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EL DERECHO A LA EXISTENCIA: LECTURA REPUBLICANA DEL MALESTAR GLOBAL CONGRESO MUNDIAL DE CIENCIA POLÍTICA 2009 Panel: Teoría Política Tema: Liberalismo, republicanismo y democracia
1. DEL OPTIMISMO GLOBALIZADOR AL MALESTAR GLOBAL
Hace menos de 20 años, para algunos “expertos”, parecía claro cuál era el destino definitivo de la evolución social: democracia liberal y economía de mercado. De la primera se podía, si hacía al caso, hacer excepción. Al menos, desde el punto de algunos connotados economistas, la primacía de la economía sobre la política no era cuestionable. El mercado – palabra usada preferiblemente a “capitalismo” – principal expresión de la libertad se habría encargado de demostrar la futilidad de la política y del Estado. Las reiteradas políticas de privatización y desregulación implementadas por parte de todos los gobiernos, sin importar el lugar que ocuparan en el espectro político, son apenas una muestra de la voluntad de vaciar de contenido la democracia, democracia en algunos casos apenas recuperada después de las dictaduras que se encarnizaron a los largo de los años 70 en Latinoamérica. Pulularon publicistas como Charles Murray, autor de Losing Ground: American Social Policy, (1950-1980) o los autores de un bodrio titulado “Manual del perfecto idiota latinoamericano” (sic). Estos últimos creían inspirarse en Francis Fukuyama quien parecía sugerir que la actividad económica se erigía en sucedánea de la política.
Es fácil encontrar artículos en los que se hace mofa del derecho, en particular del derecho constitucional o público. El supuesto es que la llamada globalización mandó al museo de la historia la soberanía nacional, con lo cual queda eliminado el derecho público, impidiendo que los políticos y los juristas pretendan corregir las fallas del mercado, fallas que no existen y que, en todo caso, de existir, son preferibles a las fallas del gobierno, mucho peores que las primeras. Si es verdad las cosas se conocen por sus frutos, la tan mentada globalización no es otra cosa que la organización a escala planetaria del ataque a los derechos sociales conquistados por generaciones de trabajadores y el despojo de los bienes y servicios públicos producto del ahorro y los sacrificios de millones de ciudadanos, avanzada que tampoco ha puesto mientes a la hora de abalanzarse sobre los recursos naturales de África, Asia o América Latina. No se libran del latrocinio ni siquiera los conocimientos y saberes ancestrales de comunidades aparentemente al margen de la economía globalizada. La apertura económica decretada por los políticos, aunada con la desregulación financiera y el desarrollo de la tecnología informática, facilitó el saqueo planetario en áreas que parecían alejadas de la voracidad de los especuladores financieros, como la salud, la educación, la seguridad social, las empresas de servicios públicos e inclusive la justicia y la seguridad, puestas al margen de la codicia gracias al consenso de posguerra, y aún desde antes. Avalando “científicamente” esta empresa aparece la teoría económica neoclásica al uso, la que –se anota- está por fuera del debate “ideológico” porque se trata de una verdadera ciencia. La conformación de grupos paramilitares en Colombia, o en países y regiones con enormes recursos naturales o con valor estratégico, junto con el recrudecimiento del terrorismo, es una de las maneras
como los países de lo que antes se denominaba Tercer Mundo se asoman a la globalización. Es un verdadero descenso al infierno. Hay quienes afirman que esta situación es la acostumbrada es muchas zonas del mundo. Sin embargo, es preciso señalar que hay algo radicalmente nuevo con la llegada de la globalización a los países periféricos, e incluso a los países centrales: casi el 22% de los de niños estadounidenses viven en la pobreza, la mayor tasa del mundo industrializado1. “Lo nuevo es que estamos presenciando una inversión dramática de las conquistas sociales y los derechos de los niños obtenidos por las reformas sociales en las sociedades industriales maduras a raíz de la desregulación a gran escala y el soslayamiento de los gobiernos por parte de las redes globales. Lo nuevo es la desintegración de las sociedades tradicionales en todo el mundo, que deja a los niños indefensos en la tierra de nadie de los barrios bajos de las megaciudades. Lo nuevo son los niños de Pakistán tejiendo alfombras para la exportación mundial a través de las redes de proveedores de los grandes almacenes de los mercados opulentos. Lo nuevo es el turismo global masivo organizado en torno a la pedofilia. Lo nuevo es la pornografía electrónica en la red a escala mundial. Lo nuevo es la desintegración del patriarcado, sin que sea reemplazado por un sistema de protección infantil a cargo de nuevas familias o del Estado, y lo nuevo es el debilitamiento de las instituciones de apoyo a los derechos de los niños, como los sindicatos o la política de reforma social, para ser reemplazados por admoniciones morales sobre los valores familiares que con frecuencia culpan a las propias víctimas de su situación”2
Afortunadamente parece que ya estamos de vuelta de excesos de los apologetas del capitalismo sin brida. El mismo Fukuyama en la compilación de los trabajos de un seminario internacional realizado en la ciudad de Buenos Aires, reconoce que las causas del rezago latinoamericano frente a los Estados Unidos son la política, el poder de las élites, la terrible desigualdad económica, la calidad de las instituciones, la falta de ciudadanía, factores que no fueron los adecuados para garantizar la estabilidad del crecimiento económico y los frutos sociales y políticos que del mismo se pueden seguir.
1
CASTELLS, Manuel (2004). La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Vol. 3. México, Siglo XXI p. 192 CASTELLS, Manuel (2004). La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Vol. 3. México, Siglo XXI p. 193 2 . Ibid. p. 192-193
Vamos a referirnos a la existencia de un mal global. La literatura al respecto es simplemente abrumadora. Una somera lista podría empezar por dos libros de Joseph Stiglitz,- “el globalizador que desertó” le llama Greg Palast- convertidos en best sellers, El malestar en la globalización (2002) o Cómo hacer que la globalización funcione (2006) (lo que, de paso, sugiere que hasta ahora no ha funcionado)- seguramente el primero prestó el título para el Congreso que nos une hoy-. Para Stiglitz, “han condenado a muerte a la gente”3 o uno muy reciente de Paul Krugman El retorno de la economía de la depresión y la crisis actual (2009). El sociólogo polaco Zigmunt Bauman nos habla de las Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (2005), es decir de la producción de residuos humanos o poblaciones innecesarias, superfluas, compuestas por emigrantes, refugiados y demás parias, producto inevitable de la modernidad, una de cuyas facetas es la llamada globalización. Ya desde 1999 Bauman se refería a las Consecuencias humanas de la globalización, en donde hace la distinción entre los móviles –globalizados o turistas- y los locales. Los primeros tienen la capacidad de modificar las reglas del juego económicas, sociales y políticas a escala mundial y los segundos apenas pueden ser vigilados, como en el panóptico, por los primeros quienes los evaluarán como consumidores si hace al caso. Una de las anotaciones que hace Bauman interesa en esta presentación, como es la consideración de que la nueva economía, es decir, la de ahora, escapa cada vez más a cualquier control político. Al Estado le quedarían reservados únicamente los problemas políticos, además del trabajo de mantener a raya a quienes osen desafiar el nuevo orden económico. Hay quienes hablan de globalización totalitaria, en la que tendría lugar la realización de unos de los diálogos entre Maquiavelo y 3
http://www.wrm.org.uy/actores/BM/Stiglitz.html
Montesquieu: “Convertiré a la policía en una institución tan vasta, que en el corazón de mi reino la mitad de los hombres vigilará a la otra mitad”4. Hay quien habla de la globalización y el choque de las civilizaciones: “En la época que está surgiendo, los choques de civilizaciones son la mayor amenaza mundial, y un orden basado en las civilizaciones es la protección más segura contra la guerra mundial”5. Otros se preguntan si en la globalización hay futuro para todos6. Beck habla de las falacias del globalismo7. Para Beck, existe un dilema, una disyuntiva, entre libertad y capitalismo. Este, sin brida, terminará por convertir en zombis a los partidos y los sindicatos. El globalismo neoliberal da a luz el Chernóbil económico, cara de la sociedad del riesgo, definiéndose el riesgo como una “fase de desarrollo de la sociedad moderna donde los riesgos sociales, políticos, económicos e industriales tienden cada vez más a escapar a las instituciones de control y protección de la sociedad industrial”. Mittelman habla del síndrome de la globalización8. Paloma de Villota se pregunta cuál es el precio de la globalización para las mujeres9. Richard Falk nos dice acerca de la globalización depredadora10. Jacobo Schatan estudia El saqueo de América Latina: deuda externa, neoliberalismo, globalización (1998). Martin Khor cuestiona la globalización vista desde el Sur11. Petras da cuenta de la retirada de los intelectuales y su rendición 4
JOLY, Maurice (2002). Dialogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Barcelona, Ediciones de Bolsillo 5 HUNTINGTON, Samuel (1997). El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, p. 386 6 GUILLOCHON, Bernard (2003). La globalización: un futuro para todos? Barcelona. Spes Editorial, S-L 7
BECK, Ulrich (2004). ¿Qué es la globalización?: falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Ediciones Paidós Ibérica 8 Mittelman, James H y Susana Guardado (2002). El síndrome de la globalización. Transformación y resistencia. Siglo XXI, 2002 9 Paloma de Villota (2001). Globalización a qué precio: el impacto en las mujeres del Norte y del Sur. Barcelona, Icaria 10 FALK, Richard (2003). La globalización depredadora: Una crítica. Siglo XXI de España Editores 11 Martin Khor (2001). La globalización desde el sur: Estrategias para el siglo XXI. Icaria Editorial, 2001
frente a la globalización (2004).12. Chossodovsky habla de La globalización de la pobreza y el nuevo orden mundial (2002). José Luis Sampedro, et al (2003) nos dice que Otra globalización es posible. Frente a todo ello, Samir Amin y François Houtart, proponen globalizar las resistencias. 13Y así podríamos seguir indefinidamente. Esta literatura contrasta con la de los años 80 y principios de los 90. Obviamente también tenemos libros o personas en sentido contrario. Tal vez uno de los más citados sea el del economista hindú Jagdish Bhagwati, “En defensa de la globalización. El rostro humano de un mundo global” (2005), o los de Xavier Sala-i-Martin que hace un llamado a que haya “Más Globalización... y menos ONU y Banco Mundial”14. Para Bhagwati, la globalización trae efectos beneficiosos para la pobreza, el trabajo infantil, los derechos de la mujer, la democracia, el medio ambiente, los salarios, la cultura. Sin embargo, nos previene acerca de los “peligros del fanatismo financiero internacional”. En esta hora aciaga para el mundo de los pobres, es decir, el de la mayoría de la población mundial – cuando se nos dice que como resultado de la crisis financiera la cifra de desempleados podría subir en unos 60 millones– cómo sería de grato escuchar al actual presidente de los Estados Unidos referirse a los banqueros en los términos que lo hizo un predecesor, demócrata igualmente, Franklin Delano Roosevelt: son bancgsters, son miembros de una mafia bancaria. El veterano Paul Samuelson, contradiciendo al insolente Gary Becker, que clama por la desaparición de la regulación como 12
James F. Petras, Henry Veltmeyer (2004). Los intelectuales y la globalización: de la retirada a la rendición Editorial Abya Yala, 2004 13 Globalización de las resistencias. Barcelona, Icaria, 2003. 14 http://www.columbia.edu/~xs23/catala/articles/2003/UNDP/UNDP.htm
solución a los problemas de corrupción y de mala gestión del capitalismo financiero, en un artículo que lleva el diciente título “la podredumbre de la gestión empresarial”15, después de señalar que tanto Bush como Cheney se hicieron ricos por hacer, en menor escala, lo mismo que hicieron Enron, WorldCom y Adelphia, se pregunta: “¿Dónde estaban los legisladores, los fiscales y los jueces implantados durante el New Deal de Roosevelt en los años treinta para regular permanentemente el comportamiento justo y competitivo de las instituciones financieras y empresariales?” En el reclamo de Samuelson late la vieja tradición republicana de someter a la cosa pública, a la res publica, los poderes privados, que lo llevan a preguntarse si la democracia estadounidense será capaz de imponerse a la “Plutocracia dorada” que obstaculiza la reparación del deteriorado edificio. Como la pregunta se la planteo hace siete años, ya sabemos la respuesta: no se pudo; en consecuencia, de aquellos polvos vienen estos lodos en los que se hunden los desaventajados de esta sociedad de la exclusión y el ninguneo, es decir, los más. Signo de los nuevos tiempos –y es que lo que hasta hace poco era inaceptable, el uso de información privilegiada para contratar en Bolsa, se haya convertido desde los tiempos de Bush y Thatcher en moneda corriente. Como dice Samuelson, hoy es posible que “la encargada de manicura o el compañero de golf de un director general pueda hacerse rico de la noche a la mañana”. Contrasta este panorama con el que existía hace muy poco tiempo, en el que las loas a la globalización no se le escatimaban a nadie. Tal vez por su carga simbólica valga la pena mencionar las palabras de uno de los arquitectos de la estructura económica mundial, ministro de Economía y ahora Primer Ministro del Reino Unido, Gordon Brown: días antes de la reunión del G-20 en Londres, en la Catedral 15
El País, 25 de agosto de 2002.
de San Pablo, dirigiéndose a ONGs y organizaciones religiosas declaró que el Consenso de Washington estaba muerto. Y añadió: “La globalización sin supervisión de nuestros mercados financieros cruzó no sólo fronteras nacionales sino fronteras morales”. En conclusión, con motivos o no, existe un malestar global y algunos consideran que es preciso acometer reformas para superar tal malestar. Parece un chiste, pero hoy políticos, economistas, presidentes de consejos de administración, banqueros, políticos y periodistas alertan de que, “a menos que los gobiernos intervengan con vigor, el capitalismo globalizante se irá a pique”16. Los discursos de campaña del presidente electo, hoy en ejercicio, de los Estados Unidos, Barack Obama, reflejan el malestar que existe en el mundo con la globalización: el candidato demócrata mencionó las fábricas de Boston y Pekín que derriten los hielos polares, el opio afgano que llega a Berlín, el terrorismo que se incuba con la pobreza en Somalia, la vergüenza que supone para la condición humana el genocidio en Sudán (y Colombia). Obama llama a enfrentar tales retos globales de manera mancomunada puesto que “ningún país puede afrontar estos retos por sí mismo, ninguno puede ignorarlos ni obviar su responsabilidad”. Esto, bastante convencional por cierto, es refrescante en los tiempos que corren. 2. LOS REMEDIOS
1. “Más mercado”: Se ha dicho de los economistas que “a menudo se equivocan pero que nunca dudan”. Como pasa con los fundamentalistas, los reveses lejos de amilanarlos los vuelven más audaces, osados. Así, el premio nobel Gary Becker, en medio de la 16
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84109
crisis causada por la debacle de Enron, en el 2001, no dudaba en afirmar que “a pesar de Enron es necesario desregular”, y que para acabar con la corrupción era necesario acabar con el Estado, puesto que la intervención estatal era la que causaba la corrupción. “Muerto el perro, muerta la peste” parecía colegir, sin parar mientes en que los países con los índices de corrupción más bajos son precisamente aquellos en los que el Estado interviene más, como es el caso de los países nórdicos. Ahora mismo, se sugiere que la presente crisis habría sido causada, no por la falta de regulación, sino por un exceso de la misma: “hay evidencia fuerte en el sentido de que el exceso de regulación en materia de requisitos de capital, no su ausencia, es el factor explicativo fundamental detrás de la decisión de los intermediarios de titularizar diversos activos, sacarlos de sus balances y elevar, sin transparencia, el apalancamiento del sistema en su conjunto. Sin hablar del peso que tuvo la presión política para financiar la vivienda de interés social y luego titularizar e irrigar esas dudosas acreencias”.17 La discusión actual acerca de la necesidad de aumentar los controles sobre el sistema financiero estaría motivada por consideraciones ideológicas, no “científicas”. Regresando a Bhagwati, el fanatismo financiero hizo que se perdieran en Indonesia más de dos tercios del ingreso promedio en ese país. Al igual que las crisis siguientes en Rusia o Brasil, fue el resultado de una “liberalización financiera precipitada e imprudente. En la mayoría de los casos, esto ocurrió por la presión extranjera, pues se permitió la entrada de capital extranjero a corto plazo sin tener en cuenta una importante desventaja de esta forma de globalización. No han faltado excusas y explicaciones forzadas para convertir a las víctimas en chivos expiatorios. Se ha 17
CARRASQUILLA, Alberto. “Los economistas y la bestia”, Diario El Espectador. Junio 1 de 2009
llegado a sugerir que no habían dio víctimas de la devastación, sino que se habían hecho el harakiri. Resulta difícil no pensar que la motivación subyacente de estas explicaciones engañosas es el deseo de continuar manteniendo las posturas ideológicas a favor de la libre entrada de capital.”18 Para Bhagwati, defensor de la globalización y asesor de naciones Unidas en estos temas, es claro que “la prohibición del control de capitales es una mala opción”19. Recordando la crisis coreana nos dice que “El FMI animó a Corea del Sur a pasarse a un régimen de libre movilidad de capital. Así mismo esa fue la condición que le impuso la OCDE para su integración”20
2. Más regulación, pero sin cuestionar el mercado Demás está señalar que ahora los “fundamentalistas de mercado”, como los llama Stiglitz, no llevan la voz cantante. Lo que se pueda seguir de la crisis actual sólo el tiempo lo dirá. Gordon Brown pedía un “nuevo Consenso de Washington”, que reemplazara el extinto. Posiblemente los líderes del mundo se inclinen por una especie de Consenso que, sin desafiar la esencia misma del sistema, podría ser más incluyente, al tener en cuenta, además de Washington, a Berlín y Pekín. La cumbre del G-20 apuntaría en esta dirección con el nuevo impulso que se le dio al Consejo de Estabilidad Financiera y el llamado de atención al FMI para que se ocupe 18
BHAGWATI, Jagdish (2005). En defensa de la globalización. El rostro humano de un mundo global. Barcelona, Debate, p.298 19 BHAGWATI, Jagdish (2003). “la prohibición del control de capitales es una mala opción”, en Revista de Economía Institucional, Vol. 5 No. 8, pp. 240-242 20 Ibid, p.303
de su misión original, como es la de proporcionar liquidez al sistema económico mundial. Pensando con el deseo –y por lo tanto, un escenario poco probable - sería la adopción de un sistema en el que estén incluidos los países pobres, a fin de que se tome en serio las transformaciones necesarias para una globalización que sea una oportunidad para todos, incluyendo las generaciones por venir.
3. LA PROPUESTA REPUBLICANA Y LA RENTA BASICA
De frente a la sinrazón se impone, teórica y políticamente comprender el mecanismo del actual régimen de acumulación capitalista que ha desposeído a miles de millones de personas de la riqueza social acumulada. Las propuestas que se hagan al respecto deben tener mordiente político para ser efectivas. Tienen que dar cuenta de problemas tales como la disposición de la sociedad para emprender acciones colectivas, los problemas de diseño institucional, el otorgamiento de capacidades a los ciudadanos para que puedan ser artífices de su destino, etc. Si algo ha conseguido la globalización es la enajenación del poder del Estado en favor del capitalismo corporativo o instituciones como la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial y el FMI. Se trata de la aparición de poderes que se sitúan más allá del control de la sociedad pero que sin embargo tienen la capacidad de definir lo que es bueno para todos. Así, el Estado, cuya soberanía ha sido perforada por la globalización, es incapaz que “pueda hacer frente al reto de proteger las facultades básicas del individuo y de satisfacer sus necesidades más a apremiantes”21.
21
BERNAL, Carlos (2005). El derecho de los derechos. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, p. 393
Un elemento común a las situaciones descritas a lo largo de estas páginas es la incapacidad de las gentes para asumir el control de sus vidas, lo mismo que la incapacidad de los Estados para definir el bien público en sus territorios. Es una auténtica amenaza a la democracia. El proyecto moderno, el proyecto ilustrado, históricamente fueron definidos como un proceso violento mediante el cual los poderes privados, el de los señores feudales y el poder de la Iglesia –principalmente católica- fueron expropiados en beneficio del Estado nación. Hoy estamos asistiendo al proceso inverso: el sometimiento de la esfera pública, del Estado, a los poderes privados, con lo cual la ciudadanía pierde el control de su vida, de su libertad, en un proceso de mistificación por el cual se le ofrece a los ciudadanos el sucedáneo del consumidor, ese sí, “soberano”. Y no se trata de confiar ciegamente en el poder de los políticos actuales, apenas agentes fiduciarios del gran empresariado mundial. Y de cara a la crisis actual, no es que el poder político esté mejor pertrechado que los analistas económicos: se trata de que asuman “las riendas de los problemas, ubicando a los economistas matemáticos y a los asesores financieros en las dependencias del servicio, no en el salón principal”, en razón de una vieja máxima compartida por los republicanos de antaño, democráticos o antidemocráticos: “en una sociedad civilizada los técnicos comerían en el comedor del servicio”. A nuestro juicio, el republicanismo da cuenta de varios de estos elementos. En primer lugar, se trata de someter a los poderes privados que se han adueñado de la esfera pública sometiendo a sus dictámenes la vida de las gentes en razón de las desigualdades de poder y de distribución de bienes existentes. La libertad es un quimera para miles de millones de personas en el mundo. A todo ello el liberalismo no tiene nada que oponer.
Escuchémoslo a través de dos connotados voceros: Milton Friedman y Friedrich Hayek. El primero – saliéndole al paso a quienes aducen que el mercado puede generar efectos perversos sobre algunas personas y por lo tanto conviene que el Estado se ocupe de ellas, responde que “un recurso tenemos, y en cierto sentido el más conveniente, es la caridad”22. De igual manera se pronunciará Friedrich Hayek: “en una economía de mercado carece de sentido la idea de justicia social” 23
Desde Aristóteles es claro, por ejemplo, que el ejercicio de la libertad precisa de condiciones materiales, mismas de las que carecen millones de personas que no tienen condiciones de acceder a través del mercado, precisamente el mecanismo responsable del detrimento político y económico de los desposeídos. Es justamente Joseph Stiglitz, “el globalizador que desertó” como le llamó alguien, quien señaló que existe un malestar con la globalización. “Han condenado la gente a muerte”, dice el ex jefe del Banco Mundial. En palabras de M. Nussbaum, se trata de “estar capacitado para participar activamente en las decisiones políticas que gobiernan la propia vida; tener derecho a la participación política, así como salvaguardas para la libertad de expresión y asociación”24. En la tradición republicana más antigua se resuelve la falacia neoliberal de que existe un supuesto trade off entre libertad e igualdad. Para Aristóteles y toda la tradición republicana, la pobreza hace de la libertad de los pobres, y a larga también de la de los ricos, una mera entelequia. Tantas loas a la mano invisible de Adam Smith y se echa en saco roto su afirmación de que “ninguna 22
. Friedman, Milton .1966. Capitalismo y libertad, Madrid, Rialp, p. 242 . Hayek, F. A. Derecho, legislación y libertad, vol. 2, Madrid, Unión editorial, 1979. p.121 24 . Nussbaum, Martha (2005). Capacidades como titulaciones fundamentales: Sen y la justicia social. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, p.33 23
sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables”. La miseria de miles de millones de personas erosiona su dignidad y los pone a merced de los poderosos, quienes los usarán apenas como tapaderas “democráticas” de sus perversos propósitos. Basta asomarse a la realidad colombiana para ver que no se trata de ideas meramente. Recordando a Amartya Sen, “Los miserables sin esperanza pierden el valor de desear un trato mejor y aprenden a obtener placer de pequeñas concesiones”. La propuesta de la renta básica o ingreso ciudadano halla acogida plena en la teoría republicana, justamente como un medio de empoderar a unas personas que han sido despojadas de los medios de ejercicio de la ciudadanía por un sistema que ha sido diseñado justamente para ello. Un ingreso universal, incondicionado, establecido como derecho y no como dádiva, le permitiría no sólo dotar a los trabajadores y ciudadanos en general de una mayor capacidad de negociación, por ejemplo, en el contrato laboral, de lo cual se siguen sustantivas mejoras no sólo para el bienestar económico de los ciudadanos sino, sobre todo, de cara a la construcción de ciudadanía social. Creemos que la crisis presente ha llevado hasta el ridículo la pretensión neoliberal de que el consumidor ha arrinconado al ciudadano y lo sustituye. Las multitudes que se manifestaron a finales de 1999 en Seattle en contra de la OMC y todas las que han seguido después en contra de instituciones “globalizadoras” como el Banco Mundial y el FMI, son apenas parte del malestar que aqueja a gran parte de la humanidad – y a juzgar por la crisis presente – a toda ella por la tan manida globalización. Sin embargo, estimamos que esto no es suficiente: lo convencional, como el mercado y el liberalismo político, a la latinoamericana,
son justamente el mecanismo que ha servido para despojar a los más vulnerables de lo poco que tenían. Con Eric Hobsbawm, para meramente paliar los efectos de de esta empresa, se “precisará de medidas para las cuales, casi con certeza, ningún apoyo podrá encontrarse contando votos o midiendo las preferencias de los consumidores. Esto no mejorará las perspectivas a largo plazo de ninguna democracia en el mundo”25 Las relaciones de mercado han contribuido a quebrantar a los pobres no sólo económicamente sino políticamente. Creemos que este enorme malestar ha permitido rescatar nuevamente teorías políticas, con mordiente político, raigambre histórica y capacidad institucional26, como el republicanismo democrático, y la propuesta de la renta básica universal. Este es uno de los pivotes desde el cual se podría encarar el malestar global. Es apenas un punto de partida, no uno de llegada. 4. DIGRESIÓN COLOMBIANA
La necedad de fiar la reducción de la pobreza o la construcción de la ciudadanía al mercado de manera exclusiva, ha demostrado su peor cara en países como Colombia en el que un lustro de crecimiento económico no ha dejado económicamente otra cosa que una sociedad más desigual que la que existía en los años 80 y políticamente una democracia confiscada por unas élites políticas y económicas impresentables desde cualquier punto de vista. En Colombia, país que como decía un candidato presidencial asesinado, cuenta con más territorio que sociedad y más sociedad que Estado, las “políticas económicas correctas” son insuficientes si 25
. En “La democracia y el pueblo”, Daily Times (Pakistán), 24 de noviembre de 2008, en http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2209 26 . Cfr. Antoni DOMÈNECH, en el Prólogo al libro de Daniel Raventós (2007), “Las condiciones materiales de la libertad”. Barcelona, El Viejo Topo.
de lo que se trata es de garantizar el bienestar de los ciudadanos y de profundizar la democracia, por cuanto “más que en cualquier otro país del hemisferio occidental, la violencia ha corrompido y socavado la democracia”27. La focalización de los programas sociales – que no derechos – tan apreciados por la nueva política económica, en Colombia han servido para potenciar las redes de corrupción, mejor, depredación, que ha despojado a los más vulnerables no sólo de sus escasos bienes sino que los ha sometido a un proceso de cooptación y clientelismo que ha erosionado hasta el límite algunos elementos que definen la democracia tales como la separación de los poderes públicos, el respeto por la institucionalidad, la independencia de la prensa, el respeto por los derechos humanos, todo en aras de un mesianismo político a gusto con el talante antiliberal de la mayoría de los colombianos de estos momentos.
27
. Informe 2008 de Human Rights Watch.