El carácter de Cristo POR JOHN W. ERB
El carácter de Cristo Por John W. Erb __________________________________________________________________________________________________________________ Derechos reservados EEUU 2011 Traducido por Margot Soto Sánchez Revisado por Karen Suárez Arroyo La mayoría de las citas en esta publicación son de la Santa Biblia, versión Reina Valera, derechos reservados 1939, 1980, 1982 por Thomas Nelson, Inc. Algunas son tomadas de la Nueva Versión Internacional, derechos reservados 1973, 1978, 1984 Sociedad Bíblica Internacional. ________________________________________________________________________________________________________ Dedicado a “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. ” (Apocalipsis 1:5b-‐6) _________________________________________________________________________________________________________ Prefacio La parte opulenta de la población de nuestro mundo se deleita en la adquisición de cosas. Se complacen en viajar a tierras distantes. Se regocijan en la educación de la mejor calidad con la superioridad en conocimiento y posición en esta vida. Muchos cristianos se han conformado a las metas del mundo. Aquí está el llamado para arrepentirse y regresar a su primer amor, a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Como escribió Pablo: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor… ” (Filipenses 3:8) Su carácter, como se muestra en este libro, es la verdadera cualidad de Su Ser. El carácter de Jesucristo es como un diamante polifacético en contraste con el fondo oscuro de este mundo maldecido por el pecado.
_________________________________________________________________________________________________________ Introducción En lugar de capítulos, este libro contiene Días. La intención es que usted lea el día que corresponde al día del calendario. Hay 31 días. Si está en un mes corto, lea hasta el día 31 el último día del mes.
La organización de esta obra está centrada en la siguiente ilustración. El dueño enseña el diamante Esperanza, el cual, con sus muchas facetas, representa el maravilloso polifacético carácter de Cristo. Alrededor del diamante Esperanza hay muchos otros diamantes pequeños, algunos más cerca y otros más lejos. Los pequeños diamantes me recuerdan la preciosa promesa en 1 Juan 3:2 “… sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. Busque tener comunión con el Señor aquí y ahora y las cualidades de la vida eterna van a ser en gran manera realzadas. “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. ________________________________________________________________________________________________________ Acerca del que se esfuerza por usar correctamente la Palabra de Verdad –John W. Erb, ingeniero. Me gradué del Heald Engineering en San Francisco, California, en 1958, con un bachillerato en Ingeniería Civil (Autopistas). Luego trabajé 12 años para la División de Autopistas de California en San Luis Obispo y San Diego. Recibí mi licencia como Ingeniero Civil y Topógrafo en 1969 (C-‐18486). En 1970 empecé la firma de Topografía y Urbanización Erb Engineering, la cual sigue operando al día de hoy. En cuanto a mi testimonio acerca del Señor Jesús, en San Luis Obispo fui predicador en la cárcel, capellán del pabellón juvenil, Director del Concilio Juvenil que constaba de 10 miembros, Pastor de Open Door Church en Oceano. En San Diego, por 8 años, fui el evangelista contratado por CBMC Servicemens Center y el Presidente de la Junta Directiva de Child Evangelism. A finales de 1978, mi esposa Kathy, tres de mis hijos y yo nos mudamos al norte de Mt. Home, Arkansas. Ahí fui Presidente de los Gedeones. En agosto de 1982, mi esposa, mis hijos gemelos Mark y Paul y yo nos mudamos a Costa Rica. Hace alrededor de 15 años que comenzamos, junto con otra pareja, una iglesia de habla inglesa, San Pedro Christian Fellowship. Tenemos 5 hijos, 12 nietos y 6 biznietos. Mi hija mayor administra nuestro refugio de pájaros (ver www.ranchonaturalist.net), cerca del cual se encuentra mi casa, por Tuis de Turrialba. Diariamente, a eso de las 4 am., me alimento de la preciosa Palabra de Dios. Estudio diferentes secciones de Su Palabra. Tenemos un pequeño culto dominical en nuestra casa los domingos; mayormente con familiares y algunos amigos. A la edad de 81 años, Dios me ha dado una salud formidable. Hago 300 flexiones con 300 diferentes variaciones de ejercicios para los brazos y torso en 6 minutos, 6 días a la semana. También paso una hora o más por semana en mi cámara de oxígeno hiperbárica, que puede acomodar hasta a 6 personas a la vez. _________________________________________________________________________________________________________ Contacto: John W. Erb CATIE 7170, Apdo. 79 Cartago, Turrialba 30501 Costa Rica Email
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John W. Erb Box 025240, SJO 7730 Miami, FL 33102 U.S.A. Teléfono: 506-‐2554-‐8101
Índice Día 1 – El Cordero de Dios
Día 16 –Varón de Dolores
Día 2 – Linaje de David, Rey de los Judíos
Día 17 – Mi Siervo Justo
Día 3 – Hijo de Dios
Día 18 – Fiel
Día 4 – Emanuel
Día 19 – Palabra de Dios
Día 5 – El Buen Pastor-‐ La Puerta
Día 20 – Amén
Día 6 – Jehová
Día 21 – El que abre caminos
Día 7 – Renuevo
Día 22 – Nuestra Vida
Día 8 – El Juez
Día 23 – Médico
Día 24 – Consejero
Día 25 – El Postrer Adán
Día 26 – Autor y consumador de la fe
Día 27 – Un Sacrificio, una vez para siempre
Día 28 – El Alfa y la Omega
Día 29 – Mesías (El Ungido)
Día 30 – Precioso
Día 31 – Rey de Reyes y Señor de Señores
Día 9 – Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec Día 10 – El Camino Día 11 – La Verdad Día 12 – La Vida Día 13 – YO SOY Día 14 – Príncipe de Paz Día 15 – Admirable
DÍA 1 – El Cordero de Dios “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Nuestro Señor Jesucristo fue revelado, proféticamente, como cordero llevado al matadero sin protestar en Isaías 53:7. En 1 Corintios 5:7, se amonesta a los santos a limpiarse de la vieja levadura (pecado) en su vida, “porque nuestra Pascua (Cordero), que es Cristo, ya fue sacrificada.” “No fueron redimidos con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-‐19). La palabra ‘Cordero’ o ‘del Cordero’ aparece 28 veces en el libro de Apocalipsis. Ahí lo vemos a Él recibiendo poder, gloria y autoridad sobre la tierra. Él procede a juzgar la tierra y destruir el sistema mundial engañado y controlado por Satanás. Estos juicios de destrucción preparan el camino para Su reino milenario (ver Daniel 2:31-‐45). Aún después del juicio final del Gran Trono Blanco en Apocalipsis, en la eternidad sin pecado, todavía vemos siete referencias al Cordero o del Cordero en los capítulos 21 y 22. Por toda la eternidad, las heridas visibles del Cordero declararán por siempre Su admirable amor que lo llevó en obediencia a la muerte en la cruz. En el tiempo de Jesús, entre un millón de judíos o dos llegaban a Jerusalén desde muchas naciones trayendo el cordero para que fuera sacrificado para la Pascua de su familia. En vista de que cientos de miles de corderos casi idénticos se amontonaban, era necesario que cada animal fuera identificado con el nombre de la familia a la que pertenecía. Para solucionar el problema se le guindaba una placa en el cuello a cada cordero en la que se escribía el nombre de la familia. De igual manera, Dios el Padre tenía Su placa para identificar a Su precioso Hijo, el Cordero de Dios. En Juan 19:19-‐22 leemos que Pilato preparó una inscripción para colocarla encima de Jesús para indicar Su nombre, ciudad de origen y crimen. Esta era una práctica romana para todos los criminales que eran crucificados. La inscripción fue, aparentemente, escrita por el mismo Pilato. El mensaje estaba en hebreo, griego y latín, de los cuales el hebreo era el más importante. Decía: Jeshua Hannozri Wumelech Hajehudim (Jeshua Hanozri = Jesús el Nazareno; Wumelech= y Rey; Hajehudim= de los Judíos). Era costumbre en ese tiempo, y todavía ahora, que los escribas tomaran las primeras letras de una oración e hicieran una nueva palabra con estas para darle un nuevo significado a la oración. Visualice a los sumos sacerdotes, escribas y fariseos alardeando en frente de la cruz. De repente levantaron su mirada y quedaron atónitos. El nombre de Dios que jamás podía ser pronunciado estaba ahí J.H.W.H.; Su nombre más santo, el que ningún judío se atrevía a pronunciar. Arriba sobre el agonizante Jesús, estaba el nombre de la familia a la cual Él pertenecía, la familia de Dios, J.H.W.H. Rápidamente, los sumos sacerdotes volvieron donde Pilato y le dijeron protestando: “No escribas El Rey de los Judíos, sino que él se proclamaba Rey de los Judíos”. Pilato contestó: “Lo que he escrito, he escrito”.
DÍA 2 – Linaje de David – Rey de los judíos “El Evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne…” (Romanos 1:2-‐3). La genealogía de Jesús está bien documentada; primero, por medio de su padrastro José, en Mateo 1; en segundo lugar, por medio de su madre María en Lucas 3. Ambas genealogías tienen un antepasado en común en David y la reina madre que escogió, Betsabé. Aunque Salomón fue escogido para ser el rey sucesor, su hermano Natán, siendo el mayor tenía el derecho legal al trono. De esta manera, la línea de sucesión legal vino por medio de María y la real por medio de José. La genealogía de José presentada en Mateo era inusual. Nombraba a cinco mujeres, cada una de las cuales tenía una marca real o imaginaria en su contra. La primera fue Tamar, quien era la nuera de Judá (ver Génesis 38) cuyos hijos mayores Er y Onán, de manera sucesiva, se casaron con ella pero Dios les quitó la vida a causa de su maldad. El hijo menor de Judá, Sela, no le fue dado como esposo a Tamar. La esposa de Judá había muerto y él fue a Timnat a trasquilar sus ovejas, ahí tuvo a Tamar por ramera en el camino. Él se allegó a ella, le dio su cordón y su báculo; ella concibió de él gemelos. La segunda fue Rahab, quien ayudó a los espías hebreos en Jericó. El matrimonio con los cananeos era prohibido para los israelitas (Deuteronomio 7:3). La tercera fue Rut, una moabita. Era prohibido que los moabitas se casaran con un israelita (Ezequiel 9, Nehemías 13); además, antes de eso no tenían acceso a la adoración (Deuteronomio 23:3). La cuarta fue Betsabé, quien era la esposa de Urías. El vergonzoso pecado de adulterio de David y luego el asesinato expuestos en 2 Samuel 11. La quinta fue María, quien, aunque no tenía una marca de pecado que la señalara, llevó la supuesta marca del nacimiento ilegítimo de Jesús, la cual también cayó sobre Jesús. En Juan 8:41, los judíos lo acusaron: “Nosotros no somos nacidos de fornicación”; pero tú sí, se implicó. Todas estas mujeres aparecen en la genealogía de Mateo para confirmar lo que dice Romanos 8:3, “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.” El vigésimo y último rey que en conjunto con una reina se sentó en el trono de Judá fue Jeconías, también llamado Joaquín o Conías. En la genealogía de Mateo no aparecen cuatro reyes, Ocozías, Joás, Amasías y Joacim. Joaquín solo gobernó 3 meses antes de ser capturado por los babilonios. Pero Dios, por medio de Jeremías, escribió una maldición en contra de él y su progenie. “¿Es este hombre Conías una vasija despreciada y quebrada? ¿Es un trasto que nadie estima? ¿Por qué fueron arrojados él y su generación, y echados a tierra que no habían conocido? ¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová: Escribid lo que sucederá a este hombre privado de descendencia, hombre a quien nada próspero sucederá en todos los días de su vida; porque ninguno de su descendencia logrará sentarse sobre el trono de David, ni reinar sobre Judá.” (Jeremías 22:28-‐30). De esta manera, Jesús, como hijo adoptivo de José, hereda el derecho real al trono de David sin la maldición. Y hereda el derecho legal al trono por medio de María. Solo Jesús puede verdaderamente ser el Rey de los Judíos.
DÍA 3 – El Hijo de Dios “… acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que… fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos.” (Romanos 1:3-‐5) En el DÍA 2, vimos la humanidad de Jesús al escudriñar su genealogía, siguiendo la línea de su madre María, desde la creación de Adán hasta Noé, Abraham, Judá, David, Natán, hasta su nacimiento físico. Ahora, por Su resurrección, Él es declarado el Hijo de Dios con poder. La palabra ‘poder’ traduce la palabra griega ‘dunamis’, de la que sacamos las palabras dinamita, dinámico, entre otras. La Concordancia Strong, define ‘dunamis’ como un poder milagroso que representa fuerza, violencia, una obra poderosamente increíble. Su resurrección fue profetizada en Salmos 16:9-‐10: “Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción.” También en Isaías 53:11a, “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho…” La dinámica de nuestra fe cristiana está basada en el hecho histórico de que Jesucristo resucitó de los muertos de acuerdo con las Escrituras. Note el cambio en Sus discípulos, de un grupo de aterrados cobardes a predicadores intrépidos, defensores del Salvador que resucitó. Las palabras de mayor victoria escuchadas en este mundo de muerte y decadencia son: “¡Él resucitó!”. En una prisión comunista, tan pronto como los primeros rayos del sol disipaban la penumbra en el interior una mañana en el día de resurrección, un prisionero gritó: “¡Él resucitó!” Cientos de voces respondieron, “¡Sí, en verdad Él resucitó!” 1 Corintios 15 es el gran capítulo de la resurrección en la Santa Biblia. Su resurrección fue la primera en acontecer y es la promesa de todas las resurrecciones futuras. En los versículos del 20 al 24, leemos: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin…” “Cristo, las primicias¨ es plural porque muestra que, en Su resurrección, Él llevó a los santos del Antiguo Testamento del Paraíso con Él al cielo puesto que sus pecados ya habían sido expiados por Su preciosa sangre (ver Efesios 4:8-‐10 y Salmos 68:18). “Los que son de Cristo, en Su venida”. Este es el rapto de los santos en la séptima o última trompeta en Apocalipsis 11. “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final.” (1 Corintios 15:51-‐52). Y, finalmente, será la resurrección de los injustos en Apocalipsis 20. Esto se aprecia en la oración: “Entonces vendrá el fin”. “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”(1 Corintios 15:55)
DÍA 4 – Emanuel “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.” (Ver Mateo 1:22-‐23 e Isaías 7:14) En el DÍA 3, vimos la victoria basada en la resurrección de Jesucristo. Ahora veremos una verdad fundamental e imperativa concerniente al nacimiento sin pecado de nuestro Señor Jesucristo por medio de una virgen. La primera profecía que señalaba a nuestro Salvador, Jesucristo, se encuentra en Génesis 3:15 “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” Dios estaba pronunciando una maldición en contra de la serpiente y Satanás, que moraba en la serpiente, a causa de su responsabilidad en el engaño de Eva. En Apocalipsis 20:2-‐3, vemos que a Satanás se le llama “la serpiente antigua” que engaña a las naciones. Note que la simiente de la mujer usa el pronombre singular, “Él”. Ese Él se refiere a Jesucristo. El conflicto del que se habla es el de la cruz. Ahí Satanás provocó a su simiente, humanos sin Dios, a que dieran rienda suelta a su furia en contra del Dios Hijo. Esto se describió de mejor forma en la profecía encontrada en Isaías 52:14 “Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres.” De esta manera Satanás hirió el calcañar de Cristo; únicamente pudo infligir heridas a Su cuerpo. Él (Jesús) fue herido por nuestras transgresiones. La muerte de Jesús parecía ser la victoria final de Satanás; pero, al contrario, fue su derrota final. Como está escrito en Hebreos 2:14 “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo…” Satanás había sido mortalmente herido. Así como una serpiente se agita con violencia aunque esté muerta, así Satanás, aunque esté destruido, continúa engañando a multitudes, manteniéndolos en la oscuridad de la muerte eterna. “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer…” (Gálatas 4:4). El hecho de que Jesucristo naciera de una virgen es de suma importancia debido a que la naturaleza del pecado, normal para toda la humanidad, es transmitida del padre al niño. Romanos 5:12 “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” Así como Adán fue el transmisor de la naturaleza pecaminosa, así también todos los padres terrenales puesto que al procrear transmiten la naturaleza pecaminosa a sus hijos. A Jesucristo, de manera única, no le fue transmitida la naturaleza pecaminosa por un padre terrenal. Él fue hecho a la semejanza de carne pecaminosa pero sin pecado (o sin la naturaleza de pecado). “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21)
DÍA 5 – El buen Pastor– La Puerta “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10: 7-‐ 10) “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.” (Juan 10:14-‐15). Podremos preguntarnos cómo nuestro Señor Jesucristo podría ser tanto ‘la Puerta de las ovejas’ como ‘el Buen Pastor’ de forma simultánea. En los tiempos bíblicos, las ovejas eran presa de ataques de depredadores, especialmente en la noche. Los depredadores comunes eran los leones, osos, leopardos y lobos (ver Samuel 17:34, Isaías 31:4, Amós 3:12 y Juan 10:12). Como una forma de protección, el pastor construía un redil de rocas o de espinos. Este redil tenía una sola entrada lo suficientemente ancha para que una oveja pasara. Cuando el pastor había examinado a todas las ovejas en busca de llagas y lesiones (Levítico 27:32, Éxodo 20:37) y las había contabilizado, él mismo se acostaba en la entrada y se convertía en la puerta viviente de protección para las ovejas. Un buen pastor era un hombre con compromiso y compasión. Su trabajo nunca terminaba. Era un trabajo de 24 horas, los siete días de la semana. El compromiso de Cristo se refleja en las palabras: “pongo mi vida por las ovejas”. La compasión de Cristo se muestra en Isaías 40:11 “Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.” Con su experiencia como pastor durante los primeros años de su vida, David, inspirado por el Espíritu Santo, escribió el Salmo 23, el del Buen Pastor : “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma.” ¡Bendito sea su Nombre! “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Hebreos 13:20-‐21)
DÍA 6 – Jehová Jehová es el nombre de Dios con el cual Él estableció Su pacto con Israel. Significa ‘que existe por sí mismo´. El nombre Jehová en hebreo se encuentra en la Biblia alrededor de cinco mil veces, exclusivamente en el AT, con la excepción de algunas citas encontradas en el NT. La mayoría de las traducciones que siguen los pasos de la versión Reina Valera traduce Jehová como “El Señor”. La traducción del Nuevo Mundo, usada por los testigos de Jehová, está repleta con la palabra ‘Jehová´. Cuando asistía a la Décima Iglesia Presbiteriana en Philadelphia, E.E.U.U., cuando era niño, el Dr. Donald Barnhouse enseñaba que a la hora de estudiar un pasaje en particular de la Biblia, ese pasaje debe correlacionarse con el resto de las Escrituras. Los Testigos de Jehová tienen el mismo sistema para estudiar la Biblia en el uso del nombre Jehová. En el pasaje de Mateo 4: 5-‐7, en la versión del Nuevo Mundo de los Testigos de Jehová dice: “Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás a Jehová tu Dios.” El mismo relato en Lucas 4: 9-‐12 es prácticamente idéntico. La pregunta es quién está tentando a quién. El que está tentando es el Diablo. El que está siendo tentado es Jesús. Por lo tanto, la Escritura repetidamente declara que Jesucristo verdaderamente es Jehová, el Dios suyo. Reciba esta verdad y entre a la Vida Eterna en nuestro Señor Jesucristo, Jehová Dios.
DÍA 7 – Renuevo y Raíz de tierra seca En Isaías 53:2, leemos “Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.” Aquí vemos una diferencia enorme en la apreciación del carácter de nuestro Señor Jesucristo entre el Omnisciente y Santo Dios y Satanás, quien engaña las mentes de la raza humana rebelde. Cuando Dios vio a la humanidad, Él la vio como un árbol caído que el hacha de Satanás había cortado desde la propia raíz, Adán; sin embargo, Dios tenía planeado un momento de redención. “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.” (Gálatas 4: 4-‐5). De manera que del árbol muerto de la humanidad creció un renuevo, la vida de Jesús que agradó a Su Padre, quien dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:17b) La apreciación hecha por la rebelde raza humana continúa en Isaías 53: 3-‐5 “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Si Jesús regresara a esta tierra en la forma humana como lo hizo hace dos mil años, ¿su redención sería mejor que la primera vez? ¡Absolutamente no! Él volvería a ser despreciado y rechazado. Su propia gente gritaría otra vez “¡No queremos que éste reine sobre nosotros!” Pero Él regresará, no como un renuevo o como una raíz de tierra seca sino como el Rey de Reyes y Señor de Señores. Él herirá a sus enemigos y regirá con vara de hierro en verdadera paz por mil años sobre esta tierra maldita por el pecado.
DÍA 8 – El Juez “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.” (Juan 5:22). Muchas personas tratan de negar o ignorar este aspecto del carácter de Cristo. Con todo, Cristo mostrado como Juez es la esencia del último libro de la Biblia, Apocalipsis. Hay una revelación magistral de Jesucristo, como Juez, que cronológicamente continúa a través del tiempo, hasta que el tiempo mismo deje de existir. En el capítulo 1, Su presencia y autoridad se dan a conocer; los capítulos 2 y 3, progresivamente, describen la histórica era de la iglesia. Las siete iglesias en Asia Menor son sucesivamente analizadas en cuanto a sus actitudes y acciones. Cinco de ellas son encontradas deficientes y se les llama a arrepentirse. En el capítulo 4, Juan es llevado al cielo. Ahí él ve una gloriosa escena del trono de Dios. En el capítulo 5, nuestro Señor Jesucristo recibe de la mano de Dios el título de propiedad de la tierra sellado con siete sellos. Solamente Él ejercita su derecho de desatar los sellos y ejecutar juicio sobre la tierra y su población pecadora. Los capítulos del 6 al 9 es lo que conocemos como ‘la Gran Tribulación´. La Iglesia va a pasar por este tiempo de juicio de Cristo sobre la tierra. En el capítulo 11, la sétima trompeta suena para llamar a todos los santos del Nuevo Testamento al cielo (el rapto) e inicia los juicios de las copas (el Día del Señor). Este es un período corto en la batalla de Armagedón. Inmediatamente después del rapto, los santos son juzgados, “el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes…” (Apocalipsis 11:18; ver también 1 Corintios 3:11-‐15). El capítulo 20 revela el juicio de Satanás y sus seguidores. Satanás es el primero en ser encadenado en el abismo por mil años y luego va a ser soltado. Su carácter malévolo, que no cambia, lo hace engañar a las naciones de este mundo. Las naciones rodearán al pueblo de Dios hasta que fuego baje y los consuma. Entonces Satanás es echado al lago de fuego. El juicio final de nuestro Señor Jesucristo es llamado ‘El juicio del Gran Trono Blanco’. Ahí los cuerpos de los muertos en pecado serán levantados y reunidos con su alma y espíritus que han estado en el infierno. Serán juzgados de acuerdo con sus obras. Puesto que la justicia del hombre es como un trapo de inmundicia delante de los ojos de Dios y como sus nombres no están escritos en el Libro de la Vida, serán condenados y echados en el lago de fuego. Otro juicio donde Cristo será el Juez es al inicio de su reinado milenario. “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. ” (Mateo 25: 31-‐34) ¿Está usted listo? “He aquí, el juez está delante de la puerta” (Santiago 5:9b).
DÍA 9 – Sumo sacerdote según el orden de Melquisedec “… Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec” (Hebreos 5:8-‐10). Melquisedec aparece solo en tres porciones de la Escritura. Primero, de forma histórica en Génesis 14: 17-‐20. La segunda vez, de forma profética señalando a Jesucristo en Salmos 110:4 y, finalmente, en el cumplimiento de esa profecía en Hebreos del 5:5 al 7:28. La carta de los Hebreos se escribió para mostrar las mejores y eternas cualidades y magnificencia del NT en contraste con las menores y, hasta algún grado, transitorias del AT. Hebreos es un libro muy profundo que en diferentes formas exalta a nuestro Señor Jesucristo con respecto a su persona, sacerdocio y sacrificio. Nuestro propósito aquí es comparar su sacerdocio según el orden de Melquisedec con el sumo sacerdocio según el orden de Aarón de acuerdo con el AT. Su primer punto en común es que ambos fueron seleccionados entre los hombres y comisionados para representar a la humanidad en los asuntos relacionados con Dios. Su segundo punto en común es que ambos fueron llamados por Dios al oficio del sumo sacerdocio. El tercero es que los dos se podían compadecer de nuestras debilidades, siendo tentados en todo, como nosotros lo somos. Pero ahora empezamos una lista extensa de diferencias. Jesucristo fue sin pecado. El sumo sacerdote de la línea de Aarón era un pecador que tenía que ofrecer sacrificios por sus propios pecados al igual que por los pecados del pueblo. De esta manera, el sacerdocio de Aarón ofreció millones de sacrificios animales a lo largo de más de 1500 años. Jesucristo fue sacrificado por TODOS los pecados de la humanidad, UNA VEZ para siempre cuando Él se ofreció a sí mismo. El sacerdocio de Aarón entraba en el lugar santísimo del templo terrenal una vez al año por medio de la sangre de cabras y becerros. Jesucristo entró al lugar santísimo celestial una vez por todas por Su propia sangre, habiendo obtenido eterna redención. El sumo sacerdote según el orden de Aarón debía ser un levita descendiente de Aarón. Él nunca podría haber sido rey. Jesús era de la tribu de Judá, no un levita sino un escogido como sumo sacerdote en el orden de Melquisedec. Él era por Su nombre: ‘Rey de Justicia’ y ‘Rey de Salem’ que traducido es “Rey de Paz’. El Melquisedec predecesor no tenía ni padre ni madre, carecía de genealogía, su vida no tenía ni principio de días ni fin, hecho semejante al Hijo de Dios que permanece sacerdote por siempre. Abraham le dio los diezmos a Melquisedec y fue bendecido por él. Sin duda el menor es bendecido por el mayor. El sacerdocio levítico era confirmado únicamente por descendencia y entraba sin juramento. Jesucristo fue declarado sacerdote según el poder de una vida indestructible. Por lo que se declara: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”. Y esa declaración fue bajo juramento cuando Dios dijo de Él: “Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre”. Debido a este juramento, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto; Jesús tiene un sacerdocio inmutable. Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.
DÍA 10 – El Camino Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Juan 14:6). En este versículo la palabra griega para camino es vía. Aunque hay muchas vías que llevan a una ciudad grande, hay solo una vía a Dios el Padre, la cual es Jesucristo. Una persona con estudios avanzados sabe que las leyes que rigen la física, química o las matemáticas son exactas y probables, sin desviación ni excepción. El director de música clásica estudia diligentemente y practica hasta que domina la partitura del compositor. A pesar de eso, algunos de estas personas tan precisas piensan que no hay precisión en la religión. Creen que Dios va a aceptar a cualquiera que venga a Él, sin importar la ruta por la que ellos lleguen. Esa premisa es una mentira controlada por Satanás. Él engaña a la humanidad para que pase por la puerta ancha que lleva al camino espacioso. Así cada uno sigue el carril de su preferencia. Las opciones se extienden desde la extrema abstinencia religiosa hasta la perversa iniquidad y todo lo demás que está en medio. Todos los carriles llevan a la destrucción. En el Sermón del Monte, Jesús dijo: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7: 13-‐14). Usted puede preguntarse por qué es que Jesús es el único camino. Como está escrito en 1 Timoteo 2: 5-‐ 6, “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”. Otra vez en Hebreos 9:15 “Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” Un mediador es uno que se pone en el medio, uno que reconcilia a los enemigos. La muerte de Jesucristo nos reconcilia con Dios. Pero el hombre que no es salvo, el natural, continúa en enemistad con Dios hasta que el tiempo del Evangelio (el mensaje de reconciliación), en unión a la convicción del Espíritu Santo, lo lleva en fe a recibir a Jesucristo como Señor y Salvador y así entrar a la vida eterna. Es así como estamos en el camino angosto que es Jesucristo. Prestemos atención al mandato que nos dice: “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (Hebreos 12: 1b-‐2). En nuestro trayecto hacia Dios, Jesús no solo es el CAMINO sino también la visión que nos motiva. A Él sea la gloria, el dominio por siempre y para siempre. Amén.
DÍA 11 – La Verdad Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Juan 14:6). “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17: 9). Jesús, la VERDAD, entró al escenario de este mundo como un diamante con un brillo luminoso en contraste con el fondo oscuro de la maldad del hombre. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). Dios se había revelado a sí mismo a la humanidad por pura gracia en cuatro maneras. La primera, en la creación; la segunda, en la consciencia humana; la tercera, en Su Palabra, la Biblia, y finalmente, en Jesucristo, su Hijo. Uno de mis capítulos favoritos en las Escrituras es el capítulo 1 de Romanos. Ahí encontramos a Cristo, la creación y la consciencia presentados resueltamente como la evidencia del Dios Todopoderoso. Sin embargo, la mayoría de la humanidad rechaza todas estas evidencias. Satanás ha cegado las mentes de aquellos que no creen, no sea que ellos vean y sean salvos. Como está escrito: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” No obstante, cuando el evangelio se presenta con el poder de convencimiento del Espíritu Santo, el velo es levantado por un tiempo para que vean la verdad. ¿Cuál es, entonces, la reacción del corazón humano? Ellos se pierden “… por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.” (2 Tesalonicenses 2:10-‐12). Pilato le hizo a Jesús una pregunta profunda: “¿Qué es la verdad?” La respuesta es la Palabra de Dios; tanto la palabra viva que es Jesucristo como la palabra escrita, nuestra Biblia. Hoy, ¿permanece usted en la Verdad o cree una mentira de Satanás? Si usted no permanece en la Verdad o no tiene seguridad de que permanece en Él, le digo, “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación…” ¡Reciba la Verdad, a Jesucristo como su Señor hoy!
DÍA 12 – La Vida Jesús le dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14. 6). Como Creador, nuestro Señor Jesucristo es el autor de toda la vida natural, no solo de nuestro planeta tierra sino de cualquier otro lugar que pueda encontrarse en el Universo. Pero aquí, Él se refiere a la vida espiritual. La vida que transciende en calidad y cantidad nuestra breve existencia destruida por el pecado de ahora que no tiene comparación. ¿Podría compararse el olor de un cuerpo muerto en proceso de descomposición con la fragancia que sale de un jardín de rosas? Por 8 años, entre los años 1960 y 1970, fui evangelista contratado del C.B.M.C. Servicemen’s Center en San Diego, California. Ahí les dábamos a los marineros y los infantes de marina café, queque y sándwiches preparados por diferentes grupos de iglesias. También los alimentábamos con el Evangelio. Uno de mis textos favoritos era y es 1 Juan 5: 9-‐12: “Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” ¡Es bastante claro! Jesucristo es la vida eterna. Si nosotros lo hemos recibido, entonces hemos también recibido la vida eterna. Si tenemos vida eterna en Cristo, entonces nuestra presente vida mortal será radicalmente cambiada. Como escribió Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:21). ¿Por qué? Porque somos esos “los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:13) Por cuanto somos nacidos de Dios y, usando el término de Juan en el capítulo 3, ‘nacidos de nuevo’, somos hechos nuevas criaturas. Como está escrito en 2 Corintios 5:17, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Si usted ha recibido a Cristo, regocíjese porque en Él usted tiene la vida eterna. Si usted no ha recibido a Cristo, recíbalo ahora. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1.12)
DÍA 13 – Yo Soy
“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.” (Juan 8:58) “Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.” (Éxodo 3:13-‐14) El contexto anterior en el evangelio de Juan releva el candente dialogo entre los judíos incrédulos y nuestro Señor Jesús. El lugar del intercambio fue en el área del templo. El asunto principal en discusión era la paternidad de Dios. Jesús hablaba de Dios como su Padre y de su absoluta conformidad con la voluntad y el propósito de Su Padre. Él también habló acerca del hecho de que Satanás era en realidad tanto el padre como el director de los judíos incrédulos. Las palabras finales de Jesús, que incitaron a los judíos a apedrearlo fueron: “Antes que Abraham fuese, YO SOY”. Estas palabras claramente declaraban la deidad de Cristo y su completa unidad con Dios –El Padre. ¿Cuál es, entonces, el significado de este nombre único de Dios, YO SOY? Su nombre declara la eterna cualidad de su ser. Él no tiene inicio ni final. ‘YO SOY’ es el nombre de Dios, quien únicamente existe por sí mismo. No es creación sino más bien el Creador de toda la vida y la materia, ya sea en el plano espiritual o en el físico. ‘YO SOY’ también declara las inalterables cualidades de la omnisciencia, omnipotencia y omnipresencia de Dios. La afirmación de nuestro Señor Jesucristo como el YO SOY fue completamente justificada y confirmada. Veamos la radiante gloria de Dios Hijo vista por Juan, el apóstol, y descrita en Apocalipsis 1:12-‐16. Después escuche las palabras de nuestro glorificado Señor Jesucristo: “No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (vv. 17-‐18).
DÍA 14 – Príncipe de Paz “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isaías 9: 6-‐ 7). Su nombre, Príncipe de Paz, retrata un glorioso título de nuestro Señor Jesucristo durante su reinado milenario. La paz descrita es inquebrantable e interminable. Sus principios fundamentales están establecidos en juicio y justicia. Puesto que Cristo sabe que el corazón humano es ´engañoso más que todas las cosas, y perverso’ (Jeremías 17:9), Él va a gobernar las naciones ‘con vara de hierro’ (ver Salmos 2:9 y Apocalipsis 2:27, 12:5, 19:5). En la historia de la humanidad, la paz duradera entre las naciones ha sido, con una notable excepción, un sueño escurridizo. La excepción en particular fue cuando el Imperio Romano mantuvo la paz en gran parte del mundo, durante un periodo conocido como ‘Pax Romana’. Este periodo de tiempo duró del año 27 a.C. hasta el 180 d.C, y esta paz fue solo mantenida por la ‘vara de hierro’ que cruelmente implementaba su rigoroso código humano de justicia. Los esfuerzos inútiles por alcanzar la paz solo confirman la declaración de Toynbee: “La historia nos enseña que los hombres no aprenden de la historia”. Aunque el título de nuestro Señor como ‘Príncipe de Paz’ se encuentra únicamente en Isaías 9:6, el cristiano creyente del NT puede encontrar significado adicional a este maravilloso nombre de Jesús. Podemos ver hacia atrás en el foso de intranquilidad y contienda del cual nos rescató. Ahora “tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1b). ¿Qué hizo el Señor Jesús para asegurar nuestra reconciliación con Dios y hacer la paz? “—haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20b). Conforme el cristiano madura en la fe y el compromiso, él entra en un tipo de paz diferente y más profunda, la paz de Dios. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-‐ 7). Verdaderamente, nuestro corazón lo glorifica y lo alaba; Él es nuestro único Príncipe de Paz.
DÍA 15 – Admirable “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable…” (Isaías 9:6). Nuestro Señor Jesucristo era y es admirable. Por su nacimiento de una virgen sin la naturaleza de pecado de Adán. Nacido en la pobreza; no obstante, saturado en alabanza por parte de las huestes celestiales. Fue saludado por humildes pastores, no por los gobernantes terrenales. En su segundo año de vida, Él fue reverenciado por los magos del oriente quienes siguieron su estrella hasta Belén. En adoración, le presentaron regalos de oro, incienso y mirra. Cuando tenía 12 años, sus padres fueron con Él a celebrar la Pascua en Jerusalén. Sin saberlo, se fueron sin Él. Cuando regresaron, después de tres días, lo encontraron en el templo haciendo y respondiendo preguntas difíciles. Su respuesta a la preocupación de sus padres fue: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:41-‐49). Cuando fue tentado por Satanás durante 40 días y noches, Él contestó a su ataque triple: los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida con versículos encontrados en Deuteronomio (ver Mateo 4:1-‐11 y Lucas 4:1-‐12). En el Sermón del Monte, las Bienaventuranzas muestran las bendiciones de Dios hacia aquellos cuya motivación era pura y correcta a Sus ojos. Y Él abordó pecados comunes tales como homicidio, adulterio, divorcio, entre otros. Además, dijo que nuestras buenas obras deben ser vistas por Dios y no por los hombres (Mateo 5: 3-‐7,27). Él sanó a los enfermos, los ciegos, los cojos, los leprosos; levantó a muertos y sacó demonios. Cuando reprendía a los líderes espirituales por su hipocresía al principio y al final de su ministerio, sacó a los comerciantes y los cambistas del templo. Fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Golpeado, azotado, escarnecido, Él dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Y luego “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Fue victorioso en Su resurrección. Nosotros por medio de la fe en su resurrección y nuestra confesión de Él como Señor de nuestra vida, entraremos a la vida eterna (Romanos 10: 9-‐10). En verdad Él es Admirable.
DÍA 16—Varón de dolores “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido…” (Isaías 53:3-‐4). Nuestro Señor Jesús fue un hombre de dolores por muchas razones; primero que nada, por el rechazo que Él experimentó. Muchos de nosotros conocemos el dolor que se siente el ser rechazado por un cónyuge, un padre, un hijo, un pariente o un amigo cercano. Cuando Jesús vino a su propia gente, los judíos, lo rechazaron. La última expresión de rechazo fue cuando gritaron: ‘crucifícale, crucifícale’. No queremos que este hombre reine sobre nosotros. Y lo que es peor fue que profirieron maldición sobre ellos: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mateo 27:25). En esta vida, Él sufrió hambre, sed, cansancio, pobreza, entre otros. Quizás, como provenimos del polvo, para nosotros no es nada del otro mundo; pero debemos recordar quién es Él y la gloria en las alturas de la que Él descendió. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2: 5-‐8). Estos versículos hablan del tiempo cuando Él sufrió el dolor más grande de todos, en la ‘muerte de cruz’. He ahí a quien no conoció el pecado, hecho pecado por nosotros. En ese momento nuestro Dios, que es Santo, se apartó de Jesús, el portador del pecado. Escuche su angustiosa plegaria: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Desnudo, degradado por todos los pecados de la humanidad, rechazado por los hombres, rechazado por Dios; ¿podemos empezar a comprender el dolor del alma de nuestro Señor? Por último, Él llevó nuestros dolores. El corazón del Señor que ama y se compadece jamás podría ignorar el dolor que hay en nuestra vida. Véalo llorando en la tumba de Lázaro. Véalo sanando a los que le pidieron sanidad, no solo para ellos sino también para sus seres amados, amigos y sirvientes. Aun a aquellos que no se lo pidieron, Él los sanó cuando la necesidad era evidente. Algunos de éstos fueron el endemoniado, la suegra de Pedro, la viuda a cuyo único hijo Jesús le devolvió la vida. Saber que nuestro Señor Jesucristo llegó a ser ‘varón de dolores’ nos permite entrar y compartir el gozo eterno con Él. ¿Cuánto más podremos amar a quien nos amó primero?
DÍA 17 – Mi siervo justo “Por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11b). En el DÍA 16, vimos a Jesús como el siervo obediente que acepta la muerte en una cruz. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2: 9-‐11). En mi muy amada y leída Biblia de Referencia Thompson (con versículos en cadena temática) de la Nueva Versión Internacional, en el número 3632, encontramos los títulos y los nombres de Cristo. Alrededor de cien de sus nombres aparecen ahí, pero tristemente el nombre de ‘Mi Siervo Justo’ o de ‘Siervo’ no aparece. Cuando un predicador presenta a Cristo como siervo en su sermón, sin lugar a dudas, va a Juan 13 y apunta a Su ejemplo como siervo cuando lavó los pies de sus discípulos. Pero cuánto más profundo es el largo servicio ofrecido en el transcurso de la vida de Cristo de acuerdo con la voluntad de Dios. Esa voluntad que hizo que cada paso de su vida fuera dirigido hacia la cruz que le produciría un enorme dolor, tan grande que con mucha dificultad apenas podemos empezar a comprender su profundidad. Dios, nuestro Padre, en el texto de Isaías, habla proféticamente de ‘Mi Siervo Justo’ en su obra futura de justificación y el que carga con los pecados. El adjetivo “mi” indica posesión. ¿Cómo es que Dios el Padre llega a tener este interés posesivo en Dios Hijo como siervo? La palabra ‘siervo’ en los textos anteriores se traduce de manera acertada como ‘un siervo que establece un vínculo por su propia decisión’. En la sociedad hebrea, este siervo se refería a un hebreo que había servido a otro hebreo por seis años como esclavo. Si aquel siervo prefería no aceptar su libertad en el sétimo año, era llevado ante los ancianos, quienes poniéndolo contra la pared, le perforaban la oreja con un tipo de punzón. Esta marca en su oreja lo definía como siervo de forma permanente. De igual manera, nuestro Señor Jesucristo fue perforado como el Siervo Justo de Dios. Por toda la eternidad, Él va a llevar las cicatrices. “ Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10). Y otra futura profecía: "Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado” (Apocalipsis 5:6). “Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zacarías 13:6 ). Sean alabanza, gloria, y honor dadas por la eternidad a nuestro Señor Jesucristo quien, como el Siervo Justo de Dios, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Amén.
DÍA 18 – Fiel “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea” (Apocalipsis 19:11). Esta escena es el preludio a Armagedón, la última gran guerra, donde nuestro Fiel Señor pelea en contra los ejércitos de la bestia y los reyes del oriente y los vence con una gran mortandad. No habrá sobrevivientes. La bestia y el falso profeta son tirados vivos al lago de fuego. Satanás es encadenado por mil años y lanzado al abismo, al pozo del abismo que lleva al infierno. La palabra Fiel significa ‘inquebrantable en su afecto y alianza, firme en adherirse a sus promesas o en ejecutar su deber’. ¿Calza esta definición con la característica de ‘Fiel” de nuestro Señor Jesucristo? Él es siempre fiel a lo que el Padre le ha confiado. Está escrito en Juan 5:22 “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.” Jesucristo es también fiel como el protector de su amada Iglesia. “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal” (2 Tesalonicenses 3:3). Esta protección se ve mejor en la vida de Job. “Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra” (Job 1:9-‐10). Jesús actúa cuando pecamos. “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo” (Hebreos 2:17). Y, finalmente, “Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13). El infiel habla de un siervo que no mantiene su alianza o deber y no es de confiar. Cada uno de nosotros cumple con esta definición varias veces a lo largo de nuestra vida. Aun un buen árbol que usualmente lleva buen fruto, algunas veces tiene frutos de mala calidad. De igual manera, el hijo de Dios (nosotros) algunas veces falla en su servicio para el Señor. Pero esto no puede, y de verdad no puede, separarnos del don de vida eterna en Cristo Jesús. Veamos Juan 6:39-‐40 “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. Si Cristo repudiara a un santo que se haya equivocado, Él negaría su palabra de compromiso y dejaría de merecer su nombre de ‘Fiel’. Pero alabado su Santo nombre… Él permanece Fiel. Amén.
DÍA 19 –La Palabra de Dios “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS (Apocalipsis 19:11-‐12). Esta escena es el preludio de Armagedón. Cristo está a punto de destruir completamente los ejércitos de la tierra que se han juntado para atacarlo. La Concordancia Strong dice que este título ‘Verbo [Palabra] de Dios’ es equivalente a la expresión divina Cristo. La misma palabra griega ‘logos’ aparece en Juan 1: 1, 14. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Nuestro Señor Jesucristo, como la Palabra, existía con Dios anteriormente a la creación y Él era Dios. Como el Verbo [la Palabra], todas las cosas fueron hechas por medio de Él. La materia fue hecha por la palabra declarada. “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3). La creación es sostenida y unida por el poder de su Palabra (ver Colosenses 1:17 y Hebreos 1:3). De forma única, Cristo es la vida tanto natural como eterna. La vida eterna dentro de Él es la luz de los hombres, de manera que podamos tener vida eterna en Él y por Él. La Palabra Santa de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Él murió una vez por todas, llevando nuestros pecados en su cuerpo y alma y se levantó para nuestra justificación. Pronto, Él regresará con sus santos para juzgar con justicia y librar una guerra en contra del anticristo y sus seguidores. El VERBO [la Palabra] de Dios mismo gobernará y reinará sobre este mundo por mil años. Qué agradecidos debemos estar por la PALABRA DE DIOS impresa, la que nos indica el camino a nuestro maravilloso Salvador, el VERBO [la Palabra] que vive.
DÍA 20 – Amén “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto…” (Apocalipsis 3:14). En el AT, el Amén, una forma de consentir, se empleaba muchas veces para advertir a las personas a no quebrantar la ley o la voluntad de Dios. En Deuteronomio 27: 15-‐26, hay doce maldiciones registradas en contra del hombre que hubiera pecado en contra de la voluntad de Dios. Después de que cada maldición era pronunciada por los levitas, toda la gente decía ‘Amén’. También en Nehemías 5:10-‐13, cuando Nehemías acusó justamente a los judíos ricos de aprovecharse de los judíos pobres, los ricos reconocieron su pecado y prometieron regresar lo que habían tomado. Esta promesa fue sellada al decir ‘Amén’. En el NT, la palabra ‘Amén’ es muy positiva. En 2 Corintios 1:20 dice, “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”. Esto significa que con confianza confirmamos nuestra fe en las promesas seguras de Dios con un sentido Amén. Así sea. En los últimos dos versículos de la Escritura, en Apocalipsis 22: 20-‐21, “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.” La última palabra en las Escrituras es Amén. Amén significa que creemos y aceptamos la suma total de Sus promesas, profecías, alabanzas y perfecciones como están contenidas en Su preciosa PALABRA.
DÍA 21-‐ El que abre caminos “Subirá el que abre caminos delante de ellos; abrirán camino y pasarán la puerta, y saldrán por ella; y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza de ellos Jehová” (Miqueas 2:13). ‘Parats’, la palabra hebrea para ‘el que abre caminos’, significa romper (y sus muchas aplicaciones de forma directa o indirecta, literal o figurativa). Nuestro Señor quita las naciones para que su gloria sea revelada (Daniel 2:21-‐45). Él quebranta el corazón para que pueda ser purificado, confortado y finalmente sanado. Él revela los espíritus para que puedan ofrecer un perfecto sacrificio, un espíritu contrito y arrepentido delante de Él. “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51: 17). Nuestro Señor derriba ‘la pared intermedia de separación’ entre el judío y el gentil al reconciliar a ambos con Dios mediante la cruz, matando en ella las enemistades” (Efesios 2:14-‐18). El que abre caminos deshace planes para hacerlos conforme a Su plan inmutable para las edades. Considere cómo nuestro Señor deshizo los planes de Moisés y Pablo, los más grandes activistas del Antiguo Testamento y del Nuevo. Moisés, a la edad de 80, estaba contento con terminar su vida como pastor de ovejas en el desierto. Dios le cambió los planes. Como representante de Dios ante el faraón e Israel, Moisés liberó y guió a la nación de Dios, Israel, por 40 años por el mismo desierto que anteriormente había conocido como pastor. Así, el curso de la historia cambió de gran manera debido a que los planes de Moisés fueron deshechos y desviados. Saulo, un fariseo celoso se sentía satisfecho con su plan de destruir poco a poco esta nueva secta de cristianos. Conforme se acercaba a Damasco en su misión de encarcelar a los creyentes, de repente una luz del cielo resplandeció alrededor de él. Así que cayó en tierra y escuchó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues… Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:4-‐6). El NT y la historia de más de dos mil años muestran que Saulo, cuyo nuevo nombre fue Pablo, tuvo un mayor impacto en el curso de la vida de este mundo, más que el que tuvo Moisés. Jesús destruye el poder del pecado que fue cancelado; Él libera a los prisioneros; Su sangre puede limpiar lo inmundo; Su sangre es de mucho provecho para mí. Apocalipsis 5:1-‐9 retrata una escena en el futuro: “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?” (vv. 1-‐2). Sólo el Cordero es digno. El libro que fue abierto declara: El que abre caminos es Rey de Reyes y absoluto Señor de esta tierra. Amén.
DÍA 22 – Nuestra Vida “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:4). “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Una gloriosa verdad se revela en el nombre de Cristo Jesús. Esta es que, cuando le pertenecemos a Él, su vida se convierte en la nuestra y su vida en nosotros debe ser nuestra única posesión actual. Nuestra meta, entonces, no es contristar ni apagar la vida del Espíritu de Cristo en nosotros. Al contrario, debemos nutrirlo con la comida espiritual de la Palabra, la oración y la comunión con los santos. Celebremos nuestra Vida espiritual mucho más que nuestra vida natural. En el texto de Gálatas, vemos la frase “la fe del Hijo de Dios”. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). La fe de Jesús fue claramente vista cuando, por el gozo (que somos nosotros) puesto delante de Él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio (Hebreos 12:2). La fe de Jesús es claramente vista cuando por el gozo (que es Él) puesto delante de nosotros, soportamos la cruz que llevamos cada día. Cristo nos ha sido hecho por Dios sabiduría, lo cual significa justificación, santificación y redención. Estas cualidades son divinas pero aún así se nos han dado generosamente por medio de la vida de Cristo. La vida que ahora vivimos en la carne puede y debe ser la vida sobrenatural de Cristo, revestida con el poder de su justicia y guiada por su sabiduría. “Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). Como vemos en Filipenses 2, esta mente está llena de humildad y completa obediencia a la voluntad de Dios. Podría preguntarse: ¿Cómo podré vivir la vida de Cristo de forma que se convierta en una realidad para mí? Vayamos a Juan 15:1-‐8. En el versículo 5, Jesús dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Conforme la vida de la vid fluye a las ramas, va a dar fruto. Si el creyente permanece en Cristo Jesús y el Señor Jesucristo permanece en el creyente, la vida de Cristo se convierte en nuestra vida y vamos de forma sobrenatural a llevar mucho fruto espiritual. Permanecer en Cristo es presentar nuestro cuerpo en obediencia como un sacrificio vivo, que es nuestro culto racional. En Mateo 10:39, nuestro Señor claramente nos presentó la opción: “El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”.
DÍA 23-‐ El Médico “Jesús les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo” (Lucas 4:23). Una de las actividades más importantes del ministerio terrenal de Cristo fue sanar a los enfermos. Él sacó demonios, les abrió los ojos a los ciegos, les ordenó a los cojos que se levantaran y caminaran, la lengua de los mudos fue desatada para alabar a Dios y los oídos de los sordos fueron abiertos para escuchar las compasivas palabras de nuestro Señor. Conforme seguimos su ministerio de sanidad en los Evangelios, notamos que Él fue 100% efectivo. Yendo más allá de su ministerio de sanidad, vemos a nuestro gran Médico sanando las almas enfermas por el pecado. Este era un ministerio de mucho más alcance, más profundo porque tocaba la propia esencia, el alma humana, y su impacto afectaba no sólo el corto curso de esta vida sino también la eternidad. Como escribió David de nuestro Señor en el Salmo 23: “Confortará mi alma”. Tal vez tiene una raíz de amargura que se ha hecho muy profunda en su alma. Esta raíz de amargura se refleja en su actitud y en sus acciones con tal fuerza que le causa problemas constantemente. No solo lo contamina a usted sino también a los demás a su alrededor. Usted sólo tiene una esperanza. El Médico divino, Jesucristo, quien es el único que puede quitar esa raíz de amargura y llenar su alma con Su bondad, pureza y amor. Al que se le perdona mucho, ama mucho. Vea cómo María Magdalena amó a nuestro Señor. Ella había vivido una vida depravada, poseída por demonios. Él sacó siete demonios de ella que le permitieron experimentar una gloriosa libertad posible únicamente en nuestro Señor Jesucristo. Una vez más nuestro gran Médico toca el alma de un celoso fariseo judío llamado Saulo. Este hombre le preguntó: “¿Quién eres?, Señor.” “¿Qué quieres que haga?, Señor.” Las respuestas a estas dos preguntas cambiaron profundamente su vida y la mía. Vea cómo Pablo (nuevo nombre) amó a aquel que lo amó primero y sanó su alma. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:23-‐24).
DÍA 24 – Consejero “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero…” (Isaías 9:6). El Diccionario Webster y el Diccionario de Sinónimos definen ‘consejero’ como un asesor, guía, instructor y mentor. En segundo lugar, un consejero es definido como abogado. Vivimos en un mundo gobernado por el engaño. Satanás les ha heredado su engaño a sus hijos. Por esta razón necesitamos un consejero que nos proporcione una sabiduría superior para vencer al maligno. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada…” (Santiago 1:5-‐6a) He tenido dos mentores en mi vida. Ambos eran mayores y más sabios en conocimiento de la Palabra escrita de Dios y en su Palabra Viviente, nuestro Señor Jesucristo. El primero, Harry Paulson, me enseñó a ser un predicador de la cárcel y a orar para obtener la fortaleza que requería. El segundo, Bob Crow, me enseñó a usar la Palabra correctamente en mi vida. Jesucristo es nuestro mentor. Él desea mucho enseñarnos de su Palabra y por medio del Espíritu a seguirlo, a crecer en la gracia y en el conocimiento de la verdad. Jesucristo es nuestro abogado, el defensor que aboga a nuestro favor delante del Trono de su Padre. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). Nuestro acusador es Satanás. En Apocalipsis 12:7-‐10, vemos a Satanás lanzado fuera del cielo y descrito como “el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”. Cristo tiene una única defensa, que por la eternidad le dará la victoria. Es simplemente que Él, Él mismo, es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados. ¿No son su defensa a nuestro favor y la agonía que Él sufrió en la cruz razones que nos frenan y nos mantienen lejos del pecado? Te alabo Padre por mi Consolador, Jesucristo y por la sabiduría que Él me imparte. También te doy gracias por la efectividad de su ministerio de intercesión a mi favor ante tu trono. En el glorioso nombre de Jesucristo, oro. Amén.
DÍA 25 – El postrer Adán “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Corintios 15:45). La entrada a este mundo de dos personajes llamados Adán tiene muchas cosas similares. Ambos eran: 1. 2. 3. 4.
Una creación única de Dios Creados sin pecado Seres trinitarios (cuerpo, alma y espíritu) creados a la imagen del Dios Trino Hechos de carne y sangre
La desigualdad de conducta se muestra mejor en Romanos 5: 12-‐21. Ahí leemos que el primer Adán pecó al transgredir el único mandato dado a él por Dios, el de no comer del árbol del conocimiento del bien y el mal (el hombre adquiere consciencia). Por medio de su pecado, él trajo juicio y condenación sobre toda la humanidad venidera. Así la muerte, tanto espiritual como física, ha sido nuestra recompensa por su iniquidad. A continuación, una buena traducción del griego de Romanos 5:15 “Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo”. El reinado de la muerte que empezó con Adán terminará pero el dominio de nuestro Señor Jesucristo continuará por siempre. La victoria sobre la muerte espiritual de la que habla Jesús en Juan 6:39-‐40: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. Los sufrimientos del tiempo presente no son dignos de compararse con la gloria que ha de revelarse en nosotros. El segundo o el postrer Adán, nuestro Señor Jesucristo, nació sin pecado de una virgen dado que la naturaleza de pecado pasa de la esperma del padre al hijo durante la concepción. Él es el único que permaneció sin pecado; nunca actuó en desobediencia a la voluntad de su Padre ni siquiera durante la extrema presión en el Getsemaní y en el Calvario. Su obediencia hasta la muerte en la cruz hizo posible el regalo de la gracia abundante, que es la vida eterna para una raza maldita por el pecado.
DÍA 26 – Autor y Consumador de nuestra fe Hebreos 12: 1-‐2, “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Mucho antes de que este universo, incluyendo la Tierra, fuera creado, el Dios Trino en omnisciencia sabía que el hombre caería en pecado y necesitaría un salvador. Nuestro bendito Señor Jesucristo se ofreció para encarnar al salvador de la humanidad. Y así Él se convirtió en el autor de nuestra fe. Sin embargo, la fe necesita crecer y perfeccionarse. La fe proviene del oír y el oír la Palabra de Dios. La obediencia al Señorío de Jesucristo perfecciona nuestra fe. Nuestra meta es Jesús. Pero como se muestra en nuestro texto de arriba y en la película El Progreso del Peregrino, tenemos cargas y preocupaciones que obstaculizan nuestro progreso. También tenemos pecados que nos asedian, todos los tenemos. El apóstol Pablo en Romanos 7 había sido dominado por el pecado de la codicia. Quizás él quería viajar más rápido a caballo. O tal vez él deseaba mejor visión o ser más elocuente. Más tarde, él aprendió a contentarse con lo que tenía y vivir una vida controlada por el Espíritu. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2: 5-‐8). ¿Por qué nuestro Señor Jesucristo soportó la cruz y menospreció el oprobio? Él lo hizo por el gozo puesto delante de Él. ¿Qué es ese gozo? Somos nosotros, aquellos que hemos creído en el sacrificio del Señor a nuestro favor. El mismo gozo es compartido por aquel que gana almas. “Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo” (1 Tesalonicenses 2:19-‐20). Que el Autor y Consumador de nuestra fe edifique el cuerpo de Cristo “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).
DÍA 27 – Un sacrificio, una vez para siempre Siete veces en el libro de Hebreos, el sacrificio de Cristo se expresa en la forma en que aparece en el título de este día. Los otros nombres de Cristo Jesús son sustantivos, mientras que este expresa Su único sacrificio. 7:27b “porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo”. 9:12b “entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”. 9:26b “en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado”. 9:28a “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos”. 10:10 “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”. 10:12 “pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”. 10:14 “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. El santo sacrificio de Sí mismo nos deja a nosotros pobres y miserables pecadores sin ninguna otra opción que recibirlo como el Salvador y Señor de nuestra vida. Jesús lo pagó todo y todo se lo debemos a Él. El pecado nos había dejado con una mancha carmesí que Él lavó y la dejó tan blanca como la nieve. Su obra ha sido consumada; esta es completa como se muestra al sentarse Él en gloria a la diestra del Padre. Se les ha otorgado perfección a los imperfectos, a nosotros. Se nos ha otorgado la santidad que proviene de la posición que ocupamos mientras que la santidad práctica se va perfeccionando en nuestras vidas. ¿Cómo podremos agradecerle? “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-‐2).
DÍA 28 – El Alfa y la Omega “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8). Alfa y Omega son la primera y la última letra del alfabeto griego. En el NT solo se mencionan en el libro de Apocalipsis y aparecen en tres lugares separados. En la versión Reina Valera, se encuentran también en Apocalipsis 1:11 pero los textos griegos más exactos no lo confirman. La primera mención de Alfa y Omega esencialmente describía al Dios Padre. El que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso. Con tales cualidades, ¿por qué deberíamos preocuparnos acerca de las tribulaciones de esta vida cuando Él tiene el control total? En la vida venidera está escrito: “y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:6-‐7). “Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo” (Apocalipsis 21:6-‐7). El que habla está sentado en el trono. ¿Puede este ser el mismo que estaba sentado en el gran trono blanco en el capítulo anterior? Si es así, entonces que el que habla no es más que nuestro precioso Señor Jesucristo. “… pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último” (Apocalipsis 22: 12-‐13). La persona que habla en el último capítulo de nuestra Biblia es Jesucristo. ¡Qué tontería la de nosotros de trastornar, trasponer, o desviar nuestros caminos de la voluntad expresa de nuestro precioso Salvador! Su recompensa viene con Él. ¿No es una recompensa digna de obtener? Nuestra meta principal no es hacer nuestra propia voluntad sino más bien buscar ser obedientes al Señorío de Jesucristo.
DÍA 29—El Mesías (el Ungido) “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones” (Daniel 9:25-‐26). La Nueva Versión Internacional usa ‘el ungido’; la Reina Valera usa ‘Mesías’. El NT de forma invariable usa Cristo en lugar de ‘Mesías’ excepto en Juan 1:41 y 5:25. En el AT reyes, sacerdotes y algunos profetas fueron ungidos con aceite antes de su servicio. De la misma manera, el Dios Padre ungió a Su Hijo Jesucristo con el aceite del Espíritu Santo al principio de su ministerio terrenal. “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:16-‐17). Estamos viviendo en los días finales, días parecidos a los días de Noé y los de Lot. “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas” (Salmos 2: 1-‐3). En los días de Noé “vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). En los días de Lot y en los nuestros, se dice que “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1:26-‐27). Pero el Mesías nos ha ungido para que seamos santos. “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él” (1 Juan 2:26-‐27).
DÍA 30—Precioso Pedro, quien negó bajo juramento conocer a Jesús, su Señor, se convirtió en un hombre transformado cuando se arrepintió. En sus dos epístolas, él usa la palabra ‘precioso’, única en su vocabulario, siete veces. “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados” (1 Pedro 2: 4-‐8). En 1 Corintios 3, encontramos que Jesús es el fundamento de la casa espiritual que nosotros, individualmente, edificamos toda nuestra vida después de haber nacido de nuevo. Pablo usa aquí la palabra ‘precioso’ para definir las joyas que pueden ser parte de la edificación de nuestra casa espiritual. Pedro tiene un punto de vista diferente. Él describe que la casa espiritual está compuesta de todos los santos conjuntamente con Jesucristo como la piedra angular. Esto define la unidad que todos tenemos en Él. Por lo tanto, amémoslo y obedezcámoslo; amemos y sirvamos a los santos. “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 18-‐19). Esto revela el precio magnífico de la redención. Su valor es incalculable. Su sangre preciosa no solo nos redime. Su sangre nos lava de nuestros pecados; limpia nuestra consciencia de obras muertas para que sirvamos al Dios vivo. La vida está en la sangre. La misma vida de Dios Hijo fue ofrecida en su muerte de manera que tengamos en Él la vida eterna. Los demás usos de ‘precioso’ como adjetivo aparecen en 1 Pedro 1:7 y 2 Pedro 1:1 y se emplean para definir nuestra fe. En 2 Pedro 1:4, se usa en referencia a las promesas. ¡Él es Precioso! ¡Sí, Él lo es!
DÍA 31 – Rey de reyes y Señor de señores “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apocalipsis 19: 15-‐16). Este glorioso nombre de la Omnipotencia de Cristo es, sin duda, visto en la ropa teñida en sangre y otra vez en su muslo. En las Santas Escrituras, vemos este título en forma similar repetido en Apocalipsis 1:5 y 17:14. El mismo título se encuentra en 1 Timoteo 6:14-‐16 “… que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén”. “Yo y mi Padre somos uno”. Uno en persona, uno en propósito y, aquí, uno en Nombre ‘REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES’. El texto en Apocalipsis 19 es un preludio de los momentos finales del juicio (de Armagedón) sobre la tierra donde el anticristo ha tenido a las personas de este mundo bajo su control por menos siete años. En su mejor capacidad, el control del anticristo sobre los reyes de este mundo es débil, particularmente, sobre los reyes del oriente. En Daniel 2:33-‐35, el reinado del anticristo es semejante a los pies parcialmente de hierro y de barro cocido. “Una piedra (Jesucristo) fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra”. El Armagedón cumple la profecía de Daniel. Cristo Jesús, la Roca divina pulveriza el reino del anticristo y todos los demás reinos son de igual manera completamente destruidos. El reino glorioso de nuestro REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES empieza. Nuestro maravilloso Señor Jesucristo reinará con supremacía en perfecta justicia y juicio por mil años.