EL TEMPRANO EN SANTIAGO DEL ESTERO Y LAS TIERRAS BAJAS DE CATAMARCA. PROBLEMÁTICAS Y PARTICULARIDADES Constanza Taboada1 Introducción Los procesos sociales e históricos ocurridos en tiempos prehispánicos tempranos en Santiago del Estero y las tierras bajas de Catamarca han sido poco explorados. Son más las preguntas, las dudas y los vacios que lo que podemos decir. Pero para poder aportar algo resulta fundamental empezar por analizar estas cuestiones. Así, mientras para Santiago de alguna forma se propusieron y establecieron “culturas típicas”, el piedemonte se concibió en general como zona intermedia, de tránsito o de reelaboración de elementos. Para el análisis de ambas áreas se sumó el hecho de las dificultades y limitaciones que genera el ambiente, volviendo el trabajo lento, e incluso improductivo en registro de evidencias, componiendo un panorama distorsionado de lo que la región podía contener y de los consecuentes procesos desarrollados por las poblaciones que la habitaron. En general, estas miradas hicieron foco en lo que se concibió como núcleos de desarrollo y hoy requieren ser reproblematizadas en términos de desarrollos locales y de dinámicas de interacción y constitución de identidades y relaciones socio-políticas. Resulta necesario también empezar a desarmar modelos bipolares y fronteras construidas en torno a estereotipadas poblaciones de tierras altas vs .bajas en tanto agentes, procesos y tradiciones separadas cuyo encuentro resultó siempre problemático de resolver para los investigadores (Taboada 20011b, Farberman y Taboada 2011). Si bien en este momento nuestro foco de análisis está mayormente concentrado en el período tardío de la región (Angiorama y Taboada 2008; Farberman y Taboada 2010; Leiton 2010; Taboada y Angiorama 2010; Taboada et al 2010; Taboada 2011b), el temprano no ha sido soslayado dentro de nuestro proyecto, entendiendo que resulta fundamental para comprender a nivel regional cómo se dieron y motivaron históricamente las interacciones sociales entre las poblaciones asentadas en diferentes espacios (Taboada 2010). Por ello, para el proyecto en su conjunto nos planteamos la necesidad de aplicar como metodología una mirada que moviera continuamente su punto de observación y análisis, ubicándolo alternativamente en la llanura santiagueña, el piedemonte catamarqueño, los valles centrales y la región chaqueña, a la vez de combinar trabajos de campo con estudio de colecciones, archivos y bibliografía clásica considerando los contextos de producción académica que los generaron (Martínez, Taboada y Auat 2003; Taboada 2011a). Con tal perspectiva este trabajo presenta y problematiza de forma articulada el conocimiento que sobre tal época se tiene para el territorio santiagueño y tierras bajas de Catamarca con los datos de campo tempranos generados por nuestro proyecto en la zona más baja del piedemonte catamarqueño. La construcción del temprano en Santiago del Estero y las tierras bajas de Catamarca 1
Arqueóloga y Doctora en Arqueología graduada en la Universidad Nacional de Tucumán. Durante los últimos años ha desarrollado investigaciones en el piedemonte de Catamarca y en Santiago del Estero, sobre uso del espacio, e historia de la arqueología argentina. En la actualidad es Investigadora Adjunta de CONICET con lugar de trabajo en el Instituto Superior de Estudios Sociales (CONICET) y en el Instituto de Arqueología y Museo (UNT), y es Profesora Adjunta en la Universidad Nacional de Tucumán. Contacto:
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Lo que sabemos para Santiago para el periodo temprano es exiguo tanto porque han sido relativamente pocas, no sistemáticas y escasamente publicadas las investigaciones sobre esta época, como también porque son menos las evidencias conocidas en relación a las posteriores al año 1000. En función de ello y del proceso mismo de construcción de datos, el temprano de Santiago ha quedado fijado en la literatura y en el imaginario académico en asociación exclusiva a la llamada Cultura Las Mercedes que Gómez (1966) definió en base a la integración de sus trabajos de campo con los datos e ideas que habían aportado hasta el momento otros investigadores que trabajaron en la zona. El período temprano quedó así reducido a esta entidad, y esta entidad quedó visualizada para una época que se estimaba entre el 500 y el 1000 D. de C. y con una “dispersión” casi exclusiva para la zona media del rio Dulce y sierras de Guasayán. Sin embargo, como veremos, el conjunto de datos asignable a tal época es variado, heterogéneo, ubicuo, y no todo lo asignable al temprano quedó incluido en la clasificación de Gómez (1966, 2009). Por su parte, lo asignado a tal entidad cultural es también variado (agrupaba a tipos cerámicos muy diferentes entre sí –gris/negro inciso o grabado, grabado con pintura, rojo liso, y los tipos Cortaderas Policromo y Antajé) con similitudes a tipos cerámicos denominados con otros nombre en el piedemonte y la región valliserrana y con datos de asociación contextual entre si no muy clara y que genera preguntas sobre las razones por las cuales quedó constituida como una entidad cultural cerrada y representante generalizada del temprano para el territorio santiagueño (Taboada 2011a). Más aún cuando en vastas regiones del mismo no se halló tal material, otras regiones no se conocen, y para otras hay referencias de materiales y contextos diferentes pero que bien podrían corresponder a registros tempranos. Como desarrollaremos más adelante, la cuestión de la distribución de tales evidencias es -junto con la configuración de una “cultura” representativa del mismo- el otro tema mayor a problematizar para el temprano de Santiago del Estero (Taboada 2011b). Aunque los hermanos Wagner y la mayor parte de las investigaciones sobre la arqueología de Santiago se concentraron en momentos relativamente tardíos, materiales y contextos potencialmente tempranos eran conocidos desde las primeras incursiones en el territorio. Casanova (1940) lo vio con claridad, y en medio del debate suscitado con los hermanos Wagner en el seno de la Sociedad Argentina de Antropología (Relaciones 1940, Martínez et al 2003) -donde se discutía entre otros temas la antigüedad de los materiales del territorio- señaló que una cerámica negra similar a la de “Los Barreales” se hallaba en estratos inferiores a otra policroma y por tanto debía ser anterior a ella. De hecho, los Wagner (1934) habían vislumbrado una tercera “Rama” para su Civilización ChacoSantiagueña a partir de ciertos ejemplares que no encajaban en ninguna de las otras dos Ramas que habían diferenciado más claramente en base a la cerámica y sus contextos (y que se corresponden, en general, a los complejos que Reichlen (1940) llamó industrias Sunchituyoj y Averias). Tales ejemplares que no quedaban incluidos en ninguna de estas dos categorías –que se encontraban más definidas por su alta presencia en los sitios excavados por los Wagner en la mesopotamia santiagueña y cuenca del Salado- incluía, entre otras piezas, vasijas tricolor negro y blanco sobre ante o rojizo que luego Serrano (1952) incluyó en su definición de Cortaderas y sobre las que más tarde Lorandi (1967, 1978) señaló su vinculación a los estilos Alumbrera Tricolor y urnas nariz de gancho de la zona de Ambato y Alamito. Dichas piezas han sido registradas esporádicamente en diferentes puntos de Santiago del Estero como Maco, Vilmer, Las Termas, Tío Chacra, en general sobre el sector oeste medio de la provincia. Luego Gómez (1966) incluyó a Cortaderas como uno de los tipos cerámicos de la Cultura Las Mercedes y hasta hoy se la asocia a ella aunque se ha propuesto una nueva nomenclatura (Togo 2007). Sin embargo, varios datos que presentaremos permiten cuestionar una 2
asociación contextual de Cortaderas con los otros tipos, al menos para el piedemonte (Taboada 2011a). Tampoco quedaban incluidas en las dos Ramas clásicas de los Wagner la cerámica negra incisa que Olimpia Righetti descubre en el sitio Las Mercedes cerca de la Banda y luego también por la zona de Beltrán (ambos en la cuenca del Dulce) y que Reichlen asimila a la cerámica que paralelamente él encuentra en Sayanita (en la mesopotamia hacia el centro sur, más cerca del Salado). Sobre la base de estos hallazgos, Reichlen (1940) señaló entonces un tercer tipo de “civilización” que diferenció de Sunchituyoj y Averias bautizándola Las Mercedes, aunque no terminó de visualizar su situación cronológica. El interés de Reichlen era establecer "las relaciones de esas tres categorías de cerámica entre sí y con la del tipo Sunchituyoj" (Reichlen 1940:46). Señala así que “en Sayanita hay túmulos que dan una industria del tipo Sunchituyoj y otros que contienen cerámica negra grabada a menudo acompañada de vasijas de superficie beige natural y con el interior revestido uniformemente de pintura negra”, por lo que concluye: “parece que ese mismo sitio de Sayanita ha sido ocupado sucesivamente o simultáneamente por dos pueblos o más bien dos parcialidades de un mismo pueblo. Los descubrimientos hechos en Sayanita muestran la necesidad de establecer para Santiago un tercer tipo de civilización: Las Mercedes” (Reichlen 1940:46). El hallazgo de Reichlen en una zona alejada de donde hasta hoy se establece la zona de dispersión clásica de Las Mercedes genera dudas sobre su identidad con el material de Gómez y sobre su posición cronológica, pero como veremos, abre también una interesante posibilidad en relación al tema de la formación de sitios y de otros contextos tempranos en la zona. Unos años más tarde Bleiler (1948) ubicó en el temprano y nombró como Bislín incisa a una cerámica gris que los Wagner habían recobrado -pero no habían clasificado – en un sitio de la cuenca del Salado más al norte que Sayanita y que Lorandi asimiló al Sitio El Veinte trabajado posteriormente por ella (1974, 1977). Esto resulta interesante porque es otra muestra de la presencia, aunque siempre escasa, de este tipo de evidencias en un sector más amplio que el tradicionalmente señalado sobre el Dulce para el material temprano. Lorandi (1969) señaló que los materiales del Bislín de Bleiler correspondían a lo que Gómez incluyó en Las Mercedes. Sin embargo, como discutiremos, luego de trabajar el sitio señaló algunas diferencias contextuales y cronológicas planteando que corresponderían a una fase posterior (Lorandi 1977). También Von Hauenschild (1949) había hecho hallazgos similares, en su caso sobre el Dulce; materiales que clasificó como Cuarta Ola u Ola de Influencia Andina y que Lorandi (1969) vincula a los descriptos como Las Mercedes por Gómez. En base a algunos de estos datos González (1960), planteó una secuencia cultural evolucionista para el territorio que comenzaba con una Cultura Las Mercedes para el período temprano, una Cultura Sunchituyoj para el período medio y una Cultura Averias para el tardío. Tal fue el esquema que quedó fijado para Santiago en el panorama general de la arqueología argentina y que en gran medida sigue presente en nuestro pensamiento a pesar de los aportes y discusiones posteriores de Lorandi que cambiaron sustancialmente tal propuesta (1978). Cuando Lorandi excava el sitio El Veinte y realiza los primeros fechados radiocarbónicos del territorio ubica a este contexto como el más temprano de su secuencia y de la Tradición ChacoSantiagueña, con fechados que ubicarían al sitio entre el 1000 y el 1200 d. de C. rango que considera ampliable hasta el 900 u 800 en función de los contextos y la potencial vinculación con Las Mercedes (Lorandi 1974). En este sitio los materiales grises incisos se encontraron asociados a Sunchituyoj en una manifestación estilística que Lorandi vincula a Aguada. A partir de ello la autora plantea que este contexto correspondería a “una fase de transición (Fase Las Lomas) entre Las Mercedes y la plena 3
Tradición Chaco–Santiagueña. Algo así como un Período Medio para Santiago…” (Lorandi 1977:75). Lorandi pensaba que Las Mercedes habría formado parte de un proceso cultural relacionado más íntimamente con la región oriental de Catamarca y con cronología más temprana que la llamada Tradición Chaco-Santiagueña localizada en la región mesopotámica (Lorandi 1969, 1977, 1978). Posteriormente, el estudio de las evidencias tempranas quedó estancado por más de 30 años hasta que lo retomó Togo (1999), desarrollando su tesis doctoral (2004) y los primeros fechados radiocarbónicos para los contextos del Dulce y de las Sierras de Guasayán asociados a Las Mercedes (2007). Si calibramos estos fechados nos arrojan un rango temporal que, con dos sigmas, cubriría desde el 350 hasta alrededor del 1400 d. de C. Lamentablemente la tesis de Togo no está publicada ni disponible para su consulta pública en bibliotecas, así que sólo podemos conocer los resultados parciales que han sido publicados. Estos trabajos, que se concentran en mostrar una larga serie de fechados radiocarbónicos, presentan como detallaremos luego, la dificultad de evaluar detalladamente en función de qué contextos y asociaciones se resuelven. Sobre la base de ellos Togo (2007) subdivide a las Mercedes en I, II, III, y IV estableciendo, en comparación con las culturas del área valliserrana, una ubicación al final del período temprano y con seguridad en el período medio. Establece vinculaciones genéticas tanto con Condorhuasi y Ciénaga como también con Candelaria a partir del hallazgo de materiales de este tipo en contextos con cerámica Las Mercedes señalados por Gómez (1966, 1974). Por su parte, los trabajos específicos sobre el temprano en la zona más baja del piedemonte catamarqueño y en especial para el Departamento Santa Rosa (Catamarca) donde centramos nuestros trabajos de campo tampoco son muchos. Si bien toda la zona circundante ha sido investigada en mayor o menor magnitud, algunas áreas lo han sido por proyectos de larga data en la historia de la arqueología argentina, como el valle de Ambato, el Campo del Pucará o el valle de Catamarca, y otras como la Sierra de Ancasti, la Sierra de Guasayán y el sur de Tucumán lo han sido en menor medida, sistematicidad o continuidad, o han empezado a ser investigados hace menos tiempo. Las del piedemonte, además, en general no se han concentrado en el período temprano ni en las zonas bajas, sino más bien en las zonas cumbrales, en el arte rupestre y en el periodo medio (Nazar 2003, Dlugosz 2005, Gastaldi et al 2010, Gordillo 2011, Quesada y Gheco 2011, etc.). Los trabajos para el departamento Santa Rosa parecen reducirse a la recolección de fragmentos cerámicos que realiza Serrano (1952, 1958) en Cortaderas; a las investigaciones de Mulvany (1997) en Las Cañas y Cortaderas; y a una descripción del arte rupestre de Ampolla realizada por Segura (1968). Gramajo de Martínez Moreno (2001) refiere haber prospectado en este departamento pero no menciona detalles sobre su trabajo. El material que recolectó Serrano en Cortaderas estaba constituido por cerámica polícroma (motivos negros o grises contorneados de blanco sobre superficie ante o roja) a la que dio el nombre de Cortaderas Polícromo (Serrano 1952). Como vimos, Serrano (1958) indicó que esta cerámica aparecía conjuntamente con otra negra o gris grabada que Reichlen (1940) denominó Las Mercedes en Santiago del Estero, pero no queda claro si Serrano quiere decir que es él quien la encuentra asociada en el sitio de Cortaderas o que lo hizo Reichlen en Santiago del Estero –algo que tampoco puede deducirse de la publicación de Reichlen-. Recordemos que también señaló su "correspondencia" con algunas de las grandes vasijas ilustradas por los hermanos Wagner y marcó similitudes con la cerámica Condorhuasi y con los motivos de Las Mercedes grabada. A partir de entonces quedó definido dicho tipo cerámico que, como vimos, Gómez (1966) incluyó como parte de "La Cultura de 4
Las Mercedes", y sobre el que luego se han señalado similitudes y correspondencias con los tipos Alumbrera Tricolor y Ambato Tricolor (Gordillo 1990; Lorandi 1967, 1978; Milán 2001; Mulvany 1997; Tartusi y Núñez Regueiro 2005, etc.). Posteriormente, Mulvany (1997) que había trabajado en Santiago con Lorandi, apuntó a estudiar las relaciones entre algunas de las culturas y fases definidas para Santiago del Estero y las culturas valliserranas definidas en la literatura clásica. Realiza prospecciones, sondeos y estudios de colecciones, y señala la presencia en la zona de un registro arqueológico que cubriría desde el período temprano hasta el tardío. Mulvany analiza el material cerámico de dos localidades ubicadas en nuestra actual área de estudio (Cortaderas y Las Cañas), observando la presencia de cerámica que asimila a los tipos Condorhuasi y Cortaderas Polícromo y señalando que no constata asociación de este material con Las Mercedes negra grabada, tema sobre el que volveremos. Planteo de la discusión Como vemos, gran parte de estos trabajos hicieron énfasis o se concentraron en la definición, caracterización o afinación de una entidad a la que se llamó Las Mercedes y que incluyó variados tipos cerámicos, una ubicación cronológica bastante amplia y una distribución espacial bastante acotada pero con manchones en lugares aislados. Como veremos más adelante, uno de los problemas que surge es si efectivamente puede constarse una asociación entre estos tipos cerámicos, si la misma se da sólo en ciertos sitios, o aún si la misma es producto de una serie de malentendidos y desencuentros. Hasta ahora los datos publicados son confusos al respecto y los datos de nuestros propios trabajos de campo no muestran tal asociación al menos para nuestra zona de estudio en el departamento Santa Rosa (Taboada 2011a). Como vimos, tal cuestión también había sido señalada por Mulvany (1997) en base a sus trabajos en el piedemonte catamarqueño. Otro tema que surge del análisis de la evidencias del temprano para Santiago es cuánto realmente conocemos. Del estudio de las colecciones procedentes del territorio y de las publicaciones clásicas de la zona surge claramente que hay gran cantidad de material que no ha sido nunca descripto, clasificado, cronologizado ni contextualizado y por ende ha quedado fuera de las tres clásicas culturas definidas para Santiago. Estas redujeron la variabilidad y variedad que ofrece el territorio a un normatización cultural que parece comprender todo el conjunto y mostrar a la vez una homogeneidad que no es tal (Taboada 2011a y b). A ello se suma la gran cantidad de territorio que nunca fue explorado. Las evidencias tempranas conocidas parecen estar concentradas en el sector occidental de la provincia, en la zona de las sierras de Guasayán y en la parte media de la cuenca del rio Dulce. Sin embargo, como vimos, algunas referencias confusas o poco estudiadas todavía señalan la posibilidad de que las hubiera también en algunos sectores de la mesopotamia y la cuenca del Salado, como las recolectadas por Reichlen, los Wagner y Lorandi. Por su parte, la sinonimia establecida -en base casi exclusiva a las características reductora e incisa de la cerámica- entre estos materiales y los que Gómez clasificó como Las Mercedes merecen ser revisadas a fin de constatar directamente su correspondencia estilística, tecnológica, contextual y cronológica. Lorandi aborda tal problema con el material negro inciso que encuentra en El Veinte asociado a Sunchituyoj, llevándola a definir la fase Las Lomas. A esto podemos sumar actualmente la calibración de los fechados de Lorandi, que por entonces no se hacía. Si hoy lo hacemos vemos que las fechas se corren un poco hacia adelante, obteniendo un lapso que cubre entre el 1000 y el 1400 5
considerado con dos sigmas (Angiorama y Taboada ms). Por su parte, si calibramos los fechados realizados por Togo para Las Mercedes (2007), obtenemos una superposición cronológica de los últimos 400 años con los de La Fase Las Lomas de Lorandi. Considerando que Togo (2007) ha señalado que los contextos trabajados por él en el Dulce y sierras no presentaron en ningún caso material Sunchituyoj, debemos enfrentar la situación de un desarrollo diferenciado para ambos sectores, con el adicional de que Lorandi planteó que la fase Las Lomas presenta evidencias estilísticas draconiformes asociables a Aguada y al área valliserrana. Abordando ambos problemas 1. El temprano en las tierras bajas de Catamarca. Nuevos datos En Catamarca, nuestro proyecto cubre una franja de estudio de campo localizada en el Departamento Santa Rosa y que se extiende desde la divisoria de aguas de las estribaciones más septentrionales de la Sierra de Ancasti, cubriendo la ladera oriental, hasta el límite interprovincial con Santiago del Estero donde la sierra de Guasayán se interpone en el declive hacia la llanura. Geológicamente es una región de transición entre los valles y sierras del oeste ubicadas en Catamarca, las últimas y más bajas estribaciones serranas representadas por la Sierra de Guasayán y a continuación la llanura santiagueña, y el piedemonte y llanura de Tucumán que se extienden hacia el norte. Están representadas dos provincias fitogeografías: la Yunga y el Bosque Chaqueño. A estas particularidades se suma un relieve bajo pero con mucho movimiento, configurando microenclaves naturales con características y ofertas particulares para el asentamiento y uso humano. Esto le otorga una gama y oferta de recursos propia y diferente a la de los valles semiáridos de Catamarca y a la llanura de inundación santiagueña, acentuando su potencial como área clave para el estudio de los procesos de articulación entre estos diferentes espacios, pero también como área estratégica de asentamiento y explotación y no sólo de transición. De hecho, el área se encuentra en un punto intermedio en relación a los focos de observación desde donde se plantearon la mayor parte de las hipótesis a las que nos referíamos anteriormente y que en general vinculan la problemática de Alamito, Ambato, y Candelaria, con la arqueología temprana santiagueña (Lorandi 1967; González y Pérez 1972; Núñez Regueiro y Tartusi 1990; Togo 1999, etc.). Como vimos, diferentes autores han señalado y propuesto interpretaciones sobre la presencia, semejanzas o distribución de elementos tempranos considerados típicos de Santiago del Estero en los valles del NOA y viceversa. Sin embargo, el área localizada en la conjunción de los límites provinciales de Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero, que precisamente estaría vinculando geográfica y ambientalmente los ámbitos señalados, y pudo haber jugado un papel decisivo en los modos de interacción de las poblaciones de la región cuenta con escasos trabajos de campo.. Para abordar tales cuestiones resultó evidente, entonces, la necesidad de contar con indicadores procedentes de la zona que sirvieran para reevaluar las hipótesis sostenidas hasta ahora y para avanzar en el conocimiento de los procesos culturales operados en la región. En función de esto, el proyecto se encuentra generando información controlada para la zona, parte de la cual referida a momentos tempranos ofrecemos y analizamos en este trabajo. Llevamos adelante una perspectiva de investigación regional que intenta integrar el área a una problemática general, pero que obtenga observaciones en esta zona de estudio y parta de un replanteo del problema desde este foco de observación. En lo que respecta a la nomenclatura cerámica, por el momento, y hasta tanto reveamos detalladamente las tipologías y clasificaciones, 6
hemos mantenido las denominaciones clásicas para poder hacer comprensible las referencias, comparaciones y descripciones que presentamos en este trabajo. De la misma manera consignamos las referencia a materiales o características registradas en Santiago del Estero u otras regiones, sólo con el fin de ilustrar y vincular rasgos que han sido tradicionalmente descriptos, aislados y/o considerados como propios de esas regiones según los esquemas que, en pos de su estudio, sectorizaron la arqueología argentina en áreas y culturas y que hoy necesariamente están siendo revisados. A los fines de avanzar en los objetivos planteados se combinaron prospecciones con la realización de sondeos y excavaciones. A partir de un reconocimiento general en gran parte del área mayor de estudio, nos hemos centrado por ahora en trabajar más intensivamente el sector oriental y más bajo (con alturas entre los 500 y 600 msnm). A través de las prospecciones se han registrado más de 30 sitios de diferente cronología ubicados en los alrededores de las localidades de Bañado de Ovanta, Ovanta, Ampolla, Salauca, El Saltón, Las Cañas, Las Tunas, Alijilán, Cortaderas, Potropiana y La Huerta. Paralelamente se fue intensificando el estudio de un sector más acotado mediante la realización de sondeos y excavaciones. Este sector es el que se encuentra en los alrededores de Ampolla y Salauca. Las evidencias tempranas se han registrado fundamentalmente en Ampolla y Cortaderas, aunque otros sitios podrían también corresponder a esta época. Presentamos a continuación tales evidencias. Cortaderas es un paraje ubicado casi sobre el límite con Santiago del Estero, en una zona de pequeños cerros. Allí se identificaron varios sitios con material mueble en superficie, pero hasta ahora no tenemos forma de establecer si alguno de ellos se corresponde con el lugar donde Serrano recolectó el material que definió como Cortaderas Polícromo. Por el momento sólo uno de ellos presentó material diagnóstico como para ubicarlo en un período temprano o vincularlo al sitio de Serrano. Lo hemos denominado Cortaderas 4. Es una concentración de materiales en superficie sobre una loma donde hay un oratorio religioso actual. Para su construcción y la del camino vehicular la loma ha sido completamente desmontada y también se ha removido la superficie de las laderas. Se observa material arqueológico, sobre todo cerámico, en los sectores de acumulación de la tierra removida. Hay fragmentos ordinarios y algunos pintados Condorhuasi bicolor y otros no asimilables a tipos descriptos en la bibliografía. Alguno podría corresponder a Cortaderas Polícromo. No se halló ningún fragmento grabado o inciso. Por su parte, Ampolla es un pequeño paraje distante 15 Km de Bañado de Ovanta, cabecera del Departamento Santa Rosa. Está emplazado cerca de una quebrada (La Calerita) estrecha y húmeda, con paredones de pegmatitas graníticas, que se abre sobre una gran hoyada y luego deja al arroyo seguir su curso por un sector ya despejado. Sobre dicho paredón se encuentra el conjunto de seis paneles con representaciones rupestres que publicó Segura y que hace un tiempo venimos estudiando (Rodríguez Curletto 2009; Taboada ms). El paisaje circundante es un conjunto de lomadas con una vegetación espesa compuesta de sotobosque, arbustos espinosos y árboles de buen porte sobre un basamento de rocas metamórficas que aflora en gran parte del terreno. En los alrededores se han registrado varios sitios asignables a diferentes épocas. Para este trabajo nos concentraremos en el único sitio que por ahora podemos asignar indiscutidamente al temprano. Lo hemos denominado El Pobladito de Ampolla. Se encuentra a 300 m en línea recta al norte de los paneles con arte, sobre una serie de lomadas bajas y sus laderas. Es un conjunto de estructuras y rasgos (unos 20 entre recintos simples de diversos tamaños y formas, muros aislados, montículos pequeños cubiertos de piedras, montículos mayores y dos grandes rocas con una concentración de 19 morteros) que presentan una 7
interdistancia media de unos 15 ms entre sí y parecen constituir un único asentamiento residencial. Las dificultades de recorrido y visualización (por la cobertura vegetal y por los afloramientos metamórficos de la misma roca utilizada para construir) no han permitido hasta el momento terminar de definir su extensión ni características. Los rasgos y estructuras detectados hasta ahora se concentran en un área de 400 x 200 m. Desde algunos sectores presenta una visión directa y despejada hacia los paneles con arte por lo que hemos planteado una potencial vinculación con este sitio (Taboada ms). Hay bastante material mueble en superficie, en especial cerámica. En este sitio se han sondeado/excavado hasta el momento sectores acotados de tres estructuras: un montículo (Ampolla 10), una estructura de forma no definida con muros de piedra (Ampolla 9), y un recinto mayor subcuadrangular con muros de piedra (Ampolla 8). Se han realizado 2 fechados radiocarbónicos en el montículo. El material cerámico recuperado en las tres estructuras es similar entre sí y asimilable a los tipos definidos como Cortaderas Policromo y Condorhuasi Bicolor y Polícromo. Además se han recuperado otros no asimilados, por ahora, a tipos descriptos en la bibliografía. Tal es el caso de escasos fragmentos incisos o grabados. Son de color gris, pulidos, y presentan campos triangulares delimitados por líneas anchas incisas o grabadas en cuyo interior se ha realizado una sucesión de puntos arrastrados unidos entre sí, pero que difieren de las descripciones, ilustraciones y materiales clasificados para Las Mercedes Grabado. Podrían asemejarse en algunos aspectos a material Ciénaga pero tampoco en una correspondencia clara en cuanto al tipo de motivos y técnica de arrastre. Otro tipo particular es uno de fondo pintado en negro con puntos o líneas en zigzag en blanco/crema, motivos similares a los representados en blanco sobre rojo en cerámica Condorhuasi y Cortaderas. Algunas vasijas Cortaderas ilustradas en la literatura presentan esta combinación de puntos blancos sobre negro como parte de la decoración tricolor. De todas formas esta descripción somera es simplemente ilustrativa ya que es necesaria la revisión de estos tipos y su aplicabilidad y variabilidad local, tema sobre el que en el proyecto se lleva adelante actualmente un estudio detallado (Salvatore 2011). Respecto al material que denominamos Condorhuasi, debemos aclarar que esta denominación tiene en cuenta tanto la decoración como el tipo de pasta, de mayor calidad que la de la cerámica Cortaderas, aunque hay ciertos fragmentos que comparten sólo uno de estos atributos y podrían llegar a ser considerados bajo cualquiera de los dos rótulos. Estructura Ampolla 8. El sector excavado comprende una superficie de aproximadamente 6 ms2 del interior del recinto y un pequeño sondeo en del lado exterior. Presenta algunos de sus muros trabajados de forma más cuidada, con grandes rocas clavadas de punta en la base y otras dispuestas arriba en forma horizontal. Otros de los muros, y algunas partes superiores de los muros con rocas clavadas, están conformados por rocas más redondeadas y menos seleccionadas. Para su construcción se han usado rocas metamórficas propias del basamento. Algunos rasgos y características de la arquitectura aún no determinados con claridad hacen pensar también en la combinación con algún tipo de arquitectura de tierra o semisubterránea, o en remodelación. Unos centímetros más arriba del nivel donde apoya la mayoría de las rocas pareció poder definirse un piso de ocupación en base a la concentración y disposición del material cultural. El material recuperado está constituido principalmente por fragmentos cerámicos. También hay restos óseos de fauna y material lítico en su mayoría de cuarzo. El material presente a lo largo de toda la potencia de excavación responde a los mismos tipos cerámicos. Además de cerámica ordinaria alisada, hay buena cantidad de fragmentos pintados monocromos rojo, bi y tricolor y muy escasos de incisos sobre pasta gris. La mayor parte del material cerámico puede ser asimilado a los tipos definidos como Condorhuasi blanco sobre rojo, Condorhuasi Polícromo y Cortaderas Polícromo (y/o Alumbrera Tricolor). Entre los no asimilados a tipos clásicos de la literatura destacan algunos 8
pocos fragmentos pintados en negro con puntos o líneas en zigzag en blanco. Se han recuperado sólo dos fragmentos del tipo gris inciso con campos triangulares rellenos de puntos arrastrados. Estructura Ampolla 9. Es una estructura pequeña de piedra, de forma no determinable aún, ubicada entre el recinto Ampolla 8 y el montículo Ampolla 10. Presenta al menos dos muros unidos en ángulo recto y construidos con rocas redondeadas no seleccionadas y sin ningún cuidado particular en su elaboración. Se realizó un sondeo que no permitió avanzar en la definición morfológica ni funcional de la estructura debido a la gran cantidad de derrumbe. Tampoco se alcanzó o determinó un nivel o depósito que pudiera adscribirse como piso. El material recuperado está constituido por fragmentos cerámicos, material lítico de cuarzo y óseo de fauna. La cerámica es similar a la de Ampolla 8 y 10: además de alisados, hay fragmentos asimilables a Cortaderas Polícromo y Condorhuasi pintados, y muy escasos del tipo gris inciso descripto anteriormente. Estos tipos se han registrado asociados en un mismo nivel estratigráfico. Estructura Ampolla 10. Es un montículo producto de la acumulación de restos culturales sobre la cima y ladera de una lomada natural. Ni a la observación de superficie, ni en el sondeo practicado en el centro se detectaron muros conformando su estructura. En los alrededores inmediatos hay varias estructuras de piedra de forma y función indeterminada aún, y material en superficie. Se encuentra a menos de 100 m del recinto Ampolla 8 y entre ambos se encuentran otras estructuras y muros aislados. El sondeo, de 1,50 x 1,00 m, se realizó en el sector más alto del montículo. La potencia fértil de la excavación fue de 1 m llegando hasta la roca madre. El montículo presentó alta densidad de material cultural, sobre todo fragmentos cerámicos y abundante y variado material óseo de fauna que está siendo analizados en mayor detalle (Mercolli ms). También se recuperó material lítico, fundamentalmente de cuarzo, y algunas cuentas, semillas y restos minerales. El material cerámico es, en general, del mismo tipo que el recobrado en Ampolla 8 y 9. A lo largo de toda la secuencia están presentes los tipos Cortaderas Polícromo y Condorhuasi pintados y se ha recuperado un solo fragmento del tipo gris grabado con campos triangulares y puntos arrastrados señalado como igualmente escaso para Ampolla 8 y 9. Se realizaron dos fechados radiocarbónicos sobre espículas de carbón, uno para el tope y otro para la base, ambos en contextos asociados a material cerámico Cortaderas y Condorhuasi policromo. Los fechados calibrados se ubican uno entre el 60 y el 260 d. de C. y el otro entre 220 y 380 d. de C. Ahora bien, de los expuesto hay al menos dos aspectos a retomar vinculados al objetivo de este articulo: uno es la posibilidad de estar ante un poblado con arquitectura bien definida y asociado a una cronología y tipos cerámicos como los mencionados, dado que históricamente las investigaciones casi no han dado cuenta del modo de instalación residencial de las poblaciones vinculadas al uso de la cerámica Cortaderas y Condorhuasi, y menos para zona de piedemonte, lo que estaría aportando a una definición de lo local que buscábamos. El segundo aspecto es el que se refiere a la exploración de la potencial interacción entablada con las poblaciones tempranas de Santiago del Estero, que era el otro punto de interés. Respecto del primer punto hay que reconocer que aún no hemos avanzado lo suficiente en las excavaciones como para poder exponer una caracterización detallada de la arquitectura y características del sitio. Sin embargo, pueden señalarse algunos elementos. Hay una utilización de arquitectura de piedra que hace uso de material local seleccionado y no seleccionado y muestra conocimiento de técnicas de construcción cuidadas. Por otra parte hay que considerar el tamaño y complejidad del asentamiento, que está indicando no sólo una instalación permanente y una 9
apropiación efectiva del espacio y los recursos locales, sino también una cierta magnitud de población y una diversidad de actividades vinculadas a su funcionamiento. El asentamiento está compuesto por más de 20 construcciones entre estructuras y rasgos diversos, de las cuales si bien sólo se han sondeado tres que ya indican funcionalidades diversas y parcialmente complementarias (una doméstica, una basurero y otra no identificada), la variabilidad observada desde superficie (montículos pequeños recubiertos o rodeados de piedras, recintos de diversos tamaños y formas, montículos grandes sin piedras, muros aislados y escalonados, concentraciones de morteros, etc.) parece revelar una cierta complejidad funcional. Si a ello se suma la potencial vinculación con el sitio con arte y con otras estructuras aisladas algo más alejadas (hasta 400 ms), podemos pensar incluso en la complementación funcional de espacios distribuidos en varios puntos del paisaje. En cuanto a los fechados, creemos que son los primeros obtenidos en el piedemonte para un contexto con asociación estratigráfica de material Condorhuasi y Cortaderas Polícromo. La diferencia entre los dos resultados no es estadísticamente significativa, con un nivel de confianza del 95%. Estos resultados son consistentes con la temporalidad general asignada en otras áreas al material cerámico Condorhuasi. Son iguales, o anteriores, tanto a los fechados conocidos para Alamito (González 1962; Angiorama 1998) como para el formativo con material Condorhuasi del valle de Ambato (Bonnin y Laguens 1997; Marconetto 2007), y son más tempranos que los fechados obtenidos para Las Mercedes en Santiago del Estero (Togo 1999, 2007). Respecto a fechados potencialmente asociados a contextos con cerámica Cortaderas, la información publicada resulta insuficiente para confrontarla con seguridad. Aparentemente los únicos posibles serían los realizados en dos sitios del oeste de Santiago del Estero atribuidos a Las Mercedes y con referencias de presencia de materiales Cortaderas, pero sin que resulte claro en las publicaciones cuáles materiales proceden de superficie o de excavación, y en este último caso si el material Cortaderas está en asociación estratigráfica con la cerámica Las Mercedes grabada y con los contextos fechados. Así, en el sitio Rincón de Atacama se refiere la presencia de cerámica Cortaderas, además de cerámica Las Mercedes, Condorhuasi y Candelaria, y en el sitio Maco se puede inferir su presencia de la descripción, pero en ninguno de los dos casos sabemos si están asociados entre sí y con el contexto datado (Togo 1999, 2007). Los fechados obtenidos para ambos sitios se ubican entre 1540±50 AP y 1400±70 AP. Por su parte, el fechado más temprano asignado a Las Mercedes, sin aclaración sobre la presencia o ausencia de cerámica Cortaderas asociada al contexto fechado, es de 1580±60 AP para el sitio Villa La Punta Guayacán (Togo 2007), más de 200 años radiocarbónicos más tardío que nuestro fechado más tardío y más de 300 que el más temprano, y algo anterior a los sitios con potencial material Cortaderas recién considerados. O sea, los contextos con material Cortaderas trabajados por nosotros hasta ahora no presentan asociación con cerámica Las Mercedes grabada y los fechados que hemos obtenido son bastante anteriores a los contextos considerados Las Mercedes (estén o no asociados a cerámica Cortaderas) datados en Santiago del Estero. Por su parte, la asociación entre sí de cerámica Condorhuasi y Cortaderas (asimilable a veces al tipo Alumbrera Tricolor, y con este cambio de nombre involuntariamente relacionada a zona de valles en vez de al piedemonte o Santiago del Estero), sin presencia de cerámica que pudiera considerarse Las Mercedes Grabada, y de éstas con arquitectura compleja en piedra, son todas características de asentamiento y cultural material que han sido registradas y tradicionalmente asignadas como típicas del período temprano en la zona valliserrana. A estos elementos hay que sumar como indicador que en la zona se han recuperado recipientes de piedra y piezas con representaciones esculpidas que también pueden vincularse a la tradición de escultórica lítica Condorhuasi. También hemos registrado un panel con un mascariforme pintado en Potroupiana asignable al temprano. Sin 10
embargo, esto no implica una deriva de grupos humanos venidos desde aquella zona como tradicionalmente se ha propuesto, sino que por ahora simplemente nos permite caracterizar los modos de apropiación y uso de este espacio pedemontano que comparte elementos clásicamente considerados valliserranos, a la vez que exhibe características propias y ausencia de elementos clásicamente considerados como típicos de la llanura. En particular hay que destacar la ausencia de cerámica Las Mercedes grabada que se considera asociada a Cortaderas (Gómez 1966, Togo 2007.). Pero no sólo eso. Si al análisis de estas características, asociaciones y ausencias le sumamos los fechados tan tempranos obtenidos, nos vemos en la necesidad ineludible de repensar y revisar algunas cuestiones sobre los procesos y modos de ocupación de la zona propuestos en la bibliografía, que consideraron fue el resultado del avance de poblaciones llegadas de la zona valliserrana, y para el que se han propuesto incluso puntos de origen y rutas muy específicas. Particularmente se ha planteado que la distribución de los estilos Alumbrera Tricolor, Cortaderas y Ambato Tricolor es el resultado de la expansión y/o traslado de poblaciones localizadas en el Campo del Pucará, hacia el Valle de Ambato por un lado, y por otro hacia la llanura chacosantiagueña siguiendo la red hidrográfica que nace en las sierras (Núñez Regueiro y Tartusi 1990). Aunque sea una muestra escasa, los dos fechados obtenidos para los contextos con el material cerámico arriba considerado son iguales o anteriores a los hasta ahora obtenidos para los sitios del Campo del Pucará. A su vez el único fechado obtenido en el piedemonte tucumano para un contexto con material Condorhuasi (asociado a Ambato Negro pulido, Hualfín Gris grabado, y sin asociación a Cortaderas (o Alumbrera Tricolor)) es bastante más tardío (1420±60 AP) (Pantorrilla y Núñez Regueiro 2006). O sea, en nuestro caso de estudio en el piedemonte catamarqueño, la cerámica Cortaderas aparece hasta ahora siempre asociada a Condorhuasi y desvinculada de cerámica que pudiera atribuirse a la definida como Las Mercedes grabada, en contextos contemporáneos al desarrollo de los sitios de Alamito y del formativo de Ambato, y bastante anteriores al único sitio con material Condorhuasi – sin asociación a Cortaderas- fechado hasta ahora en el piedemonte tucumano. Esto significa que en nuestra zona de estudio está asentada -con una vida aldeana compleja- desde muy temprano gente que compartía modos culturales ampliamente distribuidos y registrados en el área valliserrana. Por otra parte, los contextos con cerámica Cortaderas y sin presencia de Las Mercedes grabado que hemos registrado serían bastante anteriores a los fechados para contextos atribuidos a Las Mercedes en Santiago del Estero (tengan o no material Cortaderas en el sitio o el contexto), entidad sobre la que recientemente se ha reafirmado englobaría a la cerámica Cortaderas como parte de su componente cultural (Togo 2007). Esto ubica nuestro contexto de estudio en una situación no sólo de anterioridad, si no también quizás como clave para entender los procesos de desarrollo de las primeras comunidades alfareras registradas en Santiago del Estero. Según nuestro análisis de todos los datos y fechados comentados anteriormente y conocidos hasta ahora, aparentemente la cerámica Las Mercedes se desarrollaría en Santiago bastante después de la presencia de Cortaderas en el piedemonte catamarqueño, y aparentemente sólo en Santiago del Estero se estaría dando su asociación. Por ahora no tenemos registro de esta asociación en nuestra zona de trabajo, y tampoco Mulvany (1997) quien la discutió incluso para Santiago. Tampoco Pantorrilla y Núñez Regueiro (2006) han registrado esta asociación en el piedemonte tucumano, aunque sí registran Alumbrera Tricolor asociada a Condorhuasi pero lamentablemente sin fechados para estos contextos. Esta situación nos muestra claramente la importancia de los procesos históricos locales tempranos del área y su interés para la comprensión de los procesos e interacciones regionales tanto con la zona valliserrana como con la llanura. Para avanzar más firmemente en ello resulta necesario ahora, entre otras cosas, revisar y repensar algunos contextos, asociaciones, nomenclaturas y asignaciones espaciales cerámicas definidos en la literatura (como son el Complejo Las Mercedes, la diferenciación 11
de Cortaderas como un tipo distinto de Alumbrera Tricolor y de Condorhuasi en general y su asociación o no a las Mercedes Grabado, la diferencia entre Las Mercedes Grabado y Ciénaga, etc.) y cómo han jugado en la percepción y definición del problema. 2. La cuestión espacial del temprano en Santiago. Reobservando el paisaje y los datos El otro problema que expusimos y que queríamos abordar es el que surge de la lectura de la distribución en el mapa de los sitios conocidos para Santiago. De ella se hace notable la diferencia de representación de sitios que pueden ser atribuidos a momentos tempranos y tardíos (Taboada 2011b). La inmensa mayoría de los sitios registrados a lo largo de la historia de las investigaciones arqueológicas en la provincia pueden ubicarse entre el 1000 d. de C. y la Colonia. Como ya señalamos, los relativamente pocos sitios y evidencias conocidos asignables al temprano están, además, acotados espacialmente al sector oeste, sobre las sierras de Guasayán y en la parte media del río Dulce. O sea, tenemos, aparentemente, un problema de distribución en el tiempo y otro de uso diferenciado del espacio. Esto abre una serie de interrogantes que veremos seguidamente. Una de las preguntas es si la diferencia en registro implica una diferencia real o es un sesgo de la información. La otra pregunta es si la distribución de los sitios tardíos sobre los ríos actuales y en el centro de la llanura, y de los tempranos hacia el oeste, es también indicativa de uso de ciertas áreas para ciertos períodos o es que nos faltan datos. En definitiva, puede el mapa tomarse como un palimpsesto que refleja una muestra de la forma de ocupación de la región? Por un lado hay que tener en cuenta la gran dinámica geomorfológica del área, por lo que pudo determinar en cuanto a la distribución en relación a espacios propicios para el hábitat, y por lo que ha determinado a posteriori en la formación/destrucción de los sitios. En Santiago el agua ha sido, y sigue siendo, el determinante de todos los procesos históricos. Santiago pasa, en cuestión de meses, de ser el gran sediento a ser el gran estero que con sus inundaciones arrasa las posibilidades de establecimiento más o peor que con sus sequías. Y la vida en la región se vincula históricamente a esta dinámica. Así que es lógico pensarla también para tiempos prehispánicos. Los datos arqueológicos y arqueofaunísticos obtenidos refrendan esta idea (Lorandi y Lovera 1972). La distribución en el mapa también. Es clara la distribución de los asentamientos a lo largo de los dos cursos de agua actuales, y en su área mesopotámica. Sin embargo, así como las cuencas de estos ríos concentran la gran mayoría de los sitios, hay otros sitios ubicados muy lejos de ellos. La pregunta es, entonces, cómo pueden leerse estas correspondencias, ausencias y presencias? La dinámica geomorfológica permite plantear, por un lado, que ocurrieron procesos naturales que han cambiado sustancialmente el paisaje y la distribución de recursos a lo largo del tiempo de ocupación prehispánica. Los ríos se han unidos, separado, cambiado de desembocadura, abierto en cauces secundarios, desplazado, etc. Y esto determinó, por un lado, la adecuación lógica de las poblaciones a los recursos y el consecuente cambio de las áreas de asentamiento a lo largo del tiempo. Pero también pudo motivar el sepultamiento de sitios, entre ellos quizás los tempranos que aparecen muy poco representados en la Provincia, y además bastante acotados a sectores como las sierras donde pudieron estar sometidos a otros agentes naturales que permiten hoy su mejor visualización. Esta podría ser una de la causas por la cual la inmensa mayoría de los sitios conocidos se distribuyen fundamentalmente a lo largo de los dos cursos actuales y corresponden a sitios tardíos no anteriores al 1000 d. de C. (Taboada 2011b). Es factible, entonces, que diversos sitios, no sólo tempranos, sino también de zonas donde no tenemos registros, pudieran subyacer en niveles más profundos, bajo aluviones, y también que pudieran encontrase vinculados ya no a los cursos de agua actuales, sino a paleocauces. Por ejemplo, 12
en la zona del Parque Nacional Copo donde realizamos trabajos para una línea de base (Taboada et al 2007), las prospecciones realizadas en diferentes sectores y ambientes de la Unidad de Conservación, sumadas a las numerosas encuestas, entrevistas y diálogos informales con la gente de diversas zonas del Parque y la Reserva permitieron localizar y registrar en superficie escasísimas evidencias arqueológicas en el área de estudio a pesar de la referencia de su hallazgo. Una serie de elementos permiten plantear que los procesos post-depositacionales habrían jugando de forma importante en la formación de un paisaje sepultado, movilizado o erosionado por los movimientos hídricos. De hecho, las evidencias arqueológicas se han hallado, casi exclusivamente, donde se han realizado perforaciones que llegan a grandes profundidades o en relación a paleocauces (Angiorama et al 2011). La distribución que vemos en el mapa permite visualizar entonces, aún con vacíos de información que pudieran deberse a diferentes causas, más o menos el paisaje tardío e hispano-indígena, pero no el paisaje anterior al 1000 d. de C. Pensar lo contrario, que este inmenso territorio, con importante recursos, se mantuvo mayormente deshabitado en tiempos anteriores a esa fecha no parece tener muchos fundamentos. Hay aquí al menos dos temas que ya mencionamos como relevantes. Uno es cómo identificamos lo temprano? Hasta ahora, lo temprano se identifica exclusivamente en relación a materiales y contextos con cerámica Las Mercedes, incluida allí Cortaderas Policromo y Mercedes Grabada y que requiere una redefinición. De todas formas, como vimos, materiales asignados a estos tipos cerámicos o a ésta época, con algunas variantes, se han hallado aunque muy acotadamente también en otros sectores de Santiago fuera de la zona de Sierra y del Dulce, incluida la zona del Salado. Esto remite una vez más a pensar la posibilidad de que las evidencias deben estar; sólo falta buscarlas, hallarlas, identificarlas. Y he ahí el otro problema. Quizás habrá que empezar a considerar otros contextos y tipos cerámicos que se han registrado en la región y que hasta el momento no han sido contexualizados ni cronologizados. Todo lo dicho nos alerta, entonces, sobre la necesidad de explorar si la escasez relativa de sitios tempranos refleja entonces una menor intensidad de ocupación, una sectorización espacial vinculada a interacciones con la región valliserrana, un sesgo en las investigaciones y en la información recabada, un encasillamiento de lo temprano a sólo algunos referentes materiales definidos como tales, un ocultamiento del paisaje temprano. Síntesis final En relación a los trabajos de campo en el área pedemontana, la presencia de los contextos estudiados, muy homogéneos y coherentes con los registrados en otras áreas, nos lleva a seguir pensando en que el área jugó más que como una zona intermedia y de tránsito (como se ha venido en general considerando), como un área con un desarrollo local propio importante y que mantuvo contactos de mayor o menor fuerza con las áreas y poblaciones vecinas en diferentes momentos históricos. Para momentos tempranos encontramos el claro desarrollo de una modalidad de vida aldeana previa a las primeras manifestaciones de poblaciones alfareras conocidas hasta ahora para los más tempranos sitios cerámicos de Santiago del Estero (ubicados además muy cerca), las cuales podrían haber incorporado algunos elementos de ésta. Sin embargo, en este punto es necesario ahondar en profundidad, entre otros, al menos el tema de los contextos y asociaciones de la cerámica Cortaderas y Las Mercedes Grabada sostenida para Santiago del Estero, ya que hasta ahora los datos en el piedemonte no avalan tal asociación y, en cambio, permiten ubicar a la cerámica Cortaderas asociada a Condorhuasi y en contextos bastante anteriores. Todo esto nos sitúa ante la necesidad de seguir pensando la zona como área clave para comprender los procesos tanto locales como 13
regionales, y nos alerta sobre la necesidad de rever ciertas categorías cerámicas y contextos definidos tradicionalmente y sobre la complejidad en juego de los procesos, grados, direcciones y momentos de interacción, o no interacción, que operaron en la región. Creemos que lo interesante y productivo es haber comenzado a mirar y definir los problemas también desde este sector del piedemonte, que en tanto área tradicionalmente considerada "intermedia" se relegó ante el estudio de los puntos extremos. Por su parte, el reanálisis actual de la información procedente de Santiago y su articulación en una mirada regional nos genera preguntas e hipótesis para diseñar y encarar los trabajos de campo en Santiago y para redirigir nuestras observaciones en el piedemonte. En tal sentido, hemos definido como uno de los factores cruciales la exploración de los procesos geomorfológicos, pedológicos y sedimentarios ocurridos en la región en pos de evaluar tanto los procesos postdepositacionales que influyeron en nuestro actual registro, como también la dinámica misma contemporánea a la vida prehispánica y sus potenciales consecuencias en el asentamiento y las prácticas. Nuestra primera lectura es que el tempano en Santiago es apenas conocido en algunas de sus manifestaciones. Principalmente por dos razones: por estar oculto por procesos ambientales diversos, y por haber sido reducido a sólo ciertos referentes. En definitiva, por haber quedado -por circunstancias de su propia construcción académica- circunscripto a ciertos indicadores materiales y espacios, configurando situaciones arquetípicas fijadas luego como modelos extensivos para todo el territorio. Sin embargo, salir de nuestras propias concepciones mentales y trayectorias sociales y de los esquemas que la arqueología, la historia y la academia han ido construyendo es un ejercicio nada fácil. Pensemos tan sólo en la dificultad que tenemos de entender profundamente realidades actuales que captamos ineludiblemente según nuestros propios esquemas de percepción, clasificación e interés. Es quizás el gran dilema de los que hacemos arqueología. Por ello, quizás, la única forma es ir continuamente reproblematizando las situaciones y los esquemas de ordenamiento que volcamos a los datos arqueológicos como referentes de órdenes culturales internos; muchas veces concebidos o presentados sin movimiento ni dinámicas sociales e identitarias, cuando en realidad seguramente éstos conllevaron asimilaciones/negaciones y cambios en la cultura material y en las practicas cotidianas que exceden ampliamente una identidad fija y que debieron incluir negociaciones y necesidades de posicionamiento en el mundo socio-político del pasado2. En dicho sentido, este trabajo, que en gran parte se abocó a mostrar y analizar justamente -y quizás sonando paradójicoalgunos de esos ordenamientos, pretendió sólo empezar a ver el problema y lo insuficiente que resulta lo que hasta ahora sabemos para entender los procesos e identidades tempranas. Casi nada podemos decir todavía sobre ellos y sobre las prácticas ejercidas por entonces y sus motivaciones. Es éste el próximo camino a encarar en nuestras investigaciones. Bibliografía citada Angiorama, C. 1998 Nuevos aportes a la cronología de Condorhuasi-Alamito. Palimpsesto, Revista de Arqueología 5:100-105. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. Angiorama, C. y C. Taboada. 2008. Metales andinos en la llanura santiagueña (Argentina). Revista Andina 47: 117-150. 2 Para un análisis en este sentido pero sobre los procesos tardíos del territorio ver Taboada et al 2010. Una confrontación de las categorías usadas por la arqueología y la historia para la región fue presentada en Farberman y Taboada 2011.
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