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El viaje sin tiempo de la luz Biofotones La glándula pineal y la conciencia Procesamiento de la luz en el ADN La iluminación silenciosa de zazen
El tiempo no existe para un fotón El tiempo es una magnitud física con la que medimos la duración o la separación de los sucesos que estamos observando. Esta es la definición clásica. Podemos decir que desde la perspectiva del observador es el flujo sucesivo de microsucesos o momentos. Según la física clásica, y que es la forma en que generalmente lo percibimos, el tiempo es absoluto, existe independientemente del observador. Dicho de otra forma: el tiempo es igual para todos los que están observando.. De acuerdo a la teoría de la relatividad de Einstein: la medida del transcurso del tiempo depende del sistema de referencia donde esté situado el observador y de su estado de movimiento, es decir, diferentes observadores medirán diferentes tiempos transcurridos entre dos eventos causalmente conectados. Por eso el tiempo es relativo. No existe un tiempo independiente del observador, existe el espacio-tiempo como un continuo integral. Para un observador que se mueva cada vez más cercano a la velocidad de la luz (unos 300.000 km/s), el tiempo se vuelve cada vez más lento. Y a la velocidad de la luz, el tiempo es cero, deja de existir, por lo que el espacio también. Desde la perspectiva de un fotón, el universo no se parece en nada a lo que nosotros experimentamos, ya que para la luz no existen ni el tiempo ni el espacio. Y sin embargo, es gracias a la información transportada por los fotones que podemos percibir y experimentar las cosas. Como los fotones se mueven a la velocidad de la luz, el tiempo que tardan en propagarse entre dos puntos cualesquiera del universo es instantáneo. Entonces, al ser el tiempo de emisión y absorción instantáneo, no se pueden considerar como partículas “reales” ya que su tiempo de existencia (desde nuestra perspectiva) es fugaz. Aclaremos que para la física una partícula virtual es una partícula elemental (fotón, electrón, protón...) que existe durante un tiempo muy breve y debido al principio de indeterminación de Heisenberg no es posible medir sus propiedades de forma exacta. El término "partícula virtual" se utiliza en contraposición a "partícula real" para explicar las infracciones que la versión virtual parece cometer contra las leyes de conservación durante sus interacciones. Esta definición es solo una descripción, más adelante veremos que no se pueden definir con tanta facilidad y que el término “real” o virtual” es una convención, para facilitar las cosas.
Fotones entrelazados
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Como toda partícula elemental, el tiempo y la energía de un fotón están cuantificados. Esto significa que no pueden tener o transferir su energía arbitrariamente y que además deben seguir las leyes de la mecánica cuántica. Un rayo de luz no es algo continuo. El propio fotón es discontinuo, aparece y desaparece, por eso se dice que es virtual, es decir; no existen fotones ni bosones reales, todos son virtuales; ya que la energía de los fotones está cuantificada, y en consecuencia también su tiempo. A la velocidad de la luz, el tiempo es igual a cero; y si el tiempo es cero, no hay oscilación ni movimiento que podamos medir; no podemos hablar de velocidad; por eso la velocidad de intercomunicación en el entrelazamiento cuántico es instantánea, o lo que es lo mismo, inexistente. Esto se puede comprender más fácilmente si aceptamos que cualquier creación de la naturaleza es una manifestación de un orden implícito, de una misma fuente original y universal. Solo vemos la manifestación, separada del resto, y la verdadera esencia nos pasa desapercibida. Una consecuencia del principio de indeterminación es que la energía y el tiempo son pares de observables que presentan incertidumbres complementarias, es decir, no podemos saber con exactitud los dos valores al mismo tiempo. Si conocemos con certeza uno el otro permanece incierto, lo mismo ocurre con la posición y la velocidad: cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimiento lineal y, por tanto, su velocidad. Esto implica que las partículas, en su movimiento, no tienen asociada una trayectoria definida como lo tienen en la física clásica.
Cuanto menos masa (energía) tenga una partícula virtual, más tiempo puede durar y viceversa. De esta forma, un fotón virtual al tener masa nula puede durar un intervalo de tiempo infinito, mientras que un protón o un antiprotón virtuales (por ejemplo, creados por colisión en un acelerador de partículas), al tener más masa, durarán muy poco tiempo. La energía y el momento lineal (momentum) de un fotón dependen de su frecuencia y de su longitud de onda .
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En 1900, el modelo teórico de la luz de Maxwell, como dos campos oscilatorios (uno eléctrico y otro magnético) pareció completo. Sin embargo, diversas observaciones no podían explicarse según los modelos de radiación electromagnética, lo que llevó a la conclusión de que la energía lumínica estaba empaquetada en cuantos descritos por la ecuación: . Experimentos posteriores mostraron que estos cuantos de luz también poseían momento lineal y en consecuencia podían ser considerados partículas. Nacía así el concepto de fotón, que llevaría a un conocimiento más profundo de los campos eléctricos y magnéticos.
Sabemos que todo fotón es una fluctuación emanada del vacío cuántico, y que cuanto mayor es su energía, menor será su tiempo de vida. De todas formas, real o virtual son solo términos, lo importante es no dejarse confundir ya que la esencia nunca puede ser aprehendida por medio de los sentidos ni de conceptos. Lo que en realidad le pasa al fotón, solo el fotón lo sabe y el ser humano solo puede tentar medir sus interacciones y efectos de acuerdo a leyes y convenciones relativas. Como sea, a la velocidad que viaja, un fotón no conoce el tiempo, y esto es válido para un fotón producido en el núcleo del Sol, que puede ser reabsorbido al atravesar apenas un milímetro de distancia, o para un fotón que ha viajado más de 13 mil millones de años, desde la superficie de una de las primeras estrellas del universo, y entra en contacto con un cuerpo.
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Y si el tiempo no existe para la luz, y el espacio-tiempo es unidad, para un fotón tampoco existe la distancia, por lo cual sigue estando en esa primera estrella o sigue estando en el sol a la vez que impacta en la retina, en ese instante tus ojos y el sol están conectados. Desde el punto de vista de la luz, el universo es unidad y por lo tanto inseparable, Pero nosotros estamos hechos de luz. Dicho de otra manera, nuestras células naturalmente emiten y absorben fotones, y sin ellos, la vida no sería posible. En 1920 el biólogo ruso Alexander Gurwitsch descubrió que los seres vivos emiten fotones “ultra-débiles” dentro del espectro ultravioleta. Gurwitsch los llamó “rayos mitogénicos”, ya que creía que estos fotones tenían un papel esencial en la división celular y en el desarrollo de la estructura morfológica de un ser vivo.
El biofísico Fritz Albert Popp descubrió que esta emisión de luz, a la que llamó biofotones, se presentaba en un rango de entre 200 y 800 nm, mostrando un patrón periódico y coherencia. Según Popp los biofotones son producidos en el interior de la molécula de ADN ubicada en el núcleo de las células. Esto ya ha sido demostrado. Esta emisión de biofotones es una luz con un alto grado de orden. La radiación lumínica de este tipo es muy suave y se caracteriza por su coherencia, por tener una intensidad muy estable y las oscilaciones, que normalmente están presentes en la luz, son mínimas. El campo lumínico de este tipo de luz (un verdadero láser biológico), posee un alto grado de orden y tiene, por lo tanto, la capacidad de transmitir información y de actuar como formador de orden.
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Los sistemas biológicos se rigen por la interacción especial entre el campo electromagnético coherente generado por la luz (biofotones) y la materia biológica. Hay una retroalimentación permanente entre el campo y la materia, de manera que el campo dirige la ubicación y la actividad de la materia, mientras que la materia proporciona las condiciones de contorno del campo. Dado que el campo es casi totalmente coherente, los patrones de interferencia lumínica en el campo contienen la información necesaria sobre la función reguladora.
Las estructuras de interferencia no son estables, sino que varían en concordancia con las más complejas interacciones espacio-temporales entre el campo y la materia. El papel dominante de fuente y sumidero del campo es probablemente desempeñado por el ADN.
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El ADN emite luz coherente bajo la forma de fotones de muy baja intensidad, también llamada radiación celular ultra débil (del inglés, ultra-weak spontaneous photon emisión). El término “espontáneo” se utiliza para diferenciar a esta radiación de la bioluminiscencia producida por las reacciones químicas en la célula. Es decir, la emisión de estos “fotones biológicos” es independiente de la temperatura y de la emisión de radiación infrarroja. La intensidad de la radiación biofotónica es del orden de 10 a 1000 fotones por cm2/s. Según relata el profesor Popp: “Con sólo unos pocos biofotones se producen efectos cuánticos, no hablo de efectos clásicos. Tienen que ver con una radiación coherente. Y la radiación provoca que las interferencias en el espacio que existe entre las células sean mayores, pero aquí la radiación es una radiación en la que se utilizan las interferencias como una forma de comunicación. Los biofotones que emiten las diferentes células, interfieren y hacen que las interferencias sean mayores entre las ondas que emiten las células. Las amplitudes de los campos eléctricos provocan, principalmente, interferencias destructivas, así que la radiación entre los sistemas, en este caso las células, desaparece, mientras que, por otro lado, la intensidad dentro de los sistemas es mayor porque se tiene que conservar la energía. Esta es la forma de comunicación entre las células. Todas las células se comunican con patrones ondulatorios específicos.
Se observan estructuras de interferencia específicas, y si las células son idénticas, se dice que tienen el mismo patrón de frecuencia. Esto es como decir, más o menos, que tienen el mismo patrón de interferencia. Y esta también es una forma de identificación entre ellas: cancelar la luz entre ellas es la mejor manera que tienen para comunicarse porque crean algo así como un canal, crean una zona de quietud, o dicho de otro modo, crean una zona libre de sonido entre ellas, de modo que cuando cualquier pequeña perturbación surge la perciben inmediatamente como una señal entre ellas. Lo que digo no es una especulación, es el resultado de una experimentación que se ha llevado a cabo en profundidad”. 7
El ADN puede transmitir información lumínica El Dr. Jeremy Narby, formuló la hipótesis de que el ADN es la serpiente (la serpiente cósmica), que aparece con frecuencia en los mitos de creación de diferentes culturas y la fuente del conocimiento y de las visiones chamánicas, debido a que el ADN contiene un tipo de láser holográfico: “De acuerdo a los investigadores que los midieron, los biofotones tienen un alto nivel de coherencia, comparables con un láser. Llegué a entender que en una fuente coherente de luz, la cantidad de fotones emitidos puede variar, pero el intervalo permanece constante. El ADN emite fotones con tal regularidad que los investigadores comparan el fenómeno con un ‘láser ultra-débil’. Le pregunte a mi amigo experto, quien me explicó: ‘Una fuente coherente de luz, como un láser, da la sensación de colores brillantes, una luminiscencia, y una impresión de profundidad holográfica”.
Es probable que las alucinaciones y visiones que experimentan los chamanes sean provocadas por la emisión coherente de biofotones del ADN que ocurre cuando las plantas que contienen DMT (dimetil triptamina), activan en el cerebro ciertos receptores relacionados con la serotonina.
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Esta es la fuente del conocimiento: el ADN, viviendo en un medio líquido y emitiendo fotones: el dragón acuático que escupe fuego.
Esta imagen es común en numerosas culturas ancestrales (china, azteca, maya…)
O las figuras de serpientes entrelazadas…
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…semejantes a la molécula del ADN…
Esta transmisión de biofotones que en el caso anterior parece ser responsable de transmitir imágenes —a través de las cuales el chamán (medicine man) obtiene conocimientos o las usa para sanar. Por otra parte, este es el sistema por medio del cual las células se comunican y se difunde la información contenida en el ADN a través de todo el organismo. En 1974 el Dr. V.P. Kaznacheyev anunció que había detectado comunicación intracelular a través de fotones biológicos.
El investigador Fritz Albert Popp consiguió medir las emisiones de biofotones y comprobó que en los pacientes que tenían cáncer disminuía o desaparecía esta bioluminiscencia espontánea, perdiendo sus ritmos naturales y su coherencia. Es como si las células no pudieran comunicarse entre si debido a que sus líneas de comunicación se alteran. El Dr. Vladimir Poponin un biólogo cuántico ruso, realizó el siguiente experimento: comenzó por vaciar un recipiente (creó un vacío en su interior) dejando adentro
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solamente fotones. Luego midió la distribución de estos fotones y encontró que estaban distribuidas aleatoriamente dentro del recipiente, tal como se esperaba. Luego colocó dentro del recipiente una muestra de ADN y midió nuevamente la localización de los fotones, comprobando que los fotones se habían organizado alineados a la muestra de ADN. En otras palabras el ADN produjo un efecto en los fotones mediante una interacción desconocida. A continuación removió la muestra de ADN del recipiente y midió de nuevo la distribución de los fotones. Los fotones seguían ordenados y alineados en donde había estado el ADN. Esto comprueba la capacidad de generar orden por parte del ADN y esto es debido a su relación directa con la luz coherente. El Dr. Luc Montagnier, premio Nobel de medicina por sus trabajos sobre el HIV, encontró una nueva propiedad del ADN, que consiste en la emisión de ondas de baja frecuencia en algunas diluciones de agua que pueden extenderse rápidamente a otro ADN vecino”. (Ver: “DNA waves and water“). Esto representa un avance hacia la comprensión de que el ADN, al igual que los fotones, electrones y todas las partículas que componen el universo, exhibe propiedades de conexión a distancia, debido al entrelazamiento cuántico. Montagnier y su equipo sugieren que el ADN emite señales electromagnéticas que imprimen la estructura del ADN en otras moléculas. En cierta forma esto significa que el ADN puede autoproyectarse de una célula a otra, donde se realizan copias, en una especie de teletransportación cuántica de material genético. Otros estudios también sugieren que el ADN exhibe un tipo de comunicación a distancia que permite coordinar al instante los programas genéticos. Esta propiedad se ha comprobado experimentalmente: nuestro ADN tiene propiedades de acción a distancia, manifestándose, por ejemplo, en el reconocimiento de secuencias análogas entre nucleótidos. Lo que hasta el momento es inexplicable es que los codones de ADN pueden reconocer secuencias de bases complementarias, sin intercambio o contacto físico alguno. Esto fue revelado en un informe del ACS’ Journal of Physical Chemistry B, segun los autores: “Inexplicablemente, las fuerzas responsables del reconocimiento de secuencias pueden atravesar más de un nanometro (0,0000000001 m) de agua separando la superficie de su ADN vecino más cercano”.
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Esta característica de no-localidad ha sido motivo de críticas desde el principio por buena parte de la ciencia dominante, un ejemplo es la famosa discusión entre Einstein y Bohr, sobre las propiedades de la materia. Rechazando la teoría cuántica, Einstein negaba una supuesta “acción fantasmal a distancia” (spooky action at a distance). Aunque posteriormente esta propiedad fue corroborada: los fotones pueden intercambiar información a distancia instantáneamente a través del entrelazamiento cuántico. Lo cual también fue probado por el experimento de Aspect, después de que el Teorema de Bell describiera un universo no-local. Tal vez esto es lo que está sucediendo, ya que después de todo el ADN también emite fotones, y la información en su estado más elemental es luz. La materia viva forma campos morfogenéticos mediante los cuales transmite (y recibe) información a distancia. Esta forma de comunicación no local es un mecanismo de transferencia de información a distancia entre miembros de la misma especie. Esto sucede mediante resonancias entre un individuo y la memoria de su propia especie almacenada en el campo. Las experiencias de cada uno envían información a este campo que modela la forma y la adaptación de la especie. Los miembros de la misma especie tienen una mayor resonancia entre sí, pero la resonancia se da entre todas las formas de la naturaleza, ya que comparten, en diferentes grados, información original por ser creados de la misma fuente y con el mismo tipo de materiales. Incluso cada órgano de nuestro cuerpo tiene su propio campo de resonancia mórfica. Como sabemos los fotones son partículas que a nivel cuántico forman entrelazamientos (quantum entanglement). Las “partículas” de luz son sistemas en los que, sin importar la distancia en las que estén separados, reaccionan instantáneamente de manera conjunta. De tal forma que, por raro que nos parezca, una medición realizada a un fotón en una estrella lejana, tendría un efecto inmediato en un fotón aquí en la Tierra, si estos se encontraran en un estado de entrelazamiento cuántico.
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De manera que el concepto de individualidad y separación en lo que respecta a las partículas subatómicas es erróneo, ya que al surgir del mismo vacío creador, estos componentes elementales de nuestro universo físico, se encuentran inseparablemente ligados, debido a que en esencia son la manifestación de una sola y misma cosa (por decirlo de algún modo), indivisible e infinita: pura conciencia. Si consideramos que todos los seres y las cosas están hechos de estas mismas partículas, desde el punto de vista del universo, o de dios si se quiere, no tiene sentido la noción de individuos separados o aislados. Por eso podemos decir que solo hay una luz, manifestada de múltiples formas. Una luz que es todas las luces —todos los fuegos, el fuego— y que estamos inevitablemente entrelazados con lo infinito. El ADN utiliza fotones como sistema de comunicación (la luz como vehículo de información), porque esta es la mejor forma de lograr orden y sincronía, de otra forma, el desorden y el retardo en la transmisión de información podría significar una falta de coordinación y errores en el desarrollo de los programas celulares. La conciencia es información y energía, y por tanto también materia (E = mc2) y utiliza la luz como vehículo para transformarse en una o en otra. La conciencia y la luz están ligadas. Cada acción de mirar es un acto de conciencia. Mediante la mirada del observador el universo es consciente.
El ojo de Horus
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La luz y la glándula pineal La glándula pineal o epífisis es una pequeña glándula de secreción interna, de forma ovoidea o de “piña” y de unos 5 mm de diámetro, que forma parte del techo del diencéfalo. Es la glándula que segrega la hormona melatonina, producida a partir de la serotonina, y tambien DMT (dimetil triptamina) un poderoso psicodélico. La epífisis, posee fotorreceptores que la hacen muy sensible a la luz. Está relacionada con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño, con los biorritmos y con la apertura del 3er ojo o chakra frontal y los planos superiores de la conciencia. Aparentemente existe una estrecha relación entre este pequeño y misterioso órgano, ubicado en el centro del cerebro, con la visión, los colores y la luz. Cuando no hay luz, la glándula pineal produce melatonina a partir del neurotransmisor serotonina. Esta hormona está relacionada con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño, llamados ritmos circadianos. La oscuridad, por ejemplo, hace que se secrete melatonina, y es debido a esto que es más fácil dormir en la oscuridad (esta en relación con las diferentes longitudes de onda de luz que hacen que la glándula secrete melatonina de acuerdo con las frecuencias). Esta hormona además sirve para contrarrestar los efectos del síndrome de diferencia de zonas horarias (jet lag). Es también un poderoso antioxidante; y se ha comprobado que participa en la apoptosis de células cancerosas en el timo. Controla el inicio de la pubertad. La producción de melatonina disminuye con la edad. La pineal se encuentra unida por vías nerviosas a la retina, de manera que se puede considerar que forma parte de las vías visuales y es así que convierte la información lumínica en secreción hormonal.
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El agua (agua ordenada), en el interior de la pineal, permite mediante su coherencia molecular el acceso a otros planos o dimensiones de la conciencia, debido a su conexión con los chakras superiores (6º y 7º) es decir, el 3er. Ojo y el chakra coronario.
Un aspecto interesante del desarrollo de esta glándula es que aparece en el embrión a los 49 días de gestación. Para los monjes tibetanos esta es la cantidad de días que le lleva a la conciencia reencarnar. Otra coincidencia llamativa es que en el embrión el sexo se diferencia a partir de la 7ª semana de gestación, es decir, el sexo de una persona ya está determinado en la fecundación del óvulo por el espermatozoide, pero no es hasta los 49 dias (aprox.) que este se hace evidente. Primero en los individuos XY (hombre), las crestas gonadales se diferencian formando los testículos fetales. Las gónadas de los fetos XX (mujer) permanecen con un aspecto indiferenciado más tiempo. La pineal posee todos los precursores químicos: enzimas y bloques constructivos para elaborar DMT, este poderoso alucinógeno (enteógeno) natural, primo cercano de la serotonina. Normalmente la pineal está bien protegida del estrés, aunque sea sensible a químicos como el flúor (pasta dental), que la inhibe. Pero en grandes momentos de estrés, como la muerte (y también seguramente el nacimiento), grandes cantidades de DMT son segregadas al torrente sanguíneo. El Dr. Rick Strassman, médico psiquiatra investigador en psicofarmacología, es uno de los pioneros en la investigación de la DMT, de acuerdo a sus estudios afirma que la experiencia de la muerte puede que sea una experiencia psicodélica: “Se puede concebir la conciencia de un individuo a punto de morir expuesta a este gran relámpago (flash) de DMT, por lo que de lo último que se es consciente en el cuerpo es la experiencia de esta gran cantidad de compuesto alucinógeno. Uno de los resultados más sorprendentes de las pruebas, es que los individuos relataron el encuentro con entes inteligentes que participaban conscientemente en un tipo de espacio extremadamente extraño”.
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De acuerdo a su investigación, todos los sujetos con los que experimentó, relatan haber vivido estados de conciencia más allá del tiempo y el espacio, separándose del cuerpo físico. El estado alucinatorio, como el de los sueños, es una separación temporal del cuerpo físico. El soñador se vuelve una inteligencia libre, viajando por dimensiones alternas, sin las restricciones que impone el cuerpo y las leyes de la física. La existencia de DMT en el cuerpo es la prueba biológica de una realidad espiritual más grande.
Además de su relación con la luz, se ha comprobado que la glándula pineal es sensible al magnetismo. De acuerdo a investigaciones realizadas en la Universidad Ben Gurion de Israel, se comprobó la presencia de minerales ferromagnéticos (microcristales de calcita), que pueden actuar como verdaderos imanes en la glándula pineal. Los autores del estudio señalan que “estos cristales podrían ser responsables de una transducción biológica electromagnética”, lo que es sugerido por su “estructura y propiedades piezoeléctricas”. Es muy probable que estos cristales sean los que interactúan con los campos geomagnéticos producidos por la radiación de fotones provenientes del Sol que choca con la atmósfera de la Tierra. Por otro lado, el Dr. Andrew Nichols ha determinado una correlación entre la actividad geomagnética y la percepción de fenómenos paranormales.
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Es a través de esta sensibilidad a los campos magnéticos, que la pineal convierte la luz del sol en un determinado estado de conciencia.
Campo magnético de la tierra
Que la glándula pineal podía ser un órgano para percibir una luz invisible (un campo magnético, por ejemplo) ya había sido percibido por el pensamiento védico. En los Upanishads se habla del ser humano como una entidad compuesta por 10 puertas. Nueve de ellas (los ojos, las fosas nasales, los oídos, la boca, la uretra, y el ano) llevan
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hacia afuera, a la percepción del mundo exterior. La décima puerta, el tercer ojo (ubicado en el 6º chakra (Ajna) en el entrecejo, conduce al mundo interior.
En el caso de Shiva, el 3er ojo se encuentra rodeado por una guirnalda de serpientes, es la puerta de acceso a los mundos interiores, donde yacen los planos astrales superiores de la conciencia. El tercer ojo es siempre, a través de diversas culturas, representa la apertura divina y la clarividencia, es decir la visión holográfica, dentro del ser humano.
En el antiguo Egipto también se conocía la relación entre la pineal y el sol (la luz) Los egipcios tenían conocimientos de la glándula pineal asociados con un tercer ojo, u ojo espiritual. Esto se ve en la representación del ojo único de Horus, el dios del Sol, hijo de Osiris e Isis, (“el hijo del nuevo eón”) y como tal, símbolo de la fusión de los opuestos, al igual que la glándula pineal se encuentra en el centro del cerebro, entre los dos hemisferios y entre los ojos. Este símbolo parece haber evolucionado en el símbolo cristiano del Ojo de la Providencia.
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Se puede apreciar el báculo de mando de Osiris, en el cual aparece un cono de pino con dos serpientes entrelazadas. Sin duda uno de los símbolos más poderosos de la historia, evocando el conocimiento y la alquimia interior –probablemente a través de la visión interna, relacionando (en términos modernos) la relación entre la luz, el conocimiento, o sea información y el ADN. La serpiente enroscada que trepa, es la energía vital que se eleva desde los planos inferiores hasta el cerebro, el 3er ojo y la coronilla, activando e iluminando a su paso los centros energéticos.
También los masones representan el “ojo único” en la pirámide truncada: “el ojo que lo ve todo”.
El símbolo iluminatti por excelencia
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Debido a su forma de cono de pino, el médico griego Galeno la llamó “pineal”
La presencia del cono de pino puede observarse en el báculo del Papa y en la misma Plaza de San Pedro, donde una inmensa estatua de una piña está rodeada de unos pavorreales (aves relacionadas con la divinidad en Egipto).
Estos dos símbolos, el cono de pino y el ojo en un triángulo, aparecen en numerosas iglesias y templos alrededor del mundo.
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Es evidente que en la antigüedad se tenían conocimientos profundos, que la civilización moderna ha perdido. Se ha ganado en avances tecnológicos, que por una parte mejoran y facilitan la vida, pero se ha perdido el sentido de las cosas, y de la vida en general. Y esto en gran parte tiene que ver con el mayor desarrollo del hemisferio cerebral izquierdo, sede de la palabra, la comunicación, la lógica y los conceptos. El ser (y el objeto) se percibe separado del resto, de manera que se gana en información abstracta y en objetos materiales de consumo, pero se pierde conexión con la naturaleza, con el ser biológico y consigo mismo. Esta pérdida de “sintonía” desorganiza al sistema y lo debilita, el organismo pierde coherencia y sus procesos se alteran. Lo opuesto significa reconectarse con el ser interior, con los procesos internos y también con el entorno, así se percibe más fácilmente la totalidad y se optimiza la adaptación. Para definirlo en una palabra: evolución. El chakra frontal, es más que un ojo, es un centro de alquimia donde se transmutan la energía de la mente y los pensamientos y en el que la conciencia puede dar un salto dimensional.
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Somos seres luminosos Al igual que el universo físico, el cuerpo físico, es una proyección fractal y holográfica de la misma luz universal. Es una ilusión creada por los sentidos (¡una ilusión densa, duradera y a veces dolorosa!). Pero si podemos trascender la realidad física y vamos más allá de la percepción ordinaria, la realidad se muestra tal cual es. Sin velos ni errores de percepción. Las cosas como son. La luz que da forma al universo, también nos incluye a nosotros y a todos los seres vivos. La luz es conciencia, por eso podemos decir que la luz es infinita y se extiende en todas las direcciones del tiempo y del espacio, y la conciencia es luz. El autoconocimiento y la mirada interior expanden la conciencia y por lo tanto su luz. Esta es la iluminación: la conciencia que es consciente de su infinitud e ilumina, literalmente, el universo entero, ya que su iluminación está entrelazada con todas las conciencias. Somos luz, aunque nuestros cuerpos densos y opacos no la reflejen, de no ser así, no existiría la vida física ni experimentaríamos la realidad como la conocemos. Que no veamos nuestra luz, y por ende la de los otros, no implica que esta no exista, es igual que la conciencia, no la vemos, ni siquiera puede verse a si misma…para eso nos utiliza a nosotros, y nosotros usamos la luz para ser conscientes. Por lo tanto es correcto describirnos como seres de luz y aceptarnos como tales. Nuestra existencia y la luz están unidas. En el Zen se dice que la iluminación es la condición normal, pura y original del ser humano. De hecho la iluminación precede a la práctica. Zazen es una manifestación de esta luz eterna.
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Jippo “El Universo entero” Extraído del Shobogenzo del Maestro Dogen (escrito en el año 1243 en Kippoji, Japón) Un puño es el universo entero. El Universo entero es la Tierra de Buda, este mundo presente de fenómenos. Cuando nuestra mente es pura, contiene e ilumina las diez direcciones. Sakyamuni Buda dijo: “Yo conozco la real forma de las cosas”. Y esto es compartido por todos los Budas del Universo: es mi forma, la forma del conocimiento, la forma de los fenómenos del mundo. Ésta es la esencia de las enseñanzas budistas. Los Budas y la Tierra de los Budas, no son dos cosas diferentes. No hay seres animados o inanimados, ilusión o iluminación, bueno, malo o neutral, puro o impuro, creación o conservación, destrucción o construcción, permanente o impermanente, existente o no existente, yo u otros. Esto está más allá de los cuatro tipos de observación (igual, diferente, existente, no-existente) o negación alguna. La Tierra de Buda es el Universo entero; el universo entero es el universo entero, nada más. “El Universo entero” es la vida de todos los días. El lenguaje ordinario es transformado en palabras de Buda. ¿Qué tipo de humano transciende la limitada consciencia de la gente ordinaria y transforma su cuerpo y mente? El océano habla y las montañas tienen lengua, éste es el lenguaje diario de Buda. No es necesario usar la boca y la lengua para expresar tales palabras. El universo entero no puede moverse de aquí para allá. Es justamente esta “talidad”. La luz de Buda es la misma de antes que nuestros padres nacieran. Esta luz, puede ser colocada en la palma de tu mano y ser el universo entero.
Esta misma luz, es actualizada en tu presente existencia. Es por lo que podemos abrir el Recibidor de Buda y descubrir el Buda dentro de nosotros mismos y en ese momento ser liberados de nuestro limitado yo; el muro cae y por primera vez experimentamos el sentimiento de ser verdaderamente nosotros.
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Esto no es lo difícil, sino trascender los apegos y las ataduras. Primero ir tras la luz, luego cultivar la libertad en las actividades diarias, comer simple, practicar zazen... que son las actividades de la luz. Si alguien dudase de ella, recibiría sólo aire, ¡una pena!. “El Universo entero está en medio de la Sublime Luz”. Nuestros ojos son el origen de nuestra Sublime Luz. La visión clara es la Sublime Luz. Cuando nuestra visión es verdaderamente clara, incluso la Sublime Luz cae y vemos el universo entero. Sin embargo es necesario practicar zazen para tener conocimiento de esto. “En el universo entero todas las cosas son ellas mismas”. El universo entero es yomismo, como es, yo como yo, tú como yo, yo como tú. Yo mismo es tú mismo, tu mismo es yo-mismo y el universo entero formando una unidad. Nuestra forma original no puede ser realizada por otros. Ésta es la vida en el Camino Budista y está en la palma de nuestra mano. El dicho de Gensha: “El universo entero es una perla brillante”, es el mundo de la verdadera experiencia de los Budas, que él transmitió. Esta experiencia nos da la fuerza para experimentar nuestra propia iluminación. El monje Kenpo dijo “He oído que sólo hay una entrada al nirvana” y tomando su vara hizo un círculo en el aire y afirmó “¡Ésta es!”
Escrito por Mariano Giacobone Mar del Plata 2012
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