HISTORIA DE ESPAÑA 2º DE BACHILLERATO PREHISTORIA, EDAD ANTIGUA Y EDAD MEDIA (Apuntes de síntesis de los temas 2 a 4 del temario) 1

HISTORIA DE ESPAÑA – 2º DE BACHILLERATO PREHISTORIA, EDAD ANTIGUA Y EDAD MEDIA (Apuntes de síntesis de los temas 2 a 4 del temario)1 2. LA PREHISTOR

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HISTORIA DE ESPAÑA – 2º DE BACHILLERATO

PREHISTORIA, EDAD ANTIGUA Y EDAD MEDIA (Apuntes de síntesis de los temas 2 a 4 del temario)1

2. LA PREHISTORIA Y LA EDAD ANTIGUA. 2.1. El proceso de hominización en la Península Ibérica: nuevos hallazgos. Se entiende por “hominización” el proceso evolutivo por el que los antepasados de los humanos se separaron de los simios hasta dar lugar al Homo sapiens. Los restos de seres humanos más antiguos localizados en Europa se hallan en Atapuerca (Burgos), y pertenecen al Homo antecessor, con una antigüedad en torno a 1 millón de años, posible descendiente del Homo Erectus asiático y que se extendió por Europa protagonizando la cultura de los cantos tallados. En fecha posterior, hace en torno a medio millón de años, se extiende por Europa una nueva especie del género homo, descendiente del Homo ergaster africano, el Homo heidelbergensis, cuyos restos más destacados hallados en la Península corresponden también a la Sierra de Atapuerca, en la llamada Sima de los Huesos, datados en 400.000 años. Su industria lítica corresponde a la tecnología achelense, siendo yacimientos importantes de este homínido los encontrados en las terrazas de los principales ríos. Hace 100.000 años ya vivía en la Península el Homo neanderthalensis, que se caracterizó por el uso de pequeños instrumentos líticos realizados con técnica lavallois (Cova Negra, Morín,…). El yacimiento neandertal más destacado en la Península es el de la Cueva de El Sidrón (Asturias), fechada en 43.000 años. Finalmente, ya en el Paleolítico Superior (30000–8000 a.C.) ocupó la Península el Homo sapiens, que desarrolló importantes avances técnicos (magdaleniense) y protagonizó las primeras grandes manifestaciones artísticas de la Prehistoria (Cuevas de Altamira, el Castillo, Parpalló,…). 2.2. Los pueblos prerromanos. Colonizaciones históricas: fenicios, griegos y cartagineses. Tras el Bronce Final y la I Edad del Hierro, con culturas destacadas como la de los campos de urnas, la de los castros, Cogotas I, la cultura talayótica o Tartessos, se desarrolla en la Península la II Edad del Hierro. Durante el I milenio a.C. convivieron en la Península íberos y celtas, muy diferenciados entre sí. Los íberos habitaban en la cornisa mediterránea, recibiendo una gran influencia de los pueblos colonizadores (fenicios y griegos). Se caracterizaban por una economía agrícola y ganadera, destacando la minería, la industria textil y el comercio. La sociedad ibera estaba muy jerarquizada y no existía unidad política entre los diferentes pueblos. Vivían en núcleos urbanos y tenían un arte muy desarrollado. En las cornisas cantábrica y atlántica de la Península se asentaron los pueblos celtas. Sus actividades económicas principales fueron la ganadería y a la metalurgia, siendo muy destacada su orfebrería. Se asentaban en castros emplazados en lo alto de colinas o cerros para favorecer la defensa. Tenían gran relación con los pueblos indoeuropeos y su cultura. El centro peninsular, por su parte, estaba ocupado por los celtíberos, grupos fundamentalmente de pastores nómadas, con rasgos culturales tanto de los pueblo iberos como de los celtas. El primero de los pueblos colonizadores fueron los fenicios, que llegaron a la Península movidos por su interés comercial y económico en torno al siglo IX a.C.; fundaron diversas pesquerías y 1

Los epígrafes de cada apartado corresponden a los epígrafes del programa de formulación de los temas en la PAU elaborado por la Comisión de la Materia siguiendo las indicaciones de la Comisión Organizadora de la PAU según el temario oficial de la asignatura (Decreto 67/2008 de 19 de junio, BOCM de 27 de junio). Se puede consultar el documento en: http://www.uah.es/acceso_informacion_academica/primero_segundo_ciclo/acceso/selectividad/documentos/orientacion es/Ort_503.pdf Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 2 a 4 – pág. 1/8

centros de salazón, y comerciaron con los pueblos indígenas peninsulares. Son fundaciones fenicias Gadir (Cádiz, s. IX a.C.), Malaka (Málaga) o Sexi (Almuñecar), entre otras ciudades en la zona costera de la actual Andalucía. Su influencia cultural marcó la aparición de ciudades indígenas, la difusión de diversas técnicas metalúrgicas y el desarrollo de la escritura en la Península. La llegada de los griegos en el siglo VII a.C. tuvo similares motivaciones, asentándose principalmente en la costa mediterránea, siendo alguna de sus fundaciones las ciudades de Emporion (Ampurias), Hemeroskopeion (Denia) o Akra Leuke (Alicante). Su influencia cultural fue enorme, sobre todo entre los pueblos iberos, destacando, por ejemplo, el inicio en la Península de la acuñación de moneda. El último de los pueblos colonizadores fue el cartaginés que reactivaron las antiguas colonias fenicias y fundaron otras, como Ebussus (Ibiza, 654 a.C.) o Cartago Nova (Cartagena, 226 a.C.). El final de su influencia en la Península se enmarca en las luchas que mantuvieron con Roma durante la II Guerra Púnica. 2.3. Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica. Prácticamente de forma paralela a la conquista romana de la Península (218–19 a.C.), se desarrolla la difusión de la cultura y del modo de vida latinos. El motor fundamental de este proceso de integración de los pueblos aborígenes en la cultura y forma de vida romanas, conocido como romanización, fue la lengua latina, que muy pronto fue hablada por todos los habitantes de Hispania, y de la cual derivan las lenguas actuales de la Península, excepto el euskera. Toda Hispania sufrió una fuerte romanización, excepto las zonas montañosas del norte donde fue más débil. También es muy importante el derecho romano, base del desarrollo del derecho del mundo occidental, y la integración de Hispania en los modelos social y administrativo municipal romanos. Igualmente, la religión romana, principalmente el culto al emperador, fue un factor destacado de identificación cultural. Asimismo, Roma extiende por Hispania cultos de origen oriental y, principalmente, el cristianismo, que será de vital importancia en el proceso romanizador en época imperial. Un destacado factor que favoreció este proceso romanizador fue la gran labor constructora romana, que crearon un complejo sistema de comunicaciones (calzadas, puentes,…) que unía todo el territorio. Esta romanización se debió, primeramente, a la actuación del ejército romano, que tendrá un papel fundamental en la expansión de la cultura romana, como fue el caso de la Legio VII Gemina, considerada como el primer foco difusor del cristianismo en la Península. 2.4. Las invasiones bárbaras. La monarquía visigoda: instituciones y cultura. A lo largo del siglo IV, Roma fue recibiendo emigrantes bárbaros, pero al comienzo del siglo V fueron pueblos enteros los que penetraron en el Imperio. Venían huyendo, empujados por pueblos de las estepas del Asia Central (los hunos). A Hispania llegaron los suevos que, tras pasar los Pirineos en el año 409, se establecieron en el noroeste de la Península; los alanos, que se dispersaron por la Península; y los vándalos (vándalos silingos y vándalos asdingos), los más brutales de los tres, entraron por los Pirineos y salieron por Gibraltar. En el año 415, llegaron los visigodos, pueblo federado de Roma, con el objetivo de proteger el territorio de Hispania y expulsar a los bárbaros asentados en él. Ante la debilidad de Roma y empujados por los francos de la Galia, penetraron definitivamente en la Península, estableciendo su reino con capital en Toledo. La monarquía visigoda se caracteriza por ser muy débil, debido a su carácter electivo, motivo por el cual había muchas disputas internas. Los reyes se apoyaron en las familias nobles para gobernar, el llamado “officium palatinum”, las tareas propias de la administración del reino. La capital del reino hispanovisigodo fue Toledo, ciudad en la que se celebraban los “concilios”. Éstos y el Aula Regia eran las principales instituciones visigodas. El Aula Regia estaba compuesta por los nobles, el rey y sus colaboradores; su función era meramente consultiva. En cuanto a los Concilios, Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 2 a 4 – pág. 2/8

tenían un carácter eclesiástico, aunque era el rey quien los presidía y en los que, no obstante, se tomaban un gran número de decisiones políticas de gran importancia. Por ejemplo, en el III Concilio de Toledo, se produce la abjuración del arrianismo del rey Recaredo, seguido por la élite visigoda, y su conversión al catolicismo, lo que no sólo tiene implicaciones religiosas o ideológicas, sino también políticas ya que significó la unificación social de la población en Hispania. Por último, la cultura visigoda presenta dos rasgos característicos: supone la continuidad de la cultura hispanorromana –adoptaron el latín como lengua propia– y es una cultura básica religiosa, dominada y controlada por la Iglesia. El autor más representativo fue San Isidoro de Sevilla (c. 560636); su obra más conocida es Las Etimologías, monumental enciclopedia que refleja la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII y en la que se recogen y sistematizan todos los ámbitos del saber de la época. Destaca también la figura de San Leandro creador de una escuela en Sevilla para la enseñanza del trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía). En la sociedad visigoda tenía gran importancia la artesanía, siendo grandes fabricantes de broches, hebillas y objetos de adorno. La arquitectura visigoda fue una de las más avanzadas de su tiempo. Se utilizaba la piedra como principal material de construcción, y en sus edificios se empleaban los arcos de herradura como el principal elemento. Destacan las iglesias de San Juan de Baños (Palencia) y San Pedro de la Nave (Zamora). Asimismo, se interesaron mucho por la orfebrería (el arte de labrar metales preciosos). Sus obras más conocidas en este campo fueron las coronas votivas (las que los reyes ofrecían a la Iglesia cuando eran coronados). Algunas fueron encontradas en el famoso tesoro de Guarrazar. 3. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL–ÁNDALUS. 3.1. Evolución política de Al-Ándalus: conquista, emirato y califato de Córdoba. La debilidad de la monarquía visigoda favoreció la conquista musulmana de la Península. Los musulmanes llegaron procedentes del norte de África llamados por los sectores hostiles a Rodrigo para expulsarlo del trono visigodo, pero tras la victoria musulmana en la batalla de Guadalete (711), los musulmanes conquistan rápidamente la Península, a excepción de las regiones montañosas cantábricas, donde fueron frenados por Pelayo en la batalla de Covadonga (722). Los invasores eran de origen berebere y, pese a no ser muy numerosos, acabaron rápidamente con la débil resistencia visigoda. También formaban parte de las fuerzas invasoras población árabe, que ocupaban los puestos dirigentes. Los cristianos conversos al Islam fueron llamados muladíes, mientras que aquellos que mantuvieron su religión en el territorio de Al-Ándalus, recibieron el nombre de mozárabes. Al principio, el territorio musulmán, denominado al-Ándalus, estaba dirigido por un emir, pero tras la caída de los Omeyas en Damasco, Abd-al-Rahmán I, miembro de la familia destronada, llegó a la Península (siglo VIII) y se autoproclamó emir independiente de Bagdad, la nueva capital de la dinastía abbásida. Fue un período convulso por las luchas internas entre árabes y bereberes, y las revueltas de muladíes y mozárabes. En el año 929, el emir Abd-al-Rahmán III se autoproclamó califa, rompiendo definitivamente todo lazo de dependencia de Bagdad, iniciándose el Califato de Córdoba, período de máximo apogeo de al-Ándalus. Le siguió su hijo Al-Hakán II, a finales del siglo X. Fue un período de paz y desarrollo cultural, pero a la muerte de Al-Mansur (Almanzor, 1002), que lanzó una dura ofensiva contra los reinos cristianos del norte, el Califato entró en crisis, hasta que finalmente, en 1031, se dividió en los llamados reinos de Taifas. 3.2. Al-Ándalus: la crisis del siglo XI. Reinos de Taifas e imperios norteafricanos.2 A finales del siglo X se inicia una crisis política en el Califato cordobés, principalmente motivada por el gobierno autoritario y centralista de Al-Mansur que reprimió cualquier levantamiento 2

Elaborado de apuntes de clase y de Síntesis de Historia de España de Isabel Rivero, Ed. Globo, Madrid 1999. Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 2 a 4 – pág. 3/8

de los territorios contra Córdoba. A su muerte en 1002, se inició un período de disgregación ante la debilidad de Califato, que culmina en 1031 con una rebelión en Córdoba que depuso al último califa Hisham III. La unidad de Al-Ándalus se fragmentó en múltiples reinos como resultado de las profundas divergencias en la clase dirigente, formándose los llamados reinos taifas. El territorio de Al–Ándalus quedó distribuido entre las distintas etnias, es decir, eslavos, árabes-andalusíes y bereberes. Los primeros en formarse fueron las taifas de Valencia, Denia y Baleares, en el levante peninsular. En el otro extremo de la península se formó el taifa de Badajoz, y en el valle del Ebro, en la ciudad de Zaragoza; a éstos les siguieron los taifas en Tortosa, Málaga y Sevilla, el más grande y poderoso de los que se crearon. Por último, y tras la rebelión cordobesa de 1031, el califato desapareció dando lugar a nuevos reinos taifas. A partir de aquí hay que añadir las taifas de Toledo, Ronda, Carmona, Morón, Huelva, Niebla, Murcia y Albarracín. Las características de esta etapa fueron: las frecuentes disputas entre las taifas, el elevado número inicial se redujo debido a las anexiones de unas taifas a otras, el pago de parias a los reinos cristianos para asegurar la supervivencia de los reinos de taifas ante la superioridad militar de aquellos, y, una gran debilidad política pero que no se tradujo ni en crisis económica ni cultural. A finales del s. XI, ante el avance militar de los reinos cristianos, los reinos de taifas decidieron unirse para pedir ayuda exterior. La caída de Toledo en 1085 supuso una conmoción terrible en el islam hispano, lo que explica que hicieran acto de presencia en las tierras hispanas los almorávides, agrupación de tribus bereberes que poco antes habían creado un imperio en el norte de África. Éstos unificaron nuevamente el poder político en al–Ándalus –con centro en Sevilla–, y lograron contener el avance de los cristianos hacia el sur tras la batalla de Sagrajas (1086). Pero el imperio almorávide creó malestar entre las comunidades islámicas y a mediados del siglo XII su poder decayó. Tras ellos, fueron los almohades, dinastía musulmana de origen berebere que sustituyó a los almorávides en el dominio del Magreb, quienes frenaron nuevamente el avance cristiano (batalla de Alarcos, 1195), pero tampoco consolidaron la posesión de las nuevas tierras y su imperio cayó finalmente tras la derrota ante Alfonso VIII de Castilla en las Navas de Tolosa (1212). Después, solo subsistieron las taifas de Sevilla, Arjona, Niebla, Valencia y Murcia, y únicamente el reino nazarí de Granada perduró hasta 1492. 3.3. Al-Ándalus; la organización económica y social. Los musulmanes introdujeron en la Península grandes innovaciones. En agricultura desarrollaron y modernizaron el sistema de regadío, además de difundir nuevos cultivos como el arroz, el algodón, el azafrán y los cítricos. Los principales cultivos fueron los cereales, la vid y el olivo. En ganadería, impulsaron el ganado ovino y el caballar, si bien retrocedió el ganado porcino debido a la prohibición coránica. Tuvo un gran desarrollo la apicultura. Una gran producción de manufacturas fue clave en la economía andalusí. Los artesanos formaban asociaciones, semejantes a los futuros gremios. Fueron muy importantes la industria textil, destacando Zaragoza y Córdoba; la cerámica, las armas, la platería y la orfebrería. En el siglo IX también destacó la industria naval, favorecida por el desarrollo del comercio. Recursos básicos fueron la sal y los metales (hierro, plomo, cobre y cinabrio). El tercer pilar de la economía de Al–Ándalus fue el comercio, favorecido por un sólido sistema monetario basado en la acuñación de dos monedas, el dinar, de oro, y el dirhem, de plata. El comercio interior se efectuaba en el zoco de las ciudades, que se convirtieron en los centros de la economía de Al–Ándalus, es decir, se desarrolló una economía urbana, donde las ciudades fueron los centros básicos de producción e intercambio. Hubo un intenso comercio exterior, tanto con los demás países islámicos como con la Europa cristiana, basado en un control de las rutas comerciales más importantes. Al–Ándalus era último destino de las grandes rutas de oriente (seda y especias) y tuvo el control de las ruta del oro del Sudán hasta el siglo XIII. Exportaban productos agrícolas,

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minerales y manufacturas (textiles); e importaban especias, productos de lujo, oro y esclavos subsaharianos. La población osciló entre los 5 y los 6 millones de habitantes en época del Califato. La zonas más pobladas y densas fueron los valles del Guadalquivir y del Ebro, siendo más tardío el poblamiento de las vegas valencianas. En Al–Ándalus existió una gran riqueza étnica: árabes, grupo minoritario dirigente; bereberes, el grupo mayoritario de las tropas invasoras; eslavos, un grupo minoritario procedente de la Europa Central y Oriental; y sirios. También existió una minoría de judíos que practicaban diversos oficios en las ciudades (comercio, artesanía,…). La mayoría de la población era de origen hispanovisigodo, que, frente a los invasores, van a adoptar dos posturas: los muladíes, son aquellos hispanovisigodos que adoptaron el Islam, en muchos casos debido a las ventajas fiscales, y que fueron la mayoría; y los mozárabes, grupo minoritario que permanece en territorio musulmán, pero manteniendo su religión cristiana y sus costumbres culturales. Tanto judíos como mozárabes tenían estatutos especiales y debían pagar impuestos. Habrá enfrentamientos entre la mayoría musulmana y las minorías cristiana y judía, que darán lugar a persecuciones, sobre todo a partir de finales del siglo X, y que provocará la emigración de mozárabes hacia los territorios cristianos. La estructura social musulmana del siglo X puede dividirse en cuatro grupos: la nobleza, compuesta por la nobleza de sangre, formada por los conquistadores árabes que formaron la élite gobernante y la nobleza de servicio, formada por aquellos jefes militares o altos funcionarios bereberes o eslavos. La burguesía, grupo urbano formado por pequeños funcionarios, artesanos, comerciantes y oficios liberales, que alcanzó su máximo desarrollo con Abderramán III, pero que nunca tuvo conciencia de clase. La plebe urbana, a este grupo pertenecían gentes de todos los grupos étnicos, siendo el origen campesinos emigrados a la ciudad y que darán lugar a violentas sublevaciones. Por último, los campesinos, generalmente muladíes, y los esclavos, eran el grupo más numeroso. 3.4. Al–Ándalus: el legado cultural. La sociedad musulmana peninsular, urbana y cosmopolita, fue protagonista de un destacado desarrollo intelectual, científico y cultural. La etapa del Califato cordobés fue, sin lugar a dudas, la época de mayor esplendor, convirtiéndose en un referente cultural no sólo del mundo árabe, sino también para los reinos cristianos peninsulares y europeos. Destaca por su protección a la cultura y las artes el período de al-Hakán II (961-976), hijo y sucesor de Abd-al-Rahmán III. La aportación cultural musulmana fue de primera magnitud; ellos trajeron conocimientos procedentes del mundo helenístico, del Asia anterior o de regiones de la India; por ejemplo, la numeración, de origen indio, que sustituyó a la tradicional romana. También protagonizaron un gran desarrollo de ciencias como la astronomía (Ezarquiel, Tablas toledanas), la matemática o la medicina (Al–Zabridi, Tasril), así como de la filosofía, la historia o las letras. Autores destacados pueden citarse a Averroes, filósofo, médico y astrónomo; Avempace, filósofo que cultivó la poesía, la física o la botánica; Ibn Jaldún, historiador y sociólogo. 3.5. La mezquita y el palacio en el arte hispano-musulmán. La arquitectura es la principal manifestación del arte hispanomusulmán, que inicialmente, adapta los modelos arquitectónicos ya existentes (romano y visigodo), aportando una gran brillantez decorativa. Como material constructivo destaca, principalmente, el ladrillo. Los muros se recubren con yeso, prestándose a muchos efectos decorativos como composiciones geométricas -lazos complicados formando estrellas, triángulos,…-; representaciones epigráficas -letras cursivas y cúficas-; motivos vegetales -principalmente la hoja de palma estilizada denominada ataurique3- y uso del

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Decoración vegetal estilizada inspirada en el acanto clásico.

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mocárabe4. Se utiliza prioritariamente el arco de herradura, añadiéndose después el de herradura apuntado, el lobulado, mixtilíneo, etc. (según escuelas y épocas). Las cubiertas, de madera principalmente y de bóveda y cúpula, siendo característica la bóveda de mocárabes. Mezquitas y palacios son los principales edificios. El ejemplo más importante de mezquita es la mezquita de Córdoba, mandada construir por Abderramán I y ampliada posteriormente en varias ocasiones, siendo la última de estas ampliaciones la de Almanzor al final del Califato. Es de planta rectangular con la cubierta sostenida por una doble arquería sobre columnas, de arcos de medio punto peraltados, la superior, y arcos de herradura, la inferior. La macsura5 y el mirhab6 poseen una rica ornamentación. El palacio hispanomusulmán se compone de diversas estancias distribuidas en torno a patios, normalmente ajardinados. Ejemplos destacados son el palacio de Medina Azahara (Córdoba), de época califal; el palacio de la Aljafería (Zaragoza), de época taifa; y, principalmente, los palacios de la Alhambra de Granada, de etapa nazarí. 4. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: LOS REINOS CRISTIANOS. 4.1. Los reinos cristianos en la Edad Media: los primeros núcleos de resistencia. En el marco geográfico de la cornisa cantábrica y Pirineos, poblado por sociedades arcaicas (astures y vascones), van a surgir los primeros núcleos de resistencia cristiana al Islam. Tres serán estos primeros núcleos: el asturiano, el navarro y el de los Pirineos orientales. Los sucesos de Covadonga (Pelayo, 722) son el inicio de la formación del reino astur en torno a Oviedo, que con Alfonso II enlaza con la tradición visigoda al aplicar en el reino el Liber Iudicum. A lo largo del siglo IX el reino astur se extiende hacia el sur por el valle del Duero, poblando los territorios con colonos por el sistema de presura7. A principios del siglo X, Alfonso III trasladó la capital del reino a León, motivo del cambio de denominación del reino por Reino de León. Asociados al desarrollo territorial del reino de León surgen el reino de Galicia y los condados de Portugal y de Castilla. En el Pirineo occidental, tras la victoria de los vascones sobre el ejército carolingio en Roncesvalles (778), surge al reino de Pamplona, que bajo la dinastía Jimena durante la primera mitad del siglo X se extenderá hasta el Ebro englobando el condado de Aragón, formado en los Pirineos centrales por influencia carolingia. Por último, la intervención carolingia en los Pirineos orientales hace surgir, a partir del inicio del siglo IX, la Marca Hispánica, conjunto de condados bajo el control de la monarquía franca que se crearon como freno al posible avance musulmán hacia el norte. A finales del siglo IX, el conde de Barcelona Borrel II, aprovechando la debilidad de la dinastía carolingia, rompe la dependencia con los reyes francos, iniciándose a partir de este momento el control del territorio por parte del condado de Barcelona. 4.2. Los reinos cristianos en la Edad Media: principales etapas de la Reconquista. El concepto de Reconquista –ocupación violenta de territorios ocupados y cultivados por musulmanes–, hace referencia a un fenómeno exclusivamente peninsular, que se produce a lo largo de la Edad Media (siglos XI al XV) y que implica la ocupación violenta de los territorios de al– Ándalus por parte de los reinos cristianos peninsulares.

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Decoración de prismas yuxtapuestos y dirigidos hacia abajo, que acaban en un estrechamiento también prismático, cuya superficie inferior es cóncava. Forman a modo de estalactitas o racimos de estalactitas. 5

Espacio reservado para las autoridades. Santuario, abierto en el muro oriental de la mezquita, que contiene el Corán. 7 Sistema basado en el Derecho Romano por el que se entregaban las tierras al primero que las roturase, otorgando posteriormente el rey un documento que hacía constar la propiedad de dichas tierras. 6

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Como antecedente al proceso de reconquista puede citarse la ocupación de Nájera y Viguera llevada a cabo por Sancho Garcés I de Pamplona en 920. Las etapas de la reconquista son las siguientes: 1. Ocupación de los valles de los ríos Ebro y Tajo. Comenzó con la toma de Calahorra (1045) por el rey de Pamplona García de Nájera, y terminó con la ocupación de Tortosa (1148) y Lérida (1149) por el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. En el occidente se inicia con la ocupación de Coria (1079) por Alfonso VI de León y terminó con la liberación de Santarem y Lisboa (1147) por Alfonso I Enríquez de Portugal. 2. Ocupación definitiva de la cuenca del Guadiana medio, iniciada con la creación de la Orden de Calatrava (1158) y que termina con la ocupación de Badajoz (1230) por Alfonso IX de León. En Aragón se conquistaba la cuenca alta del Turia –Albarracín y Teruel (1170)– y parte del Maestrazgo. 3. Ocupación de los valles del bajo Guadiana, Guadalquivir, bajo Turia, Júcar y Segura, entre 1232 y 1263. Son hitos destacadas de este período las tomas de las ciudades de Córdoba (1236), Sevilla (1248), islas Baleares (Palma, 1229), Valencia (1238) y Murcia (1243). 4. Ocupación del reino nazarí de Granada, empresa lenta e intermitente, que comienza con la toma de Tarifa (1292) y culmina con la de Granada en 1492 a manos de los Reyes Católicos. 4.3. Los reinos cristianos en la Edad Media: las formas de ocupación del territorio y su influencia en la estructura de la propiedad. Modelos de repoblación y de organización social. Una de las particularidades diferenciadoras de la Edad Media peninsular con respecto al resto de Europa es el proceso de reconquista–repoblación que en la Península se produce. Entendemos por repoblación el asentamiento pacífico en territorios no ocupados o cultivados. Según esto hay que señalar que procesos de repoblación se han efectuado en numerosas etapas de la historia peninsular desde la antigüedad. A lo largo de la Edad Media se produce uno de estos fenómenos repobladores, asociado al proceso de reconquista del territorio por parte de los reinos cristianos del norte. Las etapas de la repoblación medieval fueron: 1. De tipo monacal (siglos VIII a XI): monjes y hombres libres ocupan las tierras yermas del valle del Duero y del Pirineo, generalmente por iniciativa propia aunque también bajo la dirección de reyes o condes. 2. Concejil (2ª mitad del siglo XI y 1ª del XII): surgen los grandes concejos, principalmente entre los ríos Duero y Tajo (concejos de Salamanca, Ávila, Segovia, Cuéllar, etc.), y en el valle del Ebro (concejos de Zaragoza, Daroca, Calatayud, etc.). 3. De las Órdenes Militares (desde mediados del siglo XII a principios del XIII): actuaron en la cuenca del Guadiana medio y en la de los ríos Guadalope y Turia. 4. Nobiliaria (siglo XIII): en la que también participan concejos y Órdenes Militares. Se repuebla Andalucía, Extremadura, Murcia y parte de Valencia. Es el momento en el que surgen las grandes posesiones nobiliarias que marcarán los sistemas de propiedad de la tierra. Hay que señalar que dentro de estas etapas, los Estados occidentales repoblaron tierras que estaban vacías, mientras que los orientales repoblaron zonas que tenían una fuerte población musulmana. En Castilla y León se utilizó el sistema de presura8 y, posteriormente, la creación de concejos dotados de fueros, el de capitulaciones9 y el de encomiendas10 de las Órdenes Militares En los 8

Sistema basado en el Derecho Romano por el que se entregaban las tierras al primero que las roturase, otorgando posteriormente el rey un documento que hacía constar la propiedad de dichas tierras. 9 Concierto o pacto llevado a cabo entre el rey y una persona o grupo por algún asunto concreto y que obliga a las partes. 10 Dignidad dotada de renta competente, que en las órdenes militares se daba a algunos caballeros. Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 2 a 4 – pág. 7/8

territorios de la Corona de Aragón se usó el sistema de capitulaciones, cartas puebla11 y, a partir del siglo XII también el de encomiendas, terminando la ocupación del territorio levantino por medio de la repartición de tierras. 4.4. Diversidad cultural en los reinos cristianos en la Edad Media: cristianos, musulmanes y judíos. Durante la Edad Media conviven en la Península tres culturas, la cristiana, la judía y la musulmana, lo que supuso un intercambio de elementos culturales entre ellas que enriqueció el panorama cultural hispano a lo largo de toda la Edad Media. Estos intercambios no se quedaron sólo en el plano estrictamente intelectual, sino que afectaron a las técnicas productivas (difusión de las técnicas de regadío), a las instituciones políticas, a las manifestaciones artísticas (técnicas constructivas) o a la misma vida cotidiana (vestimenta, costumbres, etc.). Este intercambio cultural tuvo un importante desarrollo con la creación a comienzos del siglo XII de la Escuela de Traductores de Toledo, desde la que se dio a conocer a la cristiandad el pensamiento griego y oriental recogido por los árabes. En la segunda mitad del siglo XIII, bajo el amparo de Alfonso X de Castilla, dicha Escuela alcanza su máximo apogeo, favoreciendo un fecundo intercambio entre intelectuales de las tres culturas. Es en este siglo cuando se fundan las primeras universidades (Palencia, Valladolid, Salamanca, Lleida) donde se aplicará el método escolástico. 4.5. Los reinos cristianos en la Edad Media: manifestaciones artísticas. Las manifestaciones artísticas de los núcleos de la España cristiana se caracterizan por su modestia, en comparación con el panorama que ofrecía al-Ándalus en esa época. En el reino astur-leonés, desde el punto de vista arquitectónico cabe destacar ciertas iglesias de carácter rústico en las que, a veces, se encuentran elementos arquitectónicos que anticipan el futuro arte románico. Se desarrolla el llamado “arte asturiano” en torno a Oviedo, con ejemplos como el conjunto de Santa María del Naranco. La arquitectura prerrománica catalana tiene sus mejor ejemplos en las iglesias de San Miguel de Terrassa o de San Quirze de Pedret. El arte mozárabe, llamado también “arte de repoblación”, tiene su origen en la arquitectura visigoda pero con claras influencias y formas árabes, con interiores de gusto oriental, con arquerías de herradura y columnas con capiteles corintios de tradición cordobesa, con en San Miguel de la Escalada. También fueron de gran importancia las miniaturas que acompañan a los “beatos”. En el siglo XI penetró en tierras hispanas el arte románico, siendo sus rasgos más significativos el predominio del macizo sobre el vano y el carácter simbólico de sus elementos y representaciones. Destacan, el monasterio catalán de Santa María de Ripoll y la catedral de Santiago. En el terreno pictórico, resaltan las obras de San Isidoro de León o las del grupo de Tahull, en Cataluña. En escultura, la obra maestra es el pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago, muestra excepcional de la transición del arte románico al gótico. A partir del siglo XIII triunfó el gótico, que en arquitectura dará primacía al vano sobre el macizo, lo que aporta una gran luminosidad a los edificios que, gracias a las nuevas técnicas basadas en el arco apuntado, alcanzan una gran verticalidad. Las artes figurativas se caracterizan por la búsqueda del naturalismo. Ejemplos principales son las catedrales de León, Burgos y Toledo. En escultura destacan obras como la virgen Blanca de la catedral de León o el sepulcro de Alonso de Cartagena (Capilla del Condestable, catedral de Burgos). En pintura destacan las influencias italianas, francesas y flamencas, y autores como Bartolomé Bermejo. Por último, mención especial merece el desarrollo de un estilo artístico autóctono, el mudéjar, principalmente arquitectónico y decorativo, que fundirá las características del románico y el gótico con la tradición del Islam peninsular. 11

Diploma en que se contenía el repartimiento de tierras y derechos que se concedían a los nuevos pobladores del sitio o lugar en que se fundaba pueblo. Hª de España 2º Bachillerato – Síntesis Temas 2 a 4 – pág. 8/8

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