Entrevistas inolvidables

______Entrevistas inolvidables Garrincha responde a mis preguntas, con su hijo Manoel a su lado. Estamos sentados sobre una pared que delimita su cha

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______Entrevistas inolvidables

Garrincha responde a mis preguntas, con su hijo Manoel a su lado. Estamos sentados sobre una pared que delimita su chabola con la rúa de la Prata de la ciudad brasileña de Bangú. (Foto ANGELO REGATO)

GARRINCHA, DIABLO CON NOMBRE DE PÁJARO *"Me considero responsable de los titulos Mundiales de Suecia y Chile". *"Pelé y yo fuimos igual de buenos, pero él tuvo una buena organización detrás" *"La pelota es como una mujer, hay que saber acariciarla, tenerla cariño"

"Sea bienvenido. Aunque la casa esté hecha un lío, entre, siéntese y hable". Este es el cartel que tiene colocado Manoel Dos Santos "Garrincha" en su casa de Bangú, una pequeña ciudad en los alrededores de Rio de Janeiro que los cariocas llaman "Sing-Sing" por el tremendo calor que allí hace. Bueno, para ser exactos, la casa no es de Garrincha, sino de su suegro. Y para ser más exactos aún, no se puede hablar en propiedad de suegro, porque Garrincha no está casado, sino amancebado. Breve: le ha hecho un dribling al matrimonio. Son cosas que ocurren en las mejores familias. --Vivo como un pájaro. Es el tipo de vida que más me gusta. Me permite sentirme pequeño y frágil, que es en realidad lo que soy. Aquí comienza todo. Garrincha, en efecto, es el nombre de un pájaro que vive en las inescrutables selvas del Matto Grosso brasileño, en el interior del inmenso país, y que a veces emigra hasta la serranía de Pau Grande, el pueblo donde nació el 23 de octubre de 1933 Manoel Dos Santos. El pequeño Mané adquirió el apodo de "Garrincha" porque, aún siendo un pájaro muy veloz, el mozuelo tenía fama de cazarlos al vuelo. El hambre hace milagros. --Siempre me ha gustado el apodo de "Garrincha". En realidad yo he sido veloz para todo menos para los negocios. Por eso no he ganado mucho dinero. Ni supe ni supieron explotarme. Una vez la Juventus de Turín quiso ficharme por 700.000 dólares y el Botafogo se negó. Cuando fui a Italia ya era demasiado tarde: tuve que conformarme con una representación de Café de Brasil. La vida, amigo mio. El día de mi visita la casa debe estar más liada que nunca, porque no me invita a pasar. Garrincha la comparte con su nueva compañera --viuda desde hace cuatro años del que fuera jugador del Vasco da Gama, extremo derecho por más señas, Josinho Carboero, muerto en accidente de tráfico--, los

hijos, los padres y los hermanos de ella. El copón. Así que nos sentamos en la pequeña pared que separa la rúa de la Prata (poca "plata" para ser sinceros) del nuevo refugio del ídolo. Un hombre, ese "Garrincha", que sigue siendo como un niño grande. De timida sonrisa, corazón generoso y que arrastra unas piernas castigadas por los golpes que son como dos arcos. --La vida, Garrincha... --Es apasionante. Yo no me quejo, ya se lo he dicho. Me lo he pasado muy bien gracias al fútbol, para el que nací diablo. Conozco muchos lugares, muchas personas, he gastado dinero a manos llenas... --Ha conocido muchas mujeres... --Mujeres, pocas. No soy aventurero en este sentido. Yo nací para ser fiel. Tengo que tener siempre una mujer a mi lado, pero sólo una. No me gusta cambiar de mujer, y por eso en mi vida sólo ha habido tres. La primera, con la que tuve ocho hijos, todas niñas, falleció. Luego viví seis años con la cantante Elsa Soares, con la que tuve un hijo que se llama Manoel como yo, lo que estimo es una buena marca para la vida. Ahora estoy con otra mujer y ya soy abuelo. Tengo cuatro nietos. La vida, amigo mío... A "Garrincha" le gusta invocar la vida. Aunque ésta le haya ido en zig-zag, como cuando se internaba por la banda regateando contrarios. A su alrededor se nota el movimiento: niños, pájaros enjaulados (entre ellos algunos garrinchas), perros, gritos, llantos, ilusión... Y cuando sale de casa, más niños en su horizonte, ya que le gusta enseñarles a jugar al fútbol. El fútbol es lo suyo. Detrás de un balón lo ha sido todo, menos rico. Pero no le importa. Rememorando es feliz. --Siempre jugué bien al fútbol. Desde mis comienzos, de niño, en el equipo de una fábrica de mi pueblo; luego, ya de juvenil, en Petrópolis y en el Botafogo, con el que fiché en 1953. Sin embargo, tengo una queja: tardé mucho en llegar al equipo nacional. Me costó desbancar a Jair Rosa Pinto y a

Julinho. --¿Cuándo debutó con la selección? --A finales de 1957, en Perú, en un partido del campeonato sudamericano. --Luego, el Mundial 1958. ¿Cuál es su recuerdo de Suecia? --Brasil estaba internacionalmente desacreditado, porque los dos anteriores campeonatos, en 1950 y 1954, se habían dado muy mal. Para Suecia se formó un buen conjunto de jugadores, pero debo confesar que no acudimos con el pensamiento de ser campeones. Personalmente, a mí me conocían poco, y la verdad es que me considero responsable del titulo. Claro que en 1962 más, porque no estaba Pelé por lesión. Pero no soy vanidoso. "Garrincha" me pide un cigarrillo. Estamos hablando de Pelé, tema que tradicionalmente ha rehuido "Garrincha": --¿Ha tenido celos de Pelé? --No, no... Yo soy feliz así. Pelé ha tenido una buena organización detrás y yo siempre he ido por libre. --¿Y cuál de los dos ha sido mejor? --No sabría decirle. Yo creo que hemos sido igual de buenos los dos. --Sin embargo él es millonaRio y usted... --Yo nunca tuve una persona que me promocionara, pero he sido y soy rico siempre. Rico espiritualmente. Rico en salud. Rico sentimentalmente... --¿Siente nostalgia del fútbol? --Mucha. Pero especialmente de lo que más me gustaba, que era driblar al contrario. Esto me produce tanta nostalgia que a veces sueño que regateo y me caigo de la cama. Se ha hablado mucho de mí, que si éso o lo otro, pero lo cierto es que he sido un buen profesional. Basta mirar mis piernas. He terminado cojo. --¿Y qué hay de sus aventuras, Manoel? --Ya se lo he dicho: no he tenido aventuras. Cuando él lo dice, habrá que creerle. Indudablemente no es la

versión que se tiene del gran "astro", a quién su época de "gigolo" de la escultural Elsa Soares le ha dañado la imágen que ahora quiere recomponer. Porque la verdad es que Elsa Soares, como tantas otras personas por otra parte, utilizó interesadamente a un hombre de tan buen carácter, tan inocente, como ha sido siempre "Garrincha". Elsa Soares era una oscura cantante de cabaret que ganaba quinientos cruzeiros diaRios. Su idilio con Mané "Garrincha" le subió la cotización hasta diez mil, siempre y cuando acudiera a las actuaciones del brazo del ex futbolista, condición que constaba en contrato. "Garrincha", como en su etapa dorada en el Botafogo --cuarenta mil dólares por amistoso si jugaba él, doce mil dólares si no jugaba-- se quedaba con las migajas. Para los negocios, evidentemente, no ha sido nunca espabilado. Su elementalidad es absoluta. Cuentan incluso que un día jugó en París y, ya de vuelta a Río, preguntó a un directivo como se llamaba el pueblo en que había estado. --¿Qué impresión le produce el fútbol actual, "Garrincha"?. --Una impresión penosa. El fútbol de ahora es triste, pesado, violento incluso. Yo no voy a los partidos porque no me gusta el cambio. Me limito a enseñar el fútbol-arte a los niños. --¿Y por qué cree usted que ahora no salen figuras de su talla?. --Porque sólo se busca fuerza y valentia. En el fútbol de hoy el jugador que lleva el balón parece que tiene un jarro de agua hirviendo en vez de una pelota. La suelta enseguida. Y la pelota es como una mujer: hay que saber acariciarla, tenerla cariño... --Y usted es un experto, ¿no?. --Lo he sido: nadie ha tenido tanto cariño por el balón como yo. --Ni tampoco con las mujeres, ¿verdad?. --Tampoco. Soy un buen amante. Y prolífico. Tres mujeres confesadas, nueve hijos declarados

(de ellos, ocho niñas) y muchos y grandes goles en su haber. Para "Garrincha" la vida ha sido siempre una cuestión de pelotas. Si le sacan de ahí, vuelve a ser como un niño. O como un pájaro, que es lo que dice gustarle. Quizá por eso no quiso que me despidiera sin mostrarme el garrincha pájaro que tiene enjaulado: --No crea, si canta vale dos mil cruzeiros. Una pequeña fortuna... "Garrincha" hombre cantó siempre bien en fútbol, pero se ha quedado pobre. Nadie se preocupó, como con Pelé, de orientarle por la selva de los negocios. Se quedó encima del árbol, aspirando la libertad y la gloria, cuando todo, lamentablemente, se dirime en los despachos. --Los niños me respetan, y eso me hace feliz. Y allí se quedó. En una vivienda color ceniza de la Sing-Sing carioca que es Bangú. En el 37 de la rúa de la Prata, pero sin "plata". Un pequeño monticulo de tierra detrás y una escuela de niños delante, muchos niños dentro, y más niños en el horizonte personal y profesional. La vida. Su vida. ¿Será cierto que Garrincha es un niño que creció, el diablo del balón en el cuerpo, las piernas en zig-zag y la inocencia pintada en el rostro? Esta ha sido, tras la larga y relajada charla a la agradable sombra de un árbol, la impresión que me dejó. No quiero terminar el trabajo sin contar algo que define al jugador. Al preguntarle qué defensa o qué rival le había impresionado más a lo largo de su carrera, no supo contestarme. "Garrincha" salía a jugar sin fijarse en nada que no fuera el balón y la portería rival. Tampoco sabe cuántos partidos jugó con el Botafogo o en la selección. No lleva estadísticas de nada que no sean los dos titulos Mundiales de 1958 y 1962 que él considera fueron obra suya. Y no va descaminado. En Suecia, una jugada suya ante País de Gales, a pocos minutos de la terminación, abrió las puertas de la final. En Chile sus driblings enloquecieron y atontaron a

cuánto rival se puso por delante. Y es que Manoel Dos Santos "Garrincha" fue en fútbol un diablo con nombre de pájaro y que desde entonces vivió bajo el peso de la gloria escribiendo el futuro con renglones torcidos. Hoy, un préstamo; mañana, una borrachera, pasado un homenaje... Tiemblo pensando en el día en que el teletipo nos traiga la noticia de que el "Garrincha" ha vuelto a los insondables parajes del Matto Grosso para no volver jamás... Noticia que lamentablemente llegó a comienzos de 1983. Garrincha no pudo aguantar más el difícil equilibrio entre la gloria de su pasado y la miseria de su presente, y se suicidó. Se encerró en el sótano de la casa donde cuatro años atrás yo le había entrevistado, con comida para tres días y ron para un mes. Le encontraron con el hígado destrozado. Un triste final para uno de los más grandes del fútbol brasileño de todos los tiempos. Un futbolista que ha dado el nombre nada menos que a la localidad donde nació. Que ya no se llama Pau Grande sino Ciudad Mané Garrincha.

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