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EXEQUIAS DEL P. ILDEFONSO Mª GÓMEZ EL PAULAR 22 DE MAYO DE 2010 ______________________________________ Lecturas: 1ª
Sabiduría 3, 1-9 Salmo: 22 “El Señor es mi Pastor”
2ª
Romanos 6, 3-9
Evangelio: Jn 14, 1-6 ______________
Mi querida Comunidad, Apreciados familiares del P. Ildefonso y de forma muy particular Pepa, su hermana, cuyas limitadas fuerzas le impiden asistir a estas exequias, Amigos que quisisteis en vida al P. Ildefonso y hoy rogáis a Dios por su alma, Hermanos y hermanas,
Ochenta y dos años de edad, sesenta y cinco de profesión monástica y cincuenta y siete de ordenación sacerdotal definen la vida entre nosotros del P. Ildefonso, monje benedictino, que vivió, rezó y cuidó durante 33 años de esta Comunidad de Santa María de El Paular.
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En cualquier familia, la desaparición de un ser querido causa profunda impresión. En la nuestra también. En los primeros momentos aparece el dolor; después es la ausencia la que evidencia la pérdida y, más adelante, nos invade la tristeza por la separación definitiva. Es comprensible que nuestra Comunidad se entristezca porque se nos haya ido uno de nuestros hermanos mayores, un referente en la existencia y actividad de este monasterio por su dilata actividad, experiencia y profundos conocimientos monásticos. Sin embargo nuestra condición de monjes aunque no haga desaparecer el sufrimiento, nos ayuda a sobrellevarlo y a comprenderlo en su significado más profundo. Cuando el eco del gozo pascual de la Resurrección del Señor todavía permanece en nosotros y nos preparamos para cerrar este tiempo dispuestos a recibir al Espíritu Santo, nos reunimos hoy en esta Iglesia del Monasterio de Santa María de El Paular para celebrar la Eucaristía y dar el último adiós al P. Ildefonso. Tras un largo y frio invierno, con el aroma de los primeros colores en este hermoso Valle de El Paular y mientras un cálido y temprano sol se adueñaba de las celdas de los monjes, poco más de las 10 de la mañana del pasado lunes, 17 de mayo, cuando Dios tomó en
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sus manos el alma de su siervo Ildefonso, rodeado de sus hermanos de Comunidad. Mientras sus labios parecían orar, nuestros corazones se unían en un definitivo adiós. Su corazón grande, del que siempre exigió un gran esfuerzo, se gastó al final en el trabajo por los demás. Ese corazón que se compadecía con frecuencia ante cualquier problema ajeno, le ha dejado descansar definitivamente. Y así se durmió plácidamente en el Señor y pudo partir con su fe en el Resucitado llegando a ese mundo de amor, paz y felicidad que acabamos de escuchar en el Libro de la Sabiduría: “La Vida de los justos, la vida de los que se fían de Dios, está en las manos de Dios y por eso viven en paz”.
Y esta visión de fe es la que nos puede dar una respuesta a ese interrogante de la muerte y la única que puede servir de bálsamo en medio de la tristeza y del dolor que supone esta pérdida.
A pesar de todo, la Comunidad de El Paular se encuentra reconfortada. La esperanza y la unión fraterna nos hacen sentirnos más unidos al recuerdo y legado monástico de nuestro hermano Ildefonso.
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El P. Ildefonso nació en la localidad burgalesa de Arroyo de Salas el día de Santa Teresa de Jesús; de ahí su nombre de Jesús de Teresa. Fue el menor de cinco hermanos. Únicamente le sobrevive su hermana Pepa cuyo último y emotivo encuentro el verano pasado con la catedral de Nájera por testigo, aprovechando un viaje que realizó la Comunidad a La Rioja, seguramente le produciría beneficios espirituales suficientes para sobrellevar la pérdida de su hermano Ildefonso. Imposible resumir una vida tan intensa dedicada al estudio, la investigación y la enseñanza. Baste decir que la vida del P. Ildefonso ha estado caracterizada por un incesante y rápido despertar a todo tipo de conocimientos, fundamentalmente, los relacionados con la vida consagrada. En 1940, con tan solo 13 años, ingresa en el Oblatorio de la Abadía de Valvanera donde cursa Humanidades. Hace su profesión monástica el 8 de septiembre de 1945, fiesta de la Natividad de la Virgen María. Tenía tan solo 17 años. El Monasterio de Montserrat es su destino siguiente. Allí estudia Filosofía y Teología y es ordenado sacerdote con 25 años el día 24 de agosto de 1952 con motivo del Congreso Eucarístico de Barcelona.
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De nuevo en Valvanera, desempeñó los cargos de Bibliotecario y Prefecto de Hermanos. El P. Ildefonso ha protagonizado el inicio del ciclo benedictino de este Monasterio de El Paular. El 20 de marzo de 1954, se traslada la Comunidad de Valvanera a El Paular siendo el P. Ildefonso uno de los cinco primeros monjes que se instalaron en este Monasterio para iniciar la nueva comunidad. En aquel entonces desempeñó los cargos de Prefecto de Estudios y profesor de Filosofía, Teología y Religión en el Colegio de San Benito en las proximidades del lugar donde nos encontramos. Montserrat y el Colegio de San Benito eran asuntos predilectos en la charla con el P. Ildefonso. Siempre estaban en su boca. Representan, seguramente, períodos de su vida que siempre ha recordado con extraordinario calor. La oratoria religiosa fue otra de las facetas en las que destacó. El P. Ildefonso pronunció en 1958 la lección inaugural de la I Semana de Estudios Monásticos en Montserrat. Además fue miembro fundador y Presidente de la Sociedad Española de Estudios Monásticos. Actualmente estaba en posesión del Título de Presidente de Honor.
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La Orden de Los Cartujos en sus distintos aspectos fue motivo de su observación y estudio detallado como lo prueba el que en 1964 fuera galardonado con el Premio “Fernandez Canivel” de la Real Academia de Farmacia Española”. El P. Ildefonso fue el quinto Prior de El Paular. Inició esta responsabilidad el año 1970 y la concluyó el 2003. Un largo periodo de 33 años que culmina con un considerable número de realizaciones de todo tipo. Al cumplir los 75 años, el P. Ildefonso presentó y fue aceptada la renuncia al P. Abad Presidente de nuestra Congregación de Subiaco como indican sus constituciones. En la elección de nuevo prior, fue elegido quien preside estas exequias. El Padre Ildefonso fue, por tanto, mi Prior y mi Maestro de Novicios. Yo fui su primer profeso solemne y el único que ha conservado la estabilidad monástica y de sus labios aprendí a beber de nuestra fuente monástica: la Santa Regla de Nuestro Padre San Benito. El P. Ildefonso estaba empapado de esta agua que mana de la Santa Regla. Su obra “La Regla del Maestro”, paralelo de la Regla del Maestro y San Benito cumplió con creces el Ora et Labora benedictino.
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El vínculo de afecto fraterno por las monjas benedictinas lo ha mantenido hasta sus últimos momentos. Han sido muchos los retiros, ejercicios espirituales, charlas, consultas que han protagonizado. Su fina ironía, simpatía humorística y los juegos de palabras que tejía solían ser motivo de diversión para sus monjas preferidas. En los últimos años, el bastón, el andador y la silla de ruedas han sido sus amigos inseparables, sin faltarle en ningún momento la atención personal y esmerada de un hermano que siempre ha agradecido sobremanera. Últimamente su cuerpo, ya doblegado, recordaba a los retorcidos zumaques brillantes del jardín del claustro donde reposará para siempre junto a los hermanos que compartieron con él la vida monástica en estos claustros. La proximidad de Rascafría no podía pasar desapercibida para el P. Ildefonso a quien le hizo Hijo Adoptivo en reconocimiento de los años dedicados al “Ora et labora” en El Paular.
Su obra y conocimientos traspasaron nuestras fronteras y en 1982, su ficha bibliográfica logra figurar en varios repertorios internacionales de los historiadores de la Iglesia de España y se inserta en el Catálogo de la Vicepresidencia para la información de la Conferencia Episcopal Española.
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De su labor como podre y pastor de su comunidad da constancia el ciclo completo de homilías --casi mil-- y su prácticamente completo comentario a la Regla de San Benito que ha venido exponiendo sin interrupción en nuestra Comunidad. Su reseña de escritos también es de sumo interés y comprende un amplísimo catálogo bibliográfico que incluye numerosos ensayos, colaboraciones y libros, entre los que destaca La Cartuja en España. El ejemplo que nos deja el P. Ildefonso nos obliga hoy más que nunca a pedir en esta Eucaristía para que Dios nos dé renovadas fuerzas para vivir como auténticos cristianos y verdaderos monjes siguiendo aquellas sendas que conducen hacia la vida para participar en un futuro, no sabemos si próximo o lejano, de la vida junto al Padre y a nuestro hermano, el P. Ildefonso. Vamos a confiar estos deseos al Señor. Que esta Eucaristía que celebramos por nuestro hermano el P. Ildefonso aumente en todos nosotros el deseo de vivir la vida con esperanza y con sentido de fe porque todo ello será la mejor ofrenda y homenaje, el mejor recuerdo que podemos tener cada día para el P. Ildefonso que en la cercanía de Dios nos ayudará y hará que podamos alabar a Dios poniendo en práctica los conocimientos y consejos que él mismo nos ha dejado.
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Que Santa María de El Paular lo acoja con su protección. Que San Benito y todos los Santos le acompañen y que él interceda a Dios por esta Comunidad de El Paular, por su familia y por todos cuantos asistís hoy a esta misa en su recuerdo.
Que así sea hermanos y hermanas.
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