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Historia, destierro, ética, humor y política en Cantar de Mío Cid Por Patricio Iturriaga El 'Cantar de Mío Cid' es un poema épico que narra, en tres cantos (según la estructura adjudicada por Ramón Menéndez Pidal1), las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar a quien por su valor llamaron El Cid Campeador (el “batallador”). Las descripciones geográficas en el poema son de “una exactitud casi prosaica” (para usar la expresión Alfonso Reyes2) hasta el punto de ser fuente de la posible ubicación del autor como vecino del poblado de Medinaceli o sus inmediaciones, por la minuciosidad con que describió aquellos parajes. El anónimo autor del Cantar (entre 1140 - 11703) recogió y contribuyó a la difusión de un poema histórico que se había ido elaborando oralmente desde 1120. En mayo de 1207, Pedro Abbat realizó la copia que en su mayor parte llegó hasta nosotros (el códice consta de tres mil setecientos treinta versos y le faltan la primera hoja y dos interiores, dicha falta fue enmendada por Menéndez Pidal refundiéndolo con el Cantar que aparece en la Crónica de los veinte reyes).
Historia La fuente histórica del poema es, en resumen, la siguiente: Rodrigo Díaz había nacido hacia 1045-1050 en Vivar (pequeño poblado al norte de Burgos) en el seno de una familia de la pequeña nobleza regional. García de Cortázar sostiene que “probablemente, se había educado como compañero de armas y estudios con el infante don Sancho, primogénito del rey Fernando I de León. Más tarde, había formado parte del círculo más estrecho del infante y se había convertido en jefe de su milicia después de que aquél llegara a ser rey de Castilla en 1065.” 4 Siete años después, cuando intentaba apoderarse de la ciudad de Zamora que estaba en manos de su hermana Urraca, el rey muere asesinado. El Campeador se incorporó, entonces, a la corte del otro hermano de Sancho, el cual logró reunir bajo su poder la totalidad del reino de León convirtiéndose en Alfonso VI. Durante nueve años, entre 1072 y 1081, Rodrigo Díaz rindió fiel vasallaje al rey pero en la primavera de 1081, con la excusa de castigar a unos bandidos del reino moro de Toledo que realizaron incursiones por tierras de Osma y Gormaz, el Cid y su hueste organizaron por iniciativa propia una expedición de saqueo por tierras del moro. Para el rey de Toledo, aliado de Alfonso VI, la acción del Campeador era una traición a los compromisos que él había establecido con el rey de León. Éste lo entendió de igual forma (se ha aducido que el rey Alfonso tenía ‘envidia’ del Cid, así se señala en la obra Crónica de los veinte reyes: “El rey commo estava muy sañudo e mucho irado contra él”) y en el verano de aquel mismo año, desterró a Rodrigo. A partir de ese momento, el Cid se convirtió en un guerrero de fortuna cuya actividad (que incluiría una reconciliación con el rey en 1086 y nuevo destierro en 1089), se prolongó hasta 1099. Durante dieciocho años, Rodrigo Díaz puso su fuerza al servicio tanto de príncipes cristianos como musulmanes, venció en unas cuantas batallas, se enriqueció con el botín cobrado y, finalmente, estabilizó su existencia de guerrero de frontera ganando a los moros en 1094 la plaza de Valencia, donde se instaló hasta su muerte en 1099. Tres años después, la imposibilidad de conservar la ciudad, movió al rey Alfonso VI a animar a la viuda del Cid y sus guerreros a abandonarla. Están corroborados históricamente muchos de los hechos menores del poema, así “tuvieron realidad su enemistad con el conde García Ordóñez y la prisión de éste en Cabra; la prisión del conde de Barcelona, las campañas por tierra de Zaragoza, en Morella y Valencia, la toma de esta ciudad, el casamiento de una de sus hijas con un Infante de Navarra. Lo mismo con otros personajes calcados de la historia: Alvar Fañez, Martín Muñoz, Pedro Vermúdez, Muñoz Gustios. No está demostrada la existencia histórica de uno de los protagonistas más
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importantes, Martín Antolínez. En cuanto a las figuras musulmanas, su historicidad es más dudosa: solo Yuçef se corresponde con la realidad”5 Por otra parte, Menéndez Pidal desestimó considerar ficticia la tercera parte del poema (“La afrenta de Corpes”) que culmina con el Cid como padre de reinas, señalaba Menéndez Pidal “dada la historicidad del poema es muy arriesgado el declarar totalmente fabulosa la acción central del mismo”. Robert Curtios señaló lo contrario, Leo Spitzer coincidió con él y señaló elementos antisemitas medievales, propios de la época, en el héroe.6
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Destierro El destierro posee un impronta fundamental en los primeros sesenta versos. El Cid, un noble leal y justo a raíz de una infamia es expulsado por el rey Alfonso VI, las consecuencias para el héroe, vasallos y vecinos son minuciosamente señaladas. En primer lugar se enfatiza la adhesión y solidaridad con el héroe. En el primer verso Rodrigo pregunta quiénes lo acompañarán y quienes no, a lo que su primo hermano, Alvár Fañez, contesta: convusco iremos Cid ca nunca vos fallesceremos convusco despenderemos e los averes e los paños siempre vos serviremos
por yermos e por poblados, en cuanto seamos sanos las mulas e los cavallos como leales vasallos
Alfonso Reyes entiende fallesceremos como “nunca nos hemos de faltar”, dicha noción de solidaridad se enfatiza en por yermos e por poblados porque “yermos”, si bien refiere a campos infértiles, connota, por su carga metafórica, a los avatares desgraciados que les pudiera suceder en el destierro (equivaldría a nuestra locución sacro-matrimonial “en la dicha y en la desgracia”). No menor es la insistencia en la persona que genera la alianza, la anáfora* convusco contiene al pronombre de segunda persona (en lengua romance el “vos” obedece a un trato de respeto y autoridad) y encabeza dos versos que establecen una suerte de paralelismo semántico ya que despenderemos (“en vuestro servicio se nos han de acabar”) repite la idea de solidaridad y alianza con el héroe. El destierro implica un dilema ético: la “humanización” del héroe épico. Al partir, Rodrigo vuelve la cabeza hacia atrás, ve su palacio (y su pasado) y llora. 7 La descripción del palacio consiste en una enumeración realizada en tres versos mediante la repetición de la preposición negativa sin (“falta”, “carencia”). Es una enumeración que simboliza la pérdida del venturoso pasado y por contraste, enfatiza la incertidumbre frente al destino en el destierro. La insistencia en la preposición incluso debilita el quiasmo** (que podría ser perfecto) de los segundos hemistiquios***: Vio puertas abiertas alcándaras vazías
e uços sin cannados, sin pielles e sin mantos
Inmediatamente después de sugerir la adversidad ante el futuro, Rodrigo dice mesurado: ¡Grado a tí, Sennor, ¡Esto me an buelto
Padre que estás en alto! míos enemigos malos!
La utilización textual el adverbio mesurado para indicar el ánimo del héroe respecto al Sennor no es vana, no hay reproche (Grado debe entenderse como “Loado”) ni exaltación religiosa sino la constatación de la confianza en el ser superior como garante ante la adversidad. El segundo verso es revelador de una concepción ética, dado que su manifestación más explícita es en el episodio con los judíos podemos entenderlo como una prolepsis****. El infortunio implica y justifica un comportamiento vil, habilita el engaño y la estafa. Rodrigo considera que su destierro es injusto, esa injusticia justificará las suyas. El Esto me an buelto es la manifestación de una autoconciencia ética que nos permite releer y comprender la *
Anáfora: figura retórica que consiste en la repetición de una o varias palabras al principio de frase o verso. ** Quiasmo: figura de dicción que consiste en presentar en órdenes inversos los miembros de dos secuencias. *** Hemistiquio: cada una de las mitades en que la cesura divide un verso. **** Prolepsis: figura retórica que consiste en adelantarse a las posibles objeciones del interlocutor.
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profunda tristeza, los ojos tan fuertemientre lorando. El destierro no solo significa la pérdida de su palacio y su pasado, ha perdido un estado espiritual frente al Sennor, el destierro significa la pérdida de una condición ética. El destierro: destino en el que se construye el héroe. De acuerdo a lo señalado hasta aquí, Rodrigo se encuentra en la mayor de las adversidades (políticas, económicas, éticas), solo puede confiar en su hueste y en su dios; y desde está situación de inferioridad acepta el desafío que le impone el destino, consciente de su triunfo. El público del poema también lo sabe por su conocimiento de las supersticiones, y tiene la misma confianza que impulsa a proferir: Albriçia, Álbar Ffánnez, Mas a grand ondra
ca echados somos de tierra! tornaremos a Castilla!
Dicha información, la buenaventura, el retorno triunfal, está en el augurio de la corneja: A la exida de Bivar e entrando a Burgos
ovieron la corneja diestra oviéronla siniestra.
Nuevamente se recurre a un paralelismo* (quizás el recurso más utilizado en la lírica medieval y de allí que pasara a la española8) aunque en éste caso antitético**, si a la salida ven el cuervo, al augur, a la derecha y a la llegada lo ven a la izquierda, significa que la rueda de la fortuna girará, la desventura se transformará en buenaventura. La admiración del pueblo hacia Rodrigo y sus huestes. También la aflicción por la su suerte. La metonimia*** con que se describe la compañía del Cid es contundente al respecto: en su conpanna sessaenta pendones. La autoridad de El Cid: el conflicto que impone la presencia del héroe para los habitantes de Burgos. Un dilema entre el respeto al Cid y el temor al rey. Es significativo que se insista en las amenazas de castigo corporales y económicos que se infligirán a quienes ayuden al Cid, no hay dudas que dicha insistencia sea para remarcar que la fidelidad del pueblo al rey cede ante la admiración a El Cid. Varios son los indicios de que el pueblo discrepa con la decisión de Alfonso VI: ¡Dios, qué buen vassalo! ¡Si oviesse buen sennor!, el rrey don Alfonsso tanto avíe la grand sanna (“saña”), la utilización de una niña para informarle a Rodrigo de la situación magnifica la cobardía de los adultos (hay otros ejemplos en los relatos populares medievales de la utilización del niño para verbalizar aquello que los adultos temen). ¡Ya Campeador, en buen ora çinxiestes espada! comienza diciendo la niña utilizando una fórmula tan antigua como la epopeya griega: Interjección + Vocativo + epíteto (Ya es entendido por Reyes como “Oh”). La diferencia con la utilizada en aquella es la variación de uno de los constituyentes del epíteto por necesidades de rima, ritmo o métrica.9
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Paralelismo: repetición de determinada estructura sintáctica o semántica. Paralelismo antitético: en el que se contraponen significados con una estructura sintáctica idéntica. *** Metonimia: figura retórica que consiste en designar una cosa con el nombre de otra con la que mantiene una relación de proximidad o contexto. **
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Ética La pérdida de la condición ética de El Cid antes insinuada, se explicita en el episodio de los judíos y las arcas de arena. Leo Spitzer ha señalado dicha degradación así como la presencia de abundantes elementos antisemitas, quizás sea el episodio que más polémicas ha suscitado. De todas formas, en el poema, se encuentran justificaciones que explican la conducta del héroe. La situación económica obliga a Rodrigo a realizar la estafa a los judíos, él mismo lo declara en Ferlo he amidos, de grado non avríe nada. Anteriormente se ha señalado que el destierro implica la pérdida de una condición ética de la que el Cid es autoconsciente, de allí que deba verbalizar excusas para su conducta innoble: véalo el Criador con todos los sos sanctos, / yo más non puedo e amidos lo fago (“Él sabe que no puedo más, que lo hago forzado”). Las víctimas del engaño atenúan la vileza del Campeador, ha invocado a su dios y no engaña a los “hijos” del mismo, sino a judíos. Leo Spitzer señala que este es el momento “más bajo en su trayectoria, que irá subiendo gradualmente en el poema”10 dado que la intención del Cid es no pagarle a la firma “Raquel y Vivas” ya que cuando esta reclama su préstamo a Álvar Fáñez en su parada en Burgos, él contesta: “Yo lo veré con el Cid, si Dios me lleva allá” lo cual no es una promesa de pago sino una desvergonzada ironía. Álvar Fáñez, “el caballero de valiente lanza”, es el encargado de realizar el trato con los judíos. La relación del personaje con el héroe es muy estrecha, es su sobrino, será quien mate y vengue la afrenta de Diego González, es a quién el Cid entrega por estima la espada Colada. La astucia del personaje se muestra desde las primeras líneas en que se lo presenta ( “no desobedece al rey, porque nada compra”) y adquiere su mayor dimensión en la treta a los judíos al recurrir a la injusta fama de ladrón que el rey ha proyectado sobre el Cid. Si nos fijamos en su parlamento observamos que resaltan precisamente los versos donde señala tal villanía porque son los únicos donde la rima también es interna, se presenta al final de los primeros hemistiquios: El Campeador grandes averes prisó rretovo d’ellos por en vino a aquesto Tiene dos arcas Ya lo vedes
por las parias fue entrado, e mucho sobejanos; quanto que fue algo, porque fue acusado. lennas de oro esmerado. que el rrey le a airado.
El cuidado musical de dichos versos por una parte resalta la mentada riqueza del Cid, por otra espolea la codicia de los judíos. Más adelante ellos se apropiarán de dicho argumento para avalar su usura “A nosotros nos importa sacar de todo alguna ventaja. Ya sabíamos, en efecto, que él también ha sacado algo de los bienes que cobró en tierras de moros”. La astucia de Fáñez no solo permite al Cid hacerse de seiscientos marcos, sino a él beneficiarse con otros treinta por su labor de fiador en el trato. Raquel y Vidas representan el arquetipo del judío (arquetipo de trágicas consecuencias hasta hoy día), codicia y avaricia se imponen sobre cualquier precepto ético o legal. Recordemos que el trato que realizan con el campeador estaba expresamente prohibido en la carta del rey. La infidelidad, la deshonestidad, la desconfianza (Non se faze assí el mercado, / si non primero prendiendo e después dando), el tono conspiratorio (Entre Rachel e Vidas aparte ixieron amos), el abuso de la situación apremiante de sus clientes, están remarcadas por el trato a escondidas, en la oscuridad de la noche, en cruzar el río por las aguas y no por el puente Non viene a la pueent ca por el agua a passado / que ge lo non ventanssen de Burgos omne nado.
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Humor Se ha señalado que los tres cantos contienen en su parte inicial situaciones humorísticas: las arcas de arena ya mencionada, la prisión del conde de Barcelona (que en realidad está al final del primer canto) y la cobardía de los infantes frente al león. El humor puede manifestarse al menos de dos formas: por la situación o episodio jocoso y por el uso del lenguaje; al primero lo denominaremos “visual”, al segundo “verbal”. Los tres casos señalados corresponden al humor “visual”: el episodio en sí es cómico. Pero también la comicidad se desprende del uso oportuno del lenguaje, un ejemplo entre tantos se encuentra en el canto segundo, en el broma que realiza El Cid a su esposa al notarla temerosa ante el ejército marroquí: ¡Ya mugier ondrada, Riqueza es que nos acrece, a poco que viniestes, por casar son vuestras fijas,
non ayades pesar! maravillosa e grand, presend vos quieren dar, adúzenvos axuvar.
“Es la riqueza maravillosa y grande que nos viene a buscar”, la ironía del Cid sirve para minimizar la amenaza y garantizar a su esposa que no habrá consecuencias funestas. Éste tipo de humor también está presente en los tres episodios ante señalados. El judío Raquel pide al Cid una piel bermeja, morisca, hermosa. Éste le responde: D’aquí sea mandada; / si vos la aduxier d’allá; si non, contalda sobre las arcas. Es necesario recordar que el poema se realizaba de forma oral, el juglar (o los juglares) lo representaba. El público advierte la intención del Cid de no entregarle la prometida piel en la ironía final “descontadla del valor de las arcas”, que como sabemos solo contienen arena. El conde de Barcelona desafía al Campeador “ahora verá el expatriado con quién tiene que habérselas”. El Cid comprende que la batalla es ineludible, tras vencer a Ramón Berenguer, aprisionarlo, convencerlo de que no se deje morir de hambre, liberarlo, le dice:¡Hya vos ides, conde, a guisa de muy franco! / ¡En grado vos lo tengo lo que me avedes dexado!. La burla hacia la soberbia del conde es evidente, agradece lo que ha arrebatado como si el otro lo hubiera cedido. La utilización del vocablo franco refuerza el sentido humorístico de la burla debido a su polisemia*. Por un lado significa “libre” y es coherente porque el Cid lo ha puesto en libertad, por otro refiere al origen étnico ya que los catalanes eran francos por asociación con los franceses en la marca hispánica, finalmente puede significar “dadivoso” o “generoso” y hay un uso irónico porque el conde mal de a su pesar ha dejado al Cid en posesión de sus bienes lo cual lo subraya en el verso siguiente con dexado. El tratamiento humorístico de cobardía de los infantes de Carrión, formulado en el episodio con el león se extiende hasta la batalla con Búcar. Recordemos que El Cid desconoce el comportamiento cobarde de los infantes durante la batalla pero el público del juglar no, es entonces que la sobria bienvenida del Campeador a sus yernos provoca jocosidad en los oyentes ya que entienden la intención sarcástica del poeta ¡Venides, miosyernos, mios fijos sodes amos! / Sé que de lidiar bien sodes pagados, “Ya sé que os agrada pelear”. Para apreciar estos juegos verbales es necesario tener presente que el juglar realizaba una representación oral del poema; recomendable para comprender estos juegos verbales es el texto “El humor irónico en la representación del cantar de Mió Cid”11
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Polisemia: pluralidad de significados de una palabra o de cualquier signo lingüístico.
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Política La epopeya es la expresión de naciones que buscan una identidad, las rige una intención política. En el Cantar del Mío Cid quizás donde mejor se exprese es en la asunción de rey de la fidelidad hacia sus vasallos. Múltiples son los regalos que el Cid envía al rey en prueba de su fidelidad, pero la fidelidad suele ser vana si no es reconocida. Cuando el Campeador envía a Moño Gustioz a la corte del rey a pedir justicia, expone como argumento principal la fidelidad. No solo expone la suya al rey sino que reclama la fidelidad del rey hacia su vasallo. Tiene la certeza de que su fidelidad honesta y profunda avala el reclamo. Dice Moño a Alfonso por encargo de Rodrigo: ¡Merçed, rrey Alfonsso: de largos rreinos a Los pies e las manos ele es vuestro vassallo Casastes sus fijas alto fue el casamiento Hya vos sabedes la ondra cuémo nos han abiltados mal majaron sus fijas majadas e desnudas desenparadas las dexaron a las bestias fieras Afelas sus fijas Por esto vos besa las manos que ge los levedes a vistas Tiénes’ por desondrado, e que vos pese, rrey, ¡que aya Mío Çid derecho
vos dizen sennor! vos besa el Campeador; e vos sodes so sennor. con ifantes de Carrión, ca lo quisiestes vos. que es cuntida a nos, ifantes de Carrión; del Çid Campeador, a grande desonor en el rrobredo de Corpes e a las aves del mont. en Valençia do son. commo vassallo a sennor o a juntas o a cortes. mas la vuestra es mayor, commo sodes sabidor; de ifantes de Carrión!
Tras la fórmula de cortesía al rey, se recuerda el sometimiento del vasallo. Inmediatamente se le informa de la situación en que se han visto envueltas las hijas del Campeador que el rey ha casado. El Cid reconoce la afrenta realizada a su persona pero enfatiza que mas la vuestra es mayor, la afrenta al rey no solo se debe a que el monarca haya realizado el casamiento sino a que se ha realizado sobre su guerrero más leal, sobre el más fiel. Aceptar esta concepción de los versos permite valorar la figura del rey por encima de una conveniencia económica o mezquina, permite otorgarle carácter ético al monarca. Esta concepción coincide con la intención de resaltar la grandeza de Castilla, muy probable entre los años en que los reinos de León y Castilla estuvieron separados y que coinciden con los de la composición del poema (1157 a 1230). Resaltar el carácter ético del monarca favorecía su fidelidad, algo que había sido puesta a prueba durante la minoría de Alfonso VIII. Observa García de Cortázar que “Incluso una vez que el monarca alcanzó la mayoría de edad, su política no dejó de suscitar algunos resentimientos, particularmente, en los miembros de la poderosa familia de los Castro, que eran descendientes del gran grupo familiar de los "infantes de Carrión" del siglo anterior.”12. Una de las formas de la infamia consiste en denigrar a los ancestros del oponente. Toda épica, en mayor o menor grado contiene una intención política.
(Mayo de 2008)
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NOTAS 1 2
Cantar del destierro, Cantar de las bodas y Cantar de la afrenta de Corpes
Reyes, Alfonso en Prólogo al Poema del Cid. Ed. Espasa-Calpe, Bs. As., 1953. Decimoséptima edición. Pág. 7. Todas las citas del poema pertenecen a dicha edición, tanto en español antiguo como las de prosificación moderna 3 Hay diferencias en cuanto a la fecha, Alfonso Reyes se inclina por la primera; recientemente José Ángel García de Cortázar por la segunda. García de Cortázar es Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cantabria, la información histórica para el presente trabajo están tomados de su conferencia Memoria histórica, memoria heroica: en el 800 aniversario del 'Cantar de Mío Cid' realizada el 15 de enero de 2007 en Bilbao. 4 García de Cortázar, José Ángel. Ibíd. 5 Armiño, Mauro (Director). Parnaso. Diccionario Sopena de Literatura. Ed. Sopena, Barcelona, 1972. Tomo 1, Pág. 156 6 Spitzer, Leo. Historia y poesía en el “Cid” en Historia crítica de la literatura española de Rico, Francisco. ED. Crítica, Barcelona, 1979. Vol. 1, Págs. 102-104 7 “El carácter ‘humanizado’ del héroe lo particulariza en la historia de la épica, pues es un rasgo que no presentan ni Ronaldo ni Sigfrido”. Armiño, Mauro Op. Cit. Pág. 157. 8 Ayuso de Vicente, María Victoria y otros. Diccionario de términos literarios, Ed Akal, Madrid, 1997. Segunda edición. Págs. 282 9 En en buen ora çinxiestes espada se distinguen dos constituyentes, el primero es inalterable (en buen ora) mientras el segundo se ajusta a las necesidades estructurales. Así encontraremos en buen ora çinxó espada, en buen ora fuestes naçido!, en buen ora nascó, en buen ora nasquiestes de madre, en buen ora fuestes nado, etc. 10 Spitzer, Leo. Op. Cit. Pág. 104 11 Gericke, Philip O. El humor irónico en la representación del cantar de Mió Cid. University of California, Riverside. Edición digital de las Actas de los Congresos de la Asociación Internacional de Hispanistas. Acta XI. 12 García de Cortázar, José Ángel. Op. Cit.
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