El Llano venezolano y su tonina,

Por: Ernesto O. Boede, M.V. Sociedad Venezolana Mamíferos Acuáticos / Telf.: 0241 822 4503 / Cel.: 0416 242 1266 / [email protected] El Llano ve

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Por: Ernesto O. Boede, M.V. Sociedad Venezolana Mamíferos Acuáticos / Telf.: 0241 822 4503 / Cel.: 0416 242 1266 / [email protected]

El Llano venezolano y su tonina, el delfin rosado del río, Inia geoffrensis (de Blainville 1817)

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os llaneros a caballo regresaban, después de revisar en un potrero de vacas paridas, los becerros con gusaneras. Iban trochando por la costa de un caño seco, afluente del río Arauca en el estado Apure, eran las cuatro de la tarde, una de las horas más calurosas de abril, finales del verano o época de sequía. Pasaron por un recodo del caño y se toparon con tres osamentas regadas sobre el seco barro agrietado. Bajaron de sus monturas, a ver de que animales se trataba, reconociendo tres cráneos de toninas. Era tarde, tenían que llegar antes de las cinco a la casa del hato para desensillar, bañar a los caballos, soltarlos al potrero y disfrutar, su merecida cena. Pero

antes de partir, extrajeron todos los dientes de uno de los cráneos, apropiado para usar como fetiches en collares y otros adornos. Mientras cabalgaban de regreso por la sabana quemada reflexionaban, que si hubiesen pasado un mes antes, por este recodo del caño, ahora seco, hubiesen podido ayudar a estas tres toninas aisladas y varadas y echarlas de vuelta al río, ubicado a 1 km. de distancia de donde las pobres encontraron su muerte. Recordaron también, cuando con el ganadero del hato, su patrón, salvaron hace años a una tonina parida. En esa oportunidad la encontraron varada en el mes de febrero, en este mismo caño, pero todavía con algo de agua.

Machos viejos presentan siempre gran cantidad de cicatrices. Foto: Ernesto O. Boede

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Los pelos táctiles del hocico en las toninas, representa algunos de los vestigios del pelaje de su ancestro, el ungulado carnívoro. En las crías como esta, se detallan claramente. Foto: Ernesto O. Boede

Otro día, en el mes de agosto, plena época de lluvia, a las 6 de la mañana, la sabana estaba fresca, con parches todavía de neblina, iban llegando tres llaneros del hato a un caño hinchado de agua, que inundaba gran parte de la sabana. Para cruzarlo se encontraba disponible una pequeña canoa en la orilla, pero para atravesarlo con sus caballos, tenían que desensillarlos y retirarle los frenos, quedando solo guiados por una larga cuerda sujeta a la cabezada. Los caballos atravesaban a nado y los llaneros con sus sillas cruzaban parados en la canoa al lado de

los caballos, sujetando los mismos por la falseta, guiándolos y azuzándolos para llegar a la otra orilla. Pero en la mitad del recorrido, con el alboroto de los caballos y la vocería de los hombres, aparecieron cuatro toninas asustadas dando resoplidos y coletazos fuertes sobre el agua, estaban bravas por las molestias de los intrusos. Los caballos muy nerviosos dificultaron a sus jinetes el abordaje del caño, a los llaneros no les agradó mucho, maldiciendo el comportamiento arisco de las toninas aparecidas repentinamente.

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En cualquier hato o finca venezolana, en donde se encuentre alguna tonina aislada o varada en un estero o caño, se agotarán con seguridad todos los esfuerzos para liberarla de su difícil situación y devolverla al río más cercano. Foto: Ernesto O. Boede

También son curiosas, como contaban dos vegueros que pescaban con anzuelo, ajilando cachamas Colossoma macropomum, en una pequeña curiara a orillas de un caño. En medio del cauce se escuchaban los bufidos de la pausada respiración de unas toninas, que nadaban en calma para sumergirse y capturar sus peces. De repente debajo de la curiara se observaron grandes burbujas que brotaban del fondo, eran las toninas, que por curiosidad nadaban debajo de la embarcación emanando las burbujas de aire que tocaban la curiara. Claramente les daba curiosidad, ¿qué era lo que estaban haciendo esta gente ahí, tan quietos en la embarcación? pensarían. Más tarde las toninas siguieron su camino nadando aguas arriba. Noviembre, a finales de la época lluvia, bajadas de agua, veníamos desde El Baúl por el río Cojedes, cuando nos topamos con un gran bongo cargado de gaveras con botellas de cerveza vacías, iban al pueblo a renovar el inventario de su bodega en Guadarrama. El sitio del encuentro quedaba a corta distancia de la intersección de los ríos Cojedes y Portuguesa. Las aguas se tranquilizaron después del paso del gran bongo. El nuestro en cambio, con el motor apagado iba al garete para 14

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observar unas toninas que estaban en la orilla de enfrente. Estas buscaron otra vez el cauce central del río y de repente al lado de una gran tonina gris clara con el flanco rosado, apareció una pequeña cabeza negruzca que con un corto y rápido resoplido, desapareció en las turbias aguas. Supimos que era una tonina recién parida con su cachorro a cuestas, otras tres acompañaban a esta hembra con su prole. Río abajo, en el más caudaloso río Portuguesa vímos otro grupo de alrededor de cinco animales, pescando en la desembocadura del Cojedes. Eran hembras con dos crías completamente grises, de años anteriores. En otra ocasión en el mes de enero, en plena época de pesca en el Llano, dos canoas ubicadas estratégicamente en la desembocadura del río Portuguesa en el Apure, echaban al agua un gran chinchorro coporero. Ya recogiendo la red, había en medio del río, en la periferia del tren de pesca, varias toninas saltando nerviosamente. Un gran macho rosado entre ellas, les robaban los peces que quedaban atrapados en la red. La preocupación de los pescadores no era tanto por la cantidad de peces que podían robarles las toninas sinvergüenzas, sino el destrozo que podían hacerle a los entrenudos del valioso chinchorro de pesca.

En el paso de chalana entre Cabruta y Caicara del Orinoco, un día este transbordador prácticamente encallado en la barranca del río, estaba cargando los carros y camiones, entre los remolinos y turbulencias, que se formaban por la gran mole de hierro en la corriente, varias toninas aprovechaban el momento y la oportunidad para acercarse a la chalana y capturar los peces algo aturdidos, por los grandes remolinos que se formaban. Ni el capitán de la embarcación y sus ayudantes, ni los transeúntes que subían con sacos, bolsas y bicicletas, o los indios vendiendo toda clase de mercancías a bordo, dedicaban siquiera una sola mirada a las cinco toninas que estaban cazando, a solo pocos metros de la chalana. Únicamente algunos pasajeros de los carros y de otras partes del país, quedaban sorprendidos y maravillados con el espectáculo que ofrecían estos delfines rosados del Orinoco. Los lugareños en cambio tenían cosas más importantes que hacer, en su cotidiano trajín en la chalana y alrededores. Estas son algunas anécdotas de la cotidianidad y vivencias del llanero con las toninas, como se le conoce popularmente en Venezuela y Colombia. No hay persona en el Llano que no tenga algún cuento de ellas. Mientras más alejado se encuentren de los sitios poblados, más cuentos y leyendas contarán. No las cazan ni les hacen daño, son inofensivas, dicen, y por tal razón no justifican hacerles ningún daño.

Para observarlas, hay que parar la canoa, apagar el motor, chapotear con el canalete en el agua o golpear levemente el piso de la canoa y esperar, algunas toninas se acercarán echando una breve mirada a los intrusos navegantes. Foto: Ernesto O. Boede

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Sobre todo, los pescadores más viejos, opinan que las toninas son enamoradizas y hay que tenerles respeto, salen de noche en los pueblos transformándose en esbeltos galanes a enamorar a las bellas mujeres y si se descuidan se las llevan al río. Por estas leyendas, son consideradas animales místicos. En la región del río Amazonas, por ejemplo, existe la creencia de una ciudad dentro del río llamada “El Encanto”, en la cual viven los “botos”, como se le conoce a la tonina en Brasil. Cuentan los brasileños, que estos botos son los “Encantados”, habitantes de esta ciudad sumergida en el gran río, que salen de noche, sobre todo cuando hay fiestas en los pueblos, a robarse a las mujeres. Para los indígenas en cambio, los botos y toninas son parte de su legado histórico. Los chamanes le dan poderes sobrenaturales, asegurando que les ayudan a curar a los enfermos. No se puede negar que estas creencias y leyendas han ayudado en algo a protegerlas de la cacería despiadada que sufren, en cambio otros animales de los ríos, como por ejemplo el manatí (Trichechus spp.), muy cotizado por su carne, aparentemente de siete diferentes sabores. Esto ha hecho, que hoy en día, se encuentre en Venezuela al borde de la extinción. Biología y costumbres La distribución de Inia abarca en Sur América a los grandes ríos con sus afluentes de los llanos de la cuenca del Orinoco de Venezuela y Colombia. Donde la conocemos como “tonina”. También se encuentra en la Amazonía brasileña donde la conocen como “boto”. En Perú y en Bolivia se le denomina “bufeo colorado” e internacionalmente se le conoce como “delfín de río del Amazonas y del Orinoco”. Existen dos especies diferentes, como sugieren las recientes investigaciones de estudios moleculares, genéticos y morfométricos. Las cuales son, Inia

boliviensis de Bolivia, de los ríos Guapore, Mamore y Beni en la cuenca del río Madeira y afluente del río Amazonas y la otra es Inia geoffrensis en Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. El río Orinoco se comunica con el río Amazonas por medio del caño Casiquiare, que desemboca en el río Negro y este a su vez en el Amazonas. Esa comunicación fluvial permitió, a través del tiempo, el intercambio genético entre los botos amazónicos y las toninas orinoquenses. En cambio el bufeo colorado boliviano, quedó prácticamente aislado de la población amazónica por los raudales y cascadas de Teotonio, en el alto río Madeira, barrera geológica infranqueable para estos cetáceos. El nombre genérico de Inia viene de la denominación que le daban los indios amazónicos Guarayos a los delfines, en cambio geoffrensis fue nombrado por Geoffrey St. Hilaire, el cual capturó y transportó un boto a Portugal, como regalo para Napoleón Bonaparte. El nombre criollo para nosotros de tonina proviene de la palabra castellana “toñina”, que era como los conquistadores españoles denominaban a los delfines marinos, creyendo erróneamente que entraban del océano Atlántico al gran río Orinoco. La tonina es longeva, puede alcanzar los 30 a 40 años de edad, es un cetáceo que no vive en grupos familiares como los delfines marinos, ya que los machos adultos viven el mayor tiempo del año en solitario, juntándose únicamente con las hembras en la época de apareamiento. En este período se pueden observar a más de un macho peleándose por copular con ellas. Las hembras pueden comenzar a reproducirse cuando llegan a la madurez sexual, a los 7 años, los machos un poco más tarde, a los 9 años aproximadamente. El intervalo entre partos es de 4 a 5 años, en toninas más viejas hasta de 6 a 8 años. La evolución de millones de años la adaptó con sus grandes aletas, la flexibilidad del cuerpo y el gran melón en la frente, receptor de la ecolocación, a la vida en los bosques y llanos inundables, de las turbias aguas de los ríos orinoquenses y amazónicos. Foto: Ernesto O. Boede

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Las crías mayores pueden permanecer con el grupo materno hasta los 7 años. La gestación dura alrededor de 11 meses, pariendo una sola cría, de un tamaño promedio de 75 cm y 7 kg. de peso y de un color gris oscuro. La lactancia puede durar hasta los dos años y medio. Se pueden observar en la mayoría de los casos, grupo de dos a ocho animales, que serían las hembras con sus crías y juveniles de años anteriores. Su ciclo reproductivo es estacional, ocurriendo los partos a finales de la época de lluvia y comienzos de la de sequía, cuando las aguas en los ríos y caños están en sus máximos niveles justo antes de comenzar a bajar. Esto ocurre en la cuenca del Amazonas entre los meses de mayo a julio en cambio en la cuenca del Orinoco entre octubre a diciembre. Lo que quiere decir que la reproducción ocurre en la época del año, cuando existe mayor oferta de alimento, por la alta concentración de peces durante la bajada de aguas, de las sabanas inundadas, caños y ríos. Esta restricción en los movimientos de los cardúmenes de peces, facilita a las toninas madres recién paridas comer en abundancia garantizando una adecuada lactancia a la cría.

Se alimentan básicamente de peces pero también de pequeñas tortugas, Podocnemis spp, y crustáceos, Macrobrachium spp. En plena época de sequía venezolana, diciembre-abril, se pueden encontrar en el bajo Apure y en Arismendi, estado Barinas, toninas con sus cachorros, en los meandros y lagunas de los antiguos cauces, conocido como “madres viejas”, de los ríos Apure, Arauca, Guanare y Portuguesa. También encontramos toninas en el estado Apure en los ríos Capanaparo, Cinaruco y Meta. En el estado Guárico, en el río Aguaro, en el estado Bolívar en los ríos Caura y en el bajo Caroní, en su desembocadura en el Orinoco. Llegándose a ver inclusive hasta en el Delta Amacuro, en el ramal del río Grande cerca de Sacupana.

El aspecto físico de la tonina parece más bien prehistorico, comparada con otras especies de delfines. Foto: Ernesto O. Boede

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Los ríos llaneros, con sus vegas, caños, lagunas, bosques de galería y sabanas inundables, son el hábitat predilecto de la tonina en Venezuela. Foto: Ernesto O. Boede

En el alto Orinoco en el estado Amazonas, las encontramos por encima de los raudales de Atures y Maipures, en los ríos Samariapo, Sipapo, Ventuari y caño Casiquiare, inclusive en el río Guaviare afluente colombiano del Orinoco. La mayor densidad de población se encuentra en los ríos Apurito y Apure, donde se han reportado hasta 1,15 toninas por kilómetro de río. En cambio en el propio río Orinoco, se reportan densidades menores de 0,03 a 0,50 toninas / km. de río y en el caño Casiquiare, menor de 0,02 toninas / km. de río. En pleno invierno previo al parto, cuando las sabanas están inundadas y los caños llenos de agua, buscan aguas llanas, someras y remansos con poca corriente. Los sitios propicios para los nacimientos, son los caños que atraviesan las sabanas y las comunican con los grandes ríos. Allí cuentan con bosques de galería y árboles caídos dentro del agua, formando las conocidas “caramas”, en donde las toninas paren con tranquilidad y se refugian con sus crías recién nacidas. Tenazmente defienden a sus cachorros de intrusos, pegando fuertes coletazos sobre la superficie del agua, ya sea que se acerque alguien en lancha, a caballo o a pie. En esta época de nacimientos incluso se aproximan a las canoas que se les acercan, mojando con sus fuertes aletas caudales a los navegantes, sobre todo al motorista, que va atrás en la embarcación, tratando de ahuyentar a los intrusos. 18

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En el pasado el enemigo a combatir en esta época eran los cocodrilos o caimanes del Orinoco, Crocodylus intermedius, peligro hoy día prácticamente inexistente en la mayoría de los ríos, ya que fue casi exterminado en los ríos Orinoco, Apure y Arauca. De un enemigo natural si tienen que cuidar actualmente a sus crías, los caribes o pirañas, Serrasalmus spp. Revisando la literatura antigua, cuando la toninas tenían que compartir su hábitat con los abundantes caimanes del Orinoco, leemos por ejemplo en las anécdotas de Alexander von Humboldt, de su viaje en 1.800 del Apure al alto Orinoco y Caño Casiquiare, lo siguiente: “Restablecióse la calma y el silencio, y al momento se agitaron en la superficie del agua numerosos grandes cetáceos de la familia de los sopladores, semejantes a los delfines de nuestros mares y que los españoles llaman toñina. El cachazudo y perezoso caimán parecía temer la presencia de aquellos seres turbulentos, y le veíamos sumergirse cuando se acercaban a él.” Durante la época de sequía la tonina está restringida a los canales principales de los ríos, caños y lagunas profundas. En esta época se pueden observar con mayor facilidad en las desembocaduras de los ríos y caños en donde les es más fácil capturar los peces. En la época de lluvia los peces migran hacia las sabanas inundadas para reproducirse, las tradicionales ribazones o subiendas, buscando también alimentarse en los bosques ribereños y palmares inundados, comiéndose la corteza de los troncos, hojas, flores, frutos y semillas. Las toninas siguiendo los cardúmenes de peces, entran también a las sabanas y bosques inundados, encontrándoseles muchas veces nadando entre los árboles, arbustos y palmeras. Navegando en canoa inclusive observando desde la orilla, se les puede ver cuando salen a respirar dejando escuchar su característico resoplido, asomando por cortos instantes la cabeza con su melón en la frente y el lomo con su pequeña aleta dorsal antes de desaparecer de nuevo en las turbias aguas. Interesante es también citar las observaciones que hizo Humboldt, de esta curiosa conducta para un delfín: “En lo más espeso del bosque oímos de repente un ruido singular, y armamos nuestras carabinas, cuando apareció una manada de estos cetáceos, de cuatro pies de largo, que rodearon nuestra embarcación. Aquellos animales estaban ocultos debajo de la rama de un árbol; atravesaban el bosque acuático, y lanzaban al aire los chorros de agua que les han valido en todas las lenguas el nombre de sopladores. Extraño espectáculo ofrecían todos aquellos cetáceos en medio de las tierras, a 300 o 400 millas de la desembocadura del Orinoco y del río Amazonas”. El científico alemán había observado y registrado para la ciencia, la singular conducta de una especie de delfín de río, de merodear en los bosques de tierras inundadas tan lejanas del océano Atlántico, como son las tierras del alto Orinoco, del río Guaviare y del caño Casiquiare, ubicadas no muy lejos del centro del continente Sudamericano.

¿De dónde vino la tonina, como apareció en medio de las tierras de Sur America, como evolucionó en el transcurso del tiempo, por qué es tan diferente a los otros delfines, cómo es? Los machos llegan a medir 2,50 m. y pesar 170 kg., con una coloración gris clara y rosada, mientras más viejos más claros y rosados son, de ahí el nombre que se le da también de delfín rosado. No se conoce definitivamente todavía la causa cierta de su coloración rosada, pero una de las razones es, la gran cantidad de cicatrices que presentan los machos, originadas en las peleas por las hembras. Otra hipótesis es por el consumo de caroteno, provitamina A, que adquieren de los crustáceos y peces de los cuales se alimentan. El caroteno es absorbido y almacenado en el tejido graso y piel, originando la coloración. También influye probablemente en la coloración la irrigación sanguínea en la piel. Las hembras un poco más pequeñas pueden llegar a medir 2,20 m y pesar 140 kg. presentando una coloración más grisácea en la cabeza, dorso, rosada hacia los flancos y el abdomen. Los juveniles y crías son completamente grises, las primeras más claras que las segundas, que son mucho más oscuras. La cabeza, en su parte frontal, tiene una pronunciada protuberancia tipo melón, la cual funge como una antena parabólica cuando emiten los ultrasonidos, con los cuales se comunican y orientan por ecolocación en las turbias y oscuras aguas. El hocico es alargado y cilíndrico, los ojos son muy pequeños, lo que ha hecho pensar a los científicos que eran delfines ciegos, pero ya se demostró no ser cierto. La aleta dorsal es alargada y escasamente desarrollada, las aletas pectorales son grandes, largas y anchas en su base, con cinco falanges óseas parecidas a las de la mano humana, el cuerpo termina con una ancha y fuerte aleta caudal. A diferencia de los delfines marinos, su cuello y cuerpo son muy flexibles permitiéndole cazar entre la vegetación de las sabanas y bosques inundados. Generalmente sus movimientos son tranquilos y pausados y no tienen la agilidad para hacer los grandes saltos como los delfines marinos, siendo muy diferentes a estos, pareciendo delfines prehistóricos. El ancestro de los cetáceos, de las ballenas y delfines, se originó después de la desaparición de los dinosaurios hace 50 millones de años. Era un ungulado y carnívoro, con patas de pezuñas hendidas como los cerdos, bovinos, ciervos y venados, pero separándose de estos hace 35 millones de años.

El Pakicetus como se le llamó a este ungulado carnívoro fue invadiendo el medio acuático de los antiguos océanos dando origen a los cetáceos. Fue desarrollando los miembros delanteros como aletas pectorales, atrofiándoseles las patas traseras para desarrollar en cambio una aleta caudal al final de la columna vertebral. El hocico se le fue alargando facilitando la captura de peces y las fosas nasales, el espiráculo, se ubico arriba atrás de la cabeza. Evolución y cambio anatómico apropiado para la vida en el agua. Inia posee una especializada adaptación a las aguas continentales y se diferencia mucho, de otras especies de delfines, inclusive una que también conviven con ella en los ríos Amazonas y Orinoco, se trata del pequeño tucuxi o sotalia Sotalia fluviatilis y S. guianensis, esta última conocida en Venezuela como tonina costera o delfín estuarino, y que son más parecidas a los delfines marinos. El linaje de la tonina vino del oeste del océano Pacífico, cuando su ancestro entraba hace 15 millones de años al río Amazonas que desembocaba en aquel entonces en el Pacífico, antes de formarse la cordillera de los Andes. Quiere decir que Inia spp. y el Amazonas crecieron y evolucionaron juntos. El continente se mueve hacia el oeste chocando con la capa tectónica de Nazca en el océano Pacífico, formándose por esta colisión geológica, con el tiempo la cordillera de Los Andes, que va desde Chile hasta Colombia y Venezuela. La formación de las altas montañas andinas impidió posteriormente al río Amazonas seguir drenando sus aguas al océano Pacífico, formándose un inmenso lago continental con bosques inundados, creando las condiciones para el aislamiento y evolución de Inia. Diez millones de años después, hace 5 millones de años, el inmenso lago pudo al fin encontrar una salida a sus aguas y desembocar hacia el este, en el océano Atlántico. Fue cuando entró a la Amazonía y Orinoquía la sotalia con su cuerpo más parecida a los delfines marinos, pero con menos tiempo de adaptación a la vida fluvial que la tonina.

El Llano venezolano es geológicamente bastante joven, aproximadamente 15.000 años. Se desarrolló entre el macizo Guayanes y el altiplano de los Andes. Con el tiempo estas llanuras se llenaron de sedimentos provenientes de la erosión andina y de la Cordillera de la Costa, así también, de los sedimentos dejados por el mar que alguna vez las cubrió y se retiró al elevarse el norte y el oeste montañoso. A partir de entonces se experimentaron movimientos de la superficie hacia el este creándose el panorama de los planos aluviales del propio Llano. Sabanas extensas e inundables, bosques de galería, palmares, caños y ríos afluentes del río principal, el Orinoco. Este es el hábitat predilecto de la tonina, que se comunica también por el caño Casiquiare, con el río Negro y el río Amazonas. La tonina acompaña en las faenas y convive con el llanero, en los llanos bajos de Apure, Barinas y Guarico. Foto: Ernesto O. Boede

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Peligros y amenazas Las alteraciones de su hábitat, ya sea por el tráfico fluvial intenso, la deforestación de los bosques de los estados Bolívar y Amazonas por la minería del oro, la destrucción de la vegetación de las sabanas inundables y/o la deforestación de los bosques ribereños con fines agrarios, produce una merma en la oferta alimenticia de la población piscícola y fuente principal de alimento para las toninas. La construcción en los cauces de los caños, de tapas o pequeños diques con fines agropecuarios y sobre todo de grandes represas hidroeléctricas en los ríos, que fragmentan el hábitat, impidiendo el flujo e intercambio genético, ocasiona problemas de endogamia o consanguinidad y la desaparición a largo plazo de esa población local aislada. Otra amenaza es la contaminación de los ríos, por aguas cloacales de las ciudades y pueblos, aguas no tratadas de la industria petrolera y metalúrgica, metales pesados como el mercurio provenientes de las actividades mineras legales e ilegales, los insecticidas y otros químicos de alta toxicidad, provenientes de los fertilizantes y fumigaciones de los cultivos de arroz, maíz y algodón, sembrados en las vegas de los ríos y zonas de sabanas inundables. Ocurren pocas veces capturas esporádicas de toninas para utilizar su carne como carnada para la pesca de grandes bagres. Además, utilizan su grasa u otros órganos para usos medicinales y fetiches, que son vendidos en algunos mercados artesanales del sur de nuestro país, como en Puerto Ayacucho e Iquitos en el Perú. Pero en la

Las toninas son excelentes madres, protegiendo con valentía y gallardía a sus crías. Foto: Ernesto O. Boede

mayoría de los casos, estos productos son extraídos de toninas que mueren ahogadas accidentalmente en redes de pesca o por varamientos. También los crecientes peligros eminentes, por poblaciones humanas ya que en las zonas rurales hay crisis sociales y económicas que se caracterizan por el desempleo, la miseria, la inseguridad, la guerrilla, el narcotráfico, el tráfico de personas, el contrabando de armas, de animales y metales preciosos. Estas situaciones también facilitan y estimulan la cacería ilegal de la fauna silvestre incluyendo a las toninas. En el futuro también se van a intensificar los conflictos y por ende los problemas entre la pesca artesanal fluvial y las toninas, originado por el incremento de la población humana en los llanos y en el Amazonas.

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Otro problema potencial que predicen en su publicación del 2005, el Ministerio del Ambiente (MARN), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF). En los próximos 50 años, veremos los efectos y consecuencias del calentamiento global. Las predicciones para la Amazonía y los llanos de la cuenca del río Orinoco, reportan que serán épocas mas secas con menos pluviosidad, en otras palabras, el Llano venezolano, el colombiano y parte de los estados Amazonas y Bolívar en Venezuela sufrirán épocas de sequía más prolongadas. Esto traerá como secuelas una disminución de agua en los cauces de los ríos, caños, lagunas y una merma en las inundaciones periódicas en las sabanas, siendo un factor que incidirá negativamente sobre al hábitat de las toninas y sobre todo, en la seguridad nacional y calidad de vida de nosotros también. Conservación No es una especie catalogada en peligro de extinción pero si clasificada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Libro Rojo de la fauna venezolana, como vulnerable, el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente la tiene en veda indefinida. Inia tiene una ventaja poblacional y es que se encuentra

ampliamente distribuida en varios países suramericanos. Cuentan todavía con vastas zonas naturales poco intervenidas por las actividades humanas. En cambio en nuestro país sobre todo en los ríos Cojedes, Portuguesa, Apure, Arauca, Caura y Caroní son ambientes considerados como amenezados por peligros descritos anteriormente. Programas de investigaciones con esta especie en Venezuela, se vienen realizando por diferentes Instituciones y organizaciones no gubernamentales (ONGs), como Provita, la Sociedad Ecológica Venezolana Vida Marina (Sea Vida) y La Fundación de Ciencias Naturales La Salle. En Colombia hacen esfuerzos la Fundación Omacha, la Wildlife Conservation Society (WCS) y el World Wildlife Fund (WWF) Colombia. Pero el principal programa se viene realizando desde hace ya 30 años en el Amazonas brasileño en la región de Manaus, por el Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA). Programa este liderizado por la investigadora Vera da Silva, que desde 1993 suma esfuerzos con el “Proyeto Boto” en la Reserva Mamirauá en el río Solimôes, en las áreas de estudio: características de la población, abundancia, crecimiento y desarrollo, comportamiento, movimientos y migraciones, química sanguínea y de la leche, dietas y relaciones con el humano, sobre todo con los pescadores. Para consultar la bibliografía revisada, contactar con el autor

En algunos zoológicos a nivel mundial y nacional se han logrado mantener con cierto éxito estos delfines de río, aportando valiosos datos de su biología en las investigaciones realizadas ex situs. Foto: Ernesto O. Boede

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