FLORA Y VEGETACIÓN ACTUAL Y POTENCIAL DEL NARANCO. LOS BOSQUES

FLORA Y VEGETACIÓN ACTUAL Y POTENCIAL DEL NARANCO. LOS BOSQUES Autor: Guillermo Ruiz. Biólogo. El Naranco es un conjunto de sierras prelitorales de l

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FLORA Y VEGETACIÓN ACTUAL Y POTENCIAL DEL NARANCO. LOS BOSQUES Autor: Guillermo Ruiz. Biólogo.

El Naranco es un conjunto de sierras prelitorales de litología diversa y relieve muy evolucionado, erosionado, que origina un paisaje de perfiles suaves con cumbres romas o redondeadas, más propio de los del occidente asturiano; aunque aún están presentes manifestaciones kársticas dignas de mención. En algunas laderas y valles muy encajados de esta sierra se encuentran aún masas forestales y arbustivas dispersas que aunque no muy extensas, si son valiosas, de gran belleza e incalculable valor científico, como es la increíble presencia de algunos elementos florísticos relícticos más propios de regiones mediterráneas y macaronésicas o paleotropicales, tales como el grezu u olivu montés / labiérnago (Phyllirea latifolia), en la zona más occidental y caliza en La Rodiella y Fabarín fundamentalmente, arbolín que en su momento formó parte de los bosques de ardina que poblaron las zonas más térmicas del Naranco, o la presencia, hasta ahora casi desconocida en Asturias de manera espontánea (aunque sí cultivada en parques y jardines de algunas ciudades asturianas en los últimos años), de la lloral o lloru / Loro (Prunus lusitanica subsp. lusitanica), presente en la zona central de la sierra sobre areniscas ferruginosas muy antiguas, sin protección actual en nuestra comunidad, y que junto a otros elementos más conocidos entre nosotros como l’albornial o borrachinal / madroño (Arbutus unedo), l’arnéu / aladierno (Rhamnus alaternus) o el lloréu / laurel (Laurus nobilis), son más propios de la flora lauroide que existió en la era Terciaria, hace 65 millones de años, y que sobrevivieron en determinadas “zonas refugio” cerca de la costa, como el Naranco, hasta nuestros días tras superar los largos períodos glaciares acontecidos durante el final del Pleistoceno en la tierra. El Naranco y su entorno, se encuentra ubicado biogeográficamente hablando, en el distrito Ovetense, sector Galaíco-Asturiano de la subprovincia Cantabro-atlántica (provincia Atlántica-Europea, región Eurosiberiana, reino Holártico), caracterizado por un clima templado, océanico, de precipitaciones moderadas y regulares e inviernos suaves con bajo riesgo de heladas o si estas se producen alguna vez, son escasas y débiles. Las condiciones biogeográficas y bioclimáticas que se dan en este territorio, unidas a la heterereogeneidad de los sustratos presentes en la sierra (básicos o eutrofos: calizas y dolomías, como ácidos u oligótrofos: areniscas ferruginosas), la altura sobre el nivel del mar a la que se alzan los mismos, orientación, así como los fuertes desniveles originados en algunas zonas (cota mínima: 80m, cota máxima: 637m) en tan sólo 3,5 km., contribuyen a la aparición de determinados pisos de vegetación :Piso termotemplado o termocolino: hasta los 100 msnm aprox. y Piso mesotemplado o colino: de los 100 a 700 msnm aprox. Ambos pisos de vegetación se caracterizan por albergar determinadas formaciones vegetales, que en el caso de los bosques estos se distingue por su morfología foliar: bosques planicaducifolios dominados por árboles de hoja caduca: carbayu / roble (Quercus robur), castañal / castaño (Castanea sativa), ablanu / avellano (Corylus avellana), pláganu / falso plátano (Acer pseudoplátanus), fresnu / fresno (Fraxinus excelsior), xabú / saúco (Sambucus nigra), salgueros / sauces (Salix atrocinerea, S. eleagnos subsp. angustifolia y S. caprea fundamentalmente), Blimales (Salix alba, S. fragilis) o umeros / alisos (Alnus glutinosa); bosques marcescentes dominados por árboles de hoja semicaduca como el rebollu / rebollo (Quercus pyrenaica) o caxigal o caxigu / quejigo (Quercus faginea subsp. faginea) y finalmente los bosques esclerófilos y planiperennifolios dominados por árboles de hoja siempre verde de consistencia dura como la ardina / encina amarga (Quercus ilex subsp. ilex), el carrasco / acebo (ilex aquifolium), el lloréu / laurel (Laurus nobilis), arnéu o prezuera / aladierno (Rhamnus alaternus) o borrachinal / madroño (Arbutus unedo) ; si bien decir que por lo general los dos primeros dominan en las zonas más altas mientras que los segundos dominan en las zonas bajas. “Bosques” que por otro lado es importante decir que se encuentran formados por especies protegidas por la legislación autonómica vigente según el Decreto 65/95 que recoge el Catálogo de Flora Vascular Amenazada del Principado de Asturias con la categoría “de interés especial”, como es el caso del caxigu, texu / tejo (Taxus baccata), carrascu o l’ardina. Además tanto el texu (Taxus baccata), como l’ardina y carrascu gozan de un “Plan de Manejo” según Decreto 145/2001, 146/2001 y 147/2001 respectivamente, y como formación vegetal boscosa, decir

que tanto los ardinales (encinares), lloréos (lauredales), rebollales (rebollares), carbayeos (robledales) y umerales (alisedas), gozan de una protección especial a nivel europeo según la Directiva 92/43/CEE Hábitat como “de interés comunitario” para los cuatro primeros y “de interés prioritario” para los últimos; bosques que en la mayoría de los casos, nos sobreviven hasta hoy día solo a modo de algunos retazos de ellos, bien en forma de pequeñas manchas aisladas o rodales de muy poca extensión o especies aisladas entremezcladas con los cultivos forestales (llamados también bosques industriales), mayoritariamente estos de ocalitos / eucaliptos (Eucalyptus globulus), ocupando una superficie total aproximada cercana al 30% de las 4.200 Ha. que consta el territorio, cuando no son las etapas de mayor o menor estado de degradación o regresión de estos bosques primigenios, las que dominan actualmente y de forma mayoritaria, las zonas deforestadas que ocupan una superficie aproximada del 40%, bien a modo de presencia arbustiva: árgomas o cotoyas / tojos (Ulex europaeus, Ulex cantabricus); toxu moriscu o atoxu / abrojos (Genista hispanica subsp. occidentalis) o de pastizal o prados de diente (Brachypodium spp., Holcus spp., Dactylis spp. Poa spp. Bromus spp., Lolium spp., etc.). Unos terrenos que a pesar de su estado actual, altamente degradado por la actividad humana desarrollada sobre ellos durante decenas de cientos de años, aún se puede apreciar en ellos su evolución natural hacia su estadio más maduro y natural o “climax”, el bosque autóctono (apenas ocupa el 15% aproximadamente de la superficie total del Naranco); a través de esos rodales que aún quedan esparcidos en zonas alejadas de la influencia humana, de difícil orografía, nos ha permitido y nos sirve aún posible recrear la reconstrucción de los bosques primigenios que un día poblaron las laderas de este magnífico y sagrado monte hasta principios del siglo XVII, antes de la industrialización. Un bosque no es simplemente un conjunto de árboles, es todo un ecosistema vivo, maduro, perfectamente sincronizado, donde todos los elementos tanto bióticos como abióticos interactúan entre sí y de manera autorregulada, en función de la cantidad de energía que llega al sistema. Los bosques son sistemas pues donde sus individuos dominantes, los árboles, forman un estrato continuo capaz de reproducir a su vez bajo las copas de los mismos unas condiciones microambientales significativamente distintas (luz, temperatura, humedad y composición del suelo) de las del exterior que son generales para todos los seres vivos; y que por tanto son capaces de albergar en su interior unas condiciones de vida tanto animal como vegetales inferiores idóneas, exclusivas para cata tipo de bosque, es decir, que serán distintas al resto de las condiciones microambientales generadas por otros árboles capaces de agruparse entre si y constituir una formación boscosa u asociación vegetal. Los efectos ecológicos que pueden traer consigo la introducción de una nueva especie en un medio natural, pueden acarrear consecuencias negativas (introducción de nuevas plagas y enfermedades, contaminación genética: hibridaciones y debilitamiento de la especie natural, etc.) o positivas (protección del suelo, nicho ecológico, comestibilidad de sus frutos, etc.), dependiendo del grado de integración que tenga esa especie en el medio y el grado de tolerancia o permisividad del resto de las especies tanto de flora como de fauna ante la intrusión de una nueva. Puede ser lógico en cierta medida pensar en la utilización de especies alóctonas de gran crecimiento y producción en condiciones ambientales poco exigentes, que si bien la necesidad de papel o de fibras vegetales fue y sigue siendo una de las necesidades que han impulsado a la humanidad a lo largo de la Historia a utilizar el bosque para su beneficio propio o en aras de su pervivencia colectiva, decir también que ello ha contribuido a modificar el paisaje vegetal de nuestro territorio, a veces de manera irreversible: arrasando grandes masas de bosques primigenios, sin valorar (porque conocimiento de ello se carecía), las negativas consecuencias ecológicas que ello acarrearía con el tiempo. Si bien es verdad que con los conocimientos que poseemos en la actualidad sobre la dinámica del medio natural, no se pueden consentir los mismos errores de entonces, de cuya ignorancia si podía haber sido su única excusa. Pero también nos debemos plantear que si es necesario papel, fibras textiles artificiales y la madera es cada vez una materia prima cada vez más escasa y codiciada, parecerá lógico pensar el que los hombres nos planteemos el problema de la gestión productiva de los bosques, que consideremos el empleo de especies más aptas para la producción de la biomasa necesaria para cubrir las demandas en materia prima que nos exige la sociedad, como es el caso del ocalitu, pero que nos hagan reflexionar en que debe haber un equilibrio entre gestión productiva y gestión protectora de los bosques para no romper el equilibrio ecológico del cual dependemos todos los seres vivos, incluso el Homo sapiens.

Detalle de la disposición opuesta de las hojas y su característico color verde que tiene este hermoso ejemplar de Grezu u olivu montés en Fabarín.

Detalle de las hojas y flores en racimos colgantes de la lloral o lloru en la cuenca del reguero de Porciles.

Inicio El trabajo anterior es una versión resumida del que sigue a continuación:

UN ESPACIO NATURAL A PROTEGER

Guillermo César Ruiz Sierra-Blanco Licenciado en Biología, col. nº 17756-A ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL NARANCO AMIGOS DE LA NATURALEZA ASTURIANA (ANA) ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DEL BOSQUE AUTÓCTONO (ARBA)

INTRODUCCIÓN GENERAL A LA FLORA Y VEGETACIÓN ACTUAL Y POTENCIAL DEL NARANCO: LOS BOSQUES El Naranco es un conjunto de sierras prelitorales, enclavadas íntegramente en el concejo de Oviedo / Uviéu; formado por dos unidades básicas: la sierra del Naranco propiamente dicha en disposición NE-SO protegiendo a la ciudad, y que se une en su extremo occidental apenas casi sin discontinuidad aparente a la sierra de Llubrió de disposición NO-SE, formando en conjunto un relieve complejo, de litología diversa y de distinta antigüedad geológica que van desde areniscas ferruginosas propias de este lugar (formación Naranco), como material más antiguo, hasta la caliza de montaña y dolomías originadas durante la reciente orogenia Herciniana. Es un relieve muy evolucionado, erosionado, que origina un paisaje de perfiles suaves con cumbres romas o redondeadas, más propio de los del occidente asturiano; aunque aún están presentes manifestaciones kársticas dignas de mención. En algunas laderas y valles muy encajados de esta sierra se encuentran aún masas forestales y arbustivas dispersas que aunque no muy extensas, si son valiosas, de gran belleza e incalculable valor científico, como es la increíble presencia de algunos elementos florísticos relícticos más propios de regiones mediterráneas y macaronésicas o paleotropicales, tales como el grezu / olivu montés o labiérnago (Phyllirea latifolia), en la zona más occidental y caliza, en La Rodiella y Fabarín, arbolín que en su momento formó parte de los bosques de ardina que poblaron las zonas más térmicas del Naranco;

Detalle de la disposición opuesta de las hojas y su característico color verde que tiene este hermoso ejemplar de Grezu u olivu montés en Fabarín.

O la presencia, hasta ahora casi desconocida en Asturias de manera espontánea (aunque sí cultivada en parques y jardines de algunas ciudades asturianas en los últimos años), de la lloru / lloral o loro (Prunus lusitanica subsp. lusitanica), presente en la zona central de la sierra sobre areniscas ferruginosas muy antiguas, sin protección actual en nuestra comunidad.

Detalle de las hojas y flores en racimos colgantes de la lloru o lloral en la cuenca del reguero de la vega de Porciles.

Y que junto a otros elementos más conocidos entre nosotros como l’albornial / borrachinal o madroño (Arbutus unedo), l’arnéu / prezuera o aladierno (Rhamnus alaternus) o el lloréu / lloral o laurel (Laurus nobilis), son más propios de la flora lauroide que existió en la era Terciaria, hace 65 millones de años, y que sobrevivieron en determinadas “zonas refugio” cerca de la costa, como el Naranco, hasta nuestros días tras superar los largos periodos glaciares acontecidos durante el final del Pleistoceno en la tierra. Aún quedan preciosos ejemplares de albornial o borrachinal en algunas zonas del Naranco, como este ejemplar superviviente a una reciente tala de ocalitos acontecida en la cara sur próximo a Villamexil. El Naranco y su entorno, se encuentra ubicado biogeográficamente hablando, en el sector Ovetense, sector Galaíco-Asturiano de la subprovincia Cantabro-atlántica (provincia Atlántica-Europea, región Eurosiberiana, reino Holártico), caracterizado por un clima templado, oceánico, de precipitaciones moderadas y regulares e inviernos suaves con bajo riesgo de heladas o si estas se producen alguna vez, son escasas y débiles. Las condiciones biogeográficas y bioclimáticas que se dan en este territorio, unidas a la heterereogeneidad de los sustratos presentes en la sierra (básicos o eutrofos: calizas y dolomías, como ácidos u oligótrofos: areniscas ferruginosas), la altura sobre el nivel del mar a la que se alzan los mismos, orientación, así como los fuertes desniveles originados en algunas zonas (cota mínima: 80m, cota máxima: 637m) en tan sólo 3,5 km, contribuyen a la aparición de determinados pisos de vegetación que corresponden con los siguientes: 1. Piso termotemplado o termocolino: hasta los 100 msnm aprox. 2. Piso mesotemplado o colino: de los 100 a 700 msnm aprox Ambos pisos de vegetación se caracterizan por albergar determinadas formaciones vegetales, que en el caso de los bosques estos se distingue por su morfología foliar: bosques aciculiperennifolios dominados por árboles de hoja acicular como los texos o tejedas contituidos básicamente por texo o tejo (Taxus baccata); bosques planicaducifolios dominados por árboles y arbolinos de hoja caduca: carbayu o roble pedunculado (Quercus robur), castañal / castaño (Castanea sativa), bidul o abedul (Betula alba), faya o haya (Fagus sylvatica), ablanu o avellano (Corylus avellana), pláganu o falso plátano (Acer pseudoplátanus), pláganu montés o arce menor (A. campestre), fresnu o fresno (Fraxinus excelsior), espinera o majuelo (Crataegus monogyna), peruyal o peral silvestre (Pyrus pyraster), cornapuya o cornejo (Cornus sanguinea subsp. sanguinea), Sanxuanín o aligustre (Ligustrum vulgare), zangüeñu / xangonera o arraclan (Frangula dodonei), arceyal / alcafresna o sorbo silvestre (Sorbus torminalis), mostayal o mostajo (S. aria), xabú o saúco

(Sambucus nigra), államu / bela o álamo temblón (Populus tremula), salgueros o sauces (Salix atrocinerea, S. eleagnos subsp. angustifolia, S. triandra y S. caprea fundamentalmente), Blimales (Salix alba, S. fragilis) y umeros o alisos (Alnus glutinosa); bosques marcescentes dominados por árboles de hoja semicaduca como el rebollu / curcu o rebollo (Quercus pyrenaica) o caxigal / caxigu o quejigo (Quercus faginea subsp. faginea) y finalmente los bosques esclerófilos y planiperennifolios dominados por árboles de hoja siempre verde de consistencia dura como ardina / encina amarga (Quercus ilex subsp. ilex), ancina / encina dulce(Q. ilex subsp. ballota), carrascu o acebo (ilex aquifolium), lloréu, lloru, arnéu o borrachinal; si bien decir que por lo general los dos primeros dominan en las zonas más altas mientras que el tercer tipo domina en las zonas bajas. “Bosques” que por otro lado, y en la mayoría de los casos, nos sobreviven hasta hoy día solo a modo de algunos retazos de ellos, bien en forma de pequeñas manchas aisladas o rodales de muy poca extensión o especies aisladas entremezcladas con los cultivos forestales (llamados también bosques industriales), mayoritariamente estos de ocalitos o eucaliptos (Eucalyptus globulus), cuando no son las etapas de mayor o menor estado de degradación o regresión de estos bosques primigenios, las que dominan actualmente y de forma mayoritaria, las zonas deforestadas que ocupan una superficie aproximada del 40%, bien a modo de presencia arbustiva (árgomas / cotoyas o tojos Ulex europaeus, Ulex cantabricus; toxu moriscu / atoxu o abrojos Genista hispanica subsp. occidentalis) o de pastizal o prados de diente (Brachypodium spp., Holcus spp., Dactylis spp. Poa spp. Bromus spp., Lolium spp., etc.). Unos terrenos que a pesar de su estado actual, altamente degradado por la actividad humana desarrollada sobre ellos durante decenas de cientos de años, aún se puede apreciar en ellos su evolución natural hacia su estadio más maduro y natural o “climax”, el bosque autóctono (apenas ocupa el 15% aproximadamente de la superficie total del Naranco); a través de esos rodales que aún quedan esparcidos en zonas alejadas de la influencia humana, de difícil orografía, nos ha permitido y nos sirve aún posible recrear la reconstrucción de los bosques primigenios que un día poblaron las laderas de este magnífico y sagrado monte hasta principios del siglo XVII, antes de la industrialización. Se entiende como vegetación potencial por aquel terreno que colonizado por una determinada composición inicial de plantas (generalmente herbáceas), es capaz de albergar tras un largo período de tiempo de crecimiento, evolución y competencia de las especies que lo componen (sucesión vegetal), una etapa límite o madura denominada “climax”, en la cual las especies finalmente mejor adaptadas a las condiciones ambientales generadas se mantienen interactuando entre sí, sin variación cuantitativa y cualitativa significativa, y en donde, unas pocas especies, dominan claramente sobre las demás. Así, decir que si las condiciones climáticas y orográficas son lo suficientemente favorables, la evolución natural de un terreno es a formar con el tiempo un bosque. Si esto no se cumple, porque existe un algún factor ambiental, orográfico o antropogénico limitante que lo impide, la “climax” podría detenerse en un estadío intermedio de modo temporal o permanente, bien a modo de una formación vegetal “arbustiva” o simplemente una formación vegetal “herbácea” en el peor de los casos. En cualquiera de las situaciones, finalmente se forman siempre unos determinados “grupos vegetales”, organizados de manera jerárquica que denominamos asociaciones o comunidades vegetales, fácilmente identificables en el terreno y que constituyen para el profesional una eficaz herramienta de trabajo a la hora de poder de diseñar elaborar distintos estudios de campo o elaborar determinadas políticas agroambientales o forestales. Un bosque no es simplemente un conjunto de árboles, es todo un ecosistema vivo, maduro, perfectamente sincronizado, donde todos los elementos tanto bióticos como abióticos interactúan entre sí y de manera autorregulada, en función de la cantidad de energía que llega al sistema. Los bosques son sistemas pues donde sus individuos dominantes, los árboles, forman un estrato continuo capaz de reproducir a su vez bajo las copas de los mismos unas condiciones microambientales significativamente distintas (luz, temperatura, humedad y composición del suelo) de las del exterior que son generales para todos los seres vivos; y que por tanto son capaces de albergar en su interior unas condiciones de vida tanto animal como vegetales inferiores idóneas, exclusivas para cata tipo de bosque, es decir, que serán distintas al resto de las condiciones microambientales generadas por otros árboles capaces de agruparse entre si y constituir una formación boscosa u asociación vegetal. Según lo expuesto hasta ahora, y con los datos que tenemos en la actualidad tanto biogeográficos, como bioclimáticos, cabe distinguir en el entorno del Naranco los siguientes

tipos bosques potenciales y actuales. En cada uno de ellos se especifica, como es claro el nombre de de la asociación vegetal a la que pertenecen, llevando implícito en el nombre latino que se menciona las especies características que conforman la asociación vegetal (a excepción de los cultivos forestales, por no ser esta una formación natural).  Bosques aciculiperennifolios 1.

Texeos / Texedales o Tejedas (Carici sylvaticae-Fagetum silvaticae var. Taxus baccata). El texu o tejo (Taxus baccata), es un árbol umbrófilo y de crecimiento muy lento, de talla mediana. Se trata de una especie relictica, desde finales del Terciario, dominante en los periodos interglaciares del cuaternario y presente hoy en nuestro paisaje casi de forma testimonial por la progresiva competencia a la que fue y sigue estando negativamente afectada por la expansión de las demás especies arbóreas planicaducifolias y la presion ganadera. A pesar de que durante la era Terciaria se desarrollaron por toda la cornisa cantábrica desde el nivel del mar hasta el límite altitudinal del bosque extensos texeos o texedales, generalmente “ bosques abiertos”, junto a secuoyas y otras coníferas, hoy ha quedado relegado a enclaves geológicos casi extremos, como crestas o foces de naturaleza calcárea donde se hace dominante, sobre todo en zonas de abundante humedad ambiental gracias a la frecuente formación de bancos de niebla durante todo el año, otras veces mas comúnmente es encontrarlo como elemento aislado de diversos tipos de bosques incluso asociados al carrascu comportándose como indiferente edáfico. En las pocas ocasiones que se le puede observar formando manchas boscosas como es el caso que nos ocupa, su flora es muy pobre debido a la gran cantidad de sombra (como ocurre con los fayeos o hayedos con quienes comparte similares exigencias ecológicas), que generan sus copas que impide de tal manera el desarrollo de especies de mayores exigencias lumínicas (heliófilas), por lo que generalmente el sotobosque básicamente está formado por un pastizal continuo de Carex sylvática, asociado con algunos helechos como Dryopteris affinis y Polystichum setiferum, además de numerosas géofitos pertenecientes a la familia de las orquídeas y liliáceas, elementos florísticos, muchos de los cuales en el Naranco son elementos termófilos como Ruscus acuelatus, Smilax aspera, Rubia peregrina resultado de su antigua asociación con la Ardina o la Ancina, siendo pues hoy día ejemplo vivo de lo fue un bosque lauroide subtropical fresco y montano.

El texu es un árbol protegido por la legislación autonómica vigente, según Decreto 65/95 con la categoría “de interés especial” y que además goza de un “Plan de Manejo” por el cual se dictan normas que prohíben su explotación y se toman medidas para su conservación según Decreto 145/2001. Lugar de interés: Alto de La Vara-Pevidal  Bosques esclerófilos y planiperennifolios 2. Ardinales / Encinares cantábricos (Lauro nobilis-Quercetum ilicis) L’ardina o encina amarga (Quercus ilex subsp. Ilex), es un árbol propio de las formaciones boscosas costeras edafoxerófilas y termófilas que se da en toda la rasa costera caliza cantábrica y sierras prelitorales. Es un árbol que ha sobrevivido entre nosotros a las glaciaciones y por lo tanto es considerado un elemento florístico relíctico. Suele cruzarse fácilmente con ancina, el cual se introdujo de forma natural en nuestro territorio “a posteriori” desde zonas de la meseta castellana por los puertos de montaña, para formar un híbrido reproductivamente estable conocido como alguera (Q xgracilis), en franca expansión. Actualmente no quedan mas ejemplares adultos que los que existen en Priañes, en las estribaciones más occidentales de la sierra, junto al río Nora y los reintroducidos recientemente, quedando en todo caso algún que otro renuevo escaso y vigoroso fundamentalmente por la zona sur, en los crestones calizos. En cambio si existe bastante matorral de sustitución arbóreo de carácter lauroide, termófilo y relíctico como el lloréu, arneú, borrachinal o la presencia tan importante como el grezu, la cita más occidental que

se tiene hasta la fecha de su presencia en Asturias; como matorral arbustivo y herbáceo aparecen plantas termófilas, como sanxuanin, artu moriscu o zarzaparrilla (Smilax aspera), la yerba apegallíngua o raspalenguas (Rubia peregrina), ruscu o rusco (Ruscus aculeatus), etc…. L’ardina está protegida a nivel autonómico en el Decreto 65/95 con la categoría “de interés especial. Además goza de un “Plan de Manejo” según Decreto 146/2001 en el cual se prohíbe su explotación y se dictan normas para su conservación. Como formación vegetal los ardinales gozan de una protección a nivel europeo según el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario”. Lugares de interés: La Rodiella, Fabarín, Peña el Fuelle, Arnéu, Villamexil o en zónas próximas a la cumbre de La Miliciana (593m) y del Picu’l Paisanu o Campu de Los Xardines

Relícticos vestigios de Grezu u Olivu montés amenazados por el pastoreó y los incendios en La Rodiella. En su día formaron parte de los ardinales. 3. Lloréos / Lauredales (Hedero helicis-Lauretum nobilis) Normalmente el lloréu o laurel (Laurus nobilis) aparece salpicado o mezclado con otras especies en biotopos que le son propicios, así es frecuente encontrarlo junto a carbayos, ancinas, etc. También junto a formaciones de ribera como salgueros, umeros, si bien no llega a ocupar posiciones inmediatas al cauce del río pues huye de los suelos encharcados. Más infrecuente resulta ver al laurel formando masas o rodales casi puros, lloréos, cuando las condiciones son propicias para su formación aparecen entonces como bosquetes densos e impenetrables presentes en relieves casi esqueléticos y de naturaleza caliza. La formación boscosa se encuentra protegida a nivel a nivel europeo en el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario”. Lugares de interés: Naranco, Constante, La Cogolla-Fitoria, Axuyán, Quintana, La Peña  Bosques marcescentes 4. Rebollales cantábricos termófilos / Rebollares cantábricos (Lauro nobilis-Quercetum ilicis quercetosum pyrenaicae) Subasociación “nova” que se propone. Bosques marcescentes edafoxerófilos, relícticos y termófilos formados por rebollu / curcu o melojo (Quercus pyrenaica), acompañado de otras especies lauroides termófilas ya comentadas en los ardinales además de híbridos con el carbayu. Bosques muy castigados por los incendios y plantaciones de ocalitos que se desarrollan en zonas calizas del sur del Naranco. Los rebollares son una formación vegetal típicamente mediterránea, que a nivel europeo y en su amplia tipología, se encuentran protegidos según el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario”. Lugares de interés: Peña el Fuelle, Arnéu, La Quintá, El Rebollal 5. Rebollales orocantábricos pyrenaicae)

/

Rebollares

(Linario

triornithophorae-Quercetum

Bosques marcescentes formados por rebollu, castañal, peruyal, carbayu, híbridos con el carbayu y bidul fundamentalmente; siendo especies como pata de gallu / paxarinos (Linaria trionithophora), carquexia o carpaza (Halimiun lasianthum subsp. alyssoides), y la uz moural o brezo colorado (Erica australis subsp. aragonensis) las que aparecen como matorral acompañante en el sotobosque. Los rebollares son una formación vegetal típicamente mediterránea, que a nivel europeo y en su amplia tipología, se encuentran protegidos según el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario”.

Lugares de interés son: Porciles, El Montucu, El Rebollal, 6. Caxiguéos / caxigales / Quejigales rotundifoliae var. con Q. faginea)

(Cephalanthero

longifoliae-Quercetum

Son bosques formados por caxigal / caxigu o quejigo (Quercus faginea subsp. faginea); árbol marcescente que fué indiscriminadamente talado y ahogado por los ocalitos, hoy casi desaparecido, exterminado en la práctica totalidad del territorio, la última gran pérdida tuvo lugar en las proximidades de Casa Licos donde se quemaron dos viejos ejemplares ya maltrechos. El caxigu se encuentra protegido a nivel autonómico según el Decreto 65/95 con la categoría “de interes especial” y los caxigueos como formación boscosa se encuentran protegidos en el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario”. Lugar de interés: La Venta

Sorprendente hallazgo de este híbrido de caxigu con rebollu (Q. xneomarei, =Q. xnumantina) próximo a La Venta, en la parroquia de Brañes, lo que prueba la existencia remota de caxiguéos o caxigal en la zona sur del Naranco; probablemente el último superviviente de esta especie que se tiene constancia, donde peligra definitivamente su existencia.  Bosques planicaducifolios 7. Carbayeos oligótrofos / Carbayedas con abedules (Blechno spicanti-Quercetum roboris) Bosques mixtos planicaducifolios formados por el carbayu (Quercus robur). Son las formaciones arboladas más características del piso mesotemplado. Sin embargo, debido a su localización en áreas de gran interés agrícola, quedan escasísimos reductos bien conservados. La gran riqueza en especies arbóreas planicaducifolias como fresnu (Fraxinus excelsior), plágano (Acer pseudoplatanus), bidul (Betula celtiberica) o el milenario cultivo de la castañal (Castanea sativa) que crece en estos bosques, constituye su característica más notable, así como los estratos arbustivo, herbáceo y muscinal. Formación vegetal que en su amplia tipología se encuentra protegida nivel europeo en el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario” Lugares de interés: Les Cabañes, Folgueras, Axuyán, y los montes de La Meredal, Les Quemáes o Las Vilorteras. 8. Carbayeos termófilos / Carbayedas termófilas (Rusco acuelati-Quercetum roboris) Son rarísimos y de escasa distribución en general en Asturias. Son carbayeos que se dan en zonas bioclimáticas muy bajas, termotempladas, y destacan en ellos la presencia en su sotobosque de elementos termófilos como el ruscu así como otras herbáceas como l’artu moriscu y la apegallingua. Los carbayeos, son una formación vegetal que en su amplia tipología se encuentra protegida nivel européo en el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario” Lugares de interés: El Molinón, La Llavadera 9. Carbayéos eutrofos / Carbayedas con arces y fresnos (Polysticho setiferi-Fraxinetum excelsioris) Son bosques formados fundamentalmente por carbayos, frecuentemente acompañados en sus estadíos juveniles (prebosques) por fresnos, pláganos, fayas y ablanos. Están escasamente representados, pues se localizan en las zonas bajas norteñas u occidentales influenciadas por los húmedos vientos procedentes del cantábrico; actualmente se encuentran la mayor parte extinguidas por la actividad

industrial existente en las canteras hoy activas. Formación vegetal que en su amplia tipología se encuentra protegida nivel européo en el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario” Lugares de interés: Monte La Meredal, El Fayéu, Cantu Los Corralones, Folqueras, Quintana, Axuyán y Rodiella-La Vega. 10. Ablanéos / Avellanedas La situación que con más frecuencia podemos ver l’ablanu o avellano (Corylus avellana) es asociado de manera aislada a bosques húmedos desarrollados sobre suelos profundos y frescos, como los fayéos y carbayéos tanto sobre terrenos ácidos como básicos. En cambio los ablaneos propiamente dichos se forman bajo condiciones ambientales suficientemente húmedas, pero con escasez de suelo, lo cual favorece que el ablanu no sólo pueda aparecer aislado sino originar formaciones monoespecíficas o prebosques como las de otras especies arbóreas, con las cuales compite en estas condiciones de forma eficaz dominando finalmente en la comunidad vegetal cuando la orografía del terreno es lo suficientemente compleja o se encuentra muy erosionada con escaso acúmulo de materia orgánica. En estos casos se trataría de bosquetes, generalmente no muy extensos y de densidad variable que ocuparían las zonas de valles encajados en distintas zonas del Naranco. Así cabe distinguir dos tipos: 8a. Ablaneos caliares (Omphalodo nitidae-Coryletum avellanae) Estos bosquetes son más frecuentes en el oriente asturiano donde predomina el sustrato calizo. En el Naranco existe aún una significativa presencia de ellos, debido a que este es el material predominante. Junto l’ablanu, estan presentes otras especies de porte arbóreo u arbustivo tales como el carrascu o acebo (Ilex aquifolium) protegido en la legislación autonómica vigente, según Decreto 65/95 con la categoría “de interes especial” y que además goza de un “Plan de Manejo” por los cuales se dictan normas para su conservación según Decreto 147/2001 y texos respectivamente; tambien les acompañan espineras, algun carbayu y faya. El sotobosque de estos ablanéos, debido a la naturaleza del sustrato calizo, muy permeable y pedregoso, unido a la densa sombra que generan sus copas, hace que a pesar de presentarse en zonas frescas, abunden un elenco limitado de plantas más úmbrófilas como Omphalodes nitida, la mercurial (Mercurialis perennis), el acebún (Daphne laureola), el pitallón (Helleborus foetidus), etc; aparte del numeroso estrato muscinal y helechos (Dryopteris filix-mas, Polypodium cambricum, Athyrium filix-femina, Polystichum setiferum) principalmente. Solo en la orla de los mismos donde la luz es más abundante, y por la altitud donde se dan, es posible encontrar abundantes elementos termófilos lianóides como la yerba apegallingua o l’artu moriscu. Lugares de interés: La Rodiella-La Vega, Porciles, Fitoria, Los Llosicos, El Fayéu , La Ería de San Andrés, Cueva del Agua, y Monte’l Oscuro 8b. Ablaneos silicícolas (Luzula enriquesii-Fagetum coryletosum avellanae) Siendo relativamente frecuentes en el occidente asturiano en el centro y oriente son raras estas formaciones al no predominar el sustrato silíceo en estas zonas, de ahí su importancia que debería considerarse su presencia en el Naranco. Junto l’ablanu crecen otras especies silicícolas como el rebollu y la peruyal alguna faya (de reciente reintroducción) y elementos florísticos relícticos como el carrasco, texu, ruscu o la lloral o Loro (Prunus lusitanica). Tambien es importante la presencia de la salguera prieta (Salix atrocinerea), mientras que en el estrato herbáceo destaca la presencia de herbáceas umbrófilas o nemorales como la Lluzula (Luzula sylvatica), anémona (Anemona nemorosa), l’arandanal (Vaccinium myrtillus), el yerbu prietu (Helleborus viridis subsp. occidentales), y helechos como la folecha (Blechnum spicant), Dryopteris affinis, felechu hembra (Athyrium filix-femina) o Cystopteris fragilis, estando este último representado en las fisuras de las

rocas más expuestas a zonas umbrosas y permanentemente humedecidas por las salpicaduras del agua procedente de surgencias y cascadas. Lugar de interés: Vega de Porciles, 11. Umerales orientales / Alisedas ribereñas orientales (Hyperico androsaemi-Alnetum glutinosae) La vegetación de las riberas se configura como una banda contínua que acompaña al cauce del río Nora y sus regueros tributarios que descienden desde el Naranco, constituyendo los llamados “bosques de galerías”, siendo l’umeru o aliso (Alnus glutinosa), el árbol dominante en el tramo medio de los ríos y especialmente adaptado pues los suelos están más estabilizados al predominar más el proceso de sedimentación que el de la erosión. El dosel que generan sus copas es propicio para las formaciones umbrosas propias de ambientes nemorales como pláganos, fresnos, ablanos, cerezal (Prunus avium), llameras (Ulmus glabra), lloru / lloru o Loro (Prunus lusitanica) y salgueros. El sotobosque es muy variable dependiendo de las condiciones de iluminación que le llegan. En situaciones de abundante umbrosidad incluso aparecen lilílaceas como el fragante Ayu d’sosu (Allium sativum) o el hermosísimo Martagón (Lilium martagon). Entre los integrantes del estrato arbustivo, destaca la importancia que alcanzan muchas rosáceas como los géneros Crataegus spp., Rosa spp., o Rubus spp. o matas nemorales termófilas y relícticas como fueya’l francu o zubón (Hypericum androsaemun). Estos desempeñan un importante papel en la sucesión vegetal, dominando con frecuencia las primeras etapas de sustitución cuando estrato arbóreo es eliminado. También es importante señalar el papel que ejercen las plantas trepadoras. Su diversidad y desarrollo es superior al que alcanzan en los bosques climácicos del entorno de la ribera, a causa de las condiciones ambientales tan favorables que disfrutan. Así, las principales familias de lianas presentes en nuestras riberas son la relícticas y termófilas mariselva o madreselva (Lonicera periclynemun), el bilortu o la hierba de los pordioseros (Clematis vitalba), la yedra o hiedra (Hedera helix). Formación vegetal que goza de protección nivel européo en el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés prioritario”. Reseñar por último la lamentable pérdida en este ecosistema del entexil roxu o helecho real (Culcita macrocarpa), protegido por la legislación autonómica vigente, según Decreto 65/95 con la categoría “de interés especial” y recogido a nivel europeo en el Anexo II de la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “especie de interés comunitario” en línea tristemente continuista a la ya acontecida desaparición del lugar que ocupa actualmente el “Parque del Oeste” a los pies del Naranco ya en la zona “urbana” de Uviéu. Lugares de interés: El Molinón, La Rodiella, La Vega, La Venta, Fuente Los Pastores. 12. Umerales llamargosos / Alisedas pantanosas (Carici lusitanicae-Alnetum glutinosae) Bosques formados por bidules, salgueras, llamera menor o negrillo (Ulmus minor) y zangüeños o xangoneras, además del umeru. El mayor grado de encharcamiento hace que se incremente el número de plantas acuáticas propias de los cañaberales: el nabo del diablo (Oenanthe crocata), el lliriu mariellu (Iris pseudocarus), la menta acuática (Mentha aquatica), la hierba centella (Caltha palustris); ciperaceas como Carex lusitanica, Scirpus lacustris; Juncaceas como Juncus maritimus, J. conglomeratus; gramineas como el carrizo común (Phragmites communis), la espadaña (Typha latifolia). Formación vegetal protegida a nivel européo en el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés prioritario”. Lugar de interés: El Molinón, Porciles  Cultivos forestales o Bosques industriales

El Naranco posee grandes extensiones de los mismos. De las 4.200 Ha. que suponen su territorio, en los últimos sesenta años el cultivo maderero por excelencia de mayor extensión es el del ocalitu (Eucalyptus globulus), ocupando este una superficie total discontinua de aproximadamente unas 1.250 Ha., casi el 30% aproximadamente de la superficie total del territorio. Mayoritariamente se encuentra dominando desde la franja suroriental a la nororiental de la Sierra, entre Constante, Cuyences, Los Matones, Poyana, La Comuña Los Trapones y Picos Secos (508m), y la franja suroccidental y occidental que va desde El Boo, Llubrió, El Rebollal hasta La Venta; reseñando otras manchas dispersas de mucha menor entidad, como las de Santa Olaya, Folgueras, Obrís, Ules, El Concorníu, La Berruga (535m), Picos Secos (568m), Fuente Los Pastores-Peña’l Fuelle-Arnéu, El Campamento o las proximidades a la cumbre del Picu’l Paisanu. Otras especies maderables reintroducidas con una beneficiosa repercusión para la flora y fauna, son las antiguas repoblaciones efectuadas con castañal (Castanea sativa), que aún quedan como en Les Quemaes, Guindalorio, El Candanu, Les Cabañes, La Manzanal, Santa Olaya o Llubrió y El Contriz-Ules), formación vegetal que se encuentra protegida nivel européo en el Anexo I en la Directiva 92/43/CEE Hábitats como “de interés comunitario”. En las riberas de los ríos se cultivan diferentes especies de chopos (Populus nigra, P. deltoides, P. xcanadensis.), pládanos o plátanos de sombra (Platanus hispanica) o chopos blancos (Populus alba), que con frecuencia aparecen naturalizados formando parte de los umerales en la cuenca del rio Nora. A continuación le siguen las recientes repoblaciones efectuadas con carbayu americanu o roble americano (Quercus rubra), así como la naturalización de ciertas especies ornamentales exóticas tambien de naturaleza invasora como la alcacia o falsa acacia (Robinia pseudoacacia) que compite con nuetro carbayu. Finalmente y menor cuantía se encuentran de manera casi testimonial la repoblación efectuada con el ciprés falso o tuya (Chamaecyparis lawsoniana) y ciprés (Cupressus sempervirens) realizada en el Colláu Linares para la primera especie o en el Campu La Vara (607m) para la segunda especie y de manera aún más dispersa aún, algunos ejemplares de abeto coloráu o abeto rojo (Picea abies), pinu americanu o pino de Monterrey (Pinus radiata), y pinu gallegu (Pinus pinaster) o mimosal (Acacia dealbata), todas ellas de pequeña y escasa repercusión en el conjunto del paisaje forestal.

A vueltas con l’ocalitu Los efectos ecológicos que pueden traer consigo la introducción de una nueva especie en un medio natural, pueden acarrear consecuencias negativas (introducción de nuevas plagas y enfermedades, contaminación genética: hibridaciones y debilitamiento de la especie natural, etc) o positivas (protección del suelo, nicho ecológico, comestibilidad de sus frutos, etc), dependiendo del grado de integración que tenga esa especie en el medio y el grado de tolerancia o permisividad del resto de las especies tanto de flora como de fauna ante la intrusión de una nueva. Así tenemos que una misma especie alóctona como l’ocalito que plantado sobre suelos llanos y semiáridos, el papel que juega en el medio no es negativo sino indiferente (RUIZ DE LA TORRE, J.,1971), o que incluso que considerando aspectos como la biodiversidad, esta es superior a la de los pinares y solo ligeramente inferior a la de los encinares (DOMINGUEZ DE JUAN, M. T. ,1987). En efecto según BARA TEMES, S et al. (1985), dice que “el ocalito no es incompatible con ninguna especie autóctona en los montes gallegos”, y que aun reconociendo que de las grandes masas de eucaliptos “se acumulan cantidades importantes de restos que se descomponen con lentitud” no obstante se observa que “las frondosas se regeneran bien en el ocalital…, lo que parece indicar que no hay degradación notable del medio”. Asimismo, constata que “cuando existe mezcla de frondosas entre el ocalital, la descomposición de la hojarasca y otros restos del eucalipto parece que tiene lugar con mayor rapidez que cuando se trata solo de restos de eucalipto”. Por otra parte, en cuanto al consumo elevado de agua que precisan estas especies para poder desarrollar su gran envergadura y realizar unas producciones de biomasa considerables en tan poco período de tiempo (10-30 m3/ha/año en turnos de 10-15 años), es incuestionable, sencillamente lo que ocurre es que las demás especies no

aprovechan toda el agua disponible en el suelo y esta se pierde a niveles inferiores hasta los alcanzar el nivel freático por donde circulan los acuíferos. Pero, solo en aquellas zonas donde exista una regularidad en la cuantía de precipitaciones a lo largo del año (como las existentes en las zonas costeras asturianas), puesto que en caso contrario el agua no sobraría en ningún de los casos, y por tanto no alimentaría a esos acuíferos. De ahí que se le atribuya la creencia popular de que l’ocalitu seca las fuentes. Por otra parte en zonas susceptibles de movimientos de tierras (argayos) debido a su rápido crecimiento y siempre junto a frondosas también de rápido crecimiento como el bidul de denso y resistente sistema radicular, puede tener una función particularmente favorable. En cualquier caso y dejando aparte los aspectos climáticos que hay que considerar en cuanto a su ubicación en el terreno, debemos tener en cuenta que dada la enorme longitud y capacidad de penetración de sus raíces, debe evitarse la plantación de ocalitos en las proximidades de las fuentes y otros sistemas de almacenamientos subterráneos de agua a donde puedan llegar sus raíces. Por ello a la hora de realizar repoblaciones forestales con estas especies es recomendable la realización de plantaciones poco densas, es decir , espaciadas, de tal manera, que la luz penetren en la masa y permita el desarrollo de la vegetación autóctona (la mal llamada “maleza”), además con ello serviría, en contra de la creencia popular, de pantalla contra la posible propagación rápida del fuego si este se originase en su interior. Como colofón a este comentario sobre estas plantaciones, decir que puede ser lógico pensar que la utilización de especies alóctonas de gran crecimiento y producción en condiciones ambientales poco exigentes y que si bien la necesidad de papel o de fibras vegetales fue y sigue siendo una de las necesidades que han impulsado a la humanidad a lo largo de la Historia a utilizar el bosque para su beneficio propio o en aras de su pervivencia colectiva, decir también que ello ha contribuido a modificar el paisaje vegetal de nuestro territorio, a veces de manera irreversible: arrasando grandes masas de bosques primigenios, sin valorar (porque conocimiento de ello se carecía), las negativas consecuencias ecológicas que ello acarrearía con el tiempo. Si bien es verdad que con los conocimientos que poseemos en la actualidad sobre la dinámica del medio natural, no se pueden consentir los mismos errores de entonces, de cuya ignorancia si podía haber sido su única excusa. Pero también nos debemos plantear que si es necesario papel, fibras textiles artificiales y la madera es cada vez una materia prima cada vez más escasa y codiciada, parecerá lógico pensar el que los hombres nos planteemos el problema de la gestión productiva de los bosques, que consideremos el empleo de especies más aptas para la producción de la biomasa necesaria para cubrir las demandas en materia prima que nos exige la sociedad, como es el caso del ocalitu, pero que nos hagan reflexionar en que debe haber un equilibrio entre gestión productiva y gestión protectora de los bosques para no romper el equilibrio ecológico del cual dependemos todos los seres vivos, incluso el Homo sapiens.

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