Evolución histórica de la Calidad en el contexto del mundo de la empresa y del trabajo

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Evolución histórica de la Calidad en el contexto del mundo de la empresa y del trabajo Capítulo I. Primera parte 1. Orígenes: La Calidad en las civilizaciones primitivas José Luis Penacho Ingeniero Industrial

2. Siglos XII-XVIII: Del desarrollo del comercio a la Revolución Industrial 3. Siglo XIX: La división del trabajo. Segunda Revolución Industrial

“Si el hombre parte de certezas, acabará dudando, pero si está dispuesto a tener dudas, encontrará certezas” Francis Bacon

4. Siglo XX: Introducción, consolidación y declive de la “Dirección científica del trabajo”. Aparición del concepto Calidad 4.1.- I Guerra mundial 4.2.- Período de entreguerras 4.3.- II Guerra mundial 4.4.- Reconstrucción. Desde el comienzo de la Guerra Fría hasta principios de los años 60 4.5.- Japón después de la II Guerra mundial. La Calidad como estrategia para conseguir el objetivo de la supervivencia 4.6.- Décadas de los 60–70. Occidente frente a Japón 4.7.- Desde la década de los 80 hasta la actualidad (2000) 5.- Definiciones y anecdotario histórico sobre el término Calidad

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1. Orígenes: La Calidad en las civilizaciones primitivas

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l concepto de Calidad tal como hoy lo entendemos surge hacia la mitad del siglo XX, aunque se observa desde las primeras civilizaciones la preocupación de los hombres por el trabajo bien hecho, por acabar bien las tareas y por la necesidad de atender algunas normas y de asumir responsabilidades respecto a las actividades necesarias para producir dichas tareas. Algunos de los hechos que nos demuestran esa antigua preocupación por la Calidad son los siguientes: • Cuando el hombre comenzó a cazar inventó y desarrolló la honda, que fue una de sus primeras armas ofensivas. Para no errar la puntería fue necesario elegir piedras del mismo tamaño, lo que introdujo la función de selección, mediante la comparación, en la base de las actividades humanas • Cuando el hombre se hizo nómada sintió la necesidad de contar y medir el tiempo para fijar la rotación de sus cultivos y la celebración de sus ceremonias religiosas, estableciendo normas, en función de la rotación de los astros, para poder realizar los cálculos del tiempo. Se crearon calendarios tales como el egipcio -en el que se basó posteriormente el Gregoriano-, el Maya y el Azteca, en otra parte geográfica muy distante y distinta, ambos con una asombrosa precisión. • Unos 5.000 años antes de la Era Cristiana los mercaderes del vasto Imperio Chino, para poder efectuar sus transacciones con arreglo a unas medidas comunes, solicitaron de los sabios de entonces la resolución del problema y convinieron como lo

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más adecuado para medir, un cilindro de bambú cortado entre dos secciones naturales y contiguas, con lo que se estableció la unidad de longitud. Después llenaron la sección hueca con arena de la que obtuvieron las unidades de peso y volumen. • Las civilizaciones caldeas y egipcias habían normalizado los tamaños y formas de los ladrillos y tejas empleados en la construcción, con objeto de obtener unidades de construcción iguales. Se había comenzado a normalizar los productos manufacturados. • En los bajorrelieves de los monumentos del Egipto faraónico relativos a determinados trabajos de construcción que se realizaban con cierta frecuencia, aparece una clara diferenciación de los trabajadores en dos tipos, uno de ellos representa a los que realizaban las diferentes labores de construcción y el otro indica los que se dedicaban a medir y comprobar lo que habían hecho los anteriores. Estos segundos pueden ser considerados como los primeros inspectores de la Calidad conocidos en la historia. • El Código de Hammurabi (rey babilonio entre los años 1700-1800 antes de Jesucristo) incluye la Ley del Derecho del Talión. En ella se recogen partidas referidas a las características que se requerían para los trabajos (especificaciones) y, a los castigos que recibían los ejecutantes si no cumplían lo dispuesto. A través de estos ejemplos podemos ver que la “Calidad”, de acuerdo a unos requisitos establecidos por prescripciones originadas por las necesidades de la humanidad está, desde las primeras civilizaciones, en estrecha relación con el arte y la artesanía y se concibe como el trabajo bien hecho.

2. Siglos XII-XVIII: del desarrollo del comercio a la Revolución Industrial Hacia el siglo XII la situación económica–laboral, si es que cabe utilizar este concepto en esta época con la óptica actual, es la siguiente: el artesano es dueño del negocio, fija los precios y fabrica controlando con sus conocimientos profesionales las características de lo que realiza; entrega los pedidos después de haber comprobado que los ha realizado con absoluta fidelidad a las condiciones que le han impuesto o que el producto que termina cumple exactamente las exigencias que él mismo se ha fijado. En los modos precapitalistas de producción aparece el salario en aquellas áreas de la economía, producción artesana fundamentalmente, caracterizadas por una incipiente producción mercantil. A medida que el trabajo artesanal se intensifica surgen en Europa en el siglo XIII los primeros gremios artesanales y las corporaciones municipales que establecen una serie de reglamentos y legislaciones que vienen a normalizar y fijar una Calidad en sus productos. Las reglas de los gremios regían la Calidad de las materias primas utilizadas, la naturaleza del proceso y la Calidad del producto acabado. Las mercancías acabadas se inspeccionaban y frecuentemente eran selladas por el gremio. La “exportación” a otras ciudades se hacía bajo un control particularmente estricto, con el fin de que no se viera perjudicada la reputación de todos los miembros del gremio por la mediocre Calidad enviada por alguno de ellos. La evolución desde esta primera época conduce a la conocida primera Revolución Industrial,1733-1870, en cuyos orígenes las relaciones del tra-

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bajo se orientaban por la denominada “dirección de iniciativa e incentivo” imperando las Reglas del Azar: el obrero proporcionaba su mejor iniciativa al trabajo, recibiendo a cambio algún incentivo especial de su patrón, de forma graciable. Estas Reglas del Azar imperaban en las primeras épocas del desarrollo industrial, hasta aproximadamente la primera mitad del siglo XIX, en el que al socaire de ideologías más o menos democráticas, como el liberalismo imperante en la época, y bajo el temor de amenazadoras presiones políticas, el factor humano era frecuentemente olvidado y menospreciado, considerándose la “mano de obra” como algo que había que “explotar” como se explotaban las materias primas, aunque esa explotación se hacía de una manera muy poco inteligente, incluso desde el punto de vista del rendimiento industrial. El espíritu derivado de las reglas de los gremios, que había ocasionado una alta cualificación profesional de los artesanos-trabajadores, disminuyó durante los siglos XVIII y XIX debido a la imposición de las liberales Reglas del Azar que condujeron inexorablemente a continuos conflictos sociales y a un agotamiento de la denominada Primera Revolución Industrial. Como resumen, en sentido elemental se puede decir que, con la aparición de las primeras máquinas y fábricas bajo la Revolución Industrial, los trabajadores ya no son artesanos autónomos y su vida ya no depende de forma directa e inmediata de la independencia que proporciona la capacidad de venta de los productos que elaboran y, en consecuencia, la Calidad de los ahora productos manufacturados ya no depende del artesano-obrero, sino del precio y del beneficio que se persiga que son fijados por el que tiene la capacidad de su producción y no tanto de su distribución: el patrón.

La aparición del salario se hace notoria y cobra carta de naturaleza económica. El salario está estrechamente vinculado a la existencia de la producción mercantil. Únicamente cuando la fuerza del trabajo es comprada y vendida como una mercancía cualquiera puede aparecer el salario como tal concepto.

No obstante, se produjeron progresos en la concepción de los mecanismos y las relaciones de producción, tal como una nueva forma de organizar el trabajo sobre la base de lo que se conoce como “división del trabajo”. Con esta corta frase se designa el fenómeno de la especialización de las unidades productivas, ya sean

El concepto de Calidad tal como hoy lo entendemos surge hacia la mitad del siglo XX, aunque se observa desde las primeras civilizaciones la preocupación de los hombres por el trabajo bien hecho

3. Siglo XIX: la división del trabajo. Segunda Revolución Industrial En los últimos años del siglo XIX comienza la producción en series relativamente grandes, es decir la producción en masa, donde se imponen dos principios básicos, la repetibilidad y la reproducibilidad de los productos. Ahora el obrero, con escasos medios y una tecnología precaria, inicia y termina el producto fabricado y al mismo tiempo comprueba si su trabajo está bien realizado. Todavía perduran las Reglas del Azar y los responsables de la Calidad son los propios obreros. De forma coloquial venía a imperar lo que hoy en día se conoce vulgarmente con la expresión “buscarse la vida”.

éstas trabajadores individuales, empresas o incluso regiones o países, en la realización de tareas diferentes para las cuales están naturalmente más dotadas o técnicamente más preparadas El obrero desconoce la mayoría de las veces el destino final del producto en el que está trabajando y, en consecuencia, pierde interés por el resultado final de su Calidad. Aparece la necesidad de que alguien, en una función posterior a la suya en la cadena de fabricación, compruebe que lo que ha hecho el obrero-productor cumple las “especificaciones” (transmitidas de forma oral) que ya empezaban a existir. Esta comprobación es efectuada por el patrón, que es el que inspecciona, por sí mismo o delegando en algún obrero de su confianza, verificando que el trabajo está realizado conforme a esas especificaciones.

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Con la aparición y desarrollo del modo de producción capitalista, el salario llega a ser la categoría dominante entre los elementos propios de las relaciones laborales; en efecto, el desarrollo del capitalismo presupone la extensión de la producción de mercancías a toda la economía, generalizándose por consiguiente la utilización de la mercancía fuerza del trabajo.

4.- Siglo XX: introducción y consolidación de la “Dirección científica del trabajo”. Aparición del concepto Calidad En una etapa posterior las producciones aumentan ya que la demanda de productos así lo exige, las fábricas se masifican y para mejorar su rendimiento industrial surge la necesidad de desarrollar y establecer una nueva doctrina productiva basada en lo que se conoce como Organización Científica del Trabajo iniciada por el ingeniero industrial americano Frederick Winslow Taylor. Esta doctrina se condensaba en el principio de que “el rendimiento del obrero no depende del obrero, sino del patrón”. En esta línea de aplicación científica, Taylor impulsó la idea optimista sobre las posibilidades de desarrollar una ciencia comprensiva y aún predictiva sobre la dirección del trabajo. En el cúmulo de sus trabajos, observaciones y experiencias, como las de la Midvale Steel Company (1880–1898) y la compañía Bethlehem Steel de Pennsylvania (1898), Taylor creyó haber encontrado los principios rectores que posibilitarían el establecimiento de una era de cooperación en la industria. Este optimismo se basaba en las suposiciones, en extremo simplificadas, que llevó a cabo

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acerca del comportamiento humano en el trabajo dirigido, organizado y no organizado. Llegó, eso sí, a la conclusión de que el rendimiento de todas las operaciones del trabajo industrializado no podían mejorarse utilizando reglas del azar, sino que era necesario introducir métodos racionales de pensamiento y de trabajo en cada tarea. El concepto auténticamente revolucionario que introdujo Taylor se refiere a la controversia que estableció entre métodos de dirección del trabajo, la que denominó “dirección de iniciativa e incentivo”, en contraposición con la que inició y preconizó como “dirección científica del trabajo “. En la Dirección Científica, el obrero proporciona su iniciativa con absoluta uniformidad y en mayor grado que con el sistema anterior, sobre la base de percibir unos salarios más regulares, definidos y más elevados, a cambio de realizar el trabajo mediante operaciones más simples, detalladas y estudiadas lo que origina una racionalización mecanicista de los movimientos y actividades propias de las tareas a efectuar (se separan las tareas de concepción y de ejecución del trabajo, dando lugar a un reforzamiento de la división social del trabajo) y, además, la dirección asume nuevos quehaceres, deberes y responsabilidades no contemplados en los anteriores sistemas de asignación de responsabilidades. Puntos fundamentales de la filosofía de Taylor Taylor agrupó estos nuevos deberes en cuatro puntos: 1.Desarrollar una “ciencia” para cada elemento del trabajo de un hombre, que reemplazaba los viejos métodos de las reglas del azar. 2.Seleccionar, enseñar, entrenar y desarrollar científicamente las habilidades y destrezas del obrero, contrariamente a lo que se hacía en el pasado, cuando era el trabajador

con muy bajo nivel de instrucción, el que elegía su propio trabajo y lo aprendía en la forma en que buena o malamente podía. 3.Cooperar grandemente con el personal para asegurar que el trabajo que se está realizando se efectúa de acuerdo con la “ciencia” que se ha desarrollado. Aquí aparece el germen del autocontrol que, una vez desarrollada la doctrina, será un instrumento fundamental para permitir el desarrollo de las mejoras de la Calidad. 4.Debe existir una división casi igual del trabajo y la responsabilidad entre la dirección y el personal. Aquélla carga sobre sus espaldas todo el trabajo para el que se encuentra más preparada que el obrero, mientras que anteriormente el propio trabajo mecánico y casi toda la responsabilidad de su realización y Calidad en la terminación dependían del empleado. Es en este siglo XX cuando realmente se gesta el concepto de Calidad tal y como lo entendemos hoy día. En este contexto se conforman nuevas apreciaciones sobre el salario. Si bien el término salario se emplea por lo general para designar la retribución a cualquier tipo de trabajo, más específicamente se utiliza para referirse al trabajo manual o físico y se distingue del término sueldo referido al trabajo intelectual. Aparecieron dos corrientes básicas, la de los fisiócratas y la de los marxistas. En la primera, liderada por Turgot, se consideraba el salario como un coste de producción más cuya determinación venía dada por el conjunto de bienes precisos para la subsistencia del trabajador y de su familia, La teoría del salario como un coste de producción fue adoptada por los economistas clásicos ingleses y constituyó, con diversas variantes, la doctrina ortodoxa hasta la aparición del marginalismo. Para Ricardo y los

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clásicos, si los salarios aumentaban por encima del nivel de subsistencia, este incremento provocaría un exceso de oferta de trabajo que daría lugar a una caída de salarios hasta ese nivel. En la corriente marxista, Marx recogió la teoría clásica y la reelaboró de forma científica. Así el salario constituye el precio que se paga a la fuerza de trabajo, precio que equivale al valor de las mercancías precisas para reproducir aquella y depende de circunstancias histórico-sociales.

4.1. I Guerra Mundial Los grandes fallos y pérdidas de material que ocurrieron cuando se requirió para ser utilizado en combate durante la I Guerra Mundial (1914-18) hizo que las naciones se dedicaran a investigar la efectividad del armamento y las causas que diferenciaban dicha efectividad. Se comprobó que el armamento alemán tenía mucha más uniformidad que el del ejército aliado. Se determinó sobre la base de estudios estadísticos y de observaciones analíticas de las muestras obtenidas y de la valoración objetiva de los hechos ocurridos, que los fallos ocurridos fueron debidos a que las tolerancias de fabricación eran mucho más estrictas que las que se establecían en las especificaciones para las fábricas de los ejércitos aliados. Esto condujo inexorablemente a la necesidad de introducir la normalización como instrumento básico para conseguir una seguridad de funcionamiento o de utilización de los productos bélicos, estableciéndose dicha normalización como un elemento fundamental de la Calidad, ya que para garantizar la seguridad aludida se comenzó a observar que era necesario introducir “más ciencia” en los procedimientos de fabricación. En esa “ciencia” se empezaba a vislumbrar lo que posteriormente se conocería como “la Calidad”.

Paralelamente, el creciente tamaño de las empresas con el aumento de plantillas, actividades y complejidad en la comunicación hizo ver la necesidad de recoger las Especificaciones de Calidad por escrito

4.2. Período de entreguerras Como ha sido tradicional en la evolución de la humanidad en cada gran guerra se consigue un aumento del acervo de los conocimientos y un incremento del grado de innovación tecnológica que se trasvasan del ámbito militar al civil, en sentido contrario al que satisfizo el esfuerzo bélico, que circula del ámbito civil al militar. Este fenómeno originó que finalizada la I Guerra Mundial, las empresas con, todavía, sistemas de gestión incipientes y de corte personalista tuvieran que hacer frente a las nuevas demandas de garantías de funcionamiento de sus productos ya fabricados en serie, como era el caso de los vehículos automóviles fabricados por Henry Ford, trasladando los resultados obtenidos en la campaña bélica a sus sistemas de fabricación. Esto, unido a

una mayor intervención de los estados para garantizar la seguridad de los productos e instalaciones industriales y la salud pública, mediante la promulgación de reglamentos técnicos de seguridad, así como a la presión ejercida por las organizaciones obreras y sindicales frente a aspectos básicos como la seguridad en el trabajo y la remuneración de ese trabajo, obligó a los Estados a establecer disposiciones legislativas que regularon, por una parte, las relaciones laborales y, por otra, las características de seguridad de los productos industriales y las instalaciones que incluían este tipo de productos. Esto, obviamente, condujo a un aumento de los costes laborales de producción y marcó las pautas para obtener unos productos de “Calidad” sobre la base de que ésta garantizase los requerimientos de seguridad. Este encarecimiento unido a la demanda creciente de mano de obra especializada y, en muchas ocasiones inexistente, obligó en algunos momentos a una utilización de mano de obra poco cualificada. Estas prácticas estuvieron en algunos casos ligadas a la Calidad moral de los patrones, que en ocasiones estaban dispuestos a burlar los tenues controles existentes en los mercados incipientes. Todo lo anteriormente expuesto, junto con la creciente presión ejercida por la gran cantidad de trabajo demandada, en volumen y en plazos, hicieron aumentar el riesgo de defectos en los productos. En consecuencia, aparecieron los inspectores como elementos de una nueva función en la organización científica del trabajo. Éstos inspectores, por tanto, surgieron ya con una función claramente diferenciada de la función de la mano de obra directa. Se inspecciona el 100 por 100 de los productos terminados, no siendo así en la fabricación en curso ni en las materias primas, donde se hacían muestreos con escaso rigor estadístico.

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Paralelamente, el creciente tamaño de las empresas con el aumento de plantillas, actividades y complejidad en la comunicación hizo ver la necesidad de recoger las Especificaciones de Calidad por escrito. Esto supuso un gran avance en la forma de perfilar la solución de los problemas del trabajo a realizar, permitiendo crear las bases de la definición de funciones y asignación de responsabilidades y, en consecuencia, explotar los beneficios derivados de la aplicación de la Organización Científica del Trabajo, ocasionando un gran avance en el desarrollo de la “ciencia de la racionalización del trabajo”. Por otra parte, en el mundo capitalista se impone y se aplican los principios de la teoría salarial de los conocidos como marginalistas. Para estos el salario está determinado por la utilidad y la productividad; su cuantía venía dada por el valor del producto marginal y esa desigualdad podía obtenerse merced a la existencia de los mecanismos que originaban los rendimientos marginales decrecientes, la competencia y la maximización del beneficio. Por ello, el salario quedaba fijado rígidamente dado un determinado volumen de capital fijo y una determinada productividad. Se observa que la Calidad no se contemplaba explícitamente en las teorías de la composición del salario, aunque indirectamente es sabido que es una importante componente de la productividad y en consecuencia del salario sea cual sea la teoría que se aplique.

4 3.- II Guerra Mundial Durante la II Guerra Mundial, las naciones en guerra necesitaron mejorar sus procedimientos de fabricación y, sobre todo, la Calidad de sus productos para atender la demanda industrial del esfuerzo bélico garantizando a

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la par unos requisitos mínimos de seguridad y uniformidad. Esto originó un fuerte aumento de las técnicas comunes a la gestión de la producción industrial, tales como la normalización, la inspección de productos, la elaboración de especificaciones técnicas, el control de pedidos y, en general, procedimientos y procesos que permitieran realizar notables aumentos de productividad en la mayoría de los sectores industriales, tales como el naval con la fabricación modular de los Lyberties, el aeronáutico con la fabricación en serie por, primera vez, de aviones como el Messershmidt, las superfortalezas, etc., por no aludir al del automóvil o, incluso, a la notable normalización de los procesos de fabricación de rodamientos en la Alemania del Eje, tal como se desprende de la lectura del libro “Memorias” de Albert Speer, a la sazón Ministro de la Producción del Führer.

Se puede decir que una consecuencia de la II Guerra fue la aparición del concepto de Calidad como “Conformidad a unas Especificaciones”

Hacia la mitad del primer lustro de los años 40 la producción en masa había aumentado tanto que hacía inviable la anterior organización productiva, en la que se inspeccionaban los productos al 100 por 100 En esa época W. Shewhart difundió en los Estados Unidos la aplicación de los métodos estadísticos al campo de la Calidad, extendiéndose el Control Estadístico de la Calidad, base científica del control de la Calidad, a todas las grandes empresas importantes. A partir de esta época las fuerzas armadas norteamericanas comenzaron a publicar su hoy famosa serie de normas “Military Standard” para controlar la recepción de sus compras, así como para poder especificar características y parámetros comunes a los equipos adquiridos o bien, los métodos de pruebas y ensayos a realizar. A los servicios de inspección se les dota de herramientas estadísticas, tales como las técnicas de muestreo que permiten reducir drásticamente el coste de inspección (véase la MILSTD-105 D), teniendo acotado el nivel de error en el que se puede incurrir e introduciendo criterios tales como el del NCA (nivel de Calidad aceptable). Al principio, este control de tipo estadístico era aplicado únicamente para determinar la concordancia entre el producto o subproductos terminados y sus especificaciones. No obstante se observó una grave deficiencia en el resultado de estas técnicas, es decir el sistema todavía presentaba ciertas limitaciones puesto que, si las especificaciones no estaban relacionadas y ajustadas al producto, aunque fueran coincidentes con ellas, los productos resultaban defectuosos. Se puede decir que una consecuencia de la II Guerra fue la aparición del concepto de Calidad como “Conformidad a unas Especificaciones”. G

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