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GUÍA DE LECTURA
Amor de perdición Camilo Castelo Branco
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GUÍA DE LECTURA Sinopsis Esta es una de las novelas más importantes de Castelo y fue escrita durante su permanecía en la cárcel de oporto, mientras curaba su acusación de adulterio. Fue publicada en 1862 y su tema central se basa en la lamentable historia de amor de un tío suyo llamado Antonio Botello, quien también tenía antecedentes en el registro de prisión. Constituye, también el relato, una reedición sobre la tragedia de los amantes de Verona. Don Tadeo de Alburquerque desea que su hija Teresa se case con su sobrino, Baltasar Continho, pero ella está enamorada de Simón Botello cuyo padre, domingo, es sumamente odiado por el padre de la muchacha, ella consigue entrevistarse con su amado clandestinamente, rechazando rotundamente los cortejos que entre su padre y su primo planean para ella, un buen día es sorprendida por su padre en uno de esos amorosos encuentros con simón y es castigada encerrándola en un convento. Baltasar mientras tanto, ordena a sus criados tenderle una celada a Simón con el objeto de asesinarle; pero la puntual asistencia de Juan de la Cruz, un herrero ayudado por domingo años antes, logra que aquel suceso no se convierta en una tragedia mayor, durante su convalecencia a Simón le son prodigados grandes cuidados por parte de Marian, la hija del herrero quien poco a poco se va enamorando de su protegido, ella reemplaza a su padre y con gran devoción y desinterés se dedica a cuidar de Simón. Juan, por su parte, desaprueba los amores del joven. Teresa busca la manera de avisar a Simón sobre su entrada en un convento y sobre la intromisión constante de su primo. Cuando la muchacha está siendo llevada de su casa, aparece Simón, a quien Baltasar desafía; al final de una corta lucha este ultimo cae muerto. La fatalidad hace de las suyas; Simón se entrega y es condenado a muerte, mientras Teresa, abatida, permanece en el convento, y Mariana ofrece a Simón el consuelo que la compañía dispensa, aunque ya su amor sea tan desesperanzado. El padre de Simón, finalmente logra que a su hijo se le conmute la pena de muerte por la del destierro. Enterada Teresa se aferra las rejas de su “celda” el día en que el barco zarpa y desde allí, con ademán agitado, se despide para siempre de su gran amor, y después vencida por el dolor, convulsiona y muere, “al menos morir es olvidar” más adelante, a bordo de la nave, Mariana asiste a Simón quien yace al igual que su amada, moribundo, de dolor, Mariana le da el único beso, después que él ha muerto lanza su cadáver por la borda. Esta obra fue considerada por Unamuno como uno de los libros fundamentales de la literatura peninsular, y preferido por él, en cuanto eterno modelo de obras de pasión, a Manon Lescaut de Prevost. Castello mereció el titulo “maestro de la lengua portuguesa” dado por sus contemporáneos, por su estilo impecable y por la riqueza de su vocabulario.
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GUÍA DE LECTURA El autor Nacido de una relación extramatrimonial, muy pronto se quedó huérfano de padre y madre. Su educación corrió entonces a cargo de parientes más o menos próximos. En la adolescencia se formó leyendo a los clásicos portugueses y latinos. A los dieciséis años se casó con Joaquina Pereira a quien pronto olvidó y con la que tuvo una hija que murió a los cinco años. Empezó a estudiar Medicina, pero no acabó la carrera. Cuando todavía no había enviudado de aquella, en Vila Real raptó a una joven huérfana de quien tuvo otra hija y a la que también abandonó. A lo largo de su vida se sucedieron amores tumultuosos con Patricia Emilia e Isabel Cándida, entre otras. En 1848 inició su carrera literaria al establecerse en la ciudad de Oporto, donde frecuentaba la tertulia del café Guichard junto con algunas promesas de la generación romántica. En esta época, mientras hacía una vida bohemia, escribió sus sátiras anticalabristas y sus primeras novelas publicadas en forma de folletín en los periódicos Eco popular y en Nacional. Su vida personal siguió, entonces, por un camino de peripecias e intrigas hasta que se enamoró locamente de Ana Plácido. Se dice que sucumbió a una crisis mística cuando ella decidió casarse con Pinheiro Alves, un brasileño que más tarde le serviría de inspiración en algunas novelas, y por esta razón frecuentó el seminario de Oporto (desde 1850 a 1852). Ya famoso en el panorama literario portugués, volvió a protagonizar un escándalo cuando Ana Plácido abandonó a su marido para vivir con él en Lisboa. A partir de ahora, la vida y la obra de Camilo maduran por las penalidades: persecuciones, graves problemas económicos y la prisión después de ser los dos juzgados por adulterio. Camilo entró en prisión el 1 de octubre de 1860 y salió el 16 de octubre de 1861. Una vez absueltos, Camilo y Ana viven juntos y ella será fuente de inspiración de algunas de sus novelas (se llamará Enriqueta en Poesía o dinero, Raquel en Años de prosa, Adriana en En el buen Jesús del Monte o Leonor en La novela de un hombre rico). Camilo tendrá que escribir a un ritmo trepidante debido a graves problemas económicos que no acaban. En 1862 regresa a Lisboa. En 1864 se traslada a la casa de S. Miguel de Ceide del que fuera marido de Ana, que ya había muerto. Aquí escribirá lo mejor de su obra, aunque desgraciadamente, no encontrará tampoco la tranquilidad ni la paz. En 1868 su hijo Jorge enferma y ya no se recuperará nunca de sus graves problemas mentales. En 1878 sufre un accidente en un tren y como consecuencia de eso queda dañado en la vista. Otros disgustos como la muerte de una nieta de tres años o la irresponsabilidad de su hijo mayor lo llevan a la desesperación. Camilo sigue escribiendo, sus amigos intentan ayudarle y le preparan homenajes. En 1885 se le da el título de Vizconde de Correia Botelho. El 9 de marzo de 1888 se casa con Ana Plácido. Camilo pasa hasta los últimos años da su vida al lado de ella, sin encontrar la estabilidad emocional que ansiaba. Tiene dificultades financieras, y se le reconocerá públicamente como escritor, de modo que en 1889 se le concede una pensión anual de 1.000$000 réis, pero nada le proporciona sosiego ni encuentra la estabilidad. Los hijos le dan enormes preocupaciones: considera a Nuno un irresponsable, y Jorge sufre una dolencia mental. Club de lectura Extramuros
GUÍA DE LECTURA En 1890, desesperado por la confirmación de un oftalmólogo de que su progresiva ceguera no tiene cura, se dispara en la sien derecha, a las 15h, y muere a las dos horas en su casa de S. Miguel de Ceide. La muerte de Camilo Castelo Branco causó una consternación general y la prensa, unánime al lamentar su muerte, publicó numerosos artículos donde se le ensalzaba como escritor. Amor de perdición 1861, acaso su obra más perfecta, es la más famosa y la que mejor representa el romanticismo portugués del siglo XIX, según reconocía ya Unamuno en Por tierras de Portugal y España. En ella, la pasión se impone a la razón. La novela contiene todos los elementos característicos del ideal romántico: el amor fatal y trágico que acaba llevando a la muerte, el auto castigo impuesto por los mismos protagonistas o la muerte como fin único y absoluto. Como en Romeo y Julieta, Simón Botello y Teresa de Albuquerque (verdaderos héroes en conflicto con la sociedad) son dos vecinos que se enamoran y se ven en secreto porque pertenecen a familias enemistadas que harán todo lo posible por evitar la unión. Amor de salvación, de dos años más tarde, vuelve sobre ese tema pero con un tono más indirecto y con cierto humor. Contexto social En 1856 Portugal apenas superaba la contingencia sanitaria propiciada por una epidemia de cólera iniciada en 1853. En el resto de Europa, pero principalmente en Inglaterra y Alemania, comenzaban a organizarse los movimientos obreros que posteriormente darían origen a los partidos políticos laboristas, algunos de corte socialdemócrata y otros más canteados hacia el comunismo tan activamente promovido por Carlos Marx y Federico Engels por aquellos días. En Francia, Napoleón III instauraba el Segundo Imperio cuya influencia se hizo sentir incluso allende el Atlántico, como lo pudieron constatar los ecuatorianos con su idea de un Protectorado tutelado por el Imperio Francés y desde luego, algunos años más tarde los mexicanos con la invasión del ejército imperial. En el ámbito literario la denominada revolución romanticista, que por increíble que parezca fue iniciada por los alemanes (creadores del idealismo y de la versión más acabada del racionalismo ilustrado con Kant y Hegel a la cabeza) y los ingleses impulsores del empirismo y el pragmatismo en las obras de Hume y Pierce, era reemplazada por el realismo impulsado por los escritores españoles y franceses. En ese contexto, aunque ignoro la fecha precisa, fue en el cual se conocieron Camilo Castelo Branco, entonces incipiente escritor portugués avecindado en Oporto, y Ana Augusta Vieira Plácido, una mujer que fue a Castelo Branco lo que Bettina Von Armin a Goethe, una especie de fan empedernida, aprendiz de escritora inteligente y lúcida, aunque a diferencia de Bettina, bastante fea. Su relación, al igual que las de los personajes de las novelas de Castelo, o quizá inspiradas en ella, fue tormentosa, prohibida, perseguida y estigmatizada. Cuando se conocieron, en aquel lejano 1856, ella tenía cinco años de matrimonio arreglado por su padre con un comerciante emigrado de Brasil, razón por la cual en 1860 fueron acusados por adulterio y Castelo, de 35 años entonces, condenado a un año de prisión al cabo del cual continuó su relación con ella pese a que seguía Club de lectura Extramuros
GUÍA DE LECTURA formalmente casada con Manuel Pinheiro, quien fallecería dos años después en 1863. Un año antes, y en medio de las calamidades que afrontaba su relación marcada por el rechazo moral de la sociedad portuguesa de entonces, Camilo había publicado “Amor de perdición”. Una historia hecha con todos los rigores que dictaba el canon romanticista del que él fue uno de los últimos exponentes y que había sido escrita precisamente durante su reclusión en la cárcel de Oporto. Esta obra aborda la historia de Simón Botello y Teresa de Albuquerque, dos jóvenes presuntamente enamorados que, como lo indica el nombre de la novela, son llevados a la perdición por causa de un sentimiento o cúmulo de sentimientos confusos que, si las circunstancias y tribulaciones que tuvieron que afrontar les hubiesen permitido detenerse un momento a analizarlos, tal vez habrían concluido que ni siquiera podían ser llamados “Amor” y que todo lo que padecieron, incluida la muerte y el destierro, no era necesario ante el tamaño de esa trivialidad.
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