I - Rumores de guerra

Las Crónicas de Ederneit: la travesía de la perla I - Rumores de guerra Los ojos del mismísimo mal se abren al nororiente de Ederneit. Después de un

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Las Crónicas de Ederneit: la travesía de la perla

I - Rumores de guerra Los ojos del mismísimo mal se abren al nororiente de Ederneit. Después de un gran sueño de un milenio, el gran Rey Tenebroso Velzord por fin deja de hibernar tras su derrota en la batalla de las montañas heladas. Ederneit es una tierra de albas blancas, mañanas de olor a rosas, de tardes frías y nubladas y noches claras, iluminadas por las estrellas. Ajenjo es sólo un lugar en este vasto mundo, es entonces, el reino que habitan los Humanos. Tiene ese calificativo porque allí crece, en grandes proporciones, la planta que posee ese nombre, el Ajenjo. Áldran veía todos los días el frondoso árbol que estaba frente a su ventana. Por esa ventana siempre veía caballeros circular frecuentemente, caballeros del ducado de Eiolos. La luna, cada que era tiempo, aparecía luminosa sobre la ventana de su habitación, iluminándola con una luz blanca muy particular, luz que solo, al menos en ese lugar del universo, de ella puede provenir. Áldran es el hijo de Jazael el valiente, el duque de un ducado dentro de la organización jerárquica del reino de Ajenjo. El reino Humano posee un rey y varios duques, que son algo parecido a los consejeros reales. Áldran pensaba si algún día se liberaría de las cadenas de la cotidianidad que lo ataban a los deberes que debía atender, como las reuniones de su padre a las que él, como hijo del duque, debía asistir, pues algún día él heredaría todo aquello que fue de su familia. Nunca pensó que su vida daría un vuelco imprescindible, un vuelco que ni él se había podido imaginar, dónde estaría al borde de la muerte más de una vez, y dónde la supervivencia es el principal objetivo. Áldran ha pasado la mayor parte de su vida con sus mejores amigos, Seth y Dréan, que son hijos de igualmente los dos mejores amigos de su padre. El día de hoy, el sexto día del quinto mes, Áldran está cumpliendo veinticuatro años, lo que significa, que si desea, puede pagar el servicio militar con los Elfos, seres puros y sutiles. 13

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—¡Feliz cumpleaños Áldran! —exclamó Jazael, despertando con el anterior diálogo a su hijo. —Hola papá…. —susurró Áldran mientras se estiraba. —Hoy es tu cumpleaños, recuérdalo… —dijo Jazael. —Sí, lo sé papá y he estado pensando algo. — ¿En qué? —expresó amablemente el padre. —En prestar servicio militar con los Elfos, ¿qué opinas? A lo que el padre contestó —Pues, me parece bien, así podrías dar temple a tu carácter…. ¿Por qué has tomado esa decisión? —Porque, quiero vivir experiencias nuevas fuera del ducado, me aburro mucho. —Ya veo…. —ilustró el padre. —Padre, hoy estaré en la taberna, hace ya un tiempo no veo a Seth o a Dréan y quisiera tomarme unas cuantas cervezas con ellos. —Claro, ¿por qué no? Vístete que ya es hora de que te levantes. Áldran respondió entusiasmado —Sí, señor. Pronto, su padre salió de la habitación y Áldran igualmente, pero dirigiéndose al baño. Allí pues se aseó como de costumbre y se vistió. Tras lo anterior, bajó las grandes escaleras de la mansión y fue hacia el comedor, dónde estaba su madre Joanne y su padre. Áldran se sentó a comer los huevos que la cocinera le había preparado y bebió todo el chocolate que allí había. —Padre, debo irme ahora, Seth y Dréan me están esperando. — expresó Áldran. —Bien, cuídate y llega temprano. —Sí señor, Adiós mamá. —Adiós hijo. Áldran fue hacia los establos de la mansión tras salir del lugar. Estos, se encontraban en la parte trasera de la misma. Allí había tres caballos, el de su padre, el de su madre y el suyo. Fothras era el caballo negro de Áldran, que se giró para saludar de alguna forma a su jinete. Áldran abrió la puerta de la pesebrera, esperó a que su caballo saliera de ella y se montó en él, que ya tenía la silla encima. Cabalgó aproximadamente media hora por los grandes campos llanos y repletos de pequeñas colinas hasta la ciudadela dónde estaba aquella taberna. Al acercarse allí, Áldran pudo ver a Seth y a Dréan esperándole sentados en la acera de piedra que estaba en frente del establecimiento. Áldran se detuvo al llegar, los saludó y entró junto con ellos al establecimiento, dejando el caballo allí, con sus riendas amarradas a una barra de hierro que el lugar disponía. 14

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El lugar tenía por nombre Faere Mortuis, y era dirigido por un Humano que tenía por trabajadores Duendes y Poltergeist, criaturas algo oscuras que se dedicaban a ganar oro “honradamente”. El lugar era algo húmedo, había muy poca gente borracha y el suelo era de madera. Las paredes eran de piedra y había una cabeza de alce colgada en la misma, arriba de una chimenea que tenía el fuego semi-apagado. Una vez se sentaron en una de las mesas, llegó uno de los Poltergeist a pedirles la orden. Seth pidió una cerveza de tamaño mediano, y sus otros dos amigos pidieron lo mismo. —¿Cómo han estado últimamente? —dijo Áldran tratando de iniciar con una conversación. —Muy bien, ¿y tú? —respondió Seth. —Bastante bien, he pensado en pagar el servicio militar a los Elfos. Dréan sólo sonreía mientras ambos amigos hablaban de ello, el también tenía la misma idea, pero no quería manifestarla en ese momento. —Yo no estaría tan seguro de lo que tratan de hacer, jóvenes —expresó una persona que estaba solitaria en una mesa vecina. Al oír la voz de aquella persona, los tres le miraron. La persona, al percatarse de que los tres amigos le observaban se levantó de su mesa individual. —¿Me puedo sentar? —preguntó. —Claro —corearon los tres amigos. —¿Por qué dice que no estaría tan seguro? Es buena idea, después de todo, no tenemos nada que hacer en el reino durante estos días —refutó Áldran. —Básicamente porque se avecinan tiempos de guerra, jóvenes nobles. —¿Guerra dice? —dijo Dréan abriendo la boca por primera vez desde que llegaron. —¡Claro!, miren, mi nombre es Basbal y era el director de un circo de gitanos que viajaba por todo Ederneit, pero por desgracia aquel circo decidió separarse. Me han llegado rumores de los desiertos del norte, dónde estuvo por última vez mi circo. Los rumores dicen que el Rey Tenebroso ha despertado de su largo sueño. — ¿¡Lo dices en serio!? —exclamaron los tres amigos al mismo tiempo. —Sí, en serio. ¿Saben al menos quién es el Rey Tenebroso? —No, no sabemos —contestaron ellos. Tras las risas, Basbal expuso un gesto de irritación, mueca que intentó ocultar. 15

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—El Rey Tenebroso es un demonio, un gran demonio descendiente de Tenosord, uno de los hijos de Vissiél, o sea dios, ¿Desean que les cuente la historia? —añadió Basbal. —Sí, gracias —dijeron. Basbal empezó a relatar la historia de esta manera: “Vissiél, para crear el universo, necesitó de crear dos hijos que hiciesen físicos sus sueños. Éstos son Zathrán y Tenosord, sus hijos gemelos, uno el creador del tiempo, y el otro, el creador del espacio. Ambos dieron forma al universo según la voluntad de su padre y tras terminar, Vissiél les dejó con el libre albedrío de hacer lo que quisiesen. Zathrán y Tenosord necesitaban darle amor a algo, y por ello, crearon doce criaturas cada uno, las que serían sus hijos. Zathrán, un día, en el gran palacio de Zimbarél, fue llamado por su padre, descuidando a sus hijos un instante. Un hijo de Tenosord, llamado Baél, llamó a su primo, hijo de Zathrán, cuyo nombre era Theo. Baél dijo a su primo —¿Sabes? deberías atacar al abuelo, he razonado, que si asesinas al abuelo, tú podrías ser el dios de nuestros padres, y nuestro inclusive, ¿Imaginas yo, siendo el primo de un dios? Theo respondió asombrado —¿En serio? —¡Sí! ¡Es obvio! ¡¿No crees!? —dijo el malintencionado Baél. Theo, dejándose guiar por el plan de su primo, abandonó a sus hermanos y hermanas y se dirigió al salón principal de lo que era el castillo sagrado de Vissiél. Zathrán había estado hablando con su padre, cosa que dejó de hacer después de unos instantes, retirándose y luego dejando al abuelo de Theo y Baél sólo. Theo, acompañado de Baél, agarró un puñal y sorprendió a Vissiél, que se encontraba parado viendo por un balcón que daba hacia los jardines exteriores del castillo. Un gigantesco corte hirió gravemente a Vissiél, que iracundo, se volteó y castigó a Theo quitándole el don de la vida, pues éste trató de asesinarlo. La herida de Vissiél se sanó automáticamente por su naturaleza divina, pero ahora Theo había muerto. Baél se encontraba cerca, así que Vissiél lo abordó y le preguntó —¿Por qué Theo me ha atacado? Obviamente, Vissiél ya sabía por qué este le había atacado, porque Baél había llenado la inocente cabeza de su primo de mentiras. Baél respondió a ello —No lo sé abuelo, ¡pero le has asesinado! —dijo con falsas lágrimas en los ojos. Vissiél respondió —¡Eres un mentiroso! ¡Has vuelto a mentir! ¡Debes irte de aquí! ¡Lárgate! ¡Mentiroso! ¡No mereces estar con la divinidad! Baél se sorprendió por el enojo de su abuelo. Al oír los gritos de su padre, Tenosord se acercó al salón principal corriendo. 16

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Inmediatamente, al ver el cadáver de su sobrino Theo, dijo con lágrimas en los ojos — ¿¡Qué ha pasado!? Sin ponerle atención a su hijo, Vissiél abrió un portal hacia Ederneit, para Baél, quién entró allí por vergüenza. Tenosord, siendo consciente de la justicia divina que su padre impartía y de su sabiduría, no refutó nada. Vissiél se dirigió hacia los jardines, dónde se encontraban sus otros nietos, y allí abrió otro portal para ellos. —Id allí, y poblad aquel mundo, os doy su control completo —dijo el abuelo. Los niños entraron en el portal que Vissiél había abierto y desaparecieron”. “Cuenta la leyenda, que aquellos nietos que vivieron cerca al agua, se convirtieron en los Virrarón. Aquellos que vivieron cerca a los bosques, se convirtieron en los nobles Elfos que conocemos actualmente. Los que vivieron en las grandes montañas, se convirtieron en los Âlan. Y aquellos que vivieron en los valles y planicies se convirtieron en Humanos. Baél, estuvo solitario en los desiertos del norte durante quinientos años, hasta que llegó una humana y le hizo compañía. Ella, por la gracia de Vissiél, se convirtió en su pareja, y tuvieron muchos hijos, que ahora son llamados “las razas del exilio”. Estas razas son los gigantes, diablillos, Unilegus, Trolls, Riperivards, Vonosinnosard y otras criaturas temibles que se encuentran aquí en Ederneit. Dentro de esas criaturas se encuentra el Rey Tenebroso, que es un descendiente directo de Baél, un demonio que fue vencido hace mil años por los nobles Elfos, y que hace poco ha despertado de su sueño como ya les he dicho. Desea hacerse con todos los reinos y al parecer tenerlos bajo su poder”. —O sea que es más peligroso de lo que parece según veo…. —formuló Seth. —Sí, claro está que no podemos dejar que su plan avance, deben hablar con Breios, el rey de los Elfos, para evitar tal catástrofe —dijo con cara de preocupado Basbal. —Entonces, ¡tenemos otra excusa para ir a pagar el servicio! —exclamó Áldran. —Me parece muy bien, los acompañaría, pero ya estoy muy viejo y creo que les sería un estorbo. Tras Basbal decir lo anterior, el poltergeist llegó con una bandeja de plata, con las tres cervezas. Pronto, las sirvió a los tres amigos, dejando a Basbal sin una. —Tráigale una a él, por favor —dijo Dréan —. Yo pagaré. El poltergeist fue por la cerveza de Basbal y la sirvió. Las cuatro personas de aquella mesa, siguieron hablando de aquel tema hasta 17

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caer la noche, eran aproximadamente las siete y ya todos debían ir a sus hogares. Los tres se despidieron de Basbal y también se despidieron entre sí, acordando encontrarse los tres, en las puertas del reino durante la noche del otro día. Áldran agarró su caballo y se fue hacia su hogar, dónde encontró a sus padres hablando en el comedor, debatiendo sobre temas religiosos, políticos y sociales, como era de costumbre. Además hablaban sobre “cómo ha sido el día de hoy” entre otras cosas. —Padre, la noche de mañana partiré hacia Roliregn —manifestó Áldran interrumpiendo la conversación de sus padres. — ¡¿Tan pronto!? —dijo la madre. —Sí madre, hay rumores de guerra, y sería mejor prestar mi servicio durante ese tiempo. —¿Rumores de guerra? —balbuceó el padre preocupado. —Sí señor, me lo ha dicho un viejo cirquero que nos hemos encontrado en la taberna. Nos relató toda una historia sobre un antiguo demonio. —Pues, no irás entonces, no quiero que te arriesgues a morir, y nos des una tristeza infinita a nosotros. —¡Pero papá! ¡Ya tengo veinticuatro! ¡Debo hacerlo! —dijo hablando en un tono algo alto a sus padres. —No me interesa si tienes cincuenta, cien, doscientos, los que sean. No quiero que mueras y punto, al menos mientras yo esté vivo ¿Queda claro? o ¡¿Quieres desafiar la autoridad de tu padre?! Áldran subió las escaleras de la mansión bastante enojado, encerrándose en su habitación. No debía dejar pasar esta oportunidad de salvar al mundo y ser conocido por todos sus habitantes, cómo la persona que salvaguardó la región de haber sido esclavizada. Al otro día, se despertó a las siete de la mañana, desayunó, se bañó, saludó a sus padres, pues ya no tenía tanto enojo, y salió a cabalgar por el área del castillo durante todo el día. Sólo paró durante ese día de cabalgar para almorzar, pero a las cuatro de la tarde quiso dejar de hacerlo, pues se había aburrido. Tras lo anterior, Áldran entró a la mansión y cenó con sus padres, hubo risas y algunas otras cosas, pero nunca tomaron la conversación del servicio militar con los Elfos, puesto que lo que su padre dijera se cumplía, pues era una orden del duque. Aunque Áldran tenía en su mente un plan de escape durante la noche, para así no ser detenido por la autoridad de su padre y cumplir el sueño de ser reconocido por el gran trabajo que quería hacer. Tras cenar, Áldran se despidió de sus padres para dormir, y se fue a su habitación. 18

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Durante la madrugada, Áldran se quitó su ropa de dormir, se vistió con otro tipo de ropa y salió por la ventana de su habitación, se dirigió hacia las pesebreras, cogió su caballo y cabalgó hasta las puertas del reino de Ajenjo, dónde se encontró con sus amigos que se encontraban esperándole. Ellos, a diferencia de Áldran, si contaban con el permiso de sus padres. Allí, el guardia les abrió la gran puerta y salieron cabalgando hacia el bosque Hyunghar, aquel que rodeaba las murallas del reino de Ajenjo. Cabalgaron toda la noche por aquel bosque, hasta que el sol se asomó entre las ramas de los árboles, habían recorrido unos cuantos kilómetros al norte dejando atrás sus hogares. —Deberíamos descansar, me duele la espalda de tanto cabalgar —expuso Seth. —Claro, sentémonos por aquel árbol —comentó Áldran señalando un árbol grande y frondoso de amplias raíces que se encontraba a la izquierda de ellos. Así pues, se bajaron de los caballos y los guiaron hasta aquel árbol, allí les dejaron y los tres se recostaron en las raíces, tomando cómo espaldar el ancho tallo de aquella planta. —He estado pensando en aquella historia que nos contó Basbal, ¿sabemos al menos a qué nos enfrentamos? —preguntó Dréan. —Pues según lo que él dijo, es un demonio que quiere someter todos los reinos, es un problema público… ¿Creen que el rey Breios ya sepa sobre esto? —dijo Áldran. —¡Claro!, o al menos eso supongo, eso sería lógico, ¿Por qué un cirquero lo sabría y el rey de los Elfos no? —añadió Seth. —Pues, son Elfos, no adivinos, puede que no lo sepa —contestó Dréan. Un fuerte sonido se escuchó en el bosque mientras los amigos hablaban, un sonido de muchísimas pisadas, pisadas parecidas a las pisadas de un caballo, pero mucho más fuertes. Áldran miró entonces hacia un lado por casualidad y vio una mujer de unos dos metros de alto, que era medio calva y saltaba en una sola pierna. Era una hembra de Unilegus y según los sonidos que se escuchaban en el bosque, se acercaba una manada de ellos hacia el grupo de Humanos. La reacción del grupo de amigos fue montarse en sus caballos y cabalgar lo más rápido que pudieron, pero a pesar de que los Unilegus sólo poseen una pierna, pueden saltar largas distancias muy rápidamente. Las criaturas les persiguieron lo más rápido posible y en una ocasión, uno de ellos se agarró de la parte trasera del caballo de Áldran. El caballo dejó de trotar y pateó 19

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fuertemente, ocasionando que Áldran cayera de su lomo mientras sus amigos avanzaban a toda velocidad sobre sus equinos. La manada de los Unilegus eran aproximadamente veinte. La mayoría de los miembros de la manada iban detrás del Unilegus que hizo caer el caballo de Áldran, a unos cuantos metros. La criatura agarró el torso del caballo de Áldran, Fothras, y empezó a llevárselo a la boca. Aterrorizado por los gritos de su caballo, Áldran se levantó y corrió fuertemente. Los otros Unilegus dejaron atrás al semejante que se comía a Fothras y siguieron persiguiendo a Áldran, que corría tan velozmente como le era posible. Áldran corría tan rápido que podía ver a lo lejos a sus amigos en sus caballos, que al parecer, no se habían percatado de la ausencia de Áldran. Mientras corría, Áldran gritaba fuertemente —¡Chicos! ¡Seth! ¡Dréan! Sin respuesta por parte de sus camaradas, Áldran se empezaba a quedar sin energía. Mientras corría por el bosque, hacía su mejor esfuerzo, y ya no escuchaba el llanto de su caballo Fothras. Un Unilegus, de los que perseguía a Áldran, se abalanzó sobre él y le hizo tropezar. El golpe, causó que Áldran quedara inconsciente por un largo tiempo.

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