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Historias de Vida: Martha Sosa
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Historias de Vida
Martha Sosa
EL TEJIDO FINO DE MARTHA SOSA.
Coordinación: Rita Borquez Elaborador Por: Elisa Weiner Diseño y Diagramación: Corporación PROCASUR 3
Martha estaba dispuesta a ir en ese instante al lugar en donde habían encontrado la paja. “Es, estoy segura que es, vamos ahora mismo”. Tenía en sus manos varios cogollos de paja de color verde que la Directora de Artesanías del Gobierno Regional de Piura le había entregado para que le dijera si era o no toquilla. Antes de ella varias mujeres habían dicho que no, que con eso no se tejía nada. Finalmente la comitiva había llegado a donde Martha quien luego de abrir algunas tramas los miró emocionada y les dijo con certeza que esa era realmente paja toquilla nacida en el Perú.
Aprender de las abuelas
En sus palabras la historia del tejido en paja toquilla es un relato épico. Martha, la mujer de los sombreros de paja de Pedregal Grande que aprendió a tejer a los siete años carteritas pequeñitas con el junco verde que crece en los canales de los campos de cultivo, nunca se imaginó que llegaría tan lejos con el arte de sus manos. Martha, la mujer que exportó diez mil sombreros; la que convocó a decenas de mujeres para elaborar el sombrero de paja más grande del mundo para registrarlo en el Libro de Records Guinness; la que empezó con veinte mujeres dentro de su asociación y terminó convocando a trescientas; la que enseña a hacer sombreros a presos de máxima seguridad en el Penal y a mujeres con discapacidad; la que ha ganado más de diez primeros puestos, más de siete medallas y que ha sido noticia en los periódicos locales muchísimas veces. Martha, la mujer que reconoció la paja toquilla y con ello logró cambiar el mercado y la calidad de la artesanía hecha en paja, renovando al mismo tiempo la producción de paja toquilla en la sierra de Piura.
María Martha Sosa –hoy con 43 años- se crio con su madre, sus tías y sus abuelas en el pueblo de Pedregal Grande en la costa de Piura. “Este es tejido de los ancestros que se ha transmitido de generación. Ellas desde muy jovencitas se han dedicado al tejido del sombrero, desde sus abuelas y tatarabuelas”. Así aprendió ella, viendo cómo lo hacían las demás y siendo parte de las costumbres que en ese tiempo existían alrededor del tejido con paja. Las abuelas tenían sus secretos, dice Martha. A los siete años, cuando empezó a tejer, sus abuelas le frotaron lombrices en las manos. Con los ojos cerrados, para no ver el animal, Martha tuvo que frotar las lombrices durante dos horas hasta que murieran. Y así tres veces. Las lombrices permitían lograr un tejido fino. Solo así el sombrero les saldría “bien doble, bien parejito”, porque el sombrero doble es un buen sombrero, mientras que el sobrero suave que no tiene peso no está bien hecho.
En Pedregal Grande el tejido en paja es una labor de mujeres. Hubo un tiempo en el que los hombres también tejían pero luego esta práctica se perdió y los conocimientos sobre el tejido se fueron transmitiendo al interior de las familias solo entre mujeres. Hoy las cosas están cambiando y los hombres están descubriendo que ayudando a sus esposas en el tejido del sombrero podrán lograr más ingresos para la familia. Aun así, en Pedregal Grande, la historia del tejido del sombrero le pertenece a las mujeres.
Su historia es excepcional, pero es también la historia de muchas mujeres que como ella viven de la paja. Su historia nos habla de una fuerza imparable por crecer como persona y como profesional, pero buscando que ese camino de realización propia le sirva a otras para alcanzar sus sueños.
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La finura del sombrero también tenía que ver con la luna. “Para que salga un buen sombrero había que esperar que la luna salga, que esté la luna en crecimiento cuando van a cortar el carrizo o a cortar el monte, para que así se pueda trabajar un buen sombrero con los secretos de la luna”. En esa época solo se tejían sombreros. Una persona puede hacer un sombrero a la semana, pero en la época de las abuelas “se velaba el sombrero” para lograr hacer dos por semana en madrugadas en las que las mujeres tejían alumbradas bajo la luz de las velas.
Nuevos aprendizajes y trabajo organizado
“La primera vez que hice un sombrero con un diseño diferente tenía 16 años”. Hasta ese momento todos los sombreros que había hecho Martha eran de modelo clásico y de color natural. La paja no pasaba por ningún proceso, solo se tejía. Hasta que apareció una señora que le pidió que le hiciera sombreros calados y carteras con tapa. Como Martha nunca lo había hecho utilizó un modelo que la señora le dejó. De ese modo ella aprendió a hacer diseños diferentes y a producir no solo sombreros sino Los primeros tejidos de Martha a la edad de siete años fueron también otros artículos utilitarios. carteritas pequeñitas que hacía con las tramas que encontraba cuando salía a “travesear”. Había aprendido a tejer, como todas en aquella época, con el junco verde de las chacras y luego había pasado a la paja toquilla. Primero hizo un abanico para “ventear” el fuego de las cocinas a leña y carbón de la época. Luego aprendió a deshilachar la paja, a sacar cuatro hilachas de una trama para que salga un buen sombrero. Entonces hizo su primer sombrero: un sombrerito “los tarritos” al que le dicen “huambrerita” por ser pequeñito. En ese tiempo empezó a estudiar la primaria. Siempre llevaba paja al colegio. En los recreos tejía; se hacía carteras para llevar sus útiles; monederos; bolsos para los cuadernos. Todo pequeñito. No podía parar, era como un vicio. Al terminar la primaria dejó el colegio y aprendió corte y confección, pero no le gustó. De ahí aprendió el tejido a crochet. Eso le gustó más pero no podía dejar el sombrero. Tanto era su gusto por la paja que empezó a tejer a crochet con paja y lana. Su madre le decía que no se podía mezclar paja con lana. Pero para Martha esa “era su manera como niña, así yo me inspiraba”, relata. Entonces empezó a dedicarle más tiempo a los sombreros. Cada semana terminaban de tejer y ella junto con su madre y sus tías los llevaban al Percal para venderlos. A los catorce años ganó su primer concurso en sombrero fino y se dio cuenta de que lo que hacía tenía valor. Entonces se esmeró más, los hacía más finos, más flexibles, le dedicaba más tiempo y cariño a los sombreros. Así empezó una relación con la paja y con los sombreros que tendría innumerables ramificaciones.
En el momento en el que su trabajo empezaba a dar un giro, decide casarse a los 18 años enamorada del hombre que sería padre de sus gemelas, Lady y Julissa que hoy tienen 24 años. Estuvieron juntos solo dos años. El hombre la maltrataba, “me salió malo” dice Martha, “no le gustaba que yo trabajara el sombrero, me quitaba los materiales, me los botaba”. Fue el único tiempo en el que Martha no pudo tejer libremente como lo había hecho desde los siete años. Cuando se separó de su marido sus hijas tenían seis meses y a partir de ese momento Martha volvería a tejer ya no solo por su amor a la paja, sino también para poder mantener a sus hijas y a ella misma. El tejido, al ser una práctica principalmente de las mujeres, es una actividad que ellas mimas reivindican como una vía para sobrevivir de forma autónoma en una sociedad machista en la que muchas de ellas, como Martha, han tenido que separarse de sus parejas por haber sido víctimas de violencia. 5
Por eso, cuando Martha empezó a ir nuevamente al Percal a vender sus sombreros, se encontró con que lo que compartía con sus amigas, que como ella llegaban a ese lugar cada semana, no solamente tenía que ver con el comercio de los sombreros sino también con las historias, poco felices, que cada una vivía dentro de su matrimonio. Las unía un oficio y también un impulso de lucha y una fuerza que se expresaba en el temple de los sombreros que tejían. Fue así como un grupo de veinte mujeres decidieron que era mejor trabajar de forma organizada y en 1997 crearon la “Asociación de Artesanas de Pedregal grande” con Martha como presidenta. El día de hoy la asociación congrega a trescientas mujeres. En la zona existen otras cinco asociaciones conformadas solo por mujeres dedicadas al tejido en paja, sin embargo, la articulación entre éstas no se ha producido. Para Martha, el fracaso que han tenido los intentos de lograr una articulación mayor se derivan de la competencia que existe entre las organizaciones. En vez de traerles mayores beneficios, estos procesos han terminado produciendo situaciones de acaparamiento de un grupo por sobre otro; utilización del colectivo para ganancias individuales; poca coordinación, etc.
la que participaron, Martha recuerda la vergüenza que sintieron de mostrar sus productos: “La primera vez que nos invitaron a exponer nuestra artesanía sinceramente nos sentíamos avergonzadas, nos daba mucha vergüenza, nos avergonzábamos de exponer el producto, nos escondíamos de las personas. Era una vergüenza tremenda porque nunca habíamos exhibido los productos solo habíamos llegado al Percal”. Fue en esa feria en la que hicieron contacto con la ONG Asociación y Desarrollo que a partir de ese momento inició un trabajo con ellas para lograr su formalización como asociación, facilitándoles el proceso de inscripción en registros públicos y brindándoles capacitación en diseño y acabados para mejorar su trabajo. Una profesora les enseñaba la teoría y les mostraba modelos dibujados o en fotografías, pero no les enseñaba a tejerlos, así que ellas mismas tenían que trasladar los modelos al tejido. Como Martha ya había tenido la experiencia de trasladar diseños a la paja solo con mirarlos, no le fue tan difícil hacerlo: “yo me las ingenié y saqué los modelos y diseños que hasta ahora tenemos, toda una rama de colores, una rama de acabados”. Fue así que terminó siendo contratada por la ONG para que ella misma les enseñe a sus compañeras.
Formar parte de una asociación es importante, entre otras cosas, porque permite involucrarse en procesos de producción más grandes. Las asociaciones reciben grandes pedidos y eso significa trabajo. En Catacaos, la Municipalidad ha impulsado la organización de las artesanas. En otros distritos vecinos, en cambio, esto no se ha producido de la misma forma. Martha también ha participado en promover la articulación de tejedoras en distritos como La Arena, pero no encontró el apoyo institucional suficiente. Para ella, lograr que otras mujeres se organicen significa avanzar en el posicionamiento del tejido en paja como una actividad económica rentable que le sirve a la mujer para salir de la pobreza.
Luego la escogieron para que participe en diversas pasantías en la sierra y en la selva del país. Un hecho importante de ese momento fue el viaje que hizo Martha al Ecuador como parte de una pasantía. El país del norte, tan cercano a Piura, es uno de los más representativos en la confección de sombreros así que era fundamental aprender la técnica que ahí utilizaban. Aquella vez la curiosidad de Martha se dirigió sobre todo al proceso de cosecha y trabajo de la paja toquilla, de la materia prima. En esa época la paja toquilla que se usaba en el Perú venía del , así que era interesante ver cómo se trabajaba ese material en su estado natural: “Como yo ya sabía tejer yo me metí a ver la planta, me fui con los agricultores y empecé a mirar cómo hacían los procesos” (…) “cuándo lo sacan de la chacra los agricultores, cómo cosecharlo cuando está maduro, cuándo está verde, cómo cocinarlo, cómo deshilacharlo, cómo cortar los palitos, en todo eso me he capacitado”. Años después, este
En el caso de la “Asociación de Artesanas de Pedregal Grande”, desde un inicio, la Municipalidad de Catacaos las apoyó y las empezó a invitar a ferias y exposiciones. De la primera feria en
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aprendizaje que Martha resalta en su relato, le serviría para cosechar los primeros cogollos en tierras peruanas. Años después la ONG dejó de trabajar en Piura para concentrarse en zonas de la sierra y la selva del País. Otras ONG como Manuela Ramos e IDEAS entraron a trabajar a Pedregal, sin embargo, luego de Asociación y Desarrollo no hubo ninguna que tuviera la misma importancia en el desarrollo de la asociación y el aprendizaje de artesanas. Es por ello que en los últimos años la asociación funciona de forma autónoma y sostenible gracias a la venta de los productos que las tejedoras elaboran. Además cuentan con el apoyo del Gobierno Regional, de la Municipalidad de Catacaos y de Piura. La actual gestión regional, en particular, ha mostrado un gran interés en apoyar el tejido fino de sombreros. En 2012 aprobó por una ordenanza regional el uso obligatorio del sombrero de ala ancha para toda la población con la finalidad de que las personas estén protegidas del fuerte sol piurano, e inició una campaña para difundir la importancia que tenía su uso para la salud. A nivel nacional el sombrero de Catacaos también ha vivido uno de sus mejores momentos al ser declarado, en mayo de 2013, Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura. Pero a inicios del presente siglo la situación del sombrero era diferente. Las ventas eran bajas, el sombrero se había dejado de usar, la competencia con productos chinos era mayor y en ese contexto las tejedoras de Pedregal Grande sufrieron una crisis importante. Cuando se formalizaron en 1997, la asociación recibía un pedido de cien sombreros al mes, pero en ese momento la producción descendió significativamente. Sería a mediados de la década pasada que la historia daría un giro fundamental con el inicio de la exportación de sombreros de paja.
Nuevos mercados: exportación y empresa
En 2005 Martha y cientos de tejedoras exportarían diez mil sombreros de paja Toquilla a Estados Unidos en lo que sería la más grande movilización de tejedoras en la zona y la mayor exportación de sombreros tipo Chalán que se hubiera producido en la región. Nunca antes había producido una cantidad tan grande, no conocía los dólares y nunca había conducido a tantas tejedoras. Sin embargo todo salió bien. Ese primer pedido de exportación, hecho por un empresario peruano residente en Texas que conoció en una de las feria en Piura, sería el inicio de la ampliación del mercado de sombreros y otros artículos de paja producidos por Martha y por muchísimas mujeres piuranas. Empezó con una entrega de mil sombreros. Salvo por algunos errores en el manejo de los papeles para poder exportar, el proceso de producción había sido un éxito. Las ganancias habían sido muy buenas y las tejedoras habían logrado salir de la crisis en 7
la que se encontraban. Aún así, frente a los nueve mil que faltaban por producir Martha pensó que sería imposible: “yo le dije que no le iba a aceptar porque era demasiado el pedido y no sabía si la gente me iba a cumplir o no y que podía terminar mal, porque al momento del contrato él me hacía firmar”. Pero finalmente aceptó. El empresario le ayudó a organizar un cronograma de entrega y eso le permitió creer que era posible. Mientras volvía a casa luego de haber recibido en su cuenta bancaria el 50% del adelanto, Martha pensaba con mucha preocupación en lo que se había metido: tenía poca experiencia; tenía que mover a la gente; tenía que conseguir nueve mil paquetes de paja – uno por sombrero- nueve mil moldes, etc. Había que organizarse.
de un llamado público que hizo Martha a través de una emisora del pueblo. No solamente participaron las trescientas mujeres que forman parte de la Asociación, sino muchas más mujeres tejedoras de diferentes distritos de la zona que no están asociadas.
Dos amigos piuranos le ayudaron en la tramitación de papeles: pago de impuestos, certificado de la Cámara de Comercio, guías de remisión, emisión de facturas, aduanas. Esta vez no habría fallos. Una amiga le ayudó a cambiar los dólares a soles. Una de sus hijas se encargó del control de calidad y la otra del pago semanal a las señoras. Así se inició una producción en serie que no paró de junio a diciembre cuando los sombreros fueron embalados y enviados a Texas. La única forma en la que esto se pudo hacer realidad fue congregando a la mayor cantidad de mujeres. Nunca antes el tejido de sombreros había involucrado tantas manos a la vez. Las mujeres fueron convocadas a través
Sin embargo, muchas personas seguirían confiando en ella. Luego de esta experiencia llegarían otras hasta consolidar un mercado externo importante que ayudaría significativamente a la economía de Martha y a la de muchas mujeres de Pedregal Grande. Las ferias ayudaron mucho en la generación de contactos y oportunidades, pero también el internet. La exportación de los diez mil sombreros y dos años después las condecoraciones que recibiría, fueron noticia en los periódicos locales y eso haría que Martha también se hiciera conocida en las redes. De ese modo la contactó, por ejemplo, una empresaria israelí que hasta el día de hoy le hace pedidos de flores y floreros cada quince días
Toda la casa de Martha estaba llena de petates en los que decenas de señoras tejían sombreros. A cada tejedora le pagaba por sombrero y esto las motivaba a aumentar su producción semanal involucrando a otros miembros de su familia en el tejido. De pronto al finalizar la semana una tejedora podía aparecer con ocho sombreros. De ese modo llegado el mes de diciembre lograron tener nueve mil sobreros embalados listos para ser enviados a Texas. Una vez cumplido el pedido, Martha le preguntaría al empresario texano cómo así había confiado en ella: “Don Manuel ¿qué me miró que usted confió en mí y depositar tantísimo dinero a mi nombre? Me dijo: no, yo tengo muchos años exportando y yo conozco la mirada de las personas, yo te conozco que eres una persona seria, buena y que nunca vas a fallar, y mira, me cumpliste, como mujer y con muchas mujeres. Y ahora mira, ya no tienes miedo, si te dicen quinientos no hay problema”. Cuenta Martha que en esa época su casa no era como hoy hecha de material noble, sino una construcción más humilde y rústica. Es decir, vivía en una situación muy precaria que podía no ser garantía de que pudiera cumplir con un encargo de tal dimensión.
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para venderlos en su tienda: “ella ahorró solo para venir desde Israel a mi casa para conocerme a mí y conocer cómo hacíamos el trabajo, porque a ella le habían dicho que lo hacíamos con una máquina, no sabía que lo hacíamos con la mano. Es por eso que ella ha valorado el producto y no deja de pedir”. La empresaria Israelí vende los productos bajo la descripción de hecho a mano y en el Facebook de Martha se pueden ver las fotos de las flores y floreros en las estanterías de la tienda de Jerusalén.
con mayor rapidez. A esto habría que agregar que desde el año 2000 Martha formó una empresa que se llama “Artesanías Mis Gemelas” con la marca “Pedregal Perú”. Bajo este nombre responde principalmente a los pedidos de exportación cuando el cliente requiere que la venta sea hecha por una entidad privada con fines de lucro. Cuando el cliente quiere realizar una compra a la asociación entonces la venta sale a nombre de esta. Si bien ambos espacios tienen un carácter diferente, en tanto la empresa es exclusivamente de Martha, el funcionamiento es similar pues siempre se va a requerir la participación de las tejedoras ya sean de la asociación o independientes y en ese sentido implica una ganancia para las tejedoras por sombrero producido. Si trabajan como empresa, señala Martha, implica otros gastos: el envío, el IGV, el pago del contador, etc. En el caso de la asociación se considera una inversión de la ganancia para garantizar un fondo común:
“Lo que ganamos como asociación, por decir, un sombrero cuesta 70 soles, a la tejedora se le paga 70 soles pero si no hay fondo le pagamos 68 soles. Ahora tenemos un fondo como asociación de una materia prima, tenemos material, se les entrega el material para hacer el sombrero. Por ejemplo, si son 100 sombreros se les da 100 paquetes. Entonces cuando entregan el sombrero se les descuenta el material y ese fondo es para mantener el material, para no dejar perder ese capital.”
Además de Israel y Estados Unidos, su mercado internacional se extiende a España y Ecuador. Con sus diferentes clientes establece contacto a través de internet y los pedidos los recibe a través de correo electrónico. Sus hijas le ayudan a gestionar su página de Facebook y sin duda el acceso que tiene a internet desde su casa le ayuda a concretar los acuerdos comerciales
Otro beneficio de trabajar como asociación es que pueden ser beneficiarias de capacitaciones en diseños, acabados, manejo de precios, etc. Ya sea como asociación o como empresa, la producción dirigida por Martha ayuda a dinamizar la economía de muchas mujeres tejedoras de Pedregal. Como veremos más adelante, cultivar la relación con las tejedoras, el compartir y enseñar a otras son principios fundamentales para la sostenibilidad de este trabajo colectivo.
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La recuperación de la paja toquilla y su nueva dinámica comercial “Me emocioné cuando supe que había paja allá. Cuando yo descubrí que había esa materia prima que es nuestra herramienta de trabajo”.
habían transmitido las mujeres de su familia. Eran muchos los motivos que impulsaban a Martha a apostar por esa planta. La motivaba el hecho de que ya no dependerían de la paja ecuatoriana; que ya no tendrían que pasar por los avatares que significaba sacar materia prima de otro país: el pago de favores a los controladores de aduanas, el miedo a perder el material, el peligro que corrían en cada trasladado hasta llegar a las fincas de los campesinos ecuatorianos, tomando tres autobuses y dedicando hasta tres días en un viaje agotador. La motivaba también enseñarle a los campesinos de La Capilla cómo procesar ese material para que pudieran venderlo y mejorar su economía. Ese acto de reconocimiento que parecía tan simple, desencadenaría una serie de acontecimientos que nadie había previsto para la economía de la región.
Hasta el 2012 las mujeres de Pedregal Grande tejían con paja ecuatoriana. La especie denominada toquilla de la que están hechos los típicos sombreros del norte del Perú se hacían con materia prima importada. Pero no siempre fue así. La paja se había mantenido oculta y olvidada como parte de las transformaciones sociales que se dieron en el campo durante la década del sesenta. Antes de la reforma agraria, en los campos de la sierra de Piura crecía paja que era cosechada para elaborar los sombreros que los antiguos hacendados usaban. Cuando la propiedad pasó a los campesinos de la zona el uso de esa planta se fue perdiendo porque no sabían donde vender la paja, hasta que se olvidó totalmente y fue tratada como maleza. Luego vinieron los pájaros y se sentaron en las plantas dejando su guano y botando unas pepitas rojas de las que nacieron las plantaciones de café que hoy existen en esa zona. Para darle sitio al nuevo cultivo, los campesinos contrataban peones exclusivamente para cortar esas plantas silvestre que aparecían una y otra vez. Esta es la historia que le contó el señor Paulito Huamán –un campesino de la zona ya anciano y ciego- al grupo de estudiantes y funcionarios del Gobierno Regional de Piura que habían llegado a La Capilla, en el poblado del Higuerón del Fue así que empezó una movilización para lograr un pequeño distrito del Faique, a realizar una investigación sobre el café y que proyecto piloto que financiara un nuevo viaje a la sierra de una sin querer encontraron una planta que parecía ser paja toquilla. comitiva que incluía a autoridades del Gobierno Regional, de la La representante del Gobierno Regional recogió varios cogollos Municipalidad de San Miguel del Faique y a Martha, con el objetivo y los llevó a Pedregal Grande para que alguna mujer pudiera de identificar las plantas y procesar una cantidad que permitiera dar fe de la utilidad de esa planta. Y así fue como llegó a donde verificar que efectivamente era paja toquilla que sirviera para Martha quien no dudo en confirmar que esa planta era paja tejer. Martha fue contratada para evaluar la calidad de la paja y toquilla. La certeza de Martha frente a aquella planta era el enseñarle a los campesinos de la zona a cosechar la planta y a reflejo del conocimiento que generación tras generación se procesar el material. Cuando llegaron a la chacra de uno de los campesinos encontraron una gran cantidad de paja: 10
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“Las plantas estaban en las ciénegas que son los cerros grandazos que tienen una caída grandota y ahí nadie puede entrar a sembrar porque es peligros, cuando llueve esos cerros se abren y empieza a botar el agua solito como si fuera un canal. Como en ese entonces no estaba lloviendo, los cerros estaban tranquilos, solo estaban las plantas y por eso logramos entrar”. Entonces Mar tha organizó a los campesinos para que cosecharan toda esa paja, luego pidió ollas, agujas, hilos y sal. Los campesinos le hacían caso un poco incrédulos ante las indicaciones de Martha, pero ella les decía que ella sabía y que les enseñaría.
“Yo me sentía alegre porque los niños venían trayéndome todos los paquetes de paja y me decían “mire la pajita” y ellos empezaban a juntar lo que habían sacado. (…) Y así empezamos a enseñar el deshilachado. El material es como una vela, está bien envueltito, luego nosotros cortamos lo que es palo y lo sacamos con una aguja. Luego queda la pulpa y cuando queda la pulpa hay que golpear tres veces para que abra como hojita de la panca del choclo. Recién cuando hay una buena cantidad ponemos una olla hirviendo, ingresamos cuatro latas de agua, ingresamos diez o quince paquetes de paja, ingresamos diez cucharas de sal y empezamos a mover por veinte minutos. Una vez que ha hervido, sacamos con una cuchara grande y los colgamos. Una vez que colgamos de ahí despegamos, hay que desprender los filitos una vez que ya ha secado, luego al siguiente día pasa a ser de este color (amarillo)”.
entre los agricultores del Faique y las artesanas de la costa de Piura. Los campesinos empezarían a procesar la paja en vez de contratar peones para cortarla y la venderían a las tejedoras de Catacaos que a su vez dejarían de viajar a Ecuador para comprar paja y se dirigirían a la sierra de Piura en un viaje que no les demoraría más de un día. El impacto fue tan grande que en poco más de un año del descubrimiento de la paja toquilla peruana se pueden contar alrededor de cuarenta personas que se dedican a cosechar y procesar paja en el Faique y que han sido organizadas por la municipalidad del distrito. De igual modo, si bien Martha fue la primera artesana en comprar paja en esa zona, en la actualidad muchos otros grupos de mujeres viajan a la sierra a comprarla. Los intermediarios se han reproducido y hoy en día se puede encontrar a vendedores de paja toquilla peruana en algunos puntos de Catacaos. La nueva dinámica económica ha tenido también un impacto importante en el precio de la paja cuyo valor se ha ido incrementando de forma acelerada. Al inicio un paquete de paja se vendía a tres soles, actualmente el precio puede llegar a quince soles, más cara que la paja ecuatoriana. Aún así, dado los costos y riesgo del viaje al extranjero, sigue resultando más ventajoso comprar la paja peruana que además, cuenta Martha, ha resultado ser de mejor calidad.
El incremento de la demanda y de los precios de la paja es un problema actual para Martha. Al inicio, cuando los precios eran bajos y no había intermediarios, Martha lograba comprar cuatrocientos paquetes. Cuando volvió a subir en octubre del 2013, los intermediarios estaban por todos lados y el precio fluctuaba entre cinco y siete soles dependiendo del agricultor. Una vez terminado el proceso las dudas y temores de que la Martha decidió esperar la época de lluvia para regresar con la inversión hubiera sido en vano se disiparon. “Cuando lo pusimos idea de que nadie más subiría a la sierra. Pero en enero ya no a secar y le dio el sol y la pajita empezó a enredar, se asustaron encontró nada, los intermediarios se lo habían llevado todo. Su y sorprendieron y tomaron fotos y se convencieron que era paja hija Lady recuerda que aquella vez cuando Martha llegó de la toquilla”. De ese modo los cafetaleros aprendieron una actividad sierra sin nada se sentía muy triste. De pronto ella que había complementaria que beneficiaría su economía familiar. A partir sido la primera se había quedado sin nada. de ese momento se iniciaría una nueva dinámica económica 11
Cuando decidió regresar en abril de 2014 encontró la paja a diez soles. Aquella vez decidió hacer una acuerdo con dos agricultores que reconocen el trabajo que ella ha realizado al enseñarles a procesar la paja: ellos le guardarán paja y se la venderán a diez soles y ella llegaría sí o sí, con lluvia o sin ella a comprarles el material. Aún cuando ha logrado este arreglo el tema del precio de la paja sigue siendo un problema pues es casi seguro que seguirá aumentando lo cual representa un incremento en el precio del sombrero. En promedio un sombrero puede venderse entre cincuenta y cien soles, un precio alto considerando la competencia de los productos chinos que pueden costar hasta cinco soles.
de otras oportunidades de trabajo que son impulsadas por sus propias directivas. El objetivo de Martha, es beneficiar también a aquellas mujeres que tienen productos pero que no cuentan con un mercado por no estar organizadas.
Para Martha un aspecto imprescindible es saber cómo tratar y organizar a las artesanas que llegan a su casa luego de la convocatoria. A todas hay que darles trabajo, por más que el pedido requiera la participación de menos mujeres. Esto no representa ningún problema pues siempre hay trabajos en los cuales se les puede involucrar. Incluso el hecho de que lleguen muchas es favorable para la producción pues de ese modo el pedido está listo antes. Lo fundamental es lograr que ninguna El mercado de la paja y el sombrero es difícil. Se debe invertir mujer se quede sin trabajo y se sienta excluida. Una situación de mucho esfuerzo no solo en el tejido si no también en el recorrido ese tipo le generaría problemas a Martha: “si una o dos se van que hay que seguir para obtener el material. Es por ello que disconformes, jala a las demás”, relata, y eso significaría poner Martha imagina otras salidas para lograr regular los precios: en riesgo el pedido: “Si yo me voy a poner egoísta y lo hacemos explorar nuevas tierras en la sierra o incluso, como veremos solo con ellas y alargamos el tiempo, entonces va en mi contra porque el cliente ya no confía en mí”. Es por ello que cultivar una más adelante, lograr cultivar paja en la costa. buena relación con todas las mujeres es fundamental.
El proceso de elaboración de productos en paja toquilla
A cada mujer se le paga por sombrero. Para ello, Martha trabaja con la Caja de Piura para obtener préstamos que le permiten pagar a las tejedoras inmediatamente después de que entregan Tejer en paja puede ser un trabajo individual, un esfuerzo de su trabajo. Martha se encarga de comprar la paja y las semillas concentración y creatividad que cada mujer realiza con sus para hacer el tiente natural. Si necesita material, el mismo día manos. Sin embargo, cuando se teje de forma artesanal para que recibe el pedido hace el viaje a la sierra para conseguir paja lograr productos comerciales, el tejido es intrínsecamente y semillas. Algunas veces vende la paja a alguna artesana, pero un trabajo colectivo y organizado. Pedregal Grande es una en su mayoría lo destina a su propia producción. centro poblado con más de siete mil habitantes que en algún momento han tenido relación con el tejido en paja y guardan Su casa es el centro de operaciones donde se procesa y sele da ese conocimiento. Cuando Martha recibe un pedido grande, ya el acabado tanto a la paja con la que se tejerá como al producto sea como empresa o como asociación, hace un llamado público final. Ella cuenta con un horno que le sirve para “blanquear a través de una emisora para convocar a todas las tejedoras la paja” -que consiguió pocos meses antes de encontrar la interesadas en este trabajo que pertenezcan a su asociación paja toquilla en la sierra- y con dos máquinas de coser que les o que sean independientes. Aquellas que pertenecen a alguna fueron donadas por una institución española. Además cuenta con de las otras cinco asociaciones que existen en el distrito no moldes de diferentes tamaños para la elaboración de sombreros. pueden participar en esta convocatoria, pues ellas se benefician En la parte posterior de su casa está construyendo un taller de 12
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material rústico para organizar mejor su trabajo. Es decir que desde hace unos años Martha cuenta con un mejor mobiliario y con la posibilidad de conseguir paja a una menor distancia. Las condiciones se han hecho más propicias para lograr mejorar su producción. A continuación se describe el proceso para elaboración de productos tejidos en paja, ya sean sombreros u otros, que lleva a cabo Martha con el grupo de artesanas.
El proceso del tejido
Una vez que está listo el tejido, se lava, se escurre al sol y se mete nuevamente al horno. Luego que sale del horno y ha estado veinte minutos la sol se azoca con una madera para que quede muy finito. Luego se plancha con una plancha de carbón con una tela y una madera. El amoldado también se hace a mano, solo si necesitan hacerlo rápido lo hacen en las máquinas para amoldar que tiene la “Casa del Sombrero” o en el Centro de Innovación Tecnológica (CITE). Finalmente, si se trata de un sombrero tipo “chalán” se hace quebrado de forma manual. Martha se ha planteado hacer un estudio de mercado sobre las preferencias de los clientes con respecto a un sombrero amoldado a mano o con una máquina de amoldar. Este sondeo le permitirá tomar la decisión sobre si vale la pena o no comprar una máquina de amoldar.
El proceso del teñido
Primero el material se pone bajo el sol por un día. Al día siguiente se remoja durante medio día. Una vez que la paja está bien blandita por el agua, se ingresa al horno junto con carbón prendido y bolsas de azufre y se le deja ahí durante toda la noche. A las seis de la mañana del día siguiente llegan nuevamente las mujeres, se abre el horno y se saca una gran cantidad de paja. A cada mujer se le entrega un paquete y se le explica lo que tiene que hacer. Cuando el pedido es de sombreros rústicos, tipo chalán o clásico, cada una lo puede hacer en su casa, pero cuando una empresa pide un diseño exclusivo lo tejen en la casa de Martha pues hay que tener cuidado de que nadie copie los colores y el diseño: “Siempre hay mucha gente que quiere copiar, entonces hay que guardar el secreto”.
El descubrimiento de la paja toquilla en la sierra de Piura permitió también el cambio de los tintes sintéticos al tinte natural. Ya no solo viajaban para comprar paja sino también semillas. Esto también representó un cambio importante en la producción pues un tinte natural tiene mayor resistencia al sol, como relata Martha, y además se pueden encontrar colores únicos que permiten que sus productos también lo sean.
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Al igual que en el caso de la paja, es importante asegurar proveedores, pero en este caso es necesario también asegurar exclusividad y discreción para que ninguna otra persona sepa con qué semillas está elaborando ella sus diseños.
Haciendo escuela
“En esa parte somos un poco celosas. Cuando tú descubres algo eres bien celosa con tus secretos. Como yo ya sé quiénes son las personas que me están proveyendo de plantas y semillas, yo ya les dije, mire señora ustedes me van a seguir consiguiendo estos materiales, yo les voy a seguir comprando, pero yo espero que ustedes no le estén diciendo a las otras personas que yo le estoy comprando porque si no van a venir y le van a comprar y yo no voy a encontrar, porque lo que se ha encontrado es poco.” En el caso de las semillas aún no se ha producido un incremento de precios ni una disputa por el material. Las semillas que Martha compra le permiten lograr colores originales y alegres: “Si en la planta está bien verde te va a salir un rojo, cuando está más o menos maduro, medio amarillo, te bota un mostaza, un amarillo color mango”; “Un señor que tiene una planta con unas hojas negras, si las tocas te manchas, pero cuando las hierves te sale un marroncito capulí bien bonito”.
Al igual que Martha sus hijas aprendieron mirando como tejía su madre. No lo hicieron tan temprano como ella, ni tuvieron que amasar lombrices tantas veces. Lady y Julisa empezarían a tejer a los nueve años su madre les haría pasar las lombrices solo una vez y ya casi muertas, pues temía que pudieran hacer les algún daño. Lo primero que tejieron sus hijas fueron unos “cantaritos”, ahora ellas hacen todo lo que sabe hacer Martha: “diseñan, hacen combinaciones de colores, lavan el material, los procesos de lavado, blanqueado del material de los sombreros”. Además de ayudar a su madre en su trabajo, ambas van a la Universidad de Piura, una de ellas estudia Derecho y la otra Economía.
El teñido de la paja puede hacerse de forma individual o colectiva. A veces Martha vende la paja ya teñida o en color natural, pero la mayor parte la destina para los pedidos que recibe. Por ejemplo, si le piden cien sombreros de un solo color se requiere la participación de las tejedoras que participarán en la producción. Entre ellas tiñen cien paquetes de paja en una olla hirviendo. Luego van sacando y escurriendo la paja. Al final, para hacer Muchos otros niños de la zona aprenden de sus madres al igual que el color se fije, se sumerge la paja en una tina con agua y que Lady y Julissa, pero es necesario cultivar esos conocimientos para que nos pierda el tejido fino. cinco limones exprimidos Martha cuenta con una diversidad de productos hechos en paja. Bajo este proceso elabora floreros, rosas, flores de diferentes tipo, individuales, carteras, porta botellas, cofres de diferentes tamaños, canastas, monederos, abanicos; y una gran variedad de sombreros de tejido fino.
“Tejen la mamá, los hijos, el esposo. Ya se volvió a rescatar. Y si la mamá y los hijos no supieran, esa gente qué hiciera. Por eso es muy valioso este arte y a mi me gustaría que lo plasmaran en otros pueblos, en otros asentamientos humanos. Niños que no tienen nada qué hacer.”
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Por ello Martha tiene un proyecto personal y voluntario que se llama “Creando Escuela”. Algunos meses, cuando solo está dedicada a la venta de productos, convoca a niños y niñas del pueblos a través de una emisora para orientarlos en sus conocimientos en el tejido, como jugando.
están en los talleres conmigo yo los veo que están bien mansitos. Están bien humillados, unos que están bien arrepentidos”.
El tejido implica un tipo de concentración que permite la meditación. Cada hombre está dedicado a su labor para lograr un trabajo que sea de calidad que luego puedan vender y así ayudar Además de las actividades voluntarias que realiza, ha sido económicamente a sus familias. Viendo este entusiasmo Martha contratada por diversas entidades principalmente públicas. En está gestionando que se implemente un taller con inmobiliario 2006 el Gobierno Regional de Cajamarca la contrató para que le adecuado –sillas, mesas, moldes- para incentivar la producción enseñe a hombres y mujeres de seis pueblos de Bambamarca, de los presos: una zona productora de sombreros, su técnica en el tejido del “Hemos encontrado que los jóvenes tienen bastante esmero en sombrero. Enseñando, Martha a viajado también a la selva, a la aprender y quieren trabajar para ganar un sol, para cubrir sus zona de Rioja y Tarapoto, a veces por periodos de medio año. gastos, también ver cómo ayudar a su familia que está afuera. En los últimos años ha sido contratada por la Municipalidad Encontramos muchas debilidades y muchas cosas que ellos de Tambogrande y la Municipalidad de Colán para capacitar a necesitan. Hay jóvenes abandonados, a veces el papá falleció mujeres, y en el verano pasado esta última la contrató para dictar o la mamá y crecieron sin rumbo”. talleres de verano a niños y niñas con el objetivo de recuperar el sombrero fino. En esa misma línea, ha sido contratada por A Martha le emociona enseñar a tejer. Es quizás una de las diferentes colegios, como el Montesori y el Vallesol. actividades que más gratificación le trae. Sabe que el tejido no es solo un arte, es también una actividad económica que puede Tejer en el Penal ayudar a hombres y mujeres en situación de pobreza a lograr En el 2012 el jefe del INPE, el presidente regional y el presidente una vida más digna de mayor bienestar. Por ello no se cansa de la corte, acordaron un convenio para impartir talleres de difundirlo. útiles y de esparcimiento en el Penal de Piura. Martha fue Todas pueden tejer convocada junto con quince profesores más para enseñar de forma voluntaria a ciento veinte jóvenes. Solo quedaron tres, En los Tallanes, un barrio de la ciudad de Piura, la Municipalidad un profesor de carpintería, un profesor de electricidad y ella: de la provincia a organizado un taller gratuito dirigido a personas “Me siento orgullosa de que he capacitado a ese grupo de con discapacidad y sus familiares. La Oficina Municipal de hombres que ya saben hacer todo el proceso del producto. Atención a la Persona con Discapacidad (OMAPED) cuenta Incluso han absuelto a dos jóvenes y están trabajando bien”. con un local bastante espacioso al cual van llegando mujeres jóvenes y mayores que tienen algún tipo de discapacidad, llegan En 2014 Martha pasó a enseñar tejido a presos de máxima con sus madres, sus hermanas, sus amigas. Algunas de ellas seguridad, esta vez con un contrato de trabajo. Tres días a la tienen dificultad para caminar, otras no pueden movilizar sus semana de diez de la mañana a tres de la tarde, Martha llega manos, otras son ciegas, otras tienen algún tipo de discapacidad al Penal a impartir su taller: “Ellos son jóvenes de diferentes mental. El taller no está dirigido exclusivamente a mujeres, pero pabellones que se reúnen y ahí nosotros les enseñamos. Ellos es probable que por el hecho de que el tejido se asocia a una han cometido su delito grande, son peligrosos, pero ahora que actividad femenina, ningún hombre participe de este espacio. 15
Luego de trabajar en el Penal, Martha se dirige a la OMAPED y dicta el taller de cuatro a siete de la noche también tres veces por semana. Su contrato es con la Municipalidad de Piura, ella dicta el taller y se encarga de traer el material con el que trabajarán. Las mujeres llegan puntuales y durante esas tres horas tejen con dedicación y alegría. Martha va de mesa en mesa supervisando el trabajo que van haciendo. Algunas ya han terminado su primer sombrero. Otras ya han elaborado flores y abanicos. En muchos casos la persona con discapacidad no realiza directamente el trabajo pero ayuda de algún modo a su madre o a su hermana a realizar el tejido.
Reconocimientos
A algunas mujeres se les hace difícil, sienten que son inútiles y que no podrán hacerlo. Una mujer ciega, por el contrario, está segura que podrá hacerlo, está ávida de conocimientos en su primera clase, quiere de una vez empezar con el aprendizaje del sombrero. Ella hace pulseras y otras manualidad con una habilidad única. Así que no duda que en breve habrá logrado aprender le punto del tejido en paja. En una hora ya ha logrado un pequeño tejido. Martha le enseña, se toma un tiempo con ella para indicarle los pasos y para que ella pueda sentir con sus manos cómo debe quedar.
A los catorce años Martha ganó su primer concurso de tejido fino. En total ha ganado aproximadamente diez primeros puestos por el sombrero más fino: ha sido todo certificado. En la época del pasado no había dinero. Con el certificado ya decías me gané mucho”, cuenta Martha. El 2009, sin embargo, sus logros alcanzarían otra dimensión. El detonante de una serie de medallas que seguirían una tras otra sería la Condecoración Orden al Mérito de la Mujer 2009 dada por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en reconocimiento por su labor a “Primero es difícil. Ellas mismas se dicen que son inútiles. Todas favor de su comunidad y el desarrollo del país. Martha fue elegida decían así cuando llegué. Me he dado cuenta que las chicas junto a otras diez mujeres a través de un concurso público. Su especiales tienen otra manera de expresarse, pero yo como candidatura fue promovida por los medios de comunicación de profesora las incentivo y les levanto su autoestima y que van a Piura y contó con el apoyo de amigos e instituciones que la ser grandes artistas que harán cosas maravillosas. Ahora les motivaron a presentarse. parece difícil pero no es difícil”. Un mes después llegaría la medalla “Joaquín López Antay” dada Son treinta y cinco mujeres que, como dice Martha, “han tomado por el Congreso de La República en el día del Artesano que la el arte como un valor”. Su trabajo será expuesto al público al reconoce como maestra nacional de la artesanía peruana. Con esta medalla, Martha se convertía en la primera piurana en terminar el taller. obtener una reconocimiento de ese nivel. Al ser preguntada por un medio de comunicación sobre cómo se sentía al haber recibido este reconocimiento, Martha respondió que era también un reconocimiento a las quinientas mujeres tejedoras que hay en
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los centros poblados de Pedregal Grande y Chico1. Martha cuenta con un expediente muy completo sobre su trayectoria que incluye innumerables recortes de periódico donde están registrados hechos importantes en los que ella ha participado, como son el reconocimiento de la paja toquilla en el Perú, la elaboración del sombrero más grande del mundo, la exportación de miles de sombreros, etc. Sabe que sus logros están respaldados y que lo que ha ganado ha sido fruto de su esfuerzo:
“Pero nadie ha hablado por mí, sino, me piden mi expediente y yo voy y lo presento. Que he creado escuela, que he rescatado la planta, que me he involucrado con mucha gente”. Luego vendrían las condecoraciones regionales. El Gobierno Regional de Piura le otorgaría una medalla de reconocimiento especial por el premio Orden al Mérito de la Mujer 2009; una medalla de Maestro de la Artesanía Peruana y otra de Gran Maestra de la artesanía Piurana otorgadas por la Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo (DIRCETUR). En el 2013 la misma Dirección le otorgaría el premio medalla “Joaquín López Antay en reconocimiento a su invalorable aporte a la cultura y al arte de la región”. En 2014 el Gobierno Regional le otorgaría una medalla de reconocimiento por su labor. En 2013 Martha ganó una beca para estudiar un Diplomado en Gestión Empresarial por la Universidad del Pacífico de Estados Unidos junto con otras diez mujeres. Nuevamente Martha presentó su expediente en donde acreditaba haber formado empresa, haber hecho trabajo comunitario apoyando a mujeres y niños, haber trabajado en el rescate de la paja toquilla. Luego de ocho meses de estudio Martha se graduó y a pesar de que no terminó el colegio cuando era pequeña hoy acredita estudios superiores que le están siendo útiles para seguir creciendo como empresaria.
Se han dado favoritismos, se han manejado concursos, se ha concentrado información en beneficios de algunas y en desmedro de otras. Un ejemplo de esto fue en 2009. Cuenta Martha que ese año ganó un viaje a Estados Unidos para exponer sus productos. Sin embargo, la persona que dirigía el CITE en ese momento decidió que se haría un concurso para decidir quién iría. Ganó una artesana que sería finalmente desembarcada por otra elegida sin concurso que además al volver les diría a sus compañeras que “los productos se cayeron al mar”. Otra historia similar se dio en un concurso de tejido de sombrero fino en el que los primeros premios eran en dinero. Los resultados fueron cuestionados debido a la poca experiencia de las ganadoras. Es por casos como estos que existe desconfianza. Como señala Martha “en el sector de la artesanía hay dinero” y ello genera disputas y competencias. Por eso para ella es importante abrirse su propio camino, buscar información sobre ferias, concursos y eventos por su cuenta, a través de internet o por otras vías. Por ejemplo, está pensando postular al premio del Amauta. Sin embargo, la relación que tienen Martha con las autoridades es muy buena y productiva. El año pasado motivó al Gobierno Regional a organizar el tejido del sombrero más grande mundo para inscribirlo en el libro de record Guinness en vez de organizar otro concurso que pudiera traer nuevos conflictos. La idea fue acogida por el presidente regional y fue así que treinta mujeres tejieron durante tres meses un sombrero gigante. En el mes de septiembre el sobrero más grande nunca antes visto se lució por las calles de Piura cargado por varias tejedoras y con la presencia de distintas autoridades. Lamentablemente la inscripción en el Libro aún no se ha realizado debido a que no cuentan con el dinero para hacerlo y hoy el sombrero gigante se encuentra guardado en alguna oficina del Gobierno Regional.
El camino para obtener estos reconocimientos, sin embargo, no ha sido fácil. No siempre las instituciones han funcionado de la forma más equitativa frente a las organizaciones de artesanas. 1
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Nuevas metas y sueños Mi mente intenta estar en todo
a los campesinos y enseñarles a los campesinos, buscar las tierras abandonas y sembrarlo donde haya agua”. Martha tienen el don de saber contar. Sus historias tienen a veces de aventura, a veces de sufrimiento, a veces de alegría, son relatos emocionantes cargados de emoción por lo que hace. Por eso ella misma quiere contarla y publicarla. Porque su historia es también la de muchas mujeres pero a la vez es excepcional y merece ser escrita. Publicarla es además garantía de que a ella se le reconozcan los logros en los que ha participado en torno a la recuperación de la paja Toquilla y del tejido del sombrero fino, y de darle ella misma perpetuidad a los conocimientos ancestrales que posee. La publicación de su catálogo va en esa misma dirección y representa la oportunidad de mostrar la diversidad de su producción bajo su propia marca.
Por otro lado, se propone sembrar paja en la costa para que haya una mayor oferta y no haya un aprovechamiento por parte En la historia de Martha el tejido en paja cobra un sentido de los agricultores de la sierra que actualmente concentran la transformador a nivel personal y a nivel social. Es una vía para producción. salir de la pobreza y un arma para luchar contra el machismo “Estoy agrupando a un conjunto de campesinos de acá del y mejorar la vida de las mujeres. Además, la paja también norte y traer plantas de allá y por qué no sembrarla. El clima está ayudando a mejorar la vida de hombres y mujeres en la que tiene allá tiene acá. Lo único que tiene que tener es que sierra de Piura que ahora la procesan para venderla, y de los esté debajo de la sombra. La paja quiere sol y quiere sombra. intermediarios que cruzan la montaña para traerla a la costa. Los Lo único es que no le falte el agua, es como el arroz que está sombreros que tejen los presos de máxima seguridad son una en el agua. Así es la paja”. expresión de que ellos también pueden hacer cosas hermosas. Las flores y los abanicos que tejen las personas con discapacidad De ese modo Martha espera aliviar los problemas que las junto a sus familias son una nueva forma de comunicación y una artesanas tienen con el material y además crear una nueva actividad para que los agricultores de la costa puedan tener oportunidad para compartir la alegría de crear algo nuevo. mayores ganancias. Vinculado a este tema Martha está interesada Por ello las metas de Martha tienen un impacto social y también en participar en cualquier iniciativa que surja con el objetivo de personal: explorar nuevas zonas en la sierra de Piura en donde se dice “Estoy pensando en patentar el diseño de mi sombrero, cuando que crece paja toquilla. yo me inicié, cómo lo hice cuando era muy pequeña, publicarlo, cómo me emprendí con mis abuelas. Ese es mi primer paso que voy a hacer este año. Mi segundo es publicar mi catálogo. Y mi tercero es trabajar las plantas y traerlas a Piura, organizar 18
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Son las grandes metas de una gran mujer que es imparable. “Como mujer yo no me canso. Día a día yo viajo, día a día yo trabajo”. Dice Martha. Su vida ha sido así y así seguirá adelante con esa energía y esa humildad que la caracterizan: creando escuela; motivando a las mujeres con nuevos diseños; rescatando una planta; haciendo los teñidos; consiguiendo pedidos para darle trabajos a muchas mujeres y a hombres, ahora que ellos lo están recuperando. “Algún día que yo cierre mi ojos dejaré toda esa semilla para que ellos no sufran” dice Martha, y en su imaginación, ve crecer paja en las tierras de Pedregal Grande y ve a mujeres y hombres tejiendo sombreros en una convivencia más armónica y respetuosa, y llevando una vida sin sufrimientos acorde al arte y a los conocimientos que poseen en las manos.
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