Estos acontecimientos anticipaban el destino del pensamiento y de la naturaleza del Nuevo Mundo; estaba muy claro que lo único que interesaba era

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Author:  Gloria Vidal Ayala

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Estos acontecimientos anticipaban el destino del pensamiento y de la naturaleza del Nuevo Mundo; estaba muy claro que lo único que interesaba era mercantilizar con el nuevo continente para mejorar la economía europea y aportar diferentes posturas políticas, científicas y religiosas en el continente. Antes de la llegada de los españoles, el sistema económico en el Nuevo Mundo no era una novedad; las culturas indígenas poseían un sistema llamado trueque o permuta, en el que el cacao u otros productos funcionaba como moneda y según su tamaño y forma, era el valor con que se podía adquirir todo lo que se ofrecían en los mercados de las grandes poblaciones, como plumas, pelo de animales, semillas, hojas medicinales y comestibles, maderas, objetos de barro, piedras y materiales para la elaboración de telas de vestir y calzado. Todo esto de alguna manera implica el uso de los recursos naturales y demuestra que había una apropiación del ambiente para el consumo de los indígenas y de sus animales; sin embargo, las poblaciones no contaban con demandas excedidas como ocurrió después de la llegada de los españoles. “La economía colonialista se inicia con la explotación de tierras para la extracción de minerales; los españoles tuvieron que conocer y apropiarse del territorio mesoamericano,y les llevó entre setenta y ochenta años aproximadamente realizar las minas.

Deciderio Hernández Xochitiotzin, fragmento del mural Historia de Tlaxcala, 1952. 18

Mujeres esclavas, Grabado siglo XIX. Capataz por azotar a un esclavo, grabado siglo XIX.

Ya en el trascurso de doscientos años establecieron los elementos esenciales de una economía colonial vinculada con España y con Europa Occidental a través de aquélla”. (Stanley 30). Esto conllevó a la exploración del territorio por medio de los conocimientos de los indígenas para ubicar puntos estratégicos y construir las minas. Ya después, “Durante los primeros doscientos años de gobierno colonial, los españoles desarrollaron un sector colonial minero con el fin de sostener la economía metropolitana y la posición internacional de España en Europa occidental.” (Stanley 31). Por lo anterior, en Mesoamérica se ve severamente afectada la sociedad indígena que fue utilizada para la extracción de plata y oro cayendo en un abuso excedido, y ante toda esta adversidad, “El auge minero del periodo 1545-1610 es un clásico ejemplo de empresa privada en la que los mineros, comerciantes y el Estado colaboraron y se repartieron los beneficios. Los mineros y comerciantes de América, los comerciantes de Sevilla y, a través de ellos, los comerciantes y fabricantes de Europa occidental, todos se beneficiaron, directa o indirectamente.” (Stanley 33). Estos beneficios fueron los que realmente estaban buscando los europeos para progresar y aumentar su capital. “ La introducción de la economía minera actuó como arma de penetración del capitalismo europeo occidental; su éxito ayudó literalmente a reducir la población indígena y a desplazar las estructuras agrarias anteriores a la conquista.” (Stanley 34). Esta actividad minera era el principal motor de las haciendas en México, con esto se tenía un apoderamiento y control de tierras, en cuyos alrededores de las minas se establecían viviendas y parcelas de cultivo para el sustento alimenticio 19

de los hacendados y trabajadores. Estas trasformaciones modificaron paulatinamente el paisaje mesoamericano. Dentro del contexto del siglo XVI aparece un factor importante, la creación de la hegemonía española, la cual ayuda a establecer la economía colonial minera y agrícola-ganadera. “En el caso de las haciendas, fue importante también el tributo (como forma de pago en especie o en trabajo) del amerindio a la sociedad europea, lo que trajo como consecuencia la realización de productos o artesanías locales y trabajos en obras públicas.” (Stanley 38-39). Esto hizo caer en un estado de deshumanización a la gran cantidad de indígenas que trabajaban en jornadas muy pesadas, tanto en las minas como en el campo. La actividad agrícola permaneció de esta manera y llegó a alcanzar rasgos más infrahumanos, tal cual lo viera John Kenneth Turner en los años 1908 y 1909; dejando, tiempo después, registros de su visita a México en su libro México Bárbaro, donde narra cómo eran las condiciones en que trabajaban y vivían los indígenas y los esclavos africanos en el Valle de México; mal alimentados y tratados de forma inferior, y lo único que los podría liberar de esa esclavitud era la suerte de morir, todo este trato infrahumana era solamente para obligarlos a producir la demanda que exigía los europeos.

la vida y la cultura indígena en su forma de pensar y de contemplar el mundo; al considerarlas como “infra-culturas”, al ser sometidas bajo el yugo esclavista europeo, son severamente afectadas. Los españoles por su parte justificaron que todo este trabajo, tanto económico como religiosos, era solo “por el bien de los salvajes”; así justificaron el trabajo indígena con el afán de dominar a una sociedad considerada como inferior, y esta conquista y dominación no pudo desembocar más que en el etnocidio, es decir al truncamiento de la forma de vida y de pensar de un pueblo. Para Robert Jaulin, dice que: “Toda civilización es alianza con el universo’, pero la civilización blanca, animada por un salvaje espíritu de conquista, se reveló una empresa rapaz de destrucción, pretendiendo ‘dominar la naturaleza’ y ‘las comunidades verdaderas”. (Jaulin 307). El desastre demográfico en América fue sin duda un factor primordial en el receso minero que tuvo lugar en México y Perú más o menos después de 1596 y que duró en México alrededor de un siglo. La producción minera decayó regularmente y las repercusiones se extendieron por los fundos cercanos y lejanos que se habían creado alrededor de los centros mineros para suplir maíz y trigo, frijoles, forraje, mulas, burros y caballos, cerdos, carneros, cueros y burdas telas. Los mineros y los comerciantes trasladaron las inversiones a la tierra y aceleraron la formación del latifundio. (Stanley 40-41). Al ver que ahora las minas estaban en un proceso de declive buscaron otra estrategia para no perder el ritmo económico que ya venía floreciendo; surge así el latifundio: una persona se apropiaba de una gran cantidad de tierra y sin conocimiento previo de los recursos naturales lo explotaba sin importar las consecuencias. Esta explotación desmesurada durante las siembras y la edificación de establos fue alterando el entorno natural, trayendo consigo el desequilibrio del medio ambiente. No obstante, la mayor parte de lo producido era sólo para el consumo europeo y el resto para las zonas mineras de la Nueva España.

Litografía de una Hacienda azucarera, Siglo XIX.

Ante esta situación precaria aparecen severas enfermedades como la viruela y la tifoidea que por falta de aseo contribuyó a su proliferación dejando estragos como la desnutrición y fatiga, llevándolos a un descenso demográfico lamentable. Como consecuencia de este etnocentrismo europeo, se ve afectada 20

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Esta fuente de trabajo fue el segundo gran momento de los negocios latifundistas, quizá no tan esperado como con la plata y el oro, pero sí importante para abastecer las necesidades de Europa. Debido a la gran riqueza fértil de las tierras (en las plantaciones) del Nuevo Mundo, los alimentos eran mucho más nutritivos y exuberantes por el tamaño que adquirían, y esto vino a cambiar radicalmente la gastronomía de ambas culturas.1

William Aiken Walquer, Cosecha de Algodón en América, 1881.

Grabado publicado por W.Clark, Recolección de Azucar, 1823.

1.- “Originalmente la palabra plantación se refiere al traslado y establecimiento de europeos en una región ultramarina. A finales del siglo XVII la plantación se había convertido en un fundo en zonas tropicales o subtropicales, especializado en un solo cultivo, que utilizaba una fuerza de trabajo, dependiente e inmovilizada, de esclavos traídos de África contra su voluntad. A diferencia de la hacienda, la plantación era una unidad económica independiente creada para producir artículos especiales para el consumo externo, es decir, europeo. Era el producto de la tecnología europea aplicada por técnicos europeos para empresarios europeos; frecuentemente era financiada por capitalistas europeos, quienes también contribuían a su producción, trasporte marítimo, y seguro, procesamiento final, distribución e instalaciones para su venta.” (Stanley J. y Barbara H. Stein, La herencia colonialista de América Latina, 1975. Pág. 43). 22

Todo este proceso mercantil fue lo que marco los inicios del progreso del capitalismo europeo, lo que posteriormente daría pie a la revolución industrial. Los problemas que trajeron consigo las plantaciones no se dejaron esperar; la introducción de gramíneas al continente trajo como consecuencia la lucha entre especies y la muerte de aquellas plantas que no eran compatibles con ellas, lo que a su vez dañó la tierra; así también la fertilidad de ésta por no dejarla reposar a través de periodos, desplazo algunas especies de plantas y animales nativos de la región, obligándolas a mudarse otras partes del territorio y alterando lamentablemente el ecosistema. Con respecto al trabajo del campo, los indígenas eran muy creativos en la elaboración de herramientas y en la distribución de los espacios para el cultivo principalmente del maíz, que era una de las semillas más proliferas por su consumo y su significado religioso. […]El modo que tenían y tienen hasta ahora en varias partes de sembrar el maíz es ésta: abre el sembrador, con un bastón de punta aguda y endurecida al fuego, un agujero en la tierra, y hecha en él uno, dos o más semillas; pasa adelante y a cierta distancia, que varía según la calidad de la tierra, abre otro agujero y así continúa en línea recta hasta el cabo de la sementera, desde donde vuelve formando otra línea 23

paralela a la primera. Las líneas salen tan derechas como si las tirasen a corde, y la distancia entre planta y planta tan igual en todas partes, como si se hubiesen antes medido.” (Clavijero 324).

cuando está bien inflamada del fuego; cubrían la hoguera con tierra y en contorno de ella esparcían maíz. Las monas, cargadas de sus hijuelos, acudían al cebo del grano, y cuando más engolosinado estaban daba el estallido la piedra, huía despavoridas las monas dejando a sus hijos en el peligro, y los cazadores los apresaban antes de que las madres los busquen.” (Clavijero 329). Esto es un claro ejemplo de hasta donde llegó la creatividad y el ingenio para adquirir alimentos frescos sin mayor esfuerzo, utilizando solamente minerales propios de la región; esta eventualidad dejó asombrados a los españoles. Otro de los aspectos que conmovió a los conquistadores es cómo los indígenas cuidaban a los animales y a sus cultivos, formando verdaderos imperios naturales; algunos se dedicaban a criar pavos, guajolotes, codornices, patos y otras varias especies de aves; cerca de las posesiones de los señores se criaban peces, ciervos, conejos, y muchas especies de pájaros, y en los jardines o sitios reales también había especies de cuadrúpedos y reptiles. “No hay duda de que en esta especie de magnificencia excedió Moctezuma II a todos los reyes del mundo, y que no habido nación que se iguale a la mexicana en el cuidado de criar tanta especie de animales y en el conocimiento de sus inclinaciones, del pasto conveniente a cada especie y todo los medios para su conservación y propagación.” (Clavijero 327-328 ).

Realmente esta técnica requería de mucha paciencia y de un extraordinario conocimiento del medio sobre todo en la selección de especies, en la medida de la tierra y del tiempo, ya que en la forma en que serían sembradas las semillas exigía un verdadero cuidado para no tener un resultado contraproducente, debido a que algunas especies no son compatibles aunque pertenezcan al mismo reino vegetal; este conocimiento permitió un balance en el ecosistema aprovechando mejor los recursos naturales. Entre las plantas que más cultivaban los mexicanos, las principales después del maíz, era el algodón, el cacao, el metl o maguey, la chía y el chile o pimiento, por la grande utilidad que de ellas percibían. El maguey suministraba por si solo todo lo necesario a la vida de los pobres. Esta planta les servía de cerca a los sembradores; su tronco, de viga para los techos de las chozas, y sus hojas de teja. De estas hojas sacaban papel, hilo, agujas, vestidos, calzado y sogas. De su abundantísimo jugo hacían vino, miel, azúcar, y vinagre. Del tronco y de la parte más gruesa de las hojas cocida debajo de la tierra, hacían un manjar de no mal gusto. En ella finalmente, tenían medicina eficaz para varias enfermedades, especialmente para males de orina. Aún hoy es sumamente estimada estas plantas por su incomparable utilidad. (Clavijero: 327) Este conocimiento botánico con el transcurso del tiempo cambió la técnica de cultivo ayudándose con otras herramientas como la coatl que era una pala muy fuerte de encino, cuya extremidad era comúnmente de cobre y servía para aflojar y remover la tierra antes de las semillas. Ahora bien, otra forma de subsistencia fue la cacería; dentro de las técnicas para adquirir alimento, independientemente del uso de arco y flecha, lazos y cerbatanas —que eran en verdad muy diestros en su ejecución—, hay una técnica especial para cazar monos que consistía en realizar: “[…]una pequeña hoguera y echaban en ella cierta especie de piedra que llamaban cacalotetl (piedra de cuervo), la cual tiene la particularidad de reventar con un gran estallido 24

Fragmento del Códice florentino, Libro VIII.

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La mayor parte de la fauna occidental provino de Asia, por su inmediación con Europa, y la realización de un sistema mercantil entre ellos, facilitó el traslado de cuadrúpedos como caballos, burros y toros; con ellos se realizaron invenciones útiles para la vida en el campo. Caso muy distinto del de los amerindios, quienes estuvieron privados de este tipo de intercambio comercial por la distancia y la falta de comercio. (Clavijero 678).

Las especies vegetales introducidas al continente para su consumo fueron de una gran variedad un ejemplo de ello es: el trigo (harinas, pan), cebada, avena, centeno, olivos (aceitunas, aceite), alfalfa, lentejas, lechugas, col, rábanos, espárrago, zanahoria, espinaca, caña de azúcar (piloncillo, azúcar, ron, alcohol, procesos de destilación), cítricos como limones, naranjas, limas, toronjas, así también manzanas y vides (uvas, vinos). Productos que en Europa eran de uso común aunque algunos de ellos de origen asiático o africano y que nos llegaron con la conquista, entre ellos: arroz, azafrán, albahaca, café, canela, anís, almendras, nueces, ajo, cebolla, cilantro, romero, orégano, clavo, jengibre, mejorana, pimientas y mostaza. Todas estas variaciones de especies de plantas transformaron los horizontes del paisaje y el cauce de algunos ríos para el riego de las plantaciones y de esta manera, los europeos obtuvieron una producción abundante y exitosa.

Campo de siembra, grabado, siglo XVIII.

Una vez establecida las nuevas colonias españolas, era necesario para los europeos importar animales domésticos completamente ajenos al continente, pues al percatarse de la fertilidad de las tierras, no dudaron en realizar establos para la crianza de toros, vacas, caballos, ovejas, gallinas, cerdos, burros, cabras, gatos y perros. Todo esto con la finalidad de no perder la gastronomía y el modo de vida de los europeos y para ayudarse de algunas bestias en el acarreo de materiales pesados y surcar las nuevas tierras para la siembra. Esto produjo de manera obligatoria que se complementara y modificara la alimentación de los indígenas. La introducción de animales, plantas y semillas al continente produjo desde el punto de vista occidental un progreso alimenticio; sin embargo para los indígenas modificó de forma negativa su alimentación y posiblemente su organismo.

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Los paisajistas del siglo XIX

En este siglo, México se encuentra en un periodo de transformación que marcará los paradigmas históricos, económicos, filosóficos, científicos, religiosos y artísticos. Sin embargo, la llegada de nuevas ideologías de pensamientos provenidas con el desembarco de ingleses, alemanes, españoles e italianos son los que vinieron a marcar el inicio de la modernidad en México. Partiendo de la historia de las academias en Europa, desde el siglo XV, se gestó lo que se conformaría como la academia; institucion patrocinada por el rey, lo cual se fue legitimando con el trabajo; ahí, éstos se dedicaron principalmente a pintar interpretaciones mitológicas y del contexto, llevándolo a un nivel más elevado de belleza. Posteriormente, a la llegada del siglo XVIII, los reyes borbónicos inspirados en la Ilustración e interesados en el mercantilismo basado en la competencia mundial, se preocuparon por la buena manufactura de las obras que se realizaban, para que de esta manera se pudieran vender o intercambiar con otros países o continentes; esto dio pie al seguimiento de creación de academias de artes, en donde los maestros serían beneficiados por el pago que les otorgaba el rey. Este hecho impulsó la producción artística de buena manufactura tanto técnica como temática, y heredó innumerables obras que hoy reconocemos como clásicas en la historia universal del arte. En México durante el siglo XIX ya se elaboraba el importantísimo troquelado de monedas; en 1781 el rey Carlos III de España, nombra, por medio de sus súbditos, a Gerónimo Antonio Gil, como el encargado de mejorar el troquelado de las monedas. A la llegada de Gil a México, no sólo trae consigo manuales de gravado en hueco para el troquelado, sino también de arquitectura y de dibujo de anatomía. Ese mismo año ve la necesidad de instalar una academia que llevó el nombre de “Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos: arquitectura, pintura y escultura de la Nueva España”. Esta institución sería fundada dos años más tarde con la certificación de la Real Cédula el día 25 de diciembre de 1783, bajo el nombre de “Real Academia de San Carlos de las Nobles Artes de la Nueva España”. La fundación de estas instituciones, modificó la manera en que se producían las imágenes, sustituyendo los talleres por aulas en donde el 28

profesor se encargaría de enseñar al alumno el dominio del dibujo, haciéndole copiar del modelo en vivo o de la estampa; así también se transformaron las posturas estéticas, pasando de lo barroco a lo neoclásico, habiendo en este último, un retorno a los clásicos de la Grecia antigua. Durante 1785 quedan como testigos del barroco los pintores José de Alcívar, Andrés López y Francisco Antonio Vallejo, quiénes impartieron clases junto con Jerónimo Antonio Jil. Para este mismo año desde Madrid quedan asignados como directores de distintas áreas artísticas de la academia Joaquín Fábregas (director del área de grabado, quien trae consigo un tratado sobre grabado del dibujo correcto), Rafael Ximeno y Planes (director del área de pintura) y Manuel Tolsá director de las áreas de arquitectura y escultura. Para 1810, año en que se da la ruptura de una época de virreyes con el propósito de hacer ahora una república libre, soberana e independiente, los acontecimientos bélicos entre conservadores y liberales vinieron a repercutir en la Academia, al mermar los ingresos que le eran conferidos a dicha institución. En esta primera mitad del siglo XIX la corta producción de obras en la Academia de San Carlos queda recompensada con el arribo de otros maestros ilustres que de alguna forma, animados por la exploración en los lugares exuberantes en la búsqueda de hacer ciencia, realizaron un sinfín de obras en donde se concentran los elementos estéticos neoclasicistas y romanticistas. A finales del periodo barroco, siguieron llegando al país numerosos viajeros del viejo continente, interesados en estudiar la flora, la fauna, el paisaje urbano y por supuesto las costumbres de los diversos pueblos. “En este contexto, de 1799 a 1804, el barón Alejandro de Humboldt, realiza un viaje por diversos países americanos, entre ellos México; su objetivo era llevar a cabo estudios científicos dedicados a observar tanto los recursos naturales, la geografía, así como los principales centros urbanos. Humboldt hace especial hincapié en el estudio de los monumentos arqueológicos y de los diferentes paisajes característicos de los lugares visitados. Posteriormente, al volver a Europa, realiza la obra titulada Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Otras dos obras que dejan una gran influencia en viajeros, científicos y artistas fueron Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España y Vistas de las Cordilleras y Monumentos de los pueblos indígenas de América, las cuales despertaron una gran curiosidad entre el público europeo que se sintió atraído por estas tierras a gracias a los excelentes relatos de Humboldt. Así fue que comenzaron a llegar a nuestro país un importante número de artistas-viajeros, entre los que destaca, el joven alemán Karl Nebel”. (México desconocido) 29

La importancia del trabajo de Nebel como ilustrador fue dar a conocer en el mundo europeo los aspectos naturales, la arquitectura y el arte que había en México para este siglo; los temas tratados en sus extraordinarias litografías fueron acerca de la arqueología, el urbanismo y las costumbres mexicanas. “En las litografías referentes a la arqueología mexicana, Nebel logró recrear un ambiente antiguo y majestuoso, donde la exuberante vegetación enmarca toda la escena; este es el caso de la imagen titulada Monte virgen al norte del Totonacapan, en donde Nebel nos muestra gigantescos árboles y plantas que dificultan el paso de los viajeros. En esta serie, fue el primero en dar a conocer la pirámide de los Nichos de El Tajín, a la que considera como el último testigo de una antigua civilización condenada a la desaparición. También nos muestra una vista general de la pirámide de Cholula, de la que nos comenta que se trata de la edificación más grande del antiguo Anáhuac, nos proporciona las medidas de su base y altura, basándose en los textos escritos por Torquemada, Betancourt y Clavijero. Al final del texto explicativo de la imagen, concluye que la pirámide fue construida seguramente como sepultura de reyes y grandes señores.” (México desconocido).

Karl Nevel, monte Virgen en el norte del Totonacapan, litografía,1829.

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Frederik Catherwood Casa del Gobernante en Uxmal, litografía, siglo XIX. Frederic Catherwood Ídolo y altar de Copán, litografía, siglo XIX.

De alguna manera Karl Nebel es influenciado por la técnica de la litografía introducida en 1825 por el Italiano Claudio Linati, en donde se interesan por dibujar el paisaje y retratar las costumbres de los pueblos indígenas. Para estas fechas llegaron varios maestros europeos, entre ellos Jean-Frédéric Waldeck, quien fue contratado por una empresa británica en México. Durante su estancia visitó las extensas zonas arqueológicas del país y gracias a su trabajo se logró que se reconociera los documentos y dibujos de las ruinas mayas como Palenque y Uxmal. Otro maestro arqueólogo y arquitecto de origen inglés fue Frederick Catherwood, éste llegó después de haber sido invitado por el explorador y arqueólogo estadounidense John L. Stephens a hacer un viaje a las ruinas de Centroamérica y de Yucatán para realizar las exploraciones de aquellos vestigios arqueológicos de estas antiguas civilizaciones; el propósito de este proyecto fue documentar las ciudades antiguas y hacer los dibujos de las ruinas —los cuales realizó Catherwiood—; estos dibujos sirvieron como una forma de recolectar los datos de dichos sitios arqueológicos. Otro excelente maestro de origen Inglés, que trabajaba en Londres como copista y paisajista en el taller de Howkins, fue Daniel Thomas Eguerton, que a su llegada a México en 1830, hizo durante su estancia varios apuntes, bocetos y acuarelas del paisaje mexicano que posteriormente fueron realizadas en Londres con excelen31

El ecocidio como forma de conquista La negación de la estética del paisaje Durante el siglo XVI, cuando los españoles emprendieron su aventura en ultramar, traían consigo el proyecto de progreso con el único propósito de obtener riquezas y mantener su estatus económico y político en Europa. Este fue el gran impulso que los llevó al “descubrimiento” del Nuevo Mundo y, a lo que más tarde, conoceríamos como conquista y colonización de una amplísima extensión de América. Este proceso de coloniaje aún no termina, ya que se inició con la conquista armada y continuó con la evangelización. Cabe mencionar, que también la conquista se revela con la imposición de un imaginario ajeno a las culturas prehispánicas, orillándolas a una reconfiguración de su entorno en donde se vería afectada la visión del mundo antiguo. Sin embargo, esta postura de progreso cambió la geografía de los pueblos mesoamericanos, debido a que trajeron una forma distinta de ordenar la vivienda y los sitios de trabajo para tener un mejor “control y rendimiento” productivo como lo hacían en el viejo continente.

Mapa mundi del siglo XVI.

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Cortés y Moctezuma, litografía a color, anónimo.

A través de los relatos de Francisco Javier Clavijero, cuya obra magna se concentra en La historia antigua de México, nos enseña la manera en que vivían los mexicas en su cotidianidad y su relación con el medio ambiente; en ocasiones incluía ejemplos de otras etnias que vivían en el territorio ahora conocido como Mesoamérica, llegando inclusive a sus fronteras antes y después de la conquista. Sin duda el paisaje no era ignorado para los indígenas, porque queda claro que éste era parte de su cosmovisión y, al mismo tiempo, en su actividad productiva le servía para ubicar también las comarcas que pagaban tributo a la gran Tenochtitlán. En los apartados de esta historia nos habla Francisco Javier Clavijero de las Diversas suertes de la pintura mexicana y nos plantea que: “Otras pinturas eran wtopográficas o corográficas, que servían no solamente a representar la extensión y límites de las posesiones de campo, sino también la situación de los lugares, la dirección de las costas y el curso de los ríos. Cortés testifica en su primera carta a Carlos V que, deseando saber si en el Golfo mexicano había un puerto seguro para los navíos, le presentó Moctezuma pintada en un lienzo 11

toda la costa desde el puerto de Chalchiuecan ( hoy San Juan de Ulúa) hasta el rio Coatzacoalcos; y Bernal Díaz cuenta que el mismo Cortés se sirvió para dilatado y penoso viaje que hizo hasta Honduras, de un mapa que le presentaron los caciques de Coatzacoalcos, en que estaban demarcados todos los lugares y ríos que habían desde Coatzacoalcos hasta Hueyacallan. De todas especies de pinturas estaba inundando el imperio mexicano; porque eran innumerables los pintores y no había cosa alguna que no pintasen.” (Clavijero 149). Durante la conquista, los españoles necesitaban conocer a grandes rasgos y de manera gráfica el territorio que debían explotar y evangelizar; para esto, también lo hacían saber a sus autoridades virreinales. Se trataban de pinturas sobre tela que servían como manera de escrituración y así es como se daban una idea del territorio en que se tenían que desplazar. Este trabajo de apropiación tuvo su origen en: “La elaboración de la solicitud que requería de una carta dirigida al virrey que indicara quién pedía la merced de tierra o estancia.

Códice Azcatitlan que muestra el recorrido Azteca hasta llegar a los lagos de México.

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Posteriormente el virrey pedía a los encargados locales que fueran al lugar solicitado para proceder a una encuesta entre los habitantes del pueblo más cercano, citando tanto a testigos españoles como indios, para que se pronunciaran a favor o en contra de la concesión de la merced. Asimismo, se pedía una pintura, es decir, un mapa del lugar solicitado, que al parecer tenía que ser elaborado por mano ajena a la del corregidor o del alcalde. Ésta tenía que ser verificada en una visita del sitio, indicando con glosas las medidas de la merced requerida, para posteriormente ser firmada. De tal forma, la pintura realizada por el tlacuilo sólo formaba parte de la documentación correspondiente a la merced.” (Amparán 19). Estas representaciones pictográficas contenían, al mismo tiempo, elementos que identifican lugares sagrados tanto indígenas como hispanos, en ellos se ven representadas las montañas, árboles, jaguares, ríos, cuevas, volcanes y trazos rectilíneos afirmando ya la presencia de templos erguidos al culto católico. Estos mapas, a manera de paisajes ingenuistas, guardan también en su composición los mismos paradigmas del pensamiento mítico-religioso de los indígenas, en donde los puntos cardinales y sus asociaciones antropofitozoomorfas y coloristas están presentes de una manera sutil, pero que simultáneamente, al pasar los tlacuilos por un proceso de aculturación poseían ya un estilo de marcada influencia occidental. La introducción de nuevos elementos al paisaje, trajo de esta manera a los indígenas, un significado distinto pero a su vez un “progreso realista”. Estos paisajes de perspectivas forzadas, tenían la función de ubicar rutas para el comercio y para saber cuáles eran los asentamientos poblacionales y el tipo de cultivo y recolecta al que se dedicaban. 1521 es el año que muchos consideran el inicio de la conquista española de la gran metrópolis del mundo antiguo mesoamericano, y dentro de las tropas también estaban presentes las órdenes religiosas como los franciscanos, dominicos, agustinos, dieguinos, carmelitas y posteriormente los jesuitas. “De 1530 a 1560 aproximadamente tuvo lugar lo que puede llamarse la consolidación de la conquista”, (Escalante Gonzalbo 79), aclarando que la primera etapa de posicionamiento territorial de la metrópoli estuvo a cargo de las fuerzas bélicas y posteriormente entraron en función las órdenes religiosas en su proyecto de evangelización. Esto último se manifiesta en el levantamiento de diversas iglesias y conventos a lo largo de las nuevas poblaciones indígenas, lo que condujo al nacimiento de una variedad de pinturas religiosas que servirían para afirmar la existencia de una verdadera fe cristiana. 13

Luis Juárez, San Miguel, 1615.

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En este periodo surge un estilo artístico que con el tiempo fue denominado barroco. Éste se caracterizó por captar el sentimiento religioso a través de la ornamentación excesiva y las formas orgánicas, por sus intensos claroscuros que daban a las formas mayor fuerza volumétrica y protagonismo. “Las condiciones de gestación de la imagen barroca son igualmente materiales y técnicas. En 1557 los pintores europeos eran bastante numerosos como para organizarse y someter a la consideración del virrey unas ordenanzas que reglamentaban su oficio y definían el oficio de la imaginería: el dibujo, la fidelidad de la narración pictórica (‘dibujar y ordenar cualquier historia sin que haya error alguno’), el empleo de los colores, el desnudo, el vestido la reproducción del rostro y de los cabellos, y por fin el paisaje (‘la imaginería de lejos y las verduras’) constituían las cualidades exigidas a un pintor, que era examinado por el cuerpo de gremio, en un medio todavía restringido y provinciano.” (Castro Morales 223). En este contexto iconográfico novohispano, el género paisajístico es muy escaso, las obras que se tienen registradas contienen escenas de atmosferas cargadas de fantasía e irrealidad. Por otro lado, la pintura religiosa hizo uso del paisaje en menos grado, ya que, lo que más destacaba en ellas eran los pasajes bíblicos y las biografías de santos. En este segundo caso, el paisaje generalmente se encontraba en segundo plano y se componía de follajes arbóreos de influencia nórdica, por lo tanto, el ambiente allí representado es totalmente occidental y ajeno al paisaje novohispano. Fueron los artistas europeos y criollos los que se dedicaron a realizar prolíferas obras con temas religiosos, entre ellos los autores más destacados que abordan pasajes bíblicos son: Luis Juárez con su obra San Miguel Arcángel, trata el consabido tema de la lucha del bien y el mal, acentuando el paisaje con un temperamento austero y el valle se abre como un abismo en donde se verá desterrado la figura del demonio; José Juárez en cambio presenta el acontecimiento de Los santos Justo y Pastor en el interior de un castillo, en cuyas puertas principales se logra observar distintos paisajes semi poblados con una tenue iluminación de la tarde; José de Ibarra en El buen samaritano, muestra un predominio del paisaje urbanístico de la época; mientras que Cristóbal de Villalpando en La huida a Egipto emplea un paisaje envolvente, que encierra a los personajes mostrando de ellos su vulnerabilidad; Baltasar Echave Ibía pinta La inmaculada en el siglo XVII, con un paisaje marino, donde aparece una serie de castillos, en la parte inferior de la virgen. Nicolás Correa es el primer autor que retrata a la primera santa de América, que es representada con el título de Desposorios místicos de santa

Baltasar de Echave Ibía, La Inmaculada concepción. 1793. Nicolas Correa, Desposorios místicos de Santa Rosa de Lima.

Rosa de Lima, esta obra tuvo una gran importancia en la nueva España debido a que fue convertida en el culto político para todos los criollos novohispanos, aunque con un paisaje de molde europeo. Todos estos autores mencionados estuvieron interesados de alguna manera por el paisaje místico, tratándolo con diversas variantes. Con respecto a los elementos escultóricos seculares, se encuentran tanto en fachadas como en retablos la presencia ecléctica de un paisaje metafórico a través de seres mitológicos como plantas, flores, frutos, animales, cuerpos celestes y seres humanos que se entrelazan y se asoman en las columna, como si se tratara de un bosque dorado en donde su finalidad aparente es convivir y fundirse en la armonía del reino de Dios. Sin embargo, existe una ausencia del entorno natural prehispánico, debido a la postura estética manierista del siglo XVI, en donde la propuesta de belleza reincidía en el seguimiento de la estética renacentista inspirada en la antigua Grecia clásica, “En este caso, la exuberancia de Mesoamérica era descalificada y odiada, y se deseaba verla transformada en el ‘vergel’ mediterráneo. La ciudad mesoamericana, parte misma de la feracidad que le ha dado la posibilidad de nacer y desarrollarse, no vivía opuesta a su entorno. En contraposición, la ciudad europea era vista como el refugio, desde donde se podrían vencer los desafíos, que el mundo ajeno y salvaje de lo escabroso y feraz planteaba.” (Sahagún 660-661). 15

La economía colonialista y su impacto ecológico y étnico

Por esta razón, la naturaleza del Nuevo Mundo no era digna de ser retratada en los óleos en su máximo esplendor, por ser ajena a la estética racionalista que ya había sido establecida en Occidente y lo que interesaba era exaltar la sacralidad de los textos bíblicos llevando un mundo repleto de imágenes religiosas. Otro de los aspectos importantes dentro de la pintura novohispana del siglo XVII, fue el culto a la virgen de Guadalupe, en donde la mayoría de los facsimilares hechos por artistas como Juan Correa y José de Ibarra, por mencionar algunos, representan a la virgen con las cuatro apariciones y un paisaje que es agregado como quinto elemento en la parte inferior: el Valle de México con el cerro del Tepeyac y las primeras evidencias de santuarios y capillas de estilo barroco propias de la época. Lo anterior cumple, desde el punto de vista pictórico, elementos válidos para ser considerado un arte legítimo virreinal y posteriormente la búsqueda de una identidad nacional mexicana.

Durante la historia del ser humano, en la búsqueda de la superioridad racional ha construido barreras para delimitar su territorio, y por lo tanto, se ha valido del poder de trastocar la naturaleza para forjar sus fronteras, convirtiéndolas en sinónimo de riqueza y poder. Un ejemplo de esto lo vemos en la historia de Constantinopla cuando cae en manos de los turcos, lo que hizo cortar las rutas comerciales entre Asia y Europa. Al no contar con rutas para abastecer las necesidades de sedas, porcelanas, especias y otros objetos traídas de las indias —como llamaba en aquel tiempo a las regiones del sureste asiático—, los europeos ante esta situación se dieron a la búsqueda de nuevas rutas, siendo así que se encontraron los reinos de la península ibérica, con costa en el océano Atlántico; éste fue uno de los principales descubrimientos de los siglos XV y XVI. Los navegantes portugueses explotaron las costas de África hasta llegar a la India. Mientras tanto, los españoles se aventuraron hacia el oeste, en su búsqueda de las Indias atravesaron inmensos océanos y descubrieron un continente, y después de varias décadas de exploraciones establecieron numerosas rutas para viajar al sur de Asia; pero la magnitud de los hallazgos realizados en el camino hizo que se modificara el objetivo inicial. Los portugueses se dedicaron al lucrativo negocio del tráfico de esclavos y con esto España se convirtió en una potencia mundial poseedora de enormes territorios. ( González 15).

Juan Correa, Virgen de Guadalupe, Siglo XVII. Miguel Cabrera, Virgen de Guadalupe, Siglo XVIII

Mapa mundi siglo XVI

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