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SEBASTlÁN AMARILLA, José Antonio (1991): Agricultura y rentas monásticas en tierras de León. Santa María de Sandoval (1167-1835). Tesis doctoral inédita. Universidad Complutense. Esta investigación, defendida con éxito como tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid -inscrita en el departamento de Historia e Instituciones Económicas II- en octubre de 1991, aprovecha el notable fondo documental de índole económica de la abadía cisterciense de Sandoval para cubrir un doble objetivo: establecer la naturaleza, características y evolución de una economía señorial entre fines del siglo XII y comienzos del XIX, y lograr un acercamiento fundado a las del espacio rural circundante, concerniente al tercio oriental de la actual provincia de León. El estudio de ambas instancias -una economía monástica cuyas condiciones materiales de existencia se basaban en un apreciable dominio rústico y en las rentas que conseguía extraer del mismo, y un ámbito agrario que determinaba los modos de actuación de aquélla a la vez que recibía un impacto, el cual contribuyó a su propia definición- lo encara el autor partiendo, en especial, de una laboriosa reconstrucción cuantitativa de las principales variables económicas en liza, verificada merced a la consulta de los fondos del Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Nacional, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Archivo General
de Simancas, Archivo Histórico Provincial de León y Archivo Histórico Diocesano de León. Dividido el trabajo en tres secciones, la primera se ocupa de los condicionamientos que afectaban a la obtención del producto agrario en el Oriente leonés, comenzando por los naturales, relativos al relieve, los tipos de suelos y el clima. Posteriormente, se delimitan, para mediados del siglo XVIII y a través de los distintos escalones documentales del Catastro de Ensenada, los rasgos esenciales de un paisaje agrario heredado del medievo: formas de poblamiento y extensión de los términos aldeanos, utilización de las tierras de cultivo y de las no cultivadas, calidades de las primeras y rendimientos agrícolas que otorgaban, utillaje, mano de obra y técnicas empleadas en el laboreo de la tierra, y características de los aprovechamientos ganaderos. En lo tocante a la propiedad, luego de establecer la considerable importancia en la zona de las tierras pertenecientes al clero, se determina la extensión del dominio de Sandoval, estimándose en unas 4.225 hectáreas para el período comprendido entre 1752 y 1835. Se acomete, a continuación, la reconstrucción de la trayectoria demográfica de la 203
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zona entre 1526/28 y 1857, así como la de su producción de cereales, el elemento distintivo de su agricultura, entre 1569 y 1835, las cuales se contrastan con las registradas en otros ámbitos de la Submeseta Norte. El conocimiento del derrotero seguido por ambas variables permite efectuar algunas hipótesis plausibles acerca de las razones del cambio de coyuntura, de crecimiento a crisis, que se operó a fines del siglo XVI, de los motivos que postergaron la salida de la etapa depresiva hasta la década de 1690 y de la naturaleza y límites del crecimiento agrario habido durante el siglo XVIII. La segunda sección, volviendo la atención a la economía monástica, se centra en el análisis de los fundamentos de la participación de Sandoval en el producto agrario conseguido por las familias campesinas, vinculados a la condición de la abadía como propietaria de haciendas, derechos y privilegios. Son, por ello, tres las cuestiones que se estudian: el acceso a la propiedad y la formación y consolidación del dominio desde 1167, la defensa del patrimonio monarcal y los conflictos ocasionados en la Edad Media y en la Moderna, tanto respecto de sus bienes tangibles -términos, propiedades, rentas, diezmos-, como en cuanto a los intangibles -privilegios jurisdiccionales y exenciones fiscales-, y las formas de explotación de las heredades y sus transformacio-
nes, del predominio de la gestión directa entre 1167 y mediados del siglo XIII al triunfo definitivo de la explotación indirecta y del arrendamiento entre 1480 y 1520, fórmulas que permanecerían vigentes hasta 1835. Sustancia de la dinámica establecida entre estos tres procesos, las rentas en especie percibidas por los monjes de Sandoval entre el último tercio del siglo XV y el primero del XIX se reconstruyen a renglón seguido, analizándose de modo pormenorizado las diversas restricciones que determinaban sus cuantías y el sentido de sus fluctuaciones. Una vez sentadas firmemente las bases de la economía monacal desde comienzos del Quinientos en la percepción anual de cuantiosos volúmenes de granos, la tercera y última sección se dedica al estudio de la gestión de éstos, del abastecimiento del cenobio, determinación de los excedentes, comercialización de los mismos y precios obtenidos, y al de los resultados económicos logrados, estableciéndose la composición y la trayectoria de los ingresos y de los gastos en metálico del monasterio y el balance entre ambos de 1518 a 1835. La investigación se cierra con un apartado de conclusiones y otro de fuentes manuscritas, impresas y bibliografía, así como con más de 290 páginas de apéndices cuantitativos y documentales, fundamento de los análisis realizados.
Emilio (1991): Los patrimonios comunales en la Tierra de Soria durante los siglos XVIII y XIX. Tesis doctoral inédita. Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, Universidad de Zaragoza.
PÉREZ ROMERO,
Uno refuerza su impresión, al acabar de leer este trabajo, de que vale la pena 204
colocar la observación económica retrospectiva al servicio de la historia en el sen-
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tido más amplio, sin tantos compartimentos estancos, adjetivaciones o diferenciaciones académicas, absurdas si no permiten captar las interdependencias y las interrelaciones entre los distintos planos (económico, social, institucional) de cada realidad histórica. En efecto, la tesis doctoral que aquí presentamos, leída en el Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, acoge un estudio de la cambiante estructura económica de la Tierra de Soria, de cuya superficie total el 64 % resultaban ser de forma prioritaria aprovechamientos pastoriles -cifra notablemente más elevada si incluyéramos barbecheras y rastrojeras-, pero aborda igualmente la evolución de las relaciones de fuerza entre los distintas clases sociales (oligarquía nobiliaria mesteña, burguesía ganadera de nuevo cuño, ganaderos estantes, labradores, pastores) y la política de intereses desplegada desde la Junta de la Universidad de la Tierra de Soria y desde los ayuntamientos, todo ello, eso sí, utilizando los patrimonios comunales como eje vertebral que tensiona toda la argumentación. Discurso estructurado y capacidad de síntesis ayudan a desentrañar, con aparente sencillez -ya se sabe, nada hay más simple que complicar ni. más complicado que simplificar-, cómo el contexto sociopolítico condiciona el sistema económico y su funcionamiento (pujanza de la ganadería trashumante, formas de aprovechamiento de pastos y rastrojeras, agricultura de autoconsumo y subordinada a los intereses ganaderos) y cómo repercute el crecimiento demográfico, la presión roturadora, el difícil equilibrio presupuestario de las haciendas concejiles, el encarecimiento de pastos y la crisis final de la trashumancia sobre la estructura social y las oligarquías políticas locales.
Frente al tópico del hermanamiento mesteño y la falsa idea de justicia distributiva, el estudio de la propiedad pecuaria a partir del catastro de Ensenada nos muestra un elevado grado de concentración de la riqueza ganadera -preferentemente en manos nobles, avecindados en Soria ciudad-, circunstancia que no imposibilita la existencia, en la parte baja de la escala social, de un acusado minifundismo pecuario (el 87% de los propietarios no reunían más allá del 13% de las ovejas). Y lo que es más importante: que esos pequeños propietarios, como se encarga de subrayarnos el autor, eran ganaderos trashumantes en cuanto pastores (p. 339) es decir, en cuanto asalariados de los grandes rebaños. De la misma forma que viene constatándose cómo importantes franjas de pequeño campesinado eran al mismo tiempo jornaleros en tanto cultivaban terrenos no propios recibiendo una compensación salarial, arrendatarios porque pagaban una cantidad por el alquiler de casa y corral, aparceros y finalmente propietarios porque sembraban sus simientes y trabajaban con sus aperos, estos pequeños ganaderos eran fundamentalmente pastores, lo que les permitía disponer de pastos de invernada para su excusa (o reducido hato de ganado propio que se mezclaba dentro del gran rebaño) y acceder a algunos privilegios mesteños en el aprovechamiento de pastos y en la organización de las hojas de cultivo. Pastores y propietarios en precario, sin derecho a voto en el "Honrado" Concejo de la Mesta, garantizaban una disponibilidad de mano de obra barata, compartían las cargas fiscales redistribuídas internamente desde la Junta de la Universidad, sufrían detracción de excedentes en el precio de venta de la lana y aportaban la fuerza del número ante 205
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las amenazas externas. Convenía, por tanto, tener en cuenta las funcionalidades concretas que desempeñaba para los grandes ganaderos este "hermanamiento" mesteño. La arquitectura interna del trabajo detalla el funcionamiento del sistema tradicional de aprovechamientos comunales y, en sus últimos capítulos, el cómo y el porqué se desarticula el modelo, subrayando la significación de factores previos a la revolución liberal.Tras una introducción general a la Tierra de Soria en el siglo XVIII y una cuantificación inicial de sus patrimonios comunales (superficie, porcentaje de participación en el producto bruto agrícola ... ), analiza a partir de las respuestas 23, 24, 25 Y 26 del Interrogatorio General del Catastro de Ensenada y de algunos "reglamentos de propios" la estructura de las haciendas concejiles: fuentes de ingreso, gastos, balance, para acabar observando que estas haciendas locales dependían básicamente del arrendamiento de rastrojeras o, lo que venía a ser lo mismo, de la ganadería lanar trashumante. En los tres capítulos siguientes asocia los distintos espacios incultos con la actividad económica preponderante, que no exclusiva, que acogían (agricultura y dehesas, ganadería y superficie de pastos, carretería y montes), abordando en cada caso la distribución de los medios de producción -tierra, ganado, carretas-, el régimen de aprovechamientos y los derechos de pasto, cuidándose muy mucho de distinguir la práctica social efectiva del entramado legislativo. La ruptura del modelo tradicional de aprovechamientos y la evolución de la lucha por los espacios incultos es objeto de análisis en el capítulo VII. Utiliza como magníficos indicadores comparativos de 206
esta evolución la venta de baldíos registrada hacia 1738-1739 con el carácter que reviste el acotamiento y arrendamiento de "quintos" en los baldíos de finales de siglo. Junto a los elementos de integración, el autor sabe sacar a la luz diferentes tipos de conflictos de intereses en la lucha por unos pastos cada vez más escasos y apetecidos, sobre todo a partir de la segunda mitad del XVIII a medida, por un lado, que el incremento poblacional obligó a hendir la reja en tradicionales superficies pastoriles, especialmente baldíos, mientras la cabaña ganadera demandante de pastos crecía de forma paralela y en tanto, por otro lado, va deteriorándose la situación económica de las haciendas locales, cuyo primer atisbo de solución pasaba en no pocos casos por obtener de los baldíos algún ingreso. Además de la conocida pugna agricultores-ganaderos, se nos revelan enfrentamientos a veces sutiles, en ocasiones frontales, entre estantes y trashumantes por el arrendamiento de rastrojeras, entre ganaderos trashumantes de la Tierra de Soria y extraños con derechos de vecindad más dudosos, entre productores de lana y comerciantes, en fin entre la tradicional nobleza pecuaria y la incipiente burguesía ganadera más proclive a ampliar su negocio lanero, más allá del esquileo, a la comercialización y a la transformación manufacturera del producto. Nuevos ganaderos, como se denominan en el trabajo, que acceden a posiciones de poder local y que, en su afán por debilitar el control y aprovechamiento de los mejores pastos y baldíos, hasta entonces en manos nobles, recurren a una alianza táctica, antinatura, poco menos que forzada, con los labradores más pujantes. Alianza cuyo objetivo más urgente pasaba
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por desplazar de la Junta de la Universidad de la Tierra de Soria a la oligarquía nobiliaria para poder imprimir desde allí una política abiertamente antimesteña. Estamos asistiendo por tanto, utilizando los patrimonios comunales como hilo conductor, a una minuciosa disección, bien pegada a la realidad, de la crisis del Antiguo Régimen en la tierra de Soria y a los primeros pasos del nuevo orden liberal garante de la privatización de baldíos, dehesas concejiles y rastrojeras. El resultado del proceso: de forma inmediata, y en palabras del autor, una pérdida de posiciones de las viejas dinastías de la nobleza ganadera frente a los labradores acomodados y a la burguesía de medianos ganaderos; más a largo plazo, la erosión de los hegemónicos intereses trashumantes dentro de la Tierra, erosión que acabó solapándose con la crisis general de la trashumancia. La pérdida del control sobre los ganaderos estantes del derecho de posesión sobre muchos agostaderos y del aprovechamiento gratuito de los baldíos fueron otros tantos factores que contribuyeron, junto con el encarecimiento de los pastos, a disminuir la rentabilidad de las explotaciones trashumantes. La alternativa agrícola, plasmada en una fiebre roturadora durante la primera mitad del XIX, acabó más que la propia desamortización con la integridad de buena parte de los patrimonios comunales, sobre los que la intercesión administrativa del Estado liberal poco a poco va haciéndose más palpable. La conversión de la antigua Universidad de la Tierra en mancomunidad de pastos y el proceso desamortizador de baldíos, montes, pastos acotados, terrenos de cultivo y bienes inmuebles, caracterizando el tipo de com-
pradores y algunas de las resistencias comunitarias a la pérdida del patrimonio común, completan el cuerpo central del capítulo final. Aquí se echa en falta, por más que el autor lo explicite, un esfuerzo por seguirle la pista a los patrimonios rústicos públicos despues de la Desamortización de Madoz, no en vano la amplitud del título así parecía indicarlo. Poco más puedo objetar, como no sean algunos arriesgados apriorismos al despachar, en los flecos finales del estudio, la agricultura de la Tierra de Soria entre 1850 y 1950, haciéndola única responsable de la marginación de la economía soriana en el contexto nacional por estar poco capitalizada y excesivamente parcelada. Día a día venimos observando en distintos espacios geográficos cómo el desarrollo del capitalismo agrario fue más cosa de la autoexplotación campesina inducida por propietarios acomodados y comerciantes imbricados en el mundo rural que de cuantiosas inversiones de capital por parte de éstos. En todo caso se trata de una afirmación que merecería un tratamiento más pormenorizado de la agricultura soriana de este periodo para ver hasta qué punto la opción agrícola extensificadora era obligatoriamente (o no lo era tanto) una vía condenada al fracaso en la Tierra de Soria. Enfin, son críticas menores que no afectan al núcleo sustancial de su argumentación, que queda perfectamente claro. Estamos en definitiva ante un magnífico ejemplo, cuya publicación no ha de demorarse, de complejidad de conexiones tomando las relaciones de producción en tomo a los patrimonios comunales como centrales y desarrollando en tomo a ellas el análisis de las estructuras y de sus 207
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mecanismos de persistencia o cambio. Patrimonios rústicos públicos, relajando la distinción entre comunales y propios cuando se baja a la realidad concreta, que proporcionaban ventajas relativas a los más
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pudientes, sin suplantar en consecuencia las relaciones de producción dominantes. ALBERTO SABIO ALCUTÉN
Universidad de Zaragoza