El Santo Sudario

Religión. Cristianismo. Reliquias. Sábana Santa. Turín. Superstición. Wes Delage. Crucifixión de Jesús

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EL SANTO SUDARIO: LA GRAN REVELACON. Deseo dedicar este escrito a la memoria de todas aquellas personas que fueron muertas, torturadas, asesinadas, injuriadas e insultadas por mantener un ideal, una creencia, una opinión diferente a la supuestamente establecida por los cielos. Deseo dedicar este escrito a la memoria de todas aquellas personas que, no perteneciendo a la creencia surgida tras la muerte de Jesús de Nazaret− judÃ-os, albigenses, cátaros, musulmanes, templarios y muchos otros−, perdieron la vida por permitirse el lujo de discrepar. Deseo dedicar este escrito a todas aquellas personas− brujos y brujas, magos y magas− que por realizar unas practicas tachadas de paganas, tuvieron que padecer las más injustas torturas y desprecios. Deseo dedicar este escrito a todos los cientÃ-ficos que tuvieron que renegar de sus conocimientos, descubrimientos e inventos por ser considerados como diabólicos, asÃ- como también a quienes a pesar de renegar, acabaron pagando con la muerte el haber osado pensar. La grandiosa superstición que ha acompañado al uso de reliquias, revela la decepción e inconsistencia con las cuales el romanismo ha estado plagado durante siglos. Por supuesto que la mayorÃ-a de estas reliquias son falsas. Me es difÃ-cil comprender que en esta época de gran conocimiento, todavÃ-a haya gente ignorante que cree en ellas.* Dentro de las reliquias mas comunes de la Iglesia Católica, están los supuestos pedazos de la verdadera cruz. Sin embargo, hay tantas piezas derramadas por toda Europa, que tranquilamente podrÃ-an formar todo un bosque. Otras reliquias que han recibido aprobación papal a través de los siglos son las siguientes: los clavos de la cruz, la esponja que fue puesta en la boca de Jesús, el manto púrpura que se puso sobre sus hombros, la corona de espinas, la copa de la ultima cena, cabellos de la virgen Maria ( por cierto, algunos trigueños, otros rubios, otros rojos e incluso otros negros), faldas de Maria, su anillo matrimonial, sus zapatos, ropa del bebe Jesús, las herramientas de carpinterÃ-a de José, el lavamanos de Pilatos, ¡ y huesos del asno en que Jesús entro en Jerusalén!. También se conserva la toalla que usó Jesús para secarle los pies a sus discÃ-pulos, el velo de Maria, cuatro cuerpos y dos cabezas de la madre de Maria, un ala del ángel Gabriel, tres prepucios de Jesús, ¡ y hasta una botella con leche de Maria! Demás esta decir que muchas de las reliquias del catolicismo (para no decir todas), no son mas que fraudes y están muy lejos de ser los objetos originales que pretenden ser.* Pero pasemos ahora a lo que realmente me interesa. Desde pequeños, a quienes hemos crecido dentro de una familia cristiana, nos han contado una y otra vez la tan pasada de moda y gastada historia de Jesús. Esa historia tan conmovedora según la cual el único hijo de dios vino a este mundo a padecer el más horrible de los castigos, para luego morir, ser sepultado y resucitar al tercer dÃ-a. Al menos esta es la historia que nos han contado, la historia mas inverosÃ-mil que nos hemos creÃ-do*. Se estarán preguntando adonde quiero llegar con todo esto.

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Pues bien, les he hablado acerca de las reliquias del catolicismo y de la supuesta muerte y resurrección de Jesús no por capricho o casualidad, sino para refutar a través de un pequeño análisis la doctrina base del cristianismo: la muerte y resurrección de Jesús, el hijo de Dios. Les expondré una interesante paradoja. En la capilla de los Saboya, en TurÃ-n, hay un sudario que ha sido exhibido cuatro o cinco veces por siglo. Miles de personas lo han visto. En el lienzo aparece una cara muy difusa, y se lo conoce como el santo Sudario, es muy posible que ustedes hayan oÃ-do hablar de el, ya que es considerado como una de las reliquias mas importantes para el catolicismo. Se cree que fue la sabana que envolvió a Jesús des pues de la cruxificción. Al parecer, el sudario se mantuvo oculto cuando se produjeron las persecuciones de los cristianos durante los primeros siglos; mas tarde los gobernadores de Bizancio lo llevaron a Constantinopla, donde permaneció hasta la caÃ-da de la ciudad en el año 1204. Luego los cruzados lo trasladaron a la provincia francesa de Doubs, y allÃ- un incendio casi lo destruyo en 1349. Otro incendio en Palacio lo daño ligeramente y desde 1578 se conserva en la catedral de TurÃ-n. En 1898 un fotógrafo experto en arqueologÃ-a le tomo la primera fotografÃ-a, y en los negativos descubrió una figura mucho mas nÃ-tida de la que puede verse en la tela. Hay muchas teorÃ-as sobre la impresión de la imagen sobre la tela. En 1902, un medico francés, Wes Delage, hizo un informe para la Academia francesa de Ciencias, en el que junto a sus colaboradores sustenta la hipótesis de que la figura habÃ-a sido impresa debido al sudor y las especias que impregnaban la tela. El doctor Delage afirmó que la imagen correspondÃ-a al cuerpo de un hombre al que se habÃ-a torturado antes de crucificarlo. De acuerdo con el doctor, la cara mostraba señales de haber sido golpeada, la nariz estaba herida, habÃ-a hematomas y la mejilla derecha parecÃ-a hinchada. El parpado derecho estaba contraÃ-do, habÃ-a huellas de sangre en la frente y la parte posterior del cráneo presentaba señales de haber sido punzada con instrumentos afilados. El cuerpo, con excepción del rostro, manos y pies, estaba cubierto de señales que correspondÃ-an a latigazos aplicados con una cuerda doble, que remaba en bolas de piedra o plomo. Se habÃ-an usado dos látigos para golpearlo. Las marcas aparecÃ-an claramente perceptibles en el pecho y abdomen, como si las cuerdas se hubieran enroscado en torno al cuerpo en cada golpe. El hombre aparentaba una herida, la misma que producirÃ-a el haber tenido que cargar con un objeto pesado. Las rodillas estaban llagadas por las sucesivas caÃ-das, y habÃ-a huellas de sangre en las muñecas y los pies. Las heridas de las muñecas estaban un poco antes de las palmas de las manos. Además, presentaba un corte entre la quinta y sexta costilla, y una secreción de lÃ-quidos, tal vez expelidos al serle atravesado el pulmón. El doctor Delage afirmo que el cuerpo habÃ-a sido ungido con aloe, y habÃ-a restos de esta sustancia en la tela. Lo extraño era que en contra de las costumbres judÃ-as, el cadáver no habÃ-a sido lavado ni untado con productos aromáticos, lo que sugerÃ-a un entierro apresurado. Conozco todos estos detalles porque durante muchos años dedique horas y horas al estudio de las grandes religiones, incluido el cristianismo, y dentro de este, la investigación de la secta católica, sus santos, simbolismos y reliquias, de las cuales siempre me fascino la historia que la imagen del Santo Sudario tenia para contarnos. Tal vez recuerden que al principio dije que considero que todas las supuestas reliquias de la iglesia, o al menos la mayorÃ-a son falsas, fraudes que, valiéndose de la ignorancia de la gente, se utilizaron y utilizan para perpetuar un engaño y recaudar dinero.

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En el caso del Santo Sudario ustedes se preguntaran: ¿acaso las pruebas del doctor Delage no comprueban su autenticidad?, ¿no comprueban la veracidad del padecimiento y muerte de Jesús? Es mas, les diré otra cosa, el Sudario esta impregnado con aloe, lo que permite ubicarlo en el oriente, probablemente en algún lugar fuera de Egipto, y todos estos detalles corresponden a la historia y leyenda en torno a la cruxificción y muerte de Jesús. La iglesia católica ha creÃ-do fervorosamente durante cientos de años que es el sudario de Jesús de Nazaret, que Dios dejo este lienzo como una prueba material para nuestro aséptico mundo.* La sabana ha sido guardada desde el siglo xxi por la iglesia. Si la imagen fuera un fraude, ¿cómo explica que a alguien se le hubiera ocurrido pintarla en una época en la que ni siquiera se soñaba con la posibilidad de la fotografÃ-a?,¿ creen que haya una sola persona a la que se le ocurra planear una estafa con la esperanza de que se descubra siete siglos mas tarde? En 1896 se demostró que no podÃ-a tratarse de una pintura, puesto que no habÃ-a restos de tinta o pigmentos colorantes. Pero bien, ahora viene lo interesante. ¿Han pasado esa tela por los rayos x?, ¿la han examinado bajo un microscopio?, ¿han analizado su sustancia quÃ-mica?, ¿la han sometido a rayos infrarrojos o ultravioletas o al examen del Carbono 14? Aunque parezca increÃ-ble, y mas allá de todas las pruebas y argumentos que se han presentado para probar la autenticidad del sudario, la respuesta es no. El arzobispo de TurÃ-n negó el permiso. Y esto es lo paradójico. ¿Que necesidad tiene la iglesia de impedir que sea analizado un lienzo que afirma es verdadero? Simplemente sucede que a la iglesia no le conviene que el sudario sea analizado de ninguna forma, puesto que esto significarÃ-a el riesgo de exponer al fraude la resurrección de Jesús; y de esta forma el cristianismo y sus cimientos se desmoronarÃ-an en un abrir y cerrar de ojos. No deberÃ-a asombrarnos este recelo de la iglesia a exponer a los cientÃ-ficos el sudario, puesto que con las pruebas que se han aportado hasta ahora, mas especÃ-ficamente, las del doctor Delage, pude llegar a la siguiente conclusión: el hombre envuelto en esa sabana no estaba muerto. Su corazón tenia que seguir latiendo, o las hemorragias hubieran cesado. La sangre se habrÃ-a coagulado sobre el cuerpo, incluso mucho antes de que lo envolvieran en un sudario. La figura impregnada en la tela del Santo Sudario corresponde a la de un hombre que fue descolgado de una cruz y sepultado mucho antes de que muriera. Y, naturalmente, esto podrÃ-a arruinar la versión de que resucitó ce entre los muertos. Si no estaba muerto, no me extraña en absoluto que al tercer dÃ-a haya resucitado. Si tomamos como ciertas las aseveraciones de la iglesia de que ese sudario es el mismo que envolvió a Jesús hace dos mil nueve años atrás, debemos dar por sentado el hecho de que efectivamente no existió tal resurrección, y por lo tanto la fe de los millones de cristianos de todo el mundo es vana, sin ningún sentido, y fueron lo suficientemente estúpidos como para creerse semejante patraña. Y si tomamos estos puntos como validos y la muerte y resurrección de Jesús fue tan solo un plan urdido por el y sus discÃ-pulos, podemos llegar a la conclusión de que los pilares no solo del catolicismo, sino del cristianismo en general están construidos sobre una fundación muy pobre. Y si este hijo de dios no resucito, sino que nos burlo descaradamente, no seria inverosÃ-mil prestarle atención a los estudiosos que al igual que yo, opinan que Jesús de Nazaret jamás murió en la cruz y, mas aun, opinan que continuo viviendo algunos años mas, y que en ese periodo se caso y tuvo hijos, una versión que como verán nos presenta a un Jesús mas humano, porque eso es lo que era, un pobre loco mortal que se creÃ-a el hijo de dios.

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