HUME ( ) formado por misnistros en detrimento del poder del rey

1    HUME (1711-1776) Contexto histórico del pensamiento de Hume Durante la primera mitad del siglo XVIII en todos los Estados de la Europa continent

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EN NOMBRE DEL REY SENTENCIA
La Sala Primera del Tribunal Constitucional, compuesta por don Francisco Pérez de los Cobos Orihuel, Presidente, don Luis Ignacio Ortega Álvarez, doña

EN NOMBRE DEL REY SENTENCIA
El Pleno del Tribunal, compuesto por don Francisco Pérez de los Cobos Orihuel, Presidente, doña Adela Asua Batarrita, doña Encarnación Roca Trías, don

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HUME (1711-1776) Contexto histórico del pensamiento de Hume Durante la primera mitad del siglo XVIII en todos los Estados de la Europa continental gobiernan monarquías absolutas, influidas por la Iglesia católica. La economía sigue siendo feudal aunque se va transformándose poco a poco en una economía capitalista. La nobleza va perdiendo poder progresivamente. En Gran Bretaña, en cambio, el poder se había ido concentrando en el parlamento, controlado por la nobleza y por los más adinerados, pero todos eran conscientes de que la soberanía radicaba en el pueblo y de que éste la cedía temporalmente al parlamento, con la condición de que éste le respetase sus derechos a la libertad y a la propiedad. Cuando Hume nació (1711) reinaba en Inglaterra, Escocia e Irlanda Ana I, perteneciente a la casa de los Estuardo. Durante el reinado de Ana I se fue consolidando el sistema bipartidista

formado por el partido de los tories, el preferido de la reina, y los whigs. A la muerte de Ana I

ocupó el trono Jorge I, perteneciente a la casa de Hannover, que reinaría entre 1714 y 1727, cuya impopularidad contribuyó a que se desarrollara el sistema moderno de un Gabinete de Gobierno

formado por misnistros en detrimento del poder del rey.

En 1715 tuvo que hacer frente una rebelión (para reponer en el trono a un miembro de la

familia de los Estuardo) apoyada por los tories; tras superarla, Jorge I dio el poder, en 1717, a los

whigs, que lo mantuvieron durante 50 años, esto es, a lo largo de casi toda la vida de Hume quien estaba más cercano a los tories.

El sucesor de Jorge I fue su hijo Jorge II (1727-1760). Durante su reinado tuvo que hacer

frente a otra rebelión (última de los partidarios de los Estuardo), que fue también derrotada. Tras Jorge II reinó Jorge III. De 1767 a 1769, Hume sería nombrado Subsecretario de Estado.

En 1770 los tories volverán al poder.

En la segunda mitad del siglo XVIII reinan en Europa monarcas influidos por la Ilustración,

cuyas mentalidades se van distanciando de las estructuras sociales y económicas propias del Antiguo Régimen (despotismo ilustrado). Contexto socíocultural del pensamiento de Hume El grupo más influyente de la sociedad del siglo XVIII era la aristocracia, por sus privilegios, rentas o posesiones. El absolutismo continental había mantenido su régimen jurídico estamental y la nobleza se consideraba un grupo separado del resto de la sociedad, del cual surgían los gobernantes, las jerarquías eclesiásticas y los encargados de dirigir los ejércitos. En Inglaterra, sin embargo, los nobles no se tenían a sí mismos como un grupo separado y valoraban la tolerancia y la propiedad, cosa que hizo que se aprovecharan de la evolución agraria habida en el siglo XVIII y que se enriquecieran, lo cual no ocurrió con la nobleza continental. La situación de las clases populares, en su mayoría campesinos, en la Europa continertal, caracterizada por el feudalismo, era muy lamentable. La situación en Inglaterra era diferente porque allí las relaciones agrarias evolucionaban del feudalismo hacia el capitalismo.

2    La economía de Gran Bretaña en el siglo XVIII era ya capitalista y, en la medida en que el mercado mundial dependía en buena parte del de este país, puede decirse que también la economía mundial lo era, aunque todavía en muchos lugares perduraba una economía esclavista. A lo largo del siglo XVIII se va a dar una rivalidad entre Francia y Gran Bretaña por la hegemonía en el mundo. La victoria será de la segunda, apoyada en su fuerza militar, en el comercio, en la incipiente industria y en modernas políticas fiscales y financieras.

En estos momentos avanza con fuerza creciente una mentalidad cada vez más laica en la

sociedad. Las guerras por motivos religiosos habían dado lugar a una actitud de cierto fanatismo

junto a otra de agnosticismo que pretendía contrarrestar a la primera. En su idea de crear una sociedad más vivible, Hume intenta la posibilidad de hacer real un espíritu oe tolerancia fundamentado en la razón, en la naturaleza humana. Detrás de esta tolerancia es posible que se pueda encontrar un individualismo propio de la sociedad burguesa en la que vive Hume y una huida de todo dogmatismo. El deísmo había ido ganando importancia, respecto al teísmo, desde el siglo XVII. Se entiende por teísmo la creencia en un Dios personal que ha creado el mundo y que lo gobierna con su providencia. El cristianismo es un ejemplo de religión teísta. El deísmo, por su parte, sostiene que hay un Dios creador del mundo, pero que, una vez creado, no tendría ya ninguna relación con él. El mundo se regiría así por sus propias leyes y el hombre quedaría desligado de cualquier acción divina y disponiendo de su razón como instrumento para elaborar sus creencias y su sistema de vida. Hume puede considerarse un representante del deísmo ilustrado. Su obra

Diálogos sobre la religión natural parece indicarlo así.

Estas notas nos anuncian la consideración de Hume como un filósofo ilustrado. Gran

Bretaña será en estos momentos la fuente de ideas ilustradas que influirán en los ilustrados franceses. Por otra parte, el momento que le tocó vivir a Hume es el momento, fundamentalmente, de la Enciclopedia. En 1748, Montesquieu publicó El espíritu de las leyes; en 1751, se inició la Enciclopedia, que se terminará en 1772 (Voltaire, Rousseau, Diderot, D'Alambert). Rousseau escribió, en el año 1755, el Discurso sobre la desigualdad de los hombres y, en 1762, el Emilio y El contrato social. Es el momento en que los filósofos pretenden orientar al ser humano hacia la confianza en las luces de la razón. La máxima expresión de este fenómeno es la Enciclopedia, cuyos principios socavan la religión revelada (desde los de la religión natural o deísmo que admiten la mayoría de sus autores), así como la autoridad de la Iglesia, al igual que la monarquía de derecho divino. En el ámbito de la ciencia británica de esta época destaca Newton (1643-1727) que influyó notablemente en Hume, quien quiso aplicar su método experimental al campo del pensamiento, y en toda la época posterior al establecer las bases de la mecánica clásica. Además, podemos citar a Dalton (1766-1844), naturalista, químico, matemático y meteorólogo (estudioso del daltonismo); Edmund Halley (1656-1742), que

(investigó sobre la órbita del cometa lleva su

nombre; James Watt (1736-1819, (inventor de la máquina de vapor; Joseph Priestley (17331804), que descubrió el oxígeno; Henry Cavendish (1731-1810). Fuera del ámbito inglés se pueden citar: el naturalista Jean Baptiste Lamarck (1744-1829), primer teórico del evolucionismo; el físico Alessandro Volta (1745-1827); el físico Daniel Bernoulli (1700-1782); Gabriel Fahrenheit

3    (1686-1736), que diseñó termómetros de agua y de mercurio y Charles-Augustin de Coulomb (1736-1806), que descubió las leyes de la electricidad. En el panorama musical destacan el inglés Haendel (1685-1759), y Bach (1685-1750). En el transcurso de siglo XVIII, los libros en Gran Bretaña pasan de ser objetos raros e infrecuentes, a elementos habituales en los hogares burgueses, en donde son leídos por toda la familia, incluso por la servidumbre. Los escritores, por su parte, dejan de estar protegidos por los aristócratas y casi pueden vivir de lo que escriben.

Toma fuerza en esta época la novela. Algunos representantes de esta época son Daniel

Defoe (1660-1731), autor de Robinson Crusoe; Jonathan Swift (1667-1745), que escribió Los viajes de Gulliver y Samuel Richardson (1689-1761), que influyó en Diderot y en Rousseau. Después de 1730 surge un movimiento prerromántico que ensalza el individualismo, el sentimiento y la emoción. Algunos representantes de este movimiento son James Thomson (1700-1748), Edgard Young (1681-1765), y James Macpherson (1738-1796). La pintura inglesa del siglo XVIII fomenta los retratos y los paisajes. Destacan en este campo William Hogarth (1697-1764), Josuah Reynolds (1723-1792), y Thomas Gainsborough (17271788). A mediados del siglo XVIII, tanto en el arte como en la política, se enfrentaron dos proyectos incompatibles: arte rococó (propio de la monarquía absoluta) y arte neoclásico (propio de la democracia burguesa). El rococó era refinado, sensual, preciosista e intrascendente, frente al neoclásico, racional, severo y moralizante. Tanto en el arte como en la historia se impusieron los movimientos iconoclastas: la burguesía y el arte neoclásico. En la corriente artística neoclásica destacan los hermanos Adam.

También destaca al economista Adam Smith (1723-1790). Su gran obra es el Ensayo sobre

la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones; es considerado el fundador de la

economía moderna.

Contexto filosófico del pensamiento de Hume En el contexto filosófico de Hume destacan la influencias de Newton, Locke y Hutcheson. Newton (1642-1727), en en su teoría de la gravitación universal, había defendido la

existencia de una atracción mutua entre los objetos materiales. Hume quiso aplicar esta idea al

campo de la mente y así propuso que también entre algunas ideas se daba una atracción, de

modo que una idea “atraía” a otra, de una manera natural. Es lo que estudiaremos como las leyes

de asociación de ideas.

El pensamiento de Hume se desarrolla en un ambiente marcado por el empirismo de Locke1 (el origen y la legitimidad del conocimiento hay que buscarlos en la experiencia sensible, lo cual acabará llevando a Hume a un claro distanciamiento de los planteamientos de la metafísica racionalista). En sus concepciones morales, Hume manifiesta la influencia de Francis Hutcheson (16941747), quien sostenía que la autonomía y naturalidad del sentimiento moral son suficientes para                                                             

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 1632‐1704. 

4    fundar autónomamente el orden moral. y definía como criterio del bien o de la virtud aquella acción que procure «la mayor felicidad al mayor número posible de personas». El empirismo descansa en tres tesis fundamentales: •

Psicológica: todas nuestras ideas tienen su origen en la experiencia sensible; por tanto, no existen ideas innatas.



Epistemológica: la única forma de saber si un enunciado es verdadero o falso es confrontarlo con los datos de la experiencia: si coinciden es verdadero; si no, falso. Si no se puede contrastar, no es verdadero ni falso...



Ontológica: sólo es real lo (directa o indirectamente) accesible a la experiencia sensible. Todos los filósofos empiristas suscribieron plenamente las dos primeras tesis; en cuanto a

la tercera, se fue admitiendo cada vez con más

radicalidad hasta llegar al fenomenismo de

Hume. Hume reconocía la importancia de la obra de Newton y se postuló como el Newton en el ámbito de la ciencia de la naturaleza humana; pensaba que el desarrollo de esta ciencia era imprescindible para garantizar un conocimiento científico fiable hasta donde las facultades humanas lo permiten. La ciencia de la naturaleza humana debería explicar el funcionamiento y el alcance del entendimiento humano, es decir, realizar un examen crítico de ese conocimiento. De ahí que deba considerarse como fundamental para las demás ciencias. El conocimiento humano Para construir su ciencia de la naturaleza humana, Hume se apoyó en el análisis del conocimiento. Este análisis tiene tres pasos sucesivos: 1. Establecer los elementos que configuran nuestro conocimiento de la realidad. 2. Estudiar cómo se combinan estos elementos para producir conocimientos complejos. 3. Averiguar los límites dentro de los cuales podemos lograr un conocimiento seguro y fiable. Los elementos del conocimiento Ver cuadro “PERCEPCIONES: SUS TIPOS Y RELACIONES”. Modos de conocimiento El entendimiento humano puede operar con las impresiones y las idas para construir conocimientos complejos. Existen dos tipos diferentes de conocimientos complejos: •

Por relación entre ideas: se construyen conectando entre sí ideas que guardan una determinada relación. Su verdad es independiente de la experiencia y puede descubrirse mediante operaciones del entendimiento. Si un enunciado que expresa una relación entre ideas es verdadero, su negación es una contradicción. Encontramos este tipo de conocimientos en las ciencias formales. Ejemplo: teorema de Pitágoras.



Conocimientos de hechos: se construyen a partir de los datos obtenidos de la experiencia y su verdad sólo puede ser conocida mediante una comprobación experimental. El que un

5    enunciado que expresa un conocimiento de hechos sea verdadero o falso depende de la experiencia sensible, pero en ningún caso su negación es una contradicción. Este tipo de conocimiento es el que conforma las ciencias empíricas. Ejemplo: esta acacia obtiene el alimento que necesita gracias a la función de la fotosíntesis. La crítica al principio de causalidad ¿Hasta qué punto los razonamientos mediante los que pretendemos obtener conocimientos nuevos a partir de los ya dados son válidos? ¿Son fiables los resultados obtenidos? Según Hume, la respuesta varía si se trata de conocimiento por relación de ideas o de conocimiento de hechos. En los razonamientos correctos que usan como premisas enunciados verdaderos sobre relaciones entre ideas, sus conclusiones son verdaderas, si bien no amplían nuestro conocimiento. En los razonamientos cuyas premisas son conocimiento de hechos, las únicas fuentes de evidencia con las que se cuenta son la sensibilidad y la memoria. Ambas tienen una limitación temporal: la sensibilidad nos proporciona evidencia sobre el presente y la memoria sobre el pasado. Teniendo esto en cuenta, ¿en qué se basan las predicciones sobre el futuro? Hume opina que lo único que parece poder proporcionar evidencia sobre los hechos, más allá de los sentidos (presente) y la memoria (pasado), es la relación que hay entre la causa y el efecto, que nos proporciona un grado de certeza que consideramos satisfactorio.

Tras explicar la conexión entre causa y efecto como una relación necesaria (principio de

causalidad), Hume llegó a la conclusión de que si no se trata de una relación de ideas (puesto que, si se analiza la idea que se tiene del hecho que consideramos causa, solo se descubre cuál es su efecto mediante la experiencia), sólo nos queda afirmar que se trata de un conocimiento de hechos. Sin embargo, ¿qué ideas incluye ese conocimiento que ofrezcan confianza de su persistencia en el futuro? Hume encontró tres ideas responsables de crear el nexo entre la causa y el efecto: la contigüidad espacial, la sucesión temporal y la conexión necesaria. Sin embargo, al aplicar a estas ideas el criterio de validez, que consiste en señalar la impresión de las que proceden, las ideas de contigüidad y sucesión temporal no plantean problemas, puesto que proceden de la experiencia sensible y se pueden encontrar múltiples impresiones que las respaldan. El problema está en la idea de conexión necesaria. No se puede encontrar una impresión sensible de conexión necesaria entre dos fenómenos. Por lo tanto, no es una idea válida. Por tanto, al desacreditar la idea de conexión necesaria, se está negando la posibilidad de predecir el futuro. Esta conclusión parece dejar sin fundamento válido las inferencias sobre el futuro que se realizan cotidianamente, así como a aquellas otras que son la base de las ciencias de la naturaleza. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo se explica que un error tan repetido se haya pasado por alto? La explicación de Hume consiste en proponer que: •

La observación de la conexión repetida entre dos hechos genera una costumbre.

6    •

La costumbre o el hábito es el fundamento de la creencia según la cual el futuro será como el pasado.



Esta creencia nos proporciona la convicción de que las conexiones entre fenómenos que se han observado repetidamente continuarán produciéndose del mismo modo. Por lo tanto, el fundamento del principio de causalidad sólo sería válido si pudiéramos si-

tuarlo en el conocimiento de una conexión real entre las cosas. Ahora, en cambio, se descubre que su apoyo es un sentimiento irracional que se instala en el hombre, y le hace confiar ciegamente en la regularidad de la naturaleza. La consecuencia de todo ello es que al pensar en el principio de causalidad, no pensamos en algo real, porque no existe en la realidad nada que le corresponda; este principio únicamente posee un valor subjetivo. A pesar de ello, considera que todas las disciplinas científicas que se han apoyado en este principio no están en peligro. Puede producirse una cierta crisis, pero esta será perfectamente superable si se considera que: La aplicación del principio de causalidad debe restringirse al ámbito en el que sea posible la experiencia sensible, puesto que sólo en él se tienen o pueden tener impresiones tanto de la causa como del efecto que nos permitan detectar los casos en los que no se cumpla lo previsto y corregir el error cometido. El estatuto epistemológico de las afirmaciones obtenidas por medio de la aplicación del principio de causalidad pertenece a una categoría inferior que antes: de verdades incuestionables han sido “degradadas” a conocimientos «probablemente» verdaderos y se debe tener la disposición de revisar aquellas afirmaciones si aparece una evidencia sensorial en su contra. La realidad Concluido el estudio sobre los límites del entendimiento humano Hume trata de decidir si existe noticia de una realidad exterior al hombre, de Dios y del propio sujeto pensante. La existencia de la realidad exterior Considera que la idea de sustancia es falsa: ha surgido a partir de un conjunto de percepciones independientes que nos hemos acostumbrado a encontrar juntas. Hume niega que sea posible alcanzar la certeza de la existencia de un mundo exterior al hombre. Esta negación es coherente con el hecho de que tal existencia se ha establecido por medio de la aplicación injustificable del principio de causalidad. La sustancia sería la causa y las impresiones serían los efectos. Pero el ser humano está críticamente obligado a limitar el uso del principio de causalidad a aquello de lo que tiene impresión sensible. En consecuencia, no es lícita la extrapolación que desde las impresiones salta a la sustancia como su causa, puesto que de esta última no hay impresión sensible. La conclusión resultante es que no se puede afirmar que la realidad exterior exista. Toda la realidad de la que tenemos constancia se limita a percepciones, que son subjetivas. La existencia de Dios

7    Considerada en sí misma, la idea de Dios no es una idea válida. El criterio de validez de las ideas impone la obligación de señalar, para cada idea válida, la impresión de la que procede; y resulta obvio que no poseemos impresiones sensibles de Dios. De este modo, quedan descartadas todas las demostraciones de su existencia que se fundan en la idea que tenemos de Dios. Es decir, las pruebas a priori, de las que es prototipo el argumento ontológico de Anselmo de Canterbury. Tampoco son consideradas válidas las demostraciones de la existencia de Dios cuyo punto de partida es la experiencia sensible -como las vías de Tomás de Aquino-. Según Hume, tales pruebas realizan un uso indebido del principio de causalidad, puesto que aplican la noción de causa a algo –Dios- de lo que no existe experiencia sensible. La existencia del sujeto La idea de un sujeto pensante supone la impresión de una realidad que permanezca idéntica e invariable a través del flujo de percepciones que se suceden de forma constante; pero de tal impresión no existe. Para poder asegurar la validez de la idea de sujeto pensante, de nuevo se tendría que señalar la impresión de la que procede, que habría de ser una impresión permanente que acompañe a las otras impresiones que fluyen. Por así decirlo, en cada momento deberían existir dos impresiones diferentes, una de las cuales sería siempre la misma y cumpliría la función de informar permanentemente al propio sujeto de su identidad. Hume dice estar dispuesto a creer sinceramente a quien diga tener ese tipo de impresión permanente. Del mismo modo, dice verse obligado a confesar que, en su caso, las únicas impresiones que tuvo, apenas llegaron, se marcharon para dejar paso a otras que ocuparon el lugar de las anteriores. Explica la conciencia de identidad personal mediante la memoria... Fenomenismo y escepticismo El fenomenismo es la tesis que reduce la realidad lo que aparece ante el sujeto que percibe. De acuerdo con esta definición, Hume es fenomenista puesto que cuestiona seriamente la existencia de sustancias y concibe la realidad como una mera aparición fenoménica ante la conciencia. Solo cabe certeza de los fenómenos actualmente percibidos en su exclusiva manifestación, sin que sea posible tenerla sobre ninguna consistencia real, incluida la del propio sujeto. El escepticismo niega la posibilidad de alcanzar conocimiento cierto sobre cualquier cosa. Hume considera que las impresiones y las ideas provenientes de impresiones constituyen conocimientos ciertos. En consecuencia, no puede ser considerado un escéptico radical. Pero en la medida en que Hume reduce el conocimiento cierto a su mínima expresión, en la medida en que cuestiona todo un universo de saberes que el sentido común considera asequibles, puede ser catalogado como pensador escéptico, aunque no en la versión más radical. La persistencia con que el sentido común testimonia la existencia tanto de la realidad exterior al sujeto como del sujeto mismo, es explicada también por el autor como una mera creencia respaldada por la imaginación y la memoria. No se sabe, sino que se cree que existen el mundo y el yo. Esto es debido a la construcción unitaria de la imaginación, que elabora una imagen en función de la uniformidad y coherencia entre las percepciones actuales y el recuerdo de las pasadas.

8   

EL EMOTIVISMO MORAL En el ámbito de la ética, hay que citar a FRANCIS HUTCHESON (1694-1746), un filósofo británico que abogó por un 'sentido moral' que de un modo instintivo sirviera como un juicio del bien y a la vez como un principio de conducta que concebía como la base del comportamiento humano, en oposición al interés propio. Según él, la acción correcta y, por tanto, ética, es sólo aquella que beneficia en general a la sociedad. Hume desarrolla ideas de este filósofo y funda la moral en la tendencia de los hombres de hacerse la vida agradable basada en un sentimiento natural. Su proyecto de construir un saber de la naturaleza humana debe incluir una justificación de los principios que rigen la conducta humana. Hume critica el racionalismo moral por confundir el ámbito de la filosofía teórica y el de la filosofía práctica. Él intenta evitarlo afirmando que: La filosofía teórica y la ciencia en general se ocupan del «ser», mediante la razón. La filosofía práctica se ocupa del «deber ser»; es el ámbito del sentimiento, de las emociones. El error -la llamada «falacia naturalista»- consiste en pretender obtener una conclusión en el terreno de la ética, partiendo de enunciados de hechos y empleando para ello la razón. Hume es el principal representante del emotivismo moral: los sentimientos morales determinan la conducta humana en el sentido de aprobar o condenar ciertas acciones, y la razón es incapaz de cumplir esa función. Ni en el ámbito de las relaciones entre ideas ni en el de conocimiento de hechos hallamos fundamento para decidir sobre qué hacer o cómo juzgar las conductas propias o ajenas. Hume considera que las valoraciones morales dependen del placer o del dolor que despiertan en el ser humano determinadas acciones. El bien se asocia con un sentimiento placentero y el mal con uno doloroso. Son las pasiones, y no la razón, las que conducen a formar la conciencia moral:

"... la razón es, y debe ser, la esclava de las pasiones, y no puede pretender

otra función que la de servirlas y obedecerlas". Son, pues, las pasiones las que imprimen valor moral a una conducta o a una apreciación. Hay que aclarar que Hume usaba la palabra "pasión" para designar todas las emociones y afectos, no necesariamente estallidos incontrolados de emoción. Resumen que el propio Hume hace de su teoría moral en el Tratado de la naturaleza

humana:

“Tome cualquier acción considerada como viciosa: asesinato premeditado, por ejemplo. Examínela a todas las luces, y vea si puede encontrar ese hecho, o existencia real, que

llama vicio.... Nunca lo encontrará, hasta que se vuelva a su interior, y encuentre el senti-

miento de desaprobación, que se despierta en usted, hacia esa acción. Aquí hay una cuestión de hecho; pero ella es el objeto de un sentimiento, no de la razón. Se encuentra en usted mismo, no en el objeto. Así que cuando usted dice que una acción o carácter es vi-

9    cioso, no quiere decir nada, a no ser que en su naturaleza tiene un sentimiento de culpa al contemplar tal acción o carácter.” Hume puso especial interés en distinguir el placer y el dolor moral de otros tipos de placer y dolor. El placer y el dolor que van asociados a la conducta moral son desinteresados y están íntimamente ligados al sentimiento de simpatía que Hume considera impreso en la naturaleza humana. Se trata de la capacidad humana de ponerse en el lugar de otro para experimentar figuradamente sus sentimientos. Para explicar el surgimiento de este sentimiento propone el siguiente mecanismo psicológico: pasión ajena --> observación de sus efectos --> idea de dicha pasión --> simpatía. También da importancia a la utilidad como criterio moral. LA SOCIEDAD Y EL ESTADO La sociedad es ventajosa porque incrementa la fuerza, la habilidad y la seguridad del individuo. No nace de un pacto social (inconcebible antes de la sociedad misma), sino de más bien de un sentimiento: dos hombres que reman juntos... También en el origen del gobierno pesa más el interés sentido que la decisión racional. Establece cinco fuentes de legitimación del poder: su posesión prolongada; su posesión actual; la conquista; la sucesión; las leyes positivas.

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