Madrid dejó en mi memoria rasgos tan profundos e imperecederos, que al entrar hoy, casi por primera vez, en los salones

Mendive» y Jorge Mañach sobre «José Martí».

del Ateneo de La Habana, hermana de aquella, me

Es decir, era la del Ateno una actividad bastante

parece revivir los hermosos días de la juventud y que

fructífera y completa, no sólo por la labor desarro-

el espíritu mantiene siempre animando el fuego divi-

liada sino también por la difusión que supuso la pu-

no de la investigación de la verdad inspira y que el

blicación del ciclo dos años más tarde.

18

ansia de saber estimula y enciende perpetuamente»}9

Otro apartado importante lo constituyen las in-

Otro de los ciclos de conferencias de relevancia

numerables conferencias impartidas sobre los más

fue el de «Historia de la Medicina», organizado por

notables científicos del siglo XIX, y que servían para

la sección de Medicina del Ateneo, con el cual se ve-

divulgar la labor de los intelectuales cubanos . El ci-

nía a cubrir una laguna importante relativa a este

cío de conferencias se celebró entre el 6 de noviem-

campo. Y en una de las primeras conferencias im-

bre y el 30 de diciembre de 1940. La primera confe-

partida por el Dr. Horacio Abascal sobre «La

rencia fue dictada por José Antonio Fresno sobre el

Medicina de la segunda mitad del s. XVIII y la pri-

médico Joaquín Albarán, uno de los urólogos mo-

mera del XIX», se criticaba el hecho insólito de que

demos más importantes y además de su labor de investigación realizó esfuerzos para apoyar la independencia de Cuba. La siguiente fue la impartida por Manuel Villaverde sobre el científico Tomás Romay, uno de

Figuras Cubanas de la Investigación Científica. La Habana, Publicaciones del Ateneo de La Habana, 1942. 19 Ibidem. Conferencia del Ingeniero José Ignacio Corral sobre Alvaro Reynoso, págs 245-246.

EL ATEilEO-54

la historia de la medicina no existía como materia de enseñanza en la Universidad y que en cambio si lo

T

ta, la labor de Max Henriquez Ureña en su cargo de vicepresidente del Ateneo y que a su vez fue el di-

había sido cuando Cuba era una colonia de España,

rector del Ateneo de Santiago de Cuba entre los años

por consiguiente, era un punto de arranque impor-

1914 a 1916. Otros dominicanos ilustres en tierra cu-

tante al intentar expresar la opinión disconforme de

bana habían apoyado la independencia aunque con

numerosos intelectuales sobre esta cuestión.

otras armas, Máximo Gómez, los hermanos Marcano, etc.22

Además hubo otras dos conferencias de carácter extraordinario: la del Dr. Gustavo Pittaluga sobre

Por último, un aspecto relevante del Ateneo era

«Don Santiago Ramón y Cajal», y la del Dr. Pedro L.

el contacto directo con los intelectuales extranjeros

Fariñas sobre: «Roentgen y los Rayos X». Y una de

que visitaban Cuba. Entre los más destacados nos

las cuestiones más importantes según el Presidente

encontramos al poeta peruano José Santos Chocano,

del Ateneo de La Habana, José María Chacón y

al literato sevillano Juan Antonio Cavestany que a

Calvo, era que el Ateneo con estos ciclos de confe-

su paso por Cuba en 1909 estuvo en el Ateneo y pro-

rencias lo que hacia era «confirmar el carácter de

nunció una conferencia el 9 de noviembre. Y al in-

Escuela de Estudios Especiales», como efectivamen-

signe historiador Rafael Altamira quien impartió

te muchos habían pensado que debía ser dicha insti-

una conferencia el 13 de marzo de 1910 sobre: «El

tución. Para Armando Menocal autor de un proyec-

paralelo entre el sueño de una noche verano de

to sobre el Código Penal Cubano, del cual habló en

Shakespeare y la obra musical del mismo título de

dicho Ateneo, dicha institución para cumplir sus

Félix Mendelssohn-Bartholdy».23

propósitos enciclopedistas, tenía que ser «una ver-

Para finalizar, la labor cultural del Ateneo de La

dadera Escuela de Estudios Superiores, y no sólo el

Habana fue seguida en el resto de Cuba, ejemplo de

escenario de magníficos torneos oratorios y de bri-

ello son los Ateneos de Matanzas (1880), el de

20

llantes justas literarias».

Cienfuegos, el de Camagüey , el de Santiago de

Un apartado importante de la actividad cultural

Cuba fundado en 1915. Y el Ateneo «José Martí» de

del Ateneo lo constituían los homenajes realizados a

Nueva Paz que nos lleva a finalizar este trabajo con

personalidades vinculadas principalmente con

una frase de Martí: «La madre del decoro, la savia

Cuba, en el plano ideológico, político o personal. Un

de la libertad, el mantenimiento de la República y el

ejemplo importante fue el homenaje que organizó el

remedio de sus vicios es, sobre todo lo demás la

Ateneo junto con el Centre Cátala de La Habana en

propagación de la cultura». •

abril de 1924 a Francisco Pí y Margall con motivo del centenario de su nacimiento, siendo reconocido como el español que más firmemente defendió las libertades cubanas.21

20

En agosto de 1963 se realizó un homenaje junto

21

Ateneo de la Habana y Centre Cátala. Homenaje en Memoria de Pi y Margall. Con motivo del Centenario de su nacimiento. La Habana, República de Cuba, 1924.

con el Ateneo de Marianao a Juan Pablo Duarte, fundador de la República Dominicana, en el período en que se cumplia el centenario de la independencia de

22

j

la República Dominicana. La tradición de la dominicanidad es patente en el Ateneo; sí tenemos en cuen-

Cursillo sobre Historia de la Medicina. Ateneo de La Habana,

m

Juan Pablo Duarte. Sequiscentenario

de su nacimiento.

Homenaje

del Ateneo de Marianao (1963). La Restauración dominicana. Su primer centenario. Homenaje del Ateneo de La Habana (1963). Santo Domingo de Guzmán. 23

EL ATENEO-55

O p cit (9), págs 92-95.

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Ti

pcxscxclo Or-tacocs ctaLcu.-rcvLes -y ^.i-cju-eoLoaícx en cL

cié COcxcii-ía, 1838-1918

Alejandro R. DÍEZ TORRE Departamento de Historia 11. Universidad de Alcalá

Nos proponemos pues, aproximarnos a las contribuciones científicas de nuestra Institución en el tema de los orígenes y el conocimiento de la

En una institución con solera como el Ateneo,

Arqueología, además de revisar momentos iniciales

suele darse por descontado la existencia de líneas de

y trazar las principales etapas seguidas en la Docta

continuidad o tareas de amplio aliento y cobertura

Casa por los estudios antiguos y saberes arqueológi-

intelectuales, alimentadas por una ¿defectible preo-

cos. Todo ello, en un simple bosquejo de actividades

cupación de búsquedas individuales, pese a todo

-educativas, de discusión o de investigación- lleva-

siempre subsistentes. Pero ni estas predisposiciones

das a cabo por figuras destacadas del Ateneo o que

fueron fortuitas, ni parece tan evidente la inclinación

tuvieron en él alguna proyección significativa. Por

persistente y predeterminada de antemano, en una

tanto, al centrar las etapas más características del

Institución siempre reconocida. Más bien, la institu-

desenvolvimiento de la Arqueología en el Ateneo,

cionalización cultural y de afirmación de líneas con-

en torno al quehacer y preocupaciones de algunas

cretas del quehacer intelectual, en nuestra Institución

figuras relevantes en su vida interna, no pretende-

se nos presentan como una laboriosa construcción

mos sino establecer los hitos principales -afianzados

generacional donde la actividad o la personalidad

por sus obras- por los que se articuló el discurso y la

de determinadas figuras han ido marcando ritmos

indagación sobre el fenómeno del pasado y los orí-

de avance y ganado parcelas de estudio, de las que

genes culturales en el Ateneo. Abordamos el discur-

han surgido orientaciones, esfuerzos y logros poste-

so historiográfico en ese sentido, de la ciencia y sig-

riores. Al menos así se nos presenta un discurso inte-

nificado de la «Archaiologuía» (Bianchi, 1982: 16 y

lectual, en el que, como el arqueológico, se han ido

ss.), sabiendo que, más allá de la actividad ateneísta

formulando sucesivos retos y respuestas tentativas,

al respecto, hubo continuidades y procesos de recu-

descriptivas o reconstructivas, sobre el tema de los

peración arqueológicos por partida doble: de reali-

orígenes culturales y los saberes o estudios antiguos;

dades «antiguas» descubiertas y del discurso y el es-

o bien, acerca de la identidad histórica o la continui-

fuerzo recuperador «arqueológico».

dad cultural española. Una línea de preocupaciones,

Desde una perspectiva historiográfica, la dedica-

dedicaciones y elaboraciones o transmisiones históri-

ción a la Arqueología en el Ateneo de Madrid es casi

cas que, en permanente conexión con la preparación

contemporánea a su funcionamiento y primeras ta-

de una conciencia nacional, también han supuesto

reas intelectuales. Institución como es sabido, creada

una no despreciable línea de actividades intelectua-

al calor de la expansión liberal en el Madrid de la

les en el Ateneo de Madrid, a lo largo de un tramo

tercera y cuarta décadas del siglo XIX, la constitu-

de nuestra época contemporánea.

ción del actual Ateneo de Madrid data de Octubre a

EL ATFNEO - 5 6

Cátedra pública del Ateneo. Sesión de debates en la década de 1860

Diciembre de 1835, fechas de su legalización y pri-

trucción, como los del pasado humano y nacional.

meras runiones fundacionales (GM: 16 Oct. 1835).

Para cuya implantación científica la Institución recu-

Según se encontró el Ateneo recién constituido uno

rriría a la cración de cátedras, concebidas -como en

de sus socios primerizos, el periodista y conocido ro-

el «Trienio» liberal de 1820- como el supremo acto

mántico Mariano José de Larra, aun en proceso de

de ciudadanía que guiaría siempre la orientación

organización de sus cátedras, en junio de 1836, el cír-

ateneísta y el deber educador, de la minoría activa y

culo madrileño aspiraba a «facilitar la comunicación de

avanzada en el conjunto de la sociedad civil (proce-

.'os hombres aficcionados al saber, sin más interés que el de

diendo según el leit motiv ateneísta de que «salga el

establecer un cambio mutuo de conocimientos y de exten-

que sepa y enséñelo generosamente a sus hermanos»).

der cada vez más la base de esa ilustración, que sólo gene-

Fue en aquel ambiente de inquietudes y búsque-

ralizada puede llegar a producir los grandes beneficios que

das románticas en el que Basilio S. Castellanos de

de ella espera la humanidad» (EE: 11 Jun. 1836; II: 221).

Losada comenzó a difundir, entre auditorios predis-

Aunque las prioridades entonces -como en su etapa

puestos en el Ateneo, sus propios gustos y estrate-

del Ateneo Español, del820/23- en el Ateneo de

gias de estudio de las «antigüedades» -o las búsque-

Madrid fuesen las «ciencias de pública utilidad» o de

das intelectuales en el pasado humano y nacional- en

«conocimientos útiles» en palabras de la época, la or-

el primer curso de «Arqueología», de 1837-38.

ganización científica de la nueva Institución no des-

Durante el cual y en el siguiente curso, de 1838/39,

deñó la importancia de saberes entonces en cons-

en una nueva cátedra de «Arqueología de las Artes»

EL ATENEO - 5 7

(EC:28 Nov.1837/ DA:30 En. y 1 Mar. 1839) con ideas innovadoras y prácticas, de una enseñanza intuitiva, el experto anticuario orientó la materia hacia la adquisición de destrezas de catalogación y fijación de limites y cronologías históricas: para alcanzar clasificaciones fiables e iniciación al saber antiguo, suficientemente seguro y comprensivo, através de la numismática. Teniendo en cuenta que en la bibliografía numismática española del momento, apenas se contaban dos apuntes para la formación de catálogos o del inicio al estudio numismático, las enseñanzas y la obra de Castellanos de Losada en los años treinta del s. XIX resultaban pioneras (Juan de D. de Rada, 1886: 277); y no solo en Numismática sino en la Arquelogía española misma. 1. EL ANTICUARIADO EN EL ATENEO: Las líneas de apertura arqueológicas de Castellanos de Losada A comienzos de 1840, sin haber coronado el primer -y decisivo- tramo de su organización como Institución renovadora, el Ateneo de Madrid comenzaba a obtener crédito ascendente en las expectativas de formación y modernización educativa nacional: concentrando entonces en sus reducidas instalaciones un total -en cuatro años- de 18 cátedras desempeñadas por socios y 1.628 alumnos, asiduos de sus enseñanzas (Ruíz Salvador, 1971: 71-73). Además de colecciones mineralógica y geognóstica, los primeros materiales sin embargo de su modesto acondicionamiento educativo -como los monetarios utilizados en la labor de iniciación arqueológica- fueron fruto del empeño y el celo puesto en las mismas enseñanzas por pioneros como Castellanos (Basilio Sebastián Castellanos, 1844; 3 vols.). Y fue él mismo quien adquirió proyección pública por sus cursos del Ateneo, tanto como -simultáneamente- peso institucionalizador en la Arqueología, al fundar en 1837 y dirigir la «Academia Española de Arqueología» (José Gómez

f

Pérez, 1958: 9). Además de su larga vida (nació en 1807 y murió en 1891), la influencia de la trayectoria arqueológica de Castellanos en España, no solo provino de su temprana acción corporativa o educadora, sino de una dilatada obra y su extenso campo de cultura anticuaría y formación previas, que incluía el perfecto conocimiento de idiomas, como el alemán, y principales aportaciones arqueológicas europeas. A su vez, entre sus contribuciones al despegue de los estudios y sensibilidad anticuarías en España, al final del primer tercio del siglo XIX, estuvieron tanto sus esfuerzos de revalorización, difusión y vulgarización -educativas y en la prensa, através de numerosos trabajos- de tradiciones, costumbres, restos o antigüedades, como la creación de la primera fábrica de glisar medallas; o bien, la preparación de publicaciones numismáticas cuidadas (Ricardo de Aguirre, 1934: 27). Sus inquietudes románticas, de nueva apreciación del pasado, sus tradiciones, ritos y costumbres conservadas pese a múltiple avatares, propiciaron el que Castellanos se encontrase abriendo campos fértiles de estudio: como la iconología cristiana, la heráldica, las costumbres antiguas o las supersticiones populares; aunque bastantes de sus esfuerzos se dirigieran a reconstruir y documentar perfiles religiosos y de tradiciones católicas, como la de la soberanía temporal del Papado, en las crisis religicsa y nacional de Italia de finales del segundo tercio del s. XIX (Castellanos, 1847,1857 y 1867). Por lo demás, son poco recordadas -pero distaron de ser ignoradas en su tiempo- sus muy tempranas inclinaciones políticas (como secretario y gentilhombre de cámara de Fernando VII primero; pero como muy relacionado liberal más tarde, uno de los principales redactores del Diccionario de Madoz), tanto como, desde 1830, sus escarceos literarios (Gómez Pérez, 1958: 9) o sus afanes periodísticos y colaboraciones en El Liberal, El Corresponsal, El Español, El Foro Español (o bien, más específicamente culturales, co-

EL ATENEO-58

mo el Semanario Pintoresco, El Observatorio PintorescoPaganismo ? y el Cristianismo). Fue entonces cuando o El Bibliotecario Español).

| fueron notorias las intervenciones en el Ateneo -im-

En el curso 1842-43, Castellanos retomó las labores de la cátedra ateneísta con sus «Elementos de

plicados en tales debates que la prensa recogió (LE, 5 ¡

Mar./EH, 6 y 24 Mar. 1850)- de los primeros jóvenes

Arquelogía Universal», un programa que preparaba años atrás y del que aparecerían sus lecciones bási-

catedráticos y estudiosos como Manuel Capalleja y ¡

cas, como Compendio elemental de Arqueología, en

Esperón, Ramón Llórente o Manuel de Assas. |

En el curso de actividades creativas y en un am-

1844. Sus futuras enseñanzas -mediada la «década

j

biente de reelaboración nacional de mediados del si-

moderada»- sin embargo exploraron ámbitos pro-

j

glo, apenas saliendo el Ateneo de una transitoria

metedores -como la Iconología cristiana, la fábula, La galantería española o las Costumbres antiguas españo- I

languidez intelectual -y con un segundo plano en

los- algunos de cuyos temas divulgaría también en

implantación de los cambios liberales en el Estado o

la prensa cultural {SPE: Jun. 1844/ Dic. 1845).

la sociedad- en la Docta Casa se dieron pasos decisi-

los afanes partidistas o políticos, por la progresiva

Por lo demás, fue característico de cierto letargo

vos, para la aclimatación de la Arqueología como

ateneísta durante la «decada moderada» la langui-

disciplina y de los estudios antiguos como saber in-

dez de sus Secciones de debates; hasta que aumentó

telectual. Avanzando desde saberes auxiliares, como

la animación de aquellas, en su nueva sede del case-

la Numismática, la Epigrafía o las Filologías clásicas

rón de la calle de la Montera: donde se rompería -

-de intensa implantación en cursos sucesivos en el

desde 1848- la apacibilidad de aquella «década»

Ateneo- o el Orientalismo -introducido y cultivado

a

(Rafael M de Labra: RC: Mar-Abr. 1878: 269-70).

en el Ateneo por Pascual de Gayangos- en aquella

Además entraron en las discusiones, desde 1848 de

Institución se afirmarían también estudios monu-

una Sección ateneísta como la de Literatura, temas

mentales y artísticos, que trataban de explorar otra

de la Antigüedad tales como la virtualidad dramáti-

vía del conocimiento histórico y rellenar vacíos li-

ca o literaria del gusto griego, de la tragedia clásica,

brescos o documentales.

las aportaciones al campo creativo de las religiones de las antiguas Grecia y Roma, más que el Cristianismo y el medievalismo; o bien, desde la perspectiva histórica y de la Sección ateneísta de

2. LAS BASES FILOLÓGICO-ARTÍSTICAS DEL ATENEO: Desde Pascual de Gayangos a Manuel de Assas

CC. Matemáticas, Físicas y Naturales -como se de-

Para la gestación del documentalismo y la fertili-

•H>minó, desde 1849- la discusión sobre la deuda cul-

zación de los estudios antiguos, tanto como la cons-

tural acreditada por los árabes españoles a la restau-

titución de la corriente del arabismo y los estudios

ración de las ciencias en Europa. En el despliegue de

orientalistas, la figura de Pascual Gayangos repre-

tales debates -que transcendían la presión política,

sentó un hito singular. Toda la generación que for-

circunstancial o de programas- por la pasión del co-

mó al profesorado y al cuerpo facultativo de archi-

nocimiento, se trasladaron las inquietudes y gustos

veros-bibliotecarios procedía de las enseñanzas de

de una Sección como la de Literatura, a las discusio-

Gayangos -quién por su parte, contribuyó a formar,

nes de otra Sección como la de CC. Morales y

tanto como a organizar aquel cuerpo- y todos fue-

Políticas del Ateneo (en torno a 1850 y centrada en el

ron sus discípulos: bien en su cátedra de árabe, que

debate sobre la distinta influencia cultural del

pasó a ocupar en 1843 en la Universidad madrileña,

Kl. ATENEO - 5 9

o desde su elección en 1844 para la Real Academia



nalmente su autoridad como filólogo y orientalista,

de la Historia. Desde esta última -a la que llevó dos

j

al escribir en inglés y publicar en Londres -y su in-

conocidos patriarcados: los de bibliófilos y orienta-

i

troducción desde allí en las vías de conocimiento y

listas- Pascual de Gayangos sería una figura clave

!

ciencia europea de la época- en 1843 su magistral

para la formalización de los estudios documentalis-

!

The history of The Mahommedan Dynasties in Spain: la

tas en 1856, con la creación de la Escuela Superior

|

obra que -sirviéndose de los textos árabes de Al-

Diplomática, provisionalmente instalada en las de-

|

Makhari, en el Museo Británico- ilustró con notas

pendencias de la Academia de la Historia

1

críticas histórico-geográficas y de la antigüedad es-

(Reglamento LSD, 1865: 13-16 y Reglamento Orgánico Ipañolas y que publicó como «Profesor de Árabe del ABM, 1881: Apéndices IV ,VI, XIII y XV: 34-36 y 45-

j

Ateneo de Madrid» (Pascual de Gayangos, 1843). En

51). Pero desde años antes, Gayangos había adquiri-

el Ateneo de Madrid, Gayangos se hizo cargo de su

do proyección internacional -sus escritos vieron la

cátedra de «Literatura Árabe» en 1836-37 -a la vuel-

luz en inglés o francés, incluso antes que en castella-

ta de uno de sus numerosos viajes a Paris y Londres,

no- y prestigió la Docta Casa como uno de los proce-

en 1835- y en 1852 aun mantenía su dedicación a sus

res del Ateneo de primera hora.

enseñanzas del arabismo frente a otras ofertas de

Pascual de Gayangos y Arce vivió para ello una

dedicaciones en la Institución: consolidando allí una

larga vida, desde su nacimiento en Sevilla en 1809

corriente excepcionalmente fructífera, de cultivo fi-

hasta su fallecimiento en Londres -víctima de un

lológico y orientalismo artístico y científico (Juan

desgraciado accidente- en 1897. Después de su for-

Bautista Vilar: AUAEEAA, 1/ 1984:161-165).

mación en Francia, desde Londres quedó consolida-

La fuerza de debates había movido por lo demás

da (Manuel Carrión: DCC1, 1985: 71-90) internacio-

a las secciones ateneístas, ya desde finales de 1848, hacia las búsquedas y reconstrucciones del Orientalismo: para sopesar y reflexionar -bajo la generalización, entonces, de la filosofía ecléctica- sobre las diferentes raices religiosas o las implicaciones de débitos y ganancias culturales en España y fuera de España. Como así se planteaba la discusión en 1848 de la nueva sección ateneísta de CC. Matemáticas, Físicas y Naturales dirigida por José Posada Herrera, sobre lo que se debía a «los árabes españoles en la restauración de las ciencias en Europa»; o, en la sección de Literatura -dirigida por el líder ecléctico Mora- sobre «si la religión de la antigua Grecia y de Roma se presta más que la cristiana a las inspiraciones de la musa dramática» (Labra, RC: MayoJun.1878, VI: 91-). Incluso en un ambiente pronto languideciente, de las secciones ateneístas -preocupadas por los acontecimientos políticos del día- todavía en-

Pascual de Gayangos y Arce

tre 1849-50, debatían en la Sección de CC. Morales

FL ATENEO - 6 0

bajo la presidencia de Antonio Alcalá Galiano un te-

f

Alcalá Galiano, con un curso sobre «Historia univer-

ma cercano al curso anterior de Literatura, sobre «si

!

sal de la Arquitectura» (EH, 27 Ene. 1850); cuyos

el Paganismo en su influencia en la literatura y bellas

¡

contenidos completaron, tanto su obra de Nociones

artes es más fecundo que el Cristianismo». Antonio

fisionómico-historicas de la Arquitectura en España, co-

Alcalá Galiano cerró aquellos debates, en marzo de

mo su participación fundamental en la Comisión

1850 -con uno de sus discursos que habían admirado

técnica que, desde 1856, le fue encargada la despro-

al crítico francés Edgard Quinet unos años antes

porcionada tarea de descripción y recuperación es-

(Edgar Quinet, 1846: 58-59)- sobre la estética del pa-

pecializada de los Monumentos arquitectónicos de

ganismo y el cristianismo, después de la discusión

España (Comisión M° Fomento, 1859, í: 4-5). Desde

que implicó a jóvenes catedráticos como Manuel de

entonces, el catedrático ateneísta Assas desplegaría

Assas {EE, 5Mar./ EH, 6y 24Mar. 1850).

un influyente -y muy precoz- magisterio artístico y

Para las búsquedas de estudios antiguos o en la

arqueológico -que había comenzado en 1847, con la

reflexión arqueológica fueron esenciales, hacia me-

publicación de su Álbum artístico de Toledo- e inspiró

diados del siglo XIX, tanto la penetración filológica

a varias de las generaciones de finales de los años 50

sobre los textos antiguos -y la consolidación de un

y 60 del siglo XIX, como recordaba, en 1872 uno de

afianzado documentalismo, tal que el de la cultura

sus discípulos ateneístas, Juan de Dios Rada y

árabe por Gayangos o su discípulo Riaño en el

Delgado (Rada, 1872: 7:298).

Ateneo- como la observación y estudio comprensi-

Más allá de los cierres de cátedras ateneístas y

vo de restos monumentales, a la vista de los estu-

de los sucesos revolucionarios de 1854, Manuel de

diosos. En ambas vertientes, filológica y artística, la

Assas retomaría también en el Ateneo el tema filoló-

labor del Ateneo desarrolló un papel esencial, a fal-

gico, que supondría el afianzamiento de los estudios

ta de estudios o centros especiales -y formalizados-

antiguos en su cátedra ateneísta: dedicada durante

en el raquítico mundo universitario de mediados

el curso 1855-56 a la «Lengua sánscrita en España»

del siglo. Entre 1843 y 1854, -durante la década mode-

(Ruiz Salvador, 1971: 94-95). Assas, de formación

rada- además de aquellos estudios árabes, en el

universitaria en Derecho -como su discípulo y suce-

Ateneo se cursaron estudios verosímilmente siste-

sor ateneísta, en temas arqueológico-artísticos, Rada

máticos de lenguas como el «Griego» o el «Italiano»

y Delgado- sin embargo sería el primer catedrático

o «Hebreo» (respectivamente, a cargo de profesores

de sánscrito en la Universidad Central (SPE, 1856:

como Lozano, García de Quevedo y Latuage)

298-99) y, como historiador y arqueólogo en

ílabra, RC: Mayo-Jun.l878,W: 93-94; EH, 9,15 Ene./

Santander, hubo de implicarse personalmente, tanto

EE, 10,16 Ene 1847). Labores filológicas realizadas a

en búsquedas de restos como en estudios de datos

la par que la fijación de caracteres evolutivos o de

filológicos referidos a épocas pasadas. Manuel de

documentación artístico-monumental: estas últimas

Assas, lo mismo que en arte o arquitectura una dé-

fueron tareas impulsadas y perfeccionadas en las

cada antes, divulgó aquellos desde 1856 en el

clases del Ateneo, desde los años de 1840, por el jo-

Semanario Pintoresco Español (que en aquel año diri-

ven catedrático Manuel de Assas.

gió); y de esta forma se constituyó en uno de los pre-

El arqueólogo, filólogo e historiador antiguo

coces impulsores -junto con el propio Semanario- de

Manuel de Assas y Ereño desarrolló desde 1850 su

la Arqueología en España, desde la década central

labor de catedrático en un Ateneo presidido por

del pasado siglo. Desde 1862, por lo demás, Manuel

El. ATENEO-61

de Assas estaba sintetizando en el Ateneo las «Bases de la Arqueología española», como rezaba el título de un curso por él dirigido al respecto (Labra, RC: Mayo-Junio 1878, VI: 183). Con el tiempo, en más de una década, Assas incorporaría hasta cinco años antes de su muerte, en 1880, contenidos renovados, que -como los de su programa de «Arqueología» en la Escuela Superior Diplomática de la Universidad madrileña- en 1875 incluían: desde objeto, conceptos e historia de la Arqueología, hasta una gran proporción temática instrumental para el conocimiento de documentalistas, pasando por un breve recorrido de cronologías y periodos prehistóricos, en relación a capas geológicas y restos materiales. No obstante, en 1875 -y quizás acusando el impacto de las teorías naturalistas y darwinistas- Assas reservaba en su

Programa alguna precisión sobre «indicaciones geeológicas en concordancia con el Génesis», o sobre «aparición del Hombre sobre la Tierra después de otros seres vivientes, animados é inanimados» (Assas, 1876:4).

Juan Facundo Riaño y Montero

en 1875- José Moreno Nieto (Labra,1882: passim) o las

En otra dirección filológico-artística con destaca-

de «Arte en la Edad Media» del historiador y arque-

do relieve en la vida ateneista, los orientalistas des-

ólogo -a la par que consumado bibliólogo y orienta-

pués de Gayangos preservaron en la Docta Casa, no

lista después de Gayangos- Juan Facundo Riaño y

sólo una sólida dedicación de estudios, sino una lí-

Montero, hasta las de «Arquitectura Árabe» de

nea de trabajo continua en conferencias y debates.

Ricardo Velázquez Bosco en 1912 (después de sus ex-

Tanto como aquellos apuntaron un verdadero pro-

cavaciones en Medina Azzahara, en 1910); pasando

yecto recreador de orígenes, influencias y perviven-

por el viaje a Oriente -a Constantinopla, Damasco o

cias orientales las reconstrucciones culturales se con-

Alejandría, entre otros puntos- del propio Velázquez,

solidaron asimismo en el Ateneo a lo largo del s.

junto al artífice de la expedición, el destacado arque-

XIX, con la incorporación de unas a otras de las ver-

ólogo y ateneista Juan de la Rada y Delgado, en 1872

tientes Orientales: desde la primera, la filológica, a la

en Comisión oficial arqueológica (Rad, 1876:1, 5-26).

filosófica, literaria, técnica o científica; en definitiva,

O bien, el amplio eco de conferencias y trabajos do-

una genuina reflexión y revivencia culturales, tanto

cumentalmente inspirados sobre historia, geografía o

como estimulante sugestión arqueológica. En una lí-

ciencia árabes, impartidos en distintos años por el

nea de trabajo persistente, a través del Orientalismo

pluriacadémico, ingeniero y arquitecto -así como ar-

en el Ateneo de Madrid se fueron recreando distin-

queólogo- Eduardo Saavedra sobre las más diversas

tas aportaciones: desde las conferencias sobre

facetas del Orientalismo y sus resultados culturales.

««Filosofía Árabe» de los años 1850, del celoso espi-

En el Ateneo de Madrid, por lo demás, la sensi-

ritualista y ecléctico -futuro presidente del Ateneo,

bilidad hacia los problemas de Oriente y el orienta-

EL A T E N E O - 6 2



En diversas de aquellas líneas, fueron persisten-

introspección y un caldo cultural de cultivo de orí-

j

tes los esfuerzos y continuidad ateneísta del

genes y diferenciación culturales, como suscitaron

|

Orientalismo: de tal forma que un discípulo de

lismo mismo siempre promovieron, tanto una cierta

cursos y debates, en pos de resolución de ciertos

Gayangos como Riaño podía dar, entre 1869 y 1870 -

enigmas históricos y arqueológicos. Convirtiéndose

tan solo unos meses después de la inauguración del

así el Ateneo en un foro especializado (filológico y

canal de Suez, en 1869- un ciclo de conferencias so-

artístico, pricipalmente) para sistematizar saberes

bre los precedentes y las consecuencias de aquel ca-

respecto a las culturas semíticas, de influjo africanis-

nal. Pero Riaño también contribuyó a mantener el in-

ta u orientalista en general, tanto como para avan-

terés por los temas históricos o arqueológicos de las

zar teorías y contribuciones filológicas o artísticas

antigüedades orientales; y no solo llevando a sus

de aquellas u otras culturas, enfocadas a proyectos

discípulos documentalistas al Ateneo, sino suscitán-

de reconstrucción monumental, recuperación cultu-

doles aplicaciones y preparaciones filológicas, epi-

ral -por ejemplo, en ciencias y pensamiento- o pre-

gráficas y artísticas para la reconstrucción arqueoló-

paración arqueológica. En este último sentido, fue-

gica. El activo conferenciante y pedagogo orientalis-

ron modélicas las enseñanzas o debates como los de

ta Riaño, que en 1880 ingresaba como académico en

Juan F. Riaño y Montero en el Ateneo: no ya como

la de BB. Artes de S. Fernando, disertando sobre

académico de la Historia (en 1869, con un discurso

«Los orígenes de la arquitectura arábiga, su transi-

sobre la «Crónica general de don Alfonso el Sabio y

ción en los siglos XI y XII y su florecimiento inme-

elementos que concurren a la la cultura de la épo-

diato», estuvo implicado también en la reconstruc-

ca»), sino como activo ateneísta, cuyas conferencias

ción e integración multicultural del bagaje artístico,

en 1870 sobre El Arte en la Edad Media, contribuye-

de objetos de uso cotidiano o decorativo. Mucho an-

ron a mantener allí una alta receptividad acerca de

tes de ejercer como director del Museo de

los temas culturales del Orientalismo, tanto como

Reproducciones Artísticas, Riaño había transmitido

las que impartió, también en el Ateneo, sobre El ca-

á sus alumnos o colegas de enseñanzas, en la Escuela

nal de Suez. Un tema este que, abordado con oportu-

Diplomática o en el Ateneo, las prioridades de los re-

nidad y suficientes perspectivas culturales e históri-

conocimientos artísticos, clasificaciones arqueológi-

cas, podía plantear una candente línea de política

cas y necesarios ordenamientos museográficos, tanto

exterior, mediterránea y africana para España; tanto

como la reintegración de objetos y artes menores o

como suscitaba en el Ateneo la vital estrategia para

industriales en el conjunto de las grandes artes y cre-

un imperio en declive, pero con colonias extremo-

aciones culturales. Por lo demás, Juan F. Riaño dio

orientales como las de Filipinas. Situándose además

curso en Europa a divulgaciones de tipologías y co-

aquel discurso y reflexión sobre una distinta vincu-

lecciones españolas, como el Report of the collection of

lación cultural de España, en los prolegómenos de su posible relanzamiento internacional colonizador:

photographs from tapestries of the Royal Palace of Madrid, o su obra The Industrial Arts in Spain, publi-

el cual podía mantener toda la atención de la actua-

cadas en Londres en 1875 y 1879, así como sus mo-

lidad sobre los temas orientales y abrir excitantes

nografías, de la antigua loza de Manises en 1878 o de

expectativas del momento, hacia aquella área en ge-

monumentos del orientalismo español como la

neral y los problemas coloniales o de África, en par-

Alhambra, en 1884. El mismo Riaño que no desdeñó

ticular.

cargos como el de director de Instrucción Pública ,

El. ATENEO - 6 3

entre 1881 y 1883, o consejero del ramo en 1900, per-

f

tenecía a Institutos arqueológicos europeos acredita-

¡

dos, como el de Berlín o Roma, y se encontraba pre-

¡

parando la publicación de un Corpus de inscripcio-

i

nes cúficas árabes, cuando murió en Madrid en 1901. I Poco más de una década antes, sus discípulos documentalistas y arqueólogos o sus colegas orientalistas, comenzaban a poner a disposición de la actividad ateneísta toda su preparación erudita, y su saber arqueológico-artístico; y en 1889, un originario de la zona como el conferenciante Cheik Abdón Maddara, podía disertar allí sobre «Literatura y constumbres orientales», con similar acogida con la que podían discutirse en las secciones ateneístas influencias y préstamos mutuos, entre Oriente y Occidente. Como lo hacían en este sentido, los debates de la Sección de Ciencias Históricas del Ateneo de Madrid en su nue-

Eduardo Saavedra Moragas

va sede de la calle Prado, durante los años de 1884 al 86, con Eduardo Saavedra como presidente -y Francisco Codera de vicepresidente- de aquella

prehistóricas, o comparaciones arqueológico-artísti-

Sección. No en vano, después de casi 50 años desde

cas y filológicas. Y no sólo por el hecho de que des-

las primeras lecciones allí de Gayangos, en aquella

tacados ateneístas comenzasen a dirigir o impulsar

Sección bajo presidencia de Saavedra se discutía,

excavaciones arqueológicas -como lo hicieron

precisamente en 1884, una Memoria-resumen de tra-

Saavedra o Rada- sino porque, en varias líneas, la

bajos acerca de la «influencia de la raza semítica en

investigación empírica desde las excavaciones cobró

la civilización europea» (Labra, 1906: 67,72 y 77;

una nueva dimensión: de reconstrucción histórica

Villacorta Baños, 1985:225-232).

creciente que planteaba nuevos problemas, revalorizando períodos históricos antiguos -o prehistóricos-

3. EL «RENACIMIENTO» ARQUEOLÓGICO DE 1860: El Ateneo y las nuevas sensibilidades pluriculturales de Juan E Riaño, Eduardo Saavedra, y Juan de la Rada

y planteando sucesivos retos, de reflexión y sistema-

Las investigaciones modernas, en las que se vie-

tiva o técnica museística, que, por otra parte, se reali-

ron inmersos los arqueólogos que por dos décadas

zaría en la Escuela Superior Diplomática en 1856, o

concurrieron a los salones ateneístas, de hecho a

el Museo Arqueológico Nacional. Este último, crea-

partir de los años de 1860 dieron un giro notable a

do en 1867 por decreto ministerial del marques de

las preocupaciones reconstructivas y de los estudios

Orovío de Fomento, fue el lugar en el que ejercieron

antiguos de la Docta Casa: ya fueran enfocados hacia

o se incorporaron profesores y activos ateneístas, sin

la historias científicas, literarias, del Orientalismo,

abandonar el Ateneo como permanente centro de

ya se planteasen novedosas sistematizaciones

debates libres y cátedras estimulantes.

tización. Tareas estas que encajaban más en los tradicionales debates ateneístas que la formación faculta-

EL ATENEO - 6 4

Hasta 1863, en un Ateneo crecientemente reno-

arquitecto Demetrio de los Ríos fue encargado de

vado y animado por el aumento de socios (en nú-

excavaciones en Itálica (Sevilla), por la Comisión de

mero de 695 aquel año), la variedad, colorido e iné-

Monumentos de Sevilla; de 1862 a 1864 Casiano de

dita juventud de su cuadro de enseñanzas no in-

Prado recogía hachas paleolíticas en el Cerro de S.

corporó inicialmente nuevos cursos a los conocidos

Isidro de Madrid y, prácticamente, iniciaba la vía de

de Arqueología de Assas. No obstante, el interés por

recomposición prehistórica de España, etc. Muchos

los estudios orientalistas y artísticos quedó confir-

de aquellos materiales y otros arrinconados, guarda-

mado -con el restablecimiento de cátedras en 1868-

dos -o malvendidos- por lugareños serían recupera-

por la gran afluencia a cursos como los de los jóve-

dos nacionalmente, debido a la fundación del Museo

nes catedráticos granadinos, esteticistas y arabistas

Arqueológico y las comisiones de recuperación y ad-

consumados pero también activos ateneístas,

quisiciones movilizadas a lo largo de España: entre

Francisco Fernández y González, sobre Arte Árabe o

ellas, desempeñaría un papel fundamental Juan de

Juan Facundo Riaño y Montero, sobre El Canal de

Dios de la Rada y Delgado, como quedaría patente

Suez y El Arte en la Edad Media, entre 1869 y 1871

pocos años después, en las descripciones y estudios

(Labra, RC, Mayo- Jun. 1878:190). Riaño y Montero,

analíticos de piezas y lugares, en 12 gruesos volúme-

desde 1863 catedrático de Historia del Arte en la

nes del Museo Español de Antigüedades, publicado ba-

Escuela Superior Diplomática, fue no solo el discí-

jo dirección de Rada a partir de 1872.

pulo predilecto de Gayangos -y formado con él, co-

Juan de Dios de la Rada fue uno de los impulso-

mo arabista- sino experto bibliólogo, y -como hemos

res claves de los estudios arqueológicos, cuando las

visto- todo un pedagogo de la Arqueología y maes-

excavaciones de comienzos de los años de 1860 esta-

tro de arqueólogos. Su labor en Arqueología contri-

ban testimoniando -y revalorizando- orígenes remo-

buyó a orientar la educación metodológica de varias

tos nacionales. Rada, que había nacido en Almería

generaciones hacia la rectificación realista y el senti-

en 1827, poseía una formación inicial ajena a dichos

do de investigación personal arqueológica, tanto en

estudios -como abogado y doctor en Derecho: desde

la Escuela Diplomática como en el Ateneo.

sus años juveniles en Granada- y sin embargo se do-

Sin embargo, fueron también hallazgos concu-

tó de conocimientos artísticos y arqueológicos, junto

rrentes o ligeramente precedentes los que aquellos

a un gran caudal de erudición, en el Ateneo de

años, curiosamente, produjeron un despegue simul-

Madrid y los cursos arqueológicos de Assas. A partir

táneo de excavaciones en España: de 1861 a 1866 la

de su nombramiento en comisión, en 1856, como

RÍMI Academia terminaba contribuyendo a las exca-

profesor de «Arqueología y Numismática» para la re-

vaciones de Eduardo Saavedra en Numancia (Soria);

cién creada Escuela Superior Diplomática, Rada al-

en 1860, Juan de Dios de la Rada alentaba excavacio-

canzó durante los años de 1860 una presencia insti-

nes en Elche; de 1860 a 1863 Buenaventura

tucional ascendente: como director de aquella

Hernández Sanahuja emprendía similares trabajos

Escuela hasta su cierre; como abogado del Real

junto a las murallas ciclópeas de Tarragona; desde

Patrimonio, hasta la revolución de 1868; como

1860 fueron comunicados hallazgos en el Cerro de

Director del Museo Arqueológico, después de las

los Santos, en la villa de Montealegre (Yecla,

misiones de adquisiciones y recuperación, tanto co-

Murcia), punto del que arrancaría -con diversas inci-

mo el éxito de su Comisión arqueológica a Oriente

dencias- la arqueología ibérica; entre 1860 y 1862, el

del Mediterráneo, en 1871 (Rada, 1876; 2 vols). A su

El, ATENEO - 6 5

vuelta y después de su ingreso en la Academia de la



so sobre Topografía del Sudan; mientras en dicha

Historia, en 1875 -con un discurso sobre

Sección se debatía la «influencia de la raza semítica

«Antigüedades del Cerro de los Santos en el término

en la civilización europea». Todavía en años siguien-

de Montealegre»- Rada participaría en el Ateneo de

tes Saavedra aportaría temas originales de reflexión

1876 y facilitaría la renovación de sus cursos de

o erudición, como sus conferencias de «los almorá-

Numismática. A cuyas enseñanzas añadiría conferen-

vides en España», en 1889, y en 1891 -en el ciclo de

cias, como las de 1883, sobre «los novísimos descu-

trabajos sobre el 4o Centenario del Descubrimiento,

brimientos arqueológicos en la Troade, Itaca y

desarrollado en el Ateneo- respecto a las «Ideas de

Pérgamo», que mantenían el interés -y la actualiza-

los antiguos sobre las tierras atlánticas» (Francisco

ción- arqueológicas constantes (Labra, 1906:46 y 68).

Villacorta, 1985: 248,258). Abarcando los más diver-

Por esos mismos años Eduardo Saavedra y

sos ramos del saber, sin embargo Saavedra termina-

Moragas, como orientalista, ingeniero y ya académi-

ría por concentrarse en sistematizar algunas de sus

co -desde 1862- desarrollaba sus enseñanzas en el

conferencias en el Ateneo, con la preparación de

Ateneo: sus cursos, entre 1870-80, de Estudios sobre la

una «Historia Arábiga» que dejaría por concluir a su

sociedad oriental, o sobre el Nilo y el disco solar culmi- muerte en 1912. En otra dirección de estudios tan naban allí su obra de maestro -e inagotable sabio, co-

sistemática como en el Orientalismo, también el

mo le llamó Echegaray, en toda su extensión (José

Ateneo desempeñaría funciones catalizadoras.

Echegaray, RSME, 9: Mayo 1912: 344)- del Orientalismo español. Y aquella obra se ramificó en

4. PREHISTORIA Y ANTROPOARQUEOLOGÍA:

el Ateneo del sexenio democrático en cursos arabis-

La irrupción del Naturalismo en el Ateneo, desde

tas y artísticos como los del catedrático orientalista y

Juan Vilanova a Francisco Ma Tubino

esteticista Fernández y González, sobre la Historia li-

Con origen en preocupaciones y reflexiones so-

teraria de los árabes y su Ciencia del Arte, mientras el bre problemas filosóficos o científicos muy de la veterano Assas aún mantenía un curso de Historia de

época, tanto como prácticos -agrícolas o hidráulicos,

la Arquitectura española en 1871 (Labra, RC Mayo-

esencialmente-, se aclimataron en el Ateneo un tipo

Junio 1878: VII: 339). Saavedra nacido en Tarragona,

de estudios sobre el mundo natural, que pretendían

en 1829 como Riaño, tenía una sólida preparación

responder a sucesivas preguntas sobre modestos

científica como ingeniero -en cuyo ejercicio, en torno

restos, utensilios del mundo material, origen y con-

a las vías de comunicación en Soria, descubrió

texto del hombre primitivo. Así se crearon cursos

Numancia- y arquitecto del Ministerio de Fomento,

durante más de tres décadas, que darían continui-

antes que como historiador -en cuya labor llegó a

dad allí a tales saberes, desde 1857-58 y cátedras su-

presidir la Academia de la Historia- u orientalista

cesivas como las de Geología, Geología aplicada,

(José Mañas, 1983: passim). En 1881 Eduardo

Agricultura prehistórica o Prehistoria dirigidas por

Saavedra desempeñaba en el Ateneo su cátedra de

Juan Vilanova i Piera. El que fuese llamado «padre

Historia de los pueblos de Oriente y participaba en un

de la Prehistoria española», ayudante del Museo de

curso de Ciencias Naturales, con sus Conocimientos

Historia Natural y -desde 1852- catedrático de

científicos en tiempo de Aristóteles. En 1884-85, además

Paleontología de la Universidad Central creó en el

de presidir en el Ateneo la Sección de CC.

Ateneo toda una tradición de estudios «antehistóri-

Históricas, Saavedra se incorporaba a un nuevo cur-

cos», como se les comenzó llamando. Tanto como el

propio Vilanova se dedicó a explorar -y encajar en



Junio de 1872; LE, 29 Oct. 1874 y Eí, 11 Mayo 1872;

una visión sistemática- hallazgos de restos prehistó-

Diez Torre, 1995: 586). Durante el curso 1878-79 en

ricos, coleccionar materiales para sus clases prácti-

la sección de ciencias ateneísta, Vilanova aun ataca-

cas o tratar de armonizar -sintomáticamente- estu-

ría -discretamente, mediante la Paleontología y cier-

dios de ciencias naturales y rastros de un hombre fó-

to «armonismo»- la doctrina de la evolución darwi-

sil: aunque bíblicamente revelado, imposible de enca-

nista, a propósito de un tema de enjundia y pasio-

jar con visiones humanas de un pasado apenas re-

nes intelectuales entonces: como el de que «si las le-

ciente, no menos que con su inquietante origen evo-

yes y fuerzas generales de la materia son las mismas

lutivo animal.

que gobiernan el mundo orgánico», tema de debate

En el despliegue de estudios de Prehistoria en la

de la Sección de CC. Exactas, Físicas y Naturales del

península, que arrancaron casi simultáneamente en

Ateneo durante aquel curso (RC, 19, Febrero 1879:

España y Portugal desde mediados de los años de

382-84).

1860, sin embargo en Portugal, la mera etapa de re-

Juan Vilanova cumplió, por lo demás, en el

colección y ordenamiento de restos prehistóricos dio

Ateneo* con una imprescindible misión de informa-

paso antes que en España al intento de abordar se-

ción y actualización científica internacional, durante

riamente algunos de los problemas científicos, que

las décadas claves de 1870 y 1880, de aceleración de

planteaban los restos prehistóricos: tal fue el caso

las ciencias fisico-naturales en Europa y rápidos

del prehistoriador Carlos Ribeiro y su activa discu-

avances en hallazgos y en la construcción positivista

sión del problema del «hombre terciario» (sobre una

arqueológica. A partir de 1876, en un Ateneo más

discutida adscripción humana a aquel período geo-

que predispuesto (Diez Torre, 1995: 588-90) para la

lógico). En España, solo desde las recolecciones de

sugestión naturalista y positivista de las ciencias,

objetos prehistóricos por Casiano de Prado, en el ce-

Vilanova impartió cursos como «El Congreso prehis-

rro de S. Isidro de Madrid entre 1862 a 1864, o publi-

tórico en Lisboa», «La Prehistoria en España», en

caciones de hallazgos como la de Manuel de

1880-81, o «Los congresos científicos de 1883», 1886,

Góngora en Andalucía en 1868, dieron paso apenas

1887 y, en fin, de 1891. Poco antes de su muerte, en

a planteamientos más penetrantes sobre la realidad

1893, Juan Vilanova aun se implicó en esfuerzos co-

antehistórica, con la inserción de restos humanos en

lectivos del Ateneo: como los que supusieron los sig-

sus contextos geológicos y de historia natural: en

nificativos cursos de Historia de la Creación Natural,

tanto la especie humana aparecía inserta en los

llevado a término por la Sección fisico-natural de la

grandes ciclos naturales, subsistiendo precisamente

Docta Casa -Vilanova contribuyo allí con un curso so-

en relación a un medio determinado, su espacio y

bre los Períodos Terciario y Cuaternario- en 1890; o

recursos naturales. Esta última perspectiva natura-

bien, su aportación sobre la Protohistoria americana,

lista -dentro de una enigmática antehistoria- es la que

en el Curso de Historia de América de 1892, con moti-

Vilanova o Tubino plantearon, mediados los años

vo de la organización del 4o Centenario de 1492 en el

1860 y llevaron al Ateneo: en 1867, a propósito de

Ateneo. De similares colaboraciones en el Ateneo

conferencias sobre el hombre fósil; o bien, en 1871, a

surgieron obras como la de Juan Vilanova y Juan de

propósito de los cursos del primero sobre Origen y

Dios de Rada, sobre Geología y Protohistoria ibéricas,

antigüedad del Hombre o de su Ciencia prehistórica, de-en 1891, que pretendió resumir y sitematizar hallazde los cursos de 1874-75 (U, 15 Febr., 22 Marzo y 9

GT \TCMCn

gos, cronología y problemas generales, en un trabajo

kl

la joven ciencia prehistórica- sino que experimentó de cerca la expansión del naturalismo y de las teorías darwinistas y positivistas, al comienzo del último tercio del siglo (Tubino,1868:19-35). Precisamente entonces Tubino contribuyó a difundir en España la Arqueología prehistórica, teniendo en la Revista de Bellas Artes su primer adalid como publicación periódica; además de convertirse en cauce de difusión historico-crítico de gran divulgación y llenar otros cometidos, como los de órgano de expresión, publicidad y vínculos entre los sectores facultativos y críticos de arte, la arqueología, los museos y el documentalismo. Tubino asistió en aquella etapa difusora clave, junto a Vilanova, al Congreso de La Dama de E che descubierta en la Loma de Alcudia en 1897

Prehistoria de Copenhague, en 1869, donde tuvieron ocasión de comprobar la reputación -y el pesocrecientes de Darwin, entre prehistoriadores, antro-

de conjunto sobre las bases físicas y prehistóricas de

pólogos y naturalistas en general. A su vuelta du-

la Península. Aunque publicada con once años de

rante el «sexenio» democrático, en un Ateneo de

retraso sobre la primigénea obra del francés

Madrid presidido por Cánovas y donde su activi-

Cartailhac el respecto, nunca tendría el mismo al-

dad ideológica favoreció el credo conservador,

cance y proyección. Los estudios -y las enseñanzas-

Tubino y Vilanova se convirtieron en propagadores

naturalistas de Vilanova en el Ateneo, aun manten-

pese a todo -a pesar suyo, bajo formas diferentes y

drían otras vías de conexión: sobre todo, con la an-

aun mitigadas- de las nuevas teorías naturalistas,

tropología y las visiones etnográfico-culturales de

del evolucionismo y el hombre fósil, como explica-

a

ciones ineludibles, para el avance de la comprensión

Francisco M Tubino. Procedente de área de trabajo en ciencias sociaa

prehistórica y antropoarqueológica (G. Bécquer, IM,

les,, el gaditano y autodidacta Francisco M . Tubino

n° 1/ 12-1-1870: 8-10). Por su lado, Tubino conectó

y Delgado sin embargo leyó estudios antropológico-

igualmente con otros campos de estudio, como la

artísticos y viajó al comienzo de los años 1860 a

Arqueología, el Arte o los estudios antiguos: consti-

Francia y Gran Bretaña; desde donde envió crónicas

tuyendo una figura clave en el encuentro de la

y quedó impresionado, por trabajos sobre el «hom-

Historia y el naturalismo; tanto como, conjuntamen-

bre fósil» y la fundación de la Prehistoria como cien-

te con Rada y Delgado y el semanario de ambos, la

cia natural por Boucher de Perthes. Realizando estu-

Academia serviría de encrucijada de disciplinas ya en

dios en el nuevo horizonte del hombre primitivo,

la Restauración, entre 1877-78.

Tubino no solo se insertó en la corriente internacio-

La actividad y la influencia de Tubino en el

nal de Antropología y Arqueología prehistóricas -

Ateneo, similarmente a su colega Vilanova, se conso-

que, desde su primer congreso en Neuchatel, en

lidó más con la relativa escasez o inexistencia, en

1866 fue sobre todo una manifestación francesa de

otros centros, de enseñanzas naturalistas abiertas y

puestas al día de cátedra; además de plantearse allí la sistematización de saberes, como los prehistóricos o etnográficos, en continuo crecimiento y receptividad científica. Las preocupaciones antehistóricas de Tubino se adelantaron a su tiempo en España; y algunas de ellas, como en sus Estudios prehistóricos -un ciclo de conferencias en la Sociedad Económica Matritense, que aparecieron publicados en 1868- dieron la primera visión sistemática del nuevo campo de la Prehistoria, que aumentaba y proyectaba hacia atrás los orígenes de un rico pasado humano. Pero no eran obsesiones de anticuario y durante los primeros años de 1870 Tubino mantuvo la procupación histórico-crítica en la revisión del pasado -por ejemplo, con su curso en el Ateneo sobre Pedro I el Cruel, en 1874, que ampliaría en publicaciones hasta un año antes de morir, en 1888— y los más abiertos interrogantes etnográficos y pluriculturales: a propósito de su curso ateneísta desde 1878, sobre la Etnología y etnografía europea y especialmente sobre los primeros habitantes de la Iberia y la Mauritania. Una temática esta de gran calado, acerca de los orígenes culturales peninsulares, en la que pudo poner a contribución todo su saber y sus exploraciones personales en parajes prehistóricos, como los de enclaves megalíticos de Andalucía, Extremadura y el Portugal central o meridional. Pero su preocupación básica estuvo en el ámbito que denominó Antropoarqueología: tratando de asentar una visión etnológica de orígenes multiculturales, por evoluciones y entronques sucesivos, que caracterizó como Los aborígenes ibéricos, y que publicado en 1876 permitió a Tubino organizar su curso en el Ateneo. Sin dejar de lado otras dos líneas -junto a la defensa del evoluvionismo- como las de revisión artístico-arqueológica o su reconocimiento y precoz información -entre los primeros, en 1880- del renacimiento literario catalán, como un hecho cultural irreversible. Francisco Ma. Tubino se implicó asimis-

mo en la polémica y el debate positivista en el Ateneo de comienzos de la Restauración y, en los siguientes años, se convertiría en un significado miembro del grupo que potenció el alcance evoluvionista en diversos campos científicos del último tercio del s. XIX: donde, a partir de 1876, se afianzaba el foro ateneísta como uno de los puntos fuertes de difusión de dicha corriente en España (A. Diez Torre, 1995: 583). Por otro lado, Tubino también entró en la Academia de S. Fernando en 1877, con un discurso sobre la escultura contemporánea, pero su estímulo central, de conexión entre el hecho artístico y los sustratos arqueológicos, se gestó diez años antes: al dedicar al fenómeno una atención preferente y sistemática en su Revista de Bellas Artes, editada entre 1866 y 1868 que contribuyó, como pocas de sus obras, a orientar la crítica artística e histórico-arqueológica especializada. No obstante, su retiro a Sevilla en los años de 1880 le impidieron experimentar hasta sus últimas consecuencias -Tubino murió en 1888- el fenémeno del florecimiento artístico-arqueológico generado en el Ateneo madrileño; mientras en aquella ciudad todavía pudo preparar una antología de sus últimos Estudios sobre el Arte en España, en 1886 y contribuir a la renovación del panorama histórico-artístico nacional. 5. ARTE Y ARQUEOLOGÍA, COMO ESTUDIOS AVANZADOS: Desde Juan Facundo Riaño o Aureliano de Beruete a Ricardo Velázquez, José Ramón Mélida, Narciso Sentenach y Vicente Lampera Desde 1880, el gran auge que fueron tomando en el Ateneo los temas artísticos, no solo fue testimoniado por observaciones acreditadas, sino por iniciativas como la magna Exposición organizada por sus socios-pintores (y exponente de obras de Haes, Beruete, Monleón, LLanos, Jiménez, Balaca, Arturo Mélida), con fines filantrópicos en 1880. Desde esa

EL A T E N E O - 6 9

fecha hasta 1882 se discutía abundantemente en la

corporación de corrientes, modas e innovaciones in-

sección ateneísta de Literatura, sobre «el naturalismo

telectuales y científicas. En cuanto al contenido de

en el arte». Pero aunque desde una década antes, el

debates monográficos a que dieron cobertura las

pulso ateneista estuviese en sus secciones y no en

nuevas secciones ateneistas, la de Ciencias

sus cátedras (Ruiz Salvador, 1971: 147), los cursos

Históricas permitió acercamientos más especializa-

breves y las conferencias del Ateneo, aun imitando a

dos a los debates, a través de disciplinas históricas

las de la Institución Libre de la época, volvieron a

en plena elaboración entonces, como la Arqueología

hacer remontar un bache ateneista de «explicaciones»

o la Paleografía y Diplomática, o bien, por el recurso

-por debajo de «debates»- crecientes en la Docta casa.

a saberes más asentados, como los de Epigrafía y

Y entre los cursos y materias que fueron objeto de

Numismática. En la nueva sección de Bellas Artes se

interés -y «explicaciones»- en las cátedras ateneistas,

dieron cita, tanto los conservadores y facultativos de

en 1880, junto a los de ciencias fisico-naturales esta-

museos, como los críticos de Arte, además de artis-

ban aun presentes cursos como los de La prehistoria

tas y músicos, que mayoritariamente ocuparon car-

en España, de Juan Vilanova, o del Arte en nuestros dí-

gos en esta última Sección. Y en el espectro intelec-

as, a cargo del esteticista y arabista granadino

tual que entonces emergió hacia un Ateneo finisecu-

Francisco Fernández y González. Lo mismo que en-

lar, tuvo un cierto protagonismo aquel nutrido gru-

tre los ágiles cursos de 1881-82, como los de Historia

po de eruditos, formados en torno al liderazgo inte-

Universal o Ciencias naturales, con tratamientos no

lectual de Marcelino Menéndez y Pelayo, la prepa-

convencionales, figuraban temas sueltos de

ración facultativa, que provenía de la Escuela

Antropología, Arqueología o Arte, dentro de visio-

Superior de documentalistas, y la cohesión expresi-

nes naturales o culturales globales. O bien, mediante

va y publicística de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos.

relaciones arqueológicas muy estrechas con investigaciones alemanas e inglesas, Juan de Rada y

Entre el plantel de eruditos de aquella escuela,

Delgado podía explicar, durante el curso 1882-83,

junto a sus maestros, como Rada y Delgado, Juan F.

«Los novísimos descubrimientos arqueológicos en la

Riaño o Menéndez y Pelayo, mediada la década de

Troade, ítaca y Pérgamo» en el Ateneo de la calle de

1880 fueron formando en el Ateneo toda una escue-

la Montera 32.

la crítico-artística -aunque con especializalidades

Con la instalación en su nueva sede, desde 1884

distintas- los Sánchez Moguel, Beruete, Velázquez,

en la calle Prado 21, el Ateneo de Madrid pudo re-

Mélida, Sentenach, Lampérez, Menéndez Pidal o

lanzar todas sus actividades académicas, de estu-

Navarro Ledesma. Algunos como Antonio Sánchez

dios prehistóricos o arqueológico-artísticos, y no so-

Moguel era todo un erudito y ateneista avezado

lo de debates ocasionales en torno a la Antigüedad,

desde más de una década; y cuando en 1888 fue re-

el Arte o el Orientalismo y los problemas culturales

cibido académico de la Historia era ya sobradamen-

o artísticos del momento. Por desarrollo reglamenta-

te conocido filólogo e historiador en el extranjero.

rio de 1884, la Docta casa dispuso de dos secciones

Otros como Ricardo Velázquez, Ricardo Becerro de

nuevas, de Ciencias Históricas y Bellas Artes, que se

Bengoa o Aureliano de Beruete, pertenecían a la ge-

añadieron a las tres clasicas hasta entonces (de

neración del sexenio democrático, y tenían en aque-

Literatura, Morales y Políticas, o Físicas y

lla década una experiencia artístico-arqueológica

Naturales) como centros activos, de impulso o in-

notable: Velázquez junto a Rada y Delgado, en su

EL ATENEO - 7 0

Medina-al-Zahra. Interior de la sala de audiencias

viaje científico de 1872 a Oriente, así como en la re-

ciones filológicas y documentalistas del Ateneo del

habilitación de la catedral de León; Becerro, desde

segundo tercio del siglo XIX, de Gayangos o Assas,

sus Excursiones arqueológicas y de deteterminación

la educación metodológica del discípulo de

geológica en el Norte, con publicaciones sobre restos

Gayangos y maestro a su vez de arqueólogos Riaño,

prehistóricos y arqueológicos desde 1872; Beruete

tanto como relanzaron los estudios numismáticos o

llegaría, en fin, a la crítica artística después de se-

epigráficos de Rada y Delgado, Fita o Saavedra, del

guir a su maestro en pintura Carlos de Haes y como

último cuarto de siglo XIX; para terminar promo-

pintor al aire libre, en numerosos entornos urbanos

viendo toda una eclosión de estudios artísticos y ar-

y rurales, obteniendo premios desde 1878 en Paris y

queológicos, entre finales y principios de nuestro si-

Madrid. Otros incorporados más tarde al estudio

glo en el Ateneo.

irtístico-arqueológico en el Ateneo, como Narciso

Desde la inauguración de las nuevas secciones

Sentenach, también con preparación artística (como

ateneístas en 1884, la presencia de influyentes figu-

pintor y escultor), así como humanística (en

ras, como Saavedra presidente de la seción histórica

Derecho y Filosofía) en Sevilla, encaminaría allí su

o Arrieta en la artística, además de artistas consa-

verdadera vocación arqueológica: después de gra-

grados, como Arturo Mélida o Aureliano de

duarse en la Escuela Superior Diplomática de

Beruete, animó a jóvenes arqueólogos como José

Madrid en 1892 e incorporarse decididamente al

Ramón Mélida o Narciso Sentenach, a incorporarse

quehacer ateneista, con la década de fin de siglo.

al quehacer ateneista. Beruete se integró entonces en

Pero todos recogieron y prolongaron las contribu-

la sección de Bellas Artes del Ateneo como secreta-

EL ATENEO - 7 1

rio I o de la misma, mientras unos meses después,

renovada desde la década de 1890, jóvenes arqueó-

pero en el mismo curso, Mélida daba su primera

logos como Mélida o Sentenach participaban asi-

conferencia en la Institución, cuando aun era ayu-

duamente en la Institución abordando, al alimón,

dante facultativo del Museo Arqueológico Nacional,

conferencias o cursos sobre líneas artístico-arqueoló-

sobre «La Arqueología: verdadero concepto de esta

gicas. A través de ellas, fueron sentando las bases de

ciencia y método para su estudio según las tenden-

construcción allí de un saber arqueológico positivis-

cias modernas» [D, 4 Junio 1885). Ese mismo año, su

ta, hecho tanto de sistematizaciones formales como

profesor de Historia del Arte en la Escuela

de usos funcionales de objetos y representaciones

Diplomática y activo ateneísta durante más de dos

artísticas. En aquellos campos de estudio desarrolla-

décadas, Juan Facundo Riaño ponía a discusión su

ron una variada preparación técnica: tanto en las

Memoria sobre «Las Artes Industriales» en la sec-

consideradas tres facetas del Arte mayor (pintura y

ción de Literatura de la Docta casa; pero el curso si-

escultura y arquitectura), como en las de Artes me-

guiente, en 1886, el que sería su discípulo -lo mismo

nores o industriales. En sus planteamientos monu-

que Mélida, alumno en la citada Escuela y polifacé-

mentales aun siguieron pasos de sus maestros Rada

tico artista- Narciso Sentenach se iniciaba en el

o Riaño, cuando este participó en el Ateneo en 1891

Ateneo con dos conferencias de «Síntesis arqueoló-

en el curso conmemorativo del 4o Centenario de

gica». Al final de la penúltima década del pasado si-

América, con una disertación sobre el «Arte monu-

glo, por lo demás, con su flamante revista E! Ateneo

mental americano»; mientras sus discípulos Mélida

recién aparecida, otras novedades tuvieron cabida

o Sentenach daban conferencias allí, el mismo año,

en la Docta casi: como la presentada allí, en Mayo de

sobre «La cerámica griega» o «Bosquejo histórico so-

1889 en la sección físico-natural por Enrique

bre el Arte monumental», respectivamente.

Fernández Villaverde, sobre la técnica de las

En la sección de Bellas Artes de aquel Ateneo,

«Proyecciones luminosas y sus aplicaciones a la en-

con una figura señera en su vicepresidencia como la

señanza de las Ciencias y las Bellas Artes» (EA,

de Menéndez y Pelayo, desde 1892 pasó a integrarse

Junio 1889). Algo que sería eficaz en Arte o

en sus tareas Narciso Sentenach. La figura del polí-

Arqueología y sus cursos o seminarios de estudios

grafo santanderino, referente del grupo de docu-

avanzados, de la década final de siglo, en la Escuela

mentalistas y museógrafos, se vinculó por diez años

de Estudios Superiores ateneísta.

con el Ateneo de entresiglos y toda su escuela críti-

De forma coincidente, en el curso de 1889-90 con

ca, cuando Sentenach se graduaba como facultativo

los magnos acontecimientos de la Exposición de

museógrafo. Mientras uno de los representantes es-

Paris -y su parte etnográfica o prehistórica, que pun-

clarecidos de aquella escuela -y veterano ateneísta-

tualmente abordó en aquel curso Juan Vilanova- en

Antonio Sánchez Moguel, presidía la sección de

el Ateneo de Madrid podían darse conferencias si-

Ciencias Históricas, en 1893 se incorporaba

multáneas, como: la de José Echegaray sobre «La to-

Menéndez Pidal a la de Literatura de aquella

rre Eiffeld» o de José Ramón Mélida sobre «Las pirá-

Institución. Fue ese año cuando en el Ateneo tuvo

mides de Egipto» o, en fin, del ya anciano Vilanova,

lugar un curso entero sobre «Arte Arquitectónico en

sobre una colección de «mamíferos fósiles de

España», con la participación de Mélida, Sentenach

América» y «Biología terrestre. Fauna terciaria.

y Ricardo Becerro de Bengoa. El curso siguiente,

Períodos terciario y cuaternario». Pero ya de manera

uno de los miembros más maduros del citado grupo

EL ATENEO - 7 2

Ateneo su intensa experiencia profesional de facultativos museísticos, restauradores-constructores, o arqueólogos, con la erudición acrisolada en la Docta Casa y la crítica artística o arqueológica, de arraigada tradición ateneísta. Además mediada la última década del s. XIX, una organización formal de estudios avanzados en la Escuela de Estudios Superiores, con sede en el Ateneo madrileño, coronó toda una actividad sostenida en el mismo por varios lustros, de incesante interés en diversos campos científicos o humanísticos. Fue una culminación del crecimiento académico ateneísta lo que desembocó en una enseñanza de cierto nivel; aunque también pudo verse como un intento oficial (a ini-

Ilustración del juego de ajedrez entre un cristiano y un musulmán. Códice del s. XIII

ciativa del Ateneo, pero sostenido por el Estado) por remediar, a pequeña escala y en un campo abonado, un crónico desfase científico y de enseñanza

ateneísta, el arquitecto Ricardo Velázquez, era reci-

superior, porque era «evidente que la enseñanza uni-

bido en la Academia de BB. Artes de S. Fernando

versitaria no basta» (Labra, 1906: 95, nota). La discu-

con un discurso sobre El arte monumental de los siglos

sión podría plantearse, más que en la realidad ate-

medios (Madrid, 1894). También entre 1894-95, los es-

neísta de estudios avanzados, en la viabilidad de

tudios artísticos del Ateneo cobraron nuevos impul-

aquellos, para su permanente institucionalización

sos y se desdoblaron en dos cursos -entre las seccio-

en la Docta Casa, o bien en su significado a la larga,

nes histórica y artística- de «Monumentos

para épocas siguientes y estudios científicos de má-

Arquitectónicos en España» e «Historia de la

ximo nivel, como se lo cuestionó en su día

Pintura»: con participaciones entre otros de Mélida,

Francisco Villacorta (Villacorta, 1979 y 1985: 105-

Becerro, Puyol, Sentenach y Beruete. Los cursos pic-

111). Pero no era misión del Ateneo sustituir a otras

tóricos para especializaciones diversas se repetirían

entidades existentes para la preparación científica

durante los años 1890, seguramente debidos a la

superior, o institucionalizar una vía permanente, a

constante presencia en la sección de Bellas Artes de

modo de «universidad privada» o centro de estu-

la Docta Casa de A. Beruete o N. Sentenach, princi-

dios de post-grado (insospechados entonces en

pales animadores de aquella sección.

cualquier otra parte de la grografía universitaria es-

Pero desde 1895, tanto el Ateneo como en parti-

pañola de entresiglos). Sino más bien, plantear so-

cular su sección artística contaron además con po-

luciones alternativas al «impasse» de la enseñanza

pulares y pronto acreditados técnicos, como el ar-

superior, tanto como apuntar posibles caminos de

quitecto -y catedrático de la Escuela de

regeneración educativa, aclimatación y puesta al

Arquitectura- Vicente Lampérez Romea o el ya aca-

día de estudios y enfoques de renovación científica,

démico Ricardo Velázquez. Los cuales, como había

estimulando un rápido acortamiento de distancias,

sucedido con Mélida o Sentenach, unirían en el

respecto a las realidades europeas en diversos cam-

EL ATENEO - 7 3

pos (Moret, 1896: Discurso de inauguración de la

como trazar el camino arquitectónico nacional entre

Escuela de Estudios Superiores del Ateneo, 22-X-

Una evolución y una revolución en la Arquitectura espa-

1896: 5-6). Y entre ellos, un sector que conocería un

ñola (V. Lampérez, 1915).

verdadero esplendor desde entonces en el Ateneo serían los de los estudios antiguos y artísticos.

Entre las enseñanzas de la Escuela de Estudios Superiores del Ateneo con más continuidad a lo lar-

La sensibilidad y proyección social del Ateneo,

go de 10 años, desde el curso 1896-97 estuvieron los

en campos como los estudios antiguos, artísticos o

estudios artísticos y arqueológicos: dirigidos desde

arqueológicos quedaron de manifiesto con dos ini-

1897 por Ricardo Velázquez y Juan F. Riaño; o desde

ciativas ateneístas del más amplio calado, en el cam-

el curso siguiente bajo tres orientaciones, arqueoló-

bio de siglos: como fueron los premios bianuales de

gica, artística y orientalista, a cargo de Becerro de

trabajos originales de investigación o el empeño y la

Bengoa, José Fernández Jiménez o Eduardo

innovación docentes, de especializaciones, en la

Saavedra. Fueron aquellos estudios especializados,

Escuela de Estudios Superiores del Ateneo. En

con la forma habitual de seminarios avanzados,

cuanto a los primeros, el Premio bienal «Augusto

donde, en sesiones y cursos con un número de

Charro-Hidalgo» abrió, en 1893, el panorama de re-

alumnos que oscilaba en torno a la cincuentena, por

compensas económicas, con fondos privados, del

primera vez en España la arqueología o los estudios

Ateneo al trabajo intelectual y la labor innovadora

artísticos -no tanto el orientalismo: con la desapari-

dentro de estudios humanísticos. Panorama que se

ción de Riaño o la imposibilidad de Saavedra- se

vio reforzado en el Ateneo, con la creación, en 1902,

pusieron al nivel de otras instituciones europeas de

del premio Benicio Navarro para la mejor memoria

entresiglos. Sobre todo hasta el agotamiento del res-

sobre temas de Bellas Artes o Arqueología españo-

paldo estatal o de mantenimiento de recursos ate-

las. Ese mismo año el premio reconoció el valor crí-

neístas, la fórmula de los Estudios Superiores cum-

tico de una monografía artística como la de

plió un papel de primer orden en el acercamiento de

Aureliano de Beruete, sobre la Historia de la pintura

la ciencia y los estudios antiguos -como otros estu-

española en el siglo XIX (y los elementos nacionales y

dios no humanísticos- a los correlatos europeos de

extranjeros que influyeron en ella); sin embargo, en

comienzos de nuestro siglo. Por lo menos así fue

1904, el premio distinguió ya un estudio arqueológi-

hasta la desaparición de aquel Centro en el Ateneo,

co sobre Ari¡uitectuta militar de la Edad Media, de

en 1905, o hasta la creación de la Junta para

Isidoro Gil Gavilondo, menos conocido pero inci-

Ampliación de Estudios en el extranjero en 1907. Y

dente en otras facetas recuperadoras. De hecho, un

todo ello, en cuanto a estudios artísticos y arqueoló-

activo ateneísta durante aquellos primeros años del

gicos, en continuo aumento del interés y expecta-

siglo, el arquitecto y catedrático Vicente Lampérez

ción, si tomamos en cuenta el índice de matrícula y

desde 1901 a 1905 impartía el tema de la

participación de alumnos en los citados cursos, im-

Arquitectura cristiana medieval en sus cursos de la

partidos entre 1901 y 1904 en la Escuela de Estudios

Escuela de Estudios Superiores; y aquellos, no sólo

Superiores del Ateneo por Vicente Lampérez y José

verían la luz en ediciones de un gran impacto popu-

Ramón Mélida (1897 a 1904, Memorias de Secretaría,

lar (V. Lampérez, 1908,1909), sino que le permitirían

de la EES).

formular contribuciones inéditas, de influencias es-

De hecho, catedráticos en aquella Escuela supe-

pañolas en otras arquitecturas como la francesa, así

rior ateneísta como José Ramón Mélida habían ad-

EL ATENEO - 7 4

quirido notoriedad internacional reciente en el ám-

Arquitectura árabe (seis años antes que Gómez

bito de la arqueología, cuando en 1898 representó a

Moreno hiciese su Excursión a través del arco en herra-

España en Atenas, en el 50 aniversario de la crea-

dura y siete antes del manual francés de Saladen so-

ción allí de la Escuela Francesa de Arqueología (J.R.

bre el Arte musulmán). En 1910 Velázquez dirigió

Mélida, 1898); o bien, en 1909, también representa-

en un brillante proyecto de recuperación del arte ca-

ría a España en el II Congreso mundial de

lifal civil en España, sobre todo en torno a las exca-

Arqueología clásica en el Cairo. Solo tres años des-

vaciones de los perdidos palacios del califa

pués, en 1912, el propio Mélida inauguraría la pri-

Adderramen III y Almanzor en la sierra cordobesa,

mera cátedra de Arqueología en España que tuvo

de Medina Azzahra y Alamiriya (R. Velázquez,

su sede en la Universidad Central de Madrid.

1912). Por los mismos años, el ateneísta y pintor

Mientras la dedicación habitual de Mélida en el

Narciso Sentenach participaba, desde 1901 a 1903,

Ateneo a la enseñanza de la historia comparada del

activamente en los cursos sobre pintores clásicos y

arte antiguo o el estudio de colecciones museográfi-

artes industriales de la Sección de Artes del Ateneo;

cas, a partir de 1908 fueron simultaneas con su in-

poniendo a punto sus estudios, que resultarían clá-

tensa dedicación a las excavaciones de Numancia -

sicos, sobre escultura, orfebrería o numismática (N.

de las que le fue encargada su dirección- y la crea-

Sentenach, 1907,1909). Pero más decisiva aun resul-

ción del Museo Numantino (J. R. Mélida, Memorias

taría durante la segunda década su actividad arqueo-

oficiales del908 y 1912). La actividad de excavacio-

lógica, desarrollada desde 1911 a 1918 en excavacio-

nes de José Ramón Mélida se ampliaría aun más los

nes de primer orden: en Termes (Soria), Clunia

siguientes años en Extremadura, con sus campañas

(Coruña del Conde, Burgos) y Bílbilis (Calatayud,

en Mérida y la recuperación total del Teatro

Zaragoza), exhumando en sendos proyectos recupe-

Romano (J. R. Mélida, 1915), o sus hallazgos y siste-

radores los restos de las ciudades iberas e iberorro-

matización de la arquitectura dolménica ibérica en

manas, con sus instalaciones urbanas, de teatro, fo-

Badajoz, además de sus catalogaciones monumen-

ros, etc. (Sentenach, aun iniciaría trabajos en

tales en Extremadura, entre 1914 y 1924 (J.R.

Segóvriga, entre 1918 y 1920). El panorama de den-

Mélida, 1929).

sidades históricas y penetración arqueológica, lleva-

En la segunda década y después de la muerte de

das a cabo en España por arqueólogos españoles, a

los grandes orientalistas del Ateneo del s. XIX, como

partir de mediados de los años diez de nuestro siglo

Riaño o Saavedra, la historia del Arte o la

ya nunca sería el mismo; y tan solo una decena de

Arqueología desde el Ateneo florecería igualmente,

años después de las campañas arqueológicas extran-

en la obra de dos de sus discípulos de la Docta Casa,

jeras (1903, Engel y París en Osuna; 1905, París y

«.orno Ricardo Velázquez o Narciso Sentenach. El ar-

Albertini en Elche; Shulten en Numancia; 1909,

quitecto Ricardo Velázquez, autor de destacados

Breuil y Obermaier en las cuevas prehistóricas can-

edificios del Madrid de fines de siglo (Ministerio de

tábricas), los esfuerzos de los arqueólogos españoles

Fomento y actual de Agricultura, Palacio de exposi-

daban frutos sistemáticos y se generalizaban en

ciones en el Retiro, etc.), como catedrático de la

campañas públicas o privadas de excavaciones. Las

Escuela de Estudios Superiores del Ateneo, impartió

cuales se acometerían en múltiples puntos de la geo-

cursos en 1987 y 1898, sobre la Arquitectura de la

grafía española, bajo el control y la difusión de la

Edad Media, y en 1900, en la Institución Libre, sobre

Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades,

EL ATENEO-75

donde los arqueólogos-ateneístas encontraron el res-

ECHEGARAY, José de: Necrología de Eduardo Saavedra, publicada

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¿

EL ATENEO • 7 7

Galería de retratos del Ateneo de Madrid

«

r

Don Mario Roso de Luna, teósofo y masón del Ateneo Julio MORENO ARAGONÉS

de Ltirxrv, ücósofo y vncxsór» dew \ t e o e o

1

Julio MORENO ARAGONÉS

que bautizaría con su nombre. Recibió, por este des-

cubrimiento, el reconocimiento internacional, tal

vez, fue esa la estrella de la gnosis que le iluminaría

ín memormm de mi padre y de D. ]osé D. Prat

durante toda su vida. El «mago Rojo de Logrosán», así era llamado

Al llegar a Madrid, topa con el descubrimien-

D.Mario Roso de Luna en la madurez por su condi-

to de aquel templo de sapiencia que era nuestro

ción de intelectual, ocultista y masón. También era

querido Ateneo, en donde conocería a algunos

así denominado por haber nacido en la comarca

personajes de la gran generación perdida del no-

extremeña de Logrosán el 15 de Marzo de 1872,

venta y ocho, y a más de uno que, posteriormen-

donde realizó notables descubrimientos arqueoló-

te, heredaría el quehacer prolífico literario y retó-

gicos. Sus seudónimos fueron múltiples, de niño

rico de su gran maestro. Esos personajes son de

era llamado el «principe» por su gran conocimien-

sobra conocidos por todos. Citaré tan solo a:

to de Literatura, Historia y Latín. Esta última len-

Ramón y Cajal, Ramón Gómez de la Serna, Pió

gua le sirvió a lo largo de su vida para descubrir y

Baroja, Ramón del Valle Inclán, Ramón J. Sender

discernir los misterios de su cabala particular, que

y al reciente fallecido ateneísta D. Julio Caro

nos va desvelando mediante la ciencia etimológica.

Baroja, entre otros.

De mayor -el «Señorito don Mario»- cursa Derecho

Algunos estudiosos han querido incluirle en la

en la Universidad de Madrid. Esta fue su primera

generación del noventa y ocho, pero la verdad es

vocación profesional, pero el destino le apartó de

que quién trabaja en la cara oculta de la Luna sólo

la actividad jurídica, que no debió ser para él muy

puede permanecer en la sombra hasta que el paso

gratificante, sino tan solo un capítulo breve de su

del tiempo la torne en luz.

vida.

Por aquel tiempo, se inició en la masonería ma-

Su espíritu contradictorio le llevó a cursar la ca-

drileña, donde en pocos años, como cualquier ma-

rrera de Ciencias Físicas y Químicas, que terminaría

són destacado, alcanzaría el grado 33°. El 30 de

a la edad de treinta años. Es entonces cuando, en su

Octubre de 1920 accedió al máximo escalafón del ri-

oriente, descubre la amada teosofía, la ciencia de la

to escocés por la logia de la Fuerza Numantina, pero

verdad, por la que caminaría hasta el ocaso de su vi-

su iniciación le llegó años atrás en el seno de la logia

da, de la mano de su fundadora, la admirada y ve-

Sevillana Isis y Osiris.

nerada H.P.Blavatsky, a la que no tardaría mucho

Sintió un profundo amor por la música, que le

tiempo en incluir en varios de sus escritos.

llevó a desvelarnos los misterios del Beethoven teó-

En su faceta de astrónomo, sin medios técnicos a su alcance, atisba, el 5 de Julio de 1893, un cometa

sofo y del Wagner mitólogo y ocultista; algunas ¿

EL ATENEO -

grandes obras sobre estos temas vieron la luz mos-

tíficos y filosófico -su música, su química, la industria y su disciplina- y, no obstante, criticó a la ciencia moderna1: «... la Ciencia es la terrible Esfinge con quién han de tropezar todos los Edipos humanos en su camino.» Todas estas afirmaciones le llevarán a ser enemigo del positivismo por la contraposición que suponía el pensamiento orientalista y teosófico, que sería una constante de su vida intelectual. Sus cuentos teosóficos son el hilo conductor por donde fluyen las verdades teosóficas descritas en forma de narración, que dieron lugar a una continua búsqueda de la Verdad hasta el fin de sus dias. Se pueden citar innumerables obras donde la narración teosófica se mezcla con el ocultismo, los ritos iniciaticos y la descripción social de la época. En este género de literatura teosófica, creo destacables: Por ¡as

Asturias tenebrosas, El árbol de las Hespérides, ó en Los lagos de Somiedo. Mario Roso de Luna

Muchas de sus obras ocultistas pueden encontrarse en el Ateneo, lugar donde dio bastantes conferencias y tertulias. En éstas, se podría ver a veces a

trandonos los misterios de esos grandes personajes

Don Santiago Ramón y Cajal, en las primeras filas

y sus obras.

tomando apuntes del maestro Don Mario, ante la in-

Sintió un profundo amor por Europa, que co-

credulidad de los personajes que moraban por el

nocía bien por haber sido infatigable viajero y tra-

Ateneo; los más escépticos yeian como científicos de

ductor. También fue gran conocedor de España, de

la talla cultural de Don Santiago se convertían al

la cual se dice conocería todas sus provincias.

sectarismo rosoluniano.

Dentro de sus periplos, también hay que destacar

El escritor Ramón J. Sender nos describió su fiso-

sus conferencias teosóficas por América, que le lle-

nomía en su libro Verdugo afable2: ...«era un hombre

varon a conocer aquellas tierras de las que más tar-

pequeño, sonrosado, con cabellera blanca...». Con

de -acería el libro La ciencia hierática de los Mayas y las Conferencias Teosóficas. Ese amor por Europa y el

esta fisonomía se encuentra en la sala de retratos de

conocimiento del regeneracionismo español -com-

al salón de la Cacharrería que él tanto amó. Este es-

hombres ilustres del Ateneo de Madrid, adyacente

partido con sus cofrades de época- le llevaron a atacar a los distintos países contendientes de una Europa envuelta en la Ia Guerra Mundial. Así lo

reflejaría en su libro La Humanidad y los Césares, en donde alaba al pueblo teutón por sus méritos cien-

1

Cfr. Roso DE LUNA, Mario, La Humanidad y los Césares. Madrid. Biblioteca Teosófica. 1916, pág. 20-21. 2 Cfr. SENDER, Ramón ]., Verdugo Afable. Méjico 1970. pág. 215216.

EL ATENEO-81

(L-V.G.;O-G.-.fl.,O.,íe. A»Lavtten ac|u.í nabía, y Lo nttVo; y, de repenre, desa.pcvt-ecíó. 'V se e m p e ñ a en no escar-. S e V>cv mtr'ado en Voo\o& Los cviwifr»a.r'íos. S e non r e c o f f í d o Coci

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