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Author:  Ángela Castro Paz

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Ayúdame, trabajo para ti
Cantabria, mayo 2015 Ayúdame, trabajo para ti Este es nuestro documento de compromiso con la gente de Cantabria. Si gobernamos, esto es lo que tratar

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E

stos poemas pueden ser para ti…o para ti, o para los dos o las dos, pueden ser para más de dos, o pueden no ser para nadie; son en realidad, para cualquiera que realmente quiera escuchar lo que dicen, para todos los que puedan sentir lo que sentí yo escribiéndolos, y releyéndolos luego una y mil veces hasta mil sentidos diferentes encontrarles a lo escrito diferentemente, intentando que haya más de lo que hay en las letras, que , al fin y al cabo, son solo el tren de un silencio. Para los que quieran ocultarse y descubrirse en el extraño y casi desconocido mundo de los sentidos, que estos días de prisa y furia, nos obligan a dejar apartados sin pensar que es en ellos donde realmente somos diferentes, y que es en ellos donde somos iguales; sin pensar, que cuando el agua discurre por el lecho de una hoja, aun verde, pero ya tocada por el fuego del otoño, tarda en caer, y acaba convirtiéndose en una gota colgada en un abismo que parece no tener fondo; pero si oímos el silencio, vemos que este también habla y acabamos oyendo el chapoteo de la minúscula parte de agua que ha tocado el cielo. Para cualquiera que todavía pueda oír ese golpe de la gota estrellándose en el suelo, y oírlo de mil formas diferentes. Y para los que sepan leer entre líneas qué se escribe, para quién se escribe y qué se siente. Y yo sé que sabéis. Y... para las personas que han hecho que mis viajes diarios sean tan largos cuando han de ser largos y tan cortos cuando así los quiero…No os olvidaré. Para vosotros, y, sobre todo, para mis vosotros dos, Pablo y Toñi. Os quiero.

Quico.

U

n dicho popular cuyo origen desconozco explica que para completar una vida plena, una persona debe realizar tres tareas cruciales. A saber: plantar un árbol, tener un hijo, y escribir un libro.

Tengo para mi que las dos primeras son de escasa dificultad, porque los árboles no suelen resistirse en demasía a ser plantados, y en cuanto a los niños, aunque es necesario un cooperante activo, la naturaleza lo pone fácil, con todo nuestro envoltorio de instintos y pulsiones. Pero lo de escribir un libro, eso ya es otra cosa, una hazaña al alcance de muy pocos, como una montaña de difícil escalada. Sin embargo estoy seguro que estas tres pruebas del hombre son fundamentales. Árboles y niños son la vida, su continuidad a través de las eras, pero los libros, los libros son la clave que da sentido a lo demás. Con ellos se explica el mundo, o se complica, se dan soluciones y se crean conflictos muy reales, a veces personales, y otras globales. Creo que los libros son la prueba y al mismo tiempo la herramienta de que el ser humano esta por encima del dominio exclusivo del azar que dirige la evolución y la adaptación del resto de las especies. Así que bienvenido sea cualquier libro que aparezca allá donde sea posible. Y he aquí que Francisco Gramage, “Quico”, que sueña con ascender algún día al Everest, y que frecuenta los Pirineos, ha dado un primer paso con este pequeño libro de poemas. Yo no soy crítico profesional, ni amateur tan siquiera, así que solo puedo decir que lo primero fue llevarme una sorpresa cuando me enseñó los poemas. Para mí el simple hecho de que alguien escriba algo más allá de la lista de la compra o un infumable informe en su trabajo, ya es una maravilla. Si además es poesía, el asunto me desborda. Mi único mérito para escribir este prólogo es que Quico y yo somos amigos, (al menos eso creía yo hasta que me lo encargó), así que si digo que sus poesías me gustan pueden pensar que es amiguismo. No me molestaré en desmentirlo, tampoco trataré de explicar las raíces de sus poemas, sus influencias, porque no tengo capacidad para ello. Mas si que diré que los he leído con gusto, y un cosquilleo en el paladar. Hay sencillez, claridad, sensualidad, romanticismo, y erotismo. Ahora falta esperar si este pequeño torrente podrá crecer para tornarse río en futuras obras, que ni él sabe si están ya bullendo en su mente. Es ya bastante improbable que Quico escale el Everest, aunque un poco menos que mi ilusión de jugar en Wimbledon, pero en el plano papel en blanco hay infinitas cumbres que alcanzar, y él ya se ha aupado a una. Ha plantado árboles, tiene un hijo precioso, Pablo, fundamentalmente gracias a Antonia, solo le conozco amigos, y encima el muy puñetero ha escrito un libro. Yo, desde aquí abajo le saludo. Armando Díaz Furió

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Sueño (Para Pablo)

Sueño... Y veo que te veo soñando que sueño, y que sueñas que duermo...y sueño. Duermes... Y todo se para, para que el sueño entienda que es así como se sueña, parando el cielo, sin viento, sin mundo que importe fuera de tí. Y estás tan bonito que nada se parece a esa calma... ...y suave... ..es tan suave tu mejilla... ...Y cálido... ...es tan cálido tu cuerpo... Sueño que sueño como tu sueñas y... ...es tan bonito entonces mi sueño... ...es tan bueno, tan dulce... ...es tan...sueño, que entonces, sueño. - 13 -

Cuando nuestras manos se besan, nuestros labios se miran, y nuestros ojos se escuchan, huele tan dulce que solo se puede oír el silencio… El roce de tu ropa entre mis dedos que buscan a ciegas, muy, muy lento, dónde tiemblas de deseo. La humedad de dos cuerpos sedientos de beberse el mar entero, de estallar en mil tormentas y desbordarse oyendo truenos, de…¿Qué pasa? ¡Lástima!… ¡Ya hemos llegado al puerto!

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Y me miras… ¡Dios, cómo me miras! Y tus ojos me dicen: “Ven… aquí está el cielo” y me dicen tus ojos si me gusta el infierno. Y si te dicen mis ojos que sí, Tus ojos me dicen que quemas por dentro… Y mis ojos contestan que, contigo, ardería siglos enteros. Y me miras… ¡Dios, cómo me miras! Y entonces pienso que los siglos han de ser solo segundos, intensos segundos pequeños. Que en el amor y el deseo cuanto más tiempo pasa más pesa el tiempo… Que breves décimas de día pueden ser lo mejor de un año entero. Y, entonces, te miro a los ojos… …y te veo. ¡Dios, y cómo me miras! ¡Dios, cómo te veo!

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