Existen varios factores que contribuyen a asentar las bases de una adquisición idónea del lenguaje, se pueden clasificar en dos tipos:

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2. EL LENGUAJE INFANTIL La actividad del lenguaje supone una estructura psicológica muy compleja y se desarrolla de una manera muy rápida en los primeros años. No debemos olvidar que los niños y las niñas, desde que nacen hasta que alcanzan los seis años, pasan de no disponer de ningún código ni capacidad de abstracción a llevar prácticamente una conversación. Para que esto ocurra, el pequeño tendrá que aprender, asimilar y poner en práctica progresivamente un complejo y organizado código de signos y normas: la lengua. Ésta le permitirá intercambiar información o comunicarse con las demás personas de su comunidad a través del habla o lenguaje oral y más tarde, de manera escrita. 2.1. Factores que favorecen la adquisición del lenguaje El aprendizaje del lenguaje es una de las conquistas más interesantes del ser humano. Una de las cosas que más llama la atención, a pesar de que cada niño o niña nace en culturas y civilizaciones heterogéneas, es el hecho de que el orden de adquisición del lenguaje es relativamente regular en todos ellos. En este sentido, se puede afirmar que la adquisición del lenguaje es una característica universal. Algunos de estos universales lingüísticos son: la distinción entre sujeto y predicado, ia existencia de elementos que no significan nada por sí mismos (preposiciones, conjunciones, etc.), la distinción entre nombres comunes y propios, distinción entre elementos fonológicos y semánticos… Existen varios factores que contribuyen a asentar las bases de una adquisición idónea del lenguaje, se pueden clasificar en dos tipos:  Factores que dependen del niño y su desarrollo  El grado de percepción sensorial: agudeza auditiva y visual. Sirve para emitir o captar los estímulos del exterior.  El desarrollo de la inteligencia: la capacidad de comprensión, asociación, discriminación, memorización, imaginación, etc. Sirve para procesar e interpretar estos estímulos y mandar las órdenes.  La maduración del sistema nervioso. Sirve para transmitir los estímulos y las órdenes.  La capacidad del sistema fono-articulatorio. Sirve para ejecutarlas órdenes a través de gestos, sonidos o palabras.  La habilidad de adaptarse al entorno, lo que va a incidir en su conducta.

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 Factores que se incorporan a través de la relación con las personas adultas Los factores anteriores no serán suficientes por sí solos, ya que para el desarrollo de todas estas facultades será necesaria su interacción con las personas adultas de referencia.  Una estimulación adecuada, que propicie la comunicación.  Una comunicación motivadora, que facilite la interacción.  La animación e invitación a la imitación, como elemento de aprendizaje. 2.2. Etapas de evolución del lenguaje infantil Se puede categorizar el proceso de adquisición del lenguaje en tres etapas, todas pertenecientes al período de educación infantil: 2.2.1. Etapa prelingüística: hasta los 12 meses. 2.2.2. Etapa de lenguaje no combinatorio: de los 12 hasta los 24 meses. 2.2.3. Etapa de lenguaje combinatorio: de los 24 hasta los 72 meses. 2.2.1 Etapa prelingüística (0-12 meses) La fase prelingüística abarca desde el nacimiento hasta aproximadamente los 12 meses (aunque esto puede depender de cada niño o niña) y corresponde al denominado período de inteligencia sensoriomotríz, llamado así porque se caracteriza por la habilidad de integrar y conocer a través de los sentidos y de la motricidad. En esta etapa, el niño o la niña está inmerso en un mundo nuevo lleno de estímulos del que capta fragmentos y a su vez produce otros. Así, descubre, juega, investiga con sus órganos de fonación (laringe, cuerdas vocales, cavidad bucal, etc.) y con sensaciones auditivas, visuales, vibratorias y motoras. Se puede analizar esta etapa desde una doble óptica:  La percepción en la etapa prelingüística  La percepción auditiva Distingue entre sonidos verbales y no verbales. Ya en torno al mes puede identificar la voz de su madre y localizar su procedencia. Después diferenciar la de los padres de los demás.  La percepción visual Más o menos el mismo proceso sucede con la percepción visual, aunque con un poco más de lentitud, ya que el bebé no perfila las formas y los colores hasta el mes y le cuesta diferenciar los rostros. De hecho, no empieza a distinguir visualmente hasta los seis meses. A pesar de lo cual ya es capaz de percibir el gesto del rostro o la expresión facial que Curso 2010-2011

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transmite seguridad, tranquilidad, aceptación, amor o, por el contrario, el que refleja miedo, nerviosismo, rechazo o indiferencia.  La comunicación táctil Es un aspecto poco trabajado en la percepción. Resulta fundamental acariciar, abrazar o coger al niño o la niña porque es la manera en que se siente querido, aceptado y protegido. De hecho, los recién nacidos perciben la inseguridad de quienes los cogen, por eso lloran.  Creación expresiva en la etapa prelingüística  El llanto Es el primer paso hacia la interacción social del pequeño. El llanto es tan diferenciado e individual como lo será posteriormente su voz articulada. El llanto de cada niño o niña tiene una duración y unos intervalos característicos. Los llantos poseen un alto poder informativo. Según análisis electroacústicos, se pueden distinguir de tres tipos: hambre, dolor y rabia. En un principio, el llanto es instintivo pero poco después se va convirtiendo en signo cuando el niño o la niña asocia la reacción o respuesta de la persona adulta con la emisión sonora y, por lo tanto, lo empieza a emitir intencionadamente para provocar su respuesta.  La succión La succión en un principio es un acto instintivo, pero no siempre se tiene la capacidad muscular y la fuerza suficiente para realizarlo sin ayuda (como los bebés prematuros). En algunas ocasiones, para algunos niños o niñas, la succión produce un efecto tranquilizador; de ahí que se emplee el chupete para ayudarle a conciliar el sueño.  El balbuceo En torno al mes, el bebé produce la primera sonrisa como respuesta de satisfacción. En este período empieza lo que algunos especialistas denominan el período del balbuceo o de lalación, que consiste en emitir otras vocalizaciones distintas del llanto y en las que se puede apreciar cierto movimiento de los órganos de fonación. Estos sonidos se producen de forma instintiva y no corresponden a fonemas de una lengua; Las primeras emisiones son articulaciones realizadas en la zona velar o gutural y se alternan con aperturas bucales, que para los oídos de las personas adultas se identifican con lo que pueden parecer fonemas identificados con la palabra /axo/ o /ago/. Este hecho produce la alegría natural en sus progenitores, sí bien por parte del pequeño no existe la más ligera intención de pronunciar palabra tan insólita. Curso 2010-2011

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 La ecolalia Hacia el sexto mes, estas vocalizaciones empiezan a parecerse algo más a los sonidos del lenguaje hablado. El niño o la niña, además de experimentar con su laringe y con los demás órganos de fonación, parece que está jugando con sus oídos. Algunas corrientes distinguen este período del balbuceo porque ya manifiesta cierta intención imitativa, aunque no significativa, y lo denominan ecolalia; sin embargo, para otras sigue siendo balbuceo, pues esta intención repetitiva no suele ser muy evidente hasta el año de vida. Sin embargo, la mayoría sigue considerando que este cambio es una evolución del propio período.  La mirada y la gesticulación La mirada se produce en torno al mes de vida, cuando el niño o la niña ya empieza a delimitar, diferenciar y distinguir las formas de su entorno. Siente una especial atracción por el movimiento, el color y los ojos de los presentes. Esta fijación con la mirada de la persona adulta es uno de los actos comunicativos que más significación tienen en su relación con ella; supone el primer paso para prestar atención, para observar lo que le rodea y, posteriormente, para poder imitarla, base fundamental para cualquier tipo de aprendizaje. En lo referente a la gesticulación infantil, es el instrumento que el niño o la niña y la persona adulta emplean de forma natural para comunicarse. En la percepción se ha hablado de cómo interpreta aquél los gestos de la persona adulta; ahora se trata de interpretar los gestos del pequeño. Los gestos del niño o la niña son la expresión de sus necesidades y deseos y, en muchas ocasiones, tienen un carácter simbólico.  El paso a una nueva etapa En resumen, en esta etapa el niño o la niña ha aprendido a usar como signos el llanto y los gestos, mantiene un ritmo de sonrisas y sonidos en su relación con las personas adultas, comprende mensajes y ha empezado a dominar el sistema fonológico y la función simbólica del lenguaje. En el proceso de adquisición del lenguaje, la comprensión va mucho más avanzada que la expresión. Hacia los 10 o los 12 meses, incluso antes, se produce un doble fenómeno: - Se restringe el parloteo. - Se continúa afianzando la comprensión. Este período de discontinuidad es el paso de la etapa prelingüística al uso del primer lenguaje. Curso 2010-2011

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2.2.2. Etapa de lenguaje no combinatorio (12-24 meses) Esta etapa se caracteriza por la emisión intencionada de palabras que van desde la mera denominación (12 meses) hasta que adquiere el significado de toda una frase contextualizada (24 meses aproximadamente). Alrededor del año, la niña o el niño empieza a emitir sus primeras palabras, lo que se puede considerar el comienzo del verdadero lenguaje. Los sonidos del balbuceo (para algunos autores ya plenamente ecolálicos) empiezan a disminuir y el pequeño empieza a construir sus primeras palabras con una gama muy inferior a las que, en semanas anteriores, poseía, ya que éstas requieren una intención productiva y hasta significativa. Las primeras palabras convencionales, o las primeras que los padres quieren considerar como tales, aparecen entre los 9 y los 18 meses. Cabe señalar que la media se sitúa entre los 12 y los 14 meses. En general, se considera que el inicio de las primeras palabras se produce cuando el niño o la niña utiliza de forma consciente un término lingüístico de modo estable y en distintas situaciones para referirse a un elemento concreto, aunque esto varía en cada niño o niña dependiendo de su maduración neurológica y de la estimulación ambiental. Estas primeras palabras que el niño o la niña emite presentan una serie de características peculiares en cuanto a su articulación, su significación y su uso, que se analizan a continuación.  La articulación de las palabras La adquisición de fonemas parece responder a una lógica intrínseca en relación con las dificultades específicas articulatorias y acústicas de los diferentes fonemas en el seno de las lenguas naturales; en este sentido, las primeras palabras del niño o la niña están mal articuladas. Primero se adquieren los fonemas más contrastados y después los menos contrastados. Los primeros están presentes en la mayoría de las lenguas, mientras que los menos contrastados tienden a ser propios de lenguas concretas. El contraste articulatorio es máximo entre la /a/ y la /p/, después los niños simplifican /puta/ por /fruta/ Todas las palabras que los pequeños emiten en esta etapa tienen como máximo dos sílabas.

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 La significación de las palabras En este primer vocabulario infantil, el niño o la niña utiliza las palabras dándoles un significado que sobrepasa los límites de aplicación de las personas adultas. El niño identifica el significado de una palabra con una sola propiedad del objeto al que puede referirse: el ser animal, qué ruido hace, la textura o el color. Paralelamente a este proceso de ampliación del significado de las palabras, se da otro proceso opuesto, que consiste en reducir el marco de significación de éstas. Así, por ejemplo, una niña no va a aceptar que la palabra genérica animal se aplique a todas las especies. Lo más probable es que ella la aplique a los animales domésticos que conoce, no al resto. En otras palabras, los niños y las niñas aprenden las palabras a un nivel intermedio de generalización de significado.  La intencionalidad de las palabras Hasta ahora se ha intentado estudiar los significados que el niño o la niña puede atribuir a las palabras que emplea, pero ¿con qué intención emite dichas palabras? Se puede afirmar que estos primeros términos cumplen fundamentalmente dos funciones: - Función referencial. La utiliza para designar objetos. - Función expresiva. La utiliza para manifestar deseos. Independientemente de estas dos funciones básicas, lo cierto es que los niños y las niñas utilizan las palabras para comunicar una gran cantidad de cosas, situaciones y deseos, de la mejor forma posible, con un vocabulario aún incipiente y reducido. De hecho, G. de Laguna sostuvo que la niña o el niño pequeño en este estadio producía palabras que equivalían a una frase y por ello las denominó holofrases; así, por ejemplo, si una niña dice /aba/, puede querer decir «mira el agua», «quiero bañarme», «está lloviendo», «tengo sed», etc.

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2.2.3. Etapa de lenguaje combinatorio (24-72 meses) Esta etapa abarca un período muy largo que comprende desde los 24 meses, cuando se empiezan a adquirir las primeras estructuras lingüísticas (el denominado lenguaje telegráfico) hasta los seis años, cuando comienza el dominio de la sintaxis del adulto. Esta etapa se puede dividir en tres subetapas o fases: FASE I.

La unión de palabras sueltas

Se habla de lenguaje telegráfico para referirse a la capacidad de combinar varias palabras en un mismo enunciado. El niño o la niña accede a estas primeras construcciones sintácticas hacia los 20 meses, aprendiendo a juntar dos palabras. En esta etapa las categorías más presentes, tanto por su concreción como por su valor léxico, son los sustantivos, los verbos y los adjetivos. Para poder entender las expresiones de un niño o una niña a esta edad, es necesario darse cuenta también del orden en que aparecen. Si un niño dice / pelota...(pa)tio/, querrá decir que ha visto la pelota en el patio, pero si dice /mamá...(pe)lota/, querrá que su madre le dé la pelota, que está en el patio. El orden, el énfasis y el acento son, por tanto, indicadores de la relación existente entre las palabras empleadas. Fase II. La construcción de las primeras frases Hacia los 30 o 32 meses, este germen de frase que se acaba de ver evoluciona rápidamente hacia la formación de las primeras frases. Esta evolución no es producto exclusivo de la adquisición de vocabulario nuevo, sino que se trata, además, de un aprendizaje de reglas para formar frases combinando palabras. Las reglas y recursos más importantes que debe aprender el niño o la niña a lo largo de esta etapa son las siguientes: - El aprendizaje de morfemas y flexiones de palabras y frases, cuidado con la hiperregulación ( “sabo” por “sé”, “vinió” por “vino”) - El aumento del léxico, cuanto más rico sea el ambiente que le envuelve, más necesidad tendrá de utilizar diversas palabras para hacerse entender. - El uso de la negación, para que pueda aparecer este concepto y, por consiguiente, la palabra no, la niña o el niño ha de percibir la discrepancia entre la realidad y los requerimientos o deseos. Por todo ello es tan importante en esta etapa trabajar a partir de la negación. Curso 2010-2011

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- La formulación de preguntas, hacia los 32 meses aparecen las preguntas más precoces: ¿qué?, ¿dónde?, y a partir de los 36 meses empieza a utilizar ¿quién?, ¿cómo?, ¿por qué?, ¿cuándo? o ¿cuánto? Si a un niño o una niña de tres años se le pregunta «¿Qué haces?», responderá /jugar/, pero si se le pregunta «¿Por qué?», probablemente responda /a la pelota/. - El aprendizaje de reglas sintácticas, domina pronto la construcción atributiva o construcciones con estructura de sujeto-verbo-objeto, pero le cuesta cambiar el orden de acontecimientos, usa mucho “y”. - El dominio de los conceptos relativos, hay conceptos relativos referidos al tamaño, la distancia, la cantidad, al tiempo etc., que el niño o la niña va perfilando a medida que va madurando. Normalmente los comparará con él mismo o su experiencia. Fase III. Hacia el lenguaje adulto El acceso al juego simbólico implica mayor libertad en el uso del lenguaje, por lo que el niño o la niña debe seguir alcanzando nuevas adquisiciones lingüísticas. La evolución de su lenguaje, por lo tanto, correrá paralela a la evolución de su inteligencia. A partir de este momento se inicia la toma de conciencia del lenguaje hacia el uso maduro de él. Por esta razón, esta etapa, que va de los tres a los seis años, se puede etiquetar como el camino hacia el lenguaje adulto. Hasta ahora se ha visto que, en su intento de explicar varias situaciones, el niño o la niña emplea la coordinación de oraciones, pero aún no han aparecido las subordinadas. Para que llegue a un uso maduro del lenguaje, debe realizar una serie de nuevos aprendizajes: -

Ampliación de sus puntos de vista.

-

Empieza a distribuir el tiempo en presente, pasado y, por último, futuro.

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Capacidad de distinguir el tiempo real del irreal.

-

Aprende a dialogar.

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