Entre cultura y territorio Nuevas miradas del ordenamiento territorial desde los paisajes culturales

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Entre cultura y territorio Nuevas miradas del ordenamiento territorial desde los paisajes culturales Teresita Nuñez1

1. Introducción La emergencia de los paisajes culturales 2. Los paisajes culturales en un mundo de regiones La constitución del territorio 3. nuevas claves de lectura 4. Paisajes y proyectos 5. paisajes culturales y desarrollo local 6. Miradas desde el proyecto: Formas de gestión y legitimación de paisajes culturales 7. Bibliografía

”Se están desvaneciendo los mapas que ordenan los espacios y daban sentido a las travesías...” Néstor García Canclini/Consumidores y ciudadanos.1994. Grijalbo

1. Introducción El objetivo de este trabajo es el de reflexionar acerca de la emergencia de la noción paisajes culturales y su articulación con el ordenamiento territorial, sobre la base de una serie de proyectos. Estos últimos pondrán en evidencia la existencia de un saber social, profesional y técnico, especificando a su vez una particular relación con el paisaje partir de las prácticas de un grupo humano en el territorio. El paisaje cultural es proceso y producto de estas prácticas, sean éstas individuales o grupales constituyéndose en imagen y en emblema de identidad territorial. La cuestión que nos interesa en ese caso no es el paisaje definido según categorías de los organismos internacionales sino la relación de un grupo humano con el territorio. La relación con el territorio, en un marco cultural dado, esta siempre mediada por un proyecto o proyectos que le otorgan sentido, por lo que desde esta perspectiva no concebimos el paisaje sin proyecto.

1

FADU UBA. [email protected]

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Nuestra relación con el territorio está teñida de significados culturales sean estos hegemónicos de la cultura global, o bien subalternos de la cultura local. En consecuencia nuestra propuesta consiste en: A) Pensar el paisaje como producto cultural mediado por el proyecto. B) Considerar al proyecto en el marco de los paisajes culturales como instrumento de comunicación y promoción, “imagen” de un territorio, en pos de promover el desarrollo local.

El paisaje en el siglo XXI adquiere un sentido comunicacional, que le otorga espesor simbólico en tanto condensa: contenidos del pasado, expresados en el presente y reelaborados como apuesta al futuro en un determinado “proyecto”.

1.1 La emergencia de los paisajes culturales La noción de paisajes culturales ha servido en los últimos años como punto de partida para repensar proyectos y propuestas de alcance urbano regional que promuevan una visión holística del territorio. Se trata de propuestas que movilizan una extensa variedad de recursos así como una diversidad de actores e instituciones públicas y privadas implicadas en la administración y gestión del territorio. Tanto en Europa como en América, estos proyectos se anuncian bajo distintas formas institucionales: Company Towns; Parques Patrimoniales; Parques Agrarios; Ecomuseos; etc., incluyendo también “itinerarios” o “rutas” culturales. A través de todos ellos se renueva el interés por el territorio, bajo distintas propuestas y formas espaciales se impulsa la atracción de flujos de capital y movimientos de personas que contribuyen a una nueva lectura y valorización del territorio en el plano económico social y cultural. En muchos de los casos desarrollados en los últimos años se orientaran a consolidar las identidades territoriales rescatando memoria y sentido de territorios olvidados o en decadencia económica o bien situados en áreas periféricas rurales o urbanas. Pueden interpretarse a estas formas de intervención como representativas de la cultura posmoderna pero en un sentido distinto al de aquellas que propiciaban la homogeneidad cultural y la fragmentación social, en este caso las intervenciones se orientan al rescate de contenidos locales a partir de la valorización de los recursos culturales usando como estrategia la promoción turística o apuntando al objetivo del desarrollo local.

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Más allá de la emergencia de los paisajes culturales asociados a formas de intervención para el desarrollo del territorio, se registran antecedentes acerca de la noción de paisaje cultural desde el ámbito académico en disciplinas pioneras como la geografía humana. Tanto desde el urbanismo como desde la geografía el paisaje cultural se define en la relación de un grupo humano con el medio natural; y se presenta como una noción articuladora entre elementos naturales y culturales, tangibles e intangibles en permanente interacción a través del tiempo. En paralelo desde organismos internacionales como la UNESCO, desde una preocupación más administrativa, preservadora y política, que académica y proyectual, se promueve desde 1992 la Categoría de Paisajes Culturales, elaborando una serie de categorías para la clasificación e identificación de paisajes culturales en el territorio a escala mundial (paisaje diseñado, evolutivo, asociativo, etc.) En el plano operativo, las representaciones y las lógicas de acción con relación a los paisajes culturales tienen matices diferentes según las profesiones, las disciplinas o el nivel de las instituciones encargadas de intervenir, sea en forma proyectual o normativa. Así como distinguimos diferentes categorías de paisajes culturales en el territorio, podemos argumentar que existen diferentes paisajes mentales o tipos epistemológicos respecto de la temática a estudiar, según diferentes contextos (países, instituciones, grupos académicos o disciplinas, etc.). Aquí vale la distinción entre la noción de paisajes culturales como categoría orientada a la identificación tipificación /o enumeración de paisajes culturales, en un determinado inventario y la noción de paisajes culturales como proceso dinámico y como recurso activo que deviene de la relación de un grupo humano con el territorio en el tiempo. El territorio, nos muestra que el espacio y el tiempo tienen significados cambiantes los cuales se explican en sus diferencias y se expresan en sus paisajes. (García Bellido 1999) Estas diferencias y tienen que ver con la cultura entendida como conjunto de significados o contexto que da sentido a las transformaciones. Desde el punto de vista del ordenamiento territorial se trataría de reconocer esas diferencias ponerlas en evidencia en pos de un desarrollo más equitativo, en consecuencia, nos interesa el paisaje como expresión de esas diferencias, tanto en el plano material como simbólico, pues el mismo da cuenta de la diversidad del territorio en un contexto de significados culturales. Asimismo todo el territorio es concebido como patrimonio o legado, en el cual pueden percibirse las huellas de la historia .y donde los paisajes se presentan como articulaciones

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espacio temporales que revelan rasgos singulares de una cultura dando forma y significado al territorio. En este sentido la cultura es entendida como un “un estar siendo y no como un es”. En el marco de este trabajo se considera la cultura no como una entidad cerrada sino como proceso abierto en continua transformación, los paisajes y el territorio están imbricados en este proceso. En lugar de reconocer tipologías de paisajes culturales nos interesa reconocer y construir un conjunto de problemáticas presentes en la actualidad alrededor de los paisajes culturales en diferentes áreas, escalas y geografías, componiendo un campo virtual que dependerá de la naturaleza del problema que en cada oportunidad se considere. Desde este punto de vista el ordenamiento territorial se plantea una reelaboración de contenidos métodos y técnicas de actuación a la luz de nuevos enfoques epistemológicos nutridos por los cambios culturales que se suceden entre fin del siglo XX y principios del siglo XXI.

2. Los paisajes culturales en un mundo de regiones El resurgimiento del territorio El resurgimiento del territorio sucede en la actualidad al interés que en la década pasada suscitaba la ciudad como motor de desarrollo. Este desplazamiento de mirada, de la ciudad al territorio implica necesariamente un cambio de objeto de estudio que obligara a revisar contenidos, objetivos y métodos de la investigación con relación a la escala territorial que hoy vuelve a ser centro de interés. En este contexto los paisajes culturales como recurso patrimonial y como vector desarrollo local y regional, suscitan un creciente interés en ámbitos públicos y privados. Pero si bien la circulación de conocimientos e ideas promueve una intensa difusión de la temática, la cual tiene una presencia cada vez más significativa, en ámbitos políticos técnicos y académicos, no ocurre lo mismo con la implementación. En nuestro medio la difusión de las ideas y contenidos acerca de los paisajes culturales no se corresponde con una masa crítica de proyectos que a su vez cuenten con los marcos institucionales y normativos para implementarlos. No obstante ello, existen en Argentina una serie de experiencias pioneras, cuyos métodos y formas de implementación confluyen con una aproximación al paisaje cultural como recurso patrimonial.

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Lo que interesa focalizar en este trabajo es la idea de la existencia de un corpus de conocimiento no formalizado, emergente de las prácticas profesionales y de gestión realizadas en Argentina desde ámbitos públicos y privados. En este contexto discutiremos las diferentes aproximaciones que se orientan a considerar el territorio como patrimonio y los proyectos (en el marco de los paisajes culturales) como vector de desarrollo.

2.1La constitución del territorio La constitución del territorio como proceso y no como marco o escenario para la acción es la trama de la cual emerge la noción de paisaje cultural. En este contexto el territorio se concibe como un proceso de construcción social que contempla la articulación de aspectos naturales y culturales más allá de la acepción clásica de unidad político administrativa lo cual supone salir de los marcos estatales tanto en su concepción como en su delimitación. Se propone entonces una noción de paisaje cultural, que tomando distancia de los discursos hegemónicos de las instituciones globales, encargadas de administrar, definir y legitimar propuestas y proyectos, nos aproxime a una concepción dinámica de paisaje donde comunidad y territorio se constituyen mutuamente. El paisaje cultural supone en este caso considerar las múltiples miradas de los agentes que intervienen en él en función de su uso, preservación y transformación. La significación será diferente para cada grupo, por lo cual hablar de paisaje cultural implica considerar la pluralidad de significados que le atribuye el conjunto de actores. La noción de paisaje cultural aparece entonces como andamiaje para la construcción de proyectos territoriales y no solamente como categoría analítica. La construcción social del territorio y su imagen (paisaje) nos remite a la construcción de identidad. Si bien la idea de identidad aparece la mayoría de las veces como referencia a un pasado mítico o bien ligada a la preservación de rasgos locales amenazados por la globalización es necesario reconocer que el paisaje y el territorio evolucionan en el marco de procesos de traducción cultural que implican pérdida o transformación de contenidos originales. (La construcción de identidad se da en un proceso de hibridación)

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3. Nuevos modos de lectura Se plantea aquí una nueva cultura del territorio que utiliza métodos y estrategias como las narrativas las cuales focalizan su atención en el lenguaje y remiten al tiempo y a la historia. Desde este enfoque tiene sentido el modo de lectura de sujetos y grupos concretos en su relación con el paisaje. Las nuevas claves de lectura del territorio articulan y tienen sentido en el marco de transformaciones que presupone la globalización y la era posmoderna. Como abordar el conocimiento del territorio y de la práctica proyectual en este contexto? La crisis del Estado característica del siglo XX, produce en paralelo una crisis de los relatos. El saber de los discursos científicos no es ya todo el saber y entra en conflictos con el saber narrativo de los relatos, los cuales se relacionan con los contextos locales y se configuran con percepciones e intereses de sujetos y grupos concretos. Este saber narrativo de los relatos compite con la verdad objetiva de los discursos reguladores. Dentro de este enfoque no existe el sistema que monopoliza la verdad, se enfatiza que la cultura requiere el estudio de múltiples perspectivas que no asumen una explicación totalizadora. Este saber narrativo tildado de “no científico” está siendo utilizado como herramienta para delimitar e identificar distintas escalas del territorio – lugares – regiones, etc. Si el territorio en su noción clásica estaba ligado a la noción de estado – nación y su impronta se definía en instancias socio- políticas o normativas, los métodos narrativos implican la posibilidad de definir y delimitar porciones de territorio (lugares – regiones) sobre la base de un relato (basado en la historia y los recursos locales) el cual, no necesariamente será legitimado por instituciones que conforman el estado. Las aproximaciones narrativo-descriptivas que provienen de la geografía apuntan a la historicidad de los lugares, tomando el tiempo y la historia como “modo de lectura”, permitiendo relevar, el proceso constitutivo de la región. Desde esta perspectiva la dimensión temporal adquiere relieve, el tiempo se constituye en la clave de lectura y el cambio en la condición permanente: tanto de la sociedad como de la naturaleza, a la hora de identificar y / o describir los paisajes culturales

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4. Paisajes y proyectos En los últimos años la noción de paisaje cultural, basada en la articulación naturaleza – cultura, se impone como una nueva forma de intervención del territorio, dando lugar a diferentes tipos de proyectos desarrollados sobre la base conceptual que estas figuras del ordenamiento territorial propician. En todos los casos la constitución de un proyecto territorial en el marco de los paisajes culturales resulta un producto disponible para la promoción y utilización del territorio en pos del desarrollo local. El proyecto territorial es concebido en el marco de este trabajo como un condensador de sentidos a transmitir que logran materializarse en las prácticas de actores involucrados en el proyecto. Esto es lo que permite visualizar al proyecto como proceso y producto inacabado desde el cual circulan una diversidad de significados y miradas con relación a los recursos patrimoniales. En esta instancia, la noción de paisaje cultural tiene interés en la interacción del sujeto con el territorio, en el marco de un proyecto territorial. El paisaje es entonces una construcción, una puesta en relación de percepciones humanas, con el entorno existente, con un recuerdo del pasado, o con una posibilidad de proyecto a futuro. El paisaje existe como forma de ver el mundo con relación a un sujeto que percibe y /o interviene en él. Podemos distinguir dos formas de ver: A) La visión del observador que se sitúa fuera o más allá, sin considerar la posibilidad de transformar

aquello

que

observa

(concepción

burguesa,

prevalece

la

relación

contemplativa). B) La visión donde el sujeto se considera un actor transformador (campesino, en función productiva, arquitecto proyectista, paisajista funcionario público, gestor inmobiliario, etc.) el mismo se sitúa al interior de un proyecto de paisaje en el cual conoce, interpreta, explora y evalúa posibilidades de transformación, conservación y uso. El paisaje “imagen” de un territorio es el resultado de la interacción de múltiples actores en el marco de un proyecto. Concebido como un conjunto de relaciones simbólicas que se materializan en el espacio. En este sentido el proyecto territorial y el proyecto en el paisaje confluyen en sus objetivos implicando: a) La utilización plena de los recursos presentes en el territorio(monumentos, historia, habilidad de la población, gastronomía, técnicas de utilización del suelo, naturaleza, fiestas, creencias, etc.)

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b) La administración de los recursos en el espacio y en el tiempo a través de una propuesta integradora. c) La implicación y compromiso de los actores locales regionales o nacionales, públicos y privados con relación al proyecto y los investigadores.

En este marco vale preguntarse por los contenidos de los proyectos territoriales que impulsa la comunicación de paisajes culturales elaborados en el seno de las administraciones locales/ regionales /nacionales o bien desde ámbitos privados como impulsos desde la comunidad local.

5. Paisajes culturales y desarrollo local “Están en marcha procesos que nos alejan tanto del paisaje rural tradicional como del paisaje urbano producto del siglo XIX. Dos tendencias se abren paso: por un lado la uniformidad de los no lugares (espacios de circulación comunicación y consumo) y por otra parte la “artificialidad” de las imágenes. Marc Auge – El tiempo en ruinas

Por que asociar el paisaje y la cultura al desarrollo local? Si en los últimos años aparecen planes y proyectos de alcance territorial que se proponen como vectores de desarrollo local-regional sobre la base de recursos culturales, esto obedece a un cambio en la concepción de políticas territoriales y culturales en el seno del estado. Durante mucho tiempo y en el marco de modelos desarrollistas, la cultura no era tenida en cuenta considerándose un impedimento para el desarrollo económico. La crisis de estos modelos pondrá de relieve el papel de los recursos culturales, en particular como instrumento para pensar el pasado e imaginar el futuro. Se produce un movimiento de transformación en el campo de las políticas culturales, la importancia social y económica de la cultura como impulsora de desarrollo, es reconocida en los documentos de UNESCO, orientados a superar nociones reduccionistas de la misma.

Los paisajes culturales en función del desarrollo local puede asociarse a: - Participación pública - Acceso a bienes culturales o recursos por parte de toda la población.

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En particular estos recursos se proponen como catalizadores de un nuevo impulso económico de regiones a partir de actividades que como el turismo movilizan la circulación de capital, personas y dinamizan las economías locales. El rol de estos proyectos será el de preparar el territorio para el consumo cultural e inaugurar una nueva etapa de desarrollo económico. Estos nuevos escenarios promueven la exploración y diseño de alternativas de proyectos territoriales de desarrollo, a través de los cuales se intenta impulsar energías y recursos endógenos, por medio de estrategias cualitativas e integrales. Las mismas incluyen a la multiplicidad de actores económicos, sociales, políticos en la toma de decisiones y se orientan a cubrir las diferencias y particularidades locales y regionales. El desarrollo local se genera en a partir de lo propio de un territorio de su patrimonio de su singularidad y diferencia respecto de otros territorios y en este marco el paisaje se nos presenta como expresión de esas diferencias. Aquí, la valorización de recursos por la vía del proyecto resulta crucial en función de la valorización del territorio, sin embargo esto último puede derivar en paradojas o efectos no deseados. Algunos proyectos de paisaje, incentivan el consumo cultural del territorio generando una presión sobre la demanda de suelo urbanizable o bien sobre los recursos naturales. En la medida que aumentan los flujos del turismo de masas se hace cada vez más difícil el control sobre los recursos naturales y culturales que deben ser conservados. El territorio corre el riesgo de convertirse en un mero espectáculo a ser contemplado por la mirada fugaz de la circulación de personas en el marco de procesos de globalización económica que inducen al consumo cultural del territorio. Más allá de estas cuestiones, y de los conflictos que se plantean alrededor de los proyectos de paisaje cultural y que no alcanzan a resolverse en las declaratorias de la UNESCO, el impulso del territorio en pos del un desarrollo equitativo y sustentable constituye el verdadero desafío. Qué sentido tienen estos proyectos en la práctica proyectual en escala territorial? Cuáles son los alcances y /o los limites de este tipo de intervenciones en Argentina?

6. Miradas desde el proyecto 6.1 Formas de gestión y legitimación de paisajes culturales En la actualidad podemos identificar un conjunto significativo de proyectos cuyos contenidos y objetivos son coincidentes con la visión de Paisajes culturales (formando parte de listas indicativas o bien integrando de iniciativas públicas, privadas o mixtas en el marco de administraciones locales o de organizaciones no gubernamentales (ONG))

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Reconocemos dos tipos de aproximaciones a la temática de los proyectos los cuales se inscriben en un horizonte temporal como proceso abierto. a) Proyectos de carácter normativo, que se orientan a obtener una declaración legitimante por parte de organizaciones internacionales a partir de cualidades que le son propias (Camino del INCA, Costa del Río de Buenos Aires, etc., incluyendo a los proyectos que han sido ya declarados patrimonio de la Humanidad como Humahuaca o el Camino de la Estancias. b) Proyectos de carácter estratégico que se presentan como articulación de recursos culturales en el territorio en pos; de la preservación, conservación y desarrollo y que serán legitimados por su propio accionar en el tiempo o el cumplimiento de objetivos, intrínsecos al proyecto. Estos no están inscriptos en listas indicativas pero tampoco lo pretenden.

En el primer caso son proyectos que han sido promovidos por organismos oficiales locales

ante

instituciones

de

carácter

internacional.

En

el

segundo

se

trata

preferentemente de experiencias de carácter local de escala y complejidad diversa llevados a cabo preferentemente desde el ámbito privado a través de ONG o fundaciones de carácter privado. Los dos tipos de proyecto guardan relación con ciertos modelos de ordenamiento territorial, a saber: el primero más normativo apuntando a la calificación de áreas seleccionadas para su delimitación en función de una declaración legitimante de parte de organismos internacionales como la UNESCO. El segundo aparece asociado a un modelo de carácter más estratégico de gestión de recursos que asocia conservación uso y desarrollo territorial a partir de la integración de recursos en un determinado proyecto. Por su parte, los modelos de gestión en cada uno de los casos mencionados tienen orientaciones opuestas. En el primer tipo de proyecto prevalece la lógica pública gubernamental de carácter centralizado, incluye la creación de un área o distrito (referente espacial del proyecto) y comité de distrito base del proyecto (referente institucional) que es seleccionado por la autoridad político administrativa. En el segundo caso, se proponen modalidades de gestión o de manejo descentralizado sobre la base de instituciones que funcionan en forma aislada o bien articulándose en Red, proponiéndose instancias de participación y negociación con el conjunto de actores intervinientes. Ambos tipos de proyecto si bien desde diferentes puntos de partida, tienen en común la valorización del territorio sobre la base de recursos patrimoniales o culturales y contienen

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el germen de una nueva cultura del territorio, una nueva cultura del proyecto, sobre la cual es necesario trabajar para hacer más eficientes nuestras acciones. En el contexto de las lógicas globales que atraviesan el territorio, lógicas económicas que operan regionalmente y trascienden las fronteras nacionales, lógicas de circulación creciente de información y de imágenes que provocan la fragmentación del territorio y al mismo tiempo diluyen las diferencias la noción de paisaje cultural se presenta como un recurso. El paisaje expresa a través de sus diferencias los significados cambiantes del territorio en el tiempo y en el espacio. Su utilización como recurso activo, emblema de identidad territorial, lo posiciona como un elemento estratégico para el impulso de un nuevo tipo de proyectos que apunten al desarrollo local. Un campo de experimentación e investigación se abre con relación a las diferencias que se ponen de manifiesto en el territorio, a partir de cambios sociales y económicos que se expresan en los paisajes culturales En este sentido los paisajes culturales representan un importante insumo para la formulación de proyectos territoriales que apunten a consolidar identidades locales.

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