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EL MUNDO DE LOS QUELONIOS Mireia Torner. IES La Pineda. Tutor: F. Marquès.
INTRODUCCIÓN Desde el principio de los tiempos hasta nuestros días, nuestro planeta ha estado habitado por distintas y muy variadas especies de seres vivos. Unas se extinguieron hace miles de años, otras están a punto de hacerlo en nuestros días. De estas especies amenazadas por la extinción, una de las más antiguas que comparten el planeta con nosotros son las que pertenecen al orden de los quelonios. Algunas especies de las familias de este orden tienen sus días contados; y no solamente por la acción de cambios naturales (variación del clima, fenómenos meteorológicos, etc.), sino también directamente por la acción de otro ser vivo: el hombre.
OBJETIVO El objetivo de este trabajo es mostrar y dar a conocer algunos datos sobre estos animales, para que la gente sepa algo más de los quelonios y aprenda a respetarlos y preservarlos. Así mismo, se pretende dar a conocer a las entidades estatales que realizan esta tarea tan importante de preservación, como el Centre de Reproducció de Tortugues de L’Albera en el Alt Empordà, donde se dedican a criar en cautividad a la tortuga mediterránea para su reintegración en su lugar de origen.
MÉTODO El trabajo tiene una parte de información teórica referente al origen y evolución de las tortugas, y referente a algunos datos sobre algunas especies de las familias del orden de los quelonios. Este trabajo también incluye un estudio detallado de la tortuga mediterránea o de Hermann (Testudo hermanni hermanni), que es una de las especies de tortuga terrestre significativas de Europa y la especie de tortuga terrestre representativa de España.
ORIGEN Y EVOLUCIÓN ANAPSIDOS Los quelonios son lo que conocemos comúnmente como tortugas, y las tortugas son los reptiles más arcaicos que existen. Los reptiles más arcaicos, aquellos que con mayor fundamento se consideran derivados de los anfibios, y que conservan incluso algunos caracteres de los anfibios mismos, pertenecen a la subclase de los anápsidos. Nadie puede decir con seguridad cuándo y cómo se originaron, pero puesto que sus restos fósiles se encuentran en estratos del Pérmico inferior, es lógico suponer que las primeras fases de la evolución que condujo de los anfibios a los reptiles debieron de transcurrir en una época aún más remota: el Carbonífero. La subclase anápsidos se divide en dos subórdenes: cotilosaurios y quelonios.
• Cotilosaurios Los cotilosaurios, conocidos en el Pérmico, aunque probablemente se originaron en el Carbonífero, comprenden los reptiles más lejanos y presentan todavía algunos caracteres poco diferentes de los anfibios que fueron sus progenitores. Tenían dimensiones más o menos reducidas y no sólo conservaban algunos caracteres anatómicos de los anfibios, sino que también debían estar más o menos ligados al ambiente líquido. Los cotilosaurios, por lo tanto, no consiguieron separarse definitivamente del ambiente al que estaban estrechamente ligados sus predecesores.
• Quelonios Los quelonios, de los que se han encontrado fósiles desde el Pérmico, estaban destinados a sufrir transformaciones de gran duración, pero menos importantes que las asociadas a otros reptiles. Se conocen tortugas de épocas muy remotas de la historia de la Tierra que presentan notable semejanza con las actuales. Por el contrario, su estirpe estaba destinada a tener una vida sumamente larga. Debía atravesar todo el Mesozoico y llegar, aunque con un número poco elevado de especies, hasta nuestros días.
DATOS SOBRE LAS TORTUGAS La coraza o caparazón es la parte más típica del cuerpo de las tortugas. Típicamente, la coraza de las tortugas está formada de dos partes: una superior, a la que se da el nombre de escudo o espaldar, y otra inferior, el peto; las dos partes pueden estar soldadas entre sí, o unidas solamente mediante ligamentos elásticos y capaces de cierta movilidad. La superficie externa de la coraza está revestida de placas córneas y solamente en un número pequeño de especies está cubierta de piel blanda o coriácea. El cuello y la cabeza, así como las patas y la cola, se encuentran siempre fuera del escudo, como es el caso de las tortugas marinas y de algunas otras, o bien pueden retraerse total o parcialmente. La piel que recubre las extremidades, el cuello, la cabeza y que en algunas especies envuelve también la coraza, puede ser casi completamente desnuda, o bien estar provista de placas y tubérculos córneos más o menos importantes. A veces la piel, especialmente la del cuello, está erizada de largos y complicados apéndices. Las manos y los pies están provistos de cinco dedos con uñas. En las tortugas marinas, las extremidades anteriores, mucho más largas y fuertes que las posteriores, tienen forma de aleta y los dedos están completamente envueltos por la piel. En las tortugas de agua dulce, las extremidades no tienen nunca forma de aleta, pero tanto los dedos de las manos como los de los pies, armados de fuertes uñas, están unidos entre sí mediante una membrana. En las tortugas terrestres, por el contrario, las manos y los pies tienen dedos muy cortos y armados de uñas muy robustas, a veces puntiagudas. La maxila y la mandíbula están completamente desprovistas de dientes y cubiertas, por el contrario, de una capa córnea con bordes afilados que sirven para cortar y desmenuzar los alimentos. En el aparato digestivo, la lengua —corta, blanda y protráctil—, es de mínima ayuda durante la ingestión de la comida. La comida pasa a través de la glotis y por el corto espacio del esófago hasta que llega al estómago, muy poco diferenciado del tracto intestinal. Si se hace excepción de pocas especies, el estómago es sencillo y el intestino tiene distinta longitud. El aparato digestivo desemboca en una cloaca muy amplia, que a su vez se abre al exterior a través de una abertura circular, en la cual además de las heces vierten también sus productos los aparatos excretor y genital. El paso de la comida desde el esófago y desde éste al intestino es bastante lento. El aparato circulatorio es de tipo claramente reptiliano. El corazón de los quelonios tiene tres cavidades: dos aurículas y un ventrículo en el que advierte una sutura que lo divide parcialmente; esto comporta una mezcla parcial de sangre venosa con la arterial al nivel de la aorta. En el aparato respiratorio los pulmones tienen una estructura mucho más compleja que en los otros reptiles y la respiración no puede ser igual a la de los animales con el tórax extensible dado que la caja torácica de las tortugas es completamente inmóvil. Para algunos autores, en las tortugas, como en los anfibios terrestres, el acto de la respiración se verificaría gracias a la faringe, la cual es capaz de gran dilatación, y al continuo movimiento del aparato ioideo que, al igual que una bomba, empuja el aire hacia dentro y hacia fuera de los pulmones. Se ha descubierto, en cambio, que algunos músculos situados entre las patas y por debajo de las vísceras, comprimiendo y relajando estas últimas, permiten la entrada y salida del aire. Una primera serie de músculos, haciendo las funciones de diafragma de los mamíferos, empuja hacia atrás las vísceras, provocando la entrada del aire por las fosas nasales hacia la faringe y de aquí, a través de la glotis, hacia la laringe,
antes de la tráquea y finalmente hasta los dos bronquios que conectan con los pulmones. La espiración se realiza por el efecto contrario: otros músculos empujan las vísceras contra los pulmones, vaciándolos. El aparato excretor está compuesto de dos riñones, cada uno conectado a una vejiga muy extensible situada junto a la abertura cloacal; allí se recoge la orina. Las tortugas, como todos los reptiles, tienen sexos bien diferenciados y presentan un discreto dimorfismo sexual. Sin embargo, los machos de ciertas especies se distinguen por su plastrón más cóncavo. En algunas especies, las hebras están más vivamente coloreadas o son de mayor tamaño que en los machos; en contraposición, éstos poseen colas más largas y gruesas, y el orificio cloacal está más alejado de la base de la cola. El aparato sexual femenino posee dos ovarios de notable tamaño en comunicación con el orificio cloacal mediante dos ovioductos. La fecundación es interna y el aparato sexual masculino posee un único y grueso órgano copulador, muy dilatable, colocado, en reposo, en la parte posterior de la cloaca; desde los testículos llegan los dos vasos deferentes. En las tortugas terrestres el macho busca asiduamente a su posible compañera, búsqueda nada fácil, dada la dispersión en un ámbito amplio y la dificultad de hallar una hembra receptiva, madura y dispuesta para la reproducción. Una vez hallada la compañera, los contactos de acercamiento no son muy delicados: con repetidas mordeduras en el cuello y en las patas de ella, o golpeándola con su caparazón, intenta bloquearla y someterla. En ese momento, monta sobra su espalda e intenta el acoplamiento. Estas fases se repiten varias veces, sobre todo si la hembra no está dispuesta a ceder. Durante ellas, el macho lanza sonoros bufidos, estertores y silbidos, resultado no de una capacidad vocal, sino de emisiones rápidas de aire o del frotamiento de las extremidades contra el cuerpo. En muchas especies de galápagos el macho nada continuamente frente a la hembra, ejecutando de vez en cuando un rápido movimiento de las patas anteriores provistas de largas uñas, como si quisiera abofetearla. A continuación se coloca sobre el dorso de la hembra, agarrándose siempre con las patas anteriores al borde del caparazón de ella, y en esta posición se deja transportar durante algún trecho; por fin, la pareja consuma la unión. El sistema nervioso está constituido según el tipo general de los reptiles y no ofrece características notables. Entre los sentidos predominan la vista, el olfato, el gusto y el tacto; el oído no parece ser muy agudo. La vista de los quelonios está muy desarrollada, y hay pruebas de que pueden distinguir algunos colores (por ejemplo, el anaranjado del azul, el azul del verde y el azul del gris). Las tortugas marinas pueden vislumbrar el perfil de la costa y la playa elegida para la deposición de los huevos a la débil luz de las estrellas, y son capaces de advertir el mínimo movimiento a su alrededor. El ojo, que no tiene nunca gran tamaño, presenta generalmente la pupila circular y la esclerótica con numerosas placas óseas que toman en conjunto el aspecto de un diafragma. Está en conexión con las glándulas lagrimales y glándulas llamadas de Harder, y protegido por tres párpados: uno superior, otro inferior y un tercero que se mueve en el plano vertical, la llamada membrana nictitante. El oído, a pesar de tener la estructura casi completa, es más deficiente: no recoge los sonidos transmitidos por el aire, aunque es muy sensible a las vibraciones transmitidas por el terreno y por el agua. Muy importantes para la supervivencia son, sin embargo, otros dos sentidos: el gusto y el olfato, gracias a los cuales pueden buscar el alimento, advertir la presencia de un compañero o un enemigo, reconocer su territorio y el lugar apropiado para la nidificación, etc., captando partículas olorosas del aire, que a través de las fosas nasales y la faringe llegan al epitelio olfativo situado en las coanas. Allí son analizados y extraídos los datos necesarios para dirigir sus desplazamientos. Si el olor señala presencia de alimento, la tortuga va en su búsqueda; una vez hallado lo examina a fin de apreciar su grado de comestibilidad, para lo que activa las células gustativas situadas en la lengua. En el agua, sobre todo si es turbia, estos sentidos son todavía más necesarios. Las especies acuáticas están acostumbradas a moverse a tientas, probando todo lo que parece comestible o tragando agua para evaluar las trazas olorosas que contiene. La reproducción de las tortugas es siempre ovípara. El número y el tamaño de los huevos depende de la especie; la forma puede ser esférica o elíptica y elipsoidal más menos alargada; la coloración grisácea o de un blanco inmaculado; la cáscara, más o menos consistente: blanda y elástica
en algunas especies, calcárea y dura en otras. Para el buen éxito de la reproducción, a la hembra también le está confiada la pesada tarea de la búsqueda de un lugar adecuado para la puesta de los huevos. En la elección influyen varios factores: la ausencia de depredadores, una exposición solar adecuada para la evolución de los embriones y para una eclosión de los huevos en el menor tiempo posible, un sustrato de consistencia y humedad adecuadas, la distancia al agua, la cobertura vegetal, etc. De aquí que el lugar idóneo se utilice cada año, de generación en generación, y que precisamente la alteración de los ámbitos reproductivos sea la principal causa de la extinción de estos animales. Las tortugas marinas en la época de la reproducción, se trasladan periódicamente, en general durante la noche, a las playas arenosas. Una vez puestos, los huevos son abandonados a su propia suerte; el tiempo de incubación, salvo algunas excepciones, varía en función de las condiciones climáticas. La temperatura media a la que están sometidos los huevos también es un factor importante: por debajo de un valor mínimo, distinto para cada especie, el embrión no se desarrolla; con una temperatura media de veintiséis o veintisiete grados centígrados hay una neta preferencia de machos nacidos, mientras que por encima de esta temperatura media hay una mayoría de hembras. Como todos los reptiles, también las tortugas son heterotermas, o sea que no consiguen mantener una temperatura corporal independiente de la ambiental. Por este motivo su actividad está regulada por las variaciones térmicas diarias y estacionales. Parece que las altas temperaturas del ambiente, especialmente las asociadas a una fuerte sequedad del aire, son poco tolerables por estos animales. Algunas especies, expuestas al sol, procuran retirarse a un refugio; estivan, excavando hoyos en la tierra y sepultándose hacen todo lo que pueden para evitar la ardiente caricia de los rayos solares; y si no lo consiguen, mueren cuando su temperatura corpórea ha rebasado los cuarenta grados centígrados. En el período frío, para evitar las condiciones climáticas adversas, las tortugas, salvo las marinas, hibernan sepultadas en un lugar apropiado debajo de la tierra y a profundidad variable. La longevidad de las tortugas es muy superior a la de cualquier otro vertebrado. Es notable la resistencia a las mutilaciones de estos animales y la resistencia al ayuno, mayor que la de las serpientes. Las tortugas y sus huevos son perseguidos por bastantes enemigos animales. Pero el peor enemigo de las tortugas es el hombre: caza las marinas para apoderarse de las grandes placas córneas de su escudo, con las que se fabrican peines y muchos objetos ornamentales de elevado precio; y también por la carne, que es muy apreciada; persigue las terrestres, especialmente las de gran tamaño, porque, al igual que las marinas, su carne tiene buen sabor. Algunas tortugas de agua dulce son perseguidas también por la carne y en varios casos también por los huevos, usados como alimento. El orden de los quelonios comprende cerca de doscientas cincuenta especies y su distribución geográfica abarca todo el mundo, especialmente la faja intertropical y las zonas al norte y al sur de ésta, en las que el clima no es crudo. Las regiones más ricas en especies son las de América, Asia y África; en Australia se encuentra un cierto número de especies, y en el continente europeo encontramos también algunas. El orden se divide generalmente en dos subórdenes: tecóforos y atecos.
• Tecóforos Tecóforos, o sea portadores de teca, de coraza, son aquellas tortugas en que tanto las vértebras dorsales como las costillas, anchas y planas, toman parte en la formación de la coraza. Los tecóforos se clasifican en cuatro grupos a los que se puede dar el valor de superfamilias: criptodiros, quelónidos, trionicoideos y pleurodiros. Los primeros poseen el cuello más o menos largo, el cual puede ser retraído, junto con la cabeza, al interior de la coraza, describiendo una curva en S en el plano vertical. Los quelónidos comprenden las tortugas marinas, todas de dimensiones bastante grandes y casi incapaces de retraer el cuello y las patas, en forma de aletas, en el interior de la coraza, que es muy plana. Los pleurodiros pueden retraer el cuello y la cabeza en el interior de la cabeza en el interior de la coraza, pero, a diferencia de los criptodiros, describiendo aquél una curva horizontal. En otras palabras, doblan el cuello lateralmente, a izquierda o a derecha, de modo que el hocico, cuando está dentro de la coraza, queda con la punta dirigida hacia el exterior.
Los trionicoideos retraen el cuello y la cabeza en el interior de la coraza, plegando esta última en un plano vertical, como hacen los criptodiros; pero faltan los huesos marginales, o son rudimentarios, los cuales no están en contacto con las costillas. Además, su coraza carece de placas córneas. La superfamilia de los criptodiros abarca las siguientes familias: quelídridos, quinostérnidos, dermatermídidos, platistérnidos, testudínidos, y emídidos y batagurinos. Los quelónidos comprenden una sola familia, de este mismo nombre. Los pleurodiros, abarcan dos familias: pelomedúsidos y quélidos. Los trionicoideos comprenden también dos familias, caretoquélidos y trioníquidos.
• Atecos En el suborden de los atecos las vértebras y las costillas, que normalmente están soldadas al esqueleto externo y toman parte en la formación de la coraza, son aquí, por el contrario, completamente independientes. El suborden comprende una sola familia: dermoquélidos
CONCLUSIÓN En este trabajo me he introducido en el mundo de los quelonios y he llegado a la conclusión de que las tortugas son unos magníficos animales y que hemos de aprender a respetarlos. Así mismo, este trabajo me ha enseñado a realizar un estudio detallado sobre la tortuga mediterránea. Este trabajo ha consistido en estudiar y escribir sobre su clasificación, morfología, fisiología (alimentación, hibernación y reproducción), hábitat (distribución actual, hábitat en cautividad, centros de reproducción). El análisis de las causas de la regresión de la especie ha sido el factor que me ha sensibilizado más porque me he dado cuenta que esta tortuga está en grave peligro de extinción. He podido observar y llegar a la conclusión que gracias a la reintroducción, por medio de algunos centros de reproducción, que las crían y las devuelven a la naturaleza, como es el caso del Centre de Reproducció de Tortugues de l’Albera, se evita que se pierda este tesoro de miles de años de antigüedad. En este trabajo también he realizado un análisis de las dietas que les establecen en este centro, un análisis de las enfermedades, trastornos y problemas que puede tener la tortuga mediterránea, ya que como he podido estudiar son factores muy importantes, y también he podido observar cómo se lucha en este centro con el fin de preservarlas. Por este motivo pienso que si existieran más centros de reproducción de tortugas en cautividad, podríamos evitar la desaparición de otras especies de tortugas que también están en peligro de extinción.