EL PARCHIS. El amor es una

El amor es una… EL PARCHIS ¿Alguna vez has jugado al parchís? Si la respuesta es sí podemos pasar a la siguiente pregunta: ¿Te consideras una persona

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El amor es una…

EL PARCHIS ¿Alguna vez has jugado al parchís? Si la respuesta es sí podemos pasar a la siguiente pregunta: ¿Te consideras una persona con suerte? Porque, pese a lo que digan, el parchís no es sólo un juego de estrategia sino de suerte. Puedes ser muy buen estratega pero, si los dados no están a tu favor, ¡bang!, olvídate porque ya has perdido la partida. Si, como yo, eres una persona con poca estrella y los dados nunca están a tu favor, acabas convirtiéndote en “el cuarto jugador”. Nosotros sólo participamos en el juego porque falta un jugador, “el cuarto”, y movemos ficha, en ocasiones matamos, en más raras ocasiones metemos alguna en la meta pero… casi siempre nuestras fichas (sino todas al menos sí dos de ellas) vuelven a casa a mitad de partida. Por eso, no es de extrañar que juguemos desmotivados y que esa misma desmotivación haga que cada vez seamos peores puesto que nos olvidamos por completo de las estrategias. Y aquí va la pregunta del millón: ¿Crees en el amor? Yo, si te he de ser franca, sí; creo en el amor. Mejor dicho, creía en el amor… o… a lo mejor… aun creo un poquito; ¡pero no en los hombres! En los hombres nunca jamás aunque

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El amor es una… sean tus tíos, padres, hermanos, abuelos o hijos. En los hombres ¡nunca! Y si no es mucha indiscreción, ¿podría hacerte una última pregunta?: ¿Alguna vez te has enamorado? Perdona, te estoy soltado un rollo y todavía no me he presentado. Mi nombre es Laura. Tengo 28 años y soy Leo; con ascendente Leo (por ahí dicen que somos muy chungos pero no es verdad). Soy fotógrafa, trabajo para mi padre (y lo que es peor) todavía vivo con ellos. Lo sé, tengo que andar con mucho ojo para no hacer enfadar al jefe. Cuando era pequeña soñaba con ser modelo. Bueno, de hecho fui modelo fotográfica para catálogos del Corte Inglés. Era rubia y mona; la típica niña de catálogo. Pero cuando crecí mi cuerpo eligió otro camino y… digamos que no doy la talla. En fin, tampoco importa demasiado porque los sueños cambian. Me encanta la fotografía. No sabría explicar si por vocación o porque no tuve otra elección ya que con sólo 3 años mi padre me puso la primera cámara de fotos entre mis manos. También soñé con ser una fotógrafa muy importante. ¡La fotógrafa de los famosos! Trabajar para Elle, Cosmopolitan, Vogue y todas esas revistas para pijas descerebradas. (Lo sé, después de hacer esto público dudo mucho que alguna de ellas quieran contratarme). Pero, como he dicho antes: los sueños cambian. ¿Quieres saber cuál es mi sueño hoy por hoy? De por sí ya te digo que es un sueño imposible: Me 2

El amor es una… encantaría conocer a un hombre (no ha de ser perfecto ni maravilloso, me vale con que yo lo quiera tal y como es), enamorarme (eso va implícito en quererlo con sus 10 virtudes y 50 defectos), comprarme un ático, casarme y tener uno o dos hijos. Ese es mi concepto de la felicidad. ¿A que parece muy simple y asequible? Pues, amigo mío, no te confundas, ¡es una utopía! Como ya te he dicho antes, soy muy mala jugando al parchís y… no vamos a mentirnos, jugando al amor también. Siempre he sido “el cuarto jugador”. He tenido mis historias porque había que mover ficha… Tuve una “larga relación” que terminó el mismo día en el que él me pidió matrimonio. He jugado mucho, sí es cierto, pero nunca me he sentido motivada, nunca he estado ni tan siquiera cerca de ganar una partida… No sé cuál ha sido tu respuesta a mi última pregunta, no sé si realmente me has contestado o si todavía te lo estás pensando. Pero yo sí tengo mi respuesta: Nunca había jugado de verdad al parchís; nunca me había enamorado… hasta ahora. El día que cumplí mis 28 años fue un día muy deprimente porque me di cuenta (a parte de que me estaba haciendo muy mayor) que estaba a ¡años luz! de hacer realidad mi sueño utópico. Entonces se me ocurrió la gilipollez (y conste que yo no creo en estas cosas) de soplar las velas y pedir un deseo: “ENAMORME”. Y fíjate que yo 3

El amor es una… no creía en estas cosas pero… ¡mi sueño se cumplió! Aunque, como en el anuncio del Combo, hay que ser muy explícitos con lo que deseamos; yo quería un amor correspondido, no un amor unilateral; ¡para eso mejor me hubiera quedado como estaba! Y ahora ya juego al parchís, utilizo todas las estrategias posibles, estoy motivada pero… sigo teniendo muy mala suerte con los dados. Eso está haciendo que pierda la partida y… lo que es aun peor: que piense que EL AMOR ES UNA…

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El amor es una…

CORAL Te presento a Coral. Coral es mi más mejor amiga; (lo sé, no es una expresión correcta pero no por ello deja de ser cierto). Coral tiene 29 años pero sólo es 10 meses mayor que yo. Trabaja en el oceanográfico adiestrando delfines; ¿de qué otra cosa podía trabajar con ese nombre? ¡Jajaja! Y… lo peor de todo: Está total, completa y absolutamente enamorada de Javi el foquero. ¿Hace falta que aclare que él no está total, completa, ni absolutamente enamorado de ella? ¿No verdad? Por eso mi más mejor amiga y yo pertenecemos al mismo club: el de las mujeres que piensan que EL AMOR ES UNA… Para que te hagas una ligera idea de lo que tiene que soportar mi amiga todos los santos días, te resumiré su historia en dos páginas y media. (Bueno, igual no necesito tanto puesto que el resultado es el mismo y tú ya te haces una idea de cuál es: Javi pasa de ella como de la… ¿Te lo puedes imaginar, no?). Bien, todo empezó la primavera del 2004, cuando Javi el foquero invitó a Coral a cenar. Ella se enamoró de el, (él por supuesto de ella no), 5

El amor es una… estuvieron saliendo tres meses y luego la dejó por otra. Típico, ¿no? ¿A que esto también lo suponías? Pues, lo normal llegados a este punto hubiera sido que Coral se olvidara de él. Pero, verás, es un poco difícil cuando tienes que verlo todos los días en el trabajo y… la cosa se complica mucho más cuando él no te deja de marear. Pero Javi no es un hombre libre; tiene una novia que cambia constantemente de nombre: unas veces es Luisa, otras Mar, Irene, Natalia, Alba María, Carmen, Lucía, Esther, etc… etc… etc… Por eso Coral y yo, para identificarlas las llamamos por su orden correcto: “Verano 2004, Otoño 2004, Invierno 2005, Primavera 2005, Verano 2005, etc… Coral, como ya te has podido dar cuenta, fue Primavera 2004 y… ¡sorpréndete! También fue Verano 2006 junto a Estefanía. Y si no hacemos algo para remediarlo acabará convirtiéndose en Otoño 2007 junto quién sabe quién. Sé lo que estás pensando: que todo esto es culpa de Coral porque no hace nada para remediarlo. ¡Pero no es cierto! Coral sale todos los fines de semana en busca del “Hombre de su vida” esperando encontrar por lo menos al “Hombre del momento”. El problema es que no aparecen ni el uno ni el otro. Entre el invierno del 2005 y el verano del 2006 tuvo un novio muy simpático (ya ves que no he dicho guapo pero es que entiéndelo, Javi el 6

El amor es una… foquero mide 1,90 m., tiene los ojos azules y encima es moreno; es muy difícil de igualar). Todo iba estupendamente hasta que Coral tuvo un ataque de sinceridad y le contó a su novio que se había acostado dos veces con Javi el foquero ese mismo verano. ¿Pero por qué cojones hizo eso? ¡Los hombres siempre mienten! Una cosa así es lícito ocultarla, ¿no? Como es de suponer, los tíos llevan peor los cuernos que nosotras así es que… ¡Adiós al chico simpático! Y Coral se volvió a obsesionar con Javi (aunque ahora ya pongo en duda que alguna vez haya dejado de estarlo). Y esa es toda la historia. ¿Qué te parece? Sí, ya sé lo que piensas; yo pienso igual pero… Es muy fácil dar consejos cuando no se está en el lugar de la otra persona. Yo antes lo hacía constantemente sin ni siquiera llegar a sospechar que algún día me tendría que comer todos mis consejos con patatas fritas. Por eso ahora, cuando alguna de mis amigas me preguntan: ¿Tú qué harías? Les digjo la verdad: “Deberías pasar de él pero… yo en tu lugar, haría lo mismo que estás haciendo tú”. Por eso, porque soy una mala amiga y porque doy unos consejos pésimos; ahora seguramente Javi el foquero está acostándose con mi amiga en alguna habitación de un hotelucho de Benidorm, para dejarla pasado mañana más tirada que un

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El amor es una… clinex usado (he utilizado un símil un tanto cruel). En fin, sé que ya no se puede dar marcha atrás y que ha sido elección suya (yo no la he obligado a que se fuera a Terra Natura); sólo espero que no tengamos que lamentarlo más tarde. No obstante, lo diré para que conste por escrito y porque ya estoy francamente arrepentida de lo dicho. Coral, éste es realmente mi consejo: “OLVÍDATE DE ESE “piiip” (elige el insulto que más te guste); ÉL NO TE MERECE”.

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El amor es una…

ANA MAE Te presento a Ana Mae. Ella es mi vecina de toda la vida, mi compañera en la guardería y mi compañera de E.G.B. Fue mi mejor amiga hasta que empezamos el instituto. Ella eligió un camino muy distinto al mío y… bueno, nos distanciamos varios años. Hace tres años resolvimos nuestras diferencias y retomamos nuestra amistad. Aunque ya no sea la mejor, sigue siendo una de mis amigas más íntimas. Te estarás preguntando si Ana Mae es extranjera, ¿verdad? No; no lo es. Aunque nació en China hace 28 años. Cuando tenía dos años sus padres adoptivos la trajeron a España, por tanto, es española. Es muy guapa; sus rasgos asiáticos atraen mucho a los hombres aunque… bueno, la pobre también pertenece al club así es que… ¡le va fatal en el amor! ¿Quieres escuchar su historia? Debo decirte que sin duda, de todas es la peor. En fin… ¡Ahí va! Como ya he dicho antes, no sé mucho sobre lo que pasó en su vida durante el instituto; lo poco que sé es porque me lo han contado y… tampoco viene al caso así es que me lo saltaré. Después pasó a la universidad; creo que para hacer magisterio.

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El amor es una… Pero se echó un novio cinco años mayor que ella y se olvidó un poco de los estudios; finalmente nunca los terminó. Aun así no le ha ido nada mal porque abrió su propia tienda de complementos y (aunque es muy pequeña), le va bastante bien. Dejando a un lado los negocios, volvamos al tema que nos atañe: su vida amorosa. Éste chico, David, por lo visto iba bastante en serio con ella. Todavía no le había presentado formalmente a sus padres pero ya habían mirando un piso para irse a vivir juntos. (Esto también me lo han contado porque por aquel entonces nosotras seguíamos sin ser amigas). Él era muy aficionado a las motos y en ocasiones corría en circuitos cerrados. En un día de esos la lluvia hizo que derrapara su moto y se estampara contra un muro. Murió en el acto y… sospecho que una parte de Ana Mae se murió con él. Pero la vida en ocasiones resulta muy cómica y mientras que una parte suya moría, la otra crecía y crecía dentro de ella. A los 9 meses nació Malú. Su padre nunca supo de su existencia y aun así fue él quién eligió su nombre; le gustaba mucho la cantante. Ana Mae cree que su hija es una niña triste porque se pasó todo el embarazo llorando. La psicóloga a la que lleva a la niña desde que tenía 18 meses aun está intentando convencer a Ana Mae de que su hija es una niña completamente normal aunque no rebose felicidad.

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El amor es una… Verás, Ana Mae soporta una carga muy grande porque, salvo su padre y yo, no tiene a nadie que le ayude con la niña. Volvimos a ser amigas a raíz de su desgracia; (en momentos así se pasan por alto las diferencias del pasado). Su madre murió cuando ella tenía 12 años y la familia de David se desentendió de ella y de la niña; es más, ni tan siquiera la conocen. Si te das cuenta, la que peor lo tiene para encontrar pareja sin duda es Ana Mae. Si ya de por sí es difícil… ¡imagínate si vas en un pack! Estuvimos un mes intentando convencerla de que dejara a Malú con su padre y la novia de éste un sábado por la noche, y que se viniera con nosotras a cenar y de fiesta. Finalmente lo conseguimos y esto fue lo que sucedió: Conoció a un chico muy guapete (desde el principio sospeché que algo jovencillo), que le pidió el móvil. Ella se lo dio coaccionada por mí y… ¡sorpresa! Fue uno de los pocos hombres que además de pedirte el número de teléfono ¡te llaman! Quedaron una tarde para ir al cine y una semana después él la invitó a cenar. Todo hubiera seguido funcionando a las mil maravillas de no ser porque en su tercera cita, Ana Mae tuvo la necesidad de confesarse: -Hay una cosa que no te he dicho. –Le dijo. -Y yo te he contado una pequeña mentira. – Añadió él. 11

El amor es una… -Comparado con lo mío seguro que es una tontería… -Siguió diciendo ella. -Tengo 20 años. -¡Joder! ¡Estoy saliendo con mi hijo! Y… hablando de hijos… ¡Tengo una! -¡Joder! Y eso fue todo. En este caso no puedo decir: Ana Mae; olvídate de ese “piiiip” (elige el insulte que más te guste) porque no te merece. Era normal que el chico saliera por patas, no se le puede culpar por ello; ¿quién no lo haría si estuviera en su lugar?

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El amor es una…

HELENA Te presento a Helena. Es mi compañera de la universidad y, aunque no pertenece a mi grupo de amigas, es posible que acabemos adoptándola ya que últimamente amenaza con unirse al club de las que piensan que EL AMOR ES UNA... Tiene un novio pero… ya veremos cuánto le dura. Helena conoció a Miquelle estando de Erasmus en Marsella. Estando allí todo funcionaba a las mil maravillas (claro está) pero luego cada uno volvió a su país de origen: ella a España y él a Italia. Y ya se sabe que las relaciones a distancia no suelen durar más de lo necesario. Apostamos a que durarían menos de un año y… perdimos la apuesta porque ya llevan dos. Al principio iban y venían a menudo de un país al otro para verse; nunca pasaban más de dos meses. Con el tiempo e Internet la cosa se fue alargando… Y ahora llevan ¡medio año sin verse! Seguro que te estás preguntando ¿y ella nunca le ha puesto los cuernos? Él está claro que se los ha tenido que poner (es un hombre, ¡está en su naturaleza de macho dominante!); por eso mejor ni te lo preguntes. En cuanto a Helena… Bueno… El invierno pasado conoció a un chico en la

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El amor es una… discoteca. Ella desde un principio le dijo que tenía un novio pero puesto que estaba a miles de kilómetros de distancia… al chaval no le supuso ningún problema y siguió intentándolo. Helena lo rechazó así como unas seis u ocho veces pero el insistía, insistía e insistía… Hasta que un día en que la pilló un poco baja de moral (y de paso todo sea dicho, un poquillo “contenta”), Helena cayó y acabó liándose con él en la discoteca. Como es de suponer, Helena en cuanto cayó en la cuenta de lo que había hecho se arrepintió de inmediato. El chico estaba realmente colado por ella y le propuso de quedar un par de veces; pero Helena lo siguió rechazando hasta que éste se aburrió y se echó una novia. Helena se lo perdió porque seguramente es uno de los pocos hombres buenos que quedan en este planeta. Por increíble que parezca, Helena y él son muy buenos amigos y, ahora que tiene novia, sí queda con él de vez en cuando a tomar un café; ¡qué chica más rara! Pero volvamos a la cuestión de la infidelidad. Como ya he dicho, Helena estaba muy arrepentida por haberle puesto los cuernos a su amor y… como no es un hombre y no atiende a los valiosísimos consejos que yo le doy… sintió la necesidad de contárselo todo a Miquelle. Y esto es lo que sucedió: (*NOTA: Conversación traducida al castellano por si no entiendes la fusión del francés con el italiano).

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El amor es una… -¿Te acuerdas del chico éste del que te hable? –Le dijo Helena. -¿Qué chico? –El obviamente no le dio importancia puesto que no lo recordaba. -Valentín; el que conocí en la discoteca. -No recuerdo que me hayas hablado de él. -¡Sí que lo hice! –Helena se enfadó por el hecho de que él no le hubiera dado importancia. -¿Quién es ese chico y qué pasa con él? –Preguntó por cortesía no por verdadero interés. -Pues un chico que iba detrás de mí. -Y, ¿Ya ha pasado algo entre vosotros? -Pues… -Helena se mosqueó por su falta total de interés- ¿Cómo que si ya ha pasado algo entre nosotros? ¿Por qué das por sentado que iba a pasar algo? Por si se te ha olvidado… te recuerdo que tengo novio; ¡tú! -Helena, “cara mia”, si te hubieras acostado con él no me hubiera enfadado… Lo entiendo perfectamente puesto que estamos separados y tenemos ciertas necesidades físicas. -¡¿Qué?! –Helena se quedó alucinando.- ¿Tú te tiras a otras a mis espaldas? -Bueno… Precisamente de eso te quería hablar… -¡Joder! Y yo comiéndome la cabeza porque le di unos cuántos besos a Valentín mientras que tú te tiras a media Italia. Resumiendo: No se sabe cómo (tal vez porque Helena está un poco idiotizada por el “ragazzo”), pero ésta acabó aceptado mantener una relación 15

El amor es una… abierta. De ello ya han pasado 6 meses durante los cuales, como ya he dicho antes, no se han vuelto a ver. Miquelle, (no cabe duda), ya se ha tenido que tirar a… (veamos si sale a una chica por fin de semana… y si sale los viernes además de los sábados…) Salen aproximadamente unas 50 chicas más o menos. ¿Quieres saber con cuántos chicos se ha acostado Helena desde entonces? ¡Cero, cero patatero! ¡Cero chicos! En fin… Ella se lo pierde. Mi consejo: Helena, OLVÍDATE DE ESE “piiiip” (elige el insulte que más te guste); ÉL NO TE MERECE.

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El amor es una…

SALOMÉ Te presento a Salomé. Es mi abuela; la madre de mi padre. Tiene… Bueno, sería una indiscreción por mi parte confesar su edad puesto que es su secreto mejor guardado; pero te diré que nació el mismo año en que estalló la Guerra Civil española (si sabes un poco de historia habrás dado con la respuesta correcta, ¡jajaja!). Supongo que te estarás preguntando qué pinta mi abuela en nuestro club; pues mucho, la verdad. Te contaré cómo empezó todo: Después de que rechazara la primera (y tal vez la única) proposición matrimonial de toda mi vida, mi madre se me echó encima (muy comprensible por su parte) intentando hacerme ver lo estúpida que había sido. Mi padre no hizo ningún tipo de comentarios (aunque en su fuero interno opinaba igual que ella). Sin embargo mi abuela me dijo algo muy bonito: “.Me parece correcto lo que has hecho; al menos tú has podido elegir”. En cuestión de segundos todo mi mundo se vino abajo. Yo siempre había pensado que mis abuelos eran el matrimonio perfecto… Hasta el día en que se murió mi abuelo iban y venían a todas partes juntos; ¡y encima nunca discutían! 17

El amor es una… Aquella confesión de última hora por parte de mi abuela era lo que menos me esperaba. Se casó por interés; porque su familia era pobre, eran ocho hermanos y encima casi todo mujeres. “Me casé el mismo día en que cumplía mis 18 años. Tu abuelo no era un hombre feo y además tenía cara de buena persona… Anhelaba tanto llegar a quererlo algún día”. Pero nunca, ¡nunca lo quiso! Mi abuela tenía xxx años y ¡nunca se había enamorado! Aquel mismo día me propuse hacer algo al respecto. Hice que se apuntara a los jubilados para conocer a gente. Al principio no le hizo mucha gracia porque decía que eso le hacía sentirse mayor; pero cuando descubrió que todos los martes hacían baile se recuperó totalmente de su luto perpetuo. Se apuntó a los campeonatos de parchís, a todos los viajes que salían, a los talleres de pintura, escayola y confección; e incluso se apuntó ¡al concurso de bailes de salón! Mi abuela había perdido diez años en cuestión de seis meses. Pero la cosa no quedo así. Su pareja de baile, Ezequiel, era un viudo muy simpático que empezó a cortejar a mi abuela (esto dicho en términos suyos). Mi abuela ya no sabía hablar de otra cosa que no fuera: “EZEQUIEL”. El día que le dije: “Abuela, ¡tú te has enamorado!”. Ella me contestó: “¡Nooo! Qué tonterías dices, niña”. Pero yo estaba completamente convencida de que así 18

El amor es una… era porque se comportaba como una chiquilla de 15 años. Así que insistí: “A mí no me puedes mentir porque soy tu nieta favorita”. Y ella respondió alucinada: “Así que es esto lo que se siente…”. ¡Mi abuela tenía novio! (Y yo no; ¡qué deprimente!). Resultaba gracioso y extraño a la vez. Todavía recuerdo la primera vez que lo trajo a casa… El pobre Ezequiel estaba nerviosísimo y temblaba como una gelatina Royal. Y suerte que mi padre era hijo único y no habían hermanos… Me cayó muy simpático (aunque he de decir que hace muchas trampas jugando al parchís). Pero la vida no es perfecta y el amor, aunque te llegue a los xxx, no deja de ser complicado. Lo que a nosotros nos pareció “una nueva oportunidad en la vida”, a la familia de Ezequiel les pareció “una chifladura del abuelo”. Se pensarían que se iban a quedar sin herencia o algo así… (digo yo). El caso fue que a las dos semanas de presentarlo formalmente en mi casa, Ezequiel le dijo a mi abuela que ya estaba muy mayor para hacer las tonterías de un adolescente de 20 años. ¡Y la dejó! Tiene que ser gordo que te dejen con xxx. Y por esa sencilla razón mi abuela pertenece a nuestro club; el de las mujeres que piensan que EL AMOR ES UNA…

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El amor es una… Abuelita; un consejo para ti con mucho cariño (eres mi abu favorita –ya sé que no tengo otrapero si la tuviera seguirías siendo mi favorita): OLVÍDATE DE ESE “piiiip” (elige el insulto que más te guste); Él NO TE MERECE.

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El amor es una…

YO MISMA Como ya lo he hecho antes, me ahorraré las presentaciones. ¿Quieres saber cómo empecé a jugar realmente al parchís? Pues no te pierdas detalle porque te prometo que no tiene desperdicio. Todo comenzó en la boda de mi ex. Qué gracioso, ¿no? Justo el día en el que se casaba el hombre con el que yo me tenía que haber casado, voy y conozco al verdadero “hombre de mi vida” (lo sé, suena a chiste –pero un chiste de muy mal gusto-). Estaba invitada a la boda (pero todavía no me ha quedado claro si como fotógrafa oficial o como ex novia reconvertida en amiga del novio). El caso es que fui a la boda y encima curré. Lo normal en estos casos es que me hubiera sentido mal porque él se estaba casando y yo seguía sin tener a nadie a la vista. Lo normal hubiera sido que en esos momentos yo me estuviera planteando lo posibilidad de haber cometido el error más grande de toda mi vida. ¡Pero no fue así! Cuando vi a Diego frente al altar me di cuenta de que jamás hubiéramos sido felices juntos y de que, (al igual que mi abuela), por muy guapo, simpático y buena gente que fuera Diego,

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El amor es una… jamás hubiera llegado a entregarme totalmente. Lo nuestro estaba destinado al fracaso desde un principio. Pero volvamos al tema que nos atañe: “El hombre de mi vida”. Apareció a mi lado en la mesa de los invitados. No era el más guapo de todo el salón (ni tan siquiera era más guapo que Diego), pero tenía algo en su mirada… Nunca había visto tanto descaro en una persona y eso hizo que me colara por él casi al instante. -¿No piensas cenar esta noche? –Fue lo primero que me dijo. -Estoy de servicio. –Le contesté señalando mi cámara. Entonces, (¡qué fuerte!), él me tiró del brazo y me obligó a sentarme con éstas palabras: -Ahora los novios no están haciendo nada; siéntate ¡y come! -¡Vale! Veo que no tengo muchas opciones… Él se sonrió y entonces nos presentamos: -Yo soy Laura… -La ex del novio. -¿Cómo lo sabes? –Me quedé alucinada. -Porque me dijeron que me iban a sentar a tu lado para que no me aburriera… Por lo visto 22

El amor es una… hablas mucho y estás requetebuena; en lo primero me mintieron y respecto a lo segundo… -Me dio un repaso general en décimas de segundo y siguió- … Creo que se quedaron cortos. -¡Vaya! Debo decir… ¿gracias? -¡Tú misma! Por cierto, yo soy Héctor; el ex de la novia. En esos momentos estaba bebiendo agua y se me atragantó. -¿A quién se le ocurre poner a los ex juntos? ¡Los vamos a poner a parir en su propia boda! –Fue un pensamiento en voz alta pero a Héctor le hizo mucha gracia. -¿Empiezas tú o empiezo yo? -¿Quién dejó a quién? –Me atreví a preguntar. -Técnicamente fui yo quien la mandó a paseo pero… Ella ya se tiraba a tu novio. -¡Oh, no! Cuando Diego conoció a Cristina yo ya lo había dejado. -¡Así que fuiste tú quien lo mandó a paseo! -Sí… bueno… Me pidió que nos casáramos y yo no estaba preparada… -¡Te estaba poniendo los cuernos! Lo dijo con tanta seguridad que me volví a atragantar con el agua. -¿Por qué insistes en ello? –Lo dije bastante molesta. 23

El amor es una… -Porque es la verdad; y me parece que ya iba siendo hora de que tú lo supieras. Cristina se lo había contado todo con pelos y señales y… ¡No me lo podía creer! ¡Diego me engañaba! ¡¡Me estuvo engañando durante 7meses!! ¡¡¡7 MESES!!! Y sabes qué es lo peor de todo: Que sólo me pidió matrimonio porque Cristina lo había dejado porque quería recuperar a Héctor. Fui el… ¡puto segundo plato! En cuestión de segundo empecé a asfixiarme y… Tenía que salir de allí corriendo. Le entré la cámara a mi hermano y lo dejé tirado. Luego me supo muy mal porque se comió el sólo toda la boda pero… Tenía que huir o sino iba a acabar matando a los novios antes de que sacaran la tarta. Salí al jardín y respiré todo lo profunde que pude pero aun así no me llegaba el aire. Tenía el estómago vacío; no había cenado. -¿Te gusta el helado de turrón con pasas? –Héctor se apareció de la nada con un plato y una cuchara. -Creo que no; gracias. -Es igual; ¡come! –Y me obligó a que lo probara. Se sentó a mi lado en el banco y no dijo nada mientras que yo me terminaba el helado de turrón y pasas (¡qué asco!).

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El amor es una… -Lo siento. Todas las mujeres que conozco opinan que soy un cabrón; ¡y es cierto! No debí soltarte todo ese rollo precisamente hoy. -Nunca es tarde si la dicha es buena… -Dije yo aunque no acababa de creérmelo. -¿Te apetece bailar? -¡No pienso volver ahí dentro! -En eso estamos de acuerdo. Me tiró del brazo, dejó mi plato vacío en el banco y se me llevó arrastras hasta otro salón que había al final del jardín. -No podemos entrar ahí; ¡no estamos invitados! -¿Y eso quién lo sabe? Resumiendo: Nos colamos en otra boda, bebimos hasta perder la cuenta de los Gin-tonics y… acabamos haciéndolo en el baño de señoras. ¡Qué fuerte! En mi vida había hecho algo así. Fue… No sé como describirlo… ¿Atrevido? ¿Excitante? ¡¡¡Fue el mejor polvo de mi vida!!! Pero estas cosas sólo pasan una vez y la noche tocó a su fin. Le di mi número de teléfono y luego me volví a casa con mi hermano. Estuve tres días esperando a que me llamara pero, ¡idiota!, ¿no sabes que los hombres nunca llaman?

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El amor es una… Mi consejo: Laura, OLVÍDATE DE ESE “piiip” (elige el insulto que más te guste); ÉL NO TE MERECE.

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El amor es una…

BILLETE DE IDA Y VUELTA Helena, después de hacerse un millón de pajas mentales … Llegó a la conclusión de que no quería mantener una relación abierta y así se lo hizo saber a Miquelle; (pero para ello tuvimos que viajar hasta Italia). ¿Te has dado cuenta que he dicho “tuvimos”? -Sí, has oído bien; tú te vienes conmigo. –Me dijo Helena tan fresca. -¡No puedo! ¿Se te olvida que tengo un trabajo? -Pero hace un montón de tiempo que no te coges unas buenas vacaciones; y además te las tienes muy merecidas (seguro que a tu padre no le importa darte unos días). -No es una buena temporada… No me dejó terminar la frase porque utilizó la mejor alegación en mi contra que se podía imaginar: necesitaba el viaje para olvidarme de “el tío de la boda que nunca llamó”. Después de analizarlo digamos… un millón de veces… llegué a la conclusión de que no había perdido mi número de teléfono, de que no se lo había dado equivocado y de que no le habían robado el móvil… Simplemente pasaba de llamarme ¡y 27

El amor es una… punto! ¡Qué depresión! ¡Sí! urgentemente un viaje a Italia.

Necesitaba

Cogimos el vuelo de las 6:15 h. de la mañana; con lo cuál tuvimos que estar en el aeropuerto a eso de las 5 h. ¿Pero a esas horas ya estaban puestas las carreteras? Me pegué el mayor madrugón de toda mi vida. Llegamos a Italia alrededor de las 9 h. de la mañana. Miquelle nos estaba esperando. ¿Has estado alguna vez en Roma? Yo siempre la imaginaba como un sitio “mágico”, lleno de belleza y romanticismo; no obstante la palabra “Roma” invertida significa “Amor”. ¡Pero no! La primera impresión que me llevé de la ciudad fue bastante penosa. Para que te hagas una idea (si es que nunca has estado), es como estar en cualquier capital de España sólo que con los semáforos pintados de amarillo chillón (y todavía no sé muy bien el por qué ya que los romanos se los saltan todos). En fin, prosigamos con el viaje. Cruzamos la ciudad en un coche francamente pequeño; (Miquelle conducía francamente mal) y al final llegamos a un bloque de mini-apartamentos en la zona (probablemente) más fea de toda Roma. En uno de esos mini-apartamentos vivía Miquelle con ¡dos chicas más! (A Helena no le sentó muy bien la noticia). Cecilia era uruguaya y estaba de intercambio; creo que estudiaba Bellas Artes. Y Katrina era rusa y estudiaba… Bueno, no recuerdo bien lo que estudiaba pero también estaba de Erasmus (u “orgasmus” como lo llaman 28

El amor es una… en mi pueblo, ¡jaja!). Las chicas parecían simpáticas y para comer nos prepararon platos típicos de sus países de origen (así terminó mi estómago en el viaje a Italia). He de decir que Helena al principio lo pasó fatal porque de tantas pajas mentales que se estaba haciendo las tripas las tenía retorcidas como un ovillo de lana. Pero cuando Cecilia y Katrina se dieron el tercer beso (y con lengua), nos quedó completamente claro que eran lesbianas y pareja de hecho. Entonces Helena volvió a respirar tranquila y hasta se permitió disfrutar de la comida. Después Miquelle y ella se metieron en el cuarto para hablar. Las demás nos quedamos en el comedor quitando la mesa, hasta que dos minutos después de que entraran ellos, Katrina también entró en la habitación. Yo me puse a fregar los platos y pasé un poco de las circunstancias pero… Después de que los tres llevaran encerrados en la habitación aproximadamente una hora, Helena salió dando gritos e insultando a Miquelle en tres idiomas distintos. Uno de ellos lo entendí perfectamente: “Hijo de… tu madre”. Y antes de que me diera tiempo a reaccionar ya estábamos Helena, yo y nuestras maletas camino del aeropuerto. Helena me intentó explicar lo que había sucedido pero como no dejaba de llorar, la verdad es que no me estaba enterando de nada. La cosa fue más o menos así:

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El amor es una… Cuando Katrina entró en la habitación se sentó en la cama con ellos (interrumpiendo así su conversación). Creo que entonces él (o ella) propusieron ver un vídeo casero de una excursión que hicieron a un lago… Y Helena aceptó pese a que lo que realmente quería hacer era mandar a Katrina a paseo para poder seguir hablando con Miquelle seriamente. A mitad de película más o menos, Miquelle se quejó de la espalda y le pidió a Helena que le hiciera un masaje. Ésta, (con toda su buena voluntad), lo hizo lo mejor que pudo. Aun así Miquelle no estaba satisfecho y le pidió a Katrina que le explicara cómo se hacía. ¡Eso era! Katrina estaba estudiando fisioterapia. Entonces Katrina le explicó a Helena cómo se hacía y entre las dos le masajearon la espalda a Miquelle. Luego todo se volvió muy confuso (en palabras de Helena) porque Miquelle empezó a tocarle las tetas (a Helena) ¡y Katrina le tocó el culo! -Cuando me quise dar cuenta Miquelle me estaba besando y ¡ella intentó bajarme las bragas! – Concluyó Helena. -¡Joder! El cabrón quería montárselo con las dos. -¡Hijo de puta! Tuve que salir de allí corriendo porque me moría del asco. Sólo de recordarlo… ¡Buaj! Necesito darme un baño. -¡Pare el taxi! -Signorina, non é arrivato a l’aeroporto!

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El amor es una… -Da lo mismo; nosotras nos quedamos aquí. –Dije dirigiéndome al taxista. Y luego me dirigí a mi amiga. – Me prometiste unas vacaciones y no me voy de aquí hasta que no las haya disfrutado. Muy a su pesar, Helena se bajó del taxi. Su teléfono sonó así como unas veinte veces hasta que yo decidí desconectarlo. Luego nos hospedamos en un “hotel” de dudosas estrellas. Durante las noches que pasé allí tuve la constante sensación de que en cualquier momento se me aparecía el fantasma de la abuela de Mick Jagger. Fíjate si era cutre que la ducha ni siquiera tenía plato, ¡sólo había un agujero en el suelo! (Y encima no podemos decir que el hotelucho fuera barato…). Pero el resto de las vacaciones fueron geniales pese a que llevé todo el rato a Helena con el alma a arrastras. Fuimos a visitar los lugares más emblemáticos de Roma: la plaza España, el Coliseo, el Vaticano, la Bocca de la Verità,… Pero lo que más me gustó de todo fue la Fontana di Trevi. ¡Es impresionante! Cuando giras la calle parece mentira que lo que te espera en la plaza sea tan… ¡¡grande!! La figura de Neptuno es… Bueno, tienes que verla porque no podría describir con palabras lo que se siente ante tamaño espectáculo. La tradición cuenta que para pedir un deseo tienes que ponerte de espaldas a la Fontana y tirar una moneda. Si lo que quieres es casarte, en lugar de una se tiran 31

El amor es una… dos; y para divorciarte son tres. Helena obviamente tiró tres y yo… Bueno, he de confesar que deseé con todas mis fuerzas volver a ver a Héctor; lo sé, fue un error por mi parte volver a pensar en ello pero… aun así tiré una moneda. Cenamos en un restaurante (italiano por supuesto) bonito de verdad (y caro, caro, caro,…). Después nos fuimos a tomar unas copas tal y como íbamos: sudorosas y con la ropa de todo el día. Estando en la barra se nos acercó un chico alto, moreno, bien vestido,… ¡o sea, requetebueno! Dijo algo en italiano (que no entendí) pero ví que nos servían unas copas subvencionadas por él. Después le susurró algo al oído a Helena y cuando me quise dar cuenta los dos estaban en el rincón comiéndose a besos mientras que yo ahogaba mis penas en el alcohol. Helenita, eso sí que fue una terapia de choque, ¡jajaja! Resumiendo el viaje: volvimos a España cuatro días después. Nos lo pasamos de P.M. Helena se lió con todo italiano que se le puso a tiro y yo… bueno, me hice unas cuantas pajas mentales recordando el mejor polvo de mi vida y me emborrache tanto como pude; ¡jaja! Aun así las vacaciones fueron las mejores de toda mi vida. En cuanto al “espécimen” de Miquelle… A nuestro regreso Helena tenía un correo suyo de nada más y nada menos que ¡seis páginas! En ellas le 32

El amor es una… explicaba todo: se disculpaba y a la vez la acusaba de ser una “estrecha”. ¿Sabes lo que hizo Helena después de leer y releer el mensaje unas quince veces? Además de borrar su número del móvil y romper todas y cada una de sus fotos… Le contestó al mensaje brevemente: “VETE A LA MIERDA!!!!!!!!!!!”.

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El amor es una…

A POR TODAS ¿Crees que los deseos se cumplen? Yo durante muchos días estuve pensando en que “a lo mejor” el deseo que pedí en la Fontana de Trevi se me cumplía. Luego me di cuenta de que si yo no hacía algo porque así fuera difícilmente conseguiría nada. Y así fue cómo me tiré cuatro días enteros (con sus respectivas noches de desvelo) dándole vueltas a lo que llamé “mi misión”. Llamé a Diego para decirle que ya teníamos preparadas las fotos de la boda y que cuando pudieran se pasaran por la tienda para elegirlas. La idea era que, a continuación, yo le diría que me lo pasé muy bien en la boda (¡vaya pedazo de mentira!) y que el chico con el que me sentaron, el ex de Cristina, era muy simpático. Entonces, (y ahí venía otra mentira más grande que una catedral) le diría que quedamos en que le llamaría para un trabajo fotográfico que me había pedido pero que con el lío de la cámara y todo eso había perdido el papel en el que me apuntó su número de teléfono. ¿A que estaba bien trazado el plan? Pues no me sirvió para nada

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El amor es una… porque Diego no me dejó que terminara de hablar: -Laura, mi hermana os vio salir del aseo de señoras. ¡Qué fuerte! Cuando estabas conmigo no hacíamos esas cosas. -Para eso tenías a Cristina. –No pude contenerme y al final se lo reproché; pero creo que él no lo pilló. -No sé por qué lo dices. Cuando lo hable con Cristina te llamaré para concretar cuándo nos pasamos por la tienda y… luego te mando un mensaje con el número de Héctor. Dicho esto creo que se rió. Nada más colgar le grité gilipollas al auricular; él no me oyó pero… ¡qué descanso me quedó! ¡Bien! En poco tiempo tendría el teléfono de Héctor pero… ¿Tendría además el valor para llamarle? Sí, lo tuve; pero sólo necesite cinco días con sus respectivas noches de desvelo para pensar en qué le iba a decir cuando me cogiera el teléfono. (Y sólo se me había ocurrido una cosa: “¡HOLA!”). -¡Hola Laura! –Me dijo nada más descolgar.Pensaba que no me llamarías nunca. -Yo… ¿Cómo narices sabía que era yo y por qué esperaba una llamada mía? 35

El amor es una… -Me dijo Cristina que si no me importaba que te diera mi número de teléfono… Que lo habías perdido. ¡Dios mío! Pensé: “Por favor, tierra trágame”. Y tenía el dedo puesto en la tecla roja dispuesta a acabar de una vez por todas con aquella humillación pública, cuando Héctor añadió: -¡Qué casualidad! Yo también perdí tu número; me alegro de que Cristina te lo diera porque así no perderemos el contacto. ¡Uuufff! Sabía sobradamente que no había perdido el teléfono; (bueno, a lo mejor sí pero siendo muy consciente de ello, ¿vale?). Sabía que su intención era no volver a verme nunca jamás pero… Fue muy cortés por su parte no dejar que me humillara de aquella manera. -¿Qué tal todo? –Preguntó. Debió pensar que era gilipollas o algo por el estilo porque fui yo quién lo llamó y hasta el momento sólo había dicho: “¡Hola!”; (y me tiré cinco días para poder decirlo, ¡jaja!). -Bien… ¡He estado en Roma de vacaciones! -Y… ¿Has ligado con muchos italianos? -Bueno… 36

El amor es una… ¡NO! -Fue un viaje bastante movido… ¡Jaja! Y así, hablando de mi viaje y de otras tonterías se nos pasó casi una hora; hasta que él cortó. -Oye, te voy a tener que dejar porque tengo clase a las ocho. ¿Te apetece que quedemos una tarde a tomar un café y me sigues contando? ¡No! Quiero decir… ¡Sí! Pero un café no. Si quedas a tomar un café significa que el tiempo está limitado. En cambio si quedas a tomar una copa por la noche siempre se puede alargar. Además, como me voy a poner súper nerviosa y no voy a saber qué decir, con una copa entre las manos puedo ir medio anestesiada y… la gente se desinhibe más con el alcohol. Por el contrario a mí el café me pone como una moto y… ¡bastante nerviosa voy a estar ya! -¡Vale! ¿Sabes que por las tardes trabajo, no? Pues a mi padre le tuve que inventar una mentira muy gorda para poder quedar con él y encima, como tenía fecha de entrega de un vídeo, me quedé hasta las dos de la madrugada para acabarlo; ¡total para nada! 37

El amor es una… Sí, oyes bien; Héctor ni me besó, ni me cogió de la mano, ¡ni tan siquiera me dijo qué guapa estás! (y eso que había estrenado mi camiseta amarilla para la ocasión). ¡Qué frustrante! Pero para que te hagas una mejor idea te contaré cómo fue todo: Quedamos en el centro-centro; vamos, en la plaza del ayuntamiento. Y sólo tardamos ¡1 hora! en tomarnos un café porque él tenía clase a las seis. Tiene una academia de baile, (cosa que no sabía) y él da clases de salsa, tango, merengue, pasodoble y chachachá (cosa que tampoco sabía). Quedar con él es más difícil que pedirle audiencia al Papa. Yo estaba más nerviosa que un flan. ¿Y si no lo reconocía? ¡Vale! Sé que eso era prácticamente imposible pero… ¡estaba más nerviosa que un flan! Y… ¿Cómo se supone que debía recibirlo, con un beso o con dos? ¡Con dos! Darle un beso en los morros hubiera estado fuera de lugar… Nada más verlo me dio un vuelco el corazón; ¡qué bueno estaba Virgen Santa! Me dio dos besos (caso resuelto). -¡Hola! ¿Has tenido que esperar mucho? -No. Soy un poco tardona así es que… ¡acabo de llegar! -¡Menos mal! He perdido el metro y pensaba que no llegaba…

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El amor es una… ¿Lo ves? Nada de: “Laura, ¡qué guapa estás!”. O… “¿Te has hecho algo? Te veo distinta”. Porque me había cortado el pelo dos palmos; digo yo que “algo” se tenía que notar, ¿no? ¡Pasó de mí! Ni siquiera me echó una de esas miradas que te repasan de arriba abajo. ¡Vale! A los 15 minutos ya tenía totalmente claro que si había quedado conmigo era sólo por compromiso. ¡Qué horror! Tenía unas ganas horribles de llorar porque… cuanto más hablamos más me gustaba él y menos le gustaba yo. Fuimos a una cafetería que eligió Héctor porque según él, allí se servían los mejores Capuchinos del mundo; (yo que había estado en Roma recientemente puedo dar fe de que aquello era “aguachirri”). Y en aquella hora lo único que pasó fue el tiempo. Me volví a mi casa más disgustada que cuando le dije a Diego que habíamos terminado. Quedamos en tomar una copa otro día pero… ¿Quién llamaba a quién? Eso no se dijo. Yo desde luego no volvía a hacer el ridículo… y él… ¡Estaba claro que no me iba a llamar! Apunte mental: Laura… ¡Olvídate de Héctor! porque pasa de ti como de la ….

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El amor es una…

SEGUNDA OPORTUNIDAD Ana Mae es una de esas personas que le cuestan mucho exteriorizar sus sentimientos, pero quienes la conocemos, sabemos que algo le sucede cuando se vuelve hiper-activa; es esa su terapia para “dejar de pensar” (aunque todavía tengo mis dudas sobre si realmente funciona). Por eso, cuando Ana Mae decidió un domingo por la mañana viajar hasta Murcia para comprar muebles en Ikea, supe a ciencia cierta que estaba realmente afectada por cómo acabó la historia con su ligue de 20 años. Como no quería pensar (ni muchísimo menos estaba dispuesta a hablar) no sé mucho de qué le pasó por la cabeza (ni por el corazón) cuando él la rechazó. Pero no debió ser nada bueno cuando redecoró toda la tienda sólo 5 meses después de hacer la reforma. -Y ¿qué vas a hacer con todos los muebles nuevos? –Le pregunté. Segundo indicio de que la cosa no andaba bien: -No lo sé. -¿Y por qué no los vendes?

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El amor es una… -¿Aquí en la tienda? ¡Imposible! No me caben más cosas. Eso también lo podía haber pensado antes; (pero no se lo dije). -Por Internet; por Internet hoy en día se vende cualquier cosa. En menos de dos semanas ya tenía todos los muebles y demás objetos de decoración vendidos; (a excepción del quemador de las hadas). -Quédatelo tú, -me dijo- te lo has ganado. -Muchas gracias. No sé si lo he dicho antes pero… ¡me encantan las hadas! Cuando era pequeña soñaba con ser una de ellas porque tienen alas para poder volar y son mágicas (pero eso es otra historia que ahora no viene al caso). Ana Mae estaba pasando una mala racha y había que hacer algo urgente para ayudarla. Coral dio con la solución: -Lo que ella necesita es una segunda oportunidad. -¿Quieres que vuelva con el veinteañero? –Le pregunté extrañada. -¡No! Eso sería una estupidez muy gorda. Me refiero a que tiene que conocer a otro hombre; o mejor dicho, conocer a un hombre para olvidarse de un niño. –Y dicho esto se rió. 41

El amor es una… -¡Eres mala! -Tenemos que sacarla a pasear. -No será tarea fácil. -¡Tú déjame a mí! No sé cómo narices Coral consiguió entradas gratis para la discoteca y todavía tengo menos idea de cómo convenció a Ana Mae para que dejara a Malú con su padre y se decidiera a salir con nosotras. Nos fuimos a cenar a un italiano porque la ocasión lo merecía. Y antes de llegar a los postres el Lambrusco ya había hecho sus efectos. -Brindemos por los hombres. –Dijo Coral levantando su copa en un estado de embriaguez bastante notable.- Porque esos cerdos, cobardes e inmaduros que nos vuelven locas. -Mejor brindemos por nosotras. –Rectifiqué yo (que como conducía estaba en mejor estado que ella). -¡POR NOSOTRAS! Cuando salimos del restaurante todavía era pronto para entrar en la discoteca así es que nos fuimos de pubs; concretamente a un karaoke a destrozarnos las cuerdas vocales. Coral pidió una ronda de Ferraris para todas. Yo le recordé que conducía pero ella no me hizo ni p…. caso. Ellas se pidieron dos rondas más pero yo me planté 42

El amor es una… porque le tengo mucho aprecio a mi vida y a los 12 puntos de mi carnet de conducir. Por esa razón (y porque no soy muy dada a los micrófonos) me evité el gran ridículo de destrozar el “Sobreviviré” de Mónica Naranjo. A Coral y Ana Mae las bajaron a empujones del escenario y salieron muy enfadadas del pub. -Si no estuviera muy borracha, -dijo Coral subiéndose el bolso al hombro por enésima vezpediría la hoja de reclamaciones; ¡fíjate lo que te digo! -¡Dios mío! ¿Dónde voy yo con estas borrachas? – Pensé en voz alta. Y Ana Mae contestó a voz en grito: “¡¡¡A… N.K.!!!”. Bueno, supondremos que eso quería decir que “nuestra” terapia estaba funcionando. Aunque su buen humor duró lo justo y necesario; o sea, mientras que el alcohol le fue haciendo efecto. Coral conoció a un chico 8,65 y al final (claro estaba) acabó en los asientos del rincón. Pero como vive obsesionada con Javi, cuando el chico le pidió el teléfono… ¡ella no se lo dio! Y yo… bueno,… no había ahogado mis penas en el alcohol así es que me lo pasé de p… pena con todas ellas. Cuando fui al baño por enésima vez, perdí a Ana Mae de vista; ¿habría ligado? La busqué por todas las pistas y en todos los rincones pero… ni rastro de ella. Al final fue ella quien dio conmigo.

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El amor es una… -¡Vaya sitio más pijo y asqueroso! –Traía cara de pocos amigos.- ¿Sabes que aquí no se pueden cerrar los ojos? -¿Estás borracha? –No tenía ni idea de lo que me estaba hablando. -A lo mejor. Pero me he sentado un rato a descansar y he cerrado un poquito los ojos. ¡¿Y sabes lo que ha pasado?! Que un segurata ha venido ¡a llamarme la atención! Y ¿sabes por qué? ¡Porque doy mala imagen al local! Me entró la risa al imaginarme la situación pero Ana Mae me miró ofendida; por lo visto a ella no le había hecho tanta gracia. -¿Nos vamos ya? Quiero irme a dormir a mi cama; al menos de ahí estoy segura que nadie me va a echar. -No podemos hasta que no acabe Coral; y… me da la impresión que va para largo. -¡Genial! Dicen que “mal de todos consuelo de tontos”; pero al menos ya éramos dos que se lo estaban pasando de p…. pena. A las 6:30 decidimos que ya habíamos esperado bastante y nos fuimos al coche. A la salida, uno de los porteros le dijo a Ana Mae: -Que tengas dulces sueños Bella Durmiente. -Los tendré si no vienes tú a sacarme de la cama. 44

El amor es una… Aunque sonó bastante borde lo arregló con una sonrisa. Pero el chico le echó un par y sacando una tarjeta que llevaba en el bolsillo de los pantalones, dijo: -Si cambias de opinión llámame; se pueden hacer cosas más interesantes que pasarse la vida durmiendo… Ana Mae se quedó sin palabras; pero se guardó la tarjeta. Se despidió y nos fuimos. -¡Joder, qué bueno está! –Le susurré al oído. En verdad lo estaba. Cuando cruzábamos la calle se dio media vuelta disimuladamente y lo volvió a mirar. Él le guiñó el ojo y ella le devolvió el gesto con una sonrisa. -Sí… supongo que no está mal. -¿Lo vas a llamar? -Es una tarjeta de trabajo; -dijo enseñándomelaarregla ordenadores. -¿Y? No has respondido a mi pregunta. -No. -¿Por qué? Si has dicho que te gusta. -Porque no; porque… ¡Ahora no me apetece hablar del tema! -¡Pues vaya!

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El amor es una… Cerraron la discoteca y Coral seguía sin aparecer. Empezamos a imaginarnos un montón de cosas tipo: se han quedado encerrados en un baño, se ha ido con él y se le ha olvidado avisar,… Comprobamos los móviles un montón de veces pero nada de nada. Y a las ¡ocho de la mañana! llegó feliz y contenta con un chupetón en el cuello del tamaño de una pelota de ping-pong. -¡DIOS MÍO! –Dijimos Ana Mae y yo al unísono. -¡Por Dios, ¿qué te ha hecho ese hombre?! Cuando se miró al espejo ella también dijo: “¡DIOS MÍO! ¡Me ha chupado toda la sangre!”. Nos contó que se lo había pasado muy bien pero… en definitiva seguía más que colgada de Javi el foquero porque ni si quiera le había dado la dirección del messenger al Conde Drácula. ¡Qué bien! Al finalizar la noche las tres seguíamos igual: asqueadas del amor (pero al menos Coral tenía un chupetón y una historieta que contar, ¡jajaja!). ¿Crees en el destino? Yo sí, y pienso que a veces las cosas suceden simplemente porque tenían que pasar. Por esa razón kármica a Ana Mae se le estropeó el ordenador el lunes a las 10 de la mañana. Y por esa misma razón, cuando fue a buscar a un técnico para solucionar el problema, lo primero que le apareció fue la tarjeta del portero de la discoteca. Se lo pensó mucho pero al 46

El amor es una… final lo llamó porque le urgía arreglar el ordenador y porque, simplemente, tenía que pasar. Sergio, que así se llamaba, se alegró mucho de tener noticias suyas porque sinceramente no esperaba que Ana Mae le llamara y, (aunque era cierto que lo había llamado porque se le había estropeado el ordenador), él creyó que era una simple excusa. A las seis de la tarde ya le había arreglado la avería. -¡Qué niña más guapa! –Dijo Sergio al ver la foto que Ana Mae tenía sobre el mostrador. -Se llama Malú. -Un nombre tan bonito como ella. -Gracias. Dime, ¿cuánto te debo? -Una cena. –Ana Mae se rió pero aun así se hizo la dura._ No; en serio, ¿cuánto te debo? -Una cena. Pero si te parece muy caro podemos dejarlo en un café. -No eres muy bueno haciendo negocios… -Ya lo creo que sí. Entonces qué, ¿café o cena? Ana Mae se lo pensó más de un minuto y al final aceptó un café; salió ella ganando con el trato. -Por cierto, me he tomado la molestia de instalarte la nueva versión del Messenger y te he añadido mi dirección; espero que no me pongas como no admitido.

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El amor es una… Ana Mae se rió y luego dijo: No sé, no sé… A lo mejor me lo pienso. Al día siguiente quedaron para tomarse el café… Y hablando, hablando se les hizo hora de cenar. Ella pagó la cena; con lo cual quedaron bastante empatados en el negocio. Dos semanas después la cena la pagó él… y ella las copas de después. Tres semanas después la cena la pagaron a medias y después… Bueno, después está claro dónde terminaron, ¿no? Ana Mae estuvo alucinando durante días porque, cito palabras textuales: “No había echado un polvo desde que me quedé preñada; ¡y qué polvo!”. Y así todo fue rodado durante cosa de un mes hasta que un día Ana Mae le dijo a Sergio cuando estaban quedando: -Puede que el domingo lo tenga libre; mi padre quiere llevar a Malú al cine. -¿Quién es Malú? Ana Mae se quedó bastante sorprendida con aquella pregunta. -¡Mi hija! La niña de la foto, ¿recuerdas? -¡Ah! ¡Ostia, ¿tienes una hija?! Semanas después Ana Mae seguía preguntándose cómo narices no se había dado cuenta desde un principio; ¡si Malú era igualita a su madre!

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El amor es una… Lo que pasó después ya puedes imaginártelo porque… la historia se repite. Un domingo ¡a las seis de la mañana! (sólo llevaba dos horas durmiendo porque había tenido boda la noche anterior), Ana Mae me llamó por teléfono: -¿Tienes algo que hacer hoy? ¡Me voy a Ikea! Creo que debería darle un nuevo estilo a mi comedor.

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El amor es una…

UNA OFERTA DE TRABAJO MUY ESPECIAL Septiembre es el mes de las bodas y eso, aunque económicamente nos beneficia, no nos deja ni un día de descanso. Estaba hasta las narices de ver bodas (y más cuando empiezas a sospechar que tú jamás de los jamases serás la novia); y para colmo de males, aquella noche tuve una boda en el mismo salón en el que se casó Diego y en el que tuve la desgracia de conocer a Héctor. Todos los recuerdos, uno por uno, fueron pasando por mi mente a lo largo de la noche. ¿Es normal obsesionarse con una persona hasta tal punto? ¿Es normal echar de menos a alguien que sólo ha pasado por tu vida un par de horas? ¡No! Sinceramente eso no debe ser muy normal. Me sentí tan rematadamente estúpida que tuve que salir al jardín a que me diera el aire; (y lo que me dio fue la lluvia porque estaba cayendo a base de bien). Me senté en el banco y entonces volví a recordar y reventé. Se me empapó toda la cara y empezó a corrérseme el maquillaje (y no precisamente gracias a la lluvia). Cuando terminé de desahogarme me dije a mi misma: “¡Basta ya Laura! Esto ya ha ido demasiado lejos. 50

El amor es una… Héctor sólo fue el rollo de una noche. ¡Olvídalo ya!”. Y para demostrarme a mí misma que sí estaba dispuesta a olvidarlo, abrí el móvil y pulsé la tecla de borrar sobre su nombre. “¿Quieres borrar?”. Mi móvil (que es un aparato muy inteligente) esperaba una contestación: “Sí o no”. Entonces empezó a sonar. ¿Te imaginas quién era? ¡Alucinante! Ya te dije que a veces el destino elige nuestro camino si necesidad de que seamos nosotros quienes tomemos la decisión. -¿Héctor? -¡Hola Laura! ¿Te pillo trabajando? -Pues sí; pero puedo hablar, estoy haciendo un pequeño kit-kat. -¿Qué tal estás? -Ahora mismo cansada, pero bueno… no me puedo quejar. -Y a ti, ¿qué tal te va todo? -Tampoco me voy a quejar no vaya a ser que la cague. Te llamaba por un asunto de negocios. ¡Vaya mierda! Todas mis ilusiones terminaron por los suelos y me entraron ganas de ponerme a llorar otra vez. -De qué se trata… -¿Podemos quedar a tomar un café y te lo explico? -¿El lunes te va bien?

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El amor es una… De más está decir que aunque al principio me fastidiara muchísimo que el único motivo que tuviera para verme fuera por asuntos de trabajo, pues ¡qué le vamos a hacer!, acabé ilusionándome como una idiota quinceañera; y más cuando Coral me convenció de que lo del trabajo no era más que una excusa para volver a verme. Pero, ¿por qué? Si yo estaba deseando quedar con él, ¡no necesitaba ninguna excusa! Quedamos en la cafetería de la última vez. Cuando entré me temblaron las piernas. Él ya me estaba esperando en una mesa del rincón. -¿Qué tal Laura? Te veo muy bien. ¿Y ya está? Nada de: “¡Estás guapísima! Me gustan esos vaqueros; te sientan bien…”. Menos mal que al menos me dio dos besos… -Gracias. A ti tampoco te ha ido mal el verano; estás muy moreno. -Acabo de venir de Cuba. ¿Te imaginas cómo me sentí al imaginármelo con un montón de cubanas? Porque ya se sabe lo que dicen de cuba… ¡Aaaaaah! -Ya sé lo que estás pensando… –Dijo sonriéndose¡Pero no! Ha sido un viaje de trabajo. Mi pareja de baile y yo estamos aprendiendo nuevos pasos

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El amor es una… porque en octubre nos presentamos a un concurso de baile a nivel europeo. Casi prefería lo de las cubanas porque el aguijonazo de los celos me picó más fuerte cuando nombró a su pareja de baile. Se me subieron los colores y él lo notó pese a que intenté disimularlo diciendo que hacía mucho calor. -Y ¿qué tal lo lleváis? No debí haberlo preguntado porque el aguijonazo de los celos me picó aun más fuerte; Héctor no paró de elogiar a la susodicha “Sabrina”. ¿Se puede llegar a odiar a una persona sin conocerla? ¡Ya lo creo que sí! Porque yo la odié casi a los dos segundos de saber de su existencia. A todas éstas casi se había hecho la hora de despedirnos porque Héctor tenía clase a las seis, y todavía no habíamos hablado nada de “la oferta de trabajo”. Por varios minutos pensé que a lo mejor Coral tenía razón y todo era una excusa; pero no, era cruelmente real. -Necesito que nos hagas unas buenas fotos para presentarlas al concurso. Sólo es publicidad pero… desgraciadamente la imagen es lo que vende. -¿No se supone que es un concurso de baile? -Sí; pero para bailar primero tendremos que entrar en el concurso… y las bases son las bases. 53

El amor es una… -Si quieres buenas fotos… ¡tendrás las mejores! ¡Qué bien! Iba a conocer a Sabrina; ¡esa era la “ilusión” de mi vida! Durante dos días estuve torturando a todas mis amigas con lo mismo: “¿Sabes por qué no le gusto a Héctor? Porque no soy una bailarina anoréxica como la tal Sabrina. Yo no desprendo feromonas cuando bailo; (de hecho bailo como un pato mareado)”. Y lo peor de todo es que estuve torturándome a mi misma: “Héctor está enamorado de Sabrina. Igual él todavía no se ha dado cuenta pero no hay más que oírlo hablar… ¡Eso se nota! ¿Por qué tuviste que aceptar este trabajo? ¿Eres masoquista o qué te pasa?”. El jueves, puntual como un reloj, estuve en la dirección que Héctor me había dado con mi material de trabajo al completo. La academia era muy bonita por fuera… por dentro ya era una pasada. Nada más entrar una chica vino a recibirme. -¿Tú eres Laura? -Sí; ¿llego un poco pronto? -Llegas justo a tiempo. Héctor está terminando la última clase y ahora se reúne con nosotras. He cerrado aquella sala para que podamos trabajar tranquilamente; espero que esté todo a tu gusto. -Ahora lo veremos…

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El amor es una… Entonces lo supe: aquella chica bajita, de pelo rizado y rubio… No podía ser otra que ¡la fantástica Sabrina! (Desde luego, no era para nada como me la había imaginado). De anoréxica tenía más bien poco… pero aun así no se podía negar que era muy mona. -Por cierto, no me he presentado: Yo soy Sabrina. -Me lo he imaginado; Héctor ya me había hablado de ti. Ese comentario me lo podía haber ahorrado porque lo único que hice fue inflar su ego. -¿Pero bien o mal? –Dijo sonriéndose. -Bien, claro está. -No sé, no sé… -Siguió diciendo sin quitarse la sonrisa de la boca. –Ya se sabe que los hermanos mayores a veces son muy puñeteros. ¿Tú tienes hermanos? ¡¡¿SU HERMANO?!! ¿Me quieres decir que Héctor era su hermano? Te juro que si en ese momento me llegan a pinchar no tiro ni una gota de sangre. -Hola… ¿Te has quedado transpuesta? ¿Por qué Sabrina nunca dejaba de sonreír; sería que le apretaba demasiado la goma del pelo?

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El amor es una… -No… es que… Estaba pensando en algo… del trabajo. -¿Entonces no tienes hermanos? -¡Sí! También mayores que yo. Y para más INRI ¡gemelos! -Entonces te harán la vida imposible ¡doblemente! Yo también me reí; pero más bien por la alegría de saber ¡que Héctor no estaba enamorado de su hermana, jajaja! Héctor tardó un poco en venir pero mientras tanto Sabrina fue cambiándose de ropa. El concurso era de bailes latinos y participaban en cinco modalidades distintas por lo que la sesión de fotos requería de cinco cambios de vestuario. El primer “vestido” (por llamarlo de alguna manera porque más bien era un trocito de tela) era de color naranja chillón, salpicado de un millón de lentejuelas plateadas. ¡Era una pasada! -¿Te gusta? –Me preguntó Sabrina al ver mi cara de alucine. -Es… ¡precioso! -¡Y muy caro! ¿Crees que impresionaré al jurado? -¡Ya lo creo que sí! Se le veían las dos piernas y medio culo… Entonces llegó Héctor y el corazón (qué traidor) me dio un vuelco.

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El amor es una… -Lo siento muchísimo… Ya veo que habéis empezado sin mí… Supongo que mi “hermanita” ya se habrá presentado… Me dio dos besos y dijo: -Estás muy guapa. Voy a cambiarme de ropa. Todavía me queda la duda de si se dirigía a mí o a su hermana. La verdad es que he de reconocer que Héctor vestido de bailarín perdía un poco. Siempre he pensado que “esas vestimentas” son un poco afeminadas. Aun así seguía teniendo su encanto. La sesión duró casi cuatro horas y como no tuvimos tiempo para cenar, nos comimos unos sándwich entre foto y foto. -Bueno… con esto creo que ya está. Cuando las tenga ya os llamaré para que vengáis a elegirlas. -¿Quieres ver una de nuestras coreografías? –Dijo Sabrina toda entusiasmada. ¿Cómo era posible que después de tantas horas posando no estuviera hasta las narices de sonreír? Lo que yo te diga, era la coleta que le estiraba; de lo contrario no me lo explico. Bailaron una salsa, y ¡joder qué salsa! No me extrañaba que Héctor fuera tan bueno en la cama. Después Sabrina insistió en que me sacara a bailar y quise que la tierra se me tragara porque… digamos que mi pie izquierdo no se lleva 57

El amor es una… muy bien con el derecho. Pisé a Héctor tres o cuatro veces y al final desistí. -Podrías darle unas clases particulares. –Sugirió Sabrina. -¿A quién? ¡¿A mí?! ¡Nooo! -¿Por qué no? –Dijo Héctor.- Te mueves muy bien. -¡Ese chiste ha sido bueno! Te he pisado un millón de veces… ¿ya se te ha olvidado? -Serían gratis. -Te lo agradezco pero… Acabarías pagándome para que me marchara. -Como quieras… Tú te lo pierdes. Lo sé, lo sé… Coral ya me dijo que acabaría arrepintiéndome algún día. ¡Ya estoy arrepentida, ¿vale?! Pero pensé que igual lo hacía por compromiso o… que esperaba que yo no le cobrara las fotos. Pero vamos a ver, ¿si quería quedar conmigo no podía decirlo sin obligarme a pasar por la humillación de tener que bailar como un pingüino borracho? Me consolé a mi misma pensando que tenía una segunda oportunidad: “Laura, cuando venga a elegir las fotos dile que has cambiado de opinión”. Pero no vino; ¡no vino! Tenía mucho trabajo y mandó a Sabrina. Me volví a consolar a mí misma pensando que tendría otra oportunidad cuando viniera a recoger las fotos pero… ¿a que ni te lo imaginas? ¡No vino! Tenía mucho trabajo y mandó a 58

El amor es una… Sabrina. Eso sí, aquel mismo día me llamó para darme las gracias por el trabajo (y porque le dejé las fotos a mitad de precio) y dijo que me debía una cena que me pagaría cuando volvieran de Milán. -¡¿Te vas a Milán?! -Sí; el concurso se hace allí dentro de tres semanas. -Os deseo mucha suerte. Ya… ¡qué más daba todo! Héctor no me veía con los mismos ojos con los que yo lo veía a él. A lo sumo me veía como a una amiga (y ni siquiera como a una buena amiga sino más bien como a una conocida). ¿Y sabes qué ha sido lo peor de todo esto? Que cuanto más claro tengo que debo olvidarme de él, más claro tengo que no puedo.

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El amor es una…

OTOÑO 2007 Coral volvió de su fin de semana en Terra Natura, acompañada de Javi el foquero. Sé que te estás haciendo la misma pregunta que me hice yo en su momento; y la respuesta es: -¡No! El viernes me bajó la regla. ¿No me digas que no tengo mala suerte? Le dije que sí aunque realmente pensaba que era lo mejor que le podía haber pasado. Tampoco sirvió de mucho porque al miércoles siguiente quedaron a cenar y… ya no tenía la regla así es que… ¡pasó lo que pasó! El domingo siguiente igual… y al otro… y al otro… Hasta que Coral, para su satisfacción, acabó convirtiéndose en Otoño 2007. Según ella Javi había cambiado. En el trabajo todo el mundo sabía que estaban saliendo juntos y un día hasta la invitó al cumpleaños de su sobrina. Pero yo seguía teniendo mis dudas al respecto. Y sino, ¿por qué todavía no le había presentado a sus amigos?

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El amor es una… -Esta vez no quiero cagarla. –Es lo que siempre contestaba Coral.- La otra vez lo agobié demasiado y por eso acabé perdiéndolo; es mejor que le deje su espacio y no me importa que los fines de semana salga sólo con sus amigos. -Te recuerdo que lo perdiste porque no sabe mantener la bragueta cerrada por mucho tiempo. -¡Laura!, eso me ha dolido. -Sólo te he dicho lo que pienso. Pero por lo visto no le sentó muy bien que fuera sincera así es que, después de llamarla para pedirle perdón (todavía no me queda claro el por qué pero no me hablaba) dejé de dar mi opinión sin que me la pidieran. El tiempo pasó casi sin darnos cuenta y ya estábamos a mediados de octubre. Coral y Javi ya llevaban juntos casi un mes y pronto sería su cumpleaños. Nosotras le organizamos una fiesta sorpresa (no tan sorpresa porque ella ya lo sabía) pero nada de lo que hiciéramos se podía comparar a lo que Javi le tenía preparado. Reservó una mesa en el restaurante que hay dentro del oceanográfico y después (sobornando a los de seguridad) consiguió colarse en la piscina de los delfines. Coral no paraba de contar lo excitante que resultó que Javi le hiciera el amor mientras los delfines daban vueltas a su alrededor.

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El amor es una… -Tía, ¡eres muy morbosa! –Le dijo Ana Mae. Coral juraba y perjuraba que no… Pero el sábado por la noche ella y Javi se encerraron en el baño de la discoteca que da al acuario y… sospecho que lo volvieron hacer. ¿Es posible que si te pasas todo el día nadando entre peces acaben formando parte de tus fantasías eróticas? Yo nunca he tenido ninguna con el cuarto oscuro y me paso horas y horas en él. ¡Ey! Ahora mismo estoy teniendo una muy buena. ¡Dios! Piensa en otra cosa… piensa en otra cosa… Mejor te sigo contando lo que pasó el día que celebramos el cumpleaños de Coral; (a parte de que ella echara un polvo en los servicios, claro). Fuimos a N.K. porque Ana Mae había conseguido que su nuevo amigo Sergio (el portero que la rechazó), nos diera descuentos para la discoteca. Antes habíamos ido a cenar a un bar en el que nos sirvieron “demasiada” sangría. Y como no conducía bebí, bebí y bebí… para olvidarme de que Héctor ya habría vuelto de Milán ¡y todavía no me había llamado! Encima después hicimos botellón, o sea que cuando entramos en la discoteca íbamos todas con la “puesta a punto” bien hecha, ¡jaja! Coral ya tenía con quién entretenerse pero Ana Mae y yo no; así es que nos fuimos a estudiar el mercado.

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El amor es una… -¿Jugamos a salvar el universo? –Le propuse a Ana Mae. –Quien pierda paga una ronda de chupitos. -¡No! Eso no se vale. ¿Pero tú has visto cómo está el patio? La verdad es que estaba bastante mal; más de dos mil personas y ningún tío bueno. -¡Cobarde! Ana Mae acabó aceptado la apuesta. El juego, por si no has jugado ninguna vez, consiste en buscar a un tío con el que salvarías el universo en el caso de que peligrase aquella misma noche; vamos, que tienes que besarte con algún tío antes que las demás. ¡Perdí la apuesta! Sí, ya sé que la idea fue mía y que Ana mae no estaba del todo convencida pero… Es que la única persona con la que salvaría el universo ahora mismo, ¡es Héctor! Pero se puede decir que Ana Mae hizo un poco de trampas porque nos cruzamos con Sergio y sin darle tiempo a reaccionar le dio un beso en todos los morros. -Gracias por las entradas. –Le dijo Ana Mae después de tomar aire. Él se quedó flipando y a mí me tocó pagar una ronda de chupitos. La resaca del día siguiente ni puedo ni quiero recordarla. 63

El amor es una… Otras de las cosas que he aprendido de Coral es que aunque te pidan tú opinión, no la des abiertamente; a veces sólo oímos lo que queremos escuchar y vemos lo que realmente nos interesa. Por esa razón, cuando Coral me contó aquella historia tan enrevesada; ésta fue mi contestación: -Si lo quieres tendrás que confiar en él. No era de todo mentira pero… ¿de qué te vale confiar en alguien que te engaña? -De sobras sabes que lo quiero pero… No sé… Tengo la sensación de que algo no cuadra. Eso mismo intentaba explicarle yo desde un principio pero no me dejaba y llegados a esas alturas tampoco lo hice; ella sola se daría cuenta de todo. Te estarás preguntando ¿qué es lo que pasó? Pues que uno de los porteros del oceanográfico le había dicho a Laura que el viernes una chica morena fue a buscar a Javi; era su novia. Obviamente Laura le dijo que eso no podía ser porque Javi ya tenía una novia, o sea, ¡ella! Después de innumerables comidas de cabeza se lo preguntó a Javi directamente y éste le dijo que quien había ido a recogerlo era su hermana porque tenía el coche estropeado.

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El amor es una… No sabemos si sería mentira o verdad; pero el caso es que coló. Y Javi y Coral celebraron sus dos meses juntos en la piscina de los delfines.

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El amor es una…

CELESTINA POR UN DÍA Mi abuela llevaba dos semanas en cama y sin ninguna intención de moverse de allí. El médico de cabecera le había diagnosticado: “Depresión por cambio estacional”. ¡Y una mierda! Lo que mi abuela tenía era mal de amores. Después de que Ezequiel la dejara (y de eso ya hacía más de dos meses), se borró de las clases de baile, de las de cocina y de las de corte y confección. Ya prácticamente no pisaba el Hogar del Jubilado. Si no hacíamos algo al respecto mi abuela acabaría muriéndose de pena. Pero por lo visto mis padres no se daban cuenta de ello porque con los antidepresivos que le había mandado el médico, se dieron por satisfechos. Así que fui yo quién tomó las riendas en el asunto. -Abuelita, -le dije una tarde- vístete que nos vamos. -¿A dónde? -¡A bailar! -No; estoy mejor en la cama. -Es una orden. -Te doblo y hasta te triplico la edad, ¿y tú vienes a darme órdenes a mí? 66

El amor es una… -¡Sí! Por lo visto no iba a ser fácil de convencer así es que la saqué a estirones de la cama pero se negaba a vestirse. -Sé cómo te sientes… porque yo me siento igual. -¿También tienes depresión debida al cambio estacional? -Llámalo como quieras… pero tengo lo mismo que tú. Al final accedió a salir conmigo; pero nada de ir al Hogar del jubilado, tuve que conformarme con llevarla a merendar. -¿Cómo se llama? –Me preguntó mi abuela cuando mojaba su ensaimada en el café con leche. -¿Quién? -De sobras sabes de lo qué te estoy hablando… -Héctor. -¿Y…? Y le conté toda la historia (omitiendo la parte del sexo, claro está, no olvidemos que se trataba de mi abuela). -A ese chico le gustas.

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El amor es una… De todas y cada una de las opiniones que me habían dado, aquella sin duda era la más absurda de todas. -¡Qué dices! Luego caí en la cuenta de que a mi abuela le había dado una versión Light; por tanto su visión no podía ser igual que la de los demás. Por eso no traté de discutir su teoría. -Te podía haber llevado a la cama otra vez y no lo hizo; eso significa algo, ¿no crees? -¡Abuela! -No me mires así; soy vieja pero no tonta. Y luego te llamó a ti para hacerle las fotos; ¿crees que no le habrán hecho fotos un millón de veces? Debe conocer a muchos fotógrafos. -Entonces, si tan lista eres, dime, ¿por qué no me ha vuelto a llamar? -¡Porque es un hombre! -¡Oh, menos mal! Creí que era un mono. -Es un hombre y los hombres, por naturaleza, son cobardes. -¿Y qué debo hacer? -Esperar… y tomarte el capuchino que se te está enfriando. -¡Pues vaya mierda! -Esa boca… No me hagas que te la lave con jabón a estas alturas.

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El amor es una… Las tardes que pude escaparme de la tienda (que fueron realmente pocas) llevé a mi abuela a merendar y poco a poco fui consiguiendo que levantara un poco los ánimos. Pero no le saqué ni media palabra sobre Ezequiel. Al final opté por la opción más rastrera: llevarla engañada hasta el Hogar del jubilado. -Abuelita, hoy vamos a merendar a un sitio distinto. -¿A dónde me llevas? -Es una sorpresa. Una sorpresa que no le hizo ninguna gracia… Cuando llegamos a la puerta me dijo: -¡Eres una traidora! Y me dejó plantada en la puerta. -¿Dónde vas? -¿Tú qué crees? Entonces llegaron dos señoras que conocían a mi abuela y se alegraron mucho de verla. La convencieron (más bien la coaccionaron) a que entrara y mi abuela, estirándome del brazo, me susurró al oído: -Tú vienes conmigo y recuerda: ésta me la pagas.

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El amor es una… ¡Vale! Pero me había salido con la mía. ¡Jajaja! Y encima tuve suerte porque nada más entrar ¿a que no adivinas con quién nos cruzamos? ¡Con Ezequiel! Se preocupó por la salud de mi abuela porque se había enterado de que estaba mala pero ella delante de él se hizo la valiente y le restó importancia. Luego le cortó un poco bruscamente y nos sentamos en una mesa a tomarnos mi capuchino y su café con leche. Era martes y todos los martes, a las siete en punto, hacían baile. Ezequiel no tardó mucho en venir a sacar a bailar a mi abuela. Ella, muy cortésmente, se negó a bailar con él pero yo fui más astuta que ella y la obligué a que aceptara alegando que mi padre me había llamado porque me necesitaba urgentemente en la tienda. Mi abuela me apartó cogiéndome del brazo y me susurró al oído: -Dos cosas: No te perdono todas las judirías que me has hecho esta tarde y te juro que me las pagarás todas juntas, ¡traidora! -Dos cosas: -le dije yo- No pierdas tu tiempo esperando; lucha por lo que quieres. ¡Ah! Y yo también te quiero. Le di un beso y me despedí de Ezequiel: -Cuídamela, ¿eh? -¡Eso está hecho!

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El amor es una… Los dejé bailando y después no sé que pasó porque mi abuela se negó a contármelo ya que: “me las iba a hacer pagar todas juntas”. ¡Jajaja! Pero volvió muy contenta del Hogar del jubilado y fue directa a la cestita de sus medicinas. Ante la sorpresa de mi madre, todas fueron a la basura. Oficialmente “la abuela se había vuelto loca”. En cambio sólo yo supe la verdad: Ese día me abuela empezaba a vivir de verdad. Como su enfado conmigo no era real, antes de acostarse pasó por mi habitación a decirme: -¡Traidora! Una cotorra me ha dicho que no pierda mi tiempo esperando, que debo luchar por lo que quiero. ¿Tú qué quieres? -¿Qué ha pasado? -Eso nunca lo sabrás… Pero no seas tonta y llama a Héctor.

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El amor es una…

EL NIETO DEL NOVIO Lo llamé tres veces: la primera estaba apagado o fuera de cobertura, la segunda comunicaba y la tercera… no me lo cogió. Así que desistí, me resigné a mi destino y pasé de Héctor. Ya iba siendo hora de que me olvidara de él de verdad. Pero una cosa es lo que se pretende y otra muy distinta lo que se consigue. Tenía que montar dos vídeos de bodas en los que había estado trabajando durante dos días y, ¿sabes cuánto necesité para mandarlo todo a tomar por saco? ¡10 segundos! Lo que tardó mi ordenador en borrarlo. Y soy tan rematadamente estúpida que no había hecho ninguna copia de seguridad. Para colmo de males, me llamó mi abuela toda sofocada porque el repelente nieto de Ezequiel había ido al Hogar del Jubilado para darles un sermón acerca de lo mayores que estaban para andarse con tonterías de noviazgos. -Por favor, por favor, ¿puedes venir? Sé que siempre tienes mucho trabajo pero si no fuera importante no te lo pediría. Es que éste chico impone mucho y Ezequiel y yo necesitamos a alguien que esté de nuestro lado.

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El amor es una… ¿Cómo le decía que no a mi abuelita? Total, tenía que empezar todo de nuevo; qué más me daba esperarme una hora más. -Estoy allí en 20 minutos. Para que te hagas una idea de cuál era mi aspecto físico aquella tarde, te diré que llevaba los vaqueros más viejos que tengo y el pelo recogido de mala manera entre la coleta y los ganchos. Por si eso no fuera poco, en vez de llevar maquillaje, llevaba rastros de tinta por debajo de la barbilla y en mi camiseta de recuerdo de: “Ibiza beach”. Vale que pensé: “Voy echa un trapo pero total, voy al Hogar del Jubilado, ¿a quién espero encontrarme, a un Brad Pitt sexagenario?”. No caí en la cuenta que a lo mejor, por un casual de la vida, el repelente nieto de Ezequiel estuviera mínimamente bueno. Pero, lo que menos, menos, menos me esperaba en esta vida, era encontrarme con quien me encontré: -¿Tú qué haces aquí? Era Héctor. Mi Héctor tomándose un café en la barra del bar de los jubilados. -Eso mismo me pregunto yo… Por cierto, te he llamado dos veces y no me lo has cogido. -No puede ser… 73

El amor es una… A la vez que le decía que era del todo imposible porque no me había sonado el móvil, pude comprobar que no estaba dentro de mi bolso porque me lo había dejado en la tienda. -Creo que me lo he dejado en la tienda. -Entonces es que tenemos telepatía. No quería que me preguntara el motivo de mi llamada así es que lo bombardeé a preguntas: -¿Qué tal el concurso? ¿Estuvo bien? ¿Os llevasteis algún premio? -Quedamos en cuarto lugar. -¡Felicidades! Eso está muy bien, ¿no? -Pues si no eres de los tres primeros… lo mismo da. -¡Vaya! Pero vosotros sois muy buenos; ¡otra vez será! -¿Vas a tomarte algo? Si quieres te invito. No es por excusarme de la cena, todavía te la debo… Se acordaba de la cena… ¡bien! -No gracias; he venido a buscar a mi abuela. -Yo he venido buscando al mío. Debe ser que hoy es la tarde de “los nietos favoritos”. -¿Dónde está tu abuela? –Dijo Héctor. -¿Quién es tu abuelo? –Le pregunté yo.

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El amor es una… -¡Allí está! -Contestamos los dos a la vez. Por una de esas casualidades de la vida, los dos señalamos al mismo lugar. ¡No, no, no, no podía ser! -¡¿Eres el nieto repelente de Ezequiel?! -¿Me has llamado repelente? ¡Mierda! Tuve un pensamiento en voz alta. -Y tú, me imagino, eres la nieta de nuestra Julieta. -Se llama Salomé. –Le dije un poco mosqueada. -Me da igual; tú me has llamado repelente. Nuestros abuelos no tardaron en acercarse. E insistieron en presentarnos pese a que ya nos conocíamos. Mediante señas intenté que mi abuela cayera en la cuenta de que Héctor, el repelente nieto de Ezequiel, era mi Héctor. La pobre se quedó a cuadros como yo. -¡Qué bien! –Dijo Héctor muy irónicamente. –Ya estamos en familia. Ezequiel quería que nos sentáramos los cuatro a tomarnos un café y discutir un tema (que todavía no sabía de qué iba); pero Héctor, (cómo no) tenía prisa porque empezaba una clase a las siete. Se

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El amor es una… fue y se despidió muy fríamente; presentía que la nieta de “Julieta” no le había caído muy bien. -¿Qué es lo que ha pasado? –Les pregunté en cuanto nos quedamos solos los tres. -Que a tu novio no le parece bien que nos queramos casar. -¡Abuela! Le grité pero porque me sentó como una patada en el estómago que lo soltara delante de Ezequiel; ¡y encima ni siquiera era mi novio! Luego asimilé el resto de lo que había dicho y todavía me sentó peor. -¿Os vais a casar? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¡¿Por qué?! -Sí; el mes que viene. El por qué es obvio… -Porque nos queremos. –Dijo Ezequiel antes de darle un beso a mi abuela ¡y con lengua! ¡Dios qué asco! -¿Sabéis qué? –Dije poniéndome en pie. –Que creo que Héctor tiene mucha razón: ¡Os estáis pasando! -¡Vaya! Ya se ha puesto de parte de su novio. -¡Abuela! Le volví a gritar y me fue de allí muy pero que muy cabreada. Luego encima me tiré casi toda la noche montando los vídeos de las bodas y sintiéndome fatal por cómo había tratado a mi abuela. Pero he de reconocer que durante dos 76

El amor es una… minutos sí que me reí muy a gusto al caer en la cuenta de que Héctor y yo podíamos acabar siendo “primo-hermanastros”, ¡¡jajaja!!. Mi padre me dio la mañana libre más que nada porque no había Dios que me levantara de la cama. Cuando estaba teniendo una pesadilla en la que aparecían Héctor, Ezequiel y mi enamorada abuela, ésta última me despertó a la realidad. -Laura, ¿podemos hablar? -Si son más de las dos de la tarde, sí. -Son las dos y media. ¡Qué mentirosa! Miré el reloj de la mesita de noche y no eran más de las diez. -¿Sabes que cuando me despiertan de un sueño profundo me pongo de muy mala ostia? -¿Sabes dónde estuve el martes? -¿En el Hogar del Jubilado bailando pasodobles? ¡Por Dios! Lo que menos me apetecía era ponerme a jugar a las adivinanzas. -No. En el entierro de mi amiga Encarna. Inmediatamente me sentí fatal por mi comportamiento y me levanté de la cama para prestarle a mi abuela la atención que se merecía. -Lo siento. Te acompaño en el sentimiento. 77

El amor es una… -Gracias. Cuando volvimos del cementerio me puse a pensar y me he dado cuenta que a lo mejor mañana ya no estoy en este mundo. -¡Abuela! No vuelvas a decir eso ni en broma. La abracé y le pedí que no me dejara nunca. -Sabes también como yo que todo lo que digo es verdad. Sí; lo sabía pero no quería pensarlo porque sólo al hacerlo me moría del dolor. -¿Ahora comprendes por qué quiero casarme con Ezequiel? Porque mi vida es sólo hoy. Creo que me he ganado el derecho a una boda por amor después de … Bueno, de tantísimos años. -Yo creo que también. Te prometo que tendrás la mejor boda del mundo. ¿Y ahora me dejas dormir un ratito más? Me dio un beso y me arropó como cuando era pequeña. Me quedé dormida hasta las tres y volví a soñar con Héctor, con Ezequiel y con mi abuela pero ésta vez el sueño fue tan bonito que me dio hasta rabia despertarme.

Como era de suponer, la noticia de la boda a mis padres no les sentó nada, pero que nada bien. Mis hermanos se descojonaron de la risa para acabar 78

El amor es una… diciendo: “Ah, ¿pero que va en serio?”. Carlos estaba más interesado por saber si Ezequiel tenía nietas y si éstas estaban buenorras, mientras que Víctor aprovechó la ocasión para burlarse de mí una vez más: “Laurita, la abuela se nos casa antes que tú; ¡¡jajaja!! Nena, que ha este paso se te quema el arroz… ¡¡¡Jajajaja!!!”. Lo mandé a donde pican las gallinas. En fin, que en mi casa tuvimos motivos de chistes y peleas para rato. Pensé en llamar a Héctor en un par de ocasiones; pero como no se me ocurría nada que decirle, (bueno, cosas sí que se me ocurrían pero no sabía como entrar en la conversación) así que al final desistí. Ahora, él tampoco se mató por llamarme. A esas alturas ya tenía más que claro que jamás de los jamases me iba a pagar la cena que me debía. Una semana después de la noticia bomba, la caja de Pandora se volvió a abrir. -Abuela, ¿qué haces? Sabía lo que estaba haciendo porque pude verlo con mis propios ojos; pero ¿por qué hacía sus maletas? -Me voy de casa. -¿A dónde? ¿Por qué? ¿Te has peleado con mis padres?

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El amor es una… -No. Casi no me hablan así es que… No tengo muchas oportunidades de discutir. Ezequiel se ha ido de casa así es que hemos pensado en irnos a vivir juntos a mi antiguo piso. Aquello me dejó de piedra. ¿Era lícito que tu abuela se fuera de casa antes que tú? ¡Y encima a vivir con su novio! Vamos, que cuando lo contara iba a sonar a chiste. -Abuelita… No te puedes ir. ¿Me dejas sola con mis padres y los monstruosos gemelos? -Cariño… Espero que pronto llegue el día en que tú hagas lo mismo. Sí, yo también lo esperaba. Entonces (¡vaya! No sé por qué, ¡¡jeje!!) me acordé del repelente de Héctor. Tenía que hablar con él y decirle todo lo que pensaba. Me daba lo mismo sino sabía cómo introducir la conversación pero echar a su abuelo ¡su propio abuelo! de casa; eso ya era pasarse. Me fui a hablar con él personalmente; (y como no era una cita sino una discusión en toda regla, pues que iba bastante fea, la verdad). En las telenovelas las protagonistas cuando lloran o incluso cuando se caen por las escaleras están impecables; pero claro yo no era prota de ningún culebrón.

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El amor es una… Llegué a la academia de baile y no me encontré a nadie en la recepción. Me asomé a una de las aulas y estaba Sabrina dando clases. -¡Perdón! Estoy buscando a Héctor. -¡Ah! ¡Hola Laura! Está ensayando en el aula contigua. Y allá que me fui. Cuando estaba delante de la puerta estuve a punto de volverme atrás; pensé: “¿Y ahora qué le digo?”. Entonces me vino a la mente el recuerdo de mi abuela: “Creo que me he ganado el derecho a una boda por amor…”. Y toqué a la puerta. No sé si dijeron adelante o no; pero yo la empujé. Cuando vi a Héctor se me paró todo: las pulsaciones, la respiración,… Estaba medio desnudo… Con todo su pecho depilado al descubierto y con unos pantalones blancos que le hacían un culo…. ¡menudo culo! (Hablando así parezco un tío, lo sé). Como ya te habrás hecho una idea de la visión que tuve al abrir la puerta, continuaré con mi relato. Me temblaban las piernas y no tenía ni puñetera idea de lo que le iba a decir. -¡Hola! –Era lo que solía decir cuando no se me ocurría nada. -¡Vaya! No te esperaba tan pronto. Debería preguntarte a qué has venido pero… ¡Ya lo sé!

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El amor es una… La música que se oía cuando entré seguía sonando. Héctor en lugar de pararla para que pudiéramos hablar, me cogió para que bailara. -¿Qué haces? –Le pregunté extrañada. -Estaba ensayando. -¿No puedes parar 5 minutos? Tenemos que hablar. Pasó de mí porque no me soltó. ¿Qué se supone que estábamos bailando para que se me pegara tanto? -Sé todo lo que me vas a decir y no vas a lograr convencerme de nada. -Pero… -No me dejó hablar. -Te noto un poco tensa; déjate llevar. -Aquí hace mucho calor. Y tanto que hacía calor; del calentón que me estaba entrando. Entonces (y no me preguntes cómo pasó todo porque fue muy confuso), la boca de Héctor acabó en mi cuello y mi camiseta en el suelo. ¡Mierda! Llevaba el sujetador viejo y… ¡Oh, Dios! Las bragas de Snoopy. Con suerte no me las vería (o a lo mejor con suerte sí; ¡¡jaja!!). ¿Alguna vez has hecho el amor rodeada de espejos? Es muy rallante pero tiene su morbo. Entonces comprendí lo que sentía Coral cuando lo hacía en la piscina del oceanográfico; nosotros no cerramos la puerta del aula y en cualquier 82

El amor es una… momento podía entrar alguien y pillarnos. Pero (por suerte) nadie entró. Fue muy bonito mientras duró; pero al llegar a mi casa y analizarlo todo paso por paso, me di cuenta que Héctor me tomaba el pelo. Teníamos que hablar de algo importante y con un polvo (un polvo increíble, todo hay que decirlo), me cerró la boca. ¿En qué te estabas convirtiendo Laura, en una chica de usar y tirar? ¿Se puede saber qué cojones tenía Héctor para anular así tu voluntad? ¿Y lo siguiente qué sería? ¡Eso quería saber yo! Cuándo se iba a terminar tanta tontería.

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El amor es una…

UNA NUEVA COMPAÑERA Después de que me pasara la tercera noche consecutiva en vela trabajando y de que amenazara a mi padre (me dio en broma), con denunciarlo por explotación laboral, aceptó (no de muy buen agrado), contratar a un ayudante. Desde que mi hermano Víctor aprobara las oposiciones de policía y abandonara el negocio familiar (de eso ya hacía más de un mes), nos habíamos repartido el trabajo entre Carlos y yo y, francamente, no dábamos abasto. Para ser sinceros, yo ya tenía en mente a una persona: Helena. Se había quedado sin novio y después sin trabajo; con lo cual la pobre estaba pasando por una mala época. Al día siguiente ya la teníamos trabajando en la tienda. Le presenté a mi padre y a mi hermano Carlos; a mi madre ya la conocía. Vi la expresión de su cara y le advertí en cuanto tuve ocasión: -Ándate con ojo; mis hermanitos no son de fiar. -¿Por qué hablas así de tus hermanos? –Helena ya había caído rendida a sus encantos y no hacía ni media hora que lo conocía.

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El amor es una… Por eso, si puedo, evito que mis amigas conozcan a mis hermanos; son puros machos en plena época de apareamiento (léase solteros en celo). -Carlos tiene cara de bueno pero… En eso ese queda. Aunque Víctor es bastante peor… ¡Me hace la vida imposible! -¿No será que todavía le tienes celos infantiles? – Dijo riéndose. -¡Son hombres! Y encima están buenos; no me lo niegues porque lo he visto en tu cara. Creo que esa explicación debería bastarte. -¡Vale! Procuraré no enamorarme de ninguno de tus hermanos. –Dijo de guasa. ¡Vale! Pero yo sabía por qué lo decía y no eran celos infantiles precisamente. Mi padre estaba muy contento con el trabajo de Helena y no tardó en mandarla a su primera boda. Lo malo es que la mandó con Carlos; (lo bueno es que me dio el fin de semana libre a mí, ¡jejeje!). Al lunes siguiente llegó emocionadísima por qué, palabras textuales de ella: -Creo que me estoy enamorando. ¡Mierda! Lo sabía; pero sinceramente no esperaba que sucediera tan pronto. -¿De mi hermano? 85

El amor es una… -¡Nooo! Laura, estás un poco obsesionada con ese tema. Tal vez un poquito sí, pero ella no era la que perdía a alguna de sus amigas cuando sus hermanitos acababan rompiéndoles el corazón. -Entonces, ¿de quién? Le daba vergüenza decirlo pero al final lo soltó con un hilillo de voz: -De Valentín. -¿De Valentín? -¡Vaya! Acaban de romperme el corazón. ¿Entonces ya no tengo ningún tipo de esperanzas? –Dijo mi hermano apareciendo de la nada. -¿Nadie te ha dicho que es de mala educación escuchar detrás de las puertas? Pasó de mí olímpicamente. -Y ¿qué ha pasado para que ahora lo veas de otra manera? Las dos nos quedamos mirando a Carlos que se acomodó en una silla para escuchar descaradamente nuestra conversación. -¿Qué haces? –Le dije de mala ostia. 86

El amor es una… -Necesitaréis una opinión masculina. -¿Por qué no inviertes tu tiempo en algo productivo y nos preparas unos cortados? -Está bien… Os escucho igual desde la otra habitación. En cuanto salió cerré la puerta. -Tu hermano es muy divertido. -Sí… ya… ya… Tú céntrate en Valentín. -¿De verdad que no tengo ninguna posibilidad? – Se oyó gritar a mi hermano desde la otra habitación. -¡Nooo! –Le contestó Helena riéndose. ¡Ya lo creo que las tenía! Menos mal que se estaba enamorando de Valentín. Pero… ¡no! ¿Cómo pude siquiera pensar eso? ¡Pobre Helena! Se me olvidaba que Valentín ¡ya tenía novia! -¿Me vas a contar qué ha pasado? -Pues… la verdad es que nada. Sólo que he empezado a ver cosas en Valentín que antes me pasaban inadvertidas; pero él siempre ha sido así. ¡Qué imbécil que fui en su día! Ahora podía estar con Valentín y yo de ingenua elegí a Miquelle. Desde que ella y Valentín se hicieran grandes amigos, quedaban todos los jueves a tomar café. Y últimamente también algún domingo para ir al cine. 87

El amor es una… -El domingo fuimos al cine a ver una de esas comedias románticas que a ti tanto te gustan y que a mí me matan. Lo pasé fatal porque durante toda la película estuve pensando ¿qué pasaría si lo besara? -¡¿Y lo besaste?! -¡No! Al final no me atreví. -¿Por qué? Cualquier tío responde a un beso. –Dijo Carlos que acababa de regresar con nuestros cafés. Se acomodó en una silla; estaba claro que no lo íbamos a poder echar. -¿Y después qué? Valentín tiene una novia. -¿Es tu amiga, prima o hermana? ¿La conoces acaso? –Siguió diciendo mi hermano. -No. No la he visto en mi vida. -¿Y entonces cómo sabes que realmente existe? No me cuadra que un tío que tiene novia quede contigo un domingo. -Pues… A Helena se le iluminaron los ojos; creyó en la teoría de mi hermano y eso le supuso un motivo de esperanzas. -Hazme caso Helenita; la próxima vez no te lo pienses y bésale.

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El amor es una… Helenita… Digo, Helena, estaba dispuesta a hacerle caso y se preparó psíquica y físicamente para su cita del jueves. Se maquilló para la ocasión (cosa que generalmente nunca hacía) y estrenó su camiseta nueva de Benetton. Cuando llegó a la cafetería de costumbre le temblaron las piernas; cosa que nunca antes le había pasado. Pero cuál no fue su sorpresa que al acercarse a la mesa de siempre… Valentín no estaba solo. -¡Hola Helena! Te estábamos esperando. “¿Tú y quién más? ¿La jirafa?”, pensó Helena. (La chica que acompañaba a Valentín era extremadamente alta y delgada). -Te presento a Andrea; mi novia. -Encantada. –Dijo ella.- Tenía muchas ganas de conocerte porque Valentín me ha hablado mucho de ti. ¡Mierda! Eso mismo era la teoría de Carlos: una auténtica… A Helena el café le sentó como una patada en el estómago porque cuando vino a casa a llorarme sus penas, acabó todo en el retrete de mi baño. -¿Pero le besaste? –Preguntó Carlos apareciendo de la nada como de costumbre. -¡¿Delante de su novia?! –Dijo Helena. -¡Tú eres tonto! –Le dije yo. 89

El amor es una… -Obviamente delante de su novia no. Pero la próxima vez que quedéis a solas no te cortes y lánzate; hazme caso. Los hombres no tenemos “mejores amigas”. Sólo amigas o amigas con derecho a roce. -¡Vaya! Eso sí que es un consuelo. –Dijo Helena moqueando.- O sea, que a lo máximo que puedo aspirar es a ser su amante. -No le hagas caso; -le dije yo.- ¿no ves que es un hombre? -Si no piensas hacer nada por acostarte con él… mejor no volváis a quedar porque aquí la única perjudicada vas a ser tú. Al fin mi hermanito decía algo con sentido. Helena: ya iba siendo hora de que anularas tus citas de los jueves.

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El amor es una…

UN TRATO ES UN TRATO Una semana después de que mi abuela se instalara en su nidito de amor, me pidió que “por favor, por favor…” le instalara Internet. ¿Para qué quería mi abuela Internet? ¿Para chatear? ¿Para buscarse un ciber-novio? ¡Pero si ya tenía uno! ¿Pero de verdad que mi abuela sabía manejar un ordenador? Por lo visto, en el Hogar del jubilado ya no se daban clases de bolillo como en antaño, sino que enseñaban a nuestros abuelos a navegar con banda ancha. ¡Dios mío! ¿A dónde iba a parar esta sociedad en la que los abuelos se convertían en adolescentes y los veinteañeros en viejos prematuros? ¡Yo ni siquiera tenía tiempo para conectarme a Internet! -¿Dónde está el ordenador? Me había recorrido ya toda la casa y no había ni rastro del equipo informático. -¡Oh! Es que quedó Héctor en que lo traería esta tarde. -¡¿Qué?! ¡Abuela!

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El amor es una… Sin darme cuenta empecé a gritarle pero es que me había metido en una encerrona. -Es ésta tu venganza, ¿verdad? Pues no lo vas a conseguir porque yo me voy ahora mismo. -¿Y no me vas a poner Internet? –Dijo como si no hubiera roto un plato en su vida. -¡Que te lo instale tu nuevo nieto! En ese preciso instante llamaron a la puerta. -¡Oh! Ese debe ser Héctor. ¡Mierda! Otra vez iba echa un adefesio; ¿por qué siempre me tenía que ver con esas pintas? Ezequiel le abrió la puerta y Héctor venía detrás de dos grandes cajas. -¡Hola! No esperaba verte aquí. –Me dijo nada más dejar las cajas en el suelo y descubrir mi presencia. -Sinceramente… yo a ti tampoco. -Para que veas que no soy tan “repelente”, le he regalado a mi abuelo mi ordenador viejo. Venía a instalarlo. ¿Dónde lo pongo? -Y yo… -“Yo he venido a hacer el tonto”. Pensé para mis adentros. Ezequiel y Héctor se fueron a montar el ordenador y mi abuela y yo nos metimos en la cocina a preparar la merienda. 92

El amor es una… -Ésta no te la perdono, ¿lo sabes Salomé? -¡Calla! Algún día me lo agradecerás. Y no me llames Salomé que me mosquea. -Es que ahora estoy demasiado enfadada como para llamarte abuela. -Laura… todavía eres una cría. ¡Sí… ya…! Pero menudo bochorno me estaba haciendo pasar. Fuimos al “despacho” en el que Héctor estaba instalando el ordenador. Él estaba demasiado concentrado en lo que hacía y a mí no se me ocurría nada que decir; así es que me tomé mi café con leche muy deprisa (tanto que me quemé la lengua) y me excusé diciendo que tenía que volver a la tienda. -Laura espera. –Dijo Héctor.- ¿Tienes algo que hacer esta noche? Pude ver de reojo la sonrisita de Salomé y Ezequiel. -Dormir… Héctor se sonrió y dijo: -Y antes de dormir, ¿piensas cenar? -Supongo que sí. -¿Querrías cenar conmigo? Te debo una cena desde hace mucho tiempo. 93

El amor es una… -Si no te viene bien no pasa nada, de verdad. –No quería que se sintiera obligado porque prácticamente le regalé las fotos. -Un trato es un trato. ¿Quedamos a las nueve? ¡Aaaay! Si yo estaba deseando quedar con él; pero lo hacía sólo por compromiso. Así no, así no es como yo me lo imaginaba. Debería de haberme puesto contenta pero en lugar de eso, cuando llegué a mi casa, llamé a Coral y me puse a llorar. Pese a todo, me arreglé lo mejor que pude porque ya estaba bien de que me viera echa un adefesio. Intenté no ir demasiado puesta porque no sabía a dónde pensaba llevarme a cenar. El restaurante al que fuimos estaba al completo y (gracias a mi insistencia) acabamos en un McDonald’s. Sé que para una cita es muy cutre pero… no olvides que aquello no era una cita: era el saldo de una deuda. Supongo que Héctor hubiera acabado llevándome a un sitio mejor pero yo ya de por sí me sentía bastante mal sabiendo que estaba allí por compromiso, como para seguir dando vueltas por Valencia en busca de un plato de comida. ¡Qué desastre! En fin… La noche transcurrió de la siguiente manera: -¿Todavía estás enfadada conmigo? –Me preguntó Héctor.

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El amor es una… -Yo no estoy enfadada contigo. –“Al menos no por el motivo que tú te piensas”. Dije para mis adentros. -No tengo nada contra tu abuela; pero, sinceramente, pienso que lo de la boda es un absurdo. -¿Por qué? Ellos se quieren y ya están viviendo juntos; ¿qué más te da que se casen? -Tienes demasiadas ideas románticas en la cabeza. –Aquello me sentó como una patada en la entrepierna. O sea, que Héctor pensaba que era una cursi y una ñoña. -¡Vale! –Dije con cierto mosqueo.- Puede que yo sea una cursi y una ñoña pero tu abuelo y mi abuela son dos personas adultas que pueden hacer de sus vidas lo que se les pegue la gana. Héctor se sonrió y dijo: -Te mosqueas con mucha facilidad. En momentos como ese no sabía si lo que quería era besarle o darle una patada en el culo. -No es verdad. -Ya lo creo que lo es. ¡Vale! Realmente me apetecía darle más una patada en su culo.

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El amor es una… -Da lo mismo lo que opinemos porque de todos modos se van a casar. -Eso ya lo veremos… -Dijo Héctor desafiante. -¡¿Cómo que ya lo veremos?! -Ahora estás realmente enfadada. -¡No estoy enfadada! -Laura… Mi abuelo ya tuvo una mujer y ninguna otra va a ocupar su lugar. -Tu abuela está muerta. -Muchas gracias; esto lo anotaré junto a lo de “repelente”. Ahora él también estaba bastante enfadado. -Cuando yo tenía apenas 3 años mi madre se murió. Mi padre es abogado así es que siempre ha estado demasiado ocupado como para hacerse cargo de nosotros. Fue mi abuela, sí, esa que está muerta, la que nos crió a Sabrina y a mí. No fue sólo mi abuela… fue más que eso. ¡Nadie va a ocupar su lugar; yo no lo voy a permitir…! Aunque esté muerta. -Héctor… yo… lo siento. Pero debes de entender que mi abuela no pretende ocupar el lugar de nadie… -Laura, dejemos ya el temita y vamos a cenar. – Lo dijo bastante enfadado. ¡Mierda! Yo no sabía que no tenía madre; él nunca había hecho ningún comentario al

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El amor es una… respecto. ¿Por qué soy tan estúpida que siempre meto la pata en los peores momentos? Ya te puedes hacer una idea de cómo trascurrió el resto de la cena: la tensión se podía cortar en el aire y a penas cruzamos palabra. ¡Un auténtico desastre! Nos despedimos fríamente con un: “Hasta otra”. Me quedaba bastante claro que “otra” no iba a haber en la vida. ¡Adiós Héctor para siempre! Cuando llegué a casa llamé a Coral y me puse a llorar.

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El amor es una…

LA HERENCIA DE DAVID Que Ana Mae me llamara a las once de la mañana cuando se supone que tenía que estar trabajando, era raro; pero que encima lo hiciera al teléfono de la tienda era raro, raro, raro… Se avecinaban problemas. -¿Sabes quién ha venido a la tienda? ¡La madre de David! -¿Qué David? Mi pregunta fue de género idiota; pero claro, en ese momento no caí. -Laura, ¿qué David va a ser? ¡El padre de mi hija! -¡Madre mía! ¿Y qué quería? -Conocer a Malú. ¿No se da cuenta que llega tres años tarde? -¿Qué vas a hacer? -No lo sé; por eso te llamo. Cuando la niña empezó a preguntar por sus “otros” abuelitos, Ana Mae le vendió la moto de que vivían en Argentina. “¿Y no tenen teéfono?”, le preguntó Malú en cierta ocasión. No; por lo

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El amor es una… visto vivían en un lugar tan pero tan remoto que ni siquiera llegaba el correo. -¿Y ahora qué le digo a mi hija? –Me preguntó Ana Mae. -Pues que tenían muchísimas ganas de conocerla y han viajado desde muy lejos para venir a verla. A Ana Mae no le hacía ninguna gracia pero al final tuvo que acceder a que sus abuelos paternos conocieran a la niña. Quedamos (digo quedamos porque yo también fui) en el parque de mi calle cuando la niña salió del colegio. Ana Mae estaba tan nerviosa que había empezado a comerse las uñas postizas y Malú tan emoci0nada de conocer a sus “abuelitos” que la noche anterior se había hecho pipí en la cama. Cuando llegamos al parque la madre de David ya nos estaba esperando sentada en un banco. -Creo que es ella. –Me susurró Ana Mae al oído. No sé por qué me había imaginado a una mujer más mayor; pero ésta señora no aparentaba más de 50 años. Cuando llegamos a su altura Ana Mae tragó saliva y con voz temblorosa hizo las presentaciones:

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El amor es una… -Malú… Ésta es tu abuelita… -Hizo una pausa para coger aire pues parecía que se fuera a ahogar. –Ésta… ésta es… su nieta… -¡Dios bendito! La señora se abrazó a la niña llorando y le dijo que era su abuela Rosa; la mamá de su papi. La niña se sentó en las piernas de su nueva abuela y la bombardeó a preguntas con la misma espontaneidad como si la conociera de toda la vida. -¿Y el abuelito? ¿No ha podido venir? -Mi amor… Tu… tu abuelito está con papi. -¿En el cielo? De pronto todas las piezas empezaron a encajar. A la abuela de Malú ya no le quedaba nada… ni nadie. Lo único que tenía en este mundo era la herencia de David: su hija. -¿Sabes Malú? Cuando te miro es como si estuviera viendo a tu papi; tienes sus mismos ojos… y su sonrisa. Eso era cierto. Malú era clavadita a su madre, de rasgos orientales; excepto en una cosa: sus ojos eran tan azules que parecían los de un jasquis siberiano. Ana Mae se dio media vuelta y empezó a buscar nada dentro de su bolso; estaba llorando.

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El amor es una… Una hora después la señora Rosa se despidió de nosotras y quedaron en volver a encontrarse una semana después, en el mismo sitio y a la misma hora. Con el tiempo, la frecuencia de sus encuentros fue aumentando hasta que prácticamente la abuela de Malú veía a la niña todos los días. -Y hay días que me llama ¡hasta tres veces! –Me comentaba Ana Mae angustiada.- No es que yo no quiera que Malú tenga relación con su abuela… pero es que… me siento asfixiada. Realmente estaba cagada. Una vez terminado con las uñas postizas, había empezado a comerse las suyas propias. Por el contrario, Malú estaba tan contenta con eso de tener una abuela que pasó de ser una niña taciturna a ser la más extrovertida de todo el parque. -Voy a cambiar los armarios de la cocina, ¿te vienes a Ikea este fin de semana? -¡No, no y no! –Al final me tuve que poner seria con Ana Mae. –A los armarios de tu cocina no les pasa nada; los cambiaste hace un año. ¡Afronta tus problemas de una vez por todas! Realmente la abuela de Malú no te tiene asfixiada, Ana Mae; lo que te tiene es muerta de miedo. Y sucedió lo que menos me esperaba; Ana Mae perdió el control y rompió a llorar. 101

El amor es una… -No quiero que me quiten a mi hija. ¡Es mía! ¿Dónde estaban todos cuando ella más los necesitaba? ¡Dime! ¿Dónde, eh? ¿Dónde estaban cuando yo me quería morir…? Me dieron de lado y hasta insinuaron que… la niña era de cualquiera. Entiendo que estuvieran destrozados por el dolor de perder a su único hijo; pero ¿y yo? ¡Yo perdí al hombre de mi vida! ¡¡Yo quería morirme con él!! Pero no lo hice, ¿sabes? No lo hice por ella: por mi hija. Mía, sólo mía; y nadie me la va a quitar. ¡Todos acaban por abandonarme: mis verdaderos padres, mi mamá, David,… y hasta Sergio! Pero ella no, ¡Dios mío, ella no! A Malú nadie la apartará de mi lado porque antes acabo con quien sea. ¡Ya no me importa el dolor de los demás! Bastante he sufrido yo en esta cochina vida. Estaba fuera de sí. Llegué a asustarme porque no sabía cómo calmarla; y lo peor, no sabía ni que decirle. Así es que la abracé y lloré con ella: -Nadie nos va a quitar a Malú. Cuando los ánimos se calmaron y pudimos estudiar la situación fríamente, le propuse a Ana Mae que consultáramos a un abogado. Lo hice más bien por su tranquilidad pero en mi fuero interno sabía que la señora Rosa no pretendía quitarle a la niña; además no podía porque 102

El amor es una… legalmente no estaba reconocida como hija de David. Hablé con Ezequiel y al día siguiente ya habíamos concertado una entrevista con el padre de Héctor. No me hacía mucha gracia la situación porque seguramente el padre pensaba igual que el hijo respecto a mi abuela; pero era el único abogado de confianza que conocía. Bueno… lo de confianza… Llegamos al despacho antes de tiempo pero aun así no tuvimos que esperar mucho para que la secretaria nos hiciera pasar a la oficina del padre de Héctor. Nada más verlo supe cómo sería Héctor con 50 años; clavado a su padre. Se presentó y nos invitó a tomar asiento. -¡Vaya! Veo que mi padre y mi hijo tenían razón. –Dijo dirigiéndose a mí. –Has causado sensación en mi familia. Me ruboricé. No sabía si darle las gracias porque no me quedaba muy claro si era o no un cumplido. -No sé, no sé… -La modestia no le pega a una chica tan guapa. Sí; eso sí era un elogio. Me volví a ruborizar. -Gracias. -¿Y bien? ¿En qué puedo ayudaros? 103

El amor es una… Le contamos el caso y en menos de una hora ya nos había despachado. Yo tenía razón; la señora Rosa no podía hacer absolutamente nada en contra de Ana Mae, a menos que se demostrara que la niña era hija biológica de David. Todo aquello, por lo menos, nos sirvió para que Ana Mae se quedara más tranquila y para que los pajaritos de mi cabeza echaran a volar: Héctor le había dicho a su padre que yo era guapa (si no fue eso al menos algo parecido, ¡¡¡jajaja!!!). Y también su padre y su abuelo lo pensaban; ¡qué bien! Por dos décimas de segundo (¡vale! realmente fueron 2 minutos) me estuve imaginando cómo sería tener al padre de Héctor de suegro. Pero después volví a la realidad; me tendría que conformar teniéndolo de tiastro. Volviendo a la historia de Ana Mae (ya que este capítulo es suyo); cuando se tranquilizó y se volvió a poner las uñas postizas, le pregunté por aquello que me tenía intrigada: -¿Qué pasa con Sergio? -¡Nada! ¿Por qué tenía que pasar algo? Ese ya es un capítulo cerrado. No la creí; era muy mala mintiendo. -¿Y si es un capítulo cerrado por qué dijiste el otro día que hasta él te había abandonado? 104

El amor es una… -¡¿Eso dije?! –Se fingió sorprendida.- Estaba en estado de shock; la verdad es que no lo recuerdo. ¡Y ya está! No dio más explicaciones y yo tampoco insistí mucho. Pero una tarde cuando aquella conversación aun estaba reciente, me llamó para pedirme un favor. -¿Te puedes quedar con Malú mañana por la tarde? Es que mi padre tiene un compromiso y no me hace ninguna gracia tener que pedirle el favor a Rosa. -¡Vale! ¿Qué vas a hacer? -Pues… He quedado para ir al cine… -¡Ah! -… Con Sergio. Y entonces sí me contó todo. Bueno, tampoco era mucho lo que había que contar: que hablaban casi todos los días por messenger y que se habían hecho muy buenos amigos. Ana Mae estaba totalmente convencida de que aquello no los llevaba a ninguna parte puesto que él seguía sin encajar el tema de la niña, pero… Sólo era ir a ver una peli como amigos. Aunque Ana Mae no lo dijo, yo sabía que para ella Sergio era otra cosa muy distinta. Resumen de la cita según palabras textuales de Ana Mae:

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El amor es una… -¿La peli? No lo sé; creo que iba de una pareja que se quería casar pero el cura les hacía la vida imposible. La verdad es que no me enteré mucho… Estaba ocupada… en otras cosas. -¿Te liaste con él en el cine como cuando teníamos 16 años? -Bueno… ahora sé hacer cosas que antes no sabía. Las dos nos reímos muchos con los detalles; hasta que le hice la pregunta fatídica. -¿Vais a volver a quedar? -No. -¡¿Pero por qué?! -Porque esto no nos lleva a ninguna parte. ¿Para qué me voy a hacer ilusiones con algo que no tiene futuro? Al despedirnos lo hicimos definitivamente. Le brillaron los ojos al decir esto; obviamente estaba intentando retener las lágrimas. -¡Vaya mierda! -Sí; así es el amor. –Concluí yo.

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El amor es una…

UNA NUEVA FAMILIA Lo de que mi abuela y Ezequiel se casaban, era prácticamente un hecho consumado (pesara a quién le pesara). Por eso, (y aquí venía la peor parte), pensaron que las familias debían conocerse antes del enlace. Habíamos quedado a cenar en un restaurante cercano a la casa de mi abuela y su novio. Mi familia al completo fue la primera en llegar; (miento, Víctor llegó media ahora más tarde porque tenía turnos de mañana y acababa de salir de currar). La familia de Ezequiel no tardó mucho en llegar; venía encabezada por Héctor y la niña que llevaba en brazos. ¡¡¡Era su hija!!! Tenía su misma cara y no aparentaba más de 3 ó 4 años. De súbito me entraron los calores de la muerte y deseé con todas mis fuerzas que el suelo se abriera ante mis pies. ¿Pero por qué? ¿Por qué me tenían que pasar estas cosas a mí? ¿Cuántos secretos más guardaba Héctor? Detrás de ellos venía Sabrina, su padre y… ¿Quién era esa? ¡¡A ver si encima Héctor estaba casado!! De un solo trago me bebí toda la copa (menos mal que sólo llevaba agua, ¡¡jajaja!!).

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El amor es una… -Mira Laurita. –Le dijo Héctor a la niña dirigiéndose a mí. –Te presento a tu tocaya. -¡Hola! –Puse mi mejor cara aunque por dentro los nervios me estaban estrangulando el intestino grueso (y de paso también el delgado). -¿Quién es ésta niña tan guapa? -La peque de la casa. ¡Ya! Eso lo aclaraba todo. ¡Maldita sea! ¿Por qué narices no se explicaba mejor? Menos mal que vino Sabrina a devolverme la vida. -¡Hola Laura! ¿Has visto qué hermana más guapa tengo? -Sí; es una preciosidad. No sabía que tenías una hermana… tan pequeñita. -Ya ves, -me explicó Sabrina- mi padre se volvió a casar hace unos pocos años y, cuando ya nadie nos lo esperábamos, llegó ella. Es la alegría de la casa. -¿Nos sentamos? –Dijo Héctor obviamente cansado de llevar a la niña en brazos. Ellos se sentaron. Yo me tuve que esperar un minuto para saludar a su padre y conocer a su esposa, la mamá de Laurita. Aunque se conservaba muy bien estoy convencida de que los cuarenta ya no los cumplía. A mí nadie me quita de la cabeza que la niña la tuvieron por infiltración.

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El amor es una… La cena fue más o menos bien. Tenía muchísimas dudas al respecto dada la oposición por ambas partes a la boda; pero la verdad es que las dos familias congeniamos muy bien. Demás está decir que mis hermanos con quién mejores pachas hicieron fue con Sabrina (¿por qué sería?, ¡¡jaja!!). Yo me senté al lado de Héctor y de su hermana pequeña que me tenía totalmente absorbida con su conversación. ¿Realmente es justo que una mocosa de 4 años tenga, no uno, ¡sino 4 novios! y yo no tenga ni uno solo? Pero ella sólo se va a casar con Pablo Martínez cuando tengan 12 años. Además, yo estoy invitada a la boda. ¡¡¡Jajaja!!! A lo largo de la cena supe que Abraham (así se llama el padre de Héctor) no era hijo único. Tenía otro hermano (al que probablemente nunca conoceríamos porque vive en Alemania); o sea que iba a tener otro tiastro más y creo que dos prima-hermanastras alemanas. (Estas cosas no pasaban ni en “Médico de familia” ¡¡¡Jajaja!!!). Después de la cena (que acabó considerablemente tarde) mis hermanos nos convencieron a Héctor, a Sabrina y a mí para que fuéramos a tomar unas copas a un pub. Sé que realmente el hecho de que Héctor y yo fuéramos se las traía al pairo; a ellos les sobraba y les bastaba con la presencia de Sabrina. Yo me lié con los gin-tonics pese a que ya me había pasado un poquito con el vino; así es que ya te puedes hacer una idea de cuál era mi estado de embriaguez.

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El amor es una… Víctor, en su primer viaje al baño, se cruzó con una pelirroja y ya no volvimos a verle el pelo en toda la noche. Carlos, muy sutilmente acaparó toda la atención de Sabrina y se la llevó casi a la otra punta de pub. Así que nos quedamos Héctor y yo solos; ¡vaya por Dios! La situación requería desesperadamente otro Gin-tonic. -Siento que mi hermana se haya puesto tan pesada durante la cena. –Dijo Héctor para romper el hielo. -¡Que va! Es muy graciosa. Me recuerda mucho a Malú; la hija de mi amiga. -¿De verdad te parece graciosa? –Dijo irónicamente. –Eso es porque todavía no te ha cantado todo el repertorio de “La Bella y la Bestia”. Viene hasta con coreografía. -No intentes hacerte el duro conmigo; pero si se te caía la baba cuando hablaba de las clases baile. Por cierto, me he quedado flipada con eso; ¿Cómo una niña tan pequeña puede ir a clases de baile? -No es la única; yo empecé con seis años y Sabrina acababa de cumplir los cinco. -Pero es que lo vuestro viene determinado por el ADN; tu abuelo también es un estupendo bailarín. -Fue él quién convenció a mis padres para que nos apuntaran a Sabrina y a mi a nuestro primer concurso de baile. -Ezequiel es un gran hombre.

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El amor es una… Al decir yo esto la tensión se volvió a palpar en el aire. Héctor se puso muy serio y (deduzco que haciendo un gran esfuerzo) me dijo: -Tu abuela también lo es. -¿Un gran hombre? Intenté bromear con la situación pero viendo que Héctor no cambiaba ni un ápice el gesto de su cara, ahogué en mi copa el momento bochornoso. -Lo que más lamento de todo esto es que tú y yo hayamos tenido malos rollos por algo que prácticamente es un hecho consumado. -Bueno… siempre se puede empezar de nuevo. Entonces sí le cambió la cara y empezó a reírse como si yo acabara de contarle el mejor chiste del mundo. -¿De qué te ríes? -De nada. –Pero lo dijo sin dejar de reírse. – Brindemos por nuestra nueva familia. Y brindamos… sin que él dejara de mofarse vete tú a saber de qué. Eso hizo que me mosqueara. -¿Me vas a decir de qué te ríes, sí o sí? -Al decir que “siempre se puede empezar de nuevo”, me he acordado de nuestros comienzos.

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El amor es una… Lo dijo como si realmente alguna vez hubiéramos comenzado algo. Entonces caí en la cuenta; ¿se estaba refiriendo al polvo que echamos? Me puse más roja que un tomate. -No me puedo creer que te hayas ruborizado. -Es que aquí hace mucho calor. Y siguió riéndose de mí un buen rato más. Detrás de nosotros, (más en concreto detrás de él), habían dos chicas morenas que no le quitaban la vista de encima; eso hizo que saltaran las alarmas. Estaba convencida que si todavía no se habían acercado a Héctor era porque estaba yo. Me propuse defender mi terreno como una loba hambrienta; pero los gin-tonics empezaron a presionar a mi vejiga y al final tuve que ir de urgencias al baño. -Vuelvo en dos segundos. -¡Vale! Aquí te espero. Pero el muy ... (elige el insulto que más te guste)... no me esperó solo; las dos morenas estaban ocupando mi lugar. Me las presentó y todo; como si yo tuviera realmente interés alguno en conocerlas. Y allí se quedaron más de media hora en la que yo necesité otro gin-tonic más para digerir la situación. Cuando ¡por fiiiiin! se fueron, Héctor se sentó más cerca de mí (casi se podría decir que encima mío). 112

El amor es una… -¿Te has aburrido mucho? -No… -¡Mentirosa! –Y después me susurró al oído.- Las rubias me gustan más. -Pues allí en la barra hay una… y está sola. – Dicho esto me levanté y volví a ir al baño; no porque me meara sino porque necesitaba huir de él. A mi regreso Sabrina y Carlos ya se habían dignado a honrarnos con su presencia. -Me han llamado mis colegas y hemos quedado en el NK; -dijo Carlos- ¿os venís? -Iros vosotros; -contestó Héctor tomándose la libertad de hacerlo por los dos- yo llevaré a tu hermana a casa porque creo que como le rocen con una colilla sale ardiendo. Los tres se rieron; no tenía ninguna gracia. Así pues, salimos los cuatro juntos del pub; Sabrina y Carlos directos a la discoteca y Héctor y yo directos a mi casa. -¡Oh, Dios mío! Todo me da vueltas. –Dije nada más subir al coche. -La niña tiene poco aguante con la bebida. -¡Cállate!

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El amor es una… Le pegué un manotazo y él me amenazó con tirarme del coche si se me ocurría vomitarle en la tapicería. En el trayecto hasta mi casa cerré los ojos y hasta creo que soñé. Luego Héctor me acompañó hasta la puerta y me ayudó a abrirla porque la cerradura no dejaba de bailar y me era del todo imposible meter la llave dentro. -Bueno… ya estás en casa; sana y salva… al menos eso creo. -Si… Muchas gracias por todo. -¿Volvemos a ser amigos? –Dijo ofreciéndome su mano. -Sino al menos seremos primo-hermanastros. –Y le di la mano. -¡Eso suena horrible! Lo dejaremos en amigos… Pese a mi borrachera no me pasó inadvertida la entonación abierta de “amigos…” ¿y tal vez algo más? ¿Era aquel un momento beso? No lo sé; pero yo (siguiendo los inútiles consejos de Carlos) me lancé a la piscina y sin flotador. Héctor, apartó la cara y yo me quedé dando un beso al aire. Sino fuera porque mi estado de embriaguez no me lo permitía; me hubiera muerto de la vergüenza. -Laura… mejor no. No quiero que hagas algo de lo que mañana ni te vas a acordar. -Buenas noches.

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El amor es una… Di media vuelta y entré en mi casa antes de que viera en mis ojos las lágrimas que amenazaban con salir. Oí sus pasos por las escaleras pero fue muy extraño porque en principio se alejaban pero luego es como si hubiera vuelto otra vez. Llamaron a mi puerta muy despacio. ¿Era él? Sí, claro, ¿quién sino iba a ser? Abrí la puerta y sin darme tiempo a reaccionar me dio un beso que me hizo estremecer desde la cabeza a los pies. -Tal vez tú no te acuerdes; pero yo sí. Héctor: desgraciadamente yo también.

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El amor es una…

UN NUEVO FICHAJE Aunque al principio lo aceptó de muy buen grado, Coral no tardó mucho en hartarse de que Javi saliera sólo con sus amigos todos los fines de semana. Él le comía la cabeza diciendo que se veían todos los días durante horas y horas, y que ambos necesitaban hacer cosas por separado para preservar su espacio. Lo que a Coral no terminaba de encajarse es que “esas cosas” fueran irse de ligoteo con sus amigos. (Aunque él le juraba y perjuraba que siempre le era fiel). ¿Se habría tragado Coral el cuento? Por ese motivo, las pocas veces que salíamos de fiesta llevaba de acompañante a una cutre imitación de Coral con cara de perro pachón. Como es lógico, a las demás también acababa por cortarnos el rollo. No obstante, yo (terca y buena amiga que soy), seguía insistiendo en que saliera con nosotras en vez de quedarse en su casa torturándose psicológicamente y viendo Cinematrix. -Mañana no trabajo, ¿salimos esta noche?

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El amor es una… Al principio no le hizo mucha gracia pero cuando le propuse que fuéramos a tomar unas copas a la zona Aragón; “algo” le hizo cambiar de idea. -¡Vale! Conozco un pub que me han dicho que está muy bien; Javi suele ir mucho por ahí. O sea sé, ya sabemos qué le hizo cambiar de idea: esperaba encontrarse a Javi el foquero. Recuerdo que cuando iba a catequesis para confirmarme, tuve que aprenderme un pasaje que decía algo así: “Si buscas, encontrarás. Si llamas, se te abrirá. Si pides, se te dará. Por que Dios dijo: todo el que busque encontrará, a todo el que pida se le dará y a todo el que llame se le abrirán las puertas del cielo”. Coral estaba buscando la respuesta a sus dudas; y no tardó mucho en encontrarla pese a que siempre la tuvo en frente de sus narices. Llegamos al pub ése y, para gran satisfacción de Coral, las primeras personas a las que nos encontramos fueron a los amigos (y también “amigas”) de Javi y al propio Javi. Coral se abalanzó sobre su novio y le plantó un beso espectacular. Éste se quedó a cuadros y una de las chicas gritó (tuvo que gritar para que la oyéramos puesto que la música estaba muy alta): -¡¿Quién es “ésta”?! 117

El amor es una… -¡¡Su novia!! –Coral también gritó para que la “otra” lo escuchara perfectamente. -¡Nena… YO soy la novia de Javi! ¡Díselo Javi! Al tonto de Javi se le quedó cara de eso precisamente y dijo (para el cuello de su camisa): -Esto tiene una explicación. Coral prácticamente lo sacó a la calle a base de empujones. La otra novia de Javi los siguió. -¿Y bien? –Le dijo Coral.- ¡Por eso no querías que conociera a tus amigos! ¡Eres un…! -¿Qué tienes que decir a eso? –Le preguntó la otra chica. -Chicas… ahora estáis muy alteradas y nos dais cuenta pero… estamos montando el numerito en mitad de la calle; ¿podéis dejar de gritar? -¡Yo alucino contigo! –Exclamó Coral dando manotazos al aire. -¡Voy a gritar todo lo que me de la gana mientras no me des una explicación! –Gritó la otra. Y luego, se dirigió a Coral como si estuviera encantada de haberla conocido. _Por cierto, yo soy Arantxa. -Yo Coral; compañera de trabajo de “éste”.-Dijo refiriéndose al foquero. Las dos se dieron la mano en mitad del corro que habíamos formado los amigos de Javi y Arantxa, la gente que pasaba por la calle y yo misma. 118

El amor es una… -¡O sea! –Volvió a gritar Arantxa.- ¡¿Que la “novia de repuesto” soy yo?! Y al subnormal (no se me ocurre otra palabra mejor para definirlo) no se le ocurrió más que contestar: -Sí. Con lo cual se ganó un bofetón por parte de Arantxa que después de decirle hasta del mal que se iba a morir, entró al pub en busca de sus cosas para largarse de allí cuanto antes. Nosotras también nos fuimos; no sin que antes Coral le dijera al subnormal una verdad que hace tiempo le tenía que haber dicho: -¡Eres un imbécil! Y ahora me doy cuenta que realmente… NO VALES NADA. Aquella noche Coral se vino a dormir a mi casa porque no estaba en condiciones de ir a la suya. Le preparé una tila doble con valerianas y estuvimos hasta ¡las siete de la mañana! analizando paso por paso la relación de Javi y Coral desde el desgraciado momento en el que entró en su vida. Lo malo es que cada vez descubría más y más señales que le pasaron inadvertidas por ser, como dice Shakira en su canción, “loca, ciega, sordo-muda, frágil, torpe y 119

El amor es una… testaruda”. Coral lloró y lloró hasta que se le hincharon los ojos y calló rendida sobre mis piernas. Al día siguiente tuve que llamar al trabajo para decir que tenía fiebre. Y así estuvo dos días, con “fiebre” porque no se sentía preparada para enfrentarse al subnormal de Javi el foquero. Cuando llegó el tercer somatizó todos aquellos sentimientos controvertidos y tampoco fue a trabajar porque realmente le había subido la fiebre. Te estarás preguntado, ¿y Javi, en todos estos días intentó hablar con ella? La respuesta es: NO. Por eso, cuando Coral volvió al trabajo y no tuvo más remedio que enfrentarse a él, no se dignó a dirigirle la palabra. El subnormal aguantó siendo ignorado un día y medio; pero como eso de pasar inadvertido no va con su persona, al final el soltó a Coral: -¿Cuándo se te pase el enfado podemos hablar de lo sucedido? Coral le regaló su mejor sonrisa falsa y dijo: -No te equivoques; yo no estoy enfadada contigo. Alguien que no me importa no merece ni mi aprecio… ni mi desprecio. Y no se volvieron a dirigir la palabra en mucho, muchísimo tiempo. Lo malo es que Coral le había 120

El amor es una… contado una pequeña mentira: tal vez sí le importara algo puesto que lo despreciaba con todas sus fuerzas. Días después, cuando Coral había resurgido de sus cenizas, (a veces el odio nos hace más fuertes que el amor), recibió un correo “bastante” curioso: Hola!! Soy Arantxa; te acuerdas de mí? He averiguado tu correo fisgoneando en uno de los mensajes que me mandó Javi antes de que pasara todo esto. Espero que no te moleste pero es que necesitaba hablar contigo… Podemos quedar algún día de estos? Tengo muchas dudas y me serías de gran ayuda para darle carpetazo a esta historia. Mi teléfono es el 654 37 28 12 Espero tener noticias tuyas. Otra vez te pido disculpas si te he molestado. Gracias por todo. UN SALUDO. Arantxa. ¿Tú qué hubieras hecho en su lugar? Yo quedar. Y eso fue lo que hizo Coral porque ella también necesitaba darle carpetazo de una vez y por todas a aquella tortuosa e intermitente historia de amor y desamor. Te presento a Arantxa. Es maestra infantil y tiene 25 años. Un día fue de excursión al oceanográfico y nada más ver al foquero se quedó pillada por él. Ni si quiera reparó en la chica que estaba a su lado, la que adiestraba a los delfines; se llamaba Coral y al parecer era su novia.

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El amor es una… Casualidades de la vida, (o tal vez fuera el destino) aquel mismo fin de semana ¡se encontró al foquero en una discoteca! Obviamente él no la conocía a ella; por eso se presentó diciendo que había estado en su espectáculo y le había encantado. Empezaron a hablar, una cosa llevó a la otra y, al cabo de una semana ya estaban saliendo. Por supuesto, ella nunca supo (ni tan siquiera sospechó) que Javi ya tenía otra novia. Hasta que una noche estando de fiesta con los amigos, vino una chica y le plantó un beso en los morros a su novio ¡delante de ella! Arantxa se quedó más parada que un soldadito de plomo y cuando la “otra” le dijo que era la novia de Javi no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Perdió los nervios y en medio de una discusión acalorada le arreó un bofetón al cabronazo de su reciente ex novio. Ella se tiró una semana sin parar de llorar pero el muy “hijo de su madre” ni siquiera se digno a contestar a sus mensajes. En un arranque de estupidez le mandó un correo a Coral, la otra novia de javi (suponía que por entonces ya ex novia) para que le ayudara a encajar las piezas que a ella le faltaban. La chica no tardó en responder a su mensaje y a los pocos días quedaron a tomar un café y desentramar la doble vida de su ex novio en común. A Arantxa le dolió muchísimo saber toda la verdad; saber que Javi no era ni de lejos como ella creía y saber que, además, había sido una de tantas otras: la

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El amor es una… chica OTOÑO 2007 (compartiendo el “título honorífico” con su nueva amiga Coral). Pero lo peor, peor, peor de todo aquello fue saber que había esperado tanto tiempo para entregarse a alguien que mereciera realmente la pena, y lo había hecho con un auténtico… “piiip”. Con alguien que no supo valorar lo que tenía. A partir de aquella tarde, curiosidades de la vida, Coral y Arantxa se hicieron amigas y se nos unió a la peña. Razones no le faltaban; no en vano opinaba que el amor es una auténtica… Por eso, amiga mía, te digo: Arantxa, OLVÍDATE DE ESE “piiiip” (elige el insulte que más te guste); ÉL NO TE MERECE.

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El amor es una…

MI AMANTE AMIGA Helena hizo caso omiso a mis consejos y a su sentido común y siguió quedando con Valentín cada jueves. Luego los viernes se los pasaba enteritos llorándome por todas las cosas maravillosas que Valentín le hablaba de su novia. -Tienes que hacer algo; esto no puede seguir así. – Le decía yo. -¿El qué? –Contestaba ella desesperada. -¡Olvidarte de él! -¡No es tan fácil! ¿Te has olvidado tú de Héctor? Eso era un golpe bajo. Después de que me besara (porque te recuerdo que fue él quién me besó), me llamó un par de veces e incluso quedamos una tarde a tomar un café; pero ya no hubieron más besos ni más acercamientos. Volviendo al tema de Helena, un domingo (como venía siendo costumbre cada vez con más frecuencia) ella y Valentín quedaron para ir al cine. Habían ido a ver “El orfanato” (que era de miedo) y según me contó Helena, entre sobresalto y sobresalto se fueron arrimando. Pero no pasó nada. Cuando Valentín la acompañó al coche,

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El amor es una… resulta que casualmente los dos habían aparcado juntos. -¡Vaya! La próxima vez podemos venir en el mismo coche. –Dijo Valentín. Aquello a Helena le pareció una insinuación (aunque tal vez no lo fuera); y siguiendo los absurdos consejos de mi hermano Carlos, cuando se fueron a despedir le dio “un beso” y no en la mejilla precisamente. Al ver la cara de poker que puso Valentín, Helena se deshizo en disculpas y se le subieron los colores. A lo que él le respondió con otro beso un poco más largo. -Ya no recordaba lo bien que sabían tus labios. Luego cada uno siguió su camino y así quedaron las cosas. Helena se pasó todo el lunes siguiente alucinando y no sabía muy bien como encajar todo aquello. “¿Y ahora qué?”; me preguntaba una y otra vez. Para complicar un poco más la cosa, el martes recibió un mensaje de Valentín para invitarla al partido de fútbol del miércoles. Helena no entendía por qué no iba su novia. -A lo mejor sí que va; -le dije yo- ¿tú has entendido bien el mensaje? Lo llamó para salir de dudas. No, al partido sólo iban ella y él. Su novia, al parecer, estaba 125

El amor es una… estudiando medicina y por eso siempre estaba muy ocupada. (Tanto que a este paso empezaba a sospechar que acabaría perdiendo a su novio). Helena, se metió en la boca del lobo, y aceptó la invitación. -El partido fue alucinante. –Me contaba Helena al día siguiente con unas ojeras que le llegaban hasta la nariz.- Y luego a la salida me acompañó hasta el coche; como era de esperar. Yo estaba muy nerviosa porque en ningún momento había hecho referencia al beso del otro día y… llegaba el momento de despedirnos. Entonces él, ¡alucina!, me dio un beso en la boca. ¡Te juro que me temblaban las piernas! Y como para explicarse dijo: “Sé que debería estar arrepentido de lo que estoy haciendo… pero la verdad es que no lo estoy”. ¡¡Y me volvió a besar!! -¿Y ya está? -Bueno… Acabamos en el descampado que hay detrás del parque de mi calle. -¿Te liaste con él? -Sí… en un principio sí… pero la cosa se nos escapó de las manos. -¡¿Te has acostado con Valentín?! -¡Sí! -¡Te has convertido en su amante! -¡Dios mío! ¡Soy una zorra! -La próxima vez me lo dices y te dejo las llaves de mi piso. –El que siempre se aparecía detrás de las 126

El amor es una… puertas (mi hermano Carlos) no podía dejar de intervenir en aquella conversación, para variar. Mi hermano Carlos se había comprado un piso (en el que sólo vivía los fines de semana), el resto de días venía a gorronear a casa de mis padres. Víctor, por el contrario, ya hacía tiempo que se había independizado; primero con su novia, y luego, cuando ésta lo dejó, pues se quedó sólo en su piso. Yo, con el sueldazo que cobro y al precio que están las viviendas, calculo que me emanciparé… veamos a ver… ¿nunca? -Es que no pensaba que acabaríamos así. –Se excusó Helena. -Yo te lo dije desde un principio. –Le dijo Carlos; y era verdad, era algo que se veía venir. Aquella semana Helena siguió recibiendo mensajes de Valentín; cada vez con más frecuencia. Quedaron el jueves, como siempre, y el domingo para ir otra vez al cine “supuestamente”. Ella estaba muy contenta con todo aquello y cuando le hacía alguna referencia de la novia, evitaba hablar abiertamente de ello; era como que sino se hablaba de ella dejaba de existir. Pero las cosas no son así y tarde o temprano todas las piezas de un puzzle se acaban colocando; no podemos deshacernos de las que nos molestan.

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El amor es una… Creo que fue dos semanas después, o tal vez ya habían pasado tres. Una mañana en el trabajo, me sorprendí al ver a Helena llorando. -¿Qué te pasa? –Le pregunté. Estaba montando el vídeo de una boda. -Nada. No le pasaba nada pero ella seguía llorando. -No me creo que no te pase nada, así es que ya me lo estás contando. Como única explicación me pasó los cascos que estaban conectados al ordenador y me dijo: -Escucha. Sonaba una canción de la Jurado. ¿Helena quería que escuchara una canción de la Jurado? ¡Pues sí que era para echarse a llorar! ¡Jajaja! Ahora en serio, no entendía nada de nada. Mi amante amigo, tú que me has hecho ser feliz a cada instante, tú que adivinas mis deseos sin hablarte. Sé que vas a sufrir, sé que vas a sufrir. Cuando en tus brazos yo te cuente lo pasado. 128

El amor es una… -¿Qué pasa con esto? Si es la canción que han elegido los novios para el montaje del vídeo es un poco cutre, ¿no? -Escucha la letra –dijo moqueando- pero tienes que cambiar el”él” por la “ella”. -¡¿Qué?! Aquella mañana Helena estaba más que rara; no conseguía entender nada de lo que me decía. -Si cambias la letra: “Mi amante amiga”; lo entenderás. Mi amante amiga, me he enamorado como nunca te había dicho, y ya no puedo compartir nada contigo. Perdóname, perdóname. Mi amante amiga, mi vieja profesora de tantas cosas, tan bellas, tan distintas, tan hermosas. Perdóname, perdóname… mi loco amor.

Entonces lo comprendí. -¿Qué ha pasado con Valentín? ¿Te ha dicho que no quiere volver a verte? -¡Se va a vivir con su novia! –O al menos eso es lo que pude entender entre sonoras lágrimas.

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El amor es una… Me contó que Valentín y su novia habían estado hablando de lo mal que iba la relación a causa de lo poco que se veían y que llegaron a la conclusión de que la solución sería vivir juntos. O sea, que Helena se quedaba fuera del juego. -¡Vaya mierda, ¿no?! -Sí; así es el amor. Echó un polvo contigo que es lo que quería… y luego ya, ¿para qué complicarse la vida? -Bueno… la verdad es que fueron unos pocos más. -¡Eso no me lo habías contado! -Carlos me dejó las llaves de su piso. Fui a buscar a mi hermano y le di una colleja. -¿Tú estás tonto? -¡Auuuh! ¿Y ahora qué he hecho? -Dar pésimos consejos; ahora vas y lo arreglas. Debí suponer que Carlos, en todo caso, lo que haría sería estropearlo. -Helena, ¡olvídate de él! Ese tío no se merece ni una sola de tus lágrimas. Llegado el momento de elegir ha preferido a su novia… pues ¡perfecto!; no sabe lo que se pierde. Y si necesitas a un sustituto… ¡aquí me tienes, soy todo tuyo! Al menos Helena se rió.

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El amor es una… -¿Salir de Málaga para meterse en Malagón? No, gracias. -¿Estás segura de que no? -¡Completamente! Creo que en una buena temporada voy a olvidarme de los de tu especie. -¿Y más adelante tal vez me des una oportunidad? Helena, por fin serena, le dio un beso a Carlos (en la mejilla) y le dijo: -¡Nunca! Me caes muy bien y no quiero romperte el corazón. -¿Ni siquiera un polvo? -Es que soy muy buena en la cama y entonces querrías repetir… ¡Jajaja! -¡Vale! Pero no me has dicho que no. Bueno… He de reconocer que al menos mi hermano consiguió subirle la autoestima. Después de aquello no volvimos a saber nada de Valentín en mucho tiempo. Y Helena, tal y como había prometido, se olvidó de los hombres por una buena temporada.

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El amor es una…

¡¡VIVAN LOS NOVIOS!! ¡Y llegó el gran día! Mi abuela estaba tan nerviosa que parecía que fuera la primera vez en su vida que se casaba. Llevaba un traje de chaqueta en color marfil (ya que era lo más parecido al blanco). Le hacía mucha ilusión casarse de blanco porque en su primera boda tuvo que hacerlo de azul oscuro ya que estaban de luto por la reciente muerte de su abuelo paterno. -Aquello debí interpretarlo como una señal. – Decía ella. _A una novia vestida de negro el futuro no puede depararle nada bueno. Así fue; aunque en fin, que no tuviera un verdadero amor tampoco la convertía en una infeliz. Hubieron “otras cosas” que llenaron su vida; (entre las que me encontraba yo). -Hoy estás preciosa. –Me dijo cuando acabé de retocarle el peinado. -No tanto como tú; ¡eres la novia más guapa del mundo! -Eres muy generosa conmigo… La más guapa no creo; pero te aseguro que sí la más feliz. –Y luego, 132

El amor es una… con pena en los ojos (como compadeciéndose de mí), añadió- Ojala te vea a ti tan feliz muy pronto. -No te hagas muchas ilusiones. Le di un beso e hice un acopio de valor; me esperaba un día espantoso con la presencia constante de Héctor y ¡en una boda! (tal y como lo conocí). Ezequiel y Salomé se casaron una soleada tarde de noviembre. Cuando las campanas de la iglesia bandearon, Salomé entró al templo del brazo de su único hijo. Allí, frente al altar, le esperaba el amor de su vida. Y allí, en el banco de la derecha, me esperaba el de la mía. -Está muy feo eso de hacerle la competencia a la novia. –Me dijo nada más verme guiñándome un ojo. -¡Qué guapa…! -Tranquilo… No voy a quitarle el novio. –Y yo también le guiñé el ojo. En ese momento supe que el resto del día prometía mucho. La ceremonia no fue muy larga y pronto llegamos al rollo ese de: “Salomé, ¿tomas como esposo a Ezequiel, para amarle y respetarle,…?” y lo que seguía. Mi abuela dijo “sí quiero” rebosante de alegría. Luego le hizo la misma pregunta a Ezequiel y todos nos quedamos patidifusos cuando 133

El amor es una… el contestó: “¡No!”. Mi abuela casi se desmaya del susto. Pero Ezequiel la tomó de las manos y dirigiéndose al cura y a mi abuela, se explicó: -Con su permiso, padre. Tomo a Salomé como esposa para amarla, respetarla y todo eso… En la salud, en la enfermedad, en la riqueza, en la pobre y todo eso… Pero, si me permite hacer una reflexión, a nuestra edad es más que probable que la muerte nos visite pronto y yo no creo que ame a esta mujer por tan poco tiempo… Así es que, Salomé… A mi abuela le caían unos lagrimones que tuvo que quitarse las gafas y todo. -Te tomo por esposa, te quiero y, dónde sea que vayamos después de la muerte, te seguiré queriendo. -Y yo a ti. Los dos se besaron aunque el cura les interrumpió diciendo: -Aun no hemos llegado a esa parte… Se intercambiaron los anillos y el novio pudo volver a besar a la novia. Oficialmente Ezequiel ya era mi abuelastro.

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El amor es una… El convite se celebró en un hotel cerca de la playa y las fotos de familia nos las hicimos en los jardines del mismo. No éramos muchos invitados; las respectivas familias y unos cuántos amigos del hogar del jubilado. A mí me tocó sentarme entre mis hermanos y enfrente de mi amiga Laurita; Héctor (por desgracia) se quedó un poco retirado. -Dice mi tete que ahora eres mi prima. –Me dijo la niña. -Sí; ya somos familia. -¿Entonces, vendrás a casa a jugar conmigo a las Barbie’s? -¡Anda Laura! –Mi hermano Víctor disfrutaba mucho pinchándome.- Dile que sí. -A lo mejor me paso un día de estos. -Vosotros también podéis venir; -le dijo a mis hermanos- tengo a Ken y a Spiderman. -Creo que me pido a Spiderman –Dijo Carlos. -No puedes porque es de mi tete; ¿a que sí tete? Intenté imaginarme a Héctor jugando a las Barbie’s con su Spiderman; me entró la risa. -Bueno, pero se lo puedo dejar un ratito. –Dijo Héctor. -Laurita, -le di un gran consejo- no dejes que éstos dos se acerquen a tus Barbie’s porque pueden acabar decapitadas. -Siempre has sido una chivata. –Se quejó Víctor. 135

El amor es una… -Y tú un asesino de muñecas. Los demás se rieron con nuestra “pequeña” discusión; yo pillé a Héctor mirándome embobado. Como Sabrina era la madrina, le tocó hacerse cargo de los regalos. Mi padre, por su parte, delegó esa responsabilidad en mi persona; así es que me puse en contacto con Sabrina y juntas nos encargamos de los detalles. Les entregamos unos marcos de plata con la foto de los novios. Creo que tuvieron bastante éxito aunque cabía esperar que sería algo por el estilo, (teniendo una tienda de fotos… ¡¡Jajaja!!) Y ya puestas a organizar, también nos encargamos del regalo de los novios: una semana en un balneario. -¡Dios bendito! –Dijo Ezequiel. –Me voy a ir con ochenta años y regresaré con cuarenta. ¡Jajaja! -¿Y tú, abuela? –Preguntó uno de mis hermanos puñeteros. -La edad de una mujer es un secreto que debe llevarse a la tumba; pero te diré que soy lo bastante joven como para darte una colleja como cuando eras un chiquillo. Todavía falta el regalo más importante; pero ese lo dejamos para el final de la velada. Había una mini-orquesta que estuvo tocando pasodobles para la tercera edad. ¡Héctor me sacó a bailar uno! Yo me moría de la vergüenza porque a su 136

El amor es una… lado me sentía de lo más torpona. Pero a medida que el alcohol fue surtiendo su efecto, la vergüenza se fue perdiendo. ¡Jajaja! El regalo “estrella” era pasar la noche de bodas en la mejor suite del hotel. Mis hermanos hicieron varias bromas al respecto; pero a los novios les encantó el regalo. -Cuando me despierte veré el amanecer en el mar… -Dijo mi abuela toda ilusionada. -¡Ah! ¿Pero qué pensabas irte a dormir? –Bromeó Carlos. –Abuela, que es tu noche de bodas; ¡disfruta un poco! -Disfruto todos los días; gracias. Ya te gustaría ser como Ezequiel a tus ochenta años. -¡Toma ya! –Dije yo. -¿Qué tienes que decir a eso? Por primera vez en su vida, Carlos se había quedado sin palabras. Cuando todo terminó y los invitados se fueron marchando, Sabrina, Héctor, los pesados de mis hermanos y yo misma, acompañamos a nuestros abuelos a la suite nupcial. -¡Vaya pedazo de chabola! –Dijo Víctor tirándose sobre la cama. -¡Esto sí es un polvo caro! Héctor y yo nos miramos y nos entró la risa. ¿Estaría pensando lo mismo que yo? No iba a tardar mucho en averiguarlo. Mis hermanos y Sabrina se fueron de discoteca y a Héctor a mí 137

El amor es una… nos tocó la indómita tarea de hacerles las maletas a nuestros abuelos. -¿De verdad que no os importa? abuela. –Es que el tren sale muy mañana nos gustaría descansar un todos los días se puede disfrutar de como ésta…

–Insistió mi temprano y poquito… No una estancia

En el fondo tenía razón; pero no dejaba de darme en la nariz que aquella era una encerrona de las suyas. Nos dio las llaves del piso y allí que nos fuimos, Héctor y yo, a hacerles las maletas a nuestros abuelos, a las dos de la mañana. -Tengo curiosidad por ver la ropa interior de tu abuela. –Dijo abriendo uno de los cajones de la cómoda.- ¿Llevará súper tangas? -¡Deja eso! Le quité de las manos una de las bragas de algodón de mi abuela y la volví a dejar en su sitio. -Tú céntrate en la ropa de tu abuelo, ¿vale? Pero pasó totalmente de mí y atacándome por la espalda me susurró al oído. -También tengo mucha curiosidad por ver la ropa interior que llevas puesta. 138

El amor es una… ¡Dios mío! Las señales no podían estar equivocadas; las miradas a lo largo de la noche, el momento de la suite,… ¡aquel momento! Yo me sonreí y le dije: -¿Quién te ha dicho que llevo? -Entonces tendré que comprobarlo. Héctor se lanzó y ya no pude ni quise pararlo. Sin duda fue mucho mejor que la primera vez e incluso que la segunda; teníamos una cama ¡y encima era la de mis abuelos! ¡¡Jajaja!! Sabía que al día siguiente todo volvería a ser igual que antes (o peor) pero al menos aquella noche la disfruté.

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El amor es una…

EL APELLIDO DEL PADRE Fui a buscar a Ana Mae a la tienda porque necesitaba contarle a alguien todo lo que me estaba pasando. Coral, desde que se había hecho íntima de Arantxa, estaba demasiado ocupada para mí. (Sí, tienes razón, estaba un “poquito” celosa porque yo ya no era la única más mejor amiga de Coral). -Ayer me mandó un mensaje para decirme que lo había pasado muy bien en la boda; y que “lo otro” estuvo genial. Pero no me dijo nada de: ¿podemos repetir? o ¿quedamos a tomar otro soporífero café, al menos? ¡Oh, Ana Mae! No debí volver a acostarme con él porque ahora me siento como una “puta gratis”. Le importo una mierda; ¡eso es lo que le importo: una mierda! Ana Mae, como si no hubiera escuchado absolutamente nada de lo que le estaba diciendo, me mostró el diseño de sus nuevas tarjetas: -¿Qué te parecen? He pensado que ya iba siendo hora de que la tienda cambiara de imagen. -¡No me estabas escuchando! ¡Vaya amigas que tengo!

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El amor es una… -Lo siento… yo… -¿Y ahora cuál es el problema? -La abuela de Malú quiere que la niña lleve los apellidos de su padre. -Pero eso debería ser bueno, ¿no? -No lo sé. -Ella me ha vendido la moto de que Malú es su única heredera; pero legalmente no esta reconocida como tal, así es que tiene miedo de que en cualquier momento estire la pata y todo su dinero se lo quede hacienda. -¿Y qué vas a hacer? -¡Buuuff! Tampoco lo sé. En ese momento, cuando pensaba que su vida no podía complicarse más aun, el ordenador cobró vida propia y empezó a rayarse. -¡Qué bien! Ahora encima se me estropea el ordenador. Aunque, supuestamente se había despedido de Sergio definitivamente (no fue así porque seguían hablando por internet), Ana Mae no tuvo más remedio que tomar fuerzas y llamar a Sergio para que viniera a arreglarle el ordenador. Él, por supuesto, lo hizo encantado. -Te ha entrado un virus; pero no te preocupes porque en 2 días estará solucionado. –Le dijo Sergio. 141

El amor es una… -¡¿Dos días?! ¡Buuufff! Nunca se tienen suficientes problemas. Tendré que registrar todas las ventas a mano. Sergio se llevaba el ordenador a su casa para poder arreglarlo. Retiraron las cosas del escritorio para desmontar el ordenador y, cuando Sergio cogió la foto de Malú, se quedó estudiándola. -Es guapísima; como tú. Los ojos supongo que se los debe a su padre. Ana Mae respondió que sí algo incómoda. En el fondo esperaba que él dijera: “Me gustaría conocerla algún día”. Pero volvió a dejar la foto en su sitio y no dijo nada más. Aquello le recordó a Ana Mae que Sergio y ella, como mucho, sólo podían ser amigos. Aun así, dos días después, cuando Sergio le devolvió el ordenador en perfecto estado, quedaron en que el pago sería una cena al viernes siguiente. -¡Hola! ¿Estás muy ocupada? –Cuando Ana Mae me llamaba utilizando ése tono de voz, sabía que estaba apunto de pedirme algún favor. -Sí, bueno, como siempre; pero podemos hablar. -¡Vale! ¿Has tenido noticias de Héctor?

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El amor es una… -¡vaya pregunta! Obviamente no; pero vamos, que es algo que no me coge por sorpresa. El domingo vuelven del viaje Ezequiel y mi abuela. Van a hacer una comida para reunir a toda la familia para contarnos el viaje con todos sus pormenores. Yo tengo clarísimo que no voy a ir; no sé que les voy a decir pero… algo me inventaré. Todavía no estoy preparada para volver a ver a Héctor sin contener estas ganas de darle una patada en los huevos. -Entiendo lo que quieres decir… Yo he cometido una estupidez… o mejor dicho: estoy apunta de cometerla si tu me ayudas. ¿Lo ves? Yo tenía razón. -¿De qué se trata? -¿Puedes quedarte con Ana Mae el viernes por la noche? -Lo siento pero me es absolutamente imposible; tengo una boda y no puedo cambiarlo porque mi hermano está de viaje y vamos a cubrirla Helena y yo. -Entonces llamaré a Sergio para anular la cita; en fin… supongo que será el destino que es más inteligente que yo. -¿Y por qué no se lo pides a su abuela? -¡¿Qué?! Vamos, ni loca… -¿Por qué no? -Porque…

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El amor es una… -Ya no sabes ni qué alegar en tu defensa; vamos, si te mueres de ganas por quedar con Sergio. Dale una oportunidad a la señora Rosa… Vamos… -¡Yo no me muero de ganas por quedar con Sergio! Estaba claro que sí porque al final Malú se quedó, por primera vez, a dormir en casa de su abuela Rosa. Sergio la llevó a cenar a un restaurante “muy romántico” según dijo Ana Mae. Pero ella se cargó todo el romanticismo de un solo golpe porque se pasó toda la santa noche pegada al teléfono. -¿Quieres que te lleve a casa ya, si te quedas más tranquila? -No; la niña está bien sólo que… Y Ana Mae, tras el efecto del Lambrusco, le soltó todo el rollo de por qué le molestaba tanto que su abuela llamara a la niña María Lucía… que por qué no quería que llevara los apellidos de David… y también, por primera vez, le habló de él. Sergio, de alguna manera, creyó que Ana Mae era divorciada o separada, pero lo que menos se esperaba era que el padre de la niña estuviera muerto. Ana Mae acabó llorando (por efecto del Lambrusco también) y Sergio la consoló como sólo a un hombre se le pude ocurrir: echando un polvo. 144

El amor es una… Al día siguiente la llamé para que me lo contara todo y sus conclusiones fueron las mismas de siempre: -Pero de verdad que éste ha sido el de la despedida; Sergio y yo no tenemos futuro. Por cierto, me ha abierto los ojos y creo que voy a aceptar la proposición de la señora Rosa; Malú se merece llevar los apellidos de su padre, no quiero que llegue el día en el que me lo eche en cara. -Creo que has tomado la decisión acertada. Llamaron a la puerta y tuve que dejar la conversación a medias. Casi me caigo de culo cuando, por la mirilla, pude ver quién era. -¡¿Tú qué haces aquí?! ¡Era Héctor! -He venido a ver cómo estabas; me han dicho tus padres que no te encontrabas muy bien, que no has podido venir a la comida porque estabas vomitando. Gracias a Dios, no habían pruebas que desvelaran que hacía menos de cinco minutos me había zampado una napolitana de chocolate y medio paquete de papas. Huelga decir que estaba realmente horrorosa con mi pijama de corazones 145

El amor es una… y mi batín de franela; la situación de por sí ya era bastante humillante, hasta que me confesó el verdadero motivo de su visita. -¿Tienes fiebre? –Le pregunté mientras comprobaba su temperatura corporal posando mi mano sobre su frente. -¿Qué te pasa Laura? -No sé… qué te pasa a ti que has venido a ver cómo estaba. -Bueno… Tenía que contarte algo… Más bien pedirte un favor, y mejor hacerlo en persona que no por teléfono. -¡Pasa! Mientras se aposentaba en mi sofá, fui a prepararle un café como a él le gusta; (bueno, realmente fui al baño a comprobar el aspecto horroroso que presentaba y a intentar solucionarlo de alguna manera sin que se notara demasiado; lo del café sólo fue la excusa). -Tu dirás… -Le dije poniendo el café sobre la mesa. -La coleta te quedaba bien… ¡Vaya! Se habían notado los “retoques”. -… y ese pijama te hace un culito muy mono. – Añadió con una sonrisita. -¡¿Me vas a decir a qué has venido?!

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El amor es una… -¡Sí! Esto… Ayer Cristina y Diego me invitaron a cenar a su casa. -¿Y eso a mí qué? -Pues que les dije que iría contigo. -¡Ostia! ¿Y para qué les dices eso? -Pues porque es una cena de compromiso y si voy contigo me voy a sentir más a gusto. -¡Ya! Pero antes me podrías haber preguntando si yo quería ir; ¡si encima ni siquiera estaba invitada! -Bueno, de echo pensaban hacerlo… pero otro día. Así que pensé que mejor si pasábamos los dos juntos el mal trago; ¿qué te parece? -¡Pues una mierda! -¿Entonces les llamo y les digo que no vamos? -¡Ay! Si hay que ir se va… Pero nos estamos muy poco rato. -Lo justo y necesario. -Pues ya puedes ir pensando en una buena excusa. Y eso fue todo. Ni intentó meterme mano (no lo culpo porque estaba realmente horrorosa aunque los pantalones me hicieran un culito muy mono, ¡jajaja!). ¡Pues vaya! Para eso mejor que no hubiera venido porque se me habían pasado las ganas de pegarle una patada en la entrepierna; más bien me apetecía comérmelo a besos. ¡Vamos! Para echarse a llorar. Cuando lo despedí en la puerta, añadió como si tal cosa:

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El amor es una… -Por cierto, les he contado una mentira. -Miedo me das… ¿qué les has dicho? -Que estamos saliendo juntos.

“pequeña”

Al oírlo de su boca el estómago me dio un vuelco. ¡Laura, que lo decía de mentiras! -¡¿Por qué me lías de esta manera?! -Pues porque me fastidia que nos pasen por las narices su felicidad conyugal… -¿Estás celoso? -¡No! ¡Mierda! ¿Y si todavía quería a Cristina y por eso no se había enamorado locamente de mí como yo lo estaba de él? -Sólo que me siento… fracasado. Ellos nos clavan una puñalada por la espalda y son felices; ¿por qué nosotros no? “¡Porque tú no quieres, idiota!”; obviamente no se lo dije, sólo lo pensé. -La felicidad consecuencia.

es

una

elección,

no

una

¿Por qué me salió de la boca una frase tan cursi? -Ya… ¿Y eso quién lo dice? 148

El amor es una… -Lo digo yo. –Y para cambiar de tema porque ya me estaba rayando un poco, añadí- ¡Ah! Y que conste que seré yo quién te deje, ¿vale? -¡Vale! Pero si puede ser dentro de unos meses que sino va a parecer que sólo ha sido un rollete. ¡Ni siquiera eso hijo mío, ni si quiera eso! Sólo han sido tres polvos (muy buenos por cierto) pero sólo eso. De repente me volvieron a entrar unas ganas locas de darle una patada en la entrepierna. Por eso lo despedí rápidamente. -¿Paso a recogerte el viernes a las nueve? –Me dijo. -¡Qué menos…! -¡Vale! ¡Hasta el viernes! ¡Ah! Y muchas gracias. Me dio un “besito” y se largó. ¡Ya le valía! Hasta mis hermanos que me odian a muerte, cuando lo hacen, me besan con más ganas.

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El amor es una…

CENA DE IDIOTAS ¡Vale! Reconozco que tal vez me pasé un poco pero, seamos sinceros: he de darle la razón a Héctor con aquello que dijo de que después de que nos hubieron clavado una puñalada por la espalda, no se valía que ellos fueran felices y nosotros no (aunque toda la culpa fuera suya por no ver lo que tenía delante de sus narices); en resumidas cuentas, esa noche yo quería estar realmente guapa para que los dos cavernícolas se dieran cuenta de lo que se estaban perdiendo. Así que me tomé la tarde libre y me fui a la peluquería y de compras; (me compré unos pantalones negros que me hacían un culito muy mono, ¡¡jajaja!!). A las nueve y cuarto Héctor todavía no había dado señales de vida. Empecé a hacerme así como unas 18 pajas mentales entre las cuales me lo veía a él y a su alumna particular (modelo de Elle), metiéndose mano a base de bien en la misma aula en la que él y yo… “¡Ay, Laura, deja de pensar estupideces!” me dije a mí misma. “Mejor piensa en lo que vas a hacer si Héctor no se presenta porque tú sola ¡ni de coña! vas a esa cena de idiotas”. Ideando mi plan de evasión se hicieron las 9.30 h. Y cuando ya estaba a punto de llamar

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El amor es una… a Diego para decirle que no podía acudir a la cita porque mi hermano necesitaba urgentemente que le llevara una video-cámara al salón de bodas en dónde estaba trabajando, entonces caí en la cuenta de que se “suponía” que Héctor era “mi novio” y que íbamos juntos a la estúpida cena. ¡Mierda! Ahora encima tenía que pensar una excusa para él. En eso que sonó mi tono de mensajes. ¡Era Héctor! Princesa, lo siento muxisimo pro se me ha hexo tarde. En 10 min. stoy ahí. Muak!! Bueno, aunque tuviera que ir a la cena esa, al menos Héctor no me había dado plantón y no estaba con la súper-modelo dándose el lote en “mi aula”. ¿Me había llamado princesa? Si lo hubiera dicho cualquier otro tío me habría parecido muy cursi; pero viniendo de él sonaba tan bien… ¡¡Jajaja!! Pasaron un poco más de 10 minutos pero Héctor vino a recogerme ¡por fin! Nada más subir al coche dijo: -Creo que me he equivocado de chica. Espera, ¿puedes levantarte un segundo? Pensé que había chafado algo con mi culo así es que me levanté apurada por si me había sentado sobre su móvil o algo parecido. Entonces, ¡qué fuerte! me sobó el culo y dijo: 151

El amor es una… -No, no me he equivocado de chica; ninguna otra tiene un culito tan mono como el tuyo. No sabía si sentirme alagada u ofendida pero tampoco me dio opción a una réplica porque antes de que pudiera reaccionar ya me estaba besando y ¡creerme!, éste no fue un beso mojigato como el que me dio en la puerta de mi casa. -¡Estás impresionante! -¡Vaya! Gracias. ¿Nos vamos? Llegamos muy, pero que muy tarde. -Lo siento; es que he tenido una clase particular que no me había acordado de anular. -¿Con una súper-modelo de Elle? -No; con la súper-abuela y su novio sexagenario. Por lo visto nuestros entrañables abuelitos han puesto de moda la boda a las 80. -¡Eh! Que mi abuela no es tan mayor… -Ya… ¿Tú has visto su D.N.I? Le di una colleja pero sentí un gran alivio al saber que su clase particular no había sido con una súper-modelo. Discutiendo sobre la edad inconfesable de mi abuela, llegamos a casa de “la pareja del año”. El estómago empezó a darme retortijones; la cena me iba a sentar de cine. Subiendo en el ascensor le pregunté a Héctor por nuestra coartada.

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El amor es una… -¿Qué coartada? -¡¿Qué coartada?! Héctor, se supone que tú te encargabas de buscar una excusa para los dos; yo no pienso quedarme en la Happy House después de los postres. -¿Cómo la has llamado? Le hizo mucha gracia lo de la Happy House; pero no teníamos coartada. -¡Vale! Voy a mandarle un mensaje a Emilio para que a las 12 h. me haga una perdida al móvil. ¿Te parece bien? -Sí. ¿Quién es Emilio? -Un colega. Da clases en Rico Mambo. Entonces caí en la cuenta de que jamás me hablaba de sus amigos. ¡Qué decepcionante! Yo le había contado hasta los problemas amorosos de mis amigas y él ni tan siquiera me había nombrado a uno sólo de sus “colegas”. Apunte mental: “Laura, esa es una táctica para mantenerte al margen de su vida privada porque ¡no te quiere en ella! Capito?” . Sí, io capito tutto!! Al salir del ascensor “la pareja del año” nos estaba esperando en le marco de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja pese a que llegábamos más de una hora tarde. Yo no soy de esas que les gusta examinar las casas de arriba-abajo, ¿vale? Pero la primera y única vez que había visto la casa de la “parejita”, 153

El amor es una… estaba totalmente desvalijada y se puede saber mucho acerca de una persona por cómo ha decorado su casa. Cristina es una chica 10 salida de esas revistas de “Mi casa” o “Clara Hogar”. Nada de muebles de Ikea y sábanas de Carrefour; realmente estaba en la Happy House. Mi estómago me dio un retortijón más. No era de extrañar que los dos hombres de mi vida estuvieran, (o hubieran estado) locamente enamorados de ella. Bueno, a lo mejor aun lo estaban porque sino, ¿por qué Héctor tenía tanto interés en aparentar que estaba felizmente emparejado conmigo? ¡¡Porque quería darle celos a Cristina!! El estómago me dio otro retortijón más y tuve que ir al baño (y no fue una excusa para cotillear su toallero). Cuando salí del baño ya todos estaban sentados a la mesa. Así no es como yo hubiera servido la mesa; la de Cristina parecía un banquete de boda, la mía hubiera sido una fiesta de cumpleaños infantil. Claro, se me olvidaba que ella era cocinera del Hilton. Cenamos cosas tan raras que ni Ferrán Adrià ni el Arguiñano sabrían descifrar los ingredientes. Empecé a sentirme una: PERDEDORA. Sí, así exactamente era como me sentía y encima tenía que compartir mesa con “la Cristinita” que me había arrebatado el primer puesto. Tenía a los dos hombres de mi vida babeando por ella; ¡¿Y yo qué?! ¡¡¡PERDEDORA!!! Pero justo cuando piensas que las cosas no pueden 154

El amor es una… ir peor, resulta que es mentira… ¡siempre pueden ir peor! Después de que Cristinita y Diego monopolizaran prácticamente toda la conversación narrándonos con pelos y señales su Luna de Miel; Diego hizo la fatídica pregunta de: -Bueno, ¿y vosotros qué? ¿Cómo empezó todo? ¡Eso! Miré a Héctor porque de verdad me moría de curiosidad por saber cómo había empezado todo. -Bueno, ya sé que suena a chiste pero… nos enamoramos en la boda de nuestros ex. ¡¡¡Jejeje!!! ¡Ah! ¡Por Dios Héctor! Sí, que sonaba a chiste; y además a chiste de comedia de sobremesa. ¿No se te pudo ocurrir nada mejor? ¿De verdad que no? Yo me mordí la lengua por no darle una colleja para que se callara de una vez. En el fondo sentía mucha curiosidad por saber cómo hubiera sido nuestra historia si realmente me hubiera tomado en serio y no nos hubiéramos limitado a echar unos polvos (en mi caso a hacer el amor). -Es una historia de amor muy bonita.-Dijo Cristina cuando Héctor terminó con su sarta de mentiras. Sí… lo era y mucho… ¡¡¡Lástima que todo fuera mentira!!! (Por culpa de Héctor, porque nunca, 155

El amor es una… nunca, nunca me iba a tomar en serio). Y para que la “pareja del año” se terminara de creer la increíble historia de Love Actually, nos besamos en plan peliculón de sobremesa. La cuestión es: que yo lo besé de verdad ¿y él? ¿El beso también formaba parte del “espectáculo”? Apunte mental: “Laurita, ¿para qué preguntas? ¡¡Pues claro que sí so mensa!!”. Pero eso no fue lo peor de todo, por que igual, al decirte que siempre puede pasar algo peor, pensabas que me refería a esto. Pero ¡no! La noticia bomba fue que: ¡¡tachán tachán!! ¡¡¡ESTABAN EMBARAZADOS!!! Sí, ya sé que técnicamente la que estaba embarazada era ella, pero son tan cursis que así nos lo soltaron: -¡Estamos embarazados! -¡Felicidades! La botella de cava prácticamente, me la bebí yo sola. ¡Dios bendito! Por fin llamó el tal Emilio y nos largamos de la Happy House. Ya en el ascensor Héctor me dijo: -No ha ido tan mal, ¿no? -¡Nooo! Ella va a tener un bebé y yo lo único que tengo son gases. Me siento como si llevara escrito en la cara: ¡¡PERDEDORA!!

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El amor es una… El alcohol estaba haciendo que perdiera un poco los papeles; pero no podía hacer que mi boca se cerrara: -Ella me ha vuelto a ganar ¡mierda! ¿Hasta cuándo va a seguir siendo así? -¡Tía, se te está yendo un poco la olla! A mí también me jode lo del bebé pero tú no eres una perdedora. -¿Ah, no? ¿Y entonces por qué sigues enamorada de ella? ¡Vale! Reconozco que ahí me pasé un poco; pero las borrachas y los niños siempre dicen la verdad. -¿A qué viene esa tontería? -No es una tontería; tú no te das cuenta pero es la verdad. -No estoy enamorado de Cristina, ¿vale? Para mí el amor se terminó hace tiempo. Laurita, te lo acababan de dejar bien claro; ¿para qué seguir con tanta tontería? ¿Acaso eras masoquista o algo por el estilo? -Tú me gustas mucho, de verdad –siguió diciendopero ahora… -Mira, no sigas con esa frase que a todos los tíos os enseñaron en primaria mientras nosotras dibujábamos corazones estúpidos en los libros de

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El amor es una… texto, porque ya me la sé de memoria; me la han repetido al menos 80 veces. ¡Cállate y bésame! Y eso hizo. Al final no sé cómo me convenció, pero acabamos en el Rico Mambo dónde trabajaba el tal Emilio. Cuando se me pasó la borrachera, empecé a preguntarme qué narices hacía yo en aquel sitio; pero si ni siquiera sabía bailar salsa. Y no se pude decir que Héctor me hizo mucho caso porque nada más llegar se puso a bailar con todas las mujeres de la discoteca: rubias, morenas, altas, bajas, delgadas, gorditas, españolas, sudamericanas,… Claro, menos conmigo. Yo me bebí mi caipirinha en 3 tragos intentado olvidar que: a) Era una perdedora b) Estaba fuera de onda c) Héctor pasaba de mí como de la… Suerte que Emilio me sacó a bailar una salsa. Yo le advertí que mis pies no se llevaban bien, pero él no quiso hacerme caso. Emilio es cubano, bastante mono pero más bajito que yo; por eso de vez en cuando su brazo tropezaba con mi cabeza. Aun así dijo que no lo hacía del todo mal, ¡¡jaja!! ¡Qué ingenuo! (O qué amable). El caso es que sudé la gota gorda y llegados a este punto todo el alcohol se me había bajado a los pies. Íbamos a bailar otra más pero en eso que Héctor ¡Dios bendito! reparó en mi presencia y me sacó a bailar una 158

El amor es una… bachata. ¡Dios! La última vez que bailamos una acabamos… -¿Qué tal lo estás pasando? -Bien. Ya veo que tú también. -Siento no haber estado casi contigo pero es que no paran de sacarme a bailar. -Ya veo ya que estás muy solicitado. -¿Qué hora es? -Las dos y diez. -Pues te prometo que a partir de las dos y diez de esta noche soy todo tuyo. -¡Guauuu! Me siento afortunada. -¿Estás siendo irónica? -¿Te lo parezco? -¡Sip! -¡Bien! Porque es justo lo que pretendía. Se rió y después me besó en el cuello. Su mano también fue bajando hasta mi culo y cuando terminó la bachata nosotros aun seguíamos besándonos y acariciándonos por todas partes. -¿Nos vamos? Este es el punto en el que una tiene que usar su poco sentido común y oponer algo más de resistencia porque ya se sabe que si te acuestas con un tío a la primera pues jamás te toma en serio pero, el error ya lo había cometido 3 polvos atrás y definitivamente Héctor no pensaba 159

El amor es una… tomarme en serio así es que, ¡qué demonios! al menos una alegría que me llevaba para el cuerpo. -¿A dónde? -¿Al coche? -Se me ocurre un sitio mejor. Tuve la estúpida idea de ir a casa de mi hermano Carlos pensando en que como él trabajaba no habría nadie en casa; y efectivamente él no estaba. Tengo llaves de los pisos de mis hermanos pero normalmente sólo las utilizo para hacer sus recados. -¿Todavía estás mareada? –Me preguntó mientras me llevaba hasta la cama. -No. -¿Y ya no te sientes una perdedora? -Bueno… a fin de cuentas Cristina se ha quedado con lo que yo no quise. -¡Ay, que ver, cómo sois las mujeres! Os gusta mucho competir. -¡Ya! ¿Y qué me dices de vosotros? ¿No os gusta competir? ¿Y sino por qué te has inventado la absurda historia de que somos novios? -Bueno… no es tan absurda ni todo ha sido inventado. ¿Y sino qué estamos haciendo? -Si te callas de una vez y me quitas la ropa, a lo mejor acabamos haciendo algo…

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El amor es una… Y sí, acabamos haciendo más que algo, ¡¡jejeje!!! Sabía que al día siguiente me iba a arrepentir pero… bueno, o a lo mejor no. Fueron dos y aunque fueran en la misma noche eso junto a los otros tres sumaban un total de cinco polvos que ya había echado con Héctor. Vale, él echaba polvos y yo hacía el amor. Pero en resumidas cuentas, eso no hacía que nuestra extraña relación avanzara en lo más mínimo pese a que dormimos juntos y abrazados. Y me hubiera quedado así toda la vida de no ser porque oí ruidos en la casa. -¡Mierda! Creo que ha venido mi hermano. Voy a echar un vistazo. Me vestí rápidamente y salí a echar un vistazo. Se sorprendió muchísimo de encontrarme allí porque nunca había utilizado su piso de picadero porque desgraciadamente nunca lo había necesitado. -Vaya hermanita; déjame que te felicite. –Dijo Carlos despeinándome más todavía.- ¿Os preparo el desayuno? -¿Y tú qué haces aquí? -Extraña pregunta… Te recuerdo que éste es mi piso.

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El amor es una… ¡Mierda! Un poco tarde caí en la cuenta de que no estaba solo. Y ¡mierda otra vez! Cuando descubrí quién era “su amiguita”. -¡Buenos días! -¡Hola! ¿Sabrina? Cuando Héctor oyó la voz de su hermana no tardó en salir de la habitación. Aquello parecía nuevamente una escena de la comedia de sobremesa; patética. A Carlos y a Sabrina no se les veía muy afectados, hasta se lo tomaron a chiste; pero a Héctor y a mí se nos sentó el desayuno. Conozco lo suficiente a mi hermanito como para saber qué es lo que venía a continuación y que cuando, inevitablemente, le rompiera el corazón a Sabrina, mi “amistad” con Héctor se iba a ver seriamente afectada. De hecho, ya lo estaba siendo porque en vez de llevarme a mí de vuelta a mi casa, se llevó a su hermanita y de mí se despidió con un casto beso en el salón de mi hermano. Cuando se fueron Sabrina y Héctor no traté de disimular mi enfado con Carlos y le solté una colleja: -Esta vez procura no cagarla. -Creo Laurita, que no estás en condiciones de hablar; te recuerdo que tú te tiras a tu primastro. ¡¡Jajaja!! Hasta suena gracioso.

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El amor es una… Le di otra colleja para que se callara pero demás está decir que no lo hizo en toda la semana.

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El amor es una…

TODAS CONTRA ÉL Quedé con Coral y Arantxa en el ciber-café para ponerlas al día de mi asquerosa vida sentimental. Al día siguiente de echar un polvo una se siente eufórica, pero dos días después una se siente una… (sólo en el caso de que el tío pase de ti, claro está). -¿Y ahora qué? –Me preguntó Arantxa. -Pues ahora como siempre… desaparecerá en combate. -¡Pues qué putada! -Tienes que olvidarte de él. –Concluyó Coral. -¡Ya lo sé! Después de mis diez minutos de gloria, retomamos el tema favorito de las dos: Javi el foquero. Seguramente los oídos le tenían que pitar de tantos insultos que recibía a lo largo del día; pero eso no era lo peor, lo peor estaba por llegar. -Tengo una idea. –Dijo Arantxa. He de reconocer que la primera impresión que tuve de Arantxa fue la de “chica-buenamojigata”; pero para nada resultó ser así. Dicen

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El amor es una… que donde las dan las toman, y ése refrán ellas se lo iban a tomar al pie de la letra. Nos conectamos a internet ¡con la cuenta de Javi! -¿Qué estáis haciendo? –Dije toda alucinada.¿Sabéis que esto es un delito? -Bueno… que nos detengan. Las dos se echaron a reír como si tal cosa. ¿De dónde narices había sacado Arantxa la cuenta de Javi? ¡Vete tú a saber! Pero aquello no me gustaba ni un pelo y lo peor es que yo estaba siendo cómplice de ellas. -Relájate Laurita, sólo vamos a cotillear un poco, -me dijo Coral- con eso no hacemos daño a nadie. Ingenua de mí yo las creí y les seguí el juego pero… si algo no está bien, no está bien y punto; y al final todo se acaba sabiendo. Abrimos unos cuantos mensajes tontos y poco más. ¡Pues vaya! ¿Para eso habíamos inflingido la ley? Cuando de repente se abrió una ventanita de conversación. Flower dice: Qué haces chiquitín? Os juro que intenté que cerraran la ventana y se desconectaran pero para ellas la diversión acaba de comenzar así es que… siguieron adelante con su jueguecito.

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El amor es una… Devil78 dice: y tú? Flower dice: Había preguntado yo primero, jajaja!!! Devil78 dice: Estoy bajando pelis guarras de internet. Le propiné una buena colleja a Coral por escribir tamaña grosería. ¿Cómo se le pudo ocurrir tal cosa? Así fijo que nos iban a pillar. Devil78 dice: Es broma!! Jajaja!!! Estaba haciendo unas compras por internet. Flower dice: Yo estaba aquí aburrida… Se te ocurre algo para entretenerme? ¡Vale! Estaba claro que se trataba de una amiga con derechos o con posibilidades de tenerlos muy pero que muy pronto. -¡Chicas! –Dijo Coral toda emocionada. –Creo que estamos hablando con Invierno 2007. ¡¡Jajaja!! Devil78 dice: Se me ocurren muchas cosas… ¡¡Jujuju!! Flower dice: Cómo cuáles? La chica iba lanzadita. Devil78 dice: Cosas que dudo mucho que tu novio sepa hacer. Flower dice: Eso tendrás que demostrármelo. Devil78 dice: Cuándo y donde tú quieras.

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El amor es una… -¡Vale ya! –Les dije._ Creo que nos estamos pasando á un poco. Esta chica no tiene la culpa de que Javi sea un… -¡¡Esta chica yo la conozco!! –Gritó Arantxa.- ¡Tías, si es la novia de Dani! ¡Flipas! Si se la está levantando en sus propias narices. -Arantxa, permíteme que te rectifique: “Nosotras” se la estamos levantando. -Laurita, -me dijo Coral- no te confundas; a ésta Javi ya se la tenía trabajada; no tienes nada más que ver lo sueltecita que se le ve. No obstante, seguía opinando que aquello se nos había ido de las manos y que íbamos a salir muy pero que muy mal paradas. Flower dice: Dani trabaja este domingo… -¡Ala! Qué sí, ¡que es Lucía la tetona! –Chilló Arantxa. - ¡Pobre Dani! Sí, ¡pobre Dani! Y nosotras estábamos contribuyendo a su cornamenta. Coral (con un poco más de lucidez) quería cortar ya, pero Arantxa quería que le contestáramos. -Chicas, vamos a dejarlo ahora que todavía estamos a tiempo; no vaya a ser que la liemos más…

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El amor es una… -¡Qué no! –Se rebotó Arantxa.- Javi me vió la cara de idiota y eso no me lo trago. “Donde las dan las toman”. Devil78 dice: Quedamos a las 7h. en el bar de Paco? -¡¿Pero qué haces?! –Coral empezó a alarmarse.¿No crees que te estás pasando? -Tengo un plan. –Le contestó Arantxa. ¡Y tanto que lo tenía! Dicen que la venganza se sirve fría y ella había tenido mucho tiempo para preparar su plato de entremeses. Flower dice: Qué dices? Allí todo el mundo conoce a Dani. Mejor quedamos en el centro. Devil78 dice: OK Dónde? Flower dice: En la cafetería de la calle San Vicente que hace esquina con la plaza de la Reina. Devil78 dice: OK A las 7h? Flower dice: Perfecto! Devil78 dice: Oye, te dejo que este cacharro no va muy bien y se me cuelga si intento hacer más de dos cosas a la vez, jajaja!!! Flower dice: OK Un besazo. Adeu!!! Devil78 dice: Donde tú quieras… Jajaja!!! Xau!! ¡Menos mal! De todas formas, la cagada ya estaba hecha.

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El amor es una… -¿Y ahora nos puedes explicar cuál es tu fantástico plan? –Dijo Coral bastante enfadada. Arantxa nos lo explicó muy gustosamente sin dejar de sonreír en ningún momento; se notó que disfrutaba con ello. -Bueno… Creo que el pobre Dani no merece ser engañado de esta manera y… ¡los va a pillar! -A ver, Einstein, ¿cómo narices los va a pillar si el “diablito” no sabe que ha quedado, eh? ¿Me lo puedes explicar? –Dijo Coral. -Pues porque el “diablito” le va a mandar un mensaje a la “florecilla” para des-quedar y… por equivocación… ese mensaje también lo va a recibir Dani. ¡¡Jeje!! ¿A que soy mala cuando quiero? -Bueno, -dije yo- no creo que tanta gilipollez sirva de mucho, pero de todas formas, ¿qué pasa si antes la tal Lucía habla con Javi? -Pues… de todas formas ya me he divertido un rato y eso… ¡nadie me lo puede quitar! ¡¡Jeje!! Tal y como había prometido, Arantxa volvió a infiltrarse en la cuenta de Javi el foquero (suponemos que por última vez) para enviar el mensaje de des-quede, por “error”, a todas las direcciones de correo electrónico que tenía Javi en su cuenta. Desde luego, colara o no colara, lo que era seguro es que una buena se iba a armar y

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El amor es una… de que al pobre Dani y a la tal Lucía se les iba a joder la vida “un poquito”. Durante los dos días que siguieron al correo de Arantxa, Coral estuvo observando al foquero pero no daba señales de que algo extraño sucediera. Al tercer día llegó al trabajo con el labio partido. -¿Qué te ha pasado? –Le preguntó Coral nada más verlo. -¡¿Que qué me ha pasado?! Pues que me han partido los morros por culpa de un hijo o hija de puta. ¡Pero espérate que lo o la pille… se va a cagar! Coral se cagó a la pata a bajo porque según ella, Javi sospechaba algo; lo había notado en su mirada y por el tono de voz que había puesto al decir: “hijo o hija de puta”. Arantxa sin embargo se lo tomó todo a guasa y disfrutó mucho repitiendo una y otra vez la mini-conversación que Coral y Javi habían mantenido. No obstante, aquello no la había dejado del todo satisfecha y necesitaba saber más. Ideó un plan B del que yo formaba parte. -Voy a ir al bar dónde trabaja Dani. Haré que parezca todo casual y a ver si así logro averiguar algo más; ¡me muero de la curiosidad!

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El amor es una… Supuestamente Arantxa había quedado conmigo en ese mismo bar, pero yo le daba plantón. Bueno, no exactamente, porque al final acababa apareciendo por el bar; así ella tenía tiempo de sobras para hablar con Dani. Y esto fue lo que pasó: -¡Hola! ¿Qué vas a tomar? -Un cortado, por favor. –Dijo Arantxa haciéndose la despistada. -¡Eh! ¿Tú no eras amiga de Javi? -Tú lo has dicho: “Era”, tiempo perfectamente pasado. Y tu eres amigo suyo, ¿no? -“Era” en mi caso, también tiempo perfectamente pasado. -¡Vaya! Éste chico sí que sabe hacer amigos… ¿Puedo preguntarte qué ha pasado para que tú y él…? -Puedes… Espera, te sirvo primero y luego me escapo unos minutillos y charramos, ¿te importa? O, ¿estás esperando a alguien? -A una amiga, pero parece que se retrasa; sino te importa hacerme compañía… Arantxa hizo grandes descubrimientos. El más importante de todos: nosotras no habíamos contribuido a la cornamenta que lucía el chico; de hecho, Javi y la tal Lucía ya se los habían puesto en varias ocasiones. No obstante, no me sentía orgullosa por haberle abierto los ojos de aquella manera. Y mucho menos después de haberlo 171

El amor es una… conocido porque era un chico muy agradable. Sí, lo conocí cuando, casi una hora después, acudí a mi cita con Arantxa. -Bueno, chicas, os dejo que habléis de vuestras cosas. Yo voy a seguir currando porque sino a este paso me despiden. –Dijo Dani antes de dejarnos. –Arantxa, ya te llamo y continuamos con la conversación que hemos dejado a medias, ¿te parece? -¡Vale! Creo que tenemos tema para rato; ¡¡jaja!! En cuanto nos quedamos solas, Arantxa empezó a soltarme toda una retahíla gimoteando y entre susurros: -¡Soy una zorra! Me siento la más sucia, fea, cruel y despiadada de todas las mujeres del mundo. Soy peor que Cruela de Vill, que la madrastra de Blancanieves, que la ministra de vivienda… -Tú no eres fea. -¡Gracias! ¿Pero sí sucia, cruel y despiadada? -Bueno… puede que sólo cruel y despiadada… pero si te sirve de consuelo, yo me siento igual que tú. -¡No! Tú eres buena. Laura, todo esto ha sido culpa mía. Le he jodido la vida, probablemente, al único tío que merece la pena de los que he conocido en toda mi vida; ¿y por qué? Sólo para vengarme de otro tío que no merece ni ser nombrado. Debería sentirme “la reina del 172

El amor es una… mundo” porque he conseguido mis propósitos pero, ¿para qué? Javi ha perdido a un amigo y a una tía; pero creo que a eso él le da igual porque en dos días habrá rehecho su vida. Sin embargo, a Dani le llevará algo de más tiempo y él sí que no se merecía todo esto. -Arantxa, escúchame, (y deja de gimotear porque él nos está mirando); vale que para nada actuamos bien al hacernos pasar por Javi, meternos en su correo y mandarle ese mensaje a todos sus contactos; pero nosotras no engañábamos a Dani, eran ellos quienes lo engañaban. ¿Te ha quedado claro? Así es que, ¡tranquilízate! -¡No puedo! Soy una mala persona. Y encima Dani nos invitó a los cafés; es como si un desconocido viniera, te diera una patada en el culo y encima tú le dieras las gracias. ¿Por qué intentaba convencer a Arantxa de lo contrario si yo también me sentía fatal? Al menos nadie sospechaba de nosotras porque una semana después Javi le dio a Coral su nuevo correo electrónico; había cancelado su cuenta anterior; ¡normal! ¿Os cuento algo gracioso? Invierno 2007 o lo que es lo mismo: Lucía la tetona, era la nueva novia “oficial” de Javi el foquero; ¡para echarle a llorar! (o a reír, eso ya es cuestión de gustos).

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El amor es una…

¿QUIÉN ES QUIÉN? Cuando tu mejor amiga sufre mal de amores, inevitablemente, tú los sufres con ella. Por eso, cuando Coral me confesó que se estaba enamorando de “alguien”, mi primera reacción fue dar palmitas de alegría. -¡¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?! -Esto… Pues… Tu hermano. La reacción siguiente fue: -¡No, no, no! -¿Por qué no? ¡Veis! Por eso siempre me he resistido a que mis hermanos conocieran a mis amigas; ahora inevitablemente a Coral le iban a romper el corazón y ¡otra vez a sufrir las dos juntas! -Porque, (está mal que lo diga yo porque son mis hermanos), pero son unos… ¿Y cuál de los dos ha sido el afortunado? -¡No lo sé! -¡¿Cómo?! Ahora sí que me he perdido.

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El amor es una… Recapitulemos; para empezar esta historia es mejor que nos remontemos a la semana anterior. Desde hacía más de un mes, la empresa de Coral ya nos había contratado un reportaje fotográfico para su publicidad, y era yo quién tenía que llevarlo a cabo. Pero como pillé una gripe con fiebres incluidas, pues se hizo cargo mi hermano Carlos. Voy a volver a repetirlo para que quede claro cuál de mis dos hermanos fue el que conoció Coral: mi hermano CARLOS. No sé muy bien lo que pasó entre ellos pero esto es lo que me contó Coral cuando vino a ver a la convaleciente. -¿Qué tal te encuentras? -Voy a morirme a los 28 años y sin dejar descendencia. -¿Tienes algún deseo de última hora? -Sí; dile a Héctor que pese a que se ha comportado conmigo como un auténtico gilipollas, no me arrepiento de nada de lo ocurrido entre nosotros. -Si de verdad piensas eso es que realmente estás mal. –Comprobó mi temperatura corporal y reafirmó._ Sí, te está subiendo de nuevo la fiebre. ¿Has vuelto a tener noticias suyas? -¿Desde el día de la cena? -Pues desde la última vez que lo viste; ¿o lo has vuelto a ver? -¡No! Me mandó un mensaje insustancial el martes; y ayer uno para ver cómo estaba porque mi abuela le había dicho que estaba moribunda. 175

El amor es una… -Tu abuela se ha propuesto casarte con él a toda costa… -¡Lástima que los principales interesados no estén por la labor! -Bueno… todos, todos… -¿Podemos cambiar de tema? ¿Qué tal se ha portado mi hermanito? -¡Ay! ¡Genial! Creo que las fotos van a quedar estupendas y mis “chicos” se han portado muy bien. (Cuando Coral dice: “sus chicos”, se refiere a sus delfines). -Mañana haremos la segunda sesión. –Continuó diciendo.- Por cierto, tu hermano es muy simpático. -Sí, suele serlo con las chicas… -¿Por qué nunca me has presentado a tus hermanos? Carlos está muy bien y supongo que Víctor no se quedará atrás… Se supone que eres mi mejor amiga y ¿dejas que pierda una oportunidad como ésta? ¡¡Jajaja!! -Por eso que eres mi mejor amiga… Coral, no te cueles por mi hermano porque para el las tías son sólo un entretenimiento. -Bueno… Pero eso es porque no me había conocido a mí. –Dijo guiñándome el ojo. -Coral, hablo en serio. -Tranquila… También sería raro que un tío tan buenorro se fijara en mí. 176

El amor es una… -¡Ay! Tampoco es eso. ¡Tú vales mucho! Por eso no te mereces a mi hermano Carlos. O mejor dicho: el no te merece a ti. Y parecía que la cosa se quedaba ahí hasta que Coral fue a la tienda a elegir las fotos. También fue casualidad, el destino o como queráis llamarlo, que en esos momentos yo no estaba en la tienda para evitar una catástrofe. -Muchísimas gracias por todo. Pasaré la factura a la empresa para que os giren un cheque cuanto antes. -Tranquila, no hay ninguna prisa. -¿Cómo que no? Yo estoy deseando que lleguen primeros de mes para cobrar; ¡¡jaja!! -Bueno, si quieres adelantarme algo del pago… Estoy dispuesto a aceptarte una invitación a cenar. -¡Tú si que sabes echarle morro! -¿Eso es un sí o un no? -Eso es un “Me lo pensaré”. Coral se fue dejando a mi hermano colgado. Eso sólo significaba una cosa: tenía que quedar con Coral a toda costa porque “esa chica” no se le iba a escapar. En cuanto salió de la tienda buscó un teléfono de contacto en los archivos de clientes; afortunadamente para él, su teléfono móvil aparecía como contacto de su empresa. La llamó.

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El amor es una… -¿Ya te lo has pensado? -¡¿Qué?! ¿Y tú quién eres? -¡Vaya! Qué pronto me has olvidado… Coral sabía de sobras que era mi hermano, pero todo aquello formaba parte del tonteo. -Refréscame la memoria. -Pues soy el hombre de tus sueños y estoy, como decís las tías: para hacerme un favor y darme las gracias. -¡Ah, sí! Ya me acuerdo; eres el payaso egocentrista que se muere por mis huesos. -¡Vale! Está claro que me lo estaba buscando. Ahora en serio, ¿aceptas una invitación a cenar con este payaso egocentrista que se muere por tus huesos? -Lo haré como la obra de caridad de este mes. -Ja-ja-ja. ¿Quedamos el viernes? -Bueno… Había quedado con Iker Casillas, pero anularé la cita porque no es cuestión de darle plantón al hombre de mis sueños, ¡¡jaja!! -Creo que ya nos vamos entendiendo… El viernes mi hermano llevó a Coral a cenar a un italiano y tuvo el detalle de pagar él. Por supuesto, todo su numerito le salió a pedir de boca porque acabó liándose con Coral (como era de esperar). ¿Y después qué? Porque ya tenía lo que buscaba, ahora estaba claro que tocaba pasar de ella. Cuando Coral volvió a la tienda a 178

El amor es una… buscarme para contarme no sé el qué (era una excusa, seamos sinceros), se llevó el batacazo. Mi hermano Carlos fue correcto, puede que hasta algo simpático con ella, pero nada más. -Yo pensaba que era porque estabas tú presente; me contó Coral más tarde- pero cuando saliste a atender un cliente y nos dejaste a solas, le di las gracias por la cena y ¿sabes qué me contestó? -¿Qué? -Pues eso mismo: ¿qué cena? -“La del viernes…” –Le dije.- Y entonces volviste y no lo pudimos aclarar. -Mira Coral, siento decirte esto pero, de verdad, mi hermano Carlos no se toma en serio a las mujeres. Consiguió lo que quería y… ¡ya está! ¡A por otra! Lo mismo hizo con la hermana de Héctor; ¿te acuerdas que te lo conté? -¡Sí! Pero no sé… Pensé que… ¡Bueno, es que ni siquiera pensé! -¡¿Te has acostado con él?! -¡No! Bueno… no llegamos tan lejos pero hubo un buen calentamiento. Pero es que no me has dejado que te termine de contar toda la historia. Cuando Coral salió de la tienda llamó a mi hermano al móvil. -¿De verdad ya lo has olvidado?

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El amor es una… -Para ello tendría que perder la memoria. Me acuerdo de tus besos a todas horas y estoy deseando repetir. -¿Entonces por qué te has comportado así conmigo? ¿Era por Laura? -Coral, verás… Tenemos que hablar. Y como dijo Coral, el “tenemos que hablar” es sinónimo de que te van a largar. Quedaron a tomar un café, (otro sinónimo del plantón). Y esto fue lo que ocurrió: Mi hermano la recibió con un beso bastante apasionado y Coral le reprochó que en la tienda no hubiera estado tan “amistoso”. -Bueno, eso es porque yo no estaba allí. -¿Cómo que no estabas allí? –Dijo Coral.- ¿Me quieres volver loca o qué? -No. Por favor, no te enfades conmigo por lo que te voy a decir… Te juro que todo lo demás era verdad. -¿Todo lo demás? ¿En qué me has mentido Carlos? -Yo no soy Carlos. Coral alucinaba en colores; era como estar de pronto frente aun completo desconocido: un impostor. -¿Cómo que no eres Carlos? ¿Y quién eres? (A parte de un idiota). 180

El amor es una… -Soy Víctor. -¡Joder! No entiendo nada. ¿Puedo preguntar el por qué? -Porque te ví entrar en la tienda y pensé que eras un bombón… -¡Pues espero que te hayas divertido mucho porque este jueguecito se ha terminado! Así estaban las cosas, Coral enamorada desilusionada. Al menos algo teníamos claro:

y

-No me digas que no sabes de quién te has enamorado; está claro que de mi hermano Víctor. -Sí, pero cuando se hacía pasar por Carlos. -Bueno, no es por defender a mi hermano, pero sólo te mintió en el nombre. -Laura… ¡se hizo pasar por otra persona! -De todas formas… ¡Lo tienes chungo! Mira, Víctor es mucho más complicado que Carlos porque su novia lo dejó por otro después de llevar un año viviendo juntos; y desde entonces se dedica a entretenerse con las chicas pero sin tomarse en serio a ninguna. -Pero eso lo hacen todos. -¡Sí! En resumidas cuentas, mis hermanos sólo son hombres, ni mejores ni peores que los demás. ¡Sólo hombres! -¡¡Ay!! Desde luego es que no he salido de una y ya me estoy metiendo en otra. –Se lamentó Coral.

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El amor es una… -Bueno, es posible que algún día (no muy lejano) me arrepienta de haberte dicho esto, pero ¿por qué no le das una oportunidad? Víctor le mandaba a cada hora un mensaje de disculpa; ya llevaba 36 en total. -Porque tengo miedo de que el corazón me vuelva a hacer crack. ¿Pero no eres tú la que opina que no me conviene? -Sí pero… Bueno, el daño ya está hecho porque ya te has colado por él así que ¡inténtalo! Date una oportunidad a ti misma y dásela a él. -No sé… Me lo pensaré. Cuando llegó a los 40 mensajes, se dignó a contestarle: OK!! Me gustaría conocer al Víctor de verdad.

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El amor es una…

¿BAILAS CONMIGO? Estaba un poco atacada de los nervios porque empezaba la maldita campaña navideña. Eso significaba que, desde el 1 de diciembre hasta el 6 de enero, iba a estar escuchando “Los peces en el río”, “La Marimorena” y el “¡¡Fum-fum-fum!!”. A todo esto cabía añadirle el exceso de trabajo, mis problemas sentimentales y el pesado de mi hermano intentando convencerme de que me apuntara a clases de baile. -¡No! -¿Por qué no? -Es en la academia de tu amigo Héctor; -insinuó pícaramente. –Nos dará él las clases. -Razón de más; ¡no! Al final, no sé cómo, convenció a Helena para que se apuntara con él. Cuando volvieron de su primera clase, estuvieron toda la mañana danzando a mi alrededor. Los dos (sin excepción) se morían de ganas de contarme cosas (o sea, hablarme de Héctor para picarme), pero yo no les di pie a ello. Sólo en el café de la tarde, Helena se atrevió a mediar palabra:

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El amor es una… -¿Sabes que es Sabrina quién nos da las clases de baile? Están muy bien… y Carlos es menos patoso de lo que yo pensaba. -¡Te estoy oyendo! –Gritó mi hermano desde el mostrador. -Y he conocido a Héctor. ¡Cómo está…! No me extraña que eches de menos… ¡eso! -También lo echo de menos a él. -¡Ah! Pero has dicho también, ¡jajaja! -Helena, si lo vas a ver todas las semanas, preferiría que no me hablaras de él porque ahora mismo estoy en un proceso… -¡Chorradas! ¡Toma! Esto me lo ha dado para ti. Me entregó unas tarjetas. -¿Qué es esto? -Invitaciones para una exhibición de salsa que hacen en Rico Mambo. Se las devolví. -Gracias; pero no pienso ir. Helena me las dejó encima de la mesa. -Son tuyas; Héctor me las dio expresamente para ti. Carlos y yo sí iremos. Si cambias de idea, ya sabes…

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El amor es una… Tenía clarísimo que no iba a ir porque si de verdad quería que fuera, al menos podía haberme escrito un mensaje. Hasta que, en medio de mis pajas mentales, llegué a considerar que Helena me había mentido para hacer que me sintiera bien, y Héctor no le había dado las entradas expresamente para mí. Podría decir que me tiré toda la noche llorando y comiéndome la cabeza; pero no fue así (al menos en lo primero) porque creo que llega un momento en que las lágrimas llegan a secarse por completo y ya es sólo el corazón el que llora por dentro. Pero como dice Merche en su canción: “No sé por qué me das, una de cal y otra de arena…”; y así era Héctor. Un día hacía que me sintiera una patada en el suelo y al día siguiente me hacía pensar que iba a comerme el mundo. El viernes por la mañana recibí un mensaje suyo: Hola princesa!! Te dieron las invitaciones? Vas a venir? Dime que sí… Tengo muxas ganas de verte, me das suerte. Un beso (donde tú quieras) Jajaja!! ¡Vale! Tenéis razón; a media palabra suya yo caía rendida a sus pies como una idiota. Al final fui a la exhibición de salsa. Y no sólo eso, sino que estuve ¡dos horas! decidiendo qué me iba a poner. Total para acabar pareciendo una institutriz al lado de todas esas chicas exuberantes que fueron a bailar salsa a Rico Mambo.

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El amor es una… Llegamos al pub y nos quedamos en un rincón a ver cómo bailaban las parejas; la exhibición comenzaba media hora más tarde. Di un vistazo general para localizar a Héctor y allí estaba, en medio de la pista, bailando con una morenaza de esas a las que me he referido antes. El aguijonazo de los celos me pinchó bien fuerte. -¡Voy a por un cubata! –Dije. Esa noche iba a necesitar mucho alcohol para curar mis heridas (y no precisamente del de quemar). Cuando regresé con los cubatas, Héctor y Sabrina estaban saludando a Helena y a mi hermano. -Gracias por venir. –Me dijo Héctor. ¿Y ya está? No esperaba un recibimiento muy efusivo pero… Algo tan frío, tan cordial, ¡tampoco! Primer trago a mi ron. Enseguida se fueron a seguir saludando. Carlos intentó sacarme a bailar pero yo desistí de la idea; prefería ahogar mis penas. En mi lugar sacó a Helena a bailar. Sabrina no tardó en darse otra vuelta por donde yo estaba y Héctor volvió a sacar a la pista a la morenaza; ¡qué bien! -Veo que mis alumnos te han dejado sola para ir a practicar; eso está bien, al menos le ponen interés. ¿Y tú por qué no te has apuntado también? 186

El amor es una… -Verás… -Mientras hablaba no dejé de mirar a Héctor y ella se percató. –Es que bueno… -No digas más; soy mujer y te entiendo. Oye, y ya que estamos en confianza, ¿puedo preguntarte algo? -Dime. –Dije dando otro trago a mi ron; (Héctor se arrimaba demasiado a la morenaza). -¿Qué hay entre Helena y tu hermano? -Nada. Sólo son compañeros de trabajo y… supongo que ahora también amigos. No sé si la tranquilicé demasiado con mi respuesta pero es que tampoco podía asegurarle otra cosa porque conociendo a mi hermano no me sorprendería nada en absoluto que terminara liado también con Helena. Me dio mucha pena Sabrina porque estaba en la misma situación que yo. Por eso le ofrecí que diera un sorbo a mi ron. -Es la novia de Emilio. Sabrina se sintió en la obligación de aclararme que entre la morenaza y Héctor no había nada; pero mi sexto sentido me decía que entre ellos había una cierta tensión sexual. Y hablando de Emilio… En esos momentos vino a saludarme y me sacó a bailar pese a que le puse un millón de excusas pero no se tragó ni una sola. Cuando terminé de bailar aquella salsa, estaba tan asfixiada que no pude más que apoyarme en el pilar y beberme otro ron con cola de un solo 187

El amor es una… trago; así me subió… A los diez minutos estaba mareadísima y tenía los sudores de la muerte. Tuve que salirme a la calle a tomar un poco el aire y me perdí media exhibición. Estaba apoyada en un coche negro (al que le estaba haciendo el favor de sacarle brillo con mi culo y no llevaba más mierda porque no le cabía), cuando alguien me estiró del brazo y me llevó de nuevo dentro. -No quiero que te pierdas mi actuación. _Era Héctor. -Es que aquí hace mucho calor y estoy… un “poquito” mareada. El se rió. No iba de coña, de verdad que estaba mareada. -En cuanto termine prometo cuidar de ti. ¡Ay! ¿A que eso sonó muy bonito? ¿Verdad que sí? ¿A que se supone que es eso lo que hacen los novios por las novias? -No te creo. –Le dije. Y entonces me besó y todo me dio cincuenta mil vueltas. -Por favor, no me sueltes ahora porque sino me caigo.

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El amor es una… Se volvió a reír de mí (que no conmigo). -Pero es que tengo que ir a bailar. Me volvió a besar y me llevó caminando de espaldas hasta que tropecé con un pilar. -Mira, te dejo aquí hasta que termine. Este pilar me ha prometido cuidar de ti hasta que vuelva. -¡Vale! ¿Y mi hermano y Helena? -Seguro que aparecen. Y se fue; se fue y me dejó borracha y sola apoyada en un pilar. Cuando se abrió espacio en mitad de la pista para que Héctor y Sabrina bailaran, la gente empezó a retroceder y prácticamente casi muero aplastada contra el pilar. Lo hicieron muy bien (o al menos eso supuse porque con tantas cabezas no conseguía ver casi nada). Héctor volvió como me había prometido. Sin embargo, Carlos y Helena seguían sin aparecer. ¿Y si se habían ido juntos y me habían dejado tirada? Pobre Sabrina si eso era así. -Dos minutos y ya estoy contigo de verdad. –Dijo Héctor. –Es que estoy muerto de sed. Fue a la barra a volvió con dos cubatas; uno para él y otro para mí.

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El amor es una… -¿Quieres emborracharme? –Le dije lo más sensual que pude. –Te informo de que no es necesario porque ya voy bastante “contentilla”. Me volvió a besar; ¡bien! Eso significaba que íbamos por buen camino. -Mira, ahí está tu hermano. ¡Qué bien! Estaba bailando con Sabrina. Me alegré tanto por ella; al final parece ser que se iba a arreglar la noche. A la que no localizaba era a Helena, pero bueno, a lo mejor con suerte también estaba ocupada, ¡¡jaja!! Pusieron una bachata y Héctor me susurró al oído: -¿Bailas conmigo? A él no le puse pretextos ni excusas; sólo me dejé llevar. Dejé que su mano bajara por mi espalda y se recreara más abajo, dejé que me besara en el cuello, en el lóbulo de la oreja y que sus labios se pegaran tanto a los míos como nuestros cuerpos. Sabía perfectamente lo que vendría a continuación y de verdad que tenía tantísimas ganas como él, pero “algo” se cruzó en mis pensamientos; la realidad del “después de…” . Por eso cuando dijo: -¿Nos vamos? 190

El amor es una… Yo hice acopio de todo el valor que me fue posible y dije: -¡Sí! Pero yo me voy sola. Y me fui sin mirar atrás. No sé qué cara puso aunque me hubiera gustado saberlo; pero no tuvo que ser de muchos amigos porque no volví a tener noticias suyas en mucho, muchísimo tiempo. Pedí un taxi y todo el camino de regreso a casa lo hice llorando. Os estaréis preguntando, ¿me he arrepentido en algún momento de la decisión que tomé? Y la verdad es que no; me hubiera gustado que las cosas fueran de otra manera pero no fue así. Tenía muy claras tres cosas: -Yo lo quería y el no me quería a mí. -Aquella extraña relación no tenía futuro. -Tenía que olvidarme de Héctor a como diera lugar. Y cuando las cosas están tan claras, hay que ser consecuente.

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El amor es una…

EL CHICO DEL BMW ¿Alguna vez habéis oído una de esas historias raras en las que conoces al o él hombre/mujer de tu vida en un sitio tan insólito como la cola del banco o la panadería? Parece que esas cosas sólo ocurren en las películas, porque yo para buscar novio me tengo que ir a la discoteca y aun así debo decir que nunca encuentro a nadie que despierte mi más mínimo interés; y si lo encuentro… Bueno, ya sabéis lo que pasa, así que no voy a entrar en detalles. Pues a Ana Mae le pasó algo parecido. Resulta que todos los días y a la misma hora, se cruzaba con el mismo chico en el mismo tramo del trayecto. Los dos iban conduciendo sus coches de camino al trabajo. Ana Mae no tardó en darse cuenta de que el chico del BMW siempre se le quedaba mirando (y eso fue porque ella también se le quedaba mirando a él). A las tres semanas, el chico se atrevió a guiñarlo un ojo y a Ana Mae le entró la risa. Al día siguiente ya le saludó con la mano y Ana Mae le devolvió el saludo. Cuatro días después el chico pegó un cartel en su ventanilla, que decía: “655 43 57 82 Llámame”. Pero como obviamente Ana Mae no lo llamó (entre otras cosas porque no le dio tiempo a 192

El amor es una… memorizar el número), pues el chico del BMW la estaba esperando en la rotonda. Le hizo señales de que se parara pero ella, entre risas nerviosas y gestos, le explicó que no podía parar porque tenía mucha prisa. Al día siguiente el chico seguía en la rotonda con un cartel que decía: “Sólo quiero hablar y un café, ¿aceptas? Si aceptas toca el pito”. Ana Mae empezaba a creer que ese tío estaba pirado, pero por otro lado se sentía tan halagada y el chico estaba tan bien… Así es que tocó el pito y dos metros más adelante paró el coche. El café fue muy rápido porque los dos tenían mucha prisa; a parte no tenían mucho de que hablar. Como dijo Ana Mae: -Era una situación agradable a la vez.

un

tanto

extraña

pero

Por eso le dio su número de teléfono y por eso todos los días se levantaba media hora antes para quedar a tomar un café. Se fueron conociendo poco a poco y eso estaba bien porque no se dieron el primer beso hasta tres semanas después de su primer encuentro. Él se llamaba Pablo, 34 años (luego tampoco se puede decir que fuera un chico), era comercial de máquinas expendedoras, divorciado desde hacía dos años y con un hija de seis. Supongo que el hecho de que tuviera una hija fue lo que hizo que Ana Mae diera el siguiente paso: una cita de verdad.

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El amor es una… -¡¡Uy!! Estoy nerviosísima; ¿de verdad estoy bien? Ana Mae vino a mi casa para dejarme a Malú; yo me ofrecí a ser su canguro. -Por enésima vez: SÍ. -Y otra cosa, ¿qué hago si él…? ¡Ya sabes! -No cedas; de todos es sabido que acostarse con un tío en la primera cita es un error, jamás te tomarán en serio (sino fíjate en mí). -Laura, siento de verdad que te hayan ido tan mal las cosas. Últimamente como estoy tan entusiasmada con Pablo se me olvida que tú… -No te preocupes; lo superaré. Tú sé feliz que te lo mereces. Demás está decir que no hizo caso a mis consejos (que por otro lado ni yo misma los sigo) y cedió; vaya si cedió. Pero no todas las primeras veces tienen que ser bonitas: hay hombres y hombres… Y también están nuestras pequeñas neuronas que trabajan demasiado… Cuando Ana Mae vino a recoger a la niña (que se quedó a dormir en mi casa y en mi cama) me contó todo con detalle. -No estuvo del todo mal. –Lo dijo poniendo cara de “¡vaya polvo más penoso!”. –Lo que pasa es que fue en el BMW y tendrá mucho motor y todo lo que tu quieras pero… Y a nuestra edad hacerlo en un coche… -¿Por qué no fuisteis a tu casa? 194

El amor es una… -Pues porque no yo tenía pensado ceder, ¿vale? Y al final fue un “aquí te pillo y aquí te mato”. -Pues la próxima vez tomarlo con más calma. -No sabemos si habrá próxima vez… Me he saltado la regla de oro. -Sí, eso es verdad. Pero confiemos en que el Señor Maravilloso no sea como todos. Afortunadamente el Señor Maravilloso no era como todos y le estuvo mandando mensajes a razón de 5 por día. Yo más bien me hubiera sentido asfixiada; pero claro, yo no estoy acostumbrada a estas cosas. Así que, volvieron a quedar al sábado siguiente y ya directamente cenaron en el piso de Ana Mae. -¿Qué tal fue? -¿La cena o lo otro? -Todo en general. -Pues la cena estuvo muy bien; no le importó demasiado que nos tuviéramos que beber el flan porque al hacerlo con leche desnatada no llegó a cuajar. He de reconocer que se curró mucho los preliminares y que me gustaron pero… -¿Pero qué? -Que sigue opinando que es un pésimo amante. -¿Te das cuenta que ya parecemos tíos? -Sí. ¡¡Jaja!! -¿Eso quiere decir que no lo vas a llamar? ¡¡Jajaja!! -No, me temo que en eso sigo siendo una mujer clásica; hemos quedado el domingo que viene 195

El amor es una… para llevar a las niñas al zoo y que se conozcan. ¡Uy! Ahora ya no sé si ha sido una buena idea. -¡Bueno…! Lo que está claro es que habéis pasado al siguiente nivel. La teoría de los niveles no tiene ninguna explicación ni ningún anagrama, pero todos/as sabemos cuándo ha llegado ese punto de la relación en el que hay que pasar al siguiente nivel. Es como en los video-juegos, cuanto más niveles tienes más se complica la cosa y en cualquier momento te aparece “Game over”. A mí me pasó con Diego cuando estaba llegando al último nivel. Con Héctor ni siquiera pasé el primero. ¡Vaya! Es curioso pero con el Mario Bross tampoco lograba pasar del primer nivel (soy una pésima jugadora, lo sé). Pero lo que vosotros os estaréis preguntando es qué tal fue la visita al zoo. Pues… en general, medio bien y medio mal. Nerea, que así se llama la hija de Pablo, no estaba muy de acuerdo con que su papá tuviera una novia. Así que, la mitad del tiempo se lo pasó protestando y dándole desplantes a Ana Mae. Con Malú fue diferente porque estaba contentísima de tener una nueva amiga “mayor” (según ella) y como nunca había estado en el zoo, todo le pareció maravillosamente fantástico. Aun así, cuando su padre le preguntó a Nerea si quería quedar otra tarde a merendar con Malú; la niña (para

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El amor es una… sorpresa de todos especialmente de Ana Mae), contestó entusiasmada: -Sí. ¿Y te traes tus Bratz? Así podemos jugar con ellas y cambiarnos los vestidos. -Mami, -preguntó Malú toda inocente- ¿yo tengo una Bratz? No la tenía porque Ana Mae pensaba que esas muñecas eran horrorosas, pero si ese era el precio que tenía que pagar para que la hija de Pablo las aceptara, entonces compraría todas las Bratz que hubieran en el mercado. -Sí; la tía Laura tiene pensado regalarte una para tu cumpleaños. ¡Y se la tuve que regalar! (Pese a que a mí tampoco me gustan las Bratz). Pero bueno, esa ya es otra historia que ya os contaré; no nos adelantemos a los acontecimientos. Lo que os gustaría saber (supongo que igual que a mí) es si Ana Mae seguía teniendo problemas para… Bueno, eso, que si Pablo lograba satisfacerla sexualmente. La súper tía, o sea: YO, se volvió a quedar con Malú, Nerea y las Bratz. ¡Que guay! No hice una fiesta pijama con 14 años y a los 28 años era la anfitriona de una. Jugamos a “Mamás” (sin papás, ¿vale?) y luego nos pintamos los labios, las uñas con laca transparente (bueno, llevaba un poco de 197

El amor es una… purpurina) y luego vimos “Barbie y el Cascanueces”, “Barbie y los animales” y “Barbie fantasía”. Pero bueno, todo esto tampoco os interesa, ¿verdad? -Entonces qué, ¿hubo o no hubo orgasmo? -Sí. –Dijo Ana Mae. -Pues no te noto muy entusiasmada… -Es que… ¡Uf! No sé cómo decir esto; me parece demasiado… retorcido. -¿El qué? -¡Ay! ¿Me juras que no se lo vas a decir a nadie y que no me vas a reñir? -Se lo podría contar a mis nuevas amigas las Bratz, pero no creo que ellas se escandalicen con nada; ¿sabes que se hacen el eyes-line mejor que yo? Bueno, es que yo ni siquiera sé hacérmelo. -¡Laura…! Que te estoy hablando en serio. -¡Vale! Lo siento. Dime, ¿qué es eso tan gordo que me tienes que contar? -Es que… ¡Ay, me da vergüenza! Bueno, ¡vale! Que cuando lo estaba haciendo con Pablo pensaba en Sergio y por eso tuve más de un orgasmo. -¡Joder! ¡Eres peor que un tío! -¡Qué pasa! Muchas mujeres fingen sus orgasmos; yo al menos los tuve de verdad. -¡Sí! Con otro tío. -¡Te he dicho que no me riñeras! -Y no lo he hecho. ¿Te das cuenta que tienes un problema?

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El amor es una… -Sí. Que mi novio (qué raro que suena, todavía no me he acostumbrado a esa palabra), que mi novio no me satisface sexualmente, ¡ese es el problema! -¡No! Que sigues enamorada de Sergio, ¡ese es el problema! -No -Si. -¡No! -¡Sí! -¡¡Que no!! -¿Y entonces por qué sigues hablando con él todos los días? -Porque somos amigos; además, él sabe que tengo novio y le parece estupendo. -Sí puede que se lo parezca (no lo dudo). Pero es que yo no he dicho que “él” esté enamorado de ti; sino que “tú” sigues enamorada de él. Reflexionó un par de minutos para finalmente acabar aceptando la verdad: -A lo mejor aun quiero un “poquito” a Sergio. Pero ¿sabes?, me voy a olvidar de él porque quiero querer a Pablo. Y si yo quiero quererlo pues supongo que al final acabaré queriéndolo de verdad, ¿no te parece? -Me parece que has hecho una frase demasiado enrevesada y que tienes que terminar con esa “supuesta” amistad. -Es que… una parte de mí tiene miedo de que desaparezca de mi vida para siempre. 199

El amor es una… -Ana Mae, no es fácil ser feliz; muchas veces hay que elegir. ¡Elige a la persona correcta! ¿Y quién era la persona correcta? ¿Esas cosas cómo se saben? ¿Quién las decide? La verdad es que puede que hayan muchas opiniones al respecto y que no se pongan de acuerdo entre ellas; pero al final, quién decide siempre es el corazón. (Que por otra parte es un cabrón que siempre nos juega malas pasadas porque no hace caso a nada ni a nadie).

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El amor es una…

UNA DULCE EQUIVOCACIÓN Helena tuvo la brillante idea de que hiciéramos una cena de empresa. De más está decir que nunca la habíamos hecho porque no tiene mucho sentido que me vaya a cenar por ahí con mi padre y mis hermanos, cuando lo hago todos las noches. Pero bueno, Helena estaba tan entusiasmada con la idea que al final convenció a mi padre de que subvencionara el evento. Ella se encargó de organizarlo todo. Fuimos a cenar a un restaurante en el que se celebraban 4 cenas de empresa más. Los chicos de la mesa de al lado estuvieron toda la noche tonteando con nosotras; seguro que porque no sospechaban en lo más mínimo que el señor que se sentaba a mi derecha era mi padre y el de enfrente mi hermano. Trabajaban en una inmobiliaria y tendrían todos alrededor de 25 años; o sea, unos yogurines para mí. Pero bueno, nos estuvieron entreteniendo un rato y al menos no nos fuimos con las manos vacías (nos dieron los teléfonos aunque demás está decir que yo no los pensaba llamar, estaba

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El amor es una… cansada de todos los hombres en general y de uno en particular). La noche estaba yendo muy bien hasta que mi hermano tuvo una fantástica idea de cómo fastidiármela. -Podíamos ir a Rico Mambo a marcarnos unos bailecitos. Dicen que una mirada vale más que mil palabras, y la que le eché a mi hermano le traspasó las entrañas. Aun así a Helena le pareció una fantástica idea y es sabido que uno contra dos es claramente una minoría. Mi padre por supuesto se mantuvo al margen porque no pensaba venirse de fiesta con nosotros, estaba cansado y ya había cumplido con la cena. Así pues, me vi (contra mi voluntad) en el Rico Mambo. De camino al pub las tripas empezaron a retorcérseme de mala manera. ¡Dios mío! ¡Iba a ver a Héctor! Y no tenía ni idea de cómo reaccionaría él; ¡aun peor! no tenía ni idea de cómo iba a reaccionar yo. Me quería morir. Querría bajarme del coche en marcha y correr hasta llegar a mi casa. Sin embargo llegamos al pub, me bajé del coche (casi en marcha) y fui corriendo al baño para echar toda la cena por el retrete. Allí se quedaron los 25 euros que le 202

El amor es una… habían costado a mi padre mi cena. Estaba cagada de miedo; no quería poner en marcha mi visión periférica para no tener que toparme con la imagen de Héctor, ¡o peor aun! que nuestras miradas se cruzaran. Así pues, me dirigí como un burro tras su zanahoria hacia la barra de la esquina (o sea sé, la más alejada que encontré de la pista de baile y la más próxima a los baños por si tenía que salir huyendo). Me pedí un gin-tonic por eso que dicen de que es bueno para el estómago; y el mío en esos momentos debía estar completamente vacío. Carlos había sacado a Helena a bailar e “intentaban” hacer alguna extraña figura de esas que les habían enseñado, pero lo único que estaban consiguiendo es que a Helena se le dislocara un hombro, tuviera que pillar la baja, mi padre se enfadara muchísimo con mi hermano y de rebote yo tuviera que hacer un millón de horas extras en vísperas de navidad. De pronto alguien me estiró del brazo (casi tirando mi gin-tonic al suelo) y me arrastró a la pista de baile. ¡Dios mío! ¿Y si era Héctor? No, no era Héctor; era su amigo Emilio. Mi cara era todo un poema de decepción. No tuve más remedio que bailar con él. -¿Vas a clase con Héctor? -¡No! -¿Con Sabrina? –Siguió insistiendo. -¡Tampoco! Soy autodidacta. 203

El amor es una… -¡Pues chica!, lo haces muy bien. -¡Estás de coña! Y me salió una de esas sonrisas nasales de la cual me sentí profundamente avergonzada; pero era inútil intentar disimular que estaba más borracha que una cuba. Gracias a Dios apareció Sabrina para salvar la situación. -¡Hola Laura! Qué sorpresa más agradable verte por aquí. Venía con muletas; ¡poco iba a bailar así! -¿Qué te ha pasado? -Una tendinitis en la ingle. Un fastidio porque tenía una exhibición de baile en Salou y me ha tenido que sustituir Aida, la novia de Emilio. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Y más mierda! Ahora seguro que Héctor se la tiraba; lo tenía a huevo y nadie se iba a enterar. La culebra de los celos se paseaba a sus anchas por mis tripas. -¿Y cómo te has hecho eso? –Pregunta estúpida por mi parte pero mi mente todavía estaba procesando la información anterior. -Eso mejor pregúntaselo a tu hermano. –Y se sonrió.

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El amor es una… Mi hermano estaba allí delante, había aparecido de la nada. Se besaron y no me cupieron dudas de cómo había pasado. De más está decir que Helena y yo nos volvimos solas a casa en un taxi. Nuestro taxista, (a parte de que tendría que estar jubilado desde el 89), era el típico cascarrabias anti-navidades que no paraba de hablar. Helena y yo nos reíamos de él por lo bajinis; pero era muy difícil porque nos tenía controladas por el espejo retrovisor. Así es que empezamos a mensajearnos por el móvil. Helena: q marrano!! Te sta mirando las tetas. Jeje!! Cuidado q se te salen en la prox. Curva. Jiji!! Laura: No me mira a mí; sta mirando tu tanga, guarrilla!! Q se te ve tooo!! Jaja!! Helena: A lo mjor si le enseñas una tetilla no nos cobra la carrera. Jejeje!! Laura: Xq no le enseñas tú otra cosa, puton? Helena no contestaba; ¿pero entonces qué narices hacía tanto rato con el móvil? -¿Qué pasa, que te has quedado sin palabras? -Te he contestado. -Pues yo no he recibido ningún mensaje. -Pues lo he hecho; ¡mira! Me enseñó su móvil. Helena: Ja-ja. Como qdamos mañana?

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El amor es una… A mí no me lo has enviado. -¿A no? –Se extrañó.- ¿Y a quién se lo he enviado? ¡Mierda! Se lo había enviado a la persona menos indicada; si es que el destino, cuando quiere, hace de las suyas. -¿Y ahora qué hago? El taxista empezaba a mosquearse porque no le hacíamos caso e intentaba meter las narices en nuestra conversación. -¿Les pasa algo señoritas? -No, gracias. Está todo bien. Bueno… Nosotras ya nos bajamos… -¿Pero no me dijeron que las dejara…? -¡Si! Pero hemos pensado en quedarnos a desayunar en esa cafetería. “Hemos pensado” quería decir que “Helena había pensado” que esa noche nadie se iba a la cama. Lo mejor para pasar una buena borrachera es un café bien cargado; sino se te suben las entrañas a la faringe es que definitivamente, no tienes entrañas. -¡Dios mío Laura! ¡Esto es el fin del mundo! ¿Y ahora qué hago? 206

El amor es una… -Tranquila, si estás bautizada irás al cielo con San Pedro. -Ja-ja, ¡muy graciosa! Ahora en serio. ¿Crees que debería mandarle un mensaje diciéndole que el mensaje primero no era para él? -Hombre… Puedes hacerlo pero… Yo lo dejaría estar. -¡Es que sino se va a pensar que quiero quedar con él! -¿Y no quieres quedar con él? -¡¡No!! ¡¡Sí!! Sólo que no quiero ser yo quién de el primer paso. Bueno, si todavía no os habéis imaginado a quién le envió el mensaje, os lo aclararé: a Valentín. -Creo que le voy a mandar un mensaje. ¡Sí! Lo voy a hacer… Cuando me termine el café. Hola!! El mensaje anterior no era para ti. Disculpa las molestias. Qtal te va todo? Besos. -Suena muy frío. _Le dije. -Pues ya está enviado. Suele pasar que Helena pida mi opinión para luego no tenerla si quiera en consideración y termine haciendo lo que le de la gana. Una hora después Emilio seguía sin contestar; así que Dios quiso (mejor dicho, Helena), que nos fuéramos a la cama. 207

El amor es una… Aun no se me había pegado la babilla a las sábanas, cuando mi móvil sonó. Intenté ignorarlo, pero a la tercera llamada mi padre gritó: “Laura, coge el teléfono que queremos dormir”. Es que yo también quería dormir. -¿Sí? –Voz de totalmente sopa. -¡Ha contestado! -No te conozco. –Y le colgué. Claro que mi móvil volvió a sonar. Si no me enfrentaba a aquello, nunca me dejaría dormir. -¿Te he hecho algo malo para que no me dejes dormir? -Laura –Me dijo toda seria_ ESTO ES MUY IMPORTANTE. -Te doy 2 minutos; después me voy a meter en la cama y ni un terremoto conseguirá que me despierte. -¡Vale! Me sobran 30 segundos. ¿Te leo lo que me ha contestado? -¿Para eso has llamado, no? -Escucha: “Hola Xiqueta!! Ha sido una dulce equivocación. De todas formas, habría alguna posibilidad de quedar contigo? Hace muxo q no nos vemos. Muak!!”. ¿Qué te parece? -¡Muy bien! Dile que sí y vámonos a dormir. -Laura, no puedo quedar con él; ¿o ya se te ha olvidado por qué dejamos de quedar? ¡¡Vive con su novia!!

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El amor es una… -Helena, ¿por qué no lo consultas con la almohada? Yo no veo nada malo en que quedes con él; ¡si te estás muriendo de ganas! -No me has servido de mucha ayuda… Pero gracias por escucharme. -De nada. –Y colgué. No me pude dormir porque lo único que hacía era ver a la tal Aida con Héctor bailando una bachata en una de las aulas de la academia mientras se comían a besos. Pero la pesadilla realmente comenzó cuando fui consciente de que en realidad no era tan imposible que aquello hubiera ocurrido. Supongo que si ya vais conociendo un poco a “las tontas” de mi club, habréis llegado fácilmente a la conclusión de que Helena, sí quedo con Valentín. ¿Queréis saber qué pasó? Que volvieron al punto de partida.

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El amor es una…

EL HECHIZO DEL DESAMOR Durante todas las navidades estuve evitando cruzarme con Héctor en las visitas a casa de “nuestros” abuelos. Pero cuando algo es inevitable, es precisamente eso: INEVITABLE. A mi abuelita se le ocurrió la brillante idea de que nos comiéramos todos juntos el roscón de Reyes. Tuve que hacer acto de presencia y ¡cómo no!, Héctor también fue. Esperaba que al imaginármelo con la tal Aida haciendo marranadas, las piernas no me temblaran al verlo; pero una “piiip”, las hijas de su madre me temblaron como si estuvieran hechas de flan de huevo. Y él lo único que hizo fue felicitarme el año y con muy poco entusiasmo. Estaba claro que seguía enfadado conmigo; ¡no entiendo por qué! Y si esperáis que os cuente algo más de aquella fatídica tarde; lo lleváis claro. Porque no volvimos a hablar ni se cruzaron nuestras miradas; estaba claro que él me evitaba. Sólo me dirigió la palabra y la mirada, cuando (¡Oh, afortunada de mí!) me salió un niñito Jesús del roscón y los chistosos de mis hermanos me coronaron reina. 210

El amor es una… -¡¡Eres una princesa!! –Dijo Laurita entusiasmada.- ¿Verdad que es una princesa, tete? -Sí; es una princesita tan guapa como tú. Y ese fue el momento en el que me miró y me dirigió la palabra; aunque ahora que lo pienso, no me hablaba a mí, sino a su hermana. ¡Uuuuy, qué depresión! Me quité la corona y se la di a ella. -Ten. Te la regalo; a ti te queda mejor que a mí. Después de los cafés Héctor se fue alegando que tenía mucha prisa. -¡Y eso fue todo! -La cosa pinta muy mal. –Dijo Coral cuando se lo conté al día siguiente. -¡Lo sé! Pero tengo plan. -¿De qué se trata? -¿Te acuerdas de aquella vez que querías que Javi volviera contigo y fuimos a la tienda esa de las brujas a comprar un hechizo de amor? -¿Quieres hacerle un hechizo de amor? -¡No! Quiero desenamorarme de él. -Pues para eso no necesitas ningún conjuro. -¡Ya lo creo que lo necesito! Lo he intentado todo, ¿sabes? Pero no consigo sacármelo de aquí. –Dije señalando mi cabeza.

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El amor es una… -Yo creo que de donde no sale es de aquí. –Dijo señalando mi pecho. -¡Bueno! Sea como sea quiero olvidarme de él ¡ya! ¿Me vas a acompañar? Aquella misma tarde fuimos a la tienda esa de las brujas. Me gasté veinte euros en el dichoso hechizo; más le valía que funcionara…

HECHIZO DE DESAMOR Es un hechizo para que olvides o dejes de querer a una persona. NOTA: Practícalo con cuidado por que si lo haces mal puede suceder lo contrario; estarás pensando siempre en ella. ¡¡Ten mucho cuidado!! Material: Un papel blanco si es hombre o rosa si es mujer, una vela blanca, aceite de esencias y sal. Instrucciones: Escribe el nombre de la persona que quieres que te olvide. Deposita el papel debajo de la vela que antes ha sido untada con la esencia y restregada la sal por toda la vela. Encender con cerillas de madera siempre en luna menguante. Mientras se enciende la vela, visualizar a la persona que se desea olvidar y repetir tres (3) veces las siguientes palabras “ELIVATO ENARAS 212

El amor es una…

ADEPTO” Procura decir bien estas palabras que son las que más ayudarán a que te olvides o dejes de querer a esa persona. -¿Puedo decirte un par de cosas? –Coral se mostraba muy escéptica con todo aquello.Primero: ¿De verdad te han cobrado 20 euros por toda esta mierda? Segundo: Esto suena a magia negra; ¿qué narices significa el evato ese enaras adeeeeeipto, adepto o como Dios quiera que se pronuncie? ¿Qué es, latín? Tercero: ¿Sabemos cómo está la luna? Y cuarto: SÚPER IMPORTANTE. ¿Has leído la “nota”? Si el hechizo se hace mal se volverá contra ti. ¡¡Querrás a Héctor toda tu vida!! Laura, sinceramente, esto es una gilipollez; tira toda esta mierda a la basura y acepta que has perdido 20 euros y toda una tarde. -Pues sí será una gilipollez ¡pero estoy desesperada! Necesito olvidarme de Héctor. Y te recuerdo, por si se te había olvidado, que fuiste tú la primera en hacer este tipo de gilipolleces. -Y no funcionó. -Sí que lo hizo, ¿o a caso Javi no volvió contigo? -Sí; pero me engañaba con Arantxa. -Bueno, pero era un hechizo para que volviera y Javi volvió; así es que no te quejes de tus 20 euros y ayúdame a mí a malgastar los míos; ¿quieres? -Lo voy a hacer… Pero que te advierto de que más temprano que tarde ambas nos habremos arrepentido; tú seguramente más que yo. Y en el 213

El amor es una… peor de los casos, tendremos que pagar las consecuencias. -No seas romancera y ves a ver cómo está la luna. Ya estaba más que arrepentida, ¿vale? Y además cagada. Pero si alguna vez te has enamorado sabrás lo desesperante que es intentar conciliar el sueño y no poder porque cada vez que cierras los ojos esa persona te viene a la mente. Y cuando por fin te duermes, sueñas con ella y te despiertas pensando en ella. Es una locura, una obsesión, una pesadilla de la que no puedes despertar y más cuando sabes que esa persona jamás te va a querer. Así que sí, igual estaba muy sonada por querer olvidarme de Héctor por medio de un hechizo, pero llegados a este punto, cualquier cosa es válida. -Todavía no ha salido la luna. -¡Estupendo! Busquemos un calendario. Afortunadamente la luna estaba menguante y pude hacer el hechizo esa misma noche. Mi madre me preguntó cuarenta millones de veces por qué tenía encendida una vela en mi habitación; por otro lado Carlos no paraba de llamarme bruja (si tan siquiera imaginar que no estaba muy alejado de la realidad). Ahora os estaréis preguntando, ¿pero funcionó el hechizo? Bueno, eso tiene varias interpretaciones. 214

El amor es una… Os contaré lo que pasó un par de semanas después. Tuve que cubrir una boda porque aunque estuviéramos en enero, la gente también se casa. Ya había estado anteriormente en la Masía en la que se celebraba el convite. Si alguna vez me caso, ¡que risa!, me gustaría celebrarlo allí (aunque los platos tienen que costar una fortuna). Bueno, volviendo al tema que nos atañe, los fotógrafos, músicos, etc… cenábamos en una habitación a parte. Yo, como os podéis imaginar, no cené mucho porque tenía que estar pendiente de las fotos. El chico que ponía la música estaba sentado a mi lado. -¿Qué tal Laura? Cuánto tiempo sin verte. ¡Me conocía! Huelga decir que yo no recordaba su careto. -Desde mayo… Al menos me acordaba que la última vez que estuve allí fue por esas fechas. -¿Cómo fue la boda de tu ex? -Bueno… Mejor de lo que me esperaba. -No te acuerdas de mí, ¿verdad? Había llegado el momento de sincerarme con él; parecía simpático el pobre chico. 215

El amor es una… -No. -Soy Izan; trabajo aquí todos los sábados pinchando discos en las bodas. Y fue en septiembre cuando nos conocimos; te pedí el teléfono pero no me lo diste… Entonces fue cuando me soltaste todo el rollo de tu ex. Pensé que era una excusa muy mala. Pero ahora entiendo por qué no me lo diste y me alegro. ¿Sigues sin acordarte de mí, verdad? -No…, ya voy recordando algo… Lo de mi ex era verdad; además ya hasta va a ser padre (aunque creo que eso a ti no te interesa demasiado, ¿verdad?). -No mucho… Pero ¡oye! Ahora al menos sé que no eres una mentirosa, aunque sí algo despistada. ¡Venga! Sé sincera, sigues sin acordarte de mí. -¡Sííí! Aunque debería sentirse profundamente ofendido y dolido, se lo tomó a risa y ¿sabéis? Aquella noche me lo pasé muy bien. No era Héctor, ni Diego, ni se parecía a ninguno de los chicos que me habían gustado hasta el momento. Pero tenía algo, no sé… Tal vez que sabía hacerme reír o esa sonrisa que nunca se desdibujaba de su boca. El caso es que, cuando le echó un par y me volvió a pedir el teléfono, yo se lo di: y el de verdad. A lo mejor el hechizo del desamor si funcionaba.

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El amor es una…

¡¡FELICIDADES MALÚ!! Es mundialmente sabido, que cuando uno tiene prisa por llegar a un sitio, todo tipo de improvistos se darán para que llegues tarde. A las seis empezaba el cumpleaños de Malú en el Parque de las bolas. Eran las seis menos cuarto y yo todavía estaba en casa de mi abuela. La historia es un poco larga pero os la resumiré: mi abuela y Ezequiel se iban a visitar al hospital a una amiga de ellos que estaba moribunda y yo era la única persona en el mundo que podía hacerse cargo de Laurita. El caso es que, la única… precisamente no parece ser que fuera. Cuando ya estábamos esperando en la parada del autobús, un coche que pasaba nos pitó. Era Héctor. ¡¡¡Bien!!! (Esto debe sonar sarcástico). -Subir que os llevo. Os resumiré también esta parte. Resulta que Ezequiel tenía un plan para Laurita y mi abuela otro muy distinto. Cuando Héctor pasó a recoger a la niña yo ya me la había llevado y ahora, por lo visto, Héctor pensaba quedarse con nosotras toda la tarde. ¡¡¡Qué bien!!! (Esto otro también debe sonar sarcástico).

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El amor es una… Mi teléfono empezó a sonar; seguro que era Ana Mae atacadísima de los nervios, dispuesta a echarme la bronca porque llegaba tarde al cuarto cumpleaños de mi ahijada. Sí, era Ana Mae. Otra ley mundialmente conocida: cuando algo va mal, siempre puede ir peor. -Dime. -¡Dios mío Laura, he metido la pata hasta el fondo! Te juro que ahora mismo desearía que se abriera la tierra y se me tragara. -¿Qué ha pasado? ¡Vale! No me iba a echar la bronca por mi súper retraso… -¡Ojala estuvieras ya aquí…! … Pero tampoco lo iba a pasar por alto. -¿Dónde estás que no vienes? -Voy de camino. Tengo que aclararos que a pesar de haber llegado a la conclusión de que Ana Mae tenía que dejar de hablar por internet con Sergio, no lo había hecho. Así es que Sergio se enteró de la fiesta de cumpleaños de Malú y para sorpresa nuestra, ¡quería ir! -Pablo esta aquí, ¿sabes? ¿Qué hago cuando se aparezca Sergio? 218

El amor es una… -A lo mejor se echa atrás, ya sabes que es un poco cobarde. -¡Ese viene fijo! He pensado decirle a Pablo que es amigo de las dos. Como comprenderás no se puede enterar que me acostaba con él. Así que le he dicho… -¡¡No!! -¡¡Sí!! -¡¡Ana Mae!! Que voy a la fiesta con Héctor y Laurita. -¡¡MIERDA!! Ya os había dicho que cuando las cosas van mal, siempre pueden ir peor. -Tranquilízate, saldremos Ahora nos vemos.

de

ésta

como

sea.

Cuando colgué Héctor me estaba observando. ¡Mierda! Hasta sentada me seguían temblando las piernas. -¿Pasa algo? -No. Los nervios normales de una madre en la fiesta de cumpleaños de su hija. -¿Le molesta que vayamos Laurita y yo? -No. -¿Sigues enfadada conmigo? -¿Estás enfadada con mi tete? –Preguntó Laurita. -No. ¿Podemos hablar esto cuando no esté la niña delante, por favor? –Le dije en voz baja. 219

El amor es una… Ya parecíamos un viejo matrimonio. Supongo que eso era lo único que nos había quedado: lo malo de una relación o lo que fuera que habíamos tenido nosotros. En cuanto hicimos aparición en el Parque de las bolas, Malú se me echó encima gritando: -¡Tía, tía! ¿Sabes que han venido mis dos novios? ¡Jajaja! Ahora no sé con cual de los dos jugar. ¡Vaya! Lo mismo le pasaba a su madre… -Bueno, puedes jugar un ratito con cada uno. Mira, te voy a presentar a una nueva amiga. Le presenté a Laurita y las dos se fueron a jugar con las bolas, pasando casi de la merienda. -¿Y ahora me vas a explicar por qué estás enfadada conmigo? -Yo no estoy enfada contigo; tú eres el que pones cara de perro pachón cada vez que me ves. -¡¿Yo?! –Dijo mitad ofendido, mitad indignado. -¡Al fin llegaste! Ana Mae apareció de la nada y se me llevó arrastras hasta los servicios, después de que le presentara a Héctor en dos microsegundos; (parecía el hombre del anuncio de los Maicromaching). 220

El amor es una… -¿Así es como se supone que te vas a olvidar de Héctor, trayéndolo a la fiesta de cumpleaños de mi hija? Por cierto, ¡está muy bueno! -Sí, lo sé. Es una larga historia… Que no me dejó tiempo para que le contara porque me soltó de carrerilla todo su súper plan. Así pues, estuve la mitad de la tarde controlando la puerta, esperando que apareciera Sergio. Cuando al fin lo hizo, me pegué a él como una lapa y no lo solté en toda la tarde. Fui yo quién se lo presentó a Pablo como un amigo mío que conocía Ana Mae. Sergio, que no era tonto, enseguida lo pilló todo y me siguió la corriente. No parecía ofendido. El que sí estaba algo molesto era Héctor que al final de la tarde pasó un poco de nosotros y se fue a jugar con las niñas. -Bueno, al final todo ha salido bien, ¿no? –Dijo Ana Mae después de que Sergio se marchara. -Sí. Creo que nosotros ya nos vamos porque se está haciendo un poco tarde. Héctor llevaba un buen rato mirándome con cara de pocos amigos. Sino hubiera venido, yo no estaría enfadada conmigo misma y con él porque el hechizo había funcionado a medias: seguía haciéndome sentir cosas. -Voy a buscar a Laurita y nos vamos.

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El amor es una… -Espera. –Me retuvo estirándome del brazo. – Primero terminamos la conversación que tenemos pendiente. ¿Por qué estás enfadada conmigo? -¡No estoy enfada contigo! ¿Cuántas veces quieres que te lo repita? Eres tú quien se muestra frío conmigo. -Es porque pienso que tú quieres guardar las distancias. Entiendo que ya no quieras nada conmigo, pero al menos podíamos seguir siendo amigos. -No Héctor; tú y yo sólo podemos ser familia. Tampoco le dejé que siguiera dándome explicaciones porque tenía miedo de lo que me pudiera decir; así es que me fui a buscar a Laurita. De camino a casa Héctor dijo que tenía que pasar antes por un sitio; que nos llevaría poco tiempo. No parecía demasiado enfadado conmigo. Entramos en una tetería árabe porque Héctor tenía que hablar con alguien; era algo referente a la academia. -¡Qué sitio más chuli! –Dijo Laura entusiasmada. ¿Tete, aquí vive Yasmine? -Sí, pero no la que tú conoces. -¿Y Aladdin? -Pues no sé, tendría que preguntárselo…

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El amor es una… Nos sentamos en unos cojines que habían en el suelo sobre unas alfombras preciosas (muy práctico si llevas minifalda, así seguro que no se te ve el tanga). Nos trajeron la lista de tés y acabé pidiéndome un té (tampoco es que tuviera muchas más opciones). Héctor se pidió una Cocacola y Laurita un zumo. Mi té estaba… ¡qué asco! Sabía a hierba caracolera. De pronto apagaron las luces y una encantadora de serpientes (léase tíos) nos bailó con su velo, rompiéndose las caderas al igual que Shakira. ¡Era una pasada! Si sabes hacer eso seguro que pillas a un tío de por vida; ¡así es como los encantan! ¡¡Jajaja!! Cuando terminó se acercó a nuestra mesa tirada en el suelo; más en concreto al hombre encantado. -Chicas, os presento a mi amiga Yasmina. -¿Eres la novia de Aladdin? –Preguntó Laurita emocionada. -No; me temo que no le conozco. Además, tampoco tengo novio. ¡Qué lástima! Y seguro que Héctor no era más que un amigo raso. ¡Jaaa! -Yasmina va empezar a dar clases de la danza del vientre en la academia, la semana que viene. Y aquí tienes a tu primera alumna. –Dijo señalando a Laurita. -¿Yo? ¡Bieeeeen!

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El amor es una… La niña se puso harto contenta al enterarse de que iba a mover las caderas como Shakira. -Y a lo mejor convenzo a Laura para que se pase también por allí. -¡¿Yo?! “¡Ni harta de vino! ¡Vamos! Ni en tus mejores sueños”. Eso es lo que le dije nada más subir al coche. -Pero Laura… Hazlo por la familia. La academia es un negocio familiar y necesita nuevas innovaciones para prosperar. -¿Tú quién te has creído? ¿Al Paccino en “El padrino”? -Si tú me pidieras un favor por la tienda de fotos, yo lo haría sin pensármelo dos veces. Además, puedes invitar a tus amigas a las clases. El primer trimestre os lo regalo a todas para que probéis las clases a ver si os gustan. Pero sin ningún compromiso. ¿Qué me dices? Por lo menos dime que te lo pensarás. No como amiga; sino como familia. -¡Y dale con la familia! ¡Ay, no sé! Ya te diré algo. -¿Y Malú puede venir a clase también, tete? – Preguntó Laurita.- Me gustaría mucho, ahora es mi amiga, ¿sabes? -¡Muy buena idea Laurita! Pero no es a mí a quién me tienes que convencer; sino a Laura.

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El amor es una… Y con ese tipo de artimañas es como consiguió que muy a mi pesar y en contra de mis retortijones de estómago, Helena, Coral, Ana Mae, las niñas y yo, acabáramos en las clases de la “amiga” de Héctor. Al menos he decir que nos reímos mucho aunque… aprender… Bueno, está claro el por qué no seduzco a ningún hombre. Era nuestra tercera semana moviendo las caderas y a mi pañuelito ya le faltaban la mitad de las monedas (eso me pasó por comprarlo en los chinos). Ana Mae y Malú llegaban tarde para variar y encima con chismorreo; lo que pasa que era muy difícil enterarse de todo en mitad de una clase sino querías que la profesora (mi enemiga number one) nos llamara atención. -Sergio nos ha invitado al cine. -¿A quién? -A mí y a Malú. -¿Y eso cómo ha pasado? -Pues… no sé. Dice que se las ha regalado un cliente. Pero ya llevaba unos días hablándome de la niña y quería saber cosas de ella… ¡Ay, Laura! Esto me descuadra todo. -Lo sé… -¿Qué vas a hacer? -Chicas por favor, estamos en clase todavía; los cotilleos para la merienda. Yasmina no llamó la atención y tuvimos que continuar la conversación, efectivamente, en la 225

El amor es una… merienda. Pero bueno, el resultado estaba claro: Ana Mae y Malú se fueron con Sergio al cine y se lo pasaron estupendamente. Tanto que Sergio dijo que tenían que repetir en otra ocasión. -Es que… -Protestó Ana Mae.- Ya sabes que tengo novio. -Bueno, yo sólo quiero que seamos amigos. Si era verdad o no, eso el tiempo lo diría. El caso es que Sergio volvía a estar en la palestra; aunque no tengo todavía muy claro que en algún momento hubiera dejado de estarlo.

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El amor es una…

112 CHICA DE EMERGENCIA Se acercaba peligrosamente San Valentín; una fecha que me crispa los nervios ya que sólo se la inventaron para torturar a las personas que están solas. Es que, hasta los matrimonios que han caído en la rutina, saben que tienen un polvo garantizado al año: el del día de San Valentín. L@s solteros del mundo, no podemos conformarnos ni con eso. Helena mantiene la teoría de que: -San Valentín se lo inventó el Corte Inglés junto a las floristerías y demás pequeños negocios, para poder llegar a fin de mes ya que recordemos, febrerico es el mes más corto. -Una buena teoría, sí señor. –Dijo mi hermano.Sospecho que no tienes con quién celebrarlo… -¡Carlos… piérdete! –Le espetó Helena lanzándole una bola de papel. De más está decir que no se esfumó; al contrario, nos siguió chinchando. -Pues yo me voy a ir a una casa rural perdida en medio del monte. -¿Con quién? –Preguntó Helena. -¡Ah! Eso es un secreto. 227

El amor es una… -¿Pero tú con cuántas tías vas a la vez, picaflor? -Ni que tuviera un harén… -¡Qué más quisieras! –Le dije yo. -Pues me voy con la única novia que tengo. Al pronunciar la palabra “novia” las dos nos quedamos petrificadas. Mis hermanos nunca utilizan esa palabra; siempre son “amigas”. Al decir, “novia” la cosa se ponía sería. -¿Qué novia? –Pregunté incrédula. -¡Pues Sabrina! -¡Ay, Dios! –Se me escapó. Mi mundo se vino abajo. Sé que tenía que haberme alegrado por ella; de hecho, muy en el fondo lo hacía, pero por el contrario, algo en mi superficie, un fuerte palpitación, me decía que aquello traería terribles consecuencias que iban a terminar salpicándome. Mis dos hermanos se habían propuesto hacerme la vida imposible. Coral nunca me contaba nada de su “relación” con Víctor por la razón de que no quería que si la cosa iba mal, terminara salpicándome. Víctor… bueno, mi hermano jamás me contaba nada de su vida personal; así es que no tenía ni idea de cómo estaba el tema. Pero Coral ya llevaba dos semanas con el alma arrastras. Cuando íbamos a merendar casi no probaba bocado y encima nunca quería salir con 228

El amor es una… nosotras; siempre ponía alguna excusa absurda. Así que, finalmente, me involucré. Una tarde después de la clase coincidió que merendamos las dos solas y ahí tuve mi oportunidad. -Si sigues mirando así el móvil, vas a fundirlo. Además, no me estás prestando atención. Tengo la sensación de que estoy hablando sola. -Lo siento; es que estoy esperando la contestación a un mensaje… y… es bastante importante. -¿Sigues viéndote con mi hermano? –No sé por qué, intuí que era él quién tenía que contestar. -¡Sí! –Dijo en plan derrotista. –Cuando él puede, quiere o le interesa. -¿Eso quiere decir que la cosa no va bien? -No demasiado. Noté que las lágrimas estaban a punto de saltársele. -Cuéntamelo todo… desde el principio. -¡Ay, Laura! Que soy muy desgraciada en el amor. Estuve obcecada con Javi tanto tiempo… Y ahora… ¡Que me he enamorado de tu hermano! Pero como nunca lo había estado de nadie, ni siquiera de Javi. -Y él no siente lo mismo, ¿me equivoco? -En absoluto. –Las lágrimas ya no saltaban, estaban todas fuera.- ¡Que me he convertido en su 112! -¿En su qué? 229

El amor es una… Había oído de todo, pero lo del 112… -¡Su 112, su chica de emergencia! -¡Pues qué putada! ¡Cabrón! -Laura… es tu hermano… -Es un hombre. No irás a defenderlo encima. -Es que… no es tan sencillo. Verás, no puedo reprocharle nada porque él nunca me ha engañado; aquí la única que se ha engañado así misma he sido yo. -Bueno, tampoco creo que mi hermano esté libre de culpa. ¿Pero él sabe que tú sientes algo por él? -Pues si no es tonto… -¿Pero tú se lo has dicho? ¿Habéis hablado alguna vez de vuestra “relación”? ¿De vuestros sentimientos? A todas las preguntas Coral negaba con la cabeza. -¿Después de dos meses y pico y no habéis hablado de nada importante? ¿Entonces qué hacéis? La cara que puso Coral me valió como respuesta: algo que yo ya ni me acordaba de cómo se hacía. -¿Y qué es lo que se supone que te tiene que contestar en el mensaje? -¿Cómo sabes que es de él? -Porque la policía no es tonta… 230

El amor es una… -Pues como sé que libra esta semana, le he dicho de quedar mañana para ir al cine. Se lo mandé esta mañana ¡y todavía no ha contestado! -A lo mejor ha estado ocupado y no ha podido; o todavía tiene que saber si mañana puede o no. Creo que los martes juega al fútbol… -O a lo mejor es que me está dando largas. -Coral, una cosa es segura: tienes que hablar con él y aclarar la situación porque si sigues así te vas a enfermar. ¿Cuántos kilos has perdido ya? -Cinco. -¡Si que te ha pegado fuerte! De verdad amiga, soluciona esto cuanto antes porque sino va a acabar contigo. -Lo sé. Te prometo que de esta semana no pasa; si se digna a contestar, claro. Finalmente mi hermanito contestó y efectivamente, el martes tenía fútbol. Pero quedaron el viernes a cenar. Coral había escrito en tres folios y medio todo lo que le tenía que decir a Víctor. Me llamó el jueves por la noche para leérmelo y que opinara. -Debes de ponerte más dura; si le dices esas cosas le va a quedar más que claro que se te caen las bragas cuando lo ves y lo único que conseguirás es que te siga utilizando como hasta ahora. -Laura, no me siento utilizada; si nos hemos acostado cuando a él le ha venido en gana es porque yo lo he consentido, ¿vale? En ningún 231

El amor es una… momento me ha engañado porque ya no tengo 15 años y soy responsable de mis actos. -Lo siento; no quería ofenderte. -No pasa nada; voy a rectificarlo y luego te llamo. Efectivamente, dos horas y media más tarde volvió a llamar. Los tres folios y medio se habían convertido en cuatro; ¿no se suponía que iba a quitar cosas? -¿Qué te parece? -Pues que si vas a hablar tú todo el rato, no te pidas la cena porque soltar todo ese rollo te va a llevar mucho tiempo. -Demasiado largo, ¿no? -Sí. Pero Coral, si es lo que sientes y necesitas decirlo para encontrarte mejor contigo misma, por favor, que no se te quede nada dentro. -Intentaré ser más breve; sino tu hermano se quedará sólo con las dos primeras palabras. Luego te llamo. -OK Finalmente se quedó en un folio y medio que, aunque sonaba bien, no dio muy buenos resultados. O al menos, no mucho mejores de lo que se esperaban. A las 2 de la madrugada del viernes, cuando yo ya llevaba casi tres horas durmiendo porque al día siguiente tenía mucho trabajo, Coral me llamó al móvil. Eso me pasaba 232

El amor es una… por no desconectarlo; pero claro, tampoco podía hacerlo porque le había prometido que no lo haría. -El corazón me ha vuelto a hacer crack. –Me dijo Coral entre lágrimas. -Tranquilízate… ¿qué ha pasado? -¿Puedes bajar? Estoy aparcada en la puerta de tu casa. Por favor… Necesito hablar con alguien; así no me puedo ir a mi casa. -Dos segundo y estoy ahí. Era una gran putada sacarme así de la cama; pero las situaciones extremas lo requieren y esta era una de ellas. Bajé también una caja de pañuelos porque los íbamos a necesitar. Nada más entrar en el coche Coral me abrazó: “¡Oh, Laura, soy tan desgraciada!” y así estuvo llorando sobre mi hombro casi un cuarto de hora; bueno, el tiempo exacto no lo sé pero sí que se me hizo eterno y que al final acabé llorando yo sobre su hombro. -¿Qué ha pasado? Habían ido a cenar a un italiano muy bonito. Víctor esa noche estaba especialmente cariñoso y no paraba de decirle a Coral lo guapa que estaba y lo fantástica que era. Hasta ahí todo fue estupendamente; parecía que a lo mejor teníamos final feliz. Después se fueron a tomar una copa a 233

El amor es una… casa de mi hermano y bueno… después de la copa venía lo otro. Pero Coral no podía aguantar más y justo cuando Víctor estaba a punto de quitarle la ropa, ella se levantó de la cama y le dijo: -Tenemos que hablar. Se sabía el discurso de memoria así es que se lo soltó sin comas, ni puntos, ni nada de nada. Es más, ni siquiera le dejó a él que hablara. -Espera, que todavía no he terminado. Mira, sé que lo que tenemos está muy bien pero… Últimamente siento que todo ha cambiado. No es culpa tuya; soy yo que he empezado a sentir cosas. Y… Víctor si esta noche me vuelvo a acostar contigo, sé que al final me arrepentiré porque me estoy haciendo daño a mi misma. No pienses que te estoy reprochando nada porque no es así. Sólo que… yo ya no puedo conformarme con esta relación o lo que sea. Quiero más. Durante medio minuto que duró una eternidad, los dos se miraron a los ojos sin decir una sola palabra. Coral supo la respuesta incluso antes de que Víctor abriera la boca. -Coral… Me gustas mucho, de verdad. Eres guapísima, divertida,… Contigo me siento realmente a gusto. -Pero… 234

El amor es una… -Lo pasé muy mal en mi última relación y siento que todavía no estoy preparado. Lo siento; de verdad. -Yo también. Coral se sonrió (una triste sonrisa y además forzada) y le tendió la mano. -Entonces, ¿somos simplemente amigos? -No quiero perderte. -Víctor… -Aunque las lágrimas querían salir a borbotes, Coral apretó los dientes muy fuerte y siguió con esa media sonrisa.- ¡Es lo que hay! Víctor le estrechó la mano y quedaron como amigos. Pero ese tipo de amistades nunca funcionan. Dos horas después Coral seguía llorando sobre mi abrigo (que tendría que llevar a la tintorería porque tenía chorretones de rimel por todas partes). -Coral… Me gustaría quedarme aquí toda la noche, de verdad; pero es que madrugo y… -Lo siento, lo siento. Ya me voy. ¿Estoy muy fea? -¡Estás horrible! Pero eso se soluciona lavándote la cara y durmiendo un rato. -No creo que pueda dormir. -Tómate dos valerianas y una tila; a mí me funciona. 235

El amor es una… -¿Y mi corazón? arreglará? -¡Seguro que sí!

¿Crees

que

algún

día

se

Nos volvimos a abrazar y le di un beso en la frente antes de dejarla. -Gracias por ser mi mejor amiga. -Gracias a ti por dejarme que lo sea y… Coral, conduce despacio, ¿vale? -Tranquila, llegaré a mi casa sólo con el corazón roto; lo demás te prometo que llegará intacto. Coral, de nuevo, volvía al club. Si es que este tipo de asociaciones jamás quiebran. ¿Cuándo iba a llegar la hora en que todas lo abandonáramos? ¿Cuándo nos tocaría ser felices por completo y no sólo a medias? Y… ¿cuándo nuestros corazones dejarían de hacer crack? Éstas y otras preguntas, siempre se me quedaban sin contestar.

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El amor es una…

SINCERAMENTE ESTÚPIDA ¡Y llegó el día de San Valentín! Un San Valentín lleno de corazones rotos. Coral llevaba una semana sin levantar cabeza. Por el contrario mi hermano no daba indicios de que le pasara algo; siquiera un dolor de tripa. -¿Tengo monos en la cara? –Me dijo un día que vino a comer a casa.- Pues entonces deja de mirarme de esa manera. -No te miro de ninguna manera. -Laura, si se podría decir que me acabas de perdonar la vida. -¡Gilipollas! Vale, ya sé que no era justo que me enfadara con mi hermano pero, no pude evitarlo, Coral lo estaba pasando muy mal por su culpa. Aquella tarde de San Valentín nos encerramos en casa de Coral a ver películas de miedo; por un tiempo las comedias románticas y los dramas estaban vedados (las de acción también porque el protagonista siempre acaba tirándose a alguna tía). -¿Quieres que veamos “El internado”? -Ya la he visto; es muy mala.

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El amor es una… -¿Y “REC”? -Nunca he podido terminar de verla; me pone taquicárdica perdida. -¡Vale! Podemos ver “Los crímenes de Oxford”. -Eso suena a aburrido. -Pues entonces podemos seguir llorando y comiéndonos los mocos, ¿qué te parece, eh? ¿Así es como piensas pasarte el resto de tu vida? -Laura, elige la peli que a ti te de la gana. En eso estaba cuando llegó Arantxa con una sonrisa de oreja a oreja y una tarta de San Valentín; muy apropiado… -¡Chicas! Celebremos San Valentín a nuestra manera. –Dijo exultante. -¿Te has dado un golpe en la cabeza? –No me podía creer lo que estaba viendo. -Yo me vuelvo a la cama. –Dijo Coral. -¿Has visto? Ya has conseguido que se deprima. -Laura, tampoco es que estuviera demasiado animada… Además, nosotras también tenemos derecho a pasárnoslo de p.m. en este día. -¡Yo paso de San Valentín! -¡Y yo odio San Valentín! –Añadió Coral y se subió la colcha hasta las cejas. -¿Y también vais a pasar de esta deliciosa tarta? Bien pensado… ¿por qué tenía que perdérmelo? Así es que Arantxa y yo nos comimos la tarta mientras veíamos “REC”. Coral se negó a probar 238

El amor es una… la tarta y ha salir de su cama; ¡qué bien! lo estaba llevando estupendamente. En un momento dado a Arantxa le sonó el móvil y ambas nos cagamos a la pata abajo. Pegamos tal berrido que hasta Coral salió de debajo de las mantas para ver qué estaba sucediendo. -¿Qué os pasa? -No ha sido nada,- dijo Arantxa- es que acabo de recibir un mensaje. Lo leyó y de pronto se puso a dar saltos de alegría y a bailarnos una danza africana. Cuando se dio cuenta de que tanta alegría contrastaba en “la habitación de los ánimos caídos”, se contuvo y pidió disculpas innecesarias. -¿Quién te ha escrito que te ha puesto tan contenta? –Le dije. Miró a Coral un tanto apurada; sospeché que eran tan buenas noticias que se sentía culpable de que ella fuera tan feliz y la pobre Coral tan desdichada. -Es Dani; me ha invitado a cenar. -¿Estáis saliendo juntos? -¡Qué va! Quedamos de vez en cuando… pero todavía ni me ha besado. Y ya hasta dudo de que algún día lo haga.

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El amor es una… -Arantxa, es el día de San Valentín y te invita a cenar, ¿no crees que eso significa algo? -Quién sabe… -¿Entonces vas a ir? -¡Pues claro! -Arrepiéntete –dijo la optimista de Coral- aun estás a tiempo de salvar tu corazón. Dicho lo cual, volvió a esconderse bajo las mantas. -Pero Laura, hay una cosa que me apura mucho; me siento una traidora por lo que le hicimos, bueno, le hice… Porque la idea fue toda mía, y sino os hubiera pinchado vosotras no lo habrías hecho. Si se entera de que yo provoqué su ruptura con Lucía, me odiará toda su vida. -¡Ni se te ocurra decirle nada! Ese secreto se tiene que ir con nosotras a la tumba. -¡Ni se te ocurra! –Se oyó por debajo de las mantas. ¡Ay, ay, ay! Ví el temor en sus ojos; creo que no lo tenía muy claro. Arantxa, ¿por qué tuviste que ser tan sinceramente estúpida? Dani le había invitado a cenar a su casa y no pizzas recalentadas, sino unos estupendos spaghetti con salsa roquefort (lo sé porque me lo contó Arantxa, claro está que yo no llegué a

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El amor es una… probarlos, ¡jaja). Después de la cena se sentaron en el sofá a tomarse el postre; helado de tiramisú. -¿Por qué no terminamos de cenar en la mesa, como las personas? –Dijo Arantxa a causa de los nervios. -Porque en mi casa es costumbre tomarse el postre en el sofá; ¡siempre! No hacerlo es de muy mala educación. -¡Vale! Lo tendré en cuenta para la próxima vez. -¿Quién te ha dicho que habrá una próxima vez? Aunque Dani lo había dicho con una sonrisa bromista, Arantxa se quedó súper cortada y sólo deseaba que la tierra se la tragara. Así es que se dedicó a comerse el helado en silencio. -Te has manchado la nariz. –Le dijo Dani mientras se la tocaba, aunque realmente no llevaba nada. -No es verdad. -No. –Volvió a lucir su sonrisa bromista.- Pero aquí sí que tienes una mancha de helado. –Dijo señalando la comisura de sus labios. ¡Y la besó! Le llevó su tiempo dar el paso pero, según Arantxa, la espera había valido la pena. -Me gustas mucho, ¿sabes? Toda tú eres tan… auténtica.

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El amor es una… Entonces a Arantxa se le cruzó un pensamiento oscuro; su súperyo no paraba de repetirle: “Mentirosa, mentirosa, ¡mentirosa! ¿Tú auténtica? ¡Jaaa! Deja que me ría…”. -Tú también me gustas mucho. Se volvieron a besar y la conciencia de Arantxa quedó silenciada por un rato. -¿Sabes? –Siguió diciendo Dani.- Pensé que me costaría mucho superar lo de Lucía pero… No fue así. Creo que en el fondo ya no sentía lo mismo que al principio. Supongo que nuestra relación ya llevaba rota hacía mucho tiempo y por eso me engañaba con Javi. La vocecilla volvió a despertarse a gritos: “¡¿Por qué no se lo dices?! ¡Cobarde! Además de mentirosa cobarde”. -¿Te he contado que Javi y Lucía se van a vivir juntos? Me lo ha contado Rafa. No creo que duren más de seis meses. “¿Se lo vas a decir o no? ¿Qué crees que va a pensar de ti cuando se entere por otras personas? Porque la verdad, al final, siempre acaba por saberse. ¡Díselo!”.

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El amor es una… -¿Qué te pasa? De repente te has quedado muy callada y… te noto seria. ¿He dicho o hecho algo que te haya molestado? “¡¡DÍSELO!!”. -No. –Contestó Arantxa forzando una sonrisa.Pero tengo que contarte algo que no te va a gustar. Y le contó la historia desde el principio de los principios, cuando ella y Coral discutieron con Javi en la puerta del pub. -Ya sé que el hecho de que Javi me hiciera daño no justifica mis acciones, ni mucho menos el que yo te haya hecho daño a ti. Dani se había quedado muy callado y poco a poco se había ido moviendo hasta la otra punta del sofá. -Lo siento. De verdad, lo siento muchísimo. Ojalá pudiera dar marcha atrás y cambiarlo todo pero… desgraciadamente ya no puedo. -Arantxa… Lo que pasó no es culpa tuya porque ellos ya me engañaban antes de que tú hicieras eso en Internet. Así es que no tengo nada que perdonarte. Pero… Ahora mismo creo que no te conozco. La persona que tengo frente a mí no es la misma chica con la que yo me he estado 243

El amor es una… haciendo ilusiones y… asimilar todo esto. -Lo entiendo. Lo siento.

necesito

tiempo

para

Y así fue como, la tarde siguiente a San Valentín, las tres volvimos a “la habitación de los ánimos caídos”, a comer helado de chocolate y a ver películas de miedo que ni siquiera daban miedo. Finalmente acabamos metidas las tres en la cama de Coral, sonándonos los mocos. -Ya le he escrito tres mensajes ¡y tan siquiera se ha tomado la molestia de contestarlos! –Dijo Arantxa entre sollozos. -Dale tiempo, -dije yo toda optimista- ya verás como te perdona y te da otra oportunidad. -Lo dices para que me sienta mejor. -Lo digo porque de verdad lo pienso; y si al final no lo hace, pues, ¡él se lo pierde! Tú eres estupenda Arantxa, y no necesitas a ningún hombre para que te lo demuestre. -Gracias. Ahora deberías aplicarte tu propia medicina. -Yo ya casi estoy curada de Héctor. Las dos me miraron con cara de: “¡Pero qué me estás contando!”. ¡Ya! Ni yo misma me podía creer lo que acababa de decir. Dos días después, (Arantxa ya había desistido del todo y dejó de mandarle mensajes a Dani), él se 244

El amor es una… dignó a contestar: “¿Podemos hablar?”. ¡Pues si era eso lo que ella llevaba intentando desde hacía días! Quedaron en que ella iría al bar en el que trabaja, aquella misma tarde. -¡Hola! Arantxa se sentó en la mesa cabizbaja. La mirada de Dani no expresaba absolutamente nada. -¿Qué quieres tomar? Arantxa pensó que lo mejor sería un cubata para aguantar el tirón, pero ¿qué iba a pensar si empezaba a beber a las seis de la tarde, que además de embustera era una borracha? -Un cortado largo de café. -Ahora vuelvo. Mientras Dani iba a por sus cafés, me llamó por teléfono hecha un flan. -¡Ay, Laura! Creo que me ha hecho venir sólo para decirme hasta de lo que me tengo que morir. ¡Ni siquiera me ha dado dos besos cuando nos hemos saludado! -Tranquilízate; todavía no sabes qué te va a decir, así es que no te apresures a hacer conjeturas. 245

El amor es una… -¡Te dejo que ya vuelve! Y me colgó. Estuvieron un par de minutos (que se hicieron una eternidad), vertiendo el azúcar en el café y removiéndolo. Finalmente fue él quién rompió el silencio. -Debería estarte agradecido porque me hiciste un gran favor al abrirme los ojos de esa manera, pero ¿sabes? Realmente no las siento. Pienso que eres una persona resentida y vengativa; muy distinta a la Arantxa que yo conocía. Aquellas palabras fueron mucho peor que una patada en el estómago. Arantxa se quedó sin palabras, incapaz de levantar la cabeza y mirarlo a los ojos. -Bueno, no es por justificarme, pero cuando te han hecho muchísimo daño, uno nunca sabe cómo va a reaccionar. ¿No fuiste tú quién le partió los morros a Javi? A tu modo tú también le devolviste el daño que te hizo. Y aunque no lo creas, yo no planeé mi venganza; simplemente se me dio la oportunidad y la aproveché. Como ves, tú y yo no somos tan diferentes; los dos hemos intentado devolverle a Javi el daño que nos hizo. Pero bueno, yo no puedo cambiar lo que piensas de mí y… si después de todo este tiempo en el que hemos sido amigos lo único que te queda es que soy resentida y vengativa pues… ¡mala suerte! Es 246

El amor es una… una pena que pienses eso de mí pero, sinceramente, tu opinión no cuenta, sólo la mía; y yo sé perfectamente quién soy ¡y me gusto a mí misma! -¿De verdad le dijiste todo eso? –Preguntó Coral asombrada. -Sí. Y luego me fui de allí volando. Él no dijo nada; se quedó allí sentado como un pasmarote. -¡Qué tonto! –Dije yo. Arantxa había vuelto a “la habitación de los ánimos caídos” para contarnos cómo había ido todo. -Después me subí al coche y empecé a llorar hasta que no me quedó ni una sola lágrima. Creo que estuve más de veinte minutos. Y, ¡mirar! Dani me mandó éste mensaje. “Eres simpática, divertida, ingeniosa, generosa, irónica, optimista,… y podría seguir así toda la tarde. Vuelve, xq no me has dejado decirte todo lo q tenía q decir”. -¿Entonces has vuelto al bar o te has venido aquí directamente? –Preguntó Coral. -¡Por supuesto que he vuelto! -¿Y?

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El amor es una… -Nada más entrar al bar ¡me ha besado! No me ha dado tiempo a reaccionar. Y me ha dicho: “Yo tampoco soy perfecto”. ¡Y me ha vuelto a besar! -¡Qué bien! -Bueno, al menos a una de las tres le ha salido bien la jugada. Durante muchos días estuve pensando en lo que Arantxa le dijo a Dani y ¡cuánta razón llevaba! Nuestro problema realmente no son ellos, somos nosotras mismas. Porque, no son ellos los que no nos quieren como nos merecemos, somos nosotras las que cometemos ese error. Y desde aquel día, me juré a lo Escarlata O’hara, que jamás dejaría que ningún hombre fuera más importante que yo en mi propia vida.

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El amor es una…

UN FINAL FELIZ Me propuse hacer que a Coral le entrara en la sesera que “la felicidad es una elección, no una consecuencia y que no había nadie más importante en su vida que ella misma”. Así es que hicimos un lavado espiritual a la “habitación de los ánimos caídos” y Coral volvió a ser casi la misma de siempre. En su primera salida al mundo exterior, fuimos a la tetería a ver bailar a nuestra profesora. He de confesar que Yasmina me caía muy bien y que, pese que probablemente acabaría quitándome a Héctor, no le guardaba ningún resentimiento por ello ya que, estaba claro que Héctor jamás había sido mío y que jamás lo sería. Pero eso ya no importaba porque ahora sólo contaba yo misma. Ana Mae había venido con su novio y con las niñas. A mí me hubiera gustado traer a Laurita pero sus padres no la dejaron salir tan tarde de casa. Por otro lado fue lo mejor porque me evité tener un encuentro no deseado con Héctor. Helena también vino. Estaba obsesionada con los bailes, tanto latinos como con la danza del vientre. Se había apuntado a tantas clases que prácticamente se pasaba toda la semana metida

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El amor es una… en la academia. Por eso me aseguraba que Héctor no estaba con ninguna otra chica. -Eso a mí no me importa. Y de verdad, no debería importarme pero en mi fuero interno deseaba con todas mis fuerzas que Helena estuviera en lo cierto. -Creo que me voy a tener que buscar otra pareja de baile porque tu hermano siempre está bailando con la profesora. Vale que se acueste con ella, pero eso no justifica que a mí me esté dejando tirada. -¡Pues díselo! -Se lo he dicho pero no me ha servido de nada. Después de la exhibición, me voy a Rico Mambo en busca de candidatos. ¿Te vienes? No me hacía mucha ilusión; ¿y si estaba Héctor? Pero no me dio tiempo a contestar porque se apagaron las luces y salió Yasmina bailando. Llevaba unas alas como las de la diosa Isis y las movía como si formaran parte de su propio cuerpo. -Algún día yo bailaré igual. –Declaró Helena en voz alta.- Algún día me veréis aquí bailando. Todas nos echamos a reír menos ella; hablaba muy enserio. Creo que Helena había encontrado 250

El amor es una… la motivación de su vida en el baile. Y por eso acabamos en Rico Mambo. Lo hice por Coral, para que ella también encontrara de nuevo algo que la motivara. Ana Mae, su novio y las niñas, por supuesto se fueron a casa. -No sé qué pinto yo aquí; ni siquiera sé bailar salsa. –Dijo Coral bastante desanimada. -¡Yo tampoco! Pero en la barra sirven unos mojitos que están de muerte. ¿Quieres probarlos? Gracias a Dios, Héctor no fue esa noche a bailar. Quienes sí estaban eran Sabrina y mi hermano Carlos. Y no veáis la que se montó cuando vinieron a saludarnos. -¡Dios mío! Cuando Coral vió a Carlos besando a Sabrina, se le cayó la copa de las manos. -¿Qué pasa? -Nada; que soy una idiota. Enseguida comprendió que no se trataba de Víctor, pero para ese entonces el corazón ya le había dado un sobresalto. -Necesito ir al baño.

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El amor es una… Yo me quedé hablando con Carlos y Sabrina; los dos se habían quedado a cuadros con la reacción de Coral. -Te ha confundido con Víctor. –Aclaré. -Yo soy más guapo. -Y más modesto. –Añadió Sabrina.- Laura, ve a ver cómo está tu amiga. Carlos era hombre y no pilló nada, o si lo pilló hizo como que no se enteraba. Sin embargo Sabrina sí lo pilló a la primera y su cara decía que se sentía solidarizada con Coral; no en vano a ella le había salido bien pero antes de eso también tuvo que pasar lo suyo con el otro gemelo. -¿Cómo te encuentras? Estaba sentada en una de las tazas del váter llorando. -¡Dios! Es que se parecen tanto. -Sí; son igual de capullos. -¿Por qué siempre hablas así de tus hermanos? -Porque siempre hacen que alguna mujer acabe llorando. -Carlos parece distinto. -Supongo que se ha enamorado… No sé. -¿Sabes? Víctor no se convierte en malo sólo por el hecho de no quererme. Nadie elige de quién se enamora y ni tú ni yo podemos estar enfadadas 252

El amor es una… porque él no me quiera. Prométeme que te vas a llevar bien con tu hermano. No quiero que sigas enfadada con él por mi culpa. -El muy tonto ni sabe lo que se está perdiendo. Está bien, te prometo que intentaré llevarme bien con él. Pero tú me tienes que prometerme a mí que intentarás pasártelo bien esta noche. -Lo intentare… -¡Vamos a por esos mojitos! No llegamos a salir del baño porque nada más abrir la puerta Helena se abalanzó sobre nosotras muy nerviosa. -Llevo toda la noche buscándoos. ¿Qué hacéis aquí escondidas? -¿Qué pasa? -¡Que Valentín viene de camino! -¡¿Qué?! Si os acordáis, Valentín y Helena seguían quedando como amigos pese a que él seguía viviendo con su novia. Por lo visto, ésta tenía guardia esa noche y Valentín estaba muy aburrido así es que decidió venirse con nosotras a bailar salsa. -¿No os parece extraño que teniendo novia se venga conmigo a bailar salsa? –Dijo Helena desconcertada.

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El amor es una… -Me parece extraño que viviendo con su novia, pase más tiempo contigo que con ella. –Dije yo. -Tampoco es que nos veamos todos los días… -Helena, ¿crees que no sé con quién hablas todos los días a la hora del almuerzo? Helena puso cara de: “¡Me han pillado!”. Luego caí en la cuenta y pensé en voz alta: -¿Te estás acostando con él otra vez? -¡¡No!! -Helena me miró indignada.- Sólo somos amigos; nada más. -¡Vale! Salimos del baño y fuimos en busca de nuestros mojitos. Minutos después apareció Valentín. Helena intentó en vano que bailara una salsa; por el contrario, con las bachatas no tuvieron ningún problema. -Creo que me vas a tener que enseñar con calma a bailar salsa. -Bueno… Estoy buscando pareja de baile; sino tienes nada que hacer los martes… Si resultaba difícil de entender que un chico que vive con su novia pasara más tiempo hablando por teléfono con su amiga que hablando con la persona con la que compartía su vida; más increíble todavía resultaba el hecho de que fuera con la amiga y no con ella, con quien se apuntara 254

El amor es una… a clases de salsa. Y no sólo eso, sino que además ¡quedaban todos los viernes para ir a bailar! -¿Qué pasa? –Le dije yo a Helena.- ¿Qué tiene turnos de noche todas las semanas? Pues será la única que trabaja en ese hospital. -¿Qué me estás queriendo decir? -Helena, que aquí hay algo que no me cuadra. Ves con cuidado porque sino acabarás igual de jodida que antes. -Tranquila Laura, ya lo tengo superado. Valentín es sólo mi amigo. -¿De verdad? No hay peor mentiroso que el que se miente así mismo; y creerme, lo digo por propia experiencia. Y sino a las pruebas me remito. Una de esas tantas noches en las que iban a bailar salsa, Helena y Valentín acabaron besándose. -Esto no se puede volver a repetir, ¿lo sabes? –Le dijo Helena. -Lo sé; pero no he podido evitarlo. Pero el daño ya estaba hecho porque Helena volvió a sentir todas esas cosquillas en el estómago y también volvió a torturarnos con las canciones de la Jurado. Cuando la vi llorando en el cuarto del material, de mi boca no salió: “Te lo dije”, sólo la abracé y le pedí que hablara con él cuanto antes. 255

El amor es una… -¿Lo pierdo otra vez? -Siento decirte esto pero, Helena, no se puede perder algo que nunca has tenido. Siguió llorando y al final le dije que se fuera a su casa porque tampoco es que estuviera rindiendo mucho y además se tenía que preparar para la tarde cuando por fin se enfrentara a Valentín. Cuando mi padre se enterara me iba a matar. Pero bueno, ¿acaso no me había dejado a cargo de la tienda? Durante toda la clase Helena estuvo muy tensa y eso hizo que no parara de equivocarse. -¿Qué te pasa? _Le susurró Valentín al oído.- Te noto muy tensa. -No es nada. –En vano intentó sonreír. Después hicieron una rueda con los cambios de pareja y Helena acabó bailando con Carlos. Éste también se dio cuenta de que pasaba algo. -¿Ya has hablado con él? -¿Qué dices? -Os he oído a ti y a Laura esta mañana; las paredes son muy finas. -¡Y tú muy cotilla! No, todavía no le he dicho nada.

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El amor es una… Para su sorpresa, Carlos le dio un beso. -¡Suerte! Y volvieron a cambiar de pareja. Finalmente terminó la clase y Valentín le propuso a Helena ir a tomar algo como de costumbre. -¡Espera! Primero tenemos que hablar. Es que… Dijo con lágrimas en los ojos.- Lo siento Valentín pero no podemos seguir siendo amigos. -¿Por qué? -Porque tú vives con tu novia y yo… Yo me he enamorado de ti. -¡No tengo novia! -¡¿Qué?! ¿Y Andrea? Se supone que vives con ella. -Vivo sólo desde hace un tiempo; y te lo puedo demostrar. Fueron a su piso y efectivamente, no habían señales de que ninguna mujer hubiera estado allí. -Entonces, ¿me has tenido engañada todo este tiempo? ¡¿Por qué?! -Tenía miedo de que pensaras que sólo te buscaba para acostarme contigo. -¿Tú sabes lo mal que me lo has hecho pasar? – Helena se puso otra vez a llorar.- ¿Desde cuándo…?

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El amor es una… -Bueno, casi después de que dejáramos de hablarnos la primera vez. No llegamos a vivir juntos ni dos meses. -¿Por qué? ¿Fue ella o fuiste tú? -Supongo que fuimos los dos; pero el principal motivo lo tengo delante de mí. Te juro que había pensado en llamarte un montón de veces antes de que tú me enviaras ese mensaje por error. Pero siempre me faltaba el valor porque tenía miedo de que me rechazaras. -Créeme, no lo habría hecho. -Ahora lo sé. Valentín la besó y luego le confesó al oído: -Siempre te he querido; desde el primer beso que nos dimos aunque no sé si tú entonces llegaste a sentirlo. El problema es que he sido un necio negándome a mí mismo lo evidente. Helena se sonrió y lo volvió a besar: -Mi amante amigo… A veces las historias de amor tienen un final feliz.

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El amor es una…

Y POR FIN UNA CITA Después de todas las bajas que se habían dado en el club, las únicas que seguíamos pensando pestes del amor éramos Coral y yo, ya que ambas seguíamos teniendo muy mala suerte en ese terreno. Y para demostrarnos que no necesitábamos a ningún hombre para ser felices, decidimos hacer un viaje de placer. -Si es de placer tiene que ser a Cuba. –Dijo Coral. Volvía a ser la misma chica sonriente que yo conocía. -También podemos ir a Nueva York; a mí siempre me ha hecho mucha ilusión. -¿Tú sabes inglés? -Pero eso no debería ser un problema para viajar. -Dicen que los cubanos tienen… muy buenos puros. ¡Jajaja! -¡Eres una guarra! Al final acabamos yendo a la agencia de viajes y contratando una semana en las paradisíacas islas de la Rivera Maya. Nos iríamos en abril, en las vacaciones de Semana Santa.

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El amor es una… Un día, para mi sorpresa, recibí un mensaje de Izan. ¡Quería quedar conmigo! Habían pasado casi dos meses desde que le diera el teléfono así es que ya ni esperaba volver a tener noticias suyas. -¿Qué hago? –Le pregunté a Helena. -Darle una oportunidad, y dártela a ti misma. -Claro, es fácil decirlo; como a ti te ha salido bien… -Lo mejor para olvidarte definitivamente de Héctor, es que empieces a salir con otros chicos. -Un clavo no saca a otro clavo; el refrán ese es mentira. -¡Cierto! No se puede cagar en dos tazas a la vez; así es que tendrás que elegir en dónde la sueltas. -¿No podías haber elegido un símil más vulgar? -Bueno, este lo escuché en una peli y me gustó; ¡siempre había querido utilizarlo! -Y supongo que Héctor, es el váter que está embozado. Al final las dos acabamos riéndonos con las comparaciones. Le contesté a Izan; y le di una oportunidad. Después de tanto tiempo volvía a tener una cita y estaba igual de nerviosa que siempre. ¿Qué me ponía? Se supone que sólo íbamos a tomar un café pero tampoco quería ir como si acabara de salir del trabajo. Luego me vino otra duda; ¡Dios mío! No lograba focalizar su cara. ¿Y si llegaba a la cafetería y no lo reconocía como me pasó en la Masía? 260

El amor es una… La verdad es que no tuve ningún problema en reconocerlo y la cita se dio muy bien. No era el chico con el que salvaría el universo (se trata de un juego que nos inventamos Coral y yo), pero sí era el chico con el que no me importaría volver a quedar. Me reí muchísimo y me gustó que me besara al despedirnos. Me gustaría decir que sentí mariposas en el estómago pero, mentiría. La verdad es que no sentí absolutamente nada, pero no me importaría que me volviera a besar. Al día siguiente, estando en el trabajo, recibí un mensaje; era de él. “Me gusta mucho como besas. Repetimos mañana? Te invito a cenar. Un beso”. Me alegré mucho de recibir el mensaje; hacía mucho que no me sentía así de halagada. Pero tenía miedo. ¿Y si aquello no funcionaba? No, realmente ese no era mi miedo; mi miedo era que si aquello acababa funcionando, Héctor jamás tendría lugar en mi vida. Me costó mucho decidirme pero, a pesar de lo que me dijera mi corazón, mi razón tenía la respuesta apropiada: volví a quedar con Izan. Aunque sus besos no me hacían sentir cosquillas en el estómago, me sentía muy a gusto con él y

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El amor es una… seguimos quedando. Así durante un mes hasta que yo me fui de viaje con Coral. El vuelo duró una eternidad y nada más pisar tierra firme me tuve que meter en la cama porque en mi estómago se estaba disputando una batalla campal. Coral por el contrario, se encontraba divina de la muerte, como si no hubiera viajado en el mismo avión que yo. -Me voy a ponerme hasta el culo de Caiphirinhas. -Yo te acompañaré mañana, cuando mi estómago vuelva a su sitio. Era el mes de abril y como no había ido a la playa, mi piel era de un blanco nuclear. Me dio mucha vergüenza ponerme el biquini. Allí todo el mundo era cetrino; hasta Coral tenía un tono de piel más saludable. -¿Te das cuenta que no puedo salir así ahí fuera? -Laura, nadie se va a fijar en ti; esta gente está harta de ver turistas. Además, están todos tan blancos como tú. -¿Y qué me dices de ti? ¿Te has dado rayos? -No. Llevo tres semanas sin ducharme. ¿Nos vamos? Coral se había encargado de contratar las excursiones en el día que yo me pasé en cama sufriendo mi jet-lag. Lo primero que hicimos fue 262

El amor es una… nadar entre delfines. A ella le debió parecer súper emocionante pese a que ya está acostumbrada; pero a mí me dio un miedo que por casi me meo en el tanga. De hecho, sólo entré en el agua porque Coral me empujó; sino ni loca me hubiera bañado con esos bichos. ¿Y si me hubieran mordido? ¡Eran enormes! Uno de ellos me tocó el pie y por poco me ahogo de la impresión. Coral se puso a nadar a mi lado y aguanté el tirón. Pero creo que en mi vida volveré a repetir la experiencia. El resto del día lo pasamos en la piscina bebiendo margaritas y como el sol mejicano es muy fuerte, mi crema protectora no sirvió de nada; me quemé toda la espalda y de paso también el culo. Me pasé toda la noche tumbada boca-abajo tal como mi madre me trajo al mundo. Coral no podía dejar de reírse mientras me refrescaba la piel con paños húmedos. -¡Esto es humillante! -Lo sé. Pero… estás tan graciosa. ¡Jajaja! -¿Sabes que algún día me levantaré y haré que te tragues todas tus carcajadas? -¡Oye! Que si te molesta que me ría, dejo lo que estoy haciendo y me voy a ponerme hasta el culo de margaritas. Al día siguiente fuimos a ver ruinas mayas. Eran impresionantes. Pero el sol pegaba muy fuerte y mi espalda se resentía (por no hablar de lo mal 263

El amor es una… que lo pasaba cada vez que tenía que sentarme). Coral sí subió a una de las pirámides (cuyo nombre soy incapaz de pronunciar) pero yo, dadas mis condiciones físicas, me quedé abajo haciendo fotos. Por la noche nos pusimos nuestro mejor vestuario y nos fuimos a la discoteca del complejo a, como dice Coral, ponernos hasta el culo de margaritas y caiphirinhas. Pillamos tal borrachera que luego no sabíamos volver a nuestra habitación. En serio, ¡no sabíamos! -¿Por dónde hemos venido, por la izquierda o por la derecha? –Preguntó Coral gangosa. -¿Por la izquierda? Caminamos un buen rato hacia la zona izquierda pero seguíamos muy perdidas. -¿Y si preguntamos? –Sugerí. -¿A quién? Esto está desierto; parece una escena de “Aun sé lo que hicisteis el último verano”. -Coral, me estás pisando el pie. -Yo no te estoy pisando el pie. -¡Sí lo estás haciendo! ¿Te importaría levantarlo, por favor? -¡Que yo no te estoy pisando el pie! Cuando bajé la mirada vi a una enorme iguana lamiéndome las espinillas. En México eran animales sagrados y los dejaban deambular con

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El amor es una… libertad por todo el complejo. Hacerles daño era considerado casi un delito. -¡Aaaaah! ¡Dios mío, Coral, quítame este bicho de encima! -No chilles; lo vas a asustar. -¡Joder, que me lo quites! Aunque me de vergüenza admitirlo, me dio tanto miedo que hasta se me saltaron las lágrimas. Coral lo cogió en brazos como si de un lindo gatito se tratara, y lo depositó dos metros más allá. Yo, en cuanto me sentí liberada del bicharraco, eché a correr en dirección contraria. -¡Laura, espérame! ¿A dónde vas? Como no encontrábamos el camino de vuelta a nuestra habitación y aquello estaba desértico, decidimos sentarnos en un banco a esperar a que pasara alguna alma caritativa que nos indicara el camino de vuelta a nuestras confortables camas. -¿Qué tal te va con Izan? -Bueno… Supongo que bien. -Pues no se te ve radiante de felicidad. -Es que… ¡Ay, Coral! Creo que voy a terminar pareciéndome a Ana Mae. -¿Por qué dices eso?

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El amor es una… -Porque le estoy dando mucha importancia a las cosquillas en el estómago. Y no todo es eso, ¿verdad? Hay otras cosas que también cuentas. -Sí; pero las cosquillas son súper importantes. -¡Ahora lo acabas de arreglar! -Laura, no te conformes con lo primero que encuentres; tú te mereces las cosquillas en el estómago, los orgasmos múltiples y que te tiemblen las piernas cada vez que lo veas. -Todavía no me he acostado con él. -¿Y quieres hacerlo? -No lo sé. -¿Sabes que tu hermano me mandó un mensaje? Después de dos meses, Víctor daba señales de vida. -Por lo visto se ha enterado de que viajaba contigo y sólo era para decirme que me lo pasara bien. ¡Ya está, sólo eso! Me hubiera gustado que dijera: “Te echo de menos…” o algo por el estilo. No sé por qué dijo que no quería perderme si se conformó enseguida. Esta vez Coral no lloró; creo que había llorado tanto por Víctor que ya no le quedaban lágrimas. Entonces pasó un hombre con los cochecitos esos que te llevan por todo el complejo y le hicimos señas para que parara. Le contamos nuestro problema y nos llevó en el cochecito de vuelta a nuestra habitación. Eran las seis de la mañana. 266

El amor es una… El resto del durmiendo.

día,

básicamente,

lo

pasamos

Nueve días después volvía a mi asquerosa y rutinaria vida. Izan no tardó en llamarme para quedar conmigo. Por lo visto me había echado mucho de menos esa semana. En el fondo me hacía sentir bien el hecho de que alguien estuviera pensando en mí. Fuimos a cenar a un mexicano porque dice que no quería que me pasara toda la noche nostálgica y entonces no le prestara la menor atención. La verdad es que Izan era un encanto. Pero… seguía sin sentir nada. Cuando volvíamos a casa, aparcó detrás del instituto. -¿Por qué paramos aquí? Yo ya intuía porque aparcamiento desértico.

parábamos

en

un

-Es que todavía es muy pronto para que me abandones. Y empezó a besarme por donde nunca antes se había atrevido a hacerlo. Me sentí un poco violenta pero tampoco quería ofenderlo si le decía que parara. Se supone que era normal que nos enrolláramos, ¿no? Llevábamos saliendo casi un mes y todavía no me había metido mano. Pero cuando intentó desabrocharme el sujetador, 267

El amor es una… entonces supe claramente que no quería seguir adelante y que hay cosas que no se pueden forzar. Como dijo Helena, aunque suene muy vulgar: “No se puede cagar en dos tazas a la vez”; y yo todavía estaba sentada en la primera. -Izan, ¡para! -¿Qué pasa? -Tenemos que hablar. Todavía recuerdo la cara que puso porque durante bastante tiempo tuve pesadillas. Una no se propone romperle el corazón a alguien a propósito y menos cuando a ti te lo han roto tantas veces. Pero como dijo Coral: “No elegimos de quién nos enamoramos”. Y así fue como le solté al pobre Izan ese rollo que tantas veces me han soltado a mí los tíos. Ya sé que una vez dejé plantado a Diego; pero eso no cuenta porque él ya me ponía los cuernos con Cristina. En cambio lo de Izan, eso sí me dolió y mucho. No sabéis cuánto me hubiera gustado quererlo como él me quería a mí; pero las cosas no siempre son como nos gustarían. -Entonces, ¿seguimos siendo amigos? -Por supuesto. No sé si aceptó con la esperanza de que yo algún día cambiara de idea, pero lo cierto es que, hoy por hoy, sigue siendo uno de mis mejores amigos. 268

El amor es una…

SÍ QUIERO Les traje a las niñas unas muñecas de México. Malú estaba contentísima con su nueva amiga Lupita (como la de los Lunnis). A Ana Mae le traje un talismán de la suerte aunque mejor hubiera sido que le trajera un conjuro para aclarar las dudas. -Tía Laura, es muy bonita. La niña me dio un beso y se fue a la alfombra a jugar con la muñeca. Sobre la mesita del comedor había un catálogo de Ikea abierto por la mitad. -¿Qué tal vuestras vacaciones? –Le pregunté a Ana Mae. -¡Bien! Pablo, las niñas y yo hemos pasado unos días en Port-aventura. ¿Y tu viaje? -¡Oh, de ensueño! Creo que tengo depresión postvacacional. Pero eso no es lo peor: lo he dejado con Izan; bueno, lo que fuera que teníamos ya se ha terminado. -Lo siento. ¿Estás bien? -Supongo que sí; he sido yo la que ha dado el paso. ¿Y tú estás bien? -Tengo todo lo que podría soñar una mujer.

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El amor es una… -¿Y entonces por qué estás mirando el catálogo de Ikea? ¿Qué vas a cambiar ahora? -No lo sé. ¡Ay, Laura! Estoy hecho un lío. Pablo me ha pedido que nos casemos. -¡Dios mío! Eso es estupendo. Por la cara que puso Ana Mae, creo que a ella no se lo parecía tanto. -¿Y qué le has dicho? -Que me dé tiempo para pensármelo. Dos días. Mañana le tengo que dar una respuesta. -¡Mal rollo! Por propia experiencia sé, que si un tío te pide en matrimonio y tú necesitas más de medio segundo para decirle que sí, es que la cosa jamás funcionará. -¿Y qué es lo que te tienes que pensar? -Muchas cosas. Como mi psicóloga me decía que en momentos de indecisión ayudaba poner las cosas por escrito, he hecho una lista con los pros y contras. ¿Quieres verla?

A primera vista los pros eran más que los contras. Además, el hecho de que Malú fuera a tener un padre y una familia, era un pro triple. Pero en esa lista faltaba un contra bastante importante, un contra triple o cuatriple.

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El amor es una… -¿Y Sergio? No lo has incluido en tu lista. -¿Qué tiene que ver Sergio con todo esto? -¡Todo! Pero si ella seguía negándose a sí misma que Sergio todavía era demasiado importante en su vida, no había nada que hacer. Podría seguir haciendo un millón de listas más y darle un millón de vueltas a la proposición de matrimonio; pero el resultado era el mismo: cuando estás enamorada de verdad, el sí sale antes que te hayan hecho la proposición. -No estás de acuerdo con que me case con Pablo, ¿verdad? -Ana Mae, no es eso. Pablo es el tío perfecto y de verdad que estaría súper contenta de que te casaras con él y fuerais muy felices. Pero creo que tú no lo quieres como él se merece. -Laura, ¡estás siendo injusta conmigo! -Ana Mae se enfadó.- Yo al menos lo intento, ¿vale? Y tú ni siquiera eso. ¿O sino por qué has dejado a Izan? Olvídate de Héctor al igual que yo me voy a olvidar de Sergio; ¡no son para nosotras! ¡Despierta de una vez! Salí de casa de Ana Mae con unos lagrimones que me llegaban hasta los pies. Sus palabras, por muy ciertas que fueran, me habían dolido como puñales. Estuvimos casi dos días sin hablarnos.

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El amor es una… Hasta que ella dio el primer pasó y me mandó un mensaje: “Lo siento. Sé q fui muy injusta contigo y tenías razón en muxas cosas. Si puedes perdonarme, me gustaría q me ayudaras con los preparativos dla boda. Me caso con Pablo!! Besos”. Puede que estuviera cometiendo un error o puede que simplemente estuviera eligiendo ser feliz a cualquier precio. Fuera cual fuera el resultado, era mi amiga y yo iba a estar ahí para apoyarla. “Yo también lo siento. Nos vamos d compras? Vas a tener el mejor vestido d novia. Besets”. Teníamos muy poco tiempo para que todo estuviera listo ya que la boda era el 2 de junio; poco más de un mes. Y lo primero, claro está, fue elegir el traje de novia. Quería algo muy sencillo ya que se casaba por el juzgado y con muy pocos invitados; algo nada ostentoso. Por supuesto, sin velo. En la primera tienda que estuvimos nos enseñaron cuatro modelos que entraban dentro del perfil que Ana Mae estaba buscando. ¿Estaba tan guapa con todos ellos? Empecé a deprimirme preguntándome: “¿cuándo me vería yo vestida de blanco? ¡A lo mejor nunca!”. Pese a estar preciosa con todos ellos, Ana Mae no se decantó por ninguno de los cuatro. Nos fuimos a otra tienda… y a otra… y a otra… Hasta que finalmente 272

El amor es una… decidimos hacer un kit-kat y miramos vestidos de fiesta para mí. Perfectamente me podría haber puesto el vestido que llevé a la boda de Diego pero eso me traería recuerdos y no quería que nada ni nadie me estropeara el día especial de Ana Mae. Así es que me compré un sencillo vestido corto de color ocre. -Vas a ir más guapa que la novia. –Dijo Ana Mae sonriéndose.- A lo mejor ya no te invito. -Pues tú te lo pierdes; pensaba regalarte el reportaje de fotos… -Laura, ¡no! Que eso es muy caro. -¡Cállate! Cuando fuimos a pagar a la caja Ana Mae salió corriendo detrás de un vestido. -¡Lo he encontrado! No sabía a lo que se refería. ¿De verdad pensaba casarse con eso? No se puede decir que el vestido fuera feo. De hecho era muy bonito, sencillo pero bonito. De un color crudo un con pequeñas florecitas azules. ¡Pero no era un vestido de novia! -¿De verdad pretendes casarte con eso? -No lo insultes; es mi vestido de novia. Creo que sino hubiera insistido en que se lo probara, se lo hubiera llevado de igual modo. La 273

El amor es una… verdad es que estaba preciosa. Sólo le faltaba ser una novia realmente enamorada. La segunda parte fui comprar los vestidos de las niñas y elegir las flores. Dado lo involucrada que estoy en el mundo de las bodas, no tuvimos mayor problema en encontrarlo todo. La música de la boda nos la arregló Izan, que efectivamente no me guardaba rencor (aparentemente) y seguíamos siendo amigos. Y así, entre unas cosas y otras habían pasado tres semanas ¡y yo no tenía nada organizado para la despedida! Le pedí ayuda a Coral. -Conozco un bar en el que todos los camareros te sirven en tanga. Y además, te hacen un striptease entre plato y plato. -Entonces no se hable más, ¡haz la reserva! Los regalos de la novia los compramos en una tienda de “ropa para el gran polvo”. Mientras yo me decantaba por la lencería fina, Coral elegía todos los conjuntos de guarrilla. Al llegar a la caja nuestra cesta estaba llena de esposas, chocolate corporal, bolas chinas, vibradores, tangas comestibles y lápices corporales. -¿Para qué quiere Ana Mae todo esto?

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El amor es una… -Pues… Laura, ¿de verdad te lo tengo que explicar o es que tú te limitas a hacer la postura del misionero? -¿Tú…? Ni siquiera me atreví a hacerle la pregunta. ¿Había utilizado ella alguna vez todo eso? Un gesto vale más que mil palabras y, pese a no haber formulado la pregunta, su cara me lo dijo todo. -¡Coño! ¿En qué estaría pensando mi hermano cuando te dejó escapar? Nada más haberlo dicho me arrepentí; creo que no fue lo más apropiado. -Lo siento. -No pasa nada, ya lo tengo superado. ¡Claro! Y por eso se pasó el resto de la tarde tan seria. Ya todo estaba listo para la despedida. Sólo faltaba avisar a la novia de que tenía una cita. -Prepárate porque lo vas a pasar de miedo. –Le dijo Coral. -¿Qué me vais a hacer? Las dos nos echamos a reír.

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El amor es una… -No quiero que ningún tío se desnude delante de mí ni me haga tocarle el pene; ya sabéis que eso me da mucha vergüenza. Pues… ¡ya se podía ir preparando! ¡Jajaja! -Tranquila, somos muy pobres para contratar un boy. La cara que puso Ana Mae fue de: “No os creo en absoluto pero, tranquilas que algún día me las pagaréis todas juntas”. -Las chicas de la despedida están todas avisadas y no te va a fallar ninguna. -Le dije yo.- ¿Y tú cómo llevas la lista de invitados? -Bien; ya me han contestado todos. No sabía cómo hacer la pregunta pero lo cierto es que llevaba rondándome por la cabeza semanas. -Y Sergio, ¿ya lo sabe? ¿Lo piensas invitar? -No y… no. -¿Y cuándo se lo piensas decir? –Espetó Coral que no daba crédito a sus oídos. -Es que… no encuentro el momento apropiado. -Ana Mae –dije yo- ¡te casas dentro de nueve días! -Si eso le mandas una foto por el móvil cuando ya estéis casados. -Coral, -dijo Ana Mae a punto de llorar.- No ha tenido gracia.

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El amor es una… -Es que no pretendía ser graciosa; sólo quería que te dieras cuenta de cómo están las cosas. -No sé… Mañana lo llamo. -Eso es algo que le debes decir en persona. Y siguiendo los consejos de su psicóloga y los de Coral (que ya tenía experiencia con los discursos), elaboró uno de dos folios y medio para confesarle que alguna vez lo había querido pero que como su relación era imposible había elegido el camino correcto: casarse con Pablo.

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El amor es una…

LA ELECCIÓN Llegó el día de la despedida. Íbamos todas monísimas con nuestras pelucas y nuestras pollitas. Ana Mae en un principio se había negado a disfrazarse de Geisha guarrilla, pero al final (con dos cubatas y tres chupitos) conseguimos que se lo pusiera. No nos mató cuando vió a tanto tío desnudo merodeando a su alrededor, porque iba demasiado borracha como para sostener un cuchillo; sino fijo que lo hubiera hecho. Al día siguiente tenía tal resaca que no se levantó de la cama ni para comer. Cuando fui a verla todavía seguía en coma. -¡Ey, novia! Levántate porque la despedida todavía no ha terminado. -¿Pero qué me estás contando? Laura, no me hagas esto porque mi cabeza es un tío vivo. -Una no se casa todos los días… ¡En marcha! La otra despedida había sido para todas sus amígas; ésta era sólo para las más íntimas: Coral, Ana Mae y yo. Era sábado por la tarde cuando cogimos el ferri que nos llevó hasta Ibiza. Cuando Ana Mae vió la habitación del hotel que habíamos reservado, exclamó:

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El amor es una… -¡Dios mío! Creo que he muerto y he subido al cielo. Coral, lo primero que hizo fue comprobar la estabilidad de las camas a su manera; se subió en ellas y comenzó a bailar. Yo saqué la botella de cava y llené las copas para brindar. -¿Pero ya vamos a beber? –Preguntó Ana Mae.- Si todavía no hemos cenado… -Bueno, no todos los días tenemos motivos para celebrar. Y brindamos para que las tres, pasara lo que pasara, fuéramos muy felices. Bueno, sí, y también para que, como dijo Coral: -Que volvamos a follar muy pronto y Ana Mae tenga muchos orgasmos. -¡Coral…! Ana Mae se puso roja como un tomate pero brindó. Luego nos pusimos guapísimas de la muerte y bajamos al restaurante del hotel a cenar. Después nos fuimos a tomar unas copas por los pubs del puerto; pero algo rápido porque al día siguiente queríamos disfrutar de las maravillosas playas ibicencas. Nos fuimos en un catamarán a recorrer calitas; pero casi lo

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El amor es una… perdemos porque Coral se fue de compras en el último momento. -Es que no podía irme de aquí sin un modelito ibicenco. ¿Os gusta? -¡Yo quiero uno igual! Pero me quedé con las ganas porque a la que volvimos las cosas se complicaron un poco y ya no pude ir a comprármelo. Era la excusa perfecta para volver a Ibiza en agosto. El catamarán paró en alta mar para que pudiéramos darnos un bañito. Ana Mae y yo bajamos por las escaleras mientras que Coral se tiró desde lo alto, causo furor entre los pasajeros con sus acrobacias. En una de las calitas en las que atracamos, comimos algo que decía ser paella pero que ni remotamente sabía o se parecía a la auténtica paella valenciana. Después bajamos a la playa a tomar el sol. -Laurita, -dijo Coral chistosa- ponte mucha cremita en el culete no se te vaya a quemar otra vez. ¡¡Jaja!! -Qué graciosa… Estaba en medio de mis ensoñaciones con un lugar mágico (una fantasía sexual acerca de Héctor y aquella isla) cuando Ana Mae nos despertó gritando:

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El amor es una… -¡Tenemos que irnos! -¿Qué pasa, se quema la isla? –Preguntó Coral. -¿Le pasa algo a la niña? –Dije yo. -No, no es nada de eso. ¡Vamos! Por el camino os lo explico. No podíamos irnos porque nuestro catamarán no salía hasta las seis pero eso a Ana Mae no le supuso ningún problema ya que nos colamos en el primero que zarpaba de vuelta a la isla. -¿Y ahora nos vas a explicar qué es lo que pasa? – Pregunté cuando ya nos habíamos sentado (en unos asientos que no eran los nuestros). -Pues… Veréis… En lugar de llamar a Sergio y explicarle todo lo que tenía pensado decirle, cogió y le mandó un mensaje con la carta ésa que había escrito como borrador. -¿De verdad hiciste eso? –Coral no acababa de creérselo. -Sé que ha sido muy cobarde por mi parte pero… ¡es que todo esto de la boda me está desbordando! Y me ha mandado un mensaje. “Todavía no has abierto el correo? Xfavor, contéstame”. -Tenemos que encontrar un locutorio un ciber o lo que sea. ¡Necesito entrar en internet! 281

El amor es una… Nos recorrimos toda la isla en busca de un locutorio, ciber o lo que fuera, pero no tuvimos mucha suerte. Finalmente a Coral se le ocurrió que en el hotel seguro que tenían línea de internet y que, si no estaba a disposición de los clientes, podíamos sobornar incluso al director del hotel para que nos dejara usarla. Afortunadamente, sí tenían dos ordenadores con internet gratis a disposición de sus clientes. -¡Estamos de suerte! –Comentó Coral. Ana Mae se conectó como si se le fuera la vida en ello. Entró en su cuenta pero era muy difícil localizar el correo de Sergio porque tenía 236 mensajes en la bandeja de entrada. -¿Nunca abres tu correo? –Le pregunté sorprendida. -No; que no me gusta borrarlos. -Pues llegará un día que no podrás recibir ninguno por tener la bandeja llena. -¡No está! –Dijo Ana Mae histérica.- ¿Y si se refería al correo de toda la vida? -¡Qué va! –Descartó Coral.- Sigue buscando. Y al final, ¡bingo!, ahí estaba el correo de Sergio. Era muy largo; así a simple vista calculé que unas tres o cuatro páginas.

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El amor es una… -¿Quieres que te dejemos sola para leerlo? –Le propuse. -No es necesario. Pero darme la mano, por favor. Y cada una lo leyó en silencio. De vez en cuando Ana Mae nos apretaba la mano hasta que ya no pudo más y se nos echó a llorar. -¡Lo quiero! –Nos confesó. -Lo sabemos. –Le contesté.- Eras tú la única que no quería darse cuenta. -¿Y ahora qué? ¡Voy a casarme con Pablo! -Ahora tendrás que elegir. Os estaréis preguntando qué le dijo Sergio en su carta. Algo tan sencillo como la verdad. La verdad son aquellas cosas que se dicen con la mirada pero que son incapaces de romper el silencio por miedo al rechazo. Pero a veces las miradas son muy difíciles de interpretar y una verdad puede ser vista de muchas maneras o simplemente ignorada. La verdad era que Sergio quería a Ana Mae y no estaba dispuesto a perderla. ¿Y ella? ¿Estaba dispuesta a perderlo a él? Volvimos a casa como si volviéramos de la guerra. Ana Mae se metió en la cama con la excusa de que estaba muy cansada y no quiso ni ver a Pablo; según ella necesitaba tiempo. Y justamente tiempo era lo que no tenía: se casaba 283

El amor es una… en seis días. Pero aquella noche no durmió. Siguiendo su método de hacer una lista, puso aun lado a Sergio y a otro a Pablo con sus pros y sus contras. Pablo le ofrecía una casa, una familia, una estabilidad,… un contrato de matrimonio. Sergio no le había ofrecido nada, sólo una relación de pareja que no podía saberse a ciencia cierta si algún día iba a avanzar. Ni casa, ni familia, ni estabilidad,… ni matrimonio. Por otro lado, a Pablo le tenía mucho cariño y tampoco quería que desapareciera de sus vidas, de la suya y de la de Malú. Además de que con la niña se comportaba como un padre. Sergio lo hacía como un amigo; pero los niños de cuatro años no tienen amigos de veinte y pico. Pablo tenía todas las de ganar… Por no hablar del hecho que suponía tener que cancelar una boda en el último momento. Sin embargo Sergio… Tenía un pro que se había hecho enorme por momentos. Ana Mae me llamó a las cuatro de la madrugada. -No puedo dormir. -Pues tómate un diazepan y cierra los ojos. -Mira, he hecho la lista y está clarísimo quién debería ganar. ¡Pero yo no lo tengo tan claro! -Hazme caso, duérmete y mañana me cuentas lo que has soñado. A veces el subconsciente nos puede ayudar en mucho. -Lo intentaré.

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El amor es una… Esa noche Ana Mae soñó con David. Estaban paseando en su moto por la isla de Ibiza. Ella lo abrazaba y sentía que serían eternamente felices. Cuando él bajó de la moto y se quitó el casco, ya no era David; era Sergio. Sin embargo eso no hizo que ella se sorprendiera, seguía sintiendo lo mismo por dentro. Cuando estaba apunto de besarlo, sonó el teléfono. -Buenos días, cielo. –Era Pablo.- ¿Hoy vas a tener un ratito para mí? -Sí. –Dijo tragándose las lágrimas.- Tengo que contarte algo. -¿No me habrás engañado con un stripper? –Dijo riéndose. -No que yo recuerde… -Ana Mae intentaba sonar desenfadada pero no le salía muy bien. -Ana Mae… Te quiero. -Lo sé. “Ojalá pudiera decir yo lo mismo” pensó ella mientras las lágrimas surcaban sus mejillas. Creo que la decisión ya estaba tomada. El martes por la tarde yo me quedé con las niñas para que ellos pudieran ir a solucionar los últimos preparativos. Lo que Pablo no sabía era que iban a cancelar la boda. El coche ni siquiera llegó a arrancar de la puerta de mi casa. Media hora después, un Pablo con cara de muy pocos amigos subía a mi casa y se llevaba a su hija. 285

El amor es una… -Mamá, ¿qué ha pasado? –Le preguntó Malú cuando vió entrar a su madre llorando. -Nada mi cielo, ve a jugar con la tía Laura; necesito estar sola. Ana Mae se encerró en mi habitación y continuó llorando. Cuando pude engañar a mi madre para que se hiciera cargo de la niña, fui a ver cómo estaba. -¡Ya está hecho! –Me dijo entre lágrimas en cuanto abrí la puerta. -¿Cómo se lo ha tomado? -Laura, ¿cómo querías que se lo tomara? Me ha insultado, me ha dicho hasta del mal que me tengo de morir. Ahora se piensa que todo este tiempo me he estado acostado con Sergio. He intentado aclarárselo pero, ¡no me dejaba hablar! -¿Te ha…? -¡Cómo crees! Cuando la cosa esté más calmada intentaré hablar con él otra vez. -¿Y de Sergio sabes algo? ¿Le contestaste al mensaje? -No. Pero ahora ya no puedo con más cosas, ¿sabes? ¡Estoy saturada! Mañana será otro día. Le abracé y le di un beso: -Has hecho lo correcto.

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El amor es una… Esa misma noche Sergio le mandó otro mensaje: “Entiendo q llego un poco tarde. Te deseo q seas muy feliz. TQM”. A lo que ella contestó: “Sólo contigo. Yo también TQM”. Aquella misma noche se dieron el beso que se les quedó a medias en el sueño.

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El amor es una…

UN LÍO EMBARAZOSO El sábado de la no boda, nos fuimos a comernos una paella a la playa. Pablo seguía sin querer escuchar a Ana Mae, pero al menos ésta ya había asumido que sólo estaba haciendo lo correcto por mucho que eso causara dolor a terceras personas. ¿O acaso no teníamos que ser nosotras lo primero en nuestras vidas? Un poco de egoísmo tampoco nos vendría mal. Desde hacía muchísimos años a Ana Mae no se le veía tan feliz. Y eso hacía que me preguntara, ¿lo seré yo algún día? Helena había decidido celebrar su cumpleaños en Rico Mambo; no veas la ilusión que me hacía a mí eso... Pero era su cumpleaños y no se lo iba a fastidiar porque pudiera encontrarme con Héctor. Ya llevaba más de tres meses sin verlo y parecía que lo estaba superando; (ya no soñaba todas las noches con él, sólo unas pocas). Lo primero que hizo Helena cuando llegué al pub, fue enseñarme un llavero. Yo intentaba prestarle atención mientras mi mirada se paseaba por toda la sala en busca de Héctor. -¡Mira cuál ha sido el regalo de Valentín!

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El amor es una… -¿Un llavero? -¡No tonta! Son las llaves de su piso. ¡Me ha pedido que viva con él! La noticia me calló de sorpresa y para colmo, establecí contacto visual con Héctor. Las piernas empezaron a temblarme. Me hubiera gustado salir corriendo pero no pude porque en menos de dos segundos ya lo teníamos allí. Su saludo fue muy cordial. Felicitó a Helena por su cumpleaños y se fue a saludar a otras personas. Yo me quedé allí plantada como un pasmarote sin saber qué hacer o decir. ¡Patético! Tantos esfuerzos invertidos en hacer que me importara menos y estaba igual de jodida que al principio. A mitad de la noche pusieron la salsa de cumpleaños feliz y todos los hombres sacaron a bailar a Helena. Por lo visto era costumbre que cuando alguien hace los años se hace una rueda alrededor de esa persona y todo el sexo contrario la saca a bailar. Después nos comimos la tarta y brindamos con cava. Sabrina empezó a encontrarse mal y se fue corriendo al baño a vomitar. Yo, ya como cuñada oficial (qué irónico), fui a ver cómo se encontraba. Estaba llorando en el váter; esa escena ya me era muy familiar. -¿Te encuentras mejor? -Sí. 289

El amor es una… -Y entonces, ¿por qué estás llorando? ¿Has discutido con mi hermano? -De momento no; pero… ¡quién sabe! Laura… ¡estoy embarazada! -¡Joder! Eso fue lo único que se me ocurrió decirle; ¡vaya ánimos! ¿Iba a ser tía? ¡Dios mío! ¿Qué iba a pasar cuando Carlos se enterara? Estaba claro que todavía no se lo había dicho. Y mi hermano, aunque se veía muy enamorado, no dejaba de ser un inmaduro. Yo la verdad, no lo veía mucho como padre. ¿Y si la dejaba en la estacada? ¡Dios mío! ¿Y Héctor? ¿Qué iba a pasar cuando se enterara? ¡Dios mío! ¡Esto sí que era un lío embarazoso! -No sé como decírselo a tu hermano. Y ni te cuento lo que pasará cuando se entere el mío. ¡Estoy jodida! ¿Y ahora qué pasará con las exhibiciones? -Bueno… Te puede sustituir la tal Aida. -Sí… Lo que pasa es que mi hermano casi no la soporta; y si lo hace es por su amigo Emilio. En mi fuero interno, las campanillas empezaron a tocar a gloria. -¡Qué voy a hacer…!

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El amor es una… La abracé y le dije que todo saldría bien aunque ni yo misma me lo creía. Nubarrones negros amenazaban con reventar sobre nuestras cabezas. Cuando salimos del baño Héctor se aproximó a nosotras. ¡Ya estaba! El pastel se había descubierto. -Laura, te estaba buscando. ¿Bailas? ¡Pues no! Sólo quería sacarme a bailar una bachata. ¡Ay! Me hizo sentir tantas cosas… Me costaba hasta respirar. Tener su cuerpo tan pegado al mío y sentir su respiración en mi mejilla… En un momento dado me acarició el pelo y todas esas mariposas que no lograba sentir con Izan, volaron en picado sobre mi estómago. -Te he echado tanto de menos… -Me susurró Héctor. El corazón me dio un vuelco pero yo hice como que no lo había oído porque de lo contrario, acabaría rendida en sus brazos. Terminó la bachata y me escabullí enseguida con la excusa de que tenía mucha sed y necesitaba beber algo. ¡Y tanto que lo necesitaba! Mi temperatura corporal había subido tanto que se podía freír un huevo sobre mis nalgas. No había terminado de darle el primer sorbo a mi ron con cola, cuando Héctor me estiró del brazo y me sacó a bailar una salsa. 291

El amor es una… -Pero si no sé… -¡Déjate llevar! Creo que sus palabras tenían doble sentido. Me dio tantas vueltas que a mitad de la salsa yo ya iba mareada y perdí el equilibrio pero él no dejó que me cayera. Entonces bajamos el ritmo y bailamos más despacio. No sé exactamente como sucedió, pero cuando me di cuenta ya nos estábamos besando. ¡Dios mío! Cuánto había echado de menos esos besos. Todo este tiempo de convalecencia no había servido para nada porque llegado el momento, no quise hacerme la dura y me fui con él. -¿Dónde vamos? -A mi piso. -¿Y tus padres? Se sonrió y me explicó que hacía poco que se había comprado un piso. Llevaba menos de un mes viviendo solo. -¿Entonces ya te has emancipado? -Sí; y no tengo un duro. -Yo tampoco; y encima aun vivo con mis padres. El piso, efectivamente, estaba medio desmantelado. Para beber no me pudo ofrecer más que agua. Y en el dormitorio sólo había una 292

El amor es una… cama y una mesita de noche. Pero al menos la cama estaba hecha (y espero que las sábanas estuvieran limpias). De repente empezó a escucharse una bachata a través de las paredes. -¿Y eso? -El hilo musical. Entonces empezó a besar mi cuello y nos pusimos a bailar. ¡Vale! Una bachata así no se puede bailar en público porque seguramente nos detendrían por exhibicionistas. Cuanto terminó la música ya toda mi ropa estaba en el suelo y me tumbó sobre su cama. Hicimos el amor (yo hice el amor) y ésta vez tuve hasta cuatro orgasmos; ¡alucinante! Pero lo que más me gustó fue que en ningún momento dejó de mirarme a los ojos. ¿Habría sentido él lo mismo que yo? Eso pasó el viernes y hasta el domingo no tuve noticias de él. Os podría decir que estaba desesperada pero no fue así; de hecho me sorprendí al ver el mensaje. ¡Quería quedar conmigo! Intentaba no hacerme demasiadas ilusiones pero fue imposible porque mis pensamientos iban a cien por hora. Habíamos quedado a cenar el martes después de que él terminara las clases. Así es que yo me pasé esos tres días volando por las nubes. Pronto se me había olvidado que unos enormes nubarrones negros amenazaban nuestras cabezas. 293

El amor es una… El martes por la mañana, estaba yo haciendo inventario en el cuarto de los materiales, cuando se oyó un alboroto y Helena empezó a llamarme a gritos. Salí asustada porque pensé que nos habían entrado a robar. Pero era algo mucho peor: Héctor se estaba dando de leches con Carlos. Los nubarrones negros habían explotado. -¿Queréis parar ya? Yo intenté separarlos como pude pero me fue imposible; al final fue mi padre quién lo hizo. En eso que llegó Sabrina a la tienda. -¡¿Qué está pasando aquí?! –Preguntó mi padre de muy mala ostia. -Que se lo explique su hijo. –Le contestó Héctor. -¡Joder Héctor! –Dijo Sabrina.- Ya te he dicho que Carlos no sabe nada. -¡Pues no! –Contestó mi hermano.- Y me gustaría saber por qué me has caído a golpes. Las personas civilizadas primero hablan las cosas. -¿Es tu novia y ni siquiera sabes que la has dejado preñada? La cara de mi hermano era indescriptible; la de mi padre ya ni te digo. En cambio yo me estaba apretando los dientes por no darle una ostia a Héctor; se estaba pasando de la ralla.

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El amor es una… -Supongo que te harás responsable… -Siguió diciendo. -Héctor, ¡vale ya! Por favor, ¡vete! Esto sólo es asunto mío. -Y mío Sabrina; porque eres mi hermana y se supone que yo tengo que protegerte. De repente ya no tenía ganas de partirle la cara; sólo de llorar. ¿Por qué mis hermanos no me defendían a mí igual? ¿Por qué no iban a Héctor y le decían: “Deja de utilizar a mi hermana”. Carlos cogió del brazo a Sabrina y se la llevó de allí. Mi padre le pidió a Héctor que se disculpara y que por favor se fuera de la tienda que bastante escándalo había armado ya. Yo, tal vez porque no me lo pensé bien, me fui detrás de él. Elegí muy mal momento, lo sé, porque los dos estábamos demasiado alterados. -¡Espera! Sé que en estos momentos estás muy enfadado pero creo que deberías ver las cosas de otro modo. -¿Pero qué me estás contando, Laura? Él siguió caminando (aunque más que andar corría) y yo seguía detrás de él como un perrito faldero. -Ponte en el lugar de mi hermano sólo dos segundos; él no sabía nada. ¿Y quién te ha dicho a ti que no se va a hacer responsable de su hijo? 295

El amor es una… -Mi hermana sólo tiene 25 años. Estaba en el mejor momento de su carrera y ahora lo tiene que dejar todo. ¿Sabes lo que eso significa Laura? Habíamos llegado hasta un parque y allí nos quedamos parados cuando yo empecé a gritar. -¡Claro que lo sé, Héctor! ¡Yo también soy mujer! Pero sigo sin entender por qué estás enfadado con mi hermano. Ellos son novios y harán con su hijo y con sus vidas lo que les de la gana; y eso a nosotras no nos importa. -Si un tío hace con mi hermana lo que le da la gana y luego la deja tirada, ¡eso sí es asunto mío! La rabia que sentía por dentro impedía que se me saltaran las lágrimas. -¡Eres un gilipollas! Qué pasa, ¿tienes miedo de que a tu hermana le hagan lo mismo que tú estás haciendo conmigo? Se quedó sin palabras. -Laura… -¿Te has parado a pensar en qué hubiera pasado si yo me hubiera quedado embarazada? ¡Entonces no vayas por ahí partiéndole la cara a los demás porque alguna vez puede que te partan la tuya! -Laura, yo nunca… 296

El amor es una… No le dejé terminar porque por fin tenía las cosas claras. Aunque un poco tarde se me había caído la venda de los ojos y ésta vez no iba a volver a meter la pata. Ya nada de lo que dijera podía arreglar las cosas. -Héctor, ¡olvídame! Me fui corriendo de allí y sin mirar atrás. ¡Adiós Héctor para siempre!

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El amor es una…

O TODO O NADA El hechizo de desamor finalmente había funcionado. Héctor me mandó un mensaje aquella misma tarde: “Lo siento. Nunca quise hacerte daño”. Yo simplemente contesté: “Lo sé”. Y no volví a tener noticias suyas en mucho tiempo. ¿Cómo se sabe cuando algo se ha roto definitivamente? No sé; supongo que se siente. Supongo que llega a un momento en el que estás tan cansada de correr detrás de un imposible, que acabas por aceptar lo que te viene. Hay cosas que no tienen arreglo, y así es como se acaba el amor. Un domingo del mes de julio, Carlos reunió a toda mi familia para que conociéramos a su hijo. Sabrina y él habían ido a la primera ecografía y pudimos ver una bolita blanca en mitad de una radiografía. Esa bolita era mi sobrino.

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El amor es una… -Si no pasa nada nacerá en febrero. –Dijo el padre orgulloso. Él y Sabrina se habían ido a vivir juntos. El numerito de Héctor no había servido para nada. Bueno sí, para abrirme a mí los ojos. Había quedado con Coral para ir a la playa. Necesitaba recargarme de iones positivos y el mejor sitio para hacerlo era caminar por la orilla de la playa. Así es que, nada más terminar el postre, cogí mi bolsa y mi hamaca y me despedí. -Me voy a la playa; ¡pasarlo bien! -Laura… Víctor se levantó para decirme algo en privado. -¿Vas con Coral? ¡Vaya! Eso sí que era una sorpresa. Jamás me había preguntado por ella ni la había referido; ni siquiera en el tiempo en que estaban juntos. -Pues sí. ¿Por? -¿Me puedo ir con vosotras? -Creo que no es una buena idea. Mi hermano puso su sonrisa más picarona y me juró que no iba a mirarnos las tetas.

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El amor es una… -Sabes que no es por eso. -¿Está saliendo con alguien? -Víctor, ¿por qué no mejor hablas tú con ella? Cuando se lo conté a Coral se quedó alucinada. Esperé a que dijera algo, pero se quedó callada, tal vez pensando o recordando. Volvimos de nuestro paseo y nos tumbamos en las toallas a tomar el sol. Ya casi tenía cogido el puntito de sueño, cuando Coral me tocó en el hombro: -¿Estás despierta? -No. -¿Por qué pregunta eso a estas alturas? Después del mensaje que me envió en Semana Santa no he vuelto a tener noticias suyas. ¿Qué querrá ahora? -Marearte seguro; pero tú no le hagas caso. Sino le hubiera contestado eso a Coral, probablemente no hubiera sido la última en enterarme de todo. Sonó su móvil y me dijo que era Arantxa; pero no era ella. “Cuánto +? Dime q todavía no te he perdido”. A lo que ella contestó: “Lo quiero todo. Y lo otro es decisión tuya”.

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El amor es una… Dos horas más tarde, él tuvo el valor de llamarla por teléfono para aclarar las cosas. -¿Qué es todo? Ella al escuchar su voz sintió que le flojeaban las piernas. ¿Cómo explicarlo? Estaba tan nerviosa que no podía ni articular palabra. -Pues… Todo es poder contar siempre contigo. Ser tú la primera persona a la que llame cuando los cosas van mal, que conozcas todas mis cosas, que yo conozca todas tus cosas, que confíes en mí cuando tengas un problema, que me hables de tus sueños e ilusiones, que podamos sentarnos en el sofá sin hacer o decir nada, sólo por estar juntos un rato y disfrutar de nuestra mutua compañía. Que me alegres el día con una sonrisa o que yo te lo alegre a ti cuando lo necesites… El todo es tan simple como querer a alguien o no quererlo. Por eso, o es todo o es nada. -Ven esta noche a mi casa. –Dijo Víctor.- Podemos empezar hablando de nosotros. Aquella noche hablaran por primera vez. Se pueden hablar de muchas cosas pero es muy diferente hablar de uno mismo. No hubieron besos, ni caricias,… Pero ella se sentó en el sofá junto a él y cuando ya se lo habían dicho todo, se quedó dormida entre sus brazos.

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El amor es una… Al día siguiente él le mandó un mensaje diciéndole que le había gustado mucho lo que habían compartido y que quería seguir conociéndola mejor. “Te gustaría visitar mis lugares favoritos?”. “Me encantaría”. Esa tarde lo llevó al presentarle a sus bichos.

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-Ya sé que la gente normal no vuelve a su lugar de trabajo cuando está de vacaciones, pero es que yo echo de menos a mis pequeños. -Nunca te he visto en acción. -Cuando vuelva de vacaciones te colaré en alguna de las exhibiciones. -¿Y qué pasaría si te robara un beso? –Dijo él pícaramente.- Ésta es oficialmente nuestra primera cita. -Pues te diría que no hay necesidad de robarlo. Y Coral lo besó. Pero en ese momento llegó Javi el foquero a estropearlo todo. -Coral, ¿quién te ha dejado pasar? Sabes que no deberías estar por aquí; los animales se ponen muy nerviosos. -Querrás decir mis animales.

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El amor es una… -Como quieras. Pero soy yo quién tiene que sustituirte en el espectáculo y luego se ponen muy nerviosos porque notan tu ausencia. -¿Entonces me echan de menos? –Dijo ella ilusionada. -Yo no he dicho eso. -¡Sí que lo has dicho! Víctor, como presentía que se iban a poner a discutir, intervino. -Coral, ¿no me vas a presentar? Y le presentó al tonto de Javi. Coral y Víctor no tuvieron más remedio que irse de allí. De vuelta al coche le preguntó: -¿Quién era ese imbécil? -Mi compañero de trabajo… y mi ex. Le contó toda la historia desde un principio, lo de Arantxa, todo lo mal que lo había pasado con ese amor malsano… -¿Ahora entiendes por qué no quiero que me vuelva a ocurrir lo mismo contigo? -Coral, aunque pensáis que los tíos somos diferentes, yo también lo pasé muy mal con mi ex novia. Por eso me cuesta tanto comprometerme, en serio, no es por ti.

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El amor es una… Le contó cosas de las que ni siquiera yo había llegado a enterarme. Y sí, lo tuvo que pasar muy mal. Pero eso supongo que no es una justificación para hacer daño a otras personas, ¿no? -Bueno, ahora la próxima vez me tendrás que llevar a tu lugar favorito. -Pues… Hasta la semana que viene no podrá ser y no sé si te va a gustar. Coral se vino a bajo porque intuía que ya le estaba dando largas. ¿Y si después de recordar todo lo de su ex novia se había vuelto atrás. Víctor, al ver su cara, comprendió que le habían asaltado el miedo y las dudas. -¿Te gusta el fútbol? -No entiendo de fútbol. -Bueno, pues yo te lo explicaré. Así es que donde pretendía llevarla era al campo de fútbol. Le dio un beso muy largo y quedó en llamarla. -¿Y cómo sé que lo harás? -Porque el todo también significa confiar el uno en el otro. Como ya era yo la única que vivía a solas con mis padres, todos los domingos mis hermanos (y mi cuñada) venían a comer. A veces tenía la 304

El amor es una… tentación de preguntarle a Sabrina por Héctor, pero era mejor no saber nada. Como las clases de danza ya se habían terminado, ya no tenía ni que ir a la academia; así es que todas las líneas de comunicación estaban cortadas. Cuando terminamos de comer mi madre sacó todas las cosas de cuando nosotros éramos pequeños por si alguna le podía servir a mi futuro sobrino. ¿Pero cómo le iban a poner al niño esas cosas? Estaban viejas, olían a polilla y además pasadas de moda. Sin embargo a Sabrina le encantó el moisés y dijo que con una mano de pintura quedaría como nuevo. A Víctor todas estas cosas le aburrían así es que se fue. -Tan pronto te vas, hijo. –Dijo mi madre.- Cada vez pasas menos tiempo con nosotros. A este paso tendremos que verte en foto. ¡Viva el chantaje psicológico! -He quedado con mi novia. La patada que sentí en el estómago fue tan grande como si aquello realmente me afectara a mí y no a Coral. ¿Y ahora cómo se lo decía? Ya estaba hasta las narices así es que no me pude callar. -Víctor, ¿para qué me preguntaste si Coral tenía novio cuando tú es obvio que ya tienes a otra? 305

El amor es una… El se rió y dijo: -¡Anda! Mejor será que llames a tu amiga antes de que desconecte el teléfono porque cuando entremos en el cine no nos van a dejar tenerlos encendidos. ¡¿Qué?! ¿Me había perdido algo? ¡O es que me lo había perdido todo! ¡Claro que la llame! ¡Vamos! Que me faltó tiempo. -¿Es cierto que has quedado con mi hermano para ir al cine? -¡Sí! -¿Y en qué momento me lo pensabas contar? -Bueno, es algo que quería hacer en personas. ¿No habíamos quedado mañana? -Coral, mi hermano se ha referido a ti como “su novia”. Y estas cosas no pasan de la noche a la mañana. ¡No me digas que no habías tenido tiempo para contármelo! -Laura, no te enfades conmigo. Al contrario, deberías alegrarte de que fuéramos cuñadas. – Dijo riéndose. -Si me alegro pero… ¿soy tu mejor amiga y no me cuentas algo así de gordo? -Te prometo que mañana te contaré todo con pelos y señales. ¡Ay, estoy tan feliz! Estoy locamente enamorada de tu hermano. -¿Y él te ha dicho…?

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El amor es una… -Que me quiere. Laura, ¡me quiere! ¡Jajaja! Bueno, te dejo porque si viene de camino ya no ha de tardar. Besos… Te quiero amiga. Me quedé allí parada con el teléfono en la mano más de media hora. No sabía cómo encajar tanta información recibida. Estaba feliz porque Coral finalmente lo estaba pero… También estaba sola. Al final todo el mundo había abandonado el barco y yo me quedaría sola y solterona por el resto de mis días. Yo era la única que seguía pensando que el amor era una auténtica m…, al menos para mí.

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El amor es una…

EL FINAL DE LA PARTIDA Lo peor del parchís es el momento en el que todos los jugadores han logrado meter sus fichas y tú todavía tienes las tuyas en casa. No sólo has perdido la partida sino que además te sientes como si ni siquiera hubieras tenido la oportunidad de jugar. ¿Por qué a los demás le han favorecido los dados? ¿Será acaso que el tuyo está trucado y nunca le salen cincos? Así me sentía yo, sola y en mi casa. Había perdido al enamorarme de Héctor y ni siquiera había tenido la oportunidad de hacer que él se enamorara de mí. O tal vez sí, pero simplemente él no estaba por la labor. Por desgracia para nosotros, no podemos elegir de quién nos enamoramos ni cuándo dejamos de hacerlo. Yo estaba sufriendo el proceso de luto y aunque no lloraba porque supongo que llega un momento en el que ya no te quedan lágrimas, el corazón me seguía doliendo como si tuviera una herida sangrante que no se iba a cerrar nunca. En estos casos lo mejor es hacer cambios importantes en tu vida, (como hace Ana Mae con sus muebles), para encontrar nuevas motivaciones. Yo empecé cambiando mi imagen: me corté el pelo, me compré ropa nueva,… A ver

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El amor es una… si por lo menos, aunque por dentro siguiera jodida, que por fuera pareciera otra cosa. Hice planes de futuro y me apunté a un concurso de fotografía. Aun así, todas las mañanas sentía el mismo dolor en el pecho al levantarme. Luego, poco a poco, conforme me iba enfrascado en mis cosas, ese dolor iba desapareciendo, hasta caer la noche. Los sueños sólo le pertenecen a nuestro subconsciente, y éste es un traidor: todas las noches Héctor volvía a mis pesadillas. Hasta que una mañana sin más, me desperté y el dolor había desaparecido. Tenía ganas de gritar, de saltar, de hacer un montón de cosas. Y al pensar en Héctor no me sentí afligida; simplemente me di cuenta de que él había perdido más que yo. ¡Por fin! Después de un tiempo que se me había hecho interminable, volví a ser la misma Laura de siempre. Era agosto y cerramos la tienda por vacaciones. Mis padres se fueron con Ezequiel y mi abuela al pueblo. Hacía un montón de tiempo que no íbamos por allí y la casa debía estar medio abandonada. Creo que dejamos de ir después de que se muriera mi abuelo porque nos traía recuerdos muy tristes. Mi madre quería que yo también fuera a pasar algunos días con ellos pero al principio no me sentía con ánimos. Luego pensé que un cambio de aires me sentaría bien y además, reencontrarme con mi pasado sería 309

El amor es una… perfecto para esta nueva etapa de mi vida que comenzaba. De todos modos por aquí no tenía mucho que hacer. Coral se había ido de viaje con mi hermano, Ana Mae estaba otra vez liada con cambios de mobiliario; pero ésta vez no se debía a ningún problema, sino más bien a que Sergio se iba a vivir con ellas. De Arantxa hacía tiempo que no sabía nada, pero aunque quedara con ella algún día, Dani estaba de vacaciones así es que entiendo que prefiriera pasar más tiempo con él. Y Helena, bueno, ella, Valentín, Carlos, Sabrina (y supongo que también Héctor), si iban a Benidorm a un congreso de salsa. Así es que hice mis maletas y cogí el autobús que tantas veces había cogido de pequeña para ir al pueblo de mi abuelo. Para mi sorpresa, nadie vino a esperarme. Al llegar a casa tampoco había nadie, pero por fortuna para mí, en el pueblo todavía tenían la fea costumbre de dejar las puertas sin pasar la llave; y encima puertas de las que se abren por ambos lados. La casa estaba muy vieja; parecía que por ella hubiera pasado una eternidad. Los recuerdos empezaron a venirme de repente cuando abrí la puerta de mi habitación. Todo aquello lo había vivido yo, pero me parecía mentira; igual fue en otra vida. Y como no tenía nada mejor que hacer, dejé mi maleta y me fui a dar una vuelta. A seguir recordando a aquella Laura que un día fui. La que no tenía desengaños 310

El amor es una… amorosos, la que sólo le tenía miedo a los fantasmas del cementerio. La Laura que comía moras hasta que le entraba dolor de tripa, la que todas las tardes iba al río a coger renacuajos con sus hermanos. Una Laura con demasiados sueños y ninguna pena. Una Laura de la que ya no me acordaba. La poca gente con la que me crucé en el camino ni me saludó; tal vez porque nadie se acordaba ya de mí o porque simplemente era imposible reconocerme. Bajé hasta el río y a excepción de que los árboles habían crecido, todo seguía exactamente igual. Luego fui al lavadero donde mi madre me hacía ir todos los días a que lavara mis bragas y los asquerosos calzoncillos de mis hermanos. Yo siempre protestaba porque aquello claramente era un machismo, pero mi madre siempre me contestaba que así jamás conseguiría hacerme una mujer “echa y derecha”. Luego bajé hasta el huerto de mi abuelo, y lo único que me encontré fue hierba y maleza. El huerto no estaba; mi abuelo tampoco estaba. Me toqué la cara y la tenía húmeda por las lágrimas; tantos recuerdos juntos eran demasiados para asimilarlos todos en un solo día. Volví a casa para darme una ducha y encontrarme mejor. Me estaba vistiendo cuando se oyó la puerta de la calle. Eso es que ya habían vuelto.

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El amor es una… -¡Mamá! Ya he llegado. Subió las escaleras y entró en mi habitación. ¡Pero no era mi madre! -¡Héctor! -¡Hola Laura! ¿Has tenido buen viaje? -¿Qué coño haces aquí? ¿No se supone que tendrías que estar en Benidorm? -Sí; pero aquí tenía que hacer algo más importante. -Oye, ¿te importaría salir de la habitación? Por si no te has dado cuenta estoy medio desnuda… -Laura, ya te he visto desnuda. -¡Vale! Pero no me siento cómoda hablando así contigo. -Si quieres me quito yo la ropa y así estamos en igualdad de condiciones. –Dijo queriéndose hacer el gracioso. -¡Quiero que te largues! Cuando salió de la habitación me tiré sobre la cama y empecé a patalear. ¡Dios mío! ¿Qué hacía él allí? ¿Es que nunca me lo iba a poder quitar de encima? ¿Y qué era lo que quería? ¿Por qué decía que aquí tenía algo más importante que hacer? Sólo tenía que vestirme y bajar para tener todas las respuestas. Pero mis piernas se habían quedado clavadas al suelo. “Por favor no lo vuelvas a hacer, por favor, no te vuelvas a romper”, le decía a mi corazón. Pero era 312

El amor es una… inevitable; ambos sabíamos que las piernas me habían vuelto a temblar y no era de frío porque aquel día hacía mucho calor. Tardé más de lo necesario en vestirme y bajé a dar la cara. -Bueno… ¿Y dónde están mis padres y nuestros abuelos? -Se han ido a un pueblo de los alrededores; por lo visto están en fiestas y hay una feria. -¿Y tú? ¿A qué has venido? -A hablar contigo. Me fue inevitable echarme a reír. Pero era una de esas risas que no sientes; una de esas que evitan que te eches a llorar que es lo que realmente quería hacer. -¿Y has hecho casi doscientos kilómetros sólo para hablar conmigo? Si es que has perdido mi número de teléfono te lo vuelvo a dar… -Intenté ser irónica. -Laura… Estoy hablando en serio. -Y yo también. -¿Puedes sentarte un momento? Tengo mucho que decirte. ¡Vaya! Aquello podía resultar interesante. Me senté. -Tú dirás…

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El amor es una… -No sé por dónde empezar… Y eso que mentalmente he mantenido esta conversación contigo un montón de veces… Lo siento, Laura. Sé que he sido un auténtico gilipollas durante todo este tiempo. -¿Y yo qué te contestaba a eso, digo, en tu conversación imaginaria? -Que tengo toda la razón. -¡Pues sí, la tienes! ¡Eres un gilipollas! -Necesito que me perdones… Y que me des otra oportunidad; ésta vez prometo no cagarla. -¿Y por qué debería hacer eso? -Porque me he dado cuenta de lo mucho que te quiero; y porque no quiero perderte. Creo que sufrí una locura transitoria porque me entró la risa y no podía parar. Y esta vez no era una de esas risas en las que intentas no echarte a llorar; ¡qué va!, ésta era una risa de verdad. Me había imaginado infinidad de veces que Héctor me confesaba su amor, pero jamás pensé que mi reacción sería esa. -Demasiado tarde. El “Game over” hace tiempo que apareció en nuestras pantallas. ¡Me largo de aquí! Dicho lo cual, abrí la puerta y salí de allí rumbo a ninguna parte. “No pienso llorar, no pienso llorar, no pienso llorar,…”. Me repetía a mi misma mientras que las lágrimas me escocían en 314

El amor es una… los ojos. ¿Por qué? ¿Por qué ahora que estaba empezando a olivarme de él? ¿No podía haberse dado cuenta antes? ¡¿Y ya está?! ¿Se supone que al decirme que me quería yo tenía que echarme en sus brazos y olvidarlo todo? ¿Tenía que olvidarme de todas las veces que me había quedado esperando una llamada suya? ¿Tenía que olvidarme de lo insignificante que me hacía sentir cuando después de haberme acostado con él no daba señales de vida en mucho tiempo? ¿Tenía que olvidarme de que yo lo había dado todo de mí y él a cambio me había regalado tan sólo unas migajas de su tiempo? Como diciendo: “¡Oh, pobre Laura! Nadie la quiere… Vamos a hacer que por unas horas sienta lo que es sentirse amada”. Pero no, eso es casi lo mismo que hacen las putas por dinero. Sólo que yo, gracias a Dios, nunca le tuve que pagar a Héctor por regalarme algo de su tiempo. Volví a la casa porque necesitaba que me aclarara algo: -Y dime, ¿cómo se supone que te has dado cuenta que me quieres? ¿Te levantaste una mañana y pensaste: “¡Oh, si estoy enamorado de Laura! ¿Cómo coño no me di cuenta antes?”. -Laura… Sé que me merezco todo ese sarcasmo y entiendo que estés enfadada conmigo pero por favor, ¿me vas a dejar que hable de una puñetera vez? -Sólo explícame algo, ¿esto en qué cambia las cosas? 315

El amor es una… ¡En nada! No lo dejé que me diera ninguna explicación, no necesitaba escucharla porque para mí las cosas ya no podían cambiar. Mi corazón había vuelto a hacer “crack” y resultaba imposible juntas los pedazos. Subí a mi habitación a recoger mis cosas. -Laura, ¡espera! ¡Joder! ¿Me vas a escuchar? Héctor subió detrás de mí pero yo intenté ignorarlo. No tenía mucho que recoger porque sólo había abierto la maleta para cambiarme de ropa; lo demás estaba todo dentro. -Dile a mis padres que me he tenido que ir porque me ha surgido algo muy importante. ¡Oh! Bueno, también les puedes decir la verdad porque esto seguro que ha sido cosa de mi abuela, ¿cierto? -Espera… Héctor se plantó cortándome el paso.

en

medio

de

la

puerta

-¿Podemos empezar de nuevo? -¡No! Le di un empujón y mi maleta y yo salimos de allí como pudimos. De camino al autobús estuve sin parar de llorar. La gente con la que me crucé me miraba como si estuviera loca; pero ¡qué 316

El amor es una… hospitalarios!, ninguno se paró a preguntarme si me pasaba algo. El autobús tardaría más de una hora en pasar y llevaba más de ocho horas sin comer así es que entre en el bar y me pedí un bocadillo. Aun así, no pude terminármelo porque el estómago se me había cerrado. A las cinco de la tarde volví a subir al autobús de vuelta a casa. Habían pasado tan sólo unas horas desde la primera vez que viajé en él; pero entre medio tantas cosas… Estaba haciendo lo correcto, ¿no? La historia entre Héctor y yo no tenía vuelta atrás. Era estúpido sentir que lo había perdido porque no se puede perder algo que nunca ha sido tuyo; siempre lo tuve de prestado. Cerré los ojos e intenté dormir ya que tenía casi cuatro horas de camino. No me resultó muy difícil porque el traqueteo del autobús me ayudó bastante y además estaba echa polvo. Cuando paramos en el siguiente pueblo me desperté por el frenazo. -¿Está ocupado? –Preguntó una voz de hombre. ¿Pues no veía que no? Negué con la cabeza y se sentó. Yo tenía los ojos cerrados porque quería seguir durmiendo y pasaba de esas personas tan pesadas que les encanta comerte la cabeza en los autobuses. -¿Ahora me vas a escuchar?

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El amor es una… El corazón me dio un triple salto mortal. ¿Qué hacía Héctor en el asiento de al lado? -Tenemos casi 200 kilómetros por delante; creo que serán suficientes para explicarte cómo me di cuenta de que te quería y en qué cambian eso las cosas. Y si todavía cabe la posibilidad de que tú sigas sintiendo algo por mí; espero que hagas conmigo el camino de vuelta y así, a lo largo de los casi 2oo kilómetros de camino, te volveré a explicar el por qué te quiero y el por qué creo que podemos ser muy felices juntos. -¡Esto es un secuestro! Y que sepas que me pienso bajar en la próxima parada. Pero no lo hice porque a lo mejor me interesaba todo aquello que estaba diciendo. Fue interesante saber que la última vez que estuvimos juntos él también había hecho el amor. Ese se supone que fue el momento en el que se dio cuenta que me quería. Bueno, dijo que seguramente siempre me había querido aunque se lo negara así mismo. Pero todo eso no cambiaba mi dolor ni mis lágrimas; no hacía que desaparecieran de esta historia. -Sé que no puedo cambiar el pasado; pero puedo mejorar el futuro. -¿Cómo?

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El amor es una… -¡Haciéndote feliz! Puede que no te ame como tú te mereces; pero te amo en la medida de mis posibilidades. Al final acabé llorando. -Yo sólo quería estar contigo; nunca te exigí nada. -Lo sé. Laura, perdóname. Te quiero. Besó mis lágrimas y el autobús se paró. Los dos nos miramos a los ojos; él esperaba una respuesta. Quería saber si me bajaba del autobús o daba la vuelta. -Tengo que mear. -Pero, ¿volverás a subir? -Supongo… Porque ha habido una parte que no me ha quedado muy clara. Él se sonrió y me dijo: -Te la explico las veces que hagan falta. Me besó y en eso momento todo quedó olvidado. ¿Por qué negarme a ser feliz? -Te quiero. -Héctor, lo sé, ya me ha quedado claro. –Y me eché a reír.- Yo también te quiero a ti.

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El amor es una… Nos hubiéramos estado besando todo el día; pero resulta que teníamos que bajar del autobús y además yo me estaba meando. Y el resto de la historia, ya os la podéis imaginar: me volví con él al pueblo y fue el mejor verano de mi vida. Es verdad que el amor es una… Pero merece la pena enamorarse porque de lo contrario, es como si nunca hubieras vivido. Y quién sabe, a lo mejor un día la suerte está de tu lado y ganas la partida.

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