EL COMPROMISO DEL VOLUNTARIO

Q-l9s EL COMPROMISO DEL VOLUNTARIO El compromiso del voluntario es amplio y profundo... es estupendo y seguro. No restringe, sino que da libertad...

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EL COMPROMISO DEL VOLUNTARIO El compromiso del voluntario es amplio y profundo... es estupendo y seguro. No restringe, sino que da libertad... no halaga... no da prestigio... es un compromiso de servicio que hemos de entender desde tres vertientes complementarias.

1-EL COMPROMISO CONTIGO MISMO Jaume Sitjar y Lluís Martí La palabra vino no emborracha. No es suficiente para dar gusto al paladar, ni produce ningún efecto secundario. Eres hombre/mujer de palabra? En la sociedad de hoy hay pocas personas con capacidad de hacer creer todo lo que dicen. Por qué? En general, porque hoy hay pocas personas comprometidas consigo mismas, se dicen muchas palabras sin suficiente convicción, sin creer en lo que se dice. Se encuentran dos amigos, cada uno en su coche, delante de un semáforo: "Nos tendríamos que ver un día para charlar largamente". "La semana que viene te llamaré". Al cabo de un año ni se han llamado ni se han visto. Tener palabra quiere decir estar comprometido con uno mismo decir siempre la verdad, ser consciente de lo que se dice y dar a cada vocablo el valor de un compromiso. Cuando una persona tiene palabra, cuando lo que dice es fruto de un razonamiento interior, cuando uno cumple aquello que promete, los oyentes, las personas que le escuchan, le hacen caso, se creen lo que acaban de oír. Pienso que tú que lees estas líneas, tienes o quieres tener palabra. Creo que tú ya sabes que la palabra que se pronuncia lleva en sí misma un compromiso. Que no es una palabra sin efectos secundarios como vino o agua que ni emborracha por si misma, ni moja. El compromiso, sin embargo, ha de ser alcanzable. Tú te puedes comprometer a hacer esto o aquello, pero no puedes tomar el compromiso de, por ejemplo, hacer crecer el cabello de tu cabeza o que tu hermano sea un buen chico. No puedes porque, sencillamente, no depende de ti. Pero si que puedes comprometerte, sin duda, a crecer en tu dimensión humana, a matar aquel egoísmo infantil actuando siempre en positivo, y todo esto es necesario si de verdad quieres comprometerte contigo mismo. Haciendo un repaso, si quieres, de aquello que forma parte de tu compromiso contigo mismo, deberías reflexionar sobre si te ocupas de tener más amigos que enemigos, si procuras estar siempre contento y alegre, si ayudas tanto como puedes y a menudo a las personas que lo necesitan; y, seguro de que tu compromiso de ser voluntario es serio, piensa que darte al otro, en tu tiempo y tu capacidad, supone renunciar a parte de lo que es tuyo y darlo a quien lo necesita.

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El primer compromiso contigo mismo supone ser persona de palabra, que se ha dado y que defiende este compromiso con puños y dientes, sabiendo que voluntario no es quien hace lo que puede a ratos perdidos y sólo con buena voluntad, sino quien con responsabilidad y espíritu de servicio se entrega a dar al otro aquello que este necesita.

2- TU COMPROMISO CON LA ASOCIACIÓN Montserrat Escoda En ocasiones a los voluntarios se nos hacen confusas algunas de las tareas que acompañan la misión concreta del voluntariado. En principio, escogemos, de forma libre (sin ninguna orden ni mandato del exterior) invertir una pequeña (o grande) parte de nuestro tiempo a acompañar enfermos, escuchar desde un teléfono, reforzar los niños en la escolarización... y lo hacemos de forma puntual, seria, sin encontrar inconvenientes ni excusas. Creemos, muchas veces, que es aquí donde empieza y termina nuestro compromiso, y que todo lo que se nos pida por encima de ello será de más. En definitiva, situamos ciertas tareas fuera de la actividad propia del voluntariado. Esto es lo que sucede, precisamente, con una parte del compromiso que adquirimos cuando nos hacemos voluntarios: el compromiso con la entidad a la cual pertenecemos y sin la cual no nos sería posible acompañar enfermos, escuchar, reforzar... Sin la presencia de una estructura organizada, en forma de asociación o fundación, nuestros actos no devendrían sociales, sino individuales; nuestros recursos no serian limitados, sino limitadísimos; nuestras angustias, obstáculos y gratificaciones nos los tendríamos que tragar solos. Esta claro que, visto de esta manera, ser voluntario implica tener que ofrecer también, nuestros "servicios" (y, irremediablemente, un poco más de tiempo) a nuestra asociación. Y esto es lo que -quizás- más nos cuesta, aunque, francamente, no es del todo gratuito. En primer lugar porque supone un tiempo añadido a la tarea que llevamos a cabo. Normalmente las reuniones en la asociación las convocan a horas bien intempestivas; al anochecer, cuando ya he salido de trabajar y lo que me viene de gusto es descansar o gozar de los niños o de la pareja o hacer un poco de záping hasta que el somnífero televisivo me calme los nervios de toda la jornada laboral... Luego, aquellas reuniones que no se acaban nunca! Llego a casa a altas horas de la noche y al día siguiente el despertador no tiene ninguna compasión... Y, total, de qué ha servido tanta reunión? En tercer lugar, la formación. Cuando expongo una cuestión que me preocupa, siempre hay alguien que me ha de dar consejos! Otro sólo se pone medallas. Para esto, no vale la pena que nos encontremos periódicamente y pongamos en común nuestras experiencias...! Todas estas razones de un supuesto testimonio no dejan de ser acertadas. Se puede vivir la relación con la entidad a la cual se pertenece, con total ausencia de sentido. En este caso, será cada vez más débil, tanto con los compañeros como con la actividad que, como voluntario, desarrolle. Ahora bien: si partimos de la necesidad de compromiso con el grupo, no es para llenar nuestras agendas, de forma gratuita, de encuentros de trabajo, sino al contrario: se trata de hacer nuestro servicio mejor hecho, con más gratificación y con menos carga. Y en esta tarea es fundamental la intervención de la entidad:

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A. El pre-voluntariado: La palabra voluntad no puede desligarse de la palabra compromiso. Una no existe sin la otra. Toda manifestación de voluntariado implica la elección de un acto, por libre determinación, cosa que comporta actuar en una determinada dirección. Sin embargo, la adopción de compromisos -cuando estos son tomados desde la responsabilidad- proceden del ejercicio personal de un derecho. Por lo tanto, una obligación -el compromiso- y un derecho -la previa voluntad-. En el nexo compromiso y voluntario es donde entran en juego dos conceptos que, a pesar de que a menudo los confundimos, son muy diferentes. Nos referimos a la motivación y a la estimulación. A.1. La motivación Es, sin embargo, la condición sine qua non que ha de configurar el espíritu del prevoluntario 1 . Así, dependiendo de la motivación (del tipo concreto de motivación que haga que una persona se introduzca en un compromiso concreto), el prevoluntario tendrá unas expectativas formadas en su compromiso. En estas expectativas es fundamental como se ha dicho antes, la intervención de la entidad. Si no es así, el voluntario cae, fácilmente, en la deserción y en la frustración de sus expectativas. La entidad ha de tener claro de antemano qué tipo de voluntarios necesita, y esto no es ni más ni menos que saber qué tipo de personas (con qué expectativas y compromisos) necesita para funcionar 2 . Y, por la misma razón, la entidad ha de saber qué busca el voluntario. Si esto no se programa de manera previa (antes de la captación) nos encontraremos con dos consecuencias absolutamente negativas para el centro y para quien recibe los servicios del centro: a) La ya apuntada antes: el sentimiento de frustración de los voluntarios y la deserción, al sentir que en la entidad no han encontrado plenamente satisfechas sus expectativas. b) Contar con un número de voluntarios que -por decirlo con términos claros- o van por libre o bien siguen unas directrices que no les importan. Una vez esto ha pasado en una entidad se hace muy difícil volver atrás, porqué aunque para remediarlo se encaucen herramientas, programas, charlas... tendentes a devolver una motivación perdida, los voluntarios libres o forzados ya han dejado de ser prevoluntarios y, por lo tanto, todo supone una tarea de imposible realización. A.2. La estimulación: Es importante que las entidades tomen conciencia de este segundo estadio. La estimulación se sitúa, así, en una actuación que ha de ser permanente y periódica en los grupos de personas que forman la entidad, ya que de otra manera esta no existiría. Es por esto que no se ha de perder de vista que la verdadera razón de ser de las asociaciones de voluntarios es la existencia de una base formada por hombres y mujeres que, a pesar de tener una motivación fuera de las reglas de la economía de mercado, la entidad he de mimar. 1

Me refiero a la persona interesada en realizar alguna tarea como voluntario social.

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Funcionar no es más que poder dar un buen servicio al otro. En la publicación "El compromiso con la persona atendida" remarcamos que, en el terreno del voluntariado social, no basta con la "buena voluntad" del voluntario, sino que el servicio ha de ser eficaz y no nocivo.

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Cuando una entidad ha realizado una buena tarea referente al primer estadio (prevoluntariado/motivación) y sabe con quien cuenta y con qué pretende contar la base (expectativas), podrá dotar el grupo de herramientas eficientes de estimulación.

B.- HERRAMIENTAS DE ESTIMULACIÓN B.1. -Tener presente la diversidad de la base Normalmente en las asociaciones hay gente de todas las edades y condiciones. Esto quiere decir que, por lo que hace a las reuniones, es posible hacer diferentes grupos en diferentes horarios. Evidentemente, quien no está en casa en todo el día no tendrá más remedio que apuntarse al turno de noche, pero las personas mayores, ya jubiladas, podrán hacerlo en el turno de tarde. Es una manera de dar facilidades a todos; una manera de acercar la asociación al voluntario. Una manera, en definitiva, de hacer que el voluntario sea, al mismo tiempo, asociación. B.2.- Dinamismo en los encuentros Otra de las quejas que formulan a menudo los voluntarios es la falta de dinamismo de los encuentros. Me refiero a la sensación de unas reuniones excesivamente largas y sin llegar a muchas conclusiones. Es importante nutrirse de medios para que esto no suceda. Una buena herramienta puede consistir en la realización de unos ejercicios de dinámica de grupo. Sin esto, los grupos acontecen monótonos, donde siempre hay los que hablan constantemente y aborrecen al resto, y aquellos que nunca dicen nada por falta de oportunidades o de timidez. Ejercitar el grupo en la dinámica hace que el grupo se fortalezca y que el conjunto de personas que lo forman se sientan verdaderamente GRUPO. Así, su existencia adquiere sentido, y sus encuentros, aprendizaje y conclusiones. B.3.- La formación Por fin, una pequeña mención a la formación. Un grupo de voluntarios se puede formar de diversas maneras; con charlas o cursillos impartidos por profesionales, o bien de su propia experiencia puesta en común. Creo que no se ha de descartar ninguno de estos procedimientos, sino que los dos han de formar parte de la dinámica de la entidad. La orientación de los profesionales sirve, tanto para dotar de conocimientos a los voluntarios en la concreta tarea que realizan, como también -y esto es esencial- para hacer que el voluntario tenga siempre presente que el verdadero profesional es el orientador. Esta puntualización, como digo, es esencial, ya que constituye uno de los pilares que sostienen la condición de SER VOLUNTARIO SOCIAL. No hace falta decir que, a pesar de que a veces se nos interprete mal, el voluntariado no pretende suplir toda una serie de responsabilidades y acciones que son propias de las instituciones públicas en un estado social de derecho como es nuestro caso. - La puesta en común del grupo. - Por lo que respecta a la puesta en común, entre todos los miembros del grupo, de la misma experiencia, es evidente que su realización es de suma importancia para el crecimiento del voluntario. Pero no solamente esto. El intercambio de experiencias tiene, además, un sentido que trasciende el voluntario y redunda al mismo tiempo, en el voluntario. Me refiero al efecto que provoca en el conjunto de los miembros, como forma de crecimiento y unión del mismo grupo. Si hipotéticamente, hubiese de decidir entre una entidad que sólo se forma a partir de la orientación de los profesionales

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(psicólogos, sociólogos, médicos, trabajadores sociales...) o una que ha excluido los profesionales y utiliza únicamente las reuniones entre voluntarios que ponen en común su experiencia, sin ninguna clase de duda preferiría esta segunda. Y lo haría porque tengo la impresión que un grupo no tiene bastante con hincharse de sabiduría, sino que necesita dirigirse, conjuntamente, a algún lugar. En el voluntariado esto lo proporciona la puesta en común de cada una de las experiencias individuales que la forman, el intercambio de la diversidad de puntos de vista existentes. Este es el verdadero motor que da finalmente sentido al compromiso con la entidad. Y no solamente a la entidad, sino a la tarea concreta que configura el voluntariado social: el hecho de no sentirnos solos, sin puntos de referencia, en una tarea nada fácil con el marginado, el enfermo, el niño de la calle, el anciano, el discapacitado, el que está solo...

3. -TU COMPROMISO CON LA PERSONA ATENDIDA Montserrat Escoda Justamente es el compromiso al nexo que hay entre el voluntario y el marginado (aquella persona que es receptora de la tarea del voluntariado). Este nexo (o relación) es importante tenerlo siempre presente porque nos da la clave para construir y estructurar nuestra actividad de voluntarios. Hay una serie de conceptos que integran nuestra condición de humanos y que, a veces, nos gastan malas pasadas. Podemos hablar de los siguientes: La contraprestación Quizás a estas horas encontrareis que resulta innecesario incidir en el hecho de que la tarea social voluntaria no ha de esperar recibir ninguna clase de agradecimiento a cambio. En nuestro país tenemos una importante tradición de voluntariado (escultismo, educación de los niños en el tiempo libre, visitas a enfermos), y es posible que poner el acento en este punto suponga reiterar algo ya superado. Con todo, me atrevo a tocar el tema, ni que sea para poner de manifiesto, una vez más, su importancia. Hace poco, oí un comentario que me alertó sobre que quizás este requisito no siempre estaba presente en la actividad de los voluntarios. Un grupo de maestros, al terminar las horas lectivas, enseñaban a unos niños del barrio (que no estudiaban en ninguna escuela) nuestro idioma. Estos niños pertenecían a una cultura y a una etnia diferente a la nuestra. Un día, uno de ellos dirigió un insulto en contra de una imagen religiosa que había en la escuela. La reacción de uno de los maestros, al oír aquellas palabras, fue abandonar la tarea, amparándose en el hecho de que por parte de aquellos niños extranjeros no había ninguna clase de agradecimiento ni tolerancia hacia las personas que, de manera voluntaria y desinteresada, dedicaban un espacio de su tiempo a ayudarles. Fue entonces cuando averigüé que, aunque nos extrañe, para algunos voluntarios todavía!- el compromiso es débil. Evidentemente no se trata de ser héroes sin sentimientos ni personas de piedra: los voluntarios somos un complejo de sentimientos e irracionalidad, como el resto de la gente! Pero esto no obsta para que a priori, estemos alerta y tengamos claro qué supone el verdadero compromiso. Se ha de entender con quién nos toca relacionarnos: normalmente con quien vive al margen de todo: de la educación, del civismo, de la cultura, de la amistad, de la tolerancia, de la solidaridad... Al margen de todo aquello que nosotros tenemos absolutamente resuelto. Por este motivo hemos de aprender de antemano a saber digerir la falta de agradecimiento, de buenas caras, de educación, de

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tolerancia, de civismo... que recibiremos a cambio. Efectivamente, si un voluntario busca este tipo de contraprestación del otro, la tarea -en un noventa y nueve por ciento de las veces- estará falta de compromiso, y el voluntario, lleno de frustración en sus expectativas. Me comprometo a... Una razón que hace que un determinado número de voluntarios dejen de serlo viene dada por las ilusiones de realizar un servicio excesivo, en relación al tiempo y a la actividad específica que pueden realizar. En el voluntariado, como en casi todo, es importante la medida para hacer que el compromiso no sea un mero fuego de virutas y se apague a la primera lluvia. Un voluntario se puede quemar por muchas razones (por falta de un grupo de soporte mutuo, por llevar años realizando una tarea dura...), pero es triste que uno abandone por haber adquirido un compromiso del todo imposible. Creo, en este sentido, que el compromiso no es sinónimo de horas dedicadas -al día, a la semana, al mes- ni tampoco de voluntad de héroe. Por esta razón, considero que compromiso no es sinónimo de "buena voluntad". Cuando uno acepta echar adelante una actividad hacia los demás en el marco de la gratuidad, uno ha de pasar necesariamente por un examen individual de las propias limitaciones. De esta manera evitará, en muchos casos, dejar de acudir a la cita con los demás a que se ha comprometido. Y esto, en algunas entidades de voluntariado social, ya funciona. La formación de voluntarios Ya hemos hablado de la importancia de la formación como base para hacer que el voluntario se sienta parte de la entidad a la cual pertenece. Pero además, la formación supone una herramienta fundamental para conseguir que el compromiso no se disuelva fácilmente. El requisito del compromiso tiene mucha relación con lo que hemos dicho anteriormente sobre la "buena voluntad". Sin dejar de insistir en la diferencia entre un profesional y un voluntario, las entidades han de dotar de recursos a los voluntarios para hacer que su actividad sea realizada y recibida por el otro de forma útil y beneficiosa. Saber qué hacer en determinadas circunstancias, a qué profesional dirigir ciertas personas, conocer los recursos institucionales existentes... hace que el compromiso que libremente hemos adoptado sea fortalecido en el decurso del tiempo. En caso contrario, el voluntario falto de puntos de referencia es posible que abdique de este compromiso al primer contratiempo. Igualmente es conveniente -como se ha dicho anteriormente- la reunión de ayuda mutua y recíproca entre los grupos de voluntarios. Aprender de la experiencia de los demás en la dinámica del voluntariado fortalece el compromiso hacia el marginado. Finalmente, como conclusión, unas notas de entusiasmo del compromiso voluntario. Sin dejar de incidir en el hecho que cada uno ha de medir el grado de compromiso que quiere tomar, es bueno hacer una llamada al compromiso solidario en nuestro mundo. De la misma manera que ser voluntario implica no ser una individualidad que funciona por libre -ya hemos hablado de la importancia de la entidad-, ser miembro de la sociedad habría de implicar la asunción de responsabilidades hacia nuestros iguales. En un estado social y democrático de derecho, a menudo tendemos, los ciudadanos, a dejar en manos de la administración pública tareas sociales y de servicio a los demás. La profesionalización, en un montón de circunstancias, es esencial para poder dar un buen servicio. Pero siempre queda una grieta donde el profesional no puede penetrar. Esperarlo todo de las instituciones puede llevarnos a lo que ya se ha llamado una "democracia de baja intensidad". Hay que pasar a la solidaridad; expresión concreta de la autonomía individual y, en consecuencia, de la responsabilidad. La solidaridad quiere decir afecto, calor humano, estimación, amistad... Todo esto es necesario por tal que la justicia no quede en la letra fría

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de la ley o en el servicio "aséptico" prestado por una institución. En esta concreción de la opción propuesta es muy importante el surtido de grupos donde se viva una solidaridad activa, compartida, encarnada, desde el compromiso con la realidad concreta, para que esta pueda tomar la palabra. Grupos que sirvan para crear ataduras comunitarias que afronten los elementos desintegradores presentes en la sociedad.

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